Professional Documents
Culture Documents
Introducción.
En el presente trabajo se abordarán los principios que se aceptan generalmente en el
comercio internacional, se comenzará con Las libertades de Circulación de mercancías, de
servicios y de capitales. El derecho a la libre circulación de los productos originarios de los
Estados miembros y los productos procedentes de terceros países que se encuentren en
libre práctica en los Estados miembros constituye uno de los principios fundamentales del
Tratado (artículo 28 del TFUE – Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea-).
Inicialmente, la libre circulación de mercancías se concibió en el marco de una unión
aduanera entre los Estados miembros con supresión de los derechos de aduana, las
restricciones cuantitativas al comercio y las medidas de efecto equivalente, por una parte,
y el establecimiento de un arancel aduanero común para la Comunidad, por otra.
Posteriormente, se hizo hincapié en la eliminación de todos los obstáculos que todavía
dificultaban la libre circulación con vistas a la realización del mercado interior, definido como
un espacio sin fronteras interiores en el que las mercancías circulan con la misma libertad
que en un mercado nacional.
No se puede concebir una comunidad o una integración regional sin asegurar las
cuatro libertades fundamentales, es decir: la libre circulación de mercancías, servicios,
capitales y trabajadores. El derecho de circular de un país a otro es importante: Desde un
punto de vista humano, permitir a un ciudadano de un país miembro del mercado común,
instalarse en otro para trabajar y vivir en él con los mismos derechos y en las mismas
condiciones que los naturales de ese país, es una libertad nueva. Desde un punto de vista
económico, la libre circulación contribuye al buen funcionamiento del mercado común
porque ofrece a todo el mundo la posibilidad de ejercer sus actividades en un espacio
económico más vasto que tiene todas las características de un mercado nacional. Esta
libertad de circulación es un elemento importante para la vida económica, y sin ella no
puede existir un mercado común.
La libre circulación de las personas aparece, entonces, como una exigencia de la
instauración de ese mercado común; se plantea desde una óptica prevalentemente
económica, y de forma paralela a la libre circulación de los servicios y de los capitales; pero
por su propia naturaleza, va a trascender no solo en el plano político y social sino también
en el plano jurídico. Una de las características más originales del mercado común y que
más contribuye a su creación y desarrollo, lo constituye la libre circulación de las personas
y la libre iniciativa de los trabajadores subordinados o autónomos, Si bien se trata de un
objetivo económico, es también y cada vez más, un objetivo de carácter social, pues aunque
sea desde la perspectiva del acceso a los mercados comunes, esa libertad permite a los
individuos de los países integrados acceder al ejercicio de actividades laborales,
profesionales o económicas en todo el espacio comunitario. El mercado común debe ser,
entonces, la constitución de una comunidad de seres humanos y una unión más estrecha
entre los pueblos, principio que encuentra en esa libertad de circulación uno de sus
principales instrumentos para su logro. Esta libertad, además de ser un importante elemento
para el dinamismo de la vida económica, se configura como un nuevo derecho individual
que corresponde a cada ciudadano de un país miembro.
El desarrollo del comercio de servicios y la perspectiva de creación de empleo en
este sector dinámico y en rápido crecimiento, llevó a que como conclusión de la Ronda
Uruguay y dentro de la Organización Mundial de Comercio (O.M.C.), -base institucional del
nuevo orden comercial-, se establecieran a través del Acuerdo General sobre el Comercio
de Servicios (A.G.C.S.), una serie de normas multilaterales, creándose simultáneamente el
marco de un proceso continuo de liberalización en este sector, que representa más del 60%
de la producción mundial.
La libertad de prestación de servicios, tiene gran importancia económica, ya que
además de incrementar la eficacia y la competitividad de los sectores, tanto a nivel nacional
como internacional, elimina dispersiones existentes; de ahí la necesidad de su regulación y
la implementación de las políticas necesarias para lograr este propósito. Por definición,
dicha libertad, no supone la residencia o permanencia en otro estado miembro del mercado
común, a diferencia de la libertad de circulación de trabajadores y de establecimiento que
si la presuponen, y por ello plantean problemas complejos de integración social en el país
donde el ciudadano comunitario se instala.
Ahora bien, esta libertad va vinculada a la libre competencia, que a su vez está
íntimamente relacionada a la economía de mercado y la autonomía de la voluntad.
El concepto de economía de mercado tiene uno de sus fundamentos principales en la libre
competencia, que resulta de la concurrencia libre en el mercado de ofertantes que producen
bienes o servicios similares y , a su vez, consumidores que toman decisiones libres sobre
sus compras en el mercado con información suficiente sobre las características
de precio y calidad de los productos, sin que en estas decisiones intervengan fuerzas
distintas a las del mercado mismo. El concepto de libre competencia se aplica normalmente
en un país, y toma en cuenta a bienes nacionales como extranjeros. Por ello, las políticas
de libre competencia y de libre comercio están estrechamente ligadas.
La competencia está basada en la libertad de decisión de los que participan en el mercado,
en un contexto en el que las reglas de juego son claras para todos y se cumplen
efectivamente. La libre competencia se basa fundamentalmente en la libertad de elección
tanto para el consumidor, como para el productor. La libertad de elección del consumidor
como la del productor son inseparables y de ellas depende en gran medida que se logre
una asignación eficiente de recursos en la economía, cuando se cumple ciertas condiciones
básicas; es a través de estos principios que el mecanismo del mercado asegura que los
recursos productivos se dirijan a aquellos usos más productivos, entendiendo por ello
aquellos bienes y servicios que los consumidores prefieren en mayor medida.
La libre competencia genera incentivos para que las empresas obtengan una ventaja
competitiva sobre otras mediante la reducción de costos y la superioridad técnica. Esto
resulta en un aumento de la eficiencia de las empresas para producir, un incremento de la
calidad del producto que se ofrece y una disminución de los precios que permite que una
mayor cantidad de consumidores tenga acceso al mercado.
El fenómeno de la globalización tiene como motor a la economía y trata de instalar como
última y universalmente válida la ideología de libre competencia, en la cual la ganancia y la
búsqueda de la mayor eficiencia constituyen los objetivos soberanos.
Bajo esta tesitura, la autonomía de la voluntad es, de manera clara y concisa, la libertad de
las partes de someterse a la determinada jurisdicción al momento de realizar una
negociación contractual, esto es, que, al momento de realizar un contrato, las partes
involucradas pactan el lugar y la legislación aplicable para el mismo, y de igual manera, si
surge una controversia se someten a la jurisdicción pactada.
La autonomía es en sí, una restricción a la manifestación de la voluntad en general. En esa
amplitud que se reclama para la autonomía de la voluntad, en mucho ayudaron tres
decisiones de la Corte de Casación francesa, una de 1910 en la que dejó en claro que “La
ley aplicable a los contratos, sea en cuanto a su formación o sus efectos y condiciones, es
aquella que las partes han adoptado”. Y otras dos cuando en 1952, la Corte de Casación
declaró que “Aprobar lo que hicieron los jueces de fondo de haber separado de la economía
de la operación contractual buscando en el silencio del texto contractual y de la convención,
la presumible intención de las partes en cuanto a su localización”. Empleando la
terminología del Profesor Batiffol como guía para la determinación de la ley aplicable en la
segunda decisión, la de 1959, la Corte de Casación definió: “Que, a falta de declaración
expresa de las partes, pasa a los jueces de fondo buscar conforme a la economía del
contrato y las circunstancias de la causa, la ley que debe regir las relaciones de los
contratantes”. Así, la autonomía de la voluntad quedó claramente definida desde temprana
época, al menos para los tribunales franceses. Este reconocimiento de una realidad
internacional y su reglamentación no llegó, al menos en su conceptuación moderna, a
América Latina hasta casi 30 años después, con la Convención Interamericana sobre
Normas Generales del DIPr de 1979, la que establece desde su artículo 1o. las formas de
cómo debe ser considerado y aplicado el derecho extranjero, ya no se discute la
procedencia del escogimiento por las partes de la ley aplicable: Artículo. 1o. La
determinación de la norma jurídica aplicable para regir situaciones vinculadas con el
derecho extranjero se sujetará a lo establecido en esta Convención y demás convenciones
internacionales suscritas o que se suscriban en el futuro en forma bilateral o multilateral por
los Estados parte. Ahora bien, en su Artículo 7o. menciona: Las situaciones jurídicas
válidamente creadas en un Estado parte de acuerdo con todas las leyes con las cuales
tengan una conexión al momento de su creación, serán reconocidas en los demás Estados
partes, siempre que no sean contrarias a los principios de su orden público. Como puede
observarse, en el artículo 1o. se establecen las directivas que en todo caso serán las reglas
de la Convención para llevar a cabo la definición por el juez o el árbitro de la norma jurídica
extranjera aplicable por su vinculación con el derecho extranjero; o sea, un reconocimiento
de la libertad que las partes tienen para designar una ley aplicable y que esta elección sea
reconocida por el Estado parte y en el artículo 7o., el reconocimiento de los derechos
adquiridos (vested rigths) que implica que se deberá aplicar el derecho extranjero conforme
al cual se creó “la situación”, lo último en realidad debería decir el acto jurídico, pero deja
ver que de esta manera se abre la posibilidad de aplicación del derecho extranjero.
Actualmente, este cambio tiene un total sentido en la continuidad, lo que no sucedía hasta
la década de los años ochenta. No había disposiciones expresas que permitieran el ejercicio
de la autonomía de la voluntad, y eso era congruente con regímenes jurídicos de carácter
territorialista, cerrados, en los que no era necesario pensar en la aplicación de otra ley que
la propia.
Desarrollo.
Acceso oportuno, generoso y predecible a los mercados para las exportaciones de los
países en desarrollo, sobre todo los más pobres, en un marco de liberalización del
comercio multilateral, y la aplicación de sólidas normas multilaterales.
Decidida labor de reforma de los regímenes agrícolas de los países industriales para
eliminar las distorsiones al comercio que son perjudiciales para los países en desarrollo.
Asistencia para el fortalecimiento de la capacidad que mejore las posibilidades de los
países en desarrollo para aprovechar las nuevas oportunidades de comercio exterior.
Aplicación, en los mismos países en desarrollo, de políticas acertadas y coherentes en
materia de comercio y en otras áreas afines, que deben reflejarse en los programas de
desarrollo y en las estrategias de reducción de la pobreza.
Es por ello que el mercado está en constante evolución, tratando de incluir a la mayor
cantidad de países, l esto nos habla del gran impacto que tiene la globalización, ya que
involucramos el tema de solidaridad, los países con mayores ventajas económicas apoyan
a los países en desarrollo para que puedan lograr un buen aprovechamiento de sus recursos
y con ello todos salen beneficiados.
Esto a grandes rasgos, ahora bien, todas las relaciones comerciales en el ámbito
internacional, deben estar reguladas, si bien ya quedó asentado que las partes en contrato
pactan la jurisdicción a la que se someten; también se prevén determinadas normas para
estos negocios. Tales como los Regímenes comerciales de importación y exportación
Con carácter general puede definirse como un régimen libre, tanto en su vertiente
importadora como exportadora. Como excepción a este principio básico, la normativa
comunitaria contempla tres situaciones: Régimen de autorización, Régimen de vigilancia y
Régimen de certificación.
Régimen de autorización
Régimen de vigilancia
Régimen de certificación
Aplicación
La aplicación de los diferentes regímenes se hace en función de los productos y/o del país
de origen/destino de los mismos.
En relación con los productos, las principales limitaciones afectan a los productos agrícolas,
textiles y siderúrgicos, así como a las armas y material de defensa. Por razón del país,
existen diferencias en función de que el país de origen/destino sea o no miembro de la OMC.
Toda la información relativa al Régimen de importación que se aplica en España se
encuentra recogida en la Circular de la Dirección General de Comercio Internacional e
Inversiones (Véase apartado Legislación), relativa al procedimiento y tramitación de las
importaciones e introducciones de mercancías y sus regímenes comerciales. En dicha
Circular únicamente figuran aquellos productos, clasificados en función de su código de
nomenclatura combinada, cuya importación o introducción está condicionada a la
presentación de ciertos documentos específicos.
Conclusión.
Directa
Por regla general, el juez se limita a afirmar o a negar su competencia y, en este último caso,
no puede determinar quién es el juez competente. Por ello, se dice que las normas
procesales de atribución de competencia son "normas unilaterales"
Directa Exclusiva
La regla competencial determina que el juez del foro es el único competente para conocer de
una determinada controversia, negando la competencia judicial internacional directa de
cualquier otro juez del mundo y negando toda posibilidad a otorgar reconocimiento o
ejecución, en el foro, a una sentencia extranjera pronunciada sobre dicha controversia
Bibliografía.
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-privado/article/viewFile/10603/12769
https://www.monografias.com/trabajos10/poli/poli.shtml