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TEMA 7.

LA PREGUNTA FILOSÓFICA POR LA REALIDAD

ESQUEMA

La metafísica
La pregunta
por la realidad
Características de
la metafísica

Tema 7 El materialismo atomista


Los grandes
La pregunta El platonismo
sistemas
filosófica por
metafísicos El aristotelismo
la realidad
El idealismo absoluto hegeliano
El idealismo transcendental
El materialismo marxista
Los sistemas
críticos con la El vitalismo nietzscheano
metafísica El positivismo
La filosofía analítica

LA PREGUNTA POR LA REALIDAD

A comienzos del siglo XXI, la ciencia ofrece la imagen generalmente admitida de eso que
llamamos realidad. Pero los descubrimientos y los logros de la ciencia abren la puerta a enigmas cada
vez más complejos.

En la Antigüedad, todo lo que hoy denominamos conocimiento era atribuido a la filosofa,


considerada la máxima forma de saber racional. Pero el progreso científico hizo que muchos
conocimientos siguieran un camino independiente de la filosofía. Estos conocimientos se convirtieron
en ciencias especializadas, y la suma de todas ellas ofrece una imagen del mundo que nos rodea.

Sin embargo, siguen existiendo una serie de problemas filosóficos que la ciencia no puede ni
está entre sus objetivos contestar. Preguntas como ¿En qué consiste lo real? ¿Por qué hay algo en vez
de nada? ¿Qué rasgos tiene lo que hay? ¿Qué es el ser? son las que aborda la filosofía y han preocupado
a los filósofos desde sus inicios.

En términos generales se puede hablar de tres posturas fundamentales en relación con la


existencia de una realidad y su relación con el ser humano:

Realismo ontológico.

Existe un mundo que es ontológicamente independiente de cualquier acto de conocimiento o


de cualquier conceptualización. Dicho de otro modo, no es por completo el producto de un proceso de
conocimiento. En particular, su mera existencia no depende de la existencia de sujetos cognoscentes.

Idealismo ontológico.

Sostiene que la realidad extramental no es cognoscible tal como es en sí misma, y que el objeto
del conocimiento está construido por la actividad cognoscitiva. En palabras más simples y de lenguaje
común, el idealismo es la filosofía que postula que se llega al conocimiento mediante las ideas y no de
los hechos.

Fenomenismo.

Sostiene que la realidad se agota en el fenómeno. El fenomenismo metafísico afirma que no


hay cosas en sí y que la realidad es la manifestación o apariencia perceptiva que un sujeto tiene.

Estas posturas se encuentran en el origen de las discusiones acerca de la realidad y del


conocimiento del mundo exterior. La pregunta por la realidad es el objeto de estudio de una rama
especializada de la filosofía denominada metafísica.

METAFÍSICA

El peripatético Andrónico de Rodas (siglo I a. C.) al sacar la primera edición de las obras de
Aristóteles ordenó estos libros detrás de los ocho libros sobre física (tà metà tà physiká). De allí surgió el
concepto de «metafísica», que en realidad significa: aquello que en el estante está después de la física,
pero que también de manera didáctica significa: aquello que sigue a las explicaciones sobre la
naturaleza o lo que viene después de la física, entendiendo física en su acepción antigua que se refería
al estudio de la physis, es decir, de la naturaleza y sus fenómenos, no limitados al plano material
necesariamente.

La metafísica pregunta por los fundamentos últimos del mundo y de todo lo existente. Su
objetivo es lograr una comprensión teórica del mundo y de los principios últimos generales más
elementales de lo que hay, porque tiene como fin conocer la verdad más profunda de las cosas, por qué
son lo que son; y, aún más, por qué son.

Dos de las preguntas fundamentales de la metafísica son:


· ¿Qué es lo que hay y cuáles son sus rasgos?

· ¿Por qué hay algo, y no más bien nada?

Aristóteles denominó filosofía primera a este saber de lo que hay, ya que al estudiar y analizar
los principios y causas de todo lo real, el resto de saberes que estudian parcelas de lo real, el resto de
ciencias particulares, deben respetar los principios de la metafísica como un saber más general y
abstracto y son consideradas como filosofías segundas.

A esta rama general y abstracta de la filosofía también se le denomina ontología que quiere
decir “ciencia del ser” e intenta analizar los rasgos del ser en cuanto ser (“lo ente”) y quiere identificar
sus principios. Para ello debe tener en cuenta las realidades concretas pero no se acaba en ellas sino que
va “más allá” de los fenómenos naturales trascendiendo sus aspectos particulares. Es por esto que se
considera que es un saber trascendental.

El discurso metafísico es un discurso argumentativo, es decir, se fundamenta en argumentos


racionales que utiliza principios lógicos como el principio de no contradicción (es imposible que, al
mismo tiempo, un ser tenga una propiedad y no la tenga), el principio de identidad (una cosa es idéntica
a sí misma) o el principio de tercio excluso (una proposición acerca de la realidad o es verdadera o es
falsa pero no hay valores intermedios) que afectan a todo ser y por ende, a toda la realidad.

CARACTERÍSTICAS DE LA METAFÍSICA.

Hay una serie de rasgos que caracterizan el saber metafísico:

· Es un saber de principios.

Analiza los primeros principios de la realidad, aquellos de los que derivan todos los demás y que
permiten conocer lo que queremos decir cuando pensamos que algo “es”.

· Tiene un carácter radical.

Analiza la “raíz” de la realidad y trata de encontrar lo que constituye el ser último de las cosas
concretas.

· Posee una pretensión de totalidad.

Analiza el conjunto de la realidad para encontrar su sentido por lo que va más allá de las
diferencias particulares de los seres. De ahí que las concepciones metafísicas desemboquen en una
imagen del mundo.

· Considera la realidad humana una referencia fundamental.


Los problemas analizados por la metafísica tienen como referencia el universo del ser humano.
Al intentar analizar la realidad, el hombre se comprende a sí mismo y encuentra significado a su
existencia.

LOS GRANDES SISTEMAS METAFÍSICOS

A lo largo de la historia de la filosofía el saber metafísico se ha concretado en diferentes


sistemas de pensamiento que elaboran diferentes imágenes de la realidad y del mundo. Su influencia ha
sido muy grande en la visión del mundo occidental y entre los más importantes destacan los siguientes:

Atomismo

El atomismo fue fundado por Leucipo y Demócrito durante el S. V a. C. Para el atomismo la


realidad material está compuesta de partículas indivisibles y de vacío. Según Demócrito, lo único que
hay son átomos y vacío. El átomo es indivisible y en sí mismo, inmutable y eterno. Los atomistas
defendieron la existencia de movimiento pues creyeron en la existencia de vacío entre los átomos, con
lo que éstos podrían moverse y enlazarse entre sí de diversos modos. El atomismo presenta una
explicación materialista de lo real: todo es el resultado de la agregación y variada combinación de los
átomos. Los átomos no se diferencian unos de otros por rasgos cualitativos sino por dimensiones
cuantitativas y geométricas. Las diferencias cualitativas que aparecen en el nivel de los objetos visibles
se pueden explicar a partir de diferencias cuantitativas y geométricas de los átomos que componen
dichos objetos.

Platonismo

Platón (S. V- IV a. C.) defendió un claro dualismo ontológico, creyendo en la existencia de dos
tipos de realidad: el mundo sensible y el mundo inteligible. En el mundo sensible encontramos las
realidades individuales, materiales, temporales, espaciales, multiplicidad, cambio, generación y
destrucción; es el conjunto de cosas perceptibles por los sentidos. El mundo Inteligible consta de
realidades universales, en él se da la unidad; es el mundo de las ideas (o "formas"). Las Ideas son
inmutables, eternas, invisibles, inmateriales, atemporales, aespaciales y se conocen por la razón; es la
auténtica realidad. Las Ideas no son conceptos o sucesos psíquicos, son entidades extramentales,
objetivas e independientes del hombre. Las Ideas son causas de las cosas. Aunque ellas sean el auténtico
ser, Platón no negará toda realidad a lo que se da a los sentidos; el mundo sensible, aunque
ontológicamente inferior a las Ideas, posee también cierto ser, que le vendrá dado por su imitación o
participación de las ideas en sí. El mundo de las Ideas está ordenado jerárquicamente pues hay distintos
tipos de Ideas y no todas son valoradas del mismo modo: Idea de bien, otras ideas morales; ideas
estéticas, ideas de multiplicidad, unidad, identidad, diferencia, Ser, No Ser, ideas matemáticas y otras
ideas (idea de Hombre...). Platón sitúa a la idea de bien en la cúspide de ese mundo, causa lo real pues
la conducta humana se hace con vista a ella y todo lo real tiende a ella (finalidad intrínseca en la
naturaleza).
Aristotelismo

Para el filósofo griego del S. IV a. C Aristóteles, la realidad esencial es la sustancia. La pregunta


por el ser de la realidad se traduce en la pregunta por las sustancia de cada cosa, por su naturaleza
propia que es causa de su movimiento y evolución. Todos los seres sensibles o perceptibles (los
naturales y los artificiales) se componen de materia y forma (teoría hilemórfica). La materia es la
realidad de la que está hecha una cosa, y, junto con la forma, es un elemento constitutivo de las
sustancias individuales; desde el punto de vista dinámico es aquello susceptible de alguna
determinación o forma, por tanto una realidad potencial. La forma es el conjunto de rasgos
característicos de un objeto: en un primer nivel se identifica con la figura de un objeto físico; en otro
sentido designa la estructura de algo frente a los elementos o materia que componen ese algo; y, ya en
un sentido típicamente aristotélico, podemos hablar de la forma como los rasgos de un objeto y
distinguir las formas accidentales de la forma substancial: la forma substancial de una cosa es lo mismo
que su esencia y las formas accidentales las determinaciones o propiedades de las que el sujeto puede
prescindir sin sufrir una modificación completa. Así en la esencia de hombre está el ser racional como
uno de sus constitutivos fundamentales pero no el ser blanco o negro, alto o bajo, que son rasgos
accidentales y por tanto accesorios. Respondemos a la pregunta “¿qué es algo?” con la referencia a su
esencia.

Tomismo

Durante el S. XIII Tomás de Aquino parte de una concepción cristiana de la realidad. Dios es el
creador del mundo a partir de la nada y los seres creados se definen por la contingencia de todo ser
finito: la indigencia radical de todo ser finito exige un ser que sea fundamento de sí mismo y de todo lo
real, Dios. Todas las criaturas tienen una composición metafísica de esencia y existencia (son
contingentes, limitadas) frente al único ser necesario e infinito, Dios, que es la causa de su existencia. La
jerarquización de los seres vendrá dada por su mayor o menor simplicidad y su mayor cercanía al puro
existir de Dios. En la cúspide de la creación están los ángeles (compuestos de esencia y existencia),
después los hombres (con un alma que es su forma sustancial, unida a una materia). Las sustancias del
mundo corpóreo como en la concepción de Aristóteles están compuestas de materia y forma. En el
hombre la "forma" es su alma y puede existir con independencia del cuerpo; en cambio, los seres
sensitivos ―como los animales― o los puramente vegetativos ―como las plantas― tienen formas
corruptibles y dependientes de la materia. Las formas de los seres inertes y las formas de los elementos
primeros son las más imperfectas. En un grado inferior están las formas accidentales (que necesitan de
las substancias para existir) y la absoluta potencialidad de la materia prima, que es pura capacidad de
ser.

Idealismo absoluto
El idealismo absoluto es el último gran movimiento filosófico de la Modernidad. Según el
pensador alemán Georg W. Hegel, su principal representante, el fundamento absoluto del ser es
esencialmente un proceso dinámico e histórico de la racionalidad. Todo lo real es racional y todo lo
racional es real. En esto consiste la afirmación básica hegeliana de que la realidad y lo verdadero no son
substancias (es decir, un ser más o menos solidificado, como se había creído tradicionalmente en la
mayoría de los casos), sino sujeto, es decir, pensamiento, espíritu.

El carácter dialéctico de lo real significa que cada cosa es lo que es, y sólo llega a serlo en
interna relación, unión y dependencia con otras cosas y, en último término, con la totalidad de lo real.
La dialéctica de Hegel concibe la realidad como un todo, sin que ello afecte para nada a la relativa
independencia de cada cosa en su singularidad. Es decir, la realidad, en cuanto dialéctica, no es fija ni
determinada de una vez por siempre, sino que está en un constante proceso de transformación y
cambio, cuyo motor es, a la par, tanto su interna contradicción, limitación y desajuste en relación con su
exigencia e intención de totalidad, infinitud y absoluto, como la interna relación en que está con otra
realidad, que aparece como su contrario.

LOS SISTEMAS CRÍTICOS CON LA METAFÍSICA

La posibilidad de comprensión racional de la realidad también se ha visto cuestionada por


distintas filosofías que se preguntan por la posibilidad de tal conocimiento. Entre las más importantes
destacan las siguientes:

Idealismo transcendental

Para el pensador alemán Immanuel Kant (S.XVIII) el conocimiento científico no puede ir más
allá de la experiencia, más allá de lo que se ofrece a la percepción, por lo que la metafísica nunca será
posible como ciencia ya que sus objetos son trascendentes, están más allá de la experiencia. El
conocimiento es una síntesis o reunión de concepto e intuición sensible, y de lo metafísico tenemos
concepto pero nunca podremos tener una intuición o percepción. Por eso, al no apoyarse en los datos
de la experiencia, la metafísica no avanza y sus conocimientos son ilusorios: las grandes ideas de la
metafísica (alma, mundo, dios) son ilusiones de la razón que tienen validez como guías de la acción
humana pero de las cuales nunca podrá haber un conocimiento científico, por lo tanto, la metafísica
nunca será una ciencia.

Admitiendo una concepción idealista para Kant no sabemos cómo puede ser el mundo
independientemente de nuestra experiencia de él; todo objeto del que tenemos experiencia ha
quedado influido por la estructura de nuestro aparato cognoscitivo. Estas ideas nos llevan a dos
conceptos fundamentales del Idealismo Trascendental: el concepto de noúmeno y el de fenómeno. El
noúmeno (o cosa en sí) es la realidad tal y como pueda ser en sí misma, independientemente de nuestra
experiencia de ella; la filosofía premoderna pensaba que nosotros podíamos conocer las cosas en sí
mismas, aunque cada escuela dijese algo distinto relativo al ser de dichas cosas; el fenómeno es una
realidad dependiente del sujeto trascendental, es la realidad estructurada por las formas de la
sensibilidad y las categorías del entendimiento; la realidad tal y como la experimentamos. El sujeto
cuando conoce no deja intacta la realidad conocida, la constituye en el propio acto del conocimiento.
Por ello, el Idealismo Trascendental se puede resumir en la afirmación de que sólo conocemos
fenómenos.

Marxismo

En la segunda mitad del S. XIX el pensador alemán Karl Marx crea un pensamiento en respuesta
al idealismo hegeliano de corte materialista. Para Marx, la realidad fundamental no es ni razón ni
conciencia sino materia. Se establecen tres presupuestos fundamentales acerca de la realidad:

· Solo existe la materia

· Esta se transforma mediante el trabajo humano

· Las relaciones humanas tienen una evolución histórica determinada.

El marxismo afirma que la base real de la sociedad es la base económica, los medios y las
fuerzas de producción (la infraestructura); mantendrá también que a consecuencia de la alienación
económica las organizaciones políticas, jurídicas y las concepciones del mundo (religiones, moral, ciencia,
filosofía, arte) (la superestructura) no responden a una dinámica propia, independiente, sino a los
intereses de clase de los grupos que las han creado. En un sentido general, se llama ideología, al sistema
de representaciones (imágenes, ideas, conceptos, teorías), con el que la sociedad intenta explicar y
describir la realidad. Pero dichas ideas o representaciones pueden hacerlo de un modo adecuado y
verdadero, o, por el contrario, de un modo falso, que es precisamente lo que ocurrirá en las sociedades
de explotación. Así, en Marx el término "ideología" tiene un significado más restringido y preciso:
conjunto de "ideas" que dan una imagen o representación falseada y falsificadora de la realidad y de las
condiciones en que se desarrolla la vida de los hombres. Para el marxismo, lo que piensan los hombres,
sus representaciones o ideas (su ideología), es un producto de la sociedad en que viven, es "un producto
social"; además, la ideología tiene un sentido básicamente negativo, en cuanto "ideas" falsas y
falsificadoras; finalmente, los contenidos ideológicos de la conciencia (la religión, la filosofía, la moral, la
política, etc.) ni tienen sustantividad propia ni su propia historia y desarrollo.

Vitalismo

Todo el pensamiento del filósofo alemán F. Nietzsche supone una crítica a los fundamentos
metafísicos occidentales que sustentan la cultura europea de finales del S.XIX. La historia de la filosofía,
desde sus inicios platónicos, presenta una idea del mundo inadecuada pues lo considera un “cosmos”,
una totalidad racional. Supone la historia de un gran error ya que niega los sentidos y la vida. La
invención del mundo racional trae consigo la invención de los conceptos metafísicos (esencia, sustancia,
alma, Dios, permanencia...). Dado que el mundo que percibimos presenta características contrarias
(cambio, multiplicidad, nacimiento y muerte), los filósofos acaban postulando el “platonismo”, la
escisión de la realidad en dos mundos: un mundo verdadero, dado a la razón, inmutable, espiritual y
objetivo, y un mundo aparente, dado a los sentidos, cambiante, corpóreo y subjetivo. Platón defendió
esta tesis, y, gracias al cristianismo, se convirtió en la actitud básica de nuestra cultura. Para Nietzsche la
metafísica occidental y el platonismo tienen un origen psicológico: el instinto de vida decadente y
antivital, incapaz de aceptar lo terrible del mundo de los sentidos, y la influencia del lenguaje: la
estructura sujeto-predicado, el empleo de las mismas palabras para designar distintos individuos y la
primacía del verbo ser, favorecen una interpretación substancialista de la realidad, la creencia en
entidades con rasgos permanentes y propios, de esencias y naturalezas universales.

De modo contrario la totalidad de la filosofía de Nietzsche es el intento más radical de hacer de


la vida lo absoluto, el fundamento de toda la realidad. La vida no tiene un fundamento exterior a ella,
tiene valor en sí misma. Y debes ser entendida fundamentalmente en su dimensión biológica, instintiva,
irracional. La vida como creación y destrucción, como ámbito de la alegría y el dolor. Por esta razón,
Nietzsche creyó posible medir el valor de la metafísica, la teoría del conocimiento y la ética a partir de su
oposición o afirmación respecto de la vida. La aceptación de la vida conlleva el surgimiento de un nuevo
tipo de sujeto humano que reconoce el valor de la vida y la fuerza de la propia voluntad. Este sujeto será
el superhombre que no acepta los antiguos códigos morales ni la necesidad de una seguridad más allá
de toda apariencia.

Positivismo

También en la segunda mitad del S.XIX tiene su origen, en la obra del pensador francés
fundador de la Sociología Augusto Comte, el positivismo. Este movimiento supone una crítica al
pensamiento metafísico ya que lo considera un saber sin fundamento puesto que no utiliza la
observación ni parte de hechos positivos. El término positivo hace referencia a lo real, es decir, lo
fenoménico dado al sujeto. Lo real se opone a todo tipo de esencialismo, desechando la búsqueda de
propiedades ocultas en lo real. Lo positivo tiene como características el ser útil, cierto, preciso,
constructivo y relativo (no relativista) en el sentido de no aceptar ningún ser absoluto. La humanidad en
su conjunto y el individuo como parte constitutiva, está determinado a pasar por tres estados sociales
diferentes que se corresponden con distintos grados de desarrollo intelectual: el estado teológico o
ficticio, el estado metafísico o abstracto y el estado científico o positivo.

Este tránsito de un estado a otro constituye una ley del progreso de la sociedad, necesaria y
universal porque emana de la naturaleza propia del espíritu humano. Según dicha ley, en el estado
teológico el hombre busca las causas últimas y explicativas de la naturaleza en fuerzas sobrenaturales o
divinas, primero a través del fetichismo y, más tarde, del politeísmo y el monoteísmo. A este tipo de
conocimientos le corresponde una sociedad de tipo militar sustentada en las ideas de autoridad y
jerarquía.
En el estado metafísico se cuestiona la racionalidad teológica y lo sobrenatural es reemplazado por
entidades abstractas radicadas en las cosas mismas (formas, esencias, etc.) que explican su por qué y
determinan su naturaleza. La sociedad de los legistas es propia este estado que es considerado por
Comte como una época de tránsito entre la infancia del espíritu y su madurez, correspondiente ya al
estado positivo. En este estado el hombre no busca saber qué son las cosas, sino que mediante la
experiencia y la observación trata de explicar cómo se comportan, describiéndolas fenoménicamente e
intentando deducir sus leyes generales, útiles para prever, controlar y dominar la naturaleza (y la
sociedad) en provecho de la humanidad. A este estado de conocimientos le corresponde la sociedad
industrial, capitaneada por científicos y sabios expertos que asegurarán el orden social.

Filosofía analítica

La filosofía analítica surge del pensamiento del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein en la
primera mitad del S. XX. Aceptó las tesis fundamentales del empirismo clásico: sólo es posible el
conocimiento de lo que se ofrece a la percepción, de los hechos; el único conocimiento, la única forma
legítima de conocimiento es la que corresponde a las ciencias empíricas, y nada más puede añadir la
filosofía en relación a los hechos del mundo. Frente a las pretensiones de la metafísica la filosofía debe
reducirse al análisis del lenguaje. Y es que el lenguaje es la realidad fundamental humana, y solamente
podemos abordar aquello sobre lo que podemos hablar con un lenguaje con significado, con sentido.
Para Wittgenstein los hechos de los que nos habla la ciencia, el único decir con "sentido", se
desenvuelven en un escenario del que también nos podemos y debemos ocupar: la estructura lógica del
conjunto de hechos al que llamamos mundo. La realidad es aquello que se puede describir con el
lenguaje por eso los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.

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