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EL ANTI-ESTALINISMO ES UN ARMA A FAVOR

DE NUESTRO ENEMIGO
Partido Laboral Progresista

Los comunistas revolucionarios hacen todo lo posible para acabar


con el sistema injusto y explotador que es el capitalismo, el cual
causa la muerte --sólo por hambre-- de decenas de millones de
seres humanos cada año. Para lograr su objetivo, los comunistas
revolucionarios intentan aprender de la práctica y de los errores de
quienes les han precedido, y basan sus esfuerzos en la
investigación científica de la historia –el marxismo.

Nosotros, los comunistas revolucionarios del Partido Laboral


Progresista, de ninguna manera negamos que los líderes proletarios
del pasado cometieran errores. Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao y
muchos otros líderes menos conocidos estaban limitados por la falta
de experiencia, lo que era inevitable ya que intentaban hacer algo
muy novedoso. También cometieron algunos errores que
posiblemente se pudieran haber evitado. Pero decimos que fueron
errores en vez de acciones anti-obreras porque, al considerar todas
las contribuciones de estos líderes, vemos que trajeron enormes
beneficios para la clase trabajadora.

Stalin es el líder comunista que suscita la controversia más fuerte.


Sin embargo, no olvidemos que Lenin –a quien muchas veces se
presenta como un líder prudente cuyo gobierno fue ilegalmente
acaparado por Stalin– en su tiempo fue atacado por los capitalistas,
por los liberales y por un gran número de escritores marxistas
"oficialmente reconocidos" (incluyendo a Plejanov y Kautsky) que le
acusaron de ser un desalmado carnicero y dictador.

Esos ataques deberían darnos las primeras pistas de una


importante verdad: los ataques contra Stalin continúan e incluso
aumentan hoy en día no en base a los hechos objetivos conocidos,
sino únicamente porque son muy efectivos a la hora de lograr que
los trabajadores duden de que la revolución es la vía correcta y la
única que les llevará a la victoria –a la meta del comunismo. Esos
ataques están dirigidos en realidad contra la estrategia de construir
una fuerte y poderosa organización de la clase trabajadora, que
tenga por fin derrotar y mantener sometidos a los enemigos de la
revolución. Esos ataques contra Stalin están dirigidos contra
nuestra estrategia revolucionaria: la dictadura de la clase
trabajadora (del proletariado).

Antes de mostrar que el principal propósito de los ataques contra


Stalin es desarmar a la clase trabajadora frente sus enemigos,
debemos primeramente aclarar el hecho de que usaremos el
nombre de un líder –-Stalin, Lenin, Abraham Lincoln, Hitler, etc.–-
como abreviatura del nombre del gobierno clasista que cada uno de
esos líderes gestionó. Ninguno de ellos podría haber descollado
como líder si no hubiera sido la mejor alternativa para expresar las
necesidades de la clase dominante de la época –Lincoln de una
clase capitalista en ascendencia, Hitler de una clase capitalista en
decadencia, y Lenin y Stalin de la clase trabajadora.

Los líderes son el centro visible. Pero su poder no es puramente


personal. Utilizamos sus nombres como si ellos fueran por sí solos
todo el gobierno, pero se trata tan sólo de una abreviatura para que
sea más fácil desarrollar los argumentos. El gran crimen que se le
imputa a Stalin es el de haber asesinado supuestamente a millones
de personas (los más extremistas dicen que más de 20 millones).

Pero aquí los detractores emplean un pequeño truco cuando se


refieren a estos millones de muertos. Ningún historiador serio afirma
que Stalin utilizara los métodos de la Gestapo, la CIA o los
escuadrones de la muerte para asesinar a millones de opositores
políticos. Esta enorme cifra incluye a los que murieron en la lucha a
favor y en contra de la colectivización de la agricultura; o sea, en
pro y en contra del "derecho" de explotar a la mano de obra rural.
Estas muertes fueron producto de la guerra civil y de la hambruna.
El gobierno de Stalin tenía tanto derecho a limitar e intentar abolir la
esclavitud asalariada en la agricultura, como el gobierno de
Abraham Lincoln lo había tenido para limitar y finalmente abolir la
esclavitud en las plantaciones del Sur. Para romper el modelo de
explotación existente, Lincoln terminó "robándoles" a los esclavistas
sureños su valiosa propiedad –los esclavos–, que habían sido
comprados legalmente. Stalin propuso "robarles" a los grandes
granjeros los instrumentos que les permitían explotar a los
campesinos pobres: el exceso de ganado, trigo, tierras y
maquinaria. En ambos casos, el gobierno central impulsó un cambio
eventualmente monumental hacia una nueva era histórica –en los
EUA, de la esclavitud al trabajo "libre" (explotación capitalista); en la
URSS, de la explotación laboral al esfuerzo colectivo. En ambos
casos, el cambio era revolucionario y amenazaba los bolsillos de los
viejos explotadores –y, por tanto, se enfrentó a una violenta
resistencia. En ambos casos, aquéllos que se beneficiaban del
antiguo sistema económico decidieron desafiar los planes de sus
gobiernos centrales.

Los méritos de la causa de Stalin, de hecho, son mucho más claros


que los de Lincoln. Los capitalistas del Norte, la clase dominante en
los días de Lincoln, se oponían a la esclavitud principalmente
porque querían explotar de otra forma la mano de obra negra. La
meta a largo plazo de Stalin era acabar con todo tipo de
explotación.

"Legalmente", Stalin pisaba sobre un terreno más firme que Lincoln.


Es discutible si la clase dominante del Sur de los EUA había violado
de hecho la ley. Pero en la URSS los granjeros ricos violaron
claramente las leyes que el gobierno legítimo de la nación tenía
todo el derecho a aplicar rigurosamente. Ningún historiador niega
que estas leyes fueran válidas. Pero los rebeldes se negaron a
entregar su grano (es decir, se negaron a pagar sus impuestos),
sacrificaron y vendieron el ganado que el gobierno les ordenaba
entregar a la comunidad, y en general se propusieron sabotear la
colectivización de la agricultura porque ésta iba a acabar con su
posibilidad de lucrarse y de explotar a los campesinos más pobres.

En la URSS, dado el resultado violento, con millones de muertos a


causa de la guerra civil y de la hambruna, podemos discutir si pudo
haber existido una mejor preparación para el cambio, una mayor
organización para conseguir la comprensión y el entusiasmo de los
campesinos más pobres. Pero Stalin pensó que no había tiempo
que esperar, y que la colectivización debía hacerse cuanto antes
para sacar a los campesinos de la miseria.

Similarmente, podemos preguntarnos si Lincoln hubiera podido


encontrar una salida pacífica. De hecho, los historiadores de la
Guerra Civil que simpatizan con el Sur consideran que Lincoln
masacró innecesariamente a un alto porcentaje de la población de
los EUA. Hasta los historiadores "neutrales" suelen tildar de
carniceros a muchos generales del Norte, a pesar del hecho de que
investigaciones cuidadosas muestran que el "caballero" Robert E.
Lee era igual de carnicero.

Por lo tanto, en los EUA, el veredicto histórico se halla influenciado


por el grado de simpatía que se tenga por los explotadores
antiguos, los "caballeros" que sencillamente llevaban sus negocios
a la manera tradicional. Pero, con respecto a la URSS, puesto que
todos los principales historiadores piensan que el capitalismo es el
mejor sistema posible, no pueden ser imparciales al juzgar los
esfuerzos del gobierno de Stalin para aplicar las nuevas leyes. El
veredicto que dan es un veredicto capitalista.

En breve, el engaño histórico que trata de ubicar a Stalin junto a


Hitler depende principalmente de los millones de personas que
murieron a causa de la resistencia contrarrevolucionaria a las
nuevas leyes, diseñadas para erradicar un sistema económico
atrasado que explotaba y degradaba a la gente trabajadora del
campo. Sin lugar a dudas, muchos dueños medianos de tierras en
la URSS fueron atacados como explotadores cuando en realidad no
lo eran. Ello daba lugar a que se les confiscara su propiedad,
basándose solamente en denuncias de vecinos demasiado
entusiastas. De hecho, el mismo Stalin, en un famoso decreto,
advirtió contra este hecho y exigió que se pusiera fin al mismo. (Los
historiadores capitalistas dicen que esto fue un engaño para
absolverse de toda culpa).
Actualmente, en el PLP diríamos que la debilidad de la política de
colectivización radicaba en que ésta no tenía como meta llegar al
comunismo. Un paso a medias implicaba una política consistente en
hacer inventario de todo y luego decidir cuántas hectáreas, cuántos
caballos, cuántas vacas y cuántas máquinas permitían considerar a
alguien como granjero capitalista. Esta manera de definir
matemáticamente al enemigo de clase hace que los errores sean
inevitables. Si se proclama honestamente que la meta es el
comunismo total, con todos los medios de producción
colectivizados, entonces la división es más clara: los que trabajen
para esa meta son amigos, y aquellos que actúen principalmente
para mantener su propiedad y sus privilegios son enemigos y tienen
que ser combatidos, social y violentamente.

Mediante los métodos normales de evaluación histórica, la muerte


de algunos millones en las guerras civiles y las hambrunas que
acompañaron a la campaña de colectivización no hacen de Stalin
un carnicero, como tampoco los muertos durante la Guerra Civil
convierten a Lincoln en un carnicero. Para los esclavistas, Lincoln
fue un carnicero. Para los capitalistas, Stalin fue un carnicero. La
motivación para tal veredicto es la misma en ambos casos. La clase
cuyo botín está siendo amenazado por la marcha de la historia no
se detendrá ante nada para derribar al líder revolucionario, y para
impedir la futura revolución.

En breve, las muertes que acompañaron a la campaña de


colectivización fueron producto de la generalizada desobediencia de
las leyes, unas leyes que el gobierno de los trabajadores tenía todo
el derecho a aplicar y que contaban con el apoyo de la gran
mayoría de la población soviética, cosa que no niegan los
historiadores serios. Este período debe compararse más justamente
con la Guerra Civil de los EUA, y no con el exterminio anti-obrero
hitleriano de activistas de izquierdas y de chivos expiatorios judíos.
Si no incluimos todas las muertes ocurridas durante la campaña de
colectivización, la acusación de "carnicero" hecha contra Stalin –y la
de que era "igual que Hitler"– no tiene el menor fundamento.
OTRA VIOLENCIA, OTROS ERRORES

Restemos esos millones de campesinos que, como hemos


demostrado, se utilizan ilegítimamente como prueba de los
crímenes de Stalin. Entonces llegaremos a las miles de personas
condenadas a muerte bajo Stalin como enemigos de la clase
trabajadora, y a las grandes cantidades (posiblemente millones)
enviadas a trabajar a los campos de trabajo (que no eran campos
de exterminio).

¿Hubo injusticias? Inevitablemente. Pero ¿había bastantes


personas que pensaran que serían mucho más ricas (y que podrían
explotar a millones de otras personas) si se desplomaba el estado
de los trabajadores, y por lo tanto hicieron todo lo que estaba en sus
manos para sabotear la nueva economía? Sin lugar a dudas. Se
supone que la condena de tales personas a muerte o a penas de
prisión es una prueba de la perversidad del comunismo. Sin
embargo, los actos de genocidio capitalistas se miden con otra vara.
He aquí algunos ejemplos:

Nuestros historiadores aceptan que el Holocausto es el mayor


crimen de todos los tiempos –pero, por alguna razón, ni el
capitalismo ni los líderes occidentales son culpados por haber
ayudado a Hitler a alcanzar el poder. Mientras tanto, el Rey
Leopoldo de Bélgica extrajo enormes ganancias del Congo
causando la muerte de 5 millones de trabajadores (con más de 10
millones de familiares dependiendo de ellos) por medio de la
brutalidad disciplinaria diseñada para garantizar la producción. ¿No
sería de esperar que un sistema que puede matar masivamente a
tantas personas en una nación tan pequeña, sencillamente por
egoísmo, fuera condenado por la prensa y por los académicos
como un sistema intolerable para la humanidad? Nada de eso: de
hecho, la mayoría de la gente occidental educada no sabe nada de
este acontecimiento. La propaganda capitalista lo ha censurado.

En cuanto a Hitler, la lección obvia es ésta: el capitalismo engendra


el fascismo –el gobierno basado en la pura violencia y el terror–,
cuando la clase trabajadora y los líderes comunistas
desenmascaran las mentiras que tenían engañados a los
trabajadores. Los capitalistas occidentales encumbraron a Hitler, y
rechazaron una serie de propuestas de la URSS a mediados de los
años 1930 para combatir el nazismo. Por lo tanto, el capitalismo es
el principal responsable de la carnicería de Hitler. ¿Se nos inculca
esta lección? Todo lo contrario. Lo único que los historiadores
capitalistas nos recuerdan es el pacto de no agresión entre Stalin y
Hitler --un intento realizado a última hora por la URSS para evitar
una temprana guerra en solitario contra Alemania y Japón y para
preparar y equipar eficazmente al Ejército Rojo--, después de que
los países capitalistas rechazaran durante años las propuestas de la
URSS de emplear la fuerza colectiva para derribar a Hitler.

Desde la II Guerra Mundial, los EUA han instaurado en el poder a


fascistas locales en muchos países: Diem en Vietnam; Pinochet en
Chile; su ex-compinche Saddam Husseim en Irak; Suharto en
Indonesia; Kabila en el Zaire –la lista es interminable. El último
engaño que utilizan ahora es el de apoyar a un presidente "electo"
por el pueblo, mientras es el ejército el que en realidad gobierna y el
que dirige los escuadrones de la muerte (Guatemala, Colombia,
Perú, Turquía, etc.) ¿Se deduce de este hecho la lección obvia de
que el capitalismo es intolerable, porque colabora con matarifes
simplemente para aumentar sus ganancias, y hace lo imposible
para masacrar a los rebeldes y a los líderes de la clase trabajadora
que luchan contra esos matarifes? No, los historiadores capitalistas
jamás han llegado a esta conclusión basada en los hechos.

Sin embargo, si alguien habla de "campos de trabajo" la imagen que


viene a la mente es la URSS. Ahora bien, la cuadrilla de
trabajadores y de campesinos presos que nunca terminaban de
"trabajar para pagar su deuda a la sociedad", y que proporcionaron
a la clase dominante de los EUA una mano de obra esclava barata
durante casi un siglo después de que los esclavos fueran
"liberados", nunca se cita como prueba de que el capitalismo es un
sistema egoísta y perverso. Hoy la población carcelaria de los EUA
(la mayor del mundo) está compuesta en su práctica totalidad por
trabajadores pobres (principalmente negros) que nunca tuvieron la
oportunidad de llevar una vida decente bajo el capitalismo.

Pero este hecho nunca se utiliza para mostrar las deficiencias


fundamentales del capitalismo. No, estos asuntos son sólo cosas
"que corregiremos con el tiempo". Las prisiones atiborradas de
trabajadores y de pobres parecen algo "natural." Pero en la URSS
cualquier encarcelamiento controvertido –generalmente de
personas de la clase media, la clase alta o los intelectuales– dictado
por un partido comunista que luchaba por conservar la revolución,
se supone que demuestra que los trabajadores deben rechazar ese
sistema.

En lo concerniente a los campos de trabajo de la URSS, sólo


tenemos que leer los libros (basados en sus diarios) de uno de los
rusos que más odian a Stalin, Alexander Solshenitsyn, el cual ha
declarado francamente que añora una Rusia religiosa dominada por
un férreo nacionalismo. Al leer sus libros, no nos quedamos con la
impresión de que en los campos de trabajo se cometieran
continuamente injusticias sádicas. Cuando Solzhenitsyn habla sólo
de lo que vio realmente –en vez de sus escenas inventadas de
Stalin reuniéndose con los verdugos–, cuando habla sólo de lo que
conoce y lo que vio, pinta un cuadro muy distinto de las personas
que estaban dentro y de los motivos de su detención, así como de
los sentimientos que experimentaban. La mayoría eran gente de
clase alta y media-alta, y no de la clase trabajadora peor pagada, y
por lo tanto eran muy distintos de la población carcelaria de los
países capitalistas. Inclusive, Solzhenitsyn habla de un líder del
Partido Comunista que se consideraba leal a la revolución pero que
reconocía que en una guerra de clases se pueden cometer errores,
y no condenaba a Stalin o al partido por su suerte. Probablemente
no podríamos encontrar en las cárceles de los EUA ni a una sola
persona que pensase igual.

En el PLP creemos que si la URSS hubiese incorporado a grandes


masas de gente a la cruzada por la construcción del verdadero
comunismo, en vez de establecer un sistema socialista que todavía
conservaba numerosos privilegios monetarios de carácter
individualista, la nación podría haber resuelto mejor el caso de las
personas sospechosas de ser enemigos de clase.

No tener como objetivo la lucha por el comunismo en vez del


socialismo fue un error básico marxista, que no tuvo su origen en
Stalin. Este error le costó a la clase trabajadora un alto precio,
incluyendo el retorno actual del capitalismo salvaje y del
nacionalismo a la URSS.
Pero esto es muy distinto de afirmar que una clase en el poder tiene
que corromperse inevitablemente, o que la dictadura del
proletariado necesariamente repetirá los errores y no podrá
aprender de ellos, o que Stalin utilizó la violencia para su
gratificación personal.

Cuando el propio capitalismo –ahora en estado de avanzada


descomposición, y sin la gracia salvadora de las metas progresistas
de un socialismo en ascendencia bajo Stalin o de un capitalismo
anti-esclavista en ascendencia bajo Lincoln– comete sus
carnicerías, los abogados del capitalismo no extraen las mismas
lecciones negativas eternas que extraen del Socialismo Soviético.

LOS SOCIALISTAS NO VIOLENTOS

Como hemos visto anteriormente, los apologistas de la clase


dominante rápidamente sacan en conclusión, a partir del análisis de
la época de Stalin, que la dictadura del proletariado es mala. Sin
embargo, estos propagandistas todavía tienen que lidiar con el
hecho de que la clase trabajadora está harta de ser explotada, no
digamos ya de ser encarcelada y asesinada cuando se atreve a
protestar. Por lo tanto, el engaño que emplea la clase dominante
para lavarnos el cerebro consiste en decirnos: "Vosotros, los
trabajadores, podéis lograr perfectamente vuestras metas sin usar
la violencia. Votad por 'el menos malo'; inclusive podéis votar a los
socialistas o a ciertos tipos pacíficos que se autodenominan
comunistas. Votar es la única esperanza que tenéis, ya que lo de
Stalin demuestra que la dictadura del proletariado es inviable".

Resulta curioso que los apologistas del capitalismo jamás saquen la


conclusión correcta de los numerosos casos en que los
trabajadores han derrochado enormes esfuerzos siguiendo el
camino de la no violencia, y cómo la clase dominante ha terminado
arrebatándoselo todo una vez más por la violencia --aunque el
gobernante electo sólo buscara una dosis pequeña de reformas pro-
obreras, y ni mucho menos la consecución de una sociedad
comunista. Allende en Chile, Arbenz en Guatemala, Mossadeq en
Irán, Sukarno en Indonesia, Lumumba en el Congo, etc. fueron
elegidos por los trabajadores, pero los fascistas, ayudados por los
EEUU, los expulsaron del poder y asesinaron a millones de obreros
y campesinos. La historia demuestra claramente que los capitalistas
mantienen en última instancia su poder por medio de la violencia, y
no cederán ese poder excepto a una clase trabajadora formada en
la violencia revolucionaria y dispuesta a utilizarla.

Lenin dijo que la verdadera prueba de un comunista es su posición


con respecto a la dictadura del proletariado. Desde los tiempos de
Lenin, la historia ha demostrado claramente que no existe una vía
pacífica hacia una sociedad comunista sin explotación. Puede que
esto desanime a algunos, pero es la verdad. Los historiadores que
utilizan a Stalin para desacreditar estas verdades están, consciente
o inconscientemente, haciéndoles un gran servicio a los capitalistas.

La verdadera tragedia de la historia del siglo XX consiste en las


decenas de millones de trabajadores que han sido masacrados por
el capitalismo, porque los partidos comunistas de los trabajadores
se echaron atrás en el empleo de la violencia, cuando ésta era
necesaria para aplastar a sus enemigos. Los ejemplos incluyen a
Indonesia bajo el gobierno de Sukarno, que era apoyado por los
comunistas, o la democracia alemana antes de que Hitler
consolidara su poder.

LAS GRANDES MENTIRAS

Como principal ejemplo del modo en que todos los estándares


normales de la investigación capitalista desaparecen cuando los
medios de masas tratan el tema del comunismo, usaremos uno de
los libros sobre Stalin que han tenido más circulación: The Rise and
Fall of Stalin [El Ascenso y Caída de Stalin] de Robert Payne. Esta
obra fue publicada en 1965, no solamente en las ediciones usuales
para las librerías, sino también en una edición popular de la
compañía AVON que se vendía por 1,65 dólares. Los anuncios
pagados de los periódicos incluían reseñas favorables de una larga
lista de intelectuales y políticos preeminentes. Pero puede
demostrarse, citando el propio libro, que éste es el producto de una
serie de prejuicios ideológicos, y no una recopilación de evidencias.

Su propósito fundamental, y la razón por la cual el libro fue


distribuido masivamente, consiste en crear dudas y cinismo en las
mentes de las personas que de otra manera podrían llegar a las
ideas comunistas si tuvieran una mentalidad libre de prejuicios. Fue
uno más de una larga lista de libros y artículos semejantes. Ahora
que el capitalismo ha demostrado abiertamente lo que puede hacer
con el bienestar del pueblo ruso, posiblemente algunos que habían
aceptado acríticamente la tesis de que Stalin era un asesino ebrio
de poder, podrían estar dispuestos a examinar seriamente cómo se
creó y difundió ese mito.

La investigación de esta obra "erudita" de 860 páginas comienza


cuando Lenin cae enfermo, poco antes de fallecer. Lenin intentaba
evitar una ruptura en el Partido Comunista de la URSS. Payne
selecciona algunos de los escritos de Lenin, que debían ser
entregados al partido después de su muerte.

"Yo [Lenin] propongo examinar una serie de consideraciones


de carácter puramente personal.
"En mi opinión, un factor esencial en el problema de la
estabilidad es la existencia dentro del Comité Central de miembros
como Stalin y Trotsky. La relación entre los dos constituye a mi
modo de ver el peligro principal de una ruptura, la cual se podrá
evitar, a mi modo de ver, aumentando la cantidad de miembros del
Comité Central, de cincuenta a cien personas.
"El Camarada Stalin, desde que ocupa el puesto de
Secretario General, ha concentrado un enorme poder en sus
manos, y no estoy seguro de que siempre sepa utilizar ese poder
con la suficiente precaución. Por otro lado, el Camarada Trotsky,
como se ha comprobado en el asunto de su lucha contra el Comité
Central respecto a la cuestión de la Comisión Popular del
Ferrocarril, se distingue no solamente por sus capacidades
excepcionales --probablemente es hoy en día el hombre más capaz
del Comité Central-- sino también por su auto-confianza y su
entusiasmo excepcional por el aspecto puramente administrativo de
su trabajo".

[Este sarcasmo cortés se refiere a sucesos tan bien conocidos por


los miembros del Comité Central que no era necesario explicarlos
detalladamente. Lenin está dando ejemplos de defectos serios que
deben ser considerados junto con los defectos de Stalin. Trotsky
había enojado a los obreros ferroviarios y a sus líderes comunistas
con sus actitudes autoritarias, que casi provocaron un
enfrentamiento armado; Trotsky quería poner al ejército en contra
del sindicato. Payne conoce este hecho y sabe que la mayoría de
sus lectores lo desconocen --pero ¿por qué debe este experto dar
explicaciones o notas de pie de página justo aquí? Si no se conocen
los antecedentes para poder entender que Lenin está siendo
sarcástico, un vistazo rápido a la cita nos deja con la impresión de
que Lenin está hablando maravillas de Troski.]

"Estas dos cualidades de los dos miembros más destacados del


actual Comité Central podrían, de manera muy inocente, conducir a
una ruptura, y si nuestro partido no toma medidas para prevenirla,
podría producirse una escisión inesperada".

Payne continua: "Lenin siguió discutiendo las características


personales de Zinoviev, Kamenev, Pyatakov, y Bujarin, a quien
describió como 'una persona que puede ser considerada
legítimamente como el favorito de todo el partido.'

"'….Stalin es demasiado vulgar, y este defecto, aunque tolerable


cuando estamos tratándonos entre nosotros los comunistas, se
hace intolerable en un Secretario General. Por lo tanto, yo propongo
a los camaradas que encuentren la manera de expulsar a Stalin de
su puesto y de nombrar a otro que sea completamente diferente del
Camarada Stalin sólo en el carácter personal --principalmente, que
sea más tolerante, más leal, más cortés y considerado con sus
camaradas, menos caprichoso, etc. Puede que esta circunstancia
parezca una pequeñez, pero yo creo que desde el punto de vista de
la evitación de una ruptura y desde el punto de vista de lo que
escribí antes sobre las relaciones entre Stalin y Trotsky, no es una
pequeñez, o es una pequeñez que puede adquirir una importancia
decisiva.'" (Paginas 330-32 de la edición de AVON)

Ahora bien, aquí tenemos una carta privada escrita solamente para
los ojos de los compañeros de mayor confianza y de más elevada
posición en la cúpula del partido. Supuestamente, Lenin expresaba
exactamente lo que sentía. Dice que Stalin tiene rasgos personales
--impaciencia, vulgaridad– que pueden alejar a grandes círculos de
personas que no le conocen tan bien como los miembros de la
cúpula. (De hecho, Stalin era el único en toda la cúpula del partido
de extracción obrera, y acusarlo de "vulgaridad" tenía algo de
prejuicio). Dice Lenin (con sarcasmo intelectual) que los hechos
demuestran que Trotsky es un brillante egoísta que siempre está
convencido que sólo él tiene razón, y que tiende a olvidarse de la
gente trabajadora auténtica cuando está llevando a cabo sus planes
técnicamente brillantes.

Lenin probablemente piensa que Bujarin debe ser el Secretario


General --un puesto que evidentemente consideraba más apropiado
para alguien que fuera un buen negociador y aceptado por todos.
Lo cierto es que la descripción de Lenin del sustituto de Stalin para
este puesto no se parece en nada a Trotsky. Asimismo, después de
describir los defectos de ambos hombres, lo cierto es que Lenin no
dice que se le deba dar más poder a Trotsky.

Pero ¿qué es lo que Payne quiere que concluyamos de todo esto?


Complots y gangsterismo. Continúa diciendo: "En el vocabulario del
Partido Comunista Ruso, 'expulsar' sólo podía tener un significado.
Solo podía querer decir "liquidar". Cuando Lenin dijo: 'Yo propongo
a los camaradas que encuentren la manera de expulsar a Stalin de
su puesto', quería decir que Stalin tenía que ser destruido".

Esto es lo que dice Payne. Pero podríamos preguntarnos: ¿qué


obligó a Lenin a emplear un lenguaje tan ambiguo? ¿Qué palabras
habría escogido Lenin exactamente si lo que deseaba en realidad
era mantener al valioso Stalin en el Comité Central pero no en el
puesto de Secretario General? ¿Quería decir que había que
"liquidar" a Stalin cuando señaló que sus defectos eran "tolerables
cuando estamos tratándonos entre nosotros los comunistas"? ¿No
querría Lenin decir exactamente lo que dijo?

Payne continúa: "Cuando Lenin les propuso a los camaradas que


nombraran a 'otro que sea completamente distinto del Camarada
Stalin sólo en cuanto al carácter personal --principalmente, que sea
más tolerante, más leal, mas cortés y considerado con sus
camaradas, menos caprichoso,' etc., estaba señalando
deliberadamente a Trotsky. [¡Ésta es una descripción imposible de
Trotsky!] En su mente, la batalla entre Trotsky y Stalin se podía
resolver sencillamente eliminando a Stalin."[!]

¡Esto es algo que ni el mismo Trotsky afirmó jamás! (Ver: Stalin, de


León Trotsky; edición de la Universal Library, páginas 374-76.) Pero
sigámosle el juego por el momento a este intelectual, y supongamos
que Lenin hubiera llegado a esta importante decisión de deshacerse
de Stalin. ¿Qué pasó entonces?

"Pero, con el paso de los días, la sensación de urgencia


desapareció gradualmente. Otros problemas reclamaban
insistentemente una solución, y Lenin se puso a escribir una serie
de ensayos acerca de los problemas fundamentales de la
revolución… A veces, en estos artículos y ensayos afirmaba que el
poder estatal se hallaba ahora firmemente en manos del
proletariado, olvidando [!] que el poder estaba cada vez más en
manos de Stalin [¡"olvidando" que él había decidido destruir a Stalin
para otorgar el liderazgo al errático Troski!]…Una simple carta
dirigida a todos los miembros del Comité Central pudo haber
provocado la caída de Stalin.

En el pasado Lenin había defendido este tipo de soluciones


sencillas, reconociendo su fuerza devastadora. Pero en vez de esto,
supervisó un informe sobre un informe [referido a una aguda crítica
hecha a Stalin por la manera en que había manejado el asunto de
Georgia] y dictó una serie de memorándums dirigidos contra Stalin,
los cuales quedaron inocentemente guardadas en su archivo
secreto" (p.343).
Bueno, sí, esto fue lo que ocurrió en realidad. Estos sucesos son
consistentes con la conclusión de que Lenin consideraba que era su
deber ofrecer consejos y críticas de todos los que estaban en la
cúpula del partido. Y se oponía al gobierno arbitrario, no quería que
Stalin utilizara el puesto de Secretario General con ese fin, y
también propuso aumentar notablemente el tamaño del Comité
Central (agregando trabajadores genuinos) como posible solución.
¡La solución no era encumbrar a Trotsky!

Es una pura fantasía concluir de esta clara serie de sucesos y


escritos que Lenin planeaba concederle el mando a Trotsky y
destruir a Stalin (al que apoyaba más gente) y por lo tanto que
Stalin llegó al poder por medio de un cobarde complot. Pero cuando
se trata de denigrar a Stalin, cualquier cosa es aceptable.

Una de las razones por las que la mayoría de los estudios históricos
son anti-clase trabajadora es que están escritos por intelectuales,
los cuales a menudo ni siquiera son conscientes de sus propios
prejuicios. Por ejemplo, cuando Lenin critica a Stalin por ser
"demasiado vulgar," los intelectuales interpretan esto como una
crítica muy negativa. ¡Pero cuando emplea un sarcasmo cortés
como una forma de criticar entre amigos a Trotsky --por ignorar el
trabajo en equipo, dependiendo solamente de su propia brillantez, y
por resolver los problemas como un tecnócrata en vez de hacerlo
desde el punto de vista de la clase trabajadora-- todo esto no es
visto de manera alguna como una crítica por el intelectual Payne!

Sigamos con las propias palabras de Payne para demostrar que es


un escritor a sueldo del anticomunismo, y así también
desenmascarar a las figuras académicas y políticas que elogian su
trabajo.

A continuación viene el período en que Stalin se convirtió de hecho


en el líder de la nación. En 1928, un período durante el cual todavía
había mucho debate en el Comité Central y en la URSS acerca de
cuál era la mejor vía a seguir, Payne dice: "Los hombres que
lucharon contra Stalin no tenían armas, ni programas…" (p. 407) ¡Si
esto fuera verdad, sería un punto a favor de Stalin! Por lo menos él
sí tenía un programa –la marcha forzosa hacia la
industrialización, incluyendo la agricultura (tractores y
cooperativas). Pero en realidad, por supuesto, Bujarin sí tenía un
programa en el que creía sinceramente. Quería la continuación de
la empresa privada (el programa de emergencia de Lenin, conocido
como "Nueva Política Económica"), y que ésta fuera
desapareciendo muy lentamente, para evitar conflictos violentos con
los pequeños capitalistas, conflictos que, en su opinión, causarían
daños irreversibles a la economía. Éste era un punto de vista
discutible, pero no se impuso en el Comité Central.

"'La línea de Stalin será la ruina de la revolución,' dijo Bujarin. 'Nos


llevará a todos al abismo'. [Bujarin] señaló que la línea de Stalin era
increíblemente vulgar y simplista….Así como el capitalismo se
había desarrollado por medio de préstamos y de la explotación de
las colonias y de los obreros, así también los comunistas rusos, no
teniendo colonias ni medios para adquirir préstamos a gran escala,
estaban explotando a la única clase que quedaba y que se prestaba
a la explotación --el campesinado… El resultado inevitable de esta
'teoría idiota y analfabeta' era que el líder del país tendría que
utilizar la fuerza como nunca antes se había utilizado". (P.408)

Ahora bien, este resumen del plan de Stalin no se basa totalmente


en las citas de Bujarin, e incluye algo de redacción personal por
parte de Payne. Pero supongamos por el momento que fuera
esencialmente correcto. Bujarin y sus seguidores pensaron que la
colectivización y los planes quinquenales obligatorios eran una
receta para el desastre ("hambre y ruina"). Diez años después, tras
haber trabajado ilegalmente en contra del programa del partido,
pudieron ver los resultados positivos del programa --un país fuerte y
una población bien alimentada. Incluso durante la campaña
intensiva de industrialización y fabricación de armamentos, el nivel
de vida mejoró y en 1937 ya era francamente bueno. Este escritor
tenía una tía (una maestra) y un tío (un trabajador de la
construcción) que vivieron en la URSS durante los años 1930 y
confirmaban lo anterior; por lo tanto, esta información se basa en
algo más que las frías estadísticas.

Bujarin cooperó con el gobierno cuando más tarde fue enjuiciado


por su oposición ilegal. Sus palabras indican que lo hizo como
expiación por los errores monumentales que cometió al luchar --al
principio legalmente y después ilegalmente-- en contra del
programa económico de Stalin. Bujarin tenía un programa y los
hechos demostraron que estaba equivocado.

Es asombroso cómo el prejuicio anticomunista puede cegar tanto a


un intelectual estadounidense como Payne, que no puede ver que
los datos que él mismo ha recogido, si se juzgan imparcialmente,
llevan a conclusiones completamente contrarias a las que él
defiende. Fijémonos en el siguiente pasaje (paginas 410-413), en el
que Payne parece pensar que está demostrando que Stalin tenía un
raro distanciamiento de las masas:

"Conforme pasaban los años, Stalin se aisló más y más del


pueblo. Había llegado a depender de otros, especialmente de los
miembros de su enorme secretariado, para que le informaran de las
necesidades del país [¡exactamente igual que cualquier jefe de
estado moderno!]
"En enero de 1928, acompañado por Malenkov, hizo su
primera y última gira de inspección por Siberia, aparentemente para
hablar acerca de las entregas de grano con los agricultores locales.
["Aparentemente", ¡qué tipo mas deshonesto!] La verdadera razón
era una más amenazadora. [Sin embargo, resulta que esa razón es
la misma que la "aparente"].
"Los agricultores habían estado especulando con los precios
del grano y él estaba decidido a poner fin a esto. No estaban
entregando los granos que el gobierno quería a los precios que el
gobierno quería. [En otras palabras, estaban robando en sus
impuestos.] Habían formado poderosos grupos y estaban lo
suficientemente retirados de Moscú para sentirse independientes.
[Es decir, como la Mafia, se estaban saliendo con la suya por
medios ilícitos.]
"Prestó una atención especial a las áreas donde la entrega de
granos había sido raquítica, visitó las aldeas, inspeccionó los
graneros, los establos y las trilladoras, preguntó si los agricultores
tenían quejas y si eran bien tratados por los funcionarios locales. En
una libreta pequeña anotó los castigos que impondría.
Aparentemente se comportó de buen humor, incluso cuando los
agricultores eran insolentes. El propio Stalin cuenta la anécdota de
cómo pasó dos horas discutiendo con unos propietarios del grano
intentando persuadirles para que entregaran los cereales, y cómo
se le acercó un kulak con una pipa en la boca y le dijo: 'Baila un
poco, joven, y entonces te daré un quintal o dos'.

"Stalin pasó tres semanas de gira. Estaba yendo continuamente de


un lugar a otro, hablando en reuniones, viajando de día y
alojándose por la noche en aldeas desconocidas, llenando su libreta
con anotaciones sobre cómo se estaban escondiendo de las
autoridades enormes cantidades de grano. [¿Puede uno imaginarse
a Clinton, Reagan, Churchill o a cualquier otro jefe de estado
capitalista haciendo visitas tan minuciosas a la gente "ordinaria"
para investigar un problema urgente?] En un discurso dijo:
"Me han enviado a vosotros, aquí en Siberia, para haceros
una corta visita. Mi misión es ayudaros a cumplir con vuestra cuota
de entrega de cereales. También me han ordenado que discuta con
vosotros las posibilidades de desarrollar granjas colectivas y
estatales en vuestra región….Vosotros sabéis, por supuesto, el
efecto que tendrá la escasez si las cuotas no se cumplen. Lo que va
a ocurrir es que nuestras ciudades y centros industriales y el
Ejército Rojo se verán en dificultades, quedarán pobremente
abastecidos y se enfrentarán a la amenaza del hambre.
Obviamente, no podemos permitir esto….Me decís que las cuotas
de entrega de cereales son demasiado altas y por lo tanto no
pueden ser cumplidas. ¿Por qué no pueden ser cumplidas? ¿De
dónde viene esa idea? ¿No es cierto que la cosecha de este año ha
batido el récord? ¿Y no es cierto que las cuotas de entrega de
grano para Siberia son casi iguales que las del año pasado?
¿Entonces por qué decís que no se puede cumplir el plan? ¡Mirad
las granjas de los kulaks! [agricultores más ricos] Sus graneros
están rebosando de cereales, y el grano yace al aire libre por falta
de espacio donde almacenarlo….
"He visto a docenas de vuestros procuradores y funcionarios
judiciales. Casi todos están viviendo en las casas de los kulaks,
comen y viven con ellos, y por supuesto están más que deseosos
de llevarse bien con ellos. Claramente, no se puede esperar nada
efectivo o útil para el estado soviético de estos procuradores y
funcionarios judiciales. No está nada claro por qué esta clase
acomodada no ha sido expulsada y reemplazada por funcionarios
más honestos.
"Yo propongo: (1) la entrega inmediata de todo el sobrante del
grano de los kulaks, al precio fijado por el gobierno; (2) los kulaks
que se nieguen a obedecer la ley serán llevados a juicio, su
excedente de grano será confiscado por el Estado, y el 25% del
grano confiscado será repartido entre los campesinos pobres y
menos adinerados a precios bajos fijados por el gobierno, o en
forma de préstamos a largo plazo" [Podemos ver en esto la
posibilidad, dicho sea de paso, del "exceso de denuncias" por parte
de los campesinos más pobres para poder hacerse con el control de
la distribución.]

Aquí tenemos a un grupo grande y poderoso desafiando de una


forma muy egoísta y cruel las leyes de la nación -- acaparando los
alimentos para sí. No fue la política de Stalin la que creó esta
situación, sino el programa anterior, que fomentaba las ganancias y
se acercaba más al programa de Bujarin. Stalin calculó que las
cosas habían llegado a tal extremo que era necesario atacar el
poder de los campesinos más ricos. Pero la única conclusión que
los "historiadores respetados" como Payne pueden extraer de todo
esto es la siguiente: "Stalin asesinó y exilió a los campesinos,
únicamente porque el asesinato y el exilio de éstos aumentaba su
poder personal".

¿Como llegó Payne a esta "bien documentada" conclusión? ¿Acaso


esta afirmación estaba hecha fuera de contexto? Éste es el
contexto: "En julio de 1928 Stalin dijo que la cuestión de expropiar
al campesino (colectivismo) jamás se había mencionado. [Ésta era
la línea del partido hasta entonces y él estaba obligado a ponerla en
práctica.] En diciembre de 1929 estaba diciendo que ya no bastaba
con expropiar a los kulaks, que era necesario declararles una
guerra sin cuartel [para obligarles a obedecer las leyes elaboradas
para alimentar a la nación]. [Si Stalin cambió de parecer, el mismo
informe de Payne demuestra la crisis que causó este cambio.)

"Los kulaks y los ‘campesinos de clase media’ se alzaron en armas.


Escondieron las cosechas, quemaron los cultivos, destruyeron los
instrumentos de trabajo de sus haciendas y mataron su ganado. No
solamente los kulaks y los ‘campesinos de clase media’ perecieron,
los campesinos pobres también se vieron atrapados [¿por parte de
quién, por favor?] en este programa sin sentido [¡!] de convertir de la
noche a la mañana toda la agricultura rusa en haciendas colectivas
y estatales. ["Lo sensato", supuestamente, hubiera sido dejar que el
poder estrangulador de los kulaks creciera. Los campesinos pobres
opinaban lo contrario, y emplearon la violencia contra los kulaks.]
"Los campesinos detenidos se convirtieron en prisioneros de
la policía secreta, la cual adquirió así una enorme mano de obra
que podía ser obligada a trabajar con raciones de hambre y enviada
a cualquier parte.... La GPU empleó a millones de esclavos que
construyeron los vías del ferrocarril, abrieron canales y
descombraron los bosques". [Los prisioneros de extracción obrera
se pudren o mueren en las cárceles de los EUA, pero si la dictadura
del proletariado obliga a los ricachones que incumplen las leyes a
hacer algo de trabajo útil, esto es un horror --¡para un intelectual!]

Poco después de examinar estos antecedentes, Payne de


alguna manera logra sacar de ellos la conclusión antes
mencionada: "Stalin asesinó y exilió a los campesinos únicamente
porque el asesinato y el exilio de éstos aumentaba su poder
personal.
"A Stalin no le importaba la suerte de millones de hombres
[¿los trabajadores hambrientos de las ciudades?]; sólo le importaba
su poder personal... El resultado fue que 10 millones de campesinos
perecieron [Esto implica que diez millones murieron a manos de la
policía secreta. Por supuesto, no se aporta ninguna documentación
para comprobar esta acusación, que tampoco se hace
abiertamente. Si murieron muchos, la causa fue la guerra civil y la
hambruna, que con toda seguridad deben achacarse a los rebeldes
hacendados que no querían colectivizar sus haciendas ni pagar los
impuestos.]

Payne agrega: "Ni siquiera Hitler con sus cámaras de gas


mecanizadas demostró tanto talento para el asesinato masivo".
Imagínense qué profundo es el prejuicio de Payne y los
intelectuales que lo apoyan --éstos creen realmente que el libro nos
da tantos datos que la analogía con Hitler resulta obvia. Debemos
advertir que, si a los académicos que elogiaron este libro no les
molestaron estos argumentos falsos, ello sólo puede significar que
hacían su trabajo con un prejuicio anticomunista y anti-obrero tan
venenoso respecto a tales temas, que su llamada “investigación
académica” es tan sólo una pura farsa. Hay que tenerlo en cuenta
cuando leamos cualquier cosa que esta gente esté escribiendo
hoy.
Payne continúa diciendo (páginas 414-415):

"Trece años más tarde Winston Churchill le preguntó


directamente a Stalin si las preocupaciones de librar una guerra [la
Segunda Guerra Mundial] eran mayores de las que tuvo cuando
estaba implantando a la fuerza la colectivización sobre el
campesinado rebelde. Era ya muy de noche y Stalin estaba relajado
[Payne dice "relajado" con el fin de prepararnos mentalmente para
la idea de que Stalin está a punto de admitir algo que normalmente
hubiera guardado en secreto.]
"’Sí’, dijo Stalin, ‘el programa de colectivización de las granjas
fue una lucha terrible’.
"‘Me imagino que te daría muchos quebraderos de cabeza’
contestó Churchill, ‘porque no estabas lidiando con unos cuantos
miles de aristócratas o grandes terratenientes, sino con millones de
hombres pequeños.’
"‘Diez millones,’ dijo Stalin, alzando las manos. [Queriendo
decir, claro está, que la cantidad total que se oponía fuertemente a
la colectivización eran diez millones – aunque Payne está tratando
de reforzar deshonestamente la idea de que diez millones murieron
a manos de la policía secreta.]
"‘Stalin continuó: ‘Fue terrible. Duró cuatro años. Pero la
colectivización era absolutamente necesaria para Rusia, si íbamos
a prevenir periódicas hambrunas, si íbamos a cultivar la tierra con
tractores. Teníamos que mecanizar la agricultura. Cuando les dimos
los tractores a los campesinos, en pocos meses se volvieron
perezosos. Sólo la colectivización y los grupos de trabajo permitían
una utilización eficaz de los tractores.
"Tratamos por todos los medios de hacerles entender esto a
los campesinos. Pero era inútil discutir con ellos. Después de
explicarle todo lo habido y por haber al campesino, él te dice que
tiene que ir a casa y consultarlo con su mujer, y que luego tiene que
consultarlo con el capataz. Después de discutirlo con él, siempre
contesta que no quiere la granja colectiva, que prefiere prescindir de
los tractores.
"‘¿Ésos eran los que vosotros llamábais kulaks?’
"‘Sí’, contestó, pero no repitió la palabra. Después de una
pausa, prosiguió: ‘Fue algo muy penoso y difícil --pero necesario.’
"‘¿Que pasó?’, preguntó (Churchill).
"‘Oh, bueno,’ dijo, ‘muchos de ellos aceptaron colaborar con
nosotros. A otros (los kulaks) se les dio su propio terreno para que
lo cultivaran en la provincia de Tomsk o en la provincia de Irkutsk o
más al norte (una tierra menos apetecida), pero la mayoría no eran
populares y fueron exterminados por sus trabajadores.’
"‘Hubo una gran pausa. Después dijo: ‘No sólo hemos
aumentado grandemente la producción de comida, sino que hemos
mejorado enormemente la calidad del grano’.

Recordemos que Payne nos acaba de decir que la campaña de


colectivización demostró que Stalin era peor que Hitler. Ahora
parece que hay otra versión mucho más razonable de la anécdota.
Por supuesto, estos comentarios tienen que ser puestos en
entredicho. Payne sostiene ahora --en la misma página-- que Stalin
"no había aumentado la producción de alimentos." Las estadísticas
que Payne utiliza –y éstas son las únicas estadísticas de todo el
capitulo– provienen de un censo que muestra cómo la población de
ganado decayó en un 50 por ciento entre 1926 y 1934. ¡Éste es el
período de lucha durante el cual ya sabemos que los kulaks
rebeldes masacraron su ganado! Esto es como culpar a Lincoln por
el declive en el estándar de vida en el Sur de los EUA durante la
Guerra Civil.

Esta charla entre Stalin y Churchill se dio en los años 1940. Un


historiador honesto nos daría las estadísticas generales de
producción, nutrición y salud entre 1935 y 1940. Pero esta omisión
no les molesta a los académicos liberales que aclaman este libro
como "bien documentado".

Tenemos que aceptar, como ya dijimos antes, que Payne utiliza


muchas citas auténticas de Stalin. Supuestamente intenta, lo mejor
posible, escoger las citas de tal manera que le ayuden a corroborar
que Stalin era un matarife hambriento de poder.
Desafortunadamente para Payne, Stalin no escribió Mi Lucha (libro
escrito por Adolf Hitler). Cuando hablaba, lo que decía tenía sentido.
Veamos otro ejemplo (paginas 431-443):

"El hombrecillo del Kremlin, con cicatrices de viruela, muy


raramente hablaba acerca de sus creencias. No había secretarias
que escribieran sus conversaciones íntimas para la posteridad. Los
pocos extranjeros a quienes se permitía entrar en el Kremlin
siempre se iban sorprendidos por lo grueso de su armadura
protectora. Los que se preguntaban cómo un hombre podía ostentar
tanto poder y seguir estando cuerdo, se asombraban de encontrarlo
vistiendo la túnica de la humildad.
"Uno de los pocos que pudo penetrar un poco bajo su disfraz
fue el autor alemán Emil Ludwig, que mantuvo con él una entrevista
de tres horas el 13 de diciembre de 1931. La entrevista fue
publicada en la primavera del año siguiente en la revista
Bolchevique. Ludwig tenía mucha experiencia entrevistando a
personajes históricos y había escrito extensamente sobre
prominentes líderes del pasado. Tenía algunas opiniones
preconcebidas sobre Stalin, y muchas de ellas todavía las mantuvo
tras salir de Rusia.
"En 1942, Ludwig describe a Stalin como ‘un hombre
saludable, moderado, que en 15 años de gobierno jamás manifestó
ninguna señal de aires de grandeza’. Creía que Stalin había
seguido al pie de la letra el juramento que hiciera ante la tumba de
Lenin, y estaba impresionado por la buena naturaleza y la afabilidad
del dictador. A veces Ludwig hacía preguntas difíciles, y las
respuestas eran reveladoras. [Payne nos dice que, dado que este
hombre no era enemigo de Stalin, los trapos sucios que revela de
Stalin en la entrevista son más que auténticos. Pero, como
veremos, sólo el prejuicio de Payne le puede hacer pensar que
dichos "trapos sucios" pueden tener algún valor.]
"Ludwig preguntó por qué el gobierno era tan severo y cruel
con sus enemigos, y Stalin recordó los primeros años de la
Revolución, cuando los bolcheviques mostraron al principio una
actitud conciliadora hacia sus enemigos, sólo para darse cuenta de
que estaban rodeados de traidores. Dio el ejemplo del General
Krasnov, que organizó una campaña contrarrevolucionaria contra
Petrogrado, fue capturado y dejado en libertad ‘bajo su palabra de
honor como soldado’, y luego continuó organizando a los cosacos
contra los Soviets. ‘Aprendimos a golpes’, dijo Stalin, ‘que la única
manera de tratar a estos enemigos era aplicándoles la mas
despiadada política de supresión.’
"‘Esta política de crueldad’, replicó Ludwig, ‘parece haber
infundido un temor muy generalizado. Tengo la impresión de que
una gran parte de la población le tiene miedo al poder soviético, y
que la estabilidad del régimen descansa sobre la base del temor. Lo
que me gustaría saber es cuál es tu estado mental cuando te
enfrentas a la realidad de que para mantener y fortalecer tu poder
tienes que inspirar terror. No utilizas estos métodos cuando estás
con tus camaradas, tus amigos --no les infundes miedo. Pero la
gente está aterrorizada.’
"Ludwig había hablado con una audacia extraordinaria. Era
una pregunta difícil, quizás la más difícil de todas, pero a Stalin le
pareció muy simple… contestó:
"‘Claro, todavía queda una pequeña sección de la población
que verdaderamente teme al poder soviético y lucha contra él.
Estoy pensando en los residuos de esas clases moribundas ahora
en proceso de liquidación: estoy pensando en una pequeña facción
del campesinado --los kulaks. No estamos preocupados por la
cuestión del reinado del terror sobre estos grupos, porque tal
política no existe en realidad. Todo el mundo sabe que los
bolcheviques no nos limitamos solamente a utilizar las armas del
terror, sino que vamos mas allá – nuestra meta es liquidar
completamente a toda la clase burguesa. Los kulaks le temen a la
otra sección del campesinado (los campesinos pobres). Esto es un
residuo del anterior sistema de clases. Dentro de la clase media,
por ejemplo, y especialmente en las clases profesionales, existe un
poco del mismo temor, porque estas últimas tenían privilegios
especiales bajo el viejo régimen. Además, existen los comerciantes,
y cierta sección del campesinado aún les tiene simpatía a los
burgueses.
"‘Si consideras a la población trabajadora de la URSS, los
trabajadores y campesinos pobres, encontrarás que no más del
15% están en contra del régimen, o guardan silencio por temor o
están esperando el momento en que puedan sabotear al estado
bolchevique. La gran mayoría apoya al sistema Soviético porque
este sistema sirve a los intereses fundamentales de los trabajadores
y de los campesinos pobres. A menudo tenemos que frenarlos. Les
gustaría erradicar los últimos residuos de la intelectualidad. Pero no
vamos a permitir esto. En toda la historia del mundo nunca ha
existido un poder que haya sido apoyado por 9 décimas partes de la
población tal como es apoyado el actual poder soviético.
"‘Éste es el resultado de nuestro éxito al poner nuestras
ideas en práctica. Si gobernáramos únicamente por la fuerza del
miedo, ni un solo hombre nos apoyaría. La clase trabajadora
hubiera destruido cualquier poder que intentara seguir gobernando
por medio del terror. Los obreros que han llevado a cabo tres
revoluciones tienen cierta experiencia a la hora de derrocar
gobiernos. No iban a tolerar una farsa de gobierno que se basase
solamente en el miedo’".

Aquí está la esencia del libro y de toda esta forma de pensar


burguesa: el único problema es la violencia. La violencia es mala,
por lo tanto los trabajadores no deben hacer la revolución. Para
Payne, toda la vida de Stalin se reduce simple y llanamente al
terror. Para Stalin y la clase trabajadora, la vida consistía en tomar
el poder para la clase trabajadora y mantenerlo en contra de
enormes fuerzas opositoras. Esta meta, a la larga, no se logró
alcanzar. ¿Por qué? Es necesario analizarlo. Pero convertir este
análisis en la lección de que la clase trabajadora debe desarmarse
–esto sólo lo pueden hacer, de manera deshonesta, Payne y otros
de su calaña.

Evidentemente Payne piensa que ha obtenido algunas admisiones


claves por parte del propio Stalin. Pero es obvio que cualquiera que
piense que esta entrevista es negativa para Stalin ha leído estos
datos con un prejuicio según el cual "la revolución violenta siempre
es mala". Payne lo resume de esta manera:

"En su conversación con Ludwig, Stalin parece estar a la defensiva.


Hace a un lado las preguntas, admite pocas cosas, se ríe
irónicamente de los que puedan creer que Rusia esté gobernada
por el Terror. Lejos de ser un hombre que inspire terror, afirma que
no ha hecho sino prevenir e impedir los actos de terror. A los
trabajadores les hubiera gustado matar a toda la intelectualidad,
pero él, Stalin, se lo impidió. [Cualquiera que esté familiarizado con
la historia de las revoluciones --no sólo la revolución rusa-- sabe
que la gente que se rebela está por lo general iracunda, a la
izquierda de sus líderes y más inclinada a exigir la muerte para los
que no se han alzado con ellos.]
"‘Todo el mundo sabe que los bolcheviques no nos limitamos
a utilizar las armas del terror,’ dijo Stalin, admitiendo así que estas
armas del terror eran utilizadas con profusión. ("Admitiendo" es una
palabra que contiene un claro prejuicio; los bolcheviques nunca
escondieron su opinión sobre el terror)...Él le da poca importancia al
terror; sin embargo, toda la conversación gira sobre esto".

Una vez que Payne ha llegado a la mitad del libro, evidentemente


concluye que si alguien lo ha leído hasta aquí, entonces creerá
cualquier cosa que escriba. La "perversidad" de Stalin se demuestra
con cualquier cosa que hiciera o dejara de hacer. He aquí un
ejemplo ridículo (pagina 442):
"El 11 de octubre de 1931, ocurrió un incidente que después asumió
las dimensiones de una leyenda. Fue un incidente muy simple: el
jefe de estado visitó a un anciano novelista. En cualquier otro país
esta visita no se hubiera considerado extraordinaria, pero la visita
de Stalin al apartamento de Gorki se convirtió en un gran
acontecimiento. El dictador, que raramente salía del Kremlin, resultó
ser un humilde admirador del novelista, y Gorki trató con mucha
familiaridad al dictador". Payne dice que en cualquier otra parte del
mundo esto no tendría nada de extraordinario. Sin embargo, el
escritor de este artículo no recuerda ni una sola vez en su vida (70
años de edad) que un Presidente de los EUA haya dejado la Casa
Blanca para visitar a algún novelista o artista en su domicilio. ¿A
quién podría visitar Hoover o Roosevelt, Nixon o Clinton? ¿A
Richard Wright? ¿A Lillian Hellman? ¿A Ernest Hemingway? ¿A
Norman Mailer? Los grandes escritores de los EUA no han sido, por
lo general, personas que apoyasen a sus gobiernos capitalistas.

Payne describe la visita a Gorki. El autor leyó en voz alta una parte
de La Muerte y la Doncella. Éste era un cuento de hadas...Incluía,
entre otras cosas, un ataque directo a la tiranía zarista. Era un
poema raro para ser leído a un dictador...En su efecto global, La
Muerte y la Doncella es totalmente convincente.

"No sabemos qué pensaba Stalin del poema. Parece que lo


encontraba divertido [?], ya que en la ultima página del poema
escribió algo curioso[?] . Stalin escribió: "‘Estos versos son más
poderosos que los del Fausto de Goethe (‘El Amor Triunfa Sobre la
Muerte’), J. Stalin 11/X-31. [Bien, al leer esto podemos pensar que
ya sabemos cuál era la opinión de Stalin sobre el poema, pero
Payne está listo para corregirnos]:

"Puede que Stalin haya escrito estas palabras en broma y de buen


humor, con un deseo perezoso por complacer, sin importarle mucho
lo que escribía. La letra es apresurada y extravagante, lo que
sugiere que había bebido unos cuatro o cinco vasos de vodka
[¡menos mal que no fueron seis!]. Sabemos que había leído a
Fausto, y es posible que algunas de las canciones de la doncella le
recordaran a las canciones de Margarita. Sintió la necesidad de
celebrar la ocasión y escribió lo primero que se le vino a la cabeza;
y lo sorprendente es que estas palabras, escritas diagonalmente
sobre la hoja, dan una abrumadora impresión de vanidad. Son el
producto de una mente desagradablemente vulgar, incapaz de
cualquier impulso generoso o de un verdadero sentimiento hacia la
poesía."[!]

Con esto podemos ver cómo un escritor verdaderamente anti-


obrero no necesita mucho material para producir su obra maestra.

Finalmente, llegamos a la sección del libro para la que Payne ha


estado preparando el terreno, al pintar reiteradamente a Stalin como
un demonio. Justo después del capítulo de Gorky, nos presenta un
análisis de sentencias de muerte por delitos políticos. "Stalin estaba
decidido a no dejar futuros vengadores. Si mataba a un hombre, se
aseguraba de que la esposa del hombre no le pudiera perjudicar
[¿Que quiere decir Payne con esto?] y los niños eran trasladados a
una institución del estado. [Solzhenitsyn, que utilizó en sus escritos
material tomado directamente de presos políticos y que ciertamente
odiaba a Stalin, no describe en ningún caso escenas que
involucrasen a las esposas y a los hijos].

"En esos casos, también había que tener en cuenta a los parientes
del hombre, y a menudo éstos también eran retirados [¿Qué
significa esto?]. De esta manera, en círculos cada vez más grandes,
se veía obligado a matar a todos los que estaban dentro del alcance
de la influencia del hombre. Este proceso no tenía fin. Llevado a su
lógica conclusión, tenía que matar a todo el mundo".

Bien, si esta declaración fuese cierta, Payne no explica cómo pudo


quedar gente con vida para industrializar la URSS y combatir a los
nazis. Pero al menos conoce el motivo del exterminio. A pesar de lo
que hemos visto en su libro acerca de la realidad económica, Payne
dice: "Esas masacres fueron diseñadas con un propósito y
solamente uno: mantener en el poder a Stalin y a un pequeño grupo
de comunistas devotos". El hombre es verdaderamente "peor que
Hitler" --al menos Hitler tenía una meta: "Alemania por Encima de
Todo".

Ahora llegamos a la única frase del libro que nos dice exactamente
qué fue lo que supuestamente hizo Stalin que le llevó a traspasar
todos los límites: "Según cálculos conservadores, de siete a ocho
millones de personas – según otros, veintitrés millones– perecieron
en la gran purga de 1937-1938" (página 472). Ahora bien, este libro
tiene 864 páginas, que incluyen muchos datos insignificantes y
superfluos. Podría suponerse que al llegar a estos importantes
datos acerca de los millones de muertos, el autor nos daría
detalladamente la fuente de su información. Hay casi 300 notas a
pie de página al final del libro, pero no hay ninguna nota sobre la
página donde se mencionan tales "datos". Pero no desesperemos,
porque, como de costumbre, Payne se halla tan cegado por su
propio prejuicio, que no se da cuenta de que otros datos que están
en el libro nos cuentan una historia totalmente diferente.

En la página 547 encontramos esto: "En 1937 Stalin había llegado a


tal extremo, que asesinar se había convertido para él en algo tan
habitual como afeitarse o comer. Tres o cuatro veces por semana,
le eran presentadas las listas de condenados a muerte recopiladas
por Yezhov bajo sus órdenes, leía las listas casualmente, les ponía
sus iniciales, y después se olvidaba de ellas. Estas listas no incluían
los nombres de un pequeño grupo de altos funcionarios, sino los de
cientos y a veces miles de personas desconocidas que trabajaban
dentro y fuera del gobierno".

"No hay la menor duda de que existieron estas listas de


condenados a muerte. En su discurso al XX Congreso del Partido
en 1956, Jruschev mencionó que 383 de estas listas le fueron
enviadas a Stalin durante los años 1937 y 1938". Bien, eso confirma
las cifras de Payne de tres a cuatro listas cada semana. Y Payne
dice que en cada lista había cientos, algunas veces miles, de
nombres. Pongamos un promedio de quinientas a seiscientas
personas por lista. Esto daría un cifra de 200.000 en total, para
ESOS DOS AÑOS. Pero ¿hubo tal vez algo especial en estos dos
años?
En la pagina 562 leemos: "En su discurso secreto de 1956,
Jruschev declaró que "el número de arrestos aumentó 10 veces
más entre 1936 y 1937". El mismo Payne agrega entonces: "y en el
año siguiente éstos tuvieron que haber aumentado otras diez veces
más y, en la misma proporción, las ejecuciones."

En otras palabras, si las listas de sentenciados a muerte de Payne


realmente prueban que 200.000 personas murieron de 1937 a 1938,
y que esta tasa representaba un incremento de diez y hasta cien
veces sobre la habitual, entonces el total del resto de la década no
pudo ser muy elevado. Pero en realidad Jruschev, que sabía que se
estaba metiendo en camisa de once varas y no tenía por qué
situarse en una posición vulnerable mintiendo acerca de cosas que
él mismo había decidido hacer públicas, dijo (página 547) que la
lista de sentenciados a muerte estaba compuesta "de miles de
miembros del Partido, de los Soviets y de los Comsomoles, del
ejército y de los trabajadores económicos". Nosotros asumimos que
cuando alguien dice "miles" no quiere decir cientos de miles o
millones. Por supuesto, en esta página Payne añade que Jruschev
está subestimando las cifras. No da ninguna explicación de por qué
Jruschev haría tal cosa, ni menciona las fuentes de sus propias
cifras; ni siquiera tiene notas a pie de página.

Sólo nos da una referencia, sin explicación, de los "famosos


telegramas al cuartel general local de la NKVD ordenando enormes
cantidades de sentencias anónimas de muerte: Ejecuten a mil
hombres en su ciudad" (Se necesitarían diez de éstas ordenes al
día en 1937-38 para llegar al total de la cifra "conservadora" de
Payne). Verdaderamente es vergonzoso que tengamos que
participar en este "juego de cifras", pero debemos tener en cuenta
por lo menos dos datos:

Primero, la población de la URSS era en ese tiempo de 160


millones. Ni siquiera Payne sostiene que grandes cantidades de
mujeres, niños y ancianos fueran pasados por las armas. Según él,
sólo eran ejecutados los hombres hábiles. Si calculamos que el 40
por ciento de la población era menor de 20 años de edad, que el
20% tenía más de 50 años, y que la mitad del resto eran mujeres,
esto supondría unos 30 millones de hombres en la franja de edad
de 20 a 50 años. Si 10 millones fueran pasados por la armas,
¿podría seguir gobernando el gobierno? ¿Podría la nación no
solamente seguir funcionando, sino llegar a ser lo suficientemente
fuerte para proporcionar suministros de hombres y materiales al
ejército que derrotó a la maquinaria bélica nazi? La cifra aceptada
es que más de 20 millones de rusos murieron en la guerra contra
Hitler. ¿De dónde salieron esos millones?

En segundo lugar, recientemente se han hecho una serie de


entrevistas a ciudadanos rusos de la calle, que han sido publicadas
en el New York Times y en otros periódicos, en las cuales resulta
que muchos –probablemente la mayoría– de los ancianos
recuerdan con cariño la era de Stalin. Un anciano le explicó a su
hijo (de edad madura): "En esos días, si tu vecino era carpintero y tú
necesitabas una silla, le pedías que te la hiciera y te la hacía gratis".
La moral comunista estaba en todas partes, aunque el partido de
Stalin no supo consolidar este logro. La mayoría de los ancianos de
la ex-Unión Soviética tienen recuerdos muy positivos de los años
1930 (tengamos en cuenta que TODOS los que en esos días eran
mayores que un recién nacido deben tener ahora por lo menos 70
años de edad). Si fuera cierto que el equivalente de uno de cada
tres hombres fue fusilado entre 1937-38, estos ancianos tendrían
sentimientos muy diferentes.

Por lo tanto, no fueron millones los ejecutados. ¿Constituyen las


cifras reales una cantidad elevada y condenable? Es decir, ¿es
posible que realmente hubiera decenas de miles de personas en la
Rusia de los años 30 que activamente querían que fracasara el
estado de los trabajadores? Consideremos una posible
comparación: hace algunos años, más de cien mil personas
abandonaron en barco la pequeña nación de Cuba y llegaron a
Miami. Cientos de ellos se convirtieron en miembros activos de
organizaciones dedicadas a reconquistar la isla para instaurar de
nuevo el capitalismo, y otros miles más de exiliados no organizados
apoyaron esa meta. Anteriormente, los exiliados formaron el ejército
invasor de la "Bahía de Cochinos". Como porcentaje de la población
cubana, estas personas exceden el número de personas que el
gobierno de Stalin definía como criminales políticos.
Nada de esto prueba que algunas veces no fueran ejecutadas
personas inocentes. Pero había un propósito, un programa y la
inminencia de una terrible crisis que se cernía sobre la dictadura
proletaria de Stalin. Y los logros obreros alcanzados fueron mucho
más grandes que los errores.

Las cifras dadas por Stalin en su conversación con Churchill para


mostrar el amplio apoyo que tenía el gobierno soviético, son
apoyadas con renuencia por el consejero presidencial de los EUA,
Zbigniew Brzezinski, en su libro The Grand Failure [El Gran
Fracaso], publicado en 1989. En primer lugar, Brzezinski deja claro
que pertenece al campo de los que dicen que "Stalin era un
monstruo". Luego se sorprende al descubrir que probablemente la
gran mayoría de las personas que eran adultos durante la era de
Stalin (y por lo tanto hablan por experiencia propia) piensan que
Stalin les había aportado enormes beneficios. Cita de Brzezinski
(paginas 27-29):

"Teniendo todo esto en cuenta, Stalin fue probablemente el asesino


masivo más grande de toda la historia de la humanidad,
estadísticamente por encima incluso de Hitler".
"Estos asesinatos masivos fueron parte integral de la
construcción del sistema soviético. Este sistema surgió, tomó forma
institucionalmente, se consolidó burocráticamente y desarrolló su
propio sentido de status con la ejecución de estos asesinatos
masivos. Pero el aspecto impresionante de este proceso fue que, a
pesar de todas estas atrocidades, Stalin logró generar un sentido
real de logro en la élite soviética y en gran parte de la nueva
población urbana soviética. Lo consiguió identificándose a sí mismo
y a su política con la reconstrucción de la sociedad soviética, que
supuso una urbanización y una industrialización masivas, todo ello
calificado como ‘construcción del socialismo’. Por lo tanto, para
muchos ciudadanos soviéticos, la era de Stalin fue una era de
algunos avances sociales, de un gran salto histórico hacia adelante,
e inclusive de un sentimiento genuinamente orgulloso de grandes
logros patrióticos".
"No se puede explicar de otra forma la reacción de muchos
ciudadanos soviéticos a los esfuerzos de Nikita Jruschev, a finales
de los 50 y principios de los 60, y más tarde a los de Mikhail
Gorbachev a finales de los 80, para desenmascarar los crímenes de
Stalin. Aparte de los intelectuales y las familias de las víctimas, la
reacción popular no fue entusiasta. Iba desde la típica xenofobia
rusa, preocupada por que los enemigos de Rusia pudieran explotar
cualquier exposición pública del feo pasado, a la frecuente
afirmación de que la era de Stalin fue una era de grandes logros y
no debía ser mancillada. Algunos ciudadanos, en cartas a
periódicos como Pravda o Izvestia, se opusieron inclusive a la
rehabilitación póstuma de las víctimas de Stalin, diciendo que esto
podría ser injusto para el pasado y dañino para el prestigio
soviético".

"Tan típico como revelador fue el editorial publicado en la edición


de Pravda del 23 de julio de 1987 titulado: "Leyendo el Correo".
Informaba que el periódico del partido había recibido numerosas
cartas expresando consternación ante el giro anti-Stalin de los
escritos históricos soviéticos contemporáneos. Como ejemplo de un
punto de vista muy común entre la población, el periódico citaba a
un lector de 74 años de edad, Basili Petrovich, (que en
consecuencia tenia 24 años de edad en la época del peor “terror” de
Stalin), que proclamaba orgullosamente que había ido a la lucha
contra los nazis con las palabras "Por la madre patria y por Stalin"
en los labios. Y agregó: "¿Cómo es posible albergar la menor duda
respecto a la sinceridad de estas palabras?". El anciano veterano
terminó su carta acusando a la campaña anti-Stalin de estar basada
en mentiras y en verdades a medias, y preguntando: "¿Por qué se
permite la publicación de tales mentiras en las páginas de medios
de prensa de buena reputación?".
"Los propios comentarios de Pravda confirman que la carta
citada expresa un punto de vista muy ampliamente compartido:
"¿Es posible que el veterano esté exagerando y
generalizando? A juzgar por la correspondencia, no --no exagera en
absoluto. Grandes paquetes de cartas yacen sobre el escritorio de
la oficina editorial, y todos sus autores nos hacen más o menos la
misma pregunta, pero en un contexto mas amplio… ¿Cómo es
posible reducir una serie de ambiguos, heterogéneos,
contradictorios y diversos fenómenos, eventos, episodios y hechos
a un común denominador, y meterlos a la fuerza en una formula
simplista --el "culto a la personalidad"? ¿Cómo es posible condenar
la industrialización del país, la colectivización de la agricultura, la
revolución cultural, la Gran Guerra Patriótica, y la restauración de la
economía nacional después de la guerra, juntamente con los
errores, hechos negativos, crímenes y violaciones de la legalidad
socialista y de las normas leninistas de la vida del partido? ¿Y qué
hay de nuestra audacia, nuestro entusiasmo, nuestra juventud,
nuestras canciones? ¿Todo esto tiene que ser rechazado
también?".

[Brzezinski continúa]:

"Algunas de la reacciones por parte de algunos ciudadanos


soviéticos al renovado rechazo de Stalin, treinta años después de la
muerte del dictador, y tras muchas revelaciones públicas acerca de
la escala y brutalidad de sus crímenes, son un testimonio de que
éste sigue presente en las mentes de al menos un sector del
publico soviético."
"Stalin también tuvo bastante éxito en el extranjero,
justificando sus métodos y logrando cierta aprobación por lo que
había hecho. En términos un poco distintos, muchos comentaristas
occidentales estuvieron durante años más inclinados a elogiarle por
la industrialización de Rusia que a condenarle por aterrorizarla. La
era de Stalin fue ampliamente interpretada como una era de
grandes cambios sociales, de rápido progreso social, y de una
transformación fundamental desde una economía rural a una
economía urbana e industrial. Y algo de esto, en cierto sentido, fue
verdad. Bajo Stalin, la Unión Soviética se convirtió en una de las
principales potencias industriales. Su población se mudó del campo
a la ciudad. Se institucionalizó a escala nacional el sistema
socialista centralizado. Y la economía soviética mantuvo una tasa
de desarrollo relativamente elevada. Según las estadísticas
oficiales, el ingreso nacional soviético se cuadruplicó durante el
primer plan quinquenal, con una tasa de crecimiento anual de cerca
del 15%. Esto requirió el traslado masivo de la población,
duplicándose en trece años el número de personas que vivían en
áreas urbanas. Entre 1928 y 1940, la producción anual de
electricidad aumentó de 5 a 48.3 billones kilovatios-hora; la de
acero de 4.3 a 18.3 millones de toneladas; la de herramientas para
producir maquinaria de 2.000 a 58.400; y la de vehículos
motorizados de 8.000 a 145.000. En vísperas de la guerra, la
industria representaba el 84.7% de la economía soviética. Aunque
hubieran sido exagerados en los informes oficiales, indudablemente
eran grandes logros".
Incluso Bujarin, el personaje más importante que fue pasado por las
armas, conocía este historial de éxitos económicos. Payne y todos
los demás están de acuerdo en que Bujarin, durante su juicio por
traición, dijo ante el tribunal sólo lo que quería decir, y se negó a
aceptar confesiones preparadas de antemano. Pero, como viejo
comunista que era, Bujarin sabía que su lucha ilegal en contra del
programa de Stalin era un crimen. Si el programa de Stalin hubiera
fallado, tal vez se podría justificar el crimen de Bujarin. Pero
después de todo, el programa de Stalin acabó salvando a la nación.
Al final, Bujarin dijo (pág. 583):

"Todas las cosas positivas que brillan en la Unión Soviética


adquieren nuevas dimensiones en la mente del hombre. Estas
cosas finalmente me desarmaron por completo e hicieron que me
arrodillara ante el partido y ante el país. Cuando uno se pregunta a
sí mismo: ‘Muy bien, supongamos que por algún milagro logras
mantenerte vivo: ¿de qué serviría? Aislado de todos, convertido en
enemigo del pueblo, en una posición inhumana, completamente
aislado de todas las cosas que constituyen la esencia de la
vida…de inmediato surge la misma respuesta’. Y en tales
momentos, Ciudadanos Jueces, todas las cosas personales, todas
los posos personales, todo el rencor, el orgullo, y varias cosas más,
se desprenden y desaparecen".

En su última súplica, Bujarin dijo (lo cual no es mencionado por


Payne): "Porque en realidad, todo el país apoya a Stalin; él es la
esperanza del mundo, es un creador…"

"Y se ha comprobado una vez más que salirse de la posición


bolchevique significa ponerse del lado de la contrarrevolución
política..."

Ciertamente Bujarin parece decir que, si él hubiera sido capaz de


impedir que el Partido siguiera el sendero de la colectivización y la
industrialización forzosa que Stalin eligió, "todas las cosas positivas
que brillan en la Unión Soviética" hubieran sido destruidas. Hizo
esta declaración antes incluso de la invasión alemana, y debemos
recordar que su plan económico no tenía en cuenta la necesidad de
construir un ejército de primer orden. De todos modos, su testimonio
da más fuerza a la convicción de que la contribución de Stalin a la
creación del programa económico de la URSS benefició a la gran
mayoría de la población soviética durante toda su vida.

De todas maneras, nunca sabremos si los errores que finalmente


llevaron al colapso de la URSS se pudieron haber evitado de haber
existido más democracia dentro del partido. Pero esto no era muy
probable. Los comunistas de aquella época creían que una
economía controlada por los trabajadores tenía que pasar por un
largo período donde todavía se mantendría el sistema salarial y los
privilegios monetarios. Resulta difícil ver dónde hubiera podido
encontrarse una mayoría que propugnara directamente el
comunismo.

Al menos nosotros no tenemos por qué cometer los mismos errores.


Indudablemente cometeremos nuestras propias equivocaciones.
Pero un error en el que no caeremos es aquél que la clase
gobernante hace lo imposible por infundirnos –que los trabajadores
deberían, debido a Stalin, renunciar a la revolución violenta, al
comunismo y a la dictadura del proletariado.

* Entre los que reseñaron elogiosamente el libro se encuentran:

Will Durant: "The Rise and Fall of Stalin [El Ascenso y Caída de
Stalin] de Robert Payne es un triunfo de la biografía histórica. Una
erudita investigación de las fuentes originales". Harrison Salisbury:
"Pocos escritores han llegado a estar más cerca de captar la
esencia espiritual del personaje. Payne muestra…la brusca
violencia de Stalin, una vez que supo que tenía las riendas del
poder"

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