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ESTEROS DEL IBERA

Profesor: Aimara Obregón

Alumno: Santiago Andrés Feldmann

Curso: 6 “F”

Ciclo Lectivo: 2018

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INTRODUCCION
Se denomina Esteros del Ibera a un extenso humedal que abarca entre 15 000 y 25 000 km² en la
provincia de Corrientes, en el nordeste de Argentina. Solo superado en extensión por
el Pantanal (brasileño, boliviano y paraguayo) con el cual forman el segundo humedal más grande del
mundo, parte de un sistema hidrográfico mucho más extenso el macro sistema del Ibera, de cerca de
130 km², en el que se desarrolla un ecosistema subtropical y tropical de grandísima diversidad.

Gracias a su peculiar geografía y difícil acceso, la zona cuenta con una rica y variada población
animal. La fauna autóctona incluye numerosas especies amenazadas para las cuales éste es uno de los
últimos hábitats remanentes; entre ellas, el ciervo de los pantanos (Blastoceros dichotomous), el venado
de las pampas (Ozotocerus bezoarticus), el carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris), el lobo de crin o
aguará guazú (Chrysocyon brachiurus), el yacaré overo (Caiman latirostris) y negro (Caiman yacare), la
boa curiyú (Eunectes notaeus) y el lobito de río (Lontra longicaudis), los monos aulladores (o carayás),
así como una enorme variedad de aves como el pirincho entre tantas muchas aves.

La ictiofauna también es muy variada y abundante,


sobresaliendolos dorados, armados, surubís, pacús, mojarras, tarariras y palometas. Los yaguaretés
parecen haber sido extinguidos en esta zona durante la primera mitad del siglo XX, al igual que el tapir,
el lobo gargantilla, el pecarí de collar y el oso hormiguero; este último reintroducido recientemente. La
exuberante flora local incluye numerosas especies acuáticas como el camalote, y amapolas de agua —
que dan lugar al fenómeno de los embalsados, auténticas islas flotantes que complican la geografía de
las lagunas— además de extensos pirizales.

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HISTORIA
A partir del Siglo IX, y hasta el Siglo XVI, los guaraníes avanzaron sobre la región absorbiendo toda
cultura que intentara establecerse. No obstante, la llegada del Siglo XVII trajo con ella el sistema socio-
religioso Jesuita que incorporaría al guaraní a las tareas en las estancias ganaderas.

Estas Estancias Jesuíticas se encontraban situadas en tierras del norte ribereño ocupándolas
eficazmente mediante un sistema de desecación de terrenos inundables que permitía obtener un alto
índice de productividad en la zona de los Esteros del Iberá.

No obstante, en 1768, la experiencia jesuítica en este sector correntino llegaría a su fin, dejando
abierto el camino a la expansión de los guaraníes, lo que a su vez profundizaría el proceso de mestizaje.
A principios del Siglo XIX, la estructura social impedía al mestizo el acceso a las tierras ganaderas del
Iberá, el cual sólo lograba insertarse como peón de estancia. Pero este sistema productivo no requería
de un número considerable de mano de obra, volcando a infinidad de personas hacia antiguos modos
de supervivencia basados en la caza y la pesca, hasta que en 1983 comienzan a surgir las
primeras políticas de preservación de los recursos naturales.

Los Esteros del Iberá, al igual que el Delta del Paraná, era considerado un sitio inaccesible, inhóspito; y
sería el naturalista francés Alcides D’Orbigny el precursor de las exploraciones y estudios de su fauna y
flora por encargo del Museo de Historia Natural de París. Desde entonces, despierto el interés por sus
valores escénicos y biológicos, se intentaría fallidamente amparar tal ámbito natural. Recién en abril de
1983, se crearía la Reserva Natural Iberá a través de la Ley Nº 3.771, mientras que otro conjunto de
leyes la secundarían complementando sus funciones.

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Flora
La vegetación acuática es frondosa y cubre extensas áreas. El camalote (Eichhornia), es el género
más extendido y conforma generalmente la base de los embalsados, junto con la amapola de agua
(Hydrocleys nymphoides). La ortiga acuática (Cabomba caroliniana), el junco (Scirpus californicus) y las
achiras o pehuajos (Thalia).

Sobre los embalsados se deposita tierra y semillas llevadas por el viento; la densidad de su base
es suficiente para que sobre ellos crezcan especies de tierra firme, tanto arbustos como árboles
(ceibo, curupí, laurel de río y sangre de drago entre otros).

El ñangapiri o pitanga, el lapacho, el laurel, el ombú, el sauce, el timbó, el urunday, el catiguá, y


el alecrín son las especies más representativas de los montes o bosques higrofilos, junto con las
palmeras caranday y pindó (las palmeras pindó producen frutos que son los principales alimentos para
los monos carayá).

Hacia el sur la vegetación se transforma en pastizales y sabanas, apareciendo densas arboledas


de algarrobo (Prosopis nigra), ñandubay (Prosopis affinis) y espinillo (Acacia caven).

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FAUNA
Lógicamente, casi la totalidad de estas especies goza de hábitos más o menos acuáticos. Las
especies de mayor porte son el ciervo de los pantanos (Blastoceros dichotomous, en guaraní guazú
puku) y el venado de las pampas (Ozotocerus bezoarticus, en guaraní guazú ti'í). El primero, excelente
nadador, se extiende por toda la región, viviendo sobre los embalsados durante largas temporadas, por
lo cual es difícil de avistar salvo desde embarcaciones. El segundo, de menor tamaño, está restringido a
la zona de tierra firme. Ambas especies están consideradas en peligro y están inscriptas en el apéndice
I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora
Silvestres (CITES), que prohíbe de modo absoluto su caza y comercio.
Difíciles de observar por sus hábitos tímidos —y también protegidos estrictamente por CITES—
son el aguará guazú o lobo de crin (Chrysocyon brachiurus), un cánido autóctono de gran tamaño, el
lobito de río (Lontra longicaudis, un pariente de la nutria), y el gato montés (Oncifelis geoffroyi). Por el
contrario, el carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris) y se encuentra con facilidad actualmente.
Las especies de reptiles incluyen a los omnipresentes yacaré negro (Caiman yacare) y yacaré
overo (Caiman latirostris). Ambos superan los dos metros de longitud en ocasiones, aunque los
ejemplares de buen tamaño son escasos debido a la intensa caza furtiva antes de la constitución del
parque. Las dos especies se han repoblado con facilidad y son fáciles de avistar actualmente. Varias
especies de serpientes —entre ellas las muy venenosas yarará o víbora de la cruz (Bothrops alternatus),
serpiente de cascabel (Crotalus durissus terrificus), y serpiente de coral (Micrurus pyrrhocryptus),
además de las inofensivas cobra de agua (Hydrodynastes gigas, en guaraní ñacaniná), falsa yarará
(Pseudotomodon trigonattus) y la constrictora curiyú (Eunectes notaeus)—, de tortugas, de lagartos —
entre los que se destaca el lagarto overo (Tupinambis teguixin)— completan el panorama, al que se
suman numerosas especies de anfibios de todos los tamaños.
La zona se destaca por su riqueza ornitológica. Se ha registrado la presencia de alrededor de 300
especies de aves, de más de 50 familias. Entre las especies raras o con algún grado de vulnerabilidad se
encuentran el yetapá de collar (Alectrurus risora), el capuchino de collar (Sporophila zelichi), el tordo
amarillo (Xanthopsar flavus), el espartillero pampeano (Asthenes hudsoni) y el espartillero enano
(Spartonoica maluroides), el cardenal amarillo (Gubernatrix cristata).
En total, en la zona del Iberá se consideran (año 2015) que existen unas 800 especies de fauna
macroscópica

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TURISMO
El turismo rural en sus formatos de ecoturismo y turismo activo, le han dado una fisonomía a los
esteros del Iberá como un verdadero paraíso de vida silvestre donde poder convivir con un ecosistema
en plena expansión y desarrollo de especies animales y vegetales. Es gracias al turismo y a la conciencia
ecológica y conservacionista conque pueden disfrutar a pleno todo lo que son los esteros del Iberá.
Hay distintas opciones para acceder a esta maravilla de la naturaleza en Argentina, pero los más
recomendable y que nunca defraudará al visitante es hacerlo por Colonia Carlos Pellegrini. Allí, en una
pequeña pero próspera localidad de fuerte identidad correntina, el turista encontrará todo lo que
necesita para abordar de lleno esta magnífica geografía y encontrarse con su cultura.
Lo recomendable es elegir correctamente el hospedaje o alojamiento porque una vez bien
instalado, son propiamente los establecimientos hoteleros los que solucionarán cuestiones tales como
salir en un paseo embarcado por la laguna Iberá al encuentro de las plantas y los animales, y de las
distintas formaciones que adquiere el relieve: embalsados, esteros, etc. Una salida de esta naturaleza
se impone y suele ser recomendable contratar en los mismos alojamientos que suelen disponer de
muelle propio, bote, canoa o kayak y guía.
Un paseo embarcado es indispensable para descubrir la verdadera esencia del Iberá, pero hay
muchas otras actividades para desarrollar. Por ejemplo, una buena cabalgata brinda ocasiones de
descubrimiento únicas, como lo es emprender una caminata guiada o atreverse a experimentar
el birdwatching (observación de aves), para lo cual se recomienda adquirir previo al viaje una buena
guía de aves, un par de binoculares y asegurarse un alojamiento donde se obtenga algún asesoramiento.
Poder distinguir la enorme variedad de aves que hay en los esteros del Iberá es fuente de gran
satisfacción.
Para quienes buscan una experiencia más extrema de acceso a los esteros, también deben echar
una mirada turismo rural en la zona porque es en este segmento que se encontrarán algunas opciones
para alojarse en estancias, bien adentro de esta bellísima geografía, y con todas las comodidades de la
hotelería ubicada dentro de la Colonia Carlos Pellegrini.

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FUENTES
https://es.wikipedia.org/wiki/Esteros_del_Iber%C3%A1

http://www.corrientes.com.ar/esteros-ibera-fauna.htm

http://www.corrientes.com.ar/esteros-ibera-flora.htm

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