You are on page 1of 51

LENGUAS INDÍGENAS Y CRIOLLAS DE

COLOMBIA: UN BALANCE DE SU
SITUACIÓN ACTUAL

Olga Ardila1
Universidad Nacional
Instituto Caro y Cuervo

BOGOTÁ, JULIO DE 2009

1 El presente trabajo contó con la colaboración de Liz Castro , investigadora del instituto Caro y Cuervo

0
INTRODUCCIÓN

Colombia es un país multilingüe y pluricultural. Su especial ubicación


geográfica lo convirtió en sitio de paso y estadía obligado de diversos grupos
humanos, que a través de la historia han dejado la huella de sus culturas y
lenguas. Es así como, en la actualidad, nuestro país cuenta con más sesenta
lenguas indígenas pertenecientes a trece familias lingüísticas diferentes,
además de contar con dos lenguas criollas de distinta base léxica, a saber el
criollo palanquero (de base léxica española) y el criollo sanandresano (de
base léxica inglesa).

Sin embargo, esta amplia diversidad cultural y lingüística contrasta con el


hecho de que en el territorio colombiano viven solamente 800.000 – 1.000.000
personas que se auto reconocen como indígenas – cerca del 2% de la
población del país – y una numerosa y variada población afrocolombiana que
vive en pequeñas comunidades tradicionales a lo largo y ancho de los litorales
Pacífico y Caribe. Tal y como lo mencionan Arango y Sánchez: “Colombia
ocupa un lugar mediano en cuanto al volumen de población, debe señalarse
que en relación con el número de grupos étnicos identificados en América,
ocupa el tercer lugar después de Brasil y México.”2

Igualmente, la historia de los grupos étnicos en el país se ha caracterizado por


una relación de clara desigualdad, en términos del sometimiento de éstos a la
sociedad mayoritaria, la cual a su vez ha mostrado hostilidad hacia ellos de
diversas maneras según el momento histórico en el que han interactuado. Por
ejemplo, con prácticas como el genocidio, durante el período de la Conquista,
y el etnocidio, tanto en el período de la Colonia como en el de la República; y
finalmente, con la implementación de diversas políticas integracionistas que
desconocían las culturas y formas propias de concebir el mundo por parte de
dichos grupos étnicos pretendiendo, de esta forma, asimilarlos a la vida de la
nación por considerarlos “ser menos” respecto a los que “son más”.

Ya en la última década del siglo pasado, a partir de la Constitución Política


Nacional de 1991, Colombia asumió el compromiso de superar las políticas de
dominación ejercidas tradicionalmente hacia los grupos étnicos, iniciando así
la comprensión de la nación como entidad conformada por un conglomerado
multicultural y plurilingüe, hecho que constituye un enorme adelanto en el
reconocimiento y desarrollo de los derechos fundamentales, económicos y
sociales de las comunidades indígenas. Es de resaltar, igualmente, el notorio
avance del país en materia de reconocimiento de los derechos territoriales
indígenas y afrocolombianos en comparación a otros países latinoamericanos.

El objetivo principal de este texto es mostrar un panorama general de la


diversidad lingüística de nuestro país haciendo énfasis en la situación

2ARANGO Raúl, y SÁNCHEZ, Enrique. Los pueblos Indígenas de Colombia en el umbral del nuevo milenio. Impreso Publicaciones,
Departamento Nacional de Planeación. Bogotá D. C. 2004. Pg 1.
1
sociolingüística actual de las lenguas indígenas y criollas. Inicialmente, se
realizará una presentación general de los grupos indígenas vistos desde los
censos poblacionales realizados en Colombia, para posteriormente
profundizar en la clasificación de las lenguas indígenas colombianas de
acuerdo a criterios de filiación genética, en las distintas denominaciones de las
lenguas indígenas y en las fechas de investigaciones lingüísticas en lenguas
colombianas. Luego, se analizará la situación sociolingüística de las lenguas
vernáculas de nuestro país dándole un espacio propio a la presentación de
dos fenómenos sociales de alta complejidad que se han evidenciado
recientemente en estas comunidades, como lo son el desplazamiento forzado
y la movilización de indígenas a los cascos urbanos más importantes del país.
Finalmente, un esquema similar se utilizará para el abordaje de las lenguas
criollas.

2
1. LAS LENGUAS INDÍGENAS DE COLOMBIA

1.1. POBLACIÓN3

No se tiene idea exacta sobre el número de población amerindia que habitaba


originalmente en el territorio que hoy es Colombia a la llegada de los
conquistadores, pero algunos estudios de demografía histórica lo estiman en
aproximadamente diez millones de personas. Factores como la resistencia a
la conquista y colonización, las enfermedades que trajeron los europeos y la
asimilación cultural diezmaron notablemente en pocas décadas a la población
indígena, ya que hacia 1778 la Audiencia de Santa Fe reportaba en sus
censos la existencia de apenas 459.000 indígenas. Para los Siglos XVIII y XIX
no se tienen datos globales sobre población indígena, ya que se cuenta
solamente con estimados para regiones específicas en distintas fuentes
misionales, informes de viajeros y censos comunitarios realizados por los
cabildos en cumplimiento de normas de empadronamiento y registro de
población.

Igualmente, para la primera mitad del Siglo XX se presentan diferentes


estimativos poblaciones como los del Handbook of South American Indians de
1949 (165.000), el Anuario Indígena de 1962 (250.000) y la División de
Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno (1964: 360.000, 1966: 277.000).
Durante la década de los setenta, entidades gubernamentales como el
Instituto Colombiano de la Reforma Agraria - INCORA y la División de Asuntos
Indígenas del Ministerio de Gobierno - actualmente Ministerio del Interior -
iniciaron estudios demográficos que buscaban tener una visión general sobre
los pueblos indígenas con fines diversos como el otorgamiento de tierras y la
realización de estudios socioeconómicos, estimando la población indígena
para 1971 en 344.000 individuos. Estos datos contrastan notablemente con
los otorgados por misiones religiosas como Las Obras Misioneras Pontificias y
el Instituto Lingüístico de Verano -ILV- que para ese mismo año hablan de
150.280 y 163.000 indígenas, respectivamente. Estas diferencias observadas
en los estimativos se deben en gran medida a la definición que se tiene sobre
quién es indígena, dado que mientras los misioneros católicos y el ILV sólo
consideraban como indígena a la población tradicional, o que conservaba su
lengua vernácula, el Incora y la División de Asuntos Indígenas tomaban
también en cuenta población indígena que había adoptado formas de vida
similar a la de los campesinos y que había inclusive perdido su lengua
aborigen. Finalmente, el Sacerdote Católico Francisco Arango en su Atlas
Indigenista calculaba la población indígena para 1976 en 247.000 personas.

3 Los datos referenciados en este aparte fueron extraídos de las siguientes fuentes: ARANGO Raúl, y SÁNCHEZ, Enrique. Los pueblos
Indígenas de Colombia en el umbral del nuevo milenio. Impreso Publicaciones, Departamento Nacional de Planeación. Bogotá D. C. 2004;
DANE. Los Grupos Étnicos de Colombia en el Censo de 1993 – Análisis de Resultados. División de Ediciones DANE.; DANE. Los Grupos
Étnicos de Colombia en el Censo de 1993 –Resultados. División de Ediciones DANE.; Colombia: una nación multicultural. Su diversidad étnica.
DANE. 2007.

3
Los censos modernos sobre indígenas comienzan a partir del Censo Nacional
de 1973 que contabilizó 368.000 indígenas, mientras que para 1985 se
reportaron 341.707. En 1993, se aplicó por primera vez un formulario especial
exclusivo para las regiones con mayor población indígena del país arrojando
un total de 603.280 indígenas. A esto se añade la proyección realizada por los
investigadores Raúl Arango y Enrique Sánchez quienes incorporaron a los
datos de población indígena ajustados por el DANE (Departamento
Administrativo Nacional de Estadística) en 1997, los datos complementarios
de la Guía Etnográfica de Colombia del DNP – Departamento Nacional de
Planeación y los datos de población de resguardos constituidos, ampliados y
reestructurados por el Incora a diciembre de 2001, registrando así una
población indígena para dicho año de 785.353 personas. Finalmente, el último
Censo Nacional, realizado en el año 2005, determinó en 1.392.623 la
población indígena y en 4.311.757 la población afrocolombiana, lo cual
correspondería a un 3,4% y 10,6% de la población colombiana,
respectivamente.

Cabe señalar que el establecimiento de información adecuada y sistematizada


para caracterizar a las comunidades indígenas y afrodescendientes ha sido
desde siempre un reto para las diferentes entidades gubernamentales
colombianas encargadas de este proceso, ya que factores como dificultades
de acceso a los grupos, metodologías de encuesta inadecuadas que no
tomaban en cuenta aspectos como la existencia de asentamientos
multilingües ni la distinción clara entre etnia y lengua, entre otros, no han
permitido un adecuado tratamiento de los datos de población sobre estas
comunidades, y no obstante los avances obtenidos a este respecto,
especialmente en los dos últimos censos, se requiere tener una mayor
cobertura y calidad en la información demográfica sobre estas comunidades.

Finalmente, es de resaltar que, como puede observarse en los siguientes


cuadros, salvo en los censos de 1964 y 1985, el porcentaje de la población
indígena respecto al total nacional aumenta. Debe tenerse en cuenta, no
obstante, que los censos realizados en estos años tuvieron serios problemas
de cobertura. Igualmente, a excepción de los censos de 1918 y 2005, los
cuales arrojaron el 2.71% y 3,4% de la población indígena respecto al total
nacional, respectivamente, los censos oficiales donde se reporta población
indígena muestran una participación inferior al 2% para esta población.
Resalta claramente el hecho de que entre el periodo de 1993 - 2005 el
porcentaje de población que se reconoce como perteneciente a una minoría
étnica se duplicó, lo cual trajo como consecuencia que la validez de los
resultados de este último Censo Nacional haya sido cuestionada e incluso
algunos investigadores consideran que los datos del 2005 no deben ser
tenidos en cuenta.

4
Tomado de: ARANGO Raúl, y SÁNCHEZ, Enrique. Los pueblos Indígenas de Colombia en el umbral del nuevo milenio. Impreso
Publicaciones, Departamento Nacional de Planeación. Bogotá D. C. 2004. Tabla elaborada con base en distintas fuentes y documentos,
revisados en las respectivas entidades y en la Antigua Unidad de Desarrollo Territorial del Departamento Nacional de Planeación.

Tomado de: URIBE, Margarita María. Los grupos étnicos de Colombia: intentos de cuantificación y criterios para el censo 1993. Tesis de grado
de Antropología de la Universidad de los Andes. DANE, 1998. En: Colombia: una nación multicultural. Su diversidad étnica. DANE. 2007.

5
1.2. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS LENGUAS INDÍGENAS

Las lenguas indígenas colombianas se pueden clasificar en las siguientes


familias lingüísticas, de acuerdo a criterios de filiación genética:

1. Familia Lingüística Chibcha (7 lenguas): grupo arhuaco (kogui, ika,


damana), tunebo, cuna, barí, chimila

2. Familia Lingüística Arawak (8 lenguas): wayuunaiki, yukuna, achagua,


curripaco, piapoco, cabiyarí, tariana, baniwa

3. Familia Lingüística Caribe (2 lenguas): yuko, carijona

4. Familia Lingüística Quechua (1 lengua): inga

5. Familia Lingüística Tupí-Guaraní (2 lenguas): cocama, nheengatú

6. Familia Lingüística Peba-Yagua (1 lengua): yagua

7. Familia Lingüística Tucano (17 lenguas): grupo Tucano Oriental (bará,


barasana, carapana, cubeo, desano, guanano, macuna, piratapuyo,
pisamira, siriano, tanimuca, tatuyo, tucano, tuyuca, yurutí), grupo Tucano
Occidental (koreguaje, siona)

8. Familia Lingüística Sáliba – Piaroa (2 lenguas): sáliba, piaroa

9. Familia Lingüística Guahibo (4 lenguas): sikuani, cuiba, guayabero, hitnu

10.Familia Lingüística Makú-Puinave (5 lenguas): lenguas makú (cacua,


hupda, yuhup, nukak), puinave

11. Familia Lingüística Bora (3 lenguas): bora, muinane, miraña

12. Familia Lingüística Chocó (2 lenguas): embera, waunana

13. Familia Lingüística Uitoto (3 lenguas): uitoto, ocaina, nonuya

Igualmente, las siguientes lenguas aún no han sido clasificadas (lenguas


independientes):

1. andoque
2. awa – cuaquier
3. kamsá
4. cofán
5. guambiano
6. nasayuwe
6
7. ticuna

De todas estas lenguas mencionadas arriba, cuatro (tariana, cocama, baniwa,


nheengatú) cuentan con un mayor número de hablantes en países fronterizos
(Venezuela, Perú, Brasil) que en Colombia y, además, han sido estudiadas
con mayor profundidad en dichos países. Igualmente, como se mencionará
más adelante, las lenguas indígenas colombianas se caracterizan por ser en
su mayoría lenguas de frontera, y en algunos casos, como son los de las
lenguas cuna, ticuna y wayuunaiki, su presencia en nuestro país es menor que
en países vecinos como Venezuela, Brasil, Perú, Ecuador y Panamá.

Es importante señalar, además, que esta propuesta de clasificación si bien es


la más aceptada dentro de la comunidad académica aún es cuestionada por
varios investigadores del área, dado que en algunos casos no se cuentan con
estudios amplios que permitan determinar distinciones entre variantes
dialectales de una lengua o lenguas distintas muy cercanas lingüísticamente,
sin contar también con las diferentes propuestas de agrupación de las lenguas
que actualmente se cuentan como aisladas. Es el caso por ejemplo de las
variedades guambiano y totoró o de las múltiples variantes dialectales de la
lengua embera, las cuales han sido planteadas por algunos investigadores
como lenguas y no como variantes dialectales, dadas sus divergencias con la
variedad estándar de esta lengua. Como conclusión a este punto, es
necesario, entonces, señalar que para varias de las lenguas indígenas del
país se requieren estudios de mayor profundidad para establecer con claridad
tanto filiaciones lingüísticas como variedades dialectales.

1.2.1. Familia Lingüística Chibcha

Esta familia, consolidada por Max Uhle en 1888, ha sido bastante


controvertida y rebatida a lo largo de la historia de los estudios sobre familias
lingüísticas. Se sabe que las primeras clasificaciones afines a las macro-
clasificaciones planteadas por Joseph Greenberg no son satisfactorias, ya que
sus bases evidenciales eran débiles. El lingüista Costarricense Adolfo
Constenla, por lo tanto, excluye del conglomerado chibcha a las lenguas del
sur andino (como el nasayuwe y el guambiano) y, de igual manera, deja de
lado agrupaciones como el macro – filo chibcha de Greenberg o el tronco
Chibcha planteado por Loukotka, proponiendo, en cambio, una especie de
micro – filo, llamado “Paya – Chibcha”, basado en el número de cognados
compartidos entre las lenguas del llamado grupo del istmo centroamericano y
el paya de Honduras. De acuerdo con esta clasificación, dentro de la familia
Chibcha se encontrarían, entonces, cinco subgrupos y varias lenguas
coordinadas.

Para el área colombiana tendríamos las siguientes lenguas pertenecientes a


esta familia, las cuales, a excepción del cuna, pertenecen a la zona nororiental
del país:
7
- Familia Chibcha: grupo arhuaco (kogui, ika, damana), tunebo, cuna
- Microfilo Chibcha: familia Chibcha: barí, chimila.

El grupo arhuaco, tal vez el más homogéneo a nivel tanto cultural como
lingüístico, se encuentra a lo largo y ancho de la Sierra Nevada de Santa
Marta, mientras que la lengua chimila, ubicada en la parte baja de la sierra, si
bien es de indiscutible filiación Chibcha no se reconoce dentro del
conglomerado cultural arhuaco; de la misma forma, aún más alejada de este
eje nororiental, en las inmediaciones de la Serranía del Perijá – Motilones
(Norte de Santander) encontramos la lengua barí. Ubicada dentro de la zona
nororiental colombiana, aunque hacia el extremo izquierdo, encontramos a la
lengua u’wa o tunebo hablada en la vertiente oriental de la Sierra Nevada del
Cocuy y, finalmente, hacia el otro extremo del país, en los departamentos del
Chocó y Antioquia, en límites con Panamá, encontramos a los cuna o tule.
Dado que la mayor parte de la población cuna se encuentra en Panamá esta
lengua ha sido ampliamente estudiada en este vecino país por investigadores
como Joel Sherzer, Luciano Giannelli, y Beatrice Pacini, entre otros.

1.2.2. Familia Lingüística Arawak

Esta familia es la más extensa y difundida en todo el continente y fue


postulada por el jesuita Salvador Gilij en el S. XVIII. El mapa continental de las
lenguas de la familia Arawak se caracteriza por presentar una expansión en
forma de estrella, a partir de las confluencias del Amazonas con el río Negro y
el Purús, en la cual desde el río Negro se produce una expansión en la
Orinoquía, probablemente por el Casiquiare, mientras que desde el río Purús
se produce una expansión hacia el alto Ucayali. El mayor número de lenguas
de la familia se encuentra en la zona comprendida entre el alto y medio
Orinoco al norte y un eje río Negro – Vaupés al Sur, siendo esta área casi
homogéneamente Arawak pero, simultáneamente, exhibiendo mucha
diversidad interna, lo cual ha llevado a varios investigadores a pensar que la
familia tuvo allí su foco de dispersión.

En la actualidad, se distinguen tres divisiones principales de las lenguas


Arawak en Colombia: a) el achagua, lengua antiguamente muy importante en
los Llanos Orientales, pero que en la actualidad está reducida a dos pequeñas
comunidades del Meta y del Vichada; b) Un continuo escalonado de lenguas,
en creciente diferenciación, entre el río Guaviare y el río Vaupés llamadas
piapoco en la parte septentrional, curripaco en la parte central y curripaco-
baniva en la parte septentrional; c) Al oriente, en la frontera con Venezuela, un
área compleja de lenguas cercanas, entre el río Guainía y el Alto río Negro, de
las cuales la única representante en Colombia sería la lengua baniva.
Separados del área piapoco – curripaco – baniva por el enclave de las lenguas
Tucano – Orientales del Vaupés, se encuentra hacia el sur otra área casi
continua de lenguas Arawak. Así, entre el río Vaupés y el Apaporis, sobre el
8
Cananarí, están los cabiyaríes; entre el Apaporis y el Caquetá, sobre el Mirití-
Paraná, están los yucunas; y en el Vaupés (bajo Papurí), y unos pocos en
Leticia (Amazonas), están los tariano, si bien en la actualidad no se
encuentran hablantes de esta lengua. Los antiguos tariano hablan tucano.
Finalmente, por todo lo largo de la Península de la Guajira, en zona fronteriza
entre Colombia y Venezuela, se encuentra el wayuunaiki.4

En conclusión, las lenguas habladas actualmente en Colombia de filiación


Arawak son: el wayuunaiki (guajiro), el achagua, el piapoco, el curripaco
(baniva del Isana), el baniwa (baniva del Río Negro), el cabiyarí y el yucuna.
De estas, el wayuunaiki cuenta con estudios muy a profundidad tanto en
nuestro país como en Venezuela, donde ha sido estudiado por investigadores
como Esteban Mosonyi, Miguel Ángel Jusayú, Jesús Olza Zubirí y José
Álvarez, entre otros, mientras que, por su parte, el piapoco también tiene
presencia en Venezuela. La situación más compleja se presenta en el caso
de las lenguas curripaco y baniwa, ya que en la literatura, hasta épocas
recientes, se presentaba confusión entre términos como curripaco,
curripaco/baniwa del Guainia, Inirida e Içana, y baniva, lo cual dificultaba la
distinción entre estas dos lenguas, si bien en la actualidad se tiene claridad al
respecto y se llevan a cabo estudios a nivel lingüístico de ambas lenguas,
principalmente en Venezuela y Brasil. Tanto el baniva como el curripaco han
sido estudiados por Henri Ramires, Alexandra Aikhenvald, Omar González-
Ñáñez y Lara Teles, entre otros. Finalmente, los hablantes del tariano se
encuentran en territorio brasilero, donde la lengua ha sido estudiada en
épocas recientes principalmente por Alexandra Aikhenvald. Esta lengua
cuenta en la actualidad con muy pocos hablantes.

1.2.3. Familia Lingüística Caribe5

Esta familia es la tercera en extensión en América del Sur después de la


Arawak y de la Tupí-Guaraní tanto por el número de sus lenguas (entre 40 y
60, sin contar varias desaparecidas y otras en vías de extinción) como por su
extensión geográfica, desde la parte oriental de Colombia (sudeste y nordeste)
hasta las Guyanas, así como varias zonas situadas al sur del Amazonas, entre
este río y la cuenca del Xingu. Su centro de dispersión parece ubicarse en la
región guayanesa donde se localiza el mayor número de lenguas Caribe
emparentadas. Fuera de este núcleo, casi completamente rodeado por
lenguas Arawak, hay una expansión Caribe por las costas venezolanas que se
prolonga hacia la Sierra del Perijá y la cuenca del Río Magdalena, y otra hacia
el Amazonas que llega, en dirección sur, al alto Río Xingú, y en dirección
oeste, al Caquetá colombiano.

4 LANDABURU, JON. Clasificación de las lenguas indígenas de Colombia. Disponible en:


http://www.lablaa.org/blaavirtual/antropologia/lengua/clas2.htm

5CASTRO, Liz Katherine. La Lingüística Aborigen en las Zonas Norte y Oriente de Colombia: Balance Bibliográfico de los Estudios Lingüísticos
Realizados en esta Región (1984-2008). Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. 2008. Manuscrito.
9
Además de las hipótesis de Paul Rivet, quien planteaba que las lenguas del
Chocó y otras como el panche, el pijao, el colima, el muzo, el pantagora o
palenque (lenguas hablada en la antigüedad en Colombia) y el desaparecido
patagón (departamento de Cajamarca -Norte del Perú) eran de procedencia
Caribe, y Greenberg, quien agrupa la familia Caribe en su sexta división
titulada Ge-Pano-Carib junto a lenguas como el andoke (aislada), el uitoto, el
bora, el yagua, varias lenguas chaqueñas y otras, no se han hecho nuevos
planteamientos con respecto a las lenguas colombianas pertenecientes a esta
familia. En nuestro país no quedan, entonces, sino dos vestigios de las dos
grandes expansiones caribe, a saber, la lengua carijona, ubicada en el alto
Caquetá, el Yarí, el Apaporis y el alto Vaupés, y la lengua yuko, ubicada en la
Serranía del Perijá – Motilones (Departamento de Norte de Santander), la cual
también cuenta con mayor número de hablantes en Venezuela. En este país
el yuko o yukpa ha sido estudiado por investigadores como Luis Oquendo,
Mariela Chavier, Raimundo Medina, Sergio Meira y Gisela Swiggers, entre
otros.

1.2.4. Familia Lingüística Quechua

A mediados de la década del 80 se consideraba que cerca de diez millones


de personas hablaban una variedad del quechua como lengua materna,
distribuyéndose a lo largo de Suramérica en Perú, Ecuador, Bolivia, Argentina,
Colombia, Chile y Brasil. De acuerdo con expertos, una separación inicial
entre los troncos conocidos como quechua I y quechua II habría ocurrido a
principios de nuestra era en la sierra y costa central del Perú, más la zona
costeña aledaña. Durante una segunda expansión, el ancestro de las
variedades del quechua II empezó a propagarse hacia el norte y hacia el sur.

Al parecer, la presencia de la variedad de quechua existente en Colombia, el


inga o ingano, no es muy antigua, pero sigue siendo muy afín a las variedades
existentes en el Ecuador. La mayor parte de los miembros del pueblo ingano
están ubicados en el Putumayo, en el Valle del Sibundoy y, el resto, en
Aponte, departamento del Nariño y en el alto Caquetá. Se reconocen cinco
dialectos principales: Aponte (Nariño); Santiago y Colón (alto Putumayo), San
Andrés (alto Putumayo); Condagagua, Osochocha y Yungillo (bajo Putumayo);
Puerto Limón y San Miguel de la Castellana (bajo Putumayo); y Puerto
Guayuco (Bota Caucana).

1.2.5. Familia Lingüística Tupí-Guaraní

El tronco Tupí, uno de las más importantes de América del Sur, se divide en
ocho familias, siendo la tupí-guaraní una de las más importantes. Esta
subfamilia comprende 53 lenguas habladas o que se hablaban en Argentina,
Bolivia, Brasil, Colombia, Guayana Francesa, Paraguay, Perú y Venezuela, las
cuales se clasifican en once subgrupos y una lengua aislada. En nuestro país,
el tronco Tupí-Guaraní tiene una presencia marginal con las lenguas
10
nheengatú (língua geral amazônica) y la lengua cocama, pertenecientes al
grupo C III de esta subfamilia. La lingüista Ann Suelly Cabral plantea que los
ancestros de los cocama habrían anteriormente hablado una o más lengua(s)
no pertenecientes a la familia Tupí-Guaraní, pasando a hablar una lengua de
esta familia primero como lingua franca y luego como lengua materna.

Los cocama se ubican principalmente desde el bajo río Huallaga, al sudoeste,


siguiendo la ribera sur del Marañón hacia el nordeste, hasta la zona de la boca
del río Tigre. En nuestro país se encuentran en el departamento del Amazonas
hacia el extremo suroeste del Trapecio Amazónico en zona fronteriza con
Brasil y Perú. En la actualidad, esta comunidad se encuentra en un estado
avanzado de disolución étnica y su lengua está en desuso, ya que los cocama
han optado por ocultar su lengua negándose abiertamente a transmitirla por
los constantes abusos de los que fueron objeto en épocas anteriores. La
mayoría de estudios sobre el cocama se encuentran en Perú, país donde
reside la mayor parte de esta comunidad, contando con investigadores como
Lucas Espinosa, Oscar Agüero, Norma Faust y en épocas recientes Rosa
Vallejos y Ann Suelly Cabral.

De acuerdo con la investigadora Sandra Rodríguez en su diagnóstico


sociolingüístico de la Ribera del Amazonas: “Esta lengua no ha sido ni descrita
ni estudiada en Colombia. En estos momentos no hay una entidad que se
interese por apoyar un proceso de revitalización o de rescate de esta lengua
en vías de extinción. De tal manera que si no se produce un movimiento
interno del grupo étnico es probable que la lengua muera, es urgente
emprender un trabajo descriptivo de esta lengua, con los pocos hablantes de
cocama en Colombia. Este grupo no cuenta con ningún material didáctico, ni
lingüístico como alguna fonología, morfología o sintaxis o un diccionario que
recopile y difunda la lengua en todos los niveles y a todos los pobladores”6

Por otra parte, el idioma nheengatú, hablado principalmente en Brasil, a lo


largo del alto río Negro, el Vaupés y el Isana en zonas fronterizas con
Colombia y Venezuela, fue anteriormente lingua franca para toda esta región.
Esta lengua ha sido ampliamente estudiada y documentada en territorio
brasilero por diferentes investigadores, entre los que se destacan José
Ribamar Freire, Maria Cândida Barros y Luiz Borges.

1.2.6. Familia Lingüística Peba-Yagua

El único idioma de esta familia lingüística que sobrevive en la actualidad es la


lengua yagua, ya que el peba, el masamae y el yameo, se extinguieron entre
principios del siglo XX y la década del 60 del mismo siglo. En la actualidad, la
comunidad yagua se encuentra, en su mayoría, en territorios próximos a las
riberas del río Amazonas en Perú y en los afluentes de éste en frontera con

6RODRÍGUEZ, Sandra Patricia. De lo visible a lo invisible. Un acercamiento sociolingüístico a tres asentamientos de la ribera del Amazonas
colombiano: Mocagua, Ronda y La Libertad. Departamento de Lingüística. Maestría en Lingüística. 2001.
11
Colombia. En nuestro país, este grupo se ubica en los resguardos de Santa
Sofía y El Progreso, así como en el Asentamiento de La Libertad – ribera del
río Amazonas. La lengua yagua ha sido estudiada en Perú por los lingüistas
Doris y Thomas Payne, Esther y Paul Powlison, y Daniel Everett
pertenecientes al Instituto Lingüístico de Verano.

1.2.7. Familia Lingüística Tucano

Esta familia, de alta dispersión geográfica, se localiza en el noroeste


amazónico colombiano y partes adyacentes del noroeste de Brasil y consta de
dos ramas diferenciadas pero de indiscutible filiación, a saber, las subfamilias
Tucano Oriental y Tucano Occidental. Las dos lenguas de la subfamilia
Tucano Occidental que se hablan en Colombia en la actualidad, siona y
koreguaje, cuentan con hablantes ubicados en la parte alta del río Caquetá y
en el Putumayo, mientras que el vasto conjunto de lenguas Tucano Orientales
cuenta con hablantes dispersos desde el bajo río Apaporis y el Vaupés hasta
el río Negro.

Las lenguas de esta subfamilia (bará, barasana, carapana, cubeo, desano,


guanano, macuna, piratapuyo, pisamira, siriano, tanimuca, tatuyo, tucano,
tuyuca, yurutí), debido a la dinámica de exogamia lingüística practicada en
estas comunidades, cuentan con hablantes que poseen conocimiento de
mínimo dos variedades lingüísticas. Cabe destacar, igualmente, que estas
lenguas poseen en común características como un reducido número de
hablantes y una relativa homogeneidad cultural entre las diferentes etnias; por
otra parte, la exogamia lingüística fundamenta las relaciones de intercambio
matrimonial entre los miembros de las diferentes lenguas.

Los primeros estudios sobre las lenguas Tucano fueron llevados a cabo por
Theodor Koch-Grünberg a principios del siglo XX. El autor alemán presenta
hipótesis acerca de las relaciones de proximidad lingüística existente entre las
diferentes lenguas Tucano, hipótesis que han sido validadas en estudios
posteriores. Entre algunas de las lenguas Tucano-Orientales existe un
estrecho parentesco lingüístico que permitiría postular la existencia de un
continuo dialectal en el cual las variedades contiguas muestran mayor
afinidad. Las siguientes variedades lingüísticas conforman agrupaciones con
mayores niveles de cercanía:7

1. bara- tuyuca- yurutí- pisamira- tucano


2. tatuyo -carapana
3. guanano piratapuyo.

Muchas de las lenguas de esta familia tienen hablantes en territorio brasilero


(desano, guanano, tucano, entre otras) y en Ecuador y Perú (siona); sin

7ARDILA, OLGA. “Lingüística aborigen colombiana: La problemática de las lenguas Tucano. Forma y Función No 17. Bogotá. Universidad
Nacional. Pag. 31
12
embargo el mayor número de hablantes de lenguas Tucano se encuentra en
nuestro país.

1.2.8. Familia Lingüística Sáliba – Piaroa

Esta agrupación, propuesta por el jesuita Salvatore Gilij, está compuesta en la


actualidad por las lenguas sáliba (Departamento del Meta) y piaroa
(Departamento del Vichada). La lengua piaroa cuenta con un gran número de
hablantes en el Territorio Federal del Amazonas en Venezuela y ha sido
estudiada en este país por Silvana Caula, Laurence Krute-Georges y
Maurelena Remiro.

1.2.9. Familia Lingüística Guahibo

Esta es una familia bastante homogénea a nivel lingüístico y presenta un alto


porcentaje de cognados y muchas estructuras comunes a nivel fonológico y
gramatical. Dentro de las lenguas guahibo se distingue un núcleo central de
variedades escalonadas llamado “guahibo medio”, cuyos extremos son las
lenguas cuiba y sikuani (departamentos de Arauca y Vichada) presentándose
un continuo de la siguiente forma8:

cuiba (mochuelo, chiricoa, iguanito)


maibén (o masiware)
CUIBA siripu
capanapareño
__________ yamoti ____ (variedad intermedia entre cuiba y sikuani, en estado de cuibización debido al contacto)
yamarero – playero o amorúa
SIKUANI sikuani de Parawa (oriental)
sikuani de Waü (occidental)

Finalmente, separados de este continuo se encuentran el hitnu (Departamento


de Arauca) y, aún más alejado, el guayabero (Departamento de Guainía). Las
dos lenguas numérica y culturalmente más importantes de esta familia, a
saber el sikuani y el cuiba, son también habladas en menor número en
territorio venezolano, donde han sido estudiadas principalmente por Beatriz y
Guillermo Guevara, Marcelo Machal y Jorge Mosonyi.

1.2.10. Familia Lingüística Makú-Puinave

Esta familia está compuesta por el grupo de lenguas Makú y la lengua puinave
(Llanos del Meta y Vichada en Frontera con Venezuela y Brasil). Los grupos
makú son pueblos cazadores – recolectores del noroccidente de la Amazonía
en Colombia (nukak, cacua, yuhup, hupdë) y Brasil (yuhup, hupdë, nadëb y
düw) que se movilizan desde el río Apaporis hasta el río Guaviare. Dicha

8QUEIXALÓS FRANCISCO. “Lenguas Aborígenes de la Orinoquía de Colombia”. En: GONZÁLEZ DE PÉREZ, María Stella (Coord. y edit.)
Lenguas indígenas de Colombia: Una visión descriptiva pgs. 567 – 569. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. 2000. 848 pgs.
13
situación hace que ésta sea una familia heterogénea tanto antropológica como
lingüísticamente, dado que los puinave son sedentarios y enemigos
ancestrales de los makú, quienes son seminómadas. Igualmente, a nivel
lingüístico, son evidentes las diferencias entre las lenguas y aún en la
actualidad se cuestionan las razones de la filiación del puinave con las
lenguas makú.

De acuerdo con la investigadora Patience Epps, se encuentra un microfilo


Nadahup en el cual estarían las lenguas hupdë y yuhup, muy cercanas entre
sí, luego el düw y un poco más alejado morfológicamente el nadëb.
Igualmente, se reconoce que las lenguas nukak y cacua presentan una
relación muy estrecha y algunos investigadores incluso las consideran como
un conjunto con una separación relativamente reciente. Las lenguas hupdë y
yuhup han sido estudiadas en territorio brasilero, la primera por Patience Epps
y la segunda por Dalva del Vigna y Aurise Lopes, principalmente.

1.2.11. Familia Lingüística Bora

La conformación de esta familia ha sido muy controvertida, ya que en la


literatura se han relacionado estrechamente las lenguas de esta familia con las
lenguas de la familia lingüística uitoto (uitoto, nonuya y ocaina) dada la
relación cultural existente entre estos grupos, conocidos como “gente de
centro”, lo cual ha generado cierta confusión en el uso de los términos
muinane y murui, principalmente. Sin embargo, en la actualidad se reconocen
a las familias bora y uitoto como independientes, si bien la discusión
relacionada con un ancestro común para estas lenguas continúa siendo
vigente. De acuerdo con lo anterior, la familia lingüística bora, entonces,
constaría de tres lenguas que se hablan en el Caquetá colombiano, a saber el
bora, cuyos hablantes se han ido desplazando desde la zona aislada del río
Cahuinarí hasta los ríos Igaraparaná y Caquetá en frontera con Perú y Brasil,
el miraña, cuyos hablantes se ubican en la zona donde el Cahuinarí, viniendo
desde el sudoeste, desemboca en el río Caquetá y, finalmente, el muinane,
tradicionalmente hablado en la zona de La Sabana, pero que en la actualidad
se localiza en el curso medio del río Caquetá.

El miraña y el bora están estrechamente relacionados desde el punto de vista


lingüístico e, incluso, algunos investigadores han planteado la posibilidad de
que estas dos lenguas representen dos puntos de un continuo dialectal
existente a lo largo del río Cahuinarí – miraña al noreste y bora al suroeste -,
ya que sus diferencias principales se encuentran a nivel fonológico
(palatización marcada en bora).

1.2.12. Familia Lingüística Chocó

La familia lingüística Chocó se considera en la actualidad de filiación


independiente, gracias a los trabajos comparativos que Jacob Loewen llevó a
14
cabo a mediados del Siglo XX, y comprende dos lenguas ininteligibles entre sí
pero emparentadas, habladas en la vertiente del Pacífico colombiano y zonas
aledañas así como en Panamá: la embera y la waunana. La comunidad
embera o chocó se distribuye a lo largo de la Costa Pacífica desde Montería
hasta la frontera con el Ecuador, lo cual ha generado un complejo conjunto de
variedades dialectales de la lengua; de acuerdo con Mauricio Pardo y Daniel
Aguirre dichas variedades son más o menos inteligibles entre sí y se
distribuyen de manera global en tres áreas principales: Bajo Baudó, Alto San
Juan, Antioquia/Córdoba – Atrato, siendo más sencilla la comunicación entre
hablantes del Bajo Baudó y de Antioquia/Córdoba – Atrato.

Por su parte, la lengua waunana se ubica principalmente en dos zonas, la


primera de las cuales comprende el medio y bajo San Juan, en los
departamentos del Chocó y Valle del Cauca, mientras que la segunda
comprende la porción costera alrededor de Juradó, cerca de la frontera de
Panamá. En este país, el waunana ha sido estudiado principalmente por
Ronald Binder.

1.2.13. Familia Lingüística Uitoto

Esta familia lingüística está conformada por las lenguas uitoto, ocaina y
nonuya, las cuales se localizan en la zona sur de la Amazonía colombiana
(ríos Caquetá, Putumayo, Igará-Paraná y Cará-Paraná) en frontera con Perú,
sobre el curso medio del río Putumayo y sobre el río Caquetá (aislados a
causa de los raudales del Araracuara). Se distinguen cuatro dialectos
diferentes de la lengua uitoto de acuerdo a su ubicación geográfica, a saber:
bue (Cará-Paraná); mɨka y mɨnɨka (Cará e Igará-Paraná); y nɨpode (río
Caquetá). El grupo que habla bue, se autodenomina como murui, mientras
que el sector de los uitoto que se conoce como muinane, diferente del grupo
étnico del mismo nombre, habla nɨpode. Sobre la lengua uitoto del territorio
peruano se encuentran los estudios de Dorothy Minor y Shirley Burcht
realizados a mediados de los setenta.

Por su parte, los ocaina se ubican en su mayoría en Perú en el Departamento


de Loreto, Provincia Maynas, distritos de Pebas y Putumayo, y unos pocos -
que ya no hablan la lengua - en Colombia localizados en La Chorrera y en el
río Igará-Paraná (Amazonas). Esta comunidad, en nuestro país se encuentra
en vías de integración con los bora y los uitoto-murui. En territorio peruano, la
lengua ocaina ha sido estudiada principalmente por Llo Leach y Doris Fagua.

Finalmente, los últimos hablantes de la lengua nonuya, antes considerada


extinta, se ubican en el Departamento del Amazonas, Corregimiento de Puerto
Santander en la comunidad de Peña Roja, donde queda solamente una
hablante con competencia plena de la lengua y otros 4 con competencia
limitada. De acuerdo con el investigador Juan Álvaro Echeverri, esta lengua,
que se utiliza principalmente en cantos rituales, en la actualidad está en
15
proceso de recuperación a partir de registros obtenidos de 3 hablantes ya
difuntos.

1.2.14. Lenguas Independientes

1.2.14.1. Lengua andoque

La etnia andoque es una de las pocas sobrevivientes del complejo cultural


amazónico de los ríos Caquetá y Putumayo y se localiza entre la serranía que
prolonga al sur los raudales del Araracuara y el Caquetá, río abajo. Su
población fue diezmada casi por completo a principios del Siglo XX en medio
de la bonanza cauchera de la Casa Arana y sólo algunos andoque lograron
regresar a sus tierras de origen, mientras que otros se esparcieron por toda la
región y sus descendientes se encontrarían posiblemente todavía en el Perú
(ríos Ampiyacu y Putumayo) y en la zona de Tefé (Est. Amazonas, Brasil),
probablemente mestizados. A pesar de que por criterios geográficos y de
préstamos lingüísticos algunos investigadores han relacionado la lengua
andoque con la familia uitoto, no es muy probable una filiación genética entre
estas lenguas, ya que la morfosintaxis del andoque es más cercana a lenguas
de la familia Arawak, así como en la fonología se observan rasgos semejantes
con el bora y lenguas de la familia Tucano.

1.2.14.2. Lengua awa - cuaquier

Los awa-pit se ubican desde el pie de monte de la Cordillera Occidental a


partir de la parte alta del río Telembi en Colombia, hasta el Noroccidente del
Ecuador. Esta lengua durante mucho tiempo ha sido asociada al grupo
lingüístico Barbacoa, junto a las lenguas cayapa y colorado (Ecuador), este
grupo a su vez suele aparecer incluido dentro del Macro-Chibcha; sin
embargo, los datos disponibles sobre estas lenguas no permiten establecer
con certeza una filiación del awa como lengua barbacoa. En Ecuador esta
lengua cuenta con estudios mínimos realizados por Luis Octavio Montaluisa y
Jeffrey Ehrenreich, principalmente.

1.2.14.3. Lengua kamsá

Los kamsá, también conocidos como sibundoyes, habitan en su mayoría el


Valle del Sibundoy en el Putumayo y unos pocos viven en Puerto Umbría y el
casco urbano de Mocoa. Al igual que el nasayuwe y el awa, esta lengua se ha
relacionado con la familia Chibcha y Greenberg la incluyó en su grupo
"Ecuatorial", basándose en tan solo seis palabras (4.5% del vocabulario
"ecuatorial"). No obstante, recientemente no se han encontrado criterios
suficientes para sostener este planteamiento, por lo que en la actualidad no
goza de ninguna filiación comprobada o aceptada mayoritariamente.

16
1.2.14.4. Lengua cofán

La etnia cofán habita al noroccidente de la Amazonia en la frontera colombo-


ecuatoriana, entre el Guamués, afluente del río Putumayo y el Aguaricó,
afluente del río Napo. Su lengua no ha sido clasificada dentro de ninguna de
las grandes familias lingüísticas, aunque algunos investigadores la consideran
parte del Macro-Chibcha y otros la relacionan con las lenguas andinas o con
las lenguas barbacoanas. El investigador del Instituto Lingüístico de Verano
en Ecuador, Michael Borman, ha estudiado esta lengua en el vecino país y ha
planteado la existencia de dos dialectos del cofán mutuamente inteligibles, a
saber, el ecuatoriano (del río Aguarico) y el colombiano (de los ríos San
Miguel, Guamués y Putumayo); sin embargo, esta lengua aún requiere
profundización en sus estudios en los dos países donde se habla.

1.2.14.5. Lengua guambiano

Los guambianos se localizan al noreste del Departamento del Cauca (río


Pendiamó) entre Silvia, al oeste, y el Páramo de las Delicias (río Manchay) y
formadores del río Piendamó. Habitan principalmente en los municipios de
Silvia y Jambaló, Totoró, Caldoso y Toribio. Si bien parece seguro que las
lenguas de los grupos guambiano, totoró, coconuco y guanaco están
lingüísticamente emparentadas de manera muy estrecha, los dos últimos
grupos hoy hablan solamente castellano y algunos ancianos totoró, al parecer,
todavía hablan su idioma ancestral. Sin embargo, faltan estudios de terreno
para establecer el estatus del totoró como lengua independiente, por lo cual se
ha ubicado como dialecto del guambiano.

Respecto a la filiación lingüística del guambiano, se han planteado cuatro


hipótesis principales, ninguna de las cuales ha podido ser probada de manera
contundente: (1) el guambiano y el nasayuwe estarían emparentadas
genéticamente (2) esta lengua formaría parte del macrofilo Chibcha, (3) el
nasayuwe y el guambiano no están emparentados, dado que sus similitudes
pueden explicarse por cercanía geográfica y, (4) el guambiano formaría junto
con el awa la rama norteña del grupo lingüístico barbacoa.

1.2.14.6. Lengua nasayuwe

Los nasa, también conocidos como Páez, se encuentran en el Departamento


del Cauca en los municipios de Páez e Inzá (Tierra adentro) y en Corintio,
Caldoso, Toribio, Silvia, Totoró y Jambaló, sobre la vertiente occidental de la
Cordillera Central. No se ha llegado a un consenso respecto a la clasificación
del nasayuwe, ya que anteriormente se había clasificado dentro del macrofilo
Chibcha o se había relacionado con el guambiano (lengua independiente); sin
embargo, en la actualidad son notables las diferencias estructurales y
fonológicas del nasayuwe tanto con las lenguas chibchas como con el
17
guambiano, por lo cual no ha sido posible encontrar parentesco entre esta
lengua con alguna otra lengua conocida.

1.2.14.7. Lengua ticuna


Los ticuna son el grupo étnico más numeroso localizado en la subcuenca
superior del río Amazonas en la región periférica occidental, con un territorio
que abarca desde la desembocadura del río Atacuari entre Colombia y Perú,
hasta la del río Jutaí en el Brasil, a lo largo de las márgenes transnacionales
del río Amazonas que incluyen la franja interfluvial entre los ríos Atacuari y
Putumayo, y las de los ríos Javarí, Jandiatuba y Jutaí. En épocas anteriores,
la lengua ticuna había sido relacionada principalmente con la extinta lengua
peba, así como con lenguas cercanas geográficamente de filiación Arawak y
Tucano, sin embargo, en la actualidad se considera una lengua independiente.
Esta lengua ha sido estudiada en Brasil en épocas recientes por la
investigadora Marília Soares Facó, mientras que en Perú los estudios sobre
ticuna se deben principalmente al trabajo de los investigadores del Instituto
Lingüístico de Verano Doris y Lambert Anderson.

1.3. DATOS DEMOGRÁFICOS SOBRE LENGUAS INDÍGENAS

Los siguientes datos demográficos presentan en siete categorías la población


de los diferentes grupos indígenas de Colombia.

1) más de 100.000 personas (2): wayuunaiki, nasayuwe

2) de 50.000 a 100.000 personas (1): embera

3) de 10.000 a 50.000 personas (4): ika, sikuani, guambiano, inga

3) entre 5.000 y 10.000 personas (7): kogui, u’wa, waunana, curripaco, uitoto,
ticuna, awa

4) entre 1.000 y 5.000 personas (13): yuko, piapoco, damana, barí, cuna,
sáliba, desano, guanano, coreguaje, camsá, cubeo, tucano, puinave

5) entre 1000 y 500 personas (14): cofán, yukuna, chimila, piaroa, piratapuyo,
siriano, tuyuca, siona, bora, cuiba, guayabero, macuna, barasano, tanimuca

6) entre 500 y 100 personas (13): achagua, cabiyarí, hitnu, bará, carapana,
tatuyo, yurutí, andoque, miraña, nukak, hupda, cacua, yuhup

7) menos de 100 personas (4): pisamira, carijona, nonuya, ocaina

Respecto a los grupos nómadas llamados makú (lenguas cacua, hupda,


nukak, yuhup) no se tienen cifras oficiales recientes, excepto para los nukak,
18
cuya población oscila entre 1000 y 1500, según los dos últimos censos. De
acuerdo con estos datos, entonces, no sería posible establecer si estas cifras
remiten únicamente a este grupo o, muy posiblemente, a todos los grupos
makú. Sin embargo, de acuerdo con investigadores de esta familia como
Dany Mahecha, Carlos Franky, Gabriel Cabrera y Ana María Ospina,
tendríamos que para 1999 habría aprox. 150 cacuas y 250 hupdas; y entre
500 – 550 nukak y 350 – 500 yuhup para 2008.

Como se observa claramente, el mayor número de lenguas indígenas


colombianas se encuentra en el rango de entre 500 y 1000 personas, seguido
por el rango de entre 100 y 500 y 1000 a 5000 lo cual indica que estas lenguas
se caracterizan por ser habladas por grupos muy reducidos, en comparación
con las lenguas indígenas de otros países de Sudamérica. Es importante
precisar que las cifras anteriormente citadas pueden variar, dado que, por un
lado, globalmente la población indígena está creciendo y, por otro lado,
muchos de estos grupos están divididos por fronteras internacionales de
suerte que, frente al problema de la supervivencia lingüística o étnica, hay que
tener en cuenta los miembros de las mismas comunidades etnolingüísticas
que viven en países vecinos como Brasil, Venezuela, Ecuador, Panamá y
Perú.

Por otra parte, esta información está basada en los datos proporcionados por
los últimos Censos Nacionales de Población (1993 y 2005), por investigadores
de las lenguas, así como en los datos que sobre grupos indígenas se
encuentran en el libro “Lenguas Indígenas de Colombia: Una Visión
Descriptiva” publicado por el Instituto Caro y Cuervo en el año 2000, y en la
publicación del Departamento Nacional de Planeación en conjunto con el Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados – ACNUR “Los
Pueblos Indígenas de Colombia en el Umbral del Nuevo Milenio”. Por esta
razón, en la mayoría de los casos estas cifras refieren a población indígena en
general y no hacen distinción entre hablantes y no hablantes de la lengua
indígena dentro de la comunidad de referencia, siendo de vital importancia
realizar estudios de tipo sociolingüístico que permitan establecer de manera
confiable el número de hablantes de lenguas indígenas en nuestro país en la
actualidad, así como sus niveles de bilingüismo; esto con miras a establecer
indicadores de vitalidad lingüística y perdida de lenguas.

1.4. DENOMINACIONES DE LAS LENGUAS

Uno de los aspectos principales a tener en cuenta al buscar información


acerca de las lenguas indígenas es, sin lugar a dudas, las diferentes
denominaciones que puede presentar una misma lengua; algunas provienen
de la tradición de los cronistas y fueron adoptadas por investigadores
posteriores, mientras que otras corresponden a etnónimos que las propias
comunidades están reivindicando, por ser las denominaciones ancestrales de
sus grupos y sus lenguas.
19
Dentro del amplio espectro de contextos en el que han surgido las distintas
denominaciones para las lenguas indígenas colombianas encontramos casos,
como por el ejemplo el del nombre witoto, en los que la denominación de la
lengua y la etnia fueron tomados desde la antigüedad basándose en
denominaciones dadas por las comunidades cercanas, en este caso al
parecer los carijona, las cuales muchas veces correspondían a formas
despectivas de referirse al otro. También, encontramos casos en los cuales
los conquistadores y colonizadores denominaban a las etnias de acuerdo a
rasgos externos que para ellos eran sobresalientes, como es el caso de las
etnias yuko y barí las cuales eran conocidas como motilones debido a su corte
de cabello. La mayoría de estos nombres han sido dejados de lado en la
actualidad, dadas sus características peyorativas para la etnia a la que
designan y porque no corresponden con la autodenominación del grupo y, por
lo tanto, no tienen sentido alguno para los hablantes de la lengua.

Sin embargo, en algunas publicaciones, especialmente en las de tipo histórico,


las denominaciones de las lenguas indígenas no tienen correspondencia con
las reconocidas y aceptadas actualmente; además, es necesario mencionar el
difícil problema de la estandarización de la ortografía para la mayoría de los
nombres de estas lenguas, ya que muchos cuentan con una ortografía
adaptada al español y además también cuentan con ortografía basada en la
lengua vernácula, generándose de esta manera numerosas denominaciones
muy cercanas para una misma lengua, por ejemplo wuitoto, huitoto, uitoto,
bitoto. Se hace necesario, entonces, realizar una propuesta clara de
unificación de las denominaciones de las lenguas aborígenes de nuestro país
que reivindique los etnónimos de estas comunidades tanto para sus lenguas
como para sus etnias y que a su vez se ajuste de manera sencilla a las
necesidades tanto de las mismas como de la sociedad nacional, ya que es
fácil prever que en los casos en que la ortografía vernácula no corresponde
con la ortografía española se tenderán a “castellanizar” los nombres, situación
que ha sido siempre una constante en este contexto.

Igualmente, antes de establecer cuál debe ser la ortografía más adecuada


para el nombre de una lengua dada, es necesario establecer si los hablantes
reconoce como suya esta denominación, sea esta endógena o exógena, ya
que debe primar ante todo el criterio de los hablantes de la lengua respecto a
cómo quieren que sean reconocidas su lengua y su etnia. El libro “las lenguas
indígenas una visión descriptiva” contiene un listado general de de las
diferentes denominaciones de las lenguas indígenas.

1.5. ESTUDIOS LINGÜÍSTICOS DE LAS LENGUAS INDÍGENAS


COLOMBIANAS

De acuerdo con los registros bibliográficos consultados para el establecimiento


de la base de datos de investigadores de lenguas indígenas colombianas, es
20
posible apreciar que los estudios sobre lenguas indígenas colombianas han
atravesado principalmente por las siguientes etapas:

1. Las anotaciones, recopilación de corpus y en algunos catecismos y


gramáticas realizados principalmente por los llamados “cronistas de indias” y
por sacerdotes de congregaciones como la jesuita, quienes buscaban
entender las lenguas de los aborígenes americanos con el fin de catequizarlos
y evangelizarlos de la manera más simple y efectiva posible. Dentro de este
marco encontramos las llamadas “lenguas generales”, o lenguas que eran
utilizadas de forma expandida en una región, dado su reconocimiento y
prestigio o porque eran las más importantes numéricamente.

2. Estudios realizados durante los siglos XIX y la primera mitad del siglo XX,
llevados a cabo por investigadores colombianos y extranjeros tanto misioneros
como etnólogos filólogos e historiadores. Estos trabajos contienen
principalmente vocabularios y algunas informaciones de carácter gramatical
sobre las lenguas. Se plantean hipótesis acerca de la filiación genética de
algunas de las lenguas estudiadas.

3. En el siglo XX, a partir de la década de los años sesenta, se inician los


trabajos del Instituto Lingüístico de Verano, quienes además de estudiar y
documentar la mayor parte de lenguas indígenas colombianas, realizaron
trabajos tendientes a la evangelización de los grupos aborígenes por medio de
la traducción de la biblia a las lenguas vernáculas y materiales didácticos y
sobre diversas temáticas. Dicho Instituto elabora también sistemas de
escritura para algunas de las lenguas indígenas.

4. En los años 80, frente a la carencia de investigadores colombianos


formados en el campo de las lenguas indígenas, se crean programas de
Maestría en las Universidades Nacional y de los Andes. Se trataba de formar
investigadores y docentes que se ocuparan de estudiar la realidad lingüística
del país y la gran diversidad de su patrimonio lingüístico representado en las
lenguas indígenas y criollas colombianas. Por esta misma época se crea el
Comité Nacional de Lingüística Aborigen, organismo encargado de asesorar al
Gobierno Nacional en la investigación, formulación de políticas, enseñanza y
conservación de las lenguas indígenas. Dicho Comité, con la participación del
Instituto Caro y Cuervo, publica la obra “Lenguas Indígenas de Colombia: Una
visión descriptiva”. Por otra parte la Universidad de los Andes crea el Centro
Colombiano de Estudios en lenguas Aborígenes CCELA. Otras entidades
como la fundación Gaia, Etnollano, Colcultura y Colciencias apoyan también
investigaciones sobre lenguas indígenas desde diferentes perspectivas.

Sin embargo, es de resaltar que si bien en las décadas de los ochenta y los
noventa se llevaron a cabo diversas investigaciones por parte de egresados
de las Universidades Nacional y de Los Andes, lo mismo que por otros
investigadores, en la actualidad al parecer se han reducido los estudios sobre
21
lenguas indígenas colombianas por múltiples razones, entre ellas la falta de
apoyo de entidades tanto estatales como privadas a la investigación y el
contexto socio-cultural de conflicto que ha venido atravesando el país durante
estos últimos años, hecho que dificulta la realización de trabajos de campo en
los territorios indígenas. Esta situación se ve reflejada claramente al comparar
el número de lenguas que cuentan con estudios realizados en los años 80 –
90 frente al número de lenguas cuyos estudios son más recientes.

Se hace necesario, entonces, promover espacios de interacción académica


entre los investigadores del área así como apoyar los trabajos especialmente
de investigadores indígenas, para que de esta forma se pueda continuar con
procesos de fortalecimiento de dichas lenguas en distintos ámbitos.

A continuación se presentan las lenguas indígenas colombianas de acuerdo


con los períodos de los estudios lingüísticos llevados a cabo:

1. Trabajos llevados a cabo a partir del año 2000. En los últimos años se han
llevado a cabo investigaciones sobre las lenguas nukak, yuhup, ocaina,
muinane, puinave, tanimuca, totoró y miraña, entre otras. Se han continuado
también trabajos sobre otras lenguas iniciados en épocas anteriores. Por otra
parte se han elaborado diagnósticos sociolingüísticos en regiones como el
Amazonas, (diversas lenguas) Los Llanos (sikuani) y Cauca (nasayuwe)

2. Lenguas con estudios realizados principalmente en la década de los 90:


wayuunaiki, yukuna, yuhup, nukak, puinave, miraña, ticuna, nasayuwe,
muinane, yuko, nonuya

3. Lenguas con estudios realizados principalmente en los Años 80 – 90:


wayuunaiki, ika, damana, kogui, chimila, barí, cuna, curripaco, piapoco,
embera, waunana, sikuani, cuiba, guayabero, sáliba, carijona, barasana,
carapana, cubeo, desano, macuna, siriano, tanimuca, tuyuca, yurutí,
koreguaje, bora, uitoto, inga, cofán, andoque, awa, guambiano, camsá,
pisamira, tatuyo, tunebo, achagua

4. Entre los años 60 – 80 se estudiaron lenguas como el cacua, bará, tucano,


siona, andoque, hitnu, entre otras.

22
1.6. SITUACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA

“La historia de un pueblo y con ella la modificación de los comportamientos


sociolingüísticos y culturales son justamente el producto de la evolución en la
interacción intragrupal y el contacto con otros grupos. Los cambios a los que
asisten los miembros de esta comunidad de habla no implican necesariamente
la ruptura de su unidad. En efecto, la apropiación del espacio geográfico, los
lazos de parentesco, las prácticas culturales que aún se mantienen, el uso
diferencial de la lengua … así como las redes sociales que se tejen en los
diferentes ámbitos de interacción, entre otros, constituyen rasgos que además
de asegurar su cohesión, les han permitido relacionarse con grupos exógenos,
conservando su diferencia”.9

La situación sociolingüística general de los pueblos indígenas colombianos es


muy variable y depende en buena parte de los antecedentes históricos y del
nivel de relación económica, cultural y política de estas comunidades con la
sociedad occidental. No se disponen hasta el momento de estadísticas claras
sobre niveles de monolingüismo en lenguas indígenas, niveles de bilingüismo
español - lengua indígena o multilingüismo español - lenguas indígenas,
contextos de uso de las distintas lenguas y sus circunstancias, así como
actitudes y valores relacionados con las lenguas para la mayoría de las
lenguas indígenas habladas en el país en la actualidad.

Sin embargo, es bien sabido que la mayoría de comunidades indígenas han


tenido que afrontar diversas circunstancias que han influido en alguna medida
en el mantenimiento de sus culturas y lenguas. Como primera medida, en la
mayoría de territorios indígenas, anteriormente aislados de la sociedad
mayoritaria, los procesos de colonización por parte de campesinos y
terratenientes se han acelerado. Igualmente, la penetración de las
instituciones del mundo occidental se ha acrecentado aceleradamente, ya que
a la presencia de la Iglesia Católica se han sumado colonos, funcionarios del
estado de múltiples entidades oficiales, evangelizadores protestantes,
multinacionales de diversa índole (petroleras, bananeras, etc.), investigadores
científicos, personal de organizaciones no gubernamentales, etc.; todo esto ha
traído consigo cambios en menor o mayor medida en el modo de vida de estas
comunidades, debido al contacto creciente con la sociedad mayoritaria.
Finalmente, hay que sumarle a esta situación el fenómeno reciente del
desplazamiento forzado, producto o no del conflicto armado interno, al que se
han visto sometidos los grupos indígenas del país.

Es así como debido a este complejo conjunto de factores, se evidencian en la


actualidad diversos tipos de procesos que van desde una aculturación
acelerada en algunas comunidades hasta niveles de bilingüismo equilibrado

9FAGUA, Doris. Diagnóstico Sociolingüístico del Departamento del Amazonas. Los Lagos (periferia de Leticia): Contacto y cambio. Universidad
Nacional de Colombia. ENCUENTROS Colección Tesis Laureadas. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de Lingüística. Maestría en
Lingüística. 2001. Pg. 99
23
lengua indígena – español en otras. El nivel de asimilación cultural y
lingüístico de estas comunidades es específico para cada caso, por lo cual
realizar generalizaciones sería simplificar enormemente el complejo conjunto
de situaciones que se derivan del contacto de estos grupos con la sociedad
mayoritaria; factores como la intensidad y los contextos en los que se presenta
el contacto, el estatus y la valoración de la lengua vernácula, el nivel de
importancia que los hablantes le otorguen a su lengua como elemento de
identificación cultural y como vehículo de transmisión del conocimiento
tradicional, entre otros, determinan los niveles de bilingüismo, así como los
procesos de pérdida o mantenimiento de la lengua indígena.

De esta forma, en múltiples casos, factores como cambios en los patrones


ancestrales de asentamiento de los grupos, alteraciones en las economías
tradicionales de subsistencia (caza, pesca, agricultura), debidas
principalmente al agotamiento de los recursos naturales, y abandono de las
costumbres tradicionales por adopción del estilo de vida de la sociedad
mayoritaria, han generando procesos acelerados de pérdida de la lengua
ancestral. Así mismo, en muchos casos, la presencia de instituciones
occidentales en el seno de las comunidades indígenas ha influido en gran
medida en la pérdida de las culturas y lenguas aborígenes, ya que sumado al
hecho de que hasta hace algunos años las lenguas vernáculas eran vistas en
su mayoría como inferiores y no adecuadas para los procesos de inclusión de
estos grupos dentro de las dinámicas de la sociedad mayoritaria, factores
como la educación en lengua castellana y el creciente número de indígenas
que laboran y viven en zonas de colonización, adoptando formas de vida
occidentales, han llevado a que las generaciones jóvenes hablen cada vez
menos o solamente tengan un conocimiento pasivo de sus lenguas
vernáculas.

Se observan, entonces, en estos casos, ámbitos de uso de las lenguas


indígenas cada vez más restringidos, dado el enorme predominio de la lengua
mayoritaria en la enseñanza en escuelas, en las relaciones con las entidades
gubernamentales y, en general, en todos los ámbitos de la vida nacional. Unas
pocas comunidades, en cambio, han logrado adaptarse de manera más o
menos equilibrada a la sociedad nacional integrando de manera positiva las
nuevas opciones de mejoramiento social que les brinda la sociedad occidental,
sin por ello dejar de identificarse como indígenas y sin que el uso de sus
lenguas se vea amenazado de manera drástica por esta situación.

Es posible observar ejemplos de esta situación en algunos diagnósticos


sociolingüísticos recientes que se tienen sobre vitalidad de lenguas
colombianas, entre los que se destacan las tesis de los investigadores Doris
Fagua, Luz Libia Rey, Sandra Rodríguez y David Alarcón, quienes llevaron a
cabo estudios de caso en el complejo contexto sociolingüístico del
Departamento del Amazonas. Por ejemplo, Luz Libia Rey señala: “Después
de describir la situación actual del poblado de Centro Chorrera podemos
24
observar que las costumbres que caracterizaban a los grupos de la gente del
Centro se han ido modificando en la comunidad… Las prácticas de escuchar
el consejo de los ancianos, las jornadas de pesca o de trabajo familiar en la
chagra, están siendo reemplazadas … por las nuevas costumbres del pueblo
donde la televisión llena los espacios familiares y los jóvenes se ven cada vez
menos obligados a realizar tareas típicas de su cultura.

Centro Chorrera se caracteriza también por un alto índice de “progreso”,


desde el punto de vista occidental, caracterizado por las nuevas fuentes de
empleo, el acceso a los medios de comunicación modernos –televisión por
cable, radio, viajes por vía aérea– y a la educación primaria y secundaria. Los
fenómenos ligados a factores históricos como la cauchería o los conflictos
limítrofes; la presión de la campaña evangelizadora de la iglesia, que prohibió
y estigmatizó el uso de las lenguas indígenas; el creciente contacto con la
sociedad nacional han traído como consecuencia una reestructuración socio-
política que ha llevado a un proceso de paulatino cambio en las prácticas
tradicionales. Una revisión de los datos … muestra cómo en la comunidad de
Centro Chorrera está ocurriendo una muerte gradual de las lenguas
indígenas. Este proceso se caracteriza por una etapa de bilingüismo
extendido en la cual las lenguas indígenas presentan diferentes grados de
competencia lingüística hasta el punto de que parte de la población de la
tercera generación no las hable.”10

Igualmente, Sandra Rodríguez concluye: “En los tres asentamientos indígenas


de la ribera del Amazonas, Ronda, Mocagua y La Libertad, se producen tres
situaciones disímiles en cuanto a la vitalidad de las lenguas. En Ronda, la
lengua cocama se encuentra en inmediato peligro de extinción; la exclusión
forzosa de su hábitat, la esclavitud a la que fueron sometidos, la subvaloración
de su identidad, el menoscabo de su conciencia y de su lealtad lingüística
propició que la lengua nunca más fuera transmitida a las nuevas
generaciones. En mocagua, se deja entrever la fuerte influencia del español,
pero también la lucha de los hablantes ticuna tradicionales por perpetuar la
lengua a expensas de un alto grado de bilingüismo en el asentamiento. En la
libertad, existe la conciencia de la importancia del mantenimiento de la lengua
y la cultura, pero la fuerza coercitiva de la cultura mayoritaria y del influjo del
español como lengua de comunicación general, puede poner en riesgo la
vitalidad de la lengua yagua que hasta ahora presenta un panorama lingüístico
más esperanzador.”11

Además, de acuerdo con otros diagnósticos sociolingüísticos iniciales que se


han realizado para algunas lenguas en resguardos como Los Lagos
(Amazonas) y Cumaribo (Vichada), se ha observado que la intensidad y
frecuencia en el nivel de contacto es un factor de suma importancia a la hora
10 REY, Luz Libia. Diagnóstico sociolingüístico de la Chorrera – Amazonas. Departamento de Lingüística. Maestría en Lingüística. 2004.

11 RODRÍGUEZ, Sandra Patricia. De lo visible a lo invisible. Un acercamiento sociolingüístico a tres asentamientos de la ribera del Amazonas
colombiano: Mocagua, Ronda y La Libertad. Departamento de Lingüística. Maestría en Lingüística. 2004.
25
de determinar la vitalidad de una lengua, por encima de factores como el
número de hablantes de la lengua, ya que como lo señala la investigadora
Doris Fagua: “Una lectura comparativa del comportamiento comunicativo en
los diferentes asentamientos permite apreciar una correlación con el grado de
contacto con la sociedad nacional, a través de las redes que se tejen en los
ámbitos institucionales, comerciales, laborales y escolares … durante su
infancia y juventud las generaciones primera y segunda mantuvieron un uso
activo de la lengua ticuna, que se extendía en función gregaria a los diferentes
ámbitos de interacción. El contacto con la sociedad mayoritaria, a través de la
escuela, el trabajo asalariado y el comercio, estimuló el desarrollo de un
bilingüismo exógeno, el español fue adoptado en función vehicular. Las
alianzas interétnicas tomaron enseguida el relevo dando paso al bilingüismo
endógeno”12.

Una situación similar es reportada por el lingüista Héctor Ramírez para la


lengua sikuani en la zona de Cumaribo – Vichada: “El fenómeno del
bilingüismo se encuentra más extendido en la cabecera municipal que en las
comunidades indígenas y presenta allí mayores índices de complejidad. En las
comunidades se presenta un bilingüismo tardío, en tanto los individuos
desarrollan la segunda lengua en la edad juvenil, y, aún en la edad adulta son
bilingües dominantes en sikuani, los ancianos se clasifican como monolingües
en dicha lengua y en español escasamente tienen competencia pasiva. En la
cabecera municipal, por el contrario, la lengua sikuani sólo aparece con pleno
dominio en las generaciones mayores: los ancianos son bilingües dominantes
en sikuani y los adultos, bilingües balanceados, mientras en las generaciones
jóvenes dicha lengua decrece: los jóvenes apenas alcanzan en ella
competencia pasiva y los niños son monolingües en español.”13

Por otra parte, otro factor determinante en la pérdida del uso de las lenguas
indígenas ha sido, sin lugar a dudas, el acceso cada vez más grande que
tienen los pueblos indígenas a los medios de comunicación masiva como la
televisión y radio, principalmente, y en mucha menor medida la internet. Esto
debido a que al penetrar estas nuevas tecnologías dominadas completamente
por el español dentro del seno de estas comunidades, se da inevitablemente
un arraigo cada vez más fuerte por la lengua y la cultura mayoritaria en
detrimento de los valores culturales tradicionales, especialmente en las
generaciones más jóvenes.

Se han dado algunas muestras mínimas de visibilización de las lenguas y


culturas indígenas en la radio y la televisión, por medio de iniciativas de las
propias comunidades, para incluir espacios donde se utilice la lengua indígena
12FAGUA, Doris. Diagnóstico Sociolingüístico del Departamento del Amazonas. Los lagos (periferia de Leticia): Contacto y cambio. Universidad
Nacional de Colombia. ENCUENTROS Colección Tesis Laureadas. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de Lingüística. Maestría en
Lingüística. 2001. Pgs 97 – 98

13RAMÍREZ, Héctor. Diagnóstico sociolingüístico de Cumaribo, zona de contacto indígena – Colono, Vichada. Universidad Nacional de
Colombia. ENCUENTROS Colección Tesis Laureadas. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de Lingüística. Maestría en Lingüística.
2003. Pgs. 67 - 68
26
(como es el caso de unos pocos programas radiales en lengua nasayuwe y en
lengua wayuunaiki dentro de sus territorios). Además, si a esta situación se
añade el hecho de que la educación indígena es impartida en la mayoría de
los casos en español, el resultado que se obtiene es el refuerzo del uso del
español por parte de las nuevas generaciones y, por consiguiente, la no
transmisión paulatina de la lengua indígena.

Los resultados obtenidos en los trabajos de grado sobre diagnósticos


sociolingüísticos llevados a cabo por John Freddy Chaparro, Felipe Solano y
Fernando Uino, Indígena Nasa de la Universidad Nacional, realizados sobre la
lengua nasayuwe en las veredas de Zumbico, El Trapiche y Zolapa (Municipio
de Jambaló – Cauca), respectivamente, muestran las consecuencias del
contacto lingüístico en la región estudiada. De acuerdo con estos diagnósticos,
el nasayuwe está siendo sustituido de forma acelerada por el español,
presentándose diversas situaciones, que van desde la pérdida casi total de la
lengua en la Vereda El Trapiche, hasta un nivel de bilingüismo en el cual L1 el
nasayuwe y L2 el español se utilizan en contextos muy específicos, como es el
caso de la Vereda Zolapa.

Los asentamientos estudiados presentan diferentes tipos de situaciones. En la


Vereda El Trapiche el uso de la lengua indígena se ha reducido a las
generaciones mayores, ya que los adultos que poseen conocimientos amplios
de la lengua prefieren no utilizarla sino solamente con los mayores que tienen
poco conocimiento del español y, por esto, las generaciones jóvenes ya no
son hablantes activos de nasayuwe, siendo evidente que el español ocupó
todos los ámbitos de uso del nasayuwe, incluso el hogar y el médico
tradicional. Igualmente, un proceso similar, pero que aún no está tan
avanzado, se está presentando en la Vereda Zumbico donde “la mayoría de la
población que habla la lengua son adultos, y entre los jóvenes tan sólo una
pequeña proporción posee una competencia activa en la lengua; aspecto que
es preocupante si se tiene en cuenta que el 50% de la población de Zumbico
son personas jóvenes”.14

Por otra parte, en la Vereda Zolapa: “La lengua nasa ocupa un lugar
preferencial en la comunicación cotidiana a nivel local; ésta identifica en su
territorio la unidad familiar y comunitaria, a su vez, se constituye como el
símbolo de la identidad y la cultura de la vereda … los nasas hablan el nasa
como primera lengua -a pesar de la expansión del español en algunos niños- y
el español como segunda lengua. En otros términos, la lengua nasa ocupa la
mayoría de los contextos o tipos de eventos determinados dentro la
comunidad. El español es una herramienta de comunicación del nasahablante

14CHAPARRO, John Freddy. Acercamiento Sociolingüístico a Zumbico, una Vereda del Resguardo-Municipio de Jambaló. Trabajo de Grado.
Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. 2007.

27
con los que no pertenecen a la comunidad o con las instituciones formales:
iglesia, escuela, colegio entre otras.”15

John Freddy Chaparro plantea: “Sumado a la influencia de los medios de


comunicación y a la falta de un plan curricular propio que beneficie el uso de la
lengua indígena, está el deseo de los jóvenes por salir de su vereda a trabajar
en la ciudad, casi siempre en labores domésticas en el caso de las mujeres y
como obreros en el caso de los hombres. Esto trae dos consecuencias
directas, por un lado aquellos que siendo bilingües salen de la vereda por un
largo tiempo, al volver han perdido la práctica de hablar en lengua indígena
entonces evitan su uso porque les avergüenza hablarla mal; y por otro lado,
estas personas copian modelos culturales externos, cambiando sus
costumbres, la forma de vestir, de hablar, de comportarse, entre otros.

Uno de los pocos factores que ha contribuido al mantenimiento de la cultura


en algunas familias, es el aislamiento. Aquellas familias que viven apartadas y
se trasladan poco de la zona donde viven, son las que conservan sus valores
culturales, pues se sigue propiciando en el hogar y en la mayoría de los
ámbitos que involucre la familia, el uso de la lengua indígena, incluso si los
hijos de estas familias van a la escuela o colegio.

… y como es común, con la llegada de la luz eléctrica … llegan también


medios electrónicos como el TV y ahora el DVD, lo que ocasiona que los hijos
se aíslen de sus padres para dedicarse a ver programas o películas que
compran en el casco urbano los días de mercado. Es decir, que los referentes
más influyentes que están teniendo los jóvenes … se puede decir que son
dos; por un lado la escuela o el colegio en donde permanecen un tiempo
considerable … y por otro lado, el televisor que es a lo que dedican gran parte
de su tiempo libre”16.

Todo esto indica claramente que si no se toman iniciativas claras para el


mantenimiento y revitalización del uso del nasayuwe en el Municipio de
Jambaló, sin importar cuán tradicionales sean las familias nasa, el predominio
del español tanto en la escuela como en los medios de comunicación masivos
terminará por desplazar a la lengua indígena en todos sus contextos de uso,
ya que si el español logra permear el ámbito familiar y el nasayuwe deja de
utilizarse cotidianamente, en un par de generaciones la lengua se habrá
perdido por completo de forma irremediable.

A partir del año 2008, el Ministerio de Cultura ha venido implementando el


Programa de Protección de Lenguas Nativas, programa a cargo del
investigador Jon Landaburu, cuya primera etapa consistió en un auto

15 UINO, Fernando. Estudio Sociolingüístico Acerca de la Vitalidad de la Lengua Nasa (Páez) Vereda Zolapa en el Resguardo-Municipio de
Jambaló-Cauca. Trabajo de Grado. Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. 2007.
16 CHAPARRO, John Freddy. Acercamiento Sociolingüístico a Zumbico, una Vereda del Resguardo-Municipio de Jambaló. Trabajo de Grado.

Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. 2007.

28
diagnóstico sociolingüístico de las lenguas curripaco, puinave, sáliba, cubeo,
tucano, ticuna, waunana, cuna, sikuani y cofán, a partir de datos de los
mismos hablantes de las lenguas. Posteriormente, se busca continuar este
trabajo con las cuatro lenguas de la región Caribe: wayuu, chimila, damana y
palenquero. Los primeros resultados de este proceso están previstos para el
segundo semestre del año en curso. Se espera que esta iniciativa brinde un
panorama actual del nivel de vitalidad de estas lenguas y que, a su vez,
propicie la implementación de estrategias para su revitalización.

Finalmente, es importante mencionar que si bien a partir del reconocimiento


de la oficialidad de las culturas y lenguas indígenas, gracias a la Constitución
de 1991, las comunidades han empezado a hacerse cargo, en mayor o menor
grado, de la administración de sus territorios, del restablecimiento de sus
economías tradicionales y de los procesos de fortalecimiento de sus culturas,
estos procesos no han sido del todo efectivos para la mayoría de los pueblos
indígenas. Esto se observa principalmente en lo relacionado a la
implementación de las lenguas indígenas en las escuelas debido a factores
como la falta de herramientas pedagógicas (alfabetos estandarizados,
preparación adecuada de docentes, disposición de materiales didácticos en
lengua vernácula) que permitan un equilibrio en los contextos de uso de la
lengua vernácula y de la lengua mayoritaria al interior de estos grupos.

1.6.1. El Desplazamiento Forzado y El Conflicto Armado

“La disputa entre todos los actores armados por los recursos financieros
derivados de los cultivos ilícitos y actividades asociadas y, por otra parte, las
fumigaciones, las actividades de la policía antinarcóticos, del ejército y demás
acciones del gobierno y del Plan Colombia contra los cultivos de uso ilícito,
arreciaron el conflicto social, ambiental y armado, con sus consecuencias
sobre el desplazamiento de la población indígena”17.

Se hace necesario dedicar un capítulo aparte al fenómeno del desplazamiento


forzado, debido al enorme impacto que ha tenido en épocas recientes para
algunas de las comunidades indígenas del país. El desplazamiento forzado
en Colombia, fenómeno estrechamente relacionado con la violencia y el
conflicto armado, es uno de los más graves problemas en términos
humanitarios y sociales que padece el país en estos momentos, no sólo
porque afecta a gran parte de la población que vive en zonas rurales, sino
también porque está creando una serie de cambios en la calidad y el estilo de
vida de los colombianos. Para los indígenas esta tendencia es aún más
marcada debido a la concentración del fenómeno en el Occidente de Colombia
y a los intereses de los actores armados en la región del Pacífico. Según la
información oficial del gobierno nacional, se estima que entre 1985 y 2006 la

17SÁNCHEZ BOTERO, Esther. Los Pueblos Indígenas en Colombia. Derechos, Políticas y Desafíos. UNICEF, Oficina de Área para Colombia
y Venezuela. Bogotá D.C. 2003.

29
cifra pública sobre homicidios de indígenas fue de 1.641, ocurriendo el 60% de
los mismos durante los últimos 5 años.

Igualmente, para el año 2001, del total de la población desplazada en el país,


se estimaba que el 10,78% era negra y el 7,85% indígena18. Para el periodo
1996 – 2002, aproximadamente 997 indígenas fueron víctimas de homicidio y
entre 12.469 y 16.362 fueron desplazados de sus territorios y durante los 3
años siguientes, ocurrieron aproximadamente 519 muertes violentas, y entre
22.369 y 30.000 indígenas fueron víctimas del desplazamiento19.

Como lo señala la Consejería Indígena de la Gobernación de Antioquia “Las


comunidades Indígenas… estamos sometidas a una serie de dificultades
producto del conflicto armado. Los atropellos de la Fuerza Pública como los
allanamientos, los maltratos físicos y de palabra, las amenazas y los
señalamientos van en deterioro del trabajo, de la vida y la organización social
de nuestras comunidades. Los paramilitares con su pensamiento de “Quien
no sea mi amigo es mi enemigo”, nos han colocado en una situación de miedo
y permanente zozobra. Muchas veredas… están desocupadas, los cultivos y
animales abandonados… La guerrilla muchas veces transita por los territorios
indígenas sin mirar las consecuencias que puede acarrear dicha actividad.
Sus acciones bélicas contra puentes, torres de comunicación de energía, han
contribuido al estancamiento del desarrollo de nuestra región. Ellos también
han realizado acciones que van en contra del Derecho Internacional
Humanitario. Dentro de algunos territorios indígenas, nos han sembrado
cultivos ilícitos, desconociendo la voluntad de nuestras autoridades y la
organización indígena. El cultivo de estos narcóticos afecta nuestros bosques
y ríos”20

No se cuenta con información sistematizada a la fecha sobre el


desplazamiento forzado en los pueblos indígenas, pero se señala que cada
año un promedio entre 10.000 y 20.000 indígenas son registrados por las
autoridades nacionales después de ser forzados a huir de sus tierras. La ONIC
(Organización Nacional Indígena de Colombia) calcula que las cifras pueden
ser mayores si se tiene en cuenta que muchos indígenas no tienen acceso al
Sistema Nacional de Atención Integral a la Población desplazada (SNAIPD),
debido a factores como la lejanía de sus tierras o porque no conocen el
sistema. Se ha establecido que las cinco macro-regiones del país (Amazonía,
Centro, Orinoquía, Pacífico y Caribe) tienen algún tipo de presencia de actores
armados dentro de los territorios indígenas. Las dos subdivisiones principales
del Caribe, el Oriente Andino y el Oriente Andino Sur además de la Costa

18REPÚBLICA DE COLOMBIA. DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Informe Defensorial sobre el Desplazamiento Forzado por la Violencia en
Colombia.

19 UNHCR – ACNUR. Colombia, Desplazamiento Indígena y Política Pública: Paradoja del Reconocimiento. San José de Costa Rica, Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, Mayo 17 de 2006.

20ARANGO Raúl, y SÁNCHEZ, Enrique. Los pueblos Indígenas de Colombia en el umbral del nuevo milenio. Impreso Publicaciones,
Departamento Nacional de Planeación. Bogotá D. C. 2004. Pg. 251.
30
Pacífica presentan altos índices de desplazamiento indígena hacia otras
zonas.

Independientemente de los contextos culturales y demográficos, el impacto de


la guerra sobre las poblaciones indígenas ha sido dramático en cuanto al
número de homicidios por razones políticas, los cuales en el período 2000-
2004 llegaron a una tasa tres veces mayor de la nacional, que ya de por sí es
una de las más altas del mundo. Igualmente, 37 de los aproximadamente 92
pueblos que se distribuyen en la geografía nacional han sido afectados en
mayor o menor medida por el homicidio político y 21 de ellos presentan una
tasa superior a la nacional. En los cálculos realizados a 2001 a partir de
reconstrucción parcial de información, sin incluir los bloqueos a comunidades,
los más de 180 casos de desplazamientos masivos afectaron a más de 46 mil
indígenas en 80 municipios.

En los últimos años se ha establecido un mapa de tres corredores estratégicos


del conflicto: uno ligado a la hegemonía paramilitar en el norte, que conecta al
Urabá, el sur de Bolívar y Cesar, teniendo a la Sierra Nevada como una región
de disputa; un segundo corredor suroriental, ligado a la colonización
campesina y la expansión de los cultivos ilegales, en el cual ejercen
hegemonía las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC,
teniendo como región de disputa el piedemonte del Putumayo; y un tercer
corredor en formación, que busca la salida al Pacífico desde el piedemonte
amazónico, pasando por el sur del Tolima, norte del Cauca, sur del Valle y el
Macizo Colombiano.

El período 1997 – 2004, el momento de mayor intensidad e inclusión del


mundo indígena en la guerra, presentó un cuadro en el cual los departamentos
de Cauca, Chocó, Cesar, Antioquia, La Guajira, Córdoba, Putumayo y Valle
del Cauca, fueron los lugares donde sucedieron el 81,44% del total de las
acciones violentas registradas contra indígenas. Las regiones del Urabá con
30,1%, Cauca y Valle con el 29,26%, la Sierra Nevada con 18,33% y
Putumayo con el 8,66%, han constituido desde siempre las regiones críticas
de esta violencia. Para el período 1995-2005, se estimó que entre el 2% y el
3% del total de la población desplazada internamente del país, pertenecía a
pueblos indígenas. De acuerdo con la ONIC, el 2005 constituye el año de
mayor desplazamiento indígena con el 50% del total de la población
desplazada.

Igualmente, sólo en el 2008, hubo tres desplazamientos masivos en el Alto


Baudó, dos en el Medio Baudó y cinco en el Bajo Baudó. Hay reportes
confiables sobre abusos que deben ser investigados, incluyendo el posible
asesinato de una mujer indígena y la violación de otras dos en la comunidad
de La Vaca en el Bajo Baudó. Ya durante el año en curso, se han desplazado
cerca de 2000 indígenas embera después de que unos 200 miembros de un
grupo armado ilegal entraran a su territorio la primera semana de marzo, los
31
amenazaran y trataran de forzarlos a colaborar en ataques contra otro grupo
ilegal. Este incidente se da apenas unas semanas después de la llamada
“Masacre de indígenas Awá” en Nariño, perpetrada presuntamente por las
FARC, cuyo primer ataque ocurrió el 4 de febrero de 2009, con 17 indígenas
asesinados y el segundo ocurrió el 11 de febrero de 2009 con el asesinato de
10 indígenas más pertenecientes a esta etnia.

1.6.1.1. Causas del Desplazamiento Forzado de los Pueblos Indígenas

“Insurgencia, contrainsurgencia, narcotráfico, empresas multinacionales y


megaproyectos estatales son fuerzas externas, de gran magnitud e impacto,
de mucho peso económico, capaces de desestabilizar las estructuras
ambientales, territoriales, culturales y sociales de cualquier comunidad, de
imponer su dominio y precipitar altos niveles de violencia. La evidencia
demuestra que los impactos tienden a ser peores en aquellos territorios y
comunidades indígenas que no han logrado plena consolidación, ya sea
porque el Estado no les ha legalizado sus territorios, porque son comunidades
desorganizadas o recientemente conformadas o con muchas contradicciones
internas”21

El desplazamiento forzado interno ha sido una constante a lo largo de la


historia de los pueblos indígenas de nuestro país. Según estudios de la ONIC,
el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados - Acnur - y la
Red de Solidaridad Social - Rcc - entre los factores principales relacionados
con la presencia del conflicto armado interno en los territorios indígenas están:
a). la practicidad de estos territorios como refugio para los grupos ilegales,
como corredores de tráfico de armas, contrabando y estupefacientes y para el
ejercicio del control de zonas económica y militarmente estratégicas; b).
inversión de grandes sumas en estos territorios o en territorios aledaños; c). la
amplia riqueza de estos territorios en términos de subsuelos y de
biodiversidad, lo cual los hace propicios para los cultivos ilícitos.

Es así como el mapa de los territorios indígenas coincide, en gran medida, con
el de los grandes proyectos de infraestructura, con el de una gran
biodiversidad y riqueza en el subsuelo, con el de los cultivos de coca y el de la
lucha armada, lo cual ha puesto a estas comunidades en una situación de
altísima vulnerabilidad al estar ubicadas en lugares política y militarmente
estratégicos. Por ejemplo, la permanencia constante de la guerrilla en algún
territorio indígena genera indudablemente (de forma voluntaria o involuntaria)
que los demás actores armados del conflicto crean que estas comunidades
son colaboradoras de la guerrilla y viceversa en las zonas bajo dominio
paramilitar. Y aunque, en la mayoría de los casos, las comunidades indígenas
han luchado por permanecer en sus territorios ancestrales, se han presentado
situaciones de alto riesgo que han configurado varios tipos de desplazamiento,

21SÁNCHEZ BOTERO, Esther. Los Pueblos Indígenas en Colombia. Derechos, Políticas y Desafíos. UNICEF, Oficina de Área para Colombia
y Venezuela. Bopotá D.C. 2003. pg. 33
32
a saber, el interno (dentro del propio territorio), especialmente de la población
masculina, el desplazamiento hacia otros territorios no indígenas dentro del
territorio nacional y, en algunos casos, el desplazamiento hacia zonas
fronterizas con otros países.

Desde hace algunos años, igualmente, el país ha hecho grandes inversiones


de capital en actividades mineras, petroleras y de grandes proyectos de
infraestructura energética y vial en territorios con poco desarrollo económico,
como la Amazonía y los Llanos Orientales; sin embargo, muchos de estos
macroproyectos se sitúan en territorios indígenas y, por esto, se han
generados conflictos graves entre estas comunidades y las multinacionales así
como con el Estado colombiano. Han sido mucho más notables las
consecuencias negativas de estas actividades que las positivas para estos
grupos, por ejemplo sobre el territorio mismo (invasión masiva de colonos),
sobre los recursos naturales (deforestación, contaminación) y sobre la
integridad étnica y seguridad de los propios individuos (desorganización social,
desintegración familiar, conflictos de valores, pérdida de valores culturales,
etc.). Dos de los casos más graves al respecto son la construcción de la
Represa de Urrá, en pleno corazón del territorio embera, y las excavaciones
petroleras realizadas por la empresa OXY (Occidental Petroleum) en los
territorios ancestrales de los u’wa o tunebos; La construcción de la reserva de
Urrá trajo entre otras consecuencias la movilización masiva de los embera
hacia ciudades como Bogotá y Medellín en condiciones de extrema miseria.

Sumado a esto, dichos proyectos con frecuencia se constituyen en objetivos


militares estratégicos para los grupos armados, así como en sus potenciales
fuentes de financiación, por medio de las llamadas “vacunas” o extorsiones a
las empresas e individuos para que puedan realizar sus labores. Estas
entidades, a su vez, buscando su protección se apoyan ya sea en el ejército,
en grupos privados de seguridad (legales e ilegales) o incluso contratan a las
mismas guerrillas creando así un círculo vicioso del conflicto. Igualmente, los
cultivos ilícitos han generado nuevos problemas dentro de las comunidades
indígenas, entre ellos invasiones por parte de colonos y cultivadores, la
deforestación y degradación del ambiente, degeneración social
(especialmente entre los jóvenes), violencia y delincuencia común
generalizada, y pérdida de identidad cultural.

“Primero fue el cultivo de la marihuana o bonanza marimbera que afectó


algunos territorios indígenas en la década de los años setenta, luego el auge
de la coca desde finales de los años ochenta, en la mayoría de los territorios
de clima cálido, y finalmente la amapola, en la década de los noventa, en las
zonas de páramo y clima frío. Los narcotraficantes fomentaron el cultivo
masivo de la amapola que se expandió por las zonas más altas de las

33
cordilleras, que eran precisamente las tierras en las que habían logrado
sobrevivir las comunidades indígenas de la región andina”22.

Igualmente, la presencia de los actores del conflicto armado en los territorios


indígenas ha implicado además de la evidente amenaza contra la
supervivencia de las culturas indígenas, coacción a las autoridades
tradicionales, asesinato de líderes y autoridades, amenazas y presiones a
entidades o personas que colaboran con las organizaciones indígenas, control
sobre el suministro de alimentos, reclutamiento de jóvenes alejándolos de sus
comunidades, uso de los territorios como corredores de refugio y de las
comunidades como escudos humanos. Los indígenas que tienen cultivos
ilícitos, algunas veces por elección propia y otras a la fuerza, se enfrentan,
además de las posibles sanciones legales, a problemas de salud por la
fumigación de los sembrados y a la constante escasez de productos
esenciales como la gasolina, debido a los esfuerzos gubernamentales por
reducir la producción de pasta de cocaína.

Esta situación, a pesar de los esfuerzos de la Red de Solidaridad Social, no ha


podido ser atendida adecuadamente, ya que se hace necesario ajustar y
consolidar los sistemas de información sobre la población desplazada, definir
criterios de diferenciación étnica, establecer claramente cuáles grupos étnicos
están siendo más vulnerados con este fenómeno, las distintas causas que lo
originan, las regiones más afectadas, etc. y de esta forma poder establecer
programas de atención que respeten las culturas propias de estas
comunidades, sus modos de vida, sus redes de relaciones sociales, etc. Se
busca que estos programas garanticen condiciones seguras de regreso a sus
territorios y de restablecimiento de sus economías y del control de la
autonomía de sus territorios.

Tal y como se señala en el Informe de la Defensoría del Pueblo: “Los informes


presentados por el Gobierno nacional permiten visualizar la gestión efectuada
pero son superficiales en relación con la efectividad de la política. Si bien, es
posible saber cuántas familias fueron atendidas no se sabe el efecto de esa
atención ni las condiciones en que se encuentran hoy esas mismas personas.
Se habla de procesos de retorno y reubicación pero se desconoce la
sostenibilidad de los mismos. Es necesario avanzar hacia una forma distinta
de evaluar los resultados de la gestión que permita establecer los correctivos
necesarios y explicar porqué, frente a los ingentes esfuerzos del Estado, la
situación de los desplazados parece agravarse en forma creciente”23.

1.6.2. La Población Indígena Urbana

22 SÁNCHEZ BOTERO, Esther. Los Pueblos Indígenas en Colombia. Derechos, Políticas y Desafíos. UNICEF, Oficina de Área para Colombia
y Venezuela. Bopotá D.C. 2003. Pg. 37 - 38
23 REPÚBLICA DE COLOMBIA. DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Informe Defensorial sobre el Desplazamiento Forzado por la Violencia en

Colombia. Pg. 27.


34
Fenómenos como el desplazamiento forzado han ido, entonces, alterando
recientemente la composición de los grupos étnicos del país introduciendo
nuevas dinámicas asociadas, en su mayoría, a ámbitos urbanos o
semiurbanos y a la conformación de comunidades multiétnicas. Es así, como
en las cabeceras municipales de los pequeños municipios y en las grandes
ciudades colombianas actualmente reside una minoría de indígenas, la cual va
en aumento, como consecuencia de procesos migratorios debidos a cambios
culturales, al agotamiento de las tierras de los resguardos, especialmente de
la zona andina, y por el desplazamiento forzado de las comunidades a raíz de
la lucha por la tierra que tienen los actores armados ilegales especialmente en
las regiones de la Sierra Nevada de Santa Marta y del Urabá, y en los
departamentos de Cauca, Córdoba, Guaviare, Nariño y Putumayo.

La movilización indígena hacia las ciudades se ha dado en un contexto social


en el cual todas las regiones del país se están integrando, en cierta medida, a
las dinámicas de la economía del mercado y en el que las ciudades se
convierten en los espacios propicios para el desarrollo económico y social de
las comunidades e individuos. Se busca tener mejor acceso a servicios de
salud, educación y vivienda, y al fácil establecimiento de actividades de
economía informal. En muchos casos, estos indígenas, en su mayoría
pertenecientes a pueblos distintos, han conformado cabildos pluriétnicos y
multilingüísticos, presentándose, entonces, cuadros diversos dentro del amplio
espectro de población indígena en los cascos urbanos.

Inicialmente, se encuentran situaciones de extrema miseria como en el caso


de los grupos embera, víctimas del desplazamiento, en ciudades como
Medellín o Bogotá o de muchas otras comunidades en Santa Marta,
Valledupar, Sincelejo, Montería, Villavicencio, Popayán, Cali y Pasto. En
estas ciudades, las mujeres y niñas indígenas muchas veces trabajan en
servicios domésticos sin garantías laborales y sufriendo explotaciones y
discriminación; en el peor de los casos, como sucede en Chocó, Vaupés,
Caquetá, Puerto Carreño y Puerto Inírida, las mujeres se ven forzadas a
ingresar en la prostitución desde muy jóvenes para poder sobrevivir.

Por otro lado, se encuentran casos como el de la comunidad inga en Bogotá,


quienes llegaron como migrantes a la ciudad aprovechando sus conocimientos
en medicina tradicional y han logrado adaptarse al contexto urbano. En
algunos casos se ha logrado conservar en gran medida la lengua y la cultura,
así como el mantenimiento de lazos de contacto con sus comunidades de
origen. Igualmente, han sido anfitriones de otros grupos indígenas recién
llegados a la capital. Esta presencia ha propiciado una mayor visibilización de
los indígenas en la ciudad, así como un intercambio más amplio con la cultura
occidental.

Sin embargo, a excepción de los ingas, y un poco de los kamsá, no se han


realizado estudios que permitan establecer la situación real de los indígenas
35
en las ciudades tanto a nivel social (alimentación, vivienda, educación, etc.)
como cultural y menos aún desde el punto de vista lingüístico. Se hace
necesario, entonces, realizar estudios que permitan establecer de manera
clara el impacto del contexto sociocultural urbano sobre la forma de vida y
cultura tradicionales de estos grupos, con miras a la adecuación de programas
que garanticen el mantenimiento y fortalecimiento de las culturas tradicionales
de estos grupos indígenas en contextos urbanos.

36
2. LAS LENGUAS CRIOLLAS COLOMBIANAS

De acuerdo con la mayoría de los especialistas en criollística, una lengua


criolla surge en un determinado momento histórico a partir de una situación de
contacto interétnico o intergrupal, en la cual la situación inicial de contacto
conlleva a un conflicto de comunicación entre los individuos por la pérdida de
sus idiomas ancestrales y la inexistencia de una lengua común entre los
grupos para comunicarse. Esta falta de comunicación presiona el surgimiento
de un código por medio del cual se puedan entender los grupos en contacto.
En el escenario que se considera más típico, surge primero una jerga de
contacto (pidgin) que posteriormente, al ser transmitida a las nuevas
generaciones, se nativiza y se perfecciona para dar lugar a la lengua criolla.

En la actualidad, Colombia cuenta con la presencia de dos lenguas criollas


como testimonio de la compleja configuración histórica de la sociedad
colombiana. La primera es el criollo palenquero, lengua hablada por el pueblo
del Palenque de San Basilio (ubicado a 60 Km. de la ciudad de Cartagena),
única lengua criolla del Caribe con base léxica española (lengua de
superestrato), situación que le concede un estatus especial de “reliquia
lingüística”. La segunda es el criollo sanandresano, lengua hablada en el
archipiélago de San Andrés y Providencia y que tiene como base lexificadora
el inglés, con lenguas africanas de substrato.

2.1. POBLACIÓN

Los registros históricos disponibles sobre población que se reconozca


étnicamente como palenquera (anteriormente conocidos como cimarrones) o
como raizales de San Andrés y Providencia son prácticamente nulos, ya que
antes del siglo XIX no se tomaba en cuenta a la población afrocolombiana
dentro de los datos censales. Ya durante el siglo XIX se llevaron a cabo seis
censos de población, tres de los cuales identificaron a la población indígena y
dos a la negra. El primero de estos censos, realizado en 1827, calculaba una
población afrocolombiana de 103.832 personas, sin especificar si eran
palenqueros o raizales, lo cual correspondía al 4.4% de la población nacional,
mientras que el censo de 1843 estimaba 26.777 afrocolombianos, es decir un
1.4% de la población.

37
Tomado de: URIBE, Margarita María. Los grupos étnicos de Colombia: intentos de cuantificación y criterios para el censgo 1993. Tesis de
grado de Antropología de la Universidad de los Andes. DANE, 1998. En: Colombia: una nación multicultural. Su diversidad étnica. DANE. 2007.

Los datos demográficos sobre estas dos comunidades durante el siglo XX se


encuentran disponibles a partir de los Censos de los años 1993 y 2005, el
primero de los cuales estimó 502.343 personas autorreconocidas como
pertenecientes a alguna cultura o comunidad negra, lo cual correspondería al
1.5% del total de la población del país. Se señalaba que en la región Caribe
las comunidades afrodescendientes se encontraban representadas por 7699
raizales y 1474 cimarrones.

38
Tomado de: Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE. Los Grupos Étnicos de Colombia en el Censo de 1993 – Análisis de
Resultados. División de Ediciones DANE. 199-. Pg. 18

Por su parte, el Censo del año 2005 estimó la población afrocolombiana en


4.311.757 individuos, de los cuales 30.565 (15231 hombres, 15334 mujeres)
se reconocieron como Raizales de San Andrés y Providencia (el 69.09% de la
población total del archipiélago) y 7.470 (3776 hombres, 3694 mujeres) como
palenqueros.

2.2. CARACTERÍSTICAS DE LAS LENGUAS CRIOLLAS COLOMBIANAS24

2.2.1. El Criollo Sanandresano

Los intentos de rastrear el origen de algunas palabras no provenientes del


inglés, muestran una predominante presencia de lenguas pertenecientes al
grupo twi; también se encuentran lexemas que se han relacionado con las
lenguas o grupos de lenguas mende, ewe, igbo/ibo, mandinga, y otras.

El habla vernácula pertenece a la extensa familia de los criollos atlánticos de


base inglesa (hay otros en el área del Pacífico), que incluye variedades
africanas (en Gambia, Sierra Leone, Nigeria, etc.) y americanas:

- Caribe Oriental: Barbados, Trinidad y Tobago-, Islas de Sotavento (Antigua,


Montserrat, etc.) Islas de Barlovento (Grenada);

24 GUTIERREZ REYES, Mayelys Enid. Criollística Afrocolombiana: Balance Bibliográfico de Estudios Lingüísticos y Perspectivas de
Investigación. Trabajo de Grado. Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. 2008.
39
- Caribe Occidental: Jamaica, San Andrés y Providencia, Costa de Mismitos o
Miskitos (Honduras, Nicaragua), Puerto Limón (Costa Rica);
- Surinam, Bahamas, Gullah (islas y costas de Carolina del Sur y de Georgia)

Esta lengua ha sido estudiada en épocas recientes principalmente por Angela


Bartens, cuya última publicación sobre el criollo sanandresano data del año
2003.

2.2.2. El Criollo Palenquero

Como ya se dijo, el palenquero es la única lengua criolla de base léxica


española (lengua de superestrato) que ha sobrevivido en el Caribe. El
papiamento de las Antillas Holandesas a pesar de tener aportes del español,
también tiene influencia de otras lenguas (portugués, holandés, lenguas del
norte de África y lenguas Arawak nativas de la región). El substrato de la
lengua tiene un componente africano marcado. A pesar del enorme número
de lugares de donde provenían los esclavos y a la escasez de documentos
históricos, hay un consenso en que muchos de los vocablos africanos son de
origen bantú. Lenguas como el kikongo o el kimbundu dejaron huellas
lexicales y gramaticales bastante claras en el palenquero.

2.3. SITUACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA

Las lenguas criollas siempre han coexistido en los diferentes países en que se
encuentran con un idioma nacional y oficial, llamado en criollística de
superestrato, el cual es el instrumento del gobierno, de la educación, los
medios de comunicación, etc. Los vernáculos criollos, al igual que las lenguas
indígenas, se emplean por lo general en el ámbito familiar y mucho menos en
interacciones de mayor formalidad. Sin embargo, en algunos países las
lenguas criollas han adquirido recientemente el estatus de oficialidad, ya sea
en todo el país (Haití, Surinam, Antillas Holandesas) o en sus territorios, como
es el caso de Colombia.

A nivel sociolingüístico, si bien las dos lenguas criollas del país presentan
contextos distintos, es posible afirmar que ambas siguen el patrón de uso
general de las lenguas criollas, a saber, uso mayoritario en contextos de tipo
familiar e informal, con poca participación en contextos educativos y
administrativos, de carácter más formal. Inicialmente, se ha señalado que
desde el punto de vista teórico, el archipiélago de San Andrés
tradicionalmente presentaba una situación de continuo lingüístico que tenía en
un extremo al llamado basilecto – o la forma más pura del criollo – y en el otro
al inglés estándar caribeño, y como puntos medio a las variedades conocidas
como mesolecto – variedad más cercana al criollo – y acrolecto – variedad
más cercana al inglés estándar caribeño, respondiendo este continuo a
factores de estatus social y de contextos de mayor o menor formalidad.

40
Sin embargo, la situación del archipiélago ha variado en las últimas décadas,
especialmente desde la apertura del Puerto Libre en 1953, ya que el inglés fue
reemplazado como idioma de superestrato por el español, lo cual si bien evita
procesos de progresiva descriollización o absorción del criollo por la variedad
de mayor estatus, dadas las diferencias estructurales y léxicas entre las dos
lenguas, ha generado recientemente un contexto de multilingüismo y diglosia
en las islas que aún se encuentra en desarrollo. Las lenguas habladas en el
archipiélago son, entonces, el criollo sanandresano – conocido también como
creole o islander -, el inglés estándar caribeño y el español. En la actualidad,
el español, además de ser la lengua de educación formal por excelencia, se
utiliza cada vez con mayor frecuencia en todos los demás contextos de
interacción con la sociedad nacional (negocios, gobierno, turismo, etc.),
debido, en gran medida, a la cada vez más creciente presencia en las islas de
individuos y entidades que vienen desde el territorio nacional por diferentes
razones.

El inglés, en cambio, a pesar de estar convirtiéndose en un emblema de


identidad para los sanadresanos - en aras de la identificación de las islas
como territorio independiente de Colombia con una cultura, lengua e historia
distintas - ha ido restringiendo cada vez más sus ámbitos de uso subsistiendo
como segunda lengua especialmente para la lectura de textos bíblicos, para
su aprendizaje como lengua extrajera en la escuela, en los ámbitos de las
iglesia bautista y adventista y para la comunicación con angloparlantes,
especialmente turistas. Finalmente, la lengua criolla, lengua materna de
aproximadamente el 40% de la población originaria del archipiélago, continúa
siendo ampliamente utilizada en los diferentes contextos de comunicación
cotidiana, a pesar de que frecuentemente los raizales que tienen cierto nivel
educativo niegan su uso, al considerar al criollo como “un inglés mal hablado”
no apto para expresar pensamientos de alta complejidad, sino más apto para
la expresión de sentimientos, afectos y emociones.

Esta concepción acerca del criollo sanandresano ha sido uno de los


problemas más complejos a los que se han tenido que enfrentar los proyectos
etnoeducativos bilingües en las islas, ya que hasta hace algún tiempo se
cuestionaba la pertinencia del uso del vernáculo en la escuela. Igualmente, se
presentan otros factores que han complejizado las dinámicas de
estandarización de la lengua criolla, entre los que se destacan el hecho de que
la mayor parte de literatura disponible en la isla está en español, hecho que
ha generado una visión de esta lengua ligada al poder – saber y,
principalmente, la falta de coherencia en el discurso identitario ligado al uso y
estandarización de la lengua criolla; algunos sectores buscan una
reivindicación del criollo a partir de la cultura anglosajona y los valores
relacionados con ella, desconociendo el legado africano intrínseco en este
contexto.

41
De acuerdo con los investigadores Ángela Bartens, Marcia Ditmann y Alberto
Abouchaar, el criollo sanandresano se encuentra sin duda en peligro, debido,
entre otros aspectos: a). el uso exclusivo tanto del español como del inglés
estándar en los colegios, ya que el criollo no se encuentra incluido dentro de
los programas curriculares; b). el establecimiento casi total del español como
lengua predominante en San Andrés, especialmente en las zonas urbanas,
reduciendo enormemente los contextos de uso del criollo; c). el gobierno local
promueve el español y el inglés y hasta impone su punto de vista a
representantes del gobierno nacional que estarían dispuestos a considerar la
posibilidad de promover el criollo.

Por su parte, la situación sociolingüística del criollo palenquero es un poco


distinta a la del criollo sanandresano, ya que en el Palenque de San Basilio no
hay presencia de un continuo lingüístico palenquero – español estándar
regional, sino que se registra principalmente una situación de diglosia, es decir
una separación de funciones entre los dos códigos, en la cual hasta hace
relativamente poco se daba un creciente desplazamiento del vernáculo por
parte del español, lengua de prestigio, en la mayoría de los contextos formales
e incluso informales. El aspecto preocupante de esta situación es la presencia
de un bilingüismo parcial consistente en que el total de la población tiene
amplio dominio del español, en especial las generaciones más jóvenes que
sólo tienen competencia pasiva en lengua criolla, mientras que el criollo es
utilizado casi de manera exclusiva por los ancianos y adultos de la comunidad.

Al respecto, cabe señalar que, al igual que la mayoría de las lenguas criollas
del mundo, el palenquero siempre ha sido estigmatizado por la sociedad
mayoritaria e incluso por el propio pueblo palenquero, al considerarlo un
“español mal hablado”, lo cual ha contribuido a su baja tasa de transmisión
generacional. Sin embargo, en la actualidad, en medio del contexto de
reivindicación socio-cultural de las minorías étnicas, el criollo palenquero se
está convirtiendo cada vez más en un emblema de identidad cultural del
Palenque de San Basilio, situación que ha permitido el desarrollo de
programas de etnoeducación tendientes a la estandarización del vernáculo
criollo para su uso continuo en la educación.

Esta situación es constatada por los investigadores Carlos Patiño y Armin


Schwegler, quienes señalan que el criollo palenquero se encuentra
severamente en peligro, ya que debido a la estigmatización que sufría por la
sociedad mayoritaria y por la propia comunidad, a partir de la década de 1970
hubo un corte generacional y la juventud empezó a dejar de usarla. Por ende,
en la actualidad, entre los niños de 2-10 años son muy pocos los que hablan
lengua, ya que la mayoría solamente posee un conocimiento pasivo; entre la
población adolescente y adulta, aprox. un 15% habla la lengua, presentándose
altos niveles de bilingüismo español-palenquero, ya que todos sin excepción
dominan el español, principalmente por influencia del contexto educativo;

42
finalmente, entre los ancianos la gran mayoría conserva el uso de la lengua
criolla.

Por otra parte, desde que la UNESCO designó a Palenque de San Basilio
como “Patrimonio Intangible de la Humanidad” ha habido un cambio en la
valoración que la sociedad colombiana y el pueblo palenquero tienen del
vernáculo criollo y se han hecho esfuerzos por revitalizar su uso, a través, por
ejemplo, de la apertura de espacios de enseñanza de la lengua (2 horas
semanales en secundaria) en la escuela. Sin embargo, este pueblo de muy
escasos recursos no cuenta con materiales de enseñanza adecuados ni
tampoco con el apoyo tangible por parte del gobierno local para fortalecer este
proceso y se requiere entonces apoyo económico urgente para llevar a cabo
esta iniciativa.

En conclusión, no obstante este renovado interés por la preservación de estas


dos lenguas criollas, testimonio de la presencia africana en el territorio
colombiano se requieren estudios a profundidad sobre ambas lenguas,
especialmente a nivel sociolingüístico, con miras al fortalecimiento de las
mismas en el contexto escolar por medio de la preparación de materiales
educativos en palenquero y sanandresano que respondan a las necesidades
de las propias comunidades.

43
A MANERA DE CONCLUSIÓN: EL FUTURO DE LAS LENGUAS
INDÍGENAS Y CRIOLLAS COLOMBIANAS

La situación actual de las lenguas indígenas y criollas muestra que en muchos


de los casos la vitalidad de las lenguas se encuentra seriamente amenazada y
sus posibilidades de supervivencia dependerán de las acciones que se tomen
a corto y mediano plazo con miras a asegurar su mantenimiento y
revitalización.

Los siguientes aspectos evidencian la problemática de la vitalidad de las


lenguas indígenas y criollas:

1. Resulta preocupante el bajo nivel de vitalidad de las lenguas indígenas y


criollas del país tomando el criterio de transmisión generacional como
indicador; son pocos los hablantes que son conscientes de la importancia de
la enseñanza y del uso de sus lenguas en el mayor número de ámbitos
posible, principalmente en el contexto educativo. Los programas
etnoeducativos en su mayoría no han logrado el nivel de adecuación
necesario para cumplir con los requerimientos de cada comunidad específica
de acuerdo a su contexto. Se hace necesario, entonces, fortalecer la
educación intercultural con programas específicos de formación docente,
apoyo a las comunidades para la producción de material didáctico y de
enseñanza en lenguas indígenas con el asesoramiento de expertos en áreas
como pedagogía, lingüística, antropología, etc., entre otros, que permitan ver
reflejada la diversidad lingüística y cultural colombiana en todos los ámbitos de
la realidad nacional.

2. El fenómeno, cada vez más creciente, de no la transmisión


intergeneracional de las lenguas indígenas podría ser relativamente reciente
(alrededor de 10 - 15 años). Principalmente, se ve como consecuencia directa
del contacto constante con la lengua mayoritaria y si bien es muy evidente en
algunas comunidades, en otras apenas se perfila. Dos factores de vital
importancia en la aceleración del proceso de pérdida de la lengua son,
indudablemente, la educación en lengua castellana y el ingreso de los medios
de comunicación (radio y televisión principalmente) a las comunidades, ya que
cuando las generaciones más jóvenes van a la escuela y aprenden el español,
terminan por imponer su uso en sus hogares y paulatinamente los padres
comienzan también a dejar de hablar en lengua vernácula a sus hijos.
Igualmente, la incursión de los medios de comunicación está imponiendo
nuevos modelos tanto culturales como lingüísticos dentro de estas
comunidades y las nuevas generaciones cada vez más se adaptan a los
patrones socio-culturales de la sociedad mayoritaria en detrimento de sus
lenguas y culturas ancestrales. Esta situación ha traído como consecuencia el
que estos niños y jóvenes solamente tengan un conocimiento pasivo de sus

44
lenguas y, de esta forma, en cuestión de una o dos generaciones algunas de
las lenguas vernáculas colombianas habrán sido desplazadas por el español.

3. Si bien este panorama de peligro para las lenguas indígenas colombianas


se ha hecho más evidente en la última década, ya entre los años 80 – 90
algunas lenguas presentaban, según los expertos, señales claras de pérdida
(siona, achagua, sáliba, entre otras) o de peligro inminente (pisamira, carijona
y ocaina – está última prácticamente sin hablantes en Colombia). Igualmente,
ya a mediados del S. XX, lenguas como el yahuna y el betoi se encontraban
extintas y otras como el nonuya y el tinigua se encontraban al borde de la
extinción, ya que no contaban con más de una decena de hablantes.

En el caso de la lengua nonuya, en épocas recientes se encontró un par de


ancianos que todavía poseen conocimientos de la lengua y en la actualidad se
está llevando a cabo un proceso de revitalización a partir de los datos de estos
hablantes y de otros tres hablantes que ya fallecieron. El caso de la lengua
tinigua, infortunadamente, no fue positivo, ya que poco tiempo después de que
se encontrara la última pareja de ancianos que tenían conocimientos de la
lengua (mediados de los 80), al morir estos, murió con ellos definitivamente la
lengua.

4. Sin embargo, de acuerdo con los estudios realizados, el número de


hablantes no es siempre el factor más determinante para garantizar la vitalidad
de la lengua, ya que, por ejemplo, en casos como el del nasayuwe y el
wayuunaiki, las dos lenguas más numerosas del país, casi la mitad de la
población no es hablante activa la lengua, hecho que no garantiza su
supervivencia. Igualmente, si se mira la historia de las lenguas indígenas
colombianas, se concluye que las lenguas que más se han preservado son
aquellas habladas por comunidades bastante aisladas, con poco contacto con
la sociedad mayoritaria y que, en cambio, las lenguas con mayor nivel de
contacto y mayor reconocimiento son más vulnerables, como fue el caso de la
lengua chibcha o muisca, con más de medio millón de hablantes a la llegada
de los españoles, extinta ya desde el siglo XVIII, época en la que era
reconocida y enseñada como lengua general.

5. Más allá de lo dicho anteriormente sobre el nivel de vitalidad de las


lenguas indígenas colombianas, es preciso señalar que se requieren de forma
urgente estudios sociolingüísticos de carácter tanto cualitativo como
cuantitativo, que permitan no solamente establecer las razones principales de
la pérdida del uso de estas lenguas, sino además que conlleven a la
realización de proyectos para lograr invertir este proceso y permitir que las
lenguas vernáculas recuperen sus ámbitos de uso tradicionales. Se deben,
entonces, implementar programas de revitalización lingüística basados en los
contextos socio-culturales específicos de las comunidades y en sus
necesidades, para que realmente logren ser efectivos.

45
6. Igualmente, se hacen necesarios estudios que permitan establecer el
impacto del fenómeno del desplazamiento forzado y las movilizaciones a las
ciudades por parte de las comunidades indígenas en el mantenimiento de sus
culturas y sus lenguas. Es posible plantear que la pérdida de los patrones
socio-culturales tradicionales se da como consecuencia de la inmersión total
de estos grupos en las dinámicas de la sociedad mayoritaria y, en algunos
casos, también se debe a la pérdida de los nexos con sus territorios
ancestrales. Sin embargo, hasta que no se obtengan datos sobre la situación
específica de las comunidades indígenas en zonas urbanas, no será posible
definir de manera contundente en qué medida se ha perdido el uso de sus
lenguas vernáculas.

Sin lugar a dudas las lenguas indígenas y criollas de Colombia constituyen un


patrimonio cultural frágil.

46
BIBLIOGRAFÍA

ARDILA, Olga. “Lingüística Colombiana: La Problemática de las Lenguas


Tucano”. Forma y Función No 17. Revista del Departamento de Lingüística de
la Universidad Nacional de Colombia. 2004. Pags 15-33

CASTRO, Liz Katherine. La Lingüística Aborigen en las Zonas Norte y Oriente


de Colombia: Balance Bibliográfico de los Estudios Lingüísticos Realizados en
esta Región (1984-2008). Trabajo de Grado. Universidad Nacional de
Colombia. Departamento de Lingüística. 2008.

CHAPARRO, John Freddy. Acercamiento Sociolingüístico a Zumbico, una


Vereda del Resguardo-Municipio de Jambaló. Trabajo de Grado. Universidad
Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. 2007.

Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE. Los Grupos


Étnicos de Colombia en el Censo de 1993 – Análisis de Resultados. División
de Ediciones DANE.

Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE. Los Grupos


Étnicos de Colombia en el Censo de 1993 – Resultados. División de Ediciones
DANE.

Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE. Colombia: una


nación multicultural. Su diversidad étnica. División de Ediciones DANE. 2007.

GUTIERREZ, Mayelys Enid. Criollística Afrocolombiana: Balance Bibliográfico


de Estudios Lingüísticos y Perspectivas de Investigación. Trabajo de Grado.
Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. 2008.

GONZÁLEZ DE PEREZ, María Stella (Coord. y edit.) Lenguas indígenas de


Colombia: Una visión descriptiva. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. 2000. 848
pgs.

HOUGHTON, Juan y VILLA, William. Violencia Política contra los Pueblos


Indígenas en Colombia 1974 – 2004. Alto Vuelo Comunicaciones. Bogotá.
2005. 457 pgs.

JACKSON, Jean. La Crisis en Colombia: Consecuencias para los Pueblos


Indígenas. En: CAMACHO GUIZADO, Álvaro. El Conflicto Colombiano y su
Impacto en los Países Latinos. CESO – Ediciones UNIANDES. Bogotá. 2003.

QUEIXALÓS, Francisco. “Lenguas Aborígenes de la Orinoquía de Colombia”.


En: GONZÁLEZ DE PÉREZ, María Stella (Coord. y edit.) Lenguas indígenas
de Colombia: Una visión descriptiva pgs. 567– 569. Bogotá: Instituto Caro y
Cuervo. 2000.
47
REY, Luz Libia. Diagnóstico sociolingüístico de la Chorrera – Amazonas.
Departamento de Lingüística. Maestría en Lingüística. 2001.

RODRÍGUEZ, Sandra Patricia. De lo visible a lo invisible. Un acercamiento


sociolingüístico a tres asentamientos de la ribera del Amazonas colombiano:
Mocagua, Ronda y La Libertad. Departamento de Lingüística. Maestría en
Lingüística. 2004.

SOLANO, Felipe. Elementos para un diagnóstico sociolingüístico del nasa


yuwe en el resguardo municipio de Jambaló, departamento del Cauca. Caso:
vereda El Trapiche. Trabajo de Grado. Universidad Nacional de Colombia.
Departamento de Lingüística. 2008

UINO, Fernando. Estudio Sociolingüístico Acerca de la Vitalidad de la Lengua


Nasa (Páez) Vereda Zolapa en el Resguardo-Municipio de Jambaló-Cauca.
Trabajo de Grado. Universidad Nacional de Colombia. Departamento de
Lingüística. 2007.

PÁGINAS DE INTERNET

ABOUCHAAR, Alberto, HOOKER, Yolanda y ROBINSON, Beatriz. Estudio


lingüístico para la implementación del programa de educación bilingüe en el
municipio de Providencia y Santa Catalina. En: Cuadernos del Caribe No. 3.
Universidad Nacional de Colombia, Instituto de Estudios Caribeños, 2002. pgs.
65 - 113. Disponible en:
http://www.unal.edu.co/caribe/Documentos/CUADERNOS_DEL_CARIBE_3.pdf
Consultado el miércoles, 01 de julio de 2009>

UNHCR – ACNUR. Colombia, Desplazamiento Indígena y Política Pública:


Paradoja del Reconocimiento. San José de Costa Rica, Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, Mayo 17 de 2006. Disponible en:
http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/4553.pdf <Consultado el miércoles, 01 de
julio de 2009>

ACITAM. Asociación de Cabildos Indígenas del Trapecio Amazónico.


Localización y lingüística de los pueblos Tikuna. Disponible en:
http://www.acitam.org/index.php?option=com_content&task=view&id=37&Itemi
d=31 <Consultado el miércoles, 01 de julio de 2009>

AGUIRRE, Daniel. Lenguas Vernáculas Sobrevivientes. En: Fondo para la


protección del medio ambiente FEN. Colombia Pacífico. Tomo I. Santa Fe de
Bogotá, Fondo para la Protección del Medio Ambiente "José Celestino Mutis".
1993. Disponible en:
http://www.lablaa.org/blaavirtual/faunayflora/pacific1/cap23.htm <Consultado el
miércoles, 01 de julio de 2009>

48
ACNUR. La población indígena colombiana está siendo devastada por el
desplazamiento forzado. Disponible en:
http://www.acnur.org/index.php?id_pag=7855 <Consultado el miércoles, 01 de
julio de 2009>

ARANGO Raúl, y SÁNCHEZ, Enrique. Los pueblos Indígenas de Colombia en


el umbral del nuevo milenio. Impreso Publicaciones, Departamento Nacional
de Planeación. Bogotá D. C. 2004. Disponible en:
http://www.acnur.org/index.php?id_pag=5640 <Consultado el miércoles, 01 de
julio de 2009>

DIECK, Marianne. Criollística Afrocolombiana. En: URIBE TOBÓN, Carlos


Alberto et al. Geografía humana de Colombia: los afrocolombianos. Bogotá:
Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1998. Disponible en:
http://www.lablaa.org/blaavirtual/geografia/afro/criollis.htm <Consultado el
miércoles, 01 de julio de 2009>

FABRE, Alain. Diccionario Etnolingüístico y Guía Bibliográfica de los Pueblos


Indígenas Sudamericanos. Disponible en:
http://butler.cc.tut.fi/~fabre/BookInternetVersio/Alkusivu.html. <Consultado el
miércoles, 01 de julio de 2009>

FAGUA, Doris. Diagnóstico Sociolingüístico del Departamento del Amazonas.


Los Lagos (periferia de Leticia): Contacto y cambio. Universidad Nacional de
Colombia. ENCUENTROS Colección Tesis Laureadas. Facultad de Ciencias
Humanas. Departamento de Lingüística. Maestría en Lingüística. 2001.
Disponible en: http://www.digital.unal.edu.co/dspace/handle/10245/966
<Consultado el miércoles, 01 de julio de 2009>

LANDABURU, JON. Clasificación de las lenguas indígenas de Colombia.


Disponible en: http://www.lablaa.org/blaavirtual/antropologia/lengua/clas2.htm
<Consultado el miércoles, 01 de julio de 2009>

PATIÑO ROSSELLI, Carlos. Sobre las dos lenguas criollas de Colombia. En:
Cuadernos del Caribe No. 3 - SEMINARIO LENGUA, educación y cultura en el
contexto del Caribe Occidental (mayo 20-22 de 1999). Universidad Nacional
de Colombia, Instituto de Estudios Caribeños. 2002. pgs. 13 - 19. Disponible
en:
http://www.caribe.unal.edu.co/Documentos/CUADERNOS_DEL_CARIBE_3.pdf
<Consultado el miércoles, 01de julio de 2009>

RAMÍREZ CRUZ, Héctor. Diagnóstico sociolingüístico de Cumaribo, zona de


contacto indígena – Colono, Vichada. Universidad Nacional de Colombia.
ENCUENTROS Colección Tesis Laureadas. Facultad de Ciencias Humanas.
Departamento de Lingüística. Maestría en Lingüística. 2003. Disponible en:

49
http://www.lablaa.org/blaavirtual/tesis/unal/linguist/lin1-60.pdf
http://www.digital.unal.edu.co/dspace/bitstream/10245/858/2/01PREL01.pdf
<Consultado el miércoles, 01 de julio de 2009>

REPÚBLICA DE COLOMBIA. DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Informe


Defensorial sobre el Desplazamiento Forzado por la Violencia en Colombia.
Disponible en:
http://www.defensoria.org.co/red/anexos/pdf/02/informe_6.pdf <Consultado el
miércoles, 01 de julio de 2009>

SÁNCHEZ BOTERO, Esther. Los Pueblos Indígenas en Colombia. Derechos,


Políticas y Desafíos. UNICEF, Oficina de Área para Colombia y Venezuela.
Bogotá D.C. 2003. Disponible en:
http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/4885.pdf <Consultado el miércoles, 01 de
julio de 2009>

SUÁREZ, Harvey. Dinámica del Desplazamiento Forzado en Colombia.


Memorias. Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento
Cohdes. Disponible en: http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/3822.pdf
<Consultado el miércoles, 01 de julio de 2009>

Al rescate de las lenguas nativas. En: El Espectador.com – Nacional.


Disponible en: http://www.elespectador.com/noticias/nacional/articulo-al-
rescate-de-lenguas-nativas <Consultado el miércoles, 01 de julio de 2009>

Cerca de 2 mil indígenas huyen de amenazas y violencia en Colombia. En:


ACNUR – Noticias sobre los refugiados alrededor del mundo. Disponible en:
http://www.acnur.org/index.php?id_pag=8409 <Consultado el miércoles, 01 de
julio de 2009>

Lenguas Makú. En: Wikipedia. La Enciclopedia Libre. Disponible en:


http://es.wikipedia.org/wiki/Lenguas_mak%C3%BA <Consultado el miércoles,
01 de julio de 2009>

Lenguas Tupí-Guaraní. En: Wikipedia. La Enciclopedia Libre. Disponible en:


http://es.wikipedia.org/wiki/Lenguas_tup%C3%AD-guaran%C3%AD
<Consultado el miércoles, 01 de julio de 2009>

Masacres en Nariño de 2009. En: Wikipedia. La Enciclopedia Libre. Disponible


en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Masacres_en_Nari%C3%B1o_de_2009
<Consultado el miércoles, 01 de julio de 2009>

Programa de protección a la diversidad etnolingüística (PPDE). Disponible en:


http://www.mincultura.gov.co/index.php?idcategoria=6081 <Consultado el
miércoles, 01 de julio de 2009>
50

You might also like