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Summary: This article aims at analyzing the problematic link of the tragic
and the dionysiac in the historical context of the democratic polis.
Therefore, Vernant’s thesis of the tragic fiction is developed in order to
examine the mechanisms the tragedy uses to form identitarian images that
hide the historicity of the stasis. At a second stage, Euripides’ Bacchae is
studied with the objective of looking into the way that the nexus between
1
Filósofo de la Fundación Universitaria Luis Amigó, actualmente se desempeña en la pasantía de Joven
investigador adscrito a la facultad de Educación y Humanidades en el programa de filosofía de la misma
institución. También hace parte del grupo de investigación de teología y filosofía crítica de la misma
institución. Correo: mortiz@funlam.edu.co.
the tragic and the dionysiac can imply a depoliticization of the polis when
digging deeper in the representations that show the split of civic order.
Introducción.
2 Kerényi (1998) subraya la reciprocidad que existía entre el culto a Dioniso y el calendario de Atenas. El
dios de la zoé daba forma a los ritmos cronológicos del año ateniense. Así. El vino, la procreación, el estado
embrional, el parto prematuro, el nacimiento, la recuperación de la integridad del dios despedazado, la
permanencia en el Hades y la castración, son aspectos del mito replicados en el año Ateniense; en el
calendario ático había un espacio de siete meses entre los Pequeños Misterios de Agra, seguidos después
por las Antesterias, y los Grandes Misterios de Eleusis que representaban el anuncio del nacimiento del
hijo de Semelé y el embarazo adicional en el muslo de Zeus. Igualmente ocurría con los periodos de
fermentación del vino, los cuales coincidían con la época del nacimiento del niño divino. Esto señala la
profunda significación en el plano de las prácticas sociales y la vida cotidiana que tenía la presencia de
Dioniso en la temporalidad de Atenas.
adagio recuperado por Plutarco: en nada atañen a Dioniso (Plutarco.
Quaest.conv I,I,5,615a)
3 Las innovaciones en la investigación sobre la religión griega que introdujo la corriente de Cambridge
Ritualists, esta escuela surgida en el siglo XIX pretendía, mediante la mixtificación de metodologías de la
antropología, la sociología y la filología abordar el problema de la mentalidad griega a partir de un
modelo evolutivo y progresista. La escuela ritualista basaba sus análisis en la concepción que antepone
el rito al mito, de tal manera que el rito da forma a los contenidos del mito (Prat, 2008). Esto aplicado a
los estudios sobre la religión dionisíaca y el origen de la tragedia muestra que los ritos a Dioniso
evolucionaron hasta tomar la forma de la tragedia. Vernant (2002) por su parte, desplaza el problema de
los orígenes de la tragedia para formular la cuestión de lo trágico más allá de la reducción a la filiación
institucional con la ciudad y el nexo evidente con la religión dionisíaca. De este modo, para
Vernant(2002), la tragedia introduce tres innovaciones: 1) En el terreno de las instituciones sociales, o
el modo como la ciudad se escenifica y se convierte en teatro. En este punto la tragedia y la polis se
convierten en espacios recíprocos instalados en el centro de la actividad cívica. 2) La segunda innovación,
tiene que ver la creación sui generis de un género literario cualitativamente distinto de la diégesis épica
y la epopeya. 3) en el plano de la experiencia humana, la tragedia da forma a la conciencia trágica al
representar las acciones del hombre como realidades inestables sometidas a los avatares de la fortuna y
la voluntad divina.
hace que el nexo entre la polis y lo trágico no supere el carácter elogioso y
apologético. Por el contrario, lo trágico y la ciudad se confrontan, se
desplazan, y rubrican el movimiento incesante entre la identidad de la
ciudad y su fragmentación: El espejo roto como lo llamo Vidal-Naquet
(2004). Así, la tragedia se sucede en múltiples refracciones opacas,
equívocas e invertidas de la visión ciudadana. En este sentido, la polis es
trasladada más allá de su territorio histórico-social y es puesta en cuestión
por la ficción trágica (Vernant, 2002).
The drama festival offers not just the powers and profundity of a great
literature but also the extraordinary process of the developing city
putting its own developing language and structures of thought at risk
under the sway of the smiling and dangerous Dionysus (Goldhill, 1986,
p. 78).
4En términos de una lectura de la política como formación identitaria la definición de Vernant(2003) es
elocuente: en primer lugar el conflicto y la unión son elementos consubstanciales en el ethos griego. Son
rasgos activos en el registro de su mentalidad. De este modo, La política en el marco de la polis es la vida
Loraux (2002) insiste en la diferenciación de estas dimensiones que se
superponen y se rechazan en el escenario de la enunciación dramática: “the
theather of Dionysos is not the agora”(p.25). El teatro y el ágora son
espacios excluyentes pero se encuentran anudados en el núcleo de sus
oposiciones5: el ciudadano en la asamblea o la plaza pública es espectador,
theataí, del discurso de los oradores, y a su vez agente político. Pero en el
teatro, este se confronta ante la alteridad que lo contiene: la otra ciudad, ya
que las acciones dramáticas muchas veces implican la supresión de lo
cívico de la polis. De allí, los coros marginales compuestos por servidores,
ancianos o extranjeros, o bien las mujeres que escapan del confinamiento
doméstico y el mutismo político para modular la voz inaudita de la
democracia ateniense en los escenario dramáticos.
cívica vista desde dentro, aquello que es común independiente de los vínculos de parentesco. Y la guerra
es esta misma representación de lo cívico vuelto hacia afuera, proyectado sobre un enemigo externo. No
obstante la vida cívica también interioriza el conflicto hacia adentro, stasis (Loraux:2004).
5 El teatro no es unilateralmente una extensión de las formas del discurso político. La tesis de Loraux
(2002) tiene la intención de delimitar los elementos propios de los contenidos de la política y la tragedia,
además busca singularizar el discurso trágico del discurso político. Esta postura desplaza la
identificación directa del teatro con las cuestiones ideológicas de la democracia. De hecho, para esta
autora el teatro perfila una realidad anticívica, o bien en constante tensión con la representación de lo
cívico. En este sentido se puede hablar de una dimensión antipolítica de la tragedia.
6 En Tuc,VII,7 aparece la definición griega de polis: la ciudad connota el cuerpo de ciudadanos y no un
territorio particular, asty, de esta manera la imagen de la ciudad son los ciudadanos, y fundamentalmente,
los hombres, ya que la polis es un espacio masculinizado.(Castoriadis, 2012) de allí otra de las tesis de
Loraux(2004b): la política griega es la represión de lo femenino.
y deja ver la imagen insospechada de la cultura cívica. En cuanto a lo
político, este rasgo encuentra en el teatro un escenario que reproduce la
axiología de la ciudad a escala mítica, y halla en el tiempo de la fiesta con el
dios de la alteridad un motivo para dimensionar su grandeza y sus límites
(Orsi, 2007). En suma lo político y lo antipolítico cohabitan en un estado
de deformación operado por la ficción trágica, basculando como fuerzas
que se oponen a la ciudad pero a su vez la afirman.
7 Lahomonoia es un tema extendido en las fuentes clásicas. En contextos políticos se puede identificar en
Antifonte: peri tes homonoias, en 87 B44a DK (Guthrie, 1971: 286290); igualmente en Athenaion politeia
40.3 (Rosler, 2005: 210214); Demóstenes 18.164, 20.12; Gorgias , Peri tes homonoias (82 B8a DK);
Isocrates 8.13, 217; Lisias 18.17; Platón, Alcibíades 126c; Tucídides 8.75, 93. El valor de la homonoia por
lo general contrasta con el de la philia. El uso generalizado de la homonoia aplica en contextos que
involucran la proyección de un enemigo externo de la polis con quien se busca establecer la paz, es decir,
es el equivalente de la philia a escala internacional (Smith, 2011). Esta última, por su parte, es un valor
que también moviliza la desarticulación de los disensos internos y proyecta la unidad política.
lenguaje de la homonoia no sólo fue movilizado por la retórica. En la polis
ateniense existió un culto a la concordía: “Homonoia was worshipped at
various times as the epithet to other goddesses: Demeter Homonoia,
Aphrodite Homonoia, and Artemis Thermia Homonoia” (p.124). Esto
último muestra como la fuerza vinculante de la persuasión retórica se
anudaba también al culto. Lo cual amplía el rango de las significación de la
idea de unidad más allá del discurso para instalarse en la personificación
religiosa del valores cívicos.
8 la influencia histórica de las guerras medicas sobrepasa los límites de la representación griega, en la
medida en que los eventos de Maratón y Salamina adquieren una estatura mítica no sólo para la
formación de la identidad política de los atenienses sino para la identidad etnocéntrica europea
(Gerkhe,2009). Ya en el contexto griego, los lenguajes que representan el heroísmo griego en dichas
batallas también puede identificarse en la arquitectura; la idea de la gloria y el poder de la ciudad es un
tópico que modela los monumentos y la escultura de la democracia ateniense (Francis:2005).
9 Este tópico también se puede identificar en Isocrátes: Panegírico 83; Filipo 111, y Evágoras 65
10 En el largo diálogo entre el Heraldo y Teseo (vv405-475) se despliega un fuerte contraste entre la
visión de la política de los atenienses y la de los espartanos. Los temas que definen la identidad política
ateniense en estos pasajes son los siguientes: a) La tierra no tiene tiranos, el demos es libre y soberano
mediante magistraturas alternas, y experimenta la igualdad de política. v405-410 b) El tirano es enemigo
de la polis, puesto que el poder es concentrado en un solo hombre, y esto compromete la igualdad. v430-
435 c) La libertad política consiste en proposiciones útiles para la ciudad. d) el pueblo es soberano y se
complace protegiendo a los ciudadanos jóvenes. En la tiranía, por el contrario, el rey procura eliminarlos
por miedo a perder su poder. Un pueblo no puede ser soberano ni poderoso si suprime el valor de los
mejores. v445-450 e) en la tiranía pierde sentido atesorar riquezas y bienestar para los hijos, sí los
mayores esfuerzos de los ciudadanos son para el beneficio del tirano. v450-455. En otras obras como en
ciudad se ha desdoblabo para cantar la identidad del presente: la
virtualidad de su trasfondo político, que no es otro que la ficción de la
unidad de los valores democráticos reflejados en el espejo impoluto de su
narración intencional. Teseo, heroe mitológico de la democracia11,
impostado por la historia, surge del pasado mítico para modular en el
presente de la ciudad la trama axológica de la política ateniense: una
ciudad sin tiranos12, que se gobierna así misma con voluntad de soberanía,
justicia y conmiseración por los desposeídos.
Los Heráclidas también se expresan rasgos axiológicos de la democracia ateniense, en los versos
180;200;240-245; Allí se recogen aspectos que unifican el ethos político del ateniense y los valores que
lo distinguen de otras ciudades griegas.
11 Esto puede evidenciarse en (Pausanias, 1,3,3) donde Teseo es mostrado como el héroe de la
democracia.
12 Sobre la relación de la democracia y la aversión a la tiranía: (Hölscher, 1991) (Barceló & Hernandez de
la Fuente, 2014)
13 Euménides. v484: y 706.
contrastes y tensiones, que incluso se hace manifiesta cuando se muestra
como una división sin conflicto14.
14Jacquelline de Romilly (1977) ha interpretado que el final de Los Siete contra Tebas, donde el demos se
divide para rendir honres fúnebres a Eteocles y Polinices, puede leerse como un modo en que la ciudad
se divide sin darle continuidad al dilema que plantea la tragedia. Es decir, una división sin stasis.
En suma, la ciudad transpuesta como unidad en crisis en el marco de la
imaginación trágica muestra tres formas de representación que anudan el
mito, la historia y el presente de la polis democrática. Estas son: la
mitologización de la historia, la mitologización de la axiología política y la
formación mitológica de la unidad civica. Tres formas de imaginación que
a partir de la ambigüedad y problematicidad de lo trágico, hacen que la
ciudad se configure como un relato modelado por su propia alteridad en
confrontación con la significación de la identidad democrática.
15 Las referencias históricas que determinan el ocaso de la política ateniense del siglo V. a.C. pueden
agruparse en el conjunto de los acontecimientos que inician con la expedición a Sicilia en el 415.a.C
.Asimismo, la toma de los Oligarcas en el 411 a.C, la sustitución por los cinco mil y la instauración de la
democracia radical en el 410 a.C. Habría que añadir además la derrota en Egospótamos y finalmente la
rendición ante los peloponesios en el 404. a.C (Bengston, 2008).
16 Victoria Wohl (2015) propone una clave hermenéutica de la obra de Eurípides que reconoce no sólo la
historicidad que plantea en relación con otras producciones del siglo V.a.C como la obra de Tucídides.
Sino que apela una visión más autónoma de la reproducción mimética en el plano contextual de la polis
ateniense. La tragedia posee su propio lenguaje para recrear el presente, lo cual no significa que haga
alusión a un momento histórico particular: “that tragedy, far from passively reflecting contemporary
reality, in fact anticipates and precipitates it by producing the affective and cognitive framework in which
the future can unfold” (Wohl, 2015, pag.112). En este sentido el teatro tiene la posibilidad mediante sus
formas de significación proyectar el destino de la polis más allá de su historicidad.
it is usually thought to reenact”(pag. 111). La tragedia reelabora la
actualidad de la ciudad y escenifica la identidad del presente proyectando
sobre el entramado mítico la forma del discurso cívico. Esta yuxtaposición
de lenguajes queda manifiesta en el modo de expresión que Penteo,
Tiresias17 y el mismo Dioniso usan en su discurso. De hecho, para Vernant
(2002) el gran maestro sofístico de Las Bacantes es el dios de la alteridad,
ya que los efectos de su retórica son contrastables con los mecanismos de
persuasión que Gorgías muestra en su Elogio de Helena. La seducción
psicagógica del dios es similar a la que los sofistas ejecutaban en sus
concursos retóricos o en los escenarios políticos. De esta manera, la
imbricación y la superposición temporal que la tragedia establece al
articular en el discurso dos formas de representación de la realidad. En este
caso, el lenguaje político y el mítico, ambos muestran que un plano de la
confrontación entre la ciudad y la potencia dionisiáca surge en el núcleo de
la significación del saber, to sophon o en la formulación de la verdad,
aletheia, de distintos tipos de lenguaje.
En las Bacantes el contenido y la significación del saber se muestran
constantemente desplazados entre los límites de la racionalidad de la
ciudad y la manifestación de lo dionisíaco entendido como una forma de
sabiduría que linda con la comprensión y la experiencia de la alteridad. La
disputa entre Penteo y Dioniso señala el uso intercalado de sophos, sophon.
Ambos enuncian la sabiduría, pero no se comunican. No existe
transferencia en la significación. El hombre y el dios usan el mismo
17 Dodds (1986) argumenta en su comentario a los versos 266-271, que el discurso de Tiresias posee una
estructura acorde con las formas de la oratoria de la democracia ateniense, ya que incluye un prooímion
e integra elementos persuasivos, pisteis seguido de un epílogo. Igualmente Encinas (2013) profundiza
sobre el carácter retórico del discurso de Tiresias, en tanto que el contenido de su discurso se aproxima
a una versión racionalizada del origen de Dioniso y a un tratamiento elusivo de sus epítetos.
significante y en simultáneo connotan una realidad distinta: el primero se
resiste a la epifanía de la divinidad mientras el segundo insiste en lo
prodigioso de su presencia18:
PENTEO: sabio (sophos), sabio (sophos) eres tú, excepto en lo que
te convendría serlo(einai sophon)
DIONISO: Precisamente en lo que debo, en eso desde mi
nacimiento soy sabio (sophos).
En el dialogo, se pone en evidencia lo accidentado de los registros del
lenguaje que se confrontan en la tragedia: la racionalidad retórica y el
lenguaje mágico-religioso (Detienne, 2005). La primera, demarcada por el
uso instrumental del discurso, que apela a los elementos probatorios y la
demostración lógica de los razonamientos. Y la segunda, se manifiesta en
la eficacia de su nombrar, en su vínculo con la verdad, aletheia, y su envés,
la ambigüedad:
“En la medida en que la palabra mágico religiosa trasciende el tiempo
de los hombres, trasciende también a los hombres: no es la
manifestación de la voluntad o del pensamiento individual, no es la
expresión de un agente o de un yo. La palabra mágico-religiosa
desborda al hombre por doquiera: es el atributo, el privilegio de una
acción social” (Detienne, 2005, p. 66)
18Encina (2013) muestra desde otro punto de vista que el uso de los epítetos de Dioniso en las Bacantes
evidencia la perspectiva que tiene cada personaje respecto de la presencia del dios. Penteo nombra al
dios constantemente con el epíteto Baco y Dioniso. El nombre Baco hace referencia al aspecto más
temible de Dioniso, y el uso de este epíteto aparece en pasajes donde la potencia de la divinidad es más
catastrófica. En cambio, el nombre de Bromio hace referencia a su epifanía. El hecho de que Penteo use
más la alusión a Baco o el nombre neutro de Dioniso muestra que el Rey tebano se resiste a la presencia
del dios. Por el contrario, Dioniso, siempre se refiere asimismo en tercera persona. Sólo en un pasaje
(vv928) usa el nombre de Bromio. Este apelativo como muestra Encina, es frecuente cuando se hace
referencia a la epifanía de Dionisos.
La palabra de Dioniso es una extensión del tipo de verdad que enuncia el
lenguaje mitico-religioso, y pone en juego los procesos simbólicos que
forman la identidad de la realidad divina: pistis, peitho y diké como lo señala
Detienne (2005). Este tipo de verdad supera al orden humano en su
eficacia y epifanía. Dioniso muestra su potencia a la polis, mientras esta
última exhibe su ineficacia, ya que su palabra no realiza ni efectúa en el
dominio de la realidad que la tragedia inaugura. En parte, porque el
lenguaje que la ciudad ha adoptado para comprender la experiencia
religiosa ha mutado. De allí el discurso de Penteo, que no da crédito a la
palabra del extranjero y exige evidencias más allá del testimonio. Este
recurso, aparentemente escéptico, en la obra de Eurípides, se encuentra
desperdigado en otras piezas. Pero en las Bacantes opera con mayor
radicalidad. Ya que la persuasión de lo divino ha perdido su fuerza
vinculante para la polis. En Medea (v410-415), el coro pronuncia la ruptura
con las pistis, con el elemento persuasor de la aletheia en el lenguaje
mágico-religioso:
Las corrientes de los ríos sagrados remontan a sus fuentes y la
justicia y todo está alterado. Entre los hombres imperan las
decisiones engañosas y la fe (pistis) en los dioses ya no es firme.
Estos versos concentran aquello que en Las Bacantes se revela con mayor
potencia. En la ciudad el lenguaje humano y divino se aproximan para
subrayar su diferencia; dos órdenes incomunicables por las
trasformaciones que modulan la realidad que pueden enunciar.
Los signos de lo dionisíaco se multiplican a lo largo de Las Bacantes, y
aun así Penteo afirma su ceguera ante la verdad manifiesta, solapado en
sus propios presupuestos, separado de la comprensión de una verdad
diferenciada de aquella que ciudad articula. Esta configuración de lo
trágico y lo dionisiáco enseña la imagen de dos mundos que se encuentran
tan alejados en la profundidad de sus significaciones pero cercanos por su
forma de enunciación; la ciudad modela un saber que no es solidario con la
convergencia simbólica de la palabra mágico-religiosa, pero sus formas
tienen continuidad más su contenido es otro. Prueba de ellos es la apathé,
cualidad del lenguaje divino19, que trasladada al mundo de la doxa, de la
palabra-diálogo, dinamiza la política y el saber que la polis efectúa.
La autonomía que la palabra asume en la democracia sirve de
instrumento que modela la realidad de la ciudad, fundamenta su orden
simbólico y prácticas deliberativas. La diferencia en el caso de Las Bacantes
es que la misma persuasión, peitho, que se menciona en Las Euménides, y
que opera para perfilar la nueva justicia para la polis20, al sustituir la stasis
por el tipo de unidad cívica que solicita la democracia, toma un matiz que
ahonda en el distanciamiento y la escisión entre dos formas de verdad que
son incomunicables; el lenguaje mítico que en la tragedia de Esquilo
operaba para vigorizar la identidad de la ciudad, en la obra de Eurípides no
puede fundar la identidad sino profundizar en la división; el Penteo
travestido, disuadido por Dioniso, es la imagen de la palabra-diálogo
ineficaz, de su inadecuación semántica para formular la unidad cívica. Una
versión de la verdad que en su duplicidad lógica muta, inclusive, para
encarnar lo Otro, pero no se puede vincular con este, carece de la capacidad
para reconocerlo e integrarlo, solamente lo habita en el juego de
19 Detienne (1983) afirma que tanto el engaño como la mostración de la verdad divina en el universo
simbólico del lenguaje mágico-religioso constituyen una misma realidad, su fórmula: la ambigüedad del
engaño y el engaño de la ambigüedad (p.81) condensa la complejidad de las dimensiones que, si bien se
oponen, a su vez forman un solo núcleo donde la verdad se encuentra plegada sobre su negatividad.
20 Euménides (vv790-795; vv885-890). Ver (Kennedy, 2009)
apariencias que la tragedia inaugura, experimentando la Otredad a fuerza
de la ruina simbólica de la ciudad.
La retórica como recurso de la política disfraza la verdad, socava en ella
con sus efectos de dispersión, diploi logoi, pero no tiene la fuerza vinculante
para configurar la imagen indivisa de la polis en el tiempo y el espacio que
la tragedia modula; este tipo instrumentalización de la palabra-diálogo en
el teatro de Eurípides se puede identificar en otras obras como en Orestes,
donde el lenguaje político sirve de mecanismo para darle continuidad a la
injusticia21 y no para desdibujar la división. En esta obra, la retórica se
muestra ineficaz para darle continuidad a la representación de la ciudad
sin disensos. En Las Bacantes, por el contrario, el lenguaje de la política es
incapaz de reconocer lo divino, que deviene palmario a los ojos de la
ciudad, pero no se persuade de su eficacia ni se convence de su presencia.
De allí la brutalidad de la epifanía divina de Dioniso22. Ya que el dios no sólo
induce su verdad mediante juegos de seducción y su mostración, sino que,
su potencia manifiesta un orden que no se puede incorporar a la polis,
puesto que esta, al separar la palabra de su matriz religiosa, no podría
reconocer el lenguaje de un dios que se presenta cara a
cara(Vernant,2002). Lo que en definitiva señala que no existe ni creencia
ni persuasión por lo divino, la pistis y la peitho son desplazadas con
violencia del universo simbólico donde se encuentran lo trágico y lo
prodigioso de su presencia, esta última representada por los beneficios del vino en un sentido
civilizatorio (Bacantes v 135; v770) y como paliativo de las penas humanas (Gernet & Boulanger, 1960;
Vernant & Vidal-Naquet,2002). Debido a la orientación conceptual de este artículo, particularmente se
profundiza en la violencia simbólica de lo dionisíaco y la manera como deslocaliza la identidad cívica de
la polis democrática.
dionisíaco, separadas de su núcleo religioso, Aletheia , y puestas por fuera
de la compresión de la polis.
En suma, a diferencia de otro tipo de superposiciones del lenguaje que
se manifiestan en la tragedia, las cuales exponen su efectividad para
producir la unidad imaginaria, en Las Bacantes el conflicto entre la polis y
Dioniso efectúa la fragmentación del dominio simbólico de la ciudad: la
ambigüedad pregnante del lenguaje mítico y la duplicidad ambivalente y
efectista del lenguaje retórico colapsan para desfundamentar la polis.
Ambos lenguajes se encuentran recogidos sobre su propio orden
simbólico, sellados de lado a lado, sordos el uno para el otro; no coinciden
en la significación si en sus significantes. En esta ausencia de apertura los
órdenes implicados señalan una distancia que separa la palabra política de
su contenido divino: el saber del presente cívico del pasado mítico.
23 Son múltiples las referencias al thiasos en Las Bacantes, principalmente en el prólogo, (vv55-63)
asimismo en los en los versos (64 y 169), también en 221-225 y 378-385.
su otredad simbólica, desplazando los signos de lo cívico hacia la presencia
amenazante de lo femenino y lo divino: la imagen de una ciudad travestida
donde la desestructuración del oikos y la contra-identidad social de la
mujer se incorporan violentamente en la polis. De tal modo, Las Bacantes
da forma a un espacio despolitizado, ya que la exclusión que hace posible
la democracia es instalada en el centro de la ciudad.
El thiasos es el signo de la otredad que se incorpora en la polis a partir de
la sustracción del origen cívico: Una ciudad sin oikos y desmaculinazada es
la imagen fraccionada que muestra Las Bacantes. Esta inversión como lo
señala Seaford (2006) enseña la desarticulación del orden de la ciudad:
The polis is composed of separate households, a structure that is most conspicuously
embodied in the tendency for each woman to be confined to the domestic sphere.
And so for her to leave her separate household (in some versions, as in Bacchae,
specifically her loom)so as to transcend the boundaries, both physical and psychic,
between herself and other women and between herself and nature – this is a
symbolic reversal of the civilised structure of the polis. (p. 34).
La representación de la mujer por fuera del orden domestico opera como
el revés simbólico que desustantiva la identidad cívica de la polis24. El
delirio homicida de las perras de la rabia (Ba.v977-978) contrasta con la
mujer muda y confinada al orden del oikos, de la cual la ciudad no tiene
nada que decir25. De esta manera, el acontecimiento dionisíaco desarticula
24 A esto habría que sumarle el conjunto de oposiciones que se manifiestan a lo largo de la obra: La
contraposición ciudad-montaña, la carrera maniática de las ménades en oposición a la tradicional
postura de la mujer tejiendo, el asesinato de los hijos, entendidos como extensión del poder patriarcal
del hombre y la transformación de la mujer en pájaros, la cual es una imagen asociada a la soledad y el
aislamiento (Mariño,2014).
25 Para Loraux (1989) La mujer no hace parte de la memoria de la ciudad. El confinamiento doméstico y
la participación en el ámbito religioso son sus campos de significación y fuera de ellos no existe discurso
que module la realidad de la mujer. La tragedia mediante la ambigüedad y la ficción trágica inviste a la
mujer con una carga simbólica que acompasa las acciones dramáticas como si se tratase de un héroe.
Pero el resultado de esta trasformación de la mujer en la tragedia es la conquista paradójica de una gloria,
kleos,sin elogio, distorsionando la tradición del valor,areté, en la cultura griega.
las dimensiones que formaban la identidad masculina de la polis: en parte,
en la formación colectiva del thiasos, en la que participan Tiresias y Cadmo,
convencidos de la epifanía divina se integran al culto y se desplazan fuera
de la polis: la oreibasía de los hombres. Esta migración masculina
acompasada por la imagen de Penteo decapitado en el palacio, es el
remanente de la representación de una ciudad sin génesis política: una
polis sin andreia.
26En Las Bacantes también se pone de manifiesto una tensión bélica entre Penteo y el thiasos . Zeitlin
(1986) advierte que este rasgo de violencia y antagonismo entre hombres y mujeres se puede identificar
en otras tragedias asociadas al ciclo tebano como Los Siete contra Tebas.
de la polis27y su trama axiológica: La ciudad democrática es el resultado de
la politización de los valores que operaban para determinar la identidad de
la nobleza. En términos de Seaford (2006): The polis contains a tension
between adherence to the polis and adherence to the household; la expansión
de los valores nobiliarios a la totalidad de la polis moviliza la historia de la
democracia, que no es otra que el devenir de tensiones inacabadas desde
la constitución clisténica hasta la época helenistica ; bajo el efecto de la
ficción trágica y la potencia dionisíaca Las Bacantes suprime la tensión de
la formación de la identidad democrática al enrostrarle a la ciudad su
reflejo mutilado, como el cuerpo despedazado de Penteo: una polis sin
trasfondo político, en ausencia de signos masculinos ni tensiones con el
resto del cuerpo social, en suma, vaciada de su contenido identitario. Por
ello, la tensión política y antipolítica que plantea la tragedia es superada
por la representación residual de un espacio despolitizado: la imagen
mitológica de una ciudad sin tensiones.
Conclusiones:
27Como es bien sabido Aristóteles define la polis como una estructura compuesta por subunidades
sociales (Pol. I 1, 1252b 27ss) entre ellas la familia, oikía, esta postura sobre la formación de la polis
también es retomada por Platón en Leyes.III. 680-682b.
política. La forma en que la tragedia modela estas tensiones también
genera mecanismos de formación identitaria que paralelamente al
cuestionamiento de la ficción trágica modelan una unidad en crisis, estos
procedimientos son: 1) la mitologización de la historia, evidenciada en Los
Persas de Esquilo. 2) la mitologización de la axiología política, mostrada en
las Suplicantes de Eurípides, 3) la formación mitológica de la unidad cívica,
analizada en Las Euménides de Esquilo. Estos mecanismos operan para
sustraer la historicidad de la ciudad dividida y reforzar la representación
de la unidad de la polis democrática. En este sentido, la tragedia y la política
coinciden, ya que la segunda también opera como un registro de
representaciones que buscan desplazar la imagen histórica de la división
cívica.
Bibliografía:
Barceló, P., & Hernandez de la Fuente, D. (2014). Historia del pensamiento
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