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La relación entre capitalismo y desigualdad según Jerry Muller

Resumen: En este ensayo se aborda la postura de Jerry Muller respecto al capitalismo. El


autor nos da una breve semblanza de la historia y las características centrales de dicho
sistema económico. A continuación, Muller pasa a considerar algunas de las ventajas del
capitalismo, como son su dinamismo, su capacidad para la innovación, su capacidad para
poner el conocimiento a la disposición de la mayor cantidad de la población, así como las
posibilidades que ofrece para la auto-invención del individuo. Sin embargo Muller trata de
vislumbrar cuales son las posibilidades de que disponemos para disminuir la creciente
desigualdad que el capitalismo trae consigo, poniendo en tela de juicio las posturas tanto de
derecha como de izquierda.

Palabras clave: Capitalismo, desigualdad, inseguridad, izquierda, derecha, sociedad y


economía postindustrial.

El artículo de Jerry Muller gira en torno al problema de creciente desigualdad como


consecuencia del sistema económico capitalista, así como al papel del gobierno y su intento
por frenar tal problema. El autor busca cuestionar tanto las políticas de la derecha como las
de la izquierda, siendo la apuesta de la primera una disminución de impuestos y gastos, en
contraposición a las políticas de la segunda, que buscan la disminución de la estratificación
social a partir de un incremento de impuestos y gastos. La tesis del autor es que ninguna de
estas posturas representa una solución viable.

Muller define el capitalismo como “un sistema de relaciones económicas y


sociales marcadas por la propiedad privada, el intercambio de bienes y servicios por parte
de individuos libres, y el uso de mecanismos de mercado para controlar la producción y
distribución de esos bienes y servicios” (2013, p. 97) El autor asegura que la creciente
desigualdad e inseguridad económicas son dos características inherentes al capitalismo y si
estos dos problemas no son atendidos existe la clara posibilidad de “una reacción populista
en contra del sistema capitalista en general” (Muller, J. 2013, p. 96). Para analizar estos
problemas iniciaremos por señalar algunos rasgos generales del capitalismo, su surgimiento
y desarrollo histórico, así como algunas de sus ventajas y desventajas.
El capitalismo surge con fuerza en Europa y Norteamérica en los siglos XVII y
XVIII y llega a su pleno desarrollo a fines del XVIII y principios del XIX con la revolución
industrial (es decir, con la sustitución de la fuerza de trabajo orgánica por la maquina). Sin
embargo en la actualidad, el capitalismo está enmarcado en el contexto de una sociedad y
una economía postindustrial, “basada en el conocimiento, donde la producción de bienes
manufacturados [depende] más de insumos tecnológicos que de la habilidad de los
trabajadores que realmente construyen y ensamblan los productos.” (Muller, J. 2013,
p.103).

El capitalismo surge en el momento en que el gran porcentaje de la población deja


de producir la mayor porción de los productos para su propio consumo y empieza a
comprar gran parte de lo que consume con la ganancia de la venta de su producción. Esto
llevó a la sociedad a un proceso de mercantilización, es decir, a “la transformación de las
actividades que se realizaban para uso privado en actividades que se realizan para la venta
en el mercado abierto” (Muller, J. 2013, p. 98). Lo que tuvo como primera consecuencia,
que el trabajo se centrara en actividades específicas, lo que Muller señala optimistamente
como la posibilidad de que cada quien haga lo que mejor sabe hacer (véase, 2013, p.98).

Una de las características que distinguen al capitalismo de otros sistemas


económicos es su constante innovación y carácter dinámico, “la creación de nuevos
conocimientos, nuevos productos y nuevos modos de producción y distribución” (Muller, J.
2013, p. 100), que tienen como consecuencia lo que Schumpeter llama destrucción
creativa, es decir el desplazamiento de los antiguos productos y medios de producción, por
los nuevos. Todo esto tiene como consecuencia la inseguridad inherente a las sociedades
capitalistas, lo que ya desde el siglo XIX llevo a la necesidad de crear instituciones para
proteger a la población de tal inseguridad.

Por otro lado, el capitalismo avanzó de la mano con la comunicación, la


información y el entretenimiento. Es fácil ver como estos tres elementos se han renovado
constantemente y sus desarrollos son cada vez más eficientes y baratos, lo que tiene como
consecuencia un mayor acceso y de una mayor parte de la población a ellos. El ejemplo
más obvio de esto es la Internet, que permite el acceso a la comunicación en todo el mundo,
de forma eficiente e instantánea, el acceso a entretenimientos diversos y una cantidad
inagotable de conocimiento de todo tipo, desde libros de interés general hasta artículos
especializados, música, cine, etc.

Otra característica de las sociedades capitalistas es la constante creación de nuevas


necesidades (por contradictorios que parezcan estos términos). Dicho fenómenos ha sido
interpretado desde la ilustración hasta la actualidad de dos formas contrarias. Los
defensores de esta visión consideran que este fenómeno amplía el campo de posibilidades
humanas, de búsqueda de placer y auto-invención. Mientras sus detractores ven aquí una
enajenación de la libertad humana en la constante búsqueda de satisfacción de necesidades
no auténticas, aunado a la vorágine consumista que produce el capitalismo.

Resumiendo lo que hasta aquí se ha dicho, podríamos decir que el capitalismo es


el sistema que mayor posibilita el desarrollo humano, sin embargo, y volviendo al problema
central del artículo de Muller, no todas las personas aprovechan dichas posibilidades, lo que
se debe, según el autor, más a la falta de capacidad de las personas para aprovechar dichas
posibilidades, que al sistema como tal.

En este sentido, el artículo señala cuáles son los aspectos que precisamente
dificultan ese aprovechamiento de las oportunidades y así como las condiciones para el
“éxito en el mercado”. Las características fundamentales del capital humano, condiciones
para el desarrollo de la persona son: a) capacidad cognitiva; b) carácter y habilidades
sociales y; c) conocimiento. Sin embargo hay condiciones externas que determinan estas
características y que influyen de diversas maneras en el individuo. Muller señala diferentes
agrupaciones sociales que influyen en este sentido, tales como la clase social, la etnia, o la
religión. Al respecto, basta el ejemplo de Max Weber que cita el autor. Según el sociólogo,
en las zonas donde podemos encontrar una diversidad de credos religiosos, encontramos
una marcada tendencia al desarrollo económico por parte de los protestantes por encima de
los católicos, al igual que los calvinistas por encima de los luteranos (véase, 2013, p.109).

Además de estas influencias sociales, tenemos que señalar el papel fundamental y


determinante que juega la familia para el éxito del individuo en la escuela y el trabajo. El
influjo de la familia inicia desde la herencia genética y los cuidados prenatales y por su
puesto llega hasta el pleno desarrollo del individuo. Aquí salta a la vista el siguiente
problema: en una sociedad supuestamente igualitaria ¿qué papel juega el nivel económico
de la familia? Según el artículo, esto no cumple una función tan predominante como el
acercamiento a la cultura, el conocimiento y la educación que la familia garantice al niño.
O como dice el mismo Muller “La prevalencia de libros en el hogar es un mejor predictor
de resultados en las pruebas que los ingresos de la familia” (2013, p.108)

El aumento de la desigualdad económica nos lleva a plantear la cuestión de cómo


abordar este problema. Para muchos, la solución se encuentra en la educación. Sin embargo
Muller refuta tres líneas de argumentos que van en este sentido (1) la primera centrada en la
idea de que los estudios universitarios son el punto fundamental para disminuir la polaridad
económica; (2) la segunda que considera que el problema se origina desde los niveles de
primaria y secundaria; y (3) la tercera que propone que el apoyo económico se centre en “la
intervención más temprana e intensa en la familia” (Muller, J. 2013, p. 110). El punto (1) es
insuficiente pues no toma en cuenta el descenso en el nivel educativo universitario; la
propuesta (2) tampoco parece viable porque “la educación formal en sí tiene un papel
relativamente menor en crear o perpetuar las diferencias en el rendimiento” (Muller, J.
2013, p.110), mientras que el argumento (3) tiene un costo alto, extraído de recursos de la
población exitosa.

Las propuestas de solución a la creciente desigualdad son diversas. 1) Hay quienes


apuestan por una redistribución económica de clase alta hacía la media y baja. Esta postura
tiene el problema de que tiende a apoyar justamente aquello que tira hacia abajo la
economía.; 2) Una segunda posibilidad es dar preferencia a las personas de bajo
rendimiento, lo que tendría como consecuencia la inconformidad de la parte más productiva
de la población; 3) La posición más fiable sería “fomentar la innovación económica
continua que beneficie a todos” (Muller, J. 2013, p.112). Sin embargo Muller afirma que
esto no frenará la desigualdad social y económica, por lo que es necesario insistir en el
apoyo a las instituciones que brindan seguridad a los sectores más desfavorecidos de la
población (crítica a la derecha), sin que esto implique (como quiere la izquierda) programas
excesivos con miras a eliminar la polaridad social, pues “pueden ser demasiado caros e
inútiles” (Muller, J. 2013, p.113).
Bibliografía

Muller, J. (2013). Capitalismo y desigualdad. En qué se equivocan la derecha y la


izquierda. Foreign Affairs Latinoamérica, Vol. 13 Núm. 3, 96-113.

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