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7 formas de combatir

la duda
4 OCTUBRE, 2016 | Michael Patton

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VIDA CRISTIANA

¿Alguna vez has luchado con la duda? Si respondes honestamente, lo más seguro es que sí.

La duda afecta a las vidas de muchos creyentes. La realidad es que nadie tiene una fe perfecta en
esta vida. Eso también te incluye a ti. Pero, si tu fe no es perfecta, esto significa que puede crecer y
ser más fuerte hoy de lo que era ayer.

Me gusta pensar en la duda como la brecha entre nuestra fe presente y la fe perfecta. Si este es el
caso, todos dudamos.

No solo esto, sino que no hay nada de lo que los cristianos no puedan dudar. A veces dudamos de
nuestra salvación; otras veces dudamos del amor de Dios. Muchas veces incluso dudaremos de la
confiabilidad de la Escritura, la existencia de Dios, y la identidad de Cristo. Incluso Juan el Bautista,
a quien Cristo llamó el hombre más grande que ha nacido (Mt. 11:11), una vez expresó duda
acerca de la identidad misma de Cristo (Mt.11 :3).

Aquí hay siete principios a considerar cuando tratamos con la duda.

1. Ten compasión de los que dudan.

Judas 22 nos dice: “tengan misericordia de algunos que dudan”. Es fácil juzgar, condenar, y
despreciar a los que dudan como si fueran cristianos de segunda categoría. Pero tener compasión
de los que dudan es estar ahí para ellos, confortándolos y edificándolos.

Muchas veces, no es solo una lucha con la duda que dura una noche y que termina después de una
buena noche de descanso. Algunos dudan durante toda la vida. Aunque esto no te nazca
naturalmente, necesitas aprender a tener piedad de ellos (y de ti mismo). Puede que tengas que
responder a las mismas preguntas una y otra vez. Eso está bien. Y es una oportunidad para que
puedas aprender paciencia.

2. Tener dudas es a menudo una indicación de una fe más profunda.

Muchos de nosotros vinimos a ser creyentes a una edad temprana, con una fe que recibimos a
través de nuestros padres, en quienes confiamos implícitamente. A medida que crecemos, nuestra
fe es puesta a prueba a través de las situaciones difíciles, las tentaciones, y el sufrimiento
(Job; Lc 8: 5-15; Ro. 5:3-4; Stg. 1:3).

Es por esto que nuestras dudas más significativas vienen a menudo cuando estamos entre
nuestros veinte y treinta años. Pero esto no es algo malo. Todos necesitamos considerar que las
verdades que defendemos podrían estar equivocadas, con el fin de abrazar nuestra fe más
profundamente. Tal duda a menudo resulta en una fe más fuerte.

3. Aprende a vivir con el misterio.

A veces queremos todas las respuestas. Queremos comprender las cosas completamente antes de
comprometernos con Dios.

Aun cuando Dios nos ha revelado muchas cosas y hay mucho que podemos entender, hay cosas
“secretas” que le solo le pertenecen a él (Deut. 29:29). Nunca seremos capaces de comprender
exhaustivamente la Trinidad, o cómo creó Dios todo de la nada. Pero lo que podemos comprender
es suficiente para descansar en Dios cuando surgen los misterios.

4. Haz de las cosas principales las cosas principales.

Pablo dijo a los corintios que les entregó cosas “en primer lugar” (1 Cor. 15:3). Luego continúa
hablando de la muerte expiatoria y la reivindicadora resurrección de Cristo como lo más central de
la fe.

Muchos de nosotros dudamos de cuestiones secundarias tales como cuándo y cómo creó Dios el
mundo, o los detalles del regreso de Cristo. Hay muchos temas en la fe cristiana sobre los que han
habido legítimos desacuerdos durante siglos. Todo el cristianismo ortodoxo, sin embargo, siempre
ha estado en unidad acerca de quién es Cristo y lo que hizo.

Así que cuando empieces a dudar de lo que te enseñaron acerca de cuestiones secundarias, no te
preocupes demasiado. Muchos de nosotros todavía estamos tratando de entender esos asuntos.

5. Vive de acuerdo a la fe que ya tienes.

La duda no es incredulidad. Una vez más, la duda es el puente que une la fe presente con la fe
perfecta. Y ese puente permanecerá hasta nuestra muerte o el regreso de Cristo. Sin embargo y
naturalmente, cuando atravesamos por una crisis de fe no vemos las cosas de esta manera. Una vez
que la duda entra e infecta nuestras vidas en un nivel consciente, podemos interpretarlo como
incredulidad absoluta. Simplemente no sabemos de qué otra manera procesarlo. Creemos que
estamos en un camino inevitable a la completa incredulidad.

Por desgracia, ya que pensamos de esta manera, y dado que otros pueden tratarnos como si
tuviéramos una plaga, empezamos a vivir como incrédulos. Si el pecado no fuera el problema
instigador anteriormente, ahora se convierte en el problema crónico. Es importante que aquellos
que luchan con la duda no permitan que ellas influyan en sus vidas de tal manera que comiencen a
vivir como incrédulos. Anima a los que dudan a seguir viviendo como cristianos, a arrepentirse y a
creer en el evangelio, aunque no siempre se sientan como cristianos.

6. Duda de tus dudas.


¿Por qué dar a tu duda una cortesía que no das a tu fe? ¿Es tu duda tan convincente que no puede
ser cuestionada?

Cuando pasamos por momentos de duda, necesitamos asegurarnos de que somos críticos de
nuestras dudas también. La duda no suele ofrecer una mejor solución; solo critica la que ya
tenemos. Los cristianos podemos estar seguros de que las verdades centrales de nuestra fe nunca
serán superadas por nuestra duda. Acosadas, sí. Pero cuando aprendemos a dudar de nuestras
dudas, nuestra fe nunca deberá ser derrocada.

7. Lucha por vencer al pecado en tu vida.

Reservé esto intencionadamente para el final. A menudo, este es el primer lugar a donde los
cristianos dirigen a alguien que aman en su crisis de fe, en gran parte debido a que nos ayuda a
poner la duda en un lugar discernible. Esto también nos ayuda a encontrar una solución rápida.
“Oh, ¿estás dudando de tu fe? Entonces, ¡deja de pecar! ¿Qué otros problemas tienes?” Obviamente,
la duda es a menudo más complicada.

Pero hay que reconocer que el pecado personal absorbe la vitalidad de la fe. La desobediencia a
Dios causará un daño significativo a tu fe.

Todos somos pecadores, pero algunos pecados causan un daño único en nuestra mente y
cosmovisión, especialmente si tratamos de justificarlos. Por ejemplo, luchar con la atracción al
mismo sexo es una cosa; adoptar activamente la homosexualidad y tratar de justificarla
bíblicamente es una cosa totalmente distinta. El daño aquí no es solo moral, social, y
físico; también corrompe la mente. El esfuerzo por reinterpretar la Biblia de una forma más
amigable con la homosexualidad no va a permanecer aislado en esta categoría; tarde o temprano,
el paradigma mental que construiste para hacer tu pecado aceptable va a corromper todo lo
demás.

En resumen, si hay algo que sabes que debes hacer y no lo estás haciendo, la duda pronto se
extenderá y tu crisis de fe va a ser difícil de superar. Necesitamos hacer este tipo de preguntas de
manera amable cuando sea el momento adecuado. Pero acusar simplemente a la gente de algún
pecado personal muy arraigado sin mayor oportunidad de defensa puede ser crítico y vergonzoso.
Pregunta si hay algún pecado que podría estar causando la duda de la persona. Si la respuesta es
no y no puedes identificar fácilmente alguna cosa como la causa, no fuerces el tema.

La región y el país

He descubierto que hay principalmente dos tipos de personas que dudan. Los primeros están
caminando lejos de Dios y creen que están encontrando la libertad. Los segundos sienten que
están caminando lejos de su fe y están profundamente perturbados por eso. La diferencia con el
segundo tipo de gente que duda es que siempre van Dios, gritando con los brazos extendidos para
que les ayude. Afortunadamente, en la mayoría de los casos, los que dudan finalmente vuelven a la
fe.

Es posible que siempre, hasta cierto punto, vivas en la región de la duda. Sin embargo, es posible
que tu región la duda esté todavía dentro del país de la fe. Dudar de tu fe no significa que no tienes
fe. Judas 22 dice que debemos tener compasión de los que dudan, ya sea que la duda esté en
nosotros mismos o en otros. Hagamos eso.
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN THE GOSPEL COALITION. TRADUCIDO POR
ROMÁN GONZÁLEZ.

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