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DE ROBINSONADAS Y REALIDADES

David Roca Basadre

"Robinson Crusoe" escena de la versión fílmica del clásico de Defoe, por Luis Buñuel

“La descolonización, que se propone cambiar el orden del


mundo es, como se ve, un programa de desorden absoluto"
Frantz Fanon

Sobre “Robinson Crusoe”, el clásico del siglo XVII europeo de Daniel Defoe
se ha escrito mucho. El náufrago que solo y sin recursos somete al
entorno de la isla deshabitada a la que llega, hasta convertirse en su amo
y señor gracias a su ingenio, es una epopeya de la modernidad occidental.
Tras la aparición de “Viernes o los limbos del Pacífico” de Michel Tournier1,
sin dudas un clásico contemporáneo, con una anécdota similar pero un
personaje en las antípodas del original, la comparación entre ambas
narraciones ha prodigado tinta. Pero, ignoro si se ha hecho desde la
ecología política, y sin dudas menos o nada, si se ha tratado de ubicar el
debate en contexto como el nuestro, de país colonializado. 2 Con muchos
reparos, a eso vamos.

1
Hace pocos meses falleció Michel Tournier, una de las figuras más importantes de la literatura francesa
del siglo XX. Escribió poco, pero notable. No obtuvo el Nobel consagratorio porque algunas declaraciones
suyas, racistas, xenófobas, de las que obligan a separar al personaje de su obra, le bloquearon el paso.
Nos interesa sin embargo, en un país como el Perú de poca lectura – y menos aún de alguien como
Tournier, difundido apenas – llamar la atención sobre una novela suya que es, además de brillante,
sugestiva y encontramos que útil. Valga su partida definitiva a los 91 años como pretexto, más no
impertinencia, para referirnos a su recreación de “Las aventuras de Robinsón Crusoe…”, el clásico de
Daniel Defoe, que Tournier – significativamente – denominó “Viernes, o los limbos del Pacifico”.
2
Distinguimos siempre entre país colonizado, que se refiere a aquel cuyo territorio mantiene una
dependencia política de un Estado lejano, sin posibilidad de decisión propia; de país colonializado que es
aquel que aun teniendo formalmente independencia política carece de control real sobre su territorio y
sus recursos sometidos a la demanda de uso de países extraños, para los que acomoda su geografía en

1
Portada de edición en castellano del libro de Michel Tournier

I
Refiriéndose a la novela de Defoe, uno de esos casos en que el personaje
se vuelve más famoso que su propio creador, Carlos Marx dijo que se
trataba del mejor ejemplo del hombre pre capitalista produciendo bienes
que son útiles para su uso y sin buscar otro beneficio que ese. Sin
embargo, el Robinson de Defoe es más que un hombre económico, y
representa sobre todo el mito del individuo heroico moderno, vencedor de
la naturaleza y que se afirma como ejemplo para una sociedad que niega
la trascendencia prioritaria de los vínculos colectivos y, peor aún, de
alguna equidad con todos los componentes del entorno. Representa,
precisamente, a aquel individuo que, gracias a los bienes que produce
convertidos en mercancías (en la novela de Defoe, Robinsón hace ficción
de comercio y guarda para el futuro), afirma ese dominio.
James Joyce lo vio mejor: "El verdadero símbolo de la conquista británica
es Robinson Crusoe, que, arrojado en una isla desierta, sin mucho más que
un cuchillo y una pipa en el bolsillo, se convierte en arquitecto, carpintero,
afilador, astrónomo, panadero, carpintero, alfarero, almacenero, agricultor,
sastre, artesano de paraguas, y clérigo. Él es el verdadero prototipo del
colono británico, así como Viernes (el esclavo de confianza que llega en un
día de mala suerte) es el símbolo de las razas sometidas. Todo el espíritu
anglosajón está en Crusoe: la independencia viril, la crueldad inconsciente,
la persistencia, la lenta pero eficaz inteligencia, la apatía sexual, la
religiosidad práctica y equilibrada, el cálculo taciturno”.
Robinson tiene la verdad absoluta, la revelación religiosa, los modos
correctos de ordenar el espacio sometiéndolo, la capacidad de
transformar la naturaleza que se le somete, la capacidad de conocer lo
que puede conocerse, y finalmente, la superioridad sobre Viernes, cuando

función de las necesidades ajenas (mercado global), lo que incluye una mayor valoración de usos y
costumbres y pensamiento ajenos a los de la formulación originaria propia.

2
llega, a quien hay que enseñarle todo, y el que por su lado debe, por ello,
abandonar sus creencias y certidumbres anteriores al contacto con el
occidental.
Michel Tournier ha creado otro Robinson. Tournier se declaraba enemigo
de la “novela tesis”, y le creemos. Sin embargo, es posible – más allá de
él mismo – encontrar en el Robinson que creó, elementos para plantear
una alternativa más racional al mito del súper héroe. Y es que el
Robinsón de “Viernes o los limbos del Pacífico”, a pesar de la similitud de
la anécdota, ya lo dijimos, es otro personaje.
Tournier dice esto, en otro texto: “¿Qué es el absoluto? Etimológicamente
es aquello que carece de relación. Término negativo en consecuencia, pues
simplemente bloquea la actividad, espontánea, alienante y científica de
nuestro espíritu. En verdad, estamos orientados constantemente a tejer
una red de relaciones en la que estamos atrapados con las cosas y las
personas que nos rodean”.

José María Arguedas: "No hay absolutos"

Absoluto. O universales, es decir aquello que José María Arguedas


reconoce, en contexto andino, como creencias o ideas ajenas venidas de
Occidente con pretensión de inobjetables, que llevan al “desarraigo” y
“desadaptación” con el paisaje propio, y que es lo que lo hace negar, desde
su propia reflexión, con contundencia, la existencia del “universalismo
puro, abstracto.” 3

3
En “Canto Kechwa”, como en tantos otros textos, José María Arguedas describe este desarraigo
impuesto por el invasor colonizador: “Cuando llegué a las ciudades de la costa, la gente de esos pueblos
todavía despreciaba mucho a los serranos. En esas ciudades no se podía cantar waynos; todos miraban al
que cantaba un wayno como a un inferior, como a un sirviente, y se reían. Por eso, todos los colegiales
serranos que iban a estudiar a la costa procuraban aprender, lo más pronto, el modo de hablar, de caminar
y de vestirse de los costeños; y cuando oían un wayno ellos también se reían: "Eso cantan los indios, no
más", decían. Y cuando volvían a sus pueblos, allí procuraban lucir la "elegancia." que habían aprendido
en la costa; no querían oír los waynos de su pueblo, cantaban tangos, one-steps, jazz. Vivían convencidos
que lo europeo es lo superior, que todo lo indígena es malo y vergonzoso. Por eso, en las callecitas de los

3
En el Robinsón de Tournier, que se instala en la isla de manera similar
al de Defoe, conquistando y dominando, y con Viernes que llega y se
somete igualmente como criado, se va produciendo sin embargo un
cambio. Antes de la aparición de Viernes, el desasosiego lo había llevado
a encontrar, durante la exploración de una cueva, un pequeño espacio al
que accedió bañándose en leche de cabra y donde apenas cabía encogido:
“En aquel grado de profundidad la naturaleza femenina de Speranza –
nombre que ha dado a la isla – se cargaba con todos los atributos de la
maternidad. (…) Se creía en brazos de su madre, mujer fuerte, espíritu
excepcional…”. Robinson había renacido, se había recreado en el mundo
natural que lo acogió.
Pero luego, en un ritual espontáneo, esposa a la isla: “Su rostro cerrado
escarbaba en la hierba hasta las raíces y con la boca sopló un aliento
cálido en pleno humus. Y la tierra respondió: le envió al rostro una
bocanada sobrecargada de olor que enlazaba con el alma de las plantas
fenecidas y el olor a cerrado, pegajoso de las simientes de los brotes en
gestación. (…) Su sexo agujereó el suelo como si fuera la reja de un arado
y se vertió allí en una inmensa piedad por todas las cosas creadas.”
El Robinson de Tournier, como el otro, persiste en educar a Viernes en
sus absolutos occidentales indudables, no solo religiosos, pero además
simultánea y contradictoriamente, se involucra con la densidad profunda
del entorno en que vive, y se interroga sobre la utilidad de tanto orden,
de tanta disciplina, de toda aquella creación suya, donde ha domesticado
ganado, trabajado grandes extensiones de cultivo, organizado ese retazo
de civilización que sabe – porque lo percibe – que el obediente Viernes,
capaz de soportar todos sus maltratos, considera absurdos.

Bagua en 2009: la inversión del mundo

mistis, los fonógrafos tocan la música de los costeños; en las calles y en las esquinas, los jóvenes silban
tangos y one-steps. En todo el resto del pueblo, la indiada canta waynos; casi todos los años crean nuevos
cantos.”

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Entonces se produce un incidente realmente revolucionario en la isla. En
un descuido de Robinson, por un accidente originado en una travesura
de Viernes, toneladas de pólvora que habían sido rescatadas del
naufragio explotan y destruyen toda la civilización recreada por
Robinson. Todo se destruye, hasta el ganado de cabras, los cultivos, las
edificaciones, todo. El orden desaparece.
Pero Robinson no se ofusca, es como que lo estuviera deseando. Y surge,
así, un orden diferente donde quien conduce todo es Viernes. Este
descubre de pronto a Robinson la realidad que lo rodea y que este no
había podido percibir. Desde la relación con los vientos, la cocina simple
pero creativa, el juego como poderoso medio de estar, el ocio necesario,
la relación horizontal donde ya Viernes no es criado ni esclavo sino amigo,
camarada, igual, las formas de aprovechar mejor de lo que se dispone, el
uso y el no uso de las cosas para preservar el equilibrio, la pérdida de la
noción del tiempo: el limbo. Y así, la compenetración con todo se vuelve
total.
Cuando llega a la isla una goleta – transcurridos 28 años desde el
naufragio, como ocurre con el otro Robinson – que lo encuentra y lo
quiere llevar de regreso, tras subir al navío y estar un tiempo con los
marinos, Robinson se da cuenta de que ya no puede convivir con ese
mundo. La vejez que los de la tripulación le obligan a reconocer, en sus
cincuentaitantos años, no existía en Speranza. Donde “no era joven de
juventud biológica, putrescible, y sustentadora como de una especie de
impulso hacia la decrepitud. Su juventud era mineral, divina, solar.” Para
Robinson “Speranza vibraba en un presente perpetuo, sin pasado ni
porvenir. No iba a sustraerse a ese instante eterno, situado en equilibrio
en el vértice de un paroxismo de perfección, para caer en un mundo de
usura, de polvo y de ruinas.”

Mural de Teodoro Núñez Ureta, expresivo de la movilización popular

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II
Con esa capacidad luminosa para llegar a lo más íntimo, Konstanino
Kavafis describió la esperanza puesta en los bárbaros:

“-¿Qué esperamos munidos en el ágora?


Es que los bárbaros van a llegar hoy día.
-¿Por qué en el Senado tal inactividad?
¿Por qué los Senadores están sin legislar?
Porque los bárbaros llegarán hoy día.
- ¿Qué leyes van a hacer ya los Senadores?
Los bárbaros cuando lleguen legislarán.
– ¿Por qué nuestro emperador se levantó tan
de mañana, y está sentado en la puerta mayor de la ciudad
sobre el trono, solemne, portando la corona?
Porque los bárbaros llegarán hoy día.
Y el emperador espera recibir
a su jefe. Y más aún ha preparado
un pergamino para dárselo. Allí
le escribió muchos títulos y nombres.”

Los bárbaros son el revés del sistema-mundo que predomina, lo único


que puede permitirnos el reencuentro con el origen de la vida, aquella
savia que aún se preserva – cada vez más escasa – entre los pueblos más
ligados a la tierra, aquellos que aún luchan porque la demencia
progresista no nos lleve al colapso definitivo.
En la búsqueda del caos originario, que es la utopía del restablecimiento
de la armonía originaria, obviamente con el humano como uno de los
componentes, los bárbaros para el sistema – por ejemplo los pueblos que
luchan contra el extractivismo agresivo – señalan vías no convencionales
para el rediseño de la vida.

"Educación, tierra y libertad": la gesta campesina en Ferreñafe, Perú


del cura Casimiro Chumán

Pero ese rediseño no es el de algo nuevo, sino el del retorno a la esencia


original propicia, armónica, que es la única forma posible de vivir en ese
entorno y sobrevivir. La intervención de Robinsón cuando llega a la isla,
es la invención de un orden ajeno, impuesto, condenado
indefectiblemente a alguna destrucción ante el más mínimo descuido.

6
El hombre dela tierra migra, lejos de lo que afirma su cultura: es cuando llegan los
desastres

Así, el asunto es que el desguarnecimiento ante nevadas, lluvias; la


proliferación de huaycos e inundaciones; la indefensión ante friajes, la
escasez de fauna y flora como consecuencia de actividades extractivas
diversas que afectan mar, ríos, tierra, bosques, o por la presencia de
productos extraños; el cambio climático con reducción de glaciares y
modificaciones en la agricultura o la pesca, que hace que los alimentos
sean escasos y cada vez más inaccesibles para las mayorías; los
trastornos varios que provocan que haya menos agua, que haya
amontonamiento de gente en las urbes y más delincuencia, tráfico
vehicular insostenible, aire irrespirable, etc., son la herencia de
robinsones instalados hace varias centurias en nuestro suelo, pero que
siguen aquí viviendo en el alma de los desarraigados, ensimismados en
toda la tecnología electrónica, considerada indiscriminadamente
indispensable, de la modernidad.
Ante ello, solo queda la fuerza de Viernes y su capacidad para deshacerse
de lo que estorba, de su ánimo para recuperar, de a pocos, el contacto
con el paisaje, la inserción en su dinámica como un componente más.
Donde los derechos propios están condicionados a los derechos de todo,
en suma un mundo sin derechos sino con reconocimiento de relaciones
biológicas indesligables entre todas sus partes y cuyo reconocimiento
prioritario es lo único que puede salvar a las diversas especies. Es el
rescate de lo mejor de nuestro instinto animal, la vuelta a los inicios.
Es el rescate de lo mejor de nuestro instinto animal, la vuelta a los inicios.
“Para las comunidades indígenas emberas y para algunas otras de las que
tengo noticias, – nos narra Gustavo Wilches-Chaux – el pasado no está
atrás, como pensamos nosotros, sino que va adelante. Así mismo, el futuro
no es lo que está al frente, es lo que viene de atrás. Para decirlo mediante

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un ejemplo, la vida en esas sociedades es concebida como un desfile que
se mueve de manera circular. Los primeros que vivieron, los antepasados,
ya pasaron y van adelante. Ellos son quienes van marcando el sendero
por donde hay que caminar. Los del futuro, los que no han pasado todavía,
vienen atrás. Por ser circular el movimiento del desfile, los primeros en
pasar no son gente que nunca volverá, sino que sigue estando, cumpliendo
un papel en el presente y, por lo tanto, en el futuro.” 4
La revolución de los Viernes del mundo, y a la que nos sumamos, se trata,
en suma y en el sentido estricto y mejor de la palabra, de una revolución
conservadora, tras las huellas de quienes primero pisaron nuestro suelo
y aprendieron a su paso. Y está bien. Porque es asimismo lucha contra
el progreso ajeno cuando es a costa nuestra, lucha que requiere revalorar
y conservar lo propio y colectivo. Es la necesaria marcha de retorno hacia
el caos fundacional, en busca de un recomienzo.

http://eco-reflexivas.blogspot.pe/2017/01/robinsonadas-y-
realidades.html

4
En “Brújula, bastón y lámpara para trasegar los caminos de la educación ambiental” por Gustavo
Wilches-Chaux – Edit. Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial República de Colombia,
Bogotá 2002

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