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Neurociencia y Psicología Experimental 1

Neuroética1
En el 2006, el campo del neuroética se consolidó con la creación de la Neuroethics Society. Fue
fundada por un grupo de eminentes científicos, abogados, y éticos. Posee un sitio Web,
www.neuroethicssociety.org, y tiene dos «socios» para las publicaciones, las revistas American Journal
of Bioethics y Journal of Cognitive Neuroscience.
El año pasado, hubo avances significativos (por supuesto acompañados de muchos debates) en
cuatro de las principales áreas de la neuroética: intervenciones en los trastornos emocionales y del
comportamiento, la privacidad del cerebro, el impacto de las nuevas tecnologías, y los cambios sutiles en
nuestra comprensión de los estados inconscientes del cerebro tales como el estado vegetativo
persistente.

Los Placebos en los Ensayos Clínicos


Un área de cuestionamiento ético es el uso de los placebos en los ensayos clínicos. Hubo un
reciente debate después de la publicación del estudio de Sumant Khanna en la revista British Journal of
Psychiatry, en el cual 150 pacientes maníacos recibieron un placebo en vez de un tratamiento con
risperidona, una típica droga antipsicótica2. Ganapati Mudur escribió en la revista British Medical Journal
que numerosos médicos dudaron de la validez del consentimiento informado dado por los participantes
3
al estudio . Estos estudios interrogan sobre la capacidad de los pacientes con trastornos afectivos de dar
un consentimiento informado válido.

La Privacidad del Cerebro


Los avances de las técnicas, cada vez más sofisticadas, de la neuroimagen, desafían las antiguas
nociones sobre la mente, tales como la inviolabilidad de los pensamientos no verbalizados.
Emprendedores científicos han desarrollado un detector de mentiras a partir de un dispositivo de
resonancia magnética funcional, o IRMf. Este tiene una mayor exactitud que el tradicional polígrafo
usado para medir las respuestas del sistema nervioso simpático. En un estudio con IRMf, en el que se
simulaba una investigación luego de un tiroteo en un hospital, Feroze Mohamed y sus colegas,
identificaron ocho áreas del cerebro que son más activas al intentar engañar, y dos áreas que son
significativamente más activas cuando se dice la verdad. Publicaron su trabajo en la revista Radiology4.
Hasta la fecha, la mayoría de los neurocientíficos no comentaban sus opiniones, pero un editorial en la
revista Nature, hizo una llamada a la comunidad neurocientífica para que expresara sus dudas en voz
alta, y para que se alistara para un largo debate público sobre las implicaciones éticas de esta tecnología
y sobre la índole de la privacidad5.
Una nueva técnica para examinar los datos de neuroimagen, llamada clasificación de patrones
(del Inglés «pattern classification»), permite que los científicos predigan, con una cierta exactitud, lo que
está viendo un sujeto, aún antes de que él sea conciente de ello. Según un editorial en la revista Nature
Neuroscience, aunque esto pueda parecerse a la capacidad de leer la mente, cualquier intento por
utilizar la clasificación de patrones como detector de mentiras, por ejemplo, está sujeto a las mismas
limitaciones que un polígrafo convencional, tales como el ruido causado por las respuestas emocionales.
Es más probable que la técnica de clasificación de patrones tenga un impacto en la investigación básica,
donde podrá mostrar a los científicos «no sólo donde en el cerebro la información es procesada, sino
6
cómo» .
Existe otro interesante campo que busca identificar marcadores biológicos, tales como anomalías
del cerebro, o mutaciones genéticas específicas, que permitan identificar un comportamiento violento.
Nigel Eastman y Colin Campbell, en un detallado análisis publicado en la revista Nature Reviews
Neuroscience, cuestionan la causalidad, en términos legales, de tales marcadores, y de ser así, si una

1 Informe sobre el progreso de la investigación del cerebro - Actualización 2007. The European Dana Alliance for the Brain: 41-47
2 Khanna S, Vieta E, Lyons B, Grossman F, Eerdekens M, and Kramer M. Risperidone in the treatment of acute mania: A double-blind, placebo-controlled study.
British Journal of Psychiatry. 2005 187(3):229-234.
3 Mudur G. Indian study sparks debate on the use of placebo in psychiatry trials. British Medical Journal. 2006 332(754):566.

4 Mohamed FB, Faro SH, Gordon NJ, Platek SM, Ahmad H, and Williams JM. Brain mapping of deception and truth telling about an ecologically valid situation:

Functional MR imaging and polygraph investigation – initial experience. Radiology. 2006 238(2):679-688.
5 Editorial. Neuroethics needed. Nature. 2006 441(7096):907.
6 Editorial. What’s on your mind? Nature Neuroscience. 2006 9(8):981.
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persona con uno o más de estos marcadores biológicos puede ser puesta en detención preventiva, con
el fin de proteger la población de posibles agresiones7.

Nuevas Tecnologías y Cerebro Humano


BrainGate (la puerta del cerebro) es el único ensayo clínico en el cual el cerebro se une a las
computadoras; el proyecto consiste en una prótesis de brazo y de mano hechos a la medida del único
participante a la investigación, Matt Nagle. Este trabajo fue publicado en un artículo, que hizo la cubierta
de la edición del 13 de Julio de la revista Nature (y discutido en la sección Nervous System Injuries,
página 34). Nagle, tetrapléjico despues de una lesión que seccionó su médula espinal, fue capaz de
activar el dispo sitivo únicamente con su pensamiento –es decir, por medio de las señales de su cerebro
que acompañan su intención de extender su brazo, de abrir y cerrar su mano, etcétera.– La señal
enviada por el cerebro consciente de Nagle fue captada por una red de 96 electrodos implantados en su
corteza motriz, luego fue descifrada y transmitida a la prótesis para dirigir sus movimientos.
A diferencia de otros tipos de tecnología asistiva para pacientes paralizados, tal como una que es
controlada por la actividad eléctrica mediada sobre el cuero cabelludo, u otra que evalúa los movimientos
oculares, esta prótesis neuromotriz no requiere meses de entrenamiento ni tampoco requiere toda la
atención del usuario. Leigh Hochberg y sus colegas indicaron en su artículo en Nature que Nagle era
capaz de tener una conversación al mismo tiempo que simulaba abrir un e-mail o que movía la mano o el
brazo robótico8.
Un aumento de la velocidad de tratamiento de la información, y por lo tanto de las capacidades de
las futuras prótesis neuromotrices, planteará nuevas preguntas sobre quién puede beneficiar
correctamente de ellas y de qué forma (terapéuticamente, financieramente, o quizás sicológicamente).
De hecho, en esta misma edición, Stephen Scott sugiere que a través de los circuitos de
retroalimentación de la información que ya existen en el cerebro, el uso de estas prótesis podría
modificar sutilmente la organización de las señales del cerebro, de tal modo que el cerebro y los dispo -
sitivos artificiales interactúen cada vez mejor –una perspectiva llena de esperanza para la gente
paralizada9.–
Otros progresos tecnológicos, en el campo de la neuroimagen, plantean preocupaciones sobre los
«descubrimientos fortuitos», que son la observación de signos de enfermedad en el transcurso de un
experimento. Este número de descubrimientos fortuitos está en aumento. En la revista Science, un grupo
de trabajo compuesto por aproximadamente 50 expertos en neuroimagen, en ética biomédica, y en ley,
analizaron el interrogante de la obligación de los investigadores de divulgar tales descubrimientos
10
fortuitos a los participantes al estudio, y, de ser así, en qué circunstancias .
Las respuestas no son obvias. Algunas de las enfermedades que pueden ser detectadas son muy
graves, además el índice de falsos positivos puede ser muy alto, y un diagnóstico fiable sólo puede venir
de un segundo escaneo que debe ser esta vez leído por un radiólogo. ¿Si hay descubrimientos fortuitos
en el escaneo realizado durante una investigación científica, el participante tiene derecho a saber,
derecho a ignorar, o ambos? Este grupo de trabajo le pide a los investigadores que utilizan técnicas de
neuroimagen que decidan por adelantado cómo van a manejar los descubrimientos fortuitos. Esto debe
ser indicado claramente en el consentimiento informado. La futura investigación sobre los
descubrimientos fortuitos debe, por supuesto, aportar nuevas recomendaciones, aunque sus prioridades
sean la de garantizar la integridad científica y la de aumentar la confianza del público.

Sutilezas de los Estados Inconscientes


La investigación en el 2006 se interesó también en extraños pacientes con graves lesiones del
cerebro. En la revista Journal of Clinical Investigation, Henning Voss, Nicholas Schiff, y varios
colaboradores en Nueva York, en New Jersey, y en Nueva Zelanda, describieron la recuperación
espontánea de un hombre luego de 19 años en un estado de mínima conciencia; era incapaz de
moverse o de hablar. Su estado fue provocado por un accidente de automóvil11.

7 Eastman N and Campbell C. Neuroscience and legal determination of criminal responsibility. Nature Reviews Neuroscience. 2006 7(4):311-318.
8 Hochberg LR, Serruya MD, Friehs GM, Mukand JA, Saleh M, Caplan AH, Branner A, Chen D, Penn, RD, and Donoghue JP. Neuronal ensemble control of
prosthetic devices by a human with tetraplegia. Nature. 2006 442(7099):164-171.
9 Scott S. Converting thoughts into action. Nature. 2006 442(7099):141-142.

10 Illes J, Kirschen MP, Edwards E, Stanford LR, Bandettini P, Cho MK, Ford PJ, Glover GH, Kulynych J, Macklin R, Michael DB, Wolf SM, and members of the

Working Group on Incidental Findings in Brain Research. Incidental findings in brain imaging research. Science. 2006 311(5762):783-784.
11 Voss HU, Ulug AM, Dyke JP, Watts R, Kobylarz EJ, McCandliss BD, Heier LA, Beattie BJ,Hamacher KA, Vallabhajosula S, Goldsmith SJ, Ballon D, Giacino

JT, and Schiff ND. Possible axonal regrowth in late recovery from the minimally conscious state. The Journal of Clinical Investigation. 2006 116(7):2005-2011.
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Su condición se mejoró gradualmente en el transcurso de los años; aunque la recuperación de su


conciencia, del habla, de la cognición, y del movimiento de tres de sus cuatro miembros fueron sin
precedentes. Los investigadores utilizaron una técnica no invasiva de neuroimagen, resonancia
magnética con tensores de difusión, para examinar su cerebro. Ellos encontraron evidencia de un nuevo
crecimiento de los axones, lo que permitiria la formación de nuevas conexiones en el cerebro.
Un segundo paciente descrito en este artículo, quien (también a causa de un accidente de
automóvil) estuvo más de un año en un estado vegetativo persistente y otros cuatro años en un estado
de mínima consciencia, no mostró la misma mejoría clínica o el mismo crecimiento axonal que el primer
paciente. Aunque puede ser que lo haga más adelante. Los autores piden que se realicen más estudios
de resonancia magnética con tensores de difusión y de tomografía por emisión de positrones poco
después de la lesión del cerebro, para así comprender mejor este fenómeno lleno de esperanza para
una reconexión cerebral a largo plazo.
Un estudio dirigido por Adrian Owen y publicado en la revista Science, muestra una motivadora
observación de la actividad del cerebro de un paciente en un estado vegetativo persistente (EVP) 12.
Despues de un accidente de coche y de cinco meses en un estado vegetativo persistente, el escaneo del
cerebro por IRMf de esta joven mujer, al parecer insensible, mostró claramente que ella podría realizar
varias y complicadas tareas cognitivas de una manera normal.
En respuesta a frases habladas, incluso a aquellas que contenían palabras que sonaban
ambiguas («el crujido vino de una viga en el techo» del Inglés «The creak came from a beam in the
ceiling»), las áreas del lenguaje de su cerebro mostraron una actividad equivalente a la de los voluntarios
sanos.
Además, su cerebro mostró una actividad normal en respuesta a órdenes verbales de visualizarse
jugado tenis o de moverse a través de las habitaciones su casa.
Estas hazañas son impresionantes porque indican, de una forma muy sucinta, que la actividad del
cerebro contiene muchos aspectos de lo que consideramos ser la conciencia: la intención, el
reconocimiento de nuestro propio cuerpo, el seguimiento visual de un objeto imaginado en movimiento y
el recuerdo (imaginado) de un ambiente familiar. Algunos neurocientíficos ya habían presumido la
existencia de «islas» funcionales preservadas en los pacientes en un estado vegetativo persistente pero
que eran imperceptibles a los métodos clínicos estándares. La agilidad mental de esta paciente inmóvil
parece confirmar que tales «islas» existen y traen la esperanza de poder abrir un cierto tipo de ventana
en estos estados inconscientes sellados.
Dado que solamente un ínfimo número de pacientes se recuperan, es posible cuestionarse sobre
la necesidad de utilizar costosas y experimentales intervenciones (tales como la estimulación profunda
del cerebro o la estimulación magnética transcraneal) con el fin de recobrar algunas de las capacidades
de comunicación. La investigación actual busca determinar si estas intervenciones son eficaces, y bajo
qué circunstancias, pueden ayudar a identificar a los pacientes a los que les serán más útiles.

La actividad del cerebro en estado vegetativo


Son las mismas las áreas cerebrales que se activan en un paciente en estado vegetativo persistente, que en un voluntario sano,
en respuesta a órdenes verbales de visualizarse jugado tenis o de moverse a través de su casa.

1211 Owen AM, Coleman MR, Boly M, Davis MH, Laureys S, and Pickard JD. Detecting awareness in the vegetative state. Science. 2006 313(5792):1402.
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Neuroética13
Las implicaciones éticas de los rápidos avances de la neurociencia continúan fomentando el
desarrollo de la neuroética; esta ocupa un lugar cada vez más prominente en el vasto campo de la
bioética. En el 2007, la revista American Journal of Bioethics publicó doce números en vez de seis, en
parte para poder dedicarle tres números al año a la neuroética. Estas ediciones especiales, llamadas
AJOB Neuroscience, son ahora la revista oficial de la Neuroethics Society. El año pasado, cuatro
importantes avances provocaron discusiones y debates en la neuroética: la comercialización de los
detectores de mentiras, las propuestas de utilizar la estimulación profunda del cerebro para tratar la
depresión, los progresos en la genética de la adicción, y las mejorías en neuroimagen a fines de
diagnóstico.

La comercialización de los detectores de mentiras


En los últimos años, los avances en el uso de la proyección de imágenes funcionales por
resonancia magnética (IRMf) para medir la actividad en diversas regiones del cerebro, estimuló una
investigación orientada a usar esta tecnología como detector de mentiras. Aunque la investigación es
aún preliminar y los resultados problemáticos, dos compañías se apresuraron en desarrollar productos y
servicios basados en detectores de mentiras por IRMf: Cephos Corporation y No Lie MRI. Las
compañías anuncian posibles aplicaciones en investigaciones criminales, en audiencias para libertad
condicional y para custodia de niños, en contrainteligencia, para los interrogatorios de las compañías de
seguro y para la seguridad del estado.
En el 2007, la revista American Journal of Law and Medicine publicó un artículo, escrito por Henry
Greely en Stanford, y por Judy Illes ahora en la University of British Columbia, que analiza los estudios
sobre detectores de mentiras basados en IRMf, y que hace un llamado urgente para reglamentar esta
tecnología 14 . Los autores sostienen que aunque esta tecno - logía es prometedora, los estudios
existentes no demuestran su fiabilidad en condiciones reales, en particular por el carácter artificial y trivial
de las mentiras utilizadas en los experimentos.
Además, ninguno de estos estudios a pequeña escala ha sido replicado por otros investigadores, y
ninguno de estos estudios examinó las contramedidas que podrían utilizar los sujetos para engañar al
detector de mentiras. Los autores proponen un regulador, similar a la forma como la FDA (Food and
Drug Administration) controla la comercialización de los medicamentos, que requeriría que los
vendedores de los detectores de mentiras prueben la exactitud y la eficaz de sus productos con ensayos
a gran escala. De esta forma, la comercialización de esta tecnología sin una aprobación sería ilegal.
Illes también escribió (con Margaret Eaton de Stanford) un comentario en la revista Nature
Biotechnology de abril del 2007, en el que discutía algunas cuestiones éticas, sociales, y políticas
asociadas a la comerciali - zación de la neurotecnología cognitiva15. Estas preocupaciones incluyen la
exactitud de la técnica, la privacidad y la confidencialidad del cerebro, y los posibles conflictos de interés
de las personas que comercializan estas tecnologías.
Uno de los peligros de una industria no reglamentada de detectores de mentiras es el abuso de los
miembros más vulnerables de la población, por ejemplo los que sufren de trastornos neurológicos o
psiquiátricos. Los autores acentúan que nuestra sociedad está tan impaciente por tener dispositivos de
detección de mentiras, que muchas personas están dispuestas a aceptar que funcionan sin pruebas
reales.

La estimulación profunda del cerebro para tratar la depresión severa


Basándose en el éxito de la estimulación profunda del cerebro (EPC) para tratar los síntomas
físicos del Parkinson, y en base a la identificación, con técnicas de neuroimagen, de una región
específica del cerebro implicada en la depresión, los investigadores iniciaron ensayos clínicos de
estimulación profunda del cerebro en un pequeño número de pacientes con una depresión intratable. Los
resultados de la notable mejoría de los síntomas en muchos de los pacientes fueron publicados en el
2005. Sin embargo, sólo en el 2007, ese tratamiento comenzó a ser examinado éticamente. Dado lo

13 Informe sobre el progreso de la investigación del cerebro - Actualización 2008. The European Dana Alliance for the Brain: 49-55
14 Greely HT, and Illes J. Neuroscience-based lie detection: The urgent need for regulation. American Journal of Law and Medicine. 2007 33(2 and 3):377-431.
15 Eaton ML, and Illes J. Commercializing cognitive neurotechnology: The ethical terrain. Nature Biotechnology. 2007 25(4):393-397.
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novedoso que es el uso de la estimulación profunda del cerebro, aún para tratar la enfermedad de
Parkinson, los investigadores están hasta ahora aprendiendo los riesgos inesperados de esta técnica. En
el 2007, la revista Acta Neuropsychiatrica publicó un estudio que documenta cómo en dos pacientes con
Parkinson, pequeños ajustes en el contacto de los electrodos, o en el voltaje, podían inducir una
16
peligrosa depresión con tendencias suicidas .
La seguridad siempre es importante, pero las personas están dispuestas a tomar riesgos para
tratar debilitantes y a veces mortales, enfermedades tales como la de Parkinson. La depresión es más
polémica: algunos grupos de apoyo para pacientes creen que es sobre-diagnosticada; algunos incluso
dicen que si es real, las víctimas deben aprender a hacerle frente; y finalmente otros citan la existencia
de muchas drogas antidepresivas.
Sin embargo, la estimulación profunda del cerebro es utilizada sólo para la depresión intratable, es
decir la que no responde a las drogas; y, en casos en los que, careciendo de un tratamiento eficaz, los
pacientes pueden debilitarse y a veces presentar un riesgo de suicidio. De manera a garantizar la
seguridad del paciente, en el 2007, un grupo de científicos implicados en la investigación de la
estimulación profunda del cerebro han reglamentado el uso experimental de esta técnica.
Otra preocupación ética es el consentimiento informado. El deterioro de la cognición y el
desespero que suelen acompañar la depresión severa, pueden comprometer grandemente el juicio de
los pacientes. Acercarse a ese debate es revivir el espectro de la terapia electroconvulsiva, aunque nadie
refuta las ventajas terapéuticas que tiene, su uso es muy controvertido.

Fundamentos genéticos de la adicción


Varios artículos sobre los posibles genes responsables de la adicción fueron publicados en el
2007. Por ejemplo, Colin Haile y sus colegas, publicaron un artículo llamado «Genética de la Dopamina y
su Contribución a la Adicción a la Cocaína» en la revista Behavior Genetics17. Joel Gelernter y sus
colegas publicaron «Exploración del Genoma para la Dependencia a la Nicotina: Identificación de Locus
18
de Riesgo en el Cromosoma 5», en la revista Biological Psychiatry .
Para el alcoholismo, según un comentario de Charles O’Brien 19 , publicado en la edición de
noviembre del 2007 de la revista Addiction, hay cada vez más evidencia de que una variante del gen
para el receptor opiáceo mu en el cerebro, está asociada a una mayor sensibilidad a la euforia del
alcohol, al riesgo de alcoholismo, al riesgo de adicción a los opiáceos, y a la respuesta clínica a la
naltrexona que sirve de tratamiento al alcoholismo.
La evidencia que sugiere que los genes predisponen a algunas personas a comportamientos
adictivos, plantea ciertas cuestiones éticas. La discusión gira alrededor de un grupo de preguntas. ¿Si
ciertos genes contribuyen a la adicción, pero no la determinan con certeza, debemos considerarlos?
¿Cuánto poder predictivo, o importancia en la elección de un tratamiento, deben tener los genes para
que decidamos evaluarlos? ¿A qué edad la prueba debe realizarse? Por ejemplo, aprender que un niño
es propenso a la adicción a la nicotina, puede ayudar a los padres a tomar las precauciones necesarias,
por ejemplo una mejor educación y protección contra el cigarrillo –o este conocimiento puede inducir una
sobreprotección y una innecesaria ansiedad de los padres. Saber sobre nuestra propia propensión a la
adicción también podría hacer que la profecía se realice. Sin embargo, si la persona sufre ya de un
problema de adicción, saber cuáles son los genes que la predisponen, puede ayudar a encontrar el
tratamiento adecuado.
Los consejeros también plantean otras preguntas: ¿Qué debe decirle un doctor al padre de un
niño con genes que lo predisponen a volverse un fumador, un alcohólico, o un adicto a la heroína? La
pregunta se vuelve aún más espinosa si la información genética es disponible en útero; algunos padres
podrían reconsiderar el embarazo.
El conocimiento de la predisposición a la adicción también plantea preguntas tales como ¿las
drogas contra-adictivas (tales como la naltrexona) deben administrarse profilácticamente, es decir antes
de que la adicción se manifieste? Dado el elevado costo del tratamiento de la adicción, los patrones y las
compañías de seguros están muy interesados en evaluar las personas –y así discriminar los portadores

16 Balash Y, Merims D, and Giladi N. Suicidal thoughts in patients with Parkinson’s disease treated by deep brain stimulation of the subthalamic nuclei: Two case
reports and review of the literature. Acta Neuropsychiatrica. 2007 19(3):208-210.
17 Haile CN, Kosten TR, and Kosten TA. Genetics of dopamine and its contribution to cocaine addiction. Behavior Genetics. 2007 37(1):119-145.

18 Gelernter J, Panhuysen C, Weiss R, Brady K, Poling J, Krauthammer M, Farrer L, and Kranzler HR. Genomewide linkage scan for nicotine dependence:

Identification of a chromosome 5 risk locus. Biological Psychiatry. 2007 61(1):119-126.


19 O’Brien C. Treatment of addiction in the era of genomic medicine. Addiction. 2007 102(11):1697-1699.
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de estos genes. (Las leyes actuales impiden el acceso no autorizado a la información genética por parte
de las aseguradoras y de los patrones.)
Al igual que para cualquier anomalía genética, también hay que considerar el estigma social. Para
los portadores podría ser más difícil casarse o reproducirse, y podrían sentirse culpables de transmitir
malos genes, incluso si el niño no presenta ningún signo de adicción. La discusión alrededor de estas
preguntas promete animarse a medida que aprendemos más sobre los factores de riesgo genéticos de la
adicción.

La neuroimagen para el diagnóstico


Aunque el uso de la neuroimagen para diagnosticar la mayoría de los trastornos psiquiátricos
sigue siendo una lejana perspectiva, este año se han dado grandes pasos con el Alzheimer y con otras
formas de demencia. En agosto del 2007, Agneta Nordberg publicó una revisión en la revista Current
20
Opinion in Neurology , en la que analiza los resultados obtenidos con una nueva técnica de proyección
de imagen del amiloide usando la tomografía por emisión de positrones, y que permite observar claras
diferencias entre los cerebros de los pacientes con Alzheimer y de controles sanos. Los resultados
sugieren que el diagnóstico precoz de la enfermedad de Alzheimer es posible. De manera semejante, un
estudio de caso, publicado en la edición de marzo del 2007 de la revista Archives of Neurology21, mostró
el exitoso uso del agente de neuroimagen Pittsburgh Compound B para detectar dificultades cognitivas
leves. Estudios como estos aportan la esperanza de que la neuroimagen pueda ayudar a diagnosticar los
trastornos de ansiedad y del espectro autista.
Pero uno de los campos más intensos en la búsqueda de un mejor diagnóstico, es el referente a
los estados de conciencia reducidos, especialmente con el fin de distinguir a las personas que están en
un estado vegetativo permanente de los que están en un estado de mínima conciencia.
Aunque no ha habido grandes avances técnicos en este campo en el 2007, el marco ético
continuó desarrollándose. En junio, Judy Illes y Joseph Fins organizaron un exitoso seminario en la
Stanford University, «Ethics, Neuroimaging, and Limited States of Consciousness» (Ética, Neuroimagen
y Estados de Conciencia Reducidos), en el que numerosos expertos pudieron discutir sobre estas
temáticas. Estuvieron de acuerdo en muchos aspectos, incluyendo: la investigación y los objetivos
clínicos de los estudios en neuroimagen implicando a pacientes con estados de conciencia reducidos; las
dificultades por obtener un consentimiento informado o la autorización para estos estudios; y los
protocolos experimentales éticamente coherentes en cuanto a la selección de candidatos y al diseño de
los exámenes. Una edición especial de la revista American Journal of Bioethics Neuroscience dedicada
enteramente a este tema, será publicada próximamente.
Pero aunque los neuroéticos logren un consenso en cuanto a estas preguntas, y aunque la
neuroimagen siga mejorándose, los investigadores y los médicos deberán seguir debatiendo preguntas
mucho más delicadas tales como la interpretación de las imágenes del cerebro y de su valor en el
pronóstico de pacientes con trastornos de la conciencia. En un artículo publicado en abril en la revista
Neurology, Joseph Fins, Nicholas Schiff, y Kathleen Foley, recomendaron intentar definir la
epidemiología del estado de mínima conciencia, clarificar los mecanismos de recuperación, e iden -
tificar marcadores clínicos para el diagnóstico y el pronóstico, que sean útiles para la toma de decisiones
respecto a esos pacientes22.

***

20 Nordberg A. Amyloid imaging in Alzheimer’s disease. Current Opinion in Neurology. 2007 20(4):398-402.
21 Bacskai BJ, Frosch MP, Freeman SH, Raymond SB, Augustinack JC, Johnson KA, Irizarry MC, Klunk WE, Mathis CA, Dekosky ST, Greenberg SM, Hyman
BT, and Growdon JH. Molecular imaging with Pittsburgh Compound B confirmed at autopsy: A case report. Archives of Neurology. 2007 64(3):315-316.
22 Fins JJ, Schiff ND, and Foley KM. Late recovery from the minimally conscious state: Ethical and policy implications. Neurology. 2007 68(4):304-307.

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