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Águila Albina.
Desconocida.
Desconocida, por quien siempre he buscado
oh bondadoso destino
sus ojos verdes al final me has mostrado,
y su dolor con gusto confortaría
pues encontré un ángel en lágrimas
mujer cuyos cabellos tejieron las animas.
Águila Albina.
Los amantes exánimes.
Tu voz enmudecida
escucho en el silencio,
congelados en el frío eterno.
Inseparables en vida
ni siquiera la frialdad de la inevitable,
consigue separar nuestro amor ardiente.
Águila Albina.
Pregunta del alma.
Águila Albina.
Innavegable.
Águila Albina.
Canto de pájaros
En un árbol
sin hojas
pájaros
se posan.
Desde lo alto
ellos cantan,
melodías
de antaño.
¿Quién habrá
a las aves
enseñado
el canto?
No hombre
ni humano,
ha sido
el árbol.
Escribió
en sus hojas
versos simples,
palabras deliciosas.
Y anidaron
los pájaros,
entre brotes
y ramos.
Entonces llegadas
corrientes y brisas,
sonaron
notas bellísimas.
El árbol
habló
en el viento,
oídos escucharon.
Seres emplumados
aprendieron maravillados
y la canción
imitaron.
Hoy yo
bajo el árbol,
disfruto
este privilegio.
Oír
cantar al árbol
mediante
silbidos de pájaros.
Águila Albina.
Ya no aman las mujeres al poeta.
Si en juventud damas quise
en la realidad pocas he amado,
cuyo calor y sus cariños
son afectos no recompensados.
Águila Albina.
Bajo la luna.
Águila Albina.
El sueño.
La más verosímil de las mentiras
la dulzura de tu ilusión,
cuando te vi
sin realmente verte,
cuando te tuve
sin jamás tenerte,
al amparo de la noche
en los mundos de Morfeo,
donde todo es posible
pero nada es verdadero;
por entre los laberínticos sueños
en los cuales viajo sin perderme,
creí ver tu rostro
y con tus ojos me engañó mi mente,
en el ensueño
con que te beso
y me alejas,
con que me besas
y te acerco.
¡Ah! desventurado engaño es
sentir tu mano sobre la mía
aunque solo asegure al viento,
es la falsedad del reino onírico
ilusorio y complaciente,
sin embargo, entre estos sueños
contigo desearía quedarme,
y a veces pienso
que quizá, también conmigo sueñes
y sé que sueñas conmigo,
porque si estas efímeras visiones
no son de carácter profético
han de ser porque temporalmente
abandono mi cuerpo,
y allí, en el lugar inexistente
te encuentro,
como en un amor incorpóreo
donde creamos nuestro propio empíreo.
¡Es nuestro momento!
que no existe
pero que bien recuerdo;
así me creo el embuste
de mi sueño,
cuando anoche
no muy lejos
creí sentirte y supe amarte;
amarga y dulce
es la ilusión de ensueño.
Águila Albina.
La muerte del mar de Aral.
Muchos corazones tienes, Asia,
y uno de ellos ha muerto,
la agonía de sus latidos
fue como el sonido
en los oídos del sordo,
y el quejido
en los labios del mudo.
¡Tú, oh mundo¡
te has cegado adrede
y no has visto
como el muerto no siente,
ni prevé el invidente
tu desventura
y tu desgracia.
Águila Albina.
La silueta en el espejo y el amor en el reflejo.
No vemos más que reflejos
en una sucesión de espejos,
vidrios inanimados
ideales condicionados,
reflejos de lo que eran
y que ahora representan,
esperanzas preconcebidas
y desilusiones adquiridas,
hábiles imitadores
somos en los espejos reflectores,
donde me veo, nos vemos,
me creo, nos creemos,
ideas infundadas
en situaciones añoradas,
que nunca llegan
que jamás esperan;
y si mis amores fueran solo reflejos
como delirios de hombres viejos,
serian alteradas realidades
con embusteras bondades,
pues los cariños femeniles
son como ilusorios pensamientos seniles,
fundamentados en la verdad
pero coronados con deshonestidad,
como falsa es la imagen
en cristales que restringen,
mi silueta a los espejos
y mis amores a los reflejos.
Águila Albina.
Las coronas, un joven y un cesto.
Con gran gallardía y porte principesco
lució su corona, aunque fuese humilde cesto,
que loco era pensaban, pero tenía un pretexto:
sea sangre azul de rey, un noble pintoresco
o el rojo ordinario de un simple mancebo,
que trono herede, por linaje y derecho
o lo conquiste, por fuerza y por hecho,
de oro una tiara o un pañuelo añejo
en la cabeza de un hombre, grande o pequeño,
le son tan naturales como orejas de conejo,
que por tenerle en sus sienes, vive atónito y perplejo.
Así son ridículas, por común acierto
las coronas de un rey, ilustre y caballeresco,
como un joven demente, con su cabeza en un cesto.
Águila Albina.
Resiliencia.
Resiliencia
es transformación:
lo que no destruye
tampoco crea,
pues ambas cosas
se basan en el cambio;
de volver un demonio
en pura virtud,
de henchir valentía
donde antes solo había espanto,
de prender la pluma
y tornar el dolor en canto,
de hacer al desamor
un verso,
y al verso triste
tomar como bálsamo,
de ver lágrimas de luz
en rostros ensombrecidos,
y convertir un ocaso
en radiante mediodía,
de enmendar
lo irreparable,
y usar las penas
para formar poesía,
eso es resiliencia
en tristeza buscar alegría.
Águila Albina.
A casa das rosas.
Naquela casa
a casa das flores,
as flores me lembram
lembranças que nunca foram,
como foram as rosas
as rosas de outrora,
outrora brancas, além de formosas
formosa a sua liberdade,
em liberdade cheirosas
cheirava-as todas,
todas em tua lembrança
lembranças que não foram,
como jamais fora a nossa casa
nossa casa das rosas.
Águila Albina.
Pensamientos de la belleza lombarda.
Un tejido de piedras
de consistencia férrea,
hace alfombra a mis pies
y es azul la vista aérea,
en este pueblecito
la villa hermosa de leyva,
tejas de barro en techos
y base a la cordillera,
pienso en mi belleza lombarda,
una mujer análoga
a la villa de dulce simpleza,
con sus curvas como cordillera
y su blanca tez de nácar
que reviste las paredes claras,
¡ah mi ''ragazzina''!
de ojo azul y vista plena
que se cubre en velo
y teje larga cabellera,
para penetrar en su pecho
así como a estas piedras
he de ser audaz
y de voluntad férrea.
Águila Albina.
A las mujeres que he amado
A vosotras
destellos
de ilusoria mentira
y caprichoso deseo,
bastan pocas palabras
y ni más un verso.
A ti
gorrión negro
un claro adiós
y un buen recuerdo.
De ti
flor beata
la de sonrisa insensata,
aquí me despido,
me resigno
y te relego,
bienaventurado aquel
que es tu nuevo jardinero,
y en tu buena fortuna
me aparto y me alegro.
¡Ah, pero a ti
bien amada!
mi dolor
y mi apego,
no un adiós
ni siquiera un hasta luego,
abandonarte he querido
pero a tu olvido me reniego;
lo justo y lo injusto
son solo el haz de un velo,
tu velo
del justo encuentro,
un velo
de injusto desacierto,
solo tú
la inolvidable
eres a la vez
la única inalcanzable,
y así, como a otras
a la amnesia condeno,
a tu eterna añoranza
con tinta me sello.
Águila Albina.
A las mujeres brasileñas.
Hay una tierra de misterios
con floresta en sus entrañas,
montañas en la niebla,
ríos como venas
y mares en sus cabelleras;
una tierra ''formosa''
como hermosas son sus mujeres,
ellas todas misteriosas
como las vírgenes sierras,
sangre viva y alegre
les recorre las venas,
indómitas y libres
cual al aire sus cabelleras.
¡Ay de ti mujer brasileña!
que hurtas los quereres
y no correspondes mis penas,
dolores que en tu presencia
se amenizan
y desvanecen como bruma mañanera,
pues esta tierra de encantos
con encantadoras doncellas
adormece mis sentidos
con piel blanca y morena,
con sonrisas
sinceras e incomprendidas,
de las cuales emanan voces
desnudas, naturales
con aires de ninfa
musicales como sirena,
y en sus rostros esculpidos
como profundas cuevas
sus miradas esconden
tesoros de dulzura,
en doradas cavernas,
porque aseguro
a quien les vea,
que le será imposible no perderse
en sus pupilas
brillantes y placenteras,
cuyos amores
laberínticos como la selva
envuelven, poseen,
capturan y liberan,
puesto que nadie es
más espontaneo que ellas,
volátiles
como llamas de hoguera;
Así hechizantes,
indómitas,
a la vez divinas
a la vez terrenas,
son las cautivantes
mujeres brasileñas.
Águila Albina.
La flor de acacia.
Águila Albina.
Dime gorrión negro, danza gorrión negro.
Dime gorrión negro
¿Por qué tu pico de escalpelo
rebana los dátiles
como corta mis anhelos?
en la corteza de tu vientre
en la delicadeza de tus dedos,
mujer de madera
pájaro de ojos bellos,
robas a la orquídea su perfume
con ella realizas tus deseos,
como te desea el suelo
como bien te quiere el viento,
cual tallo de caña
las curvas del festejo,
de tu cuerpo que danza
y es la llama del fuego,
ave de la juventud
reflejo del ensueño,
mujer del gorrión negro
hay beldad en tus cabellos,
beldad en tu figura,
beldad en tus movimientos,
¡Ya no digas nada!
dama de canela
y plumajes ligeros,
¡Danza como oriente,
danza gorrión negro!
Águila Albina.
El dibujo.
Por el papel se desliza
al compás de tristes manos,
mi pluma pesarosa.
De diseñar en su blancura
la figura más excelsa,
de tu rostro su contorno.
En un profundo negro
me pierdo y más no deseo,
que la oscuridad de tu cabello.
Como el rellenar
de color tus labios,
y desfilar mi pluma por tu cuello.
Águila Albina.
Sombra y eco.
Tanto sombras como ecos
fue la mujer que amé,
de tu voz retumbando en
las lejanas montañas,
de tu silueta en contraluz
en una habitación vacía;
¡Ah! pero un eco es más amable
que tu boca muda
y las penumbras más claras
que tú opaco ser.
Eres la desilusión absoluta
la muerte de mis anhelos,
pues mi amada nunca fue
más que la imagen de un espejo,
que como tú no habla,
no siente
y no ama,
aunque al menos sonreía
y carece de tu esencia falaz.
Tan etérea mi bien amada
ella solo en sueños fue,
y tú que eres,
eres más la sombra y eco
de quien debías ser
de quien creía ver,
pero no soy más que un loco
que en desvarío alucina,
con el querer de un sol
mi sol de mediodía,
y al verte libre de hechizo
veo en ti algo que eclipsa,
un sol de oscuridad y agonía,
eres indiferente y fría,
una gélida umbría
un intrascendente son.
¡Devuélvemela!
¡Devuélveme a mi amada ilusión!
aunque no sea ella de ti
más que ecos de imaginación.
Águila Albina.
Parangones.
Águila Albina.
Contigo mi querida.
Águila Albina.
Mi ambrosia, mi Venus.
Que se ha perdido, dicen los entendidos
y que la buscan las constelaciones,
pues Venus del cielo nocturno
ha desaparecido,
al manto de lentejuelas
hace falta la matinal perla.
No son estos ni augurios
ni agüeros de adivinos,
sino que ha descendido
y es la mortal más bella.
Porque yo la he visto
y me ha hechizado
sin la necesidad de Eros,
quien fue Afrodita, quien fue Venus
es el pináculo de lo afable
como es afable la fuente
de la que deseo, sediento,
beber del agua de sus labios rellenos.
¡Ay! Pero la desgracia
se ha extraviado de mis ojos Venus,
y ni aunque fuera sabio
ni siquiera instruido,
podría encontrarle
y a mi regazo sujetarle.
Ambrosia de los dioses
tú dilecta Venus,
si al cielo no has retornado
manifiéstate en la tierra;
ríndete a mis brazos.
Águila Albina.
Como es posible caer del empíreo Y en este mundo deambular?
Que los remos son mis manos y encallaría con los pies
Águila Albina.
Quererte es como amar a un fantasma
Es dicotómico, es paradójico
Es un amor de opuestos
Resignación inconsistente,
Condenará la fe o la desesperanza.
Si es amante o es mentira
Águila Albina.
Pérdida y recriminaciones.
Impido me percatase
De la desventura de perderte,
La vida se desvanece.
Ay de vosotros despojadores:
No puedo odiaros
No puedo amaros,
Cuando ella y yo
Águila Albina.
Debíamos amarnos.
O locura y fanatismo,
Solo he de recriminaros
La sonrisa en sueños
Y la carta en blanco.
En ti
Se diluye tenue:
Olvidadiza!
Te has casado.
Águila Albina.
Águila Albina.