SERIE DE M ENSAJES: ella entienda.
La pobre, ha sido testigo de un desenlace
PREDICANDO DE LA LITERATURA PAULINA
TEMA: CONSOLADO Y CONSOLADOR
TEXTO: 2 Corintios 1:3-4
INTRODUCCIÓN
• En determinados momentos de nuestra vida, todos necesitamos que nos
consuelen.
• Esta es una realidad de todo ser humano.
• Nadie puede decir que no necesita o ha necesitado consuelo.
• Consolar significa: “Aliviar la pena o aflicción de alguien”.
• Ilustración: Cuando más lo necesité
S Una niña tenía unos padres que siempre estaban peleando y se
amenazaban de muerte mutuamente.
S Ella creció presenciando a cada momento múltiples discusiones, y
en ocasiones, ¿por qué no? Hasta golpes propinados por el padre
a la madre.
S Un día, cuando se esperaba que la niña dormía, los padres se invo-
lucraron en una pelea tan diabólica, que el padre golpeó salvaje-
mente a su esposa hasta matarla; pero creyó que sólo estaba incons-
ciente.
S Cuando se percató que la había matado realmente, se puso tan mal
que se suicidó, quedando ambos tendidos en la sala de la casa.
S Los hechos fueron verdaderamente trágicos; pero más aún cuando
se supo que la niña, que se esperaba que estuviera durmiendo, lo
había observado todo, agazapada en un rincón de la casa desde
donde no pudo ser vista por los padres.
S Lo que en aquel momento no pudieron entender los vecinos que
descubrieron horas más tarde el triste incidente, es que la niña,
quien debió encontrarse aterrada y traumatizada fue hallada muy
seria; pero serena y asombrosamente consolada.
S En fin, una de las vecinas, que era miembro de una iglesia evan-
gélica, decidió hacerse cargo de la niña que a los efectos, quedaba
huérfana y desamparada por la pérdida de sus padres.
S El primer domingo, después del terrible suceso, la niña asistió a la
iglesia con la señora que la protegía.
S La joven que se ocupa de llevar a los niños a un local donde juegan
y se les habla del Señor, mientras los adultos están en el servicio, la
tomó de la mano al tiempo que la protectora le decía: -Esta niña no
conoce al Señor, te ruego que comiences por el principio para que
desgarrador.
S La joven comenzó a trabajar con los niños como de costumbre cada
domingo; pero a la hora de hablarle del Señor, lo hizo como si
todos vinieran por primera vez, considerando que tenía a alguien
muy especial en la reunión.
S Comenzó diciéndoles: -Hoy quiero hablarles de una persona muy
dulce y buena. La mejor de todas las que conocemos. ¿Saben
ustedes quién es? –El resto de los niños corearon: “JESUCRISTO”.
S Continuó ella: -Él nos dice que en todo m om ento estará con
nosotros y cuando nos encontremos desamparados que no tenga-
mos miedo ni perdamos el ánimo.
S Por el contrario, que le busquemos como amparo y socorro, porque
él es Dios y nuestro consuelo.
S Ahora, permítanme leerles este versículo: “Esforzaos y cobrad ánimo;
no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va
contigo; no te dejará, ni te desamparará” (Deuteronomio 31:6).
S La joven les hizo a los niños un retrato hablado de Jesucristo,
hablándoles de sus promesas y de su amor por los niños.
S Cuando hubo terminado, la niña levantó la mano en señal de que
quería decir algo, y ella le dijo: -adelante.
S La niña se puso de pie y con una limpia, transparente y sana
sonrisa, dijo: -Cuando yo vi a mis padres que morían, quise morir
con ellos también; pero la voz de esa persona dulce y buena, me
hablaba muy bajito a mis oídos, diciéndome todo esto que usted ha
dicho ahora y fue tan grande su consuelo que me tranquilizó y no
permitió que cometiera una locura. Yo soy un testigo de que no nos
desamparará, porque vino a mí, cuando más lo necesité.
S Después de aquello, todos supieron por qué la niña había apareci-
do ante una escena tan difícil, asombrosamente serena y consolada.
S Amigo, Jesucristo no desampara a los que a él vienen. Si usted
necesita un consuelo, búscalo que le llenará ese espacio que nunca
nadie ha podido llenar.
S El Apóstol Pablo, siendo un gran hombre de Dios, también pasó
momentos muy difíciles en su vida, a tal punto que él también
necesitó consolación.
S En el mismo libro, él relata los sufrimientos que pasó: “en azotes
sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces.
De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.
Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres
veces he padecido naufragio;” etc. (2 Cor. 11:23-30).
S Él pudo expresar CUATRO verdades en cuanto a la consolación.
 DESARROLLO
1. Prim era verdad: Hay que bendecir a Dios, a pesar de las pruebas que
uno pase (v. 3a).
S “Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”.
S Si una persona que está en aflicción bendice al Señor, demuestra
que su corazón no está derrotado, hasta el punto de satisfacer a
Satanás murmurando. O de matar su propia alma con el desespero.
S A veces lo primero que hacemos cuando vienen las pruebas es
renegar contra Dios y cuestionarle.
S Otra veces comenzamos a castigar a Dios, supuestamente no dán-
dole lo que le corresponde: Tiempo, diezmos, vida.
S Profetiza que Dios le enviará liberación pronta para que pueda
hacerle objeto de nuevas alabanzas.
S Nosotros estamos siempre dispuestos a prestar más dinero a la
persona que nos paga un buen interés. Jamás un hombre ha bende-
cido a Dios que más tarde o más temprano Dios no le haya bende-
cido a él.
S Quita de la mente las tribulaciones presentes. Levanta el corazón
a pensamientos y consideraciones celestiales.
S Es lo que debemos al Señor, en cualquier circunstancia que nos
encontremos.
2. Segunda verdad: Dios es el consolador (v. 3b).
S “Padre de misericordias y Dios de toda consolación”.
S Cualquier otro consolador está limitado.
S Si un ser humano, como la M adre Teresa tenía misericordia, Dios
es el Padre de misericordias.
S M isericordia es: Amor hacia el ser que está en desgracia o que por
su condición espiritual no merece ningún favor.
S La misericordia y la Gracia son actitudes y disposiciones muy
semejantes en Dios.
S M ientras que la primera trata al hombre como un ser miserable, la
segunda lo toma como culpable.
S Por eso a Él se le llama «Padre de misericordia y Dios de toda
consolación» (2 Co 1.3).
S El tratamiento que Dios da a su pueblo Israel es considerado en la
Biblia como una manifestación de su misericordia.
S Pablo fue consolado directamente por Dios.
S El tiempo verbal es presente, no futuro.
S El Dios eterno hace esto: N os consolará hasta el fin porque es “el
Dios de toda consolación”, y no puede cambiar.
3. Tercera verdad: El campo de consolación es “todas las tribulaciones”
(v. 4a).
S “Nos consuela en todas nuestras tribulaciones.”
S Dios condesciende personalmente a consolar a sus santos.
S Dios lo hace habitualmente. Él ha estado siempre cercano para
consolarnos en todos los momentos del pasado, y nunca nos ha
dejado solos.
S Dios lo hace actualmente también. Siempre ha sido poderoso para
consolarnos en todas nuestras tribulaciones.
S Ninguna prueba ha sido superior a su habilidad para consolar.
S Él promete trata “todas” las tribulaciones. No solamente las
menores, sino las mayores.
4. Cuarta verdad: El propósito de la consolación es para nosotros
consolar a otros (v. 4b)
S “Para que nosotros podamos consolar.”
S Hacernos consoladores de otros. El Señor lo desea.
S El Espíritu Santo, que es el gran Consolador, nos entrena para que
seamos consoladores de otros.
S Hay una gran necesidad de este santo servicio en este mundo
herido por el pecado.
S Hacernos consoladores en grande escala. Para consolar a los que
están en cualquier tribulación, tenemos que estar habilitados con
toda clase de dolores y dificultades, para poder simpatizar con toda
clase de dolientes.
CONCLUSIÓN
• No tenemos m ás religión que aquella que podemos mantener en
tiempos de prueba. - ANDRÉS FULLEE.
• Estas son las verdades en cuanto a la consolación:
S Debemos bendecir a Dios a pesar de.
S Debemos estar tranquilos porque Dios es el Consolador.
S Debemos confiar totalmente porque Dios es experto en tratar
“todas las tribulaciones”.
S Debemos agradecer a Dios que nos permite servirle consolando a
otros, porque nosotros hemos sido consolados primero.
• Nuestras tribulaciones y nuestros consuelos, nos sirven para consolar
a otros.
• Ilustración: Terminar leyendo la ilustración del boletín: Huellas.