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“Romeo y Julieta” es una de las obras más populares de su autor, una de las más
representadas y de las que más veces se ha versionado en los cines. Se ha convertido en
todo un símbolo del amor pasional y del romanticismo. Por este motivo, son muchos los
que dicen que la obra trata sobre el amor que todo lo puede; otras afirman que es una
historia sobre el odio y su poder destructor; yo creo que en cierto modo, podría decirse
que es una novela sobre la falta de comunicación y sus fatales consecuencias.
¿Por qué defiendo que esta novela no debería de ser un símbolo del amor romántico?
Para empezar, Romeo se enamora de Julieta apenas verla. Esto, una constante en
multitud de novelas, no podría ser considerado amor sino tan solo atracción ya que un
amor real y profundo se basa en el conocimiento mútuo y no en una atracción física o en
unas palabras en un baile. A lo largo de la obra, es muy poco el tiempo del que ambos
amantes disponen para conocerse y conversar. Su amor es pues un fuerte deseo entre
adolescentes fortalecido únicamente por la prohibición de estar juntos. Todos sabemos
que lo prohibido es mucho más apetecible para los jóvenes y puede hacerlos mucho más
empecinados. ¿Se abrían enamorado Romeo y Julieta si hubieran tenido carta blanca
para dar rienda suelta a sus sentimientos? Puede ser, pero también podría suceder lo
contrario. Nunca lo sabremos. Pero lo que si sabemos es que no dispusieron del tiempo
suficiente para descubrirlo y mucho menos para desarrollar un sentimiento tan fuerte
que los empuje al suicidio. Se trataría pues, desde mi punto de vista, de rebeldía
romántica juvenil y no de amor verdadero. Una mera excusa para la historia, pero ni
mucho menos la esencia de la misma.
¿Es entonces el odio el auténtico motor de la historia? Es lo que muchos defienden, que
“Romeo y Julieta” es una historia que trata sobre el odio y sus terribles consecuencias.
Es el odio lo que hace que los Montesco y los Capuleto no se entiendan. Son también
los viejos rencores los que llevan a Teobaldo, primo de Julieta, a matar a Mercucio y a
Romeo a matar a Teobaldo en venganza. Pero Romeo y Julieta no mueren como
consecuencia directa de estos odios que parecen invadira todos los personajes de la
historia, sino a causa de los malos entendidos que complican su plan para estar juntos.
Aunque este maligno sentimiento está presente durante toda la novela, tampoco es
desde mi punto de vista la esencia de la misma.
¿Por qué creo entonces que es la falta de comunicación lo que de verdad desencadena
toda la historia y su verdadera alma? Vamos a analizarlo punto por punto:
Si los Montesco y los Capuleto se hubieran sentado a hablar y a resolver sus diferencias
no habría existido un enfrentamiento tan prolongado. Es evidente que no eran
problemas irresolubles ya que finalmente, aunque demasiado tarde para los amantes de
Verona, si pudieron amigarse nuevamente. Si Julieta y Romeo hubieran tenido el valor
para hablar entre ellos, trazar juntos sus planes y no actuar cada uno por su lado,
tampoco habría tenido su historia un final tan trágico. Por eso defiendo que el verdadero
corazón de la historia es la falta de comunicación y sus consecuencias dramáticas para
los hombres.
Ensayo sobre la muerte
1. 1.
La muerte es algo de lo que nadie puede escapar. La muerte sigue a la vida con tanta seguridad como l
a noche sigue al día, el invierno sigue al otoño o la vejez sigue a la juventud. Las personas se preparan
para no sufrir cuando les llegue el invierno; se preparan para no tener que sufrir en la vejez. ¡Pero poc
os se preparan para la certeza aún mayor de la muerte!
A casi nadie le gusta hablar de la muerte; duele demasiado. Sin embargo, tarde o temprano, todos ten
emos que enfrentarnos a ella.
No hay nada que pueda prepararnos para la muerte de un padre, un esposo o un hijo. Esta puede lleg
ar de golpe o lentamente. Pero en todos los casos, el dolor que produce es inevitable y sus efectos son
devastadores.
La experiencia de la muerte en una persona cercana puede ser, sin duda, un detonante que nos lleve a
replantearnos nuestra propia vida. El modo de ver la muerte cambia según la edad, las circunstancias
y la formación de quién la experimenta más de cerca.
la muerte debe, por consiguiente, agradecerse tanto como se agradece la vida ya que esta es necesari
a; Si las personas vivieran para siempre, tarde o temprano empezarían a anhelar la muerte. Sin la m
uerte, enfrentaríamos gran cantidad de nuevos problemas, desde la superpoblación hasta el
hecho de que las personas tuvieran que vivir para siempre en cuerpos avejentados. La muerte hac
e espacio para la renovación y la regeneración. El budismo ve la muerte como un período de d
escanso, como un sueño a partir del cual la vida recobra energía y se prepara para nuevos ciclos de exi
stencia. No hay ninguna razón para temerle a la muerte, para odiarla o para buscar desterra
rla de nuestras mentes. La muerte no discrimina, nos despoja de todo. La fama, la riqueza y el pod
er son todos inútiles en los solemnes momentos finales de la vida. Cuando el momento llega, en lo ún
ico que podemos confiar es en nosotros mismos. Ésta es una confrontación imponente ante la cual no
s presentamos con la sola armadura de nuestra cruda humanidad, del registro real de lo que hemos h
echo, de cómo hemos escogido vivir nuestras vidas.
La biblia afirma que” Los muertos están como dormidos en el sentido de que se encuentran inconscie
ntes y no pueden hacer nada. Pero el Creador de la vida puede resucitarlos.
Dios ha prometido que cuando llegue el momento oportuno, los muertos que estén en su memoria se
rán resucitados en un nuevo mundo justo.
Los que resuciten sabrán quiénes son y reconocerán a su familia y a sus amigos. Y aunque el cuerpo ya
se haya descompuesto, Dios les dará uno nuevo, pero serán las mismas personas que antes”
Para morir bien, uno tiene que haber vivido bien. Para quienes han vivido fieles a sus convicciones, pa
ra quienes han trabajado por llevar felicidad a los demás, la muerte puede venir como un placente
ro descanso, como un sueño bien ganado después de un día de agradable ejercicio.
El estar consciente de la muerte nos permite vivir cada día y cada momento lleno de
agradecimiento hacia la incomparable oportunidad que tenemos de crear algo durante nuestra estadí
a en la Tierra. Creo que para disfrutar verdadera felicidad debemos vivir cada momento como si fuese
el último. El presente nunca volverá. Podemos hablar del pasado o del futuro, pero la única realidad q
ue tenemos es este momento presente. Y el confrontar la realidad de la
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muerte realmente nos permite generar creatividad ilimitada, valor y alegría en cada momento que viv
imos.