You are on page 1of 1

Omar Cavero Cornejo

¿Cómo explicar la parálisis?


Si a los audios donde aparece el juez Hinostroza haciendo negociados de todo tipo, que muestran el
severo nivel de corrupción del Poder Judicial, le sumamos la información que ha salido a la luz con el
caso Lava Jato, que ilustra cómo las grandes empresas se levantan el país en peso, la imagen que queda
es la de una democracia ficticia, donde las instituciones reales son producto del manejo de poder de
diversas redes que imponen sus intereses de formas legales o ilegales.
Estamos ante un sistema político y un Estado corrompidos hasta el tuétano, capturados por grupos que
tienen su raíz fundamental en la gran empresa legal e ilegal, pero que la exceden. La información que
vemos es solo la punta del iceberg. Estamos ante una suerte de cáncer que debe ser extirpado de raíz y es
claro que las propias instituciones están impedidas de auto-reformarse. Pero no "colapsan". Siguen
"funcionando" (a su manera).
¿Por qué no caen? ¿Qué mantiene todo tan perversamente estable? Mi impresión es que este orden
mafioso, encabezado por los grandes grupos económicos (diversos internamente, por cierto, pero sin
dejar de ser los que tienen la última palabra en este entramado de redes de poder), se sostiene en, por lo
menos, tres cosas: la estabilidad económica, la apatía política y la debilidad de los sectores organizados
de oposición.
Las tres cosas se presentan combinadas. Mientras esta realidad no toque el bolsillo de la gente, es difícil
que tengamos grandes masas en las calles. La indignación puede movilizar, pero esa indignación es
difícil de despertar si ya asumimos que toda la política está corrompida, si todo el Estado está podrido, y
es más difícil si la información la controlan un puñado de medios de comunicación, de gran importancia
para mantener viva la farsa de democracia que vivimos.
En ese escenario, el único aspecto en el que podemos incidir es en nuestra capacidad de enfrentar el
tercer punto: la organización de la oposición social y política. Es clave articular a los sectores
organizados y promover la organización de quienes no lo están. Hay que hacerlo, así seamos pocos. Es
el primer paso para dejar de serlo.
Para lograrlo es importante salirnos de los cánones de este orden: no podemos seguir jugando al discurso
de "fortalecer instituciones" ni tratando de apelar solo a la indignación moral. No es sencillo, pero es
necesario empujar una agenda de refundación popular constituyente, como una consigna grande que
agrupe a muchas otras a nivel nacional: de maestros, obreros, mujeres, pueblos indígenas, estudiantes,
etc.
No tendremos éxito de forma inmediata, pero podemos llegar a constituir un canal de representación de
la oposición, que si es contundente puede llegar a escalar, dependiendo de cómo evolucione la economía
(en desaceleración, por lo pronto).
Si no construimos un polo de poder popular que altere el equilibrio actual y nos convierta en un actor
dentro de esta coyuntura, es probable que si la economía se deteriora y el malestar popular crece (ambas
cosas van pasando poco a poco, producto del interés empresarial por obtener más riqueza ante el
estancamiento económico), aquello sea aprovechado justamente por los mismos que son responsables de
cómo está el país ahora.
En fin, en estas circunstancias, para salir de la parálisis tiene mucha importancia lo que hagamos los que
estamos organizados. Aun con límites, los aciertos y errores de ahora pueden ser clave para alterar este
equilibrio perverso de saqueo y corrupción.

You might also like