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Seudónimo: Khipu56

Destinos

Reunidos como todas las noches, el capitán Pizarro, sus cuatro hermanos,
Hernando de Soto y el rey cautivo, filosofaban sobre los indescifrables
caminos de un destino:
- Ningún gitano puede deciros cuál es vuestro destino, solo Dios lo sabe
y nunca podréis cambiarlo, dijo Pizarro.
- Dios no existe. Sólo existe el destino, si es fatal, tú puedes cambiarlo.
Los Apus saben que pasará. Yo no creo en ellos. Que emoción habría
de saber que morirás mañana. ¿entonces para que vivir?, argüía el
soberano inca.
- Cuando la parca os visite, pues, ¡No hay más futuro que valga por
Santiago!, agregó efusivo De Soto.
- La vida no acaba con la muerte. Bajamos al UkuPacha un tiempo, para
volver al KayPacha en otro cuerpo, en otro tiempo quizás. Debemos
continuar la labor que el destino nos tiene reservado, retrucó
Atahualpa.
No conocían la cosmovisión andina, ni la capacidad metafísica del inca.
Menos podían creer que en un mundo panteísta, idólatra, no católico, su líder
fuese agnóstico.

Curtidos en el arte de la guerra, habían enfrentado y eludido la muerte


infinidad de veces. Aquella noche en especial, la obstinada sombra aguardaba
silenciosa un alma que llevarse al lugar sin retorno. Cabizbajo, sin hallar
palabras, el capitán Pizarro musitó al cacique la terrible noticia tomada por
su plana militar. El Inca no entendió como fue hallado culpable. Faltaba poco
para llenar los cuartos de oro y plata. No existía explicación, respondió con
voz firme:
- La palabra empeñada en nuestros pueblos es ley. Para ustedes la ley es
el oro. Eso los arruinará.

La noticia no le afectó en absoluto. Confiaba un día volver reencarnado para


reunificar su Imperio. Por siglos, las culturas prehispánicas han creído en la
conexión de los tres mundos: el de arriba, el actual y el de abajo. Del mismo
modo, su concepción del tiempo no registra pasado, presente o futuro. Todo
está vinculado al mismo tiempo y tiene el mismo valor.

En los meses de cautiverio, el intercambio de ideas, conceptos y


pensamientos tan dispares había consolidado una gran amistad entre el
cacique y sus captores. Ninguno deseaba su muerte. El propio Pizarro hizo
saber al Rey de España su negativa a la ejecución. Sin embargo, una carta
enviada por el Padre Valverde, previo acuerdo con el avaro y codicioso
Almagro, insistía en eliminar al Inca para proseguir al Cusco:

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- Os digo vuestra Majestad, con pleno entendimiento de mis deberes que


este Atabalipa es el mismo Lucifer. Está poseído de las peores
aberraciones, fornica con hombres, es incestuoso y abusa de niñas de
trece años. No entiendo como Don Francisco quiera perdonarlo porque
ni bautizado está. Juro por la Santa Biblia que este indio arderá en el
infierno, porque no es humano ni tiene alma.

Sentado en posición de loto sobre una colina, intentaba blanquear su mente


mientras percibía la belleza de los profundos valles andinos, la calidez del
Dios Sol y el sonido mágico-curador de la corriente del río fluyendo sobre las
piedras. Reflexionaba sobre el sino fatal de su Imperio. A pesar de todo,
permanecía tranquilo ante la proximidad de la debacle, aferrándose a la idea
que el destino aun siendo parte de un plan preestablecido, podía modificarse
a fuerza de voluntad. Contrastaba con el semblante hispano, rostros
compungidos, miradas extraviadas de absoluto pesar y lástima. Conscientes
de no haber conocido jamás un líder que también era un Dios, auténtico, de
sabidurías desconocidas para Occidente. No pudieron evitar la comparación,
criticando amargamente que el Rey Carlos V no tuviese siquiera un poquito
de la inteligencia y humanismo del inca. Y que esa cruz, fuese tan
sanguinaria.

En ocho meses de prisión había comprendido y asimilado mejor el universo


occidental que sus captores el suyo. Aprendió el castellano con acento
sevillano al punto de no necesitar intérprete, a escribir y jugar ajedrez. Pizarro
que frisaba los 53 años, seguía siendo analfabeto. Los hispanos aprendieron
la forma tan original de sumar, restar y multiplicar de los indígenas, sus
curiosos sistemas de trueque o intercambio, la ingeniería de sus fabulosos
puentes colgantes, la disciplina militar, la ley de la reciprocidad andina: el
hoy por ti, mañana por mí, base del compañerismo y la sociedad inca. Todos
quienes conocieron en profundidad al cacique, se quebraron ante una muerte
injusta. Por vez primera, un bárbaro, un indígena primitivo que no tenía alma,
había traspasado la fina línea que separaba ambos universos, sacudiendo con
su nobleza y bondad lo más profundo del pensamiento lógico y la razón
absoluta. Un triunfo inesperado, inútil quizás, pero reconfortante para la
humanidad.

Tras muchos días de ausencia, la última noche antes de la ejecución, Pizarro


se presentó para despedirse. Por un tiempo que se volvió interminable, se
clavaron los ojos ansiosos, sin odios, sin emociones. Al conquistador se le
hizo un nudo en la garganta y no atinó a decir palabra. Impávido y sin defensa,
el noble pudo penetrar aquellos ojos claros y hurgar en lo más recóndito de su
amigo y verdugo. No hicieron falta más palabras, ni abrazos, ni
recriminaciones. Una sola lágrima resbaló por el rostro endurecido del
conquistador. La amistad verdadera, como señalara el cacique, no sólo nunca
termina, sino que perdura por toda la eternidad.

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Reunió a sus socios, hermanos, al fiel Hernando de Soto. Entre miradas tácitas
y sin mediar conversación, decidieron jugarse la vida como tantas otras veces.
A medianoche buscaron al noble inca, bebieron chicha y pasaron de la tristeza
a la alegría que produce el alcohol. Distendido y hablador, De Soto le
reconoció su teoría de los distintos caminos. Aunque la conquista continuaría
como estaba descrito y todos creyeran muerto al cacique, fue la voluntad
hispana remecida por la ejemplar vida de un ser único, lo que modificó una
de las páginas más tristes de la historia. Alguien apagó la lámpara y la noche
llegó a su fin. Sólo quedó despierta una enorme luna llena, símbolo de la
fecundidad y el amor maternal. Bajo su pálida luz blanquecina, reflejo de los
poderosos rayos del creador de la vida, descansaba un hombre signado por las
dos luces. Atahualpa, el hijo del Sol y la Luna, esa noche se convirtió en
inmortal.

No fue difícil hallar un indígena del mismo porte, contextura y cabellos


similares. Mayor honor de dar la vida por su Rey y Dios, no existía en aquel
pensamiento. El trato contemplaba que los ejércitos andinos no se rearmaran
ni sublevaran. La conquista era inevitable. Una vez más, los infinitos e
indescifrables caminos del destino condenaban a un Imperio a su
desaparición, dentro del tiempo y el espacio que le tocó existir.

El gran líder salió entre las sombras del Tawantinsuyu, cambió de ropas, de
corte de cabello. En una casa de madera flotante conoció no sólo el mundo de
sus libertadores, sino todo Oriente y la India. Bebió de todas las fuentes
occidentales del arte y la ciencia. Recorriendo Nepal, observó atónito el
Himalaya. El lugar le evocaba sus montañas, su gente, sus valles. Allí sintió
la misma fuerza cósmica que forjó el Tawantinsuyu, Cusco y Machu Picchu.
Ante una invitación de los monjes budistas, decidió quedarse una noche y
pasaron cinco largos años.

Había sido agnóstico de siempre, pero conocía por su educación imperial


todas los ritos y costumbres religiosas acuñadas en milenios. Los monjes
tibetanos utilizaban los mismos ritos secretos y hablaban con los mismos
espíritus andinos de las montañas. Conoció y rezó con el Dalai Lama por la
paz mundial, bendiciendo a los pueblos oprimidos y sus castigadores.
Aprendió del budismo y practicó la meditación. El propio líder budista
escribió su ilustre nombre en el Libro Sagrado de la Vida y la Muerte cuando
sintiéndose iluminado, el noble inca le comunicó que deseaba volver. Todos
sabían que su presencia no fue casual. Lo estaban esperando. Cuando un
destino debe cumplirse a fuerza de voluntad, todo el universo confabula a su
favor.

Emocionado, de pie y con una venda en los ojos, fue rodeado por 64 monjes
en un perfecto círculo. Sentados, ojos cerrados y tomados de las manos,
repetían la letanía de un mantra extraño. Era el rito de despedida. De pronto
se acallaron todas las voces, no escuchó más el canto de las aves, desapareció
el aroma de incienso. Atahualpa extrañado, se quitó la venda y sólo vio

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estrellas. En la absoluta oscuridad sintió que flotaba en medio de la nada, sin


peso. Un estruendo acompaño una luz intensamente blanca y cayó
pesadamente sobre la tierra. No fue una simple despedida budista. Fue un viaje
astral de cuerpo y alma.

Era un mundo raro. De un salto felino, esquivó una caja rodante que corría a
una velocidad fantástica. Edificios altísimos ocultaban la luz del Sol. Decenas
de personas corriendo como cuyes asustados cuando una luz ámbar cambiaba
a verde. Gentes en literas pequeñas vendiendo emoliente, maca y quinua por
las calles. Un mundo infernal. Olores extraños, a leña húmeda quemada.
bocinazos ensordecedores que asustaban a los perros. No existía orden ni ley.
Consternado, intentó comprender cómo sus valles sembrados de papas,
cañihua, maíz y kiwicha en maravillosos andenes de mil colores, se había
convertido en una jungla de trastornados. Rostros ceñudos con la maldad
reflejada en las pupilas, cual lobos hambrientos dispuestos a devorar una presa
indefensa. Un profundo dolor invadió su corazón, sin lograr comprender en
donde estaba.

En medio del caos, nadie percató su presencia, ni sus ropas de monje budista.
Su aspecto facial se mimetizaba con el entorno, salvo que él era hasta un poco
más blanco. Supuso que estaba en Cusco o Quito, pero al voltear un puente,
quedó petrificado. Era el Apu Límaq, lleno de multicolores casuchas, decenas
de cajitas rodantes y una cruz en su cima. El hermoso río que hablaba, antes
lleno de camarones y aguas cristalinas, era un asqueroso vertedero de residuos
minerales, excrementos y basura. Entendió que estaba lejos del Cusco o
Quito, muy cerca de Pachacamac, pero no era su tiempo. Nada aún le hacía
presagiar que estaba en la nueva capital del Tawantinsuyu.

Escarbó en su memoria buscando una respuesta. Recordó al capitán Pizarro


salvándolo de morir dos veces. España, Italia, el Taj Mahal, finalmente los
monjes budistas. Le encargaron absorber las sabidurías de Occidente y Asia
para luego utilizando ese conocimiento, regresar y unificar ambos universos.
Esa fue la condición por la cual, sus amigos arriesgaron el pellejo ante su Rey.
Sólo que él, no recordaba este Tawantinsuyu.

Parado en medio del Puente de Piedra, observaba el infierno a sus pies. No


tenía la menor idea por dónde empezar su titánica labor. Inconscientemente,
comenzó observando las calles, las personas, la ciudad. Entristecido
comprobó el desmedido apego a lo material, al dinero y el comercio. Esta
actividad invadía todas los rincones, plazas y calles de la ciudad. Niños sin
zapatos, mujeres andinas con el ñaño a la espalda, venezolanos
empobrecidos, ancianos y discapacitados, todos pululaban vendiendo algo
por las calles. Se subían a las cajas rodantes, ofrecían por avenidas y aceras.
Almorzaban cuidando sus productos callejeros y seguían vendiendo. Echados
sobre la grama de un parque, sin almorzar muchos, descansaban escasos
minutos para continuar ofreciendo compulsivamente sus caramelos y

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golosinas. Desde que amanecía hasta que oscurecía. De lunes a domingo, sin
descanso.

La primera reflexión del inca sobre el intercambio de monedas por cosas, es


que esa dedicación absoluta envilecía la razón y destruía las familias. Los
convertía en esclavos de su pobreza o de su ambición.

Aplicó el popular refrán español, “Adónde fueres, haz lo que vieres”. Se


volvió más social, Dejó la costumbre de sentarse en las escaleras de la
Catedral de Lima. Hizo labores de cargador de papas para solventar su
alimentación. Al quinto día, cansado de dormir en la Plazuela de San Lázaro,
tomar agua en los grifos y cazar palomas en San Francisco, se preguntó con
ingenuidad, ¿Cuánto valdrá ese oro que enterraron mis súbditos en
Caxamarca?

Al no tener documento de identidad ni partida de nacimiento, nadie le vendía


boletos de avión ni pasajes en bus. Cavilando entre los portales de la Plaza de
Acho, se acercó a un enorme tráiler que transportaba cemento. El grifero
amigo, le había indicado que esa carga hacía ruta a Cajamarca. El cacique
trepó como un gato hacia la ventana del chofer. Asustado de ver una cara tan
indígena de golpe, se tiró para atrás. En un español culto con acento extraño,
le dijo que era Atahualpa y necesitaba encarecidamente lo lleve a Pultumarca.
Allá le pagaría con creces. El chofer miró esa nariz indígena tan marcada, sus
harapos raros. No hacían juego con sus palabras. Decidió llevarlo de pura
curiosidad. Mejor acompañado de este cholo raro que solitario, pensó el
chofer.

El conductor, originario de Chincha, cuna de grandes deportistas morenos,


observaba curioso al indio con traje de Hare Krisna, cabellera a la cintura
amarrada a la mitad, chancletas. Un hippie sacado de los revoltosos años
sesenta.
- Así que tú eres Atahualpa, ¿no?, dijo el negro gigante con una vocecita
impropia para semejante humanidad.
El noble inca, con marcado acento sevillano y voz estentórea, respondió.
- Hombre, seguro no me vais a creer, pero llegando a Pultumarca os
prometo por la sangre noble que corre en mis venas que te
recompensaré con un poco del oro que tengo escondido.
El moreno movió la cabeza de un lado a otro, y dijo:
- Mira cholo, con que me des cien lucas me doy por satisfecho.
El cacique era muy curioso, como un niño observaba todo por la ventana. En
medio del silencio, preguntó con total inocencia:
- ¿Cuándo los negros dejaron de ser esclavos?
- Oe Choledo, no te metas con la familia que te tiro por la ventana.
Entendió que esa pregunta había incomodado al chofer sin saber los motivos
reales, decidió cambiar de tema:
- Entonces, ¿Cuándo mis hijos lograron su libertad?
- Serrano e´ mierda, ¿en verdad te crees Atahualpa?

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- Soy Atahualpa.
- ¿Entonces porque eres misio? Si fueras Atahualpa me comprarías mi
camión y todo el cemento.
- Pues, acabo de llegar…
- ¿Llegar de dónde?, ¿Del cementerio? Y soltó una risita cachacienta. El
chofer se venía divirtiendo con su extraño pasajero.

Se quedó callado un buen rato. Atravesaron toda la costa hasta Chiclayo,


cenaron en Pimentel y llegaron a Piura de medianoche. Durmieron en el
camión un buen rato. A las 6 am. partieron hacia Cajamarca. Entrando a
Pultumarca, reconoció una montaña y un riachuelo seco. Comprendió que
no era temporada de lluvias y el tapado estaría a la vista. Pidió que detenga
el camión a unos 3 kilómetros del río principal.
- ¡Allí es!
- Mas te vale cholito, quiero mis cien lucas, sino te meto al agua calatito.

Llevaban andando media hora. Jadeante, el flojo moreno avanzaba a


regañadientes, Llegaron a un cruce donde el río se dividía en dos formando
una pequeña isla. Empezaron a excavar febrilmente, el inca con las manos, el
moreno con una lampa. Tras un breve lapso de faena, la lampa emitió un
sonido seco, metálico. De la nada, apareció un pequeño brillo amarillento
sobre la tierra, lo limpiaron y refulgió con el sol. La adrenalina hizo el resto.
El moreno metió tres fuertes lampazos, palanqueó con el pie, y la tierra
escupió una hermosa cabeza de oro macizo.
Los ojos blanquísimos se le salieron de sus órbitas. Al borde de la histeria, el
zambo chilló con su voz de pajarito:
- ¡Cholo e´ mierda! ¿cómo carajo sabías? ¡Somos millonarios! Se
arrodilló, miró al cielo abrazando el ídolo, se persignó solemne y
continuó vociferando más obscenidades.
- Sigue excavando, todavía hay más.
- ¡Qué chucha estas diciendo cholo conchetumare!

Hallaron dos cabezas más. Fueron traídas de Cusco para pagar el rescate,
mas nunca fueron entregadas al creer que el monarca había sido asesinado.
Sus súbditos le dieron señales de su ubicación. El noble estaba al tanto de
todos los tapaditos, lugares donde escondieron el oro del rescate. Fiel a su
promesa y la ley de la reciprocidad andina, prometió darle una cabeza luego
de cambiar esos ídolos por dinero. El moreno tenía contactos huaqueros y
contrabandistas de arte prehispánico. Un coleccionista americano afincado en
Cajamarca, no dudó un instante en adquirirlas. La balanza del joyero indicó
25 kilos, ley 24K. El moreno actúo de testaferro, abrió dos cuentas en el BCP.
No entregó nada hasta asegurarse que el total del dinero fuese cancelado. La
transferencia se hizo desde el Bank of América de New York. Un millón
doscientos mil dólares por cada una.
Atahualpa preguntó al moreno, delante del gerente del Banco:
- ¿Alcanzará para regresar a Lima y comprar un auto?

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Desde el aire veían alejarse la ciudad de Cajamarca. Mauro había conseguido


un DNI y pasaporte falsos. Atahualpa Baylón Mina. Los hermanos
regresaban vistiendo ternos Armani y zapatos italianos. El cacique estaba
incomodísimo con esos zapatos apretados, pero se acordaba del refrán
español y aguantaba. Mauro, el moreno, se estiraba cuán larga y fornida
humanidad tenía y pedía tragos cada cinco minutos. Nació una amistad
sincera, inseparable. Le hizo saber sus intenciones de volver a unificar el
Tawantinsuyu y recuperar su corona. El moreno preguntó:
- Yo puedo ser tu vicepresidente.
- ¿Qué es eso?
- Si te pasa algo, yo mismo soy.

Mauro bromeaba todo el tiempo. Con la fortuna, su chispa y desvergüenza se


agudizaron a extremos hilarantes, por el contrario, su hermano raras veces
sonreía. Siempre hablaba de su pueblo, su gente, sus dioses, los tibetanos. No
le era difícil asimilar el brusco cambio de vida, pero si la verdadera identidad
del indígena que lo convirtió en millonario. No sabía que pensar. En realidad,
era la reencarnación de Atahualpa o un desquiciado con mucha suerte.
Compraron una oficina de 100 m2 en el 396 de la Av. Arequipa, un televisor
de 60”, mesas, sillas y dos laptops. En su clásico estilo, Mauro comento:
- Si quieres recuperar tus plumas, hay que formar un partido, postular a
presidente y vencer a esa china mafiosa.

Faltaban tres años para las elecciones. Mauro empezó a convencerse que el
indio parecía venir de otro mundo. Su sabiduría e inteligencia lo hipnotizaba.
Aprendió a conducir, las normas de tránsito, el valor del dinero. Aconsejado,
abrió varias cuentas en dólares para evitar que los hackers, o el propio Banco,
le roben todo su dinero. Sin embargo, el gran maestro que lo instruyó en los
problemas del Perú, las vicisitudes políticas, las guerras y sus héroes,
historias tergiversadas de la II Guerra Mundial y del cuarto del rescate, fue la
maravilla del Internet.

El monarca prefería vivir en su oficina. Se acostaba cuando oscurecía y


levantaba al alba. Almorzaba menú de 10 soles. Se divertía leyendo el Trome,
aunque también leía La República y El Comercio digitalmente. Mientras,
Mauro se amanecía en los casinos. Invitaba amigos y chicas que antes ni
reparaban en él por ser pobre. Viajó a Chincha en un BMW convertible, color
rojo. La familia entera lo rechazó por petulante. Todos empezaron a pedirle
dinero prestado para poner negocios, bajo promesa de devolución. Al final se
quedó sin amigos ni familia. Regresó a Lima, compro un departamento en
Lince, cercano a la oficina, y se puso a disposición del hermano indígena
como su secretario.

Luego de discutirlo, quedaron en contactar a Verónica Mendoza, la candidata


cusqueña. Le comentaron que tenían tres millones de dólares para apoyar su
campaña. Verónica encantada aceptó sin preguntar la procedencia del dinero.
La condición era que Atahualpa debía ser vicepresidente y Mauro un asesor

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de confianza. Ella mostró mucha reticencia, arguyendo que militantes


antiguos esperaban por esa oportunidad.
- Entonces formaremos nuestro propio partido, dijo el moreno.
- Nadie los conoce, no ganarán nada, perderán tres millones de dólares.
- Acá el hombre tiene más plata que Atahualpa, dijo Mauro muy suelto
de huesos.
- Yo soy Atahualpa, intervino el cacique.

Ella había observado con curiosidad las facciones del indio y su peculiar
modo de hablar. Le preguntó intrigada:
- ¿Usted es descendiente de los Hanan Cusco, porque habla cómo
español?
- Así es señora, mi padre fue Huayna Cápac. El capitán Pizarro hizo
creer a todos, arriesgando su vida y la de sus compañeros, que fui
ahorcado, pero me envió a España. Allí aprendí todo sobre el mundo
occidental, oriental y tibetano. Vengo del pasado porque el Dalai Lama
y la Pachamama del Wakaypata lo decidieron. Luego de quinientos
años el Tawantinsuyu debe resucitar sobre la ideología que los
wiraquchas trajeron. Fui elegido para esa misión.
- ¡Es cierto Vero!, yo también creí que este cholo estaba reloco, pero ¡es
Atahualpa!, chilló Mauro, con su voz de canario afónico.

Verónica se despidió y nunca más la volvieron a ver. Entendieron que el único


camino viable era formar su propio partido y así lo hicieron. Ninguno tenía
idea como empezar. Fueron al ONPE a indagar y los recibió un funcionario
entrado en años, miraflorino en desgracia, medio pelado. Miró de reojo al
indio y al zambo, sin levantar la cabeza, dijo despectivo:
- Hoy no atiendo provincias, vengan mañana.
- Oe´ viejo conche tu madre, me atiendes ahorita o te arranco los pocos
pelos que te quedan, espetó furioso Mauro, que medía 1.85mts. y tenía
pinta de boxeador.

Recabaron los formularios, faltaba el nombre del partido, cientos de


exigencias absurdas y 100,000 firmas originales. Empezó a indagar la historia
de cómo Alberto Fujimori derrotó a Mario Vargas Llosa. Contactó los medios
de comunicación, las encuestadoras, periodistas independientes y se llevó la
primera sorpresa. Recordó el mundo de su salvador y amigo. Cinco siglos
habían pasado y todo seguía moviéndose alrededor del deseo de acumular
riquezas en cuentas que otros manejaban. Descubrió que podía comprar
encuestas que lo favorezcan, artículos en periódicos que daban cuenta del
nuevo outsider, hacer creer de él como un salvador, un hombre bondadoso y
caritativo, tanto en Facebook, Twitter e Instagram mediante terceros
contratados. Un mundo de engaños. Hacían creer al pueblo, sumido en la
ignorancia, que el nuevo Dios era elegido por mayoría de votos, cuando en
realidad, todo estaba manipulado desde dentro y fuera del país. Los
candidatos fingían ser enemigos, pero negociaban entre sí favores,
ministerios, tierras, leyes congresales, en caso gane cualquiera de ellos. El

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Estado en pocas palabras, era un botín en manos de sátrapas para su propio


beneficio.

Compró un camión descubierto, el Cholomóvil, dos megáfonos inmensos de


400W, Mauro de chofer y música vernácula. Empezó a recorrer todo Lima
empezando por los conos, las zonas más deprimidas, los cerros de Huaycán.
Se vistió como Inca. Atuendo multicolor, sin joyas, la Mascaypacha en la
testa, el báculo del poder. Tenía porte gallardo, era alto y blanco, pero de
facciones netamente indígenas. Mirada de águila, agudeza mental, una
portentosa voz. Atahualpa lo tenía todo para llamar la atención.

Al inicio, todo Lima se burlaba al verlo disfrazado de Inca. Los políticos de


profesión, socarrones, lanzaban sus mejores dardos: el Quijote cholo con su
negro Sancho, del chinito al cholito, etc. Sin embargo, la persistencia andina
dio sus frutos. Una radio chicha, esas que transmiten banalidades del
espectáculo y chismes futboleros, pero de alto rating en los sectores
populares, les envió una invitación.
Anunciado como el candidato del Ande, el cholo power, ambos fueron
formalmente vestidos y optimistas. No imaginaban que los animadores se
dedicarían a hacer burla y escarnio de ellos. El entrevistador empezó
diciendo:
- ¿Y quién es el San Borja?, aludiendo al moreno, zambo en jerga.
- Soy su hermano, se adelantó Mauro.
Risas en toda la radio, porque no había ningún parecido físico entre ambos.
- O sea, un cholo y un zambo pretender gobernar el Perú, dijo el
prejuicioso animador.
- Yo soy el candidato. Mauro es mi asistente.
- ¿Saben bailar huayno, festejo, o son pura finta? dijo burlón otro
entrevistador, ante las risas de hiena de sus técnicos.
La paciencia se le agotaba a Mauro, explosivo de carácter, pero el cacique
con inteligencia sobrellevó la chacota.
- Para ser un buen presidente, no se necesita danzar, sólo gobernar con
justicia y honradez. Ustedes, para ser escuchados ¿necesitan traer
invitados para someterlos a preguntas estúpidas?
Se hizo un silencio. Se miraron desconcertados, se hicieron bromas entre ellos
y volvieron a la carga:
- Dígame señor indígena, cree usted estar capacitado para ser presidente
de un país, ¿Qué experiencia de gobierno tiene, acabó Ud. la primaria?
- Mis ancestros directos provienen del primer Inca Manco Qhapac.
Antes de él hubo miles de caciques que dominaron estas tierras por
costa, sierra y selva con paz, igualdad y justicia. Nuestras
civilizaciones autóctonas se remontan a cinco mil años de antiguedad.
La República cómo tal, no tiene ni doscientos años. Esta tan
corrompida, manipulada y vejada en nombre de una falsedad llamada
democracia, que ustedes necesitan hacer burla pública de los
verdaderos dueños de la tierra, para que los anunciantes les financien

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Seudónimo: Khipu56

y tengan un pan que llevar a sus familias. No existe respeto entre las
personas. Ese es el principal problema.

Subiendo cada vez más el tono de voz, Atahualpa remató:


- Barreré el piso con todos los prejuicios y discriminaciones, males que
nos dividen. Instauraré un nuevo sistema económico y ético que
devolverá la dignidad a todos, a mis hijos del Ande, los pueblos de la
Selva, la gente migrante y todo aquel que crea que merecemos algo
mejor. Basta de la misma clase política que miente y roba. Han
fracasado todas las veces que ha sido gobierno, derecha, izquierda o
centro, todos han fracasado…

Fue interrumpido porque la idea no era escucharlo, sino hacer chacota para
satisfacción de sus oyentes. Y el indio les estaba dando una lección. La
entrevista acabó abruptamente ante la cantidad de llamadas apoyando la
defensa del cacique. No contaba la radio que su público eran migrantes
andinos en su mayoría que se creían limeños, criollos. Lograron identificarse
con su raza, el hablar andino del noble inca, arrastraba sílabas del quechua
norteño con ese curioso acento español. Una fonética única y particular. La
entrevista solo duró tres minutos, suficiente para que muchos oyentes
comentaran en sus trabajos, casas y reuniones la originalidad del candidato
indígena.

Tres meses después, todas las radios lo querían en sus programas. Lo


invitaban, pero había que pagar. Las pagó todas. La pareja interracial dejó el
Cholomóvil. Abrieron cuentas en Facebook, Twitter e Instagram.
Colocaron avisos pagados en internet, televisión, radios y periódicos. Una
mañana mientras desayunaban, Mónica Delta, en su horario estelar de las 9
pm. les envió la gran invitación.

El outsider del Ande, la reencarnación de Manco Cápac, el hijo bastardo del


Sol. La prensa lo llenó de adjetivos prejuiciosos. Sencillo pero elegante, el
noble vestía con chaqueta y pantalón de lana de alpaca. Una cinta multicolor
atravesaba la chaqueta. Inmutables ante la parafernalia del set de televisión,
el cacique y Mauro conversaban animadamente previa la transmisión. El
moreno le preguntó a la Delta, con ese finísimo timbre de voz, a qué hora
empezaba la función. La risa fue general. Los asesores habían aconsejado
sacar a Mauro, pero el noble inca se oponía tajantemente. Eran el contraste
total, lo sabía bien Atahualpa. No le importaba que la intelectualidad criticara
su chabacanería. Aprovechaba su sincera amistad interracial para ganar
puntos entre las minorías andinas y afroperuanas, enfrentadas por historia,
pero que ahora conjugaban de manera armónica.
Inició la presentadora el diálogo, sin ocultar sus intenciones, vale decir, las
del dueño del canal, pagado por otros partidos para tratar de desprestigiarlo:
- Es usted un fenómeno de masas Sr. Atahualpa, está en todos los diarios
como una curiosidad antropológica. ¿Qué opina de su repentino
ascenso, cuánto cree que le dure?

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Seudónimo: Khipu56

Sin poder disimular del todo su acento sevillano, respondió.


- Copié algunas tácticas de Alberto Fujimori, con la diferencia que yo
no sé mentir. Viajé en mi Cholomóvil por lugares donde nadie va. Una
radio me invitó para burlarse de nosotros, -miró a Mauro que sonreía
con todos sus dientes-, pero los burlados fueron ellos. Muchas radios
me invitaron, pero había que pagar, y pagué. Muchos diarios querían
portadas y entrevistas exclusivas, también querían cobrar, igual les
pagué. Ud. es la única que no me ha puesto precio. Asumo que otro
estará pagando, respondió muy seguro de sus palabras.

Devolvió brillantemente el adjetivo de antropológico y la burla de su


durabilidad. Continuó la Sra. Delta.
- No Sr. Atahualpa, la independencia es la base del periodismo y en este
canal no nos casamos con nadie. Dice Ud. que su árbol genealógico
incluye a Huayna Cápac. ¿Cómo podemos cerciorar esa aseveración,
qué grado de educación ha llegado y porque habla cómo español? Ud.
debería odiarlos!, pregunto la Delta sin esconder su fastidio.
- En primer lugar, convivo con la ancestral ley de la reciprocidad andina.
Es lo que hizo grande al Tawantinsuyu. No podría odiar al capitán
Pizarro ni sus compañeros. El destino está escrito. La masacre de mi
pueblo fue la reciprocidad a las masacres que hicimos para expandir
nuestra gran nación Inca. El karma y el tiempo son inexorables. Nunca
faltará el dominador y los dominados, ¿Acaso Estados Unidos no lo
hace con todos los países de la ONU? Yo no estudié en una
universidad, no tengo títulos académicos. ¿Acaso Bill Gates o Steve
Jobs los tenían?, para que me serviría, si como el Sr. Toledo, el Sr.
García, el mismo PPK, con eso van a traicionar el país que gobiernan.
Yo viajé por todo Europa, la India y viví cinco años con el Dalai Lama.
Tener títulos está bien, pero sin honradez, laboriosidad, decencia y
reciprocidad, esos títulos cobran un doble peligro. Dígame Ud. la masa
popular obligada a votar bajo pena de multa, ¿Tienen todos títulos
universitarios? Si así fuera, es probable que no hubiesen elegido a Alan
García, menos a un militar sin carácter como presidente. La educación
superior no es para aprender un oficio o una carrera, ganar dinero y
punto. Es para aprender a tener un pensamiento crítico, opinión, no
dejarse manipular. Yo lo aprendí en la vida. Mis abuelos son todos
Incas, no tengo como demostrarlo con papeles. La única forma que
puedo, es devolviéndoles a todos nuestros descendientes que viven en
las alturas, su dignidad, el orgullo de ser inca. Darles una vida como
la que tenían antes, en paz, con trabajo y comida. No son muchas cosas,
pero serán suficientes. Esto es también para todos quienes se unan al
nuevo pensamiento de la unión y el compañerismo. Vagos, ociosos,
ególatras y sinvergüenzas no quiero…

Boquiabierta y sorprendida, interrumpió de pronto con el consabido: vamos


a comerciales. Extrañamente, como en la primera entrevista radial, la señal
no volvió por supuestos desperfectos técnicos. Sin embargo, se había

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Seudónimo: Khipu56

retransmitido por cable a los canales hispanos de USA. Mediante Internet, lo


vieron peruanos en China, Australia, Japón y en muchísimos países del
mundo. Atahualpa fue un suceso sin precedentes por su cruda franqueza, la
lucidez de su pensamiento, sus ideas socialistas y su deseo de reinstaurar un
Tawantinsuyu moderno.

La BBC puso un titular al día siguiente: “La descontaminación de la política


en el Perú”. El New York Times hizo hincapié en los orígenes del candidato
y el valor de enfrentar en solitario a toda la clase política corrupta y
aburguesada. Los países europeos sajones y capitalistas, que tienen un
concepto muy folclórico de los países sudamericanos, resaltaban el acento
español del aborigen educado en el viejo continente. No daban crédito al
deseo utópico de querer reinstaurar el Tawantinsuyu en pleno Siglo XXI. La
Francia de Emmanuel Macron mostró su mejor deseo y apoyo económico.
Que un descendiente indígena, pueda acceder a comandar el país más rico y
milenario de las Américas, para la bucólica y socialista Francia, era un orgullo
ajeno.

A nivel local, las encuestadoras comenzaron a rondar la pequeña oficina de


la Av. Arequipa, esperando ser contratadas para amañar los resultados.
Verónica Mendoza llamó y propuso una alianza, ya no quería apoyo
económico. Todos los minúsculos partidos izquierdistas, siempre divididos
por la repartición de la torta antes de cantar el cumpleaños, se agolpaban en
la puerta. Mauro, nombrado jefe de seguridad, no se abastecía para evitar la
avalancha de advenedizos. Organizó una guardia especial de resguardo, trajo
cinco negros gigantescos de Chincha. La vida cambió radicalmente para
ellos. Al cacique nunca se le subieron los humos, ni perdió ecuanimidad.
Conocía sus talentos y los utilizaba para encandilar a una ciudadanía que ya
le daba el 40% de la intención de voto, sin siquiera conocer su plan de
gobierno.

A seis meses de las elecciones presidenciales, su partido “Tawantinsuyu’’


frisaba las 500,000 adhesiones. Desesperados, Alan García hizo de San
Martín de Porres. Reunió a perro, pericote y gato en una misma mesa para
urdir un boicot. Tuvo la pésima idea de convocarlos a las 7 am. Mercedes
Aráoz sin maquillaje parecía una drogadicta con síndrome de abstinencia. Al
costado, Keiko y su hermano, rejuntados de mala gana, parecían actores de
teatro kabuki. Pálidos, ojerosos, con caras de demonio. Julio Guzmán y sus
clásicos tics. No paraba de hablar en voz alta para hacerse notar. Alfredo
Barrenechea, siempre distante, arisco y malhumorado, miraba a Guzmán
como a un insecto. César Acuña se cambió de lugar para sentarse al costado
de la siempre bella Verónica Mendoza. De inmediato le preguntó por su
número de celular, la contactó en Facebook, WhatsApp y le ofreció la cátedra
de un curso inexistente. Pedro Pablo Kuczynski ya había sido vacado.
Alejandro Toledo, Humala y Susana Villarán seguían presos. Se levantó el
voluminoso Alan García, con voz ronca y arrastrando las palabras:

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Seudónimo: Khipu56

- Vamos al grano señores, sugerencias para eliminar al indio apestoso.


No podemos repetir el ardid que inventamos para sacar a Guzmán. Los
jueces ya no están bajo mi control, sorry Julio.

Guzmán se quedó mudo por primera vez en su vida. No podía reclamar ni


acusar a García, terminaría preso o muerto. Verónica, siempre bella como
traidora, informó haber buscado la partida de nacimiento en Cusco y no
existía. Tenía la sospecha que no era peruano sino ecuatoriano. Acuña, con
su elocuencia para dispararse a los pies, dijo muy ofendido que el indio podía
haber plagiado una partida de nacimiento, pero que él podía conseguir otra
que diga que el indígena nació en España. Un vanidoso Alfredo Barnechea se
levantó furioso:
- ¡Basta señores! Parecemos ratas asustadas, pongamos el pecho. A mi
ningún indio me va a pisar el poncho. Retémosle a un debate público.
Ese pobre cholo demagogo sembrador de papas, seguro no ha leído un
puto libro en su vida. Yo lo devuelvo a la chacra donde pertenece.

Keiko y Kenji no estuvieron muy de acuerdo, conscientes que su nivel


intelectual y oratorio tampoco era cómo para salir en hombros por la puerta
grande. Un García ya veterano, sin la lucidez para el mal como antaño,
preguntó:
- ¿Cuántos cholos mueren en accidentes de tránsito al año?
La propuesta fue rechazada por unanimidad. Barnechea se acercó bastante a
Verónica Mendoza para susurrarle al oído:
- ¿Este panzón ya se cree Vito Corleone?, provocando en la cusqueña
una cándida y angelical sonrisa.

Sin embargo, su real intención era mirarle sus bellos senos, naturales, bien
formados. Sin poder contener su lascivia, deslizó una mano entre las piernas
de la provinciana. Quedó en shock, paralizada, mordiéndose los labios.
Volteó furiosa para increpar al descarado, pero se arrepintió por temor al
ridículo. Cabeza gacha, sonreía disimuladamente.

Acabó la reunión con un borrador de acciones y propuestas. El amorfo líder


aprista leyó la resolución. Acusarían al indígena y su asistente de lavado de
dinero. Estaban convencidos que no tenían forma de demostrar la procedencia
legal de tres millones y medio de dólares. Obviamente el Banco de Crédito,
empresa de unos de los grupos empresariales dueños del Perú, no aceptaría
un indio socialista como presidente. Rompió su secreto bancario sin mayor
empacho.

Ante la escasez de gente preparada, contrató secretamente a Price Waterhouse


para el suministro de profesionales competentes. El dueño de la consultora
americana, director del Credicorp, allegado republicano de Donald Trump,
informó de inmediato a su amigo Dionisio Romero Jr. sobre la falencia de
cuadros técnicos del candidato inca. Acordaron suminístrales profesionales
vinculados a los grupos de poder, así tendrían el control como siempre. Sin

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Seudónimo: Khipu56

embargo, Atahualpa previsor, se reservó el derecho de pasar la entrevista


final.

Mauro publicó avisos para cargos de congresistas, ministros, viceministro,


gerentes, etc. en Facebook, LinkedIn e Instagram, causando un alboroto
descomunal. No tardaron en llegar acérrimas críticas. Sin embargo, la idea
les pareció genial a muchos políticos honrados, como Luis Bedoya y Yonhy
Lescano, crítico incansable de los fraudes sobre formación académica de
congresistas, alcaldes y ministros de Fuerza Popular. La idea prosperó.
Peruanos altamente calificados provenientes de los más alejados países del
mundo, enviaron sus hojas de vida. La entrevista final podía ser en directo,
en video conferencia o les pagaba los pasajes. No se escatimaba gastos ni
esfuerzos en elegir las personas idóneas.

Un caso típico de entrevista, se iniciaba de la siguiente forma:


- Estoy a punto de confiar en ti como un hijo, un hermano. Esto no es
un trabajo, es una familia, un ayllu. No importa el sueldo. Puedo
pagarte lo que quieras, quince mil, treinta mil. Pero si ganaras cinco
mil, como ministro o un simple técnico, tu labor siempre debe ser
hecha con la misma pasión y amor. Nunca hagas las cosas en función
al dinero que percibes. Se hace porque te agrada tu trabajo, porque
tienes voluntad indesmayable. Nunca me mientas ni te corrompas, es
lo peor que podrías hacerme, te castigaré sin misericordia si me
traicionas. Trabaja por los millones de pobres que viven en chozas y
campos, abandonados a su suerte, sin luz, agua ni servicios de nada. Si
haces bien tu labor, nunca te irás de mi corazón, seremos familia por
toda la vida. Si has venido de tan lejos, es porque crees en mi palabra.
¿Estás preparado para ayudarnos a crear un nuevo país?

Recomendados de la consultora internacional, topos espías, ante la


advertencia del terrible castigo por corrupción, ninguno aceptó. Los
millenials, juventudes profesionales con MBA y doctorados en el
extranjero, sin sobrepasar los 35 años, aceptaban de inmediato sin preguntar
salario. Ellos mismos se consideran el new age renovador que cambiará el
mundo. Chicas profesionales muy calificadas, aunque sin mayor
experiencia venían en minifaldas de infarto. Otros inseguros, traían
padrinos influyentes en la banca y comercio. Los clásicos burócratas traían
tarjetas de recomendación de algún político o congresista. Con ellos el Inca
ni se molestó en iniciar el discurso de inducción.

Faltando dos meses, la patraña del lavado de dinero no sólo no prosperó,


sino que tuvo un efecto indirecto a favor de las comunidades indígenas. Un
bufete internacional de abogados, historiadores y arqueólogos, contratados
por Atahualpa, logró demostrar ante la Corte Internacional de la Haya que
el origen y propiedad legal de las cabezas de oro, restos arqueológicos y
ambientes considerados sagrados por las culturas autóctonas, no deberían
ser usufructuadas ni pertenecer al Estado Peruano sino a los descendientes

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Seudónimo: Khipu56

de esas comunidades. La razón esgrimida fue la no existencia legal del Perú


como país en el Siglo XVI. Solo existía el Tawantinsuyu que reunía 4,500
años de asentamientos y civilizaciones conquistadas. El argumento ético fue
demoledor y decisivo: Perú, siendo una república con solo 200 años de
edad, nunca se interesó, ni visitó jamás esas comunidades de altura. Esos
pueblos andinos seguían viviendo como hace 500 años, sin república, sin
gobernantes ni nadie que vele por ellos. En un fallo histórico, la Corte
Internacional devolvió simbólicamente al Tawantinsuyu su condición de
nación soberana, por antigüedad, grado de organización e historia y declaró
la zona de Pultumarca, como el primer territorio inca. Una especie de
reservación, con todos sus derechos como nación. Por tanto, los ídolos
hallados pertenecían a los descendientes del último Inca Atahualpa.

España terció por apropiárselos, arguyendo que legalmente toda


Sudamérica, con excepción de Brasil, fue Virreinato español, haciendo el
ridículo internacional.

Desairada la presidenta interina Mercedes Aráoz, por vacancia del anciano


presidente y renuncia obligada del primer vicepresidente, ordenó a los
Ministerios de Cultura y Justicia abrir un juicio penal a los hermanos por
comercialización indebida de tesoros prehispánicos y salida del país. Al ser
una noticia mundial, el BCP por mandato judicial fue obligado a dar el
nombre del coleccionista norteamericano. Atrapado ante las evidencias, se
declaró culpable de transacciones millonarias ilegales por utilizar el Bank of
América como intermediario financiero. Compra prohibida según las leyes
americanas. No tuvo más remedio que devolver las piezas de oro al Estado
Peruano. Atahualpa no devolvió el dinero porque no había cometido ningún
delito.

Con 52.45% de los votos, el último Inca viviente fue electo presidente del
Perú, sin necesidad de segunda vuelta. Millones de peruanos, desperdigados
por todos los rincones del planeta, celebraron alborozados los nuevos
vientos en política. La prensa extranjera se multiplicó por miles. Se vivía un
estado de shock, expectante y esperanzador. Solo comparable a la captura
de Abimael Guzmán y el final del terrorismo. El círculo del destino de los
monjes budistas se había cerrado y análogamente, tras 500 años de espera,
el mito del Inkarri dejó de ser una leyenda.

Frente a las cámaras del canal de Estado, flanqueado por Mauro y sus
ministros jovencísimos, lucía con la tranquilidad que ofrece la paz interior.
En su hablar andino, sencillo, con menos acento español que antes,
Atahualpa inició su primer discurso:
- En la vida hay que ser justos y nobles. Fuimos conquistados a pólvora
y sangre. Por largos cinco siglos mi pueblo desapareció porque así
estaba escrito. La historia, sin embargo, ha juzgado mal al capitán
Francisco Pizarro y España. Mis antepasados guardaron por siglos un
gran secreto porque creímos siempre en la leyenda del Inkarri. Mi

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Seudónimo: Khipu56

ancestro Atahualpa no murió en Cajamarca. Pizarro engaño a su Rey.


Fue liberado y secretamente enviado a España con un solo propósito,
aprender de los otros mundos. Cuando estuviese preparado, debía
volver y reunificar ambos universos: el Tawantinsuyu y la cultura
occidental.
Esa misión se trasladó a distintas reencarnaciones y finalmente se me
encomendó a mí. Soy la última reencarnación del propio Atahualpa.
La verdadera imagen del pueblo español, no es del asesino de miles de
indígenas explotados. Todos los soldados obedecemos órdenes. El
verdadero culpable es la excesiva ambición por oro y plata. El mal del
ayer, es hoy la bandera de Estados Unidos. El insaciable consumidor
capitalista, capaz de mentir, asesinar y coludir por dinero. ¿Quién
juzga al dueño de las conciencias corruptas y de la ONU? Los ejércitos
de mis ancestros también eliminaron centenas de miles de runas
rebeldes por no querer asimilarse y tributar al Imperio, pero las
conquistas son diferentes a las guerras. Unas son por honor y orgullo,
las otras por odio y venganza. El karma existe señores. Le ocurrió al
Tawantinsuyu, ya paso con Alemania, le tocará pronto a Estados
Unidos.

El inicio de su gobierno dejó estupefacto e incrédulo a todo el planeta.


Hablar de la reencarnación en un país hipócritamente católico, criticar al
poderoso Estados Unidos, provocó pensamientos alarmistas.
Prosiguió el mandatario:
- Como el kintu, las wakas, nuestras creencias en las tres vidas. La
cosmovisión andina sintetiza el mundo en tres niveles. Voy a
mencionar las propuestas para la reconstrucción de un nuevo Perú, de
tres en tres cada tres meses:
Primero. Lima está muriendo. Son 10 millones de personas
compartiendo un espacio reducido. Ricos, clase media, pobres y
miserables se auto segregan. Las calles son inseguras, el stress mata.
El aire, el mar y los ríos están contaminados. El transporte público y
privado no da más. El tráfico es la peor aberración que haya visto en
mi vida. La muerte ronda en cada autopista y carretera del Perú.
Acabaré con ese problema de forma radical. La capital administrativa
del Perú se mudará al centro de gravedad de la Cordillera de los Andes,
la hermosa ciudad de Jauja.

Segundo. Jauja como nueva capital, requiere entrelazarse con todo el


Perú. Rescataré la maravillosa ruta de mis ancestros, el Qhapac Ñam.
Volverá a enlazar vía terrestre todas ciudades y pueblos del Ande.

Tercero, construiré un aeropuerto internacional en Jauja, de igual


magnitud que el Jorge Chávez.

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Seudónimo: Khipu56

Al día siguiente, la pregunta de todos los especialistas era: Cómo piensa


hacer esas obras multimillonarias en cinco años y sin la mano de obra que
existía en el Tawantinsuyu. El pueblo por las calles decía:

- El indio se ha webeao, cree que estamos en el siglo XV.

El nuevo líder y sus jóvenes técnicos, pragmáticos a ultranza, modificaron


muchas normas y leyes absurdas cuya única intencionalidad era favorecer a
sectores de la construcción, políticos y funcionarios corruptos.
Sometió a un concurso internacional multifuncional para la nueva capital
que suscitó la convocatoria de los mejores arquitectos, economistas y
artistas del mundo. El éxito fue total. Sir Norman Foster y un grupo de
especialistas de Cambridge ganaron el concurso. Entregaron en un año un
Expediente completo, traducido y adecuado para licitar de inmediato a nivel
internacional. Se modificó la Ley de Contratación del Estado para destrabar
la excesiva demora de todos los procesos. Se canceló a Proinversión, el
ente que amañaba y sobrevaloraba las obras públicas. Se instauró la pena de
muerte para los políticos corruptos, violadores y criminales sin remedio. Los
problemas legales de propiedad del terreno, ahora sin traficantes ni
especuladores temerosos, fueron resueltos por la nueva Sunarp en meses. Se
tardó sólo 18 meses en darle el soplo de vida inicial a la nueva Capital. La
belleza del lugar andino, la magnífica arquitectura adaptada al medio,
captaron la atención mundial por ser la primera ciudad planificada en el
Perú. Finalmente, se logró lo impensado. El éxodo de cientos de miles de
limeños descongestionó el caótico tráfico, el hacinamiento y tugurización
de los cerros aledaños, Volvió la tranquilidad de vivir en una ciudad segura,
sin excesiva densidad poblacional. La delincuencia y el stress bajaron a
niveles ínfimos. Fue el primer gran éxito.

La revalorización del Qhapac Ñam, fue su segundo gran éxito. Modificó la


ley de las Fuerzas Armadas, permitiendo el ingreso de 60,000 nuevos
infantes de ingeniería y tropa, dedicados en exclusiva a diseñar, construir y
supervisar las carreteras del Perú. La Escuela Militar de Chorrillos con el
apoyo de la Universidad Nacional de Ingeniería y el Ministerio de Cultura,
prepararon los cuadros profesionales y técnicos. Con una fuerza laboral
gigantesca de gran calidad técnica, la restauración de los Caminos del Inca,
patrimonio de la humanidad, como el Qhapac Ñam, fue posible en un año,
a un costo imposible de competir por la entidad privada. Los Colegios de
Ingenieros y Arquitectos, enmudecieron por completo. Preparó una nueva
Ley que anulaba los pagos mensuales de todos los colegiados, obligando al
cierre y el paso de dichos Colegios al sector público. Con dos aciertos sin
parangón en la historia republicana, nadie dudó de la propuesta del
aeropuerto.

El 28 de julio del 2022, en el mensaje patrio, el noble rescató del olvido a tres
personas. A dos de ellas nunca conoció: el escritor andahuaylino José María
Arguedas y al sabio italiano Antonio Raymondi. Valoró su amor incondicional

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Seudónimo: Khipu56

por esta tierra bendita, el Perú. Aseveró haberse inspirado en la fuerza cósmica
de sus obras para conjugar los dos universos. Del tercero, restauró la imagen
incomprendida y el monumento retirado por Eliane Karp. Francisco Pizarro
volvió a la Plaza de Armas.

Atahualpa, el inca que volvió del pasado para redimir una nación perdida. El
agnóstico que se volvió creyente a fuerza de vivir en carne propia las fuerzas
sobrenaturales que nos gobiernan. El sabio indígena que filosofaba en su prisión
sobre los indescifrables caminos del destino, se volvió hacia la multitud
vociferante en la Av. Brasil y finalmente arengó:

- Todos tenemos un destino trazado. Infinitos caminos nos han de


conducir al mismo lugar. Podemos aceptarlo, eludirlo o rebelarnos. El
resultado no cambiará, excepto se tenga una fuerza de voluntad
inquebrantable. Fe en sí mismo. Creer firmemente que podemos
modificarlo no una, mil veces si es un destino fatal. No será quizás en
este mundo, en esta vida, en este tiempo, pero lo será de todas maneras.
Nadie se va sin cumplir su destino.

FIN

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