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quisiera ser ante todo un lanzamiento, plazado, en algo que no tenía nada de
uno que tendría que ser, pero no es el dialéctica de sobremesa, de la biología,
caso, hercúleo, ficcional lanza sin ro- algo que «me interesaba», a la física: co-
zamiento, lanza o bala de cañón, diré, sas que pasan). No obstante, a él, que va
inmóvil de Zenón, por una situación
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siempre más rápido, insisto, le sucede,
más o menos biográfica, por un remi- creo, algo parecido: de repente se can-
niscencia: fue la primera vez que conocí sa. Extenuación — aminoración. Hay
a Ruiz (que conocí: no que vi; ahí, en siempre algún que otro signo de desar-
ese momento, la cosa fue demasiado ticulación (descomposición, alteración).
rápida; y conocer es aquí sólo «captar Y la cosa, entonces, simplemente, se aca-
un fina multiplicidad»: obvio). Llegué. ba: en lo inmóvil. Y es hermoso. Así sin
Tarde, como siempre me pasa con Ruiz, más: sin un ordo rationis preestablecido.
que llega siempre antes, porque es sim- Pero se acaba sólo hasta que una nue-
plemente más rápido. Y nada más sen- va velocidad, imprevisible, imprime el
tarme a la mesa, me pusieron por delan- ritmo admirable, la movilidad musical,
te una copa de Champagne. Estaban, de su pensamiento. Yo creo que si no se
como es costumbre, de celebración. lee esto, no se habrá leído nada. Tiempo
Bueno, pensé, «no podría haber mejor y experiencia: a pesar de todo, hay que
propedéutica para la conversa». Luego, agotarse. Mi única ventaja, pequeña,
con el tiempo, todo acabó mal, la me- diminuta, frente a la velocidad, las ace-
moria, creo, no me falla: debido a la ve- leraciones y cambios de ritmo de atleta
locidad justamente, a la variación — y de Ruiz («son of the wind») es que yo,
a lo que la misma puede producir. Sólo a veces, no sólo soy maratoniano, sino,
una gata hubiera podido salvarme. Y no sobre todo, de tanto en tanto, vidente: 469
lo hizo: no le dio la gana. Ese también entonces, a veces, pocas, sé ya a dónde
es el amor de los gatos. Fue la veloci- va, le veo venir, lo intuyo-puramente si
dad misma la que me hizo, finalmente, quieren, porque veo trazada la tangente,
caer: cansado, agotado ya, muerto. Pero porque veo donde va a fundirse con el
todo esto, creo, no lo sabe Ruiz (que «a círculo sólo para pasar de largo, porque
las primeras de cambio» me había des- veo el punto de fuga, y, entonces, por-
ARCHIVOS DE FILOSOFÍA NOS 9-10 2014-2015
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que me anticipo. Pero, ¡mon Dieu, qué más personal», ha escrito mi tocayo de
desgracia!: rápidamente, si Ruiz sospe- aquí7), las cosas a la periferia (hábitat
cha lo más mínimo de que yo ya le vi, de lo monstruoso): un Bergson-aristo-
«cambia de dirección» (φορ£), se des- télico — para («lo que podríamos lla-
plaza, tele-transportación súbita, para mar») una inversión del aristotelismo
dejar al sabueso sin liebre. Llamaré hoy (la substancia [Øποκε…μενον] como
a esto (del ver-venir [fusión de percep- puro cambio). Ruiz tiene, pues, una
ción y anticipación] al déjà-vu [fusión operación; es la suya: darle un hijo aris-
de percepción y recuerdo] ), que hay,
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totélico a Bergson. Nadie nunca le dio
insisto, que poder leer, no ya clinamen, un hijo aristotélico a Bergson. Pobre
sería demasiado fácil, tampoco devenir- Bergson, quién se lo iba a decir. Me lo
invisible de lo visible, demasiado tosco, imagino (carente de trascendentalidad),
sino: «la verdad de la baba». Quizá, más espantado, viendo la cara de su recién
que excursos (piezas maestras, movi- nacido anacrónico: cómo rechazarlo, si
mientos de torsión, de tortura diría, pi- ha salido de tus entrañas, de un λÒγος
tones africadas que se sueltan en Tiempo σπερματιχÒς (πρÒληψις, anticipa-
y experiencia para enroscarse en torno tio; el esperma como germen intensi-
al cuello de todos los criticistas, de to- vo, Epicuro; traducciones de Cicerón,
dos los amantes de las «condiciones de etc.) aberrantemente asumido. Yo le
posibilidad» del mundo), Ruiz escribe diría, en el caso de poder hablarle: (1)
varietés «como torbellinos de polvo le- «Monsieur, sonríale»; (2) Y acto segui-
vantados por el viento». 6
do, antes de que agachara la cabeza,
2. Acontecimiento, o sobre Aristóteles adjuntaría: «sí, es su hijo: usted desen-
470 como hijo monstruoso de Henri Bergson. vainó primero». Pero si digo todo esto es
Pero no quería decir nada de esto. En porque, afirmaba al comienzo, citando
lo que quería insistir es en esa gran his- a otro tipo muy rápido, los conceptos
toria de la monstruosidad propia de la son «la cosa misma» del filósofo; ahora
velocidad filosófica: Ruiz consigue su bien, a su vez, los acontecimiento son la
monstruo llevando, como un relámpa- consistencia de todo concepto. ¿Cuál es
go («lo genial», «lo impersonal en los el concepto-Ruiz? ¿Qué acontecimien-
Tiempo y experiencia. Variaciones sobre la obra de Henri Bergson / Federico Rodríguez
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Husserl, E., Erfahrung und Urteil. Untersu- créatrice, a propósito de la esgrima y la trans-
chungen zur Genealogie der Logik, Prag, Acade- misión de los hábitos del padre al hijo). Un
mie / Verlagsbuchhandlung. 1939, p. 419; cf. comentario de su «maître d’armes» parecer
Moreno, C., «Eidos y periferia. Rutina y tras- ser sintomático: «Vous êtes subtil Monsieur
cendencia in extremis en el horizonte de una Bergson»: Mossé-Bastide, R.-M., Bergson, édu-
humanidad proteica e híbrida», en Recerca, nº cateur, Paris, Presses Universitaires de France,
12, 2012, pp. 23-51. 1955, p. 45. Ciertamente, sólo Ruiz sabe por
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Cf. Bergson, H., L’évolution créatrice, cit., p. qué pongo ahora este ejemplo (y no otro); y,
314. por tanto, sólo algo que pertenece al ámbito
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Nota cómica I: Husserl le habría respondido «privado» podría llegar a justificar, pero no lo
a R. Ingarden: «es como si yo fuera Bergson» hará a menos que justificar pueda llegar a que-
(Husserl, E., Briefe an Roman Ingarden. Mit rer decir otra cosa, el uso «público» (si la divi-
Erläuterungen und Erinnerungen an Husserl, en sión se mantuviese en algún momento, que no
Roman Ingarden [ed.] Phaenomenologica 25, lo hace) del mismo.
Martinus Nijhoff, Den Haag, 1968, p. 121); 17
Deleuze, G., Le bergsonisme, Paris, Presses
igualmente, tras escuchar una conferencia Universitaires de France, 1966, p. 23.
de A. Koyré: «nosotros somos los verdaderos 18
Bergson, H., L’évolution créatrice, cit., p. 316.
bergsonianos» (Héring, J., «La phénoméno- 19
Nota cómica II: parece que K. Marx aún era
logie il y a trente ans», Revue International de filósofo (en su sentido) cuando dijo, para cerrar
Philosophie 2 [1939], p. 368). Ambos testimo- las Thesen über Feuerbach, que: «Los filósofos
nios son recogidos por A. Serrano del Haro en sólo han interpretado el mundo de maneras
la introducción a la traducción castellana de diferentes; de lo que se trata es de alterarlo». La
las Vorlesungen zur Phänomenologie des inneren última palabra, se recordará, no es variar (zu
Zielbewusstseins. variieren), como algunos podrían, mandando
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Heidegger, M., Die Grundprobleme der Phä- a hacer gárgaras las necesidades y usos de una
nomenologie, en Gesamtausgabe, Bd. 24, lengua, esperar, sino alterar (zu verändern).
Frankfurt am Main, Vittorio Klostermann, 20
El contexto es el siguiente; merece la pena,
1975, p. 343. C. Malabou analizó, parcial- pienso, citarlo en toda su extensión para se-
mente, este problema de la ¢λλο…ωσις en guir dándole crédito a «lo privado» — y a la
relación con Hegel (y su lectura del Περˆ filosofía: «La durée d’une réalité qui se fait,
ΨυχÁς [la comprensión hegeliana del νοÚς; d’une réalité se faisant, voilà ce que, d’un
la šxις, la posesión, como ¢λλο…ωσις-no co- ouvrage à l’autre, j’ai constamment visé. Il n’y
rruptiva]) en: L’avenir de Hegel. Plasticité, tem- a là nul mystère, nulle faculté occulte, et c’est
poralité, dialectique, Paris, Vrin, 1996; igual- pourquoi j’ai pris soin d’illustrer ce point en
mente, en relación con Heidegger (y su lectura m’inspirant des expériences les plus ordinaires.
de Φυσικ»ς Ακρο£σεως) en: Le change Prenez l’escrimeur en pleine action, voyez la
476 Heidegger. Du fantastique en philosophie, Paris,
Éditions Léo Scheer, 2004.
direction changeante de ses mouvements, le
devenir qui entraîne ses gestes. Lorsqu’il voit
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La esgrima, «Verdadera destreza» (escuela de arriver sur lui la pointe de son adversaire, il
esgrima española: 1569, Jerónimo Sánchez de sait bien que c’est le mouvement de la poin-
Carranza, De la Filosofía de las Armas y de su te qui a entraîné l’épée, l’épée qui a tiré avec
Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana), elle le bras, le bras qui a allongé le corps en
es también una ciencia del movimiento, cien- s’allongeant lui-même: on ne se fend comme il
cia, por cierto, practicada por Bergson, como faut, et l’on ne sait porter un coup droit, que
no podía ser de otro modo, en sus años en du jour où l’on sent ainsi les choses. Les placer
Clermont-Ferrand (hay, aparte, un ejemplo dans l’ordre inverse, c’est reconstruire, et par
importante, quizá lo recuerden, en L’évolution conséquent philosopher; c’est parcourir à re-
Tiempo y experiencia. Variaciones sobre la obra de Henri Bergson / Federico Rodríguez
bours le chemin frayé par l’intuition immédia- de sentir. On raconte que le baron de Jarnac
te du mouvement qui se fait. Je puis me flatter s’était préparé au duel en louant les services
d’avoir suffisamment pratiqué l’escrime, dans d’un maître d’arme italien; mais l’essentiel
ma jeunesse, pour savoir ce qu’il y a d’artificiel du «coup» aura consisté à le placer au mo-
dans ce genre de recomposition abstraite: c’est ment propice. D’ailleurs, la démarche raide de
pourtant ainsi que nous raisonnons le plus l’analyse ne serait pas si efficace si l’habitude
souvent. Sans doute l’apprenti escrimeur doit- contractée au cours d’une longue pratique ne
il penser aussi aux mouvements discontinus de conférait à l’intelligence une sûreté proche de
la leçon, tandis que son corps s’abandonne à la l’instinct. Ces deux mouvements qui mar-
continuité de l’assaut. Il découpe alors men- chent d’ordinaire en sens contraires sont tout
talement son propre élan en une succession près de coïncider lorsqu’il arrive à l’escrimeur
d’attitudes et de positions. Libre à lui de se d’inventer dans le feu de l’action une nouvelle
figurer, en travaillant l’enchaînement des fi- parade, une nouvelle manière de toucher - et
gures, que c’est la flexion des genoux ou tel je crois qu’il y a de l’invention dans les sports
mouvement de l’épaule qui, en se transmettant comme dans les arts […] L’intuition simple du
de proche en proche à la main, font mouvoir geste de l’escrimeur vaut mieux que cent ar-
l’épée vers sa cible. A défaut de souplesse, il guments dialectiques». (Cf. Critique, nº 732,
y gagnera peut-être en exactitude. C’est ainsi «Bergson en bataille», mai 2008).
qu’il faut s’exercer; mais il ne faut pas oublier
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