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Sentado bajo la penumbra.

Cuando sentado bajo la penumbra,


penumbra que precede al día,
día en que recuerdo verte,
verte con los ojos extasiados,
extasiado por tus delicias,
delicias de la vida, arte y poesía,
poesía es tu figura,
figura como de arroyo,
un arroyo que fluye con blanca espuma,
la espuma de los mares,
y los mares en tus ojos,
ojos de lapislázuli,
lapislázuli es mi tesoro,
atesoro el sonido del harpa,
el harpa de tus cabellos,
cabellos que son hilos de oro,
de oro mi corazón,
corazón que se funde por el tuyo,
tuya es toda la gracia,
gracia de ser amada,
amada por un susurro,
susurro soy en el aire,
en el aire de tu aroma,
aroma de lirios y rosas,
rosas son tus mejillas,
mejillas de delicada niña,
niña que me es desconocida,
desconocido para mi es tu nombre,
por nombre te pondré Ambrosía,
Ambrosía tu lecho es de ámbar,
ámbar y otra piedras preciosas,
preciosa te adornan como una sinfonía,
sinfonía nostálgica,
la nostalgia de los mundos de asuso,
asuso se canta en versos,
los versos de tu belleza,
una belleza imperecedera,
imperecedera tu impresión en mi pecho,
pecho que se desborda,
como se desborda el río por la lluvia,
la lluvia de tus besos,
besos que no has dado,
dado que hace tiempo no te veo,
aunque te veo en los recuerdos,
recuerdos cuando estoy sentado,
sentado bajo la penumbra.

Águila Albina.
Desconocida.
Desconocida, por quien siempre he buscado
oh bondadoso destino
sus ojos verdes al final me has mostrado,
y su dolor con gusto confortaría
pues encontré un ángel en lágrimas
mujer cuyos cabellos tejieron las animas.

Desconocida, por quien siempre he añorado


oh benigno destino
en porcelana su rostro has formado,
he visto en este ángel sin amparo
la fina gracia de los cielos,
mujer, en las bellas ninfas despiertas celos.

Desconocida, a quien con pasión amaría


oh impredecible destino
que has apartado nuestras vías,
hermosa ángel entre multitudes perdida
es el fin de esta epifanía
temo nunca más verte, oh desgracia mía.

Desconocida, por quien mi alma ansia


oh cruel destino
no permitiste que palabra cruzáramos,
impresión fugaz como un rayo
luminosa pero efímera
fue para mí esta mujer; desconocida.

Águila Albina.
Los amantes exánimes.

Mira como cae la escarcha


pequeña y helada,
lagrimas del cielo.

Sobre nosotros una alfombra blanca


sin palabras y sin movernos,
se forma un albino velo.

Mientras la nieve nos sepulta


en quietud absoluta,
somos témpanos de hielo.

Tu voz enmudecida
escucho en el silencio,
congelados en el frío eterno.

Debajo la gélida tundra


faltos de aliento,
somos los copos del invierno.

En una cuna nevada,


inmersos en el sueño,
nos arrulla el viento externo.

Yaceremos siempre juntos


como amantes exánimes,
unidos incluso en las manos de la muerte.

Inseparables en vida
ni siquiera la frialdad de la inevitable,
consigue separar nuestro amor ardiente.

Mira como ascienden los cristales de escarcha


que nuestros espíritus llevan
hacia la bóveda celeste.

Con nuestros cuerpos bajo la nieve


y nuestras ánimas en otra esfera,
seremos amantes más allá de las estrellas.

Águila Albina.
Pregunta del alma.

Al contemplar los astros del cielo nocturno


me sumo en reflexión y pensamiento taciturno,
y una pregunta es hecha
con el alma, tal vez insatisfecha.

¿Soy un azar efímero o tengo eterna esencia?


Allende la curiosidad cuestiono mi existencia,
mis sentimientos y mi razón,
mi ser y mi creación.

¡Medita espíritu mío y procura respuestas!


Alto en el firmamento o bajo en las tierras
en libros antiguos verdades están prestas.

A los enigmas de la vida, esta y la venidera


quizá logre hallar contestación veraz
y al hacerlo, tengo certeza, alcanzare alegría imperecedera.

Águila Albina.
Innavegable.

Tu corazón es como un río bravío


en el que hacia el manantial no hay ida
ni en sus corrientes hay cabida
para pequeño barco o grande navío.

Eres altiva como el oleaje,


con pupilas de ébano
profundas como el océano
y tus aguas, de pasión son un brebaje.

Indómita eres, un mar innavegable


pues no hay marinero experto lo suficiente
y toda embarcación te es anegable.

Eres tu quien inunda mi mente


y aunque ahogarme pudiese
seré naufrago en tus corrientes.

Águila Albina.
Canto de pájaros
En un árbol
sin hojas
pájaros
se posan.

Desde lo alto
ellos cantan,
melodías
de antaño.

¿Quién habrá
a las aves
enseñado
el canto?

No hombre
ni humano,
ha sido
el árbol.

Que por muchas


edades,
muy paciente
compuso.

Escribió
en sus hojas
versos simples,
palabras deliciosas.

Y anidaron
los pájaros,
entre brotes
y ramos.

Entonces llegadas
corrientes y brisas,
sonaron
notas bellísimas.

El árbol
habló
en el viento,
oídos escucharon.

Seres emplumados
aprendieron maravillados
y la canción
imitaron.

Hoy yo
bajo el árbol,
disfruto
este privilegio.

Oír
cantar al árbol
mediante
silbidos de pájaros.

Águila Albina.
Ya no aman las mujeres al poeta.
Si en juventud damas quise
en la realidad pocas he amado,
cuyo calor y sus cariños
son afectos no recompensados.

Una tierra no puede


por dos soles ser iluminada,
pero más lúgubre es
cuando por luz ninguna es inspirada.

¡Ah mi primera estrella!


la más bella y risueña,
fue una ilusión como la niebla
que se desvanece cuando el mundo sueña.

¡Ah mi segunda estrella!


que es una flor beata,
nuestro amor que germinaba
en la lontananza se marchito cual planta.

Mi vista que desvaría


creyendo ver amor en la delicadeza,
me lleva en pos de ellas
y me pierdo en la pasión con presteza.

¡Ay de mí! rápido para la afección


y tan tardo para el olvido,
me niego a creer en benévolo hado
o que el amor sea correspondido.

Ya no aman las mujeres al poeta


aquel cuya palabra vuela,
pues mi única compañía
es la luna que me consuela.

Águila Albina.
Bajo la luna.

Bajo la luna, errante, incompleto, me siento asceta y anhelo


en tierra extranjera, pasión y deseo, a esta soledad
vacío eterno, dar fin espero con ansioso celo,
cuando al cruel duelo sin afección temo
mi hogar despojado e inexistente recuerdo,
la inusual compañía del silencio,
silencioso lar sin dama
perdida y extrañada,
que busco
que encuentro
extraviada y añorada
silente morada sin ama
en insólita compañía del inerte
mi corazón desolado e irreal piensa:
Doloroso hado sin amor es mi miedo
y ansioso dar fin espero a la vacía
soledad, con pasión y deseo, en esta tierra extranjera
donde con anhelo, peregrino, inconcluso, bajo la luna te veo.

Águila Albina.
El sueño.
La más verosímil de las mentiras
la dulzura de tu ilusión,
cuando te vi
sin realmente verte,
cuando te tuve
sin jamás tenerte,
al amparo de la noche
en los mundos de Morfeo,
donde todo es posible
pero nada es verdadero;
por entre los laberínticos sueños
en los cuales viajo sin perderme,
creí ver tu rostro
y con tus ojos me engañó mi mente,
en el ensueño
con que te beso
y me alejas,
con que me besas
y te acerco.
¡Ah! desventurado engaño es
sentir tu mano sobre la mía
aunque solo asegure al viento,
es la falsedad del reino onírico
ilusorio y complaciente,
sin embargo, entre estos sueños
contigo desearía quedarme,
y a veces pienso
que quizá, también conmigo sueñes
y sé que sueñas conmigo,
porque si estas efímeras visiones
no son de carácter profético
han de ser porque temporalmente
abandono mi cuerpo,
y allí, en el lugar inexistente
te encuentro,
como en un amor incorpóreo
donde creamos nuestro propio empíreo.
¡Es nuestro momento!
que no existe
pero que bien recuerdo;
así me creo el embuste
de mi sueño,
cuando anoche
no muy lejos
creí sentirte y supe amarte;
amarga y dulce
es la ilusión de ensueño.

Águila Albina.
La muerte del mar de Aral.
Muchos corazones tienes, Asia,
y uno de ellos ha muerto,
la agonía de sus latidos
fue como el sonido
en los oídos del sordo,
y el quejido
en los labios del mudo.

¡Tú, oh mundo¡
te has cegado adrede
y no has visto
como el muerto no siente,
ni prevé el invidente
tu desventura
y tu desgracia.

Si eres inerte al vacío


que hace morada en tu pecho,
al latir de la nada
en un anima desgarrada
¿no sentirías, acaso,
en tus corazones la pérdida
o el lamento,
hendiendo el aire,
de mil hermanos en luto?

¿Acaso has ignorado


el gimoteo del mar Caspio
y las lágrimas del Baikal,
los sollozos
del Cáucaso,
o los suspiros de agua y piedra,
en toda ribera
y por toda Asia central?

¡Ah, ignorante mundo!


Bien hace
quien te maldice,
a ti que no ves,
que no oyes,
que no sientes
a tu corazón moribundo
clamando al expirar
los agravios de la muerte
y dolores del mar de Aral.

Águila Albina.
La silueta en el espejo y el amor en el reflejo.
No vemos más que reflejos
en una sucesión de espejos,
vidrios inanimados
ideales condicionados,
reflejos de lo que eran
y que ahora representan,
esperanzas preconcebidas
y desilusiones adquiridas,
hábiles imitadores
somos en los espejos reflectores,
donde me veo, nos vemos,
me creo, nos creemos,
ideas infundadas
en situaciones añoradas,
que nunca llegan
que jamás esperan;
y si mis amores fueran solo reflejos
como delirios de hombres viejos,
serian alteradas realidades
con embusteras bondades,
pues los cariños femeniles
son como ilusorios pensamientos seniles,
fundamentados en la verdad
pero coronados con deshonestidad,
como falsa es la imagen
en cristales que restringen,
mi silueta a los espejos
y mis amores a los reflejos.

Águila Albina.
Las coronas, un joven y un cesto.
Con gran gallardía y porte principesco
lució su corona, aunque fuese humilde cesto,
que loco era pensaban, pero tenía un pretexto:
sea sangre azul de rey, un noble pintoresco
o el rojo ordinario de un simple mancebo,
que trono herede, por linaje y derecho
o lo conquiste, por fuerza y por hecho,
de oro una tiara o un pañuelo añejo
en la cabeza de un hombre, grande o pequeño,
le son tan naturales como orejas de conejo,
que por tenerle en sus sienes, vive atónito y perplejo.
Así son ridículas, por común acierto
las coronas de un rey, ilustre y caballeresco,
como un joven demente, con su cabeza en un cesto.

Águila Albina.
Resiliencia.
Resiliencia
es transformación:
lo que no destruye
tampoco crea,
pues ambas cosas
se basan en el cambio;
de volver un demonio
en pura virtud,
de henchir valentía
donde antes solo había espanto,
de prender la pluma
y tornar el dolor en canto,
de hacer al desamor
un verso,
y al verso triste
tomar como bálsamo,
de ver lágrimas de luz
en rostros ensombrecidos,
y convertir un ocaso
en radiante mediodía,
de enmendar
lo irreparable,
y usar las penas
para formar poesía,
eso es resiliencia
en tristeza buscar alegría.

Águila Albina.
A casa das rosas.
Naquela casa
a casa das flores,
as flores me lembram
lembranças que nunca foram,
como foram as rosas
as rosas de outrora,
outrora brancas, além de formosas
formosa a sua liberdade,
em liberdade cheirosas
cheirava-as todas,
todas em tua lembrança
lembranças que não foram,
como jamais fora a nossa casa
nossa casa das rosas.

Águila Albina.
Pensamientos de la belleza lombarda.
Un tejido de piedras
de consistencia férrea,
hace alfombra a mis pies
y es azul la vista aérea,
en este pueblecito
la villa hermosa de leyva,
tejas de barro en techos
y base a la cordillera,
pienso en mi belleza lombarda,
una mujer análoga
a la villa de dulce simpleza,
con sus curvas como cordillera
y su blanca tez de nácar
que reviste las paredes claras,
¡ah mi ''ragazzina''!
de ojo azul y vista plena
que se cubre en velo
y teje larga cabellera,
para penetrar en su pecho
así como a estas piedras
he de ser audaz
y de voluntad férrea.

Águila Albina.
A las mujeres que he amado
A vosotras
destellos
de ilusoria mentira
y caprichoso deseo,
bastan pocas palabras
y ni más un verso.
A ti
gorrión negro
un claro adiós
y un buen recuerdo.
De ti
flor beata
la de sonrisa insensata,
aquí me despido,
me resigno
y te relego,
bienaventurado aquel
que es tu nuevo jardinero,
y en tu buena fortuna
me aparto y me alegro.
¡Ah, pero a ti
bien amada!
mi dolor
y mi apego,
no un adiós
ni siquiera un hasta luego,
abandonarte he querido
pero a tu olvido me reniego;
lo justo y lo injusto
son solo el haz de un velo,
tu velo
del justo encuentro,
un velo
de injusto desacierto,
solo tú
la inolvidable
eres a la vez
la única inalcanzable,
y así, como a otras
a la amnesia condeno,
a tu eterna añoranza
con tinta me sello.

Águila Albina.
A las mujeres brasileñas.
Hay una tierra de misterios
con floresta en sus entrañas,
montañas en la niebla,
ríos como venas
y mares en sus cabelleras;
una tierra ''formosa''
como hermosas son sus mujeres,
ellas todas misteriosas
como las vírgenes sierras,
sangre viva y alegre
les recorre las venas,
indómitas y libres
cual al aire sus cabelleras.
¡Ay de ti mujer brasileña!
que hurtas los quereres
y no correspondes mis penas,
dolores que en tu presencia
se amenizan
y desvanecen como bruma mañanera,
pues esta tierra de encantos
con encantadoras doncellas
adormece mis sentidos
con piel blanca y morena,
con sonrisas
sinceras e incomprendidas,
de las cuales emanan voces
desnudas, naturales
con aires de ninfa
musicales como sirena,
y en sus rostros esculpidos
como profundas cuevas
sus miradas esconden
tesoros de dulzura,
en doradas cavernas,
porque aseguro
a quien les vea,
que le será imposible no perderse
en sus pupilas
brillantes y placenteras,
cuyos amores
laberínticos como la selva
envuelven, poseen,
capturan y liberan,
puesto que nadie es
más espontaneo que ellas,
volátiles
como llamas de hoguera;
Así hechizantes,
indómitas,
a la vez divinas
a la vez terrenas,
son las cautivantes
mujeres brasileñas.

Águila Albina.
La flor de acacia.

¿Acaso te acuerdas, de las flores amarillas?


que florecen en mi tierra, entre otras maravillas,
en el punto más álgido de amores sin rencillas,
de los arboles tomaba y descubría sus coronillas.

Al colocarlas con anhelo, sobre tus dorados cabellos


me deleitaba en las figuras y regocijaba en los destellos,
impregnados de tu fragancia y los perfumes más bellos
los pétalos te hacían gracia, pero tú eras gracia en ellos.

Que si no olvidase, cuán rápido mis afectos


se diluyeron en la niebla y rubor de tus pretextos,
no sería yo quien te dejase, a buscar otros contextos
donde no hay amor a medias y los quereres son perfectos.

Pero, cuan vana es mi búsqueda y cuan poco mi solaz


tu ausencia me consume y su apetito es voraz,
sobrevivo del recuerdo, de un instante fugaz
cuando florecían las acacias y tu corazón era veraz.

Águila Albina.
Dime gorrión negro, danza gorrión negro.
Dime gorrión negro
¿Por qué tu pico de escalpelo
rebana los dátiles
como corta mis anhelos?
en la corteza de tu vientre
en la delicadeza de tus dedos,
mujer de madera
pájaro de ojos bellos,
robas a la orquídea su perfume
con ella realizas tus deseos,
como te desea el suelo
como bien te quiere el viento,
cual tallo de caña
las curvas del festejo,
de tu cuerpo que danza
y es la llama del fuego,
ave de la juventud
reflejo del ensueño,
mujer del gorrión negro
hay beldad en tus cabellos,
beldad en tu figura,
beldad en tus movimientos,
¡Ya no digas nada!
dama de canela
y plumajes ligeros,
¡Danza como oriente,
danza gorrión negro!

Águila Albina.
El dibujo.
Por el papel se desliza
al compás de tristes manos,
mi pluma pesarosa.

Cuyo gran pesar


es no haber hecho justicia,
a dama tan hermosa.

Por eso ahora su tinta


danza sobre estas hojas,
blancas y muy ansiosas.

De diseñar en su blancura
la figura más excelsa,
de tu rostro su contorno.

Dócil arco hago en tus cejas


curvas bóvedas celestes,
los soportes de mi entorno.

Y con melodiosos movimientos


de tinta en olas y mareas,
a mares tus cabellos torno.

En un profundo negro
me pierdo y más no deseo,
que la oscuridad de tu cabello.

Aunque es un simple balanceo


hacer una línea en tus pestañas,
es tan grato, que para mí todo es ello.

Como el rellenar
de color tus labios,
y desfilar mi pluma por tu cuello.

Y ni la más perfecta almendra


ha la sacralidad de tal figura,
la de tus ojos risueños.

Porque cuando tu boca no sonríe


en su lugar ríe tu mirar,
y entre tus parpadeos sueño.

Pues espero, al dibujar


con palabras tu faz,
que quizá, de tu amor me adueño.

Águila Albina.
Sombra y eco.
Tanto sombras como ecos
fue la mujer que amé,
de tu voz retumbando en
las lejanas montañas,
de tu silueta en contraluz
en una habitación vacía;
¡Ah! pero un eco es más amable
que tu boca muda
y las penumbras más claras
que tú opaco ser.
Eres la desilusión absoluta
la muerte de mis anhelos,
pues mi amada nunca fue
más que la imagen de un espejo,
que como tú no habla,
no siente
y no ama,
aunque al menos sonreía
y carece de tu esencia falaz.
Tan etérea mi bien amada
ella solo en sueños fue,
y tú que eres,
eres más la sombra y eco
de quien debías ser
de quien creía ver,
pero no soy más que un loco
que en desvarío alucina,
con el querer de un sol
mi sol de mediodía,
y al verte libre de hechizo
veo en ti algo que eclipsa,
un sol de oscuridad y agonía,
eres indiferente y fría,
una gélida umbría
un intrascendente son.
¡Devuélvemela!
¡Devuélveme a mi amada ilusión!
aunque no sea ella de ti
más que ecos de imaginación.

Águila Albina.
Parangones.

¿Qué es amar? ¿Qué es ser cálido?


Para la luna argenta de rostro pálido.
¿Qué es sentir? ¿Qué es ser iluminado?
Para el frío viento y el adagio olvidado.
¿Qué es vivir? ¿Qué es ser querido?
Para un amor sabio, no correspondido.
¿Qué es saber? ¿Qué es ser recordado?
Para el madero viejo y el árbol dejado.
¿Qué es besar y el beso vivido?
Para el labio amargo y el labio retorcido.
¿Qué es el querer? ¿Qué es ser amado?
Para el alma mentida y el ojo hipnotizado.
¿Qué es la caricia y el abrazo sentido?
Para el solitario y el desposeído.
Para ellos es nada, como nada ha confortado
A un triste amante que jamás han amado.

Águila Albina.
Contigo mi querida.

Tus dóciles encantos, como de profunda fantasía


son para mí el ensueño y anhelo la compañía
de tu esencia mágica, que al son de melodías
ejecuta tu danza, con ritmo de profecía,
con los pies ligeros, con tu bella anatomía,
con los cabellos sueltos y perfecta sincronía;
cautivas sutilmente a quien recuerda y quien olvida
con la gracia de tu rostro y contagiosa alegría,
que infunde a mi espíritu, cuando contigo mi querida
hago en ronda cantos y te cuento alegorías
de un amor secreto y un amor que proponía,
una pasión de ardor interno y querer en demasía
a ti tierna joven, que estas letras te componía
pidiendo bailar juntos, siguiendo la armonía
de tambor y muchas gaitas, en idílica utopía.
Es así como propongo, a través de poesía
que por esta noche cálida, tengas la simpatía
de permitir a este hombre, danzar contigo oh querida.

Águila Albina.
Mi ambrosia, mi Venus.
Que se ha perdido, dicen los entendidos
y que la buscan las constelaciones,
pues Venus del cielo nocturno
ha desaparecido,
al manto de lentejuelas
hace falta la matinal perla.
No son estos ni augurios
ni agüeros de adivinos,
sino que ha descendido
y es la mortal más bella.
Porque yo la he visto
y me ha hechizado
sin la necesidad de Eros,
quien fue Afrodita, quien fue Venus
es el pináculo de lo afable
como es afable la fuente
de la que deseo, sediento,
beber del agua de sus labios rellenos.
¡Ay! Pero la desgracia
se ha extraviado de mis ojos Venus,
y ni aunque fuera sabio
ni siquiera instruido,
podría encontrarle
y a mi regazo sujetarle.
Ambrosia de los dioses
tú dilecta Venus,
si al cielo no has retornado
manifiéstate en la tierra;
ríndete a mis brazos.

Águila Albina.
Como es posible caer del empíreo Y en este mundo deambular?

O en penumbra regocijarse y la luz del sol renegar?

Es mejor no dar respuesta y desorientado errar

Cobijado por la noche; desconocerlo todo y caminar.

Solo la melancólica melodía, en cuyo repicar

Mantiene la cordura y aísla en el andar,

Palabras escritas, cuando se debía llorar

Son las lágrimas del intelecto, cuando debía amar.

Vagaría el mar de los quebrantos, sin lograrme perder

Abandonando catalejo y brújula al desconocer,

Que los remos son mis manos y encallaría con los pies

En el coral de tu incertidumbre y la amargura de tu mies.

Naufrago, nómada y vagabundo, todos soy ¡pardiez!

Besando a una luna, que retoma su palidez

Sin que el desaliento consiga, minar o corromper

La melancolía en la música y la necesidad de tu querer.

Águila Albina.
Quererte es como amar a un fantasma

Y cual misterio etéreo.

Amarte es como querer lo cierto

Y cual hecho concreto.

Es dicotómico, es paradójico

Es un amor de opuestos

Entre lo real y lo supuesto.

Desearte es el oficio más bello

Y tal cual el agua es al sediento.

Anhelarte es el sacrificio más tortuoso

Y tal cual el hambre es al hambriento.

Es un deseo, más agrio que dulce:

Bocado de placer ínfimo

Y prueba de dolor majestuoso.

Olvidarte es como pecar contra lo divino

Y cual hereje me maldigo.

Liberarme es como probar lo sacro

Y cual sacerdote que reniega vana añoranza,

Que es sagrada y es profana,

Resignación inconsistente,

Condenará la fe o la desesperanza.

Contradecirse es tan cuerdo

Como lo es natural el dilema,

Y estar seguro es tan necio

Como innatural es la certeza,

Si es amante o es mentira

Es tan incierto, como quien me diga,

Si he de tenerla: como conyugue o desconocida.

Águila Albina.
Pérdida y recriminaciones.

Ah mi niña, cuantas veces lloraré tu perdida

Que no lloré en su propio día,

Cuando no entendía tamaña calamidad

Pues mi pensamiento solo contemplaba el amarte,

Y sea el amor o la embriaguez de la locura

La amarga cortina que cubrió mi rostro,

Cual manto fúnebre

Cubre finado demente,

Impido me percatase

De la desventura de perderte,

Como al moribundo impotente

La vida se desvanece.

Siembra quien no recoge,

Recoge quien no merece

Y merece mas no arrebata,

Como padece famélico

A quien arrebatan su flor beata.

Ay de vosotros despojadores:

No puedo odiaros

No puedo amaros,

Ni he de trataros con camaradería

Me contengo en llamaros bastardos,

Ella ahora es casada

Y no puedo más blasfemaros,

Como blasfemasteis con cadenas

Cuando ella y yo

Águila Albina.
Debíamos amarnos.

Voluntad, mal hado y nefasto destino

O locura y fanatismo,

Todas las cosas son multicausales

Si contamos los agravios

De quienes en este asunto

Son como extranjeros,

Pero ahora que a ti de nuevo hablo

Solo he de recriminaros

Porque callaste y porque has dejado

La sonrisa en sueños

Y la carta en blanco.

Mientras tanto, mi recuerdo

En ti

Se diluye tenue:

Olvidadiza!

Te has casado.

Águila Albina.
Águila Albina.

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