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Miguel Ruiz Stull

Tiempo y experiencia. Variaciones sobre la obra de Henri Bergson


(Fondo de Cultura Económica, Santiago, 2013)

Por Federico Rodríguez1


Distentio. Sobre la velocidad filosófica y sus monstruos

«Y en cuanto a la alteración 0. A toda velocidad, o sobre la variación


(­­¢lλοιèσεως), ¿cómo puede ser una de pura. Ruiz va rápido. Siempre. Hay una
la misma velocidad que la otra? […] Algu-
velocidad «Ruiz». Los que se acercan, la
nas alteraciones podrán ser de igual velo-
cidad, ya que habrían tenido lugar en un sienten. Esa velocidad, alta, aisthetica, es
tiempo igual. Pero, ¿qué hemos de decir reconocible: es la velocidad de lo sensi-
de lo que se altera?» (Aristóteles, Φυσικ»ς ble, la velocidad misma del pensamien-
Ακρο£σεως, 249a).
to, la velocidad filosófica. La velocidad,
«La force d’une philosophie se me-
claro, de la única filosofía que puede
sure aux concepts qu’elle crée, ou dont
elle renouvelle le sens, et qui imposent un correr realmente, ir a toda carrera, es-
nouveau découpage aux choses et aux ac- tar en carrera constante: la empirista.
tions» (Deleuze, G., Spinoza et le problème Un «empirismo superior» (Schelling),
de l’expression, Paris, Les Éditions du Mi-
uno «trascendental» (Deleuze), se ha-
nuit, 1968, p. 42).
brá dicho. Sí, ya. Pregunto: ¿cuánto
«…faster than a cannonball […]
corre Ruiz? Respondo: mucho. En él se
467
some day you will find me / caught benea-
th the landside / a champagne supernova da «el correr». Y lo único que se sabe,
in the sky» («Champagne supernova», por experiencia precisamente, es que la
[What’s the story] Morning Glory?, Oasis, velocidad máxima del empirista2 es, fi-
1995).
nalmente, su destrucción, su desintegra-
ción, su destino: ese devenir 0. Ahora
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bien: al mismo tiempo se sabe también cosa (abandonemos la «ilusión de la dis-


que sólo a riesgo de destruirse piensa cursividad»), dice, se acordarán, unos
el empirista (el filósofo — tout court) de los más grandes filósofos-empiristas.
algo alguna vez. Hay, por ejemplo, una Pero además, uno siempre corre más
«velocidad Deleuze». Hay también una enganchándose a vagones en marcha.
«velocidad Joyce». Y hay una destruc- Ahí hay siempre, en ese gesto, una ca-
ción-Deleuze; y una destrucción-Joyce. pacidad receptiva: una manera de verse
Hay filósofos rápidos. Y los hay lentos. transido, penetrado, violado; y de sacar
Hay filósofos-nervio, filósofos-histeria, fuerzas en ese momento (es decir, acele-
filósofos-plétora. Y los hay ronquido, rar), cuando ya está todo perdido. Las
suspiro o bostezo. Filósofos-rayo, filó- correlaciones, cierto, no son analogías,
sofos-caracol. Diría que, entre ambas ni metáforas, ni comparaciones. Las co-
filosofías, la única comprensión posible rrelaciones son imbricaciones, entrela-
es la comprensión que comprende como zamientos contra natura: caprichos de lo
tal: es decir, el aburrimiento. Claro: vital: monstruos. Las correlaciones son,
ante todo, uno no elige su velocidad. Y quizá, variaciones.3 Variación es una
si las velocidades no se eligen (como no palabra mágica, una palabra de brujo
se eligen, realmente, los cuerpos con los diabólico, en Tiempo y experiencia. Las
que uno se acopla) entonces la ciencias variaciones son, en cierto modo, dife-
sobre la modulación y la equiparación renciales, condiciones no condicionales
de velocidades son ciencias de almas (Kant sacó póker de ases y, a pesar de
tristes. Y es que cada filósofo tiene su ello, perdió la partida) de toda posible
velocidad. Y las velocidades atraviesan diferencia. Pero, no quiero que se ol-
468 las escrituras; las grandes velocidades vide, insisto: Ruiz corre, Ruiz cambia,
deponen obras, abren fortalezas: y de- varía, se intensifica. Su diabólica (δι£-
penden más de la capacidad con la que βολος) de la alteridad es, ante todo,
se establecen correlaciones que con la una metabólica. Meta-dia-bólica.
manera en la que se proponen posicio- 1. Champagne-supernova, o sobre la ver-
nes. «My point is…» Ya, está muy bien, dad de la baba. Si no hubiera comen-
sí, si sé: pero, por favor, pasemos a otra zado ya, yo comenzaría todo esto, que
Tiempo y experiencia. Variaciones sobre la obra de Henri Bergson / Federico Rodríguez

quisiera ser ante todo un lanzamiento, plazado, en algo que no tenía nada de
uno que tendría que ser, pero no es el dialéctica de sobremesa, de la biología,
caso, hercúleo, ficcional lanza sin ro- algo que «me interesaba», a la física: co-
zamiento, lanza o bala de cañón, diré, sas que pasan). No obstante, a él, que va
inmóvil de Zenón, por una situación
4
siempre más rápido, insisto, le sucede,
más o menos biográfica, por un remi- creo, algo parecido: de repente se can-
niscencia: fue la primera vez que conocí sa. Extenuación — aminoración. Hay
a Ruiz (que conocí: no que vi; ahí, en siempre algún que otro signo de desar-
ese momento, la cosa fue demasiado ticulación (descomposición, alteración).
rápida; y conocer es aquí sólo «captar Y la cosa, entonces, simplemente, se aca-
un fina multiplicidad»: obvio). Llegué. ba: en lo inmóvil. Y es hermoso. Así sin
Tarde, como siempre me pasa con Ruiz, más: sin un ordo rationis preestablecido.
que llega siempre antes, porque es sim- Pero se acaba sólo hasta que una nue-
plemente más rápido. Y nada más sen- va velocidad, imprevisible, imprime el
tarme a la mesa, me pusieron por delan- ritmo admirable, la movilidad musical,
te una copa de Champagne. Estaban, de su pensamiento. Yo creo que si no se
como es costumbre, de celebración. lee esto, no se habrá leído nada. Tiempo
Bueno, pensé, «no podría haber mejor y experiencia: a pesar de todo, hay que
propedéutica para la conversa». Luego, agotarse. Mi única ventaja, pequeña,
con el tiempo, todo acabó mal, la me- diminuta, frente a la velocidad, las ace-
moria, creo, no me falla: debido a la ve- leraciones y cambios de ritmo de atleta
locidad justamente, a la variación — y de Ruiz («son of the wind») es que yo,
a lo que la misma puede producir. Sólo a veces, no sólo soy maratoniano, sino,
una gata hubiera podido salvarme. Y no sobre todo, de tanto en tanto, vidente: 469
lo hizo: no le dio la gana. Ese también entonces, a veces, pocas, sé ya a dónde
es el amor de los gatos. Fue la veloci- va, le veo venir, lo intuyo-puramente si
dad misma la que me hizo, finalmente, quieren, porque veo trazada la tangente,
caer: cansado, agotado ya, muerto. Pero porque veo donde va a fundirse con el
todo esto, creo, no lo sabe Ruiz (que «a círculo sólo para pasar de largo, porque
las primeras de cambio» me había des- veo el punto de fuga, y, entonces, por-
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que me anticipo. Pero, ¡mon Dieu, qué más personal», ha escrito mi tocayo de
desgracia!: rápidamente, si Ruiz sospe- aquí7), las cosas a la periferia (hábitat
cha lo más mínimo de que yo ya le vi, de lo monstruoso): un Bergson-aristo-
«cambia de dirección» (φορ£), se des- télico — para («lo que podríamos lla-
plaza, tele-transportación súbita, para mar») una inversión del aristotelismo
dejar al sabueso sin liebre. Llamaré hoy (la substancia [Øποκε…μενον] como
a esto (del ver-venir [fusión de percep- puro cambio). Ruiz tiene, pues, una
ción y anticipación] al déjà-vu [fusión operación; es la suya: darle un hijo aris-
de percepción y recuerdo] ), que hay,
5
totélico a Bergson. Nadie nunca le dio
insisto, que poder leer, no ya clinamen, un hijo aristotélico a Bergson. Pobre
sería demasiado fácil, tampoco devenir- Bergson, quién se lo iba a decir. Me lo
invisible de lo visible, demasiado tosco, imagino (carente de trascendentalidad),
sino: «la verdad de la baba». Quizá, más espantado, viendo la cara de su recién
que excursos (piezas maestras, movi- nacido anacrónico: cómo rechazarlo, si
mientos de torsión, de tortura diría, pi- ha salido de tus entrañas, de un λÒγος
tones africadas que se sueltan en Tiempo σπερματιχÒς (πρÒληψις, anticipa-
y experiencia para enroscarse en torno tio; el esperma como germen intensi-
al cuello de todos los criticistas, de to- vo, Epicuro; traducciones de Cicerón,
dos los amantes de las «condiciones de etc.) aberrantemente asumido. Yo le
posibilidad» del mundo), Ruiz escribe diría, en el caso de poder hablarle: (1)
varietés «como torbellinos de polvo le- «Monsieur, sonríale»; (2) Y acto segui-
vantados por el viento». 6
do, antes de que agachara la cabeza,
2. Acontecimiento, o sobre Aristóteles adjuntaría: «sí, es su hijo: usted desen-
470 como hijo monstruoso de Henri Bergson. vainó primero». Pero si digo todo esto es
Pero no quería decir nada de esto. En porque, afirmaba al comienzo, citando
lo que quería insistir es en esa gran his- a otro tipo muy rápido, los conceptos
toria de la monstruosidad propia de la son «la cosa misma» del filósofo; ahora
velocidad filosófica: Ruiz consigue su bien, a su vez, los acontecimiento son la
monstruo llevando, como un relámpa- consistencia de todo concepto. ¿Cuál es
go («lo genial», «lo impersonal en los el concepto-Ruiz? ¿Qué acontecimien-
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to revela? El concepto Ruiz no es un el momento en que éste mismo usa la


concepto creado por Ruiz. Es un con- palabra ¢λλο…ωσις, eso sí, una sola vez
cepto rescatado, renovado, violentado [precisamente en su Πeρˆ γeν˜σeως
por Ruiz para ser injertado, operación καˆ φθορ©ς], para indicar un cam-
mutante, en otro lugar. Ruiz lo guar- bio no-substancial, uno cualitativo
da para el final: el secreto del crimen, [ποιÒτης]10) es así la evolución creativa
como en las novelitas negras, tarda en de Bergson; y no al revés. Esto no quiere
llegar. Hay un efecto de ficción finalis- decir que Aristóteles sea la actualidad de
ta en todo esto: sí. Pero sólo para que Bergson; es, una y otra vez, su poten-
pueda haber magia: no se confundan. cialidad. Y lo que es más sorprendente:
Acto mágico: ¡¢λλο…ωσις, alteración! 8
¡ese hijo es un hijo ontológico! Padre:
Esta palabra debiera brillar hoy, aquí, Bergson. Madre: la ontología misma.
con intensidad. Y es que, Bergson, sa- Vientre de alquiler: Ruíz. Habría de
ben, hizo la tesis complementaria sobre discutirse, un día, si un ser que es puro
Aristóteles, pero el tema no era tratado. cambio cabe, aún, en una ontología; o,
Alquimia, pues. Además, cosa curiosa, si eso debería llamarse de otra manera.
Ruiz no cita la tesis (Quid Aristoteles de Estética, por ejemplo, por decirlo muy
loco senserit). Ruiz, simplemente, le da simplemente. O heterografía, quizá, por
(insisto en ello: porque yo creo que no decirlo de manera un tanto más precisa.
le hace) un hijo aristotélico de Bergson: ¿Ontología? Los nombres no son nunca
uno pensaba que Aristóteles era el pa- neutros. Hay unos que nos ponen más
dre, que estaba antes, por detrás, y re- tristes que otros.
sulta que es el hijo. Notable, hermoso: 3. «En garde!», o sobre floretes al fuego.
touché. Es una manera de quebrarle las Ruiz va rápido, digo. Pero yo no sé si, 471
patas a Bergson: romperle su sustan- en su velocidad, Ruiz realmente varía o
cialidad (aquello en lo que se apoyaría) se altera (y dudo de ello a pesar de la
aristotélica, si quieren. Y es que, lo que alternancia citada de la primera del sin-
varía en Tiempo y experiencia es Bergson gular y de la primera del plural). Un día
mismo. Aristóteles pues (un Aristóteles
9
le preguntaré: Ruiz, ¿varías o te alteras?
travestido que quizá es posible ya desde Y, en cualquier caso, ¿qué varía, qué se
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altera? Imagino, veo venir, su respuesta. lo que permanece; Bergson lo traducirá


Rodríguez, «varío porque me altero»; o por «vue» o «moment»13), la misma for-
mejor: «hay que alterarse para variar», ma, en su duración: en toda alteración
Rodríguez. Sería una respuesta, justa- lo individual se mantiene igual, devie-
mente, potente. Pero no parece esa siem- ne otro siendo el mismo («Anderswer-
pre la respuesta de Tiempo y experiencia. den, und doch Dasselbe»), teniendo
Me gustaría, de todos modos, decir tres que ejecutarse sólo de manera sucesiva:
cositas para abandonar esto, tres matices una cosa, un cambio, después de otro.
quizá («lógica del matiz»: no saldremos, La variación (puesta al servicio de la ge-
en realidad, de lo estético; de, quizá, «lo neidética), sin embargo, es el cambio no
imprevisto»), muy breves por razones sucesivo: se da «a la vez», y no pertenece
obvias: (a) Primer matiz: E. Husserl, a las cosas reales (palabra que hay que
contemporáneo de Bergson, tiene en entender en el sentido más general; la
Erfahrung und Urteil. Untersuchungen «variación imaginaria» es una abstrac-
zur Genealogie der Logik (1939), traba- ción [una no-realidad, en este sentido]
jo que no cita, pero cuyo título redobla que realiza un recorrido hiperbólico de
en sus timbales de viejo brujo Ruiz, un extrañamiento). Variar, de hecho, es lo
epígrafe titulado «Variación y alteración que haría el demiurgo, aburrido, en la
[Variation und Veränderung]». 11
Aquí contracción total del tiempo, a toda ve-
se discute el modelo operatorio mismo locidad, antes de crear el mundo; o tras
de la reducción (—ποχ») eidética fe- destruirlo, poseído por una melancolía
nomenológica (ya saben: intuición de sui generis. Diría, pues, que si los mons-
esencia [Wesenschau] en el etcétera de la truos inquietan, como el de Ruiz, si nos
472 variación). Dice Husserl: «de hecho, los amenazan, es sólo porque aún se pare-
dos conceptos [Variación y alteración] cen, porque aún nos recuerdan, algo:
son esencialmente diferentes, a pesar porque ese algo reconocible los habita.14
de una cierta afinidad».12 El cambio (b) Segundo matiz: M. Heidegger mismo
(Μεταβολ») es alteración (Verände- traduce así esta palabra griega (¢λλο…
rung): pero la alteración sólo es el cam- ωσις por Veränderung) en su texto so-
bio que mantiene la misma cosa (ε‘δος: bre la determinación del concepto de
Tiempo y experiencia. Variaciones sobre la obra de Henri Bergson / Federico Rodríguez

aristotélico de φÚσις. Igualmente, la varía (la cosa, cierto, varía; ya no es lo


recupera (la palabra ¢λλο…ωσις) en que era; y esta variación, sobre todo, no
Die Grundprobleme der Phänomeno- sería husserliana). Para mi sorpresa, en
logie [1927]. Escribe Heidegger aquí: la misma página donde escribe ¢λλο…
«una nueva forma de movimiento es la ωσις en Die Grundprobleme der Phä-
¢λλο…ωσις: lo que llega a ser de otro nomenologie, aparece también escrito el
modo en el sentido en el que una cua- nombre de Bergson. Pero aparece para
lidad se revierte a otra, un determinado decir otra cosa. Saben que ese nombre,
color [se revierte] en otro, y en donde el «Bergson», sale también en un nota al
curso es šκ τινος ε‡ς tι [«todo lo que pie de Sein und Zeit, texto del mismo
se mueve se mueve de algo hacia algo», año: allí Heidegger habla de Bergson
dice la frase de Aristóteles en Φυσικ»ς como inversión del platonismo (ojo: no
Ακρο£σεως 219a], de aquí a allá [des- del aristotelismo). (c) Tercer matiz, muy
de algo hacia algo]. Pero este de aquí a breve: Deleuze, también, como Husserl
allá no tiene el sentido de la transición y Heidegger, en su librito Le bergso-
de un lugar a otro. El cambio de color nisme, recoge expresamente la palabra
se puede efectuar en el mismo lugar. «alteración [altération]»17; pero lo hace,
[…] Nombramos a esa estructura del como Husserl, sin pasar por Aristóteles,
movimiento su dimensión y compren- y para referirse a la durée. ¿Por qué? En
demos el sentido de la dimensión de fin, ahora, quizá, sea Ruiz el que sabe a
manera bastante formal […] Dimensión dónde voy. Yo, no.
significa [piensa la, si se traduce modus
heideggerianis] distensión [Dehnung]».15 ***
De este modo, aquí se confirma que la 473
­¢λλο…ωσις es alteración sólo en el sen- Acabo: lo que estaría siempre en juego
tido en el que, por ejemplo, la espada, o en toda alteración sería la mismidad de
el florete, en el fuego cambian del plata lo alterable. Pero, si no hay mismidad
al rojo. Por ejemplo. Ahora bien: si el
16
(si hay, pues, variación absoluta en un
fuego continua, si el florete cambia de sentido no husserliano; porque claro:
forma y se funde, entonces, diría yo, el ε‘δος, mismidad de mismidades, no
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sería sino un pseudo-concepto [lo in- recogida: «es alteración [¢λλοιωσ…ς]


móvil, lo inmutable], un falso problema cuando la substancia permanece, sien-
si quieren [la forma-dada de partida], do el cambio algo que le ocurre a sus
encargado de sabotear, indignamente, afecciones» (la encontramos también en
todo concepto a partir de una falsa velo- Περˆ γeν˜σeως καˆ φθορ©ς, 319b).
cidad: la que permite la supuesta llave- La fenomenología, en su platonismo,
maestra que él mismo encarnaría; pero de todos modos, sólo puede pensar la
aquí, al menos a mí, y creo que también alteridad, pero no la verdadera varia-
a Ruiz, sólo nos interesan las puertas ción: que es el monstruo total como
que no se abren con llaves: «dégradez les emergencia no de lo –τeρÒκλιτος, que
idées immutables: vous obtenez, par là aún mantiene al alter, sino de lo singu-
même, le flux perpétuel des choses»18]), lar como posibilidad real del cambio
entonces (si no hay mismidad, decía) la (pero ese monstruo, la singularidad,
alteración (¢λλο…ωσις) pareciera una no da miedo: sólo el ε‘δος amenaza),
palabra adulterada (y no sólo aporética, es decir, de la generación (γεν˜σεως)19.
como ha sido considerada; y adulterar En cualquier caso, y con esto acabo de
es, justamente, sacar fuerzas en lo otro verdad, yo a la distensión a la que me re-
cuando la relación establecida, la con- fería hace un momento siguiendo cierta
sagrada, está acabada [verdad de las pista (el aflojamiento de la tensión, de la
Wahlverwandtschaften]); al menos, si si- posición, que posibilitaría, quizá, toda
guiéramos las determinaciones fenome- ¢λλο…ωσiς; distensión [Dehnung] que
nológicas (platónicas) indicadas; incluso, permite toda extensión [Ausdehnung]),
si siguiéramos a Aristóteles en la mayo- yo, en fin, a la distensión que favorece
474 ría de las citas, o al propio Anaxágoras, a la posibilidad del cambio, a la disten-
quien Aristóteles recita para las cuestio- sión que recuerda dejando que venga lo
nes relativas a la generación y la corrup- otro, a la que interrumpe el continuum,
ción, asociación y disociación; por citar a la que renuncia (basta, no más, se aca-
una muy clara, que es la más común de bó), la llamaría, hoy, no ya fluctuación
las consideraciones aristotélicas sobre el (jaillissement), sino «generosidad». Sí,
tema, a diferencia de la anteriormente generosidad. Porque quizá sólo ella, en
Tiempo y experiencia. Variaciones sobre la obra de Henri Bergson / Federico Rodríguez

su gasto, dure. Porque quizá sólo ella, 4


Cf. Bergson, H., L’évolution créatrice, Paris,
Presses Universitaires de France, 2009, p. 311.
distensión original, dé el tiempo (y la 5
Cf. Bergson, H., Matière et mémoire. Essai sur
materia). En fin: me gustaría acabar, la relation du corps à l’esprit, Paris, Presses Uni-
versitaires de France, 2010, p. 96.
ahora sí, con una frase de Péguy, escrita 6
Bergson, H., L’évolution créatrice, cit., p. 129;
cf. Bergson, H., La pensée et le mouvement, Pa-
en circunstancias muy precisas, que ten- ris, Presses Universitaires de France, 2009, p.
dría que tener algún sentido: «en esta es- 134.
7
Galende, F., Walter Benjamin y la destrucción,
grima perfecta hay un golpe [coup] que Santiago de Chile, Metales Pesados, 2009, p.
sólo él [Bergson] podría demostrar». Y 34.
8
Cf. Ruiz, M., Tiempo y experiencia, cit., pp.
con otra que el propio Bergson escribe 266-282.
9
Aparte de «Ruiz», claro; y eso lo expresa, por
en una carta al joven Deleuze: «la intui- ejemplo, la hermosa alternancia entre el yo y el
ción simple del gesto del esgrimista vale nosotros en algunos momentos del texto (ojo:
ese no es el «nosotros mayestático»: es el de la
más que cien argumentos dialécticos».20 multitud); dicho de otro modo: hay un dejarse
Salud, gracias, Miguel. vivir en el texto; un abandono del yo, que se
convoca sólo como mera disposición abierta a
la variación constante; porque lo que compli-
ca las cosas no es la materia (ese «impensado»,
que asoma el lomo, como una mala bestia tras
los matorrales [cf. Ruiz, M., Tiempo y experien-
Notas cia, cit., pp. 242 y ss.]), sino la vida: que se
relaja, que se muere, y que, ante todo, no es el
1
Este trabajo forma parte del Proyecto de ser.
Postdoctorado Fondecyt (2012-2015) nº 10
Cf. Brunswig, J., «On Generation and Co-
3130345. rruption I.1. A False Start?», en Frans de Haas
2
La velocidad, supongamos, absoluta, infini- & Jaap Mansfeld (Eds.) Aristotle’s Generation
ta: «empuje Warp», «empuje por curvatura», and Corruption I. Symposium Aristotelicum,
«impulso de deformación», velocidad súper- Oxford, Oxford University Press, 2004, pp.
lumínica: Star Trek. 25-64.
3
«Ce que le philosophe rapporte du chaos, 11
De todos modos, Ruiz manda a paseo el
ce sont des variations qui restent infinies, «Juicio»: Experiencia y tiempo también es una
mais devenues inséparables sur des surfaces
ou dans des volumes absolus qui tracent un
manera de «finir avec le jugement de Dieu»
(Artaud dixit), y, de elaborar, en Bergson, lo 475
plan d’immanence sécant: ce ne sont plus des que más tarde Benjamin, en otro ajuste de
associations d’idées distinctes, mais des ré- cuentas con Kant (pobre) llamó un «concepto
enchaînements par zone d’indistinction dans superior de experiencia» (Über das Programm
un concept […] un concept est un ensem- der kommenden Philosophie); a saber: tenérselas
ble de variations inséparables […] il renvoi con lo transitorio. Por ello mismo, la tonte-
à un chaos rendu consistant, devenu Pensée, ría (Dummheit), impouvoir sintético (Deleuze,
chaosmos mental. (Deleuze, G. & Guattari, Différence et répétition; Artaud, Correspondance
F., Qu’est-ce que la philosophie, Paris, Minuit, avec Jacques Rivière), tiene que ser aquí algo
1991, pp. 190, 195). más que una mera posibilidad.
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12
Husserl, E., Erfahrung und Urteil. Untersu- créatrice, a propósito de la esgrima y la trans-
chungen zur Genealogie der Logik, Prag, Acade- misión de los hábitos del padre al hijo). Un
mie / Verlagsbuchhandlung. 1939, p. 419; cf. comentario de su «maître d’armes» parecer
Moreno, C., «Eidos y periferia. Rutina y tras- ser sintomático: «Vous êtes subtil Monsieur
cendencia in extremis en el horizonte de una Bergson»: Mossé-Bastide, R.-M., Bergson, édu-
humanidad proteica e híbrida», en Recerca, nº cateur, Paris, Presses Universitaires de France,
12, 2012, pp. 23-51. 1955, p. 45. Ciertamente, sólo Ruiz sabe por
13
Cf. Bergson, H., L’évolution créatrice, cit., p. qué pongo ahora este ejemplo (y no otro); y,
314. por tanto, sólo algo que pertenece al ámbito
14
Nota cómica I: Husserl le habría respondido «privado» podría llegar a justificar, pero no lo
a R. Ingarden: «es como si yo fuera Bergson» hará a menos que justificar pueda llegar a que-
(Husserl, E., Briefe an Roman Ingarden. Mit rer decir otra cosa, el uso «público» (si la divi-
Erläuterungen und Erinnerungen an Husserl, en sión se mantuviese en algún momento, que no
Roman Ingarden [ed.] Phaenomenologica 25, lo hace) del mismo.
Martinus Nijhoff, Den Haag, 1968, p. 121); 17
Deleuze, G., Le bergsonisme, Paris, Presses
igualmente, tras escuchar una conferencia Universitaires de France, 1966, p. 23.
de A. Koyré: «nosotros somos los verdaderos 18
Bergson, H., L’évolution créatrice, cit., p. 316.
bergsonianos» (Héring, J., «La phénoméno- 19
Nota cómica II: parece que K. Marx aún era
logie il y a trente ans», Revue International de filósofo (en su sentido) cuando dijo, para cerrar
Philosophie 2 [1939], p. 368). Ambos testimo- las Thesen über Feuerbach, que: «Los filósofos
nios son recogidos por A. Serrano del Haro en sólo han interpretado el mundo de maneras
la introducción a la traducción castellana de diferentes; de lo que se trata es de alterarlo». La
las Vorlesungen zur Phänomenologie des inneren última palabra, se recordará, no es variar (zu
Zielbewusstseins. variieren), como algunos podrían, mandando
15
Heidegger, M., Die Grundprobleme der Phä- a hacer gárgaras las necesidades y usos de una
nomenologie, en Gesamtausgabe, Bd. 24, lengua, esperar, sino alterar (zu verändern).
Frankfurt am Main, Vittorio Klostermann, 20
El contexto es el siguiente; merece la pena,
1975, p. 343. C. Malabou analizó, parcial- pienso, citarlo en toda su extensión para se-
mente, este problema de la ¢λλο…ωσις en guir dándole crédito a «lo privado» — y a la
relación con Hegel (y su lectura del Περˆ filosofía: «La durée d’une réalité qui se fait,
ΨυχÁς [la comprensión hegeliana del νοÚς; d’une réalité se faisant, voilà ce que, d’un
la šxις, la posesión, como ¢λλο…ωσις-no co- ouvrage à l’autre, j’ai constamment visé. Il n’y
rruptiva]) en: L’avenir de Hegel. Plasticité, tem- a là nul mystère, nulle faculté occulte, et c’est
poralité, dialectique, Paris, Vrin, 1996; igual- pourquoi j’ai pris soin d’illustrer ce point en
mente, en relación con Heidegger (y su lectura m’inspirant des expériences les plus ordinaires.
de Φυσικ»ς Ακρο£σεως) en: Le change Prenez l’escrimeur en pleine action, voyez la
476 Heidegger. Du fantastique en philosophie, Paris,
Éditions Léo Scheer, 2004.
direction changeante de ses mouvements, le
devenir qui entraîne ses gestes. Lorsqu’il voit
16
La esgrima, «Verdadera destreza» (escuela de arriver sur lui la pointe de son adversaire, il
esgrima española: 1569, Jerónimo Sánchez de sait bien que c’est le mouvement de la poin-
Carranza, De la Filosofía de las Armas y de su te qui a entraîné l’épée, l’épée qui a tiré avec
Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana), elle le bras, le bras qui a allongé le corps en
es también una ciencia del movimiento, cien- s’allongeant lui-même: on ne se fend comme il
cia, por cierto, practicada por Bergson, como faut, et l’on ne sait porter un coup droit, que
no podía ser de otro modo, en sus años en du jour où l’on sent ainsi les choses. Les placer
Clermont-Ferrand (hay, aparte, un ejemplo dans l’ordre inverse, c’est reconstruire, et par
importante, quizá lo recuerden, en L’évolution conséquent philosopher; c’est parcourir à re-
Tiempo y experiencia. Variaciones sobre la obra de Henri Bergson / Federico Rodríguez

bours le chemin frayé par l’intuition immédia- de sentir. On raconte que le baron de Jarnac
te du mouvement qui se fait. Je puis me flatter s’était préparé au duel en louant les services
d’avoir suffisamment pratiqué l’escrime, dans d’un maître d’arme italien; mais l’essentiel
ma jeunesse, pour savoir ce qu’il y a d’artificiel du «coup» aura consisté à le placer au mo-
dans ce genre de recomposition abstraite: c’est ment propice. D’ailleurs, la démarche raide de
pourtant ainsi que nous raisonnons le plus l’analyse ne serait pas si efficace si l’habitude
souvent. Sans doute l’apprenti escrimeur doit- contractée au cours d’une longue pratique ne
il penser aussi aux mouvements discontinus de conférait à l’intelligence une sûreté proche de
la leçon, tandis que son corps s’abandonne à la l’instinct. Ces deux mouvements qui mar-
continuité de l’assaut. Il découpe alors men- chent d’ordinaire en sens contraires sont tout
talement son propre élan en une succession près de coïncider lorsqu’il arrive à l’escrimeur
d’attitudes et de positions. Libre à lui de se d’inventer dans le feu de l’action une nouvelle
figurer, en travaillant l’enchaînement des fi- parade, une nouvelle manière de toucher - et
gures, que c’est la flexion des genoux ou tel je crois qu’il y a de l’invention dans les sports
mouvement de l’épaule qui, en se transmettant comme dans les arts […] L’intuition simple du
de proche en proche à la main, font mouvoir geste de l’escrimeur vaut mieux que cent ar-
l’épée vers sa cible. A défaut de souplesse, il guments dialectiques». (Cf. Critique, nº 732,
y gagnera peut-être en exactitude. C’est ainsi «Bergson en bataille», mai 2008).
qu’il faut s’exercer; mais il ne faut pas oublier

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