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Medios de Comunicación

Estadounidenses: racismo y xenofobia


Pensar en la actualidad en una vida sin medios masivos de comunicación sería completamente
inconcebible. La idea de desconectarnos del flujo constante de información, de interpretación,
de expresión y de entretenimiento mediático sería un cambio radical en nuestra forma de vida y
en la manera en que satisfacemos nuestras necesidades como sociedad. Y es que precisamente
los medios de comunicación nacieron con la idea de satisfacer las necesidades de una sociedad
por educar, informar, entretener, interpretar y expresar. Estas necesidades fueron complacidas
parcialmente por los medios de comunicación, ya que el mensaje tenía un radio muchísimo más
amplio, permitiendo la cohesión de las sociedades.

Según Mauro Wolf en su texto La Investigación de la Comunicación de Masas: “La situación


social produce tensiones y conflictos, que el consumo de mass media atenúa; la situación social
crea la conciencia de determinados problemas que exigen atención, y la información sobre ellos
puede buscarse en los media”[1]. Pero desgraciadamente también vemos como los medios de
comunicación se han vuelto el canal a través del cual muchos inescrupulosos profieren su
discurso del odio, cargado de mensajes racistas y xenófobos. El relator especial de los derechos
humanos de los migrantes de la ONU, Jorge Bustamante dijo, con respecto a la discriminación
racial y xenófoba en los medios de comunicación estadounidense: “esto ha crecido, no ha
disminuido en lo más mínimo. Hay un rechazo al reconocimiento de las artes positivas de la
inmigración y solamente se destacan las negativas”.[2]
Para los teóricos norteamericanos de la posguerra, la igualdad y la libertad son compatibles
gracias a los medios de comunicación. La cultura de su pueblo es una cultura de masas, pero no
en el sentido peyorativo sino en el sentido democratizador. El cine, la revista, el periódico y la
publicidad han permitido la circularidad de la cultura y la difusión del conocimiento. La clase
hegemónica transmite mensajes a la clase subalterna pero, también y gracias a los medios, la
clase subalterna transmite mensajes a la clase hegemónica. Todo esto, según ellos, hizo posible
la construcción de una sociedad justa, con mayor igualdad y libertad.

¿Serán ciertas las bondades democratizadoras de los medios de comunicación


Estadounidenses para combatir el racismo y la xenofobia?

Si bien los medios de comunicación han servido para difundir el conocimiento, estos no han
evitado que la clase hegemónica, los dueños de los medios, sigan utilizándolos como canal para
proferir sus discursos de odios. El racismo y la xenofobia en Estados Unidos existen, y aunque
su ordenamiento jurídico lo prohíbe, es obvio que los medios han contribuido a que
culturalmente se arraiguen más entre la población.

Chiristopher Antal, presentador de un canal por cable en la ciudad de Marlboro, Estados


Unidos fue denunciado por haber arrancando la bandera de Brasil, previamente atada a un
árbol, arrojarla al piso, pisotearla y orinar sobre ella, mientras despotricaba de los inmigrantes
provenientes del país sudamericano. Desgraciadamente, y aunque la Asociación Americana-
Brasileña de Framingham exigió a las autoridades del canal que dejaran de exhibir esa
imágenes, no se ha hecho nada al respecto puesto que el director del programa alega que la
constitución estadounidense protege la libertad de expresión, lo que lo hace incensurable.

Durante los trágicos días posteriores al huracán Katrina, hubo críticas con respecto a la forma
cómo respondió el gobierno de ese entonces, y a la manera cómo los medios de comunicación
cubrieron la noticia. El reverendo Jesse Jackson y Michael Moore (encabezando a varios
líderes afroamericanos) atribuyeron la demora en las ayudas por parte del gobierno y la forma
errada en el cubrimiento de la noticia al hecho de que el 60% de los habitantes de nueva
Orleans sean negros, y que el 90% de quienes se quedaron en la ciudad eran
afroamericanos. Según ellos durante los cuatro días posteriores a la tragedia en donde no hubo
comida ni agua en los centros de refugio, los medios de comunicación se empecinaron en
calificar de “saqueadores” y “ladrones” a quienes ingresaron, movidos por el afán de
supervivencia, a supermercados destruidos por el huracán para dotarse de comida y agua. El
caso más crítico fue el de Fox News que hizo enfáticos llamados a reprimir a los saqueadores,
dejando como algo secundario resaltar los hechos de que los afectados no tenían agua ni
comida, y que las ayudas por parte del gobierno no habían llegado.

Estos comentarios generaron mucha controversia entre el gobierno y los medios de


comunicación hasta el punto de que la cadena Fox News dedicó el programa de Bill O’reilly a
desmontar los argumentos de quienes piensan que el problema fue la raza. Según Jackson este
programa no logró desmontar los argumentos en absoluto porque hasta los propios periodistas
de la cadena, muy entre líneas, contradicen sus argumentos.

Por otro lado, grupos anti-inmigrantes y rancheros racistas están usando el internet, la prensa y
la televisión para reclutar voluntarios para ir a cazar inmigrantes en la frontera estadounidense
con México. Estos grupos están recibiendo importantes apoyos de organizaciones fascistas
tales como: Coalición californiana por la Reforma de inmigración, y las religiosas World
Church of the Creator (iglesia mundial del creador) e identidad cristiana, quienes
paradójicamente profesan el amor a Cristo y el odio por los inmigrantes. Algunos de los
jóvenes miembros de esta iglesia son boneheads, quienes proclaman RaHoWa (racial holy war-
guerra sagrada racial, una jihad blanca supremacista).

El caso es tan grave que incluso el 3 de mayo del 2002, rancheros de Arizona, todos a caballo,
con perros sabuesos y armados con escopetas y pistolas, invitaron a la cadena ABC para que
registrara cómo se divertían a la zaga de inmigrantes que intentaban cruzar la frontera. La
cadena televisiva registró cómo nueve inmigrantes fueron atrapados, maltratados y amenazados
de muerte y después de soportar toda clase de insultos fueron entregados a la migra. En esa
misma área se encontró el cuerpo de un inmigrante con marcas de lazo en su cuello y señas de
haber sido maltratado.

Martin Luther King tenía un sueño. Quería un mundo en el que la concentración de melanina
que posee un ser humano no trascendiera en la manera como este es juzgado. Con su ímpetu
luchador consiguió que la Ley de Derechos Civiles incluyera muchos de sus avances en contra
de las normas segregacionistas, hizo escuchar la voz de los oprimidos y, por algunos instantes,
logró que el pueblo norteamericano se sintiera como una nación igualitaria. Sin embargo, esa
sensación sólo fue real durante eso, unos frágiles instantes. A pesar de haber dedicado su vida a
una causa que aparentemente tuvo éxito, 41 años después de su muerte, la misma historia que
hizo grande a este reverendo, prueba que la continuidad de su obra ha sido una ilusión.

Los Estados Unidos de América se proclaman con orgullo la nación del sueño americano, que
pregona igualdad de oportunidades para todos. Una mirada más allá del discurso nacionalista
permite ver lo falaz del argumento que se desarrolla en una patria indiferente. En la misma
ciudad donde hace 4 décadas el líder afroamericano recitó su histórico discurso, podemos
encontrar en cada esquina una historia sin contar, casos dejados en el olvido del mismo Estado
que se declara en contra del racismo.

A finales de 1955, la costurera negra de 43 años Rosa Parks fue detenida por la policía local.
Su delito fue haberse sentado en la sección para blancos de un autobús del transporte
público. Más de cinco décadas después, casos similares se siguen presentando. El artículo “el
sueño americano sigue en BLANCO Y NEGRO” de la periodista Alejandra Balcázar nos
cuenta el caso de Patricia Williams, ciudadana estadounidense que recibió un trato poco
equitativo por parte de un banco a la hora de comprar su casa en Washington D.C. Esta
afroamericana solicitó un préstamo a un reconocido banco de su país, que después de estudiar
su hoja de vida y los ingresos anotados presumió que Patricia era blanca. El funcionario del
banco tachó en la solicitud la casilla de “raza blanca” en el formato para la compra de la
casa. Cuando la mujer de raza negra se percató de ello volvió a presentar su hoja de crédito
especificando que era de raza negra, y como por arte de magia, el banco exigía mucha más
plata como parte de la cuota inicial. También le exigía que pagara más puntos por el crédito y
una tasa de interés más alta.
La razón que explica la manera de proceder recalcitrante del banco, pone de manifiesto que la
segregación en Estados Unidos sigue vigente. El banco explica que el valor de la propiedad
raíz en el barrio donde Patricia quería comprar la casa, súbitamente se había caído y que por lo
tanto ella debía pagar más para cubrir los riegos. Obviamente la caída del valor en la propiedad
raíz la había causado esta afroamericana. Cuando un negro ingresa a un barrio de blancos, los
blancos prefieren salir en desbandada.

Es evidente que la segregación racial en el país del tío Sam no ha cambiado mucho desde el
asesinato de Martin Luther King Jr., hace cuarenta años. El líder propugnador de la igualdad
racial por medios no violentos, que logró por vía pacífica que el número de asientos para negros
y blancos fuese el mismo en el transporte municipal, se estremecería al saber que cuarenta años
después no haya integración entre negros y blancos sino que simplemente cada cual ocupa un
espacio de la ciudad, el que cree que le pertenece.

El caso de Patricia Williams no es el único ni el más aterrador. Un estudio reciente muestra


que los adolescentes que más se suicidan son los negros de clase alta. La explicación
psicológica que se atribuye a esta estadística es que escalar socialmente no es fácil y que los
pocos negros que lo han logrado tienen que vivir alienados en medio de los blancos.

Por otro lado muchos racistas se escudan en el hecho de que los mayores actos delictivos en los
Estados Unidos son cometidos por negros, para justificar sus actos xenófobos. Las estadísticas
muestran de que las probabilidades de que un joven negro ingrese en una prisión federal son del
31,5%, mientras que las posibilidades de que el joven sea blanco son del 2,5%. Esta cifra está
íntimamente relacionada con el hecho de que la clase social más baja esté compuesta en su
mayoría por negros, lo que por supuesto la hace más vulnerable a cometer actos delictivos.

Desde la muerte del líder afroamericano el 4 de abril de 1968 varias cosas han empeorado en
Estados Unidos. Para ese año el promedio de ingreso anual de un hogar afroamericano era de
U$60,782, mientras que al de uno blanco era de U$ 84,891. Para 1975 la diferencia en dólares
superaba los U$ 40,000, y según cifras del instituto urbanístico, la población negra pobre se ha
triplicado desde 1968.

Algunas cosas también han mejorado considerablemente desde la muerte de Martin Luther
King. En 1968 el porcentaje de jóvenes entre 18 y 24 años que habían terminado su
bachillerato era del 64%, mientras que el porcentaje de jóvenes que habían terminado su
bachillerato 30 años después era del 77%. Además el número de negocios cuyos propietarios
eran de raza negra pasó de ser de 172,200 en 1968 a 405,200 treinta años después. También el
porcentaje de jóvenes blancos que aceptaron haber tenido una cita con gente negra del sexo
opuesto pasó de ser del 17% en 1968 al 57% treinta años después.

En conclusión las bondades democratizadoras, igualitarias y libres de los medios de


comunicación de la primera potencia mundial no han contribuido a combatir el racismo y la
xenofobia sino, por el contrario, la han exacerbado. El cubrimiento de la noticia por parte de los
principales medios de comunicación sigue siendo segregacionista; los grupos anti-inmigrantes
están haciendo uso de la internet, prensa y televisión para reclutar voluntarios; el promedio de
ingreso anual de un hogar afroamericano es, hoy, más bajo que hace 40 años cuando existía,
supuestamente, mucho más racismo; la clase social más baja está compuesta en su mayoría por
negros y, por si fuera poco, cuando un afroamericano entra en un barrio de blancos el valor de
la propiedad raíz cae.

Bibliografía

 Vergara, Osvaldo. “Racismo y Xenofobia en Estados Unidos.” Rodolfowalsh. 31 Jan. 2007.


19 Jan. 2009.
 “¿Discriminación racial o social en la palestra?” El espacio de Lubrio. 02 Sept. 2005. 19
Feb. 2009.
 “Relator de la ONU lamenta que xenofobia empape debate migratorio.” Radio la
primerisima. 11 June 2007. 19 Feb. 2009.
 Wolf, Mauro. La investigación de la Comunicación de Masas. Barcelona: Paidós, 1987

Según las últimas cifras entregadas hay cerca de 800.000 venezolanos en el país entre regulares
e irregulares. Al menos 500.000 tienen la intención de quedarse. Foto: SEMANA

Hace unos días un audio empezó a circular en Subachoque, Cundinamarca. Se


trataba de una voz robótica que le decía a los venezolanos que residen en el
pueblo: “Este es un ultimátum para los venezolanos. Tienen dos semanas para
retirarse (…) Daremos muerte a cada uno de los que se encuentren en
Subachoque, trabajen o no, roben o no. No los queremos más, fuera de aquí”. El
mensaje se produjo después de que un hombre venezolano asesinó a su pareja
por infidelidad y luego se suicidó.

Este mensaje xenófobo no ha sido el único en el territorio nacional. Un estudio de


El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) sobre lo
que hablan los colombianos en redes sociales con respecto a los venezolanos
encontró que en muchas ocasiones son mensajes de odio, rechazo y temor hacia
los extranjeros. En un estudio en el que se analizaron más de 14.000 conceptos,
Acnur encontró que en las conversaciones se generalizan e invisibiliza el drama
que vive el pueblo venezolano que llega al país. Además, la investigación reveló
que un porcentaje importante de los colombianos asocia la llegada de extranjeros
con el aumento en el desempleo, la criminalidad, la prostitución y la venta de
estupefacientes.

Desde finales de 2017 y en lo que va de corrido del año en Cúcuta y en Arauca,


donde hay un gran número de venezolanos, han circulado panfletos que
amenazan con quitarle la vida a los venezolanos que estén delinquiendo. Los
grupos que estarían detrás de este plan serían el ELN, el Grupo de Limpieza
Social Araucano y la banda criminal Los Urabeños. Si bien no se ha podido
verificar la veracidad de los hechos, ya es bastante grave que alguien se tome el
trabajo de hacer un cartel para promover el miedo. La Policía y la Fiscalía están
averiguando quiénes están detrás de estos hechos, pero no han tenido éxito.

Más grave que lo anterior, es que las amenazas no se han quedado en


palabras. En Cúcuta el pasado 23 de enero hubo un ataque con bombas molotov
contra un grupo de venezolanos que ocupaban el Coliseo del barrio Sevilla en el
norte de esa ciudad. Aunque los artefactos no hirieron a nadie, este hecho ya deja
ver brotes de xenofobia que hay en esa ciudad. Ese mismo lunes también hubo
una marcha masiva de cucuteños que se quejaban de la llegada masiva de los
venezolanos.

Puede leer: Crisis en Venezuela: aumento de la xenofobia en Colombia

Entendida la xenofobia como el odio, el recelo, la hostilidad y el rechazo hacia los


extranjeros, es evidente que hay expresiones con menor intensidad que ya se
volvieron comunes y que van desde las agresiones que reciben cada día los
vendedores informales hasta la negación a rentarles un inmueble o emplearlos por
ser venezolanos. A este contexto se le suma también el cubrimiento de los medios
que en algunas ocasiones genera temor e incertidumbre, el vínculo que se hace
con criminalidad y nacionalidad, y con la asociación de la llegada de venezolanos
con la pérdida del trabajo y oportunidades para los colombianos.

Lo que se pierde de vista con todas estas expresiones de odio es que detrás está
un drama humano. Muchos de los venezolanos que llegan al país no vienen
voluntariamente, sino que se han visto obligados a huir del país por la situación
económica, social y política de Venezuela. Así lo ha manifestado en varias
ocasiones el director general de Migración Colombia, Christian Krüger. En este
momento en ese país escasean los alimentos, las medicinas y el servicio de salud.
Pero además muchos han sido perseguidos por el gobierno del presidente Nicolás
Maduro.

Migración Colombia publicó un comunicado en el que expresó su preocupación


ante las amenazas que vienen circulando en redes sociales en contra de los
ciudadanos venezolanos que se encuentran dentro del territorio colombiano e hizo
un llamado a la tolerancia.

Le recomendamos: Venezolanos cruzan la frontera en busca de libertad,


comida y salud

“Soy licenciada con PEP (Permiso Especial de Permanencia) y mis papeles


apostillados y certificados. He buscado trabajo pero me han humillado y
denigrado. Vine para ofrecerle un mejor futuro mis dos hijos, tuve que dejar atrás a
mi familia sabiendo que mi padre está enfermo y que quizá no lo vuelva a ver y
tener que lidiar con la xenofobia ... A veces cuando me preguntan si soy
venezolana me dan ganas de decir que no, aunque me le duela el alma”, dijo una
inmigrante.

Si la situación para ella, que es una ciudadana regular, es difícil para los
irregulares es peor. El gobierno venezolano ha denunciado que algunos de sus
ciudadanos son víctimas de maltrato laboral, de acoso sexual, de tráfico de
menores a la trata de personas e incluso de reclutamiento forzado por grupos
armados.

Las autoridades, encabezadas por el presidente Juan Manuel Santos, han hecho
un llamado a la sociedad a no sucumbir a los mensajes de odio contra los
venezolanos y a recordar que en el pasado fueron ellos los que tendieron la mano:
“Les pido a todos los colombianos que evitemos la xenofobia, las actitudes hostiles
contra los venezolanos”, dijo el mandatario colombiano.

Desde Acnur, la oficial de información Rocio Castañeda se hizo un llamado a no


generalizar y a no relacionar la nacionalidad de alguien con la criminalidad:
“Miremos nuestra propia historia. Nosotros sabemos lo que significa ser
colombiano en el extranjero y ser estigmatizados de narcos y delincuentes por
unos pocos que han hecho las cosas mal. No caigamos en eso, no generalicemos
y recordemos lo que hizo Venezuela por Colombia hace unos años”.

Según cifras oficiales del gobierno venezolano, desde 1950, ese país se convirtió
en el principal receptor de colombianos. En los años 70, el boom petrolero
venezolano generó un aumento del 250 por ciento en los ingresos fiscales y hubo
un aumento de la mano de obra colombiana allí. En los 80, los carteles del
narcotráfico causaron la salida varios colombianos hacia venezuela, y en 2002, el
problema del desplazamiento forzado también lo asumió el pueblo venezolano que
recibió a cientos de colombianos. Las cifras oficiales registran que 2,5 millones de
colombianos cruzaron la frontera en busca de mejores oportunidades. Por eso,
Venezuela creó el V Plan de la Nación, cuyo objetivo fue regularizar a los
indocumentados.

Puede leer: Crisis en Venezuela: historias de migrantes venezolanos a


Colombia

Colombia nunca había sido un país de inmigrantes, sino todo lo contrario, no


existe un camino claro a seguir con respecto a la situación. Sin embargo, el
gobierno está trabajando en medidas para proteger los derechos de los
extranjeros que están llegando al país. Desde la Alcaldía de Cúcuta, por ejemplo,
se están promoviendo programas de generación de empleo, inversiones sociales y
acompañamientos a organismos nacionales e internacionales que ven con
preocupación lo que pasa en esta zona de frontera.También se ha gestionado el
aumento del pie de fuerza para evitar hechos delictivos en la ciudad.

Migración Colombia también visita a las empresas para sancionar a aquellas que
empleen irregularmente extranjeros y los exploten laboralmente. Hasta el 26 de
abril, esta entidad hizo 61.381 verificaciones a personas naturales y 2.089 a
personas jurídicas, de las cuales 101 ya han sido sancionadas con multas de entre
1 y 5.000 salarios mínimos.

Pero el paso quizá más importante ha sido el proceso de registro de los


venezolanos irregulares. Hasta el 8 de junio ellos podrán acercarse a alguno de
los 753 puntos de registro que se dispusieron en las Personerías y Alcaldías de
188 municipios del país. Aunque eso no cambiará la condición en la que están en
el país, con la información que recojan el paso a seguir será diseñar una política
pública que responda a sus necesidades. Según las últimas cifras entregadas hay
cerca de 800.000 venezolanos en el país entre regulares e irregulares. Al menos
500.000 tienen la intención de quedarse.

Por el momento, los venezolanos tienen tres formas para estar en el país: La visa
de trabajo o estudio, el Permiso Especial de Permanencia (PEP) y la Tarjeta de
Movilidad Fronteriza. El problema es que para acceder a ellas deben tener
pasaporte apostillado y la gran mayoría no cumple con el requisito, entre otras
razones, porque el gobierno venezolano dejó de expedir los pasaportes, por el
dinero que significa para ellos y porque llegan al país a través de lugares
fronterizos donde no hay control de ingreso a Colombia.

Le recomendamos: ¿Por qué la migración venezolana hacia Colombia es


más grande que la cubana hacia EE. UU.?

Ahora bien, aunque el Estado colombiano tiene el deber de ayudar a esta


población de inmigrantes muchas veces se queda corto en la atención de las
necesidades de los propios colombianos y es por esto que se generan tensiones
entre una y otra población. Expertos consultados por SEMANA aseguran que por
eso es necesario que la ayuda que se le da al inmigrante también beneficie a la
comunidad de colombianos que los recibe.
La migración es un fenómeno social que no hay que verlo de un solo lado. La
sociedad colombiana en su mayoría se ha mostrado solidaria, pero tanto ellos
como las Alcaldías y gobernaciones de los departamentos de frontera han pedido
ayuda al gobierno nacional desde hace tiempo porque la llegada masiva de
extranjeros los ha impactado por ser los principales receptores. No es mentira que
tengan que afrontar colapsos de la salud, que las calles estén llenas de personas
deambulando buscando algo para el sustento de su familia, que las pocas plazas
de empleo están en disputa y que se hayan aumentado los asentamientos
humanos en condiciones de extrema pobreza y tensión social.

Es probable que si la población colombiana está en mejores condiciones y tiene


garantizados sus derechos, será más solidaria con los extranjeros que después
del triunfo de Maduro seguramente seguirán llegando.

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