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HISTORIA ECONÓMICA
DE LA REPÚBLICA DE BOLIVIA
(1952 – 2009)
(Comentarios y Reflexiones)
La Paz, 2010
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Flavio Machicado Saravia
Impresión: Creativa
Almirante Grau 541
Tel/Fax: 2488588
Impreso en Bolivia
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
A mis padres
Flavio Machicado Viscarra
Cristina Saravia Noriega
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
INDICE
PRESENTACIÓN 7
Rafael Vidaurre
PREFACIO 9
AGRADECIMIENTOS 13
FlavioMachicado Saravia
SEGUNDA PARTE: 33
La historia vista desde una perspectiva
en la que los hechos están vinculados con las actitudes que
asumieron los protagonistas.
CAPITULO I* 1952-1956 34
CAPITULO II 1957-1964 47
CAPITULO III 1965-1969 59
CAPITULO IV 1970-1971 66
CAPITULO V 1972-1977 80
CAPITULOVI 1978-1981 87
CAPITULO VII 1982-1985 94
CAPITULO VIII 1985-1989 106
* Cada Capítulo no tiene un título propiamente dicho, sino una descripción que caracteriza cada período analizado.
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Flavio Machicado Saravia
EPÍLOGO 317
BIBLIOGRAFÍA 328
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
PRESENTACIÓN
Escribir un libro de historia, no es una tarea fácil. El proceso mismo en el que se inmiscuye
todo escritor, pasa por una profunda revisión de los acontecimientos con el fin de entregar
al lector, con la mayor precisión posible, un relato tal que conserve en toda su pureza la
esencia de lo que pudo haber acontecido en su momento.
Dicha tarea difícil, por no decir titánica ha sido emprendida por el economista Flavio
Machicado. Su formación en el campo de la economía, su vasta experiencia profesional en
el ámbito de la administración pública y su profunda convicción académica plasmada en la
transmisión de conocimientos en las aulas universitarias, conforman el mazo y el cincel con
los cuales comienza a tallar la piedra fundamental de su libro de historia de la economía
boliviana.
El libro proporciona una riqueza adicional que no debemos minimizar. El autor tuvo la
virtud de ser directa o indirectamente protagonista de los hechos que se relatan y con
una ingeniosa habilidad construye las líneas del texto cuidadosamente, buscando en todo
momento mostrar que la esfera de la economía se circunscribe a la política, hecho innegable
que no se puede desconocer y que en el caso boliviano, ha marcado profundamente el
devenir de nuestro desarrollo económico.
La historia es neutral en su relato y como tal el autor aborda el mismo con la objetividad
que le permite analizar exhaustivamente todos y cada uno de los hechos de la segunda
centuria del siglo pasado.
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Flavio Machicado Saravia
Seguramente que existen y existirán excelentes textos de historia económica, pero ninguno
con la visión y destreza con la que Flavio Machicado pretende presentar los hechos a las
nuevas generaciones de economistas bolivianos.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
PREFACIO
Escribir un libro que analice la historia económica de Bolivia, desde la perspectiva de las
actitudes que se asumieron en los momentos en que se adoptaron determinadas políticas
económicas, resulta una empresa difícil y audaz al mismo tiempo. Pero es un intento que
vale la pena realizar, porque lo experimentado en esta materia merece una explicación que
trascienda al fenómeno puramente económico.
El presente ensayo, que sin duda alguna se inicia con la revolución popular de 1952,
constituye también otro riesgo; pero es imposible pensar que estos hechos se encuentren
al margen de un contexto determinado. Para que el lector tenga una referencia concreta y
contextual de este período, ha sido dividido en períodos más breves sin que ello signifique
necesariamente un corte que represente profundos cambios cualitativos, aunque sí se
dieron claras inflexiones, como consecuencia de fenómenos tanto internos (inflación),
como externos (políticas externas). En otras palabras, aunque se trata de etapas que tienen
una característica particular, más de ninguna manera marcaron un cambio en la tendencia
del proceso de la Revolución Nacional de 1952, que de una u otra forma se mantuvo como
el telón de fondo de las políticas económicas.
El periodo que abarca (1952-2009), pasó por dos momentos que es importante dejar en claro.
En una primera instancia, en 1990 se escribió lo que viene a constituir el modelo populista
del Capitalismo de Estado, que comprende los años entre 1952 y 1989, el mismo que fue
revisado, en casos muy puntuales, con el objeto de tomar en cuenta algunos elementos
ocurridos luego de ese período, que no se pueden dejar de lado. Luego de 20 años, también
con el auspicio del Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS), se escribió
lo que viene a ser el cambio de modelo hacia la apertura de la economía y la democracia
pactada, que concluye con el retorno del neopopulismo, con ropaje indigenista que trata de
instalar nuevamente un Capitalismo de Estado, con una fachada de “Socialismo del Siglo 21”.
Este período que vendría a completar el primer análisis, comprende los años entre 1990
y 2009, para lo cual se optó por el mismo enfoque, aunque profundizando el relato en los
dos primeros gobiernos, que es donde se plantea la agenda económica, hasta llegar al actual
gobierno, que es donde se pretende revertir no sólo el modelo económico, sino todo el
proceso político y social de la República, con la pretensión de instaurar un nuevo Estado,
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Flavio Machicado Saravia
La primera parte de este libro contiene aspectos conceptuales necesarios para que el lector
cuente con un soporte teórico que le ayudará a entender mejor la intención del presente
libro. No se pretende agotar el tema, sólo se ofrece una referencia básica de lo que debe
entenderse como ‘actitud’ y de lo que significa la “política económica” como proceso.
La segunda y tercera parte, que abarca el período del Capitalismo de Estado, en el marco de
la Revolución Nacional del 52 y el período de la economía de libre mercado, junto al nuevo
populismo que está en desarrollo, se refieren a las actitudes en sí que se adoptaron en los
diferentes gobiernos o etapas políticas que vivió el país hasta el año 2009. No es sólo un
relato histórico ni una evaluación de las políticas económicas implementadas; es, tal vez, el
atrevimiento de acercarse al comportamiento humano, que es siempre decisivo en la vida
económica y social de cada realidad y más aún en Bolivia, donde a veces es más relevante
el factor individual que los propósitos o ideas colectivas. Para su desarrollo el autor asumió
unas veces la perspectiva de “observador” y, otras, la de “actor” cuando así se dieron las
circunstancias. En ambas se inserta, inevitablemente, una dosis de interpretación, sobre
todo cuando el objeto de observación es un proceso de política económica.
Esta situación obedece al simple hecho de que aun en los casos en que se ha tomado parte,
los procesos son complejos, y es muy difícil tener una visión completa y comprehensiva
de todo el fenómeno. Pese a todo se logró simplificar esta trama social con el fin de dotar
al lector, en forma narrativa ‑ y evitando en lo posible todo economicismo ‑ de una visión
de conjunto de lo que, al parecer, han sido los distintos procesos de política económica
en el transcurso de los años 1952‑2009. No se pretende evaluar los períodos ni medir su
eficacia; la intención es disociar la intencionalidad de los actores y de la política económica
en sí misma. Se trata de mostrar la cara oculta de este fenómeno, que depende de la actitud
de hombres y grupos, de circunstancias históricas, y no tanto de la eficacia en el uso de la
ciencia y de la técnica, que, por supuesto, tiene su cuota en ello, pero que no conforman el
todo. Los títulos de cada período son arbitrarios y sólo obedecen a la percepción del autor.
A tiempo de encarar la edición de este libro, se añadieron algunos ensayos que fueron
realizados, en el trascurso del tiempo y las circunstancias, que ayudan a completar mejor todo
el período estudiado, configurándose de esta manera una Cuarta Parte. No era suficiente
un relato cronológico de los distintos momentos históricos, sino que también había que
buscar algunos elementos que expliquen mejor todo el período republicano post revolución
del 52, para lo cual se eligieron tres temáticas muy específicas: En primer lugar, se estudiaron
los fenómenos inflacionarios más significativos como el de los años 1956 y 1985, no solo
por el grado de magnitud que tuvieron, sino por el cambio de orientación que dieron lugar
a las políticas públicas y al propio modelo económico. En segundo lugar, se analiza el marco
jurídico constitucional del año 1967, que muestra el marco normativo dentro del cual se
desarrolló la lógica de la economía pública y privada, hasta llegar a la nueva Constitución,
donde siguen latentes los factores por lo cual muchas políticas públicas no pueden pasar de
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
De esta manera, se puede añadir, con mayor detalle, los antecedentes y propósitos de
los dos pactos que fueron convocados en aquellas oportunidades, que sin ser infidencias,
pertenecen al archivo de la historia. En ambas experiencias (1984 y 2003) se pretendía
lograr una síntesis que permita apreciar en toda su magnitud los rasgos predominantes que
caracterizaron ese período de la historia boliviana, hasta culminar en el actual momento, en
el que se persigue borrar toda la época republicana, como una condición para dar lugar a
un proyecto histórico completamente distinto, como si eso fuera sencillo.
Por lo que se ve en el transcurso de más de medio siglo de historia, fue bastante difícil
lograr consolidar un modelo, dadas las especificidades que tuvo cada época y los obstáculos
estructurales existentes, que no pudieron ser removidos pese a la profundidad con que se
dio la revolución de 1952, y que también fue el origen de otros obstáculos y aspiraciones
sociales, que ahora son más complicadas de satisfacer. Lo importante es que se busque
en la historia una mejor explicación de los hechos y las limitaciones que tuvieron los
protagonistas, pensando en que sus acciones contribuyeron a la sociedad, que siempre
tendrá que buscar su destino, procurando hacerlo sin dañar a los demás, que tiene igual
derecho de vivir y disfrutar del esfuerzo individual y colectivo.
La intención de este libro, no es otra que provocar una reflexión que sirva de base para
discutir el diseño de un proyecto sociopolítico y económico a la vez, que sea viable y
dinámico. Colocar al desnudo las principales variables de la economía y hasta, donde se
pueda, el comportamiento que tuvieron, en tan prologado tiempo, los diversos actores
económicos y sociales, pero fundamentalmente los actores políticos que, de una u otra
forma, concibieron determinadas políticas públicas encaminadas a superar las trabas
estructurales que tiene Bolivia, necesarias para lograr metas más ambiciosas de bienestar
colectivo y desarrollo. De ahí que la pretensión de hacer historia, siempre empezando de
nuevo, no nos permite avanzar, sino, por el contrario, seguir en el mismo punto de partida,
cuando hay otras sociedades que sí lo hacen, representando un motivo más para sentirse
frustrado y decepcionado por lo que ha hecho o dejado de hacer por el bien de la sociedad.
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Flavio Machicado Saravia
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
AGRADECIMIENTOS
Una reflexión acerca de los hechos siempre es un ejercicio útil como necesario, en especial
cuando se trata de la vida económica de un país. Precisamente de eso trata el presente libro,
que en su primera parte (Capítulos Primero y Segundo) ha sido escrito en compañía de mi hijo
Flavio, teniendo como telón de fondo los predios del Allegheny College que es una Universidad
situada en un pequeño pueblo denominado Meadville, ubicado en el este de los Estados Unidos
de América.
Quizás el ambiente universitario me ayudó a tener la concentración necesaria. Eran los meses
finales de un frío invierno de 1989. O tal vez, el hecho mismo de compartir con los jóvenes
estudiantes fue motivante, como querer que ellos tengan acceso a mi propia percepción del
mundo que me rodea, que es tan ajeno a los mundos que ellos están percibiendo, aún para los
jóvenes bolivianos, que conocen tan poco de su propia historia. Es lo que volvió a ocurrir 20 años
después, cuando mi hija María Alejandra, me instó a escribir la parte de la historia que faltaba,
solicitud que se corroboró definitivamente cuando empecé a dar clases a los jóvenes alumnos
de la Universidad Privada Boliviana, como también a los diversos alumnos de post grado, quienes
lamentablemente desconocen su historia, razón por la cual espero que este libro les sea útil, para
conocer a su país y a sí mismos. Esta vez estamos hablando de la Tercera y Cuarta Parte del libro.
Si bien las ideas y la descripción de los hechos fluyeron sin interrupción, una vez que el
manuscrito fue transferido a la computadora, Mónica Navia le dedicó al texto todo su empeño
y conocimientos lingüístico y literario. Me ayudó en la forma y me hizo reparar en el fondo.
Por ello, mi aprecio y testimonio de agradecimiento público por su inestimable cooperación.
Este esfuerzo está concentrado en la Primera y Segunda Parte del libro, no pudiendo tener
nuevamente ese privilegio.
Cuando traje el manuscrito del primer libro (Primera y Segunda Parte) mis hijas María Alejandra
y Moira Andrea, junto con Jorge del Castillo y sus hermanos menores, hicieron que fuera posible
contar con la primera versión mecanografiada. Luego, Eduardo Michel, que era Decano de
Economía de la Universidad de San Simón de Cochabamba, contribuyó para tener una segunda
versión corregida, para lo cual puso a mi disposición sus equipos y colaboradores. Finalmente
Anita Bravo, que fue la secretaria ejecutiva del ILDIS, puso punto final al asunto, transcribiendo
la versión definitiva del texto. Todos ellos lo hicieron con afecto y con el más amplio espíritu de
cooperación, por lo que también, reitero mi agradecimiento público.
Dos amigos, que ya se fueron, Edwin Moller y José Ortiz Mercado tuvieron la paciencia de leer
los manuscritos, dándome útiles sugerencias y comentarios. El padre José Gramunt terminó escri‑
biendo su propio comentario, privilegio por el cual estoy profundamente honrado y agradecido,
al igual que a mis amigos antes citados.
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Flavio Machicado Saravia
Este libro no podría haberse realizado sin la cooperación del Instituto Latinoamericano
de Investigaciones Sociales, ILDIS y de su director, Heidulf Schmidt, quien estuvo
permanentemente preocupado por los asuntos relacionados con la economía, la política,
la sociedad boliviana en lo que corresponde a su devenir y a su historia. Le agradezco
por haberme auspiciado y alentado para escribir esta primera y segunda parte del Libro.
Desde 1984, cuando conversábamos en la hermosa Catedral de Colonia acerca del Foro
Económico, que es una antigua institución en el Parlamento Alemán, por la cual un grupo
de connotados economistas hacen una evaluación sobre la marcha de la economía alemana,
se nos ocurrió la idea de convocar a un grupo de profesionales bolivianos para organizar
un Foro Económico, donde se discutiría la problemática económica del país. En efecto, una
vez que el ILDIS inició sus tareas en Bolivia, me tocó organizar y elegir a los miembros del
Foro, constituyéndose de este modo en la columna vertebral de sus acciones por mucho
tiempo. Desde entonces se escribió mucho sobre la economía nacional, perdurando hasta
ahora muchos textos del Foro Económico.
También debo agradecer al anterior como a los Representantes del ILDIS, Willy Hann y
Kathrein Hoelscher, repectivamente y a Carlos Toranzo, alto ejecutivo de esta fundación,
quienes me colaboraron para escribir la Tercera y Cuarta Parte de este libro, completando
de esta manera todo el ciclo de los último 50 años de la República, hoy denominado Estado
Plurinacional, como parte de un intento de borrar toda la historia, para dar nacimiento a
otra, cuyo horizonte no se acaba de comprender del todo.
Resta por reconocer, el apoyo del Universidad Privada Boliviana (UPB) que desde
su Rectorado y Vice Rectorado, en las personas del Dr. Manuel Olave Sarmiento y el
Dr. Alberto Sanjines Unzueta, respectivamente, quienes no dudaron en apoyar la edición
del presente libro. Particularmente, mi reconocimiento al Jefe de Carrera de Economía,
Lic, Rafael Vidaurre Clavera, quién junto a Ia Lic. Carla Reyes Postigo, Asesora de Marketing
Institucional Campus La Paz, han estimulado su difusión e investigación, especialmente
a través de la Cátedra de Economía Boliviana, que es una manera de poner a prueba
la consistencia académica de varios puntos de vista, cuando éstos son expuestos a los
alumnos que ya están en los últimos tramos de su formación. Por este motivo es que he
pedido a su Director Rafael Vidaurre, para que me honre con su presentación.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
A los lectores les agradezco de antemano por su benevolencia y tolerancia, por cuanto
sólo deseo que todo lo que digo sea una ayuda para que cada uno conforme su propia
verdad, en su propio mundo. A mi esposa Susana Sanz Guerrero Olmos, también va mi
gratitud, que lee con espíritu crítico y cariño todos mis escritos. Lo propio lo hace mi hijo
Flavio, quién muchas veces los enriquece, con su estilo, propio de personas que están más
allá de lo cotidiano. Finalmente, a mi hija Moira, una diseñadora gráfica ya consagrada, que
le puso todo su amor a este libro y a Daniela Viscarra que tuvo la paciencia de hacer la
última corrección del texto.
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Flavio Machicado Saravia
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
PRESENTACIÓN
PRIMERA Y SEGUNDA PARTE DEL LIBRO
¿Qué lo motivó a efectuar ese trabajo? La respuesta primera parece ser aquélla que indica
que no lo hace por levantar el dedo acusador contra nadie. Su memoria, su experiencia,
su rol de testigo en algunos decenios del decurso de la política económica boliviana no
lo condujeron a ejercitar el papel de juez. Da la impresión que volitivamente eludió ese
terreno.
Si el dolor fue su impulso, entiendo que su meta es la esperanza y la utopía del pacto social
para construir una nación viable. Es esta última la que motivó a narrar aquellos errores que
Bolivia no debería volver a cometer. Es algo gratificante para el ILDIS, más aún para quienes
lo tenemos como amigo personal e impulsor incansable de nuestro proyecto de demo‑
cratizar la sociedad y la política, tener que presentar el libro “Las actitudes en las políticas
económicas (1952 1989). Lo hacemos complacidos porque el hombre, Flavio Machicado
Saravia, busca lo humano, bueno o malo, de la economía. Creemos que el lector debe ras‑
trear esta obra no con la clásica exigencia dirigida a un texto tradicional de economía, debe
hacerlo ante todo, tratando de husmear aquello que de las actitudes de los hombres, no
debe repetirse, para no hundir más a Bolivia en su atraso.
Heidulf Schmidt
Director del ILDIS
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Flavio Machicado Saravia
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
PRÓLOGO
PRIMERA Y SEGUNDA PARTE DEL LIBRO
El libro que me honro en prologar, «Las actitudes en las políticas económicas (1952 1989)»
de Flavio Machicado Saravia, entrará sin duda a formar parte de la historiografía de Bolivia.
Sólo que será una página de esa historia vista desde un ángulo preferentemente económico.
Sin embargo, tampoco puede afirmarse que estemos ante una historia económica pura,
porque el autor no se limita a examinar el comportamiento de los agentes económicos
sino, sobre todo, aquellas actitudes personales y de grupos de poder que ejercen el papel
de causas y efectos de los hechos, tanto de la misma economía como del devenir social y
político de Bolivia. Bajo esta luz polícroma, muchos podrán aclarar no pocos interrogantes
que teníamos planteados sobre la Bolivia de los últimos 37 años.
Sin tratar de corregirle la plana a mi buen amigo Flavio, me permito la licencia de afirmar
que este libro bien pudo haberse titulado de otra manera, por ejemplo, “En busca de la
racionalidad”. En efecto, se ha dicho que el buen Gobierno de una nación está apoyado
sobre tres grandes racionalidades: la política, la social y la económica.
La obra de Flavio Machicado es como una trama urdida con las hebras de buenas intenciones,
positivos éxitos y evidentes frustraciones. Allí se nos dice que los reiterados fracasos en
la conducción del país fueron determinados por el desencuentro entre la “intención” que
tuvieron los detentadores del poder y la “realización” de sus modelos, planes y proyectos
que no correspondieron a aquella intencionalidad.
En lo que se refiere a la política, el autor afirma: “Ia búsqueda de banderas políticas, antes
que la ‘racionalidad’ de la política económica fue reiteradamente el origen de inestabilidad,
tanto en lo social como en lo político y económico”. Y apoya este aserto con numerosos
ejemplos. Esa irracionalidad alcanzó también a las empresas públicas que, en lugar de
fortalecer al Estado y a la sociedad entera se transformaron en botín de guerra de los
políticos triunfadores.
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Flavio Machicado Saravia
Frente a estas y otras ensoñaciones el sentido común del autor nos hace despertar
cuando recuerda didácticamente que “Ias soluciones económicas viables sólo surgen del
trabajo y de la inteligente utilización de los recursos naturales que se poseen, además del
conocimiento tecnológico”.
Llegando al final del libro se nos advierte que la última de las alucinaciones es la que viven
los bolivianos en la actual coyuntura económica. Según la apreciación del autor, expresada
con cierta ironía: “Se está gastando como en Nueva York; pero se está ganando como en
Etiopía, para mencionar otro país igualmente pobre que además tiene los mismos colores
que nuestra bandera, pero ubicados al revés”.
Desde 1952 el país avanzó por nuevos caminos, como es del dominio público, pero con
mayor lentitud que si políticos, sindicalistas y empresarios hubieran aliñado su acción con
mayores dosis de racionalidad. Sin embargo, entre los esfuerzos positivos que se llevaron a
cabo durante los años analizados, cabe mencionar los distintos ensayos de planificación, en
algunos de los cuales Flavio Machicado puso sus conocimientos. Pero la mayoría de esos
planes quedaron a mitad de camino, o por no ser tan racionales como presumían o porque
la irracionalidad de sucesivas coyunturas sobrevino como una crisis recurrente de fiebres
tercianas que desbarataba todo lo hecho.
El autor no omite, sino que ilustra también, la irracionalidad del entorno internacional que
en repetidas circunstancias ha puesto su cuota parte en entorpecer las mejores iniciativas
bolivianas. Para ofrecernos una obra tan documentada y madura, Flavio Machicado Saravia
ha contado con ventajas y las ha sabido aprovechar. Como el mismo lo recuerda, ha sido
“actor y observador” del devenir de este país en los años examinados. Este doble testimonio
concede a este libro una autoridad incuestionable.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
La lectura del libro de Flavio Machicado podría dejar un cierto sabor amargo si el lector se
quedara tan sólo con la relación de los errores que se han cometido. Pero el autor también
da testimonio de los aciertos que se fueron dando.Y, en su último capítulo, retorna un tema
muy suyo: el pacto social como punto de un nuevo arranque para ir en busca del tiempo
perdido. La idea del pacto social no es de ahora. La utilizó Machicado en ocasiones tan
importantes como fue aquélla del Diálogo por la Democracia (noviembre de 1984) en la
que el autor tuvo un destacado papel inspirador y organizador (Machicado dirigió la edición
del libro «El Diálogo para la democracia», Muller & Machicado, La Paz 1986).
Bajo los auspicios de la Iglesia, aquel diálogo logró convocar a los partidos políticos con
representación parlamentaria, a la Central Obrera Boliviana y a la empresa privada en un
esfuerzo mancomunado para sacar al país de una crisis que pudo haber desembocado
en un retorno al golpismo consuetudinario. El resultado fue la desprendida renuncia del
entonces Presidente, Hernán Siles y, con ella, la consolidación, aunque todavía precaria, de
la democracia.
Bajo el presupuesto de que el Estado boliviano está muy débil y posee una estructura humana
no suficientemente preparada para garantizar la actual etapa democrática, Machicado
propone un pacto o acuerdo social entre las fuerzas políticas, sociales y económicas. El tal
acuerdo ha de tener como objetivo “el fortalecimiento de nuestras instituciones públicas
y privadas que garanticen la estabilidad y el cumplimiento de determinadas reglas de juego
relacionadas con el quehacer económico”.
Este pacto es tanto más necesario cuanto que “ningún partido político... tiene por sí mismo
la fuerza suficiente como para garantizar la estabilidad y, mucho menos, para transformar y
completar las tareas que quedaron inconclusas”. Estamos pues ante un análisis histórico que,
apoyado preferentemente en los hechos económicos, los rebasa y nos ayuda a interpretar
los últimos 37 años del devenir nacional. Y, además, nos abre las perspectivas de un futuro
que encontraría en el “pacto social” un camino para desandar lo mal andado.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
i
PRIMERA PARTE
Una manera de ver un proceso económico y social
diferente donde el protagonista principal es el hombre
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Flavio Machicado Saravia
I
Acerca de la actitud social
Sin embargo, al ser la actitud una variable intermedia entre el comportamiento verbal y, el
comportamiento activo es una variable hipotética; es la probabilidad de la aparición de un
comportamiento dado frente a un tipo determinado de situación. Entendida de esta manera,
la noción de actitud contiene una idea de orden. Como disposición dinámica, y pese a que
la actitud se ha formado en un momento dado, ésta se puede modificar; aunque en general
se mantiene como una disposición relativamente persistente. Según G. W. Allport: “Una
actitud es una disposición mental y nerviosa organizada por la experiencia, que ejerce una
directriz o dinámica sobre las reacciones de los individuos en cuanto a los objetos y todas
las situaciones relacionadas con ellas”1.
Las actitudes políticas son actitudes sociales formadas en relación a una perspectiva de
poder, de gobierno o de supervivencia de la sociedad; estos serían los objetos a los que
se refiere Allport. Con respecto al grado y dirección de la actitud, se podría distinguir en,
cuanto al primer aspecto una mayor o menor hostilidad o apoyo, según sea el caso; con
respecto a la dirección de la actitud se puede estar “por” o “contra” el orden establecido.
Según Meynaud es el riesgo algebraico de la actitud. Las actitudes políticas de un sujeto
se forman en función de la experiencia que éste tiene de la situación con la cual se está
confrontando. Sin duda influyen los factores sociales como pertenecer a un grupo, una
familia, una clase social, alguna iglesia o secta. Influyen también factores económicos como
la renta, la profesión que tiene el sujeto y el lugar de su residencia. Finalmente dependerán
también de sus intereses desde el punto de vista de la organización social a la que pertenece
o de su contorno.
Los estereotipos sociales, “ideas recibidas” de objetos sociales, sean o no políticas, generan
también actitudes sociales “predeterminadas” o estereotipadas. Estas actitudes nacen, pues,
de una imagen que puede estar unida a una palabra, un objeto o una acción política. Sin que
1 MEYNAUD, Jean, LANCELOT, Alain, Las actitudes políticas, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires.
p. 6. En este texto se basó el tratamiento de ente capítulo. Al igual que el acápite de la política económica, ha
sido inspirado en el tratamiento otorgado a esta temática por los profesores Carlos Lessa y Enrique Sierra en el
Instituto de Planificación de las Naciones Unidas con quienes trabajó el autor como profesor adjunto.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
los estereotipos sean fuente directa (de guerras o de grandes conflictos sociales) favorecen,
sin embargo, a la aparición de sentimientos de hostilidad y son generadores de tensiones
colectivas. Pertenecen a la psicología del rumor, sobre la cual tenemos muchos ejemplos
y experiencias. Los acontecimientos nunca se reproducen de la misma manera, lo que
también se refleja en los individuos y los grupos; están en función de su relación dinámica
con los diversos aspectos de una situación en movimiento permanente.
No debemos subestimar la importancia de las relaciones sociales del sujeto o de los grupos
sociales. Las actitudes del sujeto son parte de sus relaciones de solidaridad o de hostilidad
respecto de los grupos que encuentra. Los amigos o enemigos políticos del sujeto cambian
con las circunstancias según se modifiquen sus posiciones, así como también cambian las del
sujeto en relación con el poder de la sociedad.
En las actitudes influyen múltiples factores que son interdependientes. Pero es posible
distinguir algunos sistemas que las condicionan o predisponen de alguna manera. Esto en
cuanto a la sociedad en su conjunto.Todo sistema social tiene principios inmortales, grandes
antepasados y aniversarios, tiene, además, su leyenda rosa y su leyenda negra, donde figuras
y símbolos del pasado son la prenda de ásperas competencias. Asimismo, existe un sistema
de creencias que propone una aplicación de los hechos del presente; pero por una curiosa
ceguera retiene de la realidad sólo lo que confirma su tesis. Parece elegir a las víctimas
que hay que socorrer y a los acontecimientos que causan indignación. Por lo demás, estas
creencias son más rígidas aun porque se alimentan de experiencias históricas, y en nuestra
cultura no se puede argumentar en contra de la historia.
Finalmente, la sociedad se apoya en un sistema de valores que tiene sus concepciones sobre
el porvenir de la sociedad, propone ciertos fines al Estado y precisa los medios de buscarlos.
La sociedad debe asegurarse la felicidad o facilitar la salvación de los hombres. Para lograrlo,
debe garantizar los medios idóneos de consecución de la paz o la independencia nacional.
Todo sistema aporta una respuesta distinta al conjunto de estas cuestiones, que se traduce
en el plano de las actitudes políticas.
La política, como decía Thibaudet, es una fórmula famosa compuesta por ideas; para otros
pensadores, ésta se reduce a conflictos de orden material de la lucha por el poder. La idea
inspira actitudes; pero las actitudes también le dan la forma y el contenido actual. En nuestra
época a los hombres no les gusta expresar sus puntos de vista o reivindicaciones materiales
como tales; ellos se esfuerzan en unirlas a una concepción moral que pueda valerles mayor
respeto. La idea, entonces, se vuelve un factor de justificación o de protección. Una prueba
de esta actitud se observa en los hombres que dicen obedecer a una misma idea para
justificar conductas diferentes, o llegan a conservar la misma bandera intelectual adoptando
puntos de vista opuestos sobre problemas reales. Por otra parte, y esto es importante, las
ideas, sea cual sea su origen, adquieren una especie de vida autónoma que las coloca en
contra de la evolución social: unas se revelan adelantadas respecto de su tiempo y lugar,
otras ya no corresponden a las exigencias del tiempo o de la época. De ahí que las actitudes
que se asumen son en su mayoría contradictorias, confusas y opuestas a la solución de
problemas coyunturales, y al final, congelan la solución de aspectos estructurales que
subyacen en el tiempo.
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Flavio Machicado Saravia
Según algunos, la idea sería el producto intelectual en su estado puro, mientras que la
ideología expresaría el estado de esa idea después de haber pasado al nivel de la asimilación
colectiva, que implica simplificación y deformación a la vez. La ideología sería, así, inseparable
del grupo en el seno en el cual se construye y propaga. De hecho, si es posible ‑ y por varias
razones - sería útil distinguir el sistema de pensamiento de un autor (la doctrina) de la
elaboración que se ha hecho de él en el estadio de la práctica. Sin embargo, la distinción
entre idea e ideología continúa siendo convencional y varía de uno a otro manual. La
ideología se nos aparece como un sistema de coherencia variable que expresa, explica o
justifica actitudes del hombre en relación al mundo en que vive. También es una incitación
a actuar en tal o cual dirección, según el juicio de valor de la sociedad. En fin, la ideología
expresa una visión del mundo. Sin embargo, hay que pensar en lo difícil que es lograr un
paralelismo entre lo ideológico y lo económico, al parecer, ni siquiera en el largo plazo.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
II
Una manera de entender la política económica
Toda medida de política económica, más aún si repercute de un modo general, constituye
un proceso de tipo social que trasciende lo económico. Si bien está orientada a producir
cambios en el comportamiento de los entes económicos como tales (empresas, familias,
grupos sociales) a fin de que ahorren, produzcan, exporten, inviertan, acumulen, gasten,
etc., su efecto no sólo provoca fenómenos económicos como los indicados, sino permite
que estos a su vez repercutan en el tejido social, lo que da lugar a la generación de
actitudes que van más allá del hecho económico en sí. Es más, si puede lograr cambios en
el comportamiento económico en el sentido deseado, también se pueden producir, como
una consecuencia de su ejecución, actitudes no esperadas. Es el típico caso de una política
de protección arancelaria, utilizada para inducir a que los agentes económicos dediquen su
inversión hacia la producción de ciertos rubros deseados, y que, sin embargo, también corre
el riesgo de repercutir sobre otros entes económicos que se inclinan hacia el contrabando
produciéndose un efecto no deseado.
Desde luego, una determinada política económica no se ejecuta de manera aislada, como
si comprendiera un espacio económico cerrado. Inevitablemente tal política está de algún
modo inmersa con otras economías y su relación con aquéllas varía según el grado de
interdependencia e influencia existente con respecto a la economía interna de referencia.
Este es el caso de Bolivia, cuya economía no sólo está influenciada por las economías
centrales con las cuales tiene una vinculación tradicional en materia de intercambio
comercial, sino que está seriamente afectada por la influencia de las economías vecinas,
las que con sólo variar su política cambiaria provocan una competencia desleal con sus
productos, sea que estos ingresen al país por la vía legal o por la vía ilegal. Desde esta
perspectiva el fenómeno de la política económica estará siempre influenciado por factores
internos y externos, lo que hace más complejo su manejo.
Sin embargo, si bien las condiciones internas juegan un papel tan importante como las
condiciones externas, dada la interdependencia relativa entre las economías y los sistemas
económicos, no se puede dejar de mencionar otro factor que, a falta de una mejor
definición, lo denominamos “condiciones circunstanciales” del proceso. Como todo hecho
social e histórico es frecuente ver de qué modo, debido a condiciones o hechos sociales
particulares ‑movidos por personas, grupos de presión o cualquier otra expresión que
27
Flavio Machicado Saravia
comprenda la acción del hombre ‑ se abren o cierran los espacios dentro de los cuales
se tiene una mayor o menor posibilidad de conducir un proceso de política económica
determinado. Por ejemplo, no hay duda que las condiciones para negociar o renegociar
la deuda externa por parte de los países deudores cambiaron bastante, lo que permitió
plantear distintas fórmulas de solución que antes no era posible concebir.
El reconocimiento de que el ‑poder de los entes es relativo nos lleva a otra consideración
importante: por una parte, la necesidad de reconocer etapas en el proceso, por otra, el
carácter temporal de una política económica. Si bien el Estado está dotado de todos los
poderes formales para actuar, en la realidad los entes que circunstancialmente están en
función de gobierno no siempre pueden hacer uso de ellos, y aun en el caso de que lo
hicieran, puede darse el caso de que las reacciones sociales producidas logren neutralizarlos
o deformarlos. Aún en los más férreos regímenes autoritarios se observa este fenómeno en
un mediano o largo plazo. El carácter relativo del poder que los entes poseen, nos conduce
a la necesidad de reconocer en un proceso de política económica una etapa “en cuanto a
intención” y otra “en cuanto a realización”. El tránsito de una a otra etapa dependerá del
grado de poder de quien propuso la política económica, así como de todos los factores
mencionados anteriormente.
Pero también hay que considerar su carácter temporal, en el sentido de que el fenómeno
se desarrolla en un momento histórico determinado. Ello le otorga a la política económica
la cualidad de ser un hecho siempre particular, y por lo tanto, inédito. En este sentido,
su formulación técnica puede tener un parecido con experiencias pasadas o similares;
pero será siempre particular cuando se la pone en práctica. La sociedad es dinámica y,
por lo tanto, en su devenir las condiciones son cambiantes. Podría argüirse la existencia
de características estructurales que no cambian, por lo que esa temporalidad a la que
hemos hecho referencia pudiera no ser válida. Pero aun en el marco de que subsistan
problemas de tipo estructural, se están produciendo cambios en la sociedad: la población
aumenta, los gustos y necesidades varían, los grupos sociales ganan o pierden fuerza, las
28
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
La política económica “en cuanto a intención” parte de una formulación netamente política.
Expresa la acción y juicio de valor que tiene el ente económico formulador acerca de la
sociedad, del mundo que lo rodea, de la naturaleza, de los factores de producción y del
papel que estos factores deben jugar; en suma: parte de su ideología, de sus intereses, de
sus expectativas y de la cosmovisión de lo que él cree que debe ser la sociedad. Para ello
explicita los instrumentos (poderes) que desea utilizar, la mayoría de los cuales pertenece
al área económica (fijar impuestos, tasas de interés, salarios, etc.). También puede dejar que
los parámetros económicos referidos se nivelen en función del mercado, lo que entrañaría
más bien una filosofía económica, porque en este caso la política económica dejaría de ser
discrecional. Generalmente lo que se discute es la bondad y la calidad del instrumento, de la
teoría o técnica económica implícita, dejando de lado la real intencionalidad del ente sujeto
(el que propone la política económica).
El hecho de que una política económica sea impuesta no quiere decir que se cumpla del
modo en que fue prevista; en otros términos: mientras que en la etapa de intención (de
formulación de la política económica) el ente sujeto y los operadores actúan casi como si
se tratara de un laboratorio, en la etapa de realización el proceso es más confuso, y su éxito
ya no depende solamente de la fuerza que tenga el ente proponente, sino de la forma en
que actúen los entes sociales a los cuales fue dirigida así como a todos los demás, dada la
interdependencia que existe entre las economías. No hay que olvidar que todo sistema, por
más elemental que fuera, crea en última instancia mecanismos cuyas redes de comunicación
son amplias y variadas. La resultante de una política económica será la confrontación entre
la intencionalidad que tuvo el ente sujeto con lo que se produjo en la realidad social.
Esta puede ser mejor o peor de lo que fue concebida; pero distinta. Aunque la resultante
coincida con la propuesta inicial, generalmente la discusión se vuelve a centrar en la parte
instrumental (cómo se aplicaron los instrumentos previstos) y en el resultado económico,
dejando de lado la intencionalidad inicial y el juego social que dio lugar a la propuesta. Se
suele colocar el tema de la resultante como algo aislado de la propuesta inicial de la política
económica, lo que siempre genera confusión.
29
Flavio Machicado Saravia
Una política antiinflacionaria, por ejemplo, puede ser insuficiente si la vemos desde el punto
de vista del desarrollo, y de hecho lo es más todavía si esta política no ha logrado una
pronta recuperación de la economía. Existe estabilidad, pero no se ha generado una etapa
de crecimiento sostenido. Si bien una estabilidad económica debería generar sucesivamente
un crecimiento en el producto, podría ser que las condiciones generales no hayan sido lo
suficientemente propicias como para provocar este fenómeno, o que el plazo resultara
demasiado corto como para impulsar a los inversionistas a correr el riesgo requerido. Sin
embargo, es posible que la política económica prevista sólo se haya circunscrito en torno
a la estabilidad económica, por lo que habría una compatibilidad entre el objetivo y la
resultante. Esta discusión nos aproxima más al hecho enunciado inicialmente, en el sentido
de que la política económica es un fenómeno complejo, por lo que su análisis resulta
siempre incompleto si sólo se circunscribe al plano económico o a la causalidad entre el
objetivo y la resultante.
Desde una perspectiva analítica, la política económica puede ser vista desde diferentes
ópticas: la de observador o la de actor. Naturalmente, dependiendo de la experiencia o de la
vivencia personal, el primer enfoque resulta interesante, puesto que desde esta perspectiva
es más fácil relacionar los hechos económicos con los objetivos planteados. Sin embargo,
se corre el riesgo de no tener la suficiente claridad respecto a la intencionalidad del ente
sujeto que la propuso (sea persona, grupo social o partido) y no se logre ver la trama social
que dio lugar a este proceso. De ahí la tendencia economicista a la que casi siempre se ha
reducido un proceso de esta naturaleza. Por otro lado, cuando vemos la política económica
desde la perspectiva del actor, si bien se puede observar todos los matices anteriores,
también se corre el peligro de mirar sólo los aspectos que marcan el éxito de esa política,
donde la justificación puede pecar del mismo modo de una mayor carga de economicismo.
Es difícil reconocer los factores de transacción a que da lugar una política económica, así
como explicarse todos los aspectos presentes en el escenario. Para ello sería necesario
despojarse de todo prejuicio, a fin de darle a cada proceso un tratamiento objetivo y
globalizador de todo el fenómeno social que trae consigo.
30
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
III
Las actitudes sociales en el caso boliviano
Generalizar acerca de las actitudes sociales que se observan en el caso boliviano ante un
proceso de política económica, parecería una audacia y una tarea prácticamente imposible.
Sin embargo, a título de ensayo y dada la experiencia que le ha tocado vivir al autor de este
libro, parece razonable al menos hacer un esfuerzo. En el transcurso del tiempo se pueden
observar, con cierta similitud, actitudes que se repiten a menudo, por lo que adquieren
una regla general de conducta. Estos comportamientos han dado lugar en algunos casos
a procesos de política económica, y han servido, en otros, de freno para su desarrollo. A
falta de una buena clasificación nos referiremos a los siguientes aspectos: la teoría de las
banderas políticas, la fobia cambiaria y el oposicionismo.
No se puede negar que nuestra economía está ligada desde hace mucho al patrón
cambiario del dólar, que afecta de un modo directo a la economía nacional y al ingreso de
las personas. La mayor parte de nuestras transacciones internacionales se realiza en dólares,
por lo que la sensibilidad hacia cualquier cambio en el valor de esta moneda se percibe
en forma inmediata. Sin embargo, no toda la economía está sujeta a estas variaciones, ni
todo el intercambio interno depende de la variación cambiaria. Se debe reconocer que
aún conglomerados poblacionales importantes realizan su intercambio al margen de la
economía cambiaria. En términos generales cualquier alteración del dólar provoca en un
principio una reacción política, y después una reacción colectiva que origina problemas
de índole social y económicos muy serios, al extremo que esteriliza muchos intentos de
política económica o los modifica de tal modo que impide el resultado esperado.
Sería ingenuo pensar que la sociedad debería actuar de otro modo cuando las variaciones
de tipo cambiario que se producen provocan efectos negativos. Pero también resultaría
inmaduro pensar que una economía como la nuestra pueda subsistir con tipos de cambio
artificiales, ya que más temprano que tarde se sabe que vendrá el ajuste, causando problemas
31
Flavio Machicado Saravia
que se hubieran evitado con una modificación oportuna. El problema es que sólo se ve al
fenómeno cambiario desde la perspectiva del consumo, y no como un medio destinado
a equilibrar nuestro comercio exterior y a incrementar las exportaciones, de modo que
sea realmente un estímulo para un mayor crecimiento económico y posterior desarrollo.
Lo grave es que no se advierte por ningún lado la manera de que esta fobia cambiaria no
provoque trastornos de índole político y social.
Quizás habría que desarrollar una mayor concientización, que al menos amortigüe los
trastornos cambiarios y evite que se especule en forma masiva y se exagere por encima
de lo que realmente se pretende con este tipo de medida. La fobia cambiaria es un
aspecto bastante conocido por el mundo político, que lo utiliza para sus fines sin medir
sus consecuencias. Este manejo indiscriminado contribuye a que el problema se ahonde
más y resulte un impedimento real para cualquier política económica, sea de ajuste, de
crecimiento o de desarrollo.
Como se verá en el transcurso de la segunda parte de este libro resulta paradójico observar
ciertas actitudes que al final no sólo han llevado al país a un mayor atraso, sino que también
han perjudicado procesos que, de haber perdurado, hubieran sido decisorios para la
consecución de avances históricos. Tomo como ejemplo al gobierno del General Juan José
Torres, que fue derrotado antes de la bonanza económica de los años 70. No nos referimos
a las actitudes que tienen un contenido político o contestatario, es decir, las actitudes de los
grupos sociales oprimidos; estos grupos tienen su interpretación lógica y obedecen a una
dialéctica muy definida. Hablamos de actitudes contrarias, carentes de reflexión o análisis
histórico, a través de las cuales se lee que ciertos grupos se constituyen por sí mismos en
los únicos defensores de la verdad y del cambio, movilizando a las masas empobrecidas que
casi nada tienen que perder. Cuando los gobiernos de corte popular se vieron obligados por
razones económicas a tomar medidas de política económica que demandaban inevitables
restricciones o sacrificios las actitudes opuestas impidieron la superación del problema que
se enfrentaba. Ello impidió llevar adelante políticas de desarrollo en favor de los grupos
sociales deprimidos y empobrecidos de la sociedad. En otros términos: lo que se trata
de resaltar es esa actitud “oposicionista” porque sí, que da lugar al debilitamiento de los
gobiernos e impide la cohesión de los grupos sociales más vulnerables; peor aún, en un país
tan atrasado y con instituciones frágiles como las nuestras.
32
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
2
SEGUNDA PARTE
La historia vista desde una perspectiva en la que los hechos están
vinculados con las actitudes que asumieron los protagonistas.
33
Flavio Machicado Saravia
I
CAPITULO
Para nadie es un secreto que la historia de Bolivia en lo que va de este siglo se divide en un
antes de la Revolución de 1952 y un después de la Revolución Nacional hasta el presente. Sin
embargo, no podemos dejar de mencionar que si bien resulta cierta la anterior afirmación,
seríamos injustos al criticar muchos acontecimientos que sin duda tuvieron su culminación
en 1952. Pero esto sería escribir historia, y éste no es el propósito que se persigue. Como
se sabe, son tres los pilares de transformación en los que se sustentó la Revolución de
Abril de 1952: la Nacionalización de las Minas, la Reforma Agraria y el Voto Universal. Se
efectuaron, sin duda, otras reformas que tienen que ver con el campo de la salud, el empleo,
la educación y el cooperativismo. Este último, como una forma de creación de un nuevo
agente económico, orientado especialmente hacia la producción agraria, pero que solo
funcionó en el campo del consumo y del crédito.
No hay duda de que este fenómeno de transformación fue importante, ya que se estaba
rescatando para el país la producción de la gran minería que estaba en manos de tres
personas, aunque en los hechos se trataba de consorcios multinacionales ‑especialmente
en el caso de Patiño. Con esta medida Patiño, Aramayo y Hochschild se vieron privados
del dominio del subsuelo, donde estaban las minas de estaño, mineral que todavía en 1952
continuaba siendo estratégico para la economía mundial de guerra y la de producción,
en este caso, de envase de alimentos. Sin considerar si esta idea fue propia de quienes
asumieron el Gobierno el hecho es que en este proceso el Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR) fue el que arrebató a los Barones del Estaño la más importante
producción boliviana.
El estaño y otros minerales constituían el principal factor de inserción del país con la
economía externa, y ocupaba de un modo directo la mayor masa de asalariados, lo que daba
lugar además a otras actividades internas que también transformaban recursos naturales
y empleaban mano de obra. Más esto último no se desarrollaba con la misma magnitud,
pues como consorcio internacional se abastecía más de los productos extranjeros, sea
de consumo directo, de materias primas o de bienes de capital que no producían nuestro
incipiente desarrollo industrial interno. Estos consorcios internacionales ejercían un
fuerte control político interno y tenían presencia efectiva en los centros de dominación
industrial capitalista. Ellos ejercían el control de la economía minera del país, con todas
las características de un enclave económico insertado en la economía internacional,
manteniendo vínculos económicos muy débiles con el resto de Bolivia. Los consorcios se
aprovechaban de las ventajas comparativas que encontraban especialmente en la mano de
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
obra barata, como las comunidades campesinas que para entonces eran un reflejo pálido
del pasado.
El Voto Universal fue una medida esencialmente política; obedecía a una elemental
consideración humana. Con esta medida el campesino pasó a ser un ciudadano con
derechos, aunque sin perder su condición de ciudadano de “segunda clase”. Actualmente
la sociedad aún mantiene una discriminación étnica, que se está perdiendo paulatinamente
en la medida en que el campesino asciende a través de la movilidad vertical del estamento
militar o de la movilidad que le otorga el mayor nivel de enseñanza y profesionalización. No
hay que descartar la movilidad social que en los últimos años está provocando el dinero del
narcotráfico. Desafortunadamente, quienes emergen por estas vías, inclusive eclesiásticas, se
desclasan rápidamente, se mimetizan con los estratos dominantes o emigran al extranjero.
Aun cuando se dijo en un principio que se evitará un análisis economicista, conviene que
el lector cuente con un adecuado marco de referencia sobre estos temas. Para ello se
describirán las partes salientes del contexto que caracterizan a la minería y al agro, que es
donde se centra la atención de la política económica del período que estamos analizando.
Al hablar de la minería es inevitable mencionar el estaño, puesto que es en torno a la
producción de este mineral que gira la historia de la primera mitad de este siglo. El estaño
constituye el producto primario a partir del cual Bolivia se reincorpora a la economía
internacional a fines del siglo pasado, y es el rubro dominante inclusive hasta fines de
la década del 70. Son dos las características que conviene resaltar en este período: la
gravitación de la minería del estaño en nuestro comercio internacional y el dominio que en
la vida política interna ejercían los propietarios de la gran minería.
En cuanto a su gravitación, en los años 1904 y 1918 el estaño significó entre el 50% y el 71
% del total de las exportaciones bolivianas. En 1913 llegó a un 73% de las exportaciones
totales, proporción que paradójicamente cayó alrededor del 40% o 50% durante los años
de la Primera Guerra Mundial (1915‑1916). En estos años se produjo una reducción en
los precios, como un efecto de las perturbaciones que había sufrido la Bolsa de Valores de
Londres, y hubo una reducción en la oferta de equipos de producción, como emergencia de
la contienda bélica mencionada. Se añaden otros factores perjudiciales como el transporte
y su incremento en las tarifas, fletes y seguros. El efecto de los precios deprimidos continuó
hasta 1922, y se elevó entre 1926 y 1927, induciendo a una mejor producción; pero con dos
años de atraso. Con la crisis del 30 se produjeron nuevamente trastornos en el mercado
internacional, de suerte que en 1933 las exportaciones representaron sólo el 42% de lo
que fueron en 1929.
35
Flavio Machicado Saravia
En 1939 después de la guerra que se libró entre Bolivia y Paraguay (1932-1935) las
exportaciones de estaño se incrementaron especialmente hacia los Estados Unidos de
Norteamérica dado el cierre de abastecimiento de Malaya e Indonesia. Estamos nuevamente
dentro del escenario de una nueva contienda mundial. A partir de 1939 se utilizó el máximo
de capacidad de producción (en promedio 40.000 toneladas métricas finas de estaño),
comprometiéndose reservas futuras, ya que la velocidad de extracción excedió a su
desarrollo. Desde luego, se sabe que desde 1930 se realizaba un desarrollo minero lento y
prácticamente no se hicieron exploraciones en nuevas minas o zonas mineras. La política
de las empresas privadas era contraria a las inversiones llamadas de “alto riesgo”. Su política
era de corto plazo, donde la falta de conservación, el agotamiento de los recursos y la salida
de capitales era la ecuación más conveniente.
Durante esta primera mitad de siglo ocurrieron otros fenómenos que completan el cuadro:
mientras que en 1937 el consumo aparente del mundo, cuya mayoría pertenecía a los países
industrializados (más del 90%), llegaba a 190.000 T.M.F. de estaño, entre 1939 y 1940 declina
a 150.000 T.M.F. por consecuencia de los avances tecnológicos que disminuyen su consumo
de 26.5 libras de estaño por tonelada corta de hojalata a 10 libras. Es decir, sólo se requería
un 38% de materia prima de estaño de lo que se necesitaba en el pasado.
La nueva era del mercado del estaño se inicia a partir de la acumulación de reservas
por parte de Estados Unidos. A partir de ese momento el mercado del estaño comenzó
a depender de la actitud que tomara ese país con respecto a la venta de sus reservas
consideradas entonces estratégicas. Estados Unidos, pues, fijaba el precio internacional del
estaño. Por este motivo Bolivia, por la fuerza de las circunstancias, contó con personas
hábiles para discutir este problema cada vez que Estados Unidos anunciaba la venta de su
estaño. Este fue, sin duda, el motivo catalizador que indujo a la furia colectiva y provocó
36
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
manifestaciones sociales y políticas de diversa índole. Los hechos referidos hoy sólo
pertenecen al pasado, y lo más lamentable, al olvido de las generaciones que los vivimos y
al consecuente desconocimiento de los que emergieron posteriormente. En esta historia
del mercado mundial no estuvo ausente Rusia. Este país ingresó al mercado con tecnología
apropiada, especialmente cuando las leyes de mineral son bajas, que es otro de los aspectos
relevantes en este contexto.
Como se sabe, los tres grupos mineros eran dueños de 17 empresas; algunas de ellas
explotaban varias minas y dejaban obras inactivas, como es el caso de la mina Matilde, que
forma parte de los hechos ocurridos durante la década del 60. Entre las minas activas, la
más importante era la de Catavi, cuya ley de mineral en 1925 era de 6.65%. Sin embargo,
al igual que en ese yacimiento se experimentó en todas las demás un fuerte decaimiento
en sus leyes de mineral, es decir, en la cantidad de mineral que existe por volumen de
roca extraída. En el caso de Catavi se redujo paulatinamente hasta 1950, cuando la caída
fue significativa. En efecto, mientras que en 1925 la ley de mineral era de 6.65%, en 1952
tan sólo llegó a 1.11 % y en 1964 a 0.54%. Es decir, la ley se redujo en 12.3 veces, lo que
se tradujo en un menor rendimiento y a un mayor costo2. Pero este fenómeno ocurrió en
todas las minas; por ejemplo, en el caso de Tasna, de una ley de 3.91 % en 1950 bajó a 1.49%
en 1959; en Chorolque, la ley del mineral se redujo de 3.28 a 1.03% en el mismo período.
Otro fenómeno destacable es el hecho de que los tres grandes propietarios de la minería,
luego de la crisis del 30 ya se habían constituido en consorcios internacionales, con todas las
características de las actuales transnacionales. Fue el anticipo, de parte de un país pobre y
atrasado de lo que recientemente se conoce como el fenómeno de la transnacionalización.
Así, cuando afectamos los intereses de los grandes propietarios de la minería conocidos
como los Barones del Estaño, ellos ya habían diversificado sus inversiones a tal grado
que dependíamos de ellos en su comercialización y en el mercado. Como se ha podido
observar, la minería boliviana, que en su gran parte se estatizó en 1952, es vulnerable a los
fenómenos internacionales, o, para decirlo más directamente, forma parte de un juego en el
que nosotros estamos más bien de observadores.
Desde que la minería llegó a su auge en las primeras décadas del siglo 20, cuando se
descubrieron las principales minas que obviamente pertenecían a los Barones del Estaño,
no se habían vuelto a desarrollar nuevos yacimientos de importancia, hasta que a fines
2 Para comprender mejor los conceptos que se expusieron en esta parte, conviene definir claramente algunos
de ellos, a fin de que el lector tenga una mejor noción de lo que se quiere expresar en los anteriores acápites.
La operación fundamental de la minería pasa por un proceso que se inicia en la exploración, el desarrollo, la
preparación y explotación, la extracción, el acarreo y la concentración o beneficio. La exploración busca encontrar
nuevas reservas o ampliar las conocidas (cateo, prospección geológica). El desarrollo comprueba lo que la
exploración indicó sumariamente; en este paso se obtiene mayor información sobre las zonas mineralizadas, el
acceso para la explotación y el acarreo de mineral explotado. La preparación consiste en las labores preliminares y
complementarias para la explotación. La explotación es el arranque de las minas (mineral o conjunto de minerales
explotables económicamente) de la roca y su acarreo para iniciar la etapa de concentración. En la concentración
se liberan minerales valiosos de la ganga (minerales no valiosos que acompañan a la mina) mediante el chanqueado
o molienda, y luego se pasan a la flotación (el estaño no se puede flotar económicamente aún), de donde sale el
concentrado y el relave o cola (este punto se tratará cuando se analice el período Ovando Torres). Alimentación
o mineral de cabeza es el procedimiento mediante el cual el mineral entra a la planta de concentración (no es
necesariamente el total de la roca arrancada) para llegar finalmente a la etapa de recuperación que es cuando se
obtiene el contenido de metal valioso que se mide en porcentaje o en proporción al que había en la alimentación.
37
Flavio Machicado Saravia
de ese siglo y principios de siglo XXI, con la presencia de una tecnología moderna (cielo
abierto) se desarrolló, con capitales privados extranjeros, la mina de San Cristóbal, situada
en la provincia de Nor Lípez del Departamento de Potosí, para producir el 90% de la
producción nacional de zinc, plata y plomo, repercutiendo en 2008 en un 2,4% del PIB, o
sea el 36 % del total del crecimiento de ese año.
Las características del campo boliviano son más complejas. Se trata, por una parte, del gran
conglomerado humano que tiene el país, con idiomas, mitos o creencias, organización social
y costumbres propias que conviven con las del grupo social dominante. Es un estrato de la
población que tiene la habilidad de conservar lo suyo y de asimilar lo que viene de afuera.
Esta conservación de su tradición no es solamente una barrera cultural y social que los
separa de lo occidental, es una identidad propia.
Con respecto al sistema de explotación del latifundio ya se dijo algo; pero conviene reiterarlo.
Su expresión histórica se ubica en el siglo pasado y en los inicios del siglo actual, es pre
capitalista en su modo de producción. No tenía asalariados, sino una especie de “esclavos”
que realizaban las tareas de labranza. Por compensación, habitaban en un pedazo de tierra, y
contaban con una fracción adicional que les permitía obtener su propio sustento. Su trabajo
era obligatorio, tanto en las labores agrícolas, como en las de servidumbre doméstica. En
el caso de la mediería, el campesino ponía todo o casi todo, y se distribuía el producto con
el dueño de la tierra en partes iguales. No era una agricultura destinada al comercio para
las todavía reducidas urbes o ciudades, aun cuando sus excedentes se vendían en dichos
lugares. La comercialización era primitiva, generaba actitudes y formas que son difíciles de
cambiar.
Para completar el cuadro analítico de referencia, es decir, el contexto dentro del cual se
desarrolla la política económica, 1952‑89, es necesario referirse al aspecto petrolero del
país. Es evidente que hasta 1952 la producción del petróleo era muy reducida. Entre 1942 y
1951 los campos en Camiri, Sanandita y Bermejo habían producido 140.700 m3 de petróleo
crudo (12.700 m3 promedio anual). Fue un período en el que el impulso se concentró más en
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
la exploración para, como se verá luego, dar un salto enorme a la producción. Obviamente,
no se está hablando de la producción actual de gas, cuya dimensión y repercusiones se
desarrollan más adelante.
Con base en este contexto se analizará la política económica del período 1952‑56 durante
el cual se realizaron los procesos de transformación ya mencionados y una política de ajuste
que no tuvo los resultados previstos. En términos generales el cambio estructural de 1952
tiene algunas características de fondo que es necesario explicar con algún cuidado. Como
primera afirmación las reformas estructurales fueron, más que una convicción política del
cambio, meras expresiones políticas que respondieron a las circunstancias revolucionarias
precedentes. La expropiación o nacionalización de la gran minería que perteneció a los
Barones del Estaño, como indican los considerandos del Decreto suscrito el 31 de octubre
de 1952, no corresponde a una doctrina de estatización de los medios de producción,
obedece al hecho de que estas empresas constituían un Superestado.
La Reforma Agraria, que fue largamente promovida por el MNR, en la realidad se dio de
facto, puesto que el campesino tomó primero posesión de la tierra donde vivía y luego se
repartió el resto; empezó con aquellas tierras que estaban activas para la producción y siguió
después con las que se encontraban en descanso. La fragmentación de la tierra se realizó en
función de la tecnología existente, de donde la continuidad territorial de las parcelas que
ocuparon era prácticamente imposible. La ley no hizo otra cosa que reconocer el derecho
a la posesión de la tierra, bajo el principio de que “Ia tierra es de quien la trabaja”, estableció
criterios de distribución o afectación de la tierra por unidades de tamaño, según sea la zona
afectada. Sin embargo, estas unidades resultaron ser simplemente teóricas, ya que si bien
fue posible dotar de tierra a cada campesino, su propiedad estaba fragmentada al no tener
continuidad territorial. Las anteriores medidas, además de las que concernían al derecho al
trabajo, la seguridad social y otras de similar carácter, presuponían la existencia de nuevas
formas de producción capitalista, para lo cual se requería el ordenamiento social provocado
con la Reforma Agraria.
Si se observa al fenómeno descrito como una acción promovida por la inercia de las
fuerzas sociales que emergieron con la Revolución, será necesario especular respecto a
la articulación que tenían, en términos de un proyecto global de política económica. En
otras palabras: frente a una actitud promovida por la euforia populista del 52 ¿cuál es la
actitud articuladora a nivel de la conducción política de este fenómeno? Por los hechos
que se observan en el manejo de la economía podría ser pertinente afirmar y demostrar
lo siguiente:
39
Flavio Machicado Saravia
Pese a que en los inicios de la Revolución de Abril la clase trabajadora estaba dispuesta a dar
parte de su salario para una fundición de estaño, tampoco se llegó a concretar este objetivo,
pues era una opinión generalizada en las esferas del Gobierno que en zonas tan altas por
encima del nivel del mar era imposible realizar este proceso. Por esta razón, Bolivia no pudo
lograr en aquel entonces su anhelado sueño de fundir su propio estaño. Este argumento
fue desmentido después por los hechos en los años 60, con la instalación de los hornos
de fundición de Vinto. Es verdad que en esa época ya existía “permisibilidad externa” o la
aquiescencia de los centros económicos para que un país atrasado pueda tener acceso a
una tecnología más avanzada que le permita ingresar a un estadio económico más complejo.
Pero para entonces esta tecnología había llegado a otros niveles de transformación, y dejaba,
por ello, de ser una economía de punta, como fue en el pasado la fundición de minerales.
La Unión Soviética del 50 ofreció públicamente ayudar a Bolivia a lograr ese objetivo;
pero cuando los técnicos soviéticos visitaron las minas no quisieron arriesgar su prestigio
40
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
La política que se siguió en la COMIBOL que, como se afirmó, sólo persiguió la extracción
de los excedentes que generaba, es en realidad el punto focal que explica la verdadera
intencionalidad de la política económica de este período. Ya se dijo que COMIBOL tuvo
que trabajar con leyes de mineral que se redujeron paulatinamente. Entre 1952 y 1956
decayeron en el caso de Catavi de 1.11 % al 0.90% (en la década anterior las leyes se
encontraban en 3.07% en 1940, en 2.46% en 1945 y en 1.28% en 1950). Pero este carácter
estructural de la minería, que debió haber sido corregido con una mayor inversión de
riesgo y con una renovación de equipos ‑muchos de los cuales siguieron funcionando- no
formaba parte de la estrategia económica de los Barones del Estaño, que prefirieron seguir
por el camino de las recuperaciones de corto plazo. Lo penoso es que en la nueva etapa
tampoco se hizo nada, ya que la minería de COMIBOL tuvo que financiar otro objetivo de
política económica, por lo que se le extrajo todo el excedente posible, al margen del pago
de la indemnización que se canceló a los trabajadores y a las tres ex empresas mineras. En
efecto, fuera de la indemnización, el excedente que produjo COMIBOL se diluyó por la vía
de los gastos corrientes de las retenciones que hacía el Banco Central y por las diferencias
cambiarias.
El acuerdo sobre la indemnización con las ex empresas se basó en una retención variable
que los mismos dueños realizaban a su favor en el momento de la compra de nuestros
minerales. La proporción de esta retención variaba según la cotización internacional del
estaño. De hecho, era el propio Patiño quien se indemnizaba, ya que el convenio estipuló
que la retención debía ser efectuada directamente por las fundiciones extranjeras (Patiño
tenía una participación importante en casi todas las fundiciones del mundo), tal es así
que las fundiciones no compraron estaño hasta que se estipuló la forma de pago por la
expropiación de las minas. De todas maneras nunca se llegó a un finiquito, lo que dejó la
sensación de que en realidad se pagó de más.
Las cuotas de retención suscritas entre COMIBOL y la Patiño Mines el 10 de julio de 1953,
la Compagnie Aramayo de Minas en Bolivia el 25 de julio de 1953 y Mauricio Hochschild
SAMI el 27 de julio de 1953 respectivamente, establecían que la fundidora Williams Harvey
de Liverpool, Inglaterra, retendría a su favor un 5% del valor bruto de la exportación,
cuando la cotización del estaño estuviera entre $us. 1.21 y 1.06 la libra fina. La retención se
reducía a 2.5% si la cotización era menor a $us. 1.06, hasta $us. 0.90 la libra fina. Podía llegar
incluso a 1% si la fluctuación llegaba a 0.90 o 0.80 por libra fina. Finalmente, no se retendría
nada si la cotización era menor a $us. 0.80 por libra fina.
Al inicio, en 1953, la COMIBOL pagó $us. 960.000 a las empresas afectadas; este monto les
fue otorgado por el Banco Central en calidad de préstamo, y provenía en realidad de divisas
compradas en el mercado libre con emisión inorgánica de dinero. Por otra parte, la cotiza‑
ción del estaño desde 1953 hasta que Bolivia dejó de pagar la indemnización, nunca llegó a
41
Flavio Machicado Saravia
ser menor de $us. 0.92 por libra fina. Entre 1953 y 1956 el promedio de la cotización del
estaño fue de $us 0.96 por libra fina, y entre 1957 y 1964 llegó a $us. 1.23, lo que significa
que en los primeros años de la Revolución las ex‑empresas pudieron retener el 2.5% del
valor de la producción y luego el 5% hasta 1964. El balance indica que entre 1953 y 1956
las ex-empresas recibieron mucho más, dado que en ese período cobraron $us. 25.526.400
equivalentes al 16% del valor total de 159.3 millones de dólares en divisas entregados por
COMIBOL al Banco Central. Es verdad que esta proporción no refleja exactamente la situa‑
ción, porque presenta la entrega de divisas una vez descontados los costos de operación y
realización en el extranjero, además de las retenciones por indemnización. Sin embargo, da
una idea de la magnitud que representó este pago en el total de los ingresos de COMIBOL.
También debe considerarse un efecto interno en cuanto al manejo de los ingresos de esta
empresa como producto de la política global del gobierno revolucionario. Si tomamos en
cuenta que COMIBOL entregó al Banco Central 159.3 millones de dólares y éste, a su vez,
le retornó 65.8 millones, se puede afirmar que esta institución otorgó al país 93.5 millones
de dólares para otros usos, es decir, un tercio del total de las divisas disponibles en el Banco
Central en aquel período. Pero el problema se complica cuando, además, COMIBOL recibe
por sus divisas un tipo de cambio oficial fijo mucho más bajo que el que se cotizaba en el
mercado paralelo. El efecto neto de esta política indudablemente descapitalizó a la empresa
y dio lugar a un agudo proceso inflacionario que sólo apuntó como su causa a la crítica
situación financiera de COMIBOL. Mientras el tipo de cambio oficial era de Bs. 190 por
dólar en 1953, en el mercado paralelo llegó a Bs. 477 y a Bs. 975 en 1954, a Bs. 1.564 en
1955 y a Bs. 8.670 en 1956, El tipo de cambio oficial se mantuvo hasta 1956. El costo - labor
en el mismo período analizado se incrementó nueve veces, de 9.944 millones de bolivianos
a 92.385 millones. En el caso de que éste se hubiera mantenido constante de tomarse
en cuenta el tipo de cambio de paridad entre 1953 y 1956, el costo labor sólo hubiera
fluctuado entre 20.7 millones y 21.5 millones de dólares.
De este modo aunque la COMIBOL entregó entre 1953 y 1956 un total de 159.3 millones de
dólares una vez pagados sus costos en dólares y retenida la proporción de la indemnización
a los ex propietarios debido a que le liquidaban sus divisas al cambio oficial terminó con un
déficit equivalente a 47.5 millones de dólares. La situación hubiera resultado muy distinta si
estas divisas se le hubieran pagado al tipo de cambio de paridad. En ese caso, la COMIBOL
hubiera tenido una disponibilidad equivalente en dólares de 89 millones, con los cuales
hubiera sido posible recapitalizar a la empresa así como expandir sus operaciones.
En suma, pese a que la COMIBOL entregó divisas al Estado, la empresa minera estatal se
encontró con un déficit que debió ser cubierto por el Banco Central en moneda nacional.
Cabe añadir que este banco a su vez utilizó financiamiento inorgánico, lo que condujo a una
situación financiera interna intolerable. Este movimiento tuvo un efecto inflacionario, ya
que en 1953 la entrega que el Banco Central le hizo a COMIBOL en calidad de préstamo,
representó un 33% del total de circulante que existía en 1951, y en 1953 representó el
106% de lo que había sido el año anterior. Por esta razón se criticó a la nacionalización de
las minas con una simple frase que perturbó y ocultó más la verdad. Se acuñó la idea de que
mientras en el pasado Bolivia vivió de las minas de los ex Barones del Estaño, en el presente
la situación era inversa.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En el período analizado las principales fuentes de ingresos en divisas del país eran la
exportación de estaño, con 63%; la exportación de otros minerales, con 33% y un
misceláneo entre varios bienes y servicios que ocupaban el 4%. Por el lado de los egresos
la COMIBOL recibió el 21 % del total; el Banco Minero, el 8%; otras reparticiones del
Gobierno, 27% (básicamente para inversiones en petróleo y caminos); el saldo, un 44%, fue
a manos privadas. Si concluimos que la COMIBOL aportó con un 60% del total de ingreso
de divisas y recibió un 2l%; esta empresa, en rigor, debe ser entendida como una operadora
neta de excedentes económicos que fueron a parar a otras instituciones del Estado y al
sector privado.
3 Como lo confirma Jorge Lazarte en Movimiento obrero y procesos políticos en Bolivia (Historia de la COB 1952‑1987)
(ILDFS, La Paz, 1989) la COB, creada el 16 de abril de 1952, ratificó en su segundo documento su línea de lucha
por la nacionalización de las minas de ferrocarriles y la revolución agraria; la diversificación industrial y la creación
de nuevas fuentes de riqueza, como base fundamental de nuestra soberanía económica así como del mejoramiento
sociocultural y material de la clase asalariada. Promueve también la defensa de las conquistas sociales de nuevos
beneficios para el proletariado.
43
Flavio Machicado Saravia
resto de las empresas del Estado mostraron un cambio de actitud. Se produjo entonces
una separación entre el partido gobernante y la clase trabajadora. Esta situación llevó a los
trabajadores al punto de querer constituirse en los guardianes de la Revolución; pero sin
ser protagonistas. La tesis ideológica de la COB era muy agresiva y extrema; pero su actitud
más bien se encuadraba dentro de las reglas del juego, y reclamaba para sí, en lo esencial,
justicia salarial.
No hay duda de que sus planteamientos fueron muy radicales, y, de hecho, los trabajadores
conformaron su milicia armada que propugnaba una profundización del proceso que
hasta ese momento no estaba del todo clara. En efecto, durante el Primer Congreso de
Trabajadores de Bolivia (31 de octubre al 17 de noviembre de 1954) la COB planteó
como sus preocupaciones dominantes las siguientes: oponerse a la idea de reorganizar el
Ejército que estaba siendo considerada por algunos sectores del Gobierno. Los dirigentes
sostenían que la mejor garantía de nuestra revolución y de su ejecución integral es un fusil
sobre el hombro de nuestros obreros, de nuestros campesinos, de nuestros empleados”4.
La segunda preocupación estuvo centrada en la negativa del pago de la indemnización a los
ex - empresarios de las minas. Esta propuesta se transformó luego en la del control obrero
de las minas. La revolución agraria, que también forma parte de esta preocupación, se
concretó en la promulgación de la ley de Reforma Agraria en agosto de 1953. Una tercera
preocupación, ligada a la nacionalización de los ferrocarriles se debilitó rápidamente. La
idea del cogobierno fue una propuesta muy definida. Por último, estaban las medidas de
tipo salarial, derivadas de la situación de crisis económica que vivía el país, a la cual nos
referiremos más adelante.
Es evidente que uno es el discurso político y sindical y otra la realidad económica por la
que se atraviesa en un momento determinado. El gobierno de la Revolución del 52 tuvo
que enfrentar problemas desde el principio, relacionados especialmente con el comercio
exterior y el tipo de cambio. Había en ese momento ocho tipos de cambio para distintos
fines, hasta que finalmente el Gobierno adoptó un solo tipo de cambio oficial, que no fue
modificado hasta 1956. El 14 de mayo de 1953 se decretó un cambio único para el dólar
de Bs. 190. Allí se sentaron las bases para la diversificación económica y una política de
4 La Nación, 8 enero 1953. citado por LAZARTE, Jorge, op. Cit., p. 15.
5 Idem.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
austeridad para salir del caos monetario. Se implementó también una política de distribución
de cupos a través de un mecanismo oficial, partidario y sindical para el abastecimiento de
bienes esenciales de consumo y materias primas. Sin embargo, esta política se tradujo en
malos manejos, en corrupción y enriquecimiento, lo cual debilitó naturalmente las bases de
sustentación del Gobierno.
Pese a que no se controló la inflación, hay algunos hechos destacables que luego tienen
su impacto en el siguiente período. En 1954 el país se autoabastece de combustibles a
través de YPFB. Se inicia la construcción, por iniciativa del Estado, del ingenio azucarero de
Guabirá, como parte de la diversificación industrial. El gobierno estadounidense otorga un
crédito oficial por 12 millones de dólares para carreteras e irrigación. Por su parte, el Banco
de Exportaciones e Importaciones de Estados Unidos (Ex Im - Bank) le otorga al Gobierno
un préstamo a largo plazo, para la construcción de la carretera Cochabamba ‑ Santa Cruz
y el ferrocarril a Puerto Santos (conexión con el Brasil). En 1955 se inicia un ambicioso
proyecto de riego en Villamontes y de construcción del camino La Paz ‑ Caranavi, con el
objeto de incrementar la producción de arroz.
Aunque se dieron pasos importantes como los anteriores la realidad política impidió el
logro de los objetivos que se perseguían, salvo el caso de la producción petrolera, en el
que se alcanzó el autoabastecimiento. Las presiones sociales y el descontrol en el manejo
del sector público no permitieron controlar el proceso inflacionario, hasta que en 1957 se
adoptó una rigurosa política de ajuste monetario (Programa de Estabilización), que como se
verá específicamente en la Tercera Parte de este libro, provocó una importante inflexión del
proceso revolucionario y en la reorientación de la economía, para lo cual también estuvo
presente la presión y el apoyo externo, como ocurrió inmediatamente después (Alianza
Para el Progreso). Lo propio aconteció, aunque en sentido inverso, con la política de ajuste
del año 1984, así como también con la política exterior, luego de lo que denominó el
Consenso de Washington, que definió la política de los Estados Unidos de Norteamérica en
materia económica y financiera. De esta manera, a partir de los años 50, la “presión social”
y la “dependencia externa” constituyen dos categorías que estarán y están claramente
presentes en nuestra Historia Económica.
La tan ansiada burguesía industrial tampoco se desarrolló, puesto que las condiciones
económicas reales favorecían más a la especulación y al comercio que a la producción. De
este modo se creó y fortaleció la “cédula de comerciantes del MNR” y no la de productores
tal como se hubiera querido. Para este propósito se otorgaron incluso créditos de favor y
se sacrificaron reservas al extremo de vender algunas en moneda y en metal del oro que
tenía en su poder el Banco Central.
Si se analiza el flujo de ingresos y egresos de las divisas de este banco es fácil advertir una
diferencia de 14.5 millones de dólares, que sólo pudo ser cubierta con pérdidas en las
reservas disponibles; entre 1953 y 1956 el ingreso total llegó a 296.7 millones de dólares
y el egreso total a 311.3 millones. La ausencia de una actitud agresiva por parte de los
agentes económicos hizo que la participación del sector público se ensanchara en el campo
de la producción; este proceso se había iniciado en la década del 40, cuando se creó la
Corporación Boliviana de Fomento.
45
Flavio Machicado Saravia
Se especuló mucho acerca del carácter que tuvo el desarrollo productivo por parte del
Estado, como si se tratara de una política estatista premeditada, que respondía a una
ideología o una política preconizada por la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL), conocida como la política de sustitución de importaciones. Sin embargo, se trata
de una política de facto, promovida más por los hechos que por una decisión política o
ideológica. En el caso del agro tampoco era posible esperar un mayor desarrollo, ni siquiera
en la pequeña propiedad, dada su fragmentación en parcelas sin continuidad territorial. Este
proceso se agudizó posteriormente en la medida en que la población aumentó. Desde el
punto de vista productivo, a pesar de que existía una creencia generalizada acerca de su
disminución, los productos tradicionales siguieron fluyendo en los mercados con una sola
excepción.
Aunque ese período marca el inicio del ingreso de alimentos donados por Estados Unidos
en proporciones importantes, no significó que entonces faltara producción interna; esta
política de donaciones fue posible sólo por el exceso de producción que tuvo la economía
estadounidense. Más aún, estos excedentes donados, entre ellos el trigo, entablaron una
competencia desleal contra la producción nacional, desalentándola por completo. Hay que
hacer notar que el trigo proveniente de Estados Unidos era de mayor calidad y rendimiento
industrial y más barato. Además, era vendido a las molineras a plazos muy prolongados,
debido a que el Gobierno hacía las liquidaciones con excesiva demora.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
II
CAPITULO
6 En el período 1952‑56 Bolivia recibió créditos por 36.9 millones de dólares, 56.1 millones en donaciones y 43.1
millones en inversión directa.
47
Flavio Machicado Saravia
minas nacionalizadas, la COMIBOL hubiera podido cerrar sus cuentas sin pérdida, si se le
hubiese pagado por los dólares que producía el precio de mercado libre. De ahí que no
debía culparse a esta empresa por la inflación, sino a la política que se siguió con las minas
nacionalizadas.
Sin embargo, pese a que se planteó con la estabilización un tipo de cambio único, y el
cambio oficial fue el de paridad, la COMIBOL no logró rehabilitarse, ya que continuó la
política de extracción de su excedente económico en favor del resto de la economía. Es así
que durante el período 1957‑1959 en el que la política de estabilización es más severa en su
ajuste, la COMIBOL entregó al Banco Central 58.6 millones de dólares, y recibió a cambio
3.1 millones. A esto se añade que las leyes del mineral siguieron bajando a límites críticos,
como en la mina Catavi, que entre 1957 y 1964 presenta un descenso de 0.96% a 0.54%. Por
otra parte, aunque en este período el promedio del precio del estaño mejoró ligeramente
(entre 1952 y 1956 llegó a $us. 1.008 la libra fina; en cambio, entre 1957 y 1964 el promedio
fue de $us. 1.12 la libra fina), dada la baja en la ley del mineral y la productividad media de
los trabajadores mineros, la producción declinó de 23.000 T.M.F. en 1956 a 18.000 T.M.F. en
1964, reduciendo significativamente su aporte a la economía.
La injerencia externa en los asuntos bolivianos se manifestó en esta época de dos maneras:
a través del aporte externo, especialmente de donaciones, y por medio de los propios
mecanismos institucionales del Estado boliviano. En lo que respecta al primer punto, si bien
entre 1957 y 1964 los créditos continuaron reducidos (28 millones de dólares solamente),
las donaciones provenientes especialmente de Estados Unidos llegaron a 178.9 millones de
dólares. Este punto representó 7.4 veces el total de divisas que ingresaron al Banco Central
por concepto de las exportaciones de estaño en 1957. Si se lo quiere ver de otra manera:
significó en promedio, un ingreso parecido a la exportación de estaño. De igual modo la
inversión externa directa fue significativa en aquel período debido a la apertura al capital
extranjero, especialmente en materia petrolera. La inversión externa directa llegó a 113
millones de dólares, que equivalían a cuatro veces la exportación de estaño en un año.
48
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
La política de estabilización tuvo buenos resultados, puesto que en ese período la inflación
promedio fue de un 8.36% al año. Recuérdese que la inflación promedio del período anterior
fue de 147.5% anual. Las restricciones que motivaron las medidas antinflacionarias, del tipo
de ajustes que en estos casos recomienda el FMI, evidentemente provocaron reacciones
sociales y políticas importantes. A fin de evitar la escasez y la especulación de artículos
de consumo básico y popular, se levantaron los subsidios estatales que los abarataban.
Subieron las tarifas tanto de los servicios públicos como privados y se congelaron los
sueldos y salarios por un año, después de reconocerse una pequeña compensación por el
impacto de las medidas en el costo de la vida. Se eliminó la pulpería barata que beneficiaba
al sector minero y ferroviario.
Desde el punto de vista de la política económica, en este período que se analiza surgen
hechos que trascienden el marco de la Revolución de Abril y, naturalmente, provocan
reacciones políticas que dividen al partido gobernante. La culminación de este proceso
verifica el inicio del ciclo militar, con el golpe del Vicepresidente de aquel entonces, el
General René Barrientos Ortuño (1964). La política de ajuste o de estabilización monetaria
de 1957, que tuvo su etapa traumática hasta 1959, se daba en un contexto en el que la
Revolución de Abril de 1952 ya había sido neutralizada desde el exterior.
49
Flavio Machicado Saravia
que era imposible llevar a la práctica la metalurgia del estaño en el país por problemas de
altura. Estaba implícito en este esquema el carácter de dependencia hacia el exterior de
toda la economía boliviana.
Como un hecho paralelo externo, en los inicios de la década del 60 surgió el Programa de
la Alianza para el Progreso, promovido directamente por el gobierno estadounidense. Era
evidente que se trataba de una respuesta a la revolución cubana y una toma de conciencia
respecto a los problemas estructurales de América Latina, especialmente en el agro. Este
problema se traducía en cierto modo en una presión poblacional sobre sus propias fronteras
vía México.
Junto con la Reforma Agraria se puso de moda la Planificación del Desarrollo. De este modo,
curiosamente en todos los países, automáticamente se puso en tela de juicio la injusta
distribución de la propiedad de la tierra, y se crearon oficinas nacionales de planificación de
distinto rango, gusto y poder político. En Bolivia tanto estas nuevas condiciones externas
como las que se tradujeron durante los inicios del programa de estabilización, dieron lugar
a varios hechos que merecen ser resaltados. Al margen de los problemas de tipo social
y político que ya fueron analizados, la estabilización monetaria que se aplicó de común
acuerdo con el FMI acompañó el tratamiento de algunos aspectos que habían sido relegados
hasta ese entonces.
En primer lugar, se actualizó el pago de la deuda externa, que estaba en mora desde los años
30. Se realizó su liquidación y se emitieron bonos del Estado por toda la deuda acumulada
hasta 1957. Esta deuda representada en bonos alrededor de 50 millones de dólares, los
cuales redituaba en favor de sus tenedores algo así como 2 millones de dólares al año.
Si consideramos que desde entonces, hasta los años 90 en los que fácilmente habrán
transcurrido más de 40 años, debemos entender que Bolivia ya pagó más del valor nominal
de dichos bonos. Como no tenemos práctica en este tipo de transacciones en la Bolsa,
estos bonos estuvieron en un momento dado por debajo del valor nominal, como ocurrió
durante el gobierno de Torres, cuando su valor se redujo a los 12 millones de dólares.
Seguramente por su carácter popular, los inversionistas se asustaron y quisieron librarse
de estos bonos. Sin embargo, cuando se quiso comprarlos en el mercado, de alguna manera
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En segundo lugar, por primera vez surgió la necesidad de manejar el presupuesto público
con un criterio programático y de política fiscal. Se trataba de un presupuesto que tenía
la finalidad de racionalizar el gasto y el ingreso público en función de una política de
desarrollo. En tercer lugar, la estabilización fue en sí misma uno de los primeros ejercicios
que el FMI ponía en práctica, por lo que, al margen de su aporte de 25 millones de dólares
para apoyar a la balanza de pagos de Bolivia, influyó para que el Gobierno fuera flexible al
capital externo. El propósito era claro: el FMI tenía que agotar todos sus recursos para que
el programa estabilizador no fracase.
La austeridad en el gasto público fue ejemplar, y pese a que el costo social fue elevado
y se puso en riesgo la estabilidad del Gobierno las transformaciones de abril de 1952
no se modificaron, debido a que estaban latentes y ya habían echado raíces profundas
en el pueblo. Lamentablemente, pese a las penurias que trae consigo una estabilización,
la corrupción pública que vino aparejada junto con el proceso político del MNR siguió
desarrollándose hasta adquirir un carácter institucionalizado. Este fenómeno al presente
resulta más difícil de superar, ya que la conciencia social, fuertemente impactada en el
pasado por la Revolución, es ahora más débil y cada vez más indiferente a la censura social.
La COMIBOL recibió apoyo externo con el denominado Plan Triangular, con la intervención
del BID, del gobierno de Estados Unidos y del gobierno de Alemania. En el fondo no se resolvió
el problema, ya que los recursos estuvieron orientados más a la reducción del personal
supernumerario, en especial en el exterior de las minas; a la preparación de proyectos y
asistencia técnica; y, en menor medida, a su capitalización así como a la exploración y el
desarrollo de nuevos yacimientos mineros. Esta situación llegó al extremo de que no se
consideró la explotación de la mina Matilde, un yacimiento importante de zinc, en la que
se habían invertido cuantiosos recursos para su explotación (alrededor de 4 millones de
dólares). Pese a los reclamos que hicieron los trabajadores para su reincorporación, las
autoridades de COMIBOL y los encargados externos de la rehabilitación no la tomaron en
cuenta. Con el Plan Triangular la COMIBOL pasó a depender de la burocracia internacional,
ya que se convino que la empresa minera, para poder considerar algún proyecto, cualesquiera
que fuera su índole (producción, desarrollo, exploración, etc.) debía contar con su visto
bueno. Del control obrero del pasado se pasó al control de la burocracia internacional, sin
lograrse, en ambos casos, ningún resultado positivo.
51
Flavio Machicado Saravia
ler, lo que ciertamente era lesivo para los intereses del país. Al respecto, un alto funcionario
de aquella época que correspondía al gobierno militar señaló: “Creo que es necesario dar
opciones al capital privado, a fin de que sirva de medio de cooperación en la capitalización
del país durante este período”. Al mismo tiempo se suscribió un contrato con la Internatio‑
nal Metal Processing Co. mediante el cual se comprometió la cuarta parte de las reservas
de colas y desmontes de estaño8. Lo curioso en este caso es que en realidad se trataba de
los intereses de un señor de origen tejano, que era muy amigo del que fue Secretario del
Tesoro de Estados Unidos en 1971. Como existía la idea de que no era posible obtener
económicamente estaño a través de la flotación, este empresario, con el argumento de que
sí era posible hacerlo, patentó el uso de un reactivo para ser utilizado en la altura, con lo
que garantizó su monopolio. Esta era su contribución tecnológica, que tenía una inversión
que no llegó a 2 millones de dólares. Sobre las colas y desmontes, el 19 de diciembre de
1965 la William Harvey (léase: Patiño) y la C Zennant Sons propusieron su explotación con
las mismas condiciones que fueron aprobadas para la mina Matilde.
En el agro hubo modificaciones importantes dada la conexión a las tierras del Oriente
con la apertura de la carretera Santa Cruz ‑ Cochabamba y la carretera La Paz‑Caranavi
‑Alto Beni. La primera carretera permitió el acceso a los mercados urbanos de La Paz y
Cochabamba, con lo que se incentivó la producción de azúcar, arroz y otros productos
tropicales, y dio paso a la sustitución de importaciones y a la diversificación nacional. En
el área tradicional la fragmentación de la tierra era ya una preocupación central. Por este
motivo se inició un ambicioso Programa de colonización interna. Para este propósito se
había diseñado el camino La Paz ‑ Caranavi así como otros en el Oriente y Cochabamba,
lo que posteriormente dio lugar a la ruta hacia el Chapare, que es donde se desarrolla
actualmente la producción de la hoja de coca. El programa de colonización se planteó como
una solución a la pequeña y fragmentada tierra agrícola de las zonas tradicionales de cultivo,
donde, además, la relación hombre-tierra ya había llegado a un punto crítico, dadas las
condiciones, prevalecientes, como el limitado conocimiento tecnológico y la falta de riego.
8 Se estima que podía extraerse 38.034 T.M.F., es decir, 83.849.756 libras finas de estaño que en ese entonces valían
1.7 dólares por libra, vale decir. 142.5 millones de dólares. El costo se estimó en 45.2 millones de dólares, lo que
reportaba una utilidad bruta de 97.2 millones de dólares. La COMIBOL recibiría por este contrato una proporción
que significaba 855 mil dólares al año. Como la concesión era por diez años, el ingreso que se hubiera percibido
sería de 8.5 millones en total.
52
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En materia de colonización dirigida se contaba con las experiencias de las colonias San Juan
y Okinawa, basadas en la inmigración japonesa. La primera estaba constituida por personas
de origen japonés, que se integraron a la comunidad boliviana e introdujeron tecnología y
progreso. La segunda, si bien dependía en cierto modo de la tuición del gobierno japonés
estaba más bien bajo la responsabilidad del Ejército de Estados Unidos (el Pentágono). Esta
última colonización quedó incompleta y no se integró como era deseable. Al contrario, los
inmigrantes se dedicaron más al comercio en la ciudad de Santa Cruz mientras sus tierras
eran trabajadas por los campesinos del lugar. El programa de colonización pretendía que una
vez trasladados los campesinos a los llanos orientales, se daría lugar a una reestructuración de
las tierras tradicionales; mas el campesino colonizado no abandonó sus tierras tradicionales
y mantuvo celosamente su título. Por otra parte, había cierta complementariedad entre
los ciclos agrícolas de las tierras tradicionales y las de los llanos orientales, por lo que el
campesino no se arraigó de un modo permanente en las zonas de colonización, al menos
en las primeras etapas. Además, al margen de que el campesino haya sentido el rigor del
cambio, sea porque se enfermó de tuberculosis o porque el clima le era inhóspito, los
cultivos que tenía que desarrollar le resultaban ajenos a su tecnología y costumbres.
La colonización espontánea fue más activa que la dirigida debido a la expulsión que daba
lugar al agotamiento de las tierras tradicionales de cultivo que no podían admitir más
población y a la atracción de los centros poblados, especialmente de Santa Cruz, que veían
en esas tierras la posibilidad de obtener ingresos eventuales durante la época de cosecha.Al
final, los centros de colonización dirigida más parecían lugares de confinamiento agrícola que
huertos para producir el cambio y el bienestar. En aquellos lugares donde se tuvo relativo
éxito, como es el caso de Caranavi y Alto Beni, el elevado costo financiero y de capital no
permitió una solución en escala. La política oficial no logró los resultados esperados y aun
cuando posteriormente se insistió en la materia, la colonización languideció, se extinguió
como programa y, en ese entonces, quedó en el olvido.
53
Flavio Machicado Saravia
En este período la planificación del desarrollo tuvo avances importantes, por la presencia de
organismos internacionales y por el apoyo externo. Naturalmente las experiencias de los
primeros años de la Revolución sirvieron de base en la nueva etapa de la planificación. Entre
1952 y 1956 se realizaron serios esfuerzos de cuantificación, En cuanto a sus proyecciones,
estuvieron muy influenciadas por el famoso Plan Bohan de la década del 40, que ya en ese
entonces propiciaba la diversificación económica. El Plan Decenal de 1961, que recoge
también las experiencias pasadas, termina por dotar al país de una base cuantitativa más
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
global y sectorial. Se destaca su planteamiento central, que propugnaba un uso intensivo del
ahorro externo que debía ser el motor dinamizador de la economía. Pero no se trataba de
un ahorro externo que podía destinarse a cualquier objetivo.
Para ello se proyectaron metas de crecimiento, las que una vez alcanzadas, tenían que
producir el ansiado desarrollo económico y social. En realidad, el ahorro externo llegó al
país y en mayor magnitud que lo previsto en el Plan. Más no fue hacia donde éste quería,
sino hacia donde el financiador pensó que era conveniente.
Hubo crecimiento, quizás el mayor que se tenga registrado. Entre 1960 y 1970 la producción
(producto interno bruto, PIB) creció en promedio un 5.5% anual y la inflación fluctuó entre
3.8% y 4.2% al año. Lo que no hubo fue desarrollo, ya que las condiciones de bienestar para
el grueso de la población no se modificaron sustancialmente. La planificación del desarrollo
se destaca en el caso boliviano por algunos aspectos que luego sirvieron de experiencia, al
menos durante el gobierno del General Alfredo Ovando, en el que se elaboró una estrategia
socioeconómica de desarrollo nacional de largo plazo.
El primer conflicto con el que tropezó la planificación estaba, sin embargo, en la propia
estructura del Estado. No sólo habían aflorado en ese período las disputas internas dentro
del MNR, algunas de carácter ideológico, otras de liderazgo (Paz Estenssorismo, Silismo,
Lechinismo y Guevarismo), por mencionar a los cuatro caudillos más importantes de esa
época, que indudablemente tuvieron su resonancia y repercusiones en la vida política del
país. Junto a esa disputa estaban las que ofrecían las propias instituciones del Estado, en
particular las dos empresas productivas más importantes: COMIBOL, YPFB y las diversas
empresas que creo la Corporación Boliviana de Fomento (CBF).
Dichas empresas adoptaron un celo institucional que llegó al extremo de impedir el ingreso
a sus oficinas a los funcionarios del Gobierno que estaban encargados de la planificación.
Mucho peor aún, no entregaban ninguna información sobre sus respectivos sectores, lo
que entorpecía su tarea, ya que había un total desconocimiento de lo que ocurría y lo
que se proyectaba en tres de los sectores vitales de la economía boliviana. Esta actitud de
soberbia institucional mostraba la existencia de super Estados dentro del propio Estado,
es decir, del pasado histórico que la Revolución de Abril de 1952 se propuso eliminar. El
enfrentamiento institucional en las empresas del Estado pronto fue imitado por el resto
del aparato gubernamental, en particular por los mecanismos ligados al sector financiero,
como el Banco Central.
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Flavio Machicado Saravia
prioridades de inversión y uso de los recursos económicos tanto internos como externos.
Con esta dualidad no sólo se reflejó, en su momento, un real y efectivo choque de poderes
dentro del equipo económico del Gobierno, sino que también relegó a un segundo plano a
ministerios y entidades como la Secretaría de Planificación poniéndolos por debajo de una
agencia extranjera como la AID, que coadministraba junto con el Ministerio de Economía
los recursos de inversión de que disponía el Estado.
De esta manera el Plan Decenal sirvió sólo como un texto de referencia o un adorno
en los escaparates de quien lo tenía: su utilidad se resumió a una carta de presentación
cuando el Gobierno asistía a eventos internacionales, como fue el caso de la reunión de
Punta del Este en Uruguay, donde nació el programa de cooperación al desarrollo de parte
de los Estados Unidos de Norteamérica, denominado la “Alianza para el Progreso”. No se
trataba de un simple programa que estaba sustituyendo al denominado “Punto Cuarto”,
también estadounidense, nacido en la post guerra (Segunda Guerra Mundial) con el objeto
de apoyar especialmente a las economías del tercer mundo para encaminar al mundo hacia
su reconstrucción y desarrollo. Este programa estaba surgiendo como una respuesta a la
Revolución Cubana, que en el marco de la guerra fría ya se había inclinado hacia la Unión
Soviética, con todo el atractivo que representaban sus líderes y posición liberalizadora, a
pocas millas de distancia de las costas del Estado de Florida. De este modo se liberalizaba
el financiamiento externo y se propugnaba un programa masivo de asistencia técnica
especialmente hacia Latinoamérica, para lo cual se privilegió a la planificación como un
instrumento idóneo para orientar a la economía y para fijar metas u objetivos.
Así, la planificación boliviana, que se había adelantado a los hechos, cuando llegó el momento
de lucirla, solo se la mostro para pedir plata. En realidad, pese a todos los esfuerzos
realizados, a la formación de cuadros técnicos del más alto nivel, la política y la demagogia
de los gobernantes del continente poco o nada hicieron en base a la planificación de la
economía, otorgándole su propio denominativo que no le hizo el favor a nadie ni mucho
menos a nuestras sociedades. A raíz de la experiencia sufrida, se sostenía peyorativamente
que habían tres tipos de planificación: la imperativa, en los países socialistas; la indicativa,
en los países capitalistas; la decorativa, en el mundo subdesarrollado o, más claramente,
atrasado.
Esta experiencia trajo consigo tres corolarios que luego sirvieron para el futuro. En primer
lugar, quedó claro que no es posible planificar una economía nacional si ésta se fundamenta
en recursos externos, ya que estos recursos tienen su propia lógica y obedecen a intereses
ajenos o distintos del usuario. Así como la moda en el vestuario cambia con la época y el
clima, los intereses de los financiadores externos también cambian en función de los criterios
o circunstancias que transcienden los intereses nacionales. Cuando hay coincidencias, es,
pues, aconsejable meditarlo dos veces. En segundo lugar, si las demás instituciones públicas
no intervienen en el proceso de la planificación, y no hay una participación del sector
privado, en lo que atañe a sus intereses, debe concluirse que la planificación en términos
generales está condenada a ser un ejercicio académico. En tercer lugar, no cabe la menor
duda que la dependencia es un elemento “condicionante” de extrema importancia, en la
orientación del rumbo de la economía, especialmente cuando los países están más atrasados,
particularmente en el terreno institucional y político.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
El sector privado contó dentro del marco de la política de estabilización, con una ley
de incentivo a la inversión muy generosa en sus concesiones. Era el segundo intento de
conformar el desarrollo de la burguesía industrial. Este apareció con especial énfasis en
el Oriente boliviano, pero aún con “gusto a poco”. A la inversa de la sentencia bíblica, “los
últimos serán los primeros”, la ley de inversión dio lugar a que “los primeros fueran los
últimos”. El círculo se cerró muy rápidamente, y la burguesía industrial se conformó con
ser sólo de unos pocos. La democratización del capital no se produjo, y al igual que en
el caso rural, quien requería recursos financieros debía demostrar que tenía bienes en
exceso para darlos en garantía. La ley de inversiones, desde el punto de vista estrictamente
económico, garantizaba el mercado interno protegiéndolo de la competencia externa. A
cambio, el empresario debía garantizar un precio que permitiera un mayor número de
consumidores. Como el mercado era restringido era necesario compensar ese precio,
de manera que tuviera un margen adecuado de ganancia. Con este propósito, la ley les
eximía de impuestos, y permitía una depreciación de sus equipos antes de lo normalmente
necesario (depreciación acelerada). Con ello, la recuperación de la inversión en equipos era
más rápida y permitía, a su vez, una repatriación de capital más pronta, si éste, provenía del
exterior. En otros términos, todas las ventajas que hubieran dado lugar a un mercado más
grande, eran compensadas por el Estado mediante estímulos de tipo fiscal, arancelario y
cambiario.
De nuevo la ley estaba ahí; pero los factores estructurales se hacían cargo de impedir su
cumplimiento o de modificar los resultados previstos a nivel de la intención que la impulsó
para promulgarla, En este caso, al margen del reducido grupo social que la tomó para sí
y la encerró en su círculo, se requería una mayor infraestructura vial, que comunicara al
país interna y externamente, en condiciones económicas favorables, puesto que además
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Flavio Machicado Saravia
58
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
III
CAPITULO
El Gobierno de Barrientos fue singular en el sentido de que ejerció el poder en todos los
puntos del país. Pocos líderes de esa investidura llegaron a tantos lugares como lo hizo
él. Patentó, como nadie, la costumbre de hacer regalos en dinero o de preparar alguna
obra cuando se cumplía la fiesta departamental. Actualmente, en cada celebración del
aniversario de un departamento, el gobierno de turno se ve en aprietos, porque debe
dictar decretos o leyes que beneficien a la región según como se ejerzan las presiones o las
aspiraciones que tenga ese pueblo en el momento. Es una especie de cumpleaños, a la que
debe asistir el Gobierno, sea el Presidente o un Ministro de Estado, pero con un regalo en
la mano. Para cada una de estas fechas se anticipan obras o proyectos que permiten que el
cumpleaños se festeje “en forma”. Es una actitud colectiva que se manifiesta de un modo
autónomo y es una especie de rebeldía regional hacia el centralismo del Estado. Quizás sea
una manifestación subconsciente de la descentralización, que ahora está en el plano de las
prioridades políticas del presente, con la presencia de las autonomías departamentales y
otras como las regionales e indígenas que fueron introducidas confusamente, al margen de
las municipales, que existían desde siempre, en un contexto político centralista y caudillesco,
que será motivo de muchos conflictos y contradicciones.
Durante el período que analizamos (1965‑69), que culmina con el trágico accidente en
el que muere Barrientos y con un nuevo Golpe de Estado, la política económica sigue
dentro del marco de la estabilización aunque con algunos hechos que la particularizan
con relación al pasado. Con el Golpe de Estado de 1964, en el que se inicia políticamente
el ciclo militar, se evidenció el grado de resquebrajamiento al que había llegado el partido
revolucionario del MNR. Las tendencias y personalismos se patentaron, mostrando sus
efectos hasta nuestros días. Se podría afirmar que las cuatro fracciones que se manifestaron
con distintivos y matices ideológicos fueron en el fondo posturas antes que posiciones
políticas con contenido. Eran ambiciones personales o frustraciones que se reflejaban
59
Flavio Machicado Saravia
de acuerdo con las oportunidades que les brindó o restó el partido para alcanzar sus
ambiciones personales, aunque también existen puntos de vista no muy importantes
respecto al proceso revolucionario de abril del 52. Lo cierto es que los militantes de cada
fracción aparecieron en distintos escenarios políticos y momentos históricos, asumiendo el
papel que exigían las circunstancias, sin sentir molestias por sus postulados ideológicos o
interpretativos que originaron su separación y posterior reagrupamiento. De este modo el
MNR siempre estuvo presente en el ciclo militar, que finalmente culminó, luego de breves
espacios democráticos, en lo que ahora debe ser el devenir democrático del país.
Con respecto al Ejército, que empezó a reorganizarse formalmente desde 1956, se fortaleció
enormemente con la campaña guerrillera del Che Guevara que culminó con su ejecución.
La reorganización del Ejército y su posterior fortalecimiento afianzaron el Pacto Militar
Campesino que en realidad sirvió de contrapeso frente a la clase trabajadora. En el plano
institucional el gobierno militar logró reconvertir su Golpe de Estado en una democracia
que estaba dominada por las Fuerzas Armadas. Se trataba de una democracia restringida, en
la que se promulgó un nuevo marco constitucional como la de 1967, que actualmente ha
sido reemplazada con serios sesgos, vacíos y contradicciones que será muy difícil cumplirla
a cabalidad.
Este es el contexto político ‑ social del proceso de política económica de 1965 a 1969, que
partió con la eliminación del mito según el cual era imposible fundir estaño en la altura (más
de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar). En efecto, mediante un convenio con el
gobierno alemán, se instaló la fundición de Vinto en la ciudad de Oruro, legitimándose así
como gobierno a nivel del pueblo, ya que ésta había sido una de sus aspiraciones.
En esos años se concluyó la carretera de Cochabamba hacia el Chapare, que tenía la mejor
intención de realizar en la región a la que habría de comunicar con este centro urbano
un extensivo programa de colonización, con miras a construir una región frutícola por
excelencia, con cultivos cítricos y banano.También se pensó en el cacao, en el té y, en menor
9 Entre ellos, Falange Socialista Boliviana, FSB, que siempre estuvo en contra del MNR y era considerado un partido
de derecha.
10 PRESENCIA, 30 mayo 1964. citado por: LAZARTE, Jorge, op.cit., p. 47.
11 Idem.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
grado, en otros cultivos de tipo tropical. Paradójicamente, Patiño concibió alguna vez la idea
de llevar adelante en dicha zona una producción frutícola moderna, lo que quizás se hubiera
concretado en el desarrollo de una industria de exportación importante, como más tarde
lo hicieron los países centroamericanos. Pero esto exigía la presencia de un proletariado
agrícola que iba en contra de la clase feudal, ya que con ello se hubiera tenido un efecto
parecido al que produjo la Reforma Agraria. La división del trabajo funcionó esta vez en
favor de la estructura prevaleciente: Patiño con sus minas y los señores feudales con sus
latifundios y peones.
En materia de comercio exterior los convenios internacionales del estaño suscritos a partir
de 1956 permitieron un mayor control del mercado y de los precios; esto duró al menos
durante los cinco convenios suscritos a partir de esa fecha. Cuando se negoció el sexto
convenio, que se aplicó el primero de julio de 1982, las condiciones se modificaron; esta
situación culminó con la crisis del estaño. En todo caso, desde que Estados Unidos acumuló
sus reservas estratégicas de estaño, el problema del mercado externo siempre estuvo
latente, ya que el peligro de que éstas ingresen en el mercado en cualquier momento era
evidente.
61
Flavio Machicado Saravia
Lo que ocurrió fue que junto con la aparición o creación de las empresas estatales, emergió
una clase burocrática compuesta por técnicos y empleados, que luego conformaron la
denominada “burguesía burocrática del Estado”. Se trataba más bien de un interés de clase,
que aprovechó las ventajas de la inversión y del gasto público en favor de sus propios
intereses personales, conformando empresas de servicio o de intermediación comercial.
Como la base de las empresas está compuesta por obreros, que también fueron beneficiados,
y la tecnocracia no tenía cabida en el sector privado, por su grado de atraso tecnológico o
su estructura familiar, ésta siempre terminaba desembocando en el Estado o en el exterior.
Las empresas públicas también forman parte del ejercicio político, ya que forman parte del
botín de guerra o en muchos casos, su administración constituye el pago por los gastos que
significó la campaña proselitista.
Por este motivo, pese a las intenciones de formar cuadros técnicos idóneos que estén al
servicio del sector público, y a la idea de dotarles de estabilidad con la carrera funcionaria y
el servicio civil, todos los esfuerzos fueron siempre desarticulados. Quizás en la década del
60 este objetivo se logró en parte, puesto que el Gobierno, con apoyo externo, organizó
cursos y creó mecanismos para mejorar el servicio civil, llegando a niveles francamente
satisfactorios. Desafortunadamente, todo este esfuerzo se desarticuló en la siguiente década,
ya que por la abundancia de recursos financieros externos proliferaron los proyectos y
estudios, en la inteligencia de que la mejor tecnocracia del Estado prefirió el camino de la
consultoría al advertir que mejoraba sustancialmente su ingreso y obtenía, al mismo tiempo,
su propia independencia económica.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Oriente con el Occidente, creándose una franja económica entre La Paz, Cochabamba y
Santa Cruz. Hubo mayor desarrollo urbano, especialmente en el eje central, que dotó a
la ciudad de La Paz de las características de una urbe moderna. La ciudad de Santa Cruz
empezó a crecer y alcanzó la tasa poblacional más alta, asimismo ingresó a una categoría
de ciudad moderna. Empero, la situación del campesino en las áreas tradicionales no se
modificó sustancialmente. En los centros mineros la situación fue la misma; el minero no
superó su condición de trabajador con limitada esperanza de vida.
Entre 1963 y 1971 el crédito externo llegó a 634.4 millones de dólares, las donaciones
alcanzaron a 121.5 millones y la inversión privada tan sólo llegó 142.3 millones de dólares.
La mayor parte de los créditos se concentró entre 1960 y 1969, ya que en los gobiernos
63
Flavio Machicado Saravia
posteriores hubo, en cierto modo, una congelación del crédito por la postura populista
que asumieron. Una parte importante de estos créditos externos fue a parar al Gobierno
Central con el propósito de cubrir su déficit, en una proporción que llegó al 46.6% del
mismo. El resto fue cubierto con crédito interno, es decir, dejando de pagar las obligaciones
que adquirió el Estado, con el compromiso de hacerlo en el futuro. Pese a las presiones, estas
obligaciones no fueron cubiertas con emisión monetaria, porque era necesario precautelar
el equilibrio monetario para mantener bajo el ritmo inflacionario. Este objetivo se logró,
como fue varias veces reiterado y demostrado.
Dado el reducido apoyo estatal las cooperativas mineras siguen trabajando con una
tecnología retrasada y con un régimen socialmente inconveniente, sin la orientación técnica
necesaria su trabajo no logró un adecuado desarrollo de los yacimientos. El problema
estructural llegó al extremo de que algunos cooperativistas, junto con otros elementos
delincuentes, robaban el mineral de COMIBOL, que luego vendían a la misma empresa.
Por este motivo se crearon grupos de vigilancia que al final de cuentas no impidieron los
robos de mineral (juqueo), ni siquiera cuando la COMIBOL fue una empresa cogestionaria
durante el último gobierno del Dr. Hernán Síles Zuazo (1982‑85).
La ocupación en el sector industrial hasta 1969 llegaba a 155 mil personas, de las cuales
128 mil correspondían al sector artesanal: el sector fabril se reducía a 27 mil obreros. La
minería ocupaba 56 mil personas, 21 mil en la minería nacionalizada, 6 mil en la mediana,
13 mil en la pequeña y 16 mil en cooperativas. Estas cifras revelan un crecimiento
desproporcionado en la COMIBOL, a pesar de los planes de rehabilitación y otras medidas
de saneamiento. Muestran sin embargo un progresivo desarrollo de la minería mediana. En
el sector petrolero trabajaban 7 mil personas y en el de la Construcción 40 mil. El resto
estaba conformado por campesinos en el agro y por una masa de desocupados que no
llegaba al 5% de la población económicamente activa (PEA), debido a que el agro seguía
absorbiendo una gran cantidad de población subempleada. Hasta ese entonces el agro
boliviano era una especie de dique de contención poblacional que luego se desbordó
dando origen a un proceso de urbanización acelerada, pero pobre y desocupada.
Por último, estaba la distribución del ingreso, cuya inadecuada asignación revelaba el
carácter de la economía nacional y su limitado desarrollo. Pese a las reformas, la estructura
económica no permitió un mayor ensanchamiento en el bienestar económico de la mayor
parte de la sociedad, que se limitó, como siempre a un reducido grupo de la población. En
el trabajo del Lic. Carlos Machicado «La distribución del ingreso en Bolivia»12, de acuerdo
con algunos datos del Ministerio de Planificación se puede constatar lo siguiente: entre
1958 y 1964 el ingreso de los “autoempleados” ‑se refiere a los campesinos y artesanos-
12 MACHICADO, Carlos, La distribución del ingreso en Bolivia, ILDIS, La Paz, 1987, pp. 18‑19.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
llegó a Bs. 639; el de los propietarios y empresarios, a Bs. 17.067; y el de los asalariados, a Bs.
3.002. En términos globales, los “autoempleados”, que son la mayor parte de la población,
captaron un 35% del ingreso nacional: los asalariados, el 43% y el sector público, el restante
22%. Es interesante hacer notar que dentro del grupo de “autoempleados”, los propietarios
y empresarios absorben el 20% del ingreso total.
65
Flavio Machicado Saravia
IV
CAPITULO
Por los datos que se tenían de la distribución del ingreso se pudo advertir que la mayor
parte de la población no estaba en condiciones de ahorrar; más bien sucedía lo contrario,
siguió endeudándose (desahorro) para subsistir. Mientras tanto, si bien el reducido grupo
social de mayor ingreso no ahorró entre 1958 y 1961, a partir de 1962 y hasta 1969
sólo gastó en promedio un 70% (propensión a consumir) de su ingreso, de donde el 30%
restante fue a parar al ahorro y a la fuga de capitales. Pero el problema no sólo era la falta
de condiciones que existían para que todos ahorraran; los que lo hacían tenían pautas de
consumo propias de los países desarrollados, y provocaron lo que en economía se conoce
como el “efecto de demostración”. De este modo, las metas de producción referidas al
consumo masivo de bienes y servicios (salud, educación, seguridad social) se transformaron
en bienes de consumo suntuario, a los que tenía acceso sólo un reducido grupo social.
Esta situación permitió entender que no bastaba con definir un Plan de Desarrollo; era
necesario también concertar una estrategia de desarrollo, con el objetivo de establecer un
horizonte hacia donde debía dirigirse la economía y el papel que jugaría cada uno de los
sectores socioeconómicos.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Presidencia cuando éste se reconvirtió a la democracia para permitir que Barrientos fuera
elegido Presidente Constitucional de la República.
Dentro de este contexto estaba presente también en los niveles universitarios un espíritu
de rebeldía y de imitación que había dejado consigo la experiencia frustrada del Che
Guevara. Más temprano que tarde floreció el ambiente revolucionario, esta vez de corte
socialista, que irrumpió primero en la Universidad, que fue tomada por la fuerza, y después
en la guerrilla de Teoponte, que sobre todo fue un acto de juventud antes que un proyecto
de lucha para tomar el poder político. Este ambiente ensombreció al gobierno del General
Ovando, quien había nacionalizado la empresa petrolera extranjera Bolivian Gulf Oil, y
estaba dispuesto a conducir un proyecto de mayor alcance en términos de desarrollo
económico y social, dentro del marco de un mandato que las Fuerzas Armadas promulgaron
a tiempo de tomar el poder.
Evidentemente esta empresa petrolera estaba explotando los campos más ricos en materia
de petróleo y gas. Hasta entonces, su radio de acción e influencia radicaba en la ciudad de
Santa Cruz. De acuerdo con el Código del Petróleo promulgado por el General Barrientos,
que evidenciaba una clara influencia extranjera, la Bolivian Gulf Oil pagaba al Estado una
regalía por la explotación de los hidrocarburos francamente reducida. A esto se sumaba un
ritmo de explotación acelerado e intensivo que comprometía las reservas en un plazo de
diez años.
En este marco se basaron las conversaciones con la empresa, y pese a que se hicieron
intentos de llegar a un mejor acuerdo no se recibió una respuesta positiva. Por ello se
optó por su nacionalización. Este hecho político que marcaba nuevamente una tendencia
hacia la estatización de la economía y de los medios de producción, en realidad partía de
otro concepto. Se trataba de recuperar un patrimonio nacional, puesto que su explotación,
además de ser un recurso no renovable no estaba compensando al país en la misma medida
como lo hacían en otros países. Además, se trataba de un recurso estratégico para el futuro
del país, siempre que los recursos generados se vuelquen hacia el aumento de la riqueza
nacional y no se destinen al gasto público o al despilfarro.
El proceso de nacionalización del petróleo no fue fácil y tuvo implicaciones que requieren
una mayor reflexión y, sobre todo, una mayor explicación. Si bien el resultado de la
nacionalización fue importante, ya que produjo ingresos elevados para el país (más de
4.000 millones de dólares), su desarrollo no comenzó ni terminó con el decreto de
nacionalización. Como Bolivia no tenía la capacidad de consumo de gas que ofrecían los
pozos que explotaba la Bolivian Gulf Oil, esta empresa negoció un contrato de venta con
Argentina. Se trataba de una operación a largo plazo, que requería una importante inyección
financiera que hiciera posible tender un gasoducto hacia ese país. La nacionalización, desde
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Flavio Machicado Saravia
el punto de vista político, no fue una sorpresa en el ámbito internacional, en ese entonces
en el mundo árabe se estaban dando importantes cambios, como las nacionalizaciones en
Argelia, Egipto y Arabia Saudita.
De esta forma, como primera medida se trató el tema de la indemnización de la Bolivian Gulf
Oil y el monto de la misma. Sin este requisito los financiadores no entraban en el negocio.
Para simplificar el panorama: se reconoció a esta empresa un monto de indemnización
de más de 100 millones de dólares por concepto de su inversión, comprometiéndose el
pago con cargo a la producción de los pozos que explotaba esta empresa. Sin embargo,
solamente se comprometía a pagar alrededor de 70 millones de dólares, ya que el saldo se
hizo figurar como si se tratara de un impuesto pagado en Bolivia. De este modo, la empresa
extranjera podía deducir este monto del pago de impuestos que le correspondía pagar en
su país de origen. Eso es lo que se conoce con el nombre de “elusión tributaría”. Si bien el
saldo fue un juego de partidas contables con Bolivia, en los hechos, la empresa americana
recibió lo que quería. De este modo, el saldo no pagado al Tesoro Americano debería ser
considerado como un aporte de Estados Unidos a favor de la nacionalización del petróleo,
puesto que no hay “elusión tributaría” que no se conozca, pero sirve como un consuelo
interior tal como se hubiera hecho un buen negocio, que en realidad lo fue en este caso.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
ser elegido en el extranjero y este fue el City Bank, cuya sucursal, ubicada en la ciudad de
Buenos Aires, realizó su tarea hasta concluirse.
Con respecto al financiamiento, el BIRF exigió que la operación financiera sea avalada por
el gobierno argentino, lo que también se transfirió al BID, que era el otro banco financiador.
Durante la gestión del General Torres se negoció con las autoridades argentinas para que
esa figura de aval desapareciera, porque ese asunto preocupaba incluso al Directorio del
BID, y porque obviamente alentaba contra nuestra soberanía nacional. No se quería tener
el precedente de que un país (Argentina) avale por la conducta de otro (Bolivia), puesto
que eso sí lograba afectar soberanías, máxime si además son países vecinos y tenemos con
ellos vínculos de una tradición histórica amistosa. Aunque la Argentina estuvo de acuerdo
con eliminar esa figura y el BID aprobó el crédito sin ese aval, más tarde, el BIRF condicionó
el préstamo, por lo cual tuvo que ser asimilado con desgano por el propio BID, ya que su
crédito llevaba implícitamente la cláusula de la “nación más favorecida”, que establecía que
toda ventaja concedida a un tercero, debía ampliarse en favor de los demás.
Por falta de transporte, Bolivia tampoco pudo comercializar sus hidrocarburos en la costa
del Pacífico, puesto que los barcos corrían el riesgo de sufrir las amenazas de la compañía
petrolera, que en cierta forma controlaba directa o indirectamente las rutas del Pacífico. En
consecuencia, a las compañías navieras no les convenía asumir un compromiso de cierto
riesgo, motivo por el cual se tuvo que desestimar una compra de petróleo que iba a realizar
Costa Rica.
Para ello se separaron las funciones de minería y petróleo a través de la creación del
Ministerio de Minería y Metalurgia y el Ministerio de Petróleo y Energía. El alcance del
primer Ministerio mencionado era encadenar todo el proceso de la minería hasta la
metalurgia como parte de un conjunto; en el caso del Ministerio de Petróleo y energía,
se estaba englobando la idea de encarar el problema energético en sus distintas formas,
especialmente con la hidroeléctrica, para lo cual existen condiciones naturales favorables.
Se mencionaba específicamente el petróleo, ya que este era el recurso con el que se había
avanzado más.
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Flavio Machicado Saravia
Otra preocupación de la reforma administrativa tenía que ver con las áreas de acción, puesto
que la tendencia a crear instituciones públicas generalmente dejaba de lado a las existentes,
sin definir el alcance de las nuevas. A este fenómeno se lo conoce como un proceso de
“agregación institucional”, antes que como una creación orgánica funcional. Por este motivo
el Ministerio de Economía adoptó el nombre de Ministerio de Industria y Comercio, a fin
de delimitar su competencia hacia la atención de estos sectores. El Ministerio de Hacienda
pasó a llamarse Ministerio de Finanzas, con el objeto de colocar su funcionalidad más
en el campo financiero que en la mera administración del presupuesto. Al Ministerio de
Gobierno se lo denominó Ministerio del Interior y Justicia, insinuando su funcionalidad
política de alto nivel. Se quería superar su carácter represivo y policial para convertirlo
en el brazo ejecutor de la política, “con mayúsculas”, del Presidente de la República y del
Gobierno en general. Finalmente, se creó el Ministerio de Urbanismo y Vivienda, con el
objeto de otorgarte una atención especial a este sector.
El proceso quedó trunco porque los actores no entendieron lo que implicaba una sana
división del trabajo y de las funciones. Además, la personalidad del Ministro fue al final
la que le imprimió la dirección y orientación a la institución, más allá de los manuales y
procedimientos. La funcionalidad y organicidad que se pretendió dar al Ejecutivo fracasó
convirtiéndose al personalismo, lo que entrabó la política económica.
La Estrategia planteó nuevos horizontes en relación a lo que había sido la política económica
hasta ese momento; esto fue posible por la ayuda del proceso de integración económica
de los países andinos, que abría para Bolivia espacios económicos más amplios. El mercado
andino era, sin duda, un atractivo para Bolivia, aunque así no lo vieron los bolivianos. Era
también un marco mucho más amplio del que disponíamos, por lo que resultaba legítimo
crearse expectativas.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Estrategia no desconocía la fuerza regional que se ejercía a través de los Comités Cívicos y
otros grupos sociales, pero pretendía que este impulso tenga una mayor eficacia buscando
la cohesión y la armonía que requiere el desarrollo global del país.
Los autores políticos y sociales de aquel momento estaban sumidos en una lucha cotidiana
que requería una atención especial, puesto que los grupos sociales que no apoyaban el
cambio se movilizaron nuevamente para derrocar al régimen civil ‑ militar, e impidieron
con ello la puesta en marcha de un proyecto nacional. Si bien durante el corto período
presidencial del General Ovando la estabilidad económica no estaba en juego, el tipo de
cambio había sufrido un rezago importante, por lo que se planteó su devaluación. Esta
era la posición del sector financiero del Gobierno que veía a este problema con bastante
preocupación. Otra posición sostenía que si bien había rezago en el tipo de paridad era
posible lograr cierto equilibrio interno con una mejor administración tributaria, puesto que
el grado de evasión era considerablemente alto.
En efecto, en el período 1966‑69 la presión tributaria, que osciló alrededor del 11 % incluida
la seguridad social, no tenía relación con el incremento en el ingreso, que en ese mismo
período aumentó en 28%. Se trataba de aumentar y administrar mejor los impuestos en
aquellos sectores donde el nivel de ingreso era elevado, restringiendo de este modo su
capacidad de compra, lo que se traducía en forma indirecta (importaciones) y directa
(compra de dólares) en el mercado cambiario. Se percibía también que una modificación
en el tipo de cambio exacerbaría la tensión social en circunstancias poco favorables para el
Gobierno; y, de hecho, los factores de desestabilización desembocaron al final en un Golpe
militar13.
Durante el régimen del General Ovando se presentaron hechos muy curiosos que
repercutieron posteriormente en la sociedad. Desde personas que propiciaban una lucha
frontal contra la hegemonía del dólar y proponían una desdolarización de la economía
(no del tipo que se dio en 1982) mediante un convenio con importantes firmas alemanas
que se harían cargo de todo nuestro comercio exterior, hasta inversionistas argentinos,
13 Dicho Golpe fue contrarrestado por otras fracciones del Ejército y culminó con el ascenso al poder del General
Juan José Torres, quien se mantuvo al lado del General Ovando hasta que ya no podía retomar el poder debido al
desgaste interno que sufrió durante su gestión.
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Flavio Machicado Saravia
que ofrecían la instalación de una industria metalmecánica y una fábrica de explosivos con
patente exclusiva para Bolivia. Estas últimas propuestas, que impactaron a ciertos grupos
castrenses, siguieron madurando hasta mucho después. Se trata de ejemplos que ilustran
sobre la existencia de múltiples iniciativas que alucinan a los gobiernos de turno, dejando
a veces el agrio sabor de la duda. Lo cierto es que casos como éstos se presentaron
con mucha frecuencia, así sucedió después con los créditos del mundo árabe. Se relatan
estas anécdotas porque en su momento confundieron bastante, en especial en un país
con tantas restricciones económicas como el nuestro, donde cualquier opción que ofrezca
alguna solución que suene tentadora puede constituir una preocupación que resta tiempo
y energías para enfrentar los problemas reales con la seriedad requerida.
Dentro de las Estrategias de Desarrollo se concibieron algunas ideas que más tarde fueron
concretadas por otros gobiernos. Es el caso de la Corporación de las Fuerzas Armadas de la
Nación (COFADENA) que viene a ser una especie de CBF, pero dentro del seno castrense.
En aquel momento se planteó que la fábrica de explosivos, para la minería y la construcción,
y posteriormente la fabrica de municiones fueran administradas por las Fuerzas Armadas.
La idea que estaba detrás de esta determinación buscaba una prolongación de la actividad
de los oficiales, que por las normas militares se jubilan a una edad francamente prematura,
con toda una experiencia que debería ser mejor aprovechada.
Antes de que Banzer asuma el poder las Corporaciones eran concebidas como un
mecanismo deliberativo, con una amplia representación social, que debía llevar al nivel
central el conjunto de iniciativas, inquietudes y aspiraciones departamentales. Estas serían
luego canalizadas, priorizadas y ubicadas dentro de la planificación espacial prevista en la
Estrategia de Desarrollo. La realidad fue distinta, ya que cada Corporación de Desarrollo
fijó con más o menos recursos sus prioridades y ejecutó sus proyectos. Así el Ministerio de
Planificación no fue otra cosa que una oficina de partes o, en el mejor de los casos, un ente
que formalizaba de las determinaciones regionales.
72
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
políticas y sociales que lo apoyaban no midieron el grado de control militar que tenía
el gobierno naciente, y escamotearon su apoyo en el momento que más lo requería.
Como se había realizado una movilización social efectiva, el balance del poder entre las
fuerzas castrenses que lo apoyaban y las fuerzas sociales que se volcaron masivamente en
favor del General Torres hubiera permitido un mejor equilibrio. Pero las clases políticas y
sindicales dirigentes, demostrando una total incomprensión del fenómeno, optaron por su
permanente maximalismo, proponiendo un “listado” de transformaciones que no estaban
respaldados por ningún análisis que mostrara su viabilidad. Si bien éstas aceptaron formar
parte del Ejecutivo, propusieron profesionales de segundo nivel, que obviamente estarían
subordinados a los líderes políticos y sindicales. Esta dualidad, que no convenció al General
Torres, lo debilitó desde el inicio, ya que el apoyo se inclinó hacia las Fuerzas Armadas. Fue
un gobierno militar con apoyo popular.
Más tarde, cuando se evidenció este desbalance, se buscó su entronque con el MNR,
conciliándose intereses con las fracciones del Dr. Paz Estenssoro, representado en las
negociaciones por el Dr. Fellmann Velarde; el Dr. Hernán Siles Zuazo, representando por
el Dr. Federico Alvarez Plata y el Juan Lechín en persona. Su ingreso sería sencillo, ya que
la exigencia del primero, era retornar a Bolivia para reorganizar su partido y de los otros
dos, participar en el Gabinete. Esta posibilidad, que también fue discutida por los hombres
más representativos del sector privado, buscaba el equilibrio sociopolítico que inicialmente
fue negado. Lo extraño es que el esquema falló por la negativa que hubo a esa iniciativa
particularmente por los propios miembros del MNR que en ese momento se encontraban
como Ministros de Estado, por lo que el General Torres se vio prácticamente en manos
exclusivas de las Fuerzas Armadas.
En este escenario surge la Asamblea del Pueblo, que pretendía erigirse como un poder
dual. Aún no se sabe cuál fue el estímulo oficial que animó a llevar a cabo un proyecto
tan precipitado, pero sí se sabía que el apoyo no era de Torres, quien fue desairado por
los dirigentes obreros cuando el primero de mayo decidió marchar al frente de ellos.
Esta marcha, la más triste de este General, fue inicialmente encabezada por Torres y sus
ministros, y como una muestra de repudio al Gobierno los trabajadores desviaron su
rumbo, debilitando con esa actitud aún más al régimen. Como la Asamblea del Pueblo tenía
que inaugurarse ese mismo día, tal demostración infantil ‑además de haber sido realizada en
las instalaciones del Congreso ‑ fue el punto culminante que viabilizó su caída.Todos sabían,
incluso los que la utilizaron como pretexto, que la Asamblea del Pueblo era un impulso que
obedecía a diferentes motivaciones, proyecto emocional y ajeno al Gobierno, que la aceptó
nada más porque creía que era parte del juego democrático, porque allí se expresarían
puntos de vista y se asumirían posiciones. Al parecer, los organizadores querían llevar el
juego más adelante, sin medir su propia fuerza ni la del Gobierno, que ya estaba acosado
por todo lado.
73
Flavio Machicado Saravia
eficacia económica. Para ello se promulgó la Ley del Sistema Financiero, que fue largamente
madurada. Con la promulgación de este Decreto‑Ley14 apoyado en el Departamento
Monetario y de Comercio Exterior del Banco Central, se creó una institución dedicada
exclusivamente a funciones específicas (control monetario, financiero y del comercio
exterior). Además, a partir de ese momento el Banco Central dependió exclusivamente
del sector público. Se le asignó la tarea de supervisión del sistema financiero, ya que estaba
implícito que el Banco Central debía delinear y administrar el “Programa Monetario” de la
Nación.
Con el resto de las secciones del antiguo Banco Central se creó el Banco del Estado, al
que se le encargó la administración de los fondos de las empresas e instituciones públicas,
con lo que se apoyaría al sistema de “caja única” establecido en el anterior gobierno15. El
Banco del Estado también tenía que captar a través de sus ventanillas distribuidas en todo
el país una parte importante del ahorro interno. Recuérdese que en la década del 60, al no
ser captada una parte del ahorro interno, se produjo una fuga de capitales. Claro está que
no es el único motivo por el cual se produce este fenómeno; pero es innegable que ésa era
la principal intención, y por ello se concibió al Banco del Estado como un instrumento de
apoyo al sector público y al sector privado, especialmente en aquellos lugares donde no
había llegado el sistema financiero.
Hasta entonces la banca nacional era débil y no podía competir con la banca extranjera.
Con el fin de estimular a la banca privada nacional, se les hizo conocer que se iba a aplicar la
Decisión 24 del Acuerdo de Cartagena (las Decisiones eran sus leyes o decretos), por la cual
la banca extranjera sólo cumpliría las funciones de intermediación de recursos financieros
desde el exterior hacia la economía interna. De este modo, la banca privada tendría libre
el mercado, que en ese momento estaba en poder de la banca extranjera. Para ello, por
supuesto, era necesaria su modernización. Así, se propuso la creación de un “Holding” de
bancos nacionales, con la participación minoritaria del Estado, solamente para que la banca
privada, o ese “Holding” de bancos, pudiera realizar algunas operaciones que eran privativas
del Estado. Se trataba de operaciones como el pago de planillas, el cobro de impuestos y
otras menores que requerían una atención pública, pero que bien podían ser transferidas a
la banca privada. En el fondo, se pretendía que el Estado se concentre en llevar adelante las
operaciones financieras que permitan consolidar el capitalismo de Estado, a través de una
planificación imperativa del sector público.
14 La innovación de un Decreto Ley fue un recurso utilizado por los gobiernos de facto, puesto que esta figura política
no existe en nuestro ordenamiento jurídico.
15 Hasta 1970 cada institución administraba a su antojo los recursos que generaba en calidad de fondos propios. Es
más, no sólo se ocultaban estos ingresos públicos a tiempo de hacerse el presupuesto, sino que también se inflaban
los gastos, con el propósito de atenuar el efecto de los cortes presupuestarios. Como todo ello se traduce en
gastos y el Estado generalmente no es un pagador cumplido, los proveedores generalmente inflaban sus costos a fin
de cubrir su ganancia con el primer desembolso. De este modo, si reciben todo el pago obtienen una sobre ganancia,
Esta actitud, que parece simple, es muy dañina para el país, puesto que se desnaturalizan los costos, los precios y los
presupuestos, y se crea una distorsión en la economía. Cuando un presupuesto no expresa la realidad, puede dar
lugar a políticas de ajuste innecesarias o a medidas que repercuten en contra de la economía nacional.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
estructurar un banco estatal especializado con poco personal y altamente calificado. Con
respecto a los bancos con capital oficial o privado que pertenecían al Perú (Banco Popular
del Perú), al Brasil (Banco Do Brasil), a la Argentina o a cualquier otro país amigo, mejor si
era limítrofe, se concibió concertar una banca binacional, de manera que opere en Bolivia y
también en el otro país. Al respecto se adelantaron gestiones con el Banco Popular de Perú:
pero no se tuvieron resultados concretos por el derrocamiento del Gobierno. Ese fue el
planteamiento en materia financiera, del que sólo se pudo dar el primer paso.
El cambio del sistema no fue fácil ya que en un principio provocó resistencia en los empleados,
quienes temían perder los acostumbrados beneficios resultantes de las operaciones
comerciales que realizaba el Banco Central. Una vez más se estaba frente a una expresión
de la burguesía burocrática, esta vez en el área financiera de la economía. El fenómeno no
sólo se presentaba en el Banco Central; en los Ministerios del área económica, cuando se
producía una recaudación mayor que la “estimada”, los recursos adicionales recaudados
tenían que ser distribuidos como si fuera una empresa, en forma de uno o dos salarios a
favor de los empleados.
La concertación con el sector privado no sólo se refirió al campo bancario, también se,
discutió ampliamente el problema industrial y agroindustrial, con miras a dictar una Ley
de Promoción Industrial dentro del marco de la Estrategia de Desarrollo. Se trataba de
establecer estímulos tributarios y no tributarios; de evitar la proliferación de empresas
más allá de los límites del mercado en escalas inadecuadas y de monopolios. Durante el
gobierno del General Torres hubo un continuo contacto con el sector privado, con miras a
la concertación y a la expansión industrial.
Pero también existía inquietud con respecto al Pacto Andino, ya que éste creaba expecta‑
tivas de mercado para la inversión privada. Con tal motivo se exploraron en la Argentina
posibilidades de inversión conjunta entre empresarios argentinos y bolivianos, con el objeto
de sentar una base económica en el país con miras al mercado andino. Argentina debería
expandir su actividad económica en el mercado andino, pero a través de Bolivia. Lamenta‑
blemente las condiciones no se dieron y las dificultades de infraestructura vial y los altos
costos fueron los principales obstáculos, no sólo para Bolivia, sino para todos los países
que componen el área andina. Los países bolivarianos que fincaban sus expectativas hacia
los mercados de ultramar no se dieron cuenta del grado de aislamiento que existía entre
ellos mismos.
75
Flavio Machicado Saravia
ansiadas “banderas políticas”. Sin embargo, sería injusto darle sólo este carácter a las
medidas que se tomaron en ese campo. Hubo prisa, pero también se maduró cada proyecto,
en especial, la reversión del contrato con la Mina Matilde. Para no equivocarnos como lo
hicimos con la nacionalización de la Bolivian Gulf Oil ‑no prever posibles mercados ni
reacciones agresivas que una empresa de esta naturaleza puede tener con un país ‑ antes
de proceder a la reversión del contrato con la mina Matilde se hicieron contratos con el
mercado del Japón, que “en principio” mostró su intención de compra. Sin embargo, una
vez que se realizó la reversión el emisario oficial, el Ministro de Minería, tuvo que salir del
Japón en busca de otros mercados, ya que este país en una escueta comunicación que decía:
“no queremos problemas” había echado por el suelo la idea de comprarnos nuestro zinc,
que entonces ya era del todo boliviano. La respuesta de los países socialistas fue peor; ellos
ofrecieron comprar nuestra producción de zinc, pero después de dos años, y únicamente la
mitad de las reservas probadas a un precio inferior al del mercado de Londres.
No por coincidencia sino porque de ese modo operan las empresas transnacionales, al ver
que se estaba acumulando el zinc en el puerto peruano de Matarani, se aceptó una oferta de
compra a precio internacional y por el volumen total de la producción de 5 años. En lo que
sí se coincidió fue en que efectivamente las reservas probadas de la mina MatiIde se habían
estimado en 5 años, lo que sólo era del conocimiento de la empresa que la explotaba. En
el momento de la reversión se obtuvo poca información, ya que la mayor parte estaba
concentrada en la sede central de la International Metal Processing Co. En resumidas
cuentas, la oferta de compra resultó ser de una subsidiaria de la compañía mencionada
anteriormente, con lo que el círculo se cerró en el mismo punto de partida y se entablaron
negociaciones de venta en las condiciones que ofrecía el mercado internacional.
La otra nacionalización que se efectuó fue la reversión del contrato con la lnternational
Metal Processing Co., a quien se le concedió una cuarta parte de las reservas de las colas y
desmontes de estaño, con una producción estimada de 30.000 T.M.F. En este caso, el proceso
fue interesante, ya que el inversionista estaba muy relacionado con las esferas oficiales. Como
Bolivia suscribió en la década del 50 un acuerdo de protección a la inversión extranjera con
Estados Unidos en caso de producirse una estatización, ésta tenía que ser reconocida en el
caso de que el inversionista no llegue a un acuerdo con el país que asumió esta decisión. En
esta eventualidad, el problema se transfiere al plano internacional, donde ambos países, en
este caso Bolivia y Estados Unidos, dilucidan en los tribunales correspondientes el pago de
la indemnización respectiva. Este es un extremo que generalmente se trata de evitar, para
no correr el riesgo de entorpecer cualquier vínculo diplomático existente.
Este no fue el caso, porque el inversionista no se sintió satisfecho con lo que le fue
reconocido, que, según él, se limitaba a la inversión realizada y no consideraba las “ganancias
expectaticias”. En consecuencia, el inversionista recurrió a la presión y logró que el
Congreso de Estados Unidos le corte a Bolivia la cuota de exportación de azúcar. De esta
manera el conflicto se trasladó al plano regional, particularmente en Santa Cruz, donde
este cultivo era importante ‑y aún lo sigue siendo- para la economía cruceña. Al final se
tuvo que convencer a este inversionista de que el Gobierno tenía la mejor disposición de
resolver este asunto, y que la sanción recibida era, por lo tanto, prematura. De este modo
el Congreso estadounidense, por recomendación del propio inversionista, quien no tuvo
ningún empacho en realizar su gestión por vía telefónica desde nuestra propia Embajada,
concedió de nuevo a Bolivia la cuota de exportación de azúcar a su país, que se otorgó
76
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Esta actitud motivó a que el Gobierno aclare la figura, en el sentido de que no estatizaba
pasivos sino activos, por lo que promulgó un decreto complementario que daba un año
de plazo para que las empresas del sector privado resolvieran cualquier problema antes
de constituirse la nueva empresa. Durante ese año de plazo se debía estudiar con fondos
de la Misión Británica de Agricultura Tropical el problema agrícola de la caña, ya que con
un rendimiento de 35 toneladas por hectárea, era difícil llegar muy lejos. Esa misión de
asistencia técnica transferiría además conocimiento técnico en materia de administración
y manejo de la nueva industria cañera. En otras palabras: se sabía que la producción de
caña de azúcar tenía que resolver algunos problemas estructurales como su ubicación
‑prácticamente se encontraba dentro de casco urbano- su escasa renovación y su limitado
rendimiento industrial, y finalmente, el sobreprecio que recibían las empresas, fijado a nivel
del Ingenio Estatal de Guabirá, que se veía obligado a incrementar sus costos a fin de
generar recursos extras para el mantenimiento de la carretera Cochabamba ‑ Santa Cruz
así como otros gastos de la CBF, Los problemas estructurales de la producción de caña
siguieron sin resolverse, y pese a que después de 1971 hubo una subida espectacular en
su precio, luego se deprimió, provocando que muchos ingenios azucareros se cierren a la
espera de tiempos mejores.
En el plano social se repuso el salario a los mineros, que había sido reducido durante el
Gobierno de Barrientos. Se encaró esta situación sin agravar la economía de la empresa, ya
que se redistribuyó por igual el bono de productividad asignado en aquellas minas donde
había mayor rendimiento. Fue un acto de justicia y mala práctica a la vez, ya que con
77
Flavio Machicado Saravia
Finalmente hubo una operación financiera que por su curiosidad se la relata en el presente
libro. Esta operación provocó una excesiva atención del Gobierno y de instituciones como
la Caja de Pensiones Militares y el Comité de Obras Públicas de Cochabamba. Durante el
régimen de Ovando llegaron dos personajes de la Argentina, estimulados por otro general
boliviano, para proponer una fábrica de metal mecánica y otra de explosivos. Más tarde,
uno de ellos regresó y propuso, esta vez al Gobierno de Torres, un negocio financiero
importante. Se trataba del canje de bonos y acciones que habían sido sustraídos de Alemania
durante la Segunda Guerra Mundial, y cuya tenencia pasó por muchas manos. El hecho era
real. Tal es así que el gobierno alemán recuperó la tenencia de dichos bonos de manos de
particulares para lo cual se dio como fecha tope el año 1960. Por este motivo, los tenedores
de dichos documentos ahora buscaban países que pudieran hacer este reclamo, lo que
evitaba además, por razones de soberanía, preguntas e indagaciones de cualquier naturaleza.
Es así como se ofreció al gobierno de Bolivia la participación del 25% de un total que llegaba
a los 100 millones de dólares, un 25% sería invertido en Bolivia en proyectos (como la
fábrica de explosivos) sujetos a la elección del Gobierno y el saldo (50%) no ingresaría al
país, es decir, se quedaría en algún lugar “desconocido”.
Lamentablemente estas historias siempre terminan así. El país salvó su prestigio, dada la
cautela del Presidente Torres, a quien se lo asedió en muchas oportunidades para que
firmara poderes o algo parecido, con el objeto de llevar a cabo negocios similares en
favor de la “Nación”. El corolario de este asunto es muy importante, puesto que muestra
hechos que perturban a los gobernantes, quienes encuentran en estas engañosas ofertas
78
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
una alternativa para no estrechar más el cinturón del pueblo. Es una especie de alucinación,
en la cual se quisiera encontrar la solución sin tener que demandar esfuerzo y sacrificio,
especialmente cuando la realidad de los números resulta agobiante.
El deterioro social y político provocado, entro otros hechos, por la Asamblea del Pueblo
y por la ausencia de un apoyo más orgánico de los sindicatos y partidos políticos de
izquierda al Gobierno de Torres, dieron lugar a una desestabilización del régimen. Además,
este Gobierno proclamaba abiertamente su línea de izquierda nacional, afectaba intereses
norteamericanos y, por último, tomaba medidas soberanas como la expulsión del ‑Cuerpo
de Paz”. Sin embargo, esta última medida, que aparentemente era una demostración de
soberanía y nacionalismo, seguramente fue recibida con beneplácito por el gobierno
republicano de los Estados Unidos, que no veía con buenos ojos este proyecto demócrata,
Los Cuerpos de Paz tenían el propósito de aproximar más a los estadounidenses con
América Latina y con el resto del mundo. Este proyecto logró su objetivo en lo que
corresponde a las relaciones humanas y a la comprensión de los problemas de los países
del Tercer Mundo. Sin embargo, esta medida determinó que el Gral. Torres pierda el apoyo
o la simpatía que en cierta medida le tenían los congresistas demócratas.
79
Flavio Machicado Saravia
V
CAPITULO
Sube al poder el General Hugo Banzer. Entre los años 1972 y 1977
hubo crecimiento económico en el marco de una significativa
apertura externa y de un endeudamiento externo fácil con
irreversibles consecuencias para la futura economía nacional,
La estabilidad social y el orden impuesto fueron los signos de una
política represiva que finalizó con el retorno a la democracia.
La causa fundamental del Golpe de Estado que derribó al General Torres fue la política
económica seguida por el Gobierno. Era un hecho que en los círculos empresariales del
país no se veía con buenos ojos la consolidación de un capitalismo de Estado en Bolivia.
En algunos grupos empresariales se tenía el temor de que dicha consolidación represente
un obstáculo para sus intereses, ya que, por ejemplo, ambicionaban alcanzar la etapa de la
metalurgia, lo que no hubiera sido posible con un capitalismo de Estado, para quien ésta
sería una área estratégica de la economía nacional. Además, en el contexto internacional ya
existía “permisibilidad” para que los países atrasados realicen estas actividades.
La negativa que mantuvo el Gobierno de Torres de coparticipar con el MNR hizo que una
de las fracciones de este partido político se alinie en el esquema de este nuevo Golpe de
Estado. A la conspiración se sumó el enemigo irreconciliable del MNR, la Falange Socialista
Boliviana. Sin embargo, el nuevo gobierno era militar, y su base real estaba en el ámbito
castrense, como luego se vio en 1974, cuando la alianza con los partidos políticos fue
desestimada por las FF.AA. A pesar de que con el Golpe se crearon expectativas en torno
a la dirección de varios militares, se impuso el Gral. Hugo Banzer, al demostrar que tenía
mayor apoyo militar.
El Golpe, que se inició en forma violenta, no bajó la guardia en ningún instante, por lo que
se desató una persecución y un exilio masivos. No estuvo ausente en este escenario el uso
extremo de la violencia, que ocasionó la muerte y desaparición de muchos opositores al
régimen, tal como sucedió en otros países vecinos que tenían la misma receta: la Doctrina
de Seguridad Interna del Estado. Esta filosofía dejaba implícita la lucha contra el comunismo;
esta manera de pensar justificaba que todos eran sospechosos “hasta que no demuestren lo
contrario”. Lamentablemente, quienes fueron víctimas de esta política represiva no tuvieron
suficiente tiempo para demostrarlo.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
su intención de mantener el control total del país hasta 1980. En este lapso de tiempo se
proponía realizar reformas en las estructuras político -administrativas y económico sociales.
La actividad política fue suspendida, y se decretó el receso de todos los partidos políticos.
Se nombraron 2000 “coordinadores” laborales, en reemplazo de los dirigentes reconocidos
por la base. Más tarde, en 1976, se rompió el Pacto Militar Campesino cuando efectivos
del Ejército enfrentaron y mataron a un grupo de campesinos en las regiones de Tolata y
Epizana, en el Departamento de Cochabamba.
El gobierno de Banzer mantuvo un clima de control social que aplacó y a la vez conformó a la
opinión pública, dado que en lo económico se obtuvieron resultados muy importantes que
colmaron las expectativas de las clases medias en especial y mucho más de las empresariales.
En noviembre de 1977, dada la presión social existente y la postura internacional que tuvo
el gobierno estadounidense a favor de la democracia, obligó al Gobierno a convocar a
elecciones en las cuales resultó ganador el candidato oficialista; pero con un fraude tan
evidente que dio lugar a su anulación. En estas circunstancias, el candidato ganador, el
General Juan Pereda Asbún, derrocó al General Banzer en un trance que no tuvo otro
efecto que el cambio de guardia en el Palacio Quemado.
La apertura a la inversión externa fue muy amplia. Para este objetivo se realizaron misiones
de promoción al exterior, foros e invitaciones para atraer al capital foráneo. Sin embargo,
por una razón que no ha sido posible explicar, no se registró un ingreso masivo de capitales,
como ocurrió en la década del 50. Entre 1972 y 1982 la inversión directa externa llegó a
308 millones de dólares, que equivalen a un promedio de 30 millones al año. Entre 1972 y
1974 la inversión total externa llegó a 33 millones de dólares, entre 1975 y 1978 llegó a 100
millones de dólares, y el saldo de 175 millones se ejecutó entre 1979 y 1982.
Lo cierto es que la actitud del inversionista extranjero es muy cautelosa, y cada vez se hace
más recelosa con relación al país. En cambio, el ahorrista interno reaccionó muy bien cuando
el Gobierno adoptó la política de dolarizar el ahorro y de reconocer el mantenimiento de
valor a los depósitos. Pese a que entre 1972 y 1974 la inflación subió de 6.5% a 62.8%
(en 1971 fue de 3.7%) el ahorro interno aumentó 2.5 veces, constituyendo el 70% de la
inversión bruta total de ese período. La inversión total en relación a la producción, que se
conoce como la relación Inversión ‑ Producto, aumentó de 16% a 23% entre 1971 y 1975
respectivamente.
81
Flavio Machicado Saravia
El financiamiento externo cubrió un 30% de la inversión total. Todavía hasta 1974 no había
llegado al país la fiebre financiera que trajeron consigo los petroleros, y que se convirtió
en el triste problema de la deuda externa de los años 80. Hasta 1975 la deuda externa
desembolsada, es decir, de la que ya se utilizaron los recursos financieros, llegó a 882.9
millones de dólares; esta suma representaba un incremento de alrededor de 292 millones
con respecto a 1971. El servicio de la deuda externa estaba en un límite razonable, ya que
sus pagos significaban un 18% de las exportaciones de aquella época.
El problema de la deuda externa se desencadenó a partir de 1976 (año del Plan Quinquenal
del gobierno de Banzer), por el considerable aumento de los montos contratados y
desembolsados y un evidente cambio de naturaleza de los mismos. La actitud frente a la
deuda fue claramente resumida por un alto funcionario de gobierno de aquel entonces,
cuando se le preguntó sobre este fenómeno. Con la deuda externa sólo había dos caminos:
“tomarla o dejarla”. Esta era, desde luego, una posición difícil que se vivía en un momento
en el que existía la posibilidad de obtener atractivos resultados económicos con un dinero
que entonces era barato. Pero el hecho de que la tasa de interés del dinero en el mercado
internacional sea negativa no fue la única razón por la cual se “tomaron” los préstamos;
existía además en la mente del Gobierno la idea de que Bolivia contaba con recursos
abundantes de gas y petróleo. Esta idea motivó que las crecientes expectativas justifiquen
cualquier préstamo, por muy oneroso que sea.
La política de inversión durante este período se concentró en gran medida en los primeros
años. Salvo el aumento en la capacidad de refinanciación de petróleo, que parecía enorme en
relación a la producción esperada, la inversión pública realizada transformó la infraestructura
del país y la modernizó en gran medida. La mejora en los precios de nuestras exportaciones
y el financiamiento externo se hicieron notar en cambios importantes realizados en materia
de mejoramiento urbano y vial del país. La economía nacional tuvo durante los primeros años
una aceleración importante en su crecimiento. La producción total aumentó en un ritmo
de 6% anual; la producción de hidrocarburos experimentó un alza de 335% en el período
1970‑1975; la minería, de 228%; la construcción de 225%; el sector agropecuario, de 210%.
No sucedió lo mismo con el sector de exportaciones, especialmente de bienes, puesto que
entre 1968 y 1974 sólo creció en un 2.4% al año. El sector minero de exportación decreció
en ‑ 2.7%; pero fue compensado por la naciente exportación de petróleo y derivados, así
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
como de bienes agroindustriales principalmente. Estos crecieron entre 1968 y 1974 a una
tasa de 15.9% y 17.5% anual respectivamente.
Estos son algunos fragmentos del discurso con los que el General Banzer anunció el Plan
de Desarrollo, demostrando una actitud más comprensiva de los problemas de fondo que
deben ser superados y de las actitudes que deben asumir los distintos actores sociales.
En el momento de citar a los trabajadores el mensaje, es claro en cuanto a su contenido
ideológico: “Cuando cada nación tiene que defender sus objetivos lo hace a despecho de
la ideología común o de los acuerdos Políticos. Esto es lo que tenemos que aprender y
de esta forma tenemos que actuar”. Este mensaje es muy distinto cuando se refiere a los
campesinos: “ ... tienen en el Plan los medios destinados a mejorar su situación económica,
social y cultural y, en consecuencia, su calidad de ciudadanos libres. Para ello, se profundizará
la Reforma Agraria dentro de los lineamientos del Plan de Desarrollo Socioeconómico”.
El Plan tenía como objetivo privilegiar a los sectores productivos y por consecuencia a los
sectores sociales: sin embargo, en los hechos ocurrió todo lo contrario. Mientras que el
año anterior al Plan, en 1975, la agricultura había crecido en un 6.7%, ésta decae en 1978 a
un 2.3%. La minería, que decreció en ‑15.2% en 1975, siguió la misma tendencia, de modo
que en 1979 la disminución fue de ‑7.2%. Los hidrocarburos, que en 1975 disminuyeron
en un ‑21.5%, en su caída en 1979 llegaron a un ‑2.2%. Salvo el sector de la construcción,
que creció en este período, aunque cada vez menos, y el sector industrial, que se mantuvo
constante y dinámico, los resultados de los sectores productivos fueron todo lo contrario
de lo que se había planeado. En cambio, la producción de servicios fue dinámica, hasta
disminuir en 1978, pero manteniendo su signo positivo. En efecto, este sector en el año
16 Resumen del Plan Quinquenal 1976‑80, documento oficial del Ministerio de Planeamiento y Coordinación.
83
Flavio Machicado Saravia
1975 creció en un 12% y en 1978 bajó a un 5.1%. La misma conducta tuvo el sector
financiero. En suma: a partir de 1976 (año del Plan) la economía en su conjunto empezó a
declinar de un 6.4% a un 3.1 % en 1978.
En lo social, el salario real del trabajador siguió descendiendo desde 1971, hasta llegar en
1981 a una reducción de un 40%. La distribución del ingreso se tornó más regresiva aún,
mostrando, eso sí, la tendencia del crecimiento urbano, cuyos sectores lograron además
una mayor participación relativa del ingreso total. Hasta 1975 la población campesina siguió
participando de un 13.5% del ingreso, situación que no cambió mucho en 1978, cuando
participó con 14.6% del ingreso. A pesar de que la región agrícola siguió aumentando la
superficie cultivada en cerca del 60% entre 1950 y 1976 y que aportó en 1976 con un 43%
de la producción, la situación social siguió debatiéndose dentro de la marginalidad. Los
asalariados, que también representan un grupo social importante, redujeron su participación
en el ingreso total de un 47% en 1975 a un 38.9% en 1978. Este proceso de declinación no
varió, y llegó al extremo en 1989, cuando las estimaciones apuntaron alrededor de un 25%.
En cambio, los grupos conocidos como rentistas, es decir, que reciben renta del capital, de
la tierra, etc., son los que más subieron su participación en el ingreso, de un 8.1 % en 1975
a un 22.7% en 1978. Este fenómeno confirma el proceso de urbanización en las principales
ciudades del país, especialmente por el atractivo en el empleo que generó la industria de
la construcción. Este proceso de urbanización desembocó en la economía informal, en el
desempleo y en la marginalidad urbana.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
que será tratado más adelante, merece una explicación más amplia, puesto que constituye
un fenómeno económico y social por sí mismo.
Con respecto al empleo existe información más precisa en relación al período que
analizamos. Entre 1971 y 1976 el empleo público aumentó en 46 mil personas, un 40%
de lo que había en 1971; de ese total incrementado sólo el 15% correspondió al sector
empresarial del Estado; el 59% ingresó a las filas de la administración pública y el 26%
restante fue a parar al resto de las instituciones del Gobierno. En términos de excelencia
este incremento no significó un aporte cualitativo, puesto que los profesionales más capaces,
excepto los que se encontraban en la cúpula en ese entonces, prefirieron independizarse, ya
que habían recursos financieros en abundancia como para darse esa oportunidad. Prueba
de ello es la actual existencia de capacidad ociosa en el campo de la consultoría privada. Lo
que sí se dio fue un incremento en el número del empleo público que de ninguna manera
significó un mayor fortalecimiento.
El traspaso de los recursos financieros al sector privado vía la deuda externa a través del
gasto o consumo público y la existencia de recursos abundantes por los altos precios
internacionales fortaleció al incremento del ingreso del sector empresarial; pero no dio
17 De acuerdo al Plan Quinquenal 1976‑80 la economía del sector público en 1974 llegó a significar el 25% del
Producto Interno Bruto. En 1974 el gasto público alcanzó al 27% del total de la economía nacional.
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Flavio Machicado Saravia
lugar a su modernización, salvo en el caso del sector financiero, que se puso a tono con
la época. El sector empresarial logró obtener tasas de ganancia tan elevadas que en este
momento no se conforma con las que le ofrece el mercado, por lo que se debate entre el
dilema de seguir siendo productor o convertirse en comerciante. La actitud especulativa
empresarial que surgió por la política económica pendular puesta en práctica, dada la
inestabilidad política y social, no logró sentar a largo plazo una base sólida que pueda
consolidar una actividad productiva al mismo tiempo que se estructura un mercado. De
aquí surge la opinión de que en el país el mejor negocio siempre fue el comercio, porque
no requiere de capital y tiene una ganancia más rápida.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
VI
CAPITULO
La sucesión del General Banzer no tuvo un tránsito fácil, ya que dio lugar a dos Golpes
de Estado originados dentro del seno de las Fuerzas Armadas. El primero, como se dijo,
fue dirigido por el candidato oficialista que ganó con fraude en 1979; por esta razón el
Gobierno se vio obligado a anular las elecciones, mas esta situación no evitó que luego
retorne al poder con un incruento cuartelazo. El régimen banzerista terminaba con una
economía en decrecimiento, una fuerte presión externa y una gran movilización social,
cuyos principales protagonistas fueron los trabajadores mineros y sus compañeras. De este
modo, el retorno a la vida democrática no sólo fue un derecho del pueblo, fue también una
verdadera Conquista.
El gobierno del General Juan Pereda fue tan fugaz que los indicadores económicos no
tuvieron tiempo de cambiar de signo. De todas maneras, la economía siguió erosionándose,
debido a que los sectores económicos productivos ya no contaban con las ventajas de un
precio internacional favorable, como ocurrió a principios de la década. Salvo en el caso
de la producción de gas, que siguió en aumento en la mayor parte de nuestra producción
de exportación o de consumo interno, como el petróleo convertido en gasolina, no se
tuvo incrementos significativos. Al contrario, en algunos rubros hubo declinación. En otras
palabras: al finalizar la década del 70 la economía de exportación, excepto la hoja de coca
convertida en cocaína, mostraba en su mayor parte signos de estancamiento.
En efecto, mientras que en 1971 la producción de estaño fue de 30.300 T.M.F., el promedio
de producción entre 1972 y 1978 fue de 30,800 T.M.F. En el caso de la plata ésta subió
ligeramente en 1978 a 201 mil T.M.; pero la producción promedio entre 1972 y 1978 fue
casi igual a la de 1971: 167.000 T. M. y 166.900 T.M. respectivamente. En la producción de
cobre, plomo y bismuto se registró una declinación en los niveles de producción promedio
en relación a 1971, 6 mil T.M., 19 mil T.M. y 538 T.M., contra 7.8 mil T.M., 23.3 mil T.M. y 677
T.M. que se produjeron en 1971. En la producción de zinc hubo incremento, ya que en 1971
se produjo 45.5 mil T.M. y en el período 1972‑78, el promedio llegó a 51.8 mil T.M. En la
producción de petróleo se produjeron en 1971 2.138 miles de metros cúbicos; en cambio,
en 1978 se redujo a 1.889 mil. En el gas se registró un importante aumento, como resultado
de la exportación a la Argentina. De 2.297 millones de metros cúbicos producidos en 1971,
en 1978 se llegó casi al doble: 4.292 millones de metros cúbicos.
La situación fue más crítica en la producción agrícola, puesto que su incremento resultó
inferior al crecimiento poblacional. En la hipótesis más conservadora se calcula que entre
87
Flavio Machicado Saravia
1972 y 1978 la población creció en cerca de un 20%, siempre que la tasa de crecimiento
poblacional fuera de un 2.6% al año. Con excepción de la producción de trigo, que aumentó
en 25% y la carne, que aumentó en 26%, en todos los demás rubros agropecuarios la
producción promedio fue menor al crecimiento poblacional. Hubo un incremento
importante en la caña de azúcar y el algodón, ya que eran rubros de exportación. Lo mismo
ocurrió con la producción de coca, que subió de 6.8 mil toneladas métricas en 1971 a 19.5
mil en el año 1978.
Los déficits en el presupuesto del Gobierno Central iniciaron su ascenso a niveles que
afectaron la estabilidad de la economía. En 1976 llegó a un 20.5%; en 1977, a 43.4%; en 1978,
a 36.1%. Si bien estas brechas fueron compensadas por el resto del sector público, por lo
que el déficit en relación al PIB fluctuó entre un 2 y 2.7% la inflación empezó su ascenso.
Este aumento fue de 4.5% en 1974 a un 10.4% en 1976. Hasta ese tiempo el déficit fiscal
todavía era cubierto, en parte, con crédito externo, aunque cada vez en menor proporción.
En efecto, mientras que en 1976 el déficit público fue cubierto con crédito externo en un
37%, en 1978 esta proporción descendió a un 15%. Después de 1978 hasta 1985, el déficit
público no recibió ningún soporte externo.
El comercio exterior era otro síntoma del deterioro que estaba sufriendo la economía
nacional. En 1978 la diferencia entre las exportaciones e importaciones llegó a 297 millones
de dólares. Pero como se tenía que pagar los intereses de la deuda externa (106 millones
de dólares) esa brecha se agrandó, y llegó a totalizar un déficit en la cuenta corriente de
la Balanza de Pagos de 398 millones de dólares. Como también se tuvo que amortizar
el capital de la deuda externa, la cuenta que pagó el país llegó a más de 750 millones de
dólares, monto que fue cubierto con nuevos préstamos. Ese era el cuadro económico en el
que volvió a brotar la democracia y por poco tiempo.
Con el Dr. Guevara surgieron nuevas figuras políticas al escenario. La mayoría eran
técnicos calificados que sabían lo que tenían que administrar y cómo solucionar el
problema económico. El movimiento sindical reapareció con mayor vigor que antes porque
los trabajadores reclamaban para sí la conquista de la democracia. El nuevo gobierno
requería tiempo para encarar el problema económico, pero los sindicatos tenían prisa
para reconquistar el terreno que perdieron en sus salarios y sus beneficios sociales. Sin
embargo, a pesar de su prisa, se dio el tiempo necesario para reflexionar, especialmente en
cuanto a sus demandas salariales, donde se acostumbran a lanzar cifras maximalistas. Esta
vez quisieron estudiar el problema, para lo cual tuve el privilegio de ser convocado para
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
dirigir el estudio, que dio lugar a una reflexión mayor: la participación de los trabajadores
en el proceso económico y social del país, de forma integral y no meramente salarialista.
De ese modo es que le plantearon al Presidente Guevara, la posibilidad de elaborar
un documento integral sobre la economía boliviana y el alcance que podría tener su
participación en el gobierno. Planteamiento que desubicó a su principal dirigente que no
conocía de este propósito, motivo por el cual reclamó su participación, lo que dio lugar a un
trabajo particular e intensivo, entre mi persona y la de Juan Lechín Oquendo, líder máximo
de los trabajadores, donde se analizaron los problemas y comportamiento de la economía
y sus posibles soluciones, junto a las políticas que debían desarrollarse para cumplir con
los objetivos propuestos.Todos los días en la tarde, este importante líder trabajó y discutió
durante un mes esta problemática, dando lugar a un planteamiento que fue aprobado por la
Asamblea de la COB en 1979, publicando un documento que fue de conocimiento público,
pero que nunca se discutió con el gobierno del Dr. Guevara.
Este Gobierno no quiso conformarse con ser otro más de transición a la democracia.Tenía
sobradas razones para pensar en soluciones, ya que existía, para decirlo de alguna manera,
capacidad instalada. Pero junto con la prisa de los trabajadores emergieron otras prisas: las
de unos políticos que reclamaban para los trabajadores un desproporcionado aumento de
salarios, con lo cual reaparecían en el escenario con un efecto aparentemente popular, y la
de otros políticos, que al verse frustrados por el empate o empantanamiento, decidieron
ir por la línea del Golpe de Estado. Este Golpe tuvo tal premura que pese a que Bolivia en
la reunión de la Organización de Estados Americanos que se realizaba en La Paz en ese
momento ganó un apoyo diplomático en su lucha por salir al mar, el Gral. Natusch Busch,
apoyado por militantes del MNR, procedió al cambio de gobierno que resultó cruento
y, por ventura, breve. Sobre este momento histórico hay muchas versiones y verdades a
medias que algún día se aclararán; lo cierto es que la democracia en ese momento no se
derrumbó, pero quedó herida de muerte.
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Flavio Machicado Saravia
Del planteamiento puramente salarial se pasó a estudiar la lógica económica anterior, las
características de la economía, su capacidad de oferta, etc. Se trató de un esfuerzo y de
una constante pedagogía económica, por lo que la clase trabajadora superó su postura
puramente salarialista y estuvo dispuesta a discutir, dentro de un contexto global, la política
económica del Gobierno. Los trabajadores no sólo mostraron disposición de discutir
acerca de la conveniencia o inconveniencia de una u otra medida en particular, sino la lógica
económica total. Para ello la COB tenía su propia propuesta económica, como una forma
de insertarse en la solución de la problemática nacional.
De esta manera es que la discusión se llevó a cabo con el gobierno de la Sra. Gueiler. En
esta oportunidad por vez primera los dirigentes de la COB discutían su propuesta con
un Gobierno en pleno, la misma que constituía un mandato aprobado en una asamblea
convocada para este propósito. La diferencia entre la propuesta de la COB y el programa
de ajuste del Gobierno era básica: se discutía una política económica global de desarrollo,
contra una política económica que sólo buscaba la estabilidad. Mientras que la COB sostenía
con su política de desarrollo la reversión de los resultados económicos en una mayor
proporción a favor de la clase trabajadora, el Gobierno estaba preocupado por el simple
ajuste. No es que ambos enfoques fueran incompatibles, lo que ocurrió es que el Gobierno
asumió una posición fija, sin entender la posición de la clase trabajadora que en el pasado
sólo demandaba conquistas salariales, al margen de sus consignas ideológicas.
Una mejor disposición mostró el representante del FMI con quien conversaron algunos
líderes obreros, primero con cierta cautela y luego con más confianza. El funcionario
internacional quiso ir más lejos, anticipándoles a los líderes obreros que podían realizar las
reformas estructurales que quisieran, ya que el FMI no intervenía en los asuntos de política
interna, y argumentando que sólo deseaba cooperar en la superación de los desajustes
internos y externos de la economía. Ante esto uno de los líderes obreros le respondió que
no estaban previstas en la mente de la COB más nacionalizaciones cuando aún se tenía la
tarea de poner en pie las que ya se habían realizado.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
lo cual sólo faltaba una decisión oficial para liquidarlas, la respuesta obrera siempre fue
categórica en favor de la continuidad de la empresa privada, con tal de que ello significara
precautelar sus fuentes de trabajo. El mensaje del documento de la COB tenía esa posición
conciliadora: “Queremos cooperar con la solución económica, sin que ello represente un
cambio en la lógica del sistema prevaleciente, en cuanto a su funcionamiento”18. Lo que no
quería la clase trabajadora era la racionalidad existente en cuanto a la injusta distribución
del excedente o en la excesiva apropiación de la plusvalía del trabajador por parte de la
clase empresarial. El planteamiento de la COB propiciaba un cambio, pero al punto de que
no afecte la reinversión pública y privada ni las expectativas de ganancia del empresario.
Lo que no se quería era la especulación y la explotación de los trabajadores. En síntesis, su
conducta fue conciliadora y participativa, lo que ya resultaba un problema para los líderes
obreros porque el mensaje a las bases era más difuso y complejo.
Pero la clase dominante no leyó así el mensaje de la COB. Ni siquiera lo leyó. Adoptó una
postura desconfiada como si se tratara de una intromisión gratuita en asuntos que no eran
de la competencia de los trabajadores. Este rechazo significó para los líderes trabajadores
una frustración, que fue claramente sintetizada por uno de sus grandes líderes (Víctor
López): “No nos entienden, ni ellos, ni las bases. El lenguaje salarialista es más efectivo, claro
y fecundo”. A pesar de que los trabajadores volvieron a su tradicional postura salarialista,
desde entonces hablan de paquetes económicos proponiendo, junto con sus demandas
salariales, un conjunto de medidas económicas que estén a la altura de la coyuntura
existente. No será fácil avanzar por este camino. El trabajador seguirá luchando por un
mejor salario, sea en la empresa pública o privada: no está lo suficientemente preparado
como para ir más allá y participar en favor de la gestión de la empresa.
La toma de conciencia que hubo en la clase trabajadora y en sus líderes sobre el nuevo
papel que tenían que jugar en el precario retorno de la democracia, que asimiló como
propios los planteamientos económicos sugeridos por mi persona, le valieron para que,
como parte de la solución política del gobierno de Lydia Gueiler, se invitara a participar
con la presencia de 7 Ministros de Ejecutivo, encomendándome en esta oportunidad su
rápida búsqueda, incluyendo más tarde al Ministro de Hacienda, lo que no fue difícil, pero
no imposible. Efectivamente fueron nombrados y acompañaron a la Presidenta hasta su
derrocamiento.
18 Citado en: LAZARTE, Jorge, op. cit. Se trata de resumir con ello el espíritu que primó al confeccionarse el plan de
la COB.
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Flavio Machicado Saravia
Durante el gobierno de García Meza, que frustró el ingreso del triunfador de las elecciones
del 80, la política económica se concentró en el ajuste económico; pero no tuvo éxito. En
los años 1979 a 1982 la inflación subió de 19.7% a 47.2% en 1980; a 32.1 % en 1981 para
finalmente desembocar en un 123.5% en 1982. Aunque la Argentina otorgó “generosos”
créditos, la inversión bruta siguió descendiendo. Entre 1979 y 1980 la inversión bruta bajó
en ‑17.3%; entre 1981 y 1982, en ‑28.9%. El PIB entre 1981 y 1982 cayó en ‑4.36%, año
a partir del cual éste siguió descendiendo. Los gobiernos que sucedieron a García Meza
fueron de transición hacia la democracia. El primero fue el del General Celso Torrelio,
que asumió la Presidencia ante el grave desgaste interno y externo del garciamezismo. El
segundo fue del General Luis Vildoso, quien asumió el Gobierno para entregarlo luego al
ganador de las elecciones de 1980, el Dr. Hernán Siles Zuazo.
El problema más serio que heredó la nueva democracia fue el proceso inflacionario y la
ausencia de reservas en divisas, en circunstancias en que los ahorristas estaban prestos a
retirar su dinero tan pronto como se definiera el nuevo régimen cambiario. Recuérdese que
durante los últimos meses del anterior Gobierno se había aplicado la política de flotación
del dólar como una manera de estabilizar la moneda. Esto dio lugar a la existencia de
diferentes tipos de cambio, según los cuales se habían realizado los depósitos. Es decir,
hasta ese momento la política de dolarización del ahorro estuvo vigente: pero se tenía una
política de cambio flotante donde se realizaban tantos ajustes que no estaba claro ni para
el depositante ni para los bancos, con el agravante de que el tipo de cambio paralelo seguía
moviéndose para arriba.
Durante el gobierno de García Meza se firmó el primer acuerdo con la banca internacional,
por el cual se reprogramó la deuda externa con esa fuente financiera. El sistema propuesto
fue similar al de todos los países, y consistió en los siguientes principios básicos:
• Al ser reestructurada la deuda como unidad, sería tratada con un Comité de Bancos,
lo que evitaría múltiples negociaciones individuales, Pero además, y esto es más
importante, todos los bancos deberían actuar a través del Comité de Bancos, lo que
evitaría una acción unilateral de alguno de ellos.
• El deudor deberá pagar al Comité de Bancos todos los gastos de viaje, alojamiento
y comida de sus miembros, cuando éste se reúna con Bolivia o con cualquier país
deudor.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
El cambio que se dio posteriormente en los créditos externos fue notable, y merece un
análisis más profundo. Por el momento, se mencionan algunos hechos a título de ejemplo.
Hasta 1971 los gobiernos tenían que realizar algo parecido a romerías en busca de
financiamientos, desde ese entonces se ofrecía en la calle, o a través de un télex que bien
podría estar instalado en el cuarto de baño de un departamento de una sola pieza, donde
residía un intermediario financiero, sea en Nueva York, París o Frankfurt.
Pero a partir de 1978, cuando la fiebre de los petrodólares pasó, empezaron a llegar ofertas
tentadoras del mundo árabe de miles de millones de dólares, con tasas de interés bajas y
plazos eternos, con tal de que la comisión fuera abundante. Como la práctica del télex era
común en Bolivia para las grandes empresas o para informar catástrofes de tipo familiar‑
y aún las llamadas de larga distancia se las denominaba “conferencias”‑, cualquier cable
con alguna oferta de dinero constituía para los ingenuos una prueba firme y concreta.
Durante la gestión de Lydia Gueiler, cuando la COB dialogaba con el Gobierno y discutía
el problema económico, midiendo hasta el centavo, no faltó un honorable parlamentario
con ánimo de conciliar y con la mejor intención posible, que exhibió un cable según el cual
se ofrecía al gobierno de Bolivia algo así como mil millones de dólares a una buena tasa de
interés y a largo plazo. Inclusive el propio Ministro de Finanzas de aquel entonces dudó en
aceptar dos ofertas tentadoras de ese tipo, exhibiéndolas en una reunión con la COB con
expresión de asombro y de consulta a la vez. Pero el tema de los créditos árabes tiene un
espacio especial, ya que durante el gobierno del Dr. Hernán Siles Zuazo dieron lugar a falsas
expectativas y negociaciones, que siempre terminaron en lo mismo: en un cuento de las
“mil y una noches”.
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Flavio Machicado Saravia
VII
CAPITULO
El panorama económico y social que precedió a este período era de esperanza, en especial
en lo económico, donde los experimentos de la flotación del dólar, el ritmo inflacionario y
la especulación constituían el telón de fondo. En lo social, las esperanzas estaban puestas en
el gobierno democrático, cualquiera que hubiera sido su signo. Lo importante consistía en
que nuevamente se viviría dentro del marco de la Constitución y de las libertades civiles. El
gobierno de la Unidad Democrática y Popular, UDP, compuesto por el MNR‑1 de la fracción
Silista, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el Partido Comunista (PC) y la
Democracia Cristiana (PDC), que apareció al final en este escenario presidido por el Dr.
Hernán Siles Zuazo, tenía el beneplácito de todos, aunque no se sabía entonces cuál era el
significado de ese movimiento político que había ganado las elecciones en 1980.
Para hacer frente a este panorama se contaba sólo con 500 mil dólares de reservas
disponibles al 30 de septiembre de 1982. El producto estaba con signo de crecimiento
negativo (‑4.36%), y la inversión de capitales mostraba su primera caída espectacular (‑29%
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
con relación a 1991). El tipo de cambio oficial se encontraba lejos del cambio paralelo, con
el consecuente pánico de los ahorristas y el beneplácito de los especuladores. La flotación
del dólar que se aplicó durante los regímenes militares, que es una técnica utilizada para
que el tipo de cambio encuentre un mejor equilibrio en el mercado, no contó con el
respaldo necesario en materia de reservas internacionales (dólares, oro, etc.), como para
influir y regular la paridad del dólar al mismo tiempo. No se tuvo en cuenta que una política
cambiaria sin reservas siempre fracasa. Es como entrar a un juego de póker sin tener las
fichas o el dinero suficientes para comenzar el juego.
Para ganar adeptos se ajustó el nivel de salario real al nivel que existía en 1971 ‑recuérdese
que hasta 1982 el salario fue perdiendo su poder de compra hasta en un 40%. El incremento
fue mucho más alto en favor de los mineros, puesto que se suponía que allí estaba la
principal fuerza social de apoyo, al menos eso es lo que buscaba el Partido Comunista,
que siempre estuvo tras el ajuste salarial de los mineros; pero siempre más allá de lo
que permitía la empresa y la economía nacional. Era un interés ideológico en procura de
banderas políticas hacia el futuro. Este reajuste salarial fue acordado, pese al escepticismo
de algunos de sus líderes, puesto que sabían que la COMIBOL no lo soportaría. Finalmente
fueron convencidos, ya que se sostuvo el argumento de que habían mil millones de dólares
de respaldo provenientes del mismo crédito “árabe” anteriormente mencionado. Pero
esta ingenuidad no sólo era propia de los actores de ese momento, también ocurrió algo
parecido cuando el Golpe de Natusch Busch. En esa oportunidad, un alto personaje de ese
régimen pensó obtener a través de una llamada telefónica 300 millones de dólares de la
OPEP. Más tarde la OPEP, durante el gobierno de la UDP, formalizó un crédito para apoyo
de la balanza de pagos, pero por 6 millones de dólares. Esta institución contaba con 100
millones de dólares para todos los países de Centro y Sudamérica.
Se pensaba que con la desdolarización se estimularía el ahorro, ya que todos los depósitos
en dólares o con cláusula de valor tenían distintos tipos de cambio. De este modo, al fijar
un sólo tipo de cambio, que era el del mercado paralelo, se nivelaban los distintos ahorros
devolviéndoles su verdadero valor. Pero como no había dólares en el Banco Central, salvo
los que provenían del narcotráfico, los primeros ahorristas desconfiados optaron por sacar
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Flavio Machicado Saravia
sus depósitos del Banco y se fueron a la calle para convertirlos en dólares en efectivo. De
este modo la sentencia bíblica se volvía a cumplir a la inversa, ya que los “primeros” otra
vez fueron los “últimos”. Los ahorristas que despertaron tarde fueron al mercado cuando el
dólar paralelo inició su escalada ascendente, llegando a 600 pesos en febrero de 1983. Las
personas e instituciones que no retiraron su dinero de los bancos pagaron por su buena fe
y confianza con la pérdida de todo lo que habían ahorrado.
Por su parte los bancos estaban obligados a recibir en pesos bolivianos el pago de las
deudas que originalmente se otorgaron en dólares.Teóricamente con ese dinero los bancos
podían comprar dólares en el Banco Central, a fin de concluir el ciclo que dio lugar al
financiamiento externo, pagando luego a los bancos internacionales. Por la compra de estas
divisas realizada por la banca nacional se tenía que pagar una diferencial (de 160 a 200 pesos)
ya que para la banca el tipo de cambio oficial fue fijado en 200 pesos por dólar. La intención
implícita en esta política buscaba, en primer lugar, que los empresarios recuperen su calidad
de sujetos de crédito. Se suponía que de alguna manera, ellos estarían en condiciones de
pagar sus deudas, al menos en pesos bolivianos. A la vez, se presumía que la banca nacional
retornaría dólares al país, con el objeto de obtener los recursos necesarios para cubrir
la diferencial de cambio impuesta en esta política económica. Además, se obtendría con
ello una mayor oferta de divisas, tan necesaria para que la desdolarización cumpla con su
cometido.
Como el supuesto básico de esta política falló, ya que no se tenía dólares para hacer frente
a esta situación, el Ministro de Finanzas firmó un acuerdo “secreto” con la banca privada
por el cual el Banco Central se comprometía a honrar los intereses y multas que les
cobrarían los acreedores externos a partir del momento en que el cliente nacional pagaba
sus obligaciones y el Banco Central recibía los dólares oficiales. En otras palabras: el Estado
corría con toda la cuenta (“Riesgo Cambiario”), por no tener las divisas que respaldarían
su política de desdolarización.
Los empresarios que pagaron las deudas a los bancos suscribieron a la vez un acuerdo
privado, a fin de que ellos, en el caso que el Banco Central no les provea dólares al tipo
oficial, cubran la diferencia cambiaria en el futuro. De este modo la banca se protegió por
todo lado. En los hechos, un banco no tiene dinero propio, salvo su patrimonio inicial,
razón por la que trabaja con el dinero del público o con préstamos del extranjero. Así,
en su calidad de intermediario financiero, no podía disponer de divisas libres como para
venderlas en el mercado, salvo que utilice sus propias utilidades. Al confundirse el dinero
del banco con el banquero, se logró que éste evada en última instancia su responsabilidad y
transfiera al Estado la responsabilidad de la inexistencia de divisas oficiales, no sintiéndose
obligado a pagar sus deudas a la banca exterior en tanto las mismas no estén disponibles.
Además, el Estado era el único ofertante de divisas, puesto que tenía el monopolio de las
que producían nuestras exportaciones formales. Se excluía, por supuesto, las que origina
el narcotráfico y las que produce el contrabando. En todo este proceso, en el que estaba
implícito el concepto que se conoce como el de “riesgo país”, la banca se excluyó y evadió
toda responsabilidad.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Durante 1982 la inflación llegó a 124% y la tasa de interés bancaria llegó en promedio
a 45%. De este modo, la tasa de interés real fue de ‑79%. En 1983 y 1984 esta situación
fue más grave, a consecuencia de los factores político sociales que se explicaran en los
próximos acápites. En l983, la tasa de interés real fue de ‑201% y en 1984 de ‑1.151%. En el
transcurso de 1985 hubo aumentos en que la tasa de interés bancaria tuvo signo positivo;
pero la tendencia siempre se inclinó hacia tasas de interés negativas, hasta que llegó la
política de estabilización del nuevo Gobierno.
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Flavio Machicado Saravia
Los ajustes graduales que inspiraron la primera política económica tenían que ser puestos
en práctica, y todavía quedaba alguno de los 100 días de tregua social propuesta por el
Dr. Siles en el inicio de su gestión. Para ello el nuevo Gabinete Ministerial tenía que revisar los
pasos que había dado el Gobierno inicialmente, especialmente en el campo externo. En las
etapas iniciales de la flamante gestión se había conversado con la banca privada extranjera,
puesto que si bien sólo era un acreedor que tenía un 25% de la cartera, controlaba el 100%
de los flujos internacionales en el mundo financiero. Bolivia, como otros países, tuvo que
pagar por anticipado una suma por cualquier operación de importación, ya que al existir
la posibilidad de que algún acreedor embargue nuestros bienes o depósitos en el exterior
ningún banco abre una carta de crédito a nuestro favor sin tornar previamente todos los
recaudos. El Gobierno también se vio obligado a conversar con el FMI, puesto que de otro
modo no existía posibilidad alguna de iniciar un diálogo fructífero con la banca internacional.
Esa era la realidad y no había otra. De allí que cuando los representantes de los partidos
políticos se reunieron en marzo de 1983 conmigo, ya que se trataba del primer contacto
que tuve como Ministro de Finanzas, en mi calidad de independiente, ya que no pertenecía a
ninguna partido político, menos a la UDP, teníamos que partir necesariamente de ese marco
externo. Lo mismo ocurrió en el diálogo con la dirigencia de la COB. En ambas reuniones,
al margen de la retórica y del ejercicio académico o sindical, no se vislumbraban propuestas
coherentes que pudieran cambiar lo que estaba vigente. Solamente se completó el cuadro
con la realidad externa y la forma cómo el Gobierno debería encarar esta situación clara
y directamente.
Los actores técnicos, sindicales y políticos asistentes a las reuniones con los ministros de
la UDP, no llegaban a comprender el grado de dependencia en el que estaba sumido el país.
Los grados de libertad eran limitados o simplemente no existían, por lo tanto, se aceptó mi
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
tesis que luego se convirtió en oficial, de manera que se buscó un diálogo directo, franco y
público, con el FMI y con la banca internacional. Para evitar malos entendidos, especialmente
políticos, esta posición fue analizada en amplios círculos de opinión, personas de confianza
del nivel técnico y sindical hasta el Congreso. Se trataba de un compromiso nacional y no
sólo de una idea personal del Ministro de Finanzas.
Aunque la estrategia que se propuso en marzo de 1983 se aceptó en los niveles técnicos
y políticos del Gobierno, en el nivel sindical, como siempre, no se llegó a nada concreto.
Pero eso era comprensible: aunque el Ministro de Finanzas que propuso fue asesor
económico de la COB, no eran parte del oficialismo, por lo tanto, se reservaban el derecho
de controversia. Lo que resultó inaudito fue el posterior comportamiento de los políticos
que se encontraban en el poder, quienes negaron lo aceptado, a fin de ganar indulgencias
ajenas y no verse perjudicado en su “carrera política”. Pese a que alguno de ellos negoció en
“secreto” con el FMI y la Banca Privada Internacional, esto no podría ser de conocimiento
público, ya que se perdería el carácter “imperialista” que manifiestan siempre como una
forma de legitimación política.
Otro objetivo planteado era el ordenamiento del Presupuesto General de la Nación. Debido
a que en el transcurso de los primeros tres meses iniciales del gobierno del Dr. Siles no
se había elaborado el Presupuesto General de la Nación, frente al desequilibrio de fuerzas
en el parlamento y la presencia de una ofensiva obrera por sus demandas de incremento
salarial era obvia la necesidad de contar con un Presupuesto General de la Nación, que
además de servir para la orientación del gasto público, también fuera un escudo para limitar
la presión social más allá de lo posible.
Esta tarea era muy difícil, debido a que con la flotación del dólar e inflación los parámetros
del gasto no estaban claros para nadie. Más claramente, no había referencias concretas para
elaborar el nuevo presupuesto, por lo que había que partir de cero. Ese era el problema
del Gobierno. Tenía que estructurar una nueva relación de gastos, ya que los presupuestos
anteriores no servían de base. Pero además había inflación, por lo que se imponía estimar
los ingresos y gastos con una proyección basada en tal o cual perspectiva inflacionaria. Sin
embargo, se hizo el esfuerzo, con un puñado de técnicos y el asesoramiento externo de
una persona que conocía los presupuestos anteriores y tenía la idoneidad profesional para
hacerlo. De este modo, se lo presentó al Congreso, donde además se discutió el tema de
las finanzas públicas y el de la deuda externa. Si bien formalmente el Presupuesto llegó
tarde, lo importante es que no había voluntad política para tratarlo, ni por los propios
parlamentarios del gobierno, mucho menos por lo opositores. No sólo el Congreso estaba
en receso, sino cuando se lo trató ya no servía de nada: la inflación se había encargado de
erosionarlo completamente. Lo importante es que se logró una nueva forma eficaz para
obstruir la tarea del Ejecutivo, como si Bolivia pudiera darse el lujo de gastar su tiempo.
Naturalmente, esta lección más adelante sirvió para que el Congreso muchos años
después, cuando se hicieron algunas reformas a la Constitución, por la cual si en un tiempo
determinado (60 días hábiles) el proyecto de Presupuesto no era aprobado por el Congreso,
éste automáticamente se constituye en ley de la República. Sabia reforma, pero que también
sirve actualmente para otro tipo de juegos políticos que más se parecen a “triquiñuelas”
infantiles propias de un instinto primario, que están lejos de servir a los intereses comunes
de la sociedad en su conjunto.
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Flavio Machicado Saravia
Pero los políticos del gobierno no podían aceptar el éxito que se estaba logrando con la
presencia de los ministros independientes, con el pretexto del retorno del MIR al seno del
Gobierno, lo cual era legítimo y apropiado, se puso en tela de juicio la política económica
que estaba siendo impulsada por éstos proponiendo su cambio en el Gabinete.Total, la cama
ya estaba tendida; ahora era más fácil ocuparla. No se pensó que a veces los procesos se
dan en función de las personas y de la credibilidad que se tenga de ellas. Lamentablemente,
en la actitud de la banca internacional y de los organismos internacionales se demostró
que confiaban más en las personas que en el propio Gobierno. La experiencia parece
corroborar que las relaciones internacionales son básicamente personales, razón por la
cual los países que tienen estabilidad institucional logran mayores ventajas. Aunque no se
rompa la relación formal entre Estados y organismos internacionales, que siguen la rutina
con disimulo y formalidad, es necesario subrayar que es el contacto entre las partes lo que
realmente hace funcionar esta relación.
Retornó la confianza en marzo de 1983, el dólar paralelo bajó de 600 pesos a 360 y se
mantuvo así hasta mediados de año. Se congeló parte de la oferta de dinero a través de
un mayor encaje legal. Los bancos nacionales tenían que depositar más dinero en el Banco
Central, por lo que prestaron menos que antes. Eso ayudó, sin duda, pero lo esencial fue
que había confianza.
Si embargo, cuando se trató de hacer funcionar el gradualismo todo era posible menos
modificar el tipo de cambio. Las fuerzas políticas y sindicales se opusieron a una necesaria
modificación de éste. No había problemas para reajustar salarios, pero sí los había para
modificar precios y el tipo de cambio. La escalada en los salarios, que siempre tendía a
recuperar el nivel real de 1971, no era compatible con la capacidad de la economía. Cada
vez que se llegaba a ese extremo era más brusca su caída, empujando negativamente a la
producción nacional. No se trata de diferenciar una administración de otra. Sin embargo, en
el gobierno de la UDP, durante sus largos 3 años de vigencia, hubo tantos correctivos como
cambios de Gabinete, por lo que también las responsabilidades no pueden ser las mismas.
La política gradualista estaba obligada a pisar con el acelerador los salarios y el gasto público
y poner el freno en el tipo de cambio y las tasas de interés bancario. El gradualismo a medias
no es gradualismo sino una política económica condenada al fracaso.
El Gobierno, a partir de agosto de 1983, luego de una prolongada espera por parte de los
ministros independientes que finalmente renunciaron para dar paso a los políticos a la larga
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
no fue beneficiosa, ya que dejó un vacío de poder muy peligroso, tanto a nivel internacional
como de la opinión pública, en términos de confianza . El hecho de que los militantes de
un partido o coalición política asuman la responsabilidad de administrar el Estado es una
buena práctica, pero como la base política era débil, el cambio no sirvió de mucho. Por el
contrario, se politizó en extremo. El manejo de la política económica no podía sostenerse
sólo por voluntad política, ya que las leyes económicas le salieron muy rápidamente al paso.
Si bien existió voluntad política del Presidente, la lucha en el campo de la política económica
se confundió con el juego de posiciones en el poder interno, con la presión externa y
con los conflictos de índole personal que se daban en los distintos niveles de la coalición
política. Por su parte, los líderes de la Revolución de 1952 contribuyeron negativamente
con sus disputas personales, sobre todo en la puesta en práctica de la política económica,
haciendo uso de todo tipo de recursos con tal de que no tuviera éxito. Fueron frecuentes
‑así se vio ‑ las controversias entre los miembros del Gabinete. La armonía y la coherencia
se perdía ante las dudas del Ejecutivo, terminando por confundir a los actores sociales y
económicos.
En efecto, bastaría con analizar la política salarial para demostrar la afirmación anterior.
Entre enero y septiembre se realizaron dos ajustes del salario que repercutieron sobre el
total del gasto público. En ese período, el total de gasto en salarios llegó a 53 mil millones
de pesos bolivianos. Sin embargo, los ajustes entre octubre y diciembre representaron 47
mil millones de pesos bolivianos. Es decir, en tres meses el gasto en salarios alcanzó casi
al 90% del período anterior, que fue de nueve meses. La emisión monetaria entre enero y
septiembre de 1993 totalizó 30 mil millones de pesos, pero entre octubre y septiembre
fue de 60 mil millones. El tipo de cambio paralelo entre febrero y mayo se redujo de 600
pesos por dólar a 388 pesos. Luego subió hasta llegar en diciembre de 1983 a 1.350 pesos
por dólar. En 1984 la historia se repite; pero con números más grandes, vale decir, con
más ceros a la derecha. De 47% que había llegado la inflación en mayo de 1984, se redujo
drásticamente en junio y julio a 4.1 % y 5.2% mensuales respectivamente. En esa época se
aplicó una política de ajuste drástica, que fue frustrada y dañada políticamente por la presión
de la COB y por la incomprensión del Gobierno. Esta vez la COB utilizó el sindicalismo de
cuello blanco del Banco Central, cuyos empleados, que eran los más privilegiados del sector
público, vivían atemorizados por un liderazgo incompetente, pero que tenía en sus manos el
escalafón de ascensos y promociones de la institución más importante del Estado.
101
Flavio Machicado Saravia
La democracia se salvó, por voluntad del Presidente y por el esfuerzo que realizó el
Episcopado boliviano con el apoyo incondicional del Embajador del Vaticano. Este personaje
había vivido muchos años en nuestro país y era testigo de nuestra convulsionada e irracional
historia política. No quería que se repitieran hechos que sólo avergüenzan a los líderes y
castigan a los pueblos. Los partidos políticos, que en el seno de la Iglesia se comprometieron
a cooperar en la solución de la crisis, se olvidaron, sin excepción, de su palabra empeñada
apenas salieron a la calle. Esto era previsible, ya que el tema de la crisis propuesto por la
Iglesia ni siquiera fue tocado en las reuniones convocadas por ella. Pero sobre esto hay una
extensa explicación en la Cuarta Parte del presente libro.
Para completar el cuadro de la política económica de la UDP falta aún comentar la política
de control de precios y de cambio. La primera presupone un efectivo aparato estatal y,
sobre todo, una organización a nivel del consumidor, los que no son fáciles de encontrar
en países como el nuestro. El aparato estatal se corrompe fácilmente y el consumidor no
sabe cómo organizarse, razón por la que, con el fin de dar solución al problema, se termina
por caer en las garras del mercado. Este lleva a la economía a un cierto equilibrio que no
siempre es el adecuado ya que castiga de todos modos a los más necesitados. El problema,
pues, subsiste y hay que buscarle una solución que no es sencilla de imaginar.
102
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Lo más grave del caso es que no se puede separar las dos caras de una misma moneda: el
vendedor es consumidor a la vez y el productor también es consumidor. Así, por ejemplo,
en una ocasión, cuando se propuso a los trabajadores fabriles que asuman en sus fábricas
el control de los precios, la respuesta fue evasiva. Lo que ocurría era que los fabriles sabían
que si en su empresa el precio era alto podían conseguir más ventajas en su salario en
forma de premios o bonos de producción. De nuevo, la economía era vista a través de un
solo ojo.
Lo que sí demostró el Dr. Siles fue su voluntad personal para preservar la democracia.
En el momento más crítico de las negociaciones que se realizaron con la mediación de la
Iglesia él personalmente me citó a su residencia para solicitarme que transmita a la Iglesia
su disposición de renunciar a su mandato un año antes de que concluya: “El pueblo empieza
a odiarme y yo no puedo permitirlo, porque siempre luché por él. Además, soy católico
y no puedo permitir que el esfuerzo de la Iglesia fracase. Mañana habrá una solución al
problema.” Esa fue una decisión irrevocable, que puso punto final a la coalición política de
la UDP que tanta expectativa produjo con su arribo al poder. En ese momento era el nexo
entre la Conferencia Episcopal y el gobierno, como se explica luego en la Cuarta Parte del
presente libro.
Tal es la importancia del diálogo que auspició la Iglesia Católica, so pretexto de la “huelga
de hambre” que asumió el Presidente de la República Dr. Hernán Siles Zuazo, en defensa
de su gobierno y la democracia, que no sería posible explicar adecuadamente el proceso
democrático desarrollado posteriormente. El “Diálogo para la Democracia” como se
denominó el encuentro, en 1984, con los partidos políticos, trabajadores y empresarios,
auspiciado por la Iglesia Católica, con la finalidad de lograr un Pacto Social, que permitiera un
mejor relacionamiento y convivencia entre los bolivianos, para encarar la crisis económica
y superar los obstáculos estructurales, pese a que no concluyó como se deseaba, abrió
un período de construcción de la senda democrática, a través de un proceso llamado de
“democracia pactada” que permitió conjurar la crisis inflacionaria y establecer una base
institucional democrática, donde el juego político pudiera dar lugar a una mayor desarrollo
económico y social. Tal como ocurrió con el Pacto de la Moncloa en España, cuando el
103
Flavio Machicado Saravia
camino de la construcción democrática casi fue interrumpido por la fuerza, dando lugar a
un potenciamiento económico sin precedentes. Por este motivo y, por la importancia que
tiene, en mi percepción personal, el pacto social, es que se ha dedicado un capítulo especial,
sobre este tema en la Cuarta Parte de este libro.
Pero no es sólo el diálogo en sí, donde un sector condiciona por su fuerza al otro, que
tampoco viene a pactar, sino a medir la suya, y el resultado siempre es el mismo: termina por
desgastar a todas las partes en conflicto, esterilizando las soluciones que fuesen posibles.
Se trata de realizar un diálogo que permita aproximar a las partes hacia una solución, por
muy modesto que sea su alcance. El gobierno de la UDP dialogó hasta el cansancio, pero
los sectores no querían sino agotar su paciencia. Faltó comprensión; pero a la vez, existían
dentro de la coalición gobernante demasiadas corrientes subterráneas, que terminaron por
formar un remolino que fue capaz de acabar con su propia estabilidad política.
Pero dejemos de lado esta reflexión para tratar el tema que fue anunciado anteriormente: los
préstamos árabes.Así como las acciones y bonos de la Segunda Guerra Mundial encandilaron
fugazmente a los gobiernos de Ovando y Torres, los créditos árabes se presentaron
igualmente desde mediados del 70, tocando esta vez las puertas del gobierno del Dr. Siles
Zuazo. Los actores que se movieron en torno a este asunto eran hombres serios, aunque
también los hubo de otro tipo. La oferta era sencilla y atractiva: mucho dinero, baja tasa
de interés y largo plazo; se ofrecía “seriedad y garantía” en la operación, ya que a veces se
mencionaba a algún extraño personaje, que residía en algún lugar exótico como Ginebra o
Hawai. Lo evidente es que fueron tantas las ofertas y tantos los intermediarios, que a veces
la duda dejaba pensando que quizás el país estaba “desperdiciando” algún milagro financiero.
Esto tenía un efecto en la mente del Gobierno, que no veía la razón de tanto sacrificio
del pueblo cuando se tenía a la mano los recursos necesarios para salir del subdesarrollo,
y donde el margen de juego es estrecho y limitado por la dependencia. Seguramente
aparecerán muchos otros fenómenos como éste; pero debemos estar advertidos de que
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
las soluciones económicas viables sólo surgen del trabajo y de la inteligente utilización de
los recursos naturales que se posee, además del conocimiento tecnológico.
Es evidente que lo anterior suena como una ironía y preocupación a la vez, al constatar
tanta ingenuidad o ausencia de un elemental juicio económico, que se asemeja tanto a
la economía doméstica y se aleja de la economía política o la política económica para el
manejo de las finanzas públicas a nivel de un Estado. Por ello, en el Capítulo Cuatro de este
libro, se dedica todo un acápite a la discusión del fenómeno ahorro-inversión en nuestro
país, que ayudará a comprender la lógica económica dependiente y rentista que hemos
llevado y seguimos llevando a cabo en nuestro país.
105
Flavio Machicado Saravia
VIII
CAPITULO
Lamentablemente a los partidarios de este régimen y sus aliados no les gustó que se
aplicara un remedio semejante en abril de 1984. En efecto, las leyes que se referían al
sistema tributario y al impuesto a la gasolina, propuestas por gobierno de la UDP fueron
vetadas por los senadores del MNR y ADN que tenían mayoría en ambas Cámaras del
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Congreso, En ese momento arguyeron que defendían los intereses del pueblo y cumplían
con la Constitución. Más tarde, cuando asumieron el Poder, todo lo relativo al impuesto de
la gasolina y a la confiscación de los ingresos de YPFB fue aplicado sin consultar al Congreso,
ya que tenían mayoría parlamentaria. Supusieron que no habría problemas y lo pasaron
por alto. Recién en la última legislatura se aprobaron estas medidas en la Ley Financial del
Presupuesto, seguramente como una precaución, por si alguien se acuerde del caso en el
futuro. Desde el punto de vista de la acción de la política económica, no es extraño que esto
ocurra, puesto que la aplicación de los instrumentos legales constituye, por definición, un
acto de Poder, que en el caso del gobierno de la UDP no existía en la medida que exigían
las circunstancias.
La Nueva Política Económica (NPE) pasó por varias etapas en su formulación. Primero,
existieron los actores políticos que propusieron fórmulas que no conformaron al Presidente
Paz, hasta que un grupo reducido de personas logró finalmente, concretar y cristalizar la idea
central que tuvo número y nombre propio: 21060 y Nueva Política Económica. A diferencia
de los temidos “paquetes económicos”, el Gobierno promulgó sólo un decreto, en el que
se incluyeron las medidas de saneamiento fiscal, de control monetario, de liberalización de
la economía, de privatización, de fijación de impuestos, etc.
Con esa experiencia, y para evitar estos traumas, en abril de 1984, durante el gobierno de
la UDP cuando se trató de llevar a cabo la propuesta que sugerí al gobierno, motivo por el
cual nuevamente el Dr. Siles me nombró Ministro de Finanzas, se consideró la creación de
una Junta Monetaria como un mecanismo ágil que hiciera funcionar la política gradualista,
con ajustes frecuentes y sin alarmar a la población. Desafortunadamente, la resistencia que
se creó a nivel sindical y la debilidad del gobierno de la UDP provocaron rápidamente su
liquidación, prescindiéndose de este valioso instrumento. Con este retroceso, no quedó
claro si los partidos de la UDP estaban de acuerdo con el “gradualismo” o simplemente no
lo entendieron nunca.
El Decreto 21060 del gobierno del Dr. Paz dejó para la historia los “paquetes económicos”.
No había mucha diferencia, puesto que mientras estos contenían varias medidas que
conformaban un todo, el Decreto 21060 era un todo, compuesto por varias medidas. Esta
diferencia formal tuvo su importancia, ya que confundió al pueblo, que sólo percibió que
algo tendría que pasar para controlar la hiperinflación, lo que ya era suficiente. La opinión
pública se informa una vez que escucha las nuevas disposiciones, pero no se pone a estudiar
un extenso decreto, primero, porque no lo entiende, y segundo, porque es muy largo y no
107
Flavio Machicado Saravia
tiene tiempo ni ganas de hacerlo. Aquí es donde los comunicadores sociales, los políticos,
los líderes sindicales y los líderes regionales son los que tienen la palabra. Dependerá de
la credibilidad que se tenga de cada uno de estos para que la opinión pública la haga válida.
El Decreto 21060 fue rápidamente asimilado por la población, y no reaccionó cuando
se promulgó el Estado de Sitio y se confinó a los líderes sindicales como en los mejores
tiempos de la dictadura, pasando por alto el Estado de Derecho y la vigencia de los Derechos
Humanos, retornándose a la ley del más fuerte. No es necesario analizar detalladamente
el Decreto 21060. Lo que sí interesa es analizar su intencionalidad, su proyección hacia el
futuro y las actitudes que provocó su aplicación.
La política de estabilización de shock indujo a una depresión y a un alto costo social, cuya
duración se estimaba en un corto tiempo. La forma en que se revertiría el proceso estaba
apoyada en la creencia de que el sector externo sería más dinámico. Para ello se previó una
política cambiaría que debía ser flexible y realista, La estabilización tenía que producirse
muy rápidamente, para la cual se administró celosamente todos los mecanismos que
generaban una expansión monetaria. Se empezó por controlar la emisión monetaria con
mucha severidad. Se congeló el gasto público y se limitó el crédito fiscal para este sector.
No fue así para el sector privado, ya que éste tenía que funcionar como el factor dinámico
de la economía. Se buscaba un equilibrio entre lo que ingresaba y lo que se gastaba. Había
otros equilibrios más, pero eso es ya entrar a una explicación más económica del fenómeno.
Lo importante estaba en la regla general que exigía el programa de estabilización: no gastar
más de lo que se tenía en caja. En el Cuarto Capítulo del presente libro, hay todo un acápite
que analiza específicamente este aspecto.
Como uno de los componentes excesivos del gasto eran los salarios, éste fue el primer
rubro en afectarse. Pero no bastaba con reducir en términos reales el salario, puesto que aún
había demasiados empleados, se procedió a su relocalización, la que sólo se cumplió en su
proceso inicial. Se despidieron muchos empleados, pero sin tener certeza si ellos volverían
a encontrar otro empleo. El problema no era sencillo, ya que el manejo del equilibrio fiscal
y monetario se asemeja al cultivo de una planta: ni mucha agua ni poca, justo lo necesario.
En este caso se trataba del cuerpo social del Estado y del cuerpo social entero, ya que la
economía funciona a través de medios de pago (circulante monetario) y de la demanda de
bienes y servicios que realiza el Estado.
La restricción monetaria llegó a tal límite que sólo logró cubrir una fracción de lo que la
economía estaba acostumbrada. Es decir, la masa del dinero más los depósitos a la vista
en total siempre fueron alrededor de un 12% de la producción nacional. Pero esta vez la
proporción llegó sólo a un 7%. Por “suerte”, con los dólares que ingresaban a la economía,
el narcotráfico cubrió la diferencia, y con ello terminó por dolarizarla. Era una especie
de “stand by”, pero no tan complicado de tramitar, como cuando éste es requerido al
FMI, como me lo dijo Francisco Albergucci cuando fue Representante del BID en Bolivia,
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
compañero de estudios en Naciones Unidas, gran amigo y excelente persona que nos dejó
prematuramente. Eso sí, sus consecuencias pueden ser mucho más graves en el futuro y,
quién sabe, hasta en el presente, ya que la droga mina el cerebro del ser humano y trae
consigo peligrosas compañías.
Aunque la reacción social se hizo sentir y aún existen las huellas patéticas del desempleo, la
firmeza del Gobierno impidió que este problema se convierta en un movimiento político.
Reprimió duramente la “Marcha por la vida”, iniciada en Oruro, uno de los centros mineros
más afectados. Sin embargo, esta ciudad, que en el pasado tuvo hasta vuelos internacionales
de la línea aérea Pan American, con vinculaciones a Buenos Aires y Lima, tampoco se
deprimió como se pensaba. De un campamento minero pasó a ser un campamento de
distribución comercial de lo más diversificado.
El fenómeno social del desempleo fue neutralizado, en cierta forma, por los dólares del
narcotráfico y de los que retornaron sus dólares al país en busca de una mejor ganancia.
La repatriación de dólares que se depositan en los bancos del país se denomina “dinero
caliente”, porque son de muy corto plazo y a un costo mas elevado que el pagado en los
bancos donde originalmente se encontraban. En este caso la tasa de interés que se pagaba
en el país fue tres veces la tasa internacional. Sin considerar la especulación financiera que
realizarón las Compañías Financieras organizadas al margen de la fiscalización bancaria,
pero que tenían cabida en el entorno del Código de Comercio. Las posibilidades de ganar
dinero depositando en estos mecanismos engañosos financieros por las muy altas tasas de
interés que ofrecían, en particular una financiera denominada FINSA, constituyó un acicate
para que los mineros pidan su retiro anticipado y grandemente bonificado con créditos
externos. Iban a ganar más de lo que significaba su salario. De esta manera se facilitó la
política de “relocalización”, sin saber, por cierto, que esas condiciones de tan altas tasas
de interés durarían poco tiempo, como ocurrió con los prestamistas usureros, que muy
pronto entraron en quiebra y tiraron por tierra el ahorro de los menos favorecidos. Como
siempre ocurre en estos casos, produciendo en este caso una derrota de los mineros que
confiaron en la buena fe de sus dirigentes, que solamente hicieron un cálculo aritmético.
Para el despido de los mineros el Estado se prestó 60 millones de dólares del exterior.
Estos recursos se fueron entre los dedos del minero, porque los requirieron para subsistir
sin empleo. Los mineros que se apresuraron por salir de COMIBOL (los primeros 9.000
despedidos) porque querían depositar su indemnización en las financieras, ir al Chapare
para producir coca, servir de jornaleros o ir a Chile con el objeto de hacer negocios,
se encontraron con un mercado que estaba saturado y no admitía mayor competencia,
109
Flavio Machicado Saravia
Pese a todo, en el sentir popular, el precio del dólar continúa como una variable muy sensible.
Para ello sólo basta poner en un lado de la balanza lo que cuesta, en dólares, la canasta de
bienes esenciales, y poner en el otro lado, el ingreso que el trabajador recibe mensualmente.
Fácilmente se comprobará que se está gastando como en Nueva York; pero se está ganando
como en Etiopía, para mencionar otro país igualmente pobre (que además tiene los mismos
colores que nuestra bandera, pero ubicados al revés). La política de captación de divisas,
también cambió, Como hay libertad en su compra y venta, si bien en principio sigue vigente
el monopolio del Estado ‑para lo cual los exportadores deben entregar las divisas que
producen-, en la práctica esto sólo ocurre con las exportaciones del Estado.
La estabilidad económica se logró, aunque esta vez no fue la COMIBOL quien pagó la
cuenta, sino YPFB y el pueblo, que le transfirió ingresos al Estado por vía de los precios a
la gasolina y al gas, para mencionar a los hidrocarburos más importantes. En efecto, para
evitar la implantación de un impuesto, como era lo correcto, tal como había propuesto en
el anterior gobierno, el nuevo gobierno eludió la discusión en el Congreso y simplemente
fijó arbitrariamente un precio por barril de 65 dólares, lo que ocurrió efectivamente 20
años después, a fin de calcular, sobre esa base, los precios de los distintos combustibles en
el mercado. Luego, se reconocía a YPFB el equivalente de 19 dólares, que era el verdadero
precio internacional en aquel momento, “confiscando” el saldo a favor del Tesoro General
de la Nación (TGN), como si se tratara de un impuesto. Viveza criolla, con la cual puedo
financiar el 50% del gasto público, sin que el pueblo se diera por aludido, ya que en ese
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
instante lo que quería era que se frene la inflación, para lo cual existían las condiciones
para cobrar cualquier precio, que la población iba a pagar sin mayor protesta. No es que el
gobierno carecía de la fuerza política y parlamentaria para fijar los tributos al consumo de
combustibles, lo que quería evitar, era una discusión pública en el Parlamento, con lo cual se
corría el riesgo de alertar a la opinión pública sobre este asunto.
No hubo inversión directa, como ocurrió en 1956‑57; pero de algún modo se obligó a
las empresas petroleras Occidental y Tesoro a financiar los gastos públicos, al no pagar
la alícuota parte que les correspondía por concepto de sus exportaciones. En realidad,
resultó ser un crédito externo, que se convirtió en una inversión externa forzosa, en una
proporción de un 80%, lo que, naturalmente, fue una inyección favorable para la economía.
Se buscó la alternativa para liberar los recursos de YPFB, realizando una reforma tributaria,
en la que se introdujo el famoso IVA (Impuesto al Valor Agregado). Fue una modernización
del sistema tributario, discutible en su capacidad de aplicación y en su universalidad. Lo
importante es que el Estado empezó a recaudar más, y el sistema se fue perfeccionando
hasta llegar a los límites que le impondrá la estructura económica del país. En efecto, se
presentó el fenómeno de la falsificación de facturas y en casi todo el país, con excepción
parcial de la ciudad de La Paz, la exigencia de facturas toda vez que se realiza una compra
es muy débil o inexistente, pero lo más grave fue que posteriormente, por la constante
presencia de la demagogia, en los años 90, durante el gobierno de Jaime Paz Zamora,
retornó el fantasma de la politiquería, dando lugar a un “régimen simplificado” por el
cual los comerciantes hasta determinado volumen de ventas estaba exento de extender
facturas, tirando por la borda el principio de universalidad de los tributos, perforando de
esta manera irremediablemente al sistema.
Aunque en rigor, este nuevo sistema no pudo dar más de lo que estructuralmente la
economía boliviana lo permite. En efecto, cuando se observa los resultados del sistema
tributario anterior, que gravaba directamente a la renta de las personas naturales y jurídicas
(año 60) y el nuevo sistema tributario (IVA) (año 90), los ingresos provenientes de ambos
sistemas sólo representan alrededor de un 45% de los ingresos totales del gobierno y la
evasión, también es igualmente alta, del orden de un 30%.
111
Flavio Machicado Saravia
riguroso, que en nuestro país es aún débil por la falta de un mejor registro tributario. Peor
aún con un nuevo sistema que para que exista un riguroso control, la mayor parte de las
transacciones deberían realizarse a través de cheque o tarjeta de crédito y no al contado,
donde es previsible un chequeo de doble entrada y no al revés como es el caso boliviano.
Cuentan que un alto dignatario de Estado boliviano que se tuvo que operar de emergencia
en París, no pudo pagar con cheque ya que el médico que lo operó no quería que se
registrara esta operación (bancaria) por la cual hubiera tenido que pagar el impuesto al
IVA. Para este profesional, sus servicios eran una especie de extra, que tendría que pasar
desapercibida.
Es verdad que en los países desarrollados todos tratan de pagar sus impuestos con el menor
riesgo posible, ya que saben que la ley del fraude fiscal es muy severa. De otro modo también
tratarían de buscar la forma de evadirlos. Algunos lo hacen; pero profesionalmente, y de
acuerdo con las normas, como es el caso de las transferencias en favor de las fundaciones
u otro tipo de actividades similares. La “vocación tributaría” manifestada en la amnistía
tributaria, sólo mostró el grado al que había llegado la evasión y el desorden existentes en
materia de impuestos sobre inmuebles y de uso particular.
No es fácil encarar el caso aduanero, por la concepción anacrónica y política con que
se manejó este problema. El problema no es la Aduana en sí misma, es la corrupción del
aduanero, que se utiliza como colchón financiero en favor de la corrupción política. Es el
único lugar donde se quiere ir a trabajar gratis o por patriotismo en favor de algún “proceso”.
Como siempre hay un proceso en marcha, sea revolucionario, nacionalista, reformista o de
cualquier índole, siempre existen voluntarios para servirlo desde las aduanas ‑que son
tantas como nuestra frontera lo exige. En la Aduana ya no funciona la famosa frase del líder
chino Deng Xio Ping, cuando dijo que no importa de qué color sea el gato, con tal de que
cace ratones; en este caso, el problema es el gato.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
la condición necesaria para que el nuevo modelo económico funcione como una especie
de transición automática.
Para motivar a la opinión pública se recurrió al ejemplo de los países asiáticos, en los que
se produjo un cambio y avance espectacular en sus economías. En estos países funcionó
la economía de mercado: pero se olvidó mencionar el carácter geopolítico que tuvo, por
lo cual el mercado americano se abrió, en su momento, justamente para viabilizar estas
economías. En nuestro caso, se trata de hacer funcionar una economía social de mercado,
con un comercio externo restringido y protegido, con un desarrollo tecnológico incipiente
y con un sistema de transporte costoso. Esto último reducía aún más las posibilidades
de competencia en un mercado internacional dominado y alborotado por los cambios
políticos que se estaban dando, especialmente en el mundo socialista.
Con el propósito de reactivar la economía el Decreto 21660, con las mismas características
que el anterior, planteó una serie de medidas. Lo sustantivo, sin embargo, estuvo esta vez en
las reglas de juego que se establecieron para la banca. Por el hecho de que los recursos ex‑
ternos disponibles para la reactivación no otorgan financiamiento para capital de operacio‑
113
Flavio Machicado Saravia
nes, se explicitó la intención de vender nuestras reservas de oro para destinar una parte a
este fin, y otra, para promover un programa de construcción de viviendas populares. Como
la política en materia de la deuda pública era la de traspasar esta obligación al Gobierno
Central (T.G.N), también se aprovecharon las Mutuales de Ahorro y Préstamo, haciendo
que su deuda se transfiera al Gobierno. En realidad las Mutuales poco tienen de esa condi‑
ción, son más bien entidades capturadas por un grupo de personas que lucran a través de
la intermediación financiera, bajo ciertas reglas de juego que no están del todo definidas.
El ordenamiento de la banca privada trajo consigo una reforma administrativa del Banco
Central para lo cual cambió al personal, pasando por encima de la inamovilidad y la carrera
bancaria. El efecto de esta medida, que se repitió en otras instituciones, puso en tela de juicio
a la fortaleza de la burguesía burocrática, que anteriormente hacía lo que le venía en gana.
Recuérdese que uno de los sectores sociales que emergió y creció junto con la Revolución
de 1952 fue la burguesía burocrática del Estado.Ahora estaba siendo cuestionada, afectando
su estabilidad y control interno en las empresas. Sin embargo este hecho tuvo su costo, ya
que se prescindió de personal técnico con experiencia que debía convivir con las reglas de
juego del poder sindical, con temor y cuidado, si quería precautelar su trabajo o si deseaba
ascender en el escalafón respectivo.
Las disposiciones relativas a la banca convergieron hacia una mayor protección en el manejo
de los depósitos del público y regulaban el otorgamiento del crédito. Para estimular una
mayor capitalización, se redujo la proporción del crédito que un banco puede otorgar
en relación a su capital. Eso se llama “palanca financiera”. Se redujo la palanca financiera
de 30 a 10 veces el patrimonio propio de los bancos, en el caso de los recursos que
fueran captados por éstos (depósitos). Con el propósito de que también estos utilicen los
recursos provenientes del exterior, se les otorgó una palanca financiera equivalente a 5
veces su capital, La regularización bancaria creó un mundo de situaciones y especulaciones.
Los bancos pequeños suponían que era una política destinada a eliminarlos u obligarlos a
unirse con los bancos más grandes. A su vez, la banca no estuvo muy convencida de jugar el
papel de banca de fomento, como era la intención del gobierno, ya que no corresponde a
su práctica, y además no estaba preparada para cumplir con esa función.
La regulación económica, que efectivamente constituye una importante función del Estado,
en el caso del sistema financiero era conveniente, por esta razón en el gobierno del
Gral. Torres se la traspasó al seno del Banco Central para alejar a la Superintendencia de
Bancos de la influencia directa, que en ese entonces, ejercían los banqueros, previa reforma
institucional, por la cual se había convertido a esa institución en una entidad puramente
monetaria y cambiaria. Con la nueva reforma, el gobierno decidió retornar al esquema
inicial estableciendo nuevamente la Superintendencia, pero con giro de mayor rigidez e
independencia. Sin embargo, la morosidad en los pagos aumentó del mismo modo, ya que el
préstamo supone un riesgo así como un comportamiento de la economía y de sus factores
(trabajo, capital, etc.) que no siempre se dan a tiempo. Es decir, en nuestra economía atrasada,
a veces no se tiene las condiciones para producir cuando existe mercado; o, a la inversa,
cuando se está en condiciones de hacerlo, el mercado desaparece. Es la característica de
las economías dependientes del exterior y del gasto público. La morosidad en la banca
se encontró en niveles críticos (casi 30%), por lo que el Gobierno consiguió un crédito
de 70 millones de dólares del Banco Mundial para reducir la mora y alargar el plazo de
amortización. Se trató de una inyección financiera importante que debía ayudar tanto a la
114
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
banca como a las empresas deudoras del sector privado. De este modo el Estado asumió
el riesgo que corresponde en un país atrasado, tratando de crear las condiciones para que
la economía funcione, pretendiendo que el mercado juegue un mayor papel para que se
logre este milagro, lo que no es fácil ya que para ello se requiere también empresarios más
emprendedores que rentistas, lo cual forma parte de la creación del devenir histórico de
los pueblos y de las sociedades, que no se da de manera espontánea, menos en un proceso
político y social que vive en permanente péndulo.
La política económica del MNR aún tuvo otros aspectos; pero los más relevantes son: la
política económica para la estabilización monetaria, con todos los instrumentos conocidos y la
política económica de reactivación, con todos sus deseos, aunque con algunos instrumentos
115
Flavio Machicado Saravia
que tenían que perfeccionarse y complementarse, como es el caso del sector financiero
público y privado. La condición para el crecimiento y para el desarrollo económico, aparte
de los instrumentos de política económica, reside en la estabilidad social y en la seguridad
de que las reglas de juego tendrán vigencia en el largo plazo. No se trata de que todo sea
igual en el futuro, ya que ello no sólo depende de la voluntad de quienes la trazaron, sino
de múltiples factores que surgen en el devenir social de los pueblos: mayor conocimiento
tecnológico, aumento poblacional, cambios en los gustos y preferencias, conflictos sociales
internos y externos, etc.
Con el objeto de cerrar este capítulo es necesario referirse a dos temas que forman parte
de este período: en lo económico está la crisis del estaño, las negociaciones para la venta
del gas y sus derivados, y el tratamiento de la deuda externa; en lo social están los conflictos
y la mediación de la Iglesia Católica. La crisis del estaño tuvo su epicentro en el mercado
internacional. En pocas palabras: se produjo más estaño del que se necesita, con más países
en el escenario productor y menos en el consumidor. Siguen en el medio las reservas de
estaño que acumuló Estados Unidos sin ser productor: pero es un hecho que ya ni siquiera
aparece en algún titular en los periódicos. Por alguna razón desconocida, pese a la caída
brusca del monto en nuestras exportaciones de estaño y en su precio, no se produjeron
manifestaciones públicas ni quema de banderas, como antes ocurría frente a la Embajada
de Estados Unidos.
¿Es que el pueblo se había vuelto indiferente en relación a los problemas nacionales?,
¿es que no fue motivado por razones políticas? Al parecer, hay algo de verdad en ambos
cuestionamientos, pues en la medida en que los problemas individuales son cada vez
más difíciles de resolver, aparentemente se genera una mayor apatía colectiva. Como las
soluciones colectivas no redituaron mayor beneficio social en favor de las mayorías cada
vez son más las personas que tienden a encontrar la solución de sus problemas en el
plano individual. De esta manera, sólo se motivan cuando un fenómeno las afecta de un
modo directo, sea a favor o en contra. La indiferencia individual es un aspecto que tiende a
extenderse, incluso en los círculos donde no se presentaba este comportamiento (en los
sindicatos y centros estudiantiles). La crisis del estaño y de todos los minerales no produjo
una reacción popular, pese al impacto negativo que experimentó todo nuestro comercio
externo. El estaño, que en 1982 llegó a 278 millones de dólares, en 1987 se redujo a
48 millones. Los minerales, en general, de una exportación de 415 millones de dólares en
1982, se redujeron a 114 millones en 1987.
La crisis del comercio exterior se agravó posteriormente e incluyó en ella al gas y a otros
productos no tradicionales. De un total de 912 millones de dólares de exportación en 1982,
ésta sufrió una reducción de 602 millones en 1987. El valor de la exportación de bienes
cayó de 828 millones de dólares en 1982 a 473 millones en 1987. Estos valores no incluyen
la cocaína, puesto que sólo queda en el país el pago por la hoja de coca y la pasta, ya que
el resto de la transformación no estaba en manos criollas o estaba encadenada hacia el
exterior. En cambio, por el lado de las importaciones el fenómeno fue inverso. En 1982 se
importó legalmente bienes y servicios por 719 millones de dólares; en 1987, 923 millones.
Esto quiere decir que de un saldo positivo de 193 millones de dólares, pasamos a un saldo
negativo de ‑321 millones de dólares en 1987. Sólo en los años 1986 y 1987 el déficit entre
las exportaciones e importaciones fue de 512 millones de dólares; a lo anterior habría que
agregar el año 1988, en el que también hubo déficit y el pago de interés de la deuda externa.
116
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
La crisis del comercio exterior impidió cumplir la doctrina de que sólo se gastaría lo que
se tiene. El Gobierno recurrió al préstamo externo como el único recurso para balancear
nuestro comercio exterior y a la atracción de capitales privados de bolivianos residentes
en el exterior o que tenían depósitos en los bancos extranjeros, ofreciendo tres veces la
tasa de interés bancaria internacional, que es más bien conocido como capital “golondrina”,
que básicamente es especulativo y fugaz y, por lo tanto, insostenible en el largo plazo. Un
banquero alemán, durante las negociaciones con la banca me comentó que los bolivianos
tenían depositados en sus bancos más o menos 4 mil millones de dólares (el equivalente a
nuestra deuda externa), que es el monto que fue repatriado.
En las negociaciones de la venta del gas con el Brasil, en ese tiempo no hubo nada definitivo.
Estábamos frente a un dilema muy serio, puesto que la Argentina, un consumidor natural de
nuestro gas, estaba enfrentando una aguda crisis, lo que lo hacia insolvente en el momento
de pagar las importaciones de este energético. Con el Brasil la situación tampoco anduvo
bien, hasta que se entró en el plano de las negociaciones concretas: plazos, montos,
precios, etc. Las cartas de intención siempre tienen la letra grande donde se manifiestan
las recíprocas simpatías. Pero los contratos tienen la letra menuda y es allí donde es
necesario pensar mucho, y discutir, sobre todo, para conciliar los distintos intereses en
juego. Durante el gobierno del Dr. Siles, Bolivia hubiera llegado al mercado de San Pablo,
el más importante en el consumo de energía de América Latina; pero en ese tiempo no
faltaron las opiniones contrarias, los “defensores” de los intereses nacionales que al final
desalentaron o acobardaron a los políticos responsables en esta materia.
El tema de la renegociación de la deuda externa tuvo una preferente atención por parte del
régimen del gobierno de Paz Estenssoro. Las condiciones externas evolucionan en favor de
los países deudores, aunque no al extremo de hacerse demasiadas ilusiones. Bolivia llegó por
primera vez al Club de París para renegociar su deuda bilateral. Este es un acontecimiento
muy importante. El exótico nombre de este panel internacional, que más parece un lugar
donde jugar a las cartas, es nada menos que un centro donde asisten los representantes
de los gobiernos de los cuales es deudor un país generalmente subdesarrollado. En el caso
de Bolivia la deuda bilateral llegó a 1.264 millones de dólares (35% del total), de los cuales
863 millones se deben a la Argentina y al Brasil (614 y 249 millones respectivamente). La
deuda a ambos países latinoamericanos representó un 68% de la deuda bilateral y un 24%
de la deuda total.
La deuda con los organismos internacionales llegó en diciembre de 1986 a 1.111 millones
de dólares (31 % del total). Esta no se renegocia; pero es una deuda a muy largo plazo y
con baja tasa de interés. La deuda privada llegó a 1.094 millones de dólares (30% del total),
de la cual se debía a la banca internacional 922 millones de dólares: es decir, representaba
el 84% de este tipo de deuda y el 25% del total. Por último, la deuda reservada, que es para
las Fuerzas Armadas, llegó a 140 millones de dólares (4% del total). En el Club de París la
actitud fue favorable para Bolivia, puesto que se alargaron los plazos del pago de la deuda y
en algunos casos se la condonó, convirtiéndola en inversión a favor de nuestro país.
117
Flavio Machicado Saravia
el caso de Bolivia ésta fue realizada a través de donaciones hechas por países amigos. En
esta operación sólo entraron las deudas con los bancos pequeños. El Bank of America
revendió a Bolivia un 16% de los derechos sobre la deuda, pese a su entusiasta apoyo para
realizar esta operación, en su calidad de presidente de la comisión de bancos para atender
el caso de la deuda externa boliviana. Los bancos grandes se quedaron con la mayor parte
de sus derechos sobre la deuda, lo que hizo pensar en una estrategia distinta en relación a
este tema. Probablemente borrándonos del mapa, lo que posteriormente fue así. Lo cierto
es que los principales bancos, que han hecho las reservas para una eventual morosidad en
el pago de la deuda, no quieren soluciones fáciles como la lograda por Bolivia. Esta situación
es, en todo caso, excepcional y es improbable que se repita, ni siquiera para nuestro país.
Este hecho nos obligará a renegociar la deuda seguramente en mejores términos que en
el pasado, puesto que la deuda externa ya es un problema político e internacional y no
sólo bancario o financiero. Al final del cuento, hasta la deuda internacional fue, en parte,
condonada, como ocurrió con Bolivia que fue considerado un país incapaz de pagar su
deuda, al igual que las demás naciones pobres del mundo, especialmente del Continente
Africano.
La línea general para abordar la deuda externa no terminó de trazarse con claridad. En
el medio estaban los intereses de los grandes bancos transnacionales, los organismos
internacionales y el propio Gobierno de los Estados Unidos, que propuso una solución de
paños tibios para resolver un problema que requería una terapia de fondo. El Director del
FMI resumió el punto de vista de estos grandes intereses envueltos en el juego, dentro de
cuyo marco tenían que moverse los países. Por supuesto, salvo que no aparezcan eclosiones
sociales como las que se vieron en países como Venezuela y la Argentina, que propugnaron
la tesis propuesta por el líder soviético de acordar una morosidad de la deuda por cien años.
El Director del FMI había propuesto en la última reunión del BID lo siguiente: “Ahora nos
toca no tanto renovar nuestros financiamientos, sino renovar los medios, crecer, invertir
y pagar la deuda. Reanudar un crecimiento duradero en los países deudores. Reforzar su
capacidad de servir la deuda. Ayudarles a recuperar el acceso espontáneo a los mercados
internacionales de capital. Para ello se deben cumplir las siguientes condiciones:Adicionalidad
en el financiamiento. Calidad en los programas de reforma económica. Disposición real
voluntaria de todas las partes a explorar a fondo las posibilidades ofrecidas por los planes
de reducción de deuda. Solidaridad en el manejo de los problemas mundiales.”19
Los conflictos sociales no estuvieron ausentes durante este período, a pesar de la utilización
de la fuerza y la eliminación transitoria de las garantías constitucionales con la promulgación
del Estado de Sitio. La pérdida de la base económica que sufrió el sindicalismo minero y, en
parte, el fabril por la reducción del empleo de la COMIBOL en su actividad productiva, así
como de la minería privada y las fábricas se notó claramente, ya que en esa misma medida
se fue reduciendo su fuerza. Es lógico que ello suceda, ya que la base económica ejerce
cohesión y espíritu de cuerpo. Pero si los mineros son cada vez menos, como los fabriles,
ya no influyen en la sociedad, dado que la economía en esos sectores también redujo
su importancia relativa. Se cumplió una advertencia que les había hecho a los mineros
sindicalizados cuando en la época del Dr. Siles eran muy fuertes. En esa oportunidad, cuando
era Ministro de Finanzas, utilicé una metáfora preguntándoles si “sabían algo de la huelga de
hambre de los siringueros en la región del Acre, allí en el norte, donde perdimos la guerra y
118
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
territorio con el Brasil, a principios del siglo 20”, reaccionando con asombro y extrañeza, ya
que se trataba de una supuesta acción que debía haberse dado 80 años atrás. Era obvio que
la pregunta no tenía el menor sentido, pero me permitió reflexionarlos, ya que así como
estos supuestos siringueros, ya no tenían ninguna significación en ese momento, igual cosa
iba a ocurrir con los mineros cuando las minas de estaño y los sindicatos no tengan ninguna
significación social y económica, pudiéndose morir de hambre sin que a nadie le importe, lo
que ocurrió y ocurre en el presente.
Las manifestaciones públicas exitosas, por lo masivas, fueron aquéllas en las que participaron
los artesanos, los comerciantes minoristas, es decir, la economía informal que se hizo
presente para plantear su discrepancia con la Reforma Tributaria que los afectaba. También
estuvieron los campesinos, que planteaban la misma discrepancia, además del problema de
la reducción en la producción de coca. Las reivindicaciones de los trabajadores asalariados
que buscaban llamar la atención sobre su desempleo y su bajo nivel salarial se confundieron
en el bullicio que producían las reivindicaciones de índole tributaria Para la opinión
pública era el retorno negativo del pasado, y sólo mostraron curiosidad o molestia por la
perturbación que causan las marchas en el tráfico de vehículos. La última manifestación de
los mineros desocupados que se había concentrado en la Universidad tuvo una solución
política, ya que en el medio estaba el proceso electoral, confirmando que éste no sirve de
mucho para proyectar el movimiento popular hacia el futuro.
Los conflictos movieron a la Iglesia Católica a asumir un papel de mediación cuando las partes
así lo solicitaron. Por tal motivo, estuve presente, en mi calidad de asesor de la Conferencia
Episcopal de esa época, como en todos los conflictos sociales que se presentaron. La Iglesia
Católica acudió al llamado de las partes en conflicto y las reunió para que dentro de ese
marco de conciliación, que implicaba la presencia des los señores Obispos, el Gobierno y
las organizaciones sindicales, buscaran en el diálogo la mejor solución posible. No es que
la Iglesia fue indiferente a los problemas, esperando una convocatoria de las partes, puesto
que su posición fue pública y notoria, especialmente en favor de los pobres y de la justicia;
el asunto es que no tiene ni puede proponer soluciones a los conflictos sociales, no está
preparada para ello ni le corresponde. Pero puede, y sí está obligada a hacerlo, alertar sobre
los problemas e indicar su naturaleza, tal como se advierte en el Cuarto Capítulo del libro,
cuando se analiza exhaustivamente la temática de los pactos sociales en la economía.
119
Flavio Machicado Saravia
En los distintos conflictos que le tocó mediar se repitieron algunas actitudes. Por una parte,
el Gobierno siempre presentaba las posibles soluciones dentro de un marco casi inflexible,
puesto que la realidad económica boliviana se caracteriza más por sus restricciones que
por los grados de libertad que tiene; por otra parte, los grupos sociales en pugna, sean
mineros, maestros o estudiantes, cualquiera que sea su filiación política, al final respetaban
la autoridad de la Iglesia y en última instancia, aceptaban como válida cualquier solución
resultante, aunque ella en verdad sea sólo un paliativo. Hubo siempre una predisposición
al diálogo e inclusive a aceptar la realidad como algo inamovible ‑que en cierta forma lo es
en el corto plazo‑ más que se inducía a un ambiente generalizado de desconfianza por los
juegos de carácter táctico o estratégico de los representantes del Estado. Lo que ocurre en
Bolivia es que se ha hecho costumbre el regateo, en el que se oculta parte de la verdad, a
fin de que sirva como un recurso de transacción para que todas las partes salgan con una
sensación de triunfo, aunque en realidad se siga igual que antes.
En todo caso la mediación que la Iglesia realizó entre las partes para acortar el conflicto y
llegar a una solución que no podía ser completa y de fondo, por las restricciones que impone
la realidad nacional, puede servir de experiencia para el futuro. Las partes se aproximaron
porque ambas tenían fe y confianza en el mediador. Aunque se conocía la realidad, las partes
en conflicto presionaban por si algo ocurriera; pero al final nadie quiso poner en riesgo
la estabilidad y la democracia. Como se puede constatar, todos los conflictos no pudieron
superar las trabas estructurales que impiden su solución verdadera y profunda; por ello
no hay cambios significativos que compensen el sacrificio que costó cada enfrentamiento.
Los factores sociales no se movieron con la fuerza requerida ni en la dirección deseada. El
Gobierno sólo logró estabilizar la economía y modernizar algunas instituciones claves: pero
su modelo económico, al final del cuento, se quedó en el puro enunciado.
120
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
3 TERCERA PARTE
La historia después del Diálogo para la Democracia, auspiciado
por la Iglesia Católica, también vinculada con las actitudes que
asumieron los protagonistas.
121
Flavio Machicado Saravia
IX
CAPITULO
Otra vez, en el entorno externo, se habían desarrollado cambios muy significativos, cuya
influencia, en nuestro país, se reflejaron con mucha nitidez, ya que Bolivia difícilmente puede
ser una excepción. Esta visto además, que tanto en 1957, como en 1985, luego que se
dieron los respectivos Programas de Ajuste Estructural, no sólo se produjeron “inflexiones”
significativas en la orientación interna de la economía, sino que también ocurrieron
fenómenos internacionales coincidentes, que no pueden dejar de ser señalados, ya que no
representan meras coincidencias. En efecto, después de 1956, donde se estrenó el recetario
de “ajustes estructurales” antiinflacionarios del FMI, pasaron alrededor de cinco años, para
que en Punta del Este, se diera un giro completo de la política de cooperación externa,
principalmente estadounidense, que indudablemente facilitó el desarrollo del incipiente
Capitalismo de Estado, que comentaremos específicamente, el mismo que, de alguna
manera, apoyó la política populista y demagógica de los diferentes gobiernos. Desde ese
momento, el endeudamiento y la donación externa, sirvieron de soporte a los diferentes
gobiernos, ya que apoyaban, de alguna manera, a la formularon de diversas políticas públicas,
por más insostenibles que éstas fueran.
Este giro no fue gratuito, se dio principalmente por la presencia de la Revolución Cubana,
cuyas connotaciones eran muy tentadoras para ser imitadas por los demás países de la
122
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
región, como que se dieron varios brotes revolucionarios importantes, que culminaron
con la muerte, en Bolivia, del líder argentino cubano, Ernesto Che Guevara. Inclusive, poco
tiempo después, como una expresión de esta situación, se puede mencionar la guerrilla de
Teoponte en el Norte de La Paz, cuyo entusiasmo no estuvo respaldado por la necesaria
y suficiente organización, de manera que su desenlace iba a ser inevitable y trágico. Ahora,
sólo representa un recuerdo nostálgico para quienes perdieron a sus seres queridos,
jóvenes sobre todo.
En primer lugar, se propugna la liberalización de las tasas de interés, que en casi todos los
países, siempre se tendió a su regulación o fijación a través del Estado. En segundo lugar,
se debe establecer una tasa de cambio competitiva, con el objeto de no crear condiciones
artificiales al intercambio comercial, abandonando la excesiva discrecionalidad política, como
se pretendió hacer con el funcionamiento del “Bolsín” administrado por el Banco Central
de Bolivia, en el Programa de Ajuste Estructural de 1985. En tercer lugar, debe liberarse el
comercio exterior, en contraposición con el proteccionismo y el aislacionismo, practicado
en el pasado. En cuarto lugar, en concordancia con el principio de la libre movilidad de
los factores de la producción, tiene que liberarse la Inversión Extranjera Directa (IED),
con el objeto de introducir capital fresco y de riesgo a las economías regionales, además
de tecnología de punta y gestión empresarial. En quinto lugar, debe establecerse una
desregulación de la economía, en sentido de que el Estado no se reserve para sí algunas
actividades económicas, de manera que el sector privado estuviera inhibido de participar,
123
Flavio Machicado Saravia
salvo autorización expresa del Estado, como estaba establecido en la normativa. En cambio,
se propicia la Regulación de ciertos sectores de la economía, como una función esencial del
Estado, tal como veremos cuando se trate este tema de manera particular, en el contexto
de la política de Capitalización de las Empresas Públicas. En sexto lugar, se considera como
imprescindible el respeto de los derechos de propiedad, sin lo cual es muy difícil participar
de los beneficios de la globalización y apertura del mercado. Finalmente, con el objeto de
un nuevo reordenamiento de la política fiscal, se demanda disciplina fiscal, una redefinición
de las prioridades del gasto público y una reforma impositiva.
Por la lectura precedente, en realidad, son dos los gobiernos en los que de define la agenda
económica: El gobierno de Jaime Paz Zamora, donde se concretiza la privatización de las
empresas pequeñas y medianas del Estado, el achicamiento del Estado y la eliminación de la
banca estatal y el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, donde se privatizan las grandes
empresas, bajo una modalidad muy particular, denominada como la Capitalización de las
Empresas Públicas. En esta gestión, se complementa la política económica, con la trasferencia
de los recursos destinados a la Prefecturas y a las Corporaciones de Desarrollo, otrora,
los puntales del desarrollo regional, que son desmanteladas, en favor de los municipios
bajo el nombre de Participación Popular. También, se introducen cambios en la estructura
del Poder Ejecutivo, con una mentalidad empresarial que quería lograr, nuevamente, el
pretendido achicamiento del Estado.
Obviamente, existen otras políticas públicas importantes que no se las pueden dejar de
lado, como la actual Ley de Hidrocarburos, que fue promulgada por el entonces Presidente
del Senado, Hormando Vaca Diez, ante la negativa del Presidente Carlos Mesa. La lucha
contra el narcotráfico, con la erradicación forzosa del cultivo de la hoja de coca y las
transformaciones institucionales que se realizaron, especialmente durante la Presidencia del
Gral. Banzer, cuyo gobierno hizo esfuerzos para perfeccionar la Capitalización, el Sistema
de Regulación Financiera y el marco institucional del Poder Ejecutivo, a través de la Ley de
Organización del Poder Ejecutivo (LOPE) que, pese a las continuas enmiendas o más bien
remiendos, aun después de casi 25 años, todavía sigue vigente. Esta ley tiene una historia
particular, ya que fue elaborada por mi persona y dos insignes profesionales y amigos
(Dr. Alberto Solares y Marcelo Céspedes), cuyo análisis y referencia se hará más adelante,
cuando se toque este tema en forma específica.
124
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Como se vio en la Segunda Parte del libro, la historia de la economía, que en un inicio se
debatió entre las reformas estructurales en el campo de la minería y de la tenencia de
la tierra que quedaron paralizadas e inconclusas, se desarrolla básicamente en torno a la
conformación de un Capitalismo de Estado, pero en medio de acciones coyunturales que
-dependiendo de la posición del péndulo político en el que se encontraba un determinado
gobierno- se reducen , casi siempre, a la “apropiación” del patrimonio privado bajo diversas
formas de “nacionalización” o, al contrario, a la transferencia del “patrimonio público” a
manos privadas, como es el caso de la Capitalización de las Empresas Públicas, que viene a
constituir el inicio del modelo del llamado “neoliberalismo económico”. Esta nueva etapa,
que se describe en este capítulo, representa un giro de 180 grados y, porque no decirlo,
el cierre de la revolución boliviana del 52, a partir del Decreto 21060, promulgado por el
propio partido que la llevo a cabo (MNR) y el principal caudillo (Dr.Víctor Paz Estenssoro)
y por el proceso de capitalización, que pretende consolidarlo, que también fue concebido
por el mismo partido político y su nuevo caudillo, Gonzalo Sánchez de Lozada.
Por este motivo, primero es necesario recopilar el mayor número de hechos y situaciones,
empezando por el fenómeno del Capitalismo de Estado, antes de describir a los diferentes
gobiernos que transitaron por el estrecho sendero del neoliberalismo, iniciando por el
de Jaime Paz Zamora, que fue el que empezó la materialización de la privatización de
las empresas públicas en Bolivia. Con esta finalidad, hemos desarrollado varias hipótesis,
respecto a las bases que dieron lugar al Capitalismo de Estado, sus motivaciones y
consecuencias. En efecto, como se vio en la Segunda Parte del libro, aún años antes de
la Revolución de 1952, ante la ausencia de un sector privado empresarial dinámico, que
prefirió el “rentismo” en lugar del protagonismo productivo, en Bolivia, bajo la influencia de
diversas corrientes internacionales, se fue construyendo una economía empresarial pública
que, dio lugar a este fenómeno. Luego, en lo años 60, éste prosperó muchísimo, debido
al estímulo del financiamiento externo que, junto a la donación y a la cooperación de
gobiernos amigos, permitió a los gobiernos de turno, crear diferentes empresas públicas,
además de salir de muchos apuros, producto de la presión social interna, así como lograr
ciertas metas de crecimiento, como queda claramente demostrado en el ensayo sobre el
comportamiento del Ahorro Interno – Inversión (1960-2009) que se presenta en la Cuarta
Parte de este libro.
125
Flavio Machicado Saravia
los tantos mitos de la era post revolucionaria. La agricultura tradicional con una estructura
de la propiedad agraria fragmentada, con niveles de rendimiento agrícola y pecuario muy
reducidos, tampoco podía ser un sector generador de excedentes. La agricultura no tradi‑
cional, que surgió con la vinculación entre oriente y occidente, pese a que resultó ser más
dinámica, aunque con una férrea protección del mercado de los productos agrícolas que
fueron sustituidos (Caña de Azúcar y Arroz) o con productos (Soya) surgidos de acuerdos
internacionales, como el de la Integración Andina, que está en una etapa de languidecimien‑
to, tampoco produjo una excedente que podría financiar otros sectores que no fuera su
propio desarrollo interno. Lo más grave es que en ambos sectores, existen problemas que
constituyen el futuro reto de la economía boliviana y de las generaciones venideras.
Por una parte, continúa la alta presión social sobre la tierra, en el área de cultivo “tradi‑
cional”, que si bien se desahoga con la migración hacia la ciudad, tiene grandes obstáculos
para su desarrollo y crecimiento, especialmente por la limitada extensión de la propiedad
agrícola, que además está fragmentada. Por otra, en el área de cultivo “no tradicional”, don‑
de también existe presión social para ocupar tierras fiscales y privadas, no sólo hay una
precaria situación legal de la propiedad agraria, sino que se ha originado una nueva mala
distribución del suelo, esta vez en proporciones superlativas, que si bien incorporó una
importante extensión a la actividad agrícola, no lo fue en la proporción que hubiera sido
deseable, representando un problema adicional. Al confundirse, el derecho de propiedad,
que proviene de una legítima transacción comercial, de la que fue producto de la dádiva o
el favor político, ha dado lugar a una situación de beligerancia social en el agro y de inse‑
guridad jurídica, que impedirá la posibilidad de utilización del potencial de desarrollo que
tiene la mayor parte de la superficie agrícola, forestal y pecuaria de Bolivia, como es el caso
de Santa Cruz y el Beni. 20
20 Santa Cruz y Beni: Superficie Total, 53%; Santa Cruz: Superficie Agrícola sin limitación, (Clase I) 86%, (Clase II),
56%; Santa Cruz: Superficie Agrícola con limitación (Clase III) , 36%, (Clase IV), 55% ; Beni y Santa Cruz: Superficie
Ganadera: (Clase V), 58%: Santa Cruz y Beni: Superficie para Bosques (Clase VI), 54%. Fuente INE.
126
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
privado, transfiriendo paulativamente a este sector, las empresas que iba organizando
de manera continua. De otro modo, la palabra “fomento” no tendría mayor sentido e
importancia, como ocurrió con la Corporación de Fomento (CORFO) en Chile, que se
constituyó en la base del desarrollo industrial privado, especialmente de la pequeña y
mediana empresa privada, que finalmente ayudó a consolidar a la “burguesía empresarial”
chilena, que en Bolivia está ausente.
No hay duda, que en la construcción del Capitalismo de Estado también estuvieron presentes
los elementos ideológicos, especialmente antes de la Segunda Guerra Mundial, influenciados
por la revolución rusa, cuya dimensión universal es indiscutible. Sin embargo, en Bolivia y
en casi todos los países de la región, desde el punto de vista de la intencionalidad política,
los factores de poder dominantes, incluso dentro de la alta dirigencia del MNR21, estaban
distantes del concepto del Capitalismo de Estado que propugnaba Lenin (1921), quien en
sus diversos comentarios con relación a la NEP (Nueva Política Económica) describió la
teoría del Capitalismo de Estado, como una fase preliminar de la revolución rusa, para llegar
luego al socialismo, algo muy parecido a lo que propugna actualmente el gobierno de Evo
Morales, con relación al énfasis que quiere darle a la economía pública, seguramente como
una fase preliminar del Socialismo del Siglo 21.
21 En mi criterio, los tres líderes del MNR, particularmente el Dr.Víctor Paz Estenssoro, ideológicamente, estaban muy
comprometidos con las corrientes nacionalistas de la época, de modo que la bandera del “Estado Nacional” llegó con
la revolución del 52, pero tarde. En el plano económico, pese a la euforia revolucionaria, la corriente de pensamiento
estaba más cercano al liberalismo que al marxismo. No hay que confundir las posiciones “antimperialistas” que
estan presentes en todos los movimientos políticos, incluyendo a los conservadores, como parte de un discurso
demagógico o impostura política. La idea de conformar estados Nacionales, formó parte de una corriente universal,
nacida luego que se rompió la hegemonía del mercado internacional de los ingleses, en momentos en que surgía el
capitalismo como sistema económico y la revolución industrial, que a mediados del Siglo XXI, ya había alcanzado
el vuelo necesario para que siga permanentemente su camino, sin imaginarse, por supuesto, la velocidad que ha
logrado hasta el presente, con una tendencia cada vez más dinámica. Es en estas circunstancias, que surgen los
“países ganadores y perdedores” como una especie de desiderátum, en el que se debate, durante mucho tiempo,
la contienda entre el desarrollo y el subdesarrollo, llegando hasta nuestros días. Aunque, ya podemos observar el
fenómeno de los países emergentes como China, India y Brasil, a los que hay que agregar Rusia, que quieren ingresar,
con todos los derechos, a la competencia de las ligas mayores
127
Flavio Machicado Saravia
dieron las contradicciones por razones ideológicas (nacionalismo versus trotskismo), pero
sobre todo personales (Lechín versus Siles Zuazo).
En el caso de una economía estatal, como la Comunista, ésta debía obedecer a una
Planificación Centralmente Dirigida, donde las reglas del juego se establecían a través de
intereses u objetivos estratégicos y no de la reglas del mercado, sea éste interno o externo.
En el Capitalismo de Estado del que hablamos, en primer lugar, la clase empresarial, salvo
excepciones, lejos de desaparecer, siguió siendo actor económico y convivió armónicamente
con una denominada “burguesía burocrática” que se formó en torno a las empresas públicas,
que estaba compuesta por tecnócratas y líderes sindicales, donde también usufructuaban
de los excedentes económicos que se producían, políticos y empresarios, generalmente
como importadores de insumos, equipos y piezas. Es decir, este proceso condujo a dos
categorías de empresarios: “los hombres de negocios”, que eran los más y los “empresarios
emprendedores” que eran los menos. Donde los primeros se caracterizan por hacer “cálculo
político” y los segundos, por hacer “cálculo económico”, en función de las condiciones del
mercado.
Al contrario de lo que ocurría con las empresas públicas establecidas en la órbita del
socialismo, éstas tenían que hacer frente al mercado, para lo cual, se dieron todo tipo de
políticas públicas de sean de carácter fiscal (subvenciones), monetario (créditos fiscales),
de comercio exterior (tipos de cambio preferenciales) o de proteccionismo (aranceles),
etc. Además, teóricamente, tenían que obtener excedentes económicos, tanto para su
expansión y desarrollo, como para aportar con recursos a la economía del Estado, aunque
en la práctica fue todo lo inverso.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
mayor desarrollo se efectúo después que los Estados Unidos de Norteamérica, a través
de su programa “La Alianza Para el Progreso” (años 60), se vio obligado a extender su
apoyo financiero y otorgar la respectiva “permisividad internacional”, a la inversión pública,
incluyendo a las empresas del Estado, inclusive a las llamadas estratégicas.
Como está planteado en el presente libro, la acción externa fue muy importante en
nuestra región y, particularmente, en Bolivia, sea porque llevamos incubado el factor de
la dependencia o por nuestro escaso desarrollo. Lo cierto es que entre los años 60 y 80,
en los que se pasa del apogeo de la “guerra fría”, al debilitamiento de la esfera socialista,
existen hechos que no pueden ser dejados de mencionar, sea porque constituyen parte
del conocimiento que es necesario incluir en un libro de historia económica o porque
tienen una relación directa con nuestro devenir histórico, sin desmerecer a los héroes o
villanos que generalmente la sociedad reiteradamente los nombra, haciendo caso omiso de
la gravitación que tiene el contexto externo. En efecto, en un balance histórico, no solo hay
referirse a la revolución cubana, cuyo efecto es parte del cambio de posición, especialmente
norteamericano, sino también hay que referirse al levantamiento del Muro de Berlín, entre
las dos alemanias (1961). Lo propio ocurre, pero a la inversa, cuándo en 1987, se desarticula
la Unión Soviética22, donde se pierde la posición estratégica de Cuba y luego cae el Muro de
22 Conviene recordar que en 1987, en la Unión Soviética se dio inicio a un cambio, que ya estuvo precedido por
fuertes movimientos nacionalistas, con una mezcla de índole étnico, y con una “invasión comercial”, que indujo a la
sociedad hacia la adopción de nuevas pautas de consumo, quedando para la historia las trabas que ponía la “Cortina
de Hierro” al fenómeno conocido como el “efecto de demostración”. De esta manera se logró masificar las
expectativas de consumo, que echaron por tierra el “uniforme” y la austeridad, presionando por una trasformación
económica a favor de la sociedad. En 1987, el Secretario General del Partido Comunista, en su calidad de cabeza del
gobierno, que había tomado el mando desde 1985, ayudado por el Primer Ministro del Japón, propiciaba una política
de reestructuración profunda (PERESTROIKA) que más tarde, en 1989, favoreció a la caída del “Muro de Berlín”.
Los cambios sufridos en la política hacia la región por parte de los estadounidenses, en los años 60, curiosamente,
también coinciden con el levantamiento del Muro de Berlín en el año 1961, que es la época en el que la guerra fría
estaba en su auge, con una cabeza de playa situada en Cuba, a pocos pasos de Miami. Tres líderes a nivel mundial,
dieron lugar a la caída del Muro de Berlín: Mijail Gorbachov (Unión Soviética), George Bush (padre) (Estados Unidos
de Norteamérica) y Helmut Kol (Alemania Federal) fueron los protagonistas de este importante episodio. Mientras
que otros dos líderes mundiales, fueron sus oponentes: Fracois Mitterand (Francia) y Margaret Thatcher (Inglaterra),
ya que, aparentemente, le tenían cierto recelo a la unificación de Alemania, que posteriormente mostró los aspectos
favorables, en el terreno de la integración europea y la política mundial externa, tanto en la búsqueda de la paz,
como en la expansión del comercio.
129
Flavio Machicado Saravia
Berlín (1989), donde se da fin a la “guerra fría”, con todas sus consecuencias. El fenómeno
histórico de la construcción del Capitalismo de Estado, con todo su vigor precisamente se
da entre ambos períodos que comprenden los años 1961 y 1989, que es cuando se inicia la
privatización de las empresas públicas en Bolivia.
130
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En 1989, el MIR a la cabeza de Jaime Paz Zamora, ingresó al gobierno por una desinteligencia
personal, que tuvo al final un caris político, más que por el apoyo popular obtenido a través
del voto, que ciertamente fue relativamente elevado; en las elecciones generales de ese año,
obtuvo el tercer lugar. En dicho evento electoral, el Movimiento Nacionalista Revolucionario
(MNR) encabezado por Gonzalo Sánchez de Lozada, obtuvo el 22.9%, Acción Democrática
Nacionalista (ADN) encabezada por Hugo Banzer Suárez, obtuvo el 22.6% y el Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR) encabezada por Jaime Paz Zamora, obtuvo el 19.5%. En
tales circunstancias, en lugar de dirimirse la situación entre los dos primeros lugares, los
tres contendores entraron en la contienda, debido a que el resultado, eufemísticamente, se
calificó como un “triple empate”, sin embargo, Acción Democrática Nacionalista (ADN)
a la cabeza del Gral. Hugo Banzer, en lugar de apoyar al que más votos había obtenido,
decidió apoyar a Jaime Paz Zamora en el Congreso, haciéndolo Presidente de la República.
Recuérdese que el Gral. Hugo Banzer había cogobernado anteriormente con el gobierno
del Dr. Paz Estenssoro, en una especie de pacto coyuntural, para facilitar la “gobernabilidad”,
que anteriormente, tanto el MNR, como la ADN, le habían negado al Dr. Siles Zuazo, al
recuperarse la democracia.
Probablemente, Sánchez de Lozada no buscó los votos de Jaime Paz Zamora, debido a
que un enfoque central de su campaña era “relocalizar” el Decreto de la Estabilización
Monetaria número 21060, que es analizado ampliamente en la Cuarta Parte de este
libro en el ensayo dedicado al estudio de los procesos de estabilización monetaria de los
años 1957 y 1985 respectivamente. El MIR utilizó esta metáfora, para recordar, al mismo
tiempo, el despido masivo de trabajadores de las minas de COMIBOL que, como se vio
anteriormente, también eufemísticamente calificó como una relocalización, dando fin con
ello al proceso de Nacionalización de las Minas. Sin embargo, el gobierno de Paz Zamora
no pudo superar los elementos sustanciales de este Decreto, que fue amenazado con su
abrogación, pese a la promulgación de otro Decreto, que como veremos mas adelante,
mantuvo sus características fundamentales. El Decreto No 22407, en el fondo, siguió
corroborando al Decreto vilipendiado. Por este motivo, este instrumento legal solamente
quedó como una importante referencia para este período de gobierno, en cambio el 21060,
sigue retumbando hasta la fecha, no tanto porque tenga una proyección histórica, sino
porque simboliza la aparición del neoliberalismo en el país, que constituye para muchos
un motivo de controversia ideológica o un referente negativo que hay que destruir. En
consecuencia la “muerte del Decreto 21060”, en la jerga popular, adquirió la categoría de
un grito de guerra.
131
Flavio Machicado Saravia
Sin embargo, pese a que los delineamientos de la política económica de Paz Zamora, en
concordancia con la Carta de Intenciones suscrita con el FMI, no lograron un crecimiento
sustantivamente mayor, con relación al promedio anterior - 3.7 % entre 1991 y 1997-
resulta interesante analizarla, aunque sea con fines pedagógicos, que es uno de los objetivos
principales de este libro. Por esta razón, se otorgó un mayor énfasis a la privatización
de las empresas públicas y a la liquidación de los Bancos Estatales, que es donde más
se concentraron los esfuerzos de la política económica. También hubo un esfuerzo para
remozar los mecanismos institucionales de gestión, lográndose transparentar el Registro
de Minas, a través de un nuevo sistema que utilizó el GPS, de manera que la delimitación
de las concesiones mineras fuera más precisa y se respetara el orden de presentación de
las solicitudes de concesión minera, que tenían un manejo bastante discrecional y abusivo.
No se pudo lograr un avance en el Registro de Comercio, que siempre estuvo entorpecido
por intereses, su alto costo y la excesiva burocratización en el proceso. Pese a que esta
función es privativa del Estado, luego de varios años se paso a manos de las organizaciones
gremiales, que tampoco han resuelto los problemas de fondo, dándose más bien un mayor
crecimiento de la informalidad que, por su puesto, no sólo depende de este asunto, que es
simplemente administrativo, aunque muy importante.
El Decreto No. 22407 y el Acuerdo con el FMI, en primer lugar, coinciden en la Política Fiscal,
sentido de que hay que reducir el déficit mediante la eliminación de la evasión tributaria, la
ampliación del universo tributario y una contribución más equitativa de la ciudadanía, lo que
no fue fácil lograr. De partida, el Gobierno, en un acto de demagogia, hizo que retornara el
Régimen Simplificado, eliminando el principio de universalidad de los tributos. Esta medida
132
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En tercer lugar, en torno a la Política Cambiaria, se coincidió en que el tipo de cambio sea
flexible, único y real, entendiéndose aquel que asegure al Banco Central un nivel adecuado
de reservas. En cuarto lugar, la Política de Tasas de Interés debe estar regida por las fuerzas
del mercado, debiendo la Tasa de Fomento tener un máximo de acuerdo al promedio por
los depósitos en moneda extranjera y en moneda nacional, con mantenimiento de valor.
Para evitar el arbitraje, la tasa de fomento deberá ser igual a la tasa pasiva, que se determina
indirectamente por el Banco Central por la vía de los Certificados de Depósito (CD). En
quinto lugar, aunque el gobierno quería un arancel diferenciado, siendo solo 5% para los
bienes de capital, el FMI planteó una sola tasa que debería llegar al 10% a septiembre de
1991.
En sexto lugar, la Política Salarial deberá ser compatible con la estabilidad, aunque el FMI
entró más en la coyuntura planeando un reajuste con calendario y un tope, en función de la
inflación, lo que era bastante obvio. No se tocó nada respecto a la flexibilización del salario,
dejando que el espíritu del 21060 siga igual, ya que de por sí era un tema políticamente
espinoso. En séptimo lugar, al margen de un mayor control, se estableció la suspensión de
los subsidios, la reducción del aparato estatal, la prioridad en la inversión en infraestructura
y mejoramiento social. De hecho, el énfasis puesto en el financiamiento externo hacia los
sectores sociales, en detrimento de los sectores productivos, suponía un incremento en los
niveles de recaudación, de manera de solventar el pago de los créditos sociales obtenidos,
lo que no ocurrió, dando lugar a una creciente insolvencia, que posteriormente provocó la
necesidad de una condonación masiva (50% de la deuda), junto a los países más pobres e
insolventes del Continente Africano. Con respecto al control fiscal, tanto el FMI como el
gobierno, se comprometieron a aprobar un nuevo sistema de fiscalización del gasto público,
que se aprobó bajo la sigla SAFCO (Sistema Integrado de Administración Financiera y
Control Gubernamental).
133
Flavio Machicado Saravia
En décimo lugar, estaba el tema del endeudamiento externo, sobre el cual, mientras el
gobierno planteaba la necesidad de su racionalización y la búsqueda de nuevas fuentes
de financiamiento, el FMI fue más práctico, acordó con el gobierno fijar ciertos límites
de endeudamiento, de acuerdo a un determinado calendario, encargándose además de
fiscalizar su estricto cumplimiento, de manera que era necesario el visto bueno de esa
institución internacional, para que el gobierno negocie algún nuevo monto. En onceavo lugar,
para fomentar la inversión, particularmente extranjera, hubo coincidencia en la necesidad
de aprobar nuevos códigos para el sector minero y de hidrocarburos y para la Inversión
Extranjera Directa (IED), para lo cual la tarea estaba fincada en el Congreso.
En esta materia, como en otras parecidas, los organismos internacionales, siempre ejer‑
cieron presión para que los gobiernos aprueben determinadas leyes, considerando que
de esta manera el país avanza en su marco normativo y, con ello, se crean las condiciones
para que los actores económicos y sociales adopten los comportamientos deseados, en
concordancia con sus políticas o estrategias regionales. Sin embargo, esta visto que en tanto
la población no tome real conciencia de estos avances, formando parte de sus intereses y
expectativas, de poco sirven para el colectivo, que generalmente ni siquiera se entera de
su existencia. En otras palabras, en tanto estas normas no se incorporen como un valor
individual y colectivo, de manera que se inserte en el plano de su conciencia, además de la
presencia de otros elementos como la confianza y la seguridad jurídica, todo el desarrollo
normativo queda en el papel o en los archivos de la Gaceta Oficial del Estado.
Estando la economía boliviana inserta en la órbita de los países capitalistas, al igual que la
mayoría de los países de la región, el gobierno de Paz Zamora, por su carácter dependiente,
134
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Jaime Paz, luego de ser Presidente de la República (1994), anunció su retiro definitivo de
la política, lo que no pasó de ser una reacción momentánea y su colaborador más cercano
fue sentenciado a 4 años de cárcel, por considerarse que hubo cierta relación con esta
actividad ilícita, sin que posteriormente hubiera mayor daño, ya que estos personajes, lejos
de retirarse de la política, siguieron gravitando en el país; era un momento de euforia, en los
EEUU, en su lucha contra la producción y el tráfico de drogas. Ambos dirigentes políticos,
siguieron jugando en las lides de la política, tanto por su peso específico como por la
importancia que tuvo el MIR en la contienda política, gravitando, de manera concluyente,
en la elección de un nuevo período presidencial, del MNR a la cabeza de Gonzalo Sánchez
de Lozada, aunque al final, con un lamentable desenlace, que será comentado más adelante,
cuando se trate el retorno del neopopulismo, con el triunfo electoral de Evo Morales, en
diciembre de 2005.
23 CAPITALIZACIÓN: El modelo boliviano. Margaret H. Peirce, Editora.Woodrow Wilson Centre, Currient Studies on
Latin America y North South Center University of Miami.
135
Flavio Machicado Saravia
A la privatización de las empresas públicas, que hasta ese momento todavía estaban
excluidas las llamadas “estratégicas”, le siguió la eliminación de la banca estatal, para lo cual
es importante presentar la situación en un contexto más amplio, ya que visto el problema
en la coyuntura, no hay duda que la situación de la banca estatal no era superable desde
ningún punto de vista; El Banco Agrícola y el Banco Minero tenían más del 60 % de su
cartera en Mora y el Banco del Estado, más del 40%, lo que realmente era inmanejable. En
ese mismo tiempo, los bancos comerciales privados tenían un 12% de mora, en relación a
sus préstamos totales. La relación de los costos administrativos con los activos, fluctuaba
desde 5.8%, para el caso del Banco Agrícola hasta el 10.5% para el caso del Banco del
Estado y 4.3% en el Banco Minero. Este guarismo, en el sector comercial privado no era
mucho menor, se encontraba en el 4.5%, lo que no denota una diferencia que pueda llamar
la atención, respecto a la eficiencia, máxime si dentro del grupo de la banca comercial, se
excluye a los bancos extranjeros, que evidentemente tenían una mejor gestión.
Sin embargo, pese a la contundencia de las cifras, es necesario analizar más a fondo
este problema, ya que parecería que la banca estatal ha llegado a esta situación por una
deliberada negligencia, cuando en realidad ha sido llevada por un deliberado favoritismos
en favor de intereses políticos, particulares y sectoriales, tergiversando la finalidad de estos
instrumentos crediticios, que se tenían, en un caso, para favorecer el crecimiento de los
pequeños productores y, en otro, para sanear la política de financiamiento del Estado.
136
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Estamos hablando de los pequeños agricultores, que en realidad no fueron los causantes de
la mora, sino los medianos y grandes productores que utilizaron al Estado para su propio
beneficio; 904 sujetos de crédito, debían el 39% de la mora total. En el caso del Banco
Minero, donde se suponía una mayor atención en favor de la pequeña minería, 38 sujetos
de crédito, debían un 75% de la mora. Estamos hablando de una mora que llegaba a los 80
millones de dólares, sin considerar los intereses que podrían llegar a una cifra igual, o un
poco más del capital.
El gobierno anterior (Paz Estenssoro), con la finalidad de salvar a los bancos del Estado,
aplicó una política de “borrón y cuenta nueva” transfiriendo al Tesoro General de la Nación,
un pasivo de cerca de 200 millones de dólares, involucrando préstamos en mora, compras
de equipos, insumos y minerales, como fue el caso del Banco Minero. Sin considerar que,
en los años 70, durante el gobierno de Banzer, el Estado había comprado, a través del
Banco Agrícola, una cartera de 90 millones de dólares del Banco do Brasil, otorgados a los
empresarios dedicados a las actividades del agro, cuando se vivía la estampida incontrolable
de los créditos árabes provenientes de los petrodólares, que invadieron todos los mercados
de la región, ofreciendo el sueño de las “mil y una noches”.
En el informe del personero del Banco Mundial sobre la situación de la banca pública,William
Shaw, si bien se trataba de un documento personal, de todos modos reflejaba el sentir de la
institución donde prestaba sus servicios (Restructuración del Sistema Financiero Boliviano)
24
, se sostiene que en el caso del Banco del Estado (BANEST) “el drenaje financiero que
provoca al Estado es muy grande”, con una cartera dudosa e insolvente. El gobierno
absorbió pérdidas por 45 millones de dólares, que era casi el 1% del PIB y solamente 6%
de los préstamos se pudieron clasificar como correctos. Además parece dudoso que pueda
seguir prestando adecuadamente las demás funciones que realiza, como la otorgada en
1989, cuando se tomó la decisión de que el Banco del Estado opere como banco comercial
atendiendo a los pequeños y medianos productores, al margen de un sinnúmero de
responsabilidades, como agente financiero del Banco Central, incluyendo el procesamiento
de pagos de impuestos, el mantenimiento de depósitos de las empresas del sector público
y otras funciones del Banco Central fuera de la ciudad de La Paz. Esto, sin tomar en cuenta
que a partir del gobierno de Banzer, fungió como avalador de varias operaciones realizadas
por empresas privadas de distinto tipo, las mismas que no se pagaron luego de alrededor
de 15 años, hasta llegar a este momento, que fue crucial y definitivo para la banca estatal.
Es evidente, como la historia nos enseña, que muchas veces se crean instrumentos públicos
destinados para cumplir con determinados objetivos específicos, pero que por razones
diversas, especialmente políticas, sus administradores de turno los utilizan para otros
propósitos, sin ni siquiera leer su constitución y estatutos. Este fue el caso del BANEST,
que sirvió de aval para operaciones crediticias del sector privado, que además, al no ser
honrados como corresponde, afectaron a su imagen y a la economía pública frente a los
acreedores que pertenecían a la banca internacional. El BANEST, siguió otorgando créditos
a las empresas públicas, con el mismo paternalismo de siempre, en contraposición del
espíritu con el que fue creado en mi gestión pública, cuando ejercía el cargo de Ministro de
Finanzas del Gobierno del Gral. Juan José Torres Gonzales. Efectivamente, tenía que cumplir
la tarea de financiar básicamente a las empresas públicas, pero con el criterio de una sana
24 Ver informe y comentario de Flavio Machicado Saravia, en “Evaluación Económica 1990. Informe Confidencial “ de
Müller & Asociados.
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Flavio Machicado Saravia
operación financiera y no de una dádiva de parte del Estado, como ocurría con los créditos
del Banco Central, donde estaba impreso el lema, aunque de forma implícita y en letra
chica: “borrón y cuenta nueva”. La razón para eliminar al Banco Central de este tipo de
financiamientos, aunque siguió siendo un prestamista de última instancia, era precisamente
para evitar este tipo de operaciones que siempre resultaron irrecuperables, dado que esta
vez se estaba transfiriendo parte del excedente del ahorro financiero de la sociedad y
no dinero inflacionario, que fluía hacia el BANEST, con la suficiente confianza del público
y en todos los rincones del país, por lo que tenían que tener todas las garantías para su
devolución, incluyendo la supervisión bancaria. En otras palabras, se prostituyó la institución,
utilizándola para otros fines que no estaban en el espíritu de su creación y alcance.
Como ocurrió con el Banco Agrícola de Bolivia (BAB), que había sido creado para apoyar
el desarrollo de la pequeña y mediana propiedad agrícola, en el marco de la reforma
agraria, para lo cual la cooperación americana, en su programa denominado “Punto IV”,
aportó recursos y asistencia técnica (años 50). De esta manera en la década de los años
60, con el nuevo programa estadounidense “La Alianza para el Progreso” el Banco Agrícola
logró su apogeo, estando a la cabeza dos distinguidos profesionales de la ciencia agrícola:
Fernando Cáceres y Alberto Valdés, con los cuales pudo cumplir, en ese momento, con
todo su cometido, financiando a los pequeños productores, que siempre fueron buenos
pagadores. En ese contexto, se crearon y proliferaron los agentes extensión agrícola en
todo el país, aunque preferentemente en las áreas tradicionales de cultivo, que trabajaron
con gran mística y vocación profesional, constituyéndose en un importante referente
para el mejoramiento agrícola - que no prosperó por falta de apoyo material y mayor
financiamiento – pero también, como referente de la asistencia social y de mejoramiento
de la calidad de vida, ya que éstos anónimos personajes, atendían a las familias del campo en
todas las diversos situaciones en que se presentaban, desde consejeros hasta paramédicos.Al
desaparecer esta actividad con la supuesta modernidad establecida con el 21060, además de
la intencionalidad de achicar al Estado, la función complementaria que suponía la extensión
agrícola en los créditos desapareció, emergiendo luego de los años el micro crédito, cuyos
resultados están por verse todavía, ya que la vida rural sigue vaciándose hacia las ciudades,
sin que se vea, salvo el cultivo de la coca, grandes avances en materia agrícola y pecuaria.
Sostuvo Shaw, del Banco Mundial,” La pérdidas substanciales en las que incurrió el BAB
suscitan grandes dudas sobre su rol en el sistema financiero. Dado el récord que tiene en
cuanto a sus fallas en la cobranza de préstamos a lo largo de la institución, será muy difícil
convencer a los prestatarios que están obligados a repagar sus préstamos. Por lo tanto, aún
si el gobierno esta decidido a restablecer al BAB, como un intermediario eficiente, podría
encontrar grandes dificultades al hacerlo y confrontar una fuerte resistencia por parte del
público si intenta recuperar los préstamos”. En realidad, la voluntad del gobierno era otra,
de manera que se apresuró a liquidarlo, sin que quepa la menor duda en hacerlo.
El Banco Minero de Bolivia (BAMIN) aunque forma parte del mismo paquete, tiene una
historia diferente, ya que al margen de su actividad de intermediario financiero, jugó un
papel de comprador de minerales, con el objeto de regular los precios a nivel interno,
comprando en exceso cuando éstos subían a nivel internacional, de manera que los
productores pudieran lograr mejores beneficios, para luego, venderlos a pérdida en el
mercado internacional o acumularlos, esperando mejores días, lo que de hecho implicaba
un costo financiero que afectaba a sus resultados. También fue un gran importador de
138
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
El informe de este funcionario del Banco Mundial, está claro que no tuvo otra intencionalidad
que justificar la acción del gobierno, que había decidido dar fin a la banca estatal, por lo que
de nada servía una reflexión, en sentido de salvar a estas instituciones financieras, tal como
me tocó hacerlo en ese momento, que en verdad habían sido utilizadas inadecuadamente,
hiriendo de muerte a cualquier proposición que tenga que ver con el “fomento”, que,
aparentemente, era una forma de intervención pública en beneficio de los actores
económicos menos favorecidos por el mercado. Sin embargo, este concepto ya no era
compatible con una economía abierta y de libre juego del mercado, que tenía que ser la
línea de comportamiento de los actores sociales y económicos hacia adelante.
En materia del “achicamiento del estado”, pese a que era otro de los pilares de este gobierno,
se avanzó muy poco, ya que no se creó un mecanismo específico que trabajara este tema,
como era de suponerse. Además el gobierno estaba más interesado en obtener recursos
externos para impulsar su política social, donde concentró el programa de financiamiento
externo que fue preparado para el famoso “Club de París”, que como se dijo, en alguna
oportunidad, no es un lugar donde se concentran los amigos, sino los potenciales donantes
y organismos de financiamiento, en una especie de subasta de los diversos proyectos
imaginados por cada gobierno, que son de su agrado. Obviamente, se supuso que con la
privatización de las empresas públicas, ya se tenían las llaves del éxito, sin reparar que estos
recursos, para su posterior amortización, también suponía la posibilidad de incrementar los
tributos, ya que estaba descartada la obtención de excedentes a través de las empresas
públicas, cuya condena a la desaparición era cuestión de tiempo.
La Organización de las Naciones Unidas, sí estaba preocupada con este asunto, para lo cual
había creado un programa para los países en desarrollo que estaban insertándose en el
proceso del Consenso de Washington, denominado “Programa de Gestión Pública” (MDP,
en sus siglas en inglés), el mismo que tenía el propósito de actuar en aquellos sectores
donde se suponía que el gobierno tenía mayor interés de resolver los principales problemas
de gestión del Estado. Por el azar del destino, debido a mi paso por las Naciones Unidas,
hizo que este programa estuviera bajo mi dirección, para lo cual previamente había que
formular un proyecto que luego tenía que ser aprobado por los funcionarios responsables
en la sede central de Nueva York y finalmente por el gobierno. Con este programa, no
se iba ha resolver el problema de achicamiento del Estado, ni mucho menos, pero dadas
139
Flavio Machicado Saravia
La primera proposición, que fue rechazada de cuajo, pretendía encarar la temática de gestión
en administración de la salud y la educación pública, que era precisamente en los sectores
donde se iba a concentrar el financiamiento externo, sea para encarar “la reforma educativa”
que se puso de moda y, ciertamente, era y sigue siendo una prioridad o para resolver los
problemas de la Salud Pública, que retumban como cruciales en todos los gobiernos y en los
sectores laborales, para caer siempre en reduccionismos y personalismos, que no resuelven
los problemas de corrupción e ineficiencia, y que están tan impregnadas, como las bacterias
que conviven con los hospitales, profundizándose cada vez más los problemas de atención
sanitaria.
Ninguna de las personas que tenía la responsabilidad de asignar estos recursos, se tomo el
tiempo de meditar en la necesidad de encarar el mejoramiento de los servicios de salud y
educación, que son básicos para el desarrollo y el bienestar social colectivo y por lo tanto,
eran y siguen siendo prioritarios para cualquier gobierno que quiera encarar los problemas
con una visión de largo plazo. Estos servicios, en tanto se siga con la misma filosofía en
su administración, se haga lo que se haga, seguirán siendo mal administrados, sin mayor
capacidad e idoneidad para el cumplimiento de su misión, ya que seguirá en manos de
maestros o médicos, según sea el caso, y no por especialistas en administración y con una
estructura profesional y estable autónoma, que no dependa de la decisión política o del
sindicato, sino de la meritocracia y carrera administrativa.
Ante este rechazo, se optó por otra solución, que también era importante y del agrado
de los burócratas y del gobierno, como fue el estudio del Registro de Minería, el Registro
de Comercio, la Cooperación Internacional, la Regulación de los Servicios Públicos y la
reglamentación de la ley de hidrocarburos. Sobre el primer y segundo tema, anteriormente
ya se mencionó algo, sin embargo, hay que recalcar que la temática elegida no era para
achicar al Estado, sino para mejorar su acción, haciéndola menos burocrática, sistemática y
transparente. En cuanto a la cooperación externa, no fue posible un tratamiento homogéneo,
ya que cada organismo o gobierno, constituye un universo que impide cualquier intento
de esta naturaleza. Además por el carácter “clientelar” que tiene la cooperación externa,
hace que las acciones en este terreno, dependan, no tanto de los sistemas y estructura
administrativa, sino de las preferencias personales o políticas de quiénes otorgan la asistencia
técnica o financiera, de manera que los programas difícilmente pueden ser neutros, sino que
se concentran en torno a determinadas autoridades o entidades, que vienen a representar
los “clientes” preferidos o de mayor confianza.
En el tema de la regulación de los servicios públicos, el avance fue importante, pero todavía
no existía una claridad sobre el abordaje del tema, por falta de experiencia, dado que el
Estado, había avanzado muy poco, ya que copaba todo el espectro económico, donde esta
función no tenía mayor cobertura. En una economía con un agudo estatismo, no cabe la
regulación, que es una tarea básica del Estado, que además debe ser complementada con
la vigencia de un Estado de Derecho, sin el cual tampoco tiene posibilidades reales de
140
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Sin embargo, durante este gobierno hubo un avance significativo en materia de negociaciones
para la venta de gas al Brasil, rompiéndose, de hecho, el tabú en contra de este objetivo, que
se había generado al respecto desde hacía mucho tiempo. Recuérdese el golpe frustrado
de los Coroneles contra el gobierno del Gral. Hugo Bánzer Zuárez en los años 70, guiados
por las tesis sostenidas por algunos intelectuales, uno de los cuales llegó hasta el nivel
de Ministro de Hidrocarburos, propiciando una nacionalización que terminó en un simple
cambio de contratos, sin lograr culminar con este proceso, al verse forzado a renunciar
sin una explicación que pudiera ser medianamente entendida. El gobierno de Paz Zamora,
efectivamente firmó en la ciudad de Cochabamba un acuerdo de venta de gas al Brasil,
con el entonces Gobierno de José Sarney del Brasil, el mismo que estipulaba un plazo de
15 meses para su realización, luego del cual, en caso contrario quedaba sin efecto, que fue
precisamente lo que sucedió.
En el momento del llamado “golpe de los Coroneles”, que fue frustrado, las reservas de
gas llegaban a 2.2 trillones de pies cúbicos americanos, que si bien eran muy modestas,
representaban una duplicación de lo que había cuando se suscribió el contrato de venta
de gas a la Argentina, que si funcionó, hasta su finalización, beneficiando al país, con más
de 4 mil millones de dólares de ingreso, esta vez en manos del Estado Boliviano, debido
a la nacionalización de la Gulf Oil, durante el Gobierno del Gral. Alfredo Ovando Candia.
En 1976, las reservas de gas llegaron a los 4.4 Trillones de pies cúbicos, de modo que no
hubo mayor duda respecto a su existencia, hasta llegar, durante la capitalización, al abismal
monto de 27.6 Trillones de pies cúbicos americanos de gas natural en el 2004. Monto que
se estimaba que podría alcanzar los 76.4 Trillones, si se tomara en cuenta las Reservas
Probables (24.7 Trillones) y las posibles (24.1 Trillones), cantidades que mostraban un
potencial muy significativo, que nos motivó a creer que podíamos constituirnos en el centro
energético del Continente Sudamericano.
Pero para ello, no era suficiente tener este energético en el subsuelo, sino que se requerían
otras condiciones, que lejos de cumplirse, se diluyeron completamente, como ser la falta de
seguridad jurídica y el cumplimiento de la palabra empeñada. Para culminar en algo mucho
más delicado todavía, la pérdida de los mercados naturales, que funcionan coyunturalmente,
en base a intereses más políticos que económicos. Peor aún, cuando, por los avances de
la tecnología, el gas ya no tiene que caminar por gasoductos sino en buques metaneros, a
través de su trasformación en estado líquido (GNL), lo que convierte este producto en un
commodity de fácil acceso y con un mercado universal.
En el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993 - 1997), que estaba en la línea anterior,
se renegoció este contrato, prácticamente en los mismos términos y aunque se siguió
revirtiendo las empresas al sector privado, está vez se incluyeron las llamadas estratégicas,
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Flavio Machicado Saravia
lo que era un “hueso duro” muy difícil de roer, por el simbolismo social y político que
representaban, al ser parte de la propia revolución del 52. Por ese motivo, el mismo partido
de la revolución (MNR) que la llevó a cabo, ahora tenía que buscar una imaginativa solución,
como “aparentemente” fue la Capitalización, inspirada en la experiencia inglesa (Margaret
Thacher) y de Europa del Este, aunque con etiqueta andina. En efecto, se habló de la figura
de la “mediería” en la que el mediero produce a medias con el patrón de la Hacienda, que
pone la semilla y los insumos necesarios y éste la tierra y su trabajo, para luego dividirse los
resultados en un 50% (ganancias), lo cual, si bien, aparentemente, podía resultar socialmente
entendible, el proceso fue mucho más complejo y difícil de comprender.
Aunque la privatización de las empresas públicas, durante la gestión de Paz Zamora, fue
disimuladamente inadvertida por el MNR, básicamente por razones de política interna,
cuando asumieron en gobierno nuevamente, por el peso de la dependencia externa y
porque ese partido ya había dado, en cierto modo, el puntapié inicial de la privatización
con el Decreto de Estabilización No 21060, Sánchez de Lozada, tuvo que continuar con
este proceso, inclusive sin admitir excepciones. Pese a que algunas empresas públicas tenían
utilidades y una gestión razonable, como fue el caso de la empresa de electricidad (ENDE)
o de telefonía (ENTEL), el Estado se deshizo de todas las empresas bajo su dominio,
incluyendo las empresas públicas más importantes y estratégicas, que no las vendió como
a las demás, sino que las transfirió o regaló, a todos los ciudadanos bolivianos que habían
cumplido 21 años el año de la capitalización (1995).
Obviamente, esta trasferencia del patrimonio público a los ciudadanos, se trataba de una
buena “coartada”, desde el punto de vista político social, ya que con esta medida, de alguna
manera, convenció a la población de que no se trataba de una privatización tradicional,
debido a que el patrimonio público, de todos modos, seguía en manos de los bolivianos, al
punto en que se planteó, en un principio, que en la nueva sociedad con los capitalizadores,
este aporte significaría un 50% del patrimonio, lo que representaría una distribución de las
utilidades equivalente. Sin embargo, en la práctica, esto no fue sino una expresión de deseo,
ya que para que el modelo funcione, la empresa extranjera que iba a poner capital fresco
y tecnología, quería tener el control de la gestión. Por ese motivo, los bolivianos tuvimos
solo el 49% de la sociedad y los capitalizadores, el 51%, incluyendo la llamada “acción de
oro” (1%), que en caso de una nueva estatización, equivaldría al valor de todo el patrimonio
aportado.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Al finalizar este gobierno, 58 empresas públicas habían sido vendidas al sector privado, a lo
que hay que agregar a las capitalizadas que fueron las siguientes:
• La empresa de aviación Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), que en 1995, fue capitalizada
por empresa brasileña Viacao Aérea Sao Pablo (VASP), por 47.5 millones de dólares
(5 millones en efectivo y el resto en tres aviones).
• Empresa de Electricidad (ENDE) que, en 1995, fue dividida en tres empresas: Corani,
que fue capitalizada por Dominion Energy por 58.8 millones de dólares; Guarachi,
capitalizada por Energy Initiatives, que pagó 47.1 millones de dólares y Valle Hermoso,
capitalizada por la empresa Constelation Energy, por 33.9 millones de dólares. 25 26
Hay varios aspectos que es necesario registrar, sobre este sugerente modelo de privatización,
conocido como Capitalización de las Empresas Públicas, que pretendía ser un proceso
irreversible, como fue la intención de sus autores y partidarios, por las bondades que iba a
tener, desde el punto de vista del crecimiento de la economía y del desarrollo, lo que no se
produjo, en términos generales, debido a que el período de maduración de las inversiones
todavía eran cortos y los beneficios en favor del Estado todavía eran limitados. Además más
pudo la demagogia, que se aprovechó de las condiciones extraordinarias de la economía
internacional, para convencer fácilmente a la población de que con la Capitalización se
estaba rifando la economía nacional y los recursos naturales, planteando su reversión. De
esta manera, luego del 2005, con el gobierno de Morales Ayma, prácticamente, este proceso
ha sido completamente revertido, con otro eufemismo, “el cambio y la nacionalización”, que
se comentará en el próximo Capítulo. Por esta razón, creemos oportuno tener una mejor
25 Al momento de ser “nacionalizadas”, el períodico 7 días (3 de mayo de 2010) menciona que las generadoras:
Guaracachi, de la británica Ruelec PLC, ubicada en Santa Cruz del Gran Grigotá; Corani es subsidiaria de la francesa
GDF Suez y su filial Inversiones Econergy Bolivia SA; Valle Hermoso del consorcio boliviano Bolivian Generating
Group, la financiera Zurich y el Banco Bilbao Vizcaya de Argentina. También menciona que la distribuidora Luz
y Fuerza, ubicada en Cochabamba, que no estaba entre las capitalizadas, fue “nacionalizada”, pese a que es una
empresa nacional, donde participan como accionistas empresarios, trabajadores y ciudadanos en general. En el
caso de la empresa francesa, la Cancillería de ese país hizo recuerdo del Acuerdo de Protección de las Inversiones,
firmado el 27 de Octubre de 1989.
26 Datos de la Oficina del Delegado Presidencial para la revisión y mejora de la Capitalización. Libro 10 años de la
Capitalización, Luces y Sombras. (Página 171)
143
Flavio Machicado Saravia
No puede haber duda que era importante atraer inversión extranjera directa (IED), ya
que el crédito internacional se cerró (Consenso de Washington), como también el
financiamiento externo privado, especialmente proveniente de la banca internacional, con
excepción de la Corporación Andina de Fomento (CAF), que otorga créditos comerciales
sin mayores restricciones, ya que se ha dedicada a intermediar recursos baratos en el
mercado internacional, para prestarlos a los países de la región, en este caso a Bolivia, a tasas
de interés comercial (6% anual). En otras palabras, se cerró el ciclo de apertura financiera
que se había originado en los años 60, donde se otorgaban créditos de fomento y a largo
plazo, para dar lugar a la inversión extranjera directa (IED), que no sólo debía aportar
capital fresco, sino también tecnología y capacidad de gestión, que no fue posible desarrollar
en las empresas públicas, por la corrupción generalizada y la politiquería, mucho menos,
pudo acumular excedentes, ya que los que existían, muy rápidamente eran distribuidos de
manera indirecta (contratos y compras dolosas e innecesarias) o directa, a través de sueldos,
salarios y otras primas, favoreciendo de esta manera a la “burguesía burocrática”, donde
los socios rotaban dentro un mismo círculo, dependiendo de la circunstancias. Fue evidente
que la corrupción pública y privada, fue el detonante, para que en el Primer Congreso
Mundial sobre Financiamiento Externo celebrado en Monterrey, se escuchara una especie
de sentencia acusatoria: “Tan pronto hay desembolsos de los créditos internacionales,
muchos latinos, simultáneamente compran residencias en Miami”.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
A lo anterior, hay que agregar el hecho de que los ciudadanos que fueron beneficiados
con este generoso regalo, al no otorgárseles una constancia de su propiedad, sea en forma
de acciones o de un registro que le de legitimidad a esta pertenencia, no asimilaron este
proceso como suyo, con lo que el proceso de Capitalización, socialmente se debilitó
desde un principio. De esta manera, el ciudadano lejos de defenderlo, así como su derecho
propietario, tomo este asunto con indiferencia, sobre todo con desprendimiento, ya que
en ningún momento se consideraron dueños. Es más, si se hubiera plasmado de alguna
forma el espíritu de la ley, donde estaba clara la posibilidad de que este derecho propietario
podía ser transferido a los herederos, esto hubiera despertado el interés de las nuevas
generaciones, que no entendieron a cabalidad este proceso, ni les interesó en absoluto,
desde un punto de vista personal. Estaba permitido incluso la venta de estas acciones a
terceros, con excepción a las empresas capitalizadoras, que expresamente fueron prohibidas
a fin de no desequilibrar las proporciones pactadas y evitar la concentración del capital.
De haber sido así, en el Referéndum del gas, no se hubiera permitido ni siquiera hacer la
pregunta, donde se planteaba el retorno de las acciones a YPFB, que fueron transferidas a
los bolivianos, con la capitalización de las empresas públicas. En este Referéndum votaron
tanto los beneficiarios, como los que nada tenían que ver con este tema específico, no
tenían 21 años 1995, pero igual decidieron la reversión de las acciones a YPFB.
Las acciones de las empresas capitalizadas no fue posible distribuirlas, simplemente porque
no representaban un solo paquete susceptible de ser distribuido entre los supuestos socios
bolivianos, tal como se trató de hacerse, infructuosamente, durante el siguiente gobierno
(Gobierno del Gral. Hugo Bánzer). El Valor de Libros de las empresas públicas era diferente
de acuerdo a cada empresa, así el de ENTEL (Comunicaciones) fue de 132 millones de
dólares, el de ENFE (Ferrocarriles) de 52 millones, del LAB (línea aérea), 24 millones, de YPFB
(hidrocarburos), fue de 382 millones y de ENDE (electricidad) de 99 millones de dólares,
lo que hacía un total de 689 millones de dólares, que no representaba un valor patrimonial
muy significativo. Lo importante vino después, con el aporte de las empresas capitalizadoras,
que se comprometieron a invertir 1.671.5 millones de dólares, pero que en realidad lo
hicieron por 2.762.2, o sea 1.090.6 millones por encima. Sin embargo, salvo un empresa
petrolera que estaba registrada en la Bolsa de Valores, las acciones, que fueron agrupadas
en un Fondo de Capitalización Colectiva, administrado, por iniciativa del gobierno, por
las Administradoras del Fondo de Pensiones (AFP), al ser consignadas en un denominado
“precio de Capitalización” y no de mercado, adquirieron un alto grado de incertidumbre.
De este modo,YPFB, por ejemplo, no pudo dar ningún uso a las acciones recuperadas, como
consecuencia del Referéndum, al punto, que para poder funcionar y jugar algún papel de
productor, el gobierno de Morales Ayma le ha otorgado un préstamo del Banco Central
de Bolivia por mil millones de dólares, que ni jurídica, ni económicamente corresponde.
Como este proceso se frustró en medio camino, no quedó claro que estaba pasando
con la composición accionaria, entre los bolivianos que éramos dueños y las empresas
capitalizadoras, cuando éstas realizaron una inversión por encima de lo pactado, ya que
los primeros no tenían ningún mecanismo por el cual tendrían que aportar para seguir
manteniendo las proporciones establecidas en la sociedad de inicio.
145
Flavio Machicado Saravia
Lo cierto es que el gobierno, pese a que ya no tenía nada que ver con las acciones de
los bolivianos, ya que las nuevas empresas eran sociedades anónimas cerradas, siguieron
asumiendo su clásico papel paternalista y autoritario, dando la sensación de que las
empresas públicas en ningún momento se habían ido de la tutela pública. El gobierno de
turno, nombraba directamente a los Directores Nacionales a través de las AFPs, de forma
discrecional y sin concurso público alguno, con ausencia absoluta de representatividad,
constituyendo además la minoría en el Directorio, con un poder limitado en la toma de
decisiones. De esa manera, nuevamente se hizo presente el hecho de la falta de identidad
entre los accionistas criollos y el proceso de capitalización, puesto que sus representantes en
el Directorio, proyectaban una imagen, más bien pública o partidista, que privada, haciendo
que el proceso de capitalización caminara más cerca del Estado, que de sus legítimos
propietarios. Como la ley de Capitalización, al igual que la de Privatización fue aprobada
de “manera forzada” y lejos de la opinión ciudadana, no se logró que la población tomara
real conciencia de la importancia de este proceso, tanto para sí como para el desarrollo
del país. No hay duda que hubieron voces de protesta y discusión parlamentaria, pero éstas
se las hacía en conciliábulos cerrados, donde más bien terminaron en la concertación de
intereses, dejando en segundo plano los aspectos medulares de la propuesta.
De igual manera surgió el tema del bono de solidaridad (BONOSOL), que de un instrumento
empresarial, a través del cual tenían se tenían que traspasar los beneficios, se convirtió en un
objetivo político, para que más tarde sea inadecuadamente concebido como una conquista
social y, mucho peor, como un derecho. Dio lugar, inclusive, a la realización de algunos
estudios o apreciaciones, que le dieron al BONOSOL, el atributo de haberse convertido
en un instrumento para una mejor distribución del ingreso, considerando además que tuvo
efectos relevantes en el crecimiento de la economía, cuando en realidad, si bien constituyó
un aporte importante en el ingreso de ciertos grupos sociales de extrema pobreza,
incrementando en algo su consumo, su impacto en la Demanda Agregada, pareciera más
bien que fuera marginal. Lo importante, es que el BONOSOL, por su utilización política, se
constituyó en otra distorsión, ya que al ser ajeno a su diseño, no favoreció en absoluto a este
proceso. En efecto, en el nuevo y sugerente esquema empresarial, donde muchos ciudadanos
de distinta naturaleza, fueron convertidos, por una decisión política, en accionistas, al
asociarse con empresas transnacionales, que tenían una identidad específica, en lugar de que
la distribución de los beneficios, entendidos como las utilidades, se distribuyeran a través
de una lógica empresarial, a último momento, se instaló un mecanismo (BONOSOL) que es
necesario seguir colocándolo en una perspectiva.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Lo cierto es que el BONOSOL, se convirtió en una obligación con monto fijo, para beneficiar
a un número creciente de personas, en la medida que aumenta la esperanza de vida al nacer,
en una primer instancia, con cargo a la capitalización, aunque las empresas no produzcan
utilidades y, luego, de diez años, con cargo al presupuesto general de la Nación, con cargo
a un impuesto que depende de los precios internacionales. El BONOSOL, que cambió
de nombre (Renta Dignidad), adquirió finalmente el carácter de una obligación pública,
antes que empresarial-privada, que en ese primer y segundo momento, fue aprovechado
por el gobierno de turno, en beneficio suyo, como si se tratara de una obligación social
27 “Los impactos de la capitalización: evaluación a medio término”. Mario Napoleón Pacheco. Pág . 161 del libro “10
años de la CAPITALIZACION”.
28 Las acciones de las empresas capitalizadas estaban bajo la administración de las AFPs, para lo cual se creó un fondo
denominado “Fondo de Capitalización Colectiva”, para distinguirlo de otro “Fondo de Capitalización Individual”
donde estaban los aportes para el nuevo sistema de seguro social, también administrados por estas administradoras
de pensiones.
147
Flavio Machicado Saravia
Con el objeto de diferenciarse del gobierno anterior, que había hecho avances en la “des‑
concentración” de la administración pública, Sánchez de Lozada, buscó la forma de “des‑
centralizarla”, primero a través de las Prefecturas, concibiendo un proyecto de ley, donde
éstas adquirían una mayor autonomía y competencias, pero no llegó a plasmarse, ni siquiera
discutirse, ya que si bien este proyecto llegó a manos de los Prefectos, luego fue retirado
de circulación, sin explicación alguna. En realidad, este proyecto de ley, fue sustituido por el
de la “Participación Popular”, donde el énfasis de la acción pública, en el ámbito regional, en
lugar de estar en las Prefecturas se decidió llevarla a cabo través de los Municipios, que en
ese entonces, eran del orden de unos 200, que luego se incrementaron, tan pronto como
cuando éstos empezaron a recibir las transferencias de los impuestos del Tesoro General
de la Nación (TGN), como “una especie de maná caído del cielo”, que se denominó “Co‑
participación Tributaria”.
A partir de ese momento, tanto en el ámbito rural, como en el urbano, las agrupaciones
sociales y habitantes, en general, querían tener su propio Municipio, llegando constituirse
más de 330 en todo el país. Se dio el mismo caso del Censo Poblacional de 1950, cuando,
frente a los resultados, las poblaciones menores, decidieron, por votación, ser población
urbana o rural, para lo cual se tenía que tener más de 2.000 habitantes. De este modo,
el Censo Poblacional, acarreó, para toda la vida, más de un 15% error censal, que era
una aberración, la misma que también fue resuelta por otra votación. Esta vez por los
funcionarios públicos que formaron parte de una Comisión organizada para dilucidar sobre
este problema. En aquel entonces el que fuera Director de Estadísticas, Lic. Luis Llanos, nos
relató que, luego de una discusión interna, la Comisión interinstitucional, que se formó para
el efecto, decidió que los resultados del Censo Poblacional eran válidos, sin importar sus
consecuencias posteriores.
Los resultados de este censo, que se realizó después de 50 años, o sea sin ninguna cultura
estadística previa, si bien podrían pasar por alto, no pasaron para el gobierno de aquel
entonces (1964), ya que esta situación resultaba inconveniente para sus nuevos fines
electorales, dado que el “Muestreo Poblacional” que realizó Naciones Unidas, en esa época
podía contradecir los resultados electorales que habían sido prefabricado en base a las
proyecciones realizadas del Censo Poblacional de 1950. Lo que motivó la expulsión del
encargado de este proyecto, la sepultura de los resultados y el silencio.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
No hay duda que la Participación Popular tuvo un efecto importante en el plano regional,
que dio lugar al desarrollo de varias regiones, que crecieron en infraestructura social básica,
como caminos, centros educativos y hospitalarios y en algunos casos en materia productiva,
aunque no siempre como producto de esta política, ya que paralelamente se desarrolló
una gran ofensiva de financiamiento orientado al micro crédito, que tuvo su impacto en
la producción, más que todo en el área de los servicios. Con este fin se desarrollaron
mecanismos institucionales especializados, sea para fomentar el micro crédito a través de
organismos privados de financiamiento, especialmente Fondos Financieros u Organizaciones
no Gubernamentales (ONGs), para apoyar directamente a los actores económicos y
sociales. Paralelamente, también se creó un mecanismo especializado (Fondo Regional para
el Desarrollo) para apoyar a los Municipios, especialmente con recursos de financiamiento
externo, que efectivamente los apoyaron en las obras anteriormente mencionadas, aunque
no con resultados muy favorables, sea en términos de calidad y funcionamiento.
Obviamente, los que más rápidamente se beneficiaron, fueron los contratistas provenientes
de los principales centros urbanos, que por la falta de capacidad institucional y técnica
municipal para ser supervisados, dieron lugar a una baja o defectuosa calidad de sus obras,
endeudando muchas veces inútilmente a los municipios. De manera que corrupción e
ineficiencia, se volvieron a encontrar en este nuevo proceso, faltando mucho para que se
establezca una mayor capacidad institucional y técnica, que pueda diseñar una estrategia
de producción de largo plazo, que evite además el permanente flujo de migración hacia
las principales ciudades e incluso al extranjero. Cerca de un 40% de los municipios, en el
2010, estaban obligados a descongelar sus cuentas para seguir funcionando, debido a que
el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas se vio obligado a intervenirlas en su manejo
financiero, por razones de mala administración o manejo inapropiado.
149
Flavio Machicado Saravia
Ahora, con las “autonomías” donde existirá capacidad legislativa propia, tanto a las
Prefecturas como a los Municipios, se les ha dado unicamente un ámbito restringido de
competencias, donde el Poder Central mantiene el control de los principales recursos
tributarios y financieros. En el nuevo proceso, llamado autonómico, aún cuando hace tiempo
ya existían las “Autonomías Municipales” aunque limitadas y luego de tres lustros de pasada
la euforia de la Participación Popular, si bien se les está otorgando ciertos grados de libertad,
ambas instituciones seguirán condicionadas al poder central, esta vez por el control de sus
mecanismos legislativos o ejecutivos, a través de las Asambleas Departamentales o Concejos
Municipales o por el control de los desembolsos presupuestarios o la propia Coparticipación
Tributaria, respectivamente, ya que todavía no están dadas las condiciones para que la
sociedad se haga cargo de pagar los tributos necesarios para que sus Departamentos y
Municipios tengan vida propia. Tanto al Gobierno Central le costará “destetarse” de sus
instituciones, por el temor de perder poder, como consecuencia de la delegación de sus
competencias y funciones, como a la sociedad le costará asumir sus propias obligaciones,
para gozar de una plena autonomía.
Esto lo podemos ver claramente en los inicios de esta llamada nueva era de las “autonomías”,
donde, en el caso de las Prefecturas, en las que las autonomías tuvieron una aceptación
reflejada mediante el voto, en una proporción de más del 80%, el Presidente del Estado
150
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Plurinacional, sin lógica alguna, salvo la lógica de la dominación política, posesionó a los 9
flamantes Gobernadores, antes Prefectos del Departamento, que tradicionalmente eran
habilitados para ejercer su funciones por las Cortes Superiores de Distrito, dependientes
del entonces Poder Judicial, ahora denominado Órgano Judicial. Competencia que ahora
le correspondería hacerlo a las nuevas Asambleas Departamentales, elegidas por el voto
directo. Lo propio ocurre en los Municipios, donde el énfasis por el control de los Consejos
Municipales, se ha vuelto crucial y prioritario, atentando contra la gobernabilidad que es
importante para la gestión sea Municipal o Departamental.
Interesa averiguar, por lo tanto, si es que realmente estamos frente a una efectiva transferencia
del poder administrativo del Estado o de un proceso, en el que simplemente hay un cambio
de maquillaje, hasta llegar al absurdo puramente semántico. No hay duda que desde hace
40 años, se ha dado una evolución administrativa que no se ha percibido completamente,
que es necesario reflejar para entender mejor la historia. En efecto, hasta que se dio la “Ley
de Bases del Poder Ejecutivo” en la que - luego de casi un siglo de establecida la República
(1969) - recién se delineó una estructura integral del Poder Ejecutivo, los Prefectos del
Departamento dependían del Ministerio de Gobierno, como una especie de extensión del
poder represivo del gobierno, en su calidad de administradores del monopolio de la fuerza,
ejercida especialmente por la policía.
Desde ese entonces, los Prefectos pasaron a depender directamente del Presidente de
la República, para ser una extensión del gobierno y, en consecuencia, actuar en el ámbito
Departamental en su nombre, en su calidad de representantes políticos. En tanto, el
Ministerio de Gobierno cambió de nombre, por el de Ministerio del Interior, no como una
cuestión meramente semántica, sino con la intención de crear una instancia de articulación
y negociación política, debiendo cumplir el nuevo Ministro, un papel más conciliador, que
de guardián o represor político. En ese mismo contexto, surgieron las Corporaciones
de Desarrollo, que fueron una evolución del Comité de Obras Públicas de Santa Cruz,
que estaba pavimentando parte de las regalías petroleras y de las demás Prefecturas y
municipios del país, que no podían cumplir con sus elementales tareas y, en consecuencia,
actuaban bajo la directa tutela del gobierno de turno. De esta manera las Corporaciones de
Desarrollo, que tenían que ser los instrumentos de las Prefecturas para impulsar el desarrollo
departamental, en todos los casos éstas fueron opacadas por las mismas Corporaciones,
que más bien pasaron a ser instrumentos de los “Poderes Factuales Regionales”, aunque
generando, de todas maneras, una nueva dinámica en la economía regional.
Por esta razón, el cambio de la atención hacia los Municipios con la Participación Popular,
al desaparecer las Corporaciones de Desarrollo, los círculos de poder trataron de ubicarse
en este nuevo proceso, que ya había dado cabida a una base más ancha de la sociedad, que
diluyó su tradicional influencia. De ahí, como por arte de magia, surgió una mayor vocación
“municipalista”, que además tenía la virtud de no estar obligada a cobrar más impuestos
para su funcionamiento, ya que tenía disponibles parte de los recursos del Estado y, por lo
tanto, era más fácil jugar a la popularidad o a las elecciones. Como también se contaba con
el apoyo del Poder Central, se podía acceder al endeudamiento eterno e interno. Algunos
Municipios, hasta llegaron a emitir papeles en el mercado de Valores, con relativo éxito,
pudiendo, en consecuencia, realizar obras municipales que no se habían visto hace mucho
tiempo.
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Flavio Machicado Saravia
Sin embargo, con los excepcionales precios internacionales de las materias, que en el caso
del gas, se elevaron de un dólar el millar de metros cúbicos, cuando la Capitalización, a
nueve dólares en 2008 y la incorporación de un elevadísimo impuesto a la producción
de hidrocarburos (32%) - Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) - cuyo usufructo
fue destinado principalmente a las Prefecturas, Municipios y Universidades, volvió a surgir
un nuevo “maná del cielo”, que reavivó, a nivel Departamental, el “espíritu autonomista”,
colocándose nuevamente esta reivindicación a “flor de piel”, para constituirse en la
principal bandera regional y de lucha política, de inicios del Siglo XXI, tal como ocurrió
en los años 50 en Santa Cruz, cuando los cruceños se enfrentaron al Poder Central, para
obtener un 11% de regalías por la producción de petróleo. Nuevamente, los factores de
poder, vieron en la autonomía departamental, para la cual todavía hay muchos recursos, una
nueva oportunidad para intentar una relativa hegemonía, un mejor manejo de sus recursos
naturales y la administración de ingresos tributarios que les corresponde.
Además, el sistema suponía que los recursos aportados por los afiliados iban a ser adecua‑
damente utilizados, logrando una razonable rentabilidad de los aportes, que es necesariapa‑
ra hacer frente al pago de las jubilaciones, al menos si se quiere llegar hasta una determinada
proporción de lo que suponía iba a recibir el jubilado. Sin embargo, al parecer, en ese enton‑
ces, lo único que permitía el mercado era la inversión en la construcción de edificios, con
lo cual se podía obtener alguna renta que pueda engrosar el patrimonio de las instituciones
encargadas de la administración del seguro. Lo cual, casi siempre, resultó contraproducente,
sea porque la renta no se podía ajustar, en una economía tradicionalmente inflacionaria, o
porque los inquilinos eran malos, al margen de que la construcción incluía en su costo, la
corrupción y el favoritismo político o sindical.
En efecto, lo más grave fue que los aportes de los afiliados, que constituyen una importante
fracción del ahorro interno de la sociedad, aunque forzoso, eran depositados en el sistema
financiero, para que éste realice sus actividades de intermediación de corto plazo y no para
la inversión de largo plazo, que es lo que se requiere para que la economía nacional siga
creciendo. Los líderes sindicales o los administradores del sistema eran los “mimados” del
sistema financiero, para que los recursos del seguro social vayan a sus manos, incrementando
el ahorro financiero, en lugar del ahorro interno. En suma, la administración del sistema,
fuera de que se hacía cada vez más inviable, era muy mal manejada, de manera que el Estado
no podía cumplir con una función clave para la sociedad y la economía. Al margen de que
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
el Estado como el sector privado, utilizaron los aportes como un complemento de caja,
para hacer frente a sus problemas de liquidez, situación que llevó a que la deuda acumulada
a los afiliados del sistema sobrepase los 2.500 millones de dólares, lo que después devino
en el actual pago de pensiones - correspondiente al anterior sistema - que representa
anualmente una erogación de 400 millones de dólares.
La solución planteada fue sencilla para los Administradores de Pensiones y para el propio
Estado, ya que era menos complicado obtener recursos financieros cautivos, que cobrar
más impuestos, como se vio durante el segundo gobierno de Sánchez de Lozada, donde se
amotinó la policía y la población salió a las calles, dando lugar a la primera amenaza seria a
la estabilidad democrática. Probablemente, se tenía la intención de incrementar la capacidad
contributiva de la economía con la Capitalización, que al producirse un incremento en la
inversión, iba a tener como resultado un aumento en la actividad económica, tanto por
el lado del producto, como del ingreso nacional, con lo cual se haría frente a las nuevas
demandas comprometidas. Por lo tanto, no sería necesario exigir más recursos a los actuales
contribuyentes, que no siempre reaccionan de muy buena gana, sino que bastaría un mayor
crecimiento de la economía, que se tenía que producir con la capitalización de las empresas
públicas, sin imaginar siquiera que diez años después, gracias al crecimiento de la economía
china, los precios se elevarían a tal punto, que dio pie para acabar con este proceso y gozar
de una bonanza que pareciera ser que nunca se acaba.
Aunque la deuda del Sistema de Reparto del Seguro Social de Largo Plazo, se inició pagando,
en parte, con los aportes del actual sistema de Capitalización Individual, ésta seguirá
representando una carga fiscal muy importante, si es que la comparamos con los ingresos
tributarios corrientes. Es decir, con lo que pagan los ciudadanos por concepto de sus
ingresos y no con las contribuciones generadas con cargo a nuestras exportaciones, que
153
Flavio Machicado Saravia
En los inicios de esta transformación, el sacrificio fiscal pasó desapercibido, debido a que se
estableció la obligatoriedad de transferir hasta el 80 % de los aportes del Sistema de Seguro
Individual al Estado, a través de la compra de bonos públicos a 15 años plazo y con una tasa
de interés fija del 8% anual, que es la necesaria para capitalizar los aportes individuales, a fin
de poder pagar una jubilación equivalente al 70% del promedio del salario de los últimos
5 años trabajados. De este modo, los Administradores de Pensiones no tuvieron que hacer
ningún esfuerzo para capitalizar los aportes de los afiliados, tampoco el Estado necesitó
recurrir a una mayor tributación para cubrir el pago de pensiones del anterior sistema, ya
que recibía unos 160 millones de dólares al año (80% de un aporte promedio equivalente
a 200 millones de dólares), monto que fue subiendo en la medida que ingresaban más
afiliados al sistema. Lo que ahora se torna una preocupación, ya que hasta el presente,
representa una deuda del Estado al Sistema de Capitalización Individual (a los afiliados) por
3.200 millones dólares, monto acumulado que representa aproximadamente un 80% del
total de su patrimonio aportado, que supera los 4 mil millones de dólares. En la actualidad,
existen aproximadamente 1.2 millones de afiliados de los cuales alrededor de un 50% son
los que cotizan efectivamente al sistema.
Sin embargo, resta aún una última reflexión, ya que no es posible que los recursos del
sistema de seguridad de largo plazo, que representan parte del Ahorro Interno de nuestra
economía, se estén utilizando en gasto corriente (pago de rentas). Pero, por otra parte,
aún no existe un mercado de capitales suficientemente dinámico como para poder invertir
productivamente estos recursos, lo que representa un serio problema para el Sistema
de Capitalización Individual y para sus administradores en el futuro, habida cuenta que
actualmente el Estado no necesita captar más recursos, en tanto tenga a su disponibilidad
otros ingresos provenientes de los precios internacionales de nuestras materias primas.
Finalmente, ahora se quieren introducir modificaciones estructurales al sistema, que aún no
se conocen en definitiva, aunque con signos mas bien desalentadores, lo que puede reabrir
nuevamente una discusión y un problema social de dimensiones.
29 El Artículo 134, proclama que “No se permitirá la acumulación privada del poder económico……No
se reconoce ninguna forma del monopolio privado…y las concesiones de servicio públicos serán
excepcionales”.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Para encarar el primer aspecto señalado, se creó todo un Sistema de Regulación, dándole un
amplio desarrollo institucional y normativo, lo que no ocurrió con el establecimiento de las
normas esenciales para que funcione el libre mercado,que quedó como un problema pendiente
o de segunda prioridad, mostrando, desde luego, la poca importancia o comprensión, que
le dieron los autores de la nueva política económica emprendida, tanto para consolidarla,
constitucionalizando estas medidas, como para que funcione la competitividad y el mercado,
dotándole del marco normativo correspondiente. Posiblemente, como siempre ha ocurrido
en Bolivia, los gobernantes de turno consideraron que poseían todo el poder y el tiempo
necesario para desarrollar sus políticas, como era la profundización del modelo de libre
mercado, lo que representaba, desde luego, la sustitución de la filosofía del rentismo, por la
del emprendimiento, lo cual representaba un cambio de valores y una toma de conciencia
que demanda bastante tiempo. De ahí, que no fue difícil implantar las actuales señales, que
muestran un proceso completamente diferente, ya que nuevamente se pretende instaurar
una especie de “neopopulismo”, que, obviamente, tiene como contraparte, el surgimiento
de un nuevo Capitalismo de Estado, pese a que las condiciones internas y externas no son
del todo favorables.
30 En el Capítulo III, Política Económica del Estado, que comprende los Artículos 141 al 145, se le dota al Estado “la
competencia de regular el ejercicio del comercio y la industria cuando así lo requiera la seguridad
o necesidad pública”. En segundo lugar, se indica que “el Estado, en esas circunstancias, podrá asumir
la dirección de la economía mediante su control, estímulo o gestión directa”.
155
Flavio Machicado Saravia
Cada sistema de regulación, tenía una instancia de apelación jerárquica, que tenía el
nombre de Superintendencia General, que además de tener la tarea de conocer los
Recursos Jerárquicos, participaba en la elaboración de los presupuestos, evaluaba la gestión
administrativa de cada Superintendencia Sectorial, e intervenía en los nombramientos, lo
que limitaba el carácter de independencia que debían tener. Esta fue la razón por la cual,
en el siguiente gobierno, en el caso del SIREFI, se hiciera una reforma que al margen de
cambiar su nombre por el de Superintendencia de Recursos Jerárquicos (SRJ), se estableció
como única función la del recurso jerárquico, estructurando así una mejor organización,
para que el sistema regulatorio cumpla su tarea, precautelando la lógica del Derecho
Administrativo y la relación jurídica entre el Estado y la sociedad. Lamentablemente,
nuevamente en el segundo gobierno de Sánchez de Lozada, sin comprender el alcance de
esta reforma, volvió a persistir en un criterio inicial, para lo cual cometió el grave error de
“eliminar” esta Superintendencia de Recursos Jerárquicos (SRJ) para retornar a la anterior
Superintendencia General, que luego de un tiempo, nuevamente realizó la única tarea de
conocer los recursos jerárquicos. Con la eliminación de la SRJ, se vulneró a todo el sistema
regulatorio, que terminó en el actual gobierno por desaparecer. Persistiendo la confusión
entre una tarea técnico-administrativa, con la de una tarea técnico-normativa, que es lo que
corresponde a la regulación del Estado.
En realidad, el nacimiento del Sistema de Regulación no fue una tarea fácil, por la falta
de tradición en la práctica del Derecho Administrativo, que, obviamente, difícilmente
funciona en una economía en la que predomina la actividad productiva del Estado, como
ocurrió en el ciclo del Capitalismo de Estado, que se desarrollo con mayor énfasis a partir
de la Revolución Nacional de 1952. La acción predominante del Estado en el campo de
la producción de bienes y servicios, hace imposible que el propio Estado se cuestione
entre sí, sea por la vía administrativa (Recurso de Apelación) u otra, que amerite el caso.
Lo que definitivamente ocurre, cuando un servicio público es realizado por una tercera
persona, donde el Estado, como responsable de su dotación, debe realizar múltiples actos
administrativos exigiendo determinadas tareas al operador, a fin de garantizar su calidad o
el fiel cumplimiento del contrato. De este modo, la regulación del Estado cumple una tarea
técnico - normativa, antes que puramente técnico-administrativa, lo que generalmente se
cree. Incluso para los propios operadores del sistema, que le daban mayor énfasis a los
aspectos administrativos y menos a los jurídicos, que era precisamente la característica
principal.
Siempre ha resultado difícil que los Superintendentes Sectoriales asuman con agrado que
el Superintendente Jerárquico Superior respectivo, establezca otra solución (Recurso
Jerárquico), que se supone está más apegada a la norma o a su espíritu, especialmente por
ese complejo de “infalibilidad” que asumen las personas, cuando asumen un cargo público,
peor si es de jerarquía.Tampoco es muy cómodo, cuando en esta instancia administrativa, el
operador o el usuario, sigue manifestando su inconformidad con lo resuelto, recurriendo a
156
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En los hechos no pudieron funcionar adecuadamente, ya que si bien estos Ministros gozaban
del pleno respaldo del Presidente, como una especie de “Vicepresidentes Ejecutivos” en
una empresa privada, los demás Ministros que formalmente gozaban del mismo rango
administrativo, también cumplían con una función política, donde cada uno de ellos tenía su
propio peso específico, lo que causaba múltiples problemas prácticos al gobierno. Además,
cada Ministerio Sectorial, tenía que emitir sus propias Resoluciones Administrativas, de
acuerdo al campo de su competencia, definida en la ley, a tiempo de su creación, lo que
añadía problemas adicionales a los anteriormente señalados.
Con el advenimiento del nuevo gobierno del Gral. Hugo Bánzer Suárez, el proceso de
capitalización pretende ser completado, planteando la idea de que se deberían repartir las
“acciones” de las empresas capitalizadas, en el componente correspondiente a los bolivianos,
pero fue imposible hacerlo desde el punto de vista práctico. En el campo administrativo,
se pone en práctica el proyecto de Ley de la LOPE, que Sánchez de Lozada no quiso
implementar, por la cual se reconoce el carácter regulador de la economía, planteando una
estructura en la que el Gobierno Central asume la responsabilidad de administrar aquellas
tareas o funciones que tienen un carácter nacional, como la recaudación de impuestos,
creando para ello los “Servicios Nacionales”, sobre los cuales sólo se ejercía tuición, a
objeto de precautelar su relativa autonomía de gestión.
La función de la Administración Central, que es como se concibió esta instancia del gobierno,
solo tenía que normar y fijar políticas públicas y no ejecutar directamente ninguna tarea
específica. Para ello, se concibió la Administración Departamental, que estaba en manos
de los Prefectos Departamentales, que tenían como misión ejecutar las tareas básicas del
31 Fue el primer esfuerzo orgánico y sistémico del aparato administrativo público, después de casi un siglo, en el que
el Gobierno de Aniceto Arce (1888), trató de establecer, aunque en una menor dimensión, una estructura del Poder
Ejecutivo, con sus diferentes niveles y competencias. En 1970, el contexto económico era muy diferente, donde el
planteamiento central pretendía consolidar un Capitalismo de Estado, que hasta ese entonces seguía pasando por
una etapa de desarrollo muy insipiente.
157
Flavio Machicado Saravia
Largo sería comentar los diversos aspectos que componen esta reforma, que de haberse
implementado de acuerdo a su concepción, muchos de los problemas que se presentaron
luego, hubieran sido resueltos más fácilmente, como es el caso de los “Delegados
Presidenciales” que tenían que cumplir tareas de Estado muy específicas, para lo cual es
siempre necesario contar con una persona con rango de Ministro que tenga la capacidad
de coordinar las acciones de los Ministros sectoriales con mayor eficacia. Este sería el
caso del desarrollo integral de la ciudad de El Alto, que tenía que transformarse en un
polo industrial de enlace entre el país y el Océano Pacífico o cualquier otra región como
sería el polo de desarrollo en torno a la siderurgia del Mutún, etc. También podría haber
sido la reducción paulatina de la burocracia a nivel central, de 15.000 a 4.000 funcionarios,
para ser relocalizados en las instancias Departamentales y Municipales donde tenía que
desarrollarse preferentemente la acción pública, además de sentar una mayor presencia del
Estado en todo el territorio nacional.
Para la aprobación de la LOPE, se tuvo que discutir mucho, la idea de consolidar un mandato
Constitucional como era el establecimiento de la Carrera Administrativa, a objeto de tener
una verdadera planta burocrática del Estado, sin injerencia del poder político, evitándose
de esta manera las prácticas corruptas del prebendalismo, que echan por tierra cualquier
política pública por mejor intencionada y favorable a los intereses colectivos que sea. De
este modo, con especial apoyo del Presidente Bánzer, se logró establecer en la LOPE, que
los cargos burocráticos de carrera culminaban en el nivel de Director General, lo que
curiosamente fue eliminado cuando el Vicepresidente de la República se hizo cargo de la
Presidencia, ante el fallecimiento del Gral. Bánzer, en la Ley que precisamente instauraba
específicamente la Carrera Administrativa, restándole sentido y fuerza a la medida, que
de todos modos es pisoteada y vulnerada permanentemente. Se trata de un problema
estructural de difícil aplicación, especialmente en un país pobre y carente de fuentes de
trabajo y donde la cultura pública sigue confundiendo Estado con Gobierno.
158
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
de instalar un polo industrial en las costas de Chile, pero con la condición de avanzar en
nuestro acceso al Mar, planteado por el Gobierno, exigiendo lo que se denominó una
“cualidad marítima”, que era una especie de “soberanía nacional condicionada” en costas
chilenas, exacerbó los ánimos nacionales en ambas partes, dando lugar finalmente a un
Referéndum (Gobierno de Carlos Mesa) con características francamente extremas y
chauvinistas, que terminaron con este negocio, profundizando mucho más nuestro encierro
marítimo. Bolivia no exporta ni “una molécula de gas” a Chile, pero importa de Chile todo
tipo de carburantes, a precios internacionales, en circunstancias que ese país, al igual que
otros, que eran nuestros consumidores naturales, ahora están siendo abastecidos mediante
barcos Metaneros, provenientes de lugares tan distantes como Indonesia. Lo propio hace
Perú, que no importa, pero sí exporta LNG desde sus costas, a cualquier parte del mundo.
Los empresarios nacionales, invirtieron en la época de la Capitalización, 1.9% del PIB, que
resulta menos de la mitad del promedio de todo el período analizado (4.8%), aunque lo
más significativo es que es la misma proporción correspondiente a la etapa del gobierno
de la UDP, donde las condiciones fueron francamente adversas. Al parecer, como los
empresarios nacionales no participaron en ese proceso, sea por su dimensión, su baja
capacidad de innovación tecnológica y de gestión, al margen de que ya no formaban parte
de las redes de abastecimiento de materias primas, partes y equipo importados, como
ocurría con las empresas públicas, ya que las empresas capitalizadoras tenían sus propias
redes, los empresarios criollos destinaron sus capacidad de inversión hacia la compra de
papeles públicos y privados en la bolsa, del orden de unos 400 millones al año.
Pero, había razones para preocuparse, ya que la intención de cobrar más impuestos, tuvo
como respuesta una crisis social (descontento) e institucional (enfrentamiento entre las
Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros) de envergadura, que casi derroca al gobierno,
dejando una estela, que finalmente culminó con la salida del Presidente hacia el exilio. Esta
situación dio lugar al llamado de la Iglesia Católica, a un nuevo encuentro entre las fuerzas
políticas y sociales, que se detallan en el Capitulo concerniente al Pacto Social.
159
Flavio Machicado Saravia
Los gobiernos interinos de Carlos Mesa Gisbert y Eduardo Rodríguez Beltzé, desde el
punto de vista de la historia económica, no representan sino variaciones sobre los aspectos
centrales de lo ocurrido con la capitalización, salvo la nueva Ley de Hidrocarburos, que
abre un nuevo ciclo en esta materia, donde a través de un Referéndum, se establece además
la reversión de la propiedad de las acciones de bolivianos nuevamente a manos de YPFB,
lo que da inicio al derrumbamiento del proceso de capitalización, que es el símbolo del
llamado período neoliberal y el inicio del nuevo Capitalismo de Estado, que forma parte del
siguiente Capítulo.
160
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
X
CAPITULO
Un prólogo necesario
En este Capítulo, resulta complicado realizar un análisis cronológico, pese a que han
ocurrido varios hechos importantes, pero se trata de un nuevo proceso que está en
desarrollo y los aspectos más relevantes están más vinculados a procesos políticos y
sociales que económicos. El tema central de la economía, más bien ha sido el resultado
del alza de los precios internacionales de nuestras materias primas, que llegaron a niveles
históricamente nunca vistos, como consecuencia de factores exógenos, emergentes de la
demanda y crecimiento económico de nuevos actores como son los países emergentes,
especialmente la China, la India y Brasil. También han incidido las remesas provenientes
de residentes bolivianos en el exterior, especialmente luego de la estampida poblacional
hacia Europa, particularmente España, y de la recuperación económica de los bolivianos en
la Argentina, que atesoraron sus ahorros, bajo el colchón, motivo por el cual, no cayeron
dentro del “corralito financiero”, por lo que, en un determinado momento, pudieron adquirir
propiedades y elementos de trabajo. También ha influido el desarrollo desmesurado de la
producción de coca, esta vez estimulada por el propio gobierno, lo que ha dado lugar a una
aumento de las actividades del narcotráfico, con ribetes cada vez más preocupantes por el
rumbo internacional que esta tomando este negocio a nivel regional y planetario.
De esta manera aunque no es posible realizar una cronología de los hechos económicos,
es importante describir los elementos esenciales del modelo económico y social que se
pretende instaurar, dejando el tema en suspenso, al menos, hasta que el actual proceso de
la toma total del poder y la destrucción del andamiaje institucional de la República, permita
vislumbrar mejor cuales son sus principales características y, sobre todo, sus posibles
resultados. Por ello, en lo respecta a esta parte, me limitaré a transcribir un conjunto de
artículos escritos para la Agencia de Noticias FIDES (ANF), durante este período, que
traslucen algunos aspectos centrales y preocupaciones que tienen que ver con el rumbo de
este proceso, culminando en el año 2009, donde se da inicio al nuevo Estado Plurinacional,
que desde mi punto de vista, representa una nueva incógnita por resolver.
Sin embargo, antes de esto, es necesario partir del hecho de que el proceso político y social
del gobierno que emerge en el 2005, con la Presidencia de Evo Morales Ayma, se asienta
en la población indígena, especialmente de origen aymara y propicia, al mismo tiempo,
un esquema económico de tipo comunitario, lo que hace necesario analizar el problema
agrario, ya que es ahí donde está asentada la mayor población, que se supone es el actor
principal. De otra manera, tomando en cuenta además los demás privilegios estipulados en
161
Flavio Machicado Saravia
la actual Constitución en su favor, no se tendría una lectura adecuada de los retos que se
presentan en el futuro, tanto para el actual gobierno, como para la sociedad boliviana en su
conjunto.
La falta de una presencia activa del indígena en la vida nacional, no es una preocupación
nueva, siempre ha estado presente en la historia del país, solo que esta vez está más
fortalecida por la ascendente toma de conciencia de esta población, que en el transcurso
del tiempo y de los distintos procesos políticos y sociales que se vivieron, han permitido
un tránsito más acelerado hacia una apreciación “para sí”, de sus derechos y el papel que
pueden desempeñar en la sociedad, constituyéndose en un factor de cambio cada vez más
importante.
Hace cerca de 50 años atrás, sobre este asunto, me tocó enfocar el problema en la dimensión
campesina (indígena), dentro de la temática de la Reforma Agraria. En mi Tesis de Grado
Universitario, defendida en 1966 en la Universidad de Chile, la misma que fue dirigida por el
Ex Presidente del Brasil Dr. Fernando Enrique Cardoso, 32 existen algunas conclusiones, las
cuales siguen teniendo vigencia. En aquella época, si bien mi preocupación central estaba
ligada al proceso de reforma agraria, se suponía que una vez encarada la problemática de
la tenencia de la tierra, el consecuente desarrollo agrícola que tenía que producirse, se iba
a encargar de incorporar al hombre rural a la vida y dinámica ciudadana, como se espera
que todavía ocurra en el futuro. Sin embargo, en este trabajo de Tesis, en su Capítulo de
Conclusiones, desde el punto de vista del cambio social, se expresaban algunas premisas
importantes que deberían cumplirse para que se produzca este fenómeno.
Así, se indicaba, “A pesar de haberse removido algunas de las bases de las estructuras
mentales, institucionales y sociales, aun éstas, en lo referente al hombre rural y urbano, se
mantienen dentro de compartimientos relativamente estancos”. Tenía cierta desconfianza
respecto a la incorporación del indígena a la dinámica social, motivo por el cual expresaba:
“En este sentido, el proceso revolucionario de abril de 1952, a mi juicio, ha cumplido su rol
histórico, con el solo hecho de haber sentado las bases sobre las cuales el campesino podrá
iniciar su incorporación a la vida nacional. Entiendo en este concepto no el tránsito de ellos
hacia la vida occidentalizada del blanco o mestizo; simplemente se trata de su adecuación a
la vida del mundo presente. Esta adecuación se acelerará debido al reconocimiento, aunque
sin consenso efectivo, de la condición humana del campesino. Este, en virtud de su presencia
cada vez más evidente en el contexto político-social boliviano, tomará conciencia de nuevas
perspectivas que presionarán para dar inicio a un nuevo y más profundo cambio social”.
32 Ensayo Crítico sobre la Reforma Agraria (Una interpretación teórica del caso boliviano) 1966 Universidad de Chile.
Facultad de Ciencias Económicas.
162
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
“Desde el punto de vista de la proyección del proceso agrario, por lo indicado en el punto
anterior, los gérmenes que nacieron con el proceso agrario después de 1952, han logrado
generar ya el florecimiento de una conciencia de clase. El campesinado en esta perspectiva
es probable que siente la base para una reforma agraria integral. Este concepto lleva
implícito una doble adecuación. Por una parte, el campesinado en su condición de clase
valorando por primera vez su participación en el sistema y las exigencias que requiera de
él, no podrá contentarse con seguir viviendo en una parcela que lo sume a la subsistencia.
Por otra, el resto del sistema necesariamente va a tener que balancear los requerimientos
que le hará el 70% de la población boliviana, para lo cual seguramente necesitará modificar
esencialmente su estructura y funcionamiento. En síntesis, hablar de reforma agraria integral,
significará una adecuación tanto de la estructura agraria para el resto del sistema, como del
sistema para la nueva estructura agraria”.
“La conclusión anterior nos conduce a pensar que mientras el hombre rural no sea sujeto
del proceso, no será posible ver claramente qué rumbo debería tener ni cumplir un nuevo
cambio de la estructura agraria. Este juicio de valor se basa en la convicción de que el
campesino (léase el indio boliviano) debe ser el polo de significación esencial del desarrollo
económico y social del país, en esta y próximas etapas de su historia. Lo anterior no significa
que la espera debe ser eterna (estamos hablando del año 1965). Se requerirá en el corto
plazo, profundizar el proceso político, a fin de lograr organizaciones de bases que tengan
en los mecanismos de decisión, una representación efectiva y no formal y burocratizada
como parece existir al presente. Con la actual estructura de poder que básicamente está
asentada en los polos urbanos y, últimamente, en los grupos tradicionales de mayor poder
económico y social, no creo que se pueda esperar una nueva reestructuración de la tenencia
de la tierra, que precisamente tenga como protagonista al campesino”.
“Hay varias razones para suponer que ello no podrá ser de otra manera: i) Si se considera
que los actuales mecanismos de decisión han sido retomados en forma efectiva, es de
suponer, como ya se ha visto, que la tendencia a la recuperación de tierras por parte de
los ex propietarios se agudizará. ii) Suponiendo que el proceso de afectación, en virtud
de la gravitación que de por sí ya tiene el campesino, será hasta cierto punto irreversible.
Con la actual estructura de poder asentada en el polo urbano, en virtud de que éste
está conformado dentro de los marcos de referencia de su propio contexto social y de
que la solución de su problemática con relación al agro tiene otras alternativas, no creo
que sea objeto central de su preocupación la situación del campesino boliviano, sumido
a la marginalidad en las zonas del altiplano y los valles. En los hechos, ya demostró hacia
donde llevará la solución de su problema agrario, puesto que en los años de pleno cambio
estructural, el sistema se orientó hacia la creación de una nueva área agrícola dinámica en
las zonas donde hay la posibilidad de ensanchamiento de frontera agrícola. No me refiero
a las zonas de colonización, donde en realidad hubo un trasplante de la subsistencia, sino al
área de Santa Cruz, donde se están formando unidades agrícolas fuertemente capitalizadas.
Esta posibilidad de ensanchamiento de frontera agrícola, en consecuencia, le permitirá al
área urbana, prescindir de la economía agrícola tradicional, con lo que el indio podría
quedar nuevamente al margen de la historia”.
“La conclusión anterior invalida la ingenuidad de aceptar la hipótesis de que el polo urbano
pueda ser el que de significación a la nueva transformación del agro; cuando más puede
ser un catalizador. Aún más, en los hechos también se demostró que no puede ser otra
163
Flavio Machicado Saravia
Desde esta perspectiva, pese a la validez o el alcance de las anteriores conclusiones, que,
repito, fueron expuestas hace casi 50 años atrás, en el actual momento, no será posible, con
la política actual, lograr una integración efectiva de los bolivianos, sean estos campesinos
o mestizos, entre los hombres del campo y la ciudad, debido al clima de enfrentamiento
con el que se está conduciendo la política gubernamental, creando un distanciamiento de
tipo racial e histórico entre los miembros y regiones del país. Tampoco se podrá establecer
las condiciones para un desarrollo agrícola empresarial, que es la única forma de lograr
una dinámica productiva y sostenida del suelo, sea este agrícola, forestal o ganadero. Si
bien la política de distribución de la tenencia de la tierra, a través de su saneamiento
quiso modificar su acaparamiento, no ha sido diseñada para consumar el atropello a la
propiedad privada agrícola, sino para dotar de tierras a quién efectivamente garantice su
mejor aprovechamiento, con productividad y sostenimiento.
El problema de fondo sigue siendo el tema de la tierra, como un elemento esencial para el
desarrollo del país, sobre todo para la viabilidad del actual modelo, ya que de su adecuado
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
aprovechamiento dependerá el bienestar de la gran masa de indígenas, que son sus supuestos
protagonistas y, la seguridad alimentária de toda la población. Sea a través de la empresa
comunitaria, sobre la cual no hay experiencias conocidas o de la empresa agrícola, para lo
cual, las condiciones generales necesarias para garantizar su desarrollo, tendrían que ser
introducidas en el área rural. Sin embargo, en el tema del desarrollo sectorial y nacional, con
el complejo proceso autonómico en marcha, la presencia de la dimensión territorial, junto
con sus competencias y atributos asignados, serán claves, especialmente a la hora de la
delimitación y adjudicación de tierras a determinadas etnias o grupos sociales, concebidos
como originarios, los cuales conformarían, dentro de la nación boliviana, 36 naciones, con
todas las prerrogativas que esta figura jurídica implica. Al margen, de los problemas que
devendrán con la explotación de otros recursos naturales, especialmente no renovables,
tal como se está observando y la manera atropellada con que se está dotando de tierra a
cualquier persona, por el sólo hecho de tener una determinada condición social y racial,
como ocurrió en la colonia, sin importar cuales son sus conocimientos y experiencia
agrícola.
Cuando en el año 2007, bajo el título “50 AÑOS DE LA REFORMA AGRARIA”, escribí
un artículo, para la Agencia de Noticias FIDES (ANF), sostuve que: “La ley de Reforma
Agraria al margen de consolidar la propiedad de los campesinos, concebía la existencia de
unidades agrícolas productivas de diverso tamaño, que en la realidad no podían darse, dada
la discontinuidad territorial de la propiedad, ya que los campesinos se distribuyeron la tierra
en función de la tecnología primitiva existente, en la que su recuperación se basaba en el
descanso de los suelos hasta un período de 20 años.
De esta manera, al momento de la posesión de la tierra del latifundio, que fue de facto, los
campesinos, racionalmente, procedieron a distribuirse los pedazos de tierra en función de las
que estaban en proceso de producción y luego las que estaban en descanso, produciéndose
este fenómeno de discontinuidad referido anteriormente. Luego se dio la fragmentación
posterior, más bien por razones de herencia o transferencia.
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Flavio Machicado Saravia
En 1950, el 18% de los propietarios poseían el 98.8% del suelo, con un promedio de 187
has. En cambio, los campesinos que formaban parte del 82% restante, tenían en su poder
el 1,2% de la superficie total, con un promedio de 0.5 has, en un suelo agrícola con serias
limitaciones productivas.Tómese en cuenta que una oveja de raza, requiere al menos de una
hectárea de terreno para subsistir.
La superficie total que existía en propiedad en el año 1950, era apenas de 3 millones
de hectáreas, a diferencia de 1963 cuando la tierra agrícola distribuida llegó a 8 millones
de hectáreas. Desde luego, el 1963 además de las áreas tradicionales de cultivo, estan las
tierras de los llanos orientales, donde la reforma agraria apenas llegó a las huertas y no a
las grandes propiedades agrícolas que eran escasas o inexistentes.
Lo que sufrió un cambio mayor, es la superficie agrícola del oriente y algunas tierras
frutícolas, que de 17 mil has en 1950, ésta aumentó 148 mil has, que de todos modos no
guarda relación con la superficie total afectada por la reforma agraria. De este modo la
superficie agrícola total en producción que llegó a 642 mil has, apenas representaba un 8%
de la tierra en propiedad.
Donde el proceso de reforma agraria pierde toda proyección histórica y social, es a partir de
1964, especialmente después de 1971, cuando de manera gratuita, discrecional y arbitraria,
se distribuyen 36 millones de hectáreas en favor de 206 mil nuevos propietarios, cuya única
condición era política, militar o familiar. En consecuencia, por este motivo, ahora, luego de
50 años de reforma agraria, no habría nada que festejar, más bien que lamentar y, sobre
todo protestar.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
De ahí, que el principio de “la tierra es de quién la trabaja”, a la luz de estos guarismos
y de este despojo del patrimonio público, a título gratuito, actualmente es carente de
significación histórica. Por si fuera poco, desde 1992, el nuevo proceso de saneamiento y de
regularización de la tenencia de la tierra sigue siendo un cuento, que solo ha servido para
endeudar al país con los organismos internacionales por 44 millones de dólares, quienes
otorgaron ese monto sin saber de las conexiones e intereses ocultos existentes en este
proceso.
Al parecer, el proceso de reforma agraria llegó a su fin. Sin embargo, debe ser un
proceso permanente, en el marco de políticas de Estado, antes que los hechos traigan
mayor convulsión social al país, no solamente con los movimientos que están en curso,
especialmente de los llamados “sin tierra”, sino con el retorno de la ciudad al campo, que
está por venirse, ante el fracaso del actual proceso de urbanización, que no tiene muchas
posibilidades de generar más empleo y bienestar”.
Artículos Seleccionados
Planteado el problema anterior, ahora cabe describir algunos temas que, a mi juicio,
representan otros aspectos centrales del actual modelo, sobre los cuales vengo analizando
a través de artículos semanales que se publican en la Agencia de Noticias FIDES (ANF), para
lo cual, desde hace mucho tiempo, cuento con el apoyo de su Director el padre jesuita José
Gramunt de Moragas, como también, en los últimos años del periódico OPINION, que los
publica regularmente. Para este propósito he seleccionado alguno de estos artículos que
pretenden reflejar el momento por el que históricamente está pasando nuestro país.
Como se dijo en el Prólogo, considero que existen ciertos aspectos de la vida nacional, que
constituyen los pilares en los cuales la sociedad se apoya y que explican de qué manera
los fenómenos que se presentan tienen una significación, más allá de lo anecdótico o
circunstancial.
Uno de los conceptos básicos que se enseña en los proceso de política económica,
es su carácter particular y su temporalidad. Es decir, que se da bajo condiciones
específicas que no se reproducen de la misma forma en cualquier otro lugar y que
además, tiene su tiempo de duración o efecto. Sin contar que son procesos en
los que interviene el uso del “poder”, en sentido de una fuerza impulsora que se
propone o busca cambios de comportamiento de parte de los actores sociales y
políticos para el logro de ciertos actos económicos (producir, ahorrar, consumir etc.)
considerados necesario para cambiar el contexto vigente, hacia el logro de nuevas
metas de desarrollo o de crecimiento de la economía.
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Flavio Machicado Saravia
Ahora bien, la forma en que se termina este proceso es muy importante, ya que una
política económica puede ser trazada dentro del marco del derecho, lo que significa,
procedimientos, normas y principios y, otra a través del uso de la fuerza o de la
imposición, lo que determina una racionalidad económica y jurídica muy diferentes.
Es decir, no se puede separar el fenómeno económico de lo que acontece en el
campo social y político, como tampoco se puede ignorar el mundo de lo jurídico, por
lo que resulta erróneo explicarse los fenómenos económicos solo a través de una
óptica económica o de una óptica jurídica.
No otra cosa es la filosofía del Plan Nacional de Desarrollo, que plantea objetivos
radicales de cambio, pero una transición en la que las actuales reglas de juego debe‑
rían seguir funcionando. Es decir, resulta poco entendible como se puede conciliar
la presencia del capital nacional o extranjero, cuando al mismo tiempo se plantean
conceptos como el de “desmontar el colonialismo y liberalismo” y de “descoloni‑
zar” el Estado, para conformar una nueva matriz productiva y construir una nueva
identidad basada en lo multinacional y comunitario. En otras palabras, se plantea una
etapa de transición que representa el “cambio”, en la cual esta en tela de juicio la
actual institucionalidad, por tener una vocación excluyente, como se sostiene, como
también la propia normatividad, por ser diferenciadora, que son los dos pilares en los
que los actores económicos tendrán que basar su correspondiente riesgo. Peor aún,
si además se plantea revertir el centralismo del mercado y el individualismo, donde
el derecho colectivo estará por encima del derecho individual.
No creo que sea posible negociar con éxito, si las señales del entorno son diferentes
a las palabras o promesas, peor aún pateando el tablero en cada oportunidad. El país
debe ser serio en lo que negocia, para lo cual es ya oportuno saber la respuesta del
168
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
cambio, sin argucias o maniobras políticas, afín de saber a que atenerse ya que es
muy fácil salirse del camino de la legalidad y también de la legitimidad, salvo que se
quiera llegar al último recurso de enfrentar al pueblo, que no sería históricamente
prudente ni aconsejable.
Debe ser muy grave para los negociadores del gobierno, que de entrada deben
generar confianza con los interlocutores, convencerlos de las bondades de una ley,
de una política o de las seguridades de una sociedad, a sabiendas que se hace todo lo
posible por evitar que los Asambleístas se pongan de acuerdo en la construcción de
un marco legal tan importante como es una Constitución, que parte del presupuesto
básico de que existe la voluntad de llegar a un nuevo pacto social, cuando en realidad
lo que se persigue es todo lo contrario.
Es obvio, que la anterior concepción del Plan Nacional, estaba cuestionando el modelo
económico anterior, aunque, sin embargo, cuestionó todo el modelo de desarrollo
republicano, para evitar una connotación mayor, ya que la economía boliviana siempre se
debatió entre la dependencia y la acumulación primaria de la economía. De ahí, que se
escribió al respecto lo siguiente:
Nuevamente, Bolivia se nos muere, esta vez en medio de una crisis económica,
sobre todo fiscal, que persiste pese a que los indicadores dicen todo lo contrario
y que la coyuntura externa es favorable, lo que pasa es que esto no lo siente la
población, ni las finanzas públicas. Pero, Bolivia se nos muere, porque está acosada
por una división social profunda, donde virtualmente existe un empate entre grupos,
partidos políticos y organizaciones, donde ninguna fuerza es capaz de hegemonizarla,
como para plantear o imponer una solución social y económicamente razonable
169
Flavio Machicado Saravia
o, al menos, pueda dar una dirección donde exista coherencia con los problemas
nacionales.
Tarea nada fácil, dado el mar de demandas de lo imposible, con un juego político
que obedece a intereses particulares y provincianos. Desde hace tiempo no
habíamos tenido una economía beneficiada por la presencia de nuevos actores en
el contexto internacional, como es la China y muy pronto la India y Pakistán, que
fácilmente podrían incrementar en un 60% el verdadero mercado de consumidores,
que actualmente llega a mil millones de habitantes, que es la población que tiene
una capacidad de compra razonable, como para copar el 80% de la producción de
bienes y servicios disponibles, equivalente a 31,2 millones de millones de dólares.
La economía mundial llega a 39 millones de millones de dólares, donde los Estados
Unidos producen una quinta parte, al igual que toda la economía informal en su
conjunto, cuyo tamaño se asemeja a esta primera potencia militar y económica.
El modelo, que es de libre mercado, gira en torno a esta realidad, por lo que las
condiciones de inserción y competitividad cada vez son más difíciles, en una sociedad
como la boliviana que tiene una de las economías más informales del mundo, junto
con Georgia, Panamá, Zimbabwe y Azerbaiyán. De ahí su reducida capacidad de
ahorro interno y de inversión para extraer la riqueza al suelo del inmenso mar
de gas, que está a 6 kilómetros de profundidad u otros recursos naturales que
no pueden entrar al mercado por carecer de condiciones generales, como la
infraestructura que anulan los posibles esfuerzos empresariales a nivel individual.
Peor aún, si las mayorías nacionales están pasando por el tránsito de la “conciencia
en sí” a la “conciencia para sí” sin más explicación que sus propias expectativas,
donde están presentes sus derechos, pero ausentes sus obligaciones con el país y la
sociedad en su conjunto.
Los actores que lucraron del supuesto Capitalismo de Estado, no estaban dispuestos
a invertir su dinero y de repatriarlo al país para iniciar un verdadero proceso de
acumulación y crecimiento. Los que trajeron sus ahorros, fue para especular con el
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
sistema financiero ya que se les pagó un interés bancario tres veces superior al que
regía en la banca internacional. Buena manera de responder al modelo de mercado,
recibiendo anualmente un monto equivalente el doble del valor de la producción
de bienes y servicios de cada año, lo que no podía ser sostenible en el corto y
mediano plazo. El Estado tuvo que pagar con cargo al bolsillo de todos los bolivianos,
alrededor de mil millones de dólares por la quiebra de bancos, aunque no de los
banqueros, que gozan de buena salud e ingreso.
Como existía un esquema de poder concertado, que fue muy útil para la repartija
de pegas y prebendas, ejerció una férrea gobernabilidad que aprobó leyes sin
entenderlas y creo instituciones sin comprender su verdadero alcance. Por ello, la
legalidad y transparencia necesaria para que funcione una economía de mercado se
está resquebrajando peligrosamente, cuando en el mundo hay menos cabida para un
financiamiento externo que pueda revitalizar a la empresa pública. El modelo está
apostando a la Inversión Extranjera Directa, salvo que los dueños del poder y de la
economía mundial decidan lo contrario.
Lo que está ocurriendo con los contratos petroleros parece un cuento, pero de mal
gusto, aunque la percepción de la población no lo capta de esa manera. La campaña
publicitaria del gobierno caló muy fuerte en una población que tiene muchas
expectativas en cualquier cosa que pueda contribuir a su magra economía, mejor
si esta proviene sin que medie ningún esfuerzo, debido a que es más fácil obtener
beneficios por vía de la presión y no del trabajo. Se sigue insistiendo que hubo
nacionalización y, la gran masa poblacional así lo cree, que constata además la subida
de los ingresos públicos con relación al pasado, pero como si esto fuera producto de
la nacionalización y no del incremento de los precios del gas, que han subido cinco
171
Flavio Machicado Saravia
veces más con relación a ese mismo pasado, aunque sin llegar al límite de los precios
internacionales que son relativamente muy superiores. La nueva ley de hidrocarburos,
también contribuyó a que esto ocurriera ya que incrementó el impuesto específico a
su explotación en 32%, lo cual se hizo sin que medie nacionalización alguna.
Sin embargo, esto podía ocurrir sin una nueva ley de hidrocarburos, para lo cual
bastaba una ley específica que incrementara los impuestos a su explotación, lo cual
era perfectamente posible dado el fenómeno del alza de los precios internacionales
antes mencionado, con un costo unitario proporcionalmente bajo, que no se modificó
en la misma magnitud que los precios. Habría que preguntarse si el gobierno anterior
en esas condiciones hubiera tenido la voluntad política de hacerlo, lo cual no lo
sabremos nunca, aunque es imposible pensar que eso no hubiera ocurrido, no por
razones ideológicas sino por el sentido común, aunque éste a veces resulta demasiado
escaso. Lo que si es evidente que hubiera sido imposible hacerlo, si el precio del gas
se hubiera mantenido a un poco más de un dólar americano por BTU/PC, con un
costo de 0.60 centavos de dólar, ya que no hay forma de que la ecuación cierre, por
más presión social que hubiera habido.
El mencionado profesor cita que “Alejandro Pope escribía en 1733: “que los locos
discutan sobre las formas de gobierno; la que esté mejor administrada es mejor”. El
sentimiento así expresado ha ido ganando terreno otra vez en las décadas recientes.
No es una doctrina sólida, pero enfoca de modo acertado la atención sobre la
importancia que como prueba de que un buen gobierno sea constitucional o no, tiene
una administración eficaz. En efecto, no puede esperarse nunca que un gobierno mal
administrado dure mucho”. Para añadir luego, “Muchos de los modos de enfocar la
cuestión y las técnicas empleadas cuentan cientos de años. En Francia, el país de los
incesantes cambios constitucionales durante el siglo XIX, los funcionarios siguieron
siendo esencialmente los mismos que antes de esa centuria”.
Este profesor nos señala que es necesario tomar en cuenta “algunos de los prin
cipios cardinales y menos discutidos de la civilización moderna produjeron el
establecimiento y el desarrollo de una burocracia profesional...” Entre esos principios
figuran, según Finer, i) la idea de que la base fundamental de selección debe ser el
talento y ii) la división del trabajo. Ambos son parte de ese racionalismo económico
172
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
que modeló la Revolución Industrial. Pocas dudas puede haber de que los monarcas
más capaces, al buscar talentos administrativos, fueron más allá de la nobleza que
componía tradicionalmente la clase gobernante. En el curso del siglo XIX, prosigue
el profesor Friedrich ”los países más altamente industrializados crearon servicios
administrativos basados en méritos comprobados. Esta racionalización se produjo en
razón inversa del vigor del constitucionalismo, por la sencilla razón de que regímenes
constitucionales desarrollados como los de la Gran Bretaña, Estados Unidos y Suiza
tenían que superar los intereses creados de las organizaciones de partido fuertemente
atrincheradas. La presión de la necesidad fue en todas partes lo bastante grande para
producir tarde o temprano una burocracia plenamente desarrollada”.
“¿Cuál era esa necesidad? No parecen suficientes los dos principios señalados
de reconocer el talento y de la división del trabajo. La respuesta a la pregunta se
encuentra en la naturaleza misma del gobierno y su función en la sociedad. Uno de
sus objetivos fundamentales consiste en regular las relaciones entre los miembros
– tanto individuos como grupos – de una sociedad, en mantenerlos en paz y en
imponer el cumplimiento de sus relaciones mutuas, en mantener los intereses
generales frente a los particulares y en limitar los abusos de poder de individuos y
grupos”.
Para concluir con una sentencia, que me parece apropiada para el momento: “El
administrador eficaz es por lo general preciso en lo que dice y firme en lo que
hace. Esto es algo que se reconoce generalmente y debe ser así. Es evidente que no
es deseable una acción vacilante, deja sorprendidos a los subordinados, irrita a los
asociados y pone en peligro a posibilidad de conseguir resultados duraderos”.Valdría
tomar en cuenta lo dicho, a fin de que nuestra administración pública y privada
transite por los caminos de la racionalidad y no de la improvisación y apetitos
personales, que sólo satisfacen a los poderes factuales y gobernantes de turno.
Uno de los aspectos que fueron dominantes en los primeros años de gobierno, ha sido
la necesidad de cambiar la Constitución de 1967, con sus respectivas enmiendas, aunque
sin advertir que ésta contenía los elementos de un Capitalismo de Estado y no de un
liberalismo económico, pretendido en el anterior proceso político, denominado como
del neoliberalismo. Lo que en realidad importaba era garantizar la continuidad del actual
gobernante, e introducir el componente indígena, reconociéndole ciertos privilegios, sus
usos y costumbres y su justicia comunitaria. Pero lo más significativo era introducir el
mayor número de candados posibles a la economía estatal, bajo el paraguas de la economía
comunitaria, aunque admitiendo, de mala gana, otras formas de producción. Esta discusión
me llevo a escribir el siguiente artículo:
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Flavio Machicado Saravia
cualquiera que sea la tendencia política, la misma que es muy bien utilizada para
convencer o para atraer a la población hacia una determinada posición, la misma
que no hace el menor esfuerzo para obtener mayor información o para analizar el
problema o las soluciones propuestas. Nuestra incipiente formación personal no está
en condiciones de asimilar ideologías, menos filosofías, principios o valores y mucho
menos de respetarlas.
Carecemos de posiciones ideológicas claras, donde se aprecie cuál es la verdadera
intencionalidad de las acciones y de las políticas anunciadas o asumidas y cuál es
la visión de país que se tiene para el futuro, de manera que puedan distinguirse
contenidos y naturaleza. De este modo no se expresan específicamente los rasgos
principales de lo que implica una determinada posición, ocultando el trasfondo de los
problemas y soluciones, prefiriendo navegar sin rumbo conocido, por el temor de ser
mal entendidos o interpretados, precisamente por la fuerza que tienen las consignas.
Se prefiere buscar el camino de las soluciones intermedias o “imaginativas”, como
está ocurriendo con la Constituyente que siempre resultan, a la larga, el “remedio
peor que la enfermedad”, engañándonos a nosotros mismos.
La sociedad, sin darse cuenta, es tolerante ante la violación de los principios y valores,
que son los cimientos de cualquier ordenamiento institucional, sea de izquierda, de
centro o de derecha, con tal de que se logre una solución que siempre será precaria
o circunstancial. El juego político, con tal de desempantanarse, busca una solución
práctica, pero sin bases sólidas que lo sostengan, donde el diálogo se convierte
en imposición o en una repartición de ventajas y prebendas, donde no caben los
principios ni el Derecho, con lo que la opinión pública se siente momentáneamente
aliviada. Es, como lo sostuvo acertadamente René Zabaleta, una solución parecida a
la figura del ajedrez de “mate ahogado”, donde nadie gana ni pierde.
¿Acaso no estamos empeñados en buscar un nuevo “Pacto o Contrato Social”
donde se supone que la sociedad tendrá que convenir para organizarse, para
vivir mejor y, para hacer uso productivo de todos los recursos con que cuenta?.
Pareciera que estamos en una lógica inversa, donde se pretende imponer antes que
concertar, para lo cual basta hacer uso del rodillo, al mejor estilo del pasado, que
como todos sabemos no llega al fondo del problema, ni es de largo alcance. Cuando
manoseamos la ley, la democracia corre peligro, pero también la economía, ya que da
lugar a comportamientos de corto plazo o al rentismo, que no genera riqueza, solo
intermediación, especialmente en torno a la ilegalidad o especulación financiera.
En cualquier sistema económico, no es posible pactar entre actores económicos a
medias, con un marco jurídico en el que caben las interpretaciones o los acomodos
de tipo político. En esas condiciones no es posible llevar a cabo procesos productivos
donde se involucren varios actores económicos y sociales y donde concurren varios
factores de riesgo, que precisamente requieren de un ordenamiento institucional
adecuado, que evite conflictos y garantice los compromisos asumidos para llevar a
cabo las tareas que correspondan. Aún en las sociedades primitivas, se requiere de
un determinado ordenamiento y, lo que es más importante, una clara noción del
significado del compromiso y el valor que tiene la palabra empeñada entre las partes.
174
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Otro tema recurrente en los primeros años del gobierno fue el de las autonomías
departamentales que, como se presentaron, más que una reivindicación social, se han visto
como un instrumento de lucha política, lo que dio lugar a una explosión de diferente tipo
de autonomías, llegando a un Estado Plurinacional. Mientras que en un principio la consigna
política del gobierno logró fragmentar este proceso, por la misma vía, ahora ya está
insertado en todo el país, con los correspondientes recaudos para evitar el debilitamiento
del poder central, que desde todo el tiempo ha estado en manos del Presidente. De esta
manera la siguiente reflexión, sigue teniendo valor, ya que los problemas que plantea, tienen
un carácter universal:
Cuando esta temática ingresó en la agenda política con todo su vigor, hasta convertirse
hoy en día en uno de los asuntos de Estado más importantes, escribí tres artículos,
cuyos aspectos más relevantes han sido resumidos de la siguiente manera: “En este
175
Flavio Machicado Saravia
No hay duda- se decía en el artículo- que la población estará de acuerdo con la idea
de la autonomía departamental, apoyada política y demagógicamente por los caudillos
políticos y los Comités Cívicos, especialmente los que tienen recursos naturales con
potencial inmediato de producción, con la idea que el usufructo que dará lugar su
explotación, con las autonomías, se podrá obtener un mayor beneficio colectivo
regional que, en la percepción de sus promotores, es impedido por el asfixiante
centralismo prevaleciente. (Todavía el Impuesto Directo a los Hidrocarburos –
IDH- y los precios del petróleo no habían llegado a su culminación como ocurrió
posteriormente).
Se piensa además, prosigue el artículo, que los problemas coyunturales que los
atingen serán más fácilmente resueltos por los gobiernos departamentales, ya que
velarán por su desarrollo como algo propio, dando a entender la existencia de una
rivalidad regional entre oriente y occidente, cuando el centralismo es un problema
de poder político e institucional, cualesquiera fuera el lugar de nacimiento de sus
protagonistas. Rivalidad regional que lamentablemente es percibida del mismo modo
por la opinión pública paceña, con relación al proteccionismo que dio lugar el Poder
Central, favoreciendo los intereses cruceños, que cautivaron nuestro mercado con el
consumo de sus productos, protegiéndolos, al mismo tiempo, del mercado externo.
Lo cierto, es que este es un problema que no se lo puede ver con tanta superficialidad,
ya que la autonomía regional puede caber perfectamente en nuestro país, ya que en
este tipo de sistemas federales o cuasifederales (autonomías), como lo sostiene Joan
Prats I Catalá, vive un 40% de la población mundial, con distintos niveles de éxito.
Sin embargo, debemos analizar este problema con profundidad, tomando en cuenta
los fenómenos sociales, económicos, tributarios, presupuestarios e institucionales
que este proceso conlleva, considerando, al mismo tiempo, las experiencias vividas
en nuestro país en torno a nuestro desarrollo regional y las trabas estructurales
existentes que, casi siempre, más temprano que tarde, desmoronan las utopías que
se adoptan políticamente, porque no se sopesaron las consecuencias y los resultados
que se quisieron obtener. Peor aún, si están fuera del marco del bien común y, en
este, caso del interés nacional.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
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Flavio Machicado Saravia
Para emprender, prosigue en otros párrafos, un proceso hacia una racional autonomía
regional, se requiere de un ánimo colectivo conciliador con el que se pueda llegar
a un mínimo entendimiento, fundamentado en la comprensión de que no existe
contradicción entre un Estado Nacional vigoroso y las autonomías regionales (en
contraste a un Estado Nacional débil y centralista), antes de que nos precipitemos a
convocar a un Referéndum irreflexivo, repitiéndose de esta manera otra experiencia
intrascendente como la ocurrida anteriormente.Tal vez sería más conveniente esperar
a la realización de la Asamblea Constituyente, que aunque no garantiza ningún mejor
resultado, es el escenario adecuado para discutir el tema de la autonomía regional.
Sin embargo, esto no quiere decir que se deje pendiente su discusión, debido a que
ya entró en la agenda de la sociedad y, por lo tanto, debe ser estudiada y discutida
hasta la saciedad en todos los ámbitos regionales posibles.
La culminación del proceso constituyente en el que se debatió el país durante mucho tiempo,
culminó con la aprobación de un proyecto, que partió de la consigna de “no negociar una
coma” y culminó con la corrección de más de un tercio de la versión que fue “cocinada”
por la Asamblea Constituyente, que sólo tuvo el trabajo de levantar la mano. Todo ello, en
el seno del Congreso Nacional, que si bien no tenía la competencia para hacerlo, bastó el
acuerdo político, la presión de las masas movilizadas por el gobierno y el “tutelaje externo”
auspiciado por la OEA, con la complicidad de la comunidad internacional, que aceptaba
cualquier cosa con tal de evitar un enfrentamiento. Finalmente, este proyecto se voto y
ahora tenemos una nueva Constitución, por estrenarse. Sin embargo, todavía hay mucho
que analizar y tomar en cuenta, motivo por el cual se añaden estos cuatro artículos, donde
se manifiestan algunas interrogantes:
En este artículo, sin minimizar el esfuerzo realizado por las diferentes personas
que concurrieron a mejorar el proyecto de Constitución del gobierno (MAS) y sin
considerar la amenaza “popular” organizada por éste, la resultante obtenida en el
Congreso, no nos puede conformar del todo y, mucho menos, pensar que estamos
en buen camino para las soluciones estructurales de fondo. Como lo sostuvo hace
70 años - que tiene validez hoy en día - el constitucionalista Carl J. Friedich, “La
democracia se ha convertido en el grito de guerra de nuestros días. Todo el mundo
está a favor de la democracia, pero cada persona tiene su propio concepto de
democracia y es ése el que defiende”.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Esto es así en el presente caso, por las declaraciones que se escuchan y por la
aparente tregua socio-política que se observa, pareciera que se hubieran allanado
los escollos, de manera que el proyecto de constitución corregido o remendado,
se aprobará en el próximo Referéndum, sin mayores contratiempos, ya que no
habrá mayor argumento que pueda justificar el NO y que con su promulgación
ganaremos todos. Sin embargo, pese a que se tocaron algunos aspectos medulares,
que indudablemente habrían provocado su rechazo, pareciera que es necesario
tomar en cuenta los peligros que pueden presentarse en la práctica, que merecen
ser analizados con seriedad y profundidad. Nuestra mente cortoplacista, casi siempre
nos juega malas pasadas, como la actual falta de previsión, pensando que la bonanza
económica iba a durar mucho tiempo. Ahora ya es demasiado tarde para reaccionar
y lo más probable es que el país se vea envuelto en una grave depresión económica
y sin cheques venezolanos.
Quedó claro, que poco importó que se le cambien, comas, puntos y mucho más, al
proyecto de Constitución, ya que la prioridad era otra: asegurar un nuevo mandato
presidencial para el actual Presidente. Por cinco años más. Es un tiempo suficiente
para hacer nuevamente los cambios que se quieran, basados seguramente en que
en las próximas elecciones, se tendrá el control parlamentario, alcanzando los
2/3 de los parlamentarios (cálculo político), dado que seguiremos con un padrón
electoral viciado y con un control sindical y político, en el que nadie puede votar a
conciencia. Por su parte, la oposición, seguramente también tiene su propio cálculo
político, en sentido de que el gobierno se desgastará muy rápidamente por la crisis
económica, en puertas, donde el desempleo y la caída de ingresos de la población,
harán lo suyo. Es decir, no se buscó el pacto social pleno, sino un acuerdo político
circunstancial, que no garantizará el largo plazo, para lo cual, obviamente hubiera sido
necesario mucho más tiempo, mayor preparación, discusión, menos presión callejera
y mucha, muchísima voluntad política. Tampoco hubiera sido necesaria la presencia
de veedores extranjeros (Tutores), ya que para pactar se necesitan dos partes con
voluntades iguales.
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hubiera sido el resultado de un Pacto Social, que tiene la virtud de convenir sobre
principios y valores, vislumbrando a la sociedad en el largo plazo, superando los
intereses o expectativas inmediatas.
En este ambiente navideño, que aumenta con el pasar de los días, resulta muy pesado
escribir sobre temas sobre los cuales a pocos les importa, sin embargo, más vale
estar prevenido, a fin de que los acontecimientos que seguramente vendrán no nos
pillen de sorpresa. Este es el caso de la crisis financiera mundial y sus efectos en
nuestro país, que aparentemente no traerá ninguna consecuencia grave. Al menos, se
tiene la percepción de que los efectos de la bonanza económica que se ha tenido en
los últimos tres años, nos ha dejado forrados en plata, por lo que, al menos, el 2009
será un año pasable.
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la vida algún valiente esclavo. Pero la crisis financiera si bien estará en su apogeo a
mediados del próximo año, antes de la contienda electoral, la escalada de despidos
y la falta de expectativas para el futuro, se encargarán de anticipar las demandas
sociales con carácter de desesperación, lo que creará un clima de descomposición
social que hará imposible cualquier gestión pública serena e inteligente que demanda
el actual momento.
Lo grave es que la contienda electoral está en juego, por lo que existe el peligro
de que el gobierno gaste hasta el último centavo de los recursos que pertenecen
a los bolivianos, con tal de lograr la prórroga del poder, con la idea de ganar
abrumadoramente, de modo que exista la posibilidad de radicalizar nuevamente el
régimen constitucional, con lo que todo lo avanzado se habría perdido. Especialmente
la libertad, los derechos y la dignidad humana. Por esta razón, es necesario cerrar toda
posibilidad a la aprobación del texto constitucional propuesto, con lo que los deseos
de prórroga se habrán disipado y el gobierno, podrá asumir, de una vez por todas,
la responsabilidad de administrar los recursos del Estado, en forma ordenada, en
función de amortiguar los efectos de la crisis que se avecina. Con ello, el movimiento
oficialista, luego, podrá habilitarse con la confianza del deber cumplido.
También podrá convocar a todos los bolivianos para aunar esfuerzos y conciliar
tareas para enfrentar la crisis y para proyectar al futuro, lo que no es posible en
un panorama, donde existe desorden social, que vendrá, y una contienda electoral
desesperada. Las coyunturas económicas difíciles, casi siempre generan reacciones o
actitudes de cambio, como ocurrió en el mundo después de la crisis de los años 30
o de la crisis financiera de los años 90. En Bolivia, en los años 1957 y 1985, después
de las dos hiperinflaciones que tuvo. La historia también juega sus propias leyes de
cambio y ajuste.
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La crisis económica por la que atraviesa el mundo en los últimos años, en el momento de
su aparición se dio lugar a una discusión en la cual el gobierno no le dio mayor importancia,
ya que estaba disfrutando de los beneficios externos provenientes de la elevación de los
precios internacionales, lo que provocó las siguientes reflexiones:
No hay duda que en los años 2007 y 2008, el predominio de la política y la lucha
por el poder, nos llevó a la necesidad de llamar la atención de los gobernantes y
gobernados, que estaban encandilados por los frutos que estaba dando el “boom”
internacional, que nos llenó de abundancia y despreocupación sobre los problemas
estructurales de nuestra economía, que nuevamente empiezan aparecer con todas
sus amenazas. Las oportunidades de la bonanza ya se disiparon. Esto dio lugar al
siguiente artículo: “Mientras en el actual escenario nacional la preocupación está
en el nivel exclusivamente político, la economía local y del resto del mundo, está
próxima a sufrir un colapso económico de tales proporciones, que pueden tirar
al trasto todas esas ilusiones de poder y de mando que tiene el gobierno, ya que
la sociedad le demandará un cúmulo de necesidades, que puede poner en jaque
cualquier estructura de poder, por más auspiciosa y numérica que sea. Hasta “doña
peque”34 cobra su dinero.
La historia tiene sus propias reglas de juego, que van más allá de los trucos, fraudes
o excesos de propaganda, a través de los cuales el oficialismo quiere perpetuarse,
forzando la aprobación de su proyecto de Constitución, hecho a medida y sin
respeto a los demás, con tal de que pueda haber reelección del Presidente y se pueda
establecer una instancia de control social, cuyos miembros pertenecerán a un grupo
étnico predeterminado, que estará sobre todos los Poderes del Estado.
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Sin embargo, esta visto que no se puede ir a un “dialogo”, cuando las partes no lo
quieren llevar a cabo. No basta con sacar una foto y exhibir documentos firmados
con mala fe, ya que todos se dan cuenta del engaño y puede que no convenza hasta
a los ingenuos. En esta circunstancia, se ha visto la actitud digna de la Prefecta de
Chuquisaca, que pese a sus limitaciones, en términos de formación académica, ha
demostrado de lo que es capaz una mujer del pueblo, a la hora de asumir, con
seriedad, las responsabilidades que se le confirieron: firmeza en los principios y
honestidad en los actos. Qué mal se ve a los Prefectos “chutos”, ocupando una silla
llena de alfileres.
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Con el fin de analizar los efectos de la crisis financiera y económica a nivel mundial,
el gobierno los minimizó indicando que nuestra economía tenía el suficiente blindaje
para no sentir sus efectos perversos, como el desempleo y la reducción en la
producción. Esto motivó un artículo que empezaba diciendo lo siguiente: “Hablar
de “Blindajes”, no es extraño en el actual contexto que vive el país, cuando vemos
nuevamente a un militar activo ocupando una Prefectura o cuando en una región,
como es el caso del Departamento de Pando, se realiza un operativo de ocupación
militar, como si se tratara de una guerra internacional, cuando en realidad, eran los
pandinos, que siempre han estado abandonados a su suerte; un pueblo pacífico y
acogedor. Ahora, se trata de otro blindaje, el que habla el gobierno, para hacer frente
a la acción ofensiva que tendrá la crisis financiera internacional, y, del blindaje que
tendremos que construir, para enfrentar la presión social que vendrá, en busca de
trabajo, seguridad social y alimentación barata.
Es decir, por mucho que tengamos cerca de 8 mil millones de reservas internacionales,
no podemos hablar de blindaje de la economía, ya que estos recursos monetarios
pueden desaparecer ante cualquier cambio en el rumbo de la economía y, peor
aún, frente a la presión social, que tiene muchas posibilidades de éxito, cuando un
país carece de una sólida institucionalidad pública y privada. Una economía que
carece de un marco jurídico estable, capacidad de producir, ahorro interno y un
adecuado acervo de capital, no está en condiciones de hacer frente a un embate de la
naturaleza que viene, no siendo las reservas monetarias una garantía suficiente para
una inmediata reactivación del aparato productivo.
Un ejemplo del grado de vulnerabilidad, se podría medir ante una eventual corrida
bancaria, que no la podemos desechar ante la posibilidad de que el dólar inicie
su ascenso, debido a que las personas querrán nuevamente refugiarse en el dólar,
cambiando sus depósitos o sus bonos públicos que actualmente están en bolivianos
a otra denominación, tal como está ocurriendo en el mundo. La devaluación de las
monedas locales de nuestro vecindario, ya constituyen un dato de la nueva realidad
y, desde hace tiempo, no podemos comprar los bienes y servicios del exterior en
bolivianos, por más cariño que le tengan las autoridades monetarias. La elección del
dólar para este refugio no es una opción oligárquica, es la moneda de un país que
produce una cuarta parte de la producción mundial, que es precisamente de lo que
carecemos y no estamos preparados para producir más y mejor, a fin de competir
con alguna ventaja en el mercado interno y externo.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Falta poco para llegar al 2010, en el que se inicia un nuevo ciclo político a nivel
nacional, esta vez bajo la entera responsabilidad del Presidente Evo Morales, a quién
se le ha otorgado la máxima concentración del poder que conozca nuestra historia
republicana a través del voto. En consecuencia, es bueno saber cuál es la situación
de la economía nacional, para analizar de qué manera el gobierno podrá satisfacer
las expectativas de bienestar individual y colectivo de la población, que seguramente
fueron las que motivaron su voto hacia la reelección del Presidente.
Sin embargo, esta connotación de bienestar, podría ser medida de diferente manera,
desde lo más abstracto, hasta lo más concreto posible, que no significa otra cosa
que la obtención de una mayor disponibilidad de bienes y servicios, que estén en el
mercado y, especialmente, en manos de cada ciudadano. Es decir, se trata de un asunto
difícil de medir, ya que los factores subjetivos de los entes sociales (información,
ideología, simpatía, intereses, etc.) son muy diversos, así como también los factores
objetivos (la posición que ocupan en las diferentes estructuras existentes, sean
económicas, sociales, políticas o de cualquier otra naturaleza).
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Por esta razón, considero necesario dar una explicación respecto a las dudas que
demandan la predicciones económicas, sean éstas realizadas por “especialistas”
o profanos en la materia. En efecto, cuando los economistas vaticinan un colapso
económico, éste no llega nunca y cuando ocurre, los encuentran en pañales.
Lamentablemente su poder de predicción tiene límites, ya que una cosa es medir la
capacidad de la economía para producir bienes y servicios y, otra, el comportamiento
de los actores sociales y económicos, frente a una situación determinada, sea en
términos del ingreso personal (bonos), de la disponibilidad de bienes en el mercado
(oferta agregada interna, incluido el contrabando), de la satisfacción de las demandas
(gasto o inversión púbica) o de las expectativas que pudieran tener éstos en el futuro, lo
cual deviene en una determinada conducta social o política. La economía puede estar
virtualmente paralizada, pero los buenos precios, las remesas del exterior, las dádivas
o créditos externos, sin duda da lugar a una sensación de abundancia, sobre todo a
una ganancia tangible, que satisface, momentáneamente, sin que necesariamente se
tenga que pensar que pasará en el futuro.
Sin embargo, si partimos de la disponibilidad de bienes reales, con una tasa sostenida
de crecimiento de un 5% al año, que es la tasa de crecimiento del PIB promedio
del 2005-2008, sólo se podría duplicar su disponibilidad total durante los próximos
15 años y en el caso del ingreso por persona, que fue poco más del 2%, se tendría que
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En otras palabras, la Bolivia del futuro será distinta, como también será el actual
ordenamiento social, institucional y político, lo cual no deja de ser “una expresión de
deseo” o una “clara advertencia” de lo que podría pasar de aquí en adelante, tanto
en la vida democrática, como en el relacionamiento entre los miembros de nuestra
sociedad. El famoso cuestionamiento entre “el ser y el estar”, por el cual no basta
ser demócrata, sino estar en un régimen institucional democrático, con todas sus
características, en el que predominen los equilibrios y las libertades, que no es lo que
nos garantiza precisamente el Vicepresidente, con su manifiesta vocación “jacobina”,
de la que hace gala cuando puede.
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Flavio Machicado Saravia
vista de los derechos humanos. Mucho peor, si consideramos la manera con la que
se maneja la justicia y, seguramente, ahora todo el Poder Judicial. Como sostiene
Fernando Savater, “los derechos humanos se inventaron para combatir los supuestos
derechos históricos – es decir, los privilegios – de colectivos como la nobleza, los
gremios, los varones o los miembros de tal etnia o tal religión”.
Por otra parte, los desequilibrios, en países atrasados como el nuestro, entre las
“demandas sociales” y las “ofertas públicas y privadas “, seguirán siendo por mucho
tiempo muy grandes, para lo cual son imprescindibles los pactos sociales, a fin de
crear permanentemente las mejores condiciones para que los actores sociales y
económicos asuman su responsabilidad y riesgo, transformando los recursos natu
rales, incorporando tecnologías limpias y gestiones empresariales cada vez más
incluyentes. Lo que específicamente no persigue el gobierno, al privilegiar el papel del
Estado en la economía, desestimando o aborreciendo el libre juego de la economía
de mercado, por ser parte de la lógica económica del mundo capitalista, cuyo control
y mejores reglas de juego están en permanente proceso de transformación.
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4
CUARTA PARTE
Cuatro ensayos que pretenden explicar la racionalidad económica
impuesta por los hechos y las circunstancias históricas de cada
momento y la importancia del Pacto Social en la historia económica.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En forma de Epílogo, en el Acápite IV, se presenta un ensayo sobre el papel que juega el Pacto
Social en la economía, a la vez de analizar las experiencias de 1984 y 2003 que se llevaron a
cabo en Bolivia, bajo los auspicios de la Iglesia Católica, en los cuales tuve una presencia muy
activa, motivo por el cual es posible hacer conocer algunos matices importantes, sin llegar
a la anécdota, ya que este proceso no tuvo ningún secreto que ocultar. Aunque el diálogo
realizado en el año 1984 pareciera no tener importancia en el desarrollo democrático
del país, por su falta de referencia en los diversos estudios y opiniones que realizan los
políticos y analistas, en mi opinión, sería muy difícil entender la vigencia de este proceso,
sin la realización de esta mediación, que se la hizo cuando el Presidente de la República,
Dr. Hernán Siles Zuazo optó por la huelga de hambre, como ocurrió durante su primer
período presidencial, y el país estaba enfrentando una súper hiperinflación, en medio de una
presión laboral y política desmedida.
Aunque los signos de la ingobernabilidad estaban muy presentes, por ventura, las Fuerzas
Armadas se encontraban dentro de los parámetros del fin de la “guerra fría”, de manera
que ante la ausencia de la “permisividad internacional”, especialmente de los Estados
Unidos de Norteamérica, no les era fácil actuar para satisfacer el apetito personal de algún
general de turno, como ocurría en el pasado. De esta manera el diálogo propiciado por la
Iglesia Católica, se encontraba en el mejor momento, dando lugar a un posterior desarrollo
democrático e institucional bajo el disfraz de un pacto (democracia pactada), ya que éste
se redujo a un simple juego de intereses, descuidando la dinámica interna, que luego fue
sustituida por la inversión extranjera, hasta culminar con el actual proceso llamado “de
cambio”.
193
Flavio Machicado Saravia
I
Los Fenómenos Inflacionarios (1950-1980)
(Similitudes y Diferencias)
Introducción
La importancia de analizar - de manera particular - los dos fenómenos inflacionarios más
importantes que tuvo Bolivia, en 1950 y 1980 respectivamente, y su correspondiente
solución a través de los llamados “programas de ajuste estructural”, residen en la influencia
que ejercieron en la orientación de las políticas públicas, con sus diversos resultados y
consecuencias. En efecto, dadas las circunstancias y contextos diferentes en los que ambos
fenómenos inflacionarios se desarrollaron y, posteriormente se superaron, la política de
ajuste estructural de 1957, en la práctica, frenó el impulso del ímpetu revolucionario del 52
y dió lugar al mejor ordenamiento de las finanzas públicas, al margen de sincerar el manejo
de su deuda externa. En cambio, el segundo programa de ajuste, a partir de 1985, produjo
una reorientación del modelo económico, dando lugar a la apertura de la economía y al
intento de implantar una generalizada economía de libre mercado.
En el segundo caso, una vez agotado el modelo de Capitalismo de Estado, junto a una
economía agraria campesina, que no se desarrolló suficientemente, al contrario, se fraccionó
aún más y se estancó visiblemente, se revierte el proceso desarrollado por la revolución
nacional, al extremo de enajenar el patrimonio de las empresas públicas, que se privatizan
o se trasfieren “legalmente”35 a manos de todos los ciudadanos que hubieran cumplido
21 años, en el año 1995. Además, dichas empresas públicas, se privatizan con el concurso
de empresas extranjeras, que pasan a ser importantes socios (Con 51% de las acciones),
comprometiéndose a traer capitales frescos y tecnología, fenómeno que fue bautizado
como el de la “Capitalización de las Empresas Públicas”.
35 Como se sabe, con la capitalización de las empresas públicas, los ciudadanos pasan a formar parte de las nuevas
empresas en calidad de accionistas, con un 49% de la propiedad, quedando el resto en manos de los inversionistas
extranjeros. Sin embargo, dichas acciones nunca se materializaron, cambiándose la distribución de utilidades por
un bono (BONOSOL) al que tendrían derecho estos ciudadanos a partir de los 65 años de edad, el mismo que se
pagaría con cargo precisamente a una distribución obligatoria de las utilidades de cada empresa capitalizada. De esta
manera, los beneficiarios de esta política en ningún momento se sintieron propietarios efectivos de estas empresas,
lo que facilitó su posterior reversión al Estado.
194
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
intenciones revolucionarias del 52, más bien fueron motivo de mayor preocupación, dándose
lugar a un desarrollo empresarial y agroindustrial importante, sea a través del mercado de
tierras o de una transferencia indiscriminada y abusiva de éstas, por parte de los gobiernos
de turno, junto a una política de colonización o de distribución de tierras a los campesinos
provenientes de las áreas tradicionales de cultivo, donde se reproduce, en gran medida, la
economía de subsistencia o con reducidos niveles de producción excedentaria.
En otros términos, con ambos fenómenos, la sociedad boliviana sufrió cambios muy
profundos, al extremo de modificar la lógica económica y valores existentes, en cada
circunstancia analizada. En el primer caso, al dotarle al Estado un papel más preponderante
en la economía, particularmente en la inversión pública y en el campo de las empresas
productivas y la exportación de materias primas, las demás fuerzas económicas, que
correspondían al sector privado, se concentraron en el comercio y los servicios y, en poca
medida, a las actividades productivas, en las que también participaba el Estado. Lo cierto,
que ante los vaivenes y contingencias económicas, que casi siempre eran adversas, el Estado,
como principal protagonista de la economía, no pudo satisfacer las demandas sociales, por
lo que las regiones y las organizaciones civiles, particularmente obreras, optaron por la
presión, con el objeto de captar parte del exigüo excedente que obtenía la economía,
dando lugar a una mentalidad rentista y prevendalista, que perdura hasta el presente, con
todas sus consecuencias negativas.
En este sentido, también participó el sector privado, sea como proveedor de bienes o
servicios, constituyéndose en otra fuente de presión y demanda de atención pública, donde
también se practicaba el rentismo. En el campo de la agricultura del oriente, si bien se
desarrolló una agricultura comercial y agroindustrial, ésta estaba concentrada en pocos
rubros, que gozaban de un mercado cautivo en el occidente, particularmente en la ciudad
de La Paz, que ese entonces concentraba el principal mercado nacional. Se trataba de una
política proteccionista y asistencialista, para lo cual se recurrió al financiamiento y a la
donación externa, sea través de la actividad de fomento y de asistencia técnica promovida
por el Estado, con un fuerte y deliberado apoyo externo.
En este contexto, al igual que en el período anterior, la actividad del contrabando, que en
este período se incrementó, también constituye parte importante de la actividad comercial
privada, llegándose inclusive a la importación de ropa usada. No se excluye del presente
análisis, los esfuerzos que se hicieron para la erradicación del cultivo de coca, que está
destinada a la fabricación de cocaína, aunque con resultados muy relativos, ya que con su
195
Flavio Machicado Saravia
En síntesis, todo fenómeno económico, como es una inflación a niveles significativos, como
toda medida de política económica, más aún si repercute de un modo general, como son los
programas de ajuste estructural, se manifiestan en procesos de tipo social, que trascienden
lo económico.Ambos, sin duda, generan cambios en el comportamiento de los entes sociales
y económicos, sea en el ahorro, en la producción de bienes y servicios, en las exportaciones,
inversiones y gastos, etc. repercutiendo en el tejido social, lo que da lugar a la generación de
actitudes que van más allá del hecho económico en sí mismo. 36
196
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En el del sexenio precedente a 1952, donde la inflación promedio solo llegó a un 18%,
contrasta con el fenómeno ocurrido entre 1955-56, donde la inflación anual había alcanzado
un nivel de 196 %, con un promedio anual entre 1952 y 1956, de 150%. De igual manera, en
los años 80, producto también de desproporcionadas demandas sociales, alentadas por una
irracional política opositora, el fenómeno inflacionario y los desajustes internos llegaron a
su máxima expresión, con un nivel de inflación alcanzado de 8.900 % anual, en el año 1985,
fenómeno que tiene pocos precedentes históricos,
Las presiones inflacionarias que se generaban por el sector externo, se explican por
la limitación o reducción en la oferta de bienes importados, a lo que hay que añadir el
desequilibrio presupuestario del sector público, que al no contar con los recursos que le
permitieran satisfacer las demandas de los nuevos grupos urbanos emergentes, recurriría a
la emisión monetaria, sin una contrapartida de bienes y servicios que, en general, provenían
de las importaciones. El gasto público, tuvo que recurrir al déficit para satisfacer estas
197
Flavio Machicado Saravia
demandas, ya que éstas no podían ser cubiertas por los impuestos provenientes del sector
minero, que predominaba en la economía boliviana, para luego ceder a otros rubros, también
con serias restricciones, puesto que además las recaudaciones tributarias internas eran muy
limitadas, como lo son al presente, dada la existencia de un reducido universo tributario,
donde persiste un problema de evasión permanente. También jugó un papel importante la
política cambiaria, que estaba enfrentada, por un lado, por el sector exportador que ejercía
una permanente presión hacia la devaluación a fin de abaratar los costos internos. Estamos
hablando de la economía minera de los ex Barones del Estaño.
Por otro lado, la política cambiaria también estaba enfrentada por el sector comercial,
básicamente importador, que tendía a que se haga todo lo contrario a la devaluación,
a fin de no encarecer los productos ofertados en el mercado interno, que aunque era
pequeño, constituía la base del movimiento económico del país. Sin embargo, los efectos
acumulativos de la inflación generada, dada la dispersión de los mercados y de la estructura
productiva y social, reducida a pequeños núcleos poco articulados, no permitieron que
surgieran mecanismos de propagación tal como ocurrió en otras economías mas integradas
o articuladas y que, por lo tanto, se encontraban con un mayor nivel de desarrollo.
La caída del poder de compra de las exportaciones, por una parte, proviene de la reducción
del precio internacional del estaño, producto del conflicto de Corea, que se reduce en
torno a un 40%. De 1.27 centavos de dólar por libra de fino a 0.81 centavos en los Estados
Unidos y 0.76 centavos en Londres, provocando una reducción en los ingresos corrientes
de divisas en un 30 por ciento en 1953, con relación al nivel de 1952, lo que repercutió
gravemente sobre el monto de las importaciones globales. Por otra parte, también influyó
o agravó la situación, la persistente caída en la Ley Media del Mineral de 6.65% TM Fina, que
en 1925 tuvieron las minas de Catavi, que se redujo a 1.06 TM Fina, en 1953 y, luego, a 0.64%
en 1964. También hubo una reducción en la productividad por trabajador, en alrededor de
un 20%. Finalmente, en los inicios de la revolución, por la indemnización a los trabajadores
mineros por cambio de razón social, préstamos y anticipos principalmente a este sector
y otras dádivas otorgadas a los militantes políticos, como los denominados “préstamos de
honor” otorgados por el Banco Central, que nunca se recuperaron, el circulante se duplicó
con relación a 1952, produciéndose un incremento en la demanda que no encontraba
la correspondiente contrapartida de bienes, especialmente importados, provocándose la
correspondiente presión inflacionaria.
Además, en el sector minero estatal, los costos en moneda nacional habían crecido consi
derablemente, sin contar para ello con los ingresos que pudo haber recibido dada la política
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
impuesta por el gobierno que obligaba a la nueva empresa minera estatal, la Corporación
Minera de Bolivia (COMIBOL), a entregar sus divisas al tipo de cambio oficial de 60
bolivianos, con lo que apenas cubría un 70% de sus costos, cuando el cambio paralelo se
multiplicaba cada momento. Sometiéndola, al mismo tiempo, a que compre las divisas a
precios del mercado, cuando la COMIBOL requería realizar sus importaciones.
En los siguientes años, luego del primer impulso inflacionario provocado por la revolución,
si bien el Banco Central para financiar el gasto público y la minería nacionalizada, siguió
emitiendo circulante, sin tener mayores exportaciones, que al contrario, no dejaron de
reducirse, la única manera en que se pudo recuperar el nivel de las importaciones fue a
través de la ayuda de los Estados Unidos, que comienza a otorgar divisas al país, en forma
importante, ante los decrecientes ingresos que estaba sufriendo el país por concepto del
fenómeno antes descrito, apoyo que representó el 18.3% de la capacidad de importar. De
este modo, mientras la aceleración inflacionaria de 1953, tuvo como una de sus causas im
portantes la caída drástica en la oferta global, el alza de los precios en los últimos meses
de 1956, ya es consecuencia de los mecanismos de propagación que entran a operar en el
proceso, a pesar de la cooperación externa.
199
Flavio Machicado Saravia
de COMIBOL, sin llegar a compensar los costos, que siguieron aumentando a un ritmo más
rápido, continuando con la práctica del financiamiento público, que pudo haberse evitado si
la minería nacionalizada hubiera recibido el precio justo por sus divisas.
Si además agregamos las presiones para incrementar el gasto público, sin la correspondiente
contrapartida de ingresos fiscales, junto con el persistente aumento de los precios internos,
el financiamiento realizado por vía del Banco Central francamente era cada vez más
inflacionario, tal como ocurrió en el proceso vivido durante los años ochenta. Los ingresos
ordinarios del sector público, unicamente era posible obtenerlos por el expediente de la
subida de los aranceles o de los impuestos indirectos al consumo, agravando el costo de
vida. Uno de los factores que mayormente contribuyó a la dinámica de la espiral inflacionaria,
fue el aumento de sueldos y salarios en un 50% para el sector privado y 25% para el sector
público, que es un fenómeno semejante a lo experimentado en los años 80, cuya expresión
se dio por vía del déficit fiscal y la correspondiente expansión monetaria.
Como se puede observar en el siguiente Cuadro No 1, entre 1950 y 1955, el total de ingresos
corrientes de divisas fue de 530.6 millones de dólares, en cambio las importaciones de
200
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
bienes y servicios llegaron a 605.6 millones, lo que reflejaba un déficit en Cuenta Corriente
de 75 millones, que fue cubierto con préstamos y donaciones, que llegaron a representar
un 13.4% de las exportaciones y 11.9% de la capacidad para importar. En cambio, durante
el primer período de la estabilización monetaria, el déficit en Cuenta Corriente llegó a
270.8 millones de dólares, que representa el 39.7% de las exportaciones. De este modo
la capacidad para importar fue complementada con créditos y donaciones que llegaron a
363.7 que representan el 53.4% de las exportaciones, siendo las donaciones un 29%.
Desde el punto de vista de la capacidad para importar, este apoyo externo significó un 38%
del total, lo que representa una alta proporción, considerando además el comportamiento del
Estado, que era un mal pagador, antes de llegar a la estabilización monetaria. Este fenómeno
del financiamiento externo es importante tomar en cuenta ya que se presenta con iguales
características en la estabilización del año 1985, e incluso con las mismas proporciones, ya
que pese a las condiciones de estabilidad, los agentes productivos internos no reaccionaron
como corresponde, debiéndose importar bienes y servicios con el objeto de equilibrar la
demanda, para no correr riegos inflacionarios.
Se eliminaron los subsidios que operaban a través del sistema cambiario para un número im
portante de alimentos y materias primas, así como los que existían para algunos productos
nacionales, no obstante lo cual se autorizaba al Ministerio de Economía para su importación
en forma provisional cuando el comercio normal no atendiera bien su abastecimiento.
201
Flavio Machicado Saravia
Para atenuar los efectos sobre el alza del costo de la vida, se estableció una compensación
para los obreros y empleados en general, que incluía a los empleados públicos y excluía a
los empleados domésticos. A objeto de compensar la desaparición del régimen de pulpería,
se otorgo una bonificación adicional para los obreros de COMIBOL, de la minería privada,
ferroviarios y fabriles, congelándose por espacio de un año los sueldos y salarios. Sin
embargo, la eliminación de la pulpería no duró mucho tiempo, ya que años después volvió
a implantarse producto de la presión política y social, a través de la cual se dotaba a cada
familia un kilo diario de carne de res, conocida como el “sueldo a la mujer minera”, ya que
este producto, generalmente, se lo comercializaba, descuidando el balance nutricional de
la familia.
Con el objeto de limitar el crédito bancario a las actividades privadas, se estableció el encaje
legal, sé congelaron los depósitos del Banco Minero en el Banco Central. Asimismo, se
adoptaron disposiciones severas por el lado del gasto público, para establecer su equilibrio
financiero, incluida la minería nacionalizada, y eliminar el financiamiento inflacionario al
que se venía recurriendo. Se dispuso que, en lo sucesivo, el Presupuesto General de la
Nación, incluya a todas las entidades o dependencias del Estado, no pudiendo recurrir al
Banco Central para obtener créditos. Asimismo, se creó un presupuesto único de divisas
para el sector público, que incluía también a COMIBOL. Se acordaron regalías para las
exportaciones de minerales, pro ductos agrícolas e industriales, para reemplazar los
ingresos fiscales provenientes de los cambios múltiples, estableciéndose un nuevo arancel
ad- valoren.
202
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Asimismo, el país ingresó en una etapa ordenamiento fiscal, con una política de austeridad
pública que dio lugar a la recuperación de la confianza colectiva e internacional, ya que, al
mismo tiempo, se regularizó el pago de la deuda externa, cuyos pagos habían entrado en
mora desde la guerra del Chaco. Con tal objeto de emitieron bonos públicos que fueron
paulatinamente redimidos. Sin embargo, para realizar una evaluación más apropiada de este
período, conviene tomar en cuenta la existencia de dos momentos, ya que uno es el período
de ajuste producido en los primeros años de estabilización y otra el de maduración, que
comprende básicamente el segundo quinquenio de los años 60, dando lugar a una década
de crecimiento promedio de la economía boliviana, que como se comentó anteriormente,
es el más alto en lo que toca a la segunda mitad del siglo XX.
En efecto, el promedio de crecimiento en esta década fue de 5.5% anual, con una eficiencia
en el uso de los recursos también óptimo, con relación a lo que ocurrió posteriormente,
donde se requirió un mayor nivel de inversión por cada 1% de crecimiento de la economía.
En los años 60, mientras por cada 2,6% de inversión equivalente al PIB, la economía creció
en un 1% del producto, posteriormente, este requerimiento se incrementó a 4% del PIB de
inversión, por cada 1% de crecimiento. Por esta razón, es que los economistas o analistas
coinciden que para que la economía crezca a un 5% al año, se requerirá una inversión
equivalente al 20% del PIB, lo que demandaría duplicar nuestro actual nivel de ahorro
interno.
En la década de los años 70, el crecimiento promedio anual fue de 4.9%, pese a la abundancia
de recursos externos disponibles, con un costo más bajo y sin condicionamientos mayores,
tal como ocurría con la etapa precedente, donde los organismos internacionales ejercían un
control y supervisión muy rigurosa. Fue la etapa de mayor endeudamiento y de despilfarro,
creando posteriormente obligaciones que constituyeron un factor importante de la crisis
de los años 80.
Otro fenómeno que se puede resaltar, es que a pesar que el crecimiento de la economía
tuvo un comportamiento bastante aceptable, entre los años 60 y 70, el fenómeno de la crisis
social se repitió a lo largo de la historia post-revolucionaria, dando lugar a perturbaciones
sociales y políticas de diversa índole, como las constantes interrupciones del proceso
democrático, que culminaron en el segundo Gobierno del Dr. Hernán Siles Zuazo (1982-
1985), para seguirse repitiendo durante los actuales gobiernos democráticos, hasta llegar
al actual, donde este fenómeno, por el momento, tiene características y manifestaciones de
ruptura social y política muy diferente. Paradójicamente, Siles Zuazo que fue el protagonista
del proceso de estabilización monetaria de 1957, heredada del gobierno del Dr. Víctor Paz
Estenssoro, liderizó un gobierno donde se produjo una nueva y mayor hiperinflación, que
tuvo que ser controlada, esta vez, por Paz Estenssoro en 1985.
203
Flavio Machicado Saravia
La deuda pública externa estaba en su etapa más critica, no sólo por las exigencias que había
para su servicio, que ejercían principalmente los acreedores privados, sino también por su
elevado costo, puesto que las tasas de interés llegaron a niveles superiores al 20% anual,
lo que planteaba una situación grave e insostenible. Sin contar con la permanente amenaza
de embargo de nuestras exportaciones y bienes públicos, lo que obligó al país a realizar
todas sus transacciones externas al contado y por anticipado, sea que fuera importaciones
de bienes de consumo, materias primas o equipos, debido a que Bolivia había perdido su
capacidad de endeudamiento externo.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Si bien, una vez instalado el Gobierno de la UDP, la gran tarea era la recuperación de la
economía, cuyo manifiesto deterioro explica, en parte, el repliegue de los militares a sus
cuarteles, aunque también la política exterior de Estados Unidos de Norteamérica, como
siempre, jugó un papel determinante. Sin embargo, en los hechos, el tema prioritario resultó
ser la recuperación del nivel salarial que la clase trabajadoras había alcanzado en el año
1971 (1.129 pesos bolivianos), ya que fue un elemento de presión constante, que dominó
durante todo el gobierno de Siles Zuazo. Hay que recordar que a partir de 1971, con la
dictadura del Gral. Hugo Bánzer, en coalición con el MNR y la Falange Socialista Boliviana
(FSB), dieron lugar a una pérdida del poder de compra del salario en un 45% (620 pesos
bolivianos), que es precisamente lo que quería recuperar la clase trabajadora con el retorno
de la democracia.
Sin que exista un riguroso cálculo de parte de los trabajadores, los incrementos salariales,
en términos reales, siempre apuntaron al nivel alcanzado en 1971. Es decir, en torno a la
“Tabla de Demanda” o Canasta Familiar, a la que los trabajadores estaban acostumbrados
y a la que habían llegado luego de mucho esfuerzo y lucha sindical. Sin embargo, en el
contexto de la economía de los años 80, toda vez que el nivel del salario superaba este
límite, la caída del salario real era más brusca, lo que estaba mostrando que la capacidad de
respuesta de parte de la oferta interna y externa (importaciones) no lograba el equilibrio
necesario. La economía interna y el producto de las exportaciones que tuvieron que ser
destinadas al pago de la deuda externa, no pudieron corresponder a un nivel salarial más
elevado, que luego se demostró con la política de ajuste de 1985, cuando el equilibrio se
ajustó en un nivel menor de salario (Gráfico No 1 y Cuadro No 2).
Esto dio lugar al fenómeno de una “cierra”, como se puedo observar en el Gráfico
mencionado, en el que el salario real sube y baja tan pronto como la economía demostraba
su imposibilidad de satisfacer la demanda generada, elevándose el salario nominal
desproporcionadamente. Los intentos de incremento salarial no podían satisfacerse dadas
las limitaciones estructurales de la economía, que se agravaban por el clima de incertidumbre
generalizada existente, que impedía una reacción favorable de los empresarios que se
tradujera en una mayor oferta de bienes y servicios, requerida para hacer frente a la
demanda generada por los sucesivos incrementos salariales realizados.
205
Flavio Machicado Saravia
Como se dijo anteriormente, el acelerado proceso inflacionario provocado por los sucesivos
aumentos salariales contribuyó a un mayor desorden social y a que la oposición política
ganara fácilmente terreno en la opinión pública, sin que ésta advierta su comportamiento
negativo, al estimular políticamente la elevación de los salarios desde el Parlamento, sin
asumir los costos sociales y económicos que esa actitud trae consigo, ni responsabilidad
ciudadana alguna con el país. Además condenando al fracaso cualquier política económica
que se propusiera llevar adelante el gobierno, oponiéndose a sus proyectos de ley, sin
que medie una razonable argumentación. Solo hacia el uso de su mayoría parlamentaria.
Naturalmente, el corolario de esta situación fue el acortamiento del mandato del
Presidente de la República y la puesta en marcha de una política económica de shock, que
se comentará más adelante, poniendo en vigencia un nivel de salario, compatible con lo que
soportaba la economía, el mismo que se sitúo en un punto intermedio de la cierra que se
observa en el gráfico anterior.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Lamentablemente, todos los elementos de convulsión social y política que tuvieron lugar, en
lugar que convocar a una reflexión colectiva, que permitiera enfrentar la crisis global de la
economía boliviana, solo sirvieron para el provecho de grupos políticos y sociales, que poco
les importó la situación existente. De nada valieron los esfuerzos desplegados por la Iglesia
Católica, cuando a raíz de la huelga de hambre del Presidente de la República, convocó el
6 de noviembre de 1984, a un diálogo con todas las fuerzas políticas representadas en el
Parlamento, los trabajadores y empresarios, aspecto que se tratará ampliamente en este
Capítulo.
La idea era discutir básicamente la forma de salir de esta crisis, especialmente la económica,
proponiendo una agenda que pudiera dar lugar a un gran “Pacto Social”, parecido al que
suscribieron los españoles cuando al retornar la democracia ésta estuvo en peligro, obligando
a los actores políticos a suscribir una especie de contrato social, que fue denominado
el “Pacto de la Moncloa”. Sin embargo, esta propuesta a la que contribuí directamente,
207
Flavio Machicado Saravia
asumiendo una participación activa junto con la Iglesia, ni siquiera fue tomada en cuenta
durante todas las discusiones, tal como se demuestra posteriormente, en la recopilación de
todos los documentos en el libro denominado “Dialogo para la Democracia”.38
Lamentablemente, no sucedió nada de lo que estaba previsto por la Iglesia, ya que las
fuerzas sociales y políticas lo único que querían era derrocar a Siles Zuazo, en ese juego
tan tradicional en nuestro país de “estigmas y paradigmas”, que siempre busca en la llegada
de un nuevo Mesías político para que resuelva los problemas. Es así que en vista de las
circunstancias el presidente (el estigma) se vio obligado acortar su mandato presidencial,
renunciando al mismo y convocando a elecciones antes de tiempo. Los políticos que querían
seguir satisfaciendo sus apetitos personales y de grupo, los empresarios que abrigaban la
llegada de un clima más favorable a sus intereses y los líderes sindicales que siempre están
en el juego del “cambio por el cambio”, no discutieron ningún planteamiento, aceptando la
renuncia del Presidente de la República como si fuera un resultado del diálogo, abocándose
de lleno a la campaña electoral.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
que estaban entrampados en la banca por la política de flotación pasada. Ahora todos los
depositantes podían retirar sus ahorros a un tipo de cambio que en ese momento era el
de mercado. Proceso que duró poco tiempo, dado que no existía el respaldo de divisas
suficientes para ejecutar esta política, lo que devino en un nueva espiral de especulación
cambiaria que culminó en la hiperinflación.
Como un agravante de esta política de desdolarización, para el pago de las deudas de los
empresarios, se estableció un cronograma sectorial, empezando con el comercial, en el
entendido que su regularización podía expandir rápidamente la oferta de bienes y servicios.
En segundo lugar estaban los empresarios de la industria, luego de la minería, dejando al
último a los agricultores. Dicho cronograma, estipulaba un período que iba desde fines
del año 1982, hasta abril de 1983, que coincidía con el fin del período de tregua social
de 100 días, que había pedido el gobierno para tener el tiempo necesario para resolver
los problemas económicos existentes. El Presidente y los partidos coaligados en torno
a la UDP, creían con optimismo que en ese corto tiempo podían dar una respuesta a un
problema económico que tiene tantas raíces negativas, como obstáculos.
Sin embargo, luego de la pesadilla que produjo la política de desdolarización aplicada en los
inicios de la política económica del Gobierno de la UDP, pese a que quise interrumpirla
derogando simplemente el Decreto que la impuso, tuvo que seguir su curso por razones
estrictamente políticas y sociales, ya que no era posible suspender este beneficio a los
agricultores, donde estaban los intereses cruceños y campesinos. Lamentablemente, el
Presidente Siles Zuazo en su primera presidencia (1956), tuvo serias diferencias con el
pueblo cruceño, cuando se llevó a cabo la invasión campesina a Santa Cruz, con motivo de
conjurar un movimiento social con características subversivas y separatistas que ponían
en riesgo la revolución nacional. Esta vez, quería evitar un nuevo enfrentamiento con los
empresarios cruceños, que se hubiera producido si se les quitaba este privilegio, al igual que
a los campesinos que también eran deudores. Por lo tanto, esta política tuvo que seguir
siendo implantada, dando lugar a su influencia negativa hasta el final del gobierno.
Con la fijación de un tipo de cambio único para el público, se suponía que el ahorrista dejaba
de tener incertidumbre respecto a sus ahorros o depósitos en la banca que, para efectos
de su reconocimiento, como se indicó anteriormente, tenían diversos tipo de cambio en
virtud de la política de flotación vigente hasta ese momento. A su vez, para la banca se fijó
un diferencial entre el tipo de cambio único y el tipo de cambio al que podía acceder ésta,
a tiempo de honrar sus obligaciones con el exterior. Se pensaba que con esto la banca iba
a retornar divisas al país, una vez que los empresarios o las personas naturales les hubieran
pagado sus deudas en moneda local.
Se pensaba que la banca que se había endeudado externamente con fuentes privadas, a
fin de satisfacer la demanda de créditos internos en el país, repatriaría recursos externos
que tenía disponibles en el extranjero para cubrir la diferencia cambiaria, comprando las
divisas en el Banco Central para saldar sus cuentas con los bancos extranjeros, que fueron
prestados generosa e irresponsablemente, dada la abundancia de los petrodólares existentes
en aquel momento. Además, con ello se incrementaría la oferta interna de divisas.
El resultado de todo este proceso no fue como se esperaba, debido a que los supuestos en
que se basaba esta política no se cumplieron y mucho menos el cambio de comportamiento
209
Flavio Machicado Saravia
Hay que hacer notar que las personas naturales y algunas empresas nuevamente perdieron
sus ahorros en términos reales, en cambio la Banca Comercial no sufrió ningún impacto
como se pensaba, debido a que contaba con todas las condiciones favorables para ejercer
una política financiera que defendiera su patrimonio, actuando prácticamente al margen de
las normas establecidas para el sistema financiero. Para ello, además contaba con un Banco
Central muy debilitado, que estaba encargado de su regulación, ya que internamente estaba
gobernado por su sindicato, cuya actuación estaba comprometida en el campo político,
haciendo el juego a los adversarios del gobierno.
La Banca Comercial devolvió depósitos devaluados en moneda local, los mismos que
originalmente habían sido depositados en dólares. No repatrió un solo dólar, para cubrir
la diferencial de cambio, puesto que había pactado con el anterior Ministerio de Finanzas
“secretamente”, a fin de aminorar el riesgo cambiario.Además los principales deudores, que
básicamente eran las medianas y grandes empresas del país, firmaron un compromiso con el
banco acreedor respectivo, mediante el cual, si bien honraban sus obligaciones en moneda
local, cualquier diferencia que surgiera con el tipo de cambio en el futuro, en el momento
en el que el banco comprara divisas en el Banco Central para pagar a sus acreedores
extranjeros, ésta sería cubierta por las empresas deudoras, eliminándose de esta manera
nuevamente este riesgo.
Los bancos durante todo el período inflacionario, trabajaron con operaciones conocidas
bajo el denominativo de “bajo la mesa” (Money Desk) , en el que los depósitos y créditos no
se registraban de modo regular, lo que impedía que puedan ser controladas, sin que además
sean contabilizadas para fines del Encaje Legal. El sistema financiero, de hecho, operaba
“bajo cuerda” en dólares americanos.
210
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
El clima de convulsión social, que contribuyó a una mayor incertidumbre, fuera de los
factores relacionados con la política de desdolarización antes indicados, no permitieron la
reactivación de las empresas privadas y, por lo tanto, tampoco se incrementó la oferta de
bienes y servicios, pese a los importantes incrementos salariales, especialmente en el sector
minero, que contribuyeron a la especulación e incentivaron a la inflación. Estos incremento
salariales, al inicio del gobierno también estuvieron respaldados en la llegada de los famosos
créditos árabes, que nunca se concretaron, ni podían hacerlo, por sus características
simplemente fraudulentas.
Política cambiaria
Con la política cambiaria, destinada a controlar el uso de las divisas, en el marco de una inflación
descontrolada por las constantes presiones sociales, que no permitían un ordenamiento
fiscal, con un dólar paralelo también difícil de controlar, se dio lugar a un comportamiento
especulativo de grandes proporciones de parte del sector privado, que utilizaron la mayor
parte de las divisas producidas por el Estado para acumular stocks, adquirir bienes raíces o
invertir en maquinaria y equipos con un afán distinto al de incrementar la oferta interna en
el corto plazo. Sólo hubo especulación y acumulación de riqueza en pocas manos, en contra
de los postulados de la política económica enunciada a los inicios del gobierno de la UDP.
Política de Financiamiento
La esperanza de obtener los famosos “créditos árabes”, fue la pesadilla para quienes nunca
lo creyeron, como era mi caso personal cuando asumí la Cartera de Finanzas. Estos famosos
créditos ya fueron de mi conocimiento al final de la década del 70, cuando en mi calidad
de asesor económico de la COB, el Ministro de Finanzas en el gobierno de la Sra. Lidia
Gueiler Tejada, comentó de su existencia, como una potencial fuente de financiamiento,
sugiriéndole, en esa oportunidad, que los olvidara y echara los papeles de la propuesta a la
basura.
Tenían las mismas características y afanes especulativos, que solo servían de esperanza para
algunos miembros del gobierno, que prefieren contar con un milagro, antes que emprender
un ajuste de la economía en base a una política tributaria efectiva, una adecuada racionalidad
fiscal en el gasto y negociaciones con los organismos internacionales y acreedores, que
indudablemente tienen un alto costo social y político por sus efectos impopulares, pero
que a la larga pueden contribuir al enfrentamiento efectivo de los problemas estructurales
existentes.
Por este motivo, todos los programas de ajuste, especialmente los que me tocó proponer
en el primer semestre del año 1983 y del año 1994 respectivamente, cuando retorné al
gabinete, fracasaron ante la presión sindical y política, que podían influir fácilmente en un
gobierno que estaba debilitado desde dentro, con una oposición política, que quería ver su
destrucción, antes que superar la crisis económica del país, poniendo en riesgo inclusive
al proceso democrático iniciado con tanta dificultad en 1982, aún cuando posteriormente
aparecieron como salvadores de la patria y de los intereses populares.
211
Flavio Machicado Saravia
Políticas de ajuste
De este modo, las claras señales de recuperación -que no prosperaron por las incidencias
político-sociales- fueron el resultado de la confianza que se proyectó a los agentes econó
micos y sociales, que reaccionaron positivamente, ante la atmósfera de credibilidad que
se había logrado, durante mis gestiones de Ministro de Finanzas. Bastó asumir una actitud
transparente y directa con los factores de poder externo, como son los organismos
internacionales de financiamiento, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los acreedores
privados (Banca Internacional, Binacional y proveedores externos), para que los depósitos
empiecen a retornar a la banca y para que el tipo de “cambio paralelo” tienda a reducirse
al tipo de cambio oficial.
Es decir, la población en lugar de retirar sus depósitos en la banca, como había estado
ocurriendo hasta ese momento, una vez que advierten ese cambio, empiezan a depositar
nuevamente sus ahorros financieros, como pudo verse en la tendencia de la curva del ahorro,
atenuándose a su vez la especulación cambiaria. En cuanto a la inflación, desde un 10%
mensual, ésta se reduce a un 3.2 % en junio de 1993, para luego volver a sufrir un ascenso
abrupto en los siguientes meses. Esto ocurrió una vez que había decidido renunciar a mi
cargo de Ministro de Finanzas. Pero este fenómeno se repitió cuando retorné nuevamente
a ese despacho en 1984.
Entre abril, junio y julio de 1983, la inflación se reduce de 62,97 % mensual a 4.06% y
5.17% respectivamente y también puede verse una rápida aproximación del dólar oficial
con respecto al dólar paralelo para luego, repetirse el mismo fenómeno de reversión de
estos indicadores, como ocurrió en el año 1983, luego, que nuevamente, por presiones
políticas, renuncié al cargo de Ministro.
Lo propio ocurrió con la banca internacional, con quienes se abrió una negociación entre
bambalinas, evitando de esta manera que fueran de conocimiento público sus verdaderas
212
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
intenciones y amenazas. Pese a que nuestro endeudamiento externo con la banca privada
significaba un 21% del total, representaba una amenaza clave para la economía, no sólo por
el alto costo que llegó a tener, sino por las repercusiones, incertidumbre y limitaciones que
ejercía sobre nuestro comercio exterior. Ciertamente, el “bloqueo internacional” externo
que ejercía la banca privada extranjera sobre todos los países de la región, se presentó
de manera agresiva y persistente, conformando comités de negociación que ponían a los
Ministros de Finanzas o de Economía en el banquillo del acusado, a objeto de lograr el pago
de sus créditos, que en ese momento tenían un elevadísimo costo.
En el caso de Bolivia, este asedio financiero podía ser atenuado a través de un acuerdo
marco con el FMI, debido a que el gobierno de la dictadura de los años 80 había firmado
una carta de intenciones que planteaba esa exigencia antes de intentar cualquier tratativa
con cualquier institución de crédito. En consecuencia, había que demostrar mucha solvencia
en los planes y programas futuros, lo que no era fácil en un ambiente social y político
intransigente. Sin embargo, se logró que la banca privada internacional acepte la palabra
empeñada del gobierno, de modo de disociar nuestro acuerdo asumido con ellos, de que
teníamos que firmar con el FMI, tal como había sido pactado.
Hay que recordar que la banca extranjera, fuertemente respaldada por la comunidad
internacional, tenía la llave para que Bolivia pueda reiniciar el normal desarrollo de su
comercio exterior, así como para retomar las fuentes externas multilaterales y bilaterales
de financiamiento, que condicionaba estos encuentros para reiniciar sus desembolsos o
para negociar nuevos créditos que incrementen la inversión pública.
La banca internacional acordó otorgar cuatro años de gracia para el pago de la deuda aun
no renegociada y dos para la que fue negociada anteriormente, lo que permitía recobrar la
solvencia financiera del país y un alivio de 160 millones de dólares para el presupuesto de
ese año en curso (1983) y 130 millones para el año 1984. Además se redujo el monto de
los intereses penales y el pago de intereses en mora que fueron acumulados a partir de la
fecha de su negociación (marzo de 1983). Es decir por cinco meses, siendo un monto nada
despreciable.
Con esta negociación, se habilitaron los créditos concertados con el BID, que aunque no
estaban condicionados, hasta cierto punto, habían sido congelados, así como los créditos
europeos, que también estaban a la espera de los acuerdos con el FMI y la banca extranjera,
puesto que muchos bancos acreedores eran europeos. Pese a que no se trataba de grandes
montos, pero sí de una carta de triunfo y de respaldo internacional, con la que el país
recobró su nivel de confianza, que era necesario para iniciar una etapa de recuperación de
la economía y para aplicar políticas de ajuste estructural que eran fundamentales.
En este período se tuvo la visita de Misiones Oficiales del FMI, reuniones internacionales
con el objeto de apoyar a la democracia boliviana, al extremo que el propio Departamento
del Tesoro de los Estados Unidos, luego de una reunión realizada con el Secretario del
Tesoro, envió al país, por primera vez, una misión especial, con el objeto de estudiar un
posible financiamiento directo del gobierno americano.
Con el FMI se negoció un programa de “ Facilidad Ampliada “ que era más flexible que
el de “Ajuste Estructural” dado que las condiciones político-sociales no estaban dadas
213
Flavio Machicado Saravia
para mayores esfuerzos de la economía interna. Sin embargo, la concreción de tal acuerdo
estaba encaminado a reforzar la política de reactivación económica emprendida por el
gobierno y a fortalecer la Balanza de Pagos con más de 350 millones de dólares, a los que
se agregarían otros 120 millones del Banco Mundial a través de un crédito concesional y
de libre disponibilidad, una vez que se haya cumplido con lo pactado. Lo cual no sucedió,
por los cambios de Gabinete y las presiones de tipo político que caracterizaron a la época,
exacerbándose nuevamente el deterioro de la economía durante el segundo semestre del
año 1983, como se verá más adelante.
Para tener una referencia de magnitud respecto a los montos anteriores, mientras que al
30 de septiembre de 1982 (reinicio de la democracia) se tenían reservas disponibles de
500 mil dólares americanos, al 30 de mayo de 1983, ésta habían subido a 103.3 millones,
como producto de la política económica aplicada desde principios de año. De un promedio
mensual de 16% de inflación en el segundo semestre de 1982, se redujo a un promedio
de 8% durante los primeros cinco meses de 1983. La producción industrial durante el
primer trimestre de 1993, en relación al de 1992 había crecido en un 14.7%. Como se dijo
anteriormente, a partir de febrero de 1993 hay una brusca reducción en el valor del dólar
paralelo con una tendencia a su igualación con el dólar oficial, lo que muestra hasta qué
punto habían resultados favorables con la política económica desarrollada, hasta que se
producen nuevos cambios a nivel político, provocándose otra vez signos de deterioro.
Una prueba de este boicot a la política oficial de parte de partidos políticos aliados, es el
poco esfuerzo que le dieron en el Parlamento a la aprobación del Presupuesto General
de la Nación (PGN), contando para ello con el beneplácito de los partidos políticos
opositores, que tenían la consigna de impedir que esto ocurra. El MIR que se había hecho
cargo del gabinete económico en los inicios del gobierno, no dejó ni siquiera las bases de
un presupuesto para la gestión de 1983, el cuál tuvo que ser elaborado apresuradamente
en los primeros meses del año, con el objeto de ordenar las finanzas públicas y de tener
una especie de barrera legal, que ponga atajo a las distintas peticiones sociales y políticas
existentes. Hay que recordar que las bases del ingreso y gasto público eran muy débiles
debido a la política de flotación del dólar, donde los diferentes rubros existentes en el
presupuesto carecían de una estimación poco sólida.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
El período de ajuste realizado en el primer semestre de 1983, con sus distintas variantes,
tuvo sus efectos hasta septiembre de ese año, aunque formalmente en agosto de ese año se
produjo el cambio del Gabinete Ministerial. En el informe “reservado” que le fue entregado
al Presidente Siles Zuazo por mi persona, en marzo de 1994, se advierte claramente lo que
ocurriría de no seguir con la política económica propuesta. En una de sus partes conclusivas
se mencionaba lo siguiente: “ De no ajustarse y regularizarse el sistema de precios relativos,
de no adecuar con realismo económico la política crediticia, ningún plan de reactivación
económica tendrá las más mínima posibilidad de lograr su objetivo, ya que todos los
recursos que el Gobierno canalice a la economía por vía de créditos refinanciados u otros,
serán utilizados en actividades especulativas y no productivas.”39
Como se puede constatar, entre enero y septiembre de 1983, el promedio del índice de
elevación de los precios mensual se duplica, dando lugar a una inflación anual a diciembre de
1983 de 428%, que desde ya es muy elevada. Del total del Déficit Público, solo corresponden
un 38% a los primeros 9 meses, disparándose el mismo básicamente en los últimos tres
meses del año, correspondiéndole un 62% del total. Como se observa, mientras que entre
enero y septiembre el costo promedio mensual de la planilla llegó a 5.897 millones de
pesos bolivianos, en los tres siguientes meses este monto de triplica a 15.766 millones de
pesos bolivianos. Finalmente, como resultado de esta política, mientras que del total de la
emisión del año solamente corresponde un 49% a los primeros nueve meses, en tan solo
los siguientes tres meses ésta representa un 51%, lo que demuestra la forma en que se
acelera el deterioro de la economía nacional y pública, luego que se la maneja con mayor
discrecionalidad y criterio político, una vez que los ministros independientes salieron del
gobierno.
39 MEMORANDUM: Lic Flavio Machicado (Julio 1983) publicado en CRISIS ECONOMICA: Propuestas y Evaluación.
Müller y Machicado Asociados.
215
Flavio Machicado Saravia
A finales del año 1983, en vista que la situación no mejoraba en absoluto, al contrario
había un deterioro mayor, el Presidente Siles Zuazo me encomendó, confidencialmente,
preparar un nuevo programa de ajuste, con la idea de arrancar con esta política económica
en 1984. Paralelamente se hablaba, con insistencia, del retorno del MIR al gobierno, que
anunció públicamente que disponía de una nueva propuesta en materia económica.
Estaban seguramente preocupados por los efectos negativos que produjo la política de
desdolarización que habían propuesto e impuesto a inicios del gobierno. Sin embargo, no
tenían formulación alguna, al menos, con un criterio global y orgánico. Posiblemente algunos
economistas prominentes que lo apoyaban tenían alguna propuesta, pero que no se escuchó
en las reuniones llevadas a cabo antes de que se produzca su ingreso.
216
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Sin embargo, el detonante para que esto ocurriera fue la imposibilidad de sostener la
propuesta de una Junta Monetaria, con poderes suficientes para implementar la política
económica sin que participen los ministros que no tenían nada que ver con el tema
económico. Esto naturalmente no gustó al ambiente político, ya que no querían perder su
control en un área social y políticamente tan sensible como es la económica. Al extremo,
que los negociadores con la COB sobre los distintos puntos que contenía el programa
económico estuvieron a cargo de dirigentes políticos que carecían del conocimiento y
preparación para hacerlo, lo cual precipitó mi alejamiento del gobierno.
Asimismo, los factores inflacionarios, al igual que en 1983 empezaron a ser controlados,
especialmente ante los serios esfuerzos realizados por controlar el contrabando y las
importaciones que estaban destinadas a acumular stocks y no para satisfacer la demanda.
Se impuso una política de control sobre el otorgamiento de divisas oficiales, a objeto de
verificar su adecuada utilización, habida cuenta de lo dificultoso que era dada las ventajas
que reportaba su asignación, desde el punto de vista de la corrupción o de la especulación
empresarial o financiera.
El nuevo Programa de Ajuste, preparado para 1984, fue más drástico esta vez. Si bien se
respetaba la idea del “gradualismo” económico mediante el cual se evita la política de shock
a nivel de los precios, en esta oportunidad, los ajustes de todos los precios serían realizados
por una Junta Monetaria con plena capacidad de decisión. La Junta Monetaria, que estaba en
manos del Ministro de Finanzas, tenía el poder para modificar todos los precios regulados
sin consultar al Gabinete Ministerial, mediante simples Resoluciones Ministeriales, lo que
le daba agilidad y oportunidad a la política. Obviamente, esta medida fue radicalmente
resistida por las fuerzas sindicales y de oposición, a la par de los propios partidarios del
gobierno, con el argumento que se le daba demasiado poder a un Ministro Independiente,
aspecto que al final, en las negociaciones políticas con la COB, se acordó la desaparición de
este instrumento, que hubiera sido muy valioso para enfrentar la política de gradualismo,
con la que estaba comprometido el gobierno.
Por otra parte, se propuso una Reforma Tributaria mediante la cual se debía recuperar
la base tributaria que se había perdido con el proceso inflacionario. El planteamiento, no
modificaba en su esencia el sistema tributario que estaba vigente, aunque sí introducía
modificaciones más flexibles en torno a la fijación de sus tasas. Lo cual tampoco prosperó
dado la minoría Congresal y la falta de compromiso de los parlamentarios oficialistas.
217
Flavio Machicado Saravia
En aquel momento los desembolsos de la deuda externa eran lentos, por falta de recursos
de contrapartida, capacidad ejecutiva del gobierno y de voluntad política de los organismos
financiadores que ejercían de este modo una presión a los gobiernos, a fin de que honren
sus deudas especialmente con la banca extranjera, lo que limitaba aún más los ingresos
requeridos por el gobierno.
Por la falta de este impuesto, las finanzas públicas no pudieron rehabilitarse, ni ordenarse,
peor aún en un contexto en el que la presión sindical no tenía límites para frenar sus
ambiciones, estimulados con la idea de la toma del poder, acompañados por una fuerte
oposición política que tenía la misma intención. Exacerbación popular e ideológica, que solo
favorecería a un radical cambio de orientación y de política. Este fenómeno se tradujo en
un abultado déficit público, especialmente en la ya precaria economía empresarial estatal.
Finalmente, entre otras medidas, que sería largo enumerar, se comprometió eliminar en algún
momento la política de control de cambios, que debía ser sustituida por un mecanismo más
transparente en el futuro. En ese entonces se discutió un mecanismo parecido al Bolsín, que
luego fue acertadamente introducido por el nuevo gobierno. Lamentablemente, la intención
del nuevo programa económico duró muy poco tiempo, aunque tuvo alguna influencia en
el gobierno. Los intereses políticos y de grupo, fueron superiores al del país. Nuevamente
el deterioro económico retornó con mayor violencia, que terminó, esta vez, con el propio
Gobierno del Dr. Siles Zuazo, que tuvo que renunciar un año antes de concluir con su
mandato constitucional.
Durante este período, los contrastes entre los primeros nueve meses de gobierno y los
últimos tres, son mucho más radicales, debido a que el gobierno estaba prácticamente
abandonado, luego que el Presidente decidió acortar su mandato. Hay que recordar que en
ese momento todos los partidos políticos estaban organizando su campaña política y los
sindicatos no cesaban de realizar demandas sociales de todo tipo.
De esta manera, aunque la política trazada en el primer semestre tuvo su efecto, éste
no impidió la reversión negativa de los indicadores económicos, debilitándose aún más
218
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
la economía. La inflación mensual promedio fue más del doble que en el período similar
del año anterior llegando a 25 % hasta septiembre en 1984. En cambio en los últimos tres
meses este promedio se duplicó. En el caso del déficit, la situación es peor aún, ya que
mientras en los primeros 9 meses del año éste representó un 18% del total, en los últimos
tres meses se incrementó a 82%. Es decir, la mayor parte del déficit total se explica por lo
ocurrido en los últimos tres meses del año.
219
Flavio Machicado Saravia
Una vez que se convocó a las nuevas elecciones generales, la crisis pasó a un segundo
plano, dejando solo al Presidente y a su gobierno, con lo que se ahondó mucho más la
economia, dando lugar a una hiperinflación desproporcionada, que a diciembre del año
1985 llegó a más del 8.200%. La cifra de 23.000% que permanentemente utilizó el nuevo
gobierno, corresponde a un cálculo de septiembre de 1985, con relación a septiembre
del año anterior, magnificando el caso con el objeto de desprestigiar al gobierno saliente,
aunque ya la cifra alcanzada a diciembre de ese año era un verdadero récord.
220
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Los precios de los bienes y servicios públicos fueron indexados al tipo de cambio o a los
precios internacionales del mercado. En el caso de las exportaciones se previó otro cobro
anticipado del 10%, que sería devuelto una vez que esta se liquide en el Banco Central.
Todavía existía el monopolio del Estado sobre las divisas producto de las exportaciones
sean públicas o privadas, que se fue eliminando paulatinamente con la práctica, ya que los
exportadores, en los hechos no cumplieron a cabalidad con esa medida. No estuvo exenta
en esta política el uso de la fuerza y el Estado de Sitio, con lo que pudo controlarse la
presión social del momento, incluyendo la deportación y el exilio.
Junto con la modificación del sistema tributario, que tomó su tiempo para ser implantada se
determinó un “blanqueo de capitales”, que se denominó como “regularización tributaria”,
de modo que quienes no tenían sus propiedades adecuadamente registradas podían hacerlo
en esta oportunidad, lo que representaba un ingreso adicional para el Estado (en 1986 llegó
a un 2% del total). Sin embargo, más que un ingreso importante para el Tesoro General de
la Nación (TGN), sirvió para que el Gobierno utilice políticamente la afluencia masiva del
público, como una señal o reacción favorable a la política económica oficial, calificando este
hecho como un retorno de la “conciencia tributaria” del pueblo, cuya existencia siempre
fue relativa, ya que esta visto que aún funciona a medias, a pesar de que exista un efectivo
régimen administrativo y penalidades por el incumplimiento.
La medida que sí fue significativa para cubrir los gastos del Estado, fue el alza del precio de
los carburantes, que en 1986 llegaron a cubrir un 49% del total del ingreso. Para ello, en
lugar de imponer un impuesto al consumo de los carburantes, optaron por fijar un “precio
artificial” al barril de petróleo de 65 dólares, en cuya base se determinó el precio de
todos los carburantes. De este modo eludieron la obligación de fijar un impuesto a través
del Congreso, a fin de no crearse un conflicto político, entregando tan solo a la empresa
estatal del petróleo YPFB (Yacimientos Petrolíferos Bolivianos) el valor correspondiente
a la cotización internacional, que en ese entonces estaba en 19 dólares el barril. De este
modo la diferencia era “confiscada” por el gobierno, para financiar sus gastos, como si se
tratara de una contribución de la empresa petrolera, cuando en rigor era un impuesto
encubierto al consumo de carburantes. Luego de 20 años, cuando se capitalizó YPFB, se
estableció un impuesto, tal como manda la ley, dado que la explotación de los hidrocarburos
iba a pasar a manos privadas.
En cuanto a la reforma tributaria, como es sabido, es un instrumento que no sirve sólo para
recaudar ingresos para el funcionamiento del Estado, sino que también debe estimular la
inversión y producción interna, así como las exportaciones. Su estructura debe ser universal
y justa, en función de la capacidad de ingreso de cada ciudadano. En el caso que analizamos,
se sustituyó el régimen tributario sobre la renta, el patrimonio y las ventas, con un sistema
basado en el ingreso, el patrimonio neto de las empresas y las transacciones, cualesquiera
que éstas fueran. Se incorporó además el régimen tributario a las propiedades agrícolas, que
no funcionó hasta el presente y se modificaron las tasas y la base imponible a la propiedad
mueble o inmueble junto a la ampliación del tributo a los impuestos específicos.
Se partió del supuesto que la baja recaudación tributaria se debía al régimen tributario
que prevalecía, sin tomar en cuenta que una de las causas radicaba en el debilitamiento de
los mecanismos administrativos, a la informalidad y a la ausencia de una pálida conciencia
221
Flavio Machicado Saravia
tributaria, que en el país está todavía por construirse. Situación agravada por la pérdida del
poder de compra de los asalariados y la mala distribución del ingreso. Se estimaba que el
10% de mayor ingreso posee el 45% del ingreso total, en tanto que el 10% más pobre no
logra alcanzar ni a l %.40
En Bolivia, al contrario de lo que ocurre en los países desarrollados donde es difícil evadir
el impuesto al ingreso, se ha implantado un sistema tributario en base al Impuesto al Valor
Agregado (IVA), que supone que la mayor parte de las transacciones se realizan a través
de cheques o tarjetas de crédito y no en efectivo, como ocurre en nuestro país, fuera
de la cultura tributaria, en la que las personas y, sobre todo, los que realizan la venta
de algún bien o servicio, extenderán automáticamente la respectiva factura. Como es el
comprador el principal responsable para que esto no ocurra, la evasión (30%) y monto de
la recaudaciones (45% del ingreso total) son semejantes a los que tenía el país en los años
60, con el anterior sistema tributario, que era directo sobre el ingreso de las personas, que
fue el que se reformó con la política de ajuste de 1985.
Con el congelamiento de los salarios, de hecho, se dio una reducción drástica estimada
en un 44%, con relación al recibido en enero de 1985. Sin embargo, lo más significativo es
el hecho de que la política salarial implantada, vuelve a bajar el nivel del salario real con
relación al nivel alcanzado en 1971, que fue la reivindicación básica de las organizaciones
laborales durante el gobierno de Siles Zuazo, posición que fue frenéticamente apoyada por
los partidos políticos, que ahora, en función de gobierno, son los que llevan a cabo esta
política de ajuste. A junio de 1986, o sea, a los 8 meses de la aplicación de la Nueva Política
Económica (NPE) el nivel del salario real, con relación al año 1971, se había reducido en 84%,
que representa más del doble de la caída sufrida entre 1971 y 1982, cuando se recuperó el
proceso democrático. Recuérdese que en este período el salario real cayó en 40%.
40 Según un estudio de la Universidad Austríaca de Kepler, en Linz, publicado por el Instituto Internacional de Estadios
Laborales, Bolivia junto a Georgia, Zimbaue y Azerbaiyán son los países que tiene la mayor economía informal del
mundo.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Luego de una fuerte devaluación del orden de 1.600% que, desde luego, inicialmente con‑
tribuyó a incrementar el proceso hiperinflacionario del año 1985, pero que, a la vez, dio
la base para el ordenamiento del sistema de precios internos, fue acompañada con una
política cambiaria muy diferente a la que se aplicaba hasta ese momento. Se sustituyó la
discrecionalidad del gobierno, que siempre daba lugar a reacciones políticas y sociales de
diverso tipo, por el establecimiento de un instrumento que sería manejado por el Banco
Central, en el cual el tipo de cambio se fijaría en función de la oferta y demanda de divisas
existente en un determinado momento, lo que implicaba una subasta pública, en la cual el
Estado de todas maneras iba a tener la mayor influencia, por ser el principal demandante
de divisas, determinando igualmente el precio del dólar. Este mecanismo se conoce como
de “flotación sucia”, que se denominó el BOLSIN, de manera, que al ser el “mercado”, quién
ficticiamente determinaba el precio del dólar y no el gobierno de turno, se inhibía cualquier
acción política que generalmente era utilizada con fines demagógicos por la oposición, dan‑
do lugar a reacciones sociales por el impacto generalizado que tiene una modificación del
tipo de cambio, especialmente en un país tan dependiente del financiamiento externo y del
comercio exterior como Bolivia. Entre 1985 y 2005, cuando ya habían transcurrido 20 años,
el tipo de cambio de cuadriplicó o sea se devaluó en 400%, a un ritmo promedio anual de
30 centavos de bolivianos, que fluctuaba de acuerdo a la política del gobierno. Es lo que está
ocurriendo actualmente, aunque esta vez, se trata de apreciar la moneda nacional y devaluar
el dólar, con la pretensión de abaratar el costo de las importaciones, a fin de amortiguar el
presente fenómeno inflacionario, que se ha generalizado a nivel planetario.
Con el control paulatino del déficit fiscal, la política monetaria consistió en regular la emisión
monetaria hasta los límites máximos posibles. Recuérdese que la correlación entre déficit
223
Flavio Machicado Saravia
fiscal y la emisión monetaria fue de 0.99. De hecho, a partir de 1985 la emisión monetaria se
incrementó moderadamente al punto que su drástica reducción determinó que la relación
entre el dinero en manos del público y depósitos en cuenta corriente bajaran de 17% con
respecto al PIB a 7%. Estamos hablando de un guarismo (17%) que se dio durante la década
del 70 donde la economía era bastante estable y con un crecimiento promedio de más de
4.5% al año.
En realidad la Preferencia por la Liquidez Total de la economía, entre 1977 y 1984 se
mantuvo, alrededor de un promedio de 44%, reduciéndose drásticamente de un 60% que
llegó en 1985 a un 11% en 1995. Es decir, en más de cinco veces. Los billetes y monedas (en
bolivianos) en manos del público equivalían a 340 millones de dólares. Naturalmente, esta
política estimuló a la dolarización de la economía, debido a que sus necesidades de liquidez
fueron compensadas con esta moneda, provenientes en gran parte de la repatriación de
depósitos y el blanqueo del narcotráfico, estimado en 500 millones de dólares al año.
El control de la emisión monetaria se hizo evidente, al extremo que luego que entre
diciembre de 1984 y diciembre de 1985 ésta se incrementó en 5.878%, a consecuencia de
la política de ajuste, entre 1986 y 1985, ésta se redujo en 99.8%, iniciándose la etapa de
contracción, acorde con la política económica de estabilización. De este modo, entre 1988 y
1995, que es donde se dio el mayor ajuste, la emisión monetaria solo creció anualmente en
un 21%, para luego, una vez estabilizada la economía, efectuar incrementos que fluctuaron
en promedio alrededor del 14%.
La política bancaria a partir del Decreto Supremo 21060, que es el instrumento legal que
define los marcos de la llamada Nueva Política Económica, persigue la normalización de
esta actividad intermediaria, lejos de la especulación financiera, con el fin de captar al mayor
ahorro financiero posible, especialmente proveniente del exterior. En efecto, cuando Bolivia
renegociaba la deuda externa con la banca comercial privada, un banquero alemán comentó,
a raíz de nuestro pedido de contar con más recursos provenientes de sus bancos para
reactivar nuestra economía y así estar en mejores condiciones para honrar nuestra deuda,
“por qué los bolivianos no arriesgan su propio dinero en el país, ya que en los bancos
privados extranjeros existen depósitos de personas naturales o jurídicas de bolivianos, por
un monto equivalente a vuestra deuda externa”.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En cambio, entre 1986 -1994, se tuvo un Déficit de la Balanza Comercial de 1.819 millones de
dólares, que fue soportado por el ingreso masivo de divisas que fueron al sistema financiero
en forma de depósitos de corto plazo (calientes o volátiles) y por el saldo positivo de 550
millones de dólares, entre los desembolsos de la deuda y donación externa que alcanzó
a 2.661 millones de dólares y el pago del Servicio de la deuda externa que llegó a 2.111
millones. En la época de la UDP, la situación fue inversa, ya que mientras los desembolsos
fueron de 332 millones de dólares, el Servicio de la deuda llegó a 1.079 millones, dando
lugar a un saldo negativo de 747 millones, que fue cubierto, como se dijo anteriormente,
con las exportaciones.
En el período de la nueva política económica, la deuda externa privada no fue una carga,
ya que los bancos extranjeros privados ya habían castigado contablemente nuestra deuda,
fijando para su recuperación total, un precio de 14 dólares por cada cien dólares adeudados,
monto que tenía que ser pagado a través de una donación proveniente de los organismos
internacionales.
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Flavio Machicado Saravia
Pese al saldo positivo de la Balanza Comercial, entre 1980 y 1984, las exportaciones
disminuyeron en 25 %, dando lugar a una oferta interna cada vez más limitada de divisas, que
indudablemente, junto al hecho de pagar la deuda externa, se afectó mucho más la capacidad
de importación, que cayó en un 34%. Este hecho, sin duda, no complicó las posibilidades
de frenar el proceso inflacionario, con una mayor oferta interna de bienes, pero afectó
al crecimiento de la economía, que fue negativo, al extremo que, entre 1981 y 1984, la
producción total disminuyó en 17%, reduciéndose de esta manera el ingreso personal en
30%. Al no recibirse desembolsos del financiamiento externo, ni flujos de divisas de libre
disponibilidad, ni de inversión extranjera directa, se perdieron reservas internacionales y
se incrementó la deuda en mora, lo que limitó la capacidad de financiamiento externo del
país, ya que el país no era un buen sujeto de crédito. Hasta septiembre de 1985, la mora
alcanzaba a 927 millones de dólares.
Sin embargo, este panorama general tan sombrío, tuvo sus momentos también alentadores,
especialmente por las señales de apertura y sinceramiento de la economía, pero que fueron
frustrados por la presión y demagogia política, tanto dentro del seno de la propia coalición
de gobierno, como por la oposición, que al final pusieron en jaque al gobierno del Dr. Siles
Zuazo. Hay que recordar que la política económica, luego del fracaso de la desdolarización,
se encaminó a desbloquear la economía, para lo cual se procedió a la negociación abierta
de la deuda con la banca comercial privada y con el Fondo Monetario Internacional. Se
trataba de lograr una mayor cantidad de recursos frescos para la economía y de racionalizar
el manejo de las finanzas públicas, dentro de una mayor disciplina y ordenamiento posible.
Para ello, era imprescindible contar con un presupuesto aprobado por el Congreso, con lo
cual, se pretendía frenar el desborde de pedidos de incremento salarial y de incrementos
en el gasto público. Sin embargo, pese al esfuerzo realizado, la oposición nunca permitió que
se apruebe el presupuesto, lo que, posteriormente, dio lugar a una reforma constitucional,
por la cual se aprobaba automáticamente, si luego de un cierto tiempo el Parlamento no lo
hacía, lo que también sirvió, más tarde, para chantajear, esta vez a la oposición del gobierno.
226
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Conclusión
Del mismo modo, no hay duda que en 1985, con el viraje de la economía hacia una mayor
apertura, provocó una fuerte inyección de recursos desde el exterior, sea de fuentes
internacionales o del ingreso del capital golondrina.Todavía no estaba en escena la Inversión
Privada Extranjera (IED). En ambos casos, la estabilidad en los indicadores macroeconómicos
resultantes, ayudó a crear un clima de “confianza”, aunque muy frágil, ya que no dejaron de
existir los trastornos de tipo político y social. Durante la década de los años 60 el tipo de
cambio se mantuvo imperturbable y la tasa de inflación promedio, estuvo alrededor de
un 3% al año. La economía creció a una tasa promedio de 5,5%. En el caso del programa
de ajuste de 1985, el descenso de la inflación fue paulatino y la tasa de crecimiento entre
1988 y 1994, llegó a un promedio de 3.5% al año. Se trataba de un período de recuperación
complejo, habida cuenta que el precio de los minerales se redujo, lo que fue compensado
con la diversificación de las exportaciones no tradicionales.
Sin embargo, lo más importante en ambos casos analizados, es que la oferta interna de
bienes y servicios no fue el principal factor de equilibrio, pese a todas las condiciones
de estabilidad creadas con los programas de ajuste. El equilibrio se dio a través de las
importaciones que, tanto en 1956, como en 1985, fueron un 40% superior a las
exportaciones. Estamos hablando de los años 1956-1964 y 1986-1994 respectivamente.
Esto sin considerar el contrabando y el producto del lavado de divisas del narcotráfico, que
estuvieron presentes, con mayor o menor énfasis, en la economía nacional. Por supuesto
que en ambos casos, las presiones de índole social constituyen la principal fuente
de la expansión del gasto público, induciendo directamente a los procesos inflacionarios,
ya que generan un desequilibrio entre la masa monetaria y la oferta interna de bienes y
servicios.
En consecuencia, pese al éxito transitorio que pudieran tener los programas de ajuste
estructural, mientras no exista un paralelismo entre la racionalidad económica y la
racionalidad social, que guarda una estrecha relación con los niveles de pobreza y los niveles
de conflicto social y político, esta situación seguirá teniendo un carácter secular, cada vez
más complicado de resolver, peor aún, si nuestra economía no se inserta adecuadamente
en la economía externa, cada vez más globalizada y exigente. Para ello, hay que agregar
otro paralelismo adicional: la racionalidad jurídica. Sin la cual, los actores sociales y políticos
siempre estarán condenados a caminar y tomar sus decisiones en una atmósfera de
incertidumbre, que impide que éstos asuman un compromiso serio con la sociedad y la
economía en la que viven.
227
Flavio Machicado Saravia
II
Régimen Económico y Financiero en
la Constitución Política
(Vigente y Propuesta)41
Introducción
En la nueva Constitución Política del Estado del actual gobierno, que se aprobó el 25 de
enero de 2009, no existe un Régimen específico. Ha sido sustituido por todo un Capítulo
(Capítulo Cuarto) a través de 103 artículos, donde se ve claramente la predominancia del
papel del Estado en el campo de la economía, aderezado con algunos Artículos en los que
aparecen mediatizados el papel del sector privado y del mercado, así como la presencia de
otras formas de organización social para la producción, cuyo papel todavía estaría por verse.
En los aspectos sectoriales y de política económica, al margen de la retórica de buenas
intenciones, sin precisar su verdadero alcance, también se hace énfasis en la orientación
económica estatista, donde el papel del mercado y de la seguridad jurídica subyace en la
sombra, que es un aspecto básico de un régimen democrático.
41 El presente trabajo está inspirado en el excelente análisis de la Constitución Política del Estado de 1967, presentado
por la Fundación Konrad Adenauer - Stiftung.
228
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
controlado”. “Al hacer un análisis de la estructura del Poder Legislativo, si esta estructura
se condice con un sistema democrático, tenemos que encontrar un sistema de articulación
del poder, de sus órganos controlados y divididos. El ejercicio del poder debe permitir que
el poder nunca sea más que el pueblo, y a través de ese control los derechos y garantías
de los ciudadanos deben estar precautelados”. Sin embargo, “en el artículo 158 están las
atribuciones del órgano legislativo que controla y fiscaliza a los órganos del Estado y a
las instituciones públicas. En un sistema democrático, esto no corresponde. Si hubiera
problema de fiscalización del manejo económico de parte de la institución pueden fiscalizar,
pero nunca controlar la labor jurisdiccional; eso, imposible”.
Por mucho que se quisiera un cambio radical del modelo económico, en el mundo del
siglo XXI, en materia económica, no se puede pasar por alto las diversas “amenazas del
mercado”, ni tampoco se debe desaprovechar las “oportunidades” que nos brinda, de
manera que la forma en que esté organizada la sociedad para producir bienes y servicios,
dependerá que estos factores sean mejor aprovechados. No basta sostener, como lo hace el
Artículo 306, del proyecto de Constitución que “El modelo económico boliviano es plural,
y está orientado a mejorar la calidad de vida y el vivir bien”, para luego señalar que “la
economía plural articula diferentes formas de organización económica comunitaria, estatal,
privada y social cooperativa”, cuando sabemos que se busca que el factor predominante en
la producción sea el Estado. En el parágrafo V del mismo Artículo se sostiene que “El Estado
tiene como máximo valor al ser humano y asegurará el desarrollo mediante la redistribución
equitativa de los excedente económicos en políticas sociales, salud, educación, cultura y en
la reinversión en desarrollo económico productivo”.
Este tipo de intenciones también están expresadas de la misma manera, seguramente con
la intención de consolidar un Capitalismo de Estado, que había quedado en medio del
camino, luego de la Revolución Nacional del 52, pero no funcionó por las diversas razones
expuestas en la primera parte de este libro y que serán nuevamente sintetizadas, cuando se
hable del proceso ahorro- inversión de los últimos 50 años, incluido el período actual. Se
trata de un permanente conflicto que crea la falta de paralelismo entre las racionalidades
económicas, sociales y jurídicas, que al generar la controversia y la tensión social, hace que
los actores sociales y económicos asuman un comportamiento siempre de corto plazo, sin
remover los obstáculos estructurales, ni crear nuevas condiciones para enfrentar el futuro,
como ocurre actualmente, donde la apuesta es hasta cuando durarán los efectos favorables
del pasado “boom” económico, que duró muy poco.
229
Flavio Machicado Saravia
I. Antecedentes y Premisas
La primera Constitución se remonta al año 1826, conocida como la “Constitución
Bolivariana”, cuya redacción original corresponde al Libertador Simón Bolívar. Se ha
intentado reformarla 17 veces, aún cuando solo se han realizado reformas de fondo en
4 ocasiones: 1831,1938, 1967 y 1994. Sin embargo, pese a estos innumerables esfuerzos
- como se dijo - los preceptos constitucionales, sus principios y normas, no han sido
cumplidos a cabalidad, llegando inclusive a su trasgresión o violación y, en un extremo, a su
prescindencia.
Debemos partir, por lo tanto, de la premisa que toda Constitución para que sea válida y
durable debe ser producto de contrato social, de manera que “la Constitución tenga valor
normativo, sea derecho positivo y, por lo tanto sea exigible para todos” (Joan Prats Catalá).42
La segunda premisa, es que la actual Constitución, en gran parte, ya no corresponde a la
realidad social, económica, política y cultural vigente en el país, por lo que existe la necesidad
de aproximarla a las nuevas características de la sociedad lo que constituye una tarea
muy delicada, que requiere, además de una serena voluntad política, mucho conocimiento,
experiencia y precisión jurídica, lo que no es el caso de la Constitución vigente.
Pero no basta ajustar la actual Constitución a las condiciones actuales, como tampoco
quedará todo resuelto con una adecuada versión escrita. Como lo expresó el ex Presidente
del Consejo de Estado de Colombia, al referirse a la Constitución Colombiana,.. “el hecho
de estar redactada perfectamente no significa que ésta, por sí misma, obre con esa misma
perfección, que es deseo de toda sociedad o de toda comunidad organizada” (Dr. Cesar
Hoyos).43 Por lo tanto, para evitar nuevamente un distanciamiento de la Constitución con
la realidad, es necesario que la sociedad la respete y la ponga en práctica, para defender
su soberana decisión por el sendero de la ley, única forma de perfeccionarla, eliminando
en el transcurso de su aplicación posibles ambigüedades y contradicciones. Solo así, la
nueva Carta Magna se constituirá en un valor social, garantizando, por lo tanto, su uso y
cumplimiento universal. Que es el peligro que ocurre con la aprobación de la Constitución
del gobierno, que al no ser producto de un nuevo Contrato Social, sino de un débil y
condicionado acuerdo político, con grandes áreas de exclusión y conflicto, en la práctica,
tenga que ser nuevamente reformada.
En el mundo actual, las relaciones entre países y entre actores económicos están en
permanente transformación, especialmente en el campo de la economía, por el incontenible
desarrollo tecnológico y su comportamiento fugaz y dinámico. Por lo tanto, se están
230
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
La tercera premisa, es definir el tipo de Estado predominante, ya que, por ejemplo, no será
lo mismo optar por un Estado Socialista, como pretende imponer el gobierno, que por un
Estado Social y Democrático de Derecho. En el primero, si bien existe un ordenamiento
constitucional, la libertad de organización social y económica y de representación es
relativa y está dominada por una determinada fracción de la sociedad (Partido Gobernante).
En cambio, en un Estado Social y Democrático el concepto de libertad por definición
debería ser absoluto, así como su sujeción a la ley, pero no a cualquier ley, sino aquella
que emane de la voluntad mayoritaria del pueblo. Como lo define Prats Catalá, “en un
Estado Constitucional, donde todos los ciudadanos, todas las organizaciones sociales que
representan a la sociedad civil, todos los poderes públicos, están sujetos a la Constitución
y al ordenamiento jurídico”. (Revista Foro Financiero, citada)
En el presente trabajo, sin restar importancia a la definición del tipo de Estado que surgirá
en la Constituyente, por razones metodológicas, hemos partido de un Estado democrático
de derecho, por ser el que más se acomoda al avance de la humanidad y un modelo
económico de libre mercado, que es el que más conviene en un mundo globalizado como
el presente, a fin de analizar, con una determinada óptica, las competencias y reglas de juego
en materia económica, que fueron definidas en la actual CPE, y que a nuestro juicio deberían
ser cambiadas o modificadas en el futuro, tanto para el funcionamiento del Estado, como
para la sociedad en su conjunto.
231
Flavio Machicado Saravia
Un Estado de Derecho significa la existencia de una clara relación jurídica entre el Estado
y la sociedad, donde el Estado no puede sobrepasarse de las competencias que fueron
establecidas en la CPE y las normas. También la sociedad, en términos de personas, sean
naturales o jurídicas, si bien pueden optar libremente por su actividad, solo pueden
desarrollarla dentro de determinadas reglas de juego, que estarían establecidas por ley. Se
trata de garantizar que los miembros de la sociedad trabajen en función del bien común
y que con sus actividades no dañen a terceras personas. De este modo existiría un marco
determinado para el ejercicio de las actividades privadas y claridad en el papel que podrá
jugar el Estado, en el campo de la economía y la sociedad.
El marco general de la anterior CPE, donde se enmarcó el espíritu dentro del cual se
estableció el orden constituido, está en el Artículo Primero, que sostiene lo siguiente:
“Bolivia, libre, independiente, soberana, multiétnica y pluricultural, constituida
en República unitaria, adopta para su gobierno la forma democrática represen
tativa, fundada en la unión y solidaridad de todos los bolivianos”. Esto implica que
el Estado boliviano, internamente, encarna la autoridad suprema y que no está vinculado
por un lazo de dependencia a otro u otros Estados, lo que indudablemente, en la práctica,
esto ha sido siempre muy relativo.
Sin embargo, para fines de nuestro análisis, es necesario tomar en cuenta este artículo de
la CPE, ya que define el alcance del Régimen Económico y Financiero, que enarbola de
entrada la independencia económica, que no pasa de ser un objetivo deseable, en absoluto
definido, en un mundo donde no es posible ignorar la existencia de un sistema económico
232
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Aunque las Constituciones, en si mismo, constituyen el marco legal a través del cual se
desprende todo el ordenamiento jurídico, lo que debe imperar, al final del día, es el acuerdo
común enmarcado en el Derecho, para lo cual hay sociedades que ni siquiera requieren
formalizar su Constitución, como en el caso de los ingleses, que han llegado al extremo de
internalizar en sus códigos de conducta el marco legal, practicando el derecho.
En esta parte, para el análisis del Régimen Económico y Financiero se conserva la numeración
que está establecida en el texto de la Constitución.
233
Flavio Machicado Saravia
nacionales o extranjeros, actuaron en el marco de la buen fe del Estado, que se rompió tan
pronto emergieron otras fuerzas políticas en el escenario.
Sin embargo, pese al intento de asignarle a la sociedad una mayor responsabilidad de generar
la riqueza del país abriendo el libre juego del mercado, organizando para tal efecto un marco
institucional regulador, más descentralizado y con mayor gestión normativa del Estado, sin
modificar, el espíritu y la letra del Régimen Económico y Financiero, el resultado no fue el
esperado. Los actores económicos y los propios operadores del sistema de regulación no
entendieron la importancia de esta función pública, en su verdadero contenido y alcance.
Pese a que en la Ley el Poder Ejecutivo (LOPE), se definía claramente la orientación del
Ejecutivo a nivel central, que solo tenía que normar y que en el nivel departamental,
tenía que ejecutarse las principales funciones y servicios del Estado, se siguió exacerbando
el centralismo, que unicamente se sentía con poder, en la medida en que administraba
directamente los proyectos y programas o sea manejando los recursos. De esta manera la
función normativa del nivel central del Ejecutivo, quedó relegada a segundo plano, cuando
era fundamental para la construcción del juego del mercado.
234
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En otras palabras, aunque esta preocupación sigue siendo válida, en el entendido que, en la
práctica, quienes acumulan riqueza ejercen influencia sobre la sociedad y en las decisiones
y políticas públicas, para su corrección o atenuación, es indispensable la construcción de
una fuerte institucionalidad estatal, que carecemos, de tal forma que en la Constitución se
establezcan las instituciones y mecanismos de control y vigilancia de la actividad privada
dentro de los márgenes del derecho, así como de la actividad política.Aunque hay que insistir,
que para contrarrestar este fenómeno, no es suficiente apelar a la vía constitucional, sino
es necesario, en los hechos, el cumplimiento de las leyes.
Es importante esta última afirmación, ya que debemos estar conscientes que la operación
administrativa y técnica de los servicios públicos aún estando en manos del Estado no puede
resolver el problema de la cobertura universal, debido a que hay personas que, por su baja
capacidad de ingreso, no tienen la posibilidad de acceder al mismo. En estas situaciones,
debe actuar el Estado, subvencionando directamente a las personas de muy bajo ingreso,
especialmente en el consumo de agua potable, por ser un bien esencial para la vida, como
ocurre en Chile donde este servicio es universal, pero el 20% de los consumidores son
subvencionados por los Municipios.
En caso que no existan condiciones para hacerlo de esta manera, se puede optar por
la adopción de mecanismos colectivos para su acceso, que por cierto es restrictivo y
limitado, como son los teléfonos públicos, piletas o generadores eléctricos públicos, etc. Lo
importante es que el Estado cumpla con su responsabilidad de garantizar el suministro de
los servicios esenciales, aunque éstos sean operados por privados. Para ver un extremo, en
el Estado Socialista Sueco, los servicios de educación y salud están en manos privadas, pero
con un rígido control y financiamiento Estatal.
Pareciera que otra vez se ha olvidado que el contrato de concesión constituye una
figura jurídica que permite preservar el patrimonio público, pero para garantizar la
eficiencia en la prestación del servicio, se requiere que el Estado tenga una capacidad
organizativa muy alta o una capacidad reguladora muy estable. También se requiere de
una administración de la justicia idónea, para que los operadores realicen sus tareas
235
Flavio Machicado Saravia
conforme a lo que estipula la ley, la misma que se supone está establecida para beneficiar
a la sociedad en su conjunto.
En el caso de los servicios públicos existe un mayor tratamiento del tema, que fue mejorado
con el acuerdo político en el Congreso, con relación a la maratónica y absurda aprobación en
la Asamblea Constituyente en la ciudad de Oruro. En esa oportunidad había una deliberada
exclusión del sector privado, que ahora podría participar en la provisión de todos los
servicios, con excepción del agua potable y el alcantarillado. En estos casos, al margen
del propio Estado, también podrán participar las empresas comunitarias, cooperativas o
mixtas. (“Artículo 20. II. Es responsabilidad del Estado, en todos sus niveles
de gobierno, la provisión de los servicios básicos a través de entidades
públicas, mixtas, cooperativas o comunitarias. En los casos de electricidad,
gas domiciliario y telecomunicaciones, se podrá prestar el servicio mediante
contratos con la empresa privada y Artículo 309. 2. Administrar los servicios
básicos de agua potable y alcantarillado directamente o por medio de
empresas públicas, comunitarias, cooperativas o mixtas”).
Analizados los dos primeros artículos de la anterior CPE, referidos al marco en el que
se concibe el Régimen Económico y Financiero, corresponde ahora comentar el Artículo
135, en el cual se estipula que “todas las empresas que realicen una actividad
económica en el país estarán sometidas a las leyes del país, sean éstas
nacionales o extranjeras”. Se trata de un principio de soberanía, pero que también
tiene en la práctica un alcance relativo en el contexto internacional, ya que, por una parte,
el país voluntariamente debe aceptar la delegación de competencias, especialmente en
materia económica y comercial (acuerdos de intercambio, tarifas, aranceles, etc.), donde
todas las empresas igualmente deben cumplir con la ley. Por otra, no existen en nuestro país
condiciones internas para garantizar una administración de la justicia creíble y transparente,
de manera que sea confiable para que los inversionistas extranjeros arriesguen sus capitales.
En otras palabras, este principio de soberanía nacional no puede ser manejado con un
236
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
criterio absoluto, ya que lamentablemente se tropieza con una realidad poco favorable en
materia jurídica.
Debemos estar conscientes que aún tenemos que hacer un esfuerzo supremo para
tener una administración de la justicia confiable, donde se respete su independencia y
se cuente con magistrados y jueces idóneos, liberados de la injerencia política. De ahí
que el reconocimiento de esta situación nos obligue a aceptar tribunales de arbitraje
internacionales, a fin de otorgar la seguridad jurídica demandada por los potenciales
inversionistas, que es la base fundamental con la que funcionan los mercados modernos
237
Flavio Machicado Saravia
A lo anterior, hay que añadir que en el Régimen Económico y Financiero no existía claridad
respecto al grado de dominio sobre los bienes nacionales que corresponden a cada uno
de los tres niveles de la administración del Estado: Nacional, Departamental y Municipal. Lo
cual se puede agravar definitivamente, con las autonomías departamentales, de los pueblos
originarios y las regionales, que serían producto de una mancomunidad de municipios
con continuidad territorial, peor si no están definidos los límites geográficos de cada una
de estas categorías político-territoriales. En consecuencia, serán inevitables los futuros
conflictos de intereses, que podrían poner en peligro inclusive la unidad nacional. Por esta
razón, es indispensable reiterar el principio de que todos los Bienes Nacionales pertenecen
al dominio nacional, quedando para las autonomías, solo la potestad de definir la forma en
que se los concede o explota, en el marco de un Estatuto definido en cada uno de los casos.
E. PATRIMONIO DE LA NACIÓN
238
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Nacionalización de la Minería
Los movimientos políticos del 52, fueron la inspiración de los Artículos 138 y 139 del
Régimen Económico y Financiero de la anterior CPE y están referidos a la minería y los
hidrocarburos respectivamente, por lo cual merece un análisis cuidadoso y detallado. En
efecto, en lo que se refiere a la Nacionalización de las Minas, si bien el texto de este artículo
expresa su intención histórica, en la práctica los resultados no fueron los esperados. En
el Artículo 138, se manifiesta que “la minería nacionalizada debería ser una de
las bases del desarrollo y de la diversificación de la economía, y que los
grupos mineros nacionalizados no podían ser transferidos o adjudicados en
propiedad a empresas privadas por ningún título”.
En los hechos, por la política seguida, la transferencia de recursos que realizó la minería
nacionalizada a la economía nacional, unicamente sirvió para diversificar los servicios,
particularmente el comercio, dando lugar a una tercerización de la economía, que al
presente llega a una proporción del 50% del PIB, sin contar el contrabando. De ahí el
apreciable número de comerciantes, más informales que formales y la proliferación de
innumerables mercados de todo tipo, incluyendo el de ropa usada, artículos robados y
vehículos usados. Lo que hizo realmente la minería nacionalizada, es transferir las divisas
que producía al Estado, fundamentalmente para que éste, a su vez, las venda al sector
privado, para la importación de insumos, bienes de consumo y equipos, fundamentalmente
de trasporte, en una proporción que representaba una quinta parte de la Oferta Agregada
Total. Por lo tanto, no ayudó a la conformación de nuevas empresas públicas, al desarrollo
petrolero estatal o al desarrollo regional de Santa Cruz, como alguna vez se sostuvo, ni
siquiera se benefició en su desarrollo y propio crecimiento como empresa minera, incluso
tuvo que recurrir al endeudamiento externo.
239
Flavio Machicado Saravia
En la actual Constitución, existe todo un Capítulo (Cuarto) con cuatro Artículos dedicados
al tema minero, donde está muy claro el predomio del Estado en la actividad minera, aunque
se reconoce a la industria minera privada y cooperativa (Artículo 369). Sin embargo, en
el Artículo 372, referido a los grupos mineros nacionalizados, donde en su parágrafo I
se expresa el mismo espíritu de la actual Constitución, en el parágrafo III se plantea una
limitación a la actuación del sector privado indicando taxativamente que “III. El Estado
deberá participar en las industrialización y comercialización de los
recursos mineralógicos metálicos y no metálicos, regulados mediante
ley.”
Hidrocarburos
Es decir, pese a que figuraban todos los elementos necesarios para que la explotación
de este recurso estratégico pueda ser explotado por el Estado, a favor de la sociedad
en su conjunto, por la falta de recursos suficientes para asumir inversiones de riesgo y
limitaciones tecnológicas, especialmente para llegar a profundidades del orden de más de 5
kilómetros bajo tierra, mucho menos para su industrialización y exportación, el país se ha
visto obligado a recurrir al capital y tecnología extranjera, convocando la participación de
empresas transnacionales especializadas. De ahí que la nueva etapa, en la que se pretende
estructurar una nueva empresa estatal, basada en la que quedó anteriormente (YPFB),
sin entrar en la especificidad del tipo de sociedades que habrán de establecerse, ni el
tipo de contratos que pudieran darse con particulares, ya que se trata de un terreno
muy dinámico, hay que definir y ordenar mejor el actual marco institucional, normativo y
regulador del Estado, el mismo que debería estar plasmado en la CPE, evitándose los vacíos y
superposiciones que actualmente existen, para que el Estado pueda ejercer adecuadamente
su función productiva y de control en este delicado, como estratégico sector económico.
Asimismo, debería determinarse expresamente que las normas que se establezcan (mejor
si es un Estatuto) tendrán una garantía de largo plazo o un rango de Política de Estado, de
modo que podría sufrir modificaciones que no afecten al fondo, salvo que surjan fenómenos
extraordinarios, que tendrían que ser tratados en su momento. En la nueva Constitución,
debíó abrirse la posibilidad de que la empresa estatal (YPFB), pueda asociarse con capitales
extranjeros y/o nacionales, bajo las mismas condiciones que ocurre en otros países, como
es el caso de PETROBRAS, donde la empresa actúa en concordancia con las políticas e
intereses del Brasil.
240
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En el resto de los Artículos de este Capítulo, se amplía y define el alcance que tiene cada
uno de los postulados contenidos acerca de la exploración, producción, industrialización,
comercialización, donde el Estado es el principal protagonista, creándose, desde luego,
muchas condiciones para el ingreso de capitales privados, que pudieran dar lugar a una
estratégica retirada de su concurso.
En el Capítulo III, Política Económica del Estado, que comprende los Artículos 141 al 145
de la anterior CPE, se esbozan algunos principios que serán tratados en forma general,
de acuerdo a su importancia. De partida, se le dota al Estado “la competencia de
regular el ejercicio del comercio y la industria cuando así lo requiera la
seguridad o necesidad pública”. En segundo lugar, se indica que “el Estado, en
esas circunstancias, podrá asumir la dirección de la economía mediante su
control, estímulo o gestión directa”.
No hay duda que en el espíritu de la anterior CPE, estuvo presente la visión estatista
producto de la revolución nacional, pese a que desde 1964, cuando se derrocó al MNR
de Paz Estenssoro, las nuevas corrientes políticas eran más conservadoras. Sin embargo,
la sombra de la revolución y la influencia de la economía pública, que había generado una
lógica rentista de la economía, se plasmó en la nueva Constitución de 1967 la cual se
mantuvo hasta el presente, pese a los cambios de ruta que se pensó imponer a partir de
1985, tratando de liberar la economía y de establecer el libre juego del mercado. Como se
dijo, pese a esta circunstancia el gobierno que impulsó la política neoliberal, pese a su peso
en el Congreso, no modificó el Régimen Económico y Financiero de la actual Constitución,
lo que no fue un obstáculo, pero dejó vulnerable este proceso. Así por ejemplo, la creación
del Sistema de Regulación Sectorial (SIRESE), del Sistema Financiero (SIREFI) y de recursos
naturales renovables (SIRENARE), tuvo serios problemas para ser comprendido, incluso
por sus administradores, beneficiaros y operadores, que lo confundían con el proceso de
“desregulación” de la economía, cuando el Estado tenía el monopolio en la operación de
los servicios públicos.
241
Flavio Machicado Saravia
modo, sólo era posible la actividad privada en estos sectores, en la medida en que se
cambiaba la orientación de la política económica del Estado, como se dio a partir de la
llamada “Nueva Política Económica” surgida en el espíritu del Decreto 21060, que más
que una política de apertura del mercado, fue un programa estructural antinflacionario.
En realidad, el verdadero alcance de este espíritu, se plasmó más tarde, con la política de
Capitalización y Privatización de las empresas públicas, dándose el fin de la participación
directa del Estado en la economía y al inicio de la fuerte aparición de la inversión extranjera
directa (IED), junto con la economía de libre mercado, que adquiere mayor protagonismo y
nitidez, como base para la asignación de los recursos y orientación económica.
No se puede negar que en el país existe una corriente ideológica que está en contra de la
economía de libre mercado, ya que como universalmente ha ocurrido, la presencia del capital
privado siempre ha causado desconfianza por su excesiva acumulación de riqueza y poder
político, especialmente con el capitalismo salvaje que existió en el pasado. Por esta razón,
es necesario tomar conciencia de este hecho, aclarando el papel de los actores económicos,
el principio de la competencia y la libertad de acción, que ahora está jurídicamente limitada.
Hay que aclarar nuevamente, que en una economía de mercado, la regulación por parte del
Estado, de modo general, constituye una de sus funciones principales, con el objeto de que
la acción privada se encuadre dentro de normas específicas, de acuerdo a la actividad que
desarrolle, cumpliendo al mismo tiempo obligaciones y responsabilidades, que deben estar
expresamente señaladas por ley. De este modo la “libertad de acción” está condicionada
por la propia sociedad, con el fin de protegerse de eventuales abusos y, con ello, a todos y
cada uno de sus componentes, quedando la “libre iniciativa”, como la expresión central de
la libertad que puede ejercer cada individuo, ya que las personas sean naturales o jurídicas,
pueden escoger el campo de acción de su preferencia. Sin embargo, ahora pareciera que
esto será un cuento del pasado.
Estamos hablando de las exigencias que requiere el “libre” funcionamiento del mercado,
que es imperfecto y no tiene, por sí mismo, la capacidad de distribuir los beneficios de
la generación de la riqueza, que es otra tarea del Estado. Por lo tanto, sin restringir la
libre iniciativa de la sociedad, ésta debe cumplir con ciertos requisitos y obligaciones, que
ella misma se impone a través de la ley, que en el caso de la CPE es un pacto en forma
de “contrato social”, cuya vigilancia le corresponde al Estado. En consecuencia, como
parte esencial de la política económica, se debe introducir claramente el concepto de la
regulación económica, para evitar tanto capitalismos salvajes, como posiciones voluntaristas
242
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
H. MONOPOLIO FISCAL
El Artículo 142 de la anterior CPE dictamina que “el Poder Ejecutivo podrá establecer,
con cargo a aprobación legislativa, monopolio fiscal sobre determinadas
exportaciones”. Esta fue una idea que se manejo con mucha insistencia en la segunda
mitad del siglo pasado, al influjo de la política de sustitución de importaciones, surgida como
producto de la segunda guerra mundial, por la que los países industrializados orientaron sus
recursos hacía la producción de guerra, dejando de ser proveedores de bienes de consumo
hacia los países atrasados y dependientes. También influyó la idea de la independencia
económica, como parte de la construcción de un Estado Nacional, que en el caso boliviano
se convirtió en una importante bandera política, especialmente para la revolución nacional,
que se planteaba la necesidad de construir un proceso de transformación de la economía,
a través de la industrialización y la formación de una burguesía nacional, en base a los
militantes del partido gobernante. Sin embargo, el monopolio de las exportaciones, pese
a que lo tuvimos en la práctica, no logró el objetivo planteado, los recursos que generó
la economía estatal se utilizaron en el abastecimiento de insumos y bienes de consumo
importados, que por cierto no llegaban sino a una fracción de la población. El excedente
de las empresas públicas se diluyó en forma de beneficios salariales y compras mal hechas,
que enriquecieron a los empresarios relacionados con la política y a los comerciantes, que
se llevaron una buena parte.
Por esta razón, pese a que esta tendencia está volviendo, especialmente en el campo
de la explotación de los recursos naturales calificados como estratégicos, es necesario
calificar adecuadamente este extremo, ya que vivimos en un mundo donde se pretende
una inserción mayor, sin restricciones que vulneren los acuerdos internacionales y donde
es muy alta la probabilidad de perder mercados, como ya nos ocurrió en el pasado y está
ocurriendo en el presente. Por lo tanto, debería establecerse claramente en qué casos
procede una medida extrema como la enunciada, ya que pueden haber situaciones que la
ameriten, como tiempos de guerra, convulsión interna, escasez por causa de fenómenos
naturales, etc. evitándose de esta manera discrecionalidades o manipulaciones políticas
o empresariales. Especialmente en el campo del comercio exterior, que es donde existe
una abundante regulación y normas, de las cuales es difícil escapar, y tiene consecuencias
negativas.
243
Flavio Machicado Saravia
fuertes corrientes políticas y sociales que desean el retorno de Bancos Estatales, como
es el caso del Banco Unión, que luego de rescatarse, ahora prácticamente pertenece al
Estado. Desafortunadamente, los bancos estatales, que cumplieron, en su momento, un
papel importante en el desarrollo productivo, por el manejo político y discrecional, fueron
liquidados por su estado de insolvencia financiera, aunque sin haber agotado todos los
esfuerzos necesarios. En este terreno, se había llegado al extremo de establecer en la propia
Constitución (Artículo 173), la obligatoriedad del Estado de conceder créditos de fomento
a los campesinos, lo que, en parte, constituyó la quiebra del Banco Agrícola.
En el caso del Banco Central, pese a que su “independencia institucional” fue un logro
importante, en los años 90 y ésta hubiera sido la ocasión para consolidar constitucionalmente
este avance y el papel que juega en la política monetaria y cambiaria, en la actual Constitución
esta situación es inversa, ya que en su Artículo 326, parágrafo I, plantea que “ El Estado
a través del Órgano Ejecutivo, determinará los objetivos de la política
monetaria y cambiaria del país, en coordinación con el Banco Central
de Bolivia”. Paradójicamente, en el Artículo 327, se le asigna una complicada tarea,
pero quitándole los instrumentos indispensables para cumplirla. Este artículo expresa
lo siguiente: “El Banco Central de Bolivia es una institución de derecho
público, con personalidad jurídica y patrimonio propio. En el marco de
la política económica del Estado, es función del Banco Central de Bolivia
mantener la estabilidad del poder adquisitivo interno de la moneda, para
contribuir al desarrollo económico y social”.
Curiosamente, no se dice nada respecto a la política crediticia del Banco Central, como
último prestamista, cuando hubiera sido deseable establecer - para evitar mayores
responsabilidades - bajo qué circunstancias y límites, esta institución podría ejercer esta
función, tomando en cuenta que la “estabilidad financiera” es un bien público, superior a
cualquier distorsión que pudiera haber en el sistema financiero, como la quiebra de un
banco privado en particular, una corrida bancaria u otros fenómenos extraordinarios. De
esta manera, el uso discrecional de las Reservas Internacionales es un riesgo a la vista.
244
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
De esta manera, aunque todavía se sigue hablando de un plan de desarrollo, por ser una
disposición constitucional, se trata de un espejismo que confunde a la sociedad. Incluso el
actual gobierno, llagó al extremo de dictar un Decreto Supremo, en el cual se establece el
cumplimiento de su Plan Nacional de Desarrollo, sin causar efecto alguno, ni siquiera en las
empresas públicas que se pretenden rehabilitar y constituirlas en el eje de la economía. Cada
quién se está planteando, por separado, su propia problemática, peor aún con la carencia de
recursos y ausencia de financiamiento externo para este tipo de emprendimientos públicos.
En el caso del sector privado, la situación es aún más compleja, donde abunda la informalidad
y el comercio y la economía está abierta al mercado, donde la lógica es la competitividad y
productividad, en medio de un proceso autonómico complejo en marcha.
245
Flavio Machicado Saravia
Según estaba establecido en el Artículo 146, “Las rentas del Estado se dividen
en Nacionales, Departamentales y Municipales, las cuales -según este
precepto constitucional- se invertirán independientemente por sus tesoros,
con relación al plan general de desarrollo económico y social del país”. En
otras palabras, se reconocía la existencia de tres tipos de renta, así como su administración
separada, incluyendo el concepto de la planificación, a la cual se le daba un carácter
vinculante para todos los niveles, incluyendo el municipal. En los hechos, sin embargo,
aunque se reconocía la existencia de un Gobierno Departamental, este fue minimizado
en la práctica, debido a que al centralizarse la administración fiscal, se le restó poder y
capacidad de gestión propia.
Pese a que en los años 70, en el gobierno del General Alfredo Ovando, con la Ley de Bases
del Poder Ejecutivo, en la que tuve la oportunidad de participar directamente en mi calidad
de Subsecretario, se trató de jerarquizar al Prefecto, representando al Presidente, en lugar
del Ministro de Gobierno, ya que, en esas condiciones básicamente era una extensión
del control o represión política, éstos no pudieron cumplir a cabalidad su función con
independencia, por la alta dependencia política y por la tendencia centralista ejercida por
los diferentes gobiernos.Aún en el caso de la política de descentralización administrativa, en
la que la Ley de Organización del Poder Administrativo (LOPE) le reconoce expresamente
al Nivel Departamental toda la capacidad de ejecución de las tareas fundamentales del
Estado, la Administración Central se empecinó en no asignarle el manejo de los recursos,
como tampoco delegó sus decisiones a los Prefectos. El poder político estaba en función de
la administración de los recursos, ni siquiera provenientes de fuente interna (tributos), sino
de carácter externo, créditos y donaciones, siguiendo la misma lógica.
246
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
éstos, que se tradujo en obras de infraestructura, que sin embrago, salvo algunas excepciones,
no evitaron la migración de su población hacia los centros urbanos más poblados, que
siguen creciendo. Para ello, se “expropiaron” los recursos departamentales en favor de
los municipios, determinando una Coparticipación Tributaria del 20%, de las recaudaciones
nacionales, que está siendo transferida regularmente por el Tesoro General de la Nación
(TGN) hasta el presente. Esta política se la realizó mediante una ley conocida como la Ley
de Participación Popular, que tampoco fue constitucionalizada.
Como el IDH beneficia más a las regiones, nuevamente las Prefecturas, adquieren un mayor
protagonismo, ya que además sus Prefectos, como un paso previo a las autonomías regionales,
fueron elegidos por voto popular y directo y, luego, nombrados constitucionalmente por
el Presidente de la República. En todo caso, las nuevas condiciones y la abundancia de
recursos, representaron un nuevo estímulo regional, para reivindicar sus demandas, sobre
todo sus sentimientos en favor de la “Autonomía Departamental”, la misma que terminó de
cuajar, pero con serias limitaciones constitucionales.
247
Flavio Machicado Saravia
Los demás artículos de este Capítulo de la anterior CPE se refieren a aspectos operativos
del presupuesto, sobre los cuales sería largo analizar, salvo dos aspectos relevantes,
que merecen una atención especial. El primero, tiene que ver con la aprobación del
Presupuesto General de la Nación, Artículo 147, donde si el Congreso no lo aprueba en
un determinado plazo, éste adquiere rango de ley, evitándose problemas de gobernabilidad
en la administración del presupuesto. De esta manera se enmendó la situación ocurrida
durante el Gobierno de Hernán Siles Zuazo, quien al no tener mayoría parlamentaria no
pudo aprobar sus presupuestos en el Congreso, dando lugar a un juego político perverso
de parte de la oposición. Este asunto, de vital importancia para una administración sana de
los recursos del Estado, no está mencionado en el proyecto constitucional, siendo que le
sirvió de mucho al actual gobierno.
Sin abordar expresamente este acápite, ya que el presente trabajo está referido al Régimen
Económico y Financiero, por su relación con los Bienes Nacionales, se hará un breve
comentario sobre el Régimen Agrario y Campesino que contemplaba la anterior CPE.
En términos generales, el Artículo 165, en concordancia con el Artículo 136 del Régimen
Económico, sostiene que “al Estado le corresponde la distribución, reagrupamiento y redistribución
de la propiedad agraria conforme a las necesidades económico-sociales y de desarrollo rural”
248
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
señalando en el siguiente Artículo 166, que “El trabajo es la fuente fundamental para la
adquisición y conservación de la propiedad agraria y, se establece el derecho del campesino a la
dotación de tierras”.
En otras palabras, está claro que la CPE está inspirada en el principio de la revolución del
año 52, por el cual se establecía el principio de que “la tierra es de quién la trabaja”, en
circunstancias en que al inicio de la revolución del 52, más que una “reforma agraria”, lo que
hubo fue una “revolución agraria”, donde se tomó de hecho la propiedad agrícola, sin que
prime racionalidad alguna para que sea concordante con la CPE. De este modo al tomarse
posesión de la tierra, donde su distribución fue realizada sin continuidad territorial, dada la
atrasada tecnología de recuperar la fertilidad de la tierra a través del descanso, la reforma
agraria no pudo construir una economía empresarial campesina, ni tampoco la propiedad
agrícola empresarial, por las condiciones sociales imperantes, como lo que ocurre en la
actualidad en el altiplano paceño.
A titulo de conclusión
Para emprender la tarea de modificar una Constitución Política del Estado, obviamente
tenía que haber una amplia disposición social y política, de tal modo que el nuevo Contrato
Social o Pacto, tenga la suficiente legitimidad para que fuera duradero. Es decir, se acomode
249
Flavio Machicado Saravia
a los intereses y expectativas de la mayor parte de la sociedad, de manera que las normas
estipuladas, sirvan para la convivencia pacífica y armónica entre las personas, sean naturales
y jurídicas y entre las instituciones, guardando el respectivo respeto y obediencia.
De esta manera, los intentos de transformación desarrollados desde los años 80, en el
terreno económico e institucional, no solo que no fueron irreversibles, sino que están siendo
destruidos, empezando por los cimientos institucionales, mostrándose que más puede la
discrecionalidad política, la fuerza y la abundancia transitoria de recursos, olvidando que
somos un país dependiente y atrasado. La actual Constitucional, si bien abunda en detalles
en materia económica, todo apunta a fortalecer al Estado, para que asuma la dirección
y participación de la economía, sustituyendo la importancia que se le dio a la iniciativa
privada y al mercado, olvidando que la empresa pública, creció y se desarrolló, gracias al
endeudamiento externo o a procesos que hoy en día ya no existen o no serán tan efectivos
como en el pasado.
250
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
las reglas de juego, que sean las suficientes, para realizar actividades productivas de riesgo, en
función del bien común. Sin embargo, es imperativo que este marco y las correspondientes
reglas de juego, surjan de la legalidad democrática, donde el consenso sea capaz de reflejar
el momento histórico, tomando en cuenta las leyes económicas universales, con las cuales
podamos participar en la economía mundial. Es decir, donde podamos construir el modelo
económico que más se adapte a nuestras culturas, necesidades y experiencia histórica, pero
superando el instinto rentista, dependiente y especulador, que disminuye la capacidad para
generar riqueza.
251
Flavio Machicado Saravia
III
Comportamiento del Ahorro Interno e
Inversión en Bolivia
(1960 – 2006)
Introduccion
La economía boliviana, vista con una perspectiva de largo plazo, tiene serios problemas,
como el atraso, la dependencia y el desequilibrio regional y humano en cuanto a su acceso al
bienestar y la riqueza. En los últimos 50 años apenas ha crecido a una tasa anual de un poco
más de un 3%, en circunstancias que el crecimiento poblacional lo hizo en un 2,7%. A su vez,
la fuga de capitales llegó a un 2,4% del PIB al año, lo que demuestra un comportamiento
centrífugo de la economía, que fue compensado con un endeudamiento anual equivalente
a 5,8% del PIB, lo que nos caracteriza como un país altamente dependiente. El acceso
al financiamiento externo y a la donación, empezando por la harina norteamericana, en
los años 50, más que beneficios, nos ha perjudicado en el largo plazo, ya que estamos
acostumbrados a asumir una actitud pasiva frente a la economía, que nace de una estructura
de incentivos deficiente y paternalista.
Todos sabemos que para salir de este estancamiento tenemos que elevar nuestro ahorro
interno, que en los últimos 50 años apenas llegó, en promedio, al 9.7 del PIB, que es la
mitad de lo que se ahorra en el Continente, y un tercio de los países asiáticos. Sin embargo,
pese a su reducido tamaño, en los últimos años unicamente una pequeña proporción fue
utilizada en la inversión, destinando el resto al pago de rentas de los jubilados, producto de
la deuda social del pasado, a la cobertura del déficit fiscal y a la especulación financiera. De
ahí la importancia de analizar esta temática en forma específica, debido que a través de su
trayectoria en el tiempo, es posible sintetizar mejor lo relatado en los primeros capítulos
del presente libro, relacionado con la política económica entre 1952 y 2006. Para ello,
se recurrió al libro “Comportamiento del Ahorro Interno y del Mercado Financiero en
Bolivia 1960 - 2001”, cuya investigación es de mi autoría. El mencionado libro fue publicado
por la ex Superintendencia de Recursos Jerárquicos (SRJ) cuando me tocó ejercer la
Superintendencia hasta su eliminación, durante el gobierno de Sánchez de Lozada, hecho
que terminó por debilitar a todo el Sistema de Regulación en su conjunto.
La formación del ahorro interno en el período 2001- 2006, junto con el equipo técnico
de la SRJ, se determinó a través del mercado de valores, que es lo que corresponde. Se
analizó el mercado financiero, con el objeto de determinar los diversos elementos que lo
componen, en un período en el que se contó con una mejor estructura y con sectores,
como pensiones y valores, además de una información más organizada. Sin embargo, esta
parte no se reproduce en el presente texto. Se reproduce, todo lo relacionado con el
ahorro interno y la inversión, por la importancia que tiene en la economía, especialmente
para explicar su dinámica y futuro crecimiento y porque a través de su comportamiento es
posible sintetizar los diferentes períodos analizados en este libro.
252
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Sin embargo, existen otras categorías de ahorro que conviene distinguir del ahorro interno,
como es el atesoramiento y el ahorro financiero. El “atesoramiento” consiste en guardar
dinero “bajo el colchón” y, por lo tanto, no ingresa al mercado financiero ni al circuito de
la economía hasta que se decida lo contrario, como ocurrió con los bolivianos radicados
en la Argentina que al no poder abrir una cuenta corriente o de ahorro en el sistema
financiero, por su condición irregular, atesoraron sus ahorros bajo el colchón, motivo por
el cual no fueron presas del “corralito” bancario, apareciendo luego, como un grupo social
con capacidad de compra. En cambio, el ahorro financiero si bien ingresa al circuito de la
economía, generalmente se traduce en depósitos en instituciones bancarias y no bancarias
que, por su naturaleza de corto plazo, no deberían ir a la inversión, salvo una pequeña
fracción que puede destinarse a la compra de equipos o de bienes inmuebles. En otros
términos, estos recursos forman parte del mercado de dinero y básicamente se orientan a
financiar las operaciones de las empresas, pago de planillas, compra de insumos o consumo
de las personas.
En todo caso, debe quedar claro que ahorro interno y el ahorro financiero, constituyen
factores fundamentales para la economía, siendo el primero la base para la inversión y
la acumulación de capitales y, el segundo para su funcionamiento y consumo. Por ello, su
ausencia o limitación vulnera directamente a la economía, dando lugar a una dependencia
hacia los préstamos y donaciones externas, como también a la inversión extranjera directa
(IED).
2. Períodos de Análisis
Para el tratamiento de este tema, se han distinguido tres grandes períodos de análisis,
donde se distinguen algunas etapas que tienen sus propias características que es necesario
explicar. Se parte de los años 60 y no del 50, donde el comportamiento de la economía
estaba pasando por una transición muy complicada, debido a que son los primero años de la
Revolución Nacional del 52. La relevancia que tiene los años 60, es que a partir de la reunión
de la OEA, donde asiste Cuba, en Punta del Este, Uruguay, se da una importante apertura
de los países industrializados, especialmente de los Estados Unidos de Norteamérica que
para neutralizar la influencia que podía tener la revolución cubana, crea el programa de la “
Alianza para el Progreso”, en cuyo marco se abre el financiamiento externo y donaciones,
en favor de las empresas públicas denominadas estratégicas y de diversos programas
gubernamentales que antes no tenían cabida, en especial de infraestructura. En ese entonces
se pone de moda la planificación del desarrollo económico y social, al extremo que en la
nueva Constitución de 1967, se la incorpora como una obligación del Estado, que tenía que
ser cumplida inclusive por el sector privado.
253
Flavio Machicado Saravia
El Primer Período, que hemos denominado de “Capitalismo de Estado”, cubre las Etapas
comprendidas entre 1960 y 1986, donde se pueden notar tres momentos bien definidos:
1960-1969, 1970-1978 y 1980-1986. El Segundo Período, que hemos denominado del
“Neoliberalismo”, cubre las Etapas comprendidas entre los años 1988-1994 y 1997-2001.
Finalmente, el Tercer Período, que se denominó “Retorno del Capitalismo de Estado” cubre
los años 2002-2006, en adelante.
Sin embargo, esta vez por razones puramente políticas, este modelo que tuvo poco tiempo
para madurar y la presencia de factores coyunturales como la adopción de políticas
públicas, que mezclaron asuntos económicos, con aspiraciones históricas (exportación del
gas a través de territorio chileno) y la posterior escalada de los precios de las materias
primas, crearon las condiciones para que exista un clima social y político, que dio paso a que
determinadas fuerzas sociales, políticas y, sobre todo, externas, rechacen el modelo anterior,
provocando desorden social y un caos político, que permitió madurar la idea de reinstaurar
un Neopopulismo, dentro del marco de una política que pretende ser continental, como es
la implantación de un Socialismo del Siglo 21, conservando una institucionalidad democrática
puramente formal.
254
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Aunque este período fue ampliamente descrito en la primera parte de este libro, se hará un
somero análisis desde el punto de vista el ahorro y la inversión, ya que permitirá al lector
comprender mejor la lógica económica general que predominó en ese tiempo, en función
del comportamiento de las principales variables que explican este fenómeno. En este caso
estamos hablando de tres etapas que si bien no escapan a la tendencia general, tienen sus
particularidades, que deben ser resaltadas nuevamente.
Sin duda, la etapa que comprende los años 1960-1969 (Etapa I), que se puede ver en los
Cuadros Anexos, es la más interesante de este período, ya que es el de mayor crecimiento
de la economía que experimentó Bolivia en la segunda mitad del siglo pasado. En este
decenio, pese a todas las circunstancias políticas, golpes de estado, inestabilidad social e
institucional, reforma de la Constitución Política del Estado, guerrilla y enfrentamiento
militar, el promedio de crecimiento de la economía fue de 5.5% al año, debido a varios
factores, entre los que hay que destacar fundamentalmente tres: 1. Conexión geográfica del
país entre occidente y oriente, a través de la carretera Cochabamba-Santa Cruz, que dio
lugar a una importante actividad agrícola y agroindustrial, con el mayor índice de inversión
interna privada, de todo el período analizado (6.9% del PIB, en promedio, al año). 2. Masivo
financiamiento externo a través de los organismos internacionales y donación de trigo
estadounidense, que dio lugar a su vez una mayor inversión pública (4.2% del PIB al año).
3. Mejor utilización de los recursos, dando lugar una productividad de 2.6 % del PIB (de
inversión), por cada 1% de crecimiento de la economía, ya que en el resto del período
analizado este guarismo fue de 4%. Es decir, con un ahorro interno de 9.7%, que es, más o
menos el promedio que logró Bolivia en los últimos 50 años, la economía podría crecer a
un 3.7% al año, en comparación con lo que ocurriría en el segundo caso, que sería de tan
solo un 2.4% de crecimiento del PIB, al año.
En esta etapa, pese a que el ahorro público interno fue de tan solo de 3.4 % del PIB, el Estado
invirtió más del doble, gracias al crédito y donación externa que, como se dijo, fue del orden
del 4.2% de PIB. (Cuadro No 3 Anexo), pese a que el sector privado no logró invertir todo
su ahorro interno, que presumiblemente fue fugado del país, por razones de inseguridad
jurídica interna, como ocurre en todo el transcurso de nuestra historia económica. En este
caso, se calcula que la diferencia entre ahorro interno privado e inversión, es de 1.3% del
255
Flavio Machicado Saravia
PIB, proporción que hubiera disminuido en el crédito externo, si es que el Estado hubiera
captado ese excedente a través de algún mecanismo financiero, como fue la creación
del Banco del Estado, durante el gobierno del Gral. Juan José Torres en el año 1970, que
lamentablemente fue mal utilizado por el siguiente gobierno.
No hay duda, que el nivel de ahorro interno total fue el más alto de todo el período analizado
(15.5% del PIB), así como el de la inversión total (19.9% del PIB), aunque al precio de un
endeudamiento externo que en ese momento era muy barato, pero que luego subió tan
abruptamente (interés del 25% anual en 1984) que causó estragos más tarde en la década
de los años 80. La fuga de capitales, también fue significativamente muy alta (4% del PIB), casi
semejante al crecimiento de la economía, lo cual vuelve a ratificar la tendencia centrifuga
de la economía. En esta etapa, la economía oriental se desarrolla más, por la dinámica
interna desarrollada especialmente por las Corporaciones de Desarrollo Departamentales
y los recursos externos logrados, así como por el proceso de urbanización y de migración
interna proveniente del altiplano y los valles del país. La economía, pese a los avances en
la infraestructura, sigue siendo dependiente, atrasada y descapitalizada, dándose además el
inicio de una nueva apropiación de la tierra, esta vez en los llanos y las tierras bajas del país.
256
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Neoliberalismo (1988-2001)
En este período, se distinguen dos etapas, la comprendida entre los años 1988-1994 y 1997-
2001, que es cuando se concreta la política de capitalización de las empresas públicas, dando
lugar a la mayor parte de la inversión extranjera en el país. En este caso, al igual que en 1956,
el programa de ajuste estructural del 85 y la política impuesta por el llamado Consenso de
Washington, impulsan la apertura económica y la participación de la inversión extranjera
directa (IED).
En esta etapa, la fuga de capitales fue mucho menor, 0.2% del PIB y la inversión extranjera
directa (IED) empieza hacer su aparición con 1.7% del PIB, lo que representa un importante
apoyo al crecimiento de la economía, que en ese tiempo, logró un promedio anual de 3.5%,
en un momento en el que la crisis bancaria, a nivel mundial, estaba en pleno desarrollo, lo
cual también tuvo su correlato interno en nuestro sistema financiero, que indudablemente
influyó para que la regulación financiera junto con la Superintendencia de Bancos, que
institucionalmente estaba siendo fortalecida y la aplicación de las Normas de Prudencia de
Basilea, constituyeran un avance importante en esta materia.
La deuda externa, mantuvo su nivel con 6.4%, permitiendo una inversión pública muy
parecida a la de la década de los años 60 (7.5% del PIB), la cual, junto a la inversión privada
interna que se incrementó a un 4.8% del PIB, lograron una inversión total también semejante
a lo que ocurrió en la década mencionada anteriormente, pero con un crecimiento de
la economía mucho menor, que corroboraba la menor productividad del uso del capital
observada durante los años 70, que fue de un 4% de inversión por cada 1% del PIB.
257
Flavio Machicado Saravia
llegó a invertir 4.275 millones de dólares, de los cuales 2.520 fueron al sector Servicios
(59%), 1.480 al sector de Hidrocarburos (35%) y menos del 1% (0.6%) a los sectores
productivos. Su participación en el total de la inversión privada que, entre los años 1988 y
1994, llegó a significar un 26%, en esta etapa se triplica, llegando a representar un 84% de
la inversión privada total. Por el contrario, en este período, ésta tuvo un comportamiento
francamente limitado, al extremo que llegó al mismo nivel de los años ochenta, cuando la
crisis económica en esa época fue generalizada (1.9% del PIB). (Ver nuevamente Cuadros
Anexos). En cambio, este fenómeno llama mucho la atención, ya que precisamente se trata
de un período en el que las condiciones para la inversión privada estaban dadas, con un
repliegue del Estado en la economía y un masivo ingreso de empresas extranjeras a la
economía nacional.
En efecto, durante los años 1997 y 2001, los principales comparadores de papeles bursátiles,
fueron las personas naturales y jurídicas, por un total de 3.420 millones de dólares, que
equivalían a un 75% del total de bonos y letras transadas en el mercado, tanto en operaciones
de la Bolsa como en operaciones extra bolsa. Luego de las personas naturales o jurídicas,
los otros comparadores de bonos del gobierno fueron las AFPs, quienes además estaban
obligadas a hacerlo, llegando a un monto de 915 millones de dólares, que representan
un 20% del total. A la fecha el monto invertido por las AFPs llega a 3.200 millones de
dólares, que representan un 80% de las aportaciones totales. El resto, en el que figuran las
compañías de seguro, está el 5% restante, ya que éstas en su mayoría orientan las primas
obtenidas a la compra de DPFs.
Por este motivo, la gran diferencia entre el ahorro interno y la inversión interna que figura
en el Cuadro Anexo No 3 (9.1% de ahorro, contra 1.9% de inversión, que es de un 7.2%
del PIB, no debería considerarse fuga de capitales, sino una fracción muy parecida a la del
pasado (2.4% del PIB), ya que el resto presumiblemente se destinó a la compra de papeles
en la Bolsa de Valores (más de 2.700 millones de dólares), constituyendo una inversión
financiera. En estas estimaciones, no se han tomado en cuenta los Depósitos a Plazo Fijo
(DPF) que si bien figuran en las transacciones en la Bolsa, pertenecen más al mercado de
dinero que de capital.
258
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
del ahorro privado y público es relevante, aunque declina totalmente la inversión directa
externa (IED), que se reduce a la tarea de reposición, más que del incremento de la
producción. Estamos nuevamente frente a un cambio del modelo, donde se pretende el
retorno del Estado en el proceso de la producción, con la idea de construir un nuevo
Capitalismo de Estado, abarcando como se dijo hasta un 95% de la actividad productiva.
Sin embargo, para la instauración de un nuevo modelo las condiciones externas son
adversas, desde el punto de vista de la atracción de inversionistas externos, por la ausencia
de seguridad jurídica, la crisis financiera internacional que provocará una contracción del
mercado externo y una excesiva prudencia en el uso de los recursos financieros. En el
presente la deuda externa de los países desarrollados representa varias veces su producto
interno que podría dar lugar a imprevisibles consecuencias.
A lo anterior, habría que agregar la reducida capacidad de gestión, la poca posibilidad de una
mayor subvención del Tesoro, las constantes fluctuaciones de los precios internacionales y
la eventual reducción en los volúmenes de exportación del gas a los mercados tradicionales,
lo que podría configurar un escenario que haga insostenible el desarrollo empresarial
público por ausencia de financiamiento y capacidad tecnológica, con los consiguientes
problemas de carácter social y político. En este período se vuelve a corroborar la necesidad
de contar con una inversión del orden del 4% (3.9% del PIB) por cada 1% de crecimiento de
la economía, como se observó en las décadas precedentes, con excepción de la década de
los años 60. (Ver nuevamente Cuadros Anexos). La deuda externa, que cada vez se ve más
limitada, peor aún con las reformas que se piensan emprender en torno a los organismos
financieros externos, pese a que en este período todavía sigue siendo del orden de un 5%
del PIB, solamente se vislumbra como una alternativa para la inversión social, que ante la
dificultad de incrementar los tributos, dieron lugar a una condonación internacional de
la deuda, que difícilmente se podría repetir, menos en las actuales circunstancias, siendo
las alternativas propuestas una mera actitud demagógica. Difícilmente se podrá lograr un
financiamiento de 32 mil millones de dólares hasta el 2014.
Emisión de Valores
Como es sabido, los emisores de papel bursátiles (Bonos o Acciones), desean obtener
recursos financieros de largo plazo con el objeto de invertirlos en la economía,
particularmente con fines productivos o de formación de capital, aunque también podría
darse el caso de que no sean invertidos para ser utilizados en gasto corriente o consumo,
como ocurre con las emisiones del Estado.
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Flavio Machicado Saravia
Compra de Valores
No es una situación fácil, habida cuenta de la pesada carga financiera que ya tiene el Tesoro,
como por ejemplo, el Bono Dignidad (más de 200 millones de dólares), el Bono Juancito
Pinto (alrededor de 50 millones de dólares), las pensiones a la vejez (400 millones de
dólares), el servicio a la deuda interna y externa del Tesoro, cuyo pago de intereses bordea
más de 400 millones de dólares, sin contar el pago al capital que tiende a incrementarse, el
subsidio al consumo de carburantes que ascendió a 400 millones, aunque podría reducirse
drásticamente en función de los precios internacionales, lo que sumados podrían llegar a
1.400 millones de dólares, que, en el mejor de los casos, igualaría a la recaudación de la
Renta Interna.
El Ahorro Interno
Para fines de la determinación del ahorro interno en Bolivia, además dela emisión de
los valores públicos y privados, se ha tomado en cuenta la parte que las instituciones
financieras destinaron a la compra de DPF, que es la parte del ahorro interno que no pudo
ser colocado en la compra de valores, ante la ausencia de mayores emisiones o de nuevos
emisores, por un monto que llega a 95 millones de dólares. Lo que no hubiera ocurrido
260
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
De este modo se pudo estimar el total del ahorro interno en el quinquenio 1997-2001,
agregando al monto de la emisión (822 millones de dólares), la proporción del ahorro
interno que las instituciones financieras utilizaron en la compra de DPF (95 millones de
dólares), llegando a un total que llega, en promedio, a 917 millones de dólares, que
representa 11.2% del PIB, lo que representa un obstáculo estructural complicado de
revertir para el crecimiento futuro de la economía.
Mercado de Capitales
Con el objeto de analizar la utilización del ahorro interno, se ha tomado en cuenta algunos
indicadores como la inversión, el gasto público y las inversiones financieras realizadas por
los emisores, con lo que se pudo establecer un cuadro de situación realmente preocupante,
desde el punto de vista del crecimiento de la economía.Tomando como ejemplo el quinquenio
(1997-2001), que es a partir del cual se pueden obtener más ampliamente los indicadores
mencionados, se estableció, en un principio, que la sociedad boliviana habría utilizando un
poco más de un 35% de su ahorro interno con este propósito, sea ésta pública o privada.
Sin embargo, posteriormente al estudio referido, se pudo establecer que una fracción de
los recursos obtenidos con la venta de los valores emitidos por el sector privado, no
fueron utilizados en inversión fresca, sino en reconversión de su deuda externa, por lo
que se podría presumir que el escaso ahorro interno generado en Bolivia, simplemente
no se tradujo en inversión. En este período, la mayor parte del financiamiento para la
inversión, provino del endeudamiento externo y de las donaciones y, fundamentalmente
de la inversión externa directa (IED), en una proporción que representa el 75% del total.
261
Flavio Machicado Saravia
El ahorro interno, se utilizó en el pago de las pensiones a los jubilados del régimen anterior
del Sistema de Reparto, en una proporción del 36%, equivalente a 328 millones de dólares al
año, en promedio, de los cuales un 56%, o sea 183 millones, ha sido financiado con recursos
provenientes de los aportes de los afiliados al Seguro de Largo Plazo, administrados por
las AFPs. El resto, ha sido financiado por personas naturales o jurídicas que compraron
distintos valores emitidos por el Estado, precisamente para cubrir esta obligación. Se trata
de un endeudamiento interno público de largo plazo, por el cual se debe pagar además un
interés anual del 8%, que al presente resulta demasiado costoso para el Estado y para la
sociedad en su conjunto.
Otro aspecto que se deriva del análisis realizado, se refiere a la compra de DPF por
parte de las instituciones captadoras de ahorro interno y la Banca, por un monto total
de 95 millones de dólares que representa el 10% del ahorro interno total. Sin embargo,
si al anterior concepto se agregan las inversiones financieras efectuadas por las empresas
privadas que llegan a 109 millones dólares (12% del total del ahorro interno), se tendría
que un 23% del ahorro interno se ha destinado a la especulación financiera, antes que a la
inversión productiva, proporción que en términos del PIB representa un 2,6%.
4. Reflexiones Finales
Como se vio en el estudio, existen muchas interrogantes que responder en materia de
formación y utilización del ahorro interno, aunque si está claramente definido que tiene un
nivel insuficiente para constituirse en un instrumento serio para impulsar mayores niveles
de crecimiento y desarrollo económico. Sea por la vía del sector privado y peor aún del
Estado, ya que ambos tienen graves limitaciones para incrementarlo, salvo que se produzca
un gran impulso inicial del ahorro externo, cuyas condiciones no están dadas, dentro de la
política pendular que practicamos, que encierra la solución dentro de un círculo pernicioso.
Es necesario, en consecuencia, crear un escenario de confianza, para que todos los actores
sociales y económicos asuman un comportamiento individual y colectivo, en los que tenga
cabida el riesgo y el interés de invertir el máximo de los recursos disponibles, en actos de
producción que sean beneficiosos para la sociedad en su conjunto.
Esto quiere decir, que debe haber la posibilidad de hacer mejor uso de los recursos, como
ocurrió en la década de los años 60, donde pese a las condiciones políticas adversas, el país
pudo dar saltos significativos en su desarrollo, donde el impacto mayor se dio gracias a la
integración territorial y a la acción soberana de cada región, con iniciativa propia, lejos de
un centralismo secante y ortodoxo. Finalmente, es necesario que el libre juego del mercado
funcione adecuadamente, con una vigilancia técnica, institucional y normativa adecuada, a
fin de orientar el desarrollo a una mejor distribución de la riqueza, máxima utilización de
los recursos naturales no renovables y conservación de los recursos renovables, dentro de
un escenario donde el medio ambiente y la biodiversidad, sean los bienes públicos que se
deben conservar sobre cualquier otro objetivo.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
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Flavio Machicado Saravia
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
IV
El Pacto Social en la Economia
Introducción
El control de la hiperinflación y el desarrollo de la Nueva Política Económica (1985), no podría
entenderse plenamente si no se toma en cuenta la disposición favorable de la cooperación
internacional, la repatriación de capitales del exterior, atraídas fundamentalmente por
la especulación financiera, ante la presencia de tasas de interés atractivas que llegaron
a triplicar a la tasa LIBOR, o sea a la tasa de interés internacional y, en menor medida,
a la confianza que había en el proceso de transición. Pero fundamentalmente no podría
entenderse este fenómeno sin la coerción ejercida por el Estado y el papel de mediación de
la Iglesia Católica, cuya acción estuvo presente en todos los conflictos sociales importantes
durante este proceso, lo que no había ocurrido con tanta intensidad anteriormente. Proceso
que se dio luego del frustrado diálogo social auspiciado por la Iglesia, que propuso el Pacto
Social como una de las condiciones para enfrentar la crisis general, hasta ahora no resuelta.
La Iglesia Católica tuvo que participar en múltiples conflictos sociales, como el despido
masivo de mineros de COMIBOL o la propia “Marcha por la vida”, haciendo que la solución,
dentro de las limitaciones en que se daba, no empañe la estabilización monetaria, ni mucho
menos el proceso democrático. Todas las mediaciones fueron complejas y difíciles, pero
finalmente dieron lugar a convenios o pactos en el orden económico, donde el Estado
generalmente concedía uno que otro beneficio o se comprometía a alguna acción a cambio
de la solución del conflicto, contribuyendo con ello al clima de convivencia pacífica, en
general.
Estoy seguro que los matices y detalles de ambas experiencias serán de beneficio del lector,
ya que los persistentes problemas estructurales, más temprano que tarde, deberán ser
encarados por la sociedad boliviana, a través de un pacto social. El propio, ex Presidente
del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), señor Enrique Iglesias en una de su última
intervención en Bolivia, como Presidente de esa institución, ante la gravedad y los síntomas
analizados, sostuvo de la necesidad de un pacto social en Bolivia, como un último esfuerzo
para resolver sus problemas.
265
Flavio Machicado Saravia
Es necesario prestar la mayor atención posible a estas experiencias, ya que los diversos
acontecimientos ocurridos pueden explicar, en mucho, los actuales fenómenos políticos,
económicos y sociales, en que nos encontramos. Sin embargo, como toda crisis, sea social,
económica o política, al afectar de manera diferente a las personas, las familias y hasta los
pueblos, su percepción también tiene sus sesgos particulares, sea que se asuma la posición
como participante u observador del fenómeno relatado.
Lo propio ocurre con los medios masivos de prensa, cuando los periodistas traducen su
propia percepción de los hechos o difunden el punto de vista del entrevistado, que finalmente
es lo único que queda como constatación escrita, que no siempre guarda fidelidad con lo
realmente acontecido, obedeciendo, a veces, a la visión o intereses de los propietarios de
los medios de prensa, a la propia información a la que accede el periodista y su posición
ideológica, del interés político o del temor que tengan los medios de comunicación a la
coerción del gobierno de turno. En las páginas de la historia ocurre lo mismo. De este
modo, los acontecimientos y pasajes importantes acaecidos en torno a muchas acciones
y hechos ocurridos en el país, generalmente quedan en el anonimato, siendo que muchos
pormenores y protagonistas, que son desconocidos, fueron los factores determinantes para
que ocurra tal o cual fenómeno histórico, considerado relevante.
Por ello, es necesario que toda vivencia que incide en lo colectivo debe ser de conocimiento
público, contribuyendo a que se conozcan los hechos tal como fueron, con toda transparencia
y objetividad, de manera que las nuevas generaciones aprecien en su verdadera dimensión la
historia, y comprendan mejor lo que esta pasando o podrá pasar en el futuro, sin reducirse
o conformarse con la “versión oficial”, donde los héroes y los villanos aparecen de acuerdo
al interés político del o de los que construyen la historia a su antojo.
Por esta circunstancia, a riesgo de cometer omisiones o falta de exactitud de los hechos, se
relata la historia que se dio en torno a dos intentos de “pacto social” entre los bolivianos,
que lamentablemente fueron intentos frustrados, pese al esfuerzo que puso la Iglesia
Católica en este empeño. Aunque, sus antecedentes y conocimiento, seguirá siendo útil
en todo momento, especialmente ahora en que la sociedad boliviana se encuentra en
un conflicto de intereses y de confrontación étnica y regional mayor, esperando quizás
un nuevo escenario de dolor, con más pérdidas de vidas inocentes o una descontrolada
descomposición social, que si bien no es lo deseable en ningún caso, se está dando en el país
con perspectivas poco alentadoras hacia el futuro.
Parecería que hace falta tan solo una mayor comprensión colectiva, que entienda que no
existe posibilidad alguna de que un grupo social o una clase, pueda imponer a los demás
una hegemonía, ya que se corre el riesgo de un fraccionamiento, de un enfrentamiento o
de una sostenibilidad muy precaria, que se derrumbara a costa de nuevos sacrificios y la
presencia de nuevos salvadores, que también terminarán de sucumbir, tarde o temprano.
Pretender resolver los problemas mediante la fuerza y no del acuerdo permanente, nos
llevará a caminar hacia atrás y a seguir reproduciendo un superávit de salvadores, con un
alto déficit de patriotismo, cuya manifestación más objetiva es la actual tendencia a la fuga
masiva del país.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Es bueno que se conozcan los elementos objetivos y subjetivos de los actores que
intervinieron, así como las circunstancias que se vivieron, para comprender las razones
por las que se buscaron y busca un pacto social. El motivo por el cual la Iglesia Católica se
involucró en la crisis social, económica y política, que es más terrenal que espiritual y que
es una tarea que corresponde a la sociedad civil. Las motivaciones que tuvieron cada uno
de los diferentes protagonistas, grupos sociales y políticos frente a la crisis y a las diferentes
propuestas del pacto aquí analizadas. Es decir, es importante saber que estas experiencias
surgieron en el marco de la sociedad boliviana, mejor aún, al interior de la sociedad, sin
la acostumbrada presión e imposición internacional, ni como una emergencia apresurada,
como tantas veces se dio en el país.
Los intentos de pacto social que se relatan, en primer lugar, han sido producto de la voluntad
de los hombres de la Iglesia y de quienes participaron en su concepción, alcance y motivación
final. Aunque en el primer caso, se contó con la aceptación del primer mandatario de la
nación, sin lo cual este intento no se hubiera llevado a cabo. En segundo lugar, han sido
producto de la casualidad histórica, de la constatación de los hechos y de la intención de
contribuir a la solución de los problemas colectivos, únicamente pensando en los demás y
en el destino nacional, como podrá apreciarse en los diagnósticos que preceden al relato
y análisis de cada uno de los intentos de pacto social llevados a cabo en los años 80 y
principios del presente siglo.
Lamentablemente, como también se observa en los relatos de cada uno de estos intentos,
la voluntad de los protagonistas políticos y sindicales, no lograron comprender el alcance
histórico que tenían, jugando con el destino nacional, hasta llegar a la presente encrucijada, en
el que la naturaleza de la confrontación política puede tener un desenlace de impredecibles
consecuencias, salvo que nuevamente se recurra al pacto social, que en la experiencia
histórica ha tenido mejores resultados, que nuestra consabidas maniobras políticas, para
decir lo menos.
Para ello, fue importante partir del conocimiento de algunas experiencias llevadas a cabo
en torno a los pactos o acuerdo sociales que se dieron especialmente en el campo laboral,
pero que significaron importantes logros a nivel general, que dieron como resultado, visibles
avances en el campo social y económico de los países donde se han llevado a cabo. No
hay que olvidar que la lucha de intereses antagónicos entre el asalariado y el capital, y toda
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Flavio Machicado Saravia
otra forma de explotación del ser humano, dan lugar a doctrinas y manifestaciones sociales
que pueden cambiar las estructuras prevalecientes, de donde fue importante analizar estos
fenómenos con la mayor profundidad y serenidad posibles. Pero también tuvo influencia
particular el Pacto de la Moncloa, llevado a cabo en España en el año 1977. Hay que recordar,
que este pacto se da luego de haber salido de una prolongada dictadura y de la aventura
golpista que se dio ese año, pero que fue suficiente para que las diferentes fuerzas políticas
reaccionaran a tiempo.
1. Antecedentes Históricos
Estamos hablando de conflictos que dan lugar a una conflagración, entendida como una
perturbación violenta entre pueblos o naciones, como ocurrió cuando se dieron tantas
guerras en el mundo, siendo las más emblemáticas, en lo que toca a su magnitud, la Primera
y la Segunda Guerra Mundial, desarrolladas al principio y mediados del Siglo XX. Sin
dejar de mencionar la actual tensa situación, a nivel mundial, que se inició con el ataque y
eliminación de las Dos Torres Gemelas en la ciudad de Nueva York en los Estados Unidos
de Norteamérica, a partir de lo cual, probablemente ya estemos viviendo una Tercera
Guerra Mundial de baja intensidad, mucho más extensa y larga que las dos anteriores,
donde confluyen organizaciones religiosas o terroristas con una capacidad y difusión más
amplia, con el agravante que no se sabe su verdadero alcance y finalidad.
En nuestra región, al margen de los conflictos bélicos que registra nuestra historia, donde el
más notorio, en el Siglo XX, fue la guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, si bien persisten
tensiones de diverso tipo, como reivindicaciones históricas o límites en controversia, todavía
es posible llegar a soluciones más pragmáticas que ideológicas. Sin embargo, también se vive
un conflicto bélico de baja intensidad, que no termina de manifestarse completamente,
por el grado de atraso de sus economías y sociedad, pero que está latente, una veces con
envoltura ideológica, otras étnica, religiosa o regional.
Sin embargo, estos escenarios de controversia no son los únicos. Lo que interesa en el
presente ensayo, es el análisis de los conflictos al interior de cada país, donde los miembros
de la misma sociedad, generalmente luchan por el poder y la procura o participación de
una mayor parte del reducido excedente económico producido, a objeto de colmar, aunque
sea precariamente, sus necesidades básicas de consumo y de generar mejores condiciones
para satisfacer sus expectativas en el futuro. Lo que no excluye la influencia de fuerzas
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
externas de cualquier tipo, y del propio “efecto de demostración” que crea distintas pautas
de consumo y estándares de vida que todos quieren imitar. De ahí, la falsa ilusión que genera
el dominio pleno de los recursos naturales, creyendo que es una condición necesaria y
suficiente para la obtención el máximo beneficio posible, siendo que no existe la capacidad
productiva y técnica interna para su aprovechamiento, mucho menos mercados seguros,
para lo cual es imprescindible lograr el máximo de competitividad y productividad posibles.
Nuestras sociedades no lograron, a pesar de su liberación del yugo colonial al que estaban
sometidas, construir efectivamente un Estado. En el caso de Bolivia, basta analizar su historia
y el actual contexto político-social, donde se han dado muchos cambios en el ordenamiento
jurídico, reflejadas en vanos intentos de reformar la Constitución Política del Estado, para
luego abandonarla y no cumplirla, al punto que la última, que pudo “ser remozada”, sólo
requeriría de ajustes y perfeccionamiento. Por este motivo, sin mayor argumentación, se
logró elaborar una nueva propuesta constitucional, que luego, la oposición y la presión
extranjera, dió lugar a su maquillaje pero sin eliminar el espíritu que tenía, ni la intención de
instaurar un modelo socialista, con ropaje democrático. De hecho, se ha puesto en juego la
construcción de un Estado, en el que habrá dos tipos de ciudadanos con distintos privilegios
y derechos, que darán lugar a rupturas que no están siendo debidamente analizadas,
especialmente en cuanto a sus consecuencias y futuros conflictos sociales.
Como lo sostiene Eric Hobswawm, en su libro “Entrevista sobre el siglo XXI, Pág. 39”, en
el primer caso de Estado-Nación, no estamos hablando de una definición del Estado en
sentido étnico o lingüístico, sino político: el pueblo que elige su gobierno y decide vivir bajo
una determinada Constitución y una leyes concretas”. El otro alcance del término –sostiene
Hobswawm-, consiste en la idea de que “cada estado territorial pertenece a un pueblo
determinado, caracterizado por peculiaridades étnicas, lingüísticas y culturales, y en eso
constituye la nación”. De acuerdo a esta idea, existe una nación donde las minorías viven en
el mismo lugar, pero no forman parte”.
Por lo tanto, estamos frente a un escenario más difícil que en el pasado, cuando los pactos
sociales se desarrollaban como parte esencial de la política de gobernabilidad, donde los
actores sociales y económicos pugnaban por mayores cuotas de poder en la administración
del Estado o donde las fuerzas sociales, particularmente los trabajadores luchaban por
mejores condiciones salariales. Hay que recordar que la lucha de los movimientos sociales,
desde la era de la primera revolución industrial, han girado en torno al empleo, el salario
y a mejores condiciones de vida, las mismas que se reproducen hasta el presente, aunque
en circunstancias completamente diferentes, ya que la importancia del trabajo asalariado
tiende a decrecer, en un mundo en el que la nueva revolución industrial gira alrededor de
las tecnologías intensivas en capital y conocimiento, antes que alrededor del empleo.
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Flavio Machicado Saravia
su demanda, argumento que no dio lugar a mayor discusión. El Presidente, le hizo notar
enfáticamente, que ni su partido, ni el suyo, tuvieron los suficientes votos de los españoles
para hacer lo que quisieran, por lo que los partidos políticos, más aún el gobierno y los
ciudadanos, tenían que observar dicho pacto rigurosamente. Estamos hablando de un país,
que estaba fraccionado socialmente y con un empate de sus fuerzas políticas, reflejado en
múltiples partidos, nacionalidades y enconos profundos, producto de una guerra fratricida y
un exilio sin límites.Algo parecido a lo que ocurrió frecuentemente en nuestro caso, aunque
sin tanto dolor y heridas como ocurrió en España.
El Pacto de la Moncloa, que debe su nombre por el hecho de haberse firmado en el Palacio
de la Moncloa en Madrid (España), se produjo el 25 de octubre de 1977. Los firmantes
fueron 10 personajes políticos, que representaban a las diferentes fuerzas políticas que
estaban en el parlamento, de los cuales parte de ellos han jugado y juegan un papel político y
social importante. Entre ellos estaba Adolfo Suárez Gonzáles, Felipe Gonzáles Márquez, Joan
Reventós Carner, Joseph María Triginer Fernández, Manuel Fraga Iribarne, Enrique Tierno
Galván, Juan Ajuiriaguerra Ochandiano, Miguel Roca i Junyent, Leopoldo Calvo Sotelo y
Bustelo y Santiago Carrillo Solares.
En este pacto, en primer lugar, se puede advertir que el ámbito que abarca era muy amplio,
de modo que toca aspectos que van desde el campo de la economía en general, el área fiscal,
sectorial, territorial, institucional y social. En segundo lugar, para cada área, dependiendo del
caso, se establecieron principios, directrices, ámbitos y criterios, de modo que existía una
orientación básica pactada, dentro de la cual deberían establecerse las diferentes políticas
públicas, cualesquiera que fuera la orientación o ideología del gobierno de turno. De esta
manera, los distintos actores sociales y económicos contaban con una línea de política
básica de largo plazo, generando la suficiente certidumbre en materia política, eliminando
de este modo el grado de discrecionalidad política, salvo el límite que legalmente esté
establecido, la cual, como sabemos, esta emparentada con la incertidumbre. De este modo,
al exceso de poder se lo minimizó hasta lo más posible, al menos en las directrices básicas
de la política económica y social, que en nuestro país se desarrollan en un permanente y
extremado péndulo.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
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Flavio Machicado Saravia
En cambio, los Obispos comprendieron muy rápidamente estas urgencias, seguramente por
la naturaleza de su misión pastoral y por el contacto permanente con el pueblo que sabe
de sus limitaciones y necesidades materiales y espirituales. Por ello, no fue difícil para ellos
entender la necesidad de incentivar los diálogos, así como promover pactos sociales en la
medida que logren preservar el equilibrio y armonía entre los ciudadanos.
Este es el caso del primer intento en 1984 cuando el Nuncio Apostólico de su Santidad en
1984, que conocía muy bien a los bolivianos, luego de muchos años en su misión diplomática,
quién junto a Monseñor Alejandro Mestre S.J. entonces Arzobispo Coadjutor de La Paz
y Secretario General de la Conferencia Episcopal de Bolivia (CEB), apoyaron la idea de
llegar a un pacto social, en la medida en que se convenciera al entonces Presidente de la
República, Dr. Hernán Siles Zuazo, a que convocara a un diálogo con las fuerzas políticas,
sindicales y empresariales para conjurar la crisis económica y social, a la vez de consolidar
el proceso democrático. En efecto, en esta reunión donde se me encomendó conversar con
el Presidente Siles, para convocar a este diálogo, tarea que se cumplió, se me aceptó la idea
de buscar también un pacto similar al de la Moncloa.
En el segundo intento, cuando la crisis, esta vez general, estaba oculta, aunque con
manifestaciones muy violentas, como fue el enfrentamiento entre las fuerzas del orden,
dando lugar a un vacío de poder muy peligroso, que, en parte, fue aprovechado por la
poblada, tampoco me fue difícil convencer al Arzobispo Julio Terrazas, primer ilustre
Cardenal de origen boliviano, que conoció, en su misión pastoral en Oruro, la problemática
minera y la pobreza del pueblo, y que también fue protagonista de la jornadas del 80,
especialmente durante las mediaciones de la Iglesia durante el último gobierno del Dr.
Víctor Paz Estensoro.
Como se verá más adelante, en todas las oportunidades en que la Iglesia Católica se
embarcó en un proceso de mediación, lo hizo basada en una posición doctrinal que tiene
esta milenaria institución, a través de sus múltiples encíclicas y pronunciamientos a nivel
universal, sin estar comprometida con ninguna posición en particular que no sea defender
los intereses de las mayorías nacionales y dentro de ellas a los grupos más vulnerables. Hay
que recordar que en esas circunstancias la sociedad está movilizada, tratando de forzar
a sus respectivas demandas o aspiraciones bajo presión e intransigencia, lo requeriría la
adopción de posiciones lo más equilibradas posibles, a objeto de no crear susceptibilidades
ni desconfianza en la solución o en los acuerdos que puedan arribar las partes, que
generalmente siempre resultaron a medias, ante la precariedad y debilidad económica e
institucional del Estado.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
al ofrecer sus buenos oficios para hacer posible el diálogo entre vosotros no pretende
extralimitarse en el ámbito de su específica misión, la cual le impide ocuparse de cuestiones
concretas concernientes al orden político, económico o social . Este punto nos los recuerda
el Papa Juan Pablo II al afirmar que “en medio de nuestro pueblo nosotros, los Obispos, no
somos peritos en política o en economía, no somos líderes en vista de ninguna empresa
temporal, sino ministros del Evangelio”.
Para añadir luego, un párrafo que sigue teniendo vigencia:“Desde esta perspectiva evangélica
la Iglesia, como Madre y Maestra, experta en humanidad, debe discernir e iluminar los
sistemas, las ideologías y la vida política de los pueblos (Puebla). Ahora bien, en las actuales
circunstancias por las que atraviesa el país, Ella busca como único y exclusivo objetivo,
favorecer la reconciliación de la familia boliviana gravemente amenazada, ya que, como lo
hemos declarado y es opinión común, “está en juego la suerte del país como nación”. ((El
Diálogo para la Democracia, pág. 28 y 29).
2.1.1 Antecedentes
Como se dijo, en 1984, en circunstancias en que las fuerzas políticas de oposición y las
demandas sociales, pusieron al Presidente Hernán Siles Zuazo y a su gobierno en el límite
de la ingobernabilidad, del caos social y económico, llevándolo a la extrema medida de una
huelga de hambre, poniendo en riesgo su vida y a la propia recuperación democrática, la
Iglesia Católica, se dio a la tarea de ayudar a la solución de este grave problema. Para que
el Presidente Siles Zuazo, desista de su extrema medida, se ofreció de mediadora, para
convocar a un diálogo abierto, donde se discuta la situación del país, con vistas a buscar una
solución política y social, en el marco de un pacto social.
Con este objeto se llevaron a cabo muchas reuniones con los Obispos, donde se diseñó una
estrategia y una metodología, a fin encaminar los diferentes diálogos que debía realizarse,
especialmente con los partidos políticos, para lo cual se me encomendó la redacción de
un documento que sirviera de base para la discusión, con vistas a llegar a un acuerdo o a
un pacto, tal como fue el ánimo prevaleciente en la Nunciatura y la Conferencia Episcopal,
en ese momento. En efecto, como se puede apreciar en uno de los párrafos del discurso
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Flavio Machicado Saravia
Aunque el concepto de pacto social no estaba explícito, se quería que las fuerzas política
y sociales que representaban a la sociedad boliviana, pacten sobre aspectos en el orden
político, social y económico, de modo que se tenga un marco dentro del cual pueda actuar
el gobierno, con vistas a superación de la crisis existente. Lo cual entrañaba no solo aspectos
coyunturales, sino fundamentalmente estructurales, tal como se puede ver en forma
implícita en el documento que la Iglesia remitió a los partidos políticos, los cuales desde un
inicio no estuvieron dispuestos a discutir. En su ánimo no estaba la solución de la crisis que
enfrentaba el país, pese a sus declaraciones públicas, sino en el derrocamiento del Presidente
de República, para luego asumir el papel de “salvadores” de la patria, llegando inclusive a
los subsiguientes “pactos de la gobernabilidad”, que parecían una opción interesante, pero
solo eran pactos de interés, que no tuvieron la fuerza y la profundidad que demanda el país,
para superar sus problemas estructurales, llegando a la presente situación confusa crisis en
la que se debate.
Hay que advertir al lector, que en el análisis de este documento se ha tomado en cuenta un
contexto más amplio, no sólo explicitando el espíritu y las consideraciones que se tomaron
en cuenta cuando fue escrito, sino también las actuales circunstancias del actual momento,
donde aparentemente se pretende cambiar radicalmente de rumbo. Por este motivo, al
reproducirse el texto original, para lo cual se lo transcribe en “negrillas”, no solo que hace
un alcance que comprenda el contexto de aquella época, sino que se trata de interpretar lo
que actualmente ocurre, dado que los factores estructurales, que son de fondo, no han sido
cambiados hasta el momento. En efecto, en 1984, sin un acuerdo o pacto social el gobierno
del Dr. Siles Zuazo, no podía imponer una política económica y social, sin que se produzca
un rechazo o una reacción adversa, que impedía su realización y, por lo tanto, avanzar en la
solución de los problemas de fondo.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
para superar la crisis inflacionaria o para avanzar en su política, sea económica y social. En
verdad, tanto los aliados, las organizaciones sociales y la oposición de los partidos políticos,
actuaron ciega e irresponsablemente en contra los intereses del país y del débil proceso
democrático, que ahora sigue siendo más débil y vulnerable que nunca.
Pero tampoco, esas fuerzas políticas, ni mucho menos las sindicales y empresariales, tuvieron
la posibilidad de conjurar la crisis y cambiar el rumbo del país, como se ve ahora, luego de 20
años, en los que trascurrieron los llamados “acuerdos de gobernabilidad”, incluso el actual
gobierno que obtuvo en las urnas un apoyo mayoritario, está desperdiciado las condiciones
económicas favorables que tuvo, enredándose con problemas regionales y étnicos, así como
el narcotráfico y el contrabando.
Si se lee con atención las diferentes temáticas propuestas por la Iglesia, se podrá advertir
que muchas de las afirmaciones realizadas para explicar las razones de la crisis, siguen
siendo vigentes aún para la situación actual, lo cual, con mayor razón, nos debería llevar a
una mayor preocupación y reflexión respecto a los retos que nos esperan en el futuro, ya
que los problemas estructurales que nos aquejan siguen requiriendo de un pacto social,
antes que de “salvadores” mesiánicos, como ha sido la tradición en nuestra historia.
Lo que sostenía la Iglesia hace más de 20 años, en torno a los aspectos Político-Sociales,
denota perfectamente la situación por la que se atravesaba en aquel momento, donde el
gobierno y las demás fuerzas de la sociedad no tenían las posibilidades de reaccionar, lo que
también podría reflejarse en la actualidad. En efecto, el punto de partida del documento de
la Iglesia, se sostiene lo siguiente: “Se ve con mucha preocupación el progresivo
deterioro del proceso democrático, por la atonía en que se encuentra
sumido el Gobierno y por la ausencia y decisiones positivas entre los
Poderes del Estado”. Es todavía más claro, cuando advierte su preocupación acerca
del cumplimiento de la ley, tanto de parte de la población como de los sindicatos y
empresarios y del propio Parlamento, que no aprobaba presupuestos, o interpretaba a su
antojo la Constitución para impedir cualquier acción del gobierno, donde además el diálogo
solamente servía para imponerle sus caprichos. Por ello, el documento de la Iglesia también
sostenía:”Se han suplantado el diálogo y el cumplimiento fiel de las leyes,
por la imposición y la intransigencia”.
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Flavio Machicado Saravia
Este exceso de interpretaciones jurídicas, donde todo tiene una explicación o un safe
legal, con tal de dar viabilidad jurídica al interés político, y que sigue siendo utilizado en la
actuales circunstancias, donde la presión social ya no es exclusivamente económica, sino
esencialmente ideológica, racial o regional, planteaba la necesidad de un ajuste profundo en
nuestro marco jurídico, empezando por la Carta Magna. El documento de la Iglesia, reflejaba
claramente esta situación al plantear: ”Se constata que aún existen problemas y
vacíos en el marco legal vigente, que impiden una acción eficaz de cada
uno de los Poderes del Estado”.
Por añadidura, el documento insinuaba la necesidad de una acción más colectiva y de cambios
institucionales y jurídicos, para que el sistema económico funcione, para lo cual sostuvo lo
siguiente: “Parece evidente que, dado el marco legal insuficiente y frágil y
el fraccionamiento y proliferación política prevaleciente, ninguna fuerza
política ni social está actualmente en condiciones reales de ejecutar, por
sí sola, un proyecto concreto y viable, sin desencadenar de inmediato las
reacciones dispersas que impedirían cualquier realización”
Sin mencionar el caso del gobierno de Siles Zuazo, que no tenía la menor posibilidad de
llevar acabo ninguna acción de cierta envergadura, este fue el caso de la llamada Nueva
Política Económica, que impuso el gobierno que lo sustituyó, la cual, pese a que tuvo un
desarrollo de más de 20 años, actualmente se encuentra en tela de juicio, con la pretensión
de revertir este proceso hacía un modelo de economía estatal y comunitario, que aún
es poco claro. Recuérdese que a partir de la década de los años 90 se dio inicio a un
cambio en el modelo económico, sustrayendo al Estado de las actividades productivas y
de servicios públicos, que aunque sin dejar de ser una responsabilidad del Estado, pasaron
a ser administradas por el capital privado. Las empresas públicas estaban descapitalizadas
y carentes de tecnología y en el mundo se estaban dando cambios significativos en las
condiciones externas, privilegiándose a la inversión extranjera directa (IED) antes que a la
cooperación externa a través de créditos y donaciones, para lo cual se exigía a los países
receptores mayor seguridad jurídica y un entorno institucional más severo.
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Esta claro que este modelo tuvo muchos problemas en su aplicación, como para pensar en
una atmósfera social y política sin críticas u objeciones, lo cual se exacerba por los otros
actores políticos que ante la carencia de nuevas proposiciones, prefieren ir por el camino
de la demagogia, antes de realizar las enmiendas y el complemento de esta política pública,
cayendo siempre en la negativa política del péndulo. A tal extremo llega esta situación, que
el gobierno que impulsó este cambio, no se atrevió a modificar el Régimen Económico y
Financiero de nuestra Constitución, establecido en la década de los años 60 cuando las
circunstancias eran completamente distintas. En consecuencia, una era la realidad y otra la
letra constitucional, que, por cierto, sirvió y puede servir de base para revertir precisamente
ese modelo, que fue impuesto por simple Decreto Supremo, dada la correlación de fuerzas
existente en aquel momento.
Es precisamente lo que ocurrió cuando ganó el candidato del MNR (Gonzalo Sánchez
de Lozada), con una fracción del voto muy reducida (22 %), que lo obligó a llevar frágiles
acuerdos políticos que, al final de cuentas no le sirvieron de mucho, por la ausencia de
propósitos comunes que no podían conjuncionarse en una acción programática coherente,
salvo la satisfacción de intereses personales o de grupo, donde la actitud soberbia del
presidente fue la predominante, arrastrando a sus aliados al mismo precipicio. Todos los
partidos políticos, que tuvieron una actuación relevante durante este período democrático,
terminaron con el calificativo de “tradicionales” y, por lo tanto, estaban condenados a salir
del escenario principal, que es lo que ocurre actualmente.
Pero aún en el presente caso, donde el actual Presidente tuvo una abrumadora mayoría de
votos, todavía se puede advertir lo difícil que está siendo constituir un nuevo instrumento
político, por lo que actúa erráticamente, algunas veces en función de ciertos intereses
sociales, dominados por la fuerza sindical, de organizaciones no gubernamentales o de
consignas venidas desde el exterior. Se trata de un movimiento social y político, que gira
alrededor de un grupo de poder “palaciego” tal como funcionó en el pasado. Es más, el
país ahora esta fraccionado étnica y regionalmente, con una tendencia hacía la polarización
muy peligrosa, utilizando la presión social a través de cabildos que pueden derivar a la
democracia, hacia una oclocracia que podría traer consecuencias impredecibles para la
unidad nacional, pese a la retórica que permanentemente se pregona.
En pocas palabras, no se nota que la contienda política haya alcanzado la madurez a la que
han llegado otras democracias, en cuya base se pueda proyectar el destino de una nación.
Esto quiere decir, que las fuerzas políticas y sociales seguirán estando fragmentadas por
mucho tiempo, peor aún si se agregan problemas raciales, culturales, regionales y sociales,
que conviven en Bolivia como corrientes subterráneas en un mar aparentemente tranquilo
o con oleajes que no llegan a representar su verdadera naturaleza.
277
Flavio Machicado Saravia
En realidad, si bien el párrafo anterior tenía mucho que ver con la coyuntura interna, en la
que el proceso de producción estaba en pleno deterioro, sin posibilidades de solución, dado
el proceso hiperinflacionario que se vivía y por la imposibilidad de gobernar, en el fondo,
refleja la situación general del país, que en los últimos 50 años, prácticamente después de
la revolución de abril del 52, la economía tuvo un modesto crecimiento promedio de 3.3%
anual, frente a un crecimiento poblacional de 2.6%, una fuga de capitales de 2.4%, que ha
podido subsistir debido al alto volumen de endeudamiento y donaciones externas, que en
promedio llegaron al 5.8% al año.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Las circunstancias por las que pasaba el Estado en aquel momento, motivaron justificadamente
esta preocupación, lo que no tiene porque ser descartada en el actual momento, ya que la
economía boliviana todavía no ha logrado producir una plataforma productiva fuerte, salvo
en materia agroindustrial, para lo cual también existen sombras, especialmente en cuanto
a la permanencia de sus mercados. En ese momento, la demanda para desbloquear a la
oposición en el Parlamento, tenía un carácter de urgencia dado que era necesario adoptar
muchos correctivos desde el punto de vista institucional y económico, reajustes que no
podían esperar mucho tiempo ya que podría darse una situación que claramente identificó
la Iglesia: “En el contexto anterior, el Estado y su economía han ingresado a
una situación de desorganización general y de déficit fiscal, factores que
se constituyen en elemento básico e inductor de la crisis”.
En el siguiente punto, la Iglesia propone una discusión, que probablemente ya era demasiado
tarde. Se trataba de salvar a las empresas públicas, que estaban por sucumbir ante la vorágine
política, sindical y empresarial, que simplemente se apropiaron de su excedente, dando lugar
a su posterior liquidación a través de la política de privatización primero y de Capitalización,
después, las mismas que están actualmente en tela de juicio, con una carga ideológica y
dogmática que tiende retornar a un trasnochado Capitalismo de Estado y de una economía
comunitaria difícil de entender. El párrafo referido en el documento de la Iglesia es el siguiente:
“Al nivel de las Empresas Públicas, la situación es extremadamente grave
ya que éstas al recurrir al fácil expediente del crédito público, aumentan
el déficit y la emisión inorgánica de moneda provocando la inflación y el
descalabro empresarial. Estas, por su naturaleza, deben estar al servicio
del país y no tan solo del sector que trabaja en ellas, que las considera su
patrimonio”.
Finalmente, están los párrafos referidos a la política económica, que tenían la intención
de llamar la atención del mundo político, laboral y empresarial, para que comprendan la
279
Flavio Machicado Saravia
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
2.2.1 Antecedentes
El gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, poco tiempo después que asumió por segunda
vez el gobierno, decidió incrementar los tributos, de manera directa, estableciendo para el
efecto una escala a partir de cierto nivel de ingreso. Sin embargo esta política encontró,
desde el primer momento, una resistencia generalizada, que incluyó a la policía, dándose
lugar al amotinamiento de su fracción de elite, que se levantó en armas una vez que no
llegó a un acuerdo con el gobierno, tras arduas negociaciones que resultaron infructuosas.
En el anterior gobierno, presidido por el Gral. Hugo Bánzer, que también ocupó la silla
presidencial por segunda vez, también ocurrió una situación similar con la policía, que al
no utilizar la fuerza finalmente se doblegó ante este estamento, con fuertes críticas de
parte de Sánchez de Lozada y de su principal entorno político por no ejercerla a objeto de
establecer el orden y la disciplina correspondiente. Que es lo que decidió hacer el día 12
de febrero de 2003, provocando un cruento enfrentamiento entre policías y militares, en
plena plaza Murillo, que dio lugar a un levantamiento popular y a un asalto callejero de parte
del populacho, que aprovecharon esta oportunidad, unos para expresar su furia contenida
y, otros, para asaltar las tiendas comerciales.
Lo grave de esta situación, es que el propio Presidente Sánchez de Lozada buscó refugio o
protección fuera del Palacio, principal símbolo del gobierno constituido, dando lugar a un
peligroso vacío de poder y una muestra de debilidad, para decir lo menos, que pronto fue
llenado por las Fuerzas Armadas que tomó el control de la situación y de la propia policía
que retornó a las calles, para hacer lo propio. En esas circunstancias, busqué al Cardenal
Monseñor Julio Terrazas, que actuó en el primer intento de pacto en 1984 y luego participó
como uno de los mediadores de la Iglesia Católica en la solución de los problemas sociales
emergentes de la nueva política económica impuesta por el gobierno del Dr. Víctor Paz
Estenssoro, con el objeto de hacerle recuerdo del intento frustrado del pacto social de los
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Flavio Machicado Saravia
años 80, considerando que ahora era la oportunidad de plantear de nuevo este objetivo,
que mas temprano que tarde deberá encarar el pueblo boliviano. Todavía estaba fresca en
la memoria la falta de cumplimiento de los partidos políticos del Acta de Entendimiento
suscrito durante el Gobierno de Paz Zamora, al margen de lo ocurrido en 1984.
La tesis que se plateó a los Obispos no fue fácilmente asimilada, aunque finalmente fue
aceptada plenamente, pese a la experiencia de 1984, donde los actores políticos y sociales
se aprovecharon de la buena fe de la Iglesia y utilizaron el diálogo para derrocar a Siles
Zuazo, en lugar de encarar la crisis. Por esta razón, los actores políticos, esta vez, tenían
que ser responsables y protagonistas del pacto social, como partidos políticos y sociedad
civil, sin el tutelaje de la Iglesia, aún cuando contando con su mediación, a través de dos
representantes seglares, que tenían la tarea de organizar los encuentros y de formular
un documento de discusión que serviría de base para las deliberaciones, con miras a
la suscripción de un pacto social, que iba a ser bendecido y avalado por el Cardenal, a
nombre de la Iglesia Católica. Con este propósito sugerí y busque al Dr. Fernando Aguirre,
quien fue, en consecuencia, el otro seglar en representación de la Iglesia, encargado de las
negociaciones. Asimismo, se me encomendó redacatar el documento en referencia, para lo
cual conté con la cooperación del Dr. Aguirre.
Para el efecto, los representantes de la Iglesia, como paso previo a la convocatoria de una
reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, sostuvo reuniones con los
más importantes líderes políticos, (Evo Morales, jefe del MAS, Jaime Paz, jefe del MIR, Manfred
Reyes, jefe de NFR, Juan Carlos Durán, líder del MNR, Carlos Calvo Presidente del CEPB,
Waldo Albarracín Representante de Derechos Humanos y Carlos Meza, Vicepresidente de
la República) quienes inicialmente aceptaron la convocatoria de la Iglesia, expuesta en un
documento interno, que fue de su conocimiento. Largo sería enumerar cada circunstancia,
sin embargo, lo importante es rescatar algunas experiencias que serán útiles para el futuro,
al margen de que explican las razones de un nuevo fracaso, esta vez en las puertas de una
crisis que se profundizó al extremo, cuando en octubre se dio lugar a un levantamiento
popular, que fue reprimido, pero que luego se impuso, logrando la renuncia y posterior fugar
al extranjero del Presidente de la República, Gonzalo Sánchez de Lozada, sumiendo al país
en un caos social y político, que casi termina con la propia democracia. En medio de estas
negociaciones, Sánchez de Lozada había estado tratando de llegar a un acuerdo directo con
Evo Morales y al no tener el éxito esperado, dio lugar a que su Ministro de la Presidencia,
me convocara a una reunión, con el objeto de retomar la iniciativa de la Iglesia Católica.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
como fue el caso del Pacto de la Moncloa, que muy luego sirvió para redactar la nueva
constitución española, que acaba de cumplir 30 años de vigencia.
Quizás no se había llegado al punto crítico necesario, para que el “dolor de la sociedad”
sea tan grande, tal como ocurrió en España, para que la sociedad asuma un pacto social de
envergadura. Al parecer, al disiparse el peligro o temor que existía luego de las jornadas
luctuosas de febrero y la aparente normalidad política e institucional que se vivió,
provocaron un cambió en el ánimo de los políticos, quienes volvieron a su habitual lucha de
intereses partidarios, antes que pensar en las posibilidades de un pacto social. Sin embargo,
llegó octubre de 2003, con un levantamiento social y masacre de civiles y niños inocentes,
que dieron lugar al actual ciclo histórico denominado “de cambio” donde afloraron los
resentimientos acumulados del pasado que hicieron fugar del país al Presidente Sánchez
de Lozada y que además inspiraron la orientación política y racista del actual gobierno, que
se expresa claramente en su actual Constitución Política del Estado. También le llegó el
turno a su Vicepresidente Carlos Meza, que luego de asumir el mando, en lugar de buscar
en el pacto social una sustentación mas firme para su gobierno, tal como se propuso en
su oportunidad, ahora que él era Presidente, optó por no hacerlo. Seguramente, dado el
alto porcentaje de popularidad que mostraban las encuestas en aquel momento, no creía
necesario un sustento institucional que le hubiera dado un pacto social. Al final, le llegó la
hora de dejar el gobierno, por la impaciencia que tiene la población, tal como se advierte
en el documento de la Iglesia, dando lugar a que los nuevos movimientos sociales sigan su
curso.
Tras una especie de consenso nacional, que se expresó en calles y plazas, se dio señales
claras para que se acepte la renuncia del Presidente Carlos Meza Gisbert, pese a que en los
sondeos de popularidad siempre estuvo en los máximos niveles. En su remplazo, pasando por
encima de la sucesión parlamentaria, cuyo Presidente del Senado y Presidente de la Cámara
de Diputados, se vieron obligados a renunciar, luego de que se había convocado al Congreso
en Sucre, asumió la Presidencia de la República, el Presidente de la Corte Suprema de
Justicia, Dr. Eduardo Rodríguez Beltze. El desgaste de los partidos políticos, al manifestarse
nuevamente la crisis social, provocó la búsqueda de la última opción institucional posible,
que era nombrar al último escalón de la sucesión presidencial. Sin embargo, pese a que este
Presidente sólo tenía la misión de convocar a elecciones para Presidente y Vicepresidente de
la República, por el resto del período constitucional interrumpido, debido a la dinámica que
adquirió la crisis social, que también desgastó al Poder Legislativo, se convocó a elecciones
generales el 18 de diciembre de 2005.
Con ello, los bolivianos tuvimos la esperanza de que con los resultados de las elecciones
generales y la nueva Constitución Política del Estado, que debía elaborarse, sería posible
emprender las tareas que exige el desarrollo y progreso de los pueblos. Lamentablemente,
luego de trascurrido el tiempo, la Asamblea Constituyente, solamente mostró maniobras
y una retórica inútil, que luego de un trágico episodio con 3 muertes en Sucre, no logró
ningún proyecto. El mismo, fue elaborado fuera de la Constituyente para que sea aprobado
por los constituyentes oficialistas y algunos disidentes que no faltan, levantando servilmente
la mano, sin que mediara pudor alguno. Sin embargo, el proyecto era tan inapropiado, que
tuvo que ser arreglado o maquillado, inconstitucionalmente por el Congreso, para lo
cual medió un acuerdo político y un tutelaje extranjero, de modo que pudiera tener una
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Flavio Machicado Saravia
presentación más digerible, aunque sin cambiar su espíritu original, aprobándose una ley
de convocatoria para Referéndum ratificatorio el 25 de enero de 2009. En este episodio,
con intervención extranjera, se quiso evitar que la movilización social organizada por el
gobierno, no llegara a la violencia o prepotencia temeraria, forzando peligrosamente al
parlamento, para que apruebe la ley de convocatoria al Referéndum. La poblada que vino
con un proyecto de Constitución se fue con otro, sin que importara mucho, ya que la
consigna se había cumplido.
Este documento interesa que sea del conocimiento de la sociedad, al menos que quede
escrito, con el objeto de contribuir a un mayor discernimiento de la problemática nacional
que requiere de prontas soluciones, pero de fondo. Un pacto social, tiene que estar
diseñado para resolver los problemas estructurales que son los que impiden la posibilidad
de encaminar al país por la senda del progreso y desarrollo. Esta tesis se sostuvo y defendió
con vehemencia en aquel entonces, en contra de la posición de quienes querían solucionar
los problemas de la actual coyuntura, que vive un proceso de transición muy confuso.
Con esto se quería decir que ya no es posible encarar la problemática nacional con
simples acuerdos de gobernabilidad, que sólo satisfacían a las cúpulas gobernantes y a sus
entornos más próximos con la repartija de cargos públicos, puesto que para superar los
problemas estructurales es necesario que se involucre a toda la sociedad. Los acuerdos de
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
gobernabilidad del pasado, tal como se sostuvo en un seminario, causando la sorna general,
especialmente de sus protagonistas, si bien sirvieron para aprobar leyes y dar la sensación
de un manejo de los órganos públicos del Estado, en el fondo, para la mayoría de la sociedad
esto no tenía mayor significación ya que estaba al margen de las leyes, incumpliéndola o sin
hacer uso de ellas, aún cuando fueran a su favor, como, por ejemplo, la ley de Procedimiento
Administrativo que nadie la conoce y menos utiliza para defenderse de los abusos de la
administración pública.
Para la mayor parte de la sociedad, esa gobernabilidad no le sirve de nada, dado que
el 70% de la sociedad vive en la informalidad económica, fijando sus propias reglas de
juego, dentro de un entorno institucional que subsiste de manera clandestina, al lado de la
institucionalidad formal, que sirve para favorecer a los partidarios de turno. De ahí que la
mayor parte de las movilizaciones sociales, que son principales instrumentos para forzar
políticas y privilegios, son inducidas, obligadas y hasta pagadas, ya que además constituyen
una fuente alternativa de ingreso para muchos de los participantes, que en una mayoría son
desocupados o “cuenta propia”, con muy bajos ingresos. La sociedad si bien busca formas
de participación, tiene el cuidado de no ingresar en el terreno de las obligaciones, sino de
los derechos. Para ello, se requiere una mayor formación ciudadana y cultura, que todavía
sigue siendo una tarea de largo plazo.
Además, la pobreza sigue campeando, y por las condiciones económicas adversas, se lanzan
diariamente a la calle a muchos jóvenes y niños, quienes deben buscar los medios para su
propia supervivencia. En consecuencia, la revolución liberadora del 52, ha dejado pendiente
una tarea cuya solución demandará un largo período de tiempo, por lo cual se requiere
pactar para el largo plazo, ya que muchos obstáculos unicamente podrán ser removidos en
un período bastante prolongado, lo que requiere de un constante y persistente esfuerzo
colectivo. Situación que sigue siendo válida para el actual momento.
Pero el factor temporal no es lo único que preocupa, sino también la existencia de factores
internos y externos, sobre los cuales, a tiempo de pactar o de tomar cualquier decisión, hay
que tomarlos en cuenta. En otros términos, se estaba consciente que en un pacto social
como el propuesto, no se podía ignorar la existencia de factores subjetivos y objetivos de
los actores políticos y sociales privilegiados, que iban a poner todo tipo de barreras para
que no se lo realice, que finalmente fue lo que ocurrió, ya que muchos actores vieron
amenazados sus intereses, como ha sucedido históricamente en nuestro país y en el resto
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Flavio Machicado Saravia
de los países del mundo, en especial en nuestra región por el predomio de oligarquías sin
visión y grandeza de pensamiento.
Durante todo el tiempo, ante las permanentes demandas sociales surgidas por infinidad de
motivos, desde reivindicaciones salariales, hasta la nacionalización de los hidrocarburos, los
gobiernos, con el objeto de conjurar estos conflictos, convocó al diálogo con los grupos
sociales y estamentos demandantes, suscribiendo compromisos, en un caso o, en el extremo,
convocando a un Referéndum, figura jurídica que fue incorporada en la Constitución por
presión social. Sin embargo, por la debilidad intrínseca del Estado, negligencia, alto grado de
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Es en este sentido, que la Iglesia, en el documento del Pacto Social sostuvo que “en las
condiciones descritas, el diálogo ha perdido la fuerza para que se logren
cualquier tipo de entendimientos para superar los diversos problemas
existentes, sean éstos coyunturales o estructurales”. También se refiere a las
manifestaciones populares que recurren a las acciones de hecho, como marchas, bloqueos,
etc. cuyo desgaste se torna evidente, con el peligro que éstas, al no tener resultados
permanentes, adquieren otras formas de expresión más radicalizadas, como ocurrió en
las crisis de febrero y octubre respectivamente. De ahí la reflexión que hace la Iglesia al
sostener, que “de igual manera, la forma de encararlos y plantearlos se ha
convertido en una rutina casi programada, de manera que los paros, las
demandas sociales, los pliegos petitorios pueden llegar a ser parte de lo
cotidiano, del calendario o de la costumbre, provocando un ambiente
adverso que se va acumulando, sin llegar a soluciones valederas”.
287
Flavio Machicado Saravia
Necesidad de un pacto social y el factor tiempo, son los dos elementos básicos del anterior
razonamiento, que no han funcionado pese al triunfo electoral del actual gobierno y de sus
bases sociales, reiteradamente convocadas. En el razonamiento de la Iglesia, es necesario
un pacto social, porque el método del diálogo está desgastado, donde el demandante, que
es la sociedad, perdió credibilidad en el demandado, que es el Estado, no habiendo, en
consecuencia, condiciones subjetivas para resolver los problemas, peor aún si la debilidad
económica e institucional es muy grande. En cambio, si se lograse un pacto social, no es que
las condiciones vayan a cambiar, sino que todos los actores políticos y sociales, al entrar
en el juego de concertación, con la misma responsabilidad, podrían acordar respecto a los
límites a los que se pueden llegar, dando el tiempo necesario (segundo factor) para que los
cambios avancen y las políticas maduren, superando los obstáculos de manera ordenada y
sistemática. Este es el caso de España, que luego de casi 30 años, solo en los últimos 10 años
se avanzó a los niveles de un país del primer mundo, con todas sus ventajas y problemas,
que no faltan en la relación entre seres humanos.
En consecuencia estos PRINCIPIOS y LÍMITES que son los que se definen en un pacto,
los que obviamente serían de cumplimiento obligatorio, tanto de parte de quién esté en
el Gobierno como de la sociedad en su conjunto, incluyendo a la oposición política, tal
como le recordó Felipe Gonzáles al señor Manuel Fraga, en las circunstancias que fueron
relatadas anteriormente. En el caso que analizamos, estábamos en el inicio del proceso,
donde el gobierno debía participar como partido político al igual que todos, “facilitando”
las condiciones para la realización del pacto social, lo que naturalmente no gusta a los
que gobiernan, por el carácter mesiánico y autoritario, que asumen los personajes cuando
éstos llegan al poder formal. En esta ocasión lo que se planteaba era muy simple: que
sea la sociedad en su conjunto, a través de sus representantes políticos y sociales, quién
defina el marco adecuado para la solución de sus problemas, para que luego, el Gobierno
y todos los ciudadanos, asuman las responsabilidades que les corresponda. Este no es un
problema fácil de resolver, ya que no está claro quién representa a quién, dada la crisis de
“representatividad” que también vive el país, que es precisamente lo que ocurrió cuando
se conformó la Asamblea Constituyente, donde el gobierno quería sean simplemente los
“levanta manos”, en la medida en que se fueron sucediendo los hechos.
El factor tiempo, era otro de los elementos que preocupaba, debido a que la sociedad,
que vivía en medio de la actual crisis económica y social de envergadura, se pensaba que
no estaría en condiciones de esperar demasiado tiempo, ya que no era previsible lograr
un gobierno que sea capaz de tener un respaldo mayoritario y, por lo tanto, con el poder
suficiente como para encaminar al país hacia metas más ambiciosas. Sin embargo, pese a
que el actual gobierno logró tener una respaldo inicial mayoritario (54%) en las urnas y la
economía ingresó en una etapa de bonanza, con buenos precios internacionales, elevadas
remesas de bolivianos que viven en el exterior y el aumento del ingeso por el incremento
del narcotráfico, la impaciencia y los conflictos no cesaron, lo cual sugiere la necesidad
de que se den otros elementos, ya que la mayoría de votos sigue siendo una condición
necesaria pero no suficiente.
El documento de la Iglesia, en ese tiempo sostuvo claramente, que “no hay tiempo ni
paciencia suficiente, tampoco se vislumbra la posibilidad de que surja algún
liderazgo o grupo social hegemónico, dado que la sociedad fragmentó
su voto en tantas parte iguales y con visiones a veces diametralmente
opuestas (está hablando de lo ocurrido en las elecciones generales en las que ascendió
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Aunque en el primer punto anterior, en las elecciones en la que ganó Evo Morales, la situación
fue distinta, en esta votación tampoco se refleja una hegemonía política, puesto que si se
suman los votos nulos, blancos y la población que dejó de concurrir a las elecciones, se podrá
advertir que la población que no se expresó en las urnas o se expresó mal representaba una
proporción muy parecida a la que obtuvo en cifras absolutas el gobierno, de donde el apoyo
efectivo llegaría apenas a un 35% del total de personas habilitadas para votar, quedando una
incógnita que si bien no se resolvió con la votación de los constituyentes, por la cercanía a
la votación general y por las presiones que se manejó desde el gobierno.Tampoco se puede
hablar de los resultados del Referéndum Revocatorio, donde el gobierno obtuvo un 67%,
debido al fraude realizado y al amedrentamiento ejercido por los partidarios del gobierno,
especialmente en el área rural, donde no fue posible ejercer un control de parte de las
fuerzas políticas opositoras.
Era evidente que en ese momento se tenía en mente la realización de una profunda reforma
constitucional, pero no estaban dadas las condiciones, como no lo están ahora, pese a
que se habló de la existencia de un proyecto aparentemente consensuado a nivel político.
Las voces por el voto negativo a este proyecto, fueron cada vez más crecientes aunque
se perdieron en las urnas, motivos que seguramente se aclararan en su debido tiempo.
No se trata de que todos tengan la misma visión, en el momento de llegar al punto de
la solución de las problemáticas, ya que ello restaría a los miembros de una sociedad, las
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Flavio Machicado Saravia
De ahí que el documento de la Iglesia, cuando a continuación del párrafo en negrillas anterior,
señala que “se está hablando de establecer, en primer lugar, cuáles son los
problemas que tiene un carácter nacional, y por lo tanto involucran o
afectan de alguna forma a la sociedad en su conjunto”.
Con este objeto, se añade otro elemento que en nuestro caso es muy importante, como
es el de acordar el papel que le corresponderá desarrollar al sector público y privado, dado
que nuestra sociedad está acostumbrada a transitar muy fácilmente en un interminable
péndulo, sin proyectar políticas de Estado que le den al país un mayor margen de estabilidad
institucional y seguridad jurídica. Por este motivo y, no por otro, se sostuvo a reglón
seguido: “Adicionalmente, se requiere establecer CRITERIOS BASICOS
que definan los alcances y límites del accionar público y privado, de modo
que sean aceptables para la sociedad en su conjunto, y no se exacerben
nuevamente las discrepancias a los extremos que se han llegado”.
Pareciera una especie de premonición de lo que está ocurriendo en la actualidad, sin que
quede claro qué papel jugará el Estado en la economía y cuál será en el del sector privado.
Sin embargo, es muy importante tomar en cuenta la experiencia del Pacto de la Moncloa
en España, donde los aspectos relacionados con los principios y criterios, son los que
en realidad constituyeron la esencia del pacto, permitiendo que ambos agentes, público y
privado, asumieran su papel en la economía, sin que existan conflictos que entorpezcan el
desarrollo.
Como se reiteró varias veces, en la medida en que se acuerden principios y criterios con
relación a la forma en que se podrá encarar la solución de las diversas problemáticas, a
la sociedad no le quedará otro camino que transitar por la vía del acuerdo y no de la
imposición o de los hechos, que acarrea obstáculos al desarrollo de la nación. Salvo que se
elija el camino de la revolución, que ciertamente a veces resulta inevitable, por lo cual hay
que pagar costos sociales, políticos e institucionales muy altos, sin que estén garantizados
sus resultados, mucho menos en la actual coyuntura histórica que vive la humanidad.
De ahí, la reiteración clara que hace el documento de la Iglesia cuando sostiene que,
“definidas las PROBLEMATICAS y acordados los PRINCIPIOS y CRITERIOS,
que es fundamentalmente lo que comprende el PACTO SOCIAL, la sociedad
podrá estar segura que en este nuevo contrato no habrá grupo alguno que
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
LO ECONÓMICO
Como ya se indicó, en la propuesta se han identificado 18 problemáticas básicas, sobre
las cuales se consideraba la necesidad de pactar, ya que representaban los principales
obstáculos que impedían un buen entendimiento entre los diversos grupos de la sociedad y
provocaban las constantes tensiones en las que se vivía. De este modo, se partió de la idea
de discutir de inicio, como una problemática, la vigencia del actual modelo económico,
ya que en los niveles sociales y políticos se lo cuestionaba permanentemente y se planteaba
su eliminación o modificación, sin que existiera hasta ese momento, claramente un modelo
económico alternativo. Inclusive, en la actualidad, pese a que el gobierno ha explicitado que
en manos del Estado estará la mayor parte de la economía, todavía insiste en que respetará
la economía y propiedad privada, seguramente buscando que la población apruebe su
proyecto constitucional. En todo caso, en la convocatoria al Pacto Social, con el objeto
de insertar este tema en la discusión, se propuso la consideración de varios principios
económicos relacionados fundamentalmente con la participación del Estado, antes que
un modelo económico alternativo, que de hecho conlleva una carga ideológica, que no
correspondía definir a la Iglesia.
Sin embargo, en el documento de la Iglesia existe un juicio de valor al respecto, señalando que
“se trató de estructurar un Capitalismo de Estado, que fue incompleto
y distorsionado en la realidad, beneficiando tan sólo a un grupo social en
el que estaban los propios empleados, los ejecutivos, dirigentes políticos
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Flavio Machicado Saravia
Sin embargo, para evitar que este principio sea simplemente enunciativo, y que pueda dar
lugar, en la práctica, a varias interpretaciones y maniobras políticas, se establecieron varios
CRITERIOS, que constituían los límites dentro de los se debería moverse el Estado y
los actores económicos involucrados, según sea el caso, a fin de que el principio pueda ser
efectivamente materializado. Estaríamos hablando básicamente de las competencias y los
límites que tendrá el Estado en el marco del Modelo Económico, de tal manera que los
actores sociales tengan la certidumbre hasta donde debe llegar su actuación, así como las
responsabilidades que deben cumplir en la sociedad. En nuestra realidad, tan pronto como
se organiza el sector privado para realizar una actividad, surge la amenaza de la intervención
directa del Estado, creando confusión e inseguridad económica y jurídica. En un pacto social,
de la naturaleza que se quería realizar en el país, ya no tenían cabida Políticas de Estado
distintas a las establecidas, con lo que se insertaría la visión del largo plazo, que no existe
para nada.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En términos generales, este CRITERIO también tiene que ver con una función sustantiva
del Estado, que se refiere al control en el manejo de sus recursos, cualesquiera que fuera
su origen, es decir, tributarios, de préstamo, pago de servicios, etc. para lo cual si bien
existe un mecanismo institucional especializado y una ley (SAFCO) que aparentemente
sirve para ejercer el control del uso de los recursos, el esquema se debilita en el momento
en que se tiene que aplicar la sanción a quién haya cometido un delito o una negligencia
administrativa, que es cuando debe actuar otra institución, como es el Ministerio Público,
cuya eficiencia e idoneidad está en manos de personas generalmente incapaces, con fuertes
compromisos de índole política. Por ello, también forma parte de una de las problemáticas
identificadas en este documento.
El tercer CRITERIO tiene que ver con la regulación, cuyo alcance sigue siendo poco
comprendido, peor aún cuando se trata de su marco institucional, donde los propios
reguladores y regulados no acaban de entender la naturaleza y la importancia que tiene
esta función pública en favor de la sociedad. En el documento de la Iglesia, existe el
simple enunciado: “Regulación de las empresas monopólicas y de servicios
públicos”, con el objeto de que se discuta esta función, que es inherente al Estado,
especialmente en una economía de libre mercado, pero cuya gama es muy amplia y variada.
Por una parte están los servicios públicos, donde puede haber monopolios naturales, los
servicios financieros, donde hay oligopolios y donde el ahorro de la sociedad debe ser
considerado un bien público, como lo es la estabilidad financiera, la biodiversidad, el medio
ambiente y el aprovechamiento de los recursos naturales, evitando tecnologías inadecuadas
y procurando su sostenibilidad en el caso de recursos naturales renovables.
293
Flavio Machicado Saravia
En general, en una sociedad donde rige este principio, el Estado debe garantizar el
cumplimiento de todo tipo de contratos que realizan las personas naturales o jurídicas
entre sí, cualesquiera que fueran su naturaleza o forma, así como también los contratos que
suscribe el propio Estado con la sociedad civil. De esta manera es como debe concebirse
la regulación, como una de las tareas más importantes del Estado, al servicio de la sociedad,
cumpliendo y haciendo cumplir las normas definidas para el ejercicio de las tareas que
corresponden al desarrollo de cualquier actividad.
Sin embargo, dado que en ciertos círculos sociales y políticos, la regulación fue cuestionada
severamente y vista con desconfianza, en el documento de la Iglesia se propuso un
CRITERIO relativo al mecanismo institucional, a fin de que esta tarea no se desvirtúe en
el futuro. Por esta razón, es importante detenerse en este punto y analizar la propuesta que
hizo la Iglesia sobre este aspecto: “Sistemas de Regulación con independencia
de gestión, tuición del Ejecutivo en el cumplimiento de las políticas y
control del Legislativo en el cumplimiento de su función específica”.
Con el objeto de que en el Congreso exista una opinión con mayor ponderación y
aproximación de la realidad económica del país, que ayudaría además a la población y a los
actores económicos a comprender mejor la coyuntura y la marcha del modelo económico,
lejos de la demagogia y del interés político partidario, la Iglesia propuso otro CRITERIO,
como es la necesidad de introducir un mecanismo institucional independiente, que goce
de toda la credibilidad pública. Se trata de la “Creación de un Comité Económico
de asesoramiento al Poder Legislativo, independiente y compuesto
por 5 personalidades elegidas en el campo de la economía por 2/3 de
votos del Congreso, propuestos por los firmantes del Pacto”. “El Comité
Económico, emitirá anualmente un dictamen público sobre la ejecución
y formulación del presupuesto y de sus repercusiones sobre el resto de
las variables económicas”.
Como se ve, la intención es crear un mecanismo institucional muy sencillo, que retorne la
confianza de la población en torno al modelo económico, de manera que, con un mayor
grado de credibilidad, la población asuma comportamientos en el campo de la economía,
que no dependan del tutelaje del Estado, sino de su percepción respecto al mercado, de
acuerdo a sus propias expectativas e intereses. El apego a que las soluciones a los problemas
provengan siempre del Estado, ha esterilizado a los entes sociales, evitando una adecuada
percepción del mercado, donde existen amenazas, pero también oportunidades.
No hay duda, que uno de los problemas más sensibles en una economía de libre mercado,
es la fijación de los precios, lo que origina conflictos sociales y políticos, generalmente
294
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
graves y excluyentes. Ese era el caso del precio de las divisas extranjeras, especialmente del
dólar americano, por la alta dolarización de la economía y nuestra dependencia comercial
y financiera externa. De esta manera, toda vez que tenía que haber una devaluación de
nuestra moneda, había crisis política y social, que finalmente fue solucionada con el Bolsín,
donde todo el mundo cree que el valor de la divisa la fija el mercado y, por lo tanto, nadie
hace problemas, ajustando su economía de forma normal y sin ninguna protesta.
Pero también está el precio de los carburantes, que causa iguales fenómenos perturbadores
que cuando, en el pasado se ajustaba el valor de la divisa norteamericana. Pero en este caso,
la situación tiene sus variantes, ya que al no reajustar el precio, esto implica una subvención
que el Estado no puede soportar en el largo plazo, como ocurre en la actualidad. No hay duda
que el precio de los carburantes, al igual que el de la divisa tiene efectos sobre el conjunto
de la economía, aunque en este caso hay aspectos muy puntuales. En el caso del GLP, si bien
se afecta directamente a la economía popular, cada vez más empobrecida y desocupada,
con la subvención también se está beneficiando a los consumidores de los países vecinos, al
menos, a nivel de la frontera, donde los precios relativos le son exageradamente favorables.
En todo caso, se trata de una presión popular que se manifiesta en las calles, por lo que al
gobierno no le quedan muchas alternativas.
Con la subvención al precio del Diesel, se beneficia mayormente a los productores de soya
y productos agroindustriales, cuya producción mayormente se exporta, ejerciendo también
una presión para que el precio de este carburante siga siendo subvencionado, al igual que
lo hacían las empresas mineras con las tarifas ferroviarias. En todo caso, las subvenciones
afectan a la economía pública, puesto que el Estado tendrá que destinar, por este concepto,
una proporción creciente de la recaudación de impuestos, que es bajo y tiene un límite.
Por estas razones, la fijación de los precios constituye una problemática, que debe ser
encarada por toda la sociedad, ya que el libre juego del mercado es insuficiente, peor
aún, no tiene la capacidad, por sí solo, de resolver este problema. Pero para no caer en el
otro extremo, donde se impondría la discrecionalidad absoluta, esta problemática, como
parte del pacto social, tiene que convenir, de acuerdo a la metodología utilizada, sobre
algún PRINCIPIO general, por lo cual la Iglesia propuso el siguiente: “El precio de los
servicios públicos, de empresas monopólicas y de los bienes considerados
como esenciales será regulado por el Estado. El resto de los bienes y
servicios serán fijados por el mercado”.
Como el tema es muy amplio y no puede fijarse fácilmente un criterio general, puesto
que existen riesgos y consecuencias sociales, en el documento de la Iglesia se propusieron
los siguientes CRITERIOS, que fijan los límites para la aplicación del principio sugerido,
de manera que todos los entes sociales, sean consumidores o productores, tengan mayor
claridad sobre este delicado asunto: El primer criterio propuesto fue el siguiente: “La
forma de fijación de los precios de los servicios públicos, se determinarán
mediante ley expresa”. En segundo: “El precio de los bienes producidos
por empresas monopólicas, será regulado de acuerdo a las prácticas
internacionales existentes”.
Es decir, para el caso de los servicios públicos, esta claro que la fijación de precios tenía
que ser aprobada por el Congreso, de modo que exista una ley que represente el consenso
de la sociedad representada en este Poder del Estado. Se entiende que con esta ley, el
inversionista nacional o extranjero, recibirá una retribución justa por su inversión, sin que
295
Flavio Machicado Saravia
existan ventajas adicionales, ya que ello representa un costo social que repercute en la
sociedad en su conjunto. De este modo, al reiterar nuevamente este concepto, se busca
que la población asuma esta situación, evitándose los conflictos sociales y políticos que
se observan en el presente, los cuales han sido permanentes, toda vez que han habido
reajustes de precios, dando lugar a trastornos sociales como la famosa “guerra del agua” y
otros más de este tipo, con consecuencias muy graves, sin que se haya resuelto el problema
de fondo, que es la provisión universal de los servicios básicos.
Con este principio y criterio, se supone también, que la población entenderá que el operador
de un servicio público, al mismo tiempo que no puede perseguir ganancias que excedan
ciertos niveles, tampoco será el que subvencione el consumo de aquellas personas que no
tienen recursos para acceder a este servicio. Para eso está el Estado, quién de acuerdo a
sus posibilidades tendrá que asumir esta responsabilidad, a nombre de la sociedad en su
conjunto, mediante una subvención directa, lo cual tampoco es tan sencillo.
En el caso de los bienes esenciales, donde se supone que existe una clasificación, como,
por ejemplo, el caso del pan o del transporte público, el criterio propuesto propone una
metodología, indicando que “La forma de fijación de los precios de los bienes
esenciales, se determinará de acuerdo a las instancias administrativas
correspondientes, bajo los principios de equidad, economía y solvencia
publica”. En general, aunque las instancias administrativas correspondientes son
los Municipios, se trata de un asunto público que no puede estar al margen del pacto
social, ya que se trata de los precios de los bienes que forman la canasta familiar, que
tienen una incidencia social y política muy grande, especialmente en un país con tan altos
índices de pobreza. Por esta razón, como el Estado no debiera producir directamente
estos bienes, ni subvencionar su consumo, se prevén algunos principios que deben ser
tomados en cuenta, a la hora de fijar los precios, de manera que no exista, discrecionalidad
ni presión alguna, tanto de productores como de consumidores. Se trata de un asunto
muy delicado, empezando por la definición de lo que se entiende por bienes esenciales.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
año demandan atención a sus pliegos salariales. De lo contrario hay que negociar con cada
gremio en particular lo que representa un desgaste político y administrativo, que involucra
pérdida de tiempo y energías, que se deben utilizar para avanzar en la solución de los
problemas de fondo, que es mejorar la oferta y el empleo.
Finalmente, como un criterio adicional relacionado con la competencia del Banco Central
en materia de intervención en el campo de la Política Económica, se sugiere dotarle de
todo el poder necesario de intervención, cuando el umbral de la inflación llegue a ciertos
límites, evitándose de este modo la presión política que pueda haber sobre el Ejecutivo, que
siempre ha sido más vulnerable. De este modo, se sugiere lo siguiente: “La autoridad
monetaria deberá intervenir, como corresponde, cuando el índice de
precios rebase un umbral del 10 por ciento”.
297
Flavio Machicado Saravia
En Bolivia, la política salarial jugó un papel clave en la política económica, tal como se vio en
nuestra estructura económica, dada la participación laboral en las actividades productivas,
tan intensivas en mano de obra y en el empleo público, donde el Estado estuvo a cargo, en
forma directa, de un tercio del producto. Aún ahora, donde la economía informal tiende a
desplazar a importantes contingentes laborales, los mismos que junto a la reducción de la
empresa pública, que se quiere nuevamente reflotar, los asalariados ya no tienen el peso
político y social que tuvieron hace poco menos de 10 años, la política salarial sigue siendo
sensible a los movimientos sociales y políticos, especialmente en los sectores laborales
orientados a la educación y la salud pública. También tiene importancia en los sectores
manufactureros orientados a la exportación, donde el problema de la competitividad es
muy sensible.
Para cumplir este propósito, se propuso los siguientes CRITERIOS, dentro de los cuales
se debería manejar la política salarial en el futuro: En primer lugar, se debería acordar que
“Anualmente se reajustarán los salarios en función del Índice de Precios
al Consumidor de Bienes Básicos, que componen la canasta familiar”.
Criterio, que si bien resulta obvio, no lo es tanto, en función de la experiencia, ya que
anualmente las organizaciones laborales presentan sus pliegos de ajuste, partiendo de
sus propias apreciaciones o cálculos basado en su propia canasta de consumo básico, lo
que da lugar a la generación de expectativas falsas y discusiones desgastadores entre las
organizaciones laborales y el gobierno, lo que representa un esfuerzo colectivo estéril.
Por lo tanto, es mejor convenir, primero, en un “metro universal” con el que todos
estén de acuerdo, planteando, en consecuencia, el segundo criterio: “El Índice de
Precios al Consumidor de Bienes Básicos será determinado y revisado
periódicamente por el INE, con el concurso de un Comité Tripartito
compuesto por el Poder Ejecutivo, Trabajadores y Empresarios”.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
En el terreno privado, con la idea de que los reajustes salariales no causen problemas
empresariales, poniendo en peligro la estabilidad laboral y el desarrollo de la actividad
productiva privada, se propuso un cuarto CRITERIO, de manera que en las negociaciones
salariales prime un ambiente de racionalidad y de equidad, hasta donde sea posible: “Las
empresas establecerán mecanismos de información periódica sobre los
resultados de la empresa, a objeto de establecer una política salarial en
función de la productividad laboral, determinándose los criterios que
deberán ser negociados en cada caso”.
En complemento al punto anterior, se propugna la participación del Estado en el campo de
la capacitación laboral, comprometiendo a los empresarios, quienes participarían de forma
directa al estar incentivados por vía de los tributos, en el entendido que constituye un
subsidio público en favor de los trabajadores, pero involucrando los tributos a las utilidades
de las empresas. De este modo el quinto CRITERIO fue enunciado de la siguiente manera:
“El Estado organizará un programa de capacitación laboral amplio para
empleados (as) y trabajadores (as), cuyo costo será compensado con cargo
al tributo a las utilidades de acuerdo a reglamentación específica y cuya
modalidad beneficiará tanto a hombres como mujeres, indistintamente
de su origen étnico y edad”. Se hace mucho énfasis en los problemas de género y en
la no discriminación étnica, colocando explícitamente ambos conceptos.
Como se ha observado hasta el momento, los temas relacionados con los diversos campos
de la economía, en los que la presencia del Estado es relevante, deben constituir parte
de un pacto social, a objeto de que la relación entre la sociedad y el Estado no esté en
permanente tensión, como ha sido siempre en el pasado. Se trata de disminuir áreas de
conflicto, de manera que tanto la Administración (Poder Ejecutivo), como los diferentes
actores económicos y sociales, se aboquen a la realización de sus tareas específicas, dentro
de los márgenes que fueron acordados, de modo que los costos y beneficios colectivos se
compensen de alguna manera y no estén en pleno conflicto.
299
Flavio Machicado Saravia
Por esta razón, el primer CRITERIO que deberá tomarse en cuenta toda vez que se
trate este tema es que “Los gastos corrientes de los tres Poderes del Estado,
deberán estar en función de una estructura ideal, que será diseñada
para el efecto, pudiendo incrementarse solamente en función del Índice
General de Precios al Consumidor”. En otras palabras, se trata de crear una
organización, que más que ideal, se conserve en el tiempo, evitándose reformas buenas o
malas en cada gobierno, de acuerdo a los intereses políticos o personales, lo que implica una
organización de los órganos del Estado por mucho tiempo, determinándose, al mismo, su
respectivo costo, que como se establece solo deberá ser reajustado en función del proceso
inflacionario. Este es un tema que requiere un acuerdo, ya que de lo contrario seguirá
siendo motivo de discusión pública, el sueldo del jerarca o del portero, sin importar mucho
la eficiencia o el carácter y la calidad del servicio público.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
un tercer CRITERIO, con el objeto de acordar una mecanismo institucional que cumpla la
tarea de vigilar la vigencia de la organización institucional del Estado y su coherencia con las
necesidades de la sociedad, proponiendo los cambios o reajustes necesarios. De este modo,
se evitaría la discrecionalidad y las arbitrariedades a las que ha estado sujeta la organización
del Estado, en todo los tiempos. De este modo se sostiene que: “Se establecerá
para cada Poder del Estado, un Comité de Organización Administrativa
compuesto por 5 personalidades, de la mayor calificación profesional
posible, para que, en el plazo de tres años, elabore una propuesta de
organización, estableciendo sus órganos, funciones, competencias y
mecanismos de gestión. Dichos Comités serán nombrados por 2/3 de
votos del Congreso, propuestos por los firmantes del Pacto”. Obviamente,
el tema de las Autonomías no había adquirido la actual relevancia que tiene, lo cual tendría
que ser considerado.
Dentro del concepto anterior, pensando siempre en que el tema tributario es muy sensible
y de difícil solución, con el propósito de que pueda llevarse a cabo una política tributaria
que cumpla con los principios propuestos, se plantea que “La reforma fiscal deberá
ejecutarse en un período de diez años, tiempo en el que se deberá
alcanzar la solvencia del Estado boliviano, de manera que a partir de esa
fecha ya no se requiera la asistencia internacional, al menos para cubrir
parte importante de la inversión pública”.
301
Flavio Machicado Saravia
LO SECTORIAL
Una vez planteadas las primeras cinco problemáticas relacionadas con los instrumentos
básicos que utiliza el Estado en el campo económico, la propuesta ingresa al complejo
y pedregoso terreno del cultivo de la hoja coca, debido a que es un aspecto de la
realidad que no puede dejarse de lado. Por el contrario, mientras exista demanda para
el consumo de cocaína, este cultivo seguirá siendo una PROBLEMÁTICA, por sus
connotaciones de diversa índole e importancia, tanto nacional como internacionalmente.
Sin embargo, no todo el cultivo de la hoja de coca representa un problema que debe
resolverse, por el contrario, parte de su existencia tiene importantes implicaciones
culturales y medicinales y hasta puede dar lugar a usos industriales interesantes y útiles para
la sociedad. Por este motivo, en el documento de la Iglesia, la producción excedentaria se
reconoce como problemática, indicando precisamente: “Parte del cultivo de la hoja
de coca, se destina a la producción de estupefacientes”. En otras palabras,
se deja de lado aquella producción que se destina al consumo doméstico, sea en forma
de hoja, industrializada o para fines medicinales, que efectivamente no constituye ninguna
problemática para la sociedad.
302
Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Como la situación requería una definición más próxima a la solución del problema, se
propuso la adopción de otro CRITERIO, en tanto se realice el mencionado estudio:
“De común acuerdo, entre el Estado y los productores, se determinará
las condiciones que deberán haber en las zonas productoras de la hoja
de coca, en tanto se realice la mencionada cuantificación del mercado,
de manera que no se produzca un excedente que pueda ser destinado
a la producción de estupefacientes”. Proponiendo además que se acuerde un
mecanismo con la participación de los productores, los cuales junto con los mecanismos
del Estado tendrían que ejercer una especie de autocontrol sobre los cultivos considerados
excedentarios. Este CRITERIO, propuesto por la Iglesia dijo lo siguiente: “Para el
efecto, los mecanismos institucionales del Estado, al margen de realizar
sus tareas de control determinadas por la Ley, apoyarán a los productores
para que ejerzan el auto control respectivo”.
Estamos hablando de un momento en el que las fuerzas políticas ligadas a los productores
de la hoja de coca, no representaban un poder político relevante, de modo que si se hubiera
dado el pacto social, con la presencia de los líderes del Movimiento al Socialismo (MAS) y de
su líder Evo Morales, ahora Presidente de la República, probablemente se habría avanzado
un importante trecho en esta materia. En todo caso, hay que hacer notar que la posición
del MAS en este campo, aparentemente, coincide con el hecho de enfrentar al narcotráfico,
proponiendo una acción de auto control de parte de los productores, tal como lo sugirió
la Iglesia en su momento, aunque este cultivo se ha extendido peligrosamente. Además, en
coincidencia con la postura ideológica de este partido que está gobernando, se propuso
otro CRITERIO sobre el cual se tenía que acordar, como es el de la revisión de la
Ley 1008, que de por sí resulta bastante compleja, por las implicaciones internacionales,
especialmente con los Estados Unidos de Norteamérica. Pero hasta el momento, no se la
revisó, ya que resultaba más ventajoso vulnerarla de hecho, así como expulsar a la DEA,
como parte de una demostración de fuerza con el país del norte. La idea que estaba detrás
y que hubiera sido muy útil en este momento, ya que la batalla por el cambio de la Ley en
el Congreso no resultaría fácil, era la necesidad de regular mejor el mercado del consumo
directo de la hoja de coca, su industrialización, así como la comercialización de la cocaína
para fines medicinales. En ese sentido el documento de la Iglesia sostiene: “Una vez que
se establezca la dimensión del mercado, se procederá, de común acuerdo,
a la revisión de la Ley 1008, a objeto de adecuarla a la nueva situación”.
303
Flavio Machicado Saravia
Pero también era necesario complementar el principio anterior, a fin de no dejar cabos
sueltos en cuanto a la propiedad de la tierra, que tenía que quedar explícita, para lo cual
se propuso un primer CRITERIO, en el siguiente sentido: “Se acepta la propiedad
privada y el mercado de tierras, dentro de los marcos y límites establecidos
por Ley”. Aclarándose además, mediante un nuevo criterio complementario, indicando
que también “se acepta otros tipos de propiedad, como la colectiva, que
deberá estar especificada expresamente por Ley”.
Se trata de tema bastante delicado, donde concurren todo tipo de actores sociales
y económicos, a los cuales se les quiere dar un tratamiento especial o privilegiado, en
circunstancias en que el Estado es muy débil institucional y financieramente como para
realizar cualquier emprendimiento en esta materia. En todo caso el reconocimiento de la
existencia de un mercado de tierras, sería un avance en materia agraria, puesto que en el
caso de la pequeña propiedad campesina existe una prohibición expresa, que lo limita en su
desarrollo comercial, en la obtención de créditos o venta a terceros, obligando al campesino
a la fragmentación permanente de su propiedad. En cuanto al resto de la propiedad agraria
si bien existe un mercado, todavía es incipiente y no está adecuadamente regulado, ni
controlado por el Estado. El Referéndum, que aprobó una limitación de la superficie agrícola
a 5.000 has, constituye una limitación arbitraria, que no tiene la más mínima racionalidad,
desde el punto de vista técnico.
Como un criterio complementario al anterior, pese a que existía la norma establecida que
fijaba un plazo para concluir con el proceso de saneamiento, que era de diez años, en el
documento de la Iglesia nuevamente se platea un nuevo plazo, en el entendido que el pacto
le daba a este proceso de saneamiento la fuerza y el apoyo necesario para concluirlo. De
este modo se plantea: “En los próximos diez años, como máximo, deberá
sanearse la propiedad, para lo cual se ajustarán los diferentes órganos
existentes del Estado, así como las normas pertinentes”.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Con este propósito, se propuso un primer CRITERIO que estaba destinado a evitar que
cualquier gobierno que surja del voto popular, cualesquiera que fuera su proporción, no den
lugar a la inconformidad y al conflicto. De este modo este criterio expresaba lo siguiente:
“Los Gobiernos, cualesquiera que fuera su representación parlamentaria,
deberán realizar una consulta directa a la población en edad de sufragar,
toda vez que decidan adoptar una política tendiente a su explotación, a
través de terceros y a su exportación, en forma de materia prima”.
Para aclarar aún más este concepto, se propuso anticipadamente la figura del Referéndum,
que fue impuesto por las fuerzas sociales, incorporando esta figura jurídica en la anterior
Constitución, junto con la Asamblea Constituyente, que representa una aberración jurídica.
En efecto, el documento de la Iglesia indicó en aquel entonces: “La consulta directa
se realizará mediante un Referéndum, para lo cual el Estado deberá
difundir la suficiente información pública, sin ejercer influencia de
ninguna naturaleza, contratando a una empresa especializada en forma
pública y transparente”.
305
Flavio Machicado Saravia
Aún más, para evitar políticas que constituyan altos costos sociales, que generalmente se
manifiestan a través de generosos tratamientos tributarios, con tal de atraer inversiones
externas, en el documento de la Iglesia se propone acordar un criterio general válido
para cualquier circunstancia: “La política tributaria, en términos generales, no
podrá ser diferente en la forma y monto de la que existe en el ámbito
internacional, precautelando el principio de igualdad, de manera que no
represente un costo social adicional, pretextando nuestra condición de
menor desarrollo relativo, en el marco de la seguridad jurídica y beneficio
económico mutuo”.
La crisis económica por la que en ese momento atravesaba el país, constituía una clara
PROBLEMÁTICA que tenía que ser encarada dentro de ámbito de un pacto social.
Por este motivo en el documento de la Iglesia se la definió de la siguiente manera: “La
crisis económica, en un contexto internacional adverso, está dando lugar
a un debilitamiento del aparato productivo del país, que requiere de un
apoyo público general y selectivo que no constituya privilegio particular
alguno”. Ciertamente, la crisis estaba provocando mucha tensión social, la misma que no
disminuyó pese a que a partir del 2005, se vivió un boom económico sin precedentes, que
no durará para siempre.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
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Flavio Machicado Saravia
Como se trata de una aproximación entre actores sociales y económicos y el Estado, para
definir de qué manera nuestro país se insertará con las demás economías, con el fin de
que este tema sea tratado como una Política de Estado, o sea con una visión permanente
y de largo plazo, se propuso la adopción de dos CRITERIOS : Por una parte, para que el
tema no sea tratado únicamente por el aparato burocrático, cuya composición y estabilidad
es relativa, se propuso la creación de un mecanismo institucional, que sería válido para
cualquier circunstancia como la que se tenía en aquel ,momento: “Se creará un Comité
de Consulta permanente con el concurso del Estado, los empresarios
organizaciones laborales, campesinas y de mujeres, antes de establecer
cualquier tipo de negociación comercial en el entorno del ALCA”.
Por otra, con el fin de darle el mayor sustento jurídico posible, se propuso lo siguiente: “Este
Comité deberá ser creado por norma, estableciendo sus competencias y
atribuciones, que será convocado una vez al año y, todas las veces que
sea necesario. El Comité velará que se analice el impacto de los acuerdos
sobre los diferentes grupos económicos y sociales (indígenas, mujeres,
niños/as) de manera que éste sea claro y positivo en cada uno de los
casos”.
LO POLÍTICO
El PRINCIPIO definido para enfrentar esta problemática, visto como la única forma para
restablecer la legitimidad de los partidos políticos se expresó muy claramente en el documento
de la Iglesia: “Democratización de los partidos políticos y ampliación del
derecho de asociación política”.
Como esta establecido en la metodología, también en este punto era necesario establecer
algunos CRITERIOS, que en el presente caso eran más bien operativos, aunque se
establecieron algunos aspectos que de hecho eran complejos de cumplir:
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Como se trata de una problemática y un principio general, pero que abre las puertas a la
participación ciudadana actualmente en boga, los CRITERIOS definidos para enfrentarlos
insinúan algunos caminos como los siguientes:
Ampliación de los mecanismos de consulta al pueblo a través del
mecanismo del Referéndum y de la iniciativa legislativa, en el marco de la
norma que corresponda.
Determinación de criterios que definan los temas que deben ser motivo
de consulta, en el marco de la norma determinada para el efecto.
Establecer los procedimientos que tiene la sociedad, como determinado
número de firmas para calificar un asunto como tema de consulta popular.
En el momento en el que se planteaba esta propuesta del pacto social, no se había producido
la movilización de masas en Santa Cruz, que logró la Autonomía Departamental en cuatro
Departamentos y la elección directa de los Prefectos, que logró, en un principio, instalar
los 9 Prefectos “seleccionados” por el voto popular, que luego fueron nombrados por el
Presidente de la República, por el mismo período presidencial. En el momento del pacto, la
PROBLEMÁTICA de la descentralización político administrativa, más bien
estuvo enfocada en el plano Municipal, que en el espíritu de la “participación popular”, tenía
que jugar un papel tanto en el desarrollo urbano como en el económico local. Papel que
en la actualidad pasó a un segundo plano, peor aún con el planteamiento de las autonomías
indígenas originarias y la autonomía departamental. De este modo, siendo la concepción
309
Flavio Machicado Saravia
muy diferente, cabría explicar lo que se pensaba en ese contexto, a fin de que el lector tenga
la información correspondiente de lo que ocurría en este campo en ese momento histórico.
En el documento de la Iglesia, al referirse sobre este tema- en términos generales- planteaba
la problemática, en los siguientes términos: “El proceso de Descentralización se
encuentra en una etapa que requiere de una mayor toma de conciencia
pública y de apoyo Estatal”.
Los Municipios, en el largo plazo, tenían que ser el referente básico del desarrollo y de
los asentamientos poblacionales, donde la vocación productiva local se definiría en función
de los recursos naturales disponibles y no de la actual dependencia político administrativa
departamental, cuya definición e intereses podría obedecer a otros CRITERIOS.
En ese sentido la unión de municipios con una dotación similar de recursos naturales,
cultura y raza, podría dar lugar a la conformación de territorios más homogéneos que
en el presente. En ese sentido el documento sostenía lo siguiente: “Se acelerará y
apoyará al proceso de mancomunidad municipal, con objeto de contar
con unidades territoriales afines en los aspectos étnicos, culturales y de
vocación natural, por mencionar algunos aspectos”.
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
LO INSTITUCIONAL
En materia institucional, el tema de la independencia de los poderes públicos y su
estructura, constituye una PROBLEMÁTICA, por sí misma, muy compleja e importante,
tanto para el desarrollo democrático, como para la protección de los derechos individuales
y colectivos, ya que a través de su permanente “hipoteca” con el Poder Ejecutivo,
simplemente no tiene vigencia la Constitución y, mucho menos, el Estado de Derecho. De
esta manera estuvo concebida esta PROBLEMÁTICA en el documento de la iglesia:
“La falta de independencia, estructura y composición del poder judicial,
constituyen las principales trabas por las que la aplicación de justicia esté
permanentemente cuestionada y merezca la desconfianza generalizada
de la población”.
De este modo, el PRINCIPIO enunciado en torno a esta PROBLEMÁTICA resultaba
obvio, tal como se reitera en el documento de la Iglesia: “El Poder Judicial gozará
de independencia, respecto a otros Poderes del Estado, como forma de
garantizar la vigencia plena del Estado de Derecho y la administración de
la justicia a favor de la población”.
A fin de excluir en el proceso de nombramiento a los otros Poderes del Estado, propuso que
“Las propuestas para el nombramiento de los actuales cargos en acefalía
procederán de los respectivos Colegios de Abogados, de la sociedad civil,
Partidos Políticos y de las organizaciones firmantes del presente Pacto”.
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Flavio Machicado Saravia
Finalmente, en el caso del Ministerio Público, cuya independencia también sigue en tela de
juicio, se planteó que “Se jerarquizará e independizará la acción del Ministerio
Público para que defienda los intereses de la sociedad y del Estado, sin
interferencias del Poder Legislativo”.
Al igual que en el caso anterior, la PROBLEMÁTICA en torno al Poder Legislativo
estuvo enfocada en los mismos términos, planeándose un párrafo bastante claro, con
relación a lo que acontecía: “La falta de independencia del Poder Legislativo
y su actual mecanismo de aprobación de las Leyes, hacen que las
fuerzas políticas del gobierno y la oposición se concentren en torno a
sus intereses, dando lugar a enfrentamientos, antes que a discusiones
y acuerdos que favorezcan a los intereses del bien común, debilitando
su imagen pública hasta límites sociales peligrosos para la convivencia y
estabilidad democrática”.
Pese a que actualmente este tema ha sido resuelto eliminando al sistema de regulación
para llevar nuevamente la función reguladora dentro de cada Ministerio, en el entorno
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
vigente en el momento que se plateaba el pacto social, era un aspecto institucional que
obligadamente tenía que ser discutido ampliamente. Aún en el contexto actual se deberá
reflexionar mejor este aspecto, con serenidad y mayor conocimiento respecto a su alcance
social y protección de los intereses de la sociedad y del Estado.
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Flavio Machicado Saravia
3. A Título de Conclusión
Es evidente, a todas luces, que nuestro país, por la dinámica social y política que ha adquirido
en los últimos tiempos, especialmente con el advenimiento del actual gobierno, cada vez se
está sumergiendo en un terreno en el que la confrontación de intereses rebasa el mundo
de lo económico, para entrar en una lucha por el poder político, donde las etnias y las
regiones, se presentan como las principales protagonistas de un posible enfrentamiento
entre bolivianos. Lo curioso es que son nuevamente las fuerzas externas y los grupos
factuales de poder, esta vez encubiertos en organizaciones no gubernamentales u organiza
ciones sociales, los que se han colocado en diversas trincheras, para dar lugar a una guerra
de baja intensidad, para imponer su criterio o para conformar un país de acuerdo a sus
propios paradigmas e intereses, naturalmente, procurando no salirse de la “formalidad” del
juego democrático, que les resulta difícil disimular. Entre tanto, se está concientizando a los
grupos sociales más desposeídos para dar el golpe ideológico final, pretendiendo instaurar
el llamado “socialismos del siglo XXI” cuyo alcance y viabilidad todavía está por verse.
Sin embargo, este no parecería ser el camino más adecuado, ya que un proyecto de este
tipo, si bien sería fácil iniciarlo, no se sabe como terminaría, dada la constelación de factores
o las fuerzas internas y externas existentes. En este contexto, el apoyo externo que se
está brindando, no tendría el mismo efecto que tuvo durante la guerra fría, donde los
proyectos revolucionarios pudieron subsistir gracias al apoyo financiero y de todo tipo, que
brindaban las potencias hegemónicas a quienes se arrimaban a su bando. Es decir, el apoyo
del gobierno venezolano, no es lo mismo, ya que su líder, al tener solamente la fuerza basada
en los recursos que le brindan los ingresos del petróleo, tiene un poder muy aleatorio y
dependerá de cómo se desarrollarán los precios y los mercados para este energético en el
futuro, dada la urgente necesidad de buscar alternativas energéticas menos contaminantes,
que son necesarias adoptarlas muy pronto, para salvar de una catástrofe ambiental al mundo.
Pero hay que proyectar la historia, al margen de los actuales episodios, dentro de una
perspectiva de muy largo plazo, para lo cual los bolivianos tenemos que empezar, muy
pronto, a construir las bases en los que se sustentará nuestro futuro, que no puede estar
sujeto al azar, ni al calor de utopías cada vez más alejadas de la realidad. Nuestro futuro,
debe estar en función del esfuerzo que realicemos los propios bolivianos, cualesquiera
que sea su raza, color, condición social y credo, lo que unicamente se podrá lograr en la
medida en que estemos dispuestos a pactar, a fin de establecer las reglas y a organizarnos
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
de manera que podamos convivir en paz y armonía. Definir cómo organizaremos nuestras
instituciones públicas y privadas, para tener seguridad jurídica y el apoyo necesario, para
que cada individuo pueda aportar con su talento y esfuerzo al bien común. Para organizar
la economía de manera de que nadie explote y haga daño a terceros, aprovechando mejor
lo que generosamente nos dotó la naturaleza, transformándola y conservándola para
favorecer a las futuras generaciones. De lo contrario seguiremos confrontándonos entre
bolivianos, para que nadie viva mejor o para que muy pocos lo hagan. El destino, está en
nuestras manos.
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Flavio Machicado Saravia
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Historia Económica de la República de Bolivia (1952-2009)
Epílogo
Aún cuando en el trascurso del libro hay muchas conclusiones, considero necesario una
nueva reflexión, aunque siguen siendo válidas las que se hicieron hace 20 años cuando
fueron escritas, motivo por el cual se las reprodujo nuevamente. Sin embargo, si bien los
acontecimientos de esa época no han cambiado, es casi seguro que la percepción respecto
a algunos temas del pasado han sufrido algún cambio, lo muestra la historia que siempre es
dinámica, como siempre hay nuevas formas de ver una situación; además las apreciaciones
que se hicieron en aquel entonces acerca del futuro hoy en día ya constituyen hechos
concretos. Es por este motivo, que tuve que realizar una revisión de la primera parte del
texto, dejando aquello que sigue presente, modificando algunas apreciaciones en función de
la realidad y de los nuevos elementos que constituyen la permanente trama social y política
que vive el país.
Pese a ello, sigo pensando, que a pesar de los cambios que se observan en el panorama
actual, muchos de los cuales tiene más apariencia que realidad, las conclusiones básicas a
las que había llegado hace 20 años, observando especialmente los comportamientos de los
actores, sociales, políticos y económicos, no han cambiado en lo sustantivo. Los problemas
estructurales siguen vigentes y no se modificarán fácilmente solo porque se cuenta con más
poder político y abundantes recursos financieros acumulados, debido particularmente a los
buenos precios internacionales y al narcotráfico, si a la vez no hay cambios institucionales
efectivos y un cambio de actitud, con valores verdaderamente democráticos.
Este libro esta dedicado a los jóvenes universitarios de ahora, cuyo conocimiento sobre
la realidad nacional es débil y deformado, por el constante bombardeo de propaganda
intencionada y, lo que es peor, por la indiferencia que parece haber, ante tantas oportunidades
de diversión, entretenimiento y tecnología disponible. Sin embargo, pese a que se logra
llamar la atención en la cátedra, esto todavía es insuficiente, falta que la juventud tome
partido por el país y por su destino, dejando de lado otros paradigmas que van más allá de
nuestras fronteras, donde –sin duda- lograrán muchos más éxitos personales que lo que
actualmente brinda esta sociedad, que sólo apuesta a la politiquería y al negocio fácil.
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Flavio Machicado Saravia
I
¿Quo Vadis, Bolivia?
Desde su nacimiento, Bolivia como nación independiente, tuvo una convulsionada vida
política y siempre estuvo atrasada en el tiempo o aislada del mundo exterior. Esta trayectoria
creó desconfianza en su clase dirigente que por lo general promete mucho y no puede
hacer demasiado, dado además por la existencia de problemas estructurales serios y la
limitada capacidad económica que dispone el país. Su historia, llena de fracasos bélicos que
le costaron perder una gran parte de su territorio, le ha creado una mediterraneidad que
ahora se hace sentir más que nunca, y una mentalidad derrotista que convierte al pueblo en
fatalista y rebelde a la vez. Su aislamiento se manifiesta cuando se observa la evolución de
su población, en relación a los países limítrofes.
Ese aislamiento, también se detecta en las corrientes financieras que llegaron a esta parte
del Continente. En efecto, mientras que en 1850 Bolivia tenía más población que Argentina,
Chile y Paraguay, 50 años después la situación se revirtió, con excepción del Paraguay, que
aún hasta el presente sigue teniendo menos población que Bolivia44 Proporcionalmente
en 1850 la población boliviana representaba el 11.5% de la población que tenían los países
que nos rodean. Esta proporción bajó al 5.8% en 1900 y al 3.6% en el presente. Para el año
2000, se estimó que los países vecinos en su conjunto tendrían 280 millones de habitantes,
mientras que Bolivia sólo llegó a los 10 millones. Las corrientes migratorias no llegaron a
Bolivia por razones geográficas únicamente, sino también porque no se planteó una política
poblacional, como ocurrió en la mayor parte de los países que tenían costa.
Las corrientes financieras tampoco tuvieron la misma intensidad en Bolivia como en los
países vecinos. Durante la influencia británica del siglo 19 y los inicios del 20, la inversión
inglesa llegó a Bolivia, entre 1880 y 1913, a 1.139 libras esterlinas por persona; en cambio,
en los países limítrofes ésta había llegado a 25.65345. En 1913 la inversión francesa en Bolivia
equivalía a 11 dólares por persona y a 28 dólares por persona en el resto de los países
vecinos. En la misma época Alemania invirtió un equivalente a 2.5 dólares por persona en
Bolivia; este guarismo subió a 11 dólares en promedio para Argentina, Brasil, Chile, Perú y
Paraguay en su conjunto. La situación no varió con Estados Unidos salvo en 1930, cuando
la ayuda fue equivalente a la de los demás. En 1950 Estados Unidos invirtió en Bolivia 3.6
dólares por persona; en cambio, en el resto de los países vecinos esta cifra se elevó a 20
dólares por persona.
En otros términos: mientras que en los países limítrofes la población aumentaba con fuertes
inmigraciones y potenciamiento económico, proveniente de los centros del capitalismo
dominante en cada época, en Bolivia el proceso fue distinto. En el país se produjo un
estancamiento, que se reflejó inclusive en su tardía inserción en el comercio exterior
cuando se inició el auge de la explotación del estaño.
44 CHEVALIER, Francois, América Latina. De la Independencia a nuestros días, Editorial Labor, S.A., Barcelona, 1983.
45 CHEVALIER, Francois, op. cit.
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Tal vez con el ciclo del estaño el enclave fue más extenso; pero se siguió consumiendo lo
que más se podía del extranjero y de la explotación del trabajo barato en el país. El estaño
abrió las puertas del Pacífico, ya desmembrado para Bolivia. Se tendió la infraestructura
para que pueda salir al exterior y le dio brillo a Oruro. Este enclave, que aún no muere del
todo, dio lugar al origen de corporaciones transnacionales con anticipación y creó reservas
internacionales que en su tiempo fueron estratégicas para salvar la paz y la democracia
del mundo capitalista. Las corporaciones transnacionales tienen ahora su vida propia y
asegurada. Las reservas estratégicas son un estorbo para el que las tiene y para Bolivia, que
a causa de ellas no sabe cómo seguir vendiendo más estaño y a buen precio. Los pueblos del
estaño y quienes trabajaban en él ahora siguen dependiendo de los precios internacionales,
siempre al ” filo de la navaja” y , por lo tanto, siempre con un destino incierto. El enclave
económico culminó su ciclo y aunque rebrotó con el milagroso incremento de los precios,
producto del ingreso de tres economías al mundo de los buenos negocios y del desarrollo,
especialmente de China, las viejas minas del estaño, entre las que sigue disputando la de
Huanuni, persiste la explotación con una tecnología que tiene perspectivas de vivir en
el corto plazo, como puede ocurrir con los precios. Pese a que entramos a la era de la
metalurgia, tampoco podemos ser muy optimistas, ya que los buenos negocios lo siguen
haciendo los que manejan las redes y los mercados, por mucho que el Estado se empeñe en
ser dueño de los hornos y del subsuelo.
Con la exploración del petróleo apareció el gas, y con él surgió una economía más
diversificada y de doble uso: el interno y el externo. Pero el gas no pudo llegar más lejos
que lo que le permitía la economía y la tecnología de que disponían los bolivianos, hasta que
llegó, mucho más tarde, luego de varias idas y venidas, la Inversión Extranjera Directa (IED),
descubriendo más reservas de gas, pero en magnitudes superiores a las que imaginamos,
concibiéndose una nueva quimera, infinitamente más grande que la “Bolivia Saudita” de los
años 70. Sin embargo, hay que decir claramente, que en Bolivia el gas fue en busca de los
vecinos, pero éstos, solo por factores de desconfianza, ya encontraron el suyo o lo obtienen
desde muy lejos, a través de barcos y a un costo cada vez más atractivo. La historia y la
tecnología, ambos, muy estrechamente ligados, nos volvieron a jugar una mala pasada. El
fantasma de la guerra del Pacífico, se unió con el fantasma de la politiquería y el pueblo
decidió ni “una molécula de gas a Chile” y mucho peor, “ni por Chile”. La tecnología, envaso
el gas y se lo puede transportar de donde sea, lo que permite que pueda estar presente en
cualquier lugar, quitándonos fácilmente nuestro carácter de productor estratégico y, lo más
grave, nuestros mercados naturales de consumo.
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En los años 80, la Argentina siguió comprando nuestro gas por compromiso; pero no sabía
cómo pagarlo. Ahora, por otras razones, más que todo demagógicas, nuevamente quiere
comprarnos, aunque existe la duda de que vaya a necesitarlo. Había que salvar al amigo,
engañando a las empresas petroleras para que firmen los nuevos contratos, aunque sea
para ganar tiempo.
Paralelamente al gas y casi como un milagro ‑aunque un mal milagro, por las consecuencias
que acarrea consigo- surgió la coca, y con ella la cocaína. La producción de coca también es
una economía de enclave, Al igual que el gas se nutre de lo que se vende fundamentalmente
en el exterior del país. Su vinculación con el interior del país, no genera una relación
económica y una actividad que luego pueda servir para que Bolivia pueda caminar con
independencia.
Si muere el gas y muere la coca todo lo que está relacionado con alguno de estos productos
morirá también, Para seguir subsistiendo, la economía del gas tendría que generar otras
economías más permanentes, como la teoría que se manejó en 1973: transformar el gas,
que es una energía no permanente, por la hidroeléctrica, que sí es permanente o por un
desarrollo agroindustrial que también tiene iguales connotaciones. Son importantes los
otros proyectos a los que puede dar lugar el gas; pero siempre dependerán de su explotación
y de la magnitud de su exportación, que sea suficiente para que sus componentes tengan los
volúmenes necesarios para justificar una producción competitiva. Pero lo más importante,
no está descartado, que por razones de supervivencia del planeta, esta fuente energética
sea sustituida en el futuro, por otras menos contaminantes. Lo propio puede ocurrir con
el cultivo de la coca que debe evitarse para precautelar la destrucción de la capacidad
productiva de la tierra, que tanto se pregona, como también hay que limitar su evolución
que está condenada por la sociedad, por lo que no podrá perdurar por mucho tiempo, ya
que siembra a su paso destrucción social, corrupción y vergüenza.
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del trabajo del hombre y más de la maquinaria, que avanza en su tecnología a un ritmo
vertiginoso. La robotización está a la vuelta de la esquina. Mientras los cientistas sociales
perdieron el sueño por casi una década, buscando cómo definir a la marginalidad social, ésta
se convirtió ahora en economía informal. De ahí que este tipo de economía sea una especie
de eufemismo de la marginalidad social; sólo que esta vez, se confunde con el empleo que
generan el contrabando y el narcotráfico, o cualquier otra actividad ilegal que no está
registrada formalmente en las estadísticas oficiales. La marginalidad social se transformó en
la economía informal; pero no es el producto de ésta. Sin embargo, la economía informal
puede convertirse en marginalidad social en la medida en que sus fuentes de sustentación
desaparezcan o no tengan mercado.
Las estimaciones realizadas varían según los criterios utilizados. La carencia de censos más
seguidos conducen a aproximaciones que no siempre pueden estar acertadas, En todo
caso el fenómeno del empleo informal es muy importante y cada vez hay más personas
que engrosan sus filas. En 1950 la población en edad de trabajar llegó a 1.4 millones de
personas, de las cuales sólo 42 mil estuvieron desocupadas (3%). El empleo destinado a
servicios llegaba a un 8.8% de la población ocupada. Luego de 26 años (1976) la población
en edad de trabajar aumentó en 241 mil personas. El promedio de aumento fue modesto ya
que mucha población emigró, especialmente a la Argentina, donde ensancharon aún más los
cordones de miseria en Buenos Aires. De esta población que demandaba trabajo, unas 45
mil no fueron ocupadas, por lo que el desempleo se duplicó (5.3%). El empleo total subió a
1.5 millones de personas, de las cuales, casi el 20% se dedicó a prestar servicios. Luego de 9
años (1985) la población en edad de trabajar aumentó proporcionalmente mucho más. Esta
vez 139 mil personas requirieron empleo en circunstancias en que la economía ya estaba en
un proceso declinante. El desempleo subió a 283 mil personas, con lo que en 1985 se tuvo
370 mil personas desocupadas (18% de la población en edad económicamente activa, PEA).
La proporción del empleo en servicios siguió aumentando. Esta vez el guarismo llegaba al
21% de la población ocupada (PO). Lo que ha ocurrido en los últimos años, no se sabe a
ciencia cierta, ya que mientras el gobierno considera que esta creando abundante empleo,
las organizaciones especializadas creen que lo abundante es el desempleo. Es que estamos
viviendo un momento en el que la información, cada vez será un misterio.
El contingente humano que vive en torno a la economía informal, sea ésta legal o ilegal,
como vender baratijas en la calle o hacer contrabando respectivamente, fue aumentando
paulatinamente. Se estima que en 1950 alrededor de 250 mil personas (19% de la PEA)
estarían clasificadas en esta categoría; en 1985 esta actividad ascendió a 870 mil personas,
es decir, a un 42% de la PEA. Sólo en torno a la economía de la coca, hasta la década del
80, en forma directa e indirecta (cultivadores y comerciantes), dependería un 11% de la
población ocupada.
La mala distribución del ingreso, que tiene una explicación estructural, no se modificó en
todo este largo proceso. Sin embargo, la Revolución del 52 y la presencia de los distintos
fenómenos descritos generaron una mayor movilidad social, que se manifiesta con la
presencia de capas medias. Ellas son aún incipientes en su nivel de ingreso, y si bien, hasta
los años 80, no representaban todavía una mayoría, ahora está en pleno ascenso, notándose
su influencia. Esto no impidió que el ingreso siga concentrándose en manos de muy pocos,
así como tampoco evitó un aumento de la pobreza en Bolivia. Hay que reconocer que la
población urbana ya superó en proporción a la población rural, pese a la política denominada
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de “Participación Popular” llevada a cabo en la década de los años 90, ya que la migración
del campo a la ciudad, sigue en pleno proceso, como sigue la lógica económica que da lugar
a una mala distribución del ingreso, donde los bonos del Estado, a la larga, serán un placebo.
Como lo plantea Carlos Machicado Saravia: “ ... la mala distribución del ingreso por eso
requiere para su corrección de medidas también de carácter estructural, que afecten
profundamente las raíces de su permanencia. Ahora ya no se trata solamente de desviaciones
inflacionarias del sistema, sino fundamentalmente de una lucha distributiva en la que la fuerza
de trabajo pugna para incrementar su participación en la economía ya sea directamente o
ya sea por los servicios sociales que pueda obtener del Estado.... Las consecuencias de tal
pugna se revelan a lo largo de los años analizados en este trabajo, donde existen momentos
en los cuales el poder sindical obtiene mayores ventajas distributivas y otros donde la
mayor parte del ingreso es retenida por otras fuerzas sociales. Situaciones que determinan,
en términos del consumo, relaciones de comportamiento en cada caso.”46
Los distintos proyectos de política económica que se plantearon a nivel global dentro del
marco de la planificación obedecen a patrones diferentes de acuerdo a las circunstancias de
cada época. Si bien el proyecto de creación de una burguesía industrial siguió perdurando
en el tiempo, aunque sea de un modo subyacente, los rasgos que contiene cada plan de
desarrollo o estrategia muestran el tipo de preocupaciones dominantes o las actividades
que motivaron a los respectivos actores de la política económica. Sin duda, el primer
intento de esta naturaleza es el Plan Bohan inspirado en una concepción más integral de
la economía, que planteó en los años cuarenta una mayor diversificación económica y una
integración territorial del país. Sin ser explícito en cuanto a los problemas estructurales, en
especial la propiedad de la tierra y el dominio político económico que ejercían los Barones
del Estaño, el Plan Bohan fue un primer intento de planificación global, que pretendió un uso
más intensivo de los recursos naturales. Muchos de estos recursos estaban sin uso o con
insalvables barreras de comunicación que impedían siquiera pensar en su valor económico.
El Plan Decenal, que es el segundo intento de una política global de desarrollo, sólo
sirvió de carta de presentación en la reunión de Punta del Este, donde nació el programa
estadounidense “Alianza para el Progreso”. Este programa, que fue una respuesta a la
Revolución cubana, si bien puso de moda a la Reforma Agraria fue languideciendo y murió
al igual que los “Cuerpos de Paz”, sin anuncio ni explicación alguna. El Plan Decenal fue un
serio intento de cuantificación de la economía boliviana, de análisis de la interrelación entre
los sectores económicos y del papel que jugaría el ahorro externo e interno. Se preocupó
de medir y cuantificar nuestras necesidades, que luego fueron las metas de desarrollo. La
comprobación de que nuestro consumo esencial era bajo y poco ambicioso, mostraba la
cara real de una economía atrasada y pobre. Pero ya sabíamos lo que teníamos que comer
y vestir, y cuánto de cada cosa, y eso era de por sí un esfuerzo serio si hubiéramos querido
lograrlo para cada boliviano.
La Estrategia Nacional de Desarrollo, elaborada años más tarde, era más pretenciosa y
demandaba un plazo mayor. Su preocupación residía en la dependencia y en la marginalidad
social. Es verdad que el Grupo Andino y otras iniciativas integracionistas en el Cono Sur
daban a los estrategas del desarrollo un mayor y nuevo aliciente como para pensar en
algo trascendente. No nos bastaba con resolver el problema del consumo interno, que era
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importante, se quería también tener “pantalones largos” y para ello había que estructurar
una economía de transformación internamente integrada. Para salir de la dependencia se
requería una economía diversificada que se vincule a sus propios sectores económicos,
para evitar una dependencia de las materias primas que vienen del extranjero. También
había que exportar manufacturas para no estar sometidos a los vaivenes del mercado
internacional, que nunca paga bien a quienes sólo exportan sus recursos naturales.Asimismo,
la marginalidad social no se curaba sólo con que la gente viva mejor; era necesario también
buscar formas de organización social para que todos se integren y participen de un proceso
de crecimiento económico, y más aún de desarrollo económico y social.
A mediados de la década del 70 se elaboró otro plan de desarrollo. Se trataba del Plan
Quinquenal, que ofrecía cambios estructurales profundos, especialmente con la creación de
importantes polos de desarrollo:Villamontes,Abapó‑Izozog, Sud‑Este (Metalurgia), Nor‑Este
(ganadería y madera) y Sud‑Oeste (minerales no metálicos). Hablaba de la Reforma Agraria,
del crecimiento, de una mejor distribución del ingreso. En lo económico, proponía todo lo
que se puede encontrar en los textos académicos. Posteriormente, en los años 1983‑84,
se propuso otro plan de desarrollo que recogía la experiencia del pasado, pero que hacía
énfasis en el área de los bienes esenciales de consumo. El plan que sirvió de plataforma
electoral al candidato oficial en las elecciones de 1989, le otorgaba importancia al empleo
y a las exportaciones. Esta es la historia de los planes en cuanto a intención. En realidad, las
cosas fueron distintas, tal como se describió en los diversos relatos de este libro.
Los diversos planes de desarrollo, en la práctica, fueron apabullados por la inversión externa
e interna efectiva, que asignó los recursos donde mejor le parecía, y por las contingencias
políticas, donde más prevalecieron los criterios improvisados o los intereses de la coyuntura.
El último Plan Nacional, propuesto por el actual gobierno, propugna una inversión de más
de 30.000 millones de dólares, de los cuales la mitad deben provenir de fuente externa, sea
pública o privada. Sin embargo, en el marco de una concepción revolucionaria, como único
camino para el cambio, tal como se propugna diariamente, pareciera que esta formulación
no tuviera consistencia. Basta para ello la comprobación histórica.
Para ello, es necesario sopesar nuestra frágil capacidad económica para generar excedentes
que permitan el crecimiento y su respectiva reproducción, sobre todo partiendo de un nivel
tan precario de ahorro interno y de ingreso, que obliga a dar trancos muy grandes, si es
queremos que la población pueda tener, de verdad, acceso a una vida más digna, dentro de
un proceso dinámico e interaccionado. La presencia de bloques económicos que caminaron
dotados del conocimiento tecnológico y de los recursos financieros, está creando un mundo
más competitivo y con serias restricciones a la vez. En este nuevo mundo, si los países no
quieren sucumbir deberán progresar con mayor prisa que antes.
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Habrá, sin duda, dos mundos diferentes y con una reducida interdependencia. El primero,
con una población inclusive decreciente, y con un nivel de vida superior; el segundo, cargado
de población y con un nivel de vida inferior. No será posible hablar más de un mundo
en desarrollo y otro en subdesarrollo. Estos últimos serán simplemente países atrasados,
donde el concepto de subdesarrollo será, como siempre lo fue, un eufemismo de pobreza.
¿Qué pueden hacer estos países, que ahora mismo siguen dependiendo de los recursos
naturales, trabajan en función de las coyunturas y del financiamiento externo? Hay una tarea
con la cual se puede empezar y que está en nuestras manos en mayor o en menor medida.
Se trata del fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas y de la estructuración
de instituciones públicas y privadas que garanticen la estabilidad y el cumplimiento de
determinadas reglas de juego relacionadas con el quehacer económico y social. El Estado
boliviano sigue siendo muy débil y posee, desde hace mucho tiempo, una estructura
humana incapacitada como para garantizar la actual etapa de construcción democrática. Su
fragilidad se hizo más notoria cuando en los años 80 no pudo resistir los embates de las
fuerzas sociales que, en general, sólo querían recuperar sus beneficios perdidos o cuando
la economía mundial entró en una etapa de crisis generalizada.
Estas mismas fuerzas, que fueron movilizadas durante los cuatro años del gobierno de
Evo Morales Ayma, para forzar su proyecto político, aparentemente ahora están quietas o
adormecidas ante la abundancia de recursos provenientes de la buena “racha” internacional
de los precios de las materias primas, la remesas de los bolivianos que se fueron del país para
buscar fortuna en el extranjero y la dinámica de crecimiento del narcotráfico. SIn embargo,
siguen pendientes las expectativas creadas a través de la magia de un posible “cambio”. Aún
cuando hay una participación activa de nuevos actores sindicales y representantes sociales,
en los centros de poder y de decisión política, estos se van debilitando, en la medida en que
no se satisfacen las demandas sociales.
Si fuera posible un ordenamiento institucional, también sería viable una estructuración más
seria de los nuevos partidos políticos que deben surgir, como expresiones representativas,
pero democráticas, lo que no puede ocurrir con los movimientos sociales, que solo podrían
tener una estructura de tipo sindical, que no alcanza para una representación social de escala
nacional. Es peligroso seguir coartando la acción política, ya que si ésta no tiene campo en
la legalidad puede buscar caminos que conducen a la violencia. Las doctrinas políticas del
siglo XX, que se nutrieron de las corrientes de pensamiento del siglo XIX, dieron lugar al
nacimiento de paradigmas, casi todos con contenido. Estos se fueron modificando en la
medida en que surgieron procesos sociales profundos y conflictos sociales que culminaron
en contiendas bélicas que al final dividieron a los seres humanos entre buenos y malos,
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Las corrientes ideológicas del mundo presente también se están modificando, como si
quisieran cumplir el adagio “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. El
mundo irá cambiando, pero tan pronto pudimos salir del borde de un derrumbe nuclear
del que nadie se hubiera salvado, ahora estamos inmersos en la tarea de salvarlo de los
desastres naturales, producto de la destrucción del medio ambiente y del cambio climático,
donde hay una abundante preocupación, pero tambien una excesiva hipocresía.
Por esta razón es posible pensar que en Bolivia, los distintos caudillos políticos, líderes
sindicales y empresariales se verán obligados a ponerse a tono, dando lugar a la unificación de
tendencias, que se traduzcan en lo que quiere el pueblo: mayor y legítima representatividad
para la búsqueda de soluciones colectivas adecuadas. Con esta nueva actitud también daría
lugar a que surjan verdaderos líderes que estén mejor preparados, para aceptar las derrotas
y hacer buen uso de sus triunfos.
La regionalización que tanto conflicto trajo consigo, y hace perder la unidad nacional, como
concepto, quizá esté mejor representada en sus intereses y expectativas cuando elija a sus
representantes, en el marco de una autonomía que represente la construcción de un nuevo
Estado, sin eufemismos, ni maniobras altoperuanas. El gobierno Departamental y Municipal
son buenos ejercicios democráticos y fortalecen a la democracia en su base, pero en la
medida que sus habitantes estén conscientes de sus obligaciones tributarias y ciudadanas,
por lo que será muy difícil que funcionen los demás tipos de autonomías, como la regional
e indígena, por su compleja territorialidad y base de sustentación económica.
Bolivia, pese a sus momentos de buena racha, sigue reducida en su capacidad económica,
en inversa proporción a su dotación de recursos naturales, por lo que necesita tecnología
y financiamiento, lo que implica también capacidad de asimilación y condiciones humanas.
Esto se vió claramente en la última parte del libro, donde se ve que los últimos cincuenta
años, hemos vivido de la deuda y la donación externa. Se trata de una lucha contra el
tiempo. Los recursos humanos de que disponemos todavía deben hacer un gran esfuerzo
por sobrevivir y capacitarse al mismo tiempo.
Por todas las razones expuestas y analizada la política económica, el tan reiterado pacto
social o acuerdo social ‑como quiera llamárselo ‑ no sólo resulta un deseo, sino una
necesidad ineludible. La trayectoria por la que se ha pasado, desde 1952 hasta la fecha, ha
costado episodios de lucha y sacrificio. Mucha gente incluso dio su vida, que era lo único
valioso que tenía, para conformarnos ahora con que la mejor alternativa es el pragmatismo.
Es necesario ser pragmático, hasta es indispensable serlo si se quiere gobernar con eficacia
y rapidez; pero siempre que haya una meta y objetivos sociales que lo orienten.
Las tareas de la Revolución del 52 siguen incompletas y los diferentes logros económicos
pretendidos no se han consolidado. La búsqueda de la solución por el sendero del
Capitalismo de Estado que sucumbió en medio del camino y que pretendió ser sustituido
por una economía de libre mercado, que también está trastabillando por la ausencia de
adecuados actores económicos y sociales, que navegan muy bien en las aguas del rentismo,
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II
Una utopía sobre la
cual se debe reflexionar
El pacto social constituye una utopía; pero cada vez cobra mayor vigencia, especialmente
en nuestra sociedad que es débil y, al mismo tiempo, fragmentada. Quizás este libro ayude
a encontrar una salida. Al menos, en el campo económico hay mucho que reflexionar,
especialmente cuando vemos cómo el deterioro de una economía conduce al descalabro
político social, causando a su paso dolor y miseria. El pacto social, repito una vez más, no
es fácil; pero es necesario, al menos, reflexionar acerca de su necesidad. Por este motivo
concluyo este libro con dos citas del Santo Padre Juan Pablo II, con la seguridad de que su
voz tiene la virtud de llegar al plano de la conciencia:
“La solidaridad tiene sus leyes: requiere que nadie ambicione un papel hegemónico, sino que
al contrario, esté dispuesto a reconocer las funciones de las otras fuerzas y componentes
y acoger de manera constructiva sus aportaciones. Esto vale dentro de cada empresa y
también en el conjunto del proceso productivo y más ampliamente en la vida social’48.
“En el interior de una misma comunidad de trabajo, la solidaridad impulsa a descubrir las
exigencias de unidad inherentes a la naturaleza del trabajo, más que las tendencias a la
distinción y a la oposición. Se opone a concebir la sociedad en términos de lucha “contra”
y las relaciones sociales en términos de oposición irreductible de las clases. La solidaridad,
que encuentra su origen y su fuerza en la naturaleza del trabajo humano y, por consiguiente,
en el primado de la persona humana sobre las cosas, sabrá crear los instrumentos de
diálogo y de concertación que permitirán resolver las oposiciones sin buscar la distinción
del oponente. No, no es algo utópico afirmar que se podrá hacer del mundo del trabajo un
mundo de justicia”49.
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BIBLIOGRAFIA
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La Política Ecónomica
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Norte Sur
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Los Sindicatos en el Esquema de La Revoluciòn Nacional
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Entrevista sobre el Siglo XXI
Ildis
Aspectos Sociales de diez años se ajuste
Jorge Lazarte
Historia de La Cob (1952-1987)
Carlos Lessa
La Política Económica como Proceso
Carlos Lessa
O Conceito de Politica Económica. Ciencia E/Ou Ideologia?
Carlos Montenegro
Nacionalismo y Coloniaje
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America Latina: Economía y Política
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