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ANTIGUOS MEXICANOS
el siglo XVI, pero no sin dejar una fuerte huella en sus herederos en el
dominio del Anáhuac.
Antes de los aztecas existió en el Valle de México una cultura em
parentada con la cultura Mixteca-Pucbla, y una ciudad: Tula, cuya
influencia se extendía hasta lugares tan distantes como Sinaloa y Yu
catán, los Altos de Guatemala y Guerrero.
Pero claro es que no se podía tomar en cuenta a los toltecas a
principios de este siglo, pues tanto Seler^ como Brinton'* los conside
raban mas bien como antepasados míticos de los aztecas, que como un
pueblo que realmente hubiera existido y lo que entonces se conside
raban los restos miserables de Tula, en el Tintado de Hidalgo, no po
dían alegarse en favor de la existencia de esta gran metrópoh.
Lo que resulta increíble es que la indudable existencia de las pirá
mides de Teotihuacán, no haya hecho pensar que en el Valle de Mé
xico debió haber existido, antes de los aztecas, un pueblo con una or
ganización social y política suficientemente compleja para poder
emprender obras como la construcción de esas pirámides.
Creer que los aztecas inventaron la organización social y política
que tenían en el momento de la Conquista, es olvidarse de la historia
de Mesoamérica antes de que los aztecas aparecieran en el \^alle de
México.
Por último, la gran autoridad de Morgan, a fines del siglo pasado,
y la inmensa erudición de su amigo y discípulo Bandelier, impusie
ron a la organización azteca los mismos principios que a la confedera
ción iroquesa y pocos quisieron tomarse el trabajo de volver a estudiar
un punto que parecía ya esclarecido, y discutir una teoría que parecía
apoyada sobre tan formidable conjunto de citas, que agotaban práctica
mente las informaciones que se tenían entonces sobre este asunto.
Sin embargo, los hechos estaban allí y hablaban por sí mismos.
No podía existir igualdad social si los tlacatecuhtUs mexicanos derivaban
su poder del dios Qíictzcíícoatí; si la sociedad se dividía en nobles y
plebeyos; si las tierras del calpiíííi eran comunales y las tierras de los
piíÜ eran de propiedad individual.
3 Scler, E. 1912.
* Brincon. D. 1890.
32 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL
Pero si por una parte existe este error de considerar que los az
tecas eran una tribu, miembro de una confederación tribal, pt)r otra
parte hemos oído afirmar que el i/mcehihil o plebeyo era el pobre ai
que explotaba el noble, y que el individuo popular era un esclavo en
manos de las "clases" sacerdotal y militar.
Ahora bien, no es cierto que existieran en la organización azteca
"clases" sacerdotal y militar. Las clases aztecas no estaban determina
das por la función que desempeñaban los individuos, ni es cierto que
sólo por pertenecer a una clase social, se pudiera ser sacerdote o militar.
Plebeyos y nobles eran una u otra cosa y a veces ambas, como en el
caso de los sacerdotes que iban a la guerra y capturaban prisioneros,
como nos dice el Códice Alendocino."
Por otra parte, no es cierto que el plebeyo o inacehiia} trabajara
las tierras particulares de los nobles. El plebeyo, como vamos a verlo,
trabajaba la tierra de su clan v le pertenecía el usufructo de su par
cela; las tierras de los nobles eran trabajadas por otros individuos que
no pertenecían al clan.
Pero antes de entrar al estudio de la tenencia de la tierra entre los
antin'uos mexicanos, es indispensable, aunque sea licrcramente, hablar so
bre estas clases sociales a las que nos hemos referido, y explicar cómo
estaban formadas v cuál era su origen.
Por lo menos desde los tiempos en que la ciudad de Tula domi
naba el centro de .México, pero quizá desde la época teotihuacana, el
rey (tlafojui. tíaccttecubtíi) no era simplemente un jefe de tribu, ni
un conductor religioso (teommna) ni un jefe militar (cuaubtlato) como
distingue Chimalpahin," sino un descendiente del dios Quetzalcoatl que,
a su vez, era hijo de los dioses creadores.
'Vciioch el jefe azteca, es sólo un jefe militar, mientras que Acavia-
pichtVu hijo de la princesa tolteca AtotoztÜ, era por esa razón, descen
diente de Quetzalcoatl. Cuando llesjaron al Valle los mexicanos, no
había entre ellos señor, sino principales o capitanes v no eran tenidos
por gente de linaje."^
nobles les dice: *'Aqui estáis rodos los señores y principales, tíos, her
manos V sobrinos míos".^''
Motccuhzoma II dice que ios nobles hijos de reyes, deben preva
lecer sobre los viacehuales aunque éstos tengan dictado de valientes.^"
Son estos nobles los que Zorita^" llama Cíurtos señores y dice
que no tenían señorío sino linaje. Se llaman pilli y en plural pipiltm y
eran hijos, nietos y biznietos de los señores supremos, por lo que se
llamaban tlacopUtzin y pipUt-zmtU. Formaban los cuadros superiores
del c)ército y la burocracia y eran utilizados como embajadores. Sa-
ha^iín^' por su parte dice que "los principales y nobles y generosos. . .,
hijos V descendientes de señores y reyes y senadores, y hijos v criados
de nuestro señor e hijo Quetzaícoatl los cuales en los tiempos pasados
ritrieron y gobernaron el imperio y señoríos y por esto nacieron se-
ñahidos v elegidos de nuestro señor e hijo Quetzaícoatl".
l.ntrc el pilli, hijo o nieto de rey, y el macebual, aunque fuera Cal-
pillee es decir, jefe de su barrio o calpiiUi, hay una diferencia esencial.
El primero tiene sangre divina, por ser descendiente de los dioses, pero
puede no tener cargo ni autoridad. El Calpidlec, aunque no tenga san
gre noble, (pues podía tenerla por lo que después explicaremos) tiene
autoridad de por vida y es el representante de los intereses de su cal-
piilli o barrio y está sostenido con las prestaciones que le dan sus co
terráneos. Zorita lo llama "Pariente mayor" y dice que la organización
del Ciilpídli es semejante a ciertas organizaciones montañesas y viz
caínas.
Pero el víacehual se distingue del noble desde que fueron crea
dos sus antepasados. Los macehualtin fueron creados en el año 8 Calli,
mientras que parece que los nobles lo fueron antes, en el año 1 Tochtli
y a\"udaron a los dioses a le\'antar el cielo que había caído durante el
diluvio.'"^
Sabemos que AcaiJiapichtli casó con 20 doncellas, que probable
mente \cnían de los diferentes barrios de Tenochtitlan, así es que sus
" DiiHn. 1-71.
'"• Tczoz. Mexicana, 578.
i« Zorita. 98.
1' Sali;igún, 11-114.
'■^ Hisr. de los Mexicanos 2:8. 2 H , 263.
36 M F M O R I A DEL COLEGIO XACIONAL
AltcpetliiíH o Calpíilalli.
rrio de San Juan, por la región que está al oriente de la actual calle
de líucarcli. tenía tierras la hermana deAxayacatl, casada con Moqiú-
huix.''
En el Cuadro siguiente, resumimos lo que sabemos por las crónicas
e informaciones indígenas y españolas, sobre los nombres que tenían
las diferentes especies de tierras, los poseedores y los que las trabajaban.
~'^ T o r q u e m a d a . 1-163.
48 MEAK>RIA DEL COLEGIO X.^CIONAL
trar ,1a concordancia entre las fuentes es muy grande en los puntos
fundamentales.
¿Cómo pudieron .Morgan, y sobre todo Bandelicr, llegar a una re
construcción tan diferente, partiendo casi de las mismas fuentes que
nosotros hemos utilizado?
En todo error hay un fondo de verdad. Nos parece que sería
una hipótesis digna de investigarse en el futuro, comprobar si la or
ganización social y política de los aztecas, y probablemente de sus
predecesores roltccas y teotihuacanos, sería el resultado de dos tenden
cias que se manifiestan en diversos aspectos de la cultura mesoameri-
cana: en la religión, la arquitectura y la escultura, la lapidaria, el ves
tido, las armas y la cerámica, y que podríamos llamar, la influencia
del Norte, que baja especialmente por la costa del Pacífico, v h in
fluencia del Sur, que parece penetrar al Altiplano por Guerrero, Oaxa
ca y la costa de Veracruz.
La primera parece presentarse en forma de oleadas sucesivas que,
desde tiempos muy antiguos, penetraron en Mesoaniérica en diferen
tes momentos y que traerían una organización tribal, es decir, fundada
en el parentesco, de la que sería una supervivencia hasta nuestros días,
los clanes o calpiiHis y barrios."^
La scgimda, quizá partiendo originariamente de esa misma orga
nización tribal, habría evolucionado desde muv antiguo, logrando aglu
tinar grandes masas de población, orcfanizar la división del trabajo y
preparar a individuos especializados. Tendría también la idea de re
yes, descendientes de los dioses, la división de la sociedad en nobles
y plebeyos, la clase media de los comerciantes (pochtcca) y los traba
jadores de la pluma (aunwteca) v quizá también de otros artesanos,
la propiedad comunal de la tierra para los plebeyos, e individual para
los nobles, V por último la existencia de ciudades-cstados que podían,
en virtud de su poder religioso o militar, convertirse en ciudades im
periales, que dominaban vastos territorios.'^"
"^ Rcdficld. Robcrr. 1928; VilU Rojas, 1947.
*"^ Muj" diferentes sistemas de gobierno existían en Mesoamcrica. Era conocida
la división del poder entre 2. 3 v 4 personajes con icual r a n g o o bien subordinados
dos (le ellos a nn tercero. Del gobierno diuil tenemos noticias, por ejemplo, en O r i -
zaba V Cotaxtla ( T c z o z o m o c Mexicana 348).
LA TENF.NCIA DE LA TIERRA ENTRE LOS ANTIGUOS MEXICANOS 49
Del gobierno de tres, hay noticias entre los matlatzincas y en Utatlan, Guatemala
(Zorita, 79).
Del gobierno de ciuitro, el ejemplo más conocido es Tlaxcala; pero también
existía esta forma en Cholula, y entre los quichés y cakchiqueles, que hemos mencio
nado ( N o t a 9).
Sin embargo, el gobierno unitario era el más frecuente, p o r ejemplo entre los
tnronacas ( T o r q . . 1-278) en Yucatán (Román, 1-314) entre los Tarascos (Re), de JMÍ-
choacán) y en el \'alle de .México, pero en época antigua, durante el reinado de
Huitzilihuitl. según Chimalpahin, pág. 79, no sólo gobernaba el rey sino el tlacateccatl,
que era ¡K-coatl y el tlacochcalcatl que era Cu-atlecojtl, por lo que dice: "eran tres
para gobernar".
B I B L I O G R A F Í A
1560. AHUMADA, Pedro de. Traslado de los capítulos que (Pedro de Ahu
mada) hizo para dar a la Real Audiencia de México, sobre avisos
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