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Christian Damián Sandoval

Artículo de Opinión referente a tema del Trabajo Infantil

27 de agosto de 2018

El Trabajo Infantil
El 12 de junio se ha celebrado el Día Mundial Contra del Trabajo Infantil. No hay duda de que
alguien con un mínimo de sensibilidad se siente solidario con estos más de 200 millones de niños
y niñas que pierden su niñez trabajando. Y, sin embargo, si esta conmemoración ha de ser algo más
que una mera expresión de buenos deseos faltos de cualquier solución práctica, conviene analizar
cuidosamente el problema del trabajo infantil en su complejidad y como un mero efecto del
problema más amplio de la pobreza, no sea que las soluciones propuestas sean peores que los
problemas a resolver.

Al hablar del trabajo infantil, de entrada, hay que distinguir entre trabajo no remunerado y trabajo
remunerado. En las zonas rurales más pobres del planeta, los niños y niñas son una mano de obra
esencial para la supervivencia de la familia. El pobre campesino necesita que sus hijos e hijas
trabajen desde la más tierna edad para ayudarle a mantener la familia: el pequeño va a buscar agua,
otro busca leña, otra saca a los animales al campo, y los mayorcitos le ayudan en las tareas del
campo. Por muy triste que sea, la realidad es que sin este trabajo infantil la familia no sobreviviría.
Y en las zonas urbanas donde los campesinos privados de sus tierras viven en miserables chabolas
en condiciones de extrema pobreza, sucede lo mismo: los pocos dineros que puedan traer a la
familia los pequeños con sus trabajillos remunerados son esenciales para, simplemente, seguir
viviendo. Ni en uno ni en otro caso se puede suprimir el trabajo infantil sin asegurar, primero, una
mejora en las condiciones de trabajo remunerado de los padres.

Pero, una vez asegurados unos ingresos paternos suficientes para que los pequeños de la familia no
tengan que trabajar, todavía el problema no está resuelto pues, cuando los niños dejen de trabajar
¿qué harán? ¿quedarse en el campo o en las calles de la gran ciudad sin hacer nada? La respuesta
más simplista es: irán al colegio, pero esto supone muchas cosas que no pueden tomarse por
descontado: que hay colegios en la zona y caminos para llegar a ellos, que los pequeños tienen ropa
y calzado mínimamente adecuados para ir al cole, y que pueden permitirse comprar al menos el
material escolar más básico. Todo esto lo damos por descontado, pero no es tan obvio. En muchas
zonas rurales del mundo faltan escuelas, y en las ciudades muchos niños y, especialmente, niñas,
se niegan a ir al colegio por vergüenza, al sentirse en sus pobres ropas diferentes de los otros niños,
y muchas familias no pueden comprar ni siquiera un cuaderno y un lápiz para sus hijos.

El problema de la supresión del trabajo infantil es más complejo de lo que a primera vista parece.
Ha habido una verdadera evolución en la manera en que los organismos internacionales se han
enfrentado al problema. En 1924 por primera vez un organismo internacional, la Sociedad de
Naciones, aprobó una Declaración sobre los Derechos del Niño con cinco artículos, el primero de
los cuales decía El niño debe ser puesto en condiciones de desarrollarse normalmente desde el punto
de vista material y espiritual, y el artículo 4º al hablar de trabajo infantil ya hace una matización
importante al incluir el concepto de explotación: El niño debe ser puesto en condiciones de ganarse
la vida y debe ser protegido de cualquier explotación. Combinando estos dos artículos, la
Declaración viene a decir que el niño puede trabajar bajo la condición de que no sufra ningún tipo
de explotación que le impida desarrollarse desde el punto de vista material y espiritual. En 1959 la
ONU aprobó la Declaración de los Derechos del Niño en la que se expone la idea de los derechos
del niño añadiendo los derechos de desarrollo personal, no explotación y a la educación. El Art. 2º:
Derecho a tener una protección especial para el desarrollo físico, mental y social, Art 7: Derecho a
actividades recreativas y a una educación gratuita, Art. 9: Derecho a la protección contra cualquier
forma de abandono, crueldad o explotación. Finalmente, en 1989 la ONU aprobó la Convención
sobre los Derechos del Niño, y su Art. 32 da respuesta al tema del trabajo infantil que debe ser
condenado: Los Estados Partes reconocen el derecho del niño a estar protegido contra la explotación
económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su
educación o sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social...
y los Estados adoptarán medidas legislativas, administrativas, sociales y educacionales para
garantizar la aplicación de este artículo, de lo que se desprende que, en situaciones especiales de
pobreza, estaría justificado un trabajo infantil con una retribución justa, unas condiciones físicas
adecuadas a su edad y un horario laboral que permitiese compaginar el trabajo con su desarrollo
humano integral.

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