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abril de 2015 « SUR CAPITALINO | 9

Nuestro río

En busca de la playa perdida


El colectivo de artistas Oficina Proyectista instaló una muestra que lleva el agua del Riachuelo hasta la Fundación
Proa, rescatando pasado y presente de Puerto Piojo, una playa casi olvidada detrás del polo de Dock Sud.

el acceso al lugar se cierra. Es


una zona de Prefectura y esta-
ba toda militarizada”, cuenta
Sonia, una de las integrantes
de Oficina Proyectista. Para
acceder al sitio hay que pedir
autorización y ya no se puede
llegar por agua, como en tiem-
pos de Tato. “Le decían Puerto
Piojo porque era un cemen-
terio de barcos y los linyeras
iban a dormir ahí”, aporta el
remero.
Además de rescatar el
Por Luciana Rosende nos atraviesa a todos. Tra- nos tiraban algunas pistas. negro, y muestra a uno de sus recuerdo de este lugar casi ol-
tamos de replicar esa idea”, Hasta que un viejo remero nos amigos tirándose en clavado vidado, los proyectistas invitan

E
l Riachuelo salió de explica Pablo Caracuel, uno de llevó”, relata Pablo. En auto, desde un barco ballenero. a tres actividades en el marco
su cauce, cruzó la los cinco artistas e investiga- siguiendo los rastros del veci- Tato es uno de los remeros de la muestra: la presentación
avenida Pedro de dores, con Carolina Andreetti, no, los exploradores llegaron a que se acercó a la inaugura- del archivo fílmico de Alfredo
Mendoza, trepó dos Juliana Ceci, Carlos Gradin y esa playa con pasado de paraí- ción de la muestra, vestido Rodríguez, remero y aficiona-
pisos y se metió por la ventana Sonia Neuburguer. so, detrás del polo petroquími- para la ocasión: con la remera do cineasta, con horas y horas
de la Fundación Proa. Literal: La instalación que traza un co de Dock Sud. del Club de Regatas Almirante de filmaciones del Riachuelo
envuelto en una larga cañería en los sesenta; una remada de
transparente, el agua del río exhibición y una visita desde
Vuelta de Rocha hasta Puer-
recorre la confitería y circula
entre las mesas, impulsado por Le decían Puerto Piojo porque era un to Piojo (inscripción y cupos
una bomba instalada en la ri- cementerio de barcos y los linyeras iban a limitados: oficinaproyectista@
vera. La propuesta forma parte gmail.com). La muestra podrá
de la muestra “Expediciones dormir ahí. En 1976, con la dictadura, el visitarse hasta principios de
a Puerto Piojo”, ideada por el
colectivo de artistas Oficina
acceso se cierra. Es una zona de Prefectura y junio, de martes a domingos
en el bar de Proa, Vuelta de
Proyectista. estaba toda militarizada. Rocha.
A principios del año pasado, “Queríamos recuperar rela-
Proa abrió una convocatoria tos y vivencias del río más allá
y concurso para presentar puente entre el río y el afuera “No tenés idea lo que era Brown, que aportó algunos de del imaginario de los noventa,
propuestas de intervención en llevó dos semanas de trabajo. Piojo. Una playa parejita, lim- los objetos que se exhiben en como río podrido. Antes había
el espacio del bar del segundo Pero la exploración en torno pita, sin una gota de petróleo. Proa. Entre restos de un bote, mucha vida y ahora poco a
piso. “Empezamos a pen- a la muestra tomó un año. La Hacíamos picnic; había un remos, una bocina y un timón, poco vuelve a haber. Quería-
sar qué hacer ahí y dijimos meta era hallar el camino ha- ombú y ahí prendíamos el hay una pintura de Alfredo mos recuperar esos otros ima-
que estaría bueno desviar el cia un sitio que hasta entonces fuego del asado, íbamos entre Bertani inspirada en Puerto ginarios, no quedarnos sólo
Riachuelo hacia dentro, que parecía mítico: Puerto Piojo. seis o siete botes”, hace me- Piojo en los años cincuenta, con el de María Julia”, dicen
no sólo se vea desde afuera. El “Pensábamos que no existía moria Tato Pérez, de 76 años, hallazgo en las arcas de Mer- los integrantes de Oficina Pro-
caño es esa metáfora. Porque más. Mucha gente de La Boca con una foto en la mano. Es de cado Libre. yectista, que por primera vez
el Riachuelo no es sólo borde: y Avellaneda, los más grandes, los años sesenta, en blanco y “En 1976, con la dictadura, desembarcaron en La Boca.

POR LAS CALLES DEL SUR Por Javier Cófreces

M i abuela vasca, Mari-


chu, rehuía de ciertas
veredas. De niño yo no
terminaba de comprender
Las veredas altas del barrio
Por lo tanto, antiguamen- ribera del Riachuelo) ambos la traza quedó a la misma
lla. Se trata de una ilustre
vecina de La Boca (fallecida
en 1998) que soportó esta
condena hasta sus 84 años.
esa aversión a calles como te el recurso utilizado por barrios conservarán esa altura, y que yo sepa no su- Finalmente, harta de lidiar
Iriarte, Patricios, Río cuarto, los vecinos al construir sus fisonomía desnivelada de bieron el nivel de las casas, con las subidas y bajadas
Olavarría, o tantas otras. casas era hacerlas más altas por vida, y mantendrán el ni las hundieron…. Si antes decidió mudarse a otro ba-
Recuerdo que elegía itinera- para no llenarse de agua. estigma que obliga a escalar estaban montadas sobre los rrio. Ya radicada en Paler-
rios alternativos, aunque el Levantaban el nivel del te- a cada rato. escalones ¿cómo puede ser mo, no extrañaba las calles
periplo significara agregar rreno, rellenaban y conse- De allí esa costumbre que ahora todas mantengan con altibajos, claro está,
más cuadras al recorrido, cuentemente había escali- típicamente boquense de el mismo nivel? A mi gusto, pero echaba de menos esa
para ir a comprar su billete natas en todas las veredas, caminar por donde transi- se trata de un verdadero magnífica vista que ofrecía
de lotería, o para ir en busca las subían…. Esos relieves tan los autos, en lugar de prodigio de arquitectura su piso 14 de la calle Patri-
de gallinas vivas a la feria. urbanos, esa orografía hacerlo por las aceras, como urbana. cios. Desde allí relucía con
Con el tiempo comprendí ciudadana, complicó desde en cualquier otro barrio. A Volviendo a las desven- todo su esplendor el paisaje
que lo que hacía abuela era siempre el tránsito a pie de propósito, pasan los años y turas de mi abuela vasca de la boca del Riachuelo.
esquivar los escalones de los ancianos o de gente con todavía no logré compren- para caminar por las calles “El sur tiene su encanto”,
las veredas altas. movilidad reducida. Aunque der de qué modo lograron con veredas altas, recuerdo decía, “a pesar de andar por
Barracas y La Boca fue- superadas las inundaciones nivelar las veredas de la que la poeta y arquitecta la vida a los trompicones”.
ron hasta no hace mucho (el gobierno construyó una avenida Patricios. Luego Federica Rosenfeld también Fue la última metáfora de
tiempo barrios inundables. rambla de contención en la de finalizada la obra toda padeció semejante pesadi- una poeta inolvidable.

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