Professional Documents
Culture Documents
Conclusión y soluciones
Como hemos visto, el gluten no es, en realidad, “el malo de la película”, o al
menos no el único culpable, sino que se encuadra dentro de un conjunto de factores
que conducen a estados alterados de la mucosa intestinal, dañando tanto la capa de
células que forman dicha mucosa, como la flora intestinal que albergan, debilitando su
conocido papel defensivo y protector. Las soluciones al problema del gluten son:
1º Dejar de utilizar los cereales híbridos con los que hoy en día se elaboran las
pastas, panes, galletas, pizzas, bollería…
2º Recuperar las variedades antiguas de trigo y otros cereales, volver a los
cultivos limpios y sostenibles, respetuosos con la diversidad. Estas variedades
antiguas se han reintroducido en algunos lugares, con excelentes resultados, ya que
son más nutritivas y equilibradas y se digieren mejor, por lo que con menos cantidad
se obtiene la misma riqueza o más que con las variedades híbridas.
3º Investigar cómo ayudar a las personas que han desarrollado intolerancia,
pero desde una perspectiva holística, que tenga en cuenta más factores además del
gluten. Porque la calidad de la mucosa y la flora intestinal de la persona no depende
sólo del gluten, sino del conjunto de su dieta: Un intestino sucio, irritado o inflamado,
cubierto de mucosidad por abuso de harinas híbridas y refinadas, levadura química,
leche, yogur, azúcar, café, cacao, tabaco, alcohol y otros alimentos extremos o
procesados como refrescos, bollería, zumos comerciales, conservantes, colorantes,
potenciadores del sabor, etc. está más predispuesto a sufrir trastornos diversos, no
sólo celiaquía, también muchas otras enfermedades digestivas e intestinales.
En este punto, es clave que los científicos dejen su enfoque “miope”, que se
centra en estudiar las enfermedades y su mecánica sin tener en cuenta el contexto en
el que se producen. Las enfermedades normalmente no se deben a un único factor,
causa, virus, bacteria o fallo del sistema, sino a un conjunto de factores que incluyen
dieta, estilo de vida y estado emocional, y que actúan en sinergia. En este sentido, el
enfoque científico, tal como está planteado, es bastante limitado.
Da mucha lástima ver cómo a las personas que sufren de celiaquía se les
suelen prohibir todos los cereales de la dieta sin darles apenas alternativas, cuando
existen cereales sin gluten estupendos, como la quínoa, mijo, teff, trigo sarraceno,
maíz, amaranto… Por mi trabajo he tenido la oportunidad de hablar con bastantes
celíacos, y van siempre desesperados por los carbohidratos, ya que la opción que da
la medicina oficial es simplemente no comer pan, pasta o arroz, con lo que se quedan
con una dieta muy pobre en hidratos de calidad, y eso les aboca a comer azúcar y
dulces, lo que no contribuye a mejorar su mala salud intestinal. No debemos olvidar
que mantener un suministro de glucosa regular y estable es esencial para nuestro
correcto rendimiento y para mantener la actividad normal de nuestras células.
4º Lo último, pero no menos importante, es intentar basar la dieta en alimentos
naturales, cultivados en nuestro entorno más próximo de forma sostenible, sin
agroquímicos: Si la persona se alimenta con alimentos procesados llenos de aditivos
químicos, y con vegetales de cultivo no ecológico, que están contaminados con los
plaguicidas, fertilizantes y demás agroquímicos utilizados en la agricultura moderna,
tendrá unos niveles altísimos de toxicidad, y esto incrementa el riesgo de
comportamientos “alterados” del Sistema Inmunitario, como la celiaquía, el
neurogluten, o cualquier otra enfermedad auto-inmune.