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Neuroética1
En el 2006, el campo del neuroética se consolidó con la creación de la Neuroethics Society. Fue
fundada por un grupo de eminentes científicos, abogados, y éticos. Posee un sitio Web,
www.neuroethicssociety.org, y tiene dos «socios» para las publicaciones, las revistas American Journal
of Bioethics y Journal of Cognitive Neuroscience.
El año pasado, hubo avances significativos (por supuesto acompañados de muchos debates) en
cuatro de las principales áreas de la neuroética: intervenciones en los trastornos emocionales y del
comportamiento, la privacidad del cerebro, el impacto de las nuevas tecnologías, y los cambios sutiles en
nuestra comprensión de los estados inconscientes del cerebro tales como el estado vegetativo
persistente.
1 Informe sobre el progreso de la investigación del cerebro - Actualización 2007. The European Dana Alliance for the Brain: 41-47
2 Khanna S, Vieta E, Lyons B, Grossman F, Eerdekens M, and Kramer M. Risperidone in the treatment of acute mania: A double-blind, placebo-controlled study.
British Journal of Psychiatry. 2005 187(3):229-234.
3 Mudur G. Indian study sparks debate on the use of placebo in psychiatry trials. British Medical Journal. 2006 332(754):566.
4 Mohamed FB, Faro SH, Gordon NJ, Platek SM, Ahmad H, and Williams JM. Brain mapping of deception and truth telling about an ecologically valid situation:
Functional MR imaging and polygraph investigation – initial experience. Radiology. 2006 238(2):679-688.
5 Editorial. Neuroethics needed. Nature. 2006 441(7096):907.
6 Editorial. What’s on your mind? Nature Neuroscience. 2006 9(8):981.
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persona con uno o más de estos marcadores biológicos puede ser puesta en detención preventiva, con
el fin de proteger la población de posibles agresiones7.
7 Eastman N and Campbell C. Neuroscience and legal determination of criminal responsibility. Nature Reviews Neuroscience. 2006 7(4):311-318.
8 Hochberg LR, Serruya MD, Friehs GM, Mukand JA, Saleh M, Caplan AH, Branner A, Chen D, Penn, RD, and Donoghue JP. Neuronal ensemble control of
prosthetic devices by a human with tetraplegia. Nature. 2006 442(7099):164-171.
9 Scott S. Converting thoughts into action. Nature. 2006 442(7099):141-142.
10 Illes J, Kirschen MP, Edwards E, Stanford LR, Bandettini P, Cho MK, Ford PJ, Glover GH, Kulynych J, Macklin R, Michael DB, Wolf SM, and members of the
Working Group on Incidental Findings in Brain Research. Incidental findings in brain imaging research. Science. 2006 311(5762):783-784.
11 Voss HU, Ulug AM, Dyke JP, Watts R, Kobylarz EJ, McCandliss BD, Heier LA, Beattie BJ,Hamacher KA, Vallabhajosula S, Goldsmith SJ, Ballon D, Giacino
JT, and Schiff ND. Possible axonal regrowth in late recovery from the minimally conscious state. The Journal of Clinical Investigation. 2006 116(7):2005-2011.
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1211 Owen AM, Coleman MR, Boly M, Davis MH, Laureys S, and Pickard JD. Detecting awareness in the vegetative state. Science. 2006 313(5792):1402.
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Neuroética13
Las implicaciones éticas de los rápidos avances de la neurociencia continúan fomentando el
desarrollo de la neuroética; esta ocupa un lugar cada vez más prominente en el vasto campo de la
bioética. En el 2007, la revista American Journal of Bioethics publicó doce números en vez de seis, en
parte para poder dedicarle tres números al año a la neuroética. Estas ediciones especiales, llamadas
AJOB Neuroscience, son ahora la revista oficial de la Neuroethics Society. El año pasado, cuatro
importantes avances provocaron discusiones y debates en la neuroética: la comercialización de los
detectores de mentiras, las propuestas de utilizar la estimulación profunda del cerebro para tratar la
depresión, los progresos en la genética de la adicción, y las mejorías en neuroimagen a fines de
diagnóstico.
13 Informe sobre el progreso de la investigación del cerebro - Actualización 2008. The European Dana Alliance for the Brain: 49-55
14 Greely HT, and Illes J. Neuroscience-based lie detection: The urgent need for regulation. American Journal of Law and Medicine. 2007 33(2 and 3):377-431.
15 Eaton ML, and Illes J. Commercializing cognitive neurotechnology: The ethical terrain. Nature Biotechnology. 2007 25(4):393-397.
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novedoso que es el uso de la estimulación profunda del cerebro, aún para tratar la enfermedad de
Parkinson, los investigadores están hasta ahora aprendiendo los riesgos inesperados de esta técnica. En
el 2007, la revista Acta Neuropsychiatrica publicó un estudio que documenta cómo en dos pacientes con
Parkinson, pequeños ajustes en el contacto de los electrodos, o en el voltaje, podían inducir una
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peligrosa depresión con tendencias suicidas .
La seguridad siempre es importante, pero las personas están dispuestas a tomar riesgos para
tratar debilitantes y a veces mortales, enfermedades tales como la de Parkinson. La depresión es más
polémica: algunos grupos de apoyo para pacientes creen que es sobre-diagnosticada; algunos incluso
dicen que si es real, las víctimas deben aprender a hacerle frente; y finalmente otros citan la existencia
de muchas drogas antidepresivas.
Sin embargo, la estimulación profunda del cerebro es utilizada sólo para la depresión intratable, es
decir la que no responde a las drogas; y, en casos en los que, careciendo de un tratamiento eficaz, los
pacientes pueden debilitarse y a veces presentar un riesgo de suicidio. De manera a garantizar la
seguridad del paciente, en el 2007, un grupo de científicos implicados en la investigación de la
estimulación profunda del cerebro han reglamentado el uso experimental de esta técnica.
Otra preocupación ética es el consentimiento informado. El deterioro de la cognición y el
desespero que suelen acompañar la depresión severa, pueden comprometer grandemente el juicio de
los pacientes. Acercarse a ese debate es revivir el espectro de la terapia electroconvulsiva, aunque nadie
refuta las ventajas terapéuticas que tiene, su uso es muy controvertido.
16 Balash Y, Merims D, and Giladi N. Suicidal thoughts in patients with Parkinson’s disease treated by deep brain stimulation of the subthalamic nuclei: Two case
reports and review of the literature. Acta Neuropsychiatrica. 2007 19(3):208-210.
17 Haile CN, Kosten TR, and Kosten TA. Genetics of dopamine and its contribution to cocaine addiction. Behavior Genetics. 2007 37(1):119-145.
18 Gelernter J, Panhuysen C, Weiss R, Brady K, Poling J, Krauthammer M, Farrer L, and Kranzler HR. Genomewide linkage scan for nicotine dependence:
de estos genes. (Las leyes actuales impiden el acceso no autorizado a la información genética por parte
de las aseguradoras y de los patrones.)
Al igual que para cualquier anomalía genética, también hay que considerar el estigma social. Para
los portadores podría ser más difícil casarse o reproducirse, y podrían sentirse culpables de transmitir
malos genes, incluso si el niño no presenta ningún signo de adicción. La discusión alrededor de estas
preguntas promete animarse a medida que aprendemos más sobre los factores de riesgo genéticos de la
adicción.
***
20 Nordberg A. Amyloid imaging in Alzheimer’s disease. Current Opinion in Neurology. 2007 20(4):398-402.
21 Bacskai BJ, Frosch MP, Freeman SH, Raymond SB, Augustinack JC, Johnson KA, Irizarry MC, Klunk WE, Mathis CA, Dekosky ST, Greenberg SM, Hyman
BT, and Growdon JH. Molecular imaging with Pittsburgh Compound B confirmed at autopsy: A case report. Archives of Neurology. 2007 64(3):315-316.
22 Fins JJ, Schiff ND, and Foley KM. Late recovery from the minimally conscious state: Ethical and policy implications. Neurology. 2007 68(4):304-307.