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TAREA 3.

MONÓLOGO

EL BOSSON DE HIGS

PERSONAJES:

ENFERMO MENTAL. ( Un científico de edad avanzada)

ENFERMEROS DEL HOSPITAL (Corpulentos, encargados de mantener el orden entre los


pacientes y proteger a los médicos)

PSIQUIATRA. (Mujer de mediana edad, mirada inexpresiva).

ESPACIO

Es el interior de un hospital psiquiátrico, en uno de los cuartos más aislados, con las
paredes acolchadas. Apenas una pequeña rendija en la puerta comunica con el exterior.
Ahí está un hombre maduro, rondando los cincuenta años, canoso, con el cabello un poco
largo, se ve descuidado en su aseo personal, responder al nombre de Larry. Todo el lugar
denota falta de higiene, viste camisa de fuerza, con la mirada perdida hacia la nada. Es
escoltado por dos enfermeros del centro psiquiátrico hacia la oficina del Psiquiatra de la
institución, la Dra. Mont para la evaluación de rutina de su tratamiento.

La Dra. Mont lo observa pero no dice ni una palabra, los enfermeros lo acomodan en una
silla, y se retiran. Ella saca pluma y una libreta y comienza a anotar lo que Larry inicia a
balbucear tímidamente…

-No, no; espérate. Te voy a contar qué fue exactamente lo que sucedió, porque tú de eso no
puedes saber nada… (Exitado, ansioso)

Lo que sí sabes, por lo que viste, es que, en cuanto me decidí, me fui directamente al jardín
en su busca, sin pensarlo más… (Pausa) Ese horrible siniestro jardín suyo. Sudaba de
angustia a cada paso que daba… ¡por todo! Pero claro que sobre todo por lo que sí sabía y
por lo que sabes muy bien que no sabía. (Insistemente, mira a la doctora a los ojos)

La doctora Mont se incomoda, se levanta de su silla y se sirve una taza de café mientras
continúa escuchando a Larry divagar por su desequilibrada mente unos minutos más:

(Cabizbajo, se encoge de hombros) …Por allá, por los viejos duraznos… sí, los que están
junto a la cerca que marca los límites de la propiedad ¿ya sabes cuáles? (Mira a la doctora
esperando su respuesta) Vi, por fin, su silla de ruedas.

Me acerqué tratando de no hacer ruido,(Se lleva la mano a la boca en señal de silencio y


baja el tono de su voz) por si estuviera dormitando en esos momentos; porque tampoco era
cuestión de… (hace una pausa y niega con la cabeza, como arrepentido, se levanta y
camina hacia la ventana, continúa hablando como para sí mismo)) Pero en fin, fue inútil
porque me escuchó a pesar de todo y se volvió a verme con esa mirada suya tan clara, tan
directa y en la que no había el menor reproche ¿te das cuenta? ¡No había el menor reproche
en aquella mirada! (Se dirige hacia la doctora y se para de frente a ella) …Como
comprenderás, aquello me desconcertó tanto que me congeló. No supe qué hacer. Por
ridículo que pueda parecerte, era como si una parálisis más grave que la suya se hubiera
adueñado de todo mi cuerpo… (Pausa. La doctora apunta algo en su libreta y continúa
observándolo detalladamente) Nos miramos por… no sé, no debe haber sido sino cuestión
de segundos, supongo; pero a mí aquel momento se me hizo una verdadera eternidad… Y
entonces, sin haberme dirigido siquiera una palabra ¡se puso a maniobrar su silla, me dio la
espalda y se alejó de mí!... ¡Así, nada más!

Larry se lleva las manos a la cabeza y se jala el cabello, comienza golpearse la cabeza,
los enfermeros entran y lo amarran a la silla para evitar que se siga haciendo daño. Larry
desesperado, continúa hablando esforzándose por parecer coherente.

De momento no se me ocurrió qué era lo que yo podía hacer en esas circunstancia


(Mientras le amarran las manos a una silla) ¡Te lo juro! (desesperado) Sin darme cuenta
todavía de lo que acababa de suceder, ni por qué había sucedido, me quedé ahí, en total
parálisis, como idiota. ¡De veras que no podía moverme! Después, quién sabe de qué
manera, volví en mi; pero para entonces ya había dejado pasar la oportunidad de hablarle y
aclarar el malentendido. Me sentí muy, muy mal. (triste y cabizbajo)

Mi primer impulso fue regresar a la casa.

No; no lo hice. Sentía tal frustración por no haber podido hacer nada en aquella situación
absurda, tanta vergüenza, que ya no quise ver a ninguno de ustedes como les había
prometido. (La doctora vuelve a hacer anotaciones en su libreta, toma un sorbo de café y
continua escuchando a Larry en silencio, pero un poco extrañada) Así es que salí a la calle
por la puerta lateral del jardín y me alejé de la casa con el propósito de no regresar allí
jamás.

Eso fue. Te juro por mi madre que fue así como se dio el encuentro. (Se le entrecorta la
voz. Mira a los ojos a la Doctora y le dice seriamente)… No he quitado ni añadido
absolutamente nada. ¿Qué dices ahora?

La doctora Mont cierra de golpe su libreta de anotaciones, y hace una receta. Se la


entrega a los enfermeros que entran a llevarse a Larry a su cuarto, la leen, se ríen y lo
retiran con violencia.

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