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A pesar de la presentación nada ortodoxa del taller (o quizá demasiado ortodoxa para un
ejercicio de corte conductual donde la crítica siempre está presente), cabe un fallo a favor
de la necesidad de claridad conceptual y de constructo como una de las tareas básicas de
todo psicólogo dado que nuestra disciplina (soslayando que para algunos no se puede
hablar de la psicología como disciplina dada la falta de confluencia que le caracteriza) tiene
una larga tradición donde se viene adoptando el llamado “lenguaje natural” para abordar los
hechos definidos como psicológicos; ejemplo de esto es el término motivación, el cual no
es un tecnicismo sino una palabra del lenguaje común que requiere, en la medida de lo
posible, traducirse a un proceso psicológico (extraer el fenómeno conductual) equivalente
en funciones con lo que comúnmente se sostiene que es la motivación.
Precede a la acción: ese “algo” ocurre antes de la acción, se cree que antes de que se dé un
comportamiento debe haber, al menos, una motivación.
Se relaciona con lo psicológico: este es un punto digno de prestar atención, por ejemplo,
cuando la persona se dispone a comer no se suele decir “estuviste motivado a comer”, esto
porque las causas son más evidentes y son de orden fisiológico. Pero, como ya advirtió
Skinner, cuando las causas de la conducta no son explícitas se suele recurrir a constructos
mentalistas (Skinner, 1971).
Cabe aquí hacer una advertencia; no es peligroso que una persona no formada en psicología
hable con jerga folclórica — incluso eso hace más eficiente la comunicación entre pares —
pero en ciencia el lenguaje no es folclórico sino preciso. El psicólogo no debería dar el
mismo trato que la gente común otorga a la motivación dado que, si lo hace, no sólo
mostrará carencias teóricas y analíticas, sino que estará desarmado ante uno de los
fenómenos que tendrá que enfrentar a diario de manera casi independiente a su área
profesional; la motivación (atención a su uso como sustantivo) está presente en la práctica
del psicólogo como imperativo, en el área educativa tienes que motivar a los estudiantes, en
organizacional tienes que motivar a los empleados, en clínica tienes que motivar al usuario,
cliente o paciente.
Definiendo la motivación
Ahora bien, si la motivación es una variable intermediaria ¿cómo se puede inferir? Uno de
los métodos es la curva de aprendizaje, dicho de manera simple: si la tarea A se hace de
manera más rápida que B (también se puede utilizar una métrica no de rapidez sino de
precisión) se dice que el sujeto estuvo más motivado para A que para B. Incluso esta es la
lógica que se usa también a nivel del lenguaje común; sin embargo, para el especialista en
psicología aquí comienza el problema porque él deberá responder la pregunta ¿por qué la
ejecución en la tarea A fue más rápida que en la tarea B?, cuando sea capaz de responder
satisfactoriamente (de manera objetiva) a ese por qué habrá identificado la(s) variable(s)
que le permitirá manipular esa conducta en el sujeto observado. Justo así trabaja un
psicólogo científico, el esquema general es: observa un fenómeno de manera objetiva,
identifica las variables psicológicas presentes, establece las relaciones funcionales entre
variables y las manipula para modificar el comportamiento.
Se trata de una tecnología conductual que parte del principio del refuerzo y refiere a una
forma de administrar contingencias de manera sistemática, de ahí que se le conozca como
un arreglo de un ambiente donde se controlan las condiciones motivadoras (Sistema
Motivacional). En la economía de fichas se utilizan reforzadores simbólicos (token) que
posteriormente son intercambiados por cosas relevantes para el paciente (se utiliza la
palabra paciente como sinónimo de cliente o usuario), esas cosas pueden ser de naturaleza
variada (periodos de tiempo libre, platillos que sean del agrado del usuario, tipos
específicos de contacto social, visitas al cine).
La regla general es que el paciente autoadministre sus reforzadores (de ahí el termino
economy) haciendo uso de los parámetros del sistema motivacional, las fichas pueden ser
acumulativas y se intercambian por un “premio” (reforzador) cuando el paciente lo solicite,
cada “premio” requiere un número específico de fichas, los reforzadores mayores requieren
más fichas que los reforzadores menores.
La economía de fichas es una técnica de corte ambientalista que trabaja con las condiciones
motivadoras, condiciones que se establecen a manera de sistema y donde no se arguyen
causas internas sino, en dado caso, la conducta dirigida a logros específicos, el goce de
tiempo libre, un tipo de comida, un tipo específico de contacto social. Teniendo con esto
que la motivación es un concepto hipotético que en último caso se relaciona con el
refuerzo.
Ante esto se puede concluir que la economía de fichas no trabaja con la motivación como si
ésta fuera una cosa específica, y tampoco se define las condiciones motivadoras como algo
independiente de las condiciones ambientales. Como ya se dijo, la motivación es una
inferencia de un proceso conductual (Ardila, 2007, p. 81), una variable intermediaria entre
la privación y el refuerzo, entendiendo de manera llana la privación como la carencia de
algo que es requerido por el sujeto (Skinner, 1971, p. 150).
Una vez hecho el esfuerzo por quitar los velos que rodean a la motivación, faltaría expresar
cuál sería el análisis de un conductista típico en los dos ejemplos dados al principio de este
ensayo.
Un aspecto complementario, si cuando tuve éxito en los acercamientos previos usaba cierto
tipo de loción y vestuario, es muy probable que eso (la loción y el vestuario) forme parte de
la morfología de la cadena de respuesta.
Este ejemplo es muy representativo dado que casi todos estarán de acuerdo que en la
depresión hay conducta encubierta (léase si se quiere, cogniciones). Sin embargo, lo que se
sabe es que si no me levanto de la cama en una circunstancia depresiva es porque no hay
los reforzamientos necesarios para hacerlo.
A la vez que en la depresión el propio sujeto reduce sus fuentes de reforzamiento al reducir
su contacto con el medio ambiente; por ejemplo, no salir de casa, tener poca actividad
física, no tener trato con personas, pasar muchas horas durmiendo, entre otros
comportamientos típicos en la depresión.
Conclusiones
No hace falta recurrir a causas internas para abordar la motivación, las causas internas casi
siempre lo que generan es imprimir ambigüedad a lo psicológico, presentar de forma
compleja un proceso psicológico que podría explicarse e intervenirse de manera más
sencilla y con resultados óptimos.
En la ciencia psicológica estudiar la motivación como fenómeno estático, como si fuera una
cosa que se puede aislar de todo un proceso — y no como un fenómeno dinámico que es
justo lo que hace el conductismo — sería tanto como si el físico estudiara la velocidad de
manera independiente al movimiento de los objetos. Sería absurdo.
Ahora bien, no se puede pasar por alto que existe un área de investigación conocida como
psicología motivacional y se ubica en la psicología científica, además, cuenta con larga
data. Pero la constante de sus estudios es la dificultad para lograr acuerdos en la forma que
definirán la motivación, recurriendo a la manifestación a nivel conductual del fenómeno
(Palmero, Carpi, Guerrero y Gómez, 2008).
Por último, respecto a la literatura de motivación personal y la psicología positiva, que en
términos laxos es pseudociencia dañina, no hay mucho por decir; entre los psicólogos serios
hay acuerdo en ubicar ambas como literatura fraudulenta y productos milagro del
merchanting (Pérez-Álvarez, 2012).
Referencias
Kanter, J., Busch, A. y Rusch, L. (2011). Activación conductual. Refuerzos positivos ante
la depresión. España: Alianza Editorial.
Más de 44,000 personas formaron parte de un experimento para descubrir qué técnicas
motivacionales realmente funcionan. En conjunto con el BBC Lab UK, el Prof. Andrew
Lane y sus colegas buscaron descubrir qué habilidades psicológicas ayudarían a mejorar los
puntajes en un juego online.
Este complejo estudio examinó si los métodos motivacionales podrían ser más efectivos
para cualquier aspecto específico de una tarea. Los métodos probados fueron la auto-
conversación, la imaginería y el planeamiento sí-entonces. Cada habilidad fue aplicada a
una de cuatro partes de una tarea competitiva: proceso, resultado, excitación-control e
instrucción.
Los autores también encontraron que un video motivacional podría mejorar el desempeño.
Los participantes miraron un video corto antes de jugar. El coach para el video fue Michael
Johnson, un atleta que ha ganado 4 medallas de oro en las Olimpiadas y que defiende la
preparación mental en adición al entrenamiento físico.
Por último, y considerando lo difícil que suele ser conseguir una muestra numerosa para
una investigación, debemos resaltar los 44,742 sujetos que se reclutaron para el estudio.