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ORALIDAD
Y ESCRITURA
Tecnologz'as de 'Ca palabra
Traducción de
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FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
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Primera edición en inglés, 1982 :¡,
Primera edición en español (FCE, México), 1987 PREFACIO DE LA EDICIÓN EN INGLÉS
Tercera reimpresión (FCE, Argentina), 2006
Resulta fácil apreciar que vivimos en una época de cambio social raudo
y radical. Es mucho menos sencillo comprender el hecho de que tal.cam-
bio afectará inevitablemente las caractcrÍsticas de aquellas disciplinas aca-
démicas que reflejan nuestra sociedad y a la vez ayudan a moldearla.
Sin embargo, ello en ninguna parte es más manifiesto qu·e en el cam·
po principal de lo que, e'n términos generales, puede llamarse estudios
literarios. Aquí, entre gran número -de.estudiantes de todos los nive-
les de educación, ha venido a ser fundamental el desgaste de las hipóte-
sis y las suposiciones que apoyan las disciplinas literarias en su forma
tradicional. Los modos y las categorías heredados del pasado ya no ·pa-
;, recen ajustarse a la realídaq experimentada por una nueva generación.
New Accents tiene el propósito de ser una respuesta positiva a la inicia-
Diseño de tapa: Carlos Haces tiva brindada por tal situación. Cada volumen de la serie procurará esti-
mular el proceso de cambio antes que resi_stirse a él, y extender antes
Título original: que afianzar las fronteras que actualmente definen la literatura y su aná-
Orality and .Lltmuy. The Terbno!qg,izing of the Word lisis académico.
<D 1982, Walter J. Ong, publicado por Methucn & Co. Ltd., Londres Algunos importantes campos de interés surgen aJ punto. En diversas
ISBN 0-416-71380-7 partes del m·undo se han creado nuevos métodos de análisis cuyas con-
clusiones revelan las limitaciones del enfoque anglonorteamericano que
heredamos. Se han propuesto nuevos conceptos de formas y modos lite-
D.R. o 1987, FONDO DE CULTURA ECDNÓMJCA S.A. DE C.V.
rarios; se difunden nuevas ideas sobre la naturaleza misma de ia litera-
D. R." 1996, FONDO DE CULTURA ECONÓMJCA
Av. Picacho Ajusco 227; 14200 México, D. F. tura· y de cómo ésta se comunica; prosperan nuevas opiniones acerca
El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires del papel de la literatura en relación con la sociedad. New Accents aspira·
fondo@fce.com.ar / www.fce.com.ar rá a exponer y comentar las más notables de ellas.
En la amplia esfera del estudio de la comunicación humana se ha he-
cho hincapié cada vez mayor en la naturaleza y la función de. los ·nue-
vos medios electrónicos de comunlcació"n. New Accents intentará identificar
ISBN 950-557-170-4 y analizar el desafío que éstos presentan a nuestros modos tradicionales
de respuesta crítica.
Fotocopiar libros está penado por ley.
El mismo interés por la comunicación indica que la serie debe ocu·
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio
parse también de aquellos campos de investigación antropológicos y so-
de impresión o digital, en forma idéntica; extractada o ciológicos más amplios que han ~omenzado a incorporar el escu-
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" modificada, en castellano o en cualquier orro idioma, sin la
autorización expresa de la editorial.
driñamiento de la naturaleza del arte mismo y de su rcla_ción con
nuestro modo de vida en todos sus aspectos. Ello requerirá, en último
caso, que se fije la atención en algunas de las actividades que hasta la
IMPRESO EN ARGENTINA · PRH\TEIJ IN AKC/;NTINA fecha fueron excluidas de los reinos prestigiosos de la cultura en nuestra
Hecho el depósit0 que marca la ley 11.723 sociedad. La inquietante redist~ibución de valores que ello entraña y la
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INTRODUCCION
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La materia de este libro no es ninguna "escuela,i de interpretación.
~o existe "escuela" alguna de oralidad y escritura; nada que viniera
a ser el equivalente del formalismo, la nueva crítica, el estructuralismo
lft;:11(~-~;-;1: o el "deconstruccionismo"; aunque la conciencia de la correlación entre
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oralidad y escritura puede influir en lo hecho en éstas, así como otras va-
rias "escuelas" o "movimientos" a través de las humanidades y 13.S cien-
cias sociales. El conocimiento de los contrastes y las relaciones entre la
oralidad y la escritura normalmente no genera apasionados apegos a las
teorías; antes bien, fomenta la rcllexión sobre diversos aspectos de la con-
dición humana, demasiados para poder enumerarse completamente al-
guna vez. Este libro ·se dará a la tá.rea de analizar un número razonable
de dichos aspectos. Un estudio exhaustivo requeriría muchos volúmenes.
Resulta útil abordar de manera sincrónica la oralidad y él conocimiento
de la escritura, mediante la comparación de las culturas orales)' las cali·
gráficas (es decir, con escritura) que coexisten en un espacio dado de tiem~
,· po. Pero es absolutamente indispensable enfocarlos también ·diacr6nica
o históricamt11tc por medio de la comparación de periodos sucesivos. La
11
INTRODUCCIÓN
13
12 INTRODUCCIÓN
. • ·a onés la escritura maya, etcétera) y se ha ocupá.do del al-
sociedad humana se formó primero con la ayuda del lenguaje oral; apren- el s1labano J p 'do en Occidente (el alfabeto también está asentado
fabcto como es usa ., . ) E ... 1
dió a leer en una etapa muy posterior de su historia y al principio sólo ,1 ,'
. t orno en la India el Sureste As1aoco o Corea . n esta o )ra
ciertos grupos podían hacerlo. El homo sapiens existe desde hace 30 mil en O nen• e,•, c ' b ·
· a' los cursos principales del sa er existen t e, aun que
J expos1c1on seguir · . ·
y 50 mil años. El escrito más antiguo data de apenas hace 6 mil años. t:mbién se prestará alguna atención, en los puntos pertmentes, ~ ;scn-
El examen diacrónico de la oralidad, de la escritura y de Jas diversas eta- . . del a1rabeto y a culturas que no se encuentran en Occt ente.
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en la era electrónica, no antes. Los contrastes entre los medios electróni-
cos de comunicación y la impresión nos han sensibilizado frente~ la dis-
paridad anterior entre la escritura y la oralidad. La era electrónica también
es la era de la "oralidad secundaria", la oralidad de los teléfonos, la ra-
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existencia.
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. El cambio de la oralidad a la escritura, y de ahí a la elaboración elec-
trónica, comprometen las estructuras social, económica, política, religiosa ,
,., ,.•-!_ y otras. Todas ellas, sin embargo, sólo tienen un interés indirecto para
;.J- el presente libro, que más bien trata las diferencias de "mentalidad" en-
tre las culturas orales y las que tienen conocimiento de la escritura.
Hasta la fecha, casi todo el trabajo que compara las culturas orales
con las caligráficas ha confrontado la oralidad con la escritura alfabética
antes que con otros sistemas de escritura (cuneiforme, caracteres chinos,
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,·~~~~¡, ¡ L LA ORALIDAD DEL LENGUAJE
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LA CAPACIDAD DE LEER Y EL PASADO ORAL
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16 LA ORALIDAD DEL LENGUAJE LA ORALIDAD DEL LENGUAJE 17
güística han estado comparando cada vez más la dinámica de la articu- la historia del hombre, sólo alrededor de 106 nunca han sido plasmadas
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18 LA ORALIDAD DEL LENGUAJE LA ORALIDAD DEL LENGUAJE 19
secundario de modelado", que depende de un sistema primario ante- 1
oral, aunque siendo un "arte' o ciencia sistematizado o reflexivo -por
rior: la lengua hablada. La expresión oral es capaz de existir, y casi siem- ejemplo, en el Arte Retórica de Aristóteles-, la retórica era y tuvo que ser
pre ha existido, sin ninguna escritura en absoluto; empero, nunca ha un producto de la escritura. Rhitoáki, o retórica, significaba básicamen-
habido escritura sin oralidad. te el discurso público o la oratoria que, aun en las culturas tipográficas
No obstante, a pesar de las raíces orales de toda articulación verbal, y con escritura, durante siglos siguió siendo irreflexivamente, enlama-
durante siglos el análisis científico y literario de la lengua y la literátura yoría de los casos, el paradigma de todo discurso, incluso el de la escritu-
ha evitado, hasta años muy recientes, la oralidad. Los textos han clama- ra (Ong, 1967b, pp. 58-63; Ong, 1971, pp. 27-28). Así pues, desde el
do atención de manera tan imperiosa que generalmente se ha tendido principio la escritura no redujo la oralidad sino que la intensificó, posi-
a considerar las creaciones orales como variantes de las producciones es- bilitando la organización de los" principios" o componentes de la orato-
critas; o bien como indignas del estudio especializado serio. Apenas en ria en un ' 1 arte" científico, un cuerpo de explicación ordenado en forma
fechas recientes hemos empezado a lamentar nuestra torpeza a este consecutiva que mostraba cómo y por qué la oratoria lograba y. podía
respecto (Finnegan, 1977, pp. 1-7). ser dirigida a obtener s_us diversos efectos específicos.
Salvo en las décadas recientes, los estudios lingüísticos se concentra- No obstante, era dificil que los discursos -u otras producciones ora-
ron en los textos escritos antes que en la oralidad por una razón que re- les cualesquiera- estudiados como parte de la retórica, pudieran ser las
sulta fácil comprender: la relación del estudio mismo con la escritura. alocuciones mientras éstas eran recitadas oralmente. Después de pronun-
Todo pensamiento, incluso el de las culturas orales primarias, es hasta ciar el discurso, no quedaba nada de él. para el análisis. Lo que se em-
cierto punto analítico: dividé sus elementos en varios componentes. Sin pleaba para el "estudio" tenía que ser el texto <le los discursos que se
embargo, el examen abstractamente explicativo, ordenador y consecuti- habían puesto por escrito, comúnmente después de su declamación y por
vo de fenómenos o verdades reconocidas resulta imposible sin la escritu- lo regular mucho más tarde (en el mundo antiguo nadie, salvo los ora-
ra y la lectura. Los seres humanos de las culturas ora1es primarias, aqueUas dores vergonzosamente incompetentes 1 solía hablar con base en un texto
que no conocen la escritura en ninguna forma, aprenden mucho, poseen preparado de antemano palabra por palabra; Ong, 1967b, pp. 56-58).
·¡/. y practican gran sabiduría, pero no "estudian". De esta manera, aun los discursos compuestos oralmente se estudiaban
Aprenden· por medio del entrenamiento -acompañapdo a cazadores no como tales, sino como textos escritos.
experimentados, por ejemplo-; por discipulado, que es una especie de Por otra parte, además de la transcripción de las producciones orales
aprendizaje; escuchando; por repetición de lo que oyen; mediante el do-, tales como los discursos, con el tiempo la escritura produjo composicio-
minio de los proverbios y de las maneras de combinarlos y reunirlos; por nes rigurosamente escritas, destinadas a su asimilación a partir de la su-
asimilación de otros elementos formularios; por participación en una es- perficie escrita. Tales composiciones reforzaron aún más la atención a
pecie de memoria corporativa; y no mediante el estudio en sentido estricto~ los textos, pues las composiciones propiamente escritas se originaron só-
Cuando el estudio, en la acepción rigurosa de un extenso análisis con- lo como textos, aunque muchas de ellas por lo común fueran escuchadas
secutivo, se hace posible con la incorporación de la escíltura 1 a menudo y no leídas en silencio, desde las historias Tito Livio hasta la Comedia
una de las primeras cosas que examinan los que saben leer es la lengua de Dante y obras posteriores (Nelson, 1976-1977; Biiuml, 1980; Goldin,
misma y sus usos. El habla es inseparable de nuestra conciencia; ha fas- 1973; Cormier, 1974; Ahern, 1982).
cinado a los seres humanos y prov9cado reflCxión seria acerca de sí mis-
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ma desde las fases más remotas de Ja conciencia, mucho antes de que
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la escritura llegara a existir. Los proverbios procedentes de todo el mun-
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. ,. do son ricos en observaciones acerca de este fenómeno abrumadoramcn- .La concentración de los especialistas en los textos tuvo consecuencias ideo-
te. humano del habla en su forma oral congénita, acerca de sus poderes, lógicas. Con la atención enfocada en los textos, con frecuencia prosiguie-
sus atractivos, sus peligros. El mismo embeleso con el habla oral conti- ron a suponer, a menudo sin reflexión alguna, que la articulación verbal
.núa sin merma durante siglos después de entrar en uso la escritura.· oral era en esencia idéntica a la expresión verbal escrita con la que nor-
En Occidente, entre los antiguos griegos, la fascinación se manifestó malmente trabajaban, y que las formas artísticas orales en el fo,ndo sólo
en la elaboración del arte minuciosamente elaborado y vasto de la retóri- eran textos, salvo en el hecho de que no estaban asentadas por escrito.
ca, la materia académica más completa de toda la cultura occidental du- Se extendió la impresión de que, aparte del discurso (goberna~o por re-
rante dos mil años. En el original griego, technl rhitorikl, "arte de hablar" glas reté:-icas escritas), las formas artísticas orales eran fundament.ilmente
(por lo común abreviado a solo rhttorikt), en esencia se refería al discurso desmañadas e indignas de examen serio. ·
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22 LA ORALIDAD DEL LENGUAJE LA ORALIDAD DEL LENGUAJE 23
todos los puntos de diferencia, en un esfuerzo por extirpar toda noción orales se apreciarían como ''vocalizaciones'', o sea, lo que son. Sin em-
de "automóvil" al concepto "automóvil ~in ruedas", a fin de dotar al bargo, el significado más usual del término épica -poesía épica (oral;
término de un significado estrictamente equino. En vez de ruedas, los véase Bynum, 1967)- interferiría de alguna manera con un significado
automóviles sin ruedas tienen uñas agrandadas llamatjas cascos; e·n lu- genérico atribuido a todas las creaciones orales. "Vocalizaciones" pare·
gar de faros o quizás espejos retrovisores, ojos; a cambio de una capa ce tener demasiadas asociaciones competidoras, aunque si alguien lo cree
de laca, algo Jlamado pelo¡ en vez de gasolina como combustible, heno; lo suficientemente boyante para botarlo, ciertamente apoyaré los esfuer-
y así sucesivamente. Al final, los caballos sólo se componen de Jo que zos por mantenerlo a flote. Empero, aún nos encontraríamos sin un tér·
no son. Sin importar cuán precisa y minuciosa sea tal descripción por orni- mino más genérico que abarcase tanto e] arte exclusivamente oral como
sión, los lectores conductores de automóviles que nunca han visto un ca-
ballo y que sólo oyen hablar de "automóviles sin ruedasn con seguridad
se llevarían un extraño concepto de un caballo. Sucede lo mismo con aque-
llos que hablan de la "literatura oral", es decir, de la "escritura oral".
No es posible describir un fenómeno primario com.enzando con otro se-
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la literatura. En este caso continuaré una práctica común entre las per-
sonas informadas y recurriré, cuando sea preciso, a circunlocuciones que
se expliquen por sí mismas: ''formas artísticas exclusivamente orales'',
''formas arlísticas verbal.es'' ( que comprenderían tanto las orales como
las compuestas por escrito, y todo lo que hubiera entre una y otra) y de
cundario poStcrior y reducir poco a poco las diferencias sin producir una tipos semejantes.
deformación grave e inoperante. En efecto, haciendo las cosas al revés En la actualidad, el término "literatura oral" afortunadamente está
-colocando el carro delante del caballo-, resulta absolutamente impo- perdiendo terreno, pero es muy posible que toda batalla librada para eli-
sible descubrir las verdaderas diferencias. minarlo del todo nunca se gane por completo. Para la mayoría de los
Aunque el término "prealfabetí'smo" resulta en sí útil y a veces ncce· que pueden leer, la consideración de las palabras como separadas de ma·
sario, si se emplea de modo irreflexivo también plantea problemas igua- nera íntegra de la escritura sencillamente representa una tarea demasía•
les a los del término "literatura oral", aunque no tan dogmáticos. do ardua para emprenderla, aunque lo requiera el trabajo lingüístico o
'' Prealfabctismo'' revela la oralidad -el '' sistema primario de antropológico especializado. Las palabras siguen llegándole a uno por
modelado"- como una desviación anacrónica del "sistema secundario escrito, sin importar lo que se haga. Por otra parte, la separación de las
de modelado" que le siguió. palabras de la escritura resulta psicológicamente peligrosa, pues el senti·
De acuerdo con los términos "literatura oral" y "prealfabetismo", do de dominio sobre la lengua que tienen los que leen está estrechamen-
también oímos mencionar el "texto" de una expresión oral. "Texto" 1 te vinculado con las transformaciones visuales de la misma: sin los
de una raíz que significa ''tejer'', es, en términos absolutos, etimológi- diccionarios, las reglas gramaticales escritas, la puntuación y todo el res·
camente más compatible con la expresión oral que "literatura", la cual to del mecanismo que convierte las palabras en algo cuyo significado puede
se refiere a las letras en cuanto a su origen (literae) del alfabeto. El dis· averiguarse, ¿cómo podrán vivir los que leen? Aquellos que utilizan un
curso oral por lo general se ha considerado, aun en medios orales, como grafolecto como el inglés oficial tienen acceso. a vocabularios cientos de
un tejido o cosido: rhap.sOidein, ''cantar'', en griego básicamente significa veces más extensos de lo que puede abarcar cualquier lengua oral. En
"coser canciones". Pero en realidad cuando los que saben leer utilizan un mundo tan lingüístico, los diccionarios son esenciales. Resulta des-
hoy en día el término "texto" para referirse a la producción oral, pien· moralizador recordarnos que no existe diccionario alguno en la mente;
san en él por analogía con la escritura. En el vocabulario del lector, el que el aparato lexicográfico constituye un agregado muy tardío a la len-
''texto'' de una narración hecha por una persona de una cultura oral gua como tal; que todas las lenguas poseen gramáticas elaboradas y que
primaria representa una derivación regresiva: otra vez el caballo como crearon sus variaciones sin ayuda alguna de la escritura; asimismo, que
automóvil sin ruedas. fuera de las culturas de tecnología relativamente avanzada, la mayoría
· Dada la vasta diferencia entre el habla y la escritura, ¿qué puede ha- de los usuarios de las lenguas siempre han podido arreglárselas bastante
cerse para idear una alternativa al término "literatura oral" anacróni· bien sin transformaciones visuales algunas del sonido vocal.
co y contradictorio en sí mismo? Adaptando una proposiciót; hecha por Las culturas orales producen, efectivamente, representaciones verba-
N orthrop Frye para la poesía épica, en The Anatomy o/ Cri'tici.sm ( 195 7, les pujantes y hermosas de gran valor artístico y humano, las cu~les pier-
pp. 248-250, 293-303), podemos referirnos a todo arte exclusivamente den incluso la posibilidad de existir una vez que la escritura ha tomado
oral como ''épica'', que tiene la misma raíz del protoindoeuropeo, wekw, posesión de la psique. No obstante, sin la escritura la concien~ia huma·
corno la palabra latina vox y su equivalente inglés, voice, y que por lo tan- na no puede alcanzar su potencial más pleno, no puede producir otras
to se basa firmemente en lo vocal, lo oral. Así pues, ~as producciones creaciones intensas y hermosas. En este sentido, la oralidad debe y está
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hablada sino que lo tomaron de otros escritos. El rornanticisrno se carac·
una obra escrita y no una representación oral, procura alcanzar en al-
glln grado. ! .• terizó por el interés en el pasado remoto y la cultura popular. Desde _en·
' tonces, cientos de coleccionistas, comenzando por James Mc.Pherson
(1736-1796) en Escocia, Thomas Percy (1729-1811) en Inglaterra, los
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•'f,: hermanos Grimm: Jacob (1785-1863) y Wilhelm (1786-1859) en Alema-
nia, o Francisjam~s Child (1825-1896) en Estados Unidos, han rehecho
en forma más o menos directa algunas partes de la tradición oral, cua-
sioral o semioral, otorgándoles una nueva respetabilidad. Para el inicio
de nuestro siglo, que ya está envejeciendo, el erudito escocés Andrcw
Lang (1844-1912) y otros habían desvirtuado bastante la opinión de que
el folklore oral representaba solamente los desechos de una ~~t~logía_ lit;-
raria "superior": juicio producido naturalmente por el preJu1c10 cal1gra·
fico y tipográfico tratado en el capítulo anterior. .
Los antiguos lingüistas se habían resistido a la idea de Ja distinción
., ..., entre las lenguas hablada y escrita. A pesar de sus nuevas in~ursiones
en la oralidad, o tal vez debido a ellas, Saussure -al igual que Edward
Sapir, C. Hockett y Leonard Bloomfield- sostiene la opinión de que
la escritura simplemente representa en forma visible la lengua hablada
(1959, pp. 23-24).El Círculo Lingüístico de Praga, especialmente J. Va-
25
26 CULTURAS ORALES PRIMARIAS CULTURAS ORALES PRIMARIAS 27
chck y Ernst Pulgram, advirtió cierta diferencia entre Ja lengua escrita sía primitiva cualidades que su propia época encontraba fundamental-
y la hablada, aunque, al concentrarse en los universales lingüísticos an~ mente atractivas. Más que cualquier otro investigador anterior, el
tes que en los factores de desarrollo, hizo poco uso de la distinción (Goody, clasicista cstadunidense Milman Parry (1902-1935) logró socavar esta
1977,p. 77). patriotería cultural, a fin de penetrar en la poesía homérica•• primitiva''
< en las condiciones propias de la misma, aunque éstas se oponían a la
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opinión aceptada de lo que debían ser la poesía y los poetas.
LA CUESTIÓN HOMÉRICA Algunos trabajos anteriores habían presagiado vagamente el de Parry
en lo referente a que la adulación general de los poemas homéricos a me-
Dadas una conciencia de larga data entre los letrados de la tradición oral, nudo estuvo acompañada de cierta inquietud. Con frecuencia se consi-
y la demostración, por Lang y otros, de que las culturas exclusivamente •. deraba que los poemas no cuadraban del todo. En el siglo xv11, Fram;ois
{ Hédelin, Abbé d'Aubignac et de Mcimac (1604-1776), en un espíritu
orales podrían producir complicadas formas artísticas verbales, ¿qué hay
de nuevo en nuestra comprensión moderna de la oralidad? más de retórica polémica que de erudición verdadera, acusó a la /Uada
·.. La nueva interpretación evolucionó por varios caminos, pero acaso y la Odi"sla de tener tramas mal delineadas, de pobreza en la descripción
pueda seguirse mejor en la historia de la "cuestión homérica". Durante de sus personajes y de ser ética y teológicamente despreciables; prosigue
más de dos milenios, los estudiosos se han entregado al estudio de Ho- para argumentar que nunca existió un Homero y que las epopeyas a él
mero, con variadas mezclas de penetración, información errónea y pre- atribuidas se reducían a colecciones de rapsodias de otros. El erudito clá-
juicio, consciente e inconsciente. En ninguna parte se manifiestan en un sico Richard Bentley ( 1662-1742), famoso por demostrar que las llama-
contexto más rico los contrastes entre oralidad y conocimiento de la es- das Epístolas de Falo.ris eran falsificadas y por ocasionar de manera indirecta
critura, o los puntos débiles de la mente caligráfica o tipográfica irre- la sátira anti tipográfica de Swift, The Battle of Lhe Books, opinó que en rea-
flexiva. lidad existió un hombre llamado Homero, pero que los diversos cantos
La "cuestión homérica" como tal se originó en la crítica superior de que "escribió" no fueron reunidos en los poemas épicos hasta poco más
Homero en el siglo XIX, que había madurado junto con la crítica superior o menos 500 años después, en tiempos de Pisístrato. El filósofo italiano
de la Biblia, pero cuyas raíces se remontaban hasta la antigüedad clási- de la historia, Giambattista Vico (1668-1744), creyó que no había exis-
ca. ( Véase Adam Parry, 1971, referencia fundamental a lo largo de las tido ningún Homero, sino que las epopeyas homéricas de algún modo
siguientes páginas.) Los hombres de letras de la antigüedad clásica occi- representaban las creaciones de todo un pueblo.
dental una que otra vez habían revelado cierta conciencia de que la Ilz'a- Robert Wood (ca. 1717-1771), diplomático y arqueólogo inglés, quien
da y la Odisea diferían de una poesía griega distinta y de que sus orígenes cuidadosamente identificó algunos de los sitios mencionados en la l/z'ada
eran oscuros. Cicerón sugirió que el texto existente de los dos poemas y la Odisea, al parecer fue el primero cuyas conjeturas se aproximaron
homéricos era una revisión de Pisístrato a la obra de Homero (misma a lo que Parry finalmente demostró. Wood opinaba que Homero no sa-
que Cicerón concebía, sin embargo, como un texto); y Josefo propuso bía leer y que la capacidad de la memoria fue lo que le permitió producir
incluso que Homero no sabía escribir, cosa que hizo a fin de argumentar esa poesía. Wood sugiere extraordinariamente que la memoria desem-
que la cultura hebrea era superior a la cultura griega más antigua pues peñó un papel bastante diferente en la cu1tura oral del que tuvo en la
aquélla conocía la escritura, antes que para explicar algo del estilo u otras letrada. Aunque Wood no pudo explicar exactamente cómo funcionó la
características en las obras homéricas. mnemotecnia de Homero, sí propone que el eilws del verso homérico era
Desde el principio, profundas inhibiciones han interferido en nuestra popular antes que culto. Juan Jacobo Rousscau ( 1821, pp. 163-164 ), ci·
visión de lo que en realidad son los poemas homéricos. Desde la antigüe- tanda a Perc Harclouin (niriguno es mencionado por Adam Parry), cre-
dad hasta el presente, Ja !Nada y la Odisea comúnmente han sido conside- yó muy probable que Homero y sus contemporáneos entre los griegos
r~das como los pocn;ias seculares más inspirados, más puros y rríás no hubieran conocido la escritura. Rousseau sí considera como un pro-
CJemplar·es de la herencia occidental. Para explicar su excelencia recono- blema, sin embargo, el mensaje sobre un díptico que, en el caílto v1 de
cida, cada era se ha inclinado a interpretarlos como una mejor realiza- la Ilíada, Belerofonte llevó al rey de Licia. Pero no hay evidcncia•de que
ción de lo que, según ella, hacían o pretendían hac~r sus poetas. A pesar los "signos" sobre el díptico, que pedían la ejecución del propio Bclero·
de que el romanticismo había dado una nueva interpretación a lo "pri- fonte, formasen una verdadera escritura (véase más adelante, pp: 88-89).
mitivo"? como una etapa favorable antes que lamentable de la cultura, ) De hecho, en el relato homérico parecen más bien como una especie de
los eruditos y los lectores por lo general tendían aún a atribuir a la poe- ideogramas toscos.
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111 un mal poeta. Acaso fuera incluso un Hgenio" de nacimici"1to, que tan\Jena de partes prefabricadas, con todo fuera tan buena? Milman Parry
nunca había pasado por ninguna etapa primaria sino que supo-volar desde enfrentó decididamente esta interrogante. De nada servía negar el he-
el momento cuando salió del cascarón (como el precoz Mwindo, héroe cho, conocido ya, de que los poemas homéricos apreci~ban y de algur~a
de la epopeya Nyanga, el "pequeño que apenas nacido, caminó"). En manera sacaban partido de lo que a los lectores posteriores se Jes hab,a
todo caso, el Homero de la Ilíada y la Odisea era considerado un poeta educado en principio a despreciar, o sea, la frase dada, la fórmula, el
consumado, excelso. Sin embargo, empezaba a decirse que mentalmcn-· calificativo esperado; para decirlo de manera más contundente, el lugar
te había recurrido a algún género de libro de frases. El análisis detallado común.
del tipo que hacía Milman Parry mostró que repetía fórmula tras fórmu- Algunas de estas implicaciones más amplias fueron tratad~s tnás tar·
la. El significado del término griego "cantar", rhapsuidtin, "coser un can- de con mayor detalle por Eric A. Havelock (1%1). Los griegos de la
., to1' (rhaptein, coser; oide, canto), resultó nefasto. Homero unió partes
prefabricadas. En lugar de un creador, se tenía a un obrero de línea de
edad de Homero valoraban los lugares. comunes porque no sólb los poe-
tas sino todo el mundo intelectual oral o el mundo del pensamiento de-
montaje. pendía de Ja constitución formularia del pensamiento. En una cultura
32 CULTURAS ORALES PRIMARIAS CULTURAS ORALES PRIMARIAS 33
oral, el conocimiento, una vez adquirido, tenía que repetirse constante- te en las mismas condiciones métricas para expresar una idea esencial
mente o se perdía: los patrones de pensamiento formularios y fijos eran dada" (Adam Parry, 1971, p. 272). Dicho estrato fue explorado de ma-
esenciales para la sabiduría y una administración eficaz. Sin embargo, nera más intensiva por David E. Bynum en The Daemon in the Wood (1978,
para la época de Pbtón (¿427?-347 a. de C.) había sobrevenido un cam- pp. 11-18, y passim). Bynum apunta que las" 'ideas esenciales' de ~a~~y
bio: los griegos por fin habían interiorizado efectivamente la escritura, rara vez son enteramente tan simples como puede indicar la conc1s10n
lo cual tomó varios siglos después deJ desarrollo del alfabeto griego alre- de la delinición de Parry o la brevedad usual de las fórmulas misma~,
dedor de 720-700 a. de C. (Havclock, 1963, p. 49, citando a Rhys Car- el convencionalismo del estilo épico o la trivialidad en la referencia lexi-
penter). La nueva manera de almacenar el conocimiento no consistía en cográfica de la mayor parte de las fórmulas" (1978, p. 13). Bynum d_is-
fórmulas mnemotécnicas sino en el texto escrito. Ello liberó a la mente tinguc entre elementos "formularios" y "frases estrictamente formularias
para el pensamiento más abstracto y original. Havelock muestra que Pla- (repetidas con exactitud)" (cfr. Adam Parry, 1971, p. xxxiii, n. I). Aun-
tón en esencia (aunque no conscientemente-del todo) excluyó a los poe- que estas últimas caracterizan la poesía oral (Lord, 1960, pp. 33-65), en
tas de su república ideal porque él mismo se hallaba en un mundo ella ocurren y se repiten en grupos (en uno de los casos de Bynum, _por
intelectual nuevo 1 formado caligráficamente, en el cual la fórmula o el ejemplo, elevados árboles presencian la agitación provocada por el acercamiento
lugar común, queridos por todos los poetas tradicionales, resultaban an- de un terrorifi·co guerrero; 1978, p. 18). Las agrupaciones constituyen los prin-
ticuados y contraproducentes. cipios de organización de las fórmulas, de modo que la "idea esencial"
Todas ellas representan conclusiones inquietantes para una cultura no está sujeta a una expresión directa y clara, sino antes bien representa
occidental que se ha identilicado íntimamente con Homero, como parte una especie de conjunto ficticio mantenido unido en gran medida en el
de una antigüedad griega idealizada. Prueban que la Grecia homérica inconsciente.
cultivaba, como una virtud poética e intelectual, lo que nosotros hemos El notable libro de Bynum se concentra en gran part,e alrededor de
considerado como un vicio, y muestran que la relación entre la Grecia la ficción elemental que él llama el patrón de los "Dos Arboles'' y que
homérica y todo lo que simbolizó la filosofía después de Platón de hecho identifica en la narración oral y la iconografía de todo el mundo, desde
era, por armónica y continua que pareciera en la superficie, profunda- la antigüedad mesopotámica y mediterránea hasta la narración oral en
'" mente antagónica, aunque con frecuencia en un nivel incOnscientc antes la Yugoslavia moderna, el África del Centro y otros lugares. En todas-par-
que consciente. El conflicto atormentaba el propio inconsciente de Pla- tes, "los conceptos de separación, dádiva y un peligro imprevisible" se
tón. En el Fedro y su Carta VII, Platón expresa severas reservas acerca de agrupan alrededor de un árbol (el árbol verde) y "las ideas de un~fica-
la escritura, como una manera inhumana y mecánica de procesar el co· ción, recompensa, reciprocidad" se reúnen alrededor del otro (el arbol
nocirniento, insensible a las dudas y destructora de la memoria, aunque, seco, madera cortada); 1978, p. 145. El interés de Bynum en esta y otra
como ahora sabemos, el pensamiento filosófico por el que luchaba Pla· '' ficción elemental'' característicamente oral nos ayuda a establecer al-
tón dependía totalmente de la escritura. No es de extrañarse que las im- gunas diferencias, más claras de las que previamente f~~ron ~os~blcs,
plicaciones aquí presentes se hubieran resistido por tanto tiempo a salir entre la organización narrativa oral y la de la narrac10n cahgrafico-
a la superficie. La importancia de la antigua civilización griega para el tipográfica.
mundo entero comenzaba a aparecer bajo una luz completamente nue- Tales diferencias serán estudiadas en este libro sobre bases diferentes
va: marcó el punto en la historia humana cuando el conocimiento de la de las de Bynum, pero asociadas con ellas. Foley (1980a) ha mostrado
escritura· alfabética, profundamente interiorizado, por primera vez cho- que la constitución exacta de una fórmula oral y su funcionamiento.de-
có de frente con la oralidad. A pesar de la inquietud de Platón, en ese penden de la tradición dentro de la cual se utilice, pero que hay suficien-
tiempo ni él ni nadie estaba o podía estar claramente consciente de que te materia de fundamento común en todas las tradiciones para hacer válido
eso era lo que estaba sucediendo. el concepto. A menos que se indique claramente lo contra,rio, aquí com-
El concepto de Parry sobre la fórmula fue desarrollado en el análisis' prenderé fórmula, formulario y formulaico como referencias del ~odo ge-
<lel hexámetro griego. Puesto que otros lo han tratado y ampliado, ine- néricas a frases o expresiones fijas repetidas más o menos exactamente
vitablemente se han originado diversas controversias respecto a cómo (como proverbios) en verso o en prosa, las cuales, como se verá más a~~-
abarcar, extender o adaptar la definición (véase Adam Parry, 1971, p. lantc, en la cultura oral tienen una función innegablemente más dec1s1-
xxviii, n. I). Un motivo de ello es que el concepto de Parry encierra un va y penetrante que cualquiera que puedan desempeñar en una que
estrato más profundo de significado, no inmediatamente aparente en su conozca la escritura, la impresión o la electrónica (cfr. Adam Parry, 1971,
definición de la fórmula: "grupo de palabras que se emplea regularmen- página xxxiii, n. 1) .
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CULTURAS ORALES PRIMARIAS 35
34 CULTURAS ORALES PRIMARIAS 1·
, El pensamiento y Ja expresión formulaicos orales galopan en lo pro- -.•· ;,. bién para otros, desde la antropología hasta la historia literaria. Adam
fundo de 1~ conciencia y del inconsciente, y no se esfuman tan pronto Parry (1971, pp. xlivlxxx) describió algunos de los efectos inmediatos de
corno alguien acostumbrado a ellos toma una pluma. Finnegan ( 1977, la revolución producida por su padre, Holoka (1973) y Haymes (1973)
p. 70), aparentemcnt.e con cierto asombro, comenta la observación de registraron muchos más en sus inapreciables investigaciones bibliográfiR
Üpl~nd de q.~e, cuando los_ poetas xhosa _aprenden a escribir, su poesía '·, cas. Aunque se ha atacado y enmendado la obra de Parry en algunos
cscnt.a tamb,en :,;e caracteriza por un. estilo formulaico. De hecho sería de sus detalles, las pocas reacciones totalmente contrarias a su trabajo
sumamente sorprendente si pudieran manejar cualquier otro, en parti- ¡), ya fueron dejadas de lado si1:nplcmente, en su mayor parte, como pro-
cular porque éste distingue no sólo la poesía sino, más o menos, todo · ductos de la mentalidad caligráficoRtipográfica irreflexiva que al princiR
pe_nsamicnto, y cx~rcsión en la cultura oral primaria. Según parece, la . pio dificultó toda comprensión real de lo que Parry decía y que su obra
pnrnera poes1a escrita de todas partes, al principio consiste necesariamente f
. misma ha hecho ya obsoleta.
en una imitación por escrito de la producción oral. Originalmente, la 1 Los eruditos aún están estudiando y sopesando las implicaciones más
mente no cvu~nta con recursos propiamente caligráficos. Se garabatean en ,f, importantes de los descubrimientos y de las ideas de Parry. En un prin-
una superficie las palabras que se supone se pronuncian en voz aJta en 1 cipio Whitman (1958) los complementó con su ambicioso esbozo de la
algu~a situación verbal factible. Sólo muy gradualmente la escritura se f• • Jlíada como estructurada por la tendencia formulaica de repetir al final
convierte en una composición por escrito, en un tipo de discurso -poético de un episodio elementos del principio del mismo; según el análisis de
u otro- que se arma sin la sensación de que quien escribe efectivamente Whitman la epopeya está construida como una caja china; es decir cajas
est_á habland~ en voz alta (como es muy posible que lo hayan hecho los dentro de cajas. Para comprender la oralidad contrastada con el conociR
pnmeros cscntores). Como se apunta más adelante, Clanchy explica cóR miento de la escritura, sin embargo, las innovaciones más significativas
mo aun Eadmer de Canterbury, del siglo XI, parece considerar la proR que sucediero.n a las de Parry fueron aportadas por Albert R. Lord y Eric
ducciór. por escri~o corno ''dictar a sí mismo" (1979, p. 218). Los hábitos A. Havelock. En The Singer of Tales ( l 960), Lord amplió y completó la
orales de pensamiento y expresión, incluso el empleo generalizado de eleR obra de Parry con esmero convincente, reseñando largos trabajos de cam-
mentos formulaicos, sostenidos en el uso en gran parte por la instrucR po y grabaciones extensas de los relatos orales de cantantes épicos servoR
ción de la antigua retórica clásica, todavía caractcrizaÍ'on el estilo de la croatas y de prolongadas entrevistas con ellos. Tiempo atrás, Francis
prosa de casi todo tipo en la Inglaterra de los Tudor unos dos mil años Magoun y aquellos que estudiaron con él y con Lord en Harvard, sobre
dcsp,u,és de la carn_rañ? de Platón contra los poetas orales (Ong, 1971, todo Robcrt Creed y Jess Bessinger, ya estaban aplicando las ideas de
pp. 23R47). En el wgles fueron exterminados efcctivaniente, en su maR Parry al análisis de la antigua poesía inglesa (Foley. 19806, p. 490).
yor parte 1 apenas con el romanticismo, dos siglos más tarde. Muchas El Preface to Plato ( J 963), de Havclock, extendió los descubrimientos
cult~ras :nod~rna~ q~e han conocido la escritura desde hace siglos, pero de Parry y de Lord, acerca de la oralidad en la narración épica oral a
que Jamas la mtenonzaron por completo, como la cultura arábiga y alR toda la cultura griega antigua oral, y demostró de manera contundente
gunas otras del mediterráneo (v. gr. la griega; Tannen, 1980a), aún dcR cómo los inicios de la filosofía griega estuvieron relacionados con la esR
p~nden en gran medida del pensamiento y la expresión formulaicos. J ahlil tructuración del pensamiento originada por la escritura. La exclusión de
G,brán ha hecho una profesión de proporcionar productos formularios los poetas de su República, en efecto, representó el repudio de Platón
orales im¡:resos a norteamericanos instruidos, quienes cncuemran·origi- al pensamiento prístino en el estilo oral, paratáctico y acumulativo per-
n~les l~1s frases. que parecen proverbios, los cuales, según un amigo liba- petuado por Homero, en•favor del análisis incisivo o la disección del munR
nes mio, los ciudadanos de Beirut consideran lugares comunes. do y del pensamiento mismo posibilitados por la incorporación del alfabeto
en la psique griega. En un estudio más reciente, Origins of Western Lite-
racy ( 1976), Havclock atribuye el predominio del pensamiento analítico
ÜBRAS l'OSTERIORES griego a la introducción de vocales en el alfabeto. El alfabeto original,
inventado por pueblos semíticos, consistía únicamente en c.ons0nantes
?laro está, ~uchaS de las conclusiones y los intereses de Milman Parry y algunas semivocales. Al introducir las vocales, los griegos alcanzaron
!ucro.n modificados en cierto modo por la investigación posterior (véase, un nuevo grado de transcripción visual, analítica y abstracta del esquivo
por CJem~lo, Stoltz y Shannon, 1976), pero el mensaje fundamental acerca mundo del sonido. Este logro presagiaba sus posteriores hazañas inteR
~e la oraltdad y sus imp.licaci_ones para las estructuras poéticas y la cstéR lcctuales de la abstr.acción y las llevó a la práctica.
oca ha resultado revoluc1onano para los buenos estudios homéricos y tamR El curso del trabajo empez_ado por Parry todavía espera ser incorpora·
36 CULTURAS ORALES PRIMARIAS CULTURAS ORALES PRIMARIAS 37
do en la investigación de los muchos campos con los que puede unirse cas, demasiado simples para 31lgunos lectores, pero con frecuencia pro-
fácilmente. Pero ya se han establecido algunos enlaces importantes. Por fundamente esclarecedoras. El las llamó "sondeos". Por regla general
ejemplo, en su magistral y juiciosa obra sobre The Epic in A/rica (1979), pasaba prontamente de un '.'so~?eo". a ot.ro, sin p.reo~~~arse.~ucho, ~al
Isidorc Okpewho aplica los conceptos y los análisis de Parry (en este ca- vez nada, por dar una exphcac1on mmuc1osa de upo lmcal (es decir,
so, como fueron elaborados en la obra de Lord) a las formas artísticas analítico). Su lema gnómico principal, ''el medio es el mensaje'', mani-
orales de culturas muy distintas de las europeas, de modo que la epope- festó su aguda conciencia de la importancia de la evolución desde la o~a-
ya africana y la antigua epopeya griega aportan datos que ayu<;Ian a com- lidad a través de la escritura y desde la imprenta hasta los medios
-·~ prenderlas mejor entre sí. Joseph C. Miller ( 1980) trata la tradición oral electrónicos. Pocas personas han tenido un efecto tan vivificante como
y la historia africanas. Eugenc Eoyang ( 1977) muestra cómo el pasar por Marshall McLuhan sobre tantas mentes distintas, incluyendo a los que
alto la psicodinámica de la oralidad ha conducido a conceptos erróneos no estaban de acuerdo con él, o creían que no lo estaban.
de la narración china antigua, y otros autores, reunidos por Plaks ( 1977), No obstante, aunque la atención a los complicados contrastes entre
analizan los antecedentes fonnularios de la narración literaria china. Zwet- Ja oralidad y el conocimiento de la escritura aumenta ~n algunos cí~c~-
. _,,tler aborda Ja poesía árabe clásica (1977). Bruce Rosenbcrg (1970) estu-
dia la supervivencia de la antigua oralidad en los predicadores populares
los aún es poco común en muchos campos donde pudiera resultar ut1l.
Po~ ejemplo, los estados de conciencia tempra1_10 y tardío 9-uc}~lianjay-
norteamericanos. En homenaje a Lord, John Miles Foley (1981) reúne nes (1977) describe y relaciona con los cambios neurofis1~log1cos de la
nuevos estudios sobre la oralidad de los Balcancs, Nigeria y Nuevo Mé- mente bicameral, también parecen prestarse en gran medida a una des-
··•_p. ,, .....
\: . xico, y del mundo antiguo hasta la actualidad. Asimismo, otros trabajos
especializados comienzan a salir a la luz.
cripción mucho más sencilla y comprobable, en ~u~ción del paso de l.a
f oralidad al conocimiento de la escritura. Jaynes d1st1ngue un estado pri-
''
Los antropólogos han entrado más directamente en la materia de la mitivo de conciencia en el cual el cerebro era intensamente "bicameral"
oralidad. Recurriendo no sólo a Parry, Lord y Havclock, sino también y el hemisferio derecho producía "voces" incontrolables atribuidas a los
a la obra de otros, incluso mis primeros análisis sobre el efecto de la im- dioses y que el hemisferio izquierdo trans(ormaba en habla. Las "vo-
presión en los procesos de pensamiento del siglo xv1 (Ong, 1958b; cita- ces'' comenzaron a perder su eficacia entre los años. 2000 y 1000 a. ?e C.
do por Goody de una reimpresión de 1974), Jack Goody (1977) ha Este periodo, como se observará, está dividido precisamente ~or la mven
mostrado convincentemente cómo los cambios hasta la fecha clasificados ción del alfabeto alrededor del año 1500 a. de C., y Jaynes considera que la
como evoluciones de la magia a la ciencia; del llamado estado de con- escritura contribuyó a causar la desintegración del estado bicamcra.1
ciencia "prelógico" a uno cada vez más "racional"; o del pensamiento originario. La /líada le proporciona ejemplos del estad? bicameral en ~us
"salvaje" de Lévi-Strauss al pensamiento domesticado, pueden expli- personajes inconscientes de sí. J aynes estima qu~ la Odzsea fue cread~ cien
carse de manera más escueta y coherente como cambios de la oralidad ·, años después de la /líada, y cree que el astuto Od1seo represent~ una trrup-
a diversos estados del conocimiento de la escritura. Propuse anteriormente ¡: l ción en la mente moderna consciente de sí, libre ya del gobierno de las
(1967b, p. 189) que muchos de los contrastes a menudo establecidos en-. ,L
tre perspectivas "occidentales" y otras, parecen reducibles a diferencias
entre el conocimiento profundamente interio.rizado de la escritura y los
f •'voces''. Sin importar lo que se piense de las .teorías de Jaynes, no p~-
demos menos que impresionarnos con la semcJanza entre ~as caractens-
ticas de la psique temprana o "bicameral", como es descrita por Jaynes
estados de conciencia más o menos residualmente orales. La mu}' cono- -falta de introspección, de proeza analítica, de preocupación por lavo-
cida obra del fallecido Marshall McLuhan (1962, 1964) también da gran luntad como tal, de un sentido de Ja diferencia entre el pasado Y el
irnportancia a los contrastes entre oído y ojo, entre Jo oral y lo textual, futuro-, y los rasgos de la psique en las culturas orales, no s~lo d~l pa-
llamando la atención sobre la conciencia anticipadamente aguda de J a- sado sino aun hoy en día. Los efectos de estados orales de conc1enc1a son
m.es Joyce de las polaridades entre el oído y el ojo, y relacionando con extraños a la mente que conoce la escritura y llegan a producir compli-
tales polaridades un grqn conjunto de investigación erudita, de otro mo- cadas explicaciones que pueden resultar superfluas. Es rosible que e_l es-
do muy divergente, reunido por el vasto saber ecléctico de McLuhan y tado bicamcral signifique simplemente oralidad. La cuestión de la orahdad
por sus asombrosas introspecciones. MeLuhan atrajo el interés no sólo y del estado bicameral quizá requiera más investigación.
de los eruditos (Eisenstcin, 1979, pp. x-xi, xvii), sino también de perso-
nas ocupadas en los medios de comunicación, de autoridades en los ne-
gocios y del público entendido en general, en gran parte debido a la
fascinación provocada por sus muchas declaraciones gnómicas o proféti-
PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 39
de Ha;elock (1963) y obras de ficción como la novela No Longer al&, (1961), ÜTRAS CARACTERÍSTICAS DEL P~:NSAMIENTO
~e Chinua Achebe, que se basa directamente en la tradición oral ibo en el Y LA EXPRESIÓN DE CONDl~IÓN ORAL
Afri:a occidental, pr~porcionan ejemplos abundantes de las normas de pen-
samiento de personaJes educados oralmente, que se manejan en estas es- La conciencia del fundamento mnemotécnico del pensamiento y la ex-
trías orales mnemotécnicamente labradas 1 mientras los hablantes presión en las culturas orales primarias· abre el camino a la comprensión
reflexionan, con gran inteligencia y erudició n, sobre las situaciones en de otras características del pensamiento y la expresión de condición oral,
las cua~es se encuentran participando. En las culturas orales, la ley mis- además de su organización formulaica. Las características abordadas aquí
ma esta encerrada en refranes y proverbios formulaicos que no repre- son algunas de Jas que distinguen el pensamiento y la expresión de con 4
senta~ meros adornos de la jurisprudencia, sino que ellos mismos dición oral del pensamiento y la expresión de condición caligráfica y ti-
constituyen la ley. A menudo se recurre a un juez de una cultura oral- pográfica; es decir, características que sin duda parecerán sorprendentes
p_ara q~~ repi~a proverbios pertinentes a partir de los cuales puede dedu- a aquellos educados en culturas con conocimiento de la escritura y la im-
CII' dcc1s1ones Justas para los casos sometidos a litigio formal ante él (Ong presión. Esta enumeración de características no se presenta como exclu-
1978, p. 5). ' siva o concluyente, sino como sugerente, pues es menester mucho más
En una cultura oral, el análisis de algo en términos no mnemotécni- trabajo y reflexión para ahondar la comprensión del pensamiento de con-
<.:~s, no n_ormativos ni formulativos, aunque íuera posible, :::ería una pér- dición oral (y, de allí, la del pensamiento de condición caligráfica, tipo-
dida de tiempo, pues t~l pensamiento, una vez formulado, nunca podría gráfica y electrónica).
recuperarse ~on eficacia alguna; pero sí sería posible hacerlo con la ayu- En una cultura oral primaria, el pensamiento y la expresión tienden
da ~e la escntura. No sería un saber duradero sino siinplcmente un pen- a Ser de las siguientes clases.
samiento efímero, por complejo que fuera. En las culturas orales, extensas
normas Y_ fórmulas fijas comunales cumplen algunos de los propósitos
d~ la escntura en las culturas caligráficas; sin embargo, al hacerlo deter- (i) Acumulativas antes que subordinadas
mman, claro está, el modo de pensamiento adecuado, la manera como
1~ ex.l?erie~cia se ord~na intelectualmente. En una.. eultura·oral, la expe- Un ejemplo conocido del estilo oral aditivo es la narración del Génesis
nenc1a es mtelectuahzada .mnemotécnicamente. Este es un motivo por I: 1-5, que de hecho constituye un texto, pero que guarda una organiza-
el cual, pa~a un San_P:gustín de Hipona (343-430 d.C.), así como para ción oral reconocible. La versión de Douay ( 1610), producida en una
otros eru~itos que v1v1eron en una cultura cqn algunos conocimientos cultura con huellas aún considerables, de la tradición oral se ciñe de mu-
de la escntura pero que aún conservaba muchas huellas de la tradición chas maneras al original hebreo aditivo (como mediado a través del la-
oral, la memoria cobró tanta importancia cuando abordó los poderes de tín, con base en el cual se produjo la versión de Douay):
la mente.
Desde luego, toda expresión y todo pensamiento es formulaico hasta In the beginning God creatcd heaven and earth. And the earth was void and
cierto punto en el sentido de que toda palabra y todo concepto comunicaM cmpty, and darkness was upon the facc of the deep; and the spirit oí God
do en una palabra constituye una especie de fórmula, una manera fija moved ovcr the waters. And God said: Be light made. And light was madc.
And God saw the light that it was good; and he dividcd the light from the
de procesar los datos de la experiencia, de determinar el modo como ·la
darkncss. And he caUed the light Day, and the darkuess Night; and there was
experiencia y ~a reflexión se organizan intelectualmente, y de actuar co- evening and morning one day.
mo una especie de aparato mnemotécnico. Expresar la experiencia con [Al principio Dios creó el cielo y la tierra. Y la tierra era informe y vacía,
palabras (lo cual significa transformarla por lo menos en cierta medida y las linieblas cubrían la superficie del abismo; y el espíritu de Dios se cernía
qú~ no falsific~da) puede producir su recuerdo. Las fórmulas que carac: sobre las aguas. Y Dios dijo: Hágase la luz. Y se hizo la luz. Y Dios vio que
t:nzan la oralidad .son más complicadas, sin embargo, que las palabras la luz era buena; y separó la luz de las tinieblas. Y llamó a la luz día, y a
aisladas, aunque algunas sean relativamente sencillas: el "camino de las las tinieblas noche; y hubo tarde y mañana, un día.]
ballenas" ~el poeta de Beowulf es una fórmula (metafórica) para el mar
en un sentido en que no lo es el término "mar". Hay nueve "and" introductores. Con una sensibilidad más rrioldcada
por la escritura y la impresión, la New American Biblt (1970) traduce:
In the beginning, when God created the heavens and the earth, the earth was
·.r~_;, .
·."'
a formlcss wasteland, and darkncss covered thc abyss, while a mig:hty wind mulas para practicar la memoria. Los elementos del pen_samient? y de
s_wept ovcr the watcrs. Then God said, ''Let thcrc be light'', and there was la expresión de condición oral no tienden tanto a ser entidades simples
light. God saw how good the light was. God thcn separated the light from sino grupos de entidades, tales como términos, locuciones u oraciones
the darkncss. God called the light ''day'' and the darkness he called ''night''. paralelos; términos, locuciones u oraciones antitéticos; o epítetos. La tra-
Thus evening came, and moming followcd thc first clay. dición popular oral prefiere, especialmente en el discurso formal, no al
[En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada soldado, sino al valiente soldado; no a la princesa, sino a la hermosa prin-
y vacía, y las tinieblas estaban sobre la ha7. del abismo, y el Espíritu de Dios
cesa; no al roble, sino al fuerte roble. De esta manera, la expresión oral
se movía sobre la haz de las aguas. Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz. Y
·•V
vio Dios que la luz era buena y apartó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó lleva una carga de epítetos y otro bagaje formulario que la alta escritura
Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche: y fue la tarde y la mañana rechaza por pesada y tediosamente redundante, debido a su peso acu-
un día.) mulativo (Ong, 1977, pp. 188-212).
Los lugares comunes en las denuncias políticas de muchas culturas
Hay dos "andu introductores, cada uno sumergido en una oración en vías de desarrollo de baja tecnología -enemigo del pueblo, capitalis-
c?mpuesta. La versión de Douay transcribe el hebreo we o wa (and) tas traficantes de guerras-, que parecen estúpidos a las personas muy
simplemente como "and,, [y]. La New American lo interpreta como and, instruidas, constituyen elementos formularios esenciales de la huella de
when [cuando], then [entonces], thus [por ende], o while [mientras], a fin los procesos orales de pensamiento. Una de las muchas indicaciones de
de que la narración fluya con 1a subordinación razonada y analítica que las importantes, aunque estén subyacentes, muestras de la tradición oral
caracteriza la escritura (Chafe, 1982) y que parece más natural en los en la cultura de la Unión Soviética es ( o fue hace algunos años, cuando
~ ,,. te~t?s del siglo x~. L~s estructuras orales a menudo acuden a la prag- yo la descubrí) la insistencia en hablar siempre de "la Gloriosa Revolu-
,y,,•,{
.·1•.; . mat1ca (la conveniencia del hablante; Sherzer, 1974, habla de dilatadas ción del 26 de Octubre"; en este caso, la fór-mula adjetival representa
producciones orales públicas entre los cuna, incomprensibles para sus una estabilizaci6n obligatoria, como lo fueron las fórmulas adjetivales
oyentes). Las estructuras caligráficas están más pendientes de la sintaxis homéricas: "el sabio Néstor" o "el ingenioso Odisea", o como solía serlo
(la o~ganización_ del disc~rso mismo), como lo ha señalado Givón (1979). "el glorioso Cuatro de julio" en los grnpos aislados, do~de las hu~ll~s
E_l discurso escrito despliega una gramática más elaborac,Ia y fija que el de la tradición oral eran comunes, aun en los Estados Urndos de prmc1-
discurso oral, pues, para transmitir significado, depende más sólo de la pios del siglo XX. La Unión Soviética todavía anuncia cada año los epí-
estructura lingüística, dado·que carece de los contextos existenciales ple- tetos oficiales para varios loci classici de la historia soviética.
nos normales que rodean el discurso oral y ayudan a determinar el signi- Es muy posible que una cultura oral pregunte en un acertijo por qué '
A' ' ficado en éste, de manera un poco independiente de la gramática. los robles son fuertes, pero lo hace a fin de asegurar que así son, para
' ,, , <e- Sería un error pensar que la versión de Douay simplemente está "más guardar intacto el agregado, y realmente no para poner en tela de juicio
cerca'' del original hoy en día que la New American. Se ciñe más en cuan- 0 en duda el atributo. (Para ejemplos tornados directamente de la c_ultu-
to que traduce we o wu siempre con la misma palabra, pero da una im- ra oral de los Juba en Zaire, véase Faik-Nzuji, 1970.) Las expresiones
presión remota, arcaica y aun pintoresca a la sensibilidad actual. Las !~ tradicionales en las culturas orales no deben ser desarmadas: reunirlas
personas que pertenecen a culturas orales o a culturas con huellas muy a lo largo de generaciones representó una ardua labor, y no existe un
': ~,.f. .
~arcadas de la tradición oral, incluso la que produjo la Biblia, no· apre- .. lugar fuera de la mente para conservarlas. Así pues, los soldados serán
cian este tipo de expresión como tan arcaico o pintoresco. Lo perciben siempre valientes; las princesas, hermosas; y los robles, fuertes. No se
como natural y normal, algo así c~:nno la versión New American nos pare- pretende decir que no pueda haber otros epítetos para los soldados, para
ce natural y normal a nosotros. las princesas o los robles, aun epítetos contrarios, pero éstos también son
Otros ejemplos de la estructura aditiva pueden hallarse a través del comunes: el soldado bravucón, la princesa triste, ·también pueden for-
mundo en la narración oral primaria, de la cual ahora tenemos una ex- mar parte del aparato. Lo establecido para los epítetos también se aplica
tensa colección en grabaciones ( véase Fo ley, 19806, para un catálogo de a otras fórmulas. Una vez que se ha cristalizado una expresión formula-
algunas de ellas). ' ria más vale mantenerla intacta. Sin un sistema de escritura, el pensa-
mi~nto que divide en partes -es decir, el análisis- represCnta un
(ii) Acumulativas antes que analz'ticas procedimiento muy arriesgado. Como Lévi-St_rauss lo expresó atinada~
mente en una aserción sumaria, "el pensamiento salvaje [i.e. o·ral] tota-
Esta característica está estrechamente ligada a la dependencia de las fór- liza" (1966, p. 245).
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PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD . 47
46 PSICODlNÁMICMi DE LA ORALIDAD
por lo regular exige un núrnero de palabras aproximadarnentt' ocho ve-
(iii) Redundantes o "copiosos"
ces mayor que las que necesitaría la lengua hablada. (Ong, 1977, p. 101).
La necesidad del orador de seguir adelante mientras busca enlamen-
El pensamiento requiere cierta continuidad. La escritura establece en el
te qué decir a continuación, también propicia la redundancia. En la re-
texto una "línea" de continuidad fuera de la mente. Si una distracción
citación or:al, aunque una pausa puede ser efectiva, la vacilación siempre
confunde o borra de l_a mente el contexto del cual surge el material que f' ,
resulta torpe. Por lo tanto es mejor repetir algo, si es posible con habili-
estoy leyendo, es posible recuperarlo repasando selectivamente el texto
dad, antes que simplemente dejar de hablar mientras se busca la sigu.iente
anterior. La vuelta atrás puede ser del todo fortuita, meramente ad hoc. <t
idea. Las culturas orales estimulan la fluidez, el exceso, la verbosidad.
La mente concentra sus energías propias en adelantarse, porque aquello
Los retóricos llamarían a esto copia. Siguieron alentándola, pcr una es-
a _lo que vuelve yace inmóvil fuera de ella, en fragmentos siempre dispo-
pecie de inadvertencia, cuando habían modulado la retórica de un art.e
nibles sobre la página inscrita. En el discurso oral la situación es distin-
del discurso público a un arte de la escritura. Los primeros textos escn-
ta. Fuera de la mente no hay nada a qué volver pues el enunciado oral
desaparece en cuanto es articulado. Por lo tanto, la mente debe avanzar tos, a través de la Edad Media y el Renacimiento, a menudo son rell:-
nados.. con la 1 'amplificación", exasperantemente redundantes segun
con mayor lentitud, conservando cerca del foco de atención mucho de
criterios modernos. La preocupación por la copia siguió siendo intensa
lo qu~ ya ha tratado. La redundancia, la repetición de lo apenas dicho,
en la cultura occidental mientras mantuvo tantas huellas de la tradición
mantiene eficazmente tanto al hablante como al oyente en la misma
smtonía. oral, lo cual sucedió aproximadamente hasta la época del Romanticis-
Datjo que la. redundancia caracteriza el pensamiento y la lengua ora- mo, o incluso más tarde, Thomas Babington Macaulay (1800~1859) es
·, uno de los muchos empalagosos victorianos tempranos cuyas pleonásti-
l~s, en un sent1?0 profundo resulta más natural a éstos que e1 carácter
lineal escueto. El pensamiento y el habla escuetamente lineales o analíti- cas composiciones escritas aún se leen de manera muy parecid~ a como
cos re~resentan una creación artificial, estructurada por la tecnología de sonaría un discurso exuberante y compuesto para ser pronunciado, co-
mo sucede también muy frecuentemente con los escritos de Winston Chur-
la es~ntura. La eliminación de la redundancia en una escala significati-
v_a exige un~ tecnología que ahorre tiempo: la escritura, que impone cierto chill (1874-1965).
d.
tipo e tensión a la psiq~e al impedir que la expresión caiga en sus pau-
tas mas n~tur:les. La psique puede acomodarse a la tensión' en parte por-
que la c::aligra~1~ es un proceso físicamente muy lento, por lo regular más (iv) Conservadoras y tradicionalistas
o menos la_dec,ma parte de la velocidad del habla oral (Chafe, 1982).
Con la escritura, la mente está obligada a entrar en una pauta más len- Dado que en una cultura oral primaria el conocimiento conceptuado que
ta,_ que le da la oportunidad de interrumpir y reorganizar sus procesos no se repite en voz alta desaparece pronto, las sociedades orales .deben
mas normales y redundantes. dedicar gran energía a repetir una y otra vez lo que se ha aprendido ar-
La redundancia es favorecida también por las condiciones físicas de duamente a través de los siglos. Esta necesidad establece una configura-
la expresión oral ante un público numeroso donde de hecho es más mar- ción altamente tradicionalista o conservadora de la mente que, con buena
cada que en la mayor parte de una conversación frente a frente. No to- razón, reprime la experimentación intelectual. El conocimiento es pre-
dos los . integrantes de un público grande entiende cada pillabra cioso y difícil de obtener, y la sociedad respeta mucho a aquellos ancia-
r~ronunc1ada por.un hablante, aunque esto sólo se deba a problcfnas acús- nos y-ancianas sabios que se especializan en conservarlo, que. conocen
ticos. Es convcmc.nte que el orador diga lo mismo, o algo equivalente, y pueden contar las historias de los días de antaño. Al almacenar el sa-
dos? tres ve.ces. S1 s~ le escapa a uno el ''no sólo ... '', es posible suplirlo ber fuera de la mente, la escritura y aún más la impresión degradan las
P?~ 1nfcre_ncia del ''smo también ... '' Hasta que la amplificación electró- figuras de sabiduría de los ancianos, repetidores del pasado, en prove-
m~a red uJO los ~roblcm~s acústicos a un grado mínimo, los oradores pú- cho de los descubridores más jóvenes de algo nuevo.
blicos tan recientes, como por ejemplo William Jcnnings B,·yan Desde luego, la escritura es conservadora de sus propios esti~os. Poco
( 1~60-1925), conservaban la antigua redundancia en sus discursos pú- después de su primera aparición, sirvió para congelar los có?igos jurídi~
blico: y la f~erza de la costumbre hizo que se explayaran en sus escritos. cos de la Sumeria temprana (Oppenheim, 1964 p. 232). Sm embargo,
En cienos tipos de sustitutos acústicos de la comunicación verbal oral al asumir funciones tradicionalistas, el texto libera la mente de las tareas
la redundancia alcanza dimensiones fantásticas, como sucede en el len~ .t conservadoras, es decir, de su trabajo de memoria, y así le permite ocu-
guaje africano de tarnboreS. Comunicar algo por medio de los tambores parse de la especulación nueva (Havelock, 1963, pp. 254-305), En efec-
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:,.~ 48 PSICODINÁMICAS DE. LA ORALIDAD PSICODJNÁMICAS DJ-: LA ORALIDAD 49
to, las huellas de la tradición oral de una cultura caligráfica dada pueden gundo canto, la /Uada presenta el famoso catálogo de las nav~s -m_ás
caJcularsc hasta cierto punto basándose en la carga mnemotécnica que de cuatrocientos versos-, que compila los nombres de los caudillos grie-
k deja a la mente, es decir, en la cantidad de memorización que rcquie• gos y las regiones que gobernaban; empero, esto sucede en un co~t:xto
ren los procedimientos educativos de la cultura (Goody, 1968a, pp. 13• 14). total de acción humana: los nombres de personas y lugares participan
Claro está, las culturas orales no carecen de una originalidad de ca· en los hechos (Havelock, 1963, pp. 176-180). El sitio normal Y muy pro-
rácter propio. La originalidad narrativa no radica en inventar historias bablemente el único en la Grecia hornéríca donde podía encontrarse este
nuevas, sino en lograr una reciprocidad particular con este público en tipo de información política en forma verbal era una narr~ción o g:nea-
este momento; en cada narración, el relato debe introducirse de manera logía, que no es una lista neutra sino un relato que describe relaciones
singular en una situación única, pues en las culturas orales debe persua· personales (cfr. Goody y Watt, 1968, p. 32). Las culturas_o~ales conocen
·. -~
¡,.·· dirse, a menudo enérgicamente, a un público a responde:r. Empero, los unas cuantas estadísticas o hechos divorciados de la act1v1dad humana
narradores también incluyen elementos nuevos en histGrias viejas (Goody, o cuasi humana.
''.:i,-- .'
1977, pp. 29-30). En la tradición oral, habrá tantas variantes menores
de un mito como repeticiones del mismo, y el número de repeticiones
Asimismo, una cultura oral no posee nada que corresponda a manua-
les de operación para los oficios ( de hecho tales tratados son muy poco
puede aumentarse indefinidamente. Los poemas de alabanza a los jefes comunes y Siempre elementales aun en culturas caligráficas, y sólo lle-
invitan a la iniciativa, al tener que hacer interactuar las viejas fórmulas gan a aparecer realmente una vez que la impresión se ha_integrado _c?n·
y temas con las nuevas situaciones políticas, a menudo complicadas. No siderablemente; Ong 19676, pp. 28-29, 234, 258). Los oficios se adqu1nan
obstante las fórmulas y los temas son reorganizados antes"que reempla- por aprendizaje (como todavía sucede en gran me~ida inclus~ e~ cultu-
zados por material nuevo. ras de alta tecnología), o sea a partir de.la observación y la practica, con
Las prácticas religiosas, y con ellas las cosmologías y las creencias pro- sólo una mínima explicación verbal. La articulación verbal m~xima de
fundamente arraigadas, también cambian en las culturas orales. Dccep· asuntos tales como los procedimientos de nayegación decisivos para la
!. • cionaclos con los resultados prácticos.del culto en un templo dado cuando cultura homérica no se hubieran encontrado en lo absoluto en una des-
las curas son escasas, los líderes impetuosos -Goody los llama los "in- cripción abstracta al estilo de un manual, sino en casos tales como el si-
telectuales" de la sociedad oral (.1977, p. 30)- inventan nuevos santua- guiente pasaje de la !Hada, I, 141-144, donde la descrip~ión abstracta es
rios y, con ellos, nuevos universos conceptuales. Sin embargo, estos incrustada en una narración que contiene órdenes especificas para la ac-
nuevos universos y los demás· cambios que muestran cierta originalidad ción humana o relaciones de actos particulares:
llegan a existir en una economía intelectual esencialmente formulaica y
., temática. Pocas veces, si acaso, son divulgados por su novedad, sino que Ahora, ca, echemos una negra nave al mar divino, reunamos l~s convei:iie~tes
se presental1 como ajustados a las tradiciones de los antepasados. remeros embarquemos víctimas para una hecatombe y a la misma Cnsc1da,
la de h</rmosas mejillas, y sea capitán cualquiera de los jefes.*
1
Las culturas orales tienden a utilizar los conceptos en marcos de refe-
rencia situacionalcs y operacionales abstractos en el sentido de que se
f¡
mantienen cerca del mundo humano vital. Existe una extensa bibliogra-
tacto con su pasado, eran tenaces en cuanto a esta relación en sus mitos, fia que trata este fenómeno. Havelock (1978a) mostró que los griegos
pero la parte del pasado con ninguna pertinencia ma.nifiestamentc ~er- presocráticos concebían la justicia de una manera operacional antes que
ceptible con el presente había simplemente desaparec10. El presente im-
t
formal; Anne Amory Parry (1973), ya fallecida, estableció en gran parte
ponía su propia economía a los recuerdos pa_sados. Packard (1980, la misma proposición respecto al epíteto anrymiín que Homero aplicó a Egis-
p. 157) observa que Claude Lévi-Strauss, T. O. Br.1del.man, Edmund Leach to: el epíteto no significa "libre de culpa", refinada abstracción con la
.,. y otros han señalado que las tradiciones orales reflcJan los .v~ores cu.ltu- cual los letrados han traducido el término, sino ''hermoso a la manera
;: .. rales contemporáneos de una sociedad antes que una cunos1dad oc10sa que es hermoso un guerrero dispuesto a luchar".
acerca del pasado. Encuentra que lo anterior se manifiesta en los bash~, Ninguna obra sobre el pensamiento operacional resulta más fructífe-
como también lo confirma Harms (1980, p. 178) en cuando a los bobangi. ra para el presente propósito que Cognitive Development: lis Cultural and So-
··, E·s preciso advertir las impljcaciones que esto tiene para las ?enealo- cial Foundations, de A. R. Luria (1976). A sugerencia del distinguido
,""../.: gías orales. Un recitador de Africa occidental, u o_tro genealogista oral psicólogo soviético Lev Vygotsky, Luria realizó un extenso trabajo de
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narra aquellas genealogías que sus oyentes estan dispuestos a escuc~ar. campo con analfabetos (es decir, orales) y con personas con ciertos cono-
Si conoce algunas que ya no le piden, se suprimen de su rep_e:tor1~ Y cimientos de la escritura en las zonas más remotas de Uzbekistán (la tie-
con el tiempo desaparecen. Las genealogías de vencedores pohttcos tie- rra natal de Avicena) y Kirghizia, en la Unión Soviética, durante los años
nen, desde luego, más probabilidad de sobrevivir que las de los perdedores. 1931-1932. El libro de Luria apenas fue publicado en 1974, en la edición
Henige ( 1980, p. 255), al estudiar las listas de reyes ganda y myoro, ad- rusa· original, cuarenta y dos años después de completarse la investiga-
vierte que el ''modo oral ... permite que se olviden parte_s mc?,nven1en:es
'. . del pasado'' debido a ''las exigencias del presente continuo . Adema~,
ción, y la traducción al inglés apareció dos años más tarde.
El trabajo de Luria aporta consideraciones más adecuadas en punto
los narradores orales hábiles varían deliberadamente sus relatos tradi- al pepsamiento que opera por principios orales que las teorías de Lucien
cionales, porque parte de su habilidad radica en la capacidad ~e acomo- Lévy-Bruhl (1923), quien consideraba que el pensamiento "primitivo"
darse a nuevos públicos y nuevas situaciones o simplemente deJu~etear. (de hecho de bases orales) era uprelógico" y mágico en el sentido de que
Un recitador de África occidental empleado por una familia real (Ok- se fundaba en sistemas de creencia antes que en la realidad práctica; o
pewho, 1979, pp. 25-26, 247, nota 33; p. 248, nota 36) adaptará su na· que las proposiciones de los adversarios de Lévy-Bruhl, como por ejem-
rración para lisonjear a sus patrones. Las culturas orales estimulan el plo Franz Boas (no George Boas, como erróneamente aparecen en Lu-
triunfalismo, que en la actualidad por lo regular tiende un Pºº? a desa- ria, 1976, p. 8), quien mantenía que los pueblos primitivos pensaban
parecer a medida que las sociedades que ~lguna vez fueron orales se vuel- como nosotros, aunque utilizaban un marco de categorías di.stinto.
ven más y más dadas a la palabra escnta. Dentro de una complicada estructura de teoría marxista, Luria abor,
da en cierta medida temas ajenos a las consecuencias directas del
conocimiento de la escritura, tale::; como "la economía individualista nQ
(ix) Situacionales a11tes que abstractas reglamentada, centrada en la agricultura" y "los principios de la colec-
'! tivización" (1976, p. 14), y no codifica sus descubrimientos de modo sis-
•.· Todo pensamiento conceptual es hasta cierto punto abstracto. Un t~r- temático y explícito desde el punto de vista de las diferencias entre ol'alid.ád
¡;,.,, mino tan "concreto" corno "árbol" no se refiere simplemente a un ar- y conocimiento de la escritura. No obstante el complejo andamiaje mar-
bol "concreto" único, sino que es una abstracción, tomada, arrancada xista, el estudio de Luria de hecho establece claramente las diferencias
de la realidad individual y perceptible; alude a un concepto que no es entre oralidad y conocimiento de la escritura. Identifica a las personas
ni este ni aquel árbol sino que puede aplicarse a cualquier árbol. Cada que entrevista sobre una escala que se extiende desde el analfabetisII],o
objeto individual qu¡ llamamos "árbol" es de hecho "concreto", sim- hasta diversos niveles de ciertos conocimientos de la escritura, y sus da-
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56 ll
PSiéODINÁMICAS DE LA ORALIDAD
basados en principios orales en oposición a los que funcion~n con princi- ;- 1 dibujo, yo escogería el de la hachuela. No es tan útil como una sierra"
pios caligráficos. Los contrastes que se revelan entre los iletrados (con tl ( 1976, p. 56). Al indicarle que el martillo, la sierra y la hachuela son
mucho la mayoría de sus entrevistados) y aquellos que sabían leer son ' 1
,;';1, todas herramientas, desecha la clasificación por categoría y persiste en
notables y ciertamente significativos (a menudo Luria apunta este hecho ;,[ el pensamiento situacional: "Sí, pero aunque tengamos herramientas,
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de manera explícita), y muestran lo que confirma también el trabajo apor- ~, de todos modos necesitamos la madera; si no, no podemos construir na-
tado y citado por Carothers ( 1959): sólo se requiere cier~o gra~o de co- .1 da" (ibid). Al preguntarle por qué otra persona había excluido uno de
nocimiento de la escritura para obrar una asombrosa d1fcrenc1a en los 'y
los dibujos en otra serie de cuatro, que él consideraba inseparable, repli-
procesos de pensamiento. có: "Probablemente esa clase de pensamiento la lleva en la sangre."
Luria y sus colaboradores reunieron datos en el curso de largas con- Por contraste, un indiviuo de 18 años de edad que había cursado es-
versacionu con los entrevistados en el ambiente relajado de una casa de tudios en una escuela aldeana únicamente durante dos años, no sólo cla-
té, presentando las preguntas pa;a la encuesta misma de manera infor- sificó una serie similar en términos de categorías, sino insistió en que
mal, como algo parecido a los acertijos con los cuales los s.ujetos estaban la clasificación puesta en tela de juicio era la correcta (1976, p. 74). Un
familiarizados. Así pues, se hicieron todos.los esfuerzos posibles por adap- obrero que a duras penas podía leer, de 56 años, mezcló los agrupamien-
tar las preguntas a los entrevistados en su propio me~io,. quienes no e~an tos situacionales y los categorizados, aunque predominaban estos últi-
personajes principales en sus sociedades, pero todo mdicaba que .tenian mos. Dada la serie hacha; hachuela, hoz, que debía completar la serie sierra,
una capacidad normal de inteligencia y eran bastante representativos de espi'ga, tronco, el obrero la completó con la sierra -"Todos sorÍ aperos"-;
su cultura. Entre los descubrimientos de Luria, los siguientes resultan sin embargo reconsideró y añadió respecto a la espiga: "Sería posible se-
de especial interés para nuestro estudio. garla con la hoz" (1976, p. 72). La clasifo:ación abstracta no resultaba
( t) Los individuos analfabetos (orales) identificaban las figuras geo- del todo satisfactoria.
métricas asignándoles los nombres de objetos, y nunca de manera abs- En ciertos puntos de su análisis, Luria intentó enseñar a los entrevis-
tracta como círculos, cuadrados, etcétera. Al círculo podí~ llamárselc
'. tados que eran analfabetos algunos principios de la clasificación abstrac-
·~.
plato, cernedor, cubeta, reloj o luna; un cuadrado se design~ba con es- ta. Empero, su comprensión nunca fue clara y, cuando efectivamente !
pejo, puerta, casa o tabla para secar albaricoques. Los entrcv1staclos por volvían a resolver un problema ellos mismos, regresaban al pensamiento
L~ria identificaban los dibujos como representaciones de cosas reales que situacional antes que al clasificatorio (1976, p. 67). Estaban convencidos -
conocían. Nunca recurrieron a círculos o cuadrados abstractos, sino an-
tes bien a objetos concretos. Los estudiantes de la escuela ele maestros,
de que el pensamiento que no fuera operacional, o sea el de categorías, 1:
¡
resultaba poco importante, sin interés y trivial (1976, pp. 54-55). Viene
por olra parte, con ciertos conocimientos de la escritura, identificaban a nuestra memoria la relación de Malinowski (1923, p. 502) de cómo
las figuras geométricas con palabras de geometría: círculos, cuadrados, los "primitivos" (pueblos orales) tienen palabras para la fauna y la flora
triángulos, y así sucesivamente ( 1976, pp. 32-39). Se les había e.nseñado que les son útiles en su vida, pero tratan otras cosas de la selva como
a dar respuestas de salón de clases, no a dar respuestas de la vida r~al. un fondo generalizado e insignificante: ''Eso sólo es maleza''. ''Sólo
(2) A los entrevistados se les mostraron cuatro dibujos de un objeto un animal que ·vuela.''
cada uno, de los cuales tres pertenecían a una categoría y el cuarto a (3) Sabemos que la lógica formal fue creación de la cultura griega des-
•
,A • •
otra; después se les pidió agrupar los que eran semejantes, podían col_o- pués de haber asimilado la tecnología de la escritura alfabética y así hizo
carse en el mismo grupo o designarse con una palabra. Una serie :ons1s- parte permanente de sus recursos intelectuales al tipo de pensamiento
tía en dibujos de los objetos martillo, sierra, tronco, hachuela, Los analfabetos que posibilitaba la escritura alfabética. A la luz de este conocimiento,
consideraban invariablemente el grupo no en términos de categorías (tres los experimentos de Luria con las reacciones de analfabetas al razona·
h~rramientas el tronco no es una herramienta), sino desde el punto de
1 miento formalmente silogístico e ilativo resultan particularmente revela-
vista de situac iones práéticas -"pensamiento situacional"-, sin advertir dores. En resumen, sus analfabetas entrevistados no parecían·operar en
en absoluto que la clasificación "herramienta" correspondía a todos los absoluto con procedimientos deductivos formales, lo cual no es lo rrÍismo
dibujos menos al del tronco. Si uno trabaja con herramientas y ve un como decir que no podían pensar o que su pensamiento no estaba regido
tronco, se piensa en aplicarle la herramienta, no en mantenerla aparte por la lógica, sino sólo que no adecuaban su razonamiento a formas ló-
de aquello para lo que fue hecha, en cierto extraño juego intelectual: Un gicas puras, las cuales consideraban aparentemente poco interesantes.
....,· .,. campesino analfabeto de 15 años de edad: "Todos se parecen. La sierra ¿Por qué debían serlo? Los sigolismos están relacionados con el pensa-
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58 PSJCODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 1'1,··¡ PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 59
miento, pero en asuntos prácticos nadie actúa de acuerdo con silogismos ?1 d_efinir, si un marco de la vida real resulta in:ínitarncnte más satisfacto-
expresados de manera formal. i!f, rio que una definición? Fundamentalmente, el campesino tenía razón.
No hay manera de refutar al mundo de la oralidad primaria_. Lo único
Los metales preciosos no se oxt·dan. El oro es un metal precioso. r:·Se oxt·da o no ~; 1
se oxida? Las respuestas típicas a esta pregunta incluían: "¿Se oxidan o que puede hacerse es alejarse de él para entrar en el conocimiento de
no se oxidan los metales preciosos? ¿Se oxida o no se oxida el oro?" (cam- la escritura.
pesino, 18 años de edad); "El metal precioso se oxida. El oro precioso "¿Cómo defini~ía un árbol en dos palabras?" "¿En dos palabras?
se oxida" (campesino analfabeta de 34 años) (1976, p. 104). En ,1 Lejano Manzano, Olmo, Alama." "Supongamos que fuera a un lugar donde no
Norte, donde hay nieve, todos los osos son blancos. Novaya Zembla se encuentra hubiera automóviles. ¿Cómo describiría Ud. un automóvil?" ' 1 Si fuera
en ti Lejano Norte y allz' siempre hay m·eve. (.'De qui color son los osos? He aquí les diría que los camiones tienen cuatro patas, asientos adelante par~
una respuesta típica: "No lo sé. Yo he visto un oso negro. Nunca he que la gent~ se siente en ellos, un techo para dar sombra y un ~otor.
visto otros ... Cada región tiene sus propios animales" (1976, pp. 108-109). Pero, para ir al grano del asunto, diría; Si se suben en un automóvil y
Se sabe de qué color son los osos mirándolos. ¿A quién se le ocurre resol- van de paseo, lo comprobarán." Al responder, el entrevistado enumera
ver por razonarniento, en la vida práctica, el color de un oso polar? Ade- ª!gun~s características, pero en última instancia regresa a la experiencia
más, ¿puedo estar seguro de que usted sabe, sin lugar a dudas, que todos S1tuac1onal personal ( 1976, p. 87).
los osos son blancos en una tierra donde hay nieve? Al presentarle el si- Por c~ntraste,. un empleado de 30 años, que sabe leer y trabaja en
logismo por segunda vez al presidente de una granja colectiva, un hom- una gra.nJa c~lectlv~: "Se produce en una fábrica. En una jornada pue-
bre de 45 años que apenas sabía leer, logra responder: "Por lo que Ud. de cubrir la ~i.stanc1a que a un cabaHo le tomaría diez días ... así de rápi-
dice, todos debieran ser blancos" (1976, p. 114). La frase: "Por lo que do corre. Utiliza fuego~ vapor. Primero tenemos que encender el fuego
Ud. dice" parece indicar una conciencia de las estructuras intelectuales para,qu~ el aguas~ ~aliente y salga humo; el vapor le da el impulso a
formales. Poco c_onocimiento de la escritura tiene grandes repercusiones. la maquma:·· Nos~ s1 haya agua en un automóvil, seguramente sí, pero
Por otra parte, el conocimiento limitado 'de la escritura del presidente le no nada mas necesita agua; también necesita fuego" (1976, p. 90). A
permite conducirse más a sus anchas en el mundo humano vital de rela- pesar de no estar bien informado, hizo el intento de definir un automó-
ciones personales directas que en un mundo de abstracciones' puras: '' Por vil. Sin embargo su definición no es una descripción nítidamente enfo-
cada en la apariencia visual -este tipo de descripción rebasa la capacidad
lo que Ud. dice ... " Es su responsabilidad, no la mía, si la respuesta
del pensamiento oral-, sino una explicación desde el punto de vista de
il
sale así. 1'
Refiriéndose al trabajo de Michael Cole y Sylvia Scribner en Liberia sus operaciones.
(1973), James Fernández (1980) señaló que un silogismo está contenido ~5) Los analfabetos entr~vistados por Luria tuvieron dificultades para
en sí mismo; sus conclusiones se derivan sólo de sus premisas. Apunta a.rtlcu!ar un auto-3:nálisis. Este requiere cierta supresión del pensamienlo
que las personas sin educación académica no conocen esta regla especial situac10nal. Necesita un aislamiento del sí, alrededor del cual gira todo
de procedimiento y en su interpretación de aseveraciones dadas, en un el mundo vivido por cada individuo; la eliminación del núcleo de cada
silogismo así como en otros razonamientos tienden más bien a ir más situación de esa circunstancia en una medida tal que permita el examen
allá de las declaraciones mismas, como suele hacerse normalmente en Y la descripción del centro, del yo. Luria hacía sus preguntas sólo des-
situaciones de la vida real o en acertijos (co'muncs a todas las culturas pués de extensas conversaciones acerca de las características de las per-
orales). Yo agregaría la observación de que el silogismo es, por lo tanto, sonas y sus diferencias individuales (1976, p. 148). Se le preguntó a un
como un texto: fijo, separado, aislado. Este hecho dramatiza la base ca- analfabeto de 38 años de edad, proveniente de una zona de pastoreo en
ligráfica de la lógica. El acertijo corresponde al mundo oral. Para resol- las montañas (1976, p. 150): "¿Qué clase de persona es usted; cómo es
ver un acertijo se requiere astucia: se recurre a los conocimientos, a su carácter; cuáles son sus cualidades y defectos? ¿Cómo se describiría
,., m~nudo profundamente subconscientes, más allá de las palabras mismas a sí mismo?" "Vine aquí de Uch-Kurgan; era muy pobre. Ahora.estoy
del acertijo. · casado y tengo hijos.'' '' Sería bueno tener un poco más de tierra y poder
(4) En el trabajo de campo de Luria, los entrevistados oponían resis- sembrar algo de trigo.'' Los factores externos dominan la atención. ·,'¿Y
tencia cuando se les pedía definir induso los objetos más concretos. "Trate cuáles son sus defectos?" "Este año sembré un pud de trigo,. y paulati-
de explicarme qué es un árbol." "¿Por qué tengo que hacerlo? Todo namente vamos corrigiendo las deficiencias." Más situaciones externas.
mundo sabe lo que es un árbol; no necesita que yo se lo diga", replicó "Bueno, la gente es diferente: tranquila, arrebatada, o a veces tiene ma-
un campesino analfabeto de 22 años de edad (1976, p. 86). ¿Para qué la memoria. ¿Qué piensa de sí mismo?" "Nos portamos bien; si fuéra-
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r~:
60 PSICODINÁMlCAS DE LA ORALIDAD
~,;I. PSJCODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 61
¡
clásico no cuenta con ninguna palabra para "examen", tal como hoy
en día lo "presentamos" y tratamos de "aprobarlo" en la escuela. Has-
de el punto de vista de las reacciones esperadas de los demás. Otro hom- '!.:-~ :, ta hace unas cuantas generaciones en Occidente, y tal vez en la mayor
bre, un campesino de 36 años, al preguntárselc qué tipo de persona - parte del mundo actual, la práctica académica exige que los estudiantes
era, respondió con una espontaneidad conmovedora y directa: "¿Qué ···. 'I "reciten" en clase, es decir, que repitan oralmente ante el maestro los
puedo decir de mi propio corazón? ¿Cómo puedo hablar de mi carácte~? ~..-':_( 1 conceptos (f6rmulas: la herencia oral) aprendidos de memoria a través
Pregúnteselo a otros; ellos pueden hablarle de mí. Yo no puedo dec1r 1 de la instrucción en el salón de clases o de los libros de texto (Ong, 19676,
nada de mí.'' El juicio corresponde al individuo de fuera, no de dentro. ~-·' .¡¡ pp. 53-76).
Éstos son algunos e1'emplos de los muchos que da Luria, pero resul- Los defensores de las pruebas de inteligencia necesitan reconocer que
tan representativos. Uno podría argüir que las respuestas no fueron óp- ,/_!¡ las preguntas comunes en ese tipo de exámenes están adaptadas a un tipo
timas, porque los entté'vistados no estaban acostumbrados a que se les hicie- . especial de conciencia, profundamente condicionada por el conocimiento
era este tipo de preguntas, sin importar cuán hábilmente haya podido Luria ~,-.i de la escritu~a y la impresión: una "conciencia moderna" (Berger, 1978).
integrarlas ·en marcos parecidos a los acertijos. Sin embargo, la falta de .;:1 Por lo regular, puede esperarse que de una persona sumamente inteli-
costumbre es lo importante precisamente: es obvio que una cultura oral -~ 1
gente de una cultura oral o de una cultura que conserva huellas de
no manei·a conceptos tales como figuras geométricas, categorización por =~ la tradición oral reaccione al tipo de preguntas hecho por Luria como
~t¡
1
abstracción, procesos de razonamiento formalmente lógicos, definicio- -:!<:-"¡, de hecho lo hicieron muchos de los sujetos, respondiendo no al interro-
ncs, o. aun descripciones globales o auto-análisis articulados, todo lo cual f' [ gante mismo, aparentemente sin sentido, sino tratando de evaluar todo
.' no se deriva sólo del pensamiento mismo, sino del pensamiento moldea- \¡-' el contexto incomprensible (la mente oral totaliza): ' 1 ¿Por qué me hace
do por textos. Las preguntas de Luria son preguntas de salón de clases J¡ esta pregunta estúpida? ¿Qué pretende? ( Véase también Ong, 1978,
asociadas con el uso de textos y, en efecto, se asemejan estrechamente -~¡- p. 4.) '¿Qué árbol?' ¿Realmente espera que responda a eso, si él y
o son idénticas a las preguntas de las pruebas usuales de inteligencia for- j: todos los demás hemos visto miles de árboles? Puedo resolver acertijos.
muladas por personas instruidas. Son legítimas, pero provienen de un g¡1 Pero ~sto no es ningún acertijo. ¿Se trata de un juego?" Por supuesto
r:- mundo no compartido por la persona oral. ' ¡"?·\-¡'
1 que es un juego, pero la persona oral no está familiarizada con las re-
glas. Las personas que hacen estos comentarios han escuchado infinidad
Las reacciones del sujeto indican que tal vez sea imposible elaborar 1 ,,
. un examen por escrito (o incluso una prueba oral) concebidos por persa- i~I de veces (desde la infancia) este tipo de preguntas, han vivido bajo una
nas que han hecho estudios, que valore con precisión !_as habilidades in- .ftr barrera pero no se percatan de que están aplicando reglas especiales.
tclcctuaks naturales de las personas pertenecientes a una cultura l j En una sociedad con cierto conocimiento de la escritura, como la de
predominantemente oral. Gladwin (1970, p. 219) apunta que los isleños ,t-; los entrevistados por Luria, los analfabetos pueden haberse relacionado
de Pulawat, en el Pacífico del Sur, respetan a sus navegantes, los cuales ~~ -y de hecho así suele suceder- con otras personas cuyo pensamiento
tienen que ser sumamente inteligentes para desempeñarse bien en su di- ~i\ ha sido organizado por la escritura. Habrán oído leer a alguien compo-
fícil actividad, mas no porque los consideren "inteligentes", sino tan só- ;t¡l siciones escritas, por ejemplo, o escuchado conversaciones que sólo pue-
lo porque son buenos navegantes. Al pedirle su opinión acerca de un
nuevo director de la escuela de la aldea, un africano del Centro cóntestó
a Carrington (1974, p. 61): "Veamos un poco cómo baila". La gente .i'·;j•,'.·.· .
í{I
:t .~:.~..1 den ser entabladas por los que saben leer. Uno de los méritos del trabajo
de Luria es que muestra que tal relación ocasional con la organización
del conocimiento por la escritura no tiene, al menos según lo revelado
de una cultura oral considera la inteligencia no como deducida de com- ,¡ por sus casos, un efecto perceptible en los analfabetos. La escritura debe
piejos interrogantes de libro de texto,-sino según su situación en contex- interiorizarse personalmente para que afecte los procesos de pensamiento.
to~ funcionales. ~: Las personas que han interiorizado la escritura no sólo escriben, sino
Atosigar a estudiantes o a cualquier otro con preguntas analíticas de , ~ también hablan con la influencia de aquélla, lo cual significa que o.rgani-
este tipo aparece en una fase muy avanzada del conocimiento de la cscri-
tura. De hecho tales preguntas resultan inexistentes no sólo en !as cultu-
-~J
j,
zan, en medidas variables, aun su expresión oral según pautas verhales
y de pensamiento que no conocerían a menos que supieran escribir: Da-
ras orales, sino también en las que conocen la escritura. Las preguntas de ·:J:· i . \ do que no obedecen estas normas, los que saben leer han juzgado ingenua
examen escrito comenzaron a generalizarse (en Occidente) mucho des-,·'· 1 · la organización oral del pensamiento. El pensamiento oral, no obstante,
pués de que la impresión hubo ~urtido sus efectos sobre la conciencia, ~ ·_, puede ser bastante complicado y reflexivo, a su manera propia. Los na-
miles de años después de la invención de la palabra escritura. El latín ''i ¡¡¡; rradores navajos de cuentos folklóricos sobre animales pueden dar deta-
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62 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD ··:1• PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 63
liadas explicaciones de los diversos significados de los relatos, a fin de poner que la prodigiosa memoria oral de algún modo funcionaba de acuer-
lograr una comprensión de la complejidad de la vida humana, desde lo do con su Propio modelo textual palabra por palabra.
fisiológico hasta lo psicológico y lo moral, y descubren perfectamente co- Para una determinación más realista de las características de la memo~
sas tales como incongruencias físicas (por ejemplo, coyotes con esferas ria verbal en las culturas orales primarias, la obra de Milman Parry y Al-
de ámbar en lugar de ojos) y la necesidad de interpretar simbólicatnente '1 be1t Lord resultó otra vez revolucionaria. El trabajo de Parry con los poemas
los elementos de las historias. (Toclke, 1976, p. 156). Aventurarse a afir- homéricos encauzó la cuestión. Pany mostró que la filada y la Odisea eran
mar que los pueblos orales son en esencia no inteligentes, que sus prnce- creac.:ioncs básicamente orales, cualesquiera que fueran las circunstancias
sos mentales son "primitivos", es el tipo de especulación que durante que hubieran determinado el ponerlas por escrito. A primera visrn, este
siglos condujo a los eruditos a inferir erró~eamcnte~ que, puesto que l~s descubrimiento parecía confirmar la suposición del aprendizaje de me-
poemas homéricos eran tan perfectos, debian ser bas1camente composi- moria palabra por palabra. La /liada y la Odiua eran rigurosamente mé-
ciones escritas. tricas. ¿Cómo podía un rapsoda narrar, cuando se le pedía hart·rlo,
Tampoco debemos imaginarnos que el pensamiento que funciona con un relato que consistía en miles de versos dactílicos en hexámetros,
principios orales es "prelógico" o "ilógico" en un sentido simplista, co- a menos que los hubiera aprendido de memoria palabra por pala-
mo por ejemplo que la gente de una cultura oral-?º comprende las r~la- bra? Los escolarizados que pueden recitar largas obras métricas las han
ciones causales. Sabe muy bien que, si uno empuja con fuerza un objeto aprendido palabra por palabra basándose en textos. Parry ( 1928, en
móvil, dicha fuerza lo impulsa a moverse. Lo cierto es que no pueden
.
. ·~¡'
,¡ Parry, 1971), sin embargo, preparó el terreno para un nuevo enfoque
organizar concatenaciones complejas de causas del tipo analítico de las que pudiera explicar satisfactoriamente tal producción sin recurrir a la
secuencias lineales, las cuales sólo pueden desarrollarse con la ayuda de !j
memorización palabra por palabra. Como ya se mencionó en el capítu-
e
~'!. ¡
textos. Las secuencias largas que producen, como las genealogías, no son ;;.,.,
lo 2, demostró que los hexámetros no se componían simplemente de uni-
analíticas sino acumulativas. Sin embargo, las culturas orales pueden crear "'1/' dades de palabras, sino de fórmulas, grupos de palabras para abordar
organizaciones de pensamiento y experiencia~ asombrosamente, comple-
jas, inteligentes y bellas. Para comprender como lo logran, sera necesa-
.', ;I
;_.'
los elementos tradicionales, moldeada cada una para ajustarse al verso
rio exponer algunas de las operaciones de la memoria urál. ;¡' del hexámetro. El poeta disponía de un extenso vocabulario de locucio-
nes "hexamctradas". Con él, podía producir interminablemente versos
métricos y precisos, siempre que estuviera tratando elementos tradi-
. cionales.
1
las, de modo que las versiones personales métricamente regulares de la tación eficaz de los materiales tradicionales a cada situación o pt'.íblico único
misma historia se diferenciaban en las palabras? ¿O era la epopeya me- e individual.
morizada palabra por palabra, de manera que se repetía igual en cada Las proezas de la memoria de estos bardos orales son notables, pero
interpretación? Puesto que todos los poetas homéricos anteriores a la diferentes de las relacionadas con la memorización de textos. Los ins-
escritura habían muerto hacía más de dos mil años, no podía grabárse- truidos por lo regular se sorprenden al averiguar que el bardo que habrá
les para obtener una prueba directa. Empero, podían obtenerse versio- de recontar la historia que ha escuchado sólo una vez, a menudo prefiere
nes directas de los poetas narrativos vivos de la Yugoslavia moderna, un esperar un día más o menos después de oírla, antes de repetirla él mis-
país contiguo y, en parte, sobrepuesto a la antigua Grecia. Parry encon- mo. Al aprender de memoria un texto escrito, el aplazamiento de su re-
tró que tales poetas creaban narraciones épicas orales para las que no citación por lo general debilita el recuerdo. Un poeta oral no tiene que
había texto escrito. Sus poemas narrativos, como los de Homero, eran ver con textos ni con un marco textual. Necesita tiempo para permitirle
métricos y formulaicos, aunque el metro de los versos era diferente del a la historia adentrarse en su acervo propio de temas y fórmulas, tiempo
antiguo hexámetro dactílico griego. Lord continuó y amplió la obra de para identificarse con el relato. Al recordar y recontar la historia, no ha
Parry reuniendo la ~xtensa colección de grabaciones orales de Poetas na- "aprendido de memoria") en ningún sentido literal, la disposición mé~
rrativos yugoslavos de la actualidad, que ahora se encuentra en la Co- trica de la versión del otro intérprete -versión hace mucho desapareci-
., . lección Parry de la Universidad de Harvard. da para siempre cuando el nuevo cantar medita sobre la historia para
La mayoría de estos poetas narrativos eslavos modernos del Sur -a su propia interpretación- (Lord, 1960, pp. 20-29). Los elementos fijos
decir verdad los mejores de ellos- son analfabetos. Lord descubrió que en la memoria del bardo constituyen un caudal de ternas y .fórmulas a
aprender a leer y escribir incapacita al poeta oral: introduce en su mente partir de los cuales todo tipo de historias pueden construirse de diversas
el concepto de un texto que gobierna la narración y por lo tanto interfie- maneras.
re en los procesos orales de composición, los cuales no tienen ninguna Uno de los descubrimientos más.significativos en la obra de Lord fue
relación con textos sino que consisten en "la remembranza de cantos es- que, aunque los rapsodas saben bien que dos intérpretes distintos nunca
cuchados" (Pcabody, 1975, p. 216). entonan el mismo-canto exactamente de igual manera, un poeta alegará
El recuerdo que tienen los poetas orales de los cantos quC han escu- que es capaz de producir su propia versión de un canto verso por verso
chado es inmediato; no era "riada raro" encontrar a un bardo yugosla- y palabra por palabra en cualquier momento, y, de hecho, "exactamen-
vo que cantaba "entre diez y veinte versos de diez sílabas por minuto" te igual dentro de veinte años" (Lord, 1960, p. 27). Sin embargo, cuan-
(Lord, 1960, p. 17). La comparación de las canciones grabadas revela, do se graban y comparan sus supuestas interpretaciones idénticas nunca
sin embargo, que, a pesar de ser métricamente regulares, nunéa se can- resultan iguales, aunque los relatos sean versiones reconocibles de la mis-
taban dos veces del mismo modo. Básicamente se repetían las mismas ma historia. '' Palabra por palabra y verso por verso'', como dice Lord
( 1960, p. 28), es simplemente una manera enfática de decir'' parecidos'.'.
,, .. fórmulas y temas, pero eran hilados o "poetizados" de modo distinto
en cada interpretación, incluso por el mismo poeta, según la reacción "Verso", obviamente, es un concepto basado en textos, e incluso el con-
' del público, la disposición del poeta o la ocasión, así como otros factores cepto de "palabra" como entidad separada, distinta del discurrir del dis-
sociales y psicológicos. curso, parece basarse de alguna manera en el texto. Goody (1977) p. t 15)
Las grabaciones de las entrevistas hechas a los bardos del siglo xx se señala que un idioma enteramente oral que dispone de un término para
agregaban a las grabaciones de sus narraciones. Por estas entrevistas y "habla" en general, para una unidad rítmica de una canción, para un
por la observación directa sabemos cómo se hace un bardo: escuchando enunciado o para un tema, quizá no cuente con ninguna voz adecuada
para una "palabra" como una categoría aislada, una "parte" del ha-
durante meses y años a otros bardos, quienes nunca cuentan el mismo • bla, como en: "Esta última frase consta de veintiséis palabras." ¿De ve-
relato de la misma manera sino que utilizan una y otra vez las fórmulas
habituales cuando se trata de los temas acostumbrados. Por supuesto, ras? Tal vez contiene veintiocho. Si no se sabe escribir, ¿se basan una
las fórmulas pueden variar un poco (lo mismo sucede con los temas) y palabra o dos en el concepto de texto? El sentido de las palabras a'isladas
la manera de cantar o ".hilar" narraciones que tenga un poeta dado va- como conceptos significativamente separados es propiciado por la escri- 1
riará considerablemente de la de otro. Ciertos giros de las frases serán tu;a, la cual, en este caso y en tantos otros, es divisoria, separado~a. (Los
idiosincrásicas. Pero, en esencia, los elementos, temas y fórmulas y su pnmeros manuscritos no tienden a separar claramenté: las palabras unas
uso corresponde a una tradición claramente identificable. La originali- de otras, sino a escribirlas juntas.)
dad no consiste en la introducción de elementos nuevos, sino en la adap- Resulta significativo que los poetas analfabetos de la cultura de la Yu·
_,, .. '..·i,.-:·
66 PSl(~ODINÁMICAS DE LA ORALIDAD
ten actitudes respecto a la escritura (Lord, J960, p. 28). Admiran el p. 76) y "mucho más repetición verbal y verso por verso de lo que pudiera
conocimiento de la escritura y creen que una persona que sepa leer puede esperarse de la analogía yugoslava" (1977, p. 78; sobre el valor de estas
hacer aún mejor lo que dios hacen, es decir, recrear un canto extenso des· comparaciones y_el significado ambiguo de "poesía oral" en Finnegan,
pués de escucharlo una sola vez. Esto es precisamente lo que no pue- véase Folcy, 1979).
den hacer los que saben leer; si pueden hacerlo, será con dificultad. Así Trabajos recientes, sin embargo, han revelado algunos ejemplos de
corno los instrnidos atribuyen a los cantores de una cultura oraJ logros que una memorización palabra por palabra más exacta entre los pueblos ora-
implican instrucción, así ellos atribuyen a los que salwn leer logros que co- les. U no de ellos es un caso de articulación verbal ritual entre los cuna,
rresponden a una culfura oral. frente a la costa de Panamá, aportado por Joel Sherzer (1982). En 1970,
Lord ( 1960) había mostrado ya la posibilidad de aplicar el análisis oral- Sherzcr grabó una larga fórmula mágica para el rito de la pubertad, que
formulaico al inglés antiguo (Beowulj), y otros han señalado varias ma- un especialista en el rito de la pubertad femenina estaba enseñando a
neras en las cuales los métodos oral-formularios ayudan a explicar la pro- otros especialistas de su tipo. Volvió en 1979 con una transcripción que
ducción oral con huellas de la tradición oral en la Edad Media europea, había hecho de la fórmula y descubrió que el mismo hombre era capaz
en alemán, francés, portugués y otros idiomas (véase Foley, .1980b). El de reproducirla palabra por: palabra y fonema por fonema. Aunque Shcr-
trabajo de campo realizado en todo el mundo ha corroborado y amplia- zcr no especifica cuán exte11dida o durable es la fórmula de repetición
do los estudios realizados por Parry y, mucho más extensamente, por exacta en cuestión dentro de cualquier grupo dado de expertos en fór-
Lord ,;n Yugoslavia. Por ejemplo, Goody (1977, p. 118-119) señala có- mulas durante un periodo dado, el caso que describe es sin duda de re-
mo, entre los io-dagaa de Ghana del Norte, la plegaria a Bagre -se- producción palabra por palabra. (Todos los ejemplos a los que hace
mejante al padre nuestro entre los cristianos- es "algo que todo mundo referencia Sherzer, 1982, nota 3, citando a Finnegan, 1977, como ya se
'sabe' ", pero las repeticiones del rezo de ninguna manera resultan lás ha indicado antes, resultan ambiguos, en el mejor de los casos y, por
mismas. La plegaria sólo tiene "aproximadamente una docena de ver- lo tanto, no son comparables con su propia prueba).
sos'', y si se conoce el idioma, como C:oody, y se pronuncia la frase in- Otros dos ejemplos, comparables con el de Sherzcr, muestran la re-
troductora de la plegaria, el oyente tal vez siga con el estribillo·, corrigiendo producción palabra por palabra de elementos orales fomentada no por
cualquier error que él o ella descubran. No obstante, la grabación mues~ un marco ritual, sino por restricciones lingüísticas o musicales especia-
tra que las palabras de la plegaria pueden variar considerablemente de les. Uno proviene de la poesía somalí clásica, cuyas non nas dt: escansión
una recitación a la siguiente, incluso cuando son del mismo individuo son aparentemente más complejas y rígidas que las de la antigua epope-
o de sujetos que corregirán a otro si su versión no corresponde a la que ya griega, por lo que no se puede variar tan fácilmente el lenguaje. John
c;llos están produciendo (en ese momento). William Johnson apunta que los poetas orales somalícs "aprenden· las
Los hallazgos de Goody y los de otros (Opland, 1975; 197G)
ponen ele manifiesto que los pueblos orales en ocasiones sí procuran
1j reglas métricas de manera muy similar, tal vez idéntica, a aquélla con
la que aprenden la gramática misma" (1979b, p. 118; véase también
la repetición palabra por palabra de poema!. u otras formas de arte Johnson, 1979a). Sin embargo, no pueden explicar cuáles son las reglas
orales. ¿Qué éxito tienen? La mayoría. de las veces es mínimo según cri-
terios de escritura. De Sudáfrica, o·pland .( 1976, p. l 14) refiere es fuer·
1 de la métrica y tampoco cu_áles son las de la gramática somalí. Los poe-
tas somalícs normalmente no crean e interpretan al mismo tiempo; su
zos sim~eros por la n::pcticiún palabra por palabra y sus resultados: ,cScg{1n
:~¡
.,, 1 proceso creador es en privado, palabra por palabra, y más tarde recitan
mis cálculos aproximados cualquier' poeta de la comunidad repetirá el su obra ellos mismos en público o le enseñan a otro para que la declame.
po~ma por lo menos con 60 % de correlación con otras versiones." El Esto constituye nuevamente un ejemplo claro de la memorización oral,
éx.ito difícilmente iguala la ambición en est~ caso. El porcentaje de 60% palabra por palabra. Aparentemente queda por investigarse todavía la
de exactitud merecería una calificación bastante baja en una recitación estabilidad de la articulación verbal a través de un periodo dado (varios
de salón de clases de u·n texto, o en la interpretación por parte de un años, una década, etcétera).
actor del libreto de una obra. El segundo caso muestra cómo la música puede constituir una restric-
Muchos ejemplos de "memorización" de la poesía oral citados corno ción para fijar una narración oral literal. De su intenso trabajo de cam-
prueba de una "composición anterior" del poeta, como los que da Fin- po que realizó en el japón, Eric Rutledge (1981) describe una tradición
negan ( 1977, p. 76-82), no parecen tener mayor precisión palabra por japonesa que perdura hasta nuestros días, aunque disminuida, en la cual
palabra. De hecho, Finnegan describe sólo una "estrecha semejanza, que una narración oral, El cuento del Heike, es cantada con acompañamiento
68 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 69
musical, con unas cuantas secciones de "voz blanca" sin acompañamiento mentas formulaicos, como lo ha mostrado Lord, generalmente puedan
instrumental y otros interludios sólo instrumentales. La narración y el considerar como un uso "fijo" lo que de hecho es "flexible" o variable).
acompañamiento musical son memorizados por aprendices que desde pe- La sugerencia de Shcrzcr indiscutiblemente es atinada.
queños comienzan su adiestramiento con un maestro oral. Los maestros La memorización oral merece mayor y más profundo análisis, espe·
(no quedan muchos) se encargan de entrenar a sus discípulos en la reci- cialmente en lo que atañe al rito. Los ejemplos palabra por palabra de
tación del canto palabra por palabra mediante una preparación rigurosa 1 Sherzer provienen del rito, y Rutledgc insinúa en su ensayo y declara
a través de varios años, y logran resultados notables, aunque ellos mis-
mos efectúan cambios en sus propias recitaciones, cambios de los cuales
no se percatan. Ciertos movimientos de la narración son más propcr1sos
j explícitamente en una carta dirigida a mí (22 de enero de 1982) que el
marco de los cantos Heike es ritual. Chafe ( 1982), al tratar específica-
mente la lengua de los sencca, sugiere que el lenguaje ritual, al compa-
al error que otros. En algunos puntos, la música estábiliza por completo 1 rarse con el coloquial, es como la escritura en el sentido de que "posee
una permanencia que no tiene el lenguaje coloquial. El mismo rito oral
el texto, pero en otros engendra errores del mismo tipo que se encuentra
en el copiado de manuscritos, tales como los producidos por "saltos" es presentado una y otra vez: no palabra por palabra, sin duda, pero
(un copista o intérprete oral ornite lo que está entre un pasaje de una sí con un contenido, estilo y estructura formulaica que se mantienen cons~
frase final y otro pasaje posterior de la misma frase inicial).
Una vez más, tenemos aquí una especie de repetición palabra por pa-
1 tantes de una ejecución a la siguiente". Queda poco lugar a duda, en
conjunto, respecto a que, en las culturas orales en general, la mayor parte
labra adquirida por entrenamiento no del todo invariable, pero digna de la recitación oral tiende hacia el extremo flexible del continuo, inclu-
de nu>:11ción. so en el rito. Aun en las culturas que conocen y dependen de Ja escritu-
A pe:-;ar de que en estos casos la producción ele poesía oral o de otra ra, pero que retienen un contacto activo con la oralidad prístina, es decir,
articulación verbal oral por medio de una memorización adquirida cons- que conservan una huella considerable de la tradición oral, la expresión
cientemente no· es igual a la práctica formulaica oral de la Grecia homé- ritual misma a menudo no es del tipo de repetición exacta. "Haced esto
rica, de la moderna Yugoslavia o de un sinnúmero de otras tradiciones, en memoria de mí", dijo Jesús en la Última Cena (Lucas 22:19). Los
la memorización palabra por palabra aparentemente no libra en absolu- . 1
1 cristianos celebran la Eucaristía como el acto principal del culto, porque
to los procesos intelectuales orales de la dependencia de las fórmulas, si- así lo indicó Jesús. Sin embargo, las palabras esenciales que, por ser de
no que quizá la incremente. En el caso de la poe:-.ía oral somalí, Francesco Jesús, los cristianos repiten al cumplir la disposición (o sea, las palabras
Antinucci ha mostrado que ésta no posee restricciones meramente mé- ''Esto es mi cuerpo ... ; este vaso es .. mi sangre ... ''), no aparecen for·
tricas y fonológicas, sino también sintácticas. En otras palabras, en los muladas de la misma manera en los dos pasajes donde son citadas en
versos de los poemas aparecen sólo ciertas estructuras sintácticas especí- el Nuevo Te~tameuto. La antigua Iglesia cristiana recordaba en forma
ficas: en algunos·casos presentados por Antinucci, sólo dos tipos de es- oral y pretextual, incluso en sus ritos puestos por escrito, y aun en los
tructuras sintácticas entre los cientos posibles (1979, p. 148). Esto puntos precisos donde se requería que la cita fuera más fiel.
indudablemente es una composición formulaica en toda su extensión, pues A menudo se hacen declaraciones acerca de la memorización oral pa~
las fórmulas más que nada constituyen "reslricciones", y aquí estamos labra por palabra de los himnos védicos en la India, que al parecer son
tratando con fórmulas sintácticas ( que también se encuentran en la or· totalmente independientes de la escritura. Tales aseveraciones, hasta don-
ganización de los poemas con los cuales trabajaron Parry y Lord). Ru-
.· de yo sé, nunca han sido evaluadas a la vista de los hallazgos de Parry
tledge (1981) apunta el carácter formulaico del material en los cantos y Lord y otros relacionados con la "memorización" oral. Los Vedas son
Heike, que de hecho son_ tan formulaicos que contienen muchas pala- colecciones antiguas y extensas que datan probablemente de los años 1500
bras arcaicas cuyos significados los maestros no conocen siquiera. Sher-
zer ( 1982) también llama la atención particularmente sobre el hecho de ·¡ y 900 o 500 a. de C. ;el margen que debe concederse a las posibles fechas
muestra lo vagos que son los contactos actuales con los marcos originales
en los cuales nacieron los himnos, las plegarias y las fórmulas litúrgicas
que las manifestaciones. que encuentra recitadas palabra por palabra se
componen de elementos formulaicos semejantes a los de las presentacio· que componen estas colecciones. Las referencias habituales que aún se citan
nes orales del tipo poético común no literal. Sugiere que nos imagine·
., hoy en día para dar testimonio de la memorización palabra por pal_abra de
mos un continuo entre el uso "fijo" y el uso "flexible" de los elementos los Vedas, provienen de 1906 o 1927 (Kiparsky, 1976, pp. 99-100), antes
formulaicos. En ocasiones, éstos se emplean en un esfuerzo por estable- de qu~ se completara cualquiera de las obras de Parry (1954), Bright,
cer una similitud palabra por palabra; en otras, actúan para poner en f.·. (1981), antes de las publicaciones de Lord (1960) y Havelock (1963). En Th,
práctica cierta adaptabilidad o variación (aunque los que utilizan los ele- Destiny of th, Veda in India (1965), el distinguido experto francés en estudios
70 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 71
de la lndi;-1 y traductor del Rig-Veda, l..ouis Renou, ni siquiera alude al tipo rización está sujeta a la variación producida por presiones sociales direc-
de interrogantes que surgen a raíz del trabajo de Parry. tas. Los narradi::,res cuentan lo que pide o va a tolerar el público. Cuando
No hay duda de que la transmisión oral fue importante en la historia se agota el mercado para un libro impreso, las imprentas dejan de fun·
i
de los Vedas (Renou, 1965, pp. 25-26 -No. 26- y notas, pp. 83-84). cionar, pero es posible que queden miles de ejemplares. Cuando desapa·
Los maestros o gunís brahmanes y sus discípulos dedicaban un esfuerzo rece totalmente el mercado para una genealogía oral, igual suerte corre
intenso a la memorización palabra por palabra, incluso entrecruzando la genealogía misma. Como se apuntó arriba (pp. 47·48), las gencalo·
las palabras de diversas maneras a fin de asegurar el dominio oral de gías de los vencedores tienden a sobrevivir (y a ser mejoradas); las de
sus posiciones en relación recíproca (Basharn, 1963, p. 164), aunque de- los derrotados suelen desaparecer (o reciben un tratamiento nuevo). La
terminar si este último procedimiento se utilizaba antes de aparecer un interacción en vivo con el público puede interferir dinámicamente en la
texto parece un problema insoluble. Como resultado de los estudios re- estabilidad verbal: las expectativas del público ayudan a fijar los temas
cientes sobre la memoria oral, no obstante, se plantean problemas res· y las fórmulas. Hace unos cuantos años, tales expectativas me fueron
impuestas por una sobrina mía, aún una niña muy pequeña, lo bastante
pecto a las maneras como el recuerdo de los Vedas fu.ncionaba de hecho
dentro de un marco meramente oral (si tal marco fue para los Vedas al· í para guardar una dispoSición mental claramente oral (aunque infiltrada
guna vez totalmente independiente de los textos). Sin un texto, ¿cómo por la escritura a su alrededor). Le estaba contando la historia de Los
era posible que se fijara palabra por palabra un himno dado -por no tres cochinitos: "Sopló y resopló, sopló y resopló, sopló y resopló." Cathy
mencionar la totalidad de himnos de las colecciones- a través de tantas objetó la fórmula que utilicé. Conocía el cuento, y mi fór_mula no era
generaciones? Las afirmaciones -hechas de buena fe por personas lo que ella esperaba. 41 Sopló y resopló, resopló y sopló, sopló y resopló",
c,rales- de que las versiones son iguales, palabra por palabra, pueden 1 corrigió molesta. Cambié las palabras.de la narración acatando la peti·
estar totalmente alejadas de la realidad, corno ya hemos visto. Las afir· ción del público sobre lo que se había dicho antes, como acostumbraban
macioncs -con frecuencia hechas por personas escolarizadas- de que hacerlo otros narradores orales.
textos tan extensos se conservaban palabra por palabra a través de gene· Finalmente, debe advertirse que la memoria oral difiere significativa-
raciones en una sociedad totalmente oral ya no pueden aceptarse sólo J mente de la memoria textual en el sentido de que la memoria oral tiene
por su valor nominal, sin comprobación. ¿Qué fue conservado? ¿La pri· { un gran componente somático. Peabody (1975, p. 197) ha observado que
mera recitación de un poema.por su creador? ¿Cómo pudo repetirlo la "En todo el mundo y en todas las épocas ... la composición tradicional
segunda vez y cerciorarse de haberlo hecho palabra por palabra? ¿Una 1 ha estado relacionada con la actividad manual. Los aborígenes de Aus-
versión elaborada por un gran maestro? Es posible. Pero el que lo haya tralia y otras regiones a menudo hacen figuras de hilos al mismo tiempo
elaborado en su versión propia indica cierta alteración en la tradición, que hacen canciones. Otros pueblos- manipulan cuencas en hilos. Lama-
y sugiere que muy probablemente se introdujera, a sabiendas o no, más
variaciones por boca de otro gran maestro poderoso.
En realidad los textos védicos -en los que basamos el conocimiento
de los Vedas hoy en día- tienen una historia compleja y muchas va·
1
,¡
yor parte de las descripciones de bardos incluyen instrumentos de cuer-
das o tambores". ( Véase también Lord, 1960; Havelock, 1978a,
pp. 220-222; Biebuyck y Matecne, 1971, portada.) A estos casos pueden agre-
garse otros ejemplos de actividad manual, como los ademanes, con frc·
riantes, lo cual parece indicar que no es muy probable que se originaran J cuencia complicados y estilizados Scheub, (1977), y otros movimientos
en una tradición oral de reproducción exacta. En efecto, 1a estructura corporales, como mecerse o bailar. El Talmud, pese a ser un texto, es
formulaica y temát.ica de los Vedas, notable aun en traducciones, los re· aún recitado en Israel por los judíos ortodoxos que siguen conservando
laciona con otras manifestaciones orales que conocemos, y señala que una gran tradición oral; yo mismo los he visto hacerlo con un balanceo
justifican estudios ulteriores con respecto a lo que se ha descubierto re· hacia adelante y atraS del torso.
ciéntemente acerca de los elementos formulaicos, los elementos tcmáti· La palabra oral, como hemos notado, nunca existe dentro de un con-
cos y la mnemotécnica ·oral. La obra de Peabody (1975) ya recomienda texto simplemente verbal, como sucede con la palabra escrita. Las pala·
explícitamente dicha investigación en su análisis de las relaciones entre bras habladas siempre constituyen modificaciones de una situación
la tradición indoeuropea más antigua y la versificación griega. Por ejem- existencial, total, que invariablemente envuelve el cuerpo. La a<;:tividad
plo, el exceso de redundancia o su ausencia-en los Vedas podría indicar corporal, más allá de la simple articulación vocal, no es gratuita ni idea·
en sí mismos el grado hasta el cual obedecen a su origen en alguna medi· da por medio de la comunicación oral, sino natural e incluso inevitable.
da oral (vias, .Peabody, 1975, p. 173). En la articulación verbal oral, particularmente en público, la inmovili·
En todos los casos (ya fueran de reproducción exacta o no) la memo- dad absoluta es en sí misma un gesto poderoso.
.
-
72 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD ~ .
¡
de acción y las actitudes hacia distintos asuntos dependen mucho más
que se les hacen. Siempre responden a una pregunta haciendo otra. Siem-
del uso efectivo de las palabras y por lo tanto de la interacción humana;
pre hay que estar en alerta oral. . _
y mucho menos del estímulo no verbal (por lo regular de tipo predomi-
La oralidad primaria propicia estructuras de personalidad que en cier-
nantemente visual) del mundo "objetivo" de las cosas. Jousse (1925) em-
tos aspectos son más comunitarias y exteriorizadas, y menos introspecti-
pleaba su término verbomoteur para referirse principalmente a las antiguas
1 vas de las comunes entre los escolarizados. La comunicación oral une
culturas hebrea y aramea así como las cercanas a ellas, que tenían cierto a la gente en grupos. Escribir y leer son actividades solitarias q~e hacen
1
conocimiento de la escritura pero que en su estilo de vida seguían man- a 1a psique concentrarse sobre sí misma. Un maestro que se d1nge a un
teniendo la tradición fundamentalmente oral y que, en vez de regirse por salón que él percibe y que se percibe a sí mismo como un grupo estre-
los objetos, se inclinaban por la palabra. En este libro, ampliamos su chamente unido, descubre que, si le pide tomar los libros de texto Y leer
acepción para incluir a todas las culturas que conservan huellas de su
un pasaje dado, la unidad del grupo desaparece al entrar cada persona
tradición oral en una medida que les permita seguir prestando a la pala-
en su. mundo particular. Sobre estas bases, un ejemplo del contraste en-
bra -antes que a los objetos- una atención considerable en un contex-
to de interacción personal ( el contexto de tipo oral). Por Supuesto, debe
advertirse que la,s palabras y los objetos nunca están separados del todo:
las palabras representan los objetos, y la percepción de los objetos está
¡ tre la oralidad y la escritura es aportado por Carother (19.59) cuando_ afir-
ma que los pueblos orales por lo general exteriorizan un comportam1cnt_o
esquizoide, mientras los escolarizados lo interiorizan y a menud~ mam-
fiestan sus tendencias (pérdida de contacto con el entorno) me? 1ante ~I
en parte condicionada por las reservas de palabras en las cuales se in- ensimismamiento psíquico en un mundo de sueños personal (ststcmall-
crustan las percepciones. La naturaleza no "enuncia'' hechos: éstos se zación alucinatoria esquizofrénica); la gente oral regularmente expresa
presCntan sólo dentro de los enunciados producidos por los seres huma- sus tendencias esquizOides mediante una extrema confusión externa'. la
nos para referirse al tejido si!l hilos de la realidad que los circunda. .[
' cual con frecuencia conduce a acciones violentas, incluyendo la mutila-
Las culturas que aquí llamamos verbomotoras probablemente den la
1 ción de sí mismo y de otros. Esta conducta es lo bastante común para
impresión al hombre tecnológico de conceder demasiada importancia al .1 haber dado origen a términos especiales en inglés p_ara seña!arlas: ber-
habla misma, de sobre valuar la retórica e indudablemente de practicar-
1 serk, por el antiguo guerrero escandinavo, o sea considerarse mvulnera-
la en exceso. En las culturas orales primarias, incluso los negocios no J
ble por haber caído presa de un estado frenético; o bien amok,_ ~alabra
son negocios: son fundamentalmente retórica. La compra de cuaJquicr ,¡ proveniente del sudeste asiático, para designar la locura hormc1da.
cosa en un souk o bazar del Oriente Medio no es una simple transacción
económica, como lo sería en Woolworth y como una cultura altamente
.¡,.-.
tecnológica probablemente supone que es lo normal. Antes bien, consiste ¡;· EL PAPEL INTELl~CTUAL DE LAS GR.ANDES FIGURAS HEROICAS
en una serie de maniobras verbales (y somáticas), un duelo cortés, una Y DE LO FANT,\STICO
contienda de ingenio, una operación de agonística oral.
En las culturas orales, pedir información por lo común se interpreta La tradición heroica de la cultura oral primaria y de la cultura escolari-
~
como una interacción (Malinowski, 1923, pp. 451, 470-481), como ago- ••
i-. zada temprana -que aún conservaba muchas características de la tra?i-
nística, y, en lugar de dar una respuesta directa, con frecuencia se eva- ción oral- está relacionada con el estilo de vida agonístico, pero se explica
de. Es ilustradora la historia de un visitante en el condado de Cork,
mejor y de manera más contundente desde el punto de ~ista de las n_ece-
Irlanda, región particularmente oral en un país donde todos los sectores sidades de los procesos intelectuales orales. La memona oral funciona
conservan grandes muestras de la tradición oral. El forastero vio a un
eficazmente co~ los grandes personajes cuyas proezas se~n gloriósas, me-
habitante de Cork recargado en la oficina de correos. Se acercó a él, tocó
morables y, por lo común, públicas. Así, la estructu~a 1~telectual ?e su
con los nudillos en el muro de la oficina de correos, junto al hombro del
naturaleza engendra figuras de dimensiones extraordn~anas, es de_c1~, ~-
sujeto, y preguntó: "¿Es esta la oficina de correos?" El lugareño com-
guras heroicas; y no por razones románticas o reflexivamente ~ldactl-
prendió muy bien. Contempló al que lo interrogaba con un aire de tran-
cas, sino por motivos mucho más elementales: para orgamzar la
74 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD l'SICODJNÁMICAS OE !.A ORALIDAD 75
experiencia en una especie de forma memorable permanentemente. Las con el tiempo ... su fugacidad. El sonido cobra vicia sólo cuando está de-
( jando de existir. Otras peculiaridades del sonido también determinan 0
personalidades incoloras no pueden sobrevivir a la mnemotécnica oral.
A fin de asegurar el peso y la calidad de notables, las figuras heroicas tien- 1, influyen en la psicodinámica oral. La más importante es la relación úni-
den a ser genéricas: el sabio Nestor, el aguerrido Aquiles, el astuto Odi- ca del oído con la interioridad, cuando se le compara con el resto de los
1
sco, el omnicompetentc Mwindo ("el-pequeño-apenas-nacido-caminó-", sentidos. Esta relación es importante debido a la interioridad de la con-
Káhútwa-kénda, su principal epíteto). La misma estructura mnemotécni- ciencia hur~ana y <le la comunicación humana misma, aunque aquí sólo
ca o intelcctl1dJ ~w impone aún ahí donde los marcos orales persisten en puedo considerarla sumariamente. Examino el asunto de manera más
las culturas que cunocen la escritura, como en el relato de cuentos de
hadas para niños: la ahrumadoramente inocente Caperucita Roja; e1 lo-
{ 5'.º11:1-plcta Y con mayor profundidad en The Presena of the Ward ( 1967b,
Indice), al cual puede remitirse el lector interesado.
_ Cua_nd~ se ana!iza el inlerior físico de un objeto como eso, como inte-
bo increíblemente malvado; el tallo increíblemente alto que Jack tiene
que escalar, pues las figuras no humanas también adquieren dimensio-
nes heroicas. En este caso, los personajes fantásticos agregan otro recur-
.1
,
nor, nmgun sentido funciona de rnanera tan directa como el oído. El
sentido humano de la vista se adapta mejor a la luz reflejada difusamen-
so mnemotécnico: resulta más fácil acordarse del Cíclope que de un te por las sup:rfi_cies. (El reflejo difuso, por ejemplo de una página im-
monstruo de dos ojos; o del Cancerbero que de un perro ordinario de presa o un paisaje, contrasta con el reflejo de imágenes, como el de un
una cabeza (véase Yates, 1966, pp. 9-1 l, 65-67). Asimismo, las agru- e_spcjo.) Una fuente de luz, como d fuego, puede ser llamativo, pero óp-
paciones numéricas formularias son mnemotécnicamente útiles: los sie- ticamente resulta desconcertante: el ojo no logra "fijarse" en nada den-
te contra Tcbas, las tres gracias, las tres Moiras y así sucesivamente. Todo '
.,l¡ tro del fuego. De igual manera, un objeto traslúcido, como por ejemplo
esto no pretende negar que otra'.s tendencias, además de la mera utilidad el alabastro, provoca curiosidad, porque, aunque no es una fuente de
mnemotécnica, produzcan figuras y agrupaciones heroicas. La teoría psi- l~z: el ojo tam~oco puede "fijarse" en él. La profundidad puede ser pcr-
coanalítica puede explicar muchas de ellas. Pero en una estructura c1b1da por el OJO, pero de manera más satisfactoria como una serie de
intelectual oral, la utilidad mnemotécnica representa una condición sine sup~rficies: los troncos de los árboles en una arboleda, por ejemplo, 0
qua non y, sin importar cuáles sean las otras tendencias, sin una forma- las sillas en un auditorio. El ojo no percibe un interior estrictamente co-
ción mnemotécnica adecuada de la articulación verbal, las figuras no so- n:1º tal: d~ntro de un cuarto, las paredes que ve siguen siendo superfi-
brevivirán. · cies extenorcs.
A medida que la escritura y finalmente la imprenta modifican de ma- El gusto y el olfato no sirven de gran ayuda para registrar la interiori-
nera gradual las antiguas estructuras intelectuales orales, la narr·ación da~ º.exterioridad, El tacto sí, aunque éste destruye parcialmente la in~
se basa cada vez menos en las grandes figuras hasta que I unos tres siglos !\ tenondad en el proceso de percibirla. Si deseo descubrir por el tacto si
después de la invención de la imprenta, puede fluir fácilmente en el mun<lo una ca}a está vacía o llena, tengo que hacer un agujero en ella para in-
vital humano ordinario que caracteriza a la novela. Aquí, en lugar del troducir una mano o un dedo: esto significa que la caja está abierta en
héroe, con el tiempo encontramos incluso al anti-héroe, el cual (en lugar esa medida, en esa medida menos un interior.
de afrontar al enemigo) constantemente pone pies en polvorosa y huye, El oído puede registrar la interioridad sin violarla. Puedo dar unos
como el protagonista en Corre Conr:J°o de.John Updike. Lo heroico y lo golpe~itos a u~a caja para averiguar si está vacía o llena, o a una pared
maravilloso desempeñaron una función específica en la organización del para mdagar s1 es hueca o sólida en su interior. O puedo tirar una mo-
conocimiento en el mundo oral. Con el control de la información y la neda al suelo para determinar si es de plata o de plomo.
memoria establecido por la escritura y, de manera más intensa, por la Todos los sonidos registran las estructuras interiores de lo que los pro-
imprenta, no se necesita un héroe en la antigua acepción para plasmar duce. Un violín lleno de hormigón no sonará como un violín normal.
el" conocimiento en una historia. La situación no tiene nada que ver con Un saxofón suena distinto de una flauta: está estructurado de otra ma-
una putativa "pérdida: de ideales". ~era .en su interior. Y, fundamentalmente, la voz humana proviene del
mtenor del organismo humano, que produce las resonancias de la misma.
La vista aísla; el oído une. Mientras la vista sitúa al observador fuera
LA INTERIORIDAD DEL SONIDO de lo que está mirando, a distancia, el sonido envuelve al oyent~. Como
observa Merlcau-Ponty (1961), la vista divide. La vista llega a un ser_·
Al tratar algunas psicodinámicas de la oralidad, hasta ahora hemos estu- humano de una sola dirección a la vez: para contemplar una habitación
diado principalmente una característica del sonido mismo: su relación o un paisaje, debo mover los ojos de una parre a mra. Sin embargo. cuan-
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76 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 77
do oigo, percibo el sonido que proviene simultáneamente de todas direc-
'1 los seres humanos de la existencia, como es procesadá por la palabra ha-
ciones: me hallo en el centro de mi mundo auditivo, el cual me envuelve,
ubicándome en una especie de núcleo de sensación y existencia. Este efecto
de concentración que tiene el oído es lo que la reproducción sonora de
alta fidelidad explota con gran complejidad. Es posible sumergirse en el
l blada, pues la manera como se experimenta la palabra es siempre tras-
cendental en la vida psíquica. La acción concentradora del oído (el campo
del sonido, no se despliega frente a mí, sino que me _envuelve) afecta la
percepción que el hombre tiene del cosmos. Para las culturas orales, el
oído, en el sonido. No hay manera de sumergirse de igual modo en la cosmos es un suceso progresivo con el hombre en el centro. El hombre
vista. es el umbi/zcus mundi, el ombligo del mundo (Eliade, 1958, pp. 231-235, ss.).
Por contraste con la vista ( el sentido divisorio), el oído es, por lo tan- Sólo después de la imprenta y el extenso uso de los mapas que ésta
to, un sentido unificador. Un ideal visual típico es la claridad y el carác- puso en práctica, cuando los seres humanos piensan en el cosmos, el uni-
tt:r distintivo, diferenciar (la campaña de Descartes para ]a claridad y verso o el "mundo", se imaginan fundamentalmente algo dispuesto an-
diferenciación produjo una intensificación de la vista en el aparnto sen- te sus ojos, como en un moderno atlas impreso, una vasta superficie o
sorio humano; Ong, 1967b, pp. 63, 221). El ideal auditivo, en cambio, conjunto de superficies (la vista presenta superficies) lista para ser "ex-
es la armonía, el conjuntar. plorada". El antiguo mundo oral conoció unos cuantos "exploradores",
La interioridad y la armonía son características de la conciencia hu- pero muchos viandantes, errantes, viajeros, aventureros y peregrinos.
mana. La conciencia de cada ser· humano está totalmente interiorizada, Como podrá advertirse, la mayoría de las características del pensa-
conocida por la persona desde el intcrlor e inaccesible a otro individuo miento y la expresión que funciona con pautas orales tratadas anterior-
cualqu'iera directamente desde el interior. El que diga "yo" quiere decir mente en este capítulo están muy íntimamente relacionadas con las
algo distinto de lo que quiera significar otra persona. Lo que para mí '· virtudes del oído, que unifica, centraliza e interioriza los sonidos perci-
es "yo", es sólo "tú'' para ti. Asimismo, este "yo" reúne la experiencia bidos por los seres humanos. Una organización verbal dominada por el
en sí mismo integrándola. El conocimiento es, en último términO, no un sonido está en consonancia con tendencias acumulativas (armoniosas) an-
fenómeno que fracciona sino que unifica, que busca la armonía. Sin ella, tes que con inclinaciones analíticas y divisorias (las cuales llegarían con
una condición interior, la psique puede enfermar. la palc:1-bra escrita, visualizada: la vista es un sentido que separa por par-
Debe advertirse que los conceptos "interior" y "exterior", no son ma- tes). También está en consonancia con el holismo conservador (el pre-
temáticos y no pueden diferenciarse matemáticamente. Son conceptos sente homeostático que debe mantenerse intacto, las expresione.S
de fundamentos existenciales, basados en la experiencia del propio cuer- ·I
formularias que deben mantenerse intactas); con el pensamiento situa-
po, que es tanto mi interior (no pido que dejen patear mi cuerpo sino cional (nuevamente holístico, con la acción humana en el centro) antes
que dejen de patcarrnc)como miexterior(en cierta manera, puedo "sen- que el pensamiento abstracto; con cierta organización humanística del
tirme" dentro de mi cuerpo). El cuerpo integra una frontera entre mí saber acerca de las acciones de seres humanos y antropomórficos, perso-
·:... mismo y todo lo demás. Lo que quiero decir por "interior" y "exte· nas interiorizadas, antes que acerca de cuestiones impersonales.
.. rior" puede comunicarse sólo por alusión a la experiencia de tener un Las denominaciones utilizadas aquí para describir el mundo oral pri-
cuerpo. Las tentativas de definir "interior" y "exterior" resultan inevi- mario serán útiles otra vez, más adelante, para referir lo que le sucedió
tablemente tautológicas: "interior" se definc;:_como "en", que se.define a la conciencia humana cuando la escritura y la imprenta redujeron el
con "entre", que se define con "adentro", y así vueltas y vueltas alre- mundo oral-auditivo a un mundo de páginas visualizadas.
dedor del círculo tautológico. Lo mismo sucede con la palabra "exte-
'· rior". Cuando nos referimos al "interior" y al "exterior", incluso en
el caso de objetos fisicos, nos referimos a nuestro sentido de nosotros mis- LA ORALIDAD, LA COMUNIDAD Y LO SAGRAIXJ
mos: yo estoy aquí dentro y todo lo demás esta juera. Por medio de las
palabras ''interior'' y ''exterior'', nos referimos a nuestra propia expe- Puesto que, en su constitución física como sonido, la palabra hablada
riencia de tener un cuerpo (Ong, 1967b, pp. 117-122, 176-179, 228 y 231) proviene del interior humano y hace que los seres humanos se comuni-
y analizamos los otros objetos en relación con esta experiencia. quen entre sí como interiores conscientes 1 como personas, la palabra ha-
En una cultura oral primaria, donde la existencia de la palabra radica blada hace que los seres humanos formen grupos estrechamente 'unidos.
sólo en el sonido, sin referencia alguna o cualquier texto visualmente per- Cuando un orador se dirige a un público, sus oyentes por lo regular for-
ceptible y sin tener idea siquiera de que tal texto pueda existir, la feno- man una unidad, entre sí y con el orador. Si éste le pide al á.uditorio
menología del sonido penetra profundamente en la experiencia que tienen leer un volante que se les haya entregado, la unión de los presentes se
78 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAI) 79
t
verá destruida al entrar cada lector en su propio mundo privado de lec- palabra, sino un ''sistema secundario de modelado" (cfr. Lotman, 1977).
tura, para restablecerse sólo cuando se reanude nuevamente el discurso El pensamiento está integrado en el habla y no en los textos, todos los
!-'ª
oral. escritura y lo impreso aíslan. No existe un nombre o concepto cuales adquieren su significado mediante la referencia del símbolo visi-
colect1vo para los lectores que corresponda a "auditorio"_ La lectura "co- ble con el mundo del sonido. Lo que el lector ve sobre esta página no
lectiva" -es_t~ revista es leída por dos millones de lectores- representa son palabras reales, sino símbolos codificados por medio de los cuales
una abstracc1on muy forzada. Para imaginarnos a los lectores como un un ser humano apropiadamente informad_o puede evocar en su concien-
grupo unido, tenemos que seguir llamándolos "auditorio" como si en cia palabras reales, con sonido real o imaginario. Es imposible que una
realidad fueran oyentes. La palabra hablada también crea ~nidadcs en grafía sea más que marcas en una superficie, a menos que un ser huma-
gran escala: es probable que los países en los cuales se hablan dos O más no consciente la utilice como davc para palabras enunciadas, reales o
idio_mas tengan graves problemas para establecer o guardar la unidad imaginarias, directa o indirectamente.
n_ac1onal, c~mo sucede hoy en día en el Canadá, Bélgica O muchas na- A la gente de una cultura caligráfica y tipográfica le parece convin-
ciones en vias de desarrollo.· cente pensar en la palabra, en esencia un sonido, como un "signo", por-
La fuerza de la palabra oral para interiorizar se relaciona de una ma- que "signo" se refiere fundamentalmente a algo percibido de manera
nera. espcc.iaJ ~on lo sagrado, con las preocupaciones fundamentales de visual. Signum, que nos dio la palabra ' 4 signo", significaba el estandarte
!ª ex1stenc1a. E:1 la r_nayoría de las religiones, la palabra hablada es parte que una unidad del ejército romano 11cvaba en alto como identificación
1~tcgral en l~ vida ntual y devota. Con el tiempo, en las religiones mun- visual; etimológicamente, el "objeto al que se sigue" (raíz protoindoeu-
d1al~s más difundidas, también se crean textos sagrados en los cuales el ropea, sekw- seguir). A pesar de que los romanos conocían el alfabeto,
sentido de lo sacro está unido también a la palabra escrita. Con todo este signum no era una palabra escrita con letras sino una especie de en-
una tradición rcJigiosa apoyada en Jos textos puede continuar de mucha~ seña o imagen dibujada, como un águila, por ejemplo.
maneras la confirmación de la primacía de lo oral. En el cristianismo El empico de nombres escritos con letras como marbetes o títulos tar-
P.0 r ejemplo, la ~iblia se lee en voz alta cri las ceremonias litúrgicas, pue~ dó mucho en difundirse, pues siguieron conservándose las huellas de la
s1e~pre se considera que Dios "habla" a los seres humanos, y no les oralidad primaria, como se verá, durante siglos después de la invención
escnbe. E~ carácter oral del marco conceptual en el texto bíblico, incluso _i'
de la escritura e incluso de la imprenta. En fecha tan reciente como el
en las secciones epistolares, resulta abrumador (Ong, J 967b, pp. J 76-191). Renacimiento europeo, los alqui~istas que sabían leer y que utilizaban
La voz hebrea daba,, que significa "palabra", también quiere decir suceso, etiquetas para sus frascos y cajas, tendían a poner en los marbetes no
Y por. ende se refiere directamente a la palabra hablada. Ésta siempre un nombre escrilO, sino signos iconográficos, como los diversos signos
constlluyc un suceso, un movimiento en el tiempo al cual le falta com- del zodiaco; y los tenderos no identificaban sus locales con palabras es-
pletamente la q~iet~d .Pr~pia de un objeto de la palabra escrita o impre- critas con letras, sino con símbolos iconográficos como la rama de hiedra
sa. En la teolog1a tnmtana, la Segunda Persona de Dios es la Palabra para una taberna, el cilindro azul y rojo del barbero, las tres esferas del
Y el equivale~te h_umano para la Palabra en este caso no es la palabr~ prestamista. (Sobre la rotulación iconográfica, véase Yates, 1966.) Estos
humana escnta, smo la palabra humana hablada. Dios Padre "habla" marbetes o etiquetas no nombran en absoluto aquello a lo que se refie-
a ~u Hijo: no le escribe. Jesús, la Palabra de Dios-, no dejó nada por es- ren: las palabras "rama de hiedra" no equivalen al término "taberna";
cnto pese a que sabía leer y escribir (Lucas 4: 16). "La fe es por oír", 4
el vocablo ' percha" no corresponde a la expresión ºbarbero". Los nom-
(leemos en Romanos 10:J7). ''~... a letra mata, más el espíritu [el aliento, bres todavía eran palabnras que avanzaban a través del tiempo; asimis-
que anima la palabra habladaj vivifica" (2 Corintios 3:6). mo, estos símbolos inmóviles, no articulados, eran algo distinto; eran
"signos", y las palabras no lo son. .
Nuestra complacencia al pensar en las palabras como signos se debe
LAS PALABRAS NO SON SIGNOS a la propensión -quizás incipiente en las culturas orales pero m~y pro-
nunciadas en las culturas caligráficas y a:ún más marcada en las ttpográ-
Jacqw~s D~~rida ha señalado que "no hay signo lingüístico anterior a (icas y electrónicas- a reducir toda sensación y, en realidad, toda
la escritura (1976, p. 14). Sin embargo, si se adviene la referencia oral experiencia hllmana o equivalentes visuales. El sonid.o ~s un suc~:o e~
del ~exto escrito, tampoco existe un "signo" lingüístico después de la el tiempo, y "el tiempo avanza", inexorablemente, sm mterrupc10n m
escritura. Aunq~..c desencadena potenciales inimaginados de la palabra, división. El tiempo es supuestamente dominado si lo tratamos en forma
una represcntacton textual, visual, de una palabra no es una verdadera espacial en un calendario o sobre la carátula de un reloj, donde podemos
80 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD
81
ESCRITURA Y CONCIENCIA 83
>CSCRITURA y CONCIENCIA
82
PlATÓN, 1.A F.SCRJ'l1JllA y !.AS COMPUTADORAS
que se pronuncian contra la imprenta y, para expresarlas de modo más
efectivo, las ponen en letra impresa. La misma incongruencia en los ata-
. renden y muchas se molestan al ave- ques contra las computadoras se expresa en que, para hacerlos más efec-
La mayoría de las personas s~ sorp b. , ' múnmente impugnadas tivos, aquellos que los realizan escogen artículos o libros impresos con
· a las mismas o ~ec10nes co
riguar que, en esenc1 ' d f dirigidas por Platón contra base en cintas procesadas en terminales de computadora. La escritura,
, t las computa oras ueron .
hoy en d 1a con ra I S 'pt. Carta la escntura, se- la imprenta y la computadora son, todas ellas, formas de tecnologizar la
la escritura, en el Fedro (274-277) y en¡ ª¡, de una inhur~a~a al pretender palabra. Una vez tecnologizada, no puede criticarse de manera efectiva
, h d ir a Sócrates en e 'e ro, es . .
gún Platon ace ec l'dad sólo puede existir lo que la tecnología ha hecho con ella sin recurrir a la tecnología más
f d l >ensarnicnto Io que en rea i
establecer uera e l d .- nufacturado Desde luego, compleja de que se disponga. Además, la nueva ter:nología no se emplea
dentro de él. Es un objeto, un pro uctEo ma ndo lugar. afirma el Só- sólo para hacer la crítica: de hecho, da la existencia a ésta. El pensamien-
. d las computadoras. .,n segu ' . t
lo mismo se d 1cc e _ ~ oria Los que la utilicen l to filosóficamente analítico de Platón, como se ha visto (Havelock, 1963),
1
crates de Platón, la escritura dest~uye ªr::::~o cx.terior por lo que les • incluso su crítica a la escritura, fue posible sólo debido a los efectos que
se harán olvidadizos al depender . e und b'l't el pensamiento. Hoy en 1
• la escritura comenzaba a surtir sobre los procesos mentales .
¡
• t os La escritura e 1 1 a
falta en recursos m ern · , d ellos temen que las calculadoras de En realidad, como Havelock demuestra de manera excelente (J963),
día, los padres, y otros ademas e ' , lo que debiera ser el re- la epistemología entera de Platón fue inadvertidamente un rechazo pro-
. un recurso externo para .
bolsillo proporcionen . . • aprendidas de memoria. gramado del antiguo mundo vital oral, variable, cálido y de interacción
. d I tablas de mu 1op 11cac1ones
curso rnterno e as · . ·,an el trabaJ·o que lo man- personal propjo de una cultura oral (representada por los poetas, a quie-
T 1 pensamiento 1e qm
Las calculadoras d e b I Han e ' •w 110 ¡)roducc respuestas. nes no admitía en su República). El término idea, forma, tiene princi-
~ En tercer lugar un texto escn b !
tiene en orma. ' r palabras es posible o te- pios visuales, viene de la misma raíz que el latín video, ver, y de ahí, sus
Si uno le pide a una pe_rsona que! ex~d1que su:exto no 'se recibe nada a derivados en inglés tales como vision [visión], visible [visible] o videotape.
. 'órs1unoseop1eaun '
ner una exp l icac1 I ' d estúpidas que provoca- La forma platónica era la forma concebida por analogía con la forma
· smas palabras a menu o •
cambio, sa va as nu
'
ron la pregunta en uo P
1
-
E •
rincipio n 1a en 1ca
· 'B
b" ·' - ' asura entra,
,,. moderna de la computado-
basura sale '' En cuarto
-·
1 · visible. Las ideas platónicas no tienen voz; son inmóviles; faltas de toda
calidez; no implican interacción sino que están aisladas; no integran una
ra, se hace la misma o J~c1on. t !"dad agonística de las culturas orales, 1 parte del mundo vital humano en absoluto, sino que se encuentran to-
lugar' y de acuerd~ con a ~en_ a l uta a la escritura el hecho de que la
el Sócrates de Platon tamb1en imp de hacerlo la palabra
¡ talmente por encima y más allá del mismo. Por supuesto, Platón no co-
. de defenderse como es capaz ~
nocía ele ninguna manera las fuerzas inconscientes que obraban sobre
palabra i;:scnta no pue . 1 cales siempre existen esen- su psique para producir esta reacción, o sobre-reacción, de una persona
el habla y el pensam1en o r .
hab 1a d- a natura1: . a vuelta entre personas. La escr'.tura que sabe leer ante la o_ralidad persistente y retardadora.
cialrnentc en un contexto de id y
es pasiva; fuera de dicho contexto, en un rnun
que las comput~doras. d
do irreal y artificial ... igual
Thomas Bodlcy en el sentido de que, en la Biblioteca de Bodleyana. de no surge inevitablemente del inconsciente. El proceso de poner por es-
Oxford, "cada libro es tu epitafio". En Pippa Passes, Robert :8rownm_g crito una lengua hablada es regido por reglas ideadas conscientemente,
llama la atención a la práctica, difundida aún hoy en día, d_e mtr:>duc1r definibles: por ejemplo, cierto pictograma representará una palabra es-
flores frescas para que se marchiten entre las páginas de los _libros 1m~re- pecífica dada, o a representará un fonema, b otro, y así sucesivamente.
sos: "fadedyellow b/ossomrl twixt page and page" ["entre págma Y págma/ (Esto nd pretende negar que la situación de escritor-lector creada por
flores amarillas marchitas"]. La flor muerta, en otro tiempo vIVa, es el ,. la escritura afecta profundamente los procesos inconscientes que deter-
equivalente psíquico del texto verbal. La_paradoja radica e~ el hecho de minan la composición escrita una vez que se han aprendido las reglas
que la mortalidad del texto, su apartamiento del mund~ :1ral humano explíéitas y conscientes. Trataremos este punto más adelante.)
vivo, su rígida estabilidad visual, aseguran su perdurab1hd~d Y su po- Afirmar que la escritura es artificial no significa condenarla sino elo-
tencial para ser resucitado dentro de ili~itados contextos vivos por un giarla. Como otras creaciones artificiales y, en efecto, más que cualquier
número virtualmente infinito de lectores vivos (Ong, 1977, pp. 230-271 ). otra, tiene un valor inestimable y de hecho esencial para la realización
de- aptitudes humanas más pknas, interiores. Las tecnologías no son só-
lo recursos externos, sino también transformaciones interiores de la con-
LA ESCRl11JRA F.S UNA TECNOI.OCÍA ciencia, y mucho más cuando afectan la palabra. Tales transformaciones
pueden resultar estimulantes. La escritura da vigor a la conciencia. La
Platón consideraba la escritura como una tecnología externa Y ajena, lo alíenaáón de un medio natural puede beneficiarnos y, de hecho, en mu-
mismo que muchas personas hoy en día piensan de la con:iputadora. Pues- chos sentidos resulta esencial para una vida humana plena. Para vivir
to que en la actualidad ya hemos interiori~ado la escntura de mane.ra y comprender totalmente, no necesitamos sólo la proximidad, sino tam-
tan profunda y hecho de ella una parte tan _imp?rt_ante de, nosotros rms- bién la distancia. Y esto es lo que la escritura aporta a la conciencia co-
mos, así como la época de Platón no la hab1a as1mllado aun ple~amente mo nada más puede hacerlo.
(Havelock, 1963), nos parece difícil considerarla una tecnolo~ia; como Las tecnologías son artificiales, pero, -otra paradoja- lo artificial es
por lo regular lo hacemos con la imprent~ y la comp~~adora. S1_n embar- natural para los seres humanos. Interiorizada adecuadamente, la tecno-
go, la escritura (y particularmen_tc la escntura alf<:beuca) _const1~uye una logía no degrada la vida humana sino por lo contrario, la mejora. La
tecnología que necesita herramientas y otro eqmpo: estilos, pmccl.es o orquesta moderna, por ejemplo, constituye el resultado de una compleja
plumas; superficies cuidadosamc~te pre~aradas, _como el papel, pic~es tecnología. Un violín es un instrumento, o sea, una·herramienta. Un
de animales, tablas de madera; as1 como untas o pmturas, y mucho mas. órgano es una enorme máquina, con fuentes de poder -bombas, fue-
Clanchv (1979, pp. 88-115) trata el asunt~ detalladament;: dentro del lles, generadores eléctricos- ubicadas totalmente fuera de su operador.
contexto medieval de Occidente, en el capitulo 111t1tulad? La tec~olo La partitura de Beethoven para su Quinta Sinfonía consiste en instruc-
gía de la escritura". En cierto mo_do, de las tres tecnolog1as, la e~cntura ciones muy cuidadosas para técnicos altamente calificados, que especifi-
es la más radical. Inició lo que la imprenta y las computadoras solo con- can exactamente cómo deben utilizar sus herramientas. Legato: no quite
tinúan: la reducción del sonido dinámico al espacio inmóvil; la sep':r~- el dedo de una tecla antes de hacer sonar la siguiente. Staccato: toque la
ción de la palabra del presente vivo, el único lugar donde pueden.existir nota y quite el dedo de inmediato. Y así sucesivamente. Como bien sa-
ben los musicólogos, no tiene sentido oponerse a las c0mposiciones elec-
las palabras habladas.
Por contraste con el habla natural, oral, la escritura es completamen- trónicas como The Wild B11ll de Morton Subotnik porque los sonidos sean
te artificial. No hay manera de escribir "naturalmente". El habla oral producidos por aparatos mecánicos. ¿Dónde cree usted que se originan
es del todo natural para los seres humanos en el sentido de que, en toda los sonidos de un órgano? ¿O de un violín o incluso de un silbato? El
cultura, el que no esté fisiológica o psicológicament~ afectado, aprende hecho es que, al emplear aparatos mecánicos, un violinista o un organis-
a hablar. El habla crea· la vida consciente, pero asciende hasta la con- ta pueden expresar algo intensamente humano que no sería posible sjn
ciencia desde profundidades inconscientes, aunque desde luego con la dicho aparato. Para lograr tal expresión, por supuesto, el violinista u or-
cooperación voluntaria e involuntaria de la s?ciedad. Las regl~s grama- ganista tiene que haber interiorizado la tecnología, haber hecho dc,la hé-
ticales se hallan en el inconsciente en el senudo de que es posible saber rramienta o de la máquina una segunda naturaleza, una parte psicológica
cómo aplicarlas e incluso cómo establecer otras nuevas aunque no se puede de sí mismo. Esto requiere años de "práctica", de aprender cómo lo-
grar que la herramienta haga lo que puede hacer. Tal adaptación de una
explicar qué son. • herramienta a uno mismo, o aprendizaje de una habilidad'tecnológica,
La escritura o grafía difiere como tal del habla en el sentido de que
¡
¡
de una cultura a otra, pero el minucioso estudio histórico de casos parti-
siglo x11. cu_la_res h~cho por Clanchy del uso de la escritura para propósitos ad-
Los arcaicos hábitos mentales orales de pensar en voz alta propician mm1stra_t1vos prácticos en la Inglaterra de los siglos x1 y x11 (1979),
el dictado, pero también lo hacía el estado de la tecnología de la escritu- proporciona una clara muestra de la medida en que el lenguaje oral pue-
ra. En el acto físico de escribir, afirma en la Edad Media el inglés.Orde- de aún subsistir en el lenguaje escr·ito, incluso en un medio administrativo.
ric Vitalis, ''todo el cuerpo participa" (Clanchy, 1979, p. 90). A través · En el periodo que analiza, Clanchy descubre que los "documentos
de la Edad Media europea, los autores a menudo contrataban amanuen- n.o inspiraba.n confianza en seguida" (Clanchy, 1979, p. 230). Fue pre· 1
ses. Por supuesto, la composición por escrito -la hilación escrita de los c1so persuadir a la gente de que la escritura mejoraba lo bastante los vie- 1
pensamientos, particularmente en composiciones más breves- se prac- jos métodos orales para justificar todos los gastos y fastidiosas técnicas
ticaba en cierta medida-desde la antigüedad; sin embargo, en las distin•- que implicaba. Antes del uso de documentos, comúnmente se utilizaba 1
tas culturas su empleo en obras literarias y otros escritos extensos llegó el testimonio colectivo oral para fijar, por ejemplo, la edad de loS here-
a generalizarse en distintas épocas. No era muy conocida aún en la In-
glaterra del siglo x1; y cuando se aplicaba, incluso en este periodo tan
deros feudales. Para poner fin a una disputa en. 1127, tocante a si los,derc-
chos de aduana del puerto de Sandwich correspondían a la Abadía de ¡;
tardío, podía llev~rse a cabo en un marco psicológico tan oral que nos ?an Agustín en Canterbury ·o a la Iglesia de Cristo, se eligió un jurado
1
resulte difícil de imaginar. En el siglo x1, Eadmer de St. Albans afirma integrado por doce hombres de Dover y doce de Sandwich, "personas
que, al escribir, tenía la impresión de estar dictándose así mismo mayores, maduras y sabias que dieran un buen testimonio''. Cada
.··-·--· -,-----------------------=-
uno de ellos declaró que, según "he sabido por mis antepasados, y he vive cotidianamente dentro de un marco de tiempo computado, reforza-
visto y oído desde mi juventud", los tri bulos pertenecían a la Iglesia de do por millones de calendarios impresos, relojes de pared y de pulso. E.n
Cristo (Clanchy, 1979, pp. 232-233). Estaban acordándose públicamen- la Ingl_aterra del siglo XII, no había relojes de pared ni de pulso ni ca-
te de lo que otros habían recordado antes que ellos. lendanos para la pared o el escritorio.
Los testigos eran prima facie más creíbles que los textos, porque era Antes de que la escritura se interiorizara profundamente mediante la
posible cuestionarlos y obligarlos a defender sus afirmaciones, mientras imprenta, la gente no consideraba que estuviera siluada, en todo mo-
con los textos esto no podía hacerse ( esta, como se recordará, fue preci- mento de sus vidas, dcnlro de un tiempo computado abstracto de cual-
samente una de las objeciones de Platón contra la escritura). LO-" méto- quier tipo. Parece poco probable que la mayoría de las personas en la
dos notariales para dar validez a los documentos se comprometen a Europa occidental del medievo o incluso del Rcnaciruicnt.o hubiera sa-
inlegrar los mecanismos de autenticidad en los textos escritos. Sin ~rn- bido habitualmente en qué año vivían, a partir del nacimiento de Cristo
bargo, <;e desarrollan tardíamente en las culturas que conocen la escntu- o de otro punto cualquiera en el pasado. ¿Por qué tenían que saberlo?
ra y mucho más tarde en Inglaterra que en Italia (Clanchy, 1979, La indcci:.ión en cuanto al punto desde el cual debían hacerse los cálcu-
pp. 235-236). Los documentos escriws mismos a menudo se autenticaban los comprueba la lrivialidad de la cuestión. En una cultura sin periódi-
no por escrito sino mediante objetos simbólicos como un cuchillo, liga- cos u otro material fechado regularmente que dejara una huella en la
do al documento por una correa de pergamino; (Clanchy, 1979, p. 24). conciencia, ¿q11é sentido ~cndría para la mayoría de las personas saber
En efecto, los objetos simbólicos solos podían servir de instrumentos pa- en qué año vivían? El número abstracto del calendario no estaría relacio-
ra la t.ransfcrcncia de propiedades. En ca 1130, Thornas de Muscharnps nado con nada en la vida real. La mayoría de las personas no sabía - y
traspasó sus propiedades de Hctherslaw a los 1nonjc.s de Durham ofre- nunca trataba siquiera de descubrir- en qué año había nacido.
ciendo su espada sobre un altar (Clanchy, 1979, p. 25). lncluso después Asimismo, las cédulas se acompañaban invariablemente de alguna ma-
del Drmtt"sday Book* (1085-J086) y del aumento consiguiente en la docu- nera con los obsequios simbólicos, como cuchillos o espadas. Éstos po-
mentación escrita, la historia acerca del conde Warrenne muestra cómo dían identificarse por su apariencia. Y, en efecto, era muy común que
el antiguo sistema oral del pensamiento aún persistía: ante los jueces, las cédulas se falsificaran para darles la aparienéia (por equivocada que
en procedimientos quo warranto bajo Eduardo I (su reinó comprende los fuera) que una corte consideraba aprnpiada (Clanchy, 1979, p. 24·9, ci-
años 1272-1306), el condc·Warrenne no presentó una cédula sino ''una tando a P. H. Sawycr). '' Los falsificadores'', señala Clan ch y, no eran
antigua y oxidada espacia", haciendo protestas de que sus antepasados ¡ "descarriados ocasionales en las periferias de la práctica legal" sino "ex~
habían venido con Guillermo el Conquistador para ocupar Inglaterra por pcrtos arraigados en el centro de la cultura literaria e int~lectual del si-
medio de la espacia, y que él defendería sus tierras con ella. Clanchy se- glo xu". De las 164 cédulas existentes de Eduardo el Confesor, sin duda
i"1ala (1979, pp. 21-22) qUt~ la historia resulta algo dudosa debido a cier- 1-4 son falsificadas, sólo 64 son incucstionablernentc auténticas, y no
tas incongruencias, pero señala también que su persistencia da fe de un puede determinarse si el resto son legales o no.
sistema anterior ele pcnsamit:nf.O familiarizado con el valor testimonial Los errores comprobables que se derivan de los procedimientos eco-
nómicos y jurídicos aún radicalmente orales referidos por Clanchy son
de lns obsequios simbólicos.
Las p1:imeras cédulas que certifican l"a posesión de tierra en lnglate+ mínimos porque el pasado más exlenso era en su mayor parte inaccesi-
rra originalrncntc ni siquiera se fechaban (1979, pp. 231, 236-241), tal ble a la conciencia. ''La verdad recordada cra ... flexible y estaba al día''
vez por toda una variedad de motivos. Según Clanchy, acaso el de n1a- (Clanchy, 1979, p. 233). Como se ha visto en los casos de la Nigeria y
yor peso haya sidu que el "fechar obligaba al que escribía a expresar ~-~; Ghana modernas (Goody y Wau, 1968, pp. 31~34), en una economía
una opinión respecto a su lugar en el tiempo" (1979, p. 238), lo cual ,.s oral de pensamiento, los asuntos del pasado que no tuvieran cierta rela-
le exigía elegir un punto de referencia. ¿Cuál punto? ¿Había de ubicar ~, ción con el presente por lo regular caían en el olvido. La ley de la cos-
el doc:ümcnto con referencia a la creación del mundo? ('.A la crucifixión? {l.i! tumbre, sin vínculos con un material caído en desuso, estaba
¿_Al nacimiento de Cristo? Los papas fechaban los documentos ele esta automáticamente siempre al día y por lo tanto era actual, hecho que,
manera, a partir del nacimiento de Cristo; sin embargo, ¿resultaba pre~ paradójicamente, hace que la ley de la costumbre parezca inevitable y
suntuoso fechar un documento secular del mismo modo que lo hacían por ello muy vieja (cfr. Clanchy, 1979, p. 233). l.. . as personas cuya visión
los papas? Hoy en día, en las culturas de alta tecnología, todo mundo ~el munJo ha sido moldeada por un grado elevado de escolarización,
tienen qu~ recordar que en las culturas funcionalmente ora.les el pasadu
no se considera como un terreno categorizado, acribillado con '(hechos''
• Rl"!-:Ís!ru dt' \'Jll!_Mdnin:1111iL·n1ti {k ttl'ITas.
,..,,''·-
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100 ESCRITURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 101
o partes de información cuestionables y verificables. ~l pa.sado es dom~- en una cultura con características orales muy marcadas, incluso las ge-
1;¡0 de los antepasados, fuente resonante de una conc1e~c1a renovadora nealogías no resultan "listas" de datos sino más bien la "memoria de
de ta existencia actual, que en sí misma tampoco consu,tuye u~ ter~eno canciones cantadas". Los textos parecen cosas, inmovilizados en el es-
categorizado. El lenguaje oral no conoce las listas, las graficas m las 1lus- pacio visual, sujetos a lo que Goody llama un "análisis a la inversa"
tract0nes. . _ _, . (1977, pp. 49.-50). Goody muestra en detalle cómo, cuando los antropó-
Goody (1977, pp. 52-111) examina en detalle la S1gnificac1on intelec- logos exponen sobre una superficie escrita o impresa listas de varios artí-
tual de los cuadros y los listados, de los cuales el calendano consti_tuye culos hallados en los mitos orales (tribus, regiones de la tierra, tipos de
un ejemplo. La escritura hace posible tal aparato. En efecto, la escntura viento, y así sucesivamente), en realidad deforman el mundo mental en
en cierto sentido fue inventada principalmente para elaborar algo pare- el cual los mitos tienen su existencia propia. La satisfacción que propor·
cido al listado: la mayor parte, por mucho, de la es~ritura más tcn~prana cionan los mitos en esencia no es "coherente" de un modo tabular.
que conocemos. la grafía cuneiforme de 1os s~menos -cuyas pnme~a.s Por supuesto, las listas del tipo tratado por Goody son útiles si tene-
manifestaciones datan aproximadamente del ano 3500 a. de C.- se ut1h- mos una conciencia refleXíva de la deformación que inevitablemente pro-
zaba para hacer cuentas. Las culturas orales pri~arias por lo gener~l co- ducen. La presentación visual del material articulado de manera verbal
locan su equivalente de los listados en las narraciones, como el catalogo en el espacio posee su propia economía particular, sus propias leyes de
de navíos y capitanes en la Jlíada (ii. 461-879): no se trata de un recuento .1 movimiento y estructura. En la~ diversas grafías del mundo, los textos
exacto, sino de un despliegue operativo en un ~elato acerca de una gu_e- • se leen divergentemente de derecha a izquierda, de arriba hacia abajo,
rra. En el texto de la Tora, que puso por escnt.o formas de ~e1:sar aun ! o en todas estas for:mas al mismo tiempo, como en la escritura bustrófe-·
básicamente orales, el equivalente de la geografía ( el esta?Iccmucnto ~e ~-, don, pero en ningún lugar, hasta donde se sabe, de abajo hacia arriba.
la relación entre un lugar y otro) se integra en una n~rrac1ón f?rn_-iulana ¡ Los textos asimilan el enunciado al cuerpo humano. Introducen un con-
de acciones (Números, 33: 16 ss. ): '' Y partidos del desierto de Sma1, asen- cepto para "cabezas" en las acumulaciones del saber: "capítulo" se de-
taron en Kibroth-hataava. Y partidos de Kibroth-_hataav~ asent;ron e~ riva de caput en latín, que significa "cabeza'·' (del cuerpo humano). Las
Hasen)t. y partidos de Haseroth, asentaron en Ritma,-.. , Y as1 s~ccs1- páginas no sólo tienen "cabezas", sino también "pies", para las notas
vamcnte, en muchos versos más. Incluso las gcnealog1as que provienen de pie de página. Las referencias remiten a lo que se encuentra "arriba"
de una tradición de características marcadamente orales resultan, de he- y "abajo" en un texto cuando se quiere especificar algo varias páginas
cho, generalmente narrativas. En lugar de una recitaci~n de nombres, atrás o adelante. La significación de lo vertical y lo horizontal en los tex-
encontramos una secuencia de ''engendró'', de afirmac10nes de lo que tos merece un estudio formal. Kerckhove (1981, pp. 10-11 en !'pruebas")
alguien hizo: "e lrad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró~ Mct- t. sugiere que el notable crecimiento del hemisferio izquierdo determinó el
hujael, y Methujael engendró a Lamech" (~énesis, 4: 1_8j. Est? tipo de rumbo en la temprana escritura griega, primero de derecha a izquierda;
agregación proviene en parte de la tendencia oral a ut1ltz~: f~rmul~s, luego con el movimiento bustrófcdon (del tipo "arado de buey": una lí-
en parte del gusto mnemotécnico oral de aprovechar el equ1hbno .<'.ª 1 c- nea hacia la derecha y luego un giro en la siguiente línea, hacia la iz-
p1.:~tici6n de sujeto-predicado-objeto produce un esquema q~e facilita el { quierda; las letras se invierten según la dirección de la línea); al estilo
recuerdo, Jo que una mera secuencia de nombres no tendna), ~n parte ;,; , stoichedon (líneas verticales), y finalmente a un movimien-
de Ja propensión oral a la redundancia ( cada persona se menciona dos fl, to definitivo de izquierda a derecha sobre una línéa horizontal. Todo es-
veces, como el que engendra y como el engendrado), y en parte de la . to conforma un mundo de distribuciones bastante distinto de cualquier
costumbre oral de narrar antes que simplemente yuxtaponer (las perso- manifestación de la sensibilidad oral, que no tiene manera de operar con
nas no se encuentran inmóviles, como cuando la policía alinea a l~s de- ·f "cabezas" u organización verbal lineal. En todo el mundo, el alfabeto,
Jincuentes uno junto al otro para identificarlos, sino que están haciendo ~:, este reductor despiadadamente eficaz del sonido al espacio, está obliga-
algo, a saber: engenrlrando). ,J
Estos pasajes bíblicos son, claro está, registros escritos, pero nac~n de ;f:
do a prestar servicio directo para establecer las nuevas secuencias defini-
das en el espacio: los artículos se marcan a, b, e, y así sucesivamente,
una sensibilidad y tradición constituidas oralmente. No se les considera ·) para indicar su orden, y aun los poemas, en los primeros días de 13. escri-
como cosas, sino como reconstituciones de sucesOs en el tiempo. Las_se--$ '. tura, se componen siguiendo el orden del alfabeto con la primera letra
cuencias presentadas oralmente siempre son inciden~cs en el tiem_PO, im-? i- de la primera palabra de las líneas sucesivas. El alfabeto como simple
posibles de ''examinar'', porque no se presentan· visualmente ~rno ~ue(}J serie de letras constituye un vínculo fundamental entre la mnemotecnia
son, antes bien, articulaciones sonoras. En una cultura oral pnmana ºfi' oral y la escolarizada: por lo general la secuencia, de las letras del alfabe-
ESCRITURA Y CONCIENCIA 103
102 ESCRITURA Y CONCIENCIA
c~~mplo, gene~almcntc requieren que la voz se eleve un poco. La tradi-
In se aprende de memoria de manera oral y luego se utiliza para la recu- c1on ~; la escntura, adoptada y adaptada por experimentados críticos,
peración, en gran medida visual, de material, a manera de índices. tambien puede aportar algunos indicios cxtratextuales de las entonacio-
Las gráficas, que no sólo disponen los elementos del pensamiento en nes, ~unque n~ totalmente. Los actores pasan horas diciendo cómo pro-
una líne.a clasificatoria sino simultáneamente en órdenes horizontales y nunciar en realidad. las palabras del texto que tienen frente a sí. Un pasaje
varios en zig-zag, representan un marco de pensamiento más apartado dado puede ser recitado por un actor con gran sonoridad; por otro, con
aún que los listados en relación con los procesos intelectuales orales que, un susurro.
se supone, tales gráficas representan. El extenso uso de listados y parti- No sólo los lectores, sino también el escritor, carecen del contexto ex-
cularmente de gráficas, tan común en nuestras culturas de avanzada tec- tratcxtual. La f~lta de un contexto comprobal:~e es lo que normalmente
nología, es resultado no sólo de la escritura, sino de la profunda h·a~cc .m,ucho mas p~n~sa la actividad de la escritura que una presenta-
interiorización de lo impreso (Ong, 1958b, pp. 307-318 et passim), la cual c10~ ~~al ante un publico ,real. "El pú~lico del escritor siempre es imagi-
pone en práctica el uso de listas de palabras, esquemáticas y fijas, y otras nario (Ong_; 1977, pp. 5.l-81 ). El escntor debe crear un papel que pueda
aplicaciones informativas del espacio neutral, mucho más allá de cual- ser dcs~~penado por los lectores ausentes y a menudo desconocidos. Aun
quier posibilidad en una cultura con conocimiento de la escritura. al esc:1btr a un arr~igo Íntimo, tengo que crear una disposición anímica
para e!, a la cual el d~bc ~moldarse. El lector también tiene que crear
al escntor. Cua~d? mi amigo lea mi carta, es posible que me encuentre
ALGUNAS DINÁMICAS DE LA TEXTUALIDAD en un estado de animo enteramente distinto de cuando la escribí. En efec-
to, es mu?' posi~le que h~ya yo muerto. Para q1•~ un texto comunique
La condición de las palabras en un texto es totalmente distinta de su con- su n_iensaJC,. no importa s1 el autor está muerto o vivo. La mayoría de
dición en el discurso hablado. Aunque se refieran a sonidos y no tengan los l.161:os ex1~;entes hoy en~ día fueron es.critos por personas muertas ya,
sentido a menos que puedan relacionarse -externamente o en la La art1culac10n hablada solo es producida por los vivos.
imaginación- con los sonidos o, más precisamente, los fonemas que co- Incl:1so e~ un diario personal dirigido a mí mismo, tengo que crear
difi~an, las palabras escritas quedan aisladas del contexto más pleno dentro al destmatano De hecho, el diano requiere, en cierta forma de la in-
del cual las palabras habladas cobran vida. La palabra, en su ambiente venc16~ máx11.na de la persona que habla y ~e aquella a la cuai' se dir_ige.
oral natural forma parte de un presente· existencial real. La articulación I~a escntura siempre. es una especie de imitación del habla; y en un dia-
hablada es dirigida por una persona real y con vida a otra persona real na, P?r lo tanto, finJO estar hablando conmigo mismo. Pero nunca ha-
y con vida u otras personas reales y con vida, en un momento específico blo as1 cuando me refiero a mí mismo. Ni podría hacerlo sin la escritura
dentro de un marco real, que siempre incluye más que las meras pala- o, de hecho, sin la imprenta. El diario personal es una forma literaria
bras. Las palabras habladas siempre consisten en modificaciones de una J;'
1
muy tardía, de h<:cho desconocida hasta el siglo XVII (Bocrner, 1969). La
situación total más que verbal. Nunca surgen solas, en un mero contex- clase de ar:ob~mtentos verbales solipsistas que implica son un producto
to de palabras.
'. de la conc1enc1a como ha sido moldeada por la cultura de lo impreso
Sin embargo, las palabras se encuentran solas en un texto. Es más, ¿Y fara cuál "y?" es_toy escribiendo? ¿El yo de ahora? ¿Cómo creo qu~
al componer un texto, al "escribir" algo, el que produce el enunciado ~ere ~entro de diez anos? ¿Cómc espero ser? ¿Para mí mismo cómo me
por escrito también está solo. La escritura es una operación soliJ)sista. 1ma~1.no o cómo espero que los demás me imaginen? Preguntas tales co-
Estoy escribiendo un libro que espero sea leído por cientos de miles de mo estas pueden colmar y colmar de angustias a los redactores de diarios
personas, de manera que debo aislarme de todos. Mientras escribo el Y co_n bastante frecuencia conducen a la interrupción de los diarios. El
presente libro, he dejado dicho que no estoy durante horas y días, de escritor no puede vivir ya con su ficción.
modo que nadie, incluso personas que probablemente leerán el libro, pue- Las formas. en l~s c_uales .los lectores son imaginados representa la parte
da interrumpir mi soledad. oculta de la h1.stona htcrana; la parte superior es la historia de los géne-
En un texto incluso las palabras que están ahí carecen de sus cualida- r
ros el maneJO de los personajes y la trama. Los primeros sistemas de
des fonéticas plenas. En el habla oral, una palabra debe producirse con escritura propo:cionan recursos al lector para situars,.e imaginari~mente.
una u otra entonación o tono de voz: enérgica, excitada, sosegada, irri- Presenta matenal filosófico en diálogos, como los del Sócrates de Platón
tada, resignada o como sea. Es imposible pronunciar oralmente una pa- que el_ lec~or puede imaginarse estar escuchando. O debe figurarse qu;
labra sin entonación alguna. En un texto, la puntuación puede señalar los ep1sod1os son contados a un público vivo durante un periodo de días.
el tono en un grado mínimo: un signo de interrogación o una coma, por 1
1
1
104 ESCRITURA y CONCIENCIA F.SCRITURA Y CONCIENCIA. 105
Más tarde, en la Edad Media, la escritura presenta textos filosóficos y nos separadas, en segmentos significativos. Empero, las palabras t:só·i-
teológicos a manera de objeciones y respu~stas, de manera que el lect,or tas agudizan el análisis, pues se exige más de las palabras individuales.
· · u n debate total . Boccacc10 y Chaucer presentan al lt.:c-
pue d e 1magmarse _
tor grupos ficticios de hombres y mujeres contándose h1stonas ~nos a
.
1
. Para darse a entender claramente sin ademanes, sin expresión facial, sin
entonación, sin un oyente real, uno tiene que prever juiciosamente to-
otros es decir, un relato principal, de modo que el lector puc~~ s1m_ula~ ¡ dos los posibles significados que un enunciado puede tener para cual-
'
que forma parte del grupo oyente. Pero, ¿quien ·' le cuc nt aª. q m en en Pn-
_ quier lector posible en cualquier situación concebible, y se debe hacer
de and Prejudice, Le Rouge et le noir o Adarn Bede? Los novelistas del siglo que el lenguaje funcione a fin de expresarse con claridad por sí mismo,
XIX repiten tímidamente <e querido lector
11
r
una ot~a v~z, par~ ~ecor- sin contexto existencial alguno. La necesidad de esta exquisita formali-
darse a sí mismos que no están contando una h1stona smo escnb1endo dad hace de la escritura la penosa labor que comúnmente es.
un relato en el cual tanto el autor como el lector tienen dificultades para Lo que _Goody (1977, p. 128) llama "análisis a la inversa" permite
ubicarse. La psicodinámica de Ja escritura madur6 muy lentamente en en la escritura eliminar incongruencias (Goody, 1977, pp. 49-50), elegir
la narración. ? S 'l ~- palabras con una selección reflexiva que dota a los pensamientos y
.y cómo ha de comprenderse al lector de Finn~gans' Wake. ~ o como 1"'1: las palabras de nuevos recursos de discriminación.' En una cultura oral, el
un e.lector. Pero de una especie imaginaria especial. La mayona de l_os f·: flujo de las palabras, el correspondiente fluJO de pensamiento, la copia
lectores en inglés no pueden o no quieren converti_rse e_n l~ clase especial ·r;-
..... defendida en Europa por los retóricos desde la Antigüedad clásica hasta
de lector quejoyce exige. Algunos toman cursos umvers1tanos para apren-
der cómo imaginarse a sí mismos, a la Joyce. A pesar de que su texto
es muy oral en el sentido de qu.e se lee bien en voz alta, la_v_oz,r ~u oyen-
te no caben en ningún marco concebible de la vida real, smo umc_amentc
,,
;-,;
\1';
.¡,
el Renacimiento, tiende a manejar las discrepancias falseándolas -en
este caso, la etimología resulta reveladora: glossa, lengua, producirlas ''con
la lengua''. En la escritura, las palabras, una vez ''articuladas'', exteriori-
l
·d ' ' ·"'·
y apotegmáticas, como en los proverbios. Co_n todo, la_sa~• una esta re: .. \"~·; hacia el esclarecimiento analítico de temas que Sócrates y Platón here-
Jacionada con un contcXto social total y relauv~m_ente mvwlable. El_ l~~n . ~ · daron de manera más "totalizada'', ajena al análisis, narrativa y oral.
guaje y el pensamiento qu~ se producen no se distinguen por su prec1s10 l~_;f ,• En The Greek. Concept ofJustice: From Its Shadow in Homer lo lü Substance
analítica. ,~',;,, ·t · in Plato ( 1978a), Have1ock analiza el movimiento que la obra de Platón
. puesto , todo lenguaJ·e y pensamiento es hasta. cierto
Por su • ¡ punto
,e ana-
me,¡-, (. llevó a su culminación. Nada de la concentración analítica de Platón so-
lítico: descompone el conti~uo compa~t? de la experiencia, a ,enor _'i.,-,"f, bre un concepto abstracto de la justicia puede hallarse en ninguna de
floreciente y ruidosa confusión" de W1l11am James, en partes mas o me; ;.f \ ~ ~ las culturas meramente orales en que se conocen. Asimismo, la devasta-
,, ~.:.. ¡.'
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---~ ~.-------~
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1:
108 ESCRJTURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 109
Webster's Third New lnternational Dictionary (1971) declara en el prefacio INFLUENCIAS RECÍPROCAS: LA RETÓRICA Y LOS TÓPICOS
que a las 450 mil palabras que incluye podía haber agregado un número
"muchas veces" mayor. Si suponemos que "muchas veces" debe signi- En occidente, dos tendencias particulares de la mayor importancia tu-
ficar por lo menos tres, y si redondeamos las cifras, podemos concluir vieron su origen en la oralidad y la escritura y dejaron sentir su efecto
que los ~ditores disponen de un registro aproximado de un millón y me- en la influencia mutua entre una y otra: se trata de la retórica académica
dio de palabras impresas en el inglés. Las lenguas y los dialectos orales y el latín culto.
pueden arreglárselas tal vez con cinco mil palabras o menos. En su volumen 111 de la Oxford llistory of English Literature, C. S. Lc-
La riqueza léxica de los grafolectos comienza con la escritura, pero wis advierte que la "retórica constituye la barrera más grande entre no-
su abundancia se debe a la impresión, ya que los recursós de un grafo- sotros y nuestros antepasados" (1954, p. 60). Lewis honra la magnitud
1ecto moderno se encuentran principalmente en los diccionarios. Existen del tema negándose a tratarlo, a pesar de su abrumadora importancia
listas limitadas de palabras de varios tipos que datan desde los inicios para la cultura de todas las épocas, por lo menos hasta la del Romanti-
mismos de la historia de la escritura (Coody, 1977, pp. 74-111 ); sin em- cismo (Ong, 1971, pp. 1-22, 255-283). En sus albores, el estudio de la
bar.g0, antes del establecimiento definitivo de la imprenta, los dicciona- retórica, que dominaba en todas las culturas occidentales, hasta esa épo-
rios 110 se ocupan de hacer una suma global de las palabras usadas en ca, constituyó la parte medular de la educación y la cultura de la Anti-
cualquier lengua. Resulta fácil comprender el porqué si se considera lo gua Grecia, donde el estudio de la "filosofía", representada por Sócrates,
que implicaría re.producir a mano sólo unas cuantas docenas de copias Platón y Aristóteles - y pese a toda su fecundidad subsiguiente- era
relativamente fieles del Webster's Third o incluso del mucho más reduci- un elemento relativamente menor en el conjunto de la cultura, que nun-
do l-Vebster's New Collegiate Dictionary. Los diccionarios de este tipo se en- ca pudo competir con la retórica ni en el número de sus adeptos ni en
cuentran a años luz de distancia del mundo de las culturas orales. Nada sus efectos sociales inmediatos (Marrow, 1956, pp. 194-205), como indi-
ilustra de manera más impresiona.nte cómo la escritura y lo impreso al- ca la infortunada suerte de Sócrates.
1
teran los estados de la conciencia. La retórica era, en su raíz, el arte de hablar en público, del discurso
Donde existe un grafolecto, la gramática y el uso ''correcto" general- oral, de la pcrsuación (retórica forense y deliberativa) o la demostración
mente se interpretan como la gramática y el uso del grafolecto mismo, (retórica "epidíctica"). El griego rethor tiene la misma raíz del latín ora-
sin wmar en consideración los de otros dialectos. Las bases sensoriales tor: "orador". En las teorías elaboradas por Havelock (1963) parecería 1
del concepto mismo de orden son principalmente visuales (Ong, 19676, ·evidente que, en un sentido muy profundo, la tradición retórica repre-
pp. 108, 136-137), y el hecho de que el grafolccto sea escrito o, afortiori, sentaba el antiguo mundo oral y la tradición filosófica, las nuevas es-
impreso, hace que se le atribuya un poder normativo especial para man- tructuras caligráficas del pensamiento. Al igual que Platón, C. S. Lewis
tener a la lengua en orden. Sin embargo, cuando además del grafolecto
otros diQ.lectos de un idioma dado difieren de la gramática de éste, no
de hecho volvía inconscientemente la espalda al antiguo mundo oral. A
través de los siglos, hasta la época del Romanticismo (cuando el ejercicio
1
son incorrectos: simplemente utilizan una gramática distinta, pues la len- de la retórica fue desviado, definitiva aunque no totalmente, de la pre-
gua es una estructura, y resulta imposible emplear una lengua sin gra- sentación oral a la escritura), el jnterés explícito o aun implícito en el
mática. En vista de lo anterior, hoy en día los lingüistas por lo común estudio y la-práctica formales de la retórica es una i:nucstra de la medida
insisten en que todos los dialectos son iguales en el sentido de que ningu- en que siguen presentes las huellas de oralidad priÍnaria en una cultura
no posee una gramática intrínsecamente más ''correcta" que la de otros. dada (Ong, 1971, pp. 23-103).
No obstante Hirsch (1977, pp. 43-50) establece, además, que en un sen- Los griegos homéricos y pre-homéricos, como los pueblos orales en
tido profundo ningún dialecto, por ejemplo, del inglés, alemán o italia- general, practicaban el discurso público con gran habilidad mucho antes
no,. cuenta con algo aun remotamente parecido a los recursos del de que sus facultades fueran reducidas a un ''arte'', es de'cir, a un con-
grafolecto. Resulta didác~icamentc equivocado reiterar que, si los otros junto de principios científicos de organización gradual, qUe explicaban
dialectos no son ''incorrectos'', no importa que las personas que los ha- y promovían los fundamentos de la persuasión verbal. Tal "arte" se pre-
blan aprendan o no el grafolecto, cuyos recursos corespondcn a una mag· senta en El arte de la retórica (Technerhetorikl) de Arístótdes. Las c1;1lturas
nitud completamente distinta. orales, como se ha visto, no pueden tener ''artes" de ~ste tipo cie;itífica- 1
mente organizado. Nadie podía ni put-dr simplemehté recitar d~ impro·
viso un tratado como El arte de lo. retórica de Aristótelcs,.como tendría que
hacerlo alguien perteneciente a una cultura oral si este tipo de éonoci-
110 ESCRITURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 111
miento fuera a ponerse en práctica. Las producciones orales extensas si- !Jamarse los ''lugares comunes analíticos''. En segundo lugar, los loci com-
guen normas más acumulativas y menos analíticas. El "arte'' de la mu.nes o lugares comunes se referían a colecciones de refranes (en reali-
retórica, aunque relacionado con el discurso oral, era, al igual que otras dad, fórmulas) sobre varios tópicos -como la lealt.ad, la decadencia, la
"artes", producto de la escritura. amistad o Jo que fuera- que podían integrarse en el propio discurso o
Las personas de una cultura de tecnología avanzada, que se percatan escrito. En este sentido, los loci commune.s pueden llamarse "lugares co·
de la gran cantidad de tratados que versan sobre retórica, desde la anti- munes acumulativos". Tanto los lugares comunes analíticos como los
güedad clásica hasta la .Edad Media, el Renaci_micnto y el Siglo de las acumulativos, claro está, mantenían viva la antigua sensibilidad oral para
Luces (v. gr. Kcnnedy, 1980; Murphy, 1974; Howell, 1956, 1971), dd el pensamiento y la expresión esencialmente compuestos de materiales
interés universal y obsesivo por el tema a través de las épocas y la canti- formularios, o bien convencionales, heredados del pasado, Lo anterior
dad de tiempo dedicada a su estudio, de su terminología vasta e intrin- no explica la totalidad de la compleja doctrina, ella misma parte inte-
cada para clasificar los cientos de figuras del lenguaje en griego y latí~1 grante del amplio arte de la retórica.
-antinomasia o prorwminatio, paradiastole o distinctio, anti-categoria o accusatzo La retórica, por supuesto, es en esencia antitética (Durand, 1960,
concertatiua, etc., et.e., etc.- (Lanham, 1968; Sonnino, 1968), probable- ~ ' pµ. 451, 453·459), pues·el orador habla haciendo frente a adversarios por
mente opinen: ''¡Qué pérdida de tiempo!'' sin embargo, para sus pri- lo menos implicados. la oratoria posee raíces profundamente agonísticas
meros descubridores o inventores, los sofistas de la Grecia del siglo v, (Ong, 1967b, pp. 192-222; 1981, pp. 119-148). El desarrollo de la vasta
la retórica era algo maravilloso pues daba una razón de ser a lo que más tradición retórica fue característico de Occidente y estuvo relacionado
apreciaban, la presentación oraJ eficaz y a menudo espcctacul~r; alg~ que -como causa o efecto, o ambos- con la tendencia entre los griegos y
había formado una parte característicamente humana de la ex1stenc1a del sus epígonos culturales de dar máxima importancia a las oposiciones (en
hombre durante épocas, pero que -antes de la escritura- no hubiera
podido prepararse o explicarse de modo tan reflexivo.
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'•
el mundo mental y en el extramental) en contraposición con los hindúes
y los chinos, que doctrinariamente reducían su valor (Lloyd, 1966; Oli-
La retórica conservaba gran parte de la anr.igua sensibilidad oral para vcr, 1971).
el pensamiento y la expresión, como básicamente agonísticos y formula• ¡ Desde la antigüedad griega, el predominio de la retórica en los fun-
rios. Esto se manifiesta claramente en la enseñanza rctóriq1 sobre los "tó-
..,,.
.
' damentos académicos produjo, en todo el mundo escolarizado, la im-
picos" (Ong, 1967b, pp. 56:87; 1971, pp. 147-187; Howell, 1956, índice). presión, real aunque a menudo vaga, de que la oratoria era el paradigma
Con su herencia agonística, el aleccionamiento retórico suponía que el de toda expresión verbal, y mantuvo muy en alto el nivel agonístico del
objetivo de casi todo discurso era probar a refutar un punto contra algu- discurso mediante criterios actuales. La poesía misma con frecuencia se
na opinión contraria. El desarrollo de un tema era considerado como un comparaba con la oratoria ''epidíctica" y se consideraba que estaba re·
proceso de ºinvención", es decir, de hallar en los argumentos que otros lacionada fundamentalmente con la alabanza o la censura (como sucede
habían explotado siempre, aquéllos que fueran aplicables en cuestión.
Se suponía que estos argumentos se encontraban (según Quintil~ano) en
con mucha poesía oral, e incluso escrita, aún hoy en día).
Entrado el siglo x1x, la mayor parte del estilo literario en Occidente
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los "tópicos (topoi en griego, loci en latín), y a me11udo se designaban .f : fue delineado -de una u otra manera- por la retórica académica, con 1
como los loci communes o lugares comunes, pues se creía que pro_porcio- _.j.,' una excepción notable: el estilo literario de las escritoras. Entre las mu· 1
naban argumentos comunes para todo tipo de asuntos. . jeres que publicaban sus escritos (como lo hicieron muchas de ellas a partir l
Por lo menos desde los tiempos de Quintiliano, los loci communes se in- · del siglo XVII), casi ninguna había recibido tal entrenamiento. En la épo·
terpretaban en dos sentidos distintos. En primer lugar, se referían a los
"fundamentos" de la argumentación, que en la terminología de hoy se ''
1",:
,/: ca medieval y tiempo después, la educación de .las rnuchachas er;i a me-
nudo intensiva y producía administradoras eficientes de hogan;s que a
'
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1e·s llamaría "divisiones principales", a saber: definición, causa, efecto, . veces comprendían de cincuenta a ochenta personas -lo cual ya era una
oposiciones, semejanzas, y así sucrc:sivamente (la clasificación variaba e1~ 1.I absorbente tarea- (Markham, 1675, título); sin embargo, esta educa-
extensión según el autor). Si se quería una "demostración'' -nosotros H
~'
ción no se adquiría en instituciones académicas, las cuales enseñaban re-
simplemente le llamaríamos elaboración del pensamiento- sobre cual· 1 -~ \ tórica y todas las demás materias en latín. Cuando algunas pwjercs
quier tema, como la lealtad, el mal, la culpabilidad de un criminal acu- comenzaron a asistir a las escuelas durante el siglo xv1, las muchachas
sado, la amistad, la guerra o lo que fuera, siempre podía encontrarse no asistían a las principales, con enseñanza del latín, sino a los institutos
algo que dcr.ir mediante la definición, la atención a las causas, los efec· más nuevos, que utilizaban el idioma vulgar y cuya enseñanza era de
tos, las oposiciones y rodo lo demás. Estas divisiones principales pueden tipo práctico (comercio y asuntos domésticos), mientras los colegios más
,
~-
112 ESCRITURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 113
.-ii.
antiguos -con una instrucción basada en el latín- eran para los hom- Por basarse en lo académico, terreno totalmente masculino -salvo
bres que aspiraban a ser clérigos, abogados, médicos, diplomáticos y otros casos tan extraños que no vale 1a pena mencionar-, el latín culto tenía
servidores públicos. Las escritoras sin duda recibían la influencia de las otro aspecto eri común con la retórica, además de su origen clásico. Por
obras que habían leído y que pertenecían a la tradición retórica acadé- mucho más de mil años, estuvo vinculado con el sexo, una lengua escri-
mica basada en el latín; no obstante, ellas mismas normalmente se ex- ta y hablada únicamente por varones, aprendida fuera del hogar en un
presaban con un lenguaje distinto, mucho menos oratorio, lo c~al tuvo medio tribal que de hecho era la esfera del rito masculino de la puber-
mucho que ver con el surgimiento de la novela. tad, con todo y castigos físicos y otras clases de penitencias impuestas
deliberadamente (Ong, 1971, pp. 113-141; 1981, pp. 119-148). No te-
nía vínculo directo alguno con el inconsciente de nadie, del tipo que siem-
INFLUENCIAS RECÍPROCAS: LAS LENGUAS CULTAS pre tienen las lenguas maternas, aprendidas en la infancia.
El latín culto se relacionaba con la oralidad y el conocimiento de la
La otra gran infllJencia que en Occidente hizo sentir su efecto en la es- escritura, sin embargo, de maneras parad6jicas. Por una parte, como
trecha relación entre escrituras y oralidad fue el latín culto, resultado di- ¡' se acaba de notar, era una lengua dominada por la escritura. De los mi-
re1..lc dt.· la escritura. Alrededor de los años 550 y 700 d. de C., el latín
h, bJado como lengua vernácula en varias partes de Europa había evolu- ' llones que la hablaron_durante los siguientes 1 400 años, todos ellos po-
dían también escribirla. No había hablántes meramente orales. No
ci,mado en las primeras manifestaciones del italiano, el español, el cata- obstante, el dominio escrito del latín culto no impedía una afinidad con
lán, el francés, y las otras lenguas romance. Para el año 700 d. de C., la oralidad. Paradójicamente, el aspecto textual -que mantenía al latín
las personas que hablaban estos derivados del latín ya no entendían el arraigado en la antigüedad clásica- conservaba, en consecuencia, también
antiguo latín escrito, inteligible, quizá, para algunos de sus bisabuelos. sus raíces de oralidad, pues el ideal clásico de la educación no había sido
Su lengua hablada se había alejado demasiado de sus odgcnes. Empero, producir a un escritor eficaz sino af rhetor, al orator, al orador. La gramá-
la educación y con ella la mayor parte del discurso oficial de la Iglesia tica del latín culto provenía de este antiguo mundo oral y también su
o el Estado, continuaban produciéndose en latín. En realidad no había vocabulario básico, aunque, como sucede con todas las lenguas vivas,
alternativa. Europa representaba un embrollo de cientos,de idiomas y incorporó miles de palabras nuevas a través de los siglos.
dialectos, la mayoría de los c_uales no se escribe hasta la fecha. Las tribus Falto de los balbuceos infantiles, aislado de la más tierna edad de la
que hablaban innumerables dialectos germánicos y eslavos, y lenguas no infancia, donde se hallan las raíces psíquicas más profundas del lengua-
indoeuropeas aún más exóticas -como el magiar, el finlandés y d turco- je, sin ser primer lengua para ningÚno de quienes lo hablaban, pronun-
penetraban en Europa occidental. No había manera de traducir las obras ciado en toda Europa de modos a melludo mutuamente ininteligibles,
-literarias, cit':ntíficas, filosóficas, médicas o teológicas- enseñadas en pero escrito siempre de la misma manera, el latín culto constituía una
las universidades, ,-11 enjambre de dialectos vernáculos orales que a me- ejemplificación sorpre~dente del poder de la escritura para aislar el dis-
nudo resultaban muy distintos y mutuamente ininteligibles entre pobla- curso y de la productividad inigualada de tal aislamiento. La escritura,
ciones separadas quizá sólo por cincuenta millas. Hasta que uno u otro como se ha visto antes, sirve para separar y distanciar al conocedor de
dialecto llegaba a dominar lo bastante por motivos económicos o de otro lo conocido y, por ende, para establecer la objr.tividad. Se ha sugerido
tipo para ganar nuevos hablantes incluso de otras regiones dialectales (Ong, 1977, pp. 24-29) que el latín culto produce una objetividad aún
(como el dialecto de la región central del Este en Inglaterra, o el Hoch· mayor mediante la instauraci6n del conocimiento en un medio apartado
deutsch en Alemania), el único sistema práctico era enseñar el latín al Ji~ de las profundidades cargadas de emociones de nuestra lengua materna,
mitado número de muchachos que iban a la escuela. Así pues, otrora reduciendo de este modo la interferencia del mundo vital humano y po- .1
ulia lengua materna, el latín se volvió una lengua escolar _exclusivamen- sibilitando c1 reino extraordinariamente abstracto del escolasticismo me-
te, hablada no sólo en ·el aula sino también en todas las esferas según , dieval y de la nueva ciencia matemática moderna que siguió a la
las premisas de la escuela (al me11os en principio, porque de hecho no experiencia escolástica. Sin el latín culto, parece que la ciencia moderna
siempre ocurría así). Por dictado de los estatutos escolares, el latín se se hubiera puesto en marcha con mayor dificultad, si es que se puso en
había convertido en latín culto, una lengua dominada completamente .'' marcha. La ciencia moderna creció en suelo latino 1 pues los filósofos y
por la escritura, mientras los nuevos idiomas vernáculos romances deriva- científicos, hasta el tiempo de Sir Isaac Newton, comúnmente escribían
ron del larín del mismo modo que siempre se desarrollaban las lenguas: y elaboraban sus pensamientos abstractos en latín.
oraln1entc. El latín sufrió una división entre el sonido y la vista. La influencia recíproca entre una lengua como el latín culto, domina-
114 ESCRITURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 115
da por la escritura, y los diversos dialectos vernáculos (lengua maternas) bra. A pesar de que el humanismo del Renacimiento inventó el moder-
aún está lejos de comprenderse por completo. No hay manera de sim- no sa?e~ textual y dirigió el desarrollo de la impresión con tipos, también
plemente "traducir" un.idioma como el latín culto a otros como los ver- presto md~s otra vez a la antigüedad y así imbuyó nueva vida a la orali-
náculos. La traducción era transformación. La influencia recíproca dad. El est1l_o del inglés utilizado en el periodo de los Tudor (Ong, 1971,
producía todo tipo de resultados especiales. Bauml ( 1980, p. 264) llama PP· 2347) ~ rncluso mucho más tare.le, conservaba muchas características
la atención, por ejemplo, sobre algunos de los efectos causados cuando del lengu_aJe oral en su uso de epítetos, equilibrio, antítesis, estructuras
las metáforas de un latín conscientemente mt'.lafé,rico se trasladaban a for!'nula_nas Y. elementos de lugares comunes. Lo misrno sucedía con loi;
lenguas maternas menos metaforizadas. estilos hteranos europeos en general.
Durante este periodo, otras lenguas masculinas dominadas por la es- En ~a Ant~güedad clásica occidental, se daba por sentado que un tex-
critura se dcsarrol1aron en Europa y Asia, donde considerables pobla- to cscnto valioso debía y merecía leerse en voz alta, y la práctica de Jeet·
ciones escolarizadas querían compartir una herencia intelectual común. los textos en voz alta continuó, comúmente con muchas variaciones a
Contemporáneds del latín culto eran el hebreo rabínico, el árabe clásico, través d~I si~lo x,_x (Balogh, 1926). Esta práctica tuvo un fuerte infl~jo
el sánscrito y el chino clásico, con el griego bizantino como sexta lengua, en el est~lo ltterano desde la Antigüedad hasta tiempos bastante recic~-
definitivamente una lengua mucho menos culta pues el griego vernáculo tes (Balogh, 1926; Crosby, 1936; Nelson, 1976-1977; Ahern, 1982). Ai\o-
mantenía un estrecho contacto con ella (Ong, 1977, pp. 28-34). Todas rando
1
todavía ~a antigua oralidad, el siglo x1x creó concursos de
' oratoria'' q
estas lenguas ya no se usaban como lenguas maternas (es decir, en el u e m t enta b an vo Iver a un esta d o prístino los textos impre-
sentido directo, o sea que las madres ya no las utilizaban para criar a sos empleando una esrnerada habilidad para memorizar los textos pala-
los niños). No eran primeros idiomas para ningún individuo, se contro- bra po~ palabra, y recitarlas de tal manera que sonaran como
laban únicamente por la escritura, eran hablados sólo por hombres'(con pr~oducc10ncs orales. improvisadas (Howell, 1971, pp. 144-256). Dickens
algunas excepciones sin importancia, aunque quizá había más en el caso le1a extractos escogidos de sus novelas sobre la tribuna del orador. Los
del chino clásico que en los otros), y los hablaban sólo los que sabían
escribirlos y quienes de hocho los habían aprendido originalmente me-
diante el uso de la escritura. Tales lenguas ya no existen, y hoy en día
famosos McGuffey's_ Readers, publicados en Estados Unidos con aproxi-
madamente 120 millones de ejemplares entre 1836 y 1920, eran concebi•
dos com~ .selecciones de lecturas auxiliares, no para mejorar la
¡
resulta difícil comprender su antigua fuerza. Todos los idiomas utiliza-
dos para el discurso culto en la actualidad también son lenguas maternas
(o, en el caso del árabe, están integrando las lenguas maternas cada vez
comprensión de la.lectura (lo que idealizamos hoy en día) sino para la
lectu~·a declamatona. oral. Los M_cGujfey 's se especializaban en pasajes li-
teranos dond<: el sonido coi:rara importancia fundamental y versaran so-
l
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más a ellas). Nada muestra de manera más convincente que esta desa- bre ~randes. heroes (personaJCS con una gran influencia oral). Proporciona-
parición de la lengua dominada por la escritura, cómo esta última está ban mtcrmmables pronunciaciones orales y ejercicios para la re~piración
perdiendo irremediablemente su antiguo monopolio de poder (aunque
no su importancia) en el mundo actual.
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(Lynn, 1973, pp. 16 y 20).
La retórica misma lüe trasladándose, gradual pero mcvitablc,m.:ntc,
mu~?º
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del oral al mundo de la escritura. Desde la Antigüedad clásica,
las habilidades verbales aprendidas en la retórica se practicaban no sólo
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LA PERSISTENCIA DE LA ORALIDAD en la oratoria sino también en la escritura. P:ua el siglo xv, los libros
d_c texto de retórica comt'.'mmentc pasaban por alto, de las tradicionales
Corno indican las relaciones paradójicas de la oralidad y la escritura en c_mc~ lartes de la retórica (invención, disposición, estilo, memoria y re~
la retórica y el latín culto, la transición de la oralidad a la escritura fue c1.tac1on), la cuarta, la memoria, que no era aplicable a la escritura. Tam-
lenta (Ong, 1967b, pp. 53-87; 1971, pp. 23-48). En la Edad Media, los bién reducían al mínimo la última parte, la recitación (Howell, 1956,
tcxlos se ulilizaban mycho más que en la antigua Grecia y Roma, los pp. 146-270, etcétera). Por lo general realizaban estos cambios con es~
profesores disertaban sobre textos en las universidades, y sin embargo paciosas explicaciones o bien sin explicación alguna. Hoy en día, cuan-
nunca ponían a prueba por escrito los conocimientos o la habilidad inte- do los programas de estudios incluyen la retórica como materia, por Jo
lectual, sino siempre por medio del debate oral, costumbre que siguió regular esto sólo significa el estudio de cómo escribir correctamente. Pe-
practicándose de manera cada vez rnás disminuidas hasta el siglo XIX 11 ro nadie lanzó nunca deliberadamente un programa para dar esta nueva
y que hoy en día aún sobrevive como vestigio en la sustentación de la orientación a la retórica: el "arte" simplemente siguió el rumbo de la
tesis doctoral, en los lugares (cada vez menos) donde esto se acostum- conciencia, alejándose de una economía oral hacia una escrita. La ten-
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1 16 ESCRITURA Y CONCIENCIA
1.17
118 1.0 IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO ' LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLU[DO 119
dera tallados en relieve (Cartcr, 1955). Sin embargo, el avance decisivo
como el siglo XII en I nglatcrra, incluso la revisión de las cuentas finan-
en la historia de la imprenta fue la invención de la impresión tipogrAfica
cieras escritas todavía se hacía oralmente, mediante su lectura en voz
alfabética en la Eumpa del siglo xv. La escritura alfabética había divi-
alta. Clanchy (1979, pp. 215, 183) describe la práctica y señala el hecho
dido la palabra en los equivalentes espaciales de las unidades fonéticas
de que aún se manifiesta en nuestro vocabulario: incluso en la actuali-
( en principio, aunque las letras nunca funcionaron como indicadores en-
dad hablamos de "auditorías", es decir "escuchar", los libros de cuen-
teramente fonéticos). Sin embargo, las letras utilizadas en la escritura
tas, aunque en realidad lo que un contador hace hoy en día es examinarlo
no existen antes del texto en el cual ap;irccen. Con la impresión tipográ-
por medio de la vista. Antes, la gente que conservaba residuos de la in-
fica alfahética, las cosas cambian. Las palabras se componen de unida- fluencia oral podía entender mejor cuando escuchaba que cuando veía,
des (tipos) que existen como tales anles que las palabras a las que ciarán
aunque se tratara de cifras.
forma. La impresión sugiere, rnuchu más de lo que jamás lo hizo la es-
~a_s cul_turas de manuscristos siguieron siendo en gran medida oral-
critura, que las palabras son e, isas.
aud1t1vas mcluso para rescatar material conservado en textos. Los ma-
Al igual que el alfabeto, la impr<.;sión tipográfica alfabética fue una
nuscritos no eran fáciles de leer, según los criterios tipográficos ulterio-
invención única (Ong, 1967b, y h-is referencias ahí citadas). Los chinos
res y los lectores tendían a memorizar -al menos parcialmente- lo que
conocían el tipo movible, pero no tenían alfabeto, sólo caracteres básica-
hallaban en ellos pues no era fácil encontrar un dato específico en un
mente pictográficos. Antes de mediados del siglo xv los coreanos y tur-
rr'.~nuscrito. El aprendizaje de memoria era estimulado y facilitado tam-
cos uigures tenían ya alfabeto y utilizaban tipos movibles, pero éstos nl
b1en p_or el hecho de qu~, en las culturas de manuscritos y con gran in-
llevaban letras separadas sino palabras enteras. La impresión tipográfi-
fluencia oral, los enunciados encontrados incluso en los textos escritos
ca alfabética, en la cual cada letra era vaciada en un pedazo separado
a menudo conservaban las pautas mnemónicas orales que ayudaban a
de metal, o tipo, constityó un adelanto psicológico de la mayor impor-
la memorización. Además, por lo regular los lectores leían en voz alta,
tancia. Marcó profundamente la palabra misma en el proceso de manu-
pausadamente, con sonoridad o sollo voce, incluso cuando lo hacían a soM
factura y la convirtió en una especie de mercancía. La primera línea de
las, y esto también contribuía a la memonzac10n.
montaje, técnica de manufactura que en una serie de pasos establecidos
~ ucho después de inventada la imprenta, el proceso auditivo siguió
produce idénticos objetos complejos compuestos de partes,rccmplazables,
dom1_nando por algún tiempo el texto impreso visible, aunque finalmen-
no sería para fabricar estufas, zapatos o armas, sino para elaborar el li-
t~ lo impreso acabó por superarlo. El predominio auditivo puede perci-
bro impreso. A fines del siglo XVIII la R.evolución Industrial aplicó a otras
b1rsc notablemente en ejemplos tales corno las primeras portadas impresas,
manufacturas las técnicas de partes reemplazables que los impresores apli-
q_ue a menudo nos parecen disparatadamente caprichosas en su desaten-
caban desde hacía trescientos años. Pese a las conjeturas de muchos es-
ción a las unidad~s vi_s~alcs de las palabras. Las portadas del siglo xv1,
tructuralist:as semióticos, fue la impresión, no la escritura, la que de hecho
con gran frecuencia dividen las palabras importantes, incluso el nombre
reificó la yalabra y, con ella, la actividad intelectual (Ong, 1968b, pági-
del autor, con guiones, y presentan la primera parte de una palabra en
nas 306-3 18).
una línea con_ t~~o grande y la segunda en otra con tipo más pequeño,
1
Más que la v1si611, el oído había dominado ele manera signilicativa
com~ en la ed1c1011 de Th.e Boke named the Gouemour, de Sir Thomas Elyot,
el mu,~do intelectual de la Antigüedad, incluso mucho después _de que
~u~hcada en Londres por Thomas Berthelet en 1534 (ilustración I, véase
la escritura fuera profundamente interiorizada. La cultura del manus- S1e1nberg, 1974, p. 154). Palabras sin mayor importancia podían
l
crito en Occidente permaneció siempre marginalmcntc oral. Ambrosio
presentarse con tipos enormes: en la panada reproducida aquí, el "THE"
de MiLín captó la disposición anterior en su Comme11tary on Luke (iv. 5):
inicial es por mucho la palabra más notable de todas. El resultado a me·
'' La vista es a menudo engañada, el oído sirve de garantía.'' En Occi- nudo es estéticamente agradable como diseño visual, pero choca con nues-
Uente, durante todo el Renacimiento la producción verbal más enseña- tro concepto contemporáneo de lo textual. Sin embargo, esrn costumbn:
da fue la oración y quedó implícitamente como el paradigma básico para
es el punto a partir del cual se diferenció nuestro concepto actual. N ues-
todo discurso, tanto escrito como oral. El material escrito era secundario·
tras actitudes son las que se han transformado y por lo tanto precisan
al oído de maneras que hoy en día nos parecen excéntricas. La escritura
ser explicadas. ¿Por qué el procedimiento original, supuestamente más
servía principalmente para recircular el conocimiento al mundo oral, como
"natural1', nos parece equivocado? Porque tomamos las palabras im-
en los debaLes ,.rniversitarios medievales, para leer textos literarios y de
pre_sas ante nosotrvs como unidades visuales (aunque en la lectura las
otro tipo ame grupos (Crosby, 1936; Ahcrn, 1981; Nclson, 1976-1977),
articulemos al menos en la imaginación). Evidentemente, al buscar el
y para leer en voz alta incluso al hacerlo a solas. Por lo menos tan tarde
significado de un texto, el siglo xv1 se concentraba menos en el aspecto
~ .....
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lgura
I
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presión con su orden y cará<..:tcr inevitable: las líneas pcrfcctaniente
regulares, todas justificadas en el lugar adecuado; como resultado, la im-
presión visual es de simetría, aun sin la ayuda de renglones o márgenes
I
dibujados que a menudo se encuentran en los manuscritos. Se trata de
1
·~ un insistente mundo de_ datos fríos, no humanos. '' Así son las cosas'',
de la pcilabra y más en su sonido de lo que acoS t umbramos nosotros. To- _:; la rúbrica de identificación de Waltcr Cronkite en la· televisión proviene
do tex!o implica vista y so111do Pe10 1111entras ahora experimentamos la ,; __ . del mundo de Jo impreso, que subyace a·la oralidad secundaria de la te·
lectura como una actividad visual que SUSCita sonido en nosotros, la pn- f~ lcvisi6n (Ong, 1971, pp, 284-303).
mera etapa de la !1~1presión aún_ la consid~raba ~yndam~ntalmentc ~~~- En conjunto, los textos impresos son mucho más fáciles de leer que
como u11 proceso auditivo al cual 1,, vista sólo poma en m~rc~a. Si u~lo co~o 1't~, los manuscritos. Los efectos de la mayor claridad de lo impreso son mu-
lector stntía que- estaba cs:uchando !ªs pal~bras; ¿que diferen~i~ h~b,~ jj chos. En última instancia, sirve para una lectura rápida y silenciosa. És·
si el texto visible cmprend1a su prop~o cammo _visualr~~ente eS t etico. ~e ,;f¡ ta a su vez crea una relación distinta, entre el lector y la voz .del autor
recordará que los manuscr!tos antenores ~ la ;11preswn por lo comu~;.~'i
1
.... }.:. en el texto y exige estilos distintos de escritura. En la producción de•una
juntaban las palabras o deJaban un espacw m,mmo entre e_llas. :t";t; · obra la impresión comprende muchas personas además del autor: edito-
Con el tiempo, sin embargo, la impres_ión reemplazó e~ persIS t ente pre·4~J. res, agentes literarios, correctores de pruebas, revisores de manuscritos
dominio del oído en el mundo del pensamiento Y la expreSIOn con el predo·.,,'~jj . y otros. Antes y después del escrutinio de tales personas, el escribir para
minio de la vista, que tuvo sus i~icios en _la escritur~ ?ero que no pudo_-¡.•. -,l<<.:·. la impresión a menudo precisa revisiones esmeradas de parte del autor
prosperar sólo con el apoyo de esta. La imprenta Sllua las palabras e.n, •, ;. : ;,:~?· :.
B-~1¡,l
. . .:_., "/:~~J.·.
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. recer). Una vez más, la escritura está aquí al servicio de la oralidad .
Los ejemplos de Goddy muestran la elaboración relativamente com-
EL ESPACIO Y 1-:1. SIGNIFICADO pleja del material articulado en forma verbal en las culturas que cono-
cían la escritura, a fin de volver más directa la recuperación del material
La escritura reconstituyó la palabra hablada, originalrnentc oral, en el mediante su organización espacial. Las listas clasifican los nombres de
espacio visual y la impresión la incrustó más categóricamente en espa-:I artículos relacionados unos con otros en el mismo espacio visual físico.
cio. Lo anterior puede distinguirse en creaciones tales como los listados, La imprenta crea un uso mucho más refinado del espacio para la organi-
sobre todo los índices alfabéticos; en el uso de palabras ( en lugar de sím- zación visual y conservación del material.
bolos iconográficos) para los marbetes; de dibujos impresos ·de todos ti- Los índices representan un adelanto primordial en este sentido. Los
pos para transmitir información; y del espacio tipográfi~o abstracto para índices alfabéticos muestran notablemente la separación de las palabras
influir recíproca y geométricamente con las pala~ras impresas en una del discurso y su inclusión en el espacio tipográfico. Era posible hacer
línea de evolución que se extiende desde las doctrinas de Ramus hasta un índice alfabético de los manuscritos, pero esto rara vez ocurrió (Da-
la poesía concreta y la logomaquia de Derrida con el texto (casi siempre ly, 1967, pp. 81-90; Clanchy, !979, pp. 28-29 y 85). Puesto que dos manus-
impreso, no solamente ese.rito). critos de una obra dada, aunque fueran copiados del mismo dictado, ca-
si nunca coinciden página por página, cada manuscrito normalmente
requiere un índice distinto. Hacer índices no valía la pena. Resultaba
(i) Índices más sensata la rememoración auditiva por medio del aprendizaje de me~
maria, aunque no podía abarcarlo todo. Para la localización visual de
Los listados tuvieron su origen en la escritura, Goody trata ( 1977, '
,J·'
los materiales en un texto manuscrito, a menudo se preferían los símbo-
pp. 74-111) el uso de los listados en la grafía u_garítica de alrededor del los gráficos en vez de los índices alfabéticos. Un símbolo predilecto era
año 1300 a. de C. así como en otras grafías antiguas. Hace notar (1977, el ''párrafo'', que originalmente se indicaba con esta marca 1r', y no una
pp. 87-88) que la infonnación en los listados se derivan de la situación social unidad de discurso. Si se hacían índices alfabéticos, eran pocos, a menu-
a \a cual pertenecía (''cabritos cebados'', ''ovejas apacentadas'', etcéte- do deficientes y por lo común no comprendidos, incluso en la .Europa
ra, sin más especificaciones) y también del contexto lingüístico (general- del siglo x111, cuando a veces un índice preparado para un man~scrito
mente, en·la articulación oral los sustantivos no están desligados, corno se añadía sin cambio de los números de páginas a otro manuscnto con
en los listados, sino integrados en las frases: rara vez escucharnos una una numeración diferente (Clanchy, 1979,p. 144). A veces, los índic~s
recitación oral constituida simplemente por una serie de sustantivos, a parecen haberse valorado por su belleza y misterio antes que por su ut1-
:¡
. 124 LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO 125
lidad. En 1286, un compilador genovés podía maravillarse del catálogo ·;: ser introducido por un comentario al lector, al igual que una conversa-
;1lfabético que había elaborado como resultado no de su propia habili- ,t ción pudiera comenzar con una observación de una persona a otra: "Hic
dad sino de "la gracia de Dios que obró por mí" (Daly, 1967, p. 73). :\., habes, carisst"me lector, librum quem scripset quidam de ... '' (He aquí, caro lec-
,i
Durante mucho tiempo, los índices se hacían sólo por las primeras le- '? tor, un libro que Fulano de Tal escribió sobre ... ). La herencia oral se
tras, o, más bien, por los primeros sonidos: por ejemplo, en una obra manifiesta aquí, pues aunque las culturas orales tienen, claro está, ma-
latina publicada en fecha tan tardía como 1506 en Roma, dado que en neras de referirse a los relatos u otras recitaciones tradicionales (los rela-
el italiano y el latín pronunciado por las personas de habla italiana no t'· tos de las guerras de Troya, las de Mwindo, y así sucesivamente), los
se articula la letra h, "Halyzones" se incluye en la a (tratado en 5~ títulos que semejan marbetes no resultan muy convenientes en las cultu-
Ong, 1977, pp. 169-172). Aquí incluso la r_ccuperación visual funciona de ras orales: Homero difícilmente hubiera iniciado una declamación de epi-
·manera. auditiva. Specimen epithetorum, de Ioannes Ravisius Textor (Pa- ~, sodios de la llíada diciendo: "La llíada".
rís, 1518) coloca alfabéticamente "Apolo" antes de todas; las demás anota- -~-
ciones bajo la a, porque Textor considera apropiado que, e_n una obra f
relacionada con la poesía, el dios de la misma reciba la poRición más pro- l (ii) Libros, contenidos y portadas
minente. Evidentemente, incluso en un índice alfabético impreso, la re- ·tí
cupcración visual tenía poca importancia. El mundo oral personalizado \. Una vez que lo impreso se había interiorizado del todo, un libro era con-
aún podía negarse a tratar las palabras como si fueran cosas. j; siderado como una especie de objeto que "contenía" información, cien-
El índice alfabético en realidad representa una encrucijada entre las ~ tífica, ficticia o de otro tipo; es decir, ya no era, como antes, enunciado
culturas allditiva y visual. La palabra indexes una forma abreviada del
original index locorum o index locorum communium, "índice de lugares" o
1,
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plasmado por escrito (Ong, 1958b, p. 313). Cada libro en sí era una edi-
ción impresa físicamente igual a otro, un objeto idéntico; lo que no suce-
"índice de lugares comunes". La retórica aportó los varios loci o "tóp i- Ji día con los libros manuscritos, incluso cuando reproducían el mismo texto.
cos" -nosotros los llamaríamos las grandes divisiones- bajo las cua 1es " -~,; Ahora bien, con la invención de la imprenta, dos copias de una obra da-
era posible hallar diversos "argumentos", encabezados como la causa, ~ da no sólo decían lo mismo, sino que eran duplicados una de la otra co-
el efecto, temas relacionados, temas no relac i~nados , ~ asd·í sbucesivam en- -.A. ·, mo objetos. La situación propició el uso de carátulas y el libro impreso, por
te. Al abordar el texto coll'este instrumenta1 1ormu1ano e ases ora 1es, f ser un objeto estampado con letras, adoptó fácilmente una.presentación
el realizador de índices de hace 400 años simplemente apuntaba en cuá- j compuesta de letras: la portada (nueva: con la impresión; Steinberg, 1974,
les páginas del texto se explotaba uno u otro locus, y enumeraba éste y ·f pp. 145-148). Al mismo tiempo, la tendencia iconográfica todavía era
las páginas correspondientes en el index locorum. En un principio, los loci b, fuerte, como puede verse en las portadas grabadas altamente simbólicas
eran considerados -en términos oscuros- como "lugares" del intelec- ;f que persistieron a través de la década de 1660, llenas de figuras alegóri-
to donde se almacenaban ]as ideas. En el libro impreso, estos "lugares" .;r."! cas y otros motivos no verbales.
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126 LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO 127
pudieron haber resuelto el problema en una cultura de manuscrito, pues por Hopkins de un arroyo en lnversnaid. De igual que la biología evolu-
se habían practicado durante siglos con propósitos decorativos. Tallar j•
e cionista de Darwin o la física de Michelson, este tipo de poesía tiene su
una plancha precisa para imprimir el trébol blanco hubiera sido bastan- origen en el mundo de lo impreso.
te factible mucho antes de inventarse la impresión con tipos y hubiera
proporcionado exatamente lo que se necesitaba: una "declaración visual
perfectamente repetible". Sin embargo, la producción de manuscritos (iv) El espacio tipográfico
no era compatible con esa manufactura. Los manuscritos se producían
escribiéndolos a mano, no con partes creadas de antemano. La impren- Puesto que la superficie visual se había cargado de un significado im-
ta sí era compa:ible. El texto verbal era reproducido con partes prepara- ,; puesto y la impresión no determinaba sólo cuáles palabras se incluían
das de antemano y lo mismo podía hacerse con los grabados. U na para form~r un texto, sino también su situación exacta sobre la página
imprenta podía imprimir una "declaración visual perfectamente repeti- y su relación espacial una con otra, el espacio mismo de una página im-
1
ble" con la misma facilidad de una forma compuesta de tipos. presa -el ' espacio blanco'', como se le conoce- adquirió una gran sig-
U na consecuencia de la nueva declaración visual perfectamente repe- nificación que conduce directamente al mundo moderno y post-moderno.
tible fue la ciencia moderna. La observación precisa no comienza con Los listados y las gráficas manuscritas analizadas por Goody (1977,
la ciencia moderna. Durante siglos, siempre ha sido esencial para la su- pp. 74-111 ), pueden situar las pa1abra.<; en relaciones espaciales específicas
pervivencia entre, por ejemplo, cazadores y artesanos de muchos tipos. unas con otras, pero si estas correspondencias resultan extremadamente
Lo distintiVo de la ciencia moderna es la unión de la observación y la complicadas, las complejidades no sobrevivirán a los caprichos de los su-
articulación verbal exactas: descripciones precisas de objetos y procesos cesivos copistas. La impresión puede reproducir, con toda exactitud y
complejos, cuidadosamente observado_s. El hecho de disponer de graba- en cualquier cantidad, listas y gráficas indefinidamente complejas. En
dos técnicos fabricados (primero grabados de boj, y más tarde en lámi- las primeras etapas de la época de la impresión, aparecen gráficas
nas grabadas de metal, detalladas con exactitud aún mayor) facilitó esas enorrnemente intrincadas en la ensefianza de las materias académicas
descripciones precisas. Los grabados técnicos y la articulación verbal téc- (Ong, 19586, pp. 80, 81, 202, etcétera).
nica se reforzaban y mejoraban mutuamente. El resultante mundo inte- El espacio tipográfico influye no sólo en la imaginación científica y
lectual enormemente visualizado era nuevo del todo. Los escritores filosófica, sino también en la literaria, que muestra algunas de las com-
antiguos y medievales son simplemente incapaces de producir descrip- plejas maneras como la psique percibe el espacio tipográfico. Georgc Hcr-
ciones de objetos complejos con palabras precisas, que en algo se aproxi- bert explota el espacio tipográfico para transmitir un significado en sus
men a las que aparecen después de la imprenta y que de hecho, maduran poemas "Easter Wings" y "The Altar", donde los versos, de variadas
principalmente en la época del Romanticismo, es decir, la de la Revolu- extensiones, dan forma visual a los poemas, que insinúan alas y un altar,
ción Industrial. La articulación verbal oral y la que conserva caracter"ís- respec1ivamente. En los manuscritos, este tipo de estructura visual sería só-
ticas orales dirige su atención hacia la acción, no hacia la apariencia visual lo incidentalmente viable. En Tristram Shandy ( 1760-1767), Laurcncc Stcr-
de los objetos, las escenas o las personas {Fritschi, 1981, pp. 65-66; cfr. ne utiliza el espacio tipográfico con deliberada extravagancia e incluye
Havelock, 1963, pp. 61-96). El tratado deVitruvio sobre la arquitectura páginas en blanco en su libro para indicar su renuencia a tratar un
es sumamente vago. Los tipos de exactitud a los que aspiraba la vieja tema y para invitar al Jector a completarlo. En este caso, el espacio equi-
tradición retórica no eran del orden visual-vocal. Eiscnstein(1979, p. 64) vale al silencio. Mucho más tarde, y con mayor refinamiento, Stéphane
sugiere cuán difícil resulta hoy en día imaginarse las primeras culturas, Mallarmé elabora su poema "Un Coup de dés" de manera que se im-
en las cuales muy pocas personas habían visto alguna vez una imagen prima con fuentes y tamaños de tipos diversos, con las líneas distribuidas
físicamente fiel de cualquier cosa. intencionalmente en toda la página como una especie de caída libre tipo-
El nuevo mundo intelectual, iniciado por la declaración visual perfec- gráfica, lo cual indica la intervención del azar cuando se lanzan los dados
tamente repetible y la descripción verbal correspondientemente exacta (el poema es reproducido y discutido en Bruns, 1974, pp. 115-.138). El
de la realidad física, afectó no sólo a la ciencia sino también a la literatu- objetivo declarado por Mallarmé es "evitar la narración" y "espaciar"
ra. Ninguna prosa pre-romántica aporta la descripción minuciosa que la lectura del poema, de modo que la página, con sus espacios tipográfi-
se encuentra en los cuadernos de Gerard Manley Hopkins (1937), y nin- cos, y no la línea, constituya la unidad del verso. El Poema núm. 276
guna poesía ·pre-romántica trata con atención clínica, rigurosa y fiel, los ( 1968), sin título, de E. E. Cummings acerca del saltamontes, desinte-
fenómenos naturales que se hallan, por ejemplo, en la descripción hecha gra las palabras del texto y las desparrama irregularmente en toda la pá-
..
'
gina, hasta que al fin las letras se juntan :n la últi~ayalabra: gras~h~per; Las imágenes iconográficas están relacionadas con los caracteres "pesa-
todo ¡0 anterior para aludir al vuelo caprichoso y opttcamente vertigino- dos" o simbólicos del discurso oral y se asocian con la retórica y las artes
so de un saltamontes, hasta que al final se acomoda cándidamente so~re de la memoria que necesita el control oral del conocimiento (Yates, 1966).
la hoja de hierba ante nosotros. El espacio bla~co re~ulta tan esencial La impresión produjo diccionarios exhaustivos y fomentó el deseo de
para el poema de Cummings que es tot~lment.e 1mpos1ble leerlo en voz legislar lo "correcto·'' en el lenguaje. Este deseo surgió en gran parte de
alta. Los sonidos que las letras evocan tienen que e:t.ar presentes en la un concepto del lenguaje basado en el estudio del latín culto. Las len-
iniaginación, pero su manifestación no es sólo aud1t1va: e_st~blece una bruas cultas "textualizan" la idea del lenguaje, haciéndolo parecer bási-
acción recípi:oca con el espacio visual y cinéticamente percibido a su al- camente como algo escrito. La impresión refuerza el sentido del lengua-
rededor. · ·, je como esencialmente textual. El texto impreso, no el escrito, es el texto
En cierto modo, la poesía concreta (Solt, 1970) lleva a su ~u 11:1mac~on en su forma más plena y paradigmática.
la acción recíproca entre las palabras articuladas y_ ~l espac10 t1pogr_afi- La impresión estableció el clima eri el cual surgieron los diccionarios.
co. Presenta despliegues de letras o palabras exquisitamente complica- l., Desde sus orígenes en el siglo xv111 hasta las últimas décadas, los diccio-
dos O exquisitamente sencillos algunos de los cuales pucd~n contemplarse narios del inglés comúnmente han tomado como norma del lenguaje só·
pero de ninguna manera leerse en voz alta_; emp~ro, nmguno de ellos lo el uso de los escritores que producen textos para la impresión (y no
puede asimilarse sin cierta conciencia del somdo articulado. l~cluso c~an- de todos ellos). La usanza de todos los demás, si se aparta de este empleo
do la poesía concreta no puede ser leída en absoluto no es solo una 1~a- tipográfico, se ha considerado como "corrupta". El Webster's Third New
gen. La poesía concreta es un género menor, a me~ud<:> meran~cntc manoso !11temational Diáionary ( 1961) fue la pr'.imera obra lexicográfica importante
(hecho que vu<;lve tanto más necesaria una exphcac16n del impulso que que rompió totalmente con este viejo convencionalismo tipográfico y que
la produce) , citó como fuentes del uso a personas que no escriben para la impresión;
Hartman (1981, p. :15) sugiere un vínculo entre la poesia ~oncreta Y desde luego muchas personas, formadas por la vieja idt:ología, descarta-
la actual logomaquia dejacques Derrida con el texto .. El lazo c1crta~~n- ron al punto este impresionante logro lexicográfico (Dykema, 1963) co-
te es real y merece más atención. La poesía concreta Juega con la.d1alec- mo una traición al lenguaje "verdadero" o "puro".
tica de la palabra fija en el espacio, opuest.a a la palabra ·oral articulad~ La impresión también fue un factor principal en el desarrollo del con·
que nunca puede inmovilizarse en el cspac10 (todo texto es un pretexto), cepto de una vida personal privada que caracteriza a la sociedad moder·
es decir, juega con las limitaciones absol~t~s de 1~ textual, las cuales pa- na. Produjo libros más pequeños y portátiles que los comunes en una
radójicamente revelan también las restncc1ones inherentes a la p~labra cultura de manuscrito, preparando psicológicamente la escena para la
hablada. Éste es el terreno de Derrida, aunque se desplaza por el a s'.-1 lectura a solas en un rincón tranquilo, y con el tiempo, para la lectura
propio paso deliberado. La poesía concreta n~ es el pr~ducto de la e.s_cr~~ del todo silenciosa. En la cultura de manuscrito y, por lo tanto, en los
tura sino de la tipografía, como ya se ha visto. La deconstrucc10n albores de la cultura de la impresión, la lectura tendía a ser una activi-
está ligada a la tipografía y no sólo a la escritura, como frecuentemente dad social, en la cual una persona leía a otras en un grupo. Como h;l
parecen su"poner sus defensores. señalado Steiner (1967, p. 383), la lectura en la intimidad requiere de
. un hogar lo bastante amplio para proporcionar aislamiéilto y tranquili-
dad al individuo. (En la actualidad, l_os maestros de niños provenientes
EFECTOS MÁS DIFUSOS de zonas de miseria están plenamente convencidos de que a menudo la
principal razón de un mal desempeño escolar es que en una casa llena
Podemos enumerar interminablemente los efectos adicionales más o me- ,.¡. de gente no hay sitio donde un niño o una niña pueda estudiar conve-
nientemente.) .,
nos directos que lo impreso ha tenido sobre la cc?nomía intelcc,tual o l_a
"mentalidad" de Occidente. Lo impreso con el tiempo desplazo al anti- La impresión creó un nuevo sentido de la propiedad privada de las • '"'
guo arte de la retórica (de bases orales) del centro de l_a ed~:ación acadé- palabras. En una cultura oral primaria, las personas pueden guardar cier- ·,·1
mica. Estimuló y posibilitó en gran escala la cuant1ficac1on del saber, to sentido de derechos de propiedad sobre un poema, pero no es lo habi·
mediante el empleo del análisis matemático y de diagramas y gráficas. tual y por lo general resulta debilitado por la herencia común del saber
La impresión finalmente redujo el atractivo de la ~conografía en el ~a· · popular, las fórmulas y los temas a los que recurre todo mundb". Con
nejo del conocimiento, pese al hecho de que las pnmeras fases de la 1m- -~ la escritura, empieza a desarrollarse el resentimiento contra el plagio.
presión hicieron circular ilustraciones iconográficas como nunca antes. Martial (i. 53.9)~ el antiguo poeta latino, utiliza la palabraplagiq_rius (tor·
__------:=----------------:~-----------------
'
¡
Lo impreso produce una sensación de finitud, de que lo que se encuen- i,:
traen un texto está concluido, de que ha alcanzado un estado de consu- t \ ten en adelante, y alcanza su punto culminante en la historia de detf:ctivcs.
rnación. Esta consideración afecta las creaciones literarias y la obra . Estas formas serán tratadas en el capítulo siguiente.
En Ja teoría literaria, la imprenta da origen en última instancia al for-
filosófica o científica analítica. \!
Antes de la impresión, la escritura misma alentaba cierto sentido de f, malismo y a la Nueva Crítica, con su profunda convicción de que tocia
obra de arte verbal se hajla circunscrita en un mundo particular, un ''in>-
una conclusión intelectual. Mediante el aislamiento del pensamiento en l..,
una superficie escrita, apartado de todo interlocutor, haciendo e_n este f_t no verbal". Significativamente, un icono es algo que se ve, no se escu-
J..
sentido la articulación autónoma e indiferente al ataque, la escritura pre- cha. La cultura de manuscrito consideró que las obras de arte verbal
sen ta el enunciado _Y el pens~miento como separados .de todo lo de~ás:
de alguna manera independientes, completos. Del mismo modo, la 1m ,_i :~
J:; estaban más en contacto con el pleno oral, y nunca distinguieron de ma-
nera muy eficaz entre la poesía y la retórica. También en el capítulo si-
presión sitúa el enunciado y el pensamiento en una superficie, despren·(J guicnt~ hablaremos más sobre el formalismo y la nueva crítica.
didos de todo lo demás, pero también va más lejos al indicar su carácter.~ : La imprenta da lugar en última instancia a la cuestión moderna de
•
132 LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO 133
la intertextualidad, la cual representa un asunto muy importante en los que procedían mediante frías definiciones y divisiones, las cuales condu-
círculos fenomenológicos y críticos de la actualidad (Hawkes, 1977, cían a más definiciones y mayores divisiones, hasta que se hubiera anali-
p. 144). La intertextualidad se refiere a un lugar común literario y psicoló- zado y cscudrifiado la 1íltima partícula del terna. Un libro de texto ramista
gico: es imposible crear un texto simplemente basándose en la experien- sobre un asunto dado n? sosten~a .un. intercambio reconocido con algo
cia vivida. Un novelista escribe una novela porque él o ella está que no fuera su tema mismo. Ni s1qu1era aparecían dificultades o "ad-
familiarizado(a) con este tipo de organización textual de la experiencia. versarios''. Un tema de estudio o ''arte'', al presentarse debidamente
La cultura de manuscrito daba por hecha la intcrtextualidad. Atada segú~ el método de Ramus, no entrañaba ninguna dificultad (según los
aún a la tradición de lugares comunes del antiguo mundo oral, creaba segmdores de Ramus): si se definía y dividía de la manera indicada to-
deliberadamente textos con liase en otros textos, haciendo adaptaciones, dos los aspectos del arte resultaban plenamente evidentes y el arte e~ sí
modificaciones y cUJnµarticndo las fórmulas y los temas comunes, ini- completo y autónomo. Ramus relegaba las dificultades y refutaciones d;
cialmente orales, a pesar de que los elaboraba como formas literarias nue- los adversarios a "disertaciones" (siholae) separadas sobre la dialéctica
vas, imposibles sin la escritura. La cultura de lo impreso, de suyo, tiene la retórica, la gramática, la aritmética y todo lo demás. Estas disertacio~
una disposición mental distinta. Tiende a considerar una obra como "ce- nes se ubicaban fuera del "arte" autónomo. Además, el material en ca-
rrada'', apartada de otras, una unidad en sí misma. La cultura del texto da uno de los libros de texto ramistas podía presentarse en compendios
impreso dio origen a los conceptos románticos de "originalidad" y "es· o esquemas dicotómicos impresos, los cuales mostraban exactamente cómo
píritu creador", los cualt?s aíslan una obra individual aún más de las otras el material se organizaba especialmente en sí y en la mente. Cada arte
y perciben sus orígenes y signific.ados como independientes de influen- en sí estaba completamente separado de otro, así como las casas con es-
cias exteriores, al menos en el caso ideal. En las últimas décadas, las cloc- pacios abiertos entre ellas están separadas unas de otras, aunque las ar-
trinas sobre la intcrtextualidad surgieron para contrarrestar la estética
aislacionista de una cultura romántica del texto impreso ... y casi provo-
"' tes se mezclaban en el "uso"; es decir, al elaborar un pasaje dado de
discurso, se utilizaba simultáneamente la lógica, la gramática, la retóri-
caron una conmoción. Eran aún más inquietantes porque los escritores ca y tal vez otras artes también (Üng, 1958b, pp. 30-31, 225-269 y 280).
modernos, angustiosamente conscientes de la historia literaria y de la in- -~~ Un correlativo del concepto de lo concluido fomentado por lo impre-
tertextualidad de facto de sus propias obras, están preoéupados de que so era el punto de vista fijo, el cual, según lo señala Marshall McLuhan
r~I vez no estén produciendo nada realmente nuevo o fresco, de que qui- (1962, pp, 126-127, 135-136), nació junto con la imprenta. Con el pun-
zá se encuentren totalmente bajo la "influencia" de los textos de otros. •. to de vista fiJO, era P.º~~ble conservar un tono invariable a todo lo largo
La obra The Anxiery of lnjluence (1973), de Harold Bloom, trata esta an- d.e una lar~a compos1c1on en prosa . .El punto de vista fijo y el tono inva-
gustia del escritor moderno. Las culturas de manuscrito tenían pocas in- nable mamfestaban, por una parte, una distancia mayor entre el escri-
quietudes, si las tenían, sobre la influencia que pudieran recibir, y las tor y el lector y, por otra, una mayor comprensión tácita. El escritor podía
culturas orales virtualmente no recibían ninguna. emprender su propio camino confiadamente (mayor distancia, falta de
Lo impreso crea un sentido de lo concluido no sólo en las obras litera- f.- preocupación). No había necesidad de hacer de todo una especie de sáti-
rias, sino también en los tratados de análisis filosófico y científico. Con / ra menipea, una mezcla de varios puntos de vista y tonos para diversas
la imprenta apareció el catecismo y el "libro de texto", menos discursi- .;~,. sensibilida~es: El escritor podía confiar en que el lector se adaptaría (ma-
vos y menos disputadores que la mayoría de las presentaciones anterio- ~¡ ,, yor entcnd1m1ento). Puede decirse que en este momento nace el "públi-
res de un tema académico dacio. Los catecismos y los libros de texto expo- l- e co lector'': una considerable clientela de lectores, desconocidos perso-
nían "hechos" o sus equivalentes: enunciados llanos, fáciles de aprender de ·t} '. nalmente para el autor pero capaces sin ninguna duda de habérselas con
memoria, que explicaban de manera clara y sucinta b situación de un ciertos puntos de vista más o menos establecidos.
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campo dado. Por contraste, enunciados memorables de las culturas ora-
les y de manuscrito aún .con rasgos de la tradición oral, tendían a sér ."' ~
de tipo proverbial, por lo que presentaban no "hechos" sino reflexio- 't
nes, a menudo de orden gnómico, que invitaban a la meditación ulterior -._,,ji· f
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POST-TIPOGRAFÍA: LA ELECTRÓNICA
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por las paradojas que encerraban. :i.,. t La transformáción electrónica de la expresión verbal ha profundizado •
Petrus Ramus (1515-1572) produjo los paradigmas del género de los·) ~ el sometimiento, iniciado por la escritura e intensificado por lo impreso,
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libros de te~t~: l.ibros ~e _texto v~r~ualmente r.ara to~as !~s mate~ias de de la palabra al espacio, y ha conducido a la conciencia hasta una nueva
las artes (dialectica o log1ca, retorica, gramática, antmet1ca, etcetera), ~ · r era de oralidad secundaria. A pesar de que la relación completa entre
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la palabra procesada electrónicamente y la polaridad entre oralidad y co- porque no se conocía ninguna otra posibilidad. En nuestra época de ora-
nocimiento de la escritura -materia de estudio del presente libro- cons- lidad secundaria tendemos, deliberada y sistemáticamente, a organizar-
tituye en sí un tema demasiado vastJ para ser considerado en su totalidad nos en grupo. El individuo considera que a él o a ella, como individuos,
aquí, es preciso establecer algunos puntos. debe interesarles todo lo social. A diferencia de los miembros de una cultura
Pese a lo que a veces se dice, los aparatos electrónicos no están elimi- oral primaria, que tienden hacia lo externo porque han tenido poca
nando los libros impresos, sino que en realidad producen más. Las en- oportunidad de practicar la introspección, nosotros tendemos hacia lo
trevistas grabadas electrónicamente producen miles de libros y artículos externo porque hemos buscado el interior. En un sentido semejante, ahí
"hablados", los cuales nunca habrían llegado a ser textos impresos s1 donde la oralidad primaria estimula la espontaneidad porque no dispone
· no existiera la grabación. En este caso, el nuevo recurso refuerza el anti- del poder de reflexión analítica que aporta la escritura, la oralidad secun-
guo; pero, desde luego, lo transforma, porque propicia un nuevo estilo daria despierta la espontaneidad porque, a través de la reflexión analíti-
conscientemente informal, pues las generaciones de la era de la tipogra- ca, hemos decidido que la espontaneidad es algo bueno. Planeamos
fía creen que el intercambio oral por lo general debiera ser informal (la c.~ cuidadosamente nuestros actos para asegurarnos de que sean del todo
generación oral opina que generalmente debiera ser formal; Ong, 1971, espontáneos.
pp. 82-91 )- Además, como ya se ha señalado anteriormente, la composi- El contraste entre la oratoria en el pasado y en eJ mundo ac.tual pone
ción con terminales de computadora está reemplazando las formas más claramente de relieve la diferencia entre la oralidad primaria y la secun-
antiguas de composición tipográfica; de modo que, en poco tiempo, casi daria. La radio y la televisión han llevado a importantes figuras pulí! ir·as,
todo material impreso se realizará, de una manera u otra, con ayuda de como oradores, a un público máS amplio de lo que nunca había sicJo po
equipo electrónico. Y, por supuesto, todo tipo de información, reunida sible antes de los modernos adelantos electrónicos. Por lo tanto, en cier-
o procesada electrónicamente, llega hasta la impresión para engrosar la to sentido la oralidad ha alcanzado un reconocimiento del que nunc~ antes
producción tipográfica. Finalmente, el procesamiento y la distribución había gozado. Sin embargo, no se trata de la antigua oralidad. La orato-
espacial de la palabra como secuencia, iniciados por la escritura y eleva- ria al estilo antiguo, proveniente de la oralidad primaria, ha desapareci-
dos a un nuevo orden de intensidad por la imprenta, son incrementados do para siempre. En los debates entre Lincoln y Douglas, en 1858, los cmn-
todavía más por la computadora, la cual aumenta al máximo el sometí- .,. batientes -pues eso es lo que clara y realmente eran- se enfrentaron a
miento de la palabra al espacio y al movimiento local (electrónico), y per- menudo al aire libre, bajo el ardiente sol de verano de Illinois, ante públi-
fecciona la secuencia analítica al volverla virtualmente instantánea. cos de hasta 12 mil o 15 mil personas que también participan con-
Al mismo tiempo, con el teléfono, la radio, la televisión y varias cla- gran ardor (en Ottawa y Frecport, Illinois, respectivamente; Sparks, 1908,
ses de cintas sonoras, la tecnología electrónica nos ha conducido a la era pp. 137-138, 189-190), y cada uno hablaba durante hora y media. El
de la "oralidad secundaria". Esta nueva oralidad posee asombrosas si- primer orador disponía de una hora; el segundo, de una hora y media,
militudes con la antigua en cuanto a su mística de la participación, su y el primero, de otra media hora de refutación, todo ello sin equipo de
insistencia en un sentido comunitario, su concentración en el momento .,.· amplificación. La oralidad primaria se hada sentir en el estilo acumula-
presente, e incluso su empleo de fórmulas (Ong, 1971, pp. 284-303; 1977, tivo, redundante, cuidadosamente equilibrado y altamente agonístico,
pp. 16-4Y, 305-341). Pero en esencia se trata de una oralidad más deli- así como en la intensa acción recíproca entre el orador y el.auditorio.
berada y formal, basada permanentemente en el uso de la escritura y del Los polemistas quedaban roncos y fisicamente exhaustos al final de cada
material impreso, los cuales resultan imprescindibles tanto para la fabri- encuentro. Los debates presidenciales que se realizan en la televisión hoy
cación y operación del equipo como para su uso. en día son completamente ajenos a este mundo oral más antiguo. El pú-
La oralidad secundaria es extraordinariamente parecida a la oralidad -~ · blico está ausente, invisible, inaudible. Los candidatos son acomodados
primaria, y también asombrosamente distinta de ella. Al igual que ésta, ,·.; en pequeñas y estrechas cabinas, hacen breves presentaciones, y sostie- !
la oralidad secundaria ha engendrado un fuerte sentido de grupo, pues ~ , nen con su oponente breves y agudas conversaciones en las cuales cual-
el escuchar palabras habladas convierte a los oyentes en un grupo, un- quier matiz agonístico es deliberadamente neutralizado. Los me~lios
verdadero público, así como la lectura de textos escritos o impresos pro- electrónicos no toleran una demostración de antagonismo abierto.' Pese i
picia la introspección en los individuos. Sin embargo, la oralidad t · a su refinado áire de espontaneidad, estos medios-son dominados por com- ,',.
secundaria origina un interés por los grupos inmensamente mayores que ·f-! pleto por una tendencia hacia los espacios cerrados que es herencia de r
los de una cultura oral primaria: la "aldea global" de McLuhan. Acle-~\~ la imprenta: una muestra de hostilidad podría romper los límites esta-
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más, antes de la escritura, en las culturas orales predominaba el grupo _/,:_! blecidos, el control riguroso. Los candidatos se adaptan a la psicología
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136 LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO
1
va, aún cuenta con una línea de acción, como sucede en la narración.
Claro está, otros factores desarrollados en la sociedad, aparte del giro
de la oralidad a la escritura, ayudan.a determinar la evolución de la na-
rrativa a través de las épocas: la cambiante organización política, el de-
sarrollo religioso, los intercambios culturales y mucho más, incluyendo
los adelantos en los otros géneros verbales. Este tratamiento de la narra-
ción no pretende reducir toda causalidad al cambio de la or.ilidad a la
escritura, sino sólo mostrar algunos de los efectos producidos por dicho
cambio.
La narración es en todas partes un género muy importante del arte
verbal, que aparece regularmente desde las culturas orales primarias hasta
el avanzado c1_:mocimiento de la escritura y el procesainiento eiectrónico
de la información. En cierto sentido, la narración es capital entre todas
las formas de arte verbales porque constituye el fundamento de tantas
otras, a menudo incluso las más abstractas. El saber humano procede
del tiempo. Aun detrás de las abstracciones de la ciencia, se encuentra
I.i narración de las observacione~, con base en la cual se ha!J formulado
las abstracciones. Los estudiantes en un laboratorio de ciencias tienen
que poner los experimentos 'lpor escrito", es decir, tienen que narrar
1
lo que hicieron y lo que sucedió cuando lo hicieron. A partir de la narra-
ción, es posible establecer ciertas generalizaciones o conclusiones abstrac- 'I
tas. Detrás de los proverbios, los aforismos, la especulación filosófica y
el ritual religioso, está la wemoria de la experiencia humana, esparcida
137
138 MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA 139
en el tiempo y sujeta al tratamiento narrativo. La poesía lírica compren- tiende a ser breve, circunstancial o ambas cosas. Lo mismo sucede con
de una serie de sucesos en los cuqles se fija la voz de la lírica o con los las otras manifestaciones.
cuales está relacionada. Todo esto equivale a afirmar que el saber y el En una cultura de escritura o de imprenta, el texto físicamente englo-
discurso surgén de la experiencia humana y que la manera elemental de ba lo que contiene y hace posible la recuperación de cualquier especie
procesar verbalmente la experiencia humana es dando cuenta de ella más de organización del pensamiento en su totalidad. En las Culturas orales
o menos como realmente nace y existe, contenida en el flujo del tiempo. primarias, donde no hay texto, la narración sirve para unir el pensamit'nlo
El desarrollo de una trama es una manera de enfrentarse a dicho flujo. de manera más extensa y permanente que los otros géneros.
A pesar de que se encuentra en todas las culturas, la narración resulta La narración misma tiene.su historia. Scholes y Kellogg (1966) exami-
en ciertos aspectos más ampliamente funcional en las culturas orales pri- nan y esquematizan algunas de las maneras en las cuales la narración
marias que en otras. En primer lugar, en una cultura oral primaria, co- se ha desarrollado en Occidente, a partir de algunos de sus antiguos orí-
mo lo señala Havelock ( 1978a; cfr. 1963), el saber no puede manejarse genes orales hasta el presente, con plena arcnc1ón a los complejos fac-
en categorías complicadas, más o menos científicamente abstractas. Las tores sociales, psicológicos, estéticos y otros. Sin dejar de tomar
culturas orales no pueden generar ta1es categorías, y por lo tanto utili- en consideración las complejidades de la historia general de la narración,
zan historias de acción humana para guardar, organizar y comunicar la presente referencia simplemente señalará algunas diferencias promi-
mucho de lo que saben. La mayoría de las culturas orales, si no es que nentes que distinguen claramente la narrración en un marco cultural total-
todas, producen narraciones y series de narraciones de grandes dimen- mente oral de la narración por escrito, con particular atención al
siones, como las historias de las guerras troyanas entre los griegos, las funcionamiento de la memoria.
de coyotes entre varias poblaciones indígenas americanas, las de Anansi La retención y rememoración del conocimiento en la cultura oral pri-
(araña) en Belice y otras culturas del Caribe, con cierta herencia africa- maria, descritas en el capítulo 3, requieren estructuras y procedimient<Js
na, las historias de Sunjata del antiguo Malí, las de Mwindo entre los intelectuales de un tipo que nos es bastante ajeno y al que con mucha
nyanga, y así sucesivamente. Por su extensión y complejidad de escenas frecuencia despreciamos. Uno de los lugares donde Jas estructuras y los
y acciones, las narraciones de este tipo a menudo se constituyen en las procedimientos mnemotécnicos orales se manifiestan de manera más es-
depositarias más amplias del saber popular de una cultura oral. pectacular es en su efecto sobre la trama narrativa, que en una cultura
En segundo lugar, la narración es de particular importancia en las oral no concuerda precisamente con la idea que tenemos de una trama
culturas orales primarias porque es capaz de reunir una gran cantidad típica. Las personas de las culturas escolarizadas y tipográficas de hoy
de conocimientos populares en manifestaciones relativamente sustancia- probablemente piensen en la narración ideada conscientemente como di-
les y extensas que resultan razonablemente perdurables, lo cual en una señada, en el caso típico, con una trama lineal culminante a menudo re-
cultura oral significa formas sujetas a la repetición. Las máximas, los presentada por diagrama como la consabida "pirámide de Frcytag" (o
acertijos, los proverbios y otras formas semejantes por supuesto resul- · ~ sea, una vertiente ascendente, seguida por un declive descendente); una
tan también perdurables, per0 por lo general son breves. Las fórmulas acción ascendente acumula tensión, alcanza un ¡innto culminante que
rituales, que pueden ser largas, la mayoría de las veces tienen un conte- a menudo consiste en un reconocimiento u otro incidente que causa una
nido especializado. Las genealogías, que llegan a ser relativamente ex- pmjuteia o vuelco de la acción, y que es seguida por un desenredo o de-
tensas, presentan sólo una información en sumo grado especializada. senlace, pues esta trama lineal climática común ha sido comparada con
Otras presentaciones verbales extensas en una cultura oral primaria tien- ::i? atar y desatar un nudo. Éste es el tipo de trama que Aristóteles halla
den a ser circunstanciales y sólo aparecen una vez. De tal modo, una :t 1 en el drama (Poética, 1451 b-1452b), un sitio significativo para tal trama,·
oración puede ser tan sustancial ·y larga como una narración importan- -..,,,! dado que el drama griego, aunque present;-i•,fo oralmente, se cor~1ponía
te, o la parte de una narración que se recitaría en una sesión; sin embar- .· -~'1: como un texto escrito, fue el primer génerr•, verbal en Occidente· y, du-
go, una oración no perdura; normalmente no se repite. Se dirige a una ~-:• rante siglos, el único género verbal controlado completamcnté por la es-
situación particuar y, en total ausencia de la escritura, desaparece por <.kl::_ critura.
completo del escenario humano junto con la situación misma. La lírica_i--;~_ La antigua narración oral griega, la epopeya, no se trazaba de esta
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11
140 MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA 141
m~ncra. En su Arte poétz·ca, Horacio establece que el poeta épico "se da las vidas de las personas, aunque las vidas reales puedan proporcionar
pnsa por llegar al desenlace y lleva a los oyentes a lo vivo de la acción" el material con el cual se construye tal trama, mediante la eliminación
~lí,:eas 148-149). ~oracio se refiere principalmente a la desatención del poeta inexorable de casi todos los incidentes, salvo unos cuantos, selectivamen-
epico a la secuencia temporal. El poeta refiere una situación y sólo mucho te puestos de relieve. El relato completo de todos los sucesos en la vida
más tar~~ explica, a menudo con detalles, cómo se produjo. Probablemen- -- entera de Otelo resultaría de lo más tedioso.
te tamb1cn se refiere a la concisión y el vigor de Homero (Brink, 1971 ,-; · l. Es característico que J_os poetas orales tengan dificultades para dar co-
pp. 221-222): Homero quiere llegar de inmediato, "adonde está la acción"' 1l mienzo a una canción: la Teogon{a de Hesíodo, en el límite entre la pre-
C~mo q~iera que sea, los poetas que sabían escribir Jlcgaron a creer qu~ sentación oral y la composición escrita, hace tres intentos de abordar el
el zn medias res de Horacio hacía obligatorio el h_ysteron proteron en la epopeya. ~~:- mismo material (Peabody, 1975, pp. 432-433). Los poetas orales por lo
D e tal manera, John Milton explica, en el "Argumento" para el Libro Pri- común sumergían al lector z"n medias res no por una razón solemne de es-
mero de El paraíso perdido, que, después de exponer "en breve el tema ente- tructura, sino por fuerza. No tenían opción ni alternativa. Después de
ro'' del poema y e~hozar ''la principal causa,, de la caída de Adán ''el .¾~ escuchar tal vez a muchísimos cantantes entonando cientos de canciones
poema se precipita al centro de la acción''_ ' -~ · de diversas extensiones sobre la guerra de Troya, Homero contaba con
Estas palabras de Milton muestran que desde el principio ejercía un ii un enorme repertorio de episodios para unir; pero, sin la escritura, no
control sobre su tema y sobre las causas que impulsaban su acción como ;;, ·~· tenía modo alguno de organizarlos en un orden cronológico estricto. No
no podía poseerlo ningún otro poeta oral. Milton se refiere a una trama •;-i-~ había ninguna lista de los episodios y, sin la escritura, tampoco existía
sumamente organizada, con un principio, una parte intermedia y un fin ·-:·r.··:" ~~ siquiera la posibilidad de concebir tal lista. Si hubiera intentado avanzar
(~ristóteles, Poética, 14506), en una secuencia que corresponde cronol6- en estricto orden cronológico, el poeta oral en cualquier ocasión dada
g1camcnte a la de los sucesos que está relatando. Con toda intención sec- seguramente omitiría uno u otro Cpisodio en el sitio donde por orden cro-
ciona esta trama a fin de volver a reunir sus partes en una concepción nológico debía encajar, y tendría que agregarlo más adelante. Si en la
anacrónica ideada de manera consciente. siguiente ocasión se acordara de colocar el episodio en el orden cronoló-
En el pasado, la exégesis de la epopeya oral realizada por quienes co- gico correcto, sin duda olvidaría otros o los ubicaría en una secuencia
nocían la escritura generalmente consideró que los poetas épicos orales cronológica equivocada.
h~cía~, lo mismo, y l~s atri~uyó una desviación consciente de una orga- t,;i Además, el material de una epopeya no es del tipo que por sí mismo
mzac1on que en realidad era imposible sin la escritura. Dicha exégesis produzca fácilmente una trama lineal climática. Si los episodios en la !liada
destila el mismo prejuicio caligráfico evidente en el término "literatura ~i</ _. o la Odúea se reacomodaran en un estricto orden cronológico, el conjun-.
oral". Así como la presentación oral es considerada una variante de la -/·'1;:t,' to tiene una progresión, pero no cuenta con la estrecha estructura climá-
.r-~
escritura, la tramad~ 1~ epopeya oral es juz_gada una variante de la tra- ~ ,~ .., tica del drama típico. El diagrama de Whitman de la organización de
ma elaborada al escnblf para el teatro. Aristóteles ya pensaba de esta · :~ l . la Ilt'ada ( 1965) insinúa cajas dentro de cajas, creadas por las repeticiones
manera en s~ p,oetica.
' . (1447 - 1448 a, 145 la, y en otras partes), la cual, por "':~-¡' .., .. temáticas, y no una pirámide de Freytag.
razones obvias, mamfiesta una mayor comprensión del drama, escrito rl'·;·
·e, Lo que hacía a un buen poeta épico no era el dominio de una trama
y actuado en su propia cultura caligráfica, que de la epopeya, producto .'~~ li?eal climática que desarmaba a fuerza de un truco sutil llamad_o a preci-
de una cultura oral primaria desaparecida hacía mucho. ~)itJ.· \: pitar al lector in medias res. -Lo que constituía a un buen poeta épico era,
De hecho, una cultura oral desconoce la trama linf."al climática y larga,
de la extensión de una epopeya o una novela. No puede organizar ni la~-·;:
:~<~ entre otras cosas, desde luego, en primer lugar la aceptación tácita del
hecho de que la estructura episódica era la única manera, y la manera 1
i·
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narrac1on más breve de la manera climática implacable y elaborada qu~ ':. '.i del todo natural, de imaginarse y manejar una narración larga; y, en j
los lectores de la literatura de los ú'timos 200 años han aprendido a ~,::r segundo lugar, la posesión de una habilidad suprema para.el uso de es-
desear cada vez más y, .en décadas recientes, a despreciar tímidamente.·-•~-~ :( ~- cenas retro_spectivas y otras técnicas episódicas. Comenzar a "la mitad
No se le hace un favor a la composición oral cuando se le describe como :p:, •.: . de la acción" no es una táctica ideada conscientemente sino el modo ori-
una variante de una organización que no conoce y que es incapaz de con-_-'i_/>,( ginal, natural e inevitable que tenía un poeta oral para abordar.una na-
cebir. Los "hechos" en medio de los cuales la acción debe empezar, sal-¡:'f... _· ~ _,/ rración larga (los relatos muy breves posiblemente corresponda_n· a otra
vo en breves P~,sajes, ~.unca _se disponen en un or?en cronológico par{ ·_1,..• ;.~., :;.-;-\
c~ta_blcccr una tr~ma . El concepto res de Horac10 producto del cono-;· ~1.~~ '·r;,;.,
categoría). Si tomamos a la trama lineal climática como el paradigma
de la trama, la epopeya no tiene ninguna. La trama rigurosa en la na-
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rración larga surge con la escritura.
cimiento de la escritura. No se encuentran tramas lineales climáticas en!- .'' ·_•t'. ~/
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142 MEMORIA ORAL Y LfNEA NARRATIVA MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRAT1Vl\ 143
¿Por qué la trama climática larga surge sólo con la escritura y en el da (1975, pp. 172-179). "Un cantor efectúa no una transferencia de
drama, donde no hay narrador, y no penetra en la narración larga sino sus propios propósitos,sino una realización convencional de pensamiento
hasta más de 2 mil años después, con las novelas de la época de Jane tradicional para sus oyentes, incluyéndose a sí mismo" (1975, p. 176).
Austcn? Las primeras "novelas" en llamarse así eran todas más o me- El cantor no comunica "información" en nuestro sentido ordinario de
nos episódicas, aunque La princesa de Cleves ( 1678) de Mmc de la Fayette "una transferencia directa"· de datos del cantor al oyente. En principio
y unas cuantas más resultaban menos episódicas que la mayoría. La 'tra- , 1 el cantor está recordando de una manera curiosamente pública; recuerda no
ma lineal climática alcanza una forma plena en la historia detectivesca: un texto aprendido de memoria, porque tal cosa no existe, ni una serie lite-
la tensión inexorablemente ascendente, el descubrimiento y la inversión ral de palabras, sino los tema<; y las fórmulas que ha oído cantar a otros.
exquisitamente logrados, el desenlace perfectamente resuelto. Los críme- De ellos se acuerda siempre de un modo diferente, según los cante o una
nes de la calle Morgue, de Edgar Allan Poe, es considerado como el primer a su manera propia en una ocasión particular para un público en especial.
relato policiaco. ¿Por qué, hasta_ donde sabemos, toda narración larga "El canto es el recuerdo de la,;; canciones cantadas" (1975. p. 216).
antes de principios del siglo XIX era más o menos episódica en todo el La epopeya oral (y, por extensión hipotética, otras manifestaciones
mundó "(incluso La historia de Grnji, por lo demás .una obra adelantada de narración en las culturas orales) no tiene nada que ver con la imagi-
a su tiempo, de Lady Murasaki Shikibu)? ¿Por qué nadie había escrito nación creadora en el morlcmo sentido de este término, como es aplicado
un bien construido relato detectivesco antes de 1841? Algunas respues- a la composición escrita. "Nuestro propio placer en formar deli-
tas a estas preguntas -aunque desde luego no todas- pueden haHa.-se beradamente a partir de la imaginación nuevos conceptos, abstrac-
en una comprensión más profunda de la dinámica del cambio de la ora- ciones y pautas no debe atríbuirse al cantor tradicional" (1975, p. 216).
lidad al conocimiento de la escritura. Cuando un bardo agrega material nuevo, lo elabora a la manera tradi-
Barkley Peabody ha abierto nuevas perspectivas en la relación entre cional. El bardo siempre está atrapado en una situación no del todo bajo
la memoria y la trama en su reciente y extensa obra, The Winged Word: su control: estas personas, en esta ocasión, quieren que cante (1975,
A Study in the Techm'que of Ancirnt Greek Oral Compoútion as Sern Principal/y p. 174). (Sabemos por la experiencia actual cómo un artista, inesperadamen-
through Hesiod's Works and Days (1975). Peabody no se basa sólo en la obra te instalado por un grupo para que actúe, por lo general dirá que no, lo cual
de Parry, Lord y Havelock, o en los estudios relacionados, sino también provocará renovadas invitaciones hasta que al fin establece una r,~ación
en los tratados de europeos anteriores, como Antaine Meiilet, Theodor adecuada con el público: "Está bien. Si insisten ... ") El canto oral (u
Bergk, Hermann Usener y Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff, así co- otra narración) es el resultado de la acc_ión recíproca entre el cantor, el
mo en cierta bibliografía cibernética y estructuralista. Sitúa la psicodi- público presente y los recuerdos del ejecutante de los cantos ya interpre-
nám ica de la poesía épica griega en la tradición indoeuropea y revela tados. Al trabajar con esta acción recíproca, el bardo re·sulta original y
vínculos estrechos entre la métrica griega, la métrica avestan, védica in- creador sobre bases bastante diferentes de las del escritor.
dia y otras sáncritas y las conexiones entre la evolución de la línea del Dado que nadie nunca había cantado los cantos d"e las guerras de Tro-
hexámetro y los procesos intelectuales. Este ámbito más amplio en el cual ya, por ejemplo, en una secuencia cronológica completa, ningún Home-
Peabody ubica sus conclusiones sugiere horizontes aún más vastos. Es ro podía imaginarse siquiera el presentarlas de ese mo~o. Los objetivos
muy probable que lo que él afirma respecto ~I sitio de la trama y asuntos de los bardos no se formulan desde el punto de vista de una trama global
afines en el antiguo canto narrativo griego resulte aplicable de diversas estricta. En la Zaire moderna (entonces la Repúblicá Democrática del
maneras a la narración oral en las culturas de tÜdo el mundo. Efectiva- Congo), Candi Rureke se sorprendió al pedírsele que narrara todas las
mente, en sus abundantes notas, Peabody de cuando en cuando hace re- historias del héroe nyanga Mwindo (Biebuyck y Mateenc, 1971, p. 14):
ferencia a tradiciones y prácticas indígenas americanas y a otras más nunca, protestó, había alguien presentado en una secuencia todos los epi-
distintas de las indoeuropeas. sodios de Mwindo. Ya sabemos cómo se consiguió esta interpretación
En parte explícita y. en parte implícitamente, Peabody hace resaltar de Rureke. Como resultado de negociaciones previas con Biebuyck y Ma-
cierta incompatibilidad entre la trama lineal (la pirámide de Freytag) y tecne, narró todas las historias de Mwindo, unas en prosa, otras en ver-
la memoria oral, lo que obras anteriores fueron incapaces de hacer. Pea- so, con un ocasional acompañamiento coral, ante un público (algo
body especifica que el "·pensamiento" o contenido real de la antigua poe- variable), durante doce días, mientras tres escribanos, dos nyariga Y un
sía épica oral griega radica en las tradicionales pautas formulaicas y de belga, anotaban sus palabras. Esto no es muy semejante a escribir una
novela o un poema. La presentación de cada día fatigaba a Rureke tanto
estrofas que se recordaban, antes que en las intenciones conscientes del
cantor para organizar o ''trazar'' la narración de cierta manera recorda- psicológica como físicamente, y al cabo de los doce días quedó exhausto. 1
1
[".
MEMORIA ORA!. Y LÍNE.A NARRATIVA 1
144 MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA 145
El tratamiento profundo de Peabody de la memoria arroja nueva y esbozar un relato antés de escribirlo. A pesar de que la inspiración sigue
brillante luz sobre muchas de las características del pensamiento y la ex- derivándose de fuentes inconscientes, el escritor puede someter la inspi-
presión de fundamentos orales discutidas antes aquí, en el capítulo 3, ración inconsciente a un control consciente mucho mayor que el narra-
principalmente sobre su carácter aditivo y acumulativo, su conservadu- dor oral. El escritor tiene acceso a sus palabras escritas para la
rismo, su redundancia o exceso, y su economía de participación. rcconsidcración, revisión y demás manipulaciones, hasta que finalmen-
Por supuesto, la narración está relacionada con la secuencia de los te se dejan en libertad para efectuar su labor. Ante los ojos del autor,
sucesos en el tiempo, y por lo tanto en toda narración hay cierto tipo el texto despliega el principio, la parte intermedia y el final, de modo
de trazado narrativo. Como resultado de una secuencia de acontecimien- que el escritor considerará su obra como una unidad autónoma y discre-
tos, al final la situación es subsiguiente a lo que era al principio. Con to- ta, definida por su conclusión.
do, la memoria, al guiar al poeta oral, a menudo tiene poco que ver con Debido al mayor control consciente, la línea de acción crea estructu-
Ja rigurosa presentación lineal de los hechos en un orden cronológico. ras culminantes cada vez. más estrechas, en lugar de la antigua trama
El poeta quedará atrapado por la descripción del escudo del héroe y per- episódica oral. El antiguo drama griego, como ya se ha señalado antes,
derá por completo el hilo de la narración. En nuestra cultura tipográfica .fue la primera forma de arte verbal occidental controlada por completo
. y electrónica, hoy en día nos fascina la correspondencia exacta entre el por la escritura. Fue el primer -y durante siglos el único- género que
orden lineal de los elementos en el discurso y el orden de referencia, se apegaba estrechamente a la estructura piramidal de Freytag. Paradó-
el orden cronológico en e1 mundo aJ cual se refiere el discurso. Nos agrada jicamente, a pesar de que el drama se presentaba de manera oral, había·
que la secuencia en los enunciados verbales sea exactamente paralela a sido elaborado antes como texto escrito. Resulta significativo que la pre-
aquello que experimentamos o a aquello que organizamos para experi- sentación dramática carezca de una voz narrativa. El narrador se ha su-
mentarlo. Cuando la narración abandona o deforma este paralelismo, mergido por completo en el texto y desaparece bajo las voces de sus
como en Marienbad de Robbe-Grillet o Rayuela de Cortázar, el efecto es personajes. Como ya hemos señalado, en una cultura oral un narrador
muy elaborado y resulta perceptible la falta del paralelismo esperado. organizaba normal y naturalmente su material en secciones episódicas,
La narración oral no se ocupa mucho del paralelismo cronológico exac- y la eliminación de la voz narrativa parece haber sido esencial al princi-
1,1',
to entre la secuencia en la narración y la secuencia en los puntos de refe- pio para librar a la trama de tal distribución. No debcmo.s olvidar que 'li
rencia fuera de ésta. Tal paralelismo sólo se vuelve un objet'ivo principal la estructura episódica era la manera natural de relatar una línea narra- I•
cuando la mente interioriza el dominio de la escritura. Peabody señala tiva extensa, aunque sólo fuera porque la experiencia de la vida real se 1
P..1,
que Safo explotó este paralelismo desde sus primeras obras, lo cual da parece más a una serie de episodios que a una pirámide de Freytag. Una 1¡,
¡
a sus poemas su curiosa modernidad como relaciones sobre una expe- selectividad esmerada produce una trama muy apegada al modelo pira-
riencia personal vivida temporalmente (1975, p. 22). Desde luego, en midal, y esta selectividad es facilitada como nunca antes por la distancia
la época de Safo (ca. 600 :.i. de C.) la escritura ya estaba estructurando que la escritura establece entre la expresión y la vida real.
la psique griega.
,,. ''
¡· Fuera del drama, en la narración como tal, la voz original del narra-
dor oral adaptó varias formas nuevas al volverse la voz silenciosa del es-
critor, conforme el distanciamiento efectuado por la escritura dio lugar
LA CONCLUSIÓN DE LA TRAMA: DE LA NARRACIÓN DE V[AJES a diversas ficcionalizaciones del lector y de escritor sacados de su contex-
AL Rt<:LATO DETECTIVESCO to (Ong, 1977, pp. 53-81). Empero, hasta que la impresión apareció y
con el tiempo obró sus efectos más trascendentales, la subordinación de
Los efectos de la escritura y más tarde de la impresión sobre la elabora- la voz al episodio se mantuvo firme.
ción. de la trama en la narrativa son demasiado vastos para ser tratados Como ya se ha señalado, la imprenta fijó -tanto mecánica como
aquí en gran detalle. Sin ~mbargo, algunos de los efectos más genéricos filosóficamente- las palabras en el espacio y de este modo estableció un
se aclaran mediante la consideración del paso de la oralidad al conoci- sentido más firme de lo concluido de lo que podía hacerlo la escritura.
miento de la escritura. Al madurar la experiencia de trabajar con un texto El mundo de lo impreso engendró la novela, la cual con el tiempo efec-
como texto, su creador, de hecho ya un "autor", adquiere un sentido tuó la ruptura definitiva con la estructura episódica, aunque la novela
de expresión y organización notablemente distinto del que tiene el ora- tal vez no siempre haya obedecido a una organización que siguiera es-
dor que se dirige a un público presente. El "autor" puede leer las histo- trictamente el modelo climático de muchas obras de teatro. El novelista
rias de otros en la soledad, puede trabajar con apuntes, puede incluso se concentró más específicamente en un texto y menos con sus oyentes,
MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA
l~ MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA 147
146
imaginados o reales (pues los romances irnprcsos en prosa a menudo se Poe no sólo concentra lo más importante de la acción en la mente de
escribían para leerse en voz alta). No obstanle, su posición_ todavía .era Legrand, sino también presenta como su equivalente externo un texto
un poco incierta. El reiterativo "querido lector" del novelista_ d_cl siglo la clave escrita que interpreta el mapa para hallar el tesoro escondido'.
x1x revela el .problema de ajusre: el autor aún tiende a pcrc1b1r a un El problema inmediato que Legrand resuelve directamente no es una di-
auditorio, a los oyentes, en algún lugar, y frecuentemente debe recorda1 0cultad existencial (¿Dónde está el tesoro?) sino textual (¿Cómo·ha de
que la historia no se dirige a oyentes sino a lectores, cada quien_ solo en mterpretarse este escrito?). Una vez resuelto el problema textual, todo
su propio mundo. La afición de Dickcns y otros novelistas d_e~ siglo XIX lo demás se arregla. Asimismo, corno Thomas J. Farrell me indicó en
a la lectura declamatoria de selecciones de sus novelas manihcsta tam- u?a ocasión,~ pesar de que el texto está escrito a mano, el código conte-
bién el gusto aún vivo por el antig~o mundo del narrado; oral. Un :an- mdo por el rrusmo es principalmente tipográfico, compuesto no sólo de
tasma de este mundo, cuya presencia resultaba muy comun, era el heroe !~tras del alfabeto sino también de signos de puntuación, mínimos o ine-
errante; y sus viajes servían para unir los episodios y sobrevivió a través x_1stentes en el manuscrito, pero abundantes en el texto impreso. Estos
de los romances medievales e incluso a través del Don Quijote de Cervan- signos están aún más alejados del mundo oral que las letras del alfabeto:
tes, por lo demás increíblemente adelantado a su_ tiempv, hasta D~foe aunque forman parte de un texto, son impronunciables, no fonéticos.
(Robinson Crusoe era un incansable viajero) y Tom Jones de Fieldm_g, El efecto de lo impreso para elevar al máximo el sentido de aislamiento
en las narraciones episódicas de Smollet.t y aun en algunas obras de D1c- y conclusión resulta evidente. Lo que se encuentra dentro del texto y de
kens, como por ejemplo The Pickwick Papers. la mente es una unidad completa, autónoma con su silenciosa lógica in-
La narración de estructura piramidal, como se ha visto, alcanza su tern~. Más ~arde, variando este mismo tema en una especie de historia
punto culminante en la historia detectivesca, empezando por Los .cn'me- cu_as1-~etect1vesca, .Henry James crea, en Los papeles de Aspern ( 1888), un
nes de la callr. Morgue de Poe, publicado en 1841. En el relato detectivesco rrnstenoso personaje central cuya identidad entera está encerrada en un
ideal la acción ascendente se acumula inexorablemente hasta una ten- escondrijo de sus cartas inéditas, las cuales son quemadas al final de la
sión ~asi intclerable, el reconocimiento y el vuelco culminantes relajan historia, sin ser leídas por el hombre que había dedicado su vida a bus-
la tensión con brusquedad explosiva y el desenlace, desenreda todo por- carlas,. para descubrir qué clase de persona había sido Jcffrcy Aspcrn
completo: cada detalle aislado de la historia resulta de la mayor irnp~r- en realidad. junto con los papeles, el misterio de la persona de Aspern en
tancia y, hasta el punto culminante y el desenlace, eficazmente ~ngano- la mente de su perseguidor se desvanece en el humo. La textualidad es
so. Las "novelas chinas de detectives", que comenzaron en el siglo xv11 encarnada en esta historia fantástica. "La letra mata, mas el espíritu vi-
y alcanzaron su madurez en el xv111 y el x1x, ~C?1;1parten_ los mater~alcs vifica" (2 Corintos, 3:6).
narrativos de Poe, pero nunca logran }a conc1s10n culmmante de este, .♦ El carácter reflexivo mismo de la escritura -reforzado por la lentitud
pues entreveran sus textos con "largos poemas, digresiones filosóficas, del proceso de escritura en comparación con la presentación oral, así co·
n~o. por el aislamiento del escritor en comparación con el orador- pro-
etc., etc." (Gulik, 1949, p. iii). . . •
Las tramas de las historias detectivescas son profundamente mteno- picia el desarrollo de la conciencia a partir de lo inconsciente. El escritor
res, en el sentido de que un acabado completo por lo general se .consi- :i de relatos detectivescos resulta exquisitamente más consciente en su re·
gue, primero, en la mente de uno de los personajes y luego se d_1funde ;_{ flexión que uno de los narradores épicos de Peabody, como las mismas
al lector y a los otros personajes ficticios. Shcrlock Holmcs lo _tenia to_do teorías de Edgar Allan Poe hacen patente.
re:;uelto en \a mente antes que cualquier otro, incluyendo espcc1alme~1tc al / ~ La escritura, como se ha visto, es en esencia una actividad que eleva 'I
I'·
te a1 lector. Esto es típico del relato detectivesco en contraste con la simple ··.t . la conciencia. La historia cuya trama se organiza siguiendo estrictamen- '
historia de "misterio", que no cuenta con una organización rematada te los cánones clásicos es tanto el resultado como el origen de un estado I!
sublimado de conciencia, y este hecho se expresa de manera simbólica lf
de manera tan impecable. El giro de la narrativ;1 hacia la "introspe~ción", .::
p~n1 utilizar la expres~ón de Kahlcr (1973), aquí es ilustrada nnpre~ 1,·- · cuando, con la aparición de la trama perfectamente piramidal en el relato ¡¡ 1
detectivesco, la acción se concentra en la conciencia del protagonista:
sionantemente por la diferencia con la antigua narración oral. El prota-
el detective. En décadas recientes, conforme la cultura tipográfica ha si- "·,,'I
gonista del narrador oral, distingui?o ~íp~cam~nte por sus h~zañ~s ~¡\ do trasmutada en una cultura electrónica, la historia de trama esq~emá-
";
externas, es reemplazado por la conc1cnc1a mtenor del protagonista t1- ·
tica ha perdido aceptación por demasiado "fácil" (es decir, por estar
pográlico. · · t- ·i ~emasiado ''trabajada" por la conciencia) para el autor y el lector. La
No pocas veces la historia detectivesca muestra cierto vínculo directo l, j
entre la trama y la textualidad. En El escarabajo de oro (1843), Edgar Allau · .·,I literatura de vanguardia está ahora obligada a descomponer o disimular
·¡i-
~I
:;;1
148 MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA fl MEMORIA ORAL Y LÍNEA NAR RATl'IA
0
149
las tramas de sus narraciones. Sin embargo, los relatos sin trama de la
era electrónica no son narraciones episódicas. Forman variaciones im- "i Todos estos logros resultan inconcebibles en las culturas orales pri-
marias y de hecho surgen en un mundo dominado por la escritura, con
presionistas e imaginistas sobre las historias ~on tramas_ que les precedieron. su impulso hacia la introspección minuciosamente especificada y los aná-
La trama nanativa lleva la huella de la escritura y la tipografía. Cuando se 1 lisis detalladamente elaborados de los estados interiores del alma y de
1
estructura según recuerdos y ecos, indicativos de la antigua narración oral sus relaciones consecutivas orientadas hacia el interior. Una explicación
primaria con su marcada confianza en lo sub-inconsciente (Pea~~y, 1975), i más completa del surgimiento del personaje "redondo" debe incluir una
no puede sustraerse a hacerlo de una forma elaborada y academ1ca, como concepción de cómo la escritura, y más tarde la imprenta, afectaron a
en La Jalousi, de Alain Robbc-Grillet o Ulysses de James Joyce. la antigua economía intelectual. Las primeras aproximaciones que tene-
mos al personaje redondo se encuentran en las tragedias griegas, el pri-
mer género verbal controlado enteramt:nte por la escritura. Éstas todayía
EL PERSONAJE "REDONDO", LA ESCRITURA Y LO IMPRESO se ocupan de líderes esencialmente públicos antes que con los personajes
domésticos comunes que pueden prosperar en la novela; empero, el Edi-
El lector moderno comprende generalmente la "caracterización" eficaz po de Sófocles y, aún más, Penteo y Agavé así como Ifigenia y O restes,
en la narrativa o en el teatro como la producción del personaje "redon- en las tragedias de Eurípides, son incomparablemente más complejos y pre-
~·
do", para utilizar el término de E.M. Forster (1974, pp. 46-54), el pe~- sos de angustia interior que cuaiquicra de los personajes de Homero. Se-
sonaje que "posee lo incalculable de la vida". Opuesto al personaJe gún las perspectivas de la oralidad y la escritura, de lo que se trata aquj
"redondo" está el "plano", el tipo de figura que nunca asombra al lec- es de la creciente interiorización del mundo abierto por la escritura. Watt
tor sino antes bien lo deleita por actuar precisamente como se espera que (1967, p. 75) llama la atención hacia la "interiorización de la conferen-
lo haga. Ahora sabemos q~e el personaje "pesado" (o "plano") se deri- cia" y los hábitos introspectivos que produjeron el interés por el perso-
va originalmente de la narración oral primaria, que no puede ofrecer per- naje humano que·ya se halla en Defoe, y atribuye esto a los antecedentes
sonajes de otro tipo. El personaje tipo, sirve tanto para o:ganizar la línea puritanos calvinistas del autor. Hay algo claramente calvinista enlama-
de la trama como para manejar los elementos no narrativos que se pre- nera como los personajes iAtrospcctivos de Defoe s~ relacionan con el mun-
sentan en la narración. Alrededor de la figura de Odisea (o., en otras cul- do secular. Sin embargo, la introspección y la interiorización cada vez
turas Brer Rabbit o la araña Anansi), es posible recurrir a la tradición mayores de la conciencia disti11gucn la historia entera del ascetismo cris-
acum,ulada sobre el ingenio; en torno a la figura de Néstor, a la tradi- tiano, donde su intensificación está explícitamente vinculada con la es-
ción referente a la sabiduría, y así sucesivamente. critura, desde las Confesiones de San Agustín hasta la Autobiografía de Santa
Conforme el discurso avanza de la oralidad primaria a un control ca- Teresa de Lisieux (1873-1897). Miller y Johnson (1938, p. 461), citados
ligráfico y tipográfico cada vez mayor, el personaje plano, "pesado" por Watt, apuntan que "casi todo puritano letrado llevaba alguna espe-
0 personaje tipo cede ante figuras que_ se vuel:en más y ~ás "r:e?on-
cie de diario". El advenimiento de la impresión intensificó la introspec-
das", es decir, que se presentan, a primera vista, como 1mprev1s1bles ción propiciada por la escritura. La edad de la impresión se distintuió
pero, en última instancia, coherentes desde el punto de vista de la co°;l- inmediatamente en círculos protestantes, por la promoción de la inter-
pleja estructura de carácter y motivación de las que se dota al personaJe pretación privada e individual de la Biblia, y en círculos católicos se ca-
redondo. La complejidad de la motivación y el desarrollo psicológico in- racterizó por el aumento de una frecuente confesión pri'v'.ada de los
terno con el paso del tiempo hacen que el personaje redondo parezca una pecados, y, de manera cü'ncomitante, por el hincapié en el examen de
"persona real"_ La aparición del personaje redondo de la novela estuvo conciencia. La influencia de la escritura y la impresión sobre el ascetis-
determinada por una gran cantidad de impulsos. Scholes y Kellogg (1966, mo cristiano exijc ser investigada.
p.p. 165-177) sugieren influencias tales como el impu_Iso hacia la _in~eri_o- Escribir y leer, como se ha visto, son actividades solitarias (aunque
rización en el Antiguo. Testamento y su intensificación en el cnstiams-. al principio la lectura se practicaba con bastante frecuencia de manera
mo la tradición dramática griega, las tradiciones ovidiana y agustiniana comunitaria). Incorporan a la psique en un pensamiento arduo, interio-
de la introspección, y la reflexión que se encuentra en los romances célti- rizado e individualizado de un tipo inaccesible para la gente que no co-
cos medievales y la tradición del amor cortés. Empero, también señalan noce la escritura. En los mundos privados que engendran, nace el 'interés
que la ramificación de los rasgos de carácter personales no fue perfeccio- por el personaje humano ''redondo''; profundamente interiorizado en
nada sólo cuando apareció la novela, con su sentido del tiempo no sim- su motivación, impulsado de manera misteriosa pero firme desde su in-
plemente como marco sino como elemento de la acción humana. terior. Después de su primera aparición (en el antiguo drama griego, con-
--.-_---·------------------------------------------------------------------
~rnMllRIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA
1 MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA 151
150
trolado caligráficamente), el personaje "redondo" es desarrollado más más "redondo" que cualquier otro personaje de la antigua literatura grie-
'en la época de Shakespcarc, después de la invención de la imprenta, y ga. Parecería que el desarrollo del psicoanálisis moderno es paralelo a
alcanza su punto culminante en Ja novela, en la cual, después de la lle- la evolución del personaje en el teatro y la novela, ya que ambos depen-
·gada del Romanticismo, lo impreso es interiorizado de manera más com- den del giro de la psique hacia la interiorización, producido por la escri-
pleta (Ong, 1971 ). · tura e intensificado por lo impreso. En efecto, así como el psicoanálisis
La escritura y la impresión no eliminan del todo al personaje plano. busca algún significado más profundo, indistinto pero sumamente reve-
De acuerdo con el principio de que una nueva tecnología de la palabra lador, oculto bajo la superficie de la vida ordinaria, así los novelistas
refuerza a la vieja al mismo tiempo que la transforma, es posible que -desde jane Austen hasta Thackeray y flaubcrt- invitan al lector a perci-
las culturas que conocen la escritura de hecho produzcan en ciertos 1s- bir algún significado más puro bajo la superficie defectuosa o falaz que
pectos el epítome de los personajes simbólicos, es decir, abstractos. Es- retratan. Los descubrimientos de la psicología "profunda" eran imposi-
tos arqreccn en las moralidades de la baja Edad Media, que empleaban bles antes, por las mismas ·razones que el personaje completamente "re-
virtudes y vicios abstractos como personajes -personajes simbólicos in- dondo" de la novela del siglo x,x no era concebible tiempo atrás. En
tensificados como sólo la escritura puede hacerlo-, y en el teatro de hu- ambos casos, se requería de una organización textual de la conciencia,
mor del siglo XVII, el cual, como en Every Man in His Humor o Voipone, aunque desde luego también estaban en juego otras fuerzas: el alejamiento
de Benjonson, presenta virtudes y vicios ligeramente personificados en de la terapia holista de Ja "antigua" medicina (anterior a Pasteur) y la
tramas más complejas. Defoe, Richardson, Fielding y otros novelistas necesidad de un nuevo holismo; la democratización y privatización de
precursores (Watt, 1967, pp. 19-2 .l ), y a veces incluso Jane Austen, dan la cultura (en sí un efecto de la escritura y, más tarde, de lo impreso);
a sus personajes nombres que les otorgan un valor simbólico: Lovelace, el nacimiento de la llamada familia "nuclear" o "familia afectiva", en
Heartfree, AHworthy o Square. Las culturas electrónicas, de alta tecno- lugar de la familia extensa organizada para conservar la "línea" de des-
logía, más recientes aún producen personajes simbólicos en géneros re- cendencia_; una tecnología avanzada que relacionaba más íntimamente
gresivos como el western o en algunos contextos de humor consciente (en entre sí a grupos más grandes de personas; y así sucesivamente.
el sentido moderno de esta palabra). El ºalegre gigante verde" funciona Sin embargo, cualesquiera que hayan sido estas otras fuerzas tras el
1
bastante bien en los gu~iones de publicidad porque el epíteto anti-heroico desarrollo del psicoanálisis, la escritura y lo impreso propiciaron un gran
1
"alegre" advierte a los adultos que no han de tornar en serio a este dios potencial: el nuevo interés por el mundo vital del hombre y la persona
1
de la fertilidad de nuestros días. No se conoce aún la historia de los per- humana. Los personajes delineados mediante epítetos no se prestan mu-
1
sonajes simbólicos y de las complejas maneras como relacionan la fic- cho a la crítica psicoanalítica, ni tampoco las figuras trazadas según una
ción escrita con la tradición oral. psicología de facultades, de "virtudes" y "vicios" en pugna. En la me-
Así como el relato sin trama de la imprenta de Jos últimos tiempos dida en que la psicología moderna y el personaje "redondo" de la fic-
o era electrónica se basa en la trama clásica y obtiene su efecto por una ción repr·esentan ante la conciencia actual cómo es la existencia humana,
senSación de que la trama está disfrazada o ausente, así en esta misma el sentido de ésta ha sido procesado a través de la escritura y lo impreso.
era los personajes extrañamente ahuecados que representan estados ex- E.:;to no pretende de ningún modo censurar el interés actual en la exis-
tremos de conciencia, como en Kafka, Samuel Beckett o Thomas tencia humana. Al contrario. El sentido fenomenológico moderno de la
Py 11 chon, surten sus efectos debido al contraste percibido con sus prede- o.istencia es más rico, en su reflexión consciente y articulada, que cual-
cesores, los personajes "redondos" de la novela clásica. Tales persona- q•..:.ier cosa que lo haya precedido. Pero resulta benéfico reconocer que
jes de la edad electrónica serían inconcebibles si la narrativa no hubiera este sentido depende de las tecnologías de la escritura y lo impreso, pro-
pasado por una fase del personaje ¡¡redondo". fundamente interiorizadas, partes ya de nuestros propios recursos psí-
· La evolución del personaje redondo registra cambios en la conciencia quicos. La reserva enorme de conocimientos históricos, psicológicos y
que se extienden mucha" más allá del mundo de la literatura. Desde Frcud, otros que pueden entrar en la narrativa y caracterización complejas de
la comprensión psicol6gita y sobre todo psicológica analítica de toda es- la actualidad sólo pudo acumularse a través del uso de la escritura y lo
tructura de_ la personalidad ha tomado como modelo algo así como el impreso (y hoy en día la electrónica). Pero estas tecnologías de la pala-
!
personaje ·'redondo" de la ficción. Frcud concibe a los seres humanos ,1 bra no almacenan solamente lo que sabemos. Forman nuestro saber de
reales como estructurados de una manera psicológicamente parecida al manera que lo vuelven bastante inaccesible y, de hecho, inconcebible
personaje dramático Edipo, no a Aquiles, y de hecho como un Edipo
interpretado según los cánones del mundo de las novelas del siglo XIX,
en una cultura oral.
.
r
11
11
ALGUNOS TEOREMAS 153
pese a su importancia para el desarrollo de los géneros, la trama, la ca-
racterización, las relaciones entre escritor y lector (véase Iser, 1978) y
la relación entre la literatura y las estructuras sociales, intelectuales y psí-
quicas.
VII. ALGUNOS TEOREMAS
Los textos pueden representar todo tipo de ajustes distintos a las po·
laridadcs entre la oralidad y el conocimiento de la escritura. La cultura
E1. EsTurno del contraste entre la oralidad y el conocimiento de la escri- de manuscrito en Occidente fue siempre marginalmente oral y, aun des-
tura es un asunto inconcluso en su mayor parte. Lo que en fechas re- pués de la impren1a, lo textual sólo alcanzó de manera paulatina el lugar
cientes se ha aprendido acerca de este contraste sigue expandiendo la que ocupa hoy en día en las culturas donde la mayor parte de.la lectura
comprensión no sólo del pasado oral, sino también d~I presente, lo cual s~ realiza en silencio. Todavía no hemos llegado a aceptar del todo el
libera nuestras mentes habituadas al texto y coloca baJo nuevas perspec- hecho de que,desde la Antigüedad hasta avanzado el siglo xvm muchos
tivas mucho de lo que desde hace tiempo nos ha sido familiar. _Aq':í ind~i- textos literarios, incluso cuando estuvieran por escrito, por lo general es-
caré algunas de las nuevas perspectivas e h_ipótes_is en apariencia mas taban destinados a la recitación pública, originalmente llevada a cabo
interesantes, pero sólo algunas, pues resulta 1mpos1ble hacerlo de mane- por el autor mismo (Hadas, 1954, p. 40; Nelson, 1976-1977, p. 77)_. El
ra global o completa. Presentaré la cuestión en forma de teoremas! afir- leer en voz alta ante la familia y otros grupos pequeñoS era común toda-
maciones más o menos hipotéticas que de varias maneras se relacionan vía a principios del siglo xx, hasta que la cultura electrónica reunió a
con lo que ya se ha explicado aquí acerca de la oralid~d y el :ar_nbio de tales grupos alrededor de los aparatos de radio y televisión, en lugar de,
ésta a la escritura. Si los capítulos precedentes han tcmdo un cxlto aun- como se hacía antes, en torno a un miembro del grupo.
que sea moderado, el lector debiera ser capaz de lleva~ estos_ teoremas La literatura medieval resulta particularmente fascinante en cuanto
más lejos así como de producir sus propios teoremas e h1p6tes1s comple- a su relación con la oralidad, debido a las mayores presiones del conoci-
!
mentarias.
Algunos de estos teoremas atenderán e~pecialmen~~ a l:3s ~~neras en
miento de la escritura sobre la psique medieval, producidas no sólo por
la importancia central del texto bíblico (los antiguos griegos y romanos
t
las cuales ciertas escuelas modernas de la mterpretac1on hterana y la fi-
losofía están enlazadas con el ·cambio de la oralidad y la escritura. La
1 no tenían textos sagrados, y sus religiones prácticamente no cuentan con
una teología formal), sino también por la ext1·aña y nueva mezcla de ora- i:
mayoría de estas escuelas se tratan en Hawkes (~97':)- Para convenien- ,. 1 lidad (debates) y lo textual (comentarios sobre obras escritas) en las aca-
cia del lector, cuando sea posible se hará referencia d1rectament~ a ~aw- demias del medievo (Hajnal, 1954). Es probable que la mayoría de los
kes, en cuya obra pueden encontrarse las diversas fuentes pnmanas. 1 escritores medievales a través de Europa continuara la práctica clásica
f de escribir sus obras literarias para ser leídas en voz alta (Crosby, 1936;
Nelson, 1976-1977; Ahcrn, 1981). Esto ayudaba a determinar el estilo
LA HISTORIA I.ITERARIA
siempre retórico así como la índole de la trama y la caracterización.
La misma práctica persistió en grado notable a lo largo del Renaci-
l
La historia literaria ha empezado, pero apenas empezado, a expl_ot~r las
miento. William Nelson ( 1976-1977, pp. 119-J 20) señala Ja revisión he- 1
cha por Alamanni de su Giran Cortese, originalmente un fracaso, para
posibilidades que le ofrecen los estudios sobre oralidad y conoc1~1ento
hacerlo más episódico y, así, más idóneo para la lectura oral frente a gru-
de la escritura. Importantes estudios han dado a conocer una amplt_a ga-
pos, como lo había sido el exitoso Orlando de Tasso. Ndson continúa y
ma de tradiciones específicas mediante el análisis de las presentaciones
propone que la misma motivación impulsó la revisión que Sir Philip Sid-
oraies primarias o los elementos orales en sus textos l_iterarios_. Foley
ney hizo a 0/d Arcadia, para adecuada a su presentación oral. También
{19806) cita obras so?re el mito sumerio, los Salmos b~hcos, vanasyro-
indica ( 1976-1977, p. 117) que a lo largo del Renacimiento la práctica
duccioncs orales de Africa del Oeste y del Centro, la literatura medieval
de la lectura oral hace a los autores expresarse "como si en realidad hu-
inglesa, francesa y germánic~ (véase Cur_schmann, 1967), la bylina rusa
biera gente ... escuchando" y no sólo "hipótesis" a las cuales normal-
y la prédica popular estadounidense: Los hstados de Hay_mes (1973) agre-
mente se dirigen los autores actuales. De aquí el estilo de Ra_belais y
gan estudios sobre las tradac1?nes amu, turca y otras ~as. _Per~ la histo-
Thomas Nashe. Es1a investigación de Nelson es una de las más ricas en
ria literaria en general todav1a procede con poca conc1enc1a, st acaso la
el señalamiento de la dinámica entre la oralidad y el conocimiento de
tiene, de las polaridades entre oralidad y conocimiento de la escritura,
la escritura en la literatura inglesa, desde la Edad Media hasta el siglo XIX
152
154 ALGUNOS TEOREMAS ALGUNOS TEOREMAS 155
e insin(ia cuánto queda todavía por hacer en el estudio de las polari- p~nsamiento y expresión, pero sin imitar conscientemente formas orales
dades entre oralidad y conocimiento de la escritura. ¿Quién ha evalua- anteriores, como lo hacía la epopeya "artística". Las baladas popula-
do ya Euphues de Lyly como obra para leerse en voz alta? res, com~ las de la frontera en inglés y escocés, se desarrollan al margen
El movimiento del Romanticismo advierte el principio del fin de la de la or~1dad. La novela constituye claramente un género impreso, pro-
antigua retórica basada en la oralidad (Ong, 1971 ), per~ ésta resue~a, fundamente interior, sin héroes y con ºfuerte tendencia a la ironía. Las
a veces espectral, a veces torpemente, en el estilo de los pnmcros es~nto- formas narrativas actuales, desprovistas de trama, son parte de la era
rcs estadounidenses corno Hawthorne (Bayer, 1980), por no mcnc1onar electrónica, estructuradas tortuosamente de acuerdo con códigos abstru-
a los padres fundadores de los Estados U nidos de Arpérica, y reverbera sos ( como computadoras). Y así sucesivamente. Éstas son algunas pau-
claramente en toda la historiografía de Thomas Babington Macaulay hasta t~s genéricas ?enerales. En su mayor parte, no se sabe aún cuáles hayan
la de Winston Churchill. En estos escritores, la concepción teatral y el sido las especificas. No obstante, su estudio y comprensión no sólo arro-
estilo semi-oratorio ponen de manifiesto las huellas de la tradición oral jará l~z sobre las formas de arte y pensamiento verbales del pasado, sino
aún persistentes en las escuelas públicas británicas. La historia literaria tamb1cn sobre ]as del presente, y posiblemente incluso sobre las del futuro.
aún tiene que examinar todo lo relacionado con esto. Un gran hueco en nuestra comprensión de la influencia de las muje-
A través de los siglos, el cambio de la oralidad a través de la escritura res en el género y estilo literarios podría llenarse o taparse si analizamos
y de lo impreso hasta el procesamiento electrónico de la palabra ha afec- el ca~bio de la oralidad a la escritura y lo impreso. Aquí, un capítulo
tado profundamente y, de hecho, determinado de manera fundamental antenor apuntó que las primeras novelistas y otras escritoras por lo ge-
la evolución de los géneros artísticos verbales, así como simultáneamen- neral no observaron los rasgos de la tradición oral por el simple hecho
te, por supuesto, los estilos sucesivos de caracterización y trama. En el de que las muchachas por lo común no tenían acceso al entrenamiento
Occidente, por ejemplo, la epopeya representa básica e irremediablemente 1 retórico de bases orales que los jóvenes recibían en la escuela. El estilo
una forma de arte oral. Las epopeyas escritas e impresas, las llamadas de las escritoras era claramente menos oral en un sentido formal que el
epopeyas ''artísticas'', son imitaciones elaboradas y arcaizantes de los 1 dé los hombres; sin embargo, hasta donde yo sé, ningún estudio impor-
; 1
procedimientos requeridos por la psieodinámica de la narración oral; por tante ha examinado las consecuencias de este hecho, que seguramente
ejemplo, el inicio de la obra in medias res, las descripciones' formulaicas i fueron ?xtensas. Indudablemente, los estilos no retóricos preferidos por
complicadas de la armadura y la conducta agonística, otro logro formu- 1 las e~cntoras ayudaron a hacer de la novela lo que es: más parecida a
lario de otro tema oral. Conforme la oralidad disminuye con la escritura i una conversación que una presentación desde un estrado. Stcincr (1967,
y la impresión, la epopeya cambia irremediablemente de forma, pese a ' pp. _387-389) ha llamado la atención sobre los orígenes de la novela en
las mejores intenciones y esfuerzos del autor. El narrador de la llíada y la vida mercantil. Esta vida conocía muy bien la escritura, pero su cono·
la Odisea está perdido en los hechos comunitarios orales: nunca aparece cimiento de ella era vernáculo, no fundamentado en la retórica latina.
corno "yo". El escritor Virgilio inicia su Eneida con "Arma, virumque ca- Las e_scuelas de los disidentes, que daban preparación par~ el trabajo co-
rw' ', "Canto las armas y el varón''"'. La carta de Spcnscr a Sir Walter mercial, fueron las primeras que admitieron mujeres en el salón de clases.
Raleigh, para presentar Tlu Faerie Queene, muestra que Spcnser realmen- Varios tipos de huellas de la tradición oral, así como la "oralidad con
te pensaba estar componiendo una obra como la de Homero: pero la es- conocimiento de la escritura" de la cultura oral secundaria producida
critura y lo impreso habían determinado que no fuera así. Con el tiempo, por la radio y la televisión, aguardan un estudio a fondo (Ong, 1971,
\a epopeya pierde incluso su credibilidad imaginaria: sus raíces en la eco- pp. 284-303; 1977, pp. 53-81). Algunos de los trabajos más interesantes
nomía intelectual de la cultura oral se han secado. La (mica manera en sobre los contrastes entre oralidad y conocimiento de la escritura hoy en
la cual el siglo xv111 puede referirse seriamente a 14; epopeya es mofán~ ' 1 día ~stán realizándose en estudios de la literatura actual en idioma inglés
dosc de ella por medio de parodias de epopeyas. Estas son producidas ' de Africa occidental (Fritschi, 1981).
por cientos. Más tarde., la epopeya de hecho desaparece. La continua- ¡j ,. E~ un nivel más práctico, muestra mayor comprensión de la psicodi-
ción por Kazantzaki de la Odisea constituye una forma literaria ajena. '.~: nam1ca de la oralidad en relación con la de la escritura está mejorando
Los romances son prod.ucto de la cultura caligráfica, creaciones en un la enseñanz_a de la facultad de escribir, particularmente en culturaS que
nuevo genero escrito que se basa fundamentalmente en estilos orales de .,1 en la actualidad están avanzando rápidamente de una oralidad casi total
1 hacia el conocimiento de la escritura como e~ el caso de muchas· cultu-
ras africanas (Essien, 1978), y en sub~ulturas que conservan rasgos ora-
•Vi"rgilio. Eniidu (Mé.'<ieo: Nuestrns Cl{isic;m, 1981), p. l 1 les de las sociedades donde priva un alto conocimiento de la escritura
1
156 ALGUNOS TEOREMAS ALGUNOS TEOREMAS 157
(Farrell, 1978a; 19786), como por ejemplo las subculturas urbanas ne- en
el interés la conclusión, el cual es producto de lo impreso. Nada muestra
gras o chicanas en los Estados Unidos. de manera má.s impresionante la afinidad estrecha, en su mayor parté
inconsciente, entre el movimiento romántico y la tecnología.
El formalismo ruso, un poco más anterior (Hawkes, 1977, pp. 59·73),
LA NUF.VA CRÍTICA Y El. FU!CVlt\1.IStvlO adoptó casi el mismo punto de vista de la nueva crítica, aunque las dos
escuelas evolucionaron de manera independiente. Los formalistas han
El cambio de la oralidad a la escritura esclarece el significado de la nue-
va crítica (Hawkcs, 1977, pp. 151-156) como un ejemplo notable de pen-
i dado gran importancia a la poesía como un lenguaje "puesto en el pri•
mer plano'', un lenguaje que llama la atención sobre las palabras mis-
samiento determinado por el texto. La nuc.va crític~ insistía en la mas en .su relación unas con otras dentro de la unidad acabada que es
autonomía de la obra individual de arte textual. Lo escrito, como se re- el poema, el cual tiene su propia existencia interior, autónoma. Los for-
cordará se ha llamado un "discurso autónurno" por contraste con la malistas restan importancia o eliminan de la crítica todo interés por el
exprcsiÓn oral, nunca autónoma sino siempre incorporada en una exis- -- ¡ ''mensaje'', ''fuentes" o ''historia'' del poema, o su relación con labio-
grafía del autor. Evidentemente, su visión también está determinada por
tencia no verbal. Los nuevos críticos han asimilado la obra de arte ver- 1
bal al mundo de objetO visual de los textos antes que al mundo : 1
el texto y se concentran exclusiva ( e irreflexivamente, en su mayor par-
oral-auditivo de los sucesos. Insisten en que el poema u otra obra litera- 1
te) en los poemas compuestos por escrito.
ria se considere como un objeto, un '' icono verbal''. La afirmación de que la óptica de los nuevos críticos y los formalistas
Resulta difícil ver cómo este modelo visual-táctil de un poema u otra 1 rusos está determinada por el texto no pretende desacreditarlos pues de
creación verbal pudiera aplicarse de manera eficaz a una presentación ·~-- ! hecho estaban analizando poemas que eran creaciones textuales. Ade-
oral, que presuntamente podría ser un poema real. El so~i~o se resist.e más, dado el estado precedente de la crítica (que se había dedicado en
a la reducción .a un ''objeto'' o ''icono'': es un acontec1m1ento conti- gran parte a la biografía y psicología del autor, sin atender al texto), se
nuo, como ya hemos explicado. Además, el divorcio entre el po~~a y justificaba que hicieran hincapié en éste. La crítica anterior se había ori-
/· el contexlo sería difícil de imaginar en una cultura oral donde la ongma- ginado en una tradición retórica que había conservado rasgos de la tra-
lidad de la obra poética consiste en la manera como este chntante o na- \~• dición oral, y de hecho era inexperta en el trato del discurso autónomo,
rrador se relaciona con este público en este momenlO. Aunque por propiamente textual. Visto según las perspectivas esbozadas por los con-
supuesto es un suceso especial, en cierto rnoclo distinguible ele otras cla- trastes entre oralidad y escritura, el cambio de la crítica anterior al for-
ses de acontecimientos, en un marco particular su propósito o resultado malismo y la Nueva Crítica aparece por lo tanto como un cambio de una
rara vez o nunca es simplemente estético: la presentación de una epope- mentalidad (retórica, contextual) que conserva rasgos orales a una men-
ya oral,.por ejemplo, también puede servir, simultáneamente, como un talidad textual (no contextual). Sin embargo, esta última era relativa-
acto de celebración, como paideia o educación para la juventud, como mente irreflexiva. Pues, aunque los textos son autónomos en comparación
fortalecedor de la identidad del grupo, como medio de hacer perdurar .,-, I con la expresión oral, en última instancia ninguno puede existir inde·
, ,. 1
'· todo tipo de conocimiento popular -histórico, biológico, zo~lo~ico, so· ~-'·.•,,·. pendientemente del mundo no textual. Todo texto se construye a partir
ciológico, venatorio, náutico, religioso-, y mucho_ más. Asn~1smo,. el ts¡·;,.·i de un pretexto.
narrador por lo regular se identifica con los pcrsona_¡es que cldrnca e in- -§{:. 1 Así pues, todos los textos tienen contrapuntos no textuales. Roland
Barthe.s (Hawkes, 1977, pp. 154-155) señala que toda interpretación de
terviene libremente con su público real, que mediante sus reacciones a :.¡... ·
su vez ayuda a detc:rminar lo que aquél dice: la extensión y el estilo de }~:I un texto tiene que salirse de éste a fin de hacer referencia al lector: el
la narración. En su presentación de La epopeya de Mwindo, Candi Rureke 1. '. .,. texto no tiene significado hasta que alguien lo lee, y para adquirir senti-
do debe ser interpretado, es decir, relacionado con el mundo del lector
no sólo se dirige él mismo al público, sino incluso hace que el héroe, 'f'
Mwindo, hable a los escribanos que ponen por escrito la presentación, ,i'i.,- (lo cual no quiere decir que deba ser leído de modo caprichoso o sin refe-
de Rurekc y les indica que se apresuren en su trabajo (Bicbuyck y Ma-
teene, 1971). Difícilmente puede llamárselc icono a esto. Al final de la
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~~
rencia alguna al mundo del escritor). Es posible describir la situación
de esta manera; puesto que todo tiempo dado se sitúa en la totalidá.d del
¡1
1,
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epopeya, Rureke resume los mensajes para la vida real que, según él,' "{;~- tiempo, un texto, depositado por su autor en un tiempo dado, está rcla· 1
transmite el relato (1971, p. 144( La búsque?a romántica d~ la "p~esía l~.].·. cionado ipso facio con todos los tiempos, ya que contiene implicaciones ¡¡¡ 1
...~l que sólo pueden desplegarse con el paso del tiempo y que resultan inac-
pura", aislada de las preocupaciones de la vida real, se denva del rnte- i'
rés por la expresión autónon:1.a creada por la escritura y, aún más, por .'ffl cesibles a la conciencia del autor o de los coetáneos de éste, aunque no 1
:17.,,,f.
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11,
158 ALGUNOS TEOREMAS ALGUNOS TEOREMAS 159
necesariamente ausentes de su subcom:iencia. La crítica marxisla (de La Nueva Crítica misma desd~ el principio se centró en lus textos en
la cual Barthcs se deriva en parte, Hawkcs, 1977, pp. 267-271) sostiene idioma inglés y lo hizo principalmente en un marco académico, donde
que la referencia a sí mismos de l~s n_uevo~ críticos_ est_á~ dctcr~~in~d~ p~~ las discusiones podían desarrollarse en una escala más amplia, más con-
cuestiones de clase y es adulatoria: tdenofica el s1g111ftcado obJet1vo tinua y más organizada que la de la crítica ocasional anterior de obras
del texto con algo que de hecho se encuentra fuera de éste, a saber: las vernáculas. Nunca antes se habían abordado los textos en esta manera
iry1erprctaciones que el texto imagina que son las apoyada~ por la mun- exhaustiva, en parte porque para las décadas de 1930 y 1940 los rinco-
danidad, el ingenio, el sentido. de la tradición y el donali'e de lo que nes debajo de la conciencia habían sido abiertos por el psicoanálisis y
en esencia es una aristocracia decadente (Hawkes, 1977, p. 155). Desde la psique se volvía reflexivamente sobre sí misma corno nunca antes, pe-
esta perspectiva, la Nueva Crítica obtuvo mayor éxito con las lisonjeras ro también porque un texto en idioma vernáculo tenía una relación dife-
clases medias que admiran este medio aristocrático. renté con el antiguo mundo oral de la infancia que un texto en una lengua
La Nueva Crítica también se originó en otra redistribución impor- que, hacía mucho más de un milenio, no había hablado nadie que no
tante de las fuerzas oraJes con conocimiento de la escritura, la cual tuvo supiera también cómo escribirla. Hasta donde yo sé, los estudios textua-
Jugar cuando el 1~1cdio académico cambió de una base del latín culto, les nunca han explotado las implicaciones aquí presentes (Ong, 1977,
controlado caligráficamente, a una base vernácula más libremente oral. pp. 22-34), las cuales resultan abrumadoras .. El estructuralismo semióti-
Aunque había algunos cursos aislados de literatura inglesa en los col~- co y el ' 1 deconstruccionisrno" por lo general no toman conciencia algu-
gios y universidades estadounidenses alre~e<l~r de 1850, la ~a~e'.·1a na de las diversas maneras como los textos pueden relacionarse con su
sólo se convirtió en una asignatura académica importante a pnnc1p1os •• 1 sustrnto oral. Se especializan en textos caracterizados por el punto de
del siglo xx; y, en el nivel de graduados, sólo después de la primera r' vista tipográfico o desarrollado a fines de la época del romanticismo,
Guerra Mundial (Parker, 1967). En las universidades de Oxford y Cam- en los umbrales de la era electrónica (1844 fue el año en que Morse pro-
bridge, el estudio del inglés en los primeros niveles empezó tí~i?amente -::.1 bó con éxito el telégrafo).
-~.
apenas a fines del siglo XIX y también llegó a ser _una materia mdcp~n-
diente sólo después de la primera Guerra Mundial (Pottcr, 1937; 11ll-
yard, 1958). Para la década de 1930, la Nueva Crítica estab'a en ~archa, ;;,
.. EL E.STRUCTURAlASMO
derivada del nuevo estudio académico del inglés, la primera críuca ver-
nácula importante de la literatura en idioma inglés que se desa:rollara -~,,_ ··1 El análisis estructuralista, según lo desarrolló Claude Lévi-Strauss ( 1970;
en un ambiente académico (Ong, 1962, pp. 177-205). Los mcdws aca- Hawkes, 1977, pp. 32-58), se ha concentrado considerablemente en la
démicos no conocían una "vieja crítica" del inglés. La crítica anterior narración oral y ha logrado cierta libertad de prejuicios caligráficos y ti-
de obras vernáculas, por aguda que fuese, caía fuera de lo académico, pográficos mediante la descomposición de la narración oral según térmi-
era ocasional y a menudo hecha por aficionados, pues el estudio acadé- nos binarios abstractos antes que desde el punto de vista del tipo de trama
mico profesional previo de la literatura se restringía al latín, con algo _desarrollado en Ja narración escrita. La analogía fundamental de Lévi-
de griego, y se fundamentaba en el estudio de l~a retóri~a. _ Strauss para la narración es el lenguaje mismo, con su sistema de ele-
El latÍFt, según se ha visto, durante mucho mas d<; nnl anos fue una mentos contrastantes: fonema, morfema, etcétera. Él y sus muchos se-
lengua controlada caligráficamente, ya no una lengua maternª-. Aunq_ue guidores por lo general han prestado poca o ninguna atención a la
estaba englobado en una mentalidad residualmente oral, no proporcIO· psicodinámica específica de la expresión oral, como es elaborada por
naba un acceso directo al inconsciente, como lo hacía una lengua mater- Parry, Lord, y particularmente Havelock y Peabody. La referencia a ta-
na. Bajo estas condiciones, un texto literario en latín, por co~1ple~o que les obras agregaría otra dimensión al análisis estructuralista, al cual a 1
fuera y por erudita que resultara su comprensión, resultaba mevitable- menudo se acusa de ser demasiado abstracto y tendencioso: todas las es- 11:
mente abstruso en comparación con un texto en la lengua materna de ttucturas observadas resultan ser binarias (vivimos en la época de la com- 11
uno escrito con base en una mezcla más rica de elementos inconscientes putadora), y lo binario se logra omitiendo los elementos, con frecuencia 1,
lh
y co,nscientes. Dada la oscuridad relativa intrínseca de los textos en la- importantes, que no se ajustan a las pautas binarias. Además, las éstruc- :1,.
tín, no resultaba sorprendente que el comentario sobre el texto se apar- turas binarias, por interesantes que sean las configuraciones abstractas
tara en algo de éste mismo, hacia el autor, su psicología, los antecedentes que forman, no parecen explicar la urgencia psicológica de una narra·
históricos y todos los factores externos que molestaban tanto a los defen- ción y por lo tanto no logran esclarecer por qué el relato es un relato.
sores de la Nueva Crítica. Los estudios de la oralidad como tal han hecho resaltar que la narra-
160 ALGUNOS TEOREMAS ALGUNOS TEOREMAS 161
ción oral no siempre se arma según rérminos que permitan un rápido se especializan en los textos., de hecho en textos impresos, y sobre todo
análisis estructuralista binario, o incluso el rígido análisis temático que en aquellos de la época del ·romanticismo recientemente impresos: es-
Proµp (1968) aplica al cuento popular. La cstruCtura de la narración oral pecialización significativa dado que esta época se reconoce como señala-
a veces se desimcgra, aunque este hecho no le pone trabas a un buen miento de un nuevo estado de conciencia, asociado con la interioriza-
narrador, hábil en las técnicas de digresión y referencia retrospectiva. ción definitiva de lo impreso y la atrofia de la antigua tradición retórica
La "línea" narrativa directa, como Peabody ha hecho patente (1975, (Ong, 1971 y 1977). La mayoiía de los textualistas muestran poca preocupa-
pp. 179, 235 y passim), es mucho menos eficaz en la presentación oral ción por las continuidades históricas (que también son continuidades psi-
primaria que en la composición escrita (o en la presentación oral por per- cológicas). Cohcn (1977, p. xxii) apunta que la "arqueología" de Foucault
sonas influidas por la composició.n escrita). La composición oral se sirve se interesa principalmente por la corrección de las perspectivas moder-
de "núcleos de información" en los cuales las fórmulas "no muestran nas antes que por explicar el pasado según sus propias consideraciones.
el grado de organización que por lo general asociamos con el pemarnicn- De igual manera, la teoría marxista semiótica y literaria relacionada con
to", aunque los temas sí logren más o menos hacerlo tPeabody, 1975, d cstructuralismo y el textualismo, según es representada, por ejemplo,
página 179). por Pierre Macherey (1978), consiste en ejemplos detallados tomados to-
Los declamadores, en especial pero no exclusivamente aquellos que dos de la novela del siglo x1x, como indica el traducor de Macherey
declaman en verso, son asediados por las distracciones. Una palabra puede (1978, p. lx).
desatar una cadena de asociaciones a la que el intérprete sigue hasta en- Un punto de partida predilecto para los textualistas ha sidojuanJa·
trar en un cul de snc, del cual sólo el narrador experimentado puede ha- cobo Rousseau. Jacques Derrida (1976, pp. 164-268 y passim) ha enta·
llar la salida. Homero se mete en tales predicamentos no con poca blado un largo diálogo con Rousseau. Derrida insiste en que la escritura
frecuencia: "Homero pierde el hilo". La habilidad de corregir los erro- "no es un complemento a la palabra hablada", sino un hecho totalmen-
res con gracia y no presentarlos como tales es una de !as cosas que dis- te distinto. Mediante esta insist~ncia, él y otros han colaborado en gran
tingue a los cantores expertos de los improvisados (Pcabody, .1975, medida para reducir la tendencia caligráfica y tipográfica que también
pp. 235, 457-464; Lord, 1960, p. 109). Las formas de organización y desor- ha sido la preocupación de este libro. En el peor caso, según los textua-
ganización aquí no parecen ser cuestión de mero bn"colage (trabajo manual, listas, esta tendencia puede adoptar la siguiente forma: se supone que
improvisación ad hoc), término predilecto en la semiótica estructuralista, simplemente existe una correspondencia exacta entre los artículos en un
tomado de El totemismo en la actualidad (1963) y El pensamiento salurúe mundo extra-mental y las palabras habladas, y una correspondencia se-
( 1966) de Lévi-Strauss." Bricolage es la expresión del letrado para lo que mejante entre las palabras habladas y las escritas (aparentemente se con-
él mismo cometería si hiciera un poema que siguiera los cánones de! es· sidera que éstas incluyen lo impreso; los textualistas por lo general
tilo oral. Sin embargo, la organización oral no es una organización esco- identifican la escritura con lo impreso y rara vez -o nunca- se atreven
larizada armada de manera provisional. Es posible que existan conexiones siquiera a echar un vistazo a la comunicación electrónica). Basándose
sutiles, por ejemplo, en la antigua narración griega de origen oral, e~tre en esta suposición de una correspondencia exacta, el lector ingenuo da
la estructura del verso hexámetro y las formas de pensamiento mismas. por sentada la presencia previa de un referente extra-mental, que lapa-
labra presuntamente capta y pasa a la psique por una especie de tubo.
En una variante sobre el tema noúmeno-fenómeno de Kant (relaciona·
Los TEXTUALISTAS y LOS DECONSTRUCCION.IST,\S do este mismo con el predominio de la vista producido por la escritura
y confirmado por la impresión; Ong, 1967b, p. 74), Derrida critica se-
El conocimiento cada vez mayor de la psicodinárnica de la oralidad y veramente esta metafísica de la presencia. Llama "logocentrismo" almo-
la escritura también penetra.en la obra del grupo que aquí podemos lla- delo tubular y lo define corno derivado del ''fonocentrismo'', es decir,
mar los "textualistas", notablemente A. J. Greimas, Tzvetan Todorov, de tomar el Lagos o palabra como lo primario y así degradar la escritura
el ya desaparecido Roland Barthes, Philippe Sollers y Jacques Derrida, en comparación con el habla oral. La escritura rompe el modelo tubular
así como Ivlichel Foucault y Jacques Lacan (Hawkes, 1977). Estos críti- porque puede demostrarse que posee una economía propia, de mahera
cos·filósofos, que derivan principalmente de una tradición husserliana, que no sólo es capaz de transmitir sin. cambio lo que recibe del habla. ¡
'Hay cd. en esp. del FCE, México, 1961. las palabras habladas, que en sí mismas no trasmiten un mundo extra-
1,
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,, 1 ALGUNOS TEOREMAS
162 ALGUNOS TEOREMAS l. 163
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mental de presencia como si fuera a través de un vidrio transparente. :, 1 concebido y defendido textualmente. El que este fonocentrismo se tra-
La lengua es estructura, y su estructura no es la del mundo extra-mental. 1 duzca a un logocentrismo y una metafísica de la "presencia" resulta,
El resultado final para Derrida es que la literatura -y de hecho la len- 1 por lo menos, discutible. La doctrina platónica de las "ideas" sugiere
gua misma- no es en absoluto ''representativa'' o ''expresiva'' de algo 1 que no sucede así, dado que en ella la psique trata sólo con sombras o
que existe fuera de ella. Dado que no refiere a nada -como lo haría el 1
con las sombras de las sombras, no con las presencias de "ideas" verda-
tubo-, no se refiere, o no significa, nada. 1 deras.
. '' Tal vez las "ideas" de Platón eran la primera "gramatología". La
Sin embargo, difícilmente resulta que, porque A no sea B, no es na-
da. Cullcr (1975, pp. 241-254) trata la obra de muchos de los textualis- im.plicación de asociar el logocentrismo al fonocentrismo es que el
tas, como los he llamado aquí, o estructuralistas, como él los llama, y '1 pnmero, una especie de realismo ordinario, es fomentado principal-
muestra que, pese a que niegan que la literatura sea representativa o re- mente por atención a la primacía del sonido. Empero, el logocentrismo
' 1
ferencial, los cstructuralistas (o textualistas) que han integrado el grupo 1
es fortalecido por la textualidad, se define más poco después de que el
Te! Qud en París (Barthes, Todorov, Sollers, Julia Kristcva, y otros) de texto caligráfico es reforzado por lo impreso, y alcanza su punto culmi-
hecho -e inevitablemente- utilizan el lenguaje de manera representa- nante en el siglo xvr, en el pensamiento del filósofo }' reformador fran-
1
tiva, pues "no quisieran pretender que sus análisis no son mejores que cés de la educación, Petros Ramus (Ong, 19586). En su dialéctica o lógica,
otros" (1975, p. 252). Ramus aportó un ejemplo casi insuperable de logocentrism.o. Eil Ramus,
Por otra parte, quedan pocas dudas en el sentido de que hoy en día Method, and the Decay of Dialogue (1958b, pp. 203-204), no lo llamó logo-
muchas personas de hecho se basan en un modelo logocéntrico al consi- centrismo sino "epistemología corpuscular", correspondencia directa
derar los procesos intelectuales y de comunicación. Al señalar la diferen- 'I que identifica concepto, palabra y referente, y que de hecho nunca se
cia entre fonocentrismo y logocentrismo, Derrida hace una positiva ocupa siquiera de la paJabra hablada sino que toma el texto impreso,
aportación en el mismo campo sacudido por Marshall McLuhan con su ; 1 no la articulación oral, como punto de partida y modelo de pensamiento.
famoso lema: ''El medio es el mcnsaje. '
1
-~ •. Hasta donde yo sé, los textualistas no han hecho ninguna descripción
No obstante, el trabajo reciente sobre los contrastes entre oralidad y de los orígenes históricos específicos de lo que llaman logocentrismo. En
escritura, tratado en el presente libro, cot~1plica las 'raíces del fonocen- su reciente Saving lhe Texl: Lileralure/Demda/Philosophy (.1981, p. 35), Geof-
trismo y de] logocentrismo más allá de la explicación de los textualistas, frey H. Hartman ha llamado la atención sobre la ausencia de cualquier
sobre todo en el caso de Platón. La relación de Platón con la oralidad era 1 explicación en Derrida del paso del mundo (de bases orales) de la 1 'imi-
del tocio ambigua. Por un lado, en el Fedro y la Séptima Carta, considera ;· f 1 tación'' al mundo posterior (basado en lo impreso) de la ''diseminación''.
que la escritura es menos importante que el habla oral, y es por lo tanto ·j En ausencia de tal explicación, parece que la crítica textualista de la tex-
fonocéntrico. Por otro, cuando en la República desterró a los poetas, lo 1 tualidad, por brillante y hasta cierto grado útil que sea, aún está, curio-
hizo, como demuestra Havelock, porque representaban el antiguo mun 4
;¡ samcnt~, determinada por el texto. De hecho, es la ideología más
do mnemotécn _ico oral de la imitahción (acumulativ.o'. red_~nd)ante, copido- ·f.¡'I determinada por el texto que todas las demás pues juega con las parado-
so, tradiciona 11sta, cálidamente umano, de parttc1pac10n : un rnun o 1 jas de la textualidad sola y en aislamiento histórico, cmno si el texto cons-
opuesto al reino analítico, sobrio, c~acto, abstracto, visual e inmóvil de ·t/;¡· tituyera un sistema cerrado. La única manera de librarse de esa
las "ideas" que Platón perseguía. El no consideraba que su aversión a . determinación sería a través de una comprensión histórica de lo que era
los poetas fuera una antipatía contra la antigua economía intelectual oral,
11
::__ \ 1 la oralidad primaria, pues ésta es la ún:ica fuente verbal a partir de la
pero sí lo era, como ahora podemos percibir. Platón sentía este rechazo ~- 1i ;,u.al pudo surgir la textualidad. Según sugiere I-lartman ( 1981, p. 66),
porque vivió en la época en que el alfabeto comenzaba a interiorizarse ;._~ 1 S1 en la actualidad el pensamiento es para nosotros textual, entonces
lo bastante para influir en el pensamiento griego, incluyendo el suyo, .' ~-; ¡ debiéramos comprender la base ... Los textos son el doble fondo''. Yo,
la época en que comenzaron a aparecer los procesos de pensamienlo pa-· •i ·1 diría (escribiría) que el texto es primordialmente un pretexto, aunque
cientemente analíticos, de grandes secuencias, como resultado de las ma- ;:~-f l esto no significa que S(!:a posible reducirlo a la oralidad.
neras como el conocimiento de la escritura le permitía a la mente procesar
·u:
._J¡1' ! La '_'deconstrucción" de los textos literarios ha surgido de la obra: de
textualistas como los mencionados aquí. A los dcconstruccionistas les agra-
1
los datos.
Paradójicamente, Platón pudo formular de manera clara y eficaz su ',1 j l da señalar que "las lenguas, al menos nuestras lenguas occidentales, tanto
fonocentrismo, la preponderancia que dio a la oralidad por encima de ~( 1 I ratifican la lógica como al mismo tiempo la ponen en tela de juicio" (Mi-
ller, .1979, p. 32). Esta proposición se comprueba demostrando que, si
'. '"'''""' '"" ""'""' ,.s;, '"'"'' " '""=" "' """ ,, "'''" ,,
1.64 ALGUNOS TEOREMAS ALGUNOS TEOREMAS 165
se examinan todas las implicaciones en un poema, se verá que éste no d~ Gr~?c, que gol~ierna tácitamente el discurso al establecer que la con-
es totalmente coherente en sí mismo. tnbuc101~ de un SUJ:to a u:1-a conversación debiera seguir la dirección acep-
Pero, ¿por qué debieran ser coherentes todas las implicaciones suge- tada del 1nt.ercamb10 de discursos en el que se está participando, y entraña
ridas por el lenguaje? ¿Qué lleva a uno a creer que la lengua puede _es- su conc_epto de "implicación", que se refiere a varios tipos de cálculos
tructurarse de tal manera que resulta perfectamente consecuente consigo q_u~ aplicamo~ a fin de explicarnos lo que oímos. Es evidente que el prin-
mis1 1a, de tal modo que resulta un sistema cerrado? No existen sistemas c1p10 cooperativo y la implicación producirán en la comunicación oral efec-
cerrndos, y nunca los ha habido. La pretensión de que la lógica es un tos muy disti~tos de los que producen por escrito. Hasta donde yo sé,
sistema cerrado ha sido fomentada por la escritura y todavía más por estos efectos diversos nunca se han analizado. De hacerlo, es muy posi-
lo impreso. Las culturas orales apenas tenían este tipo de ilusión, aun- ble que revelaran que prometer, responder, saludar, declarar, amena-
que tenían otras. No tenían ningún sentido de la lcn~ua _como "csu:uc- zar, ?rdenar, protestar y otros actos del habla no significan exactamente
tura" _ No concebían la lengua por analogía con un cddic10 u otro objeto lo mismo en una cultura oral que en una que conoce la escritura. Mu-
en el espacio. Para los antiguos griegos, el lenguaje y el pensamiento se chas personas que saben leer y escribir y que conocen culturas con ras-
originaban en la memoria. Mnemosina, no Hefasto, es la ~1adre de las gos o~alcs muy marcados opinan que así es:· juzgan a los pueblos orales,
musas. La arquitectura no tenía nada que ver con el lenguaje y el pensa- por eJcmplo, como desentendidos del cumplimiento de promesas o en
miento. En el "estructuralismo" sí tiene que ver, por implicación ine- sus respuestas a preguntas.
vitable.. . . Sólo existe una indicación de la luz que los contrastes entre oralidad
La obra de los deconstruccionistas y otros textualistas antes mencio- Y~ escritura pudieran proyectar sobre los campos estudiados por las teo-
nados deriva su atractivo en parte de un conocimiento de la escritura nas de los actos del habla. La.teoría de los actos del habla pudiera desa-
sin discriminación e históricamente irreflexivo. Lo que hay de cierto en rrollarse no sólo para analizar más la comunicación oral, sino también
esta obra a menudo puede representarse ele manera más fácil Y. cf!caz para examinar de manera más reflexiva la comunicación textual preci-
mediante un textualismo más enteramente crítico: no podemos el11n111ar samente como textual. Winifred B. Horner (.1979) ha iniciado la evolu-
los textos, que dan forma a nuestros procesos de pensamiento, ~e:o ~o- ción en estos términos mediante la sugerencia de que escribir una
ciemos entender sus debilidades. L 'écriture y la oralidad son "pnv1lcg1a- "composición" como un ejercicio académico constituye un tipo especial
das", c;tda una de su propi"a manera característica. Sin el textualism.o, de acto que ella llama acto del texto.
no es posible siquiera identificar !a oralidad; sin la oralidad, el textualis- Otro enfoque a la literatura que resulta particularmente atractivo pa-
mo es más bien abstruso y jugar con él puede resultar una forma de ocul- ra los contrastes entre oralidad y escritura es la crítica de la recepción
tismo, ofuscación compleja, lo cual liega a ser infinitamente excitante, ,,,,. de~ lector d~ Wolfgang Tser, Norman Holland, Stanley Fish, David Bleich,
incluso en las ocasiones cuando no es particularmente instructivo. M1chacl R1ffatcrre y otros, incluyendo ajacques Derrida y Paul Ricoeur.
La crítica de la recepción del lector tiene un conocimiento profundo de
1 que la escritura y la lectura difieren de la comunicación oral, des<le el
LA T!~ORÍA DE LOS ACTOS DE.L HAHLA Y LA RECEPCIÓN DEL LECTOR -i punto de vista de la ausencia: el lector normalmente está ausente cuan•
do el escritor escribe, y el escritor por lo común está ausente cuando el .i
Otros <los enfoques especializados de la literatura dan lugar_ a un nuev? )' lector lee, mientras en la comunicación oral el que habla y el oyente se 1¡
análisis desde el punto de vista de los constrastes entre oralidad Y cscn- ~ encuentran en presencia uno del otro. También se opone enérgicamente 1
tura. U no de ellos se origina en la teoría de los actos del habla elabora?ª .',
por J. L. Austin, John R. Scarle y H. P. Grice, la c~al Mary Louise :·
a la apoteosis que la Nueva Crítica hace del texto físico. '' La objetividad
del texto es una ilusión" (Fish., 1972, p. 400). No obstante, hasta la fe- !
Pr:att ( 1977) utilizó recientemente para formular tentativamente una de-_'. cha se ha hecho poco para comprender la reacción del lector desde el
finición del discurso literario como tal. La teoría de los actos del habla· punto de vista de lo que ahora se sabe de la evolución de los procesos
Intelectuales, desde la oralidad primaria a través de la oralidad residual
1
distingue el acto de "locución" (el acto de producir un· enunciado, una~-,
estructura de palabras), el acto de "locución" (que expresa un marco, . . hasta el conocimiento avanzado de la escritura. Los lectores cuyaS nor-
de influencia recíproca entre el emisor y el receptor; v. gr., prometer,'· mas y expectativas para el discurso formal son dominadas por una dis- ¡¡
saludar, declarar, jactarse y así sucesivamente) y el acto "perlocutorio'!{ posición mental que conserva rasgos orales se relacionan con un tcxtc,
(que produce efectos intencionale~ e.n el .oyent;; c?m? .por ejempl? t~>. de manera muy distinta de la de los lectores cuyo sentido del estilo es
mor, convicción o valor). La tcona implica el prmc1p10 coopcrauvo •· radicalmente textual. Las apóstrofes nerviosas de los novelistas del siglo xrx
.
~
!
fía hegeliana y sus secuelas están llenas de problemas de oralidad y escri- de Franz Boas, The Mind nf Primitive Man ( 1922). Los términos '' primiti-
tura. El descubrimiento reflexivo más pleno del yo, del cual depende en vo'' y ''salv¿~e'', por no mencionar ''inferior'', están cargados de signi-
gran medida la fe-nómenología de Hegel y otros, es el resultado no sólo ficado .. ': nadie le gusta que lo llamen primitivo o salvaje, ·y resulta
ele la escritura, sino también de la imprenta: sin estas tecnologías, la pri- 1ran~ml1zador aplicar estos términos a otra gente con el objeto de dife~
vatización moderna del yo y el agudo y doblemente reflexivo conocimiento renc1arnos: para mostrar lo que nosotros no somos. Los términos son
moderno de sí mismo resultan imposibles. algo así como el término "'analfabeto''-; señalan de manera negativa un
Los teorernas de la oralidad y la escritura desafían al estudio bíblico estado anterior de las cosas y ponen de relieve una carencia o deficiencia.
quizá más que ot.m campo cualquiera del saber, pues, a través de los si- En la atención actual que se presta a las diferencias entre la oralidad
glos, el estudio bílJlico ha engendrado lo que sin duda constituye el con- y el conocimiento de la escritura, una comprensión más positiva de los
junto más extenso de comentarios textuales en el mundo. Desde la crítica estados de conciencia anteriores ha reemplazado, o está reemplazando,
de la forma de Hennann Gunkel (1862-1932), la erudicióll bíblica ha estos enfoques bien intencionados, pero en esencia limitados. En una se-
cobrado cada vez mayor conciencia de tales detalles como los elementos rie recientemente publicada de conferencias radiofónicas, L_évi-Strauss
oral-formulaicos en el texto (Culley, 1967). Sin embargo, como apunta mismo defiende _a }os "pueblos que habitual o erróneamente· llamamos
Werner Kelbcr (1980, 1983), los estudios bíblicos -al igual que otras 'primitivos' " contra la consabida acusación de que sus mentes son de
investigaciones textuales- se inclinan inconscicnlt~mente a interpretar la "un tipo más primitivo" o "fundamentalmente diferentes" (1979,
economía intelectt'al y verbal de las culturas orales según su conocimiento pp. 15-16). Sugiere que el tém1ino "primitivo" sea reemplazado por la fra-
de la escritura, y proyectan la memoria oral como variante de la memo~ se "sin escritura". No obstante "sin escritura" sigue siendo una valora~
ria escolarizada ]iLeral, y consideran lo que se conserva en la tradición ción negativa que indica un prejuicio caligráfico. Nosotros sugeriríamos
oral como una especie de texto que sólo espera ser pueslO por escrito. utilizar el término "oral", menos denigrante y más positivo. La decla-
La próxima obra trascendental de Kelber, 771e Oral arzd the Written Cospel ración de Lévi-Strauss (1966, p. 245), citada a menudo, de que ''el pen-
[El evangelio oral y el evangelio escrito], formula por primera vez, de samiento salvaje totaliza", pasaría a ser "la mente oral totaliza".
frente, bajo la luz plena de los recientes estudios sobre oralidad y (~scri- La oralidad no es un ideal, y nunca lo ha sido. Enfocarla de manera
tura, la pregunta, de qué era en realidad la tradición oral antes de la positiva no significa enaltecerla como un estado permanente para toda
aparición de los textos sinópticos escritos. Es posible tener conocimiento cultura. El conocimiento de la escritura abre posibilidades para la pala-
de que los textos poseen antecedentes orales sin tomar cabal conciencia bra y la existencia humana que resultarían inimaginables sin la escritu-
de lo que en efecto es la oralidad. O'Connor (1980) rompe aquí con la ra. Las culturas orales hoy en día estiman sus tradiciones orales y se
tendencia dominante al analizar nuevamente la estructura del verso he- atormentan por la pérdida de las mismas, pero nunca me he encontrado
breo desde el punto de vista de la psicodiná111ica realmente oral. Sin du- ni he oído de una cultura oral que no quisiera lograr lo más pronto posi-
da parece que una apreciación a fondo de los procesos intelectuales y ble el conocimiento de la escritura. (Desde luego, algunos individuos se
comunicativos de la oralidad primaria pudiera abrir nuevas profundida- resisten a la escritura, pero en su mayor parte se les pierde de vista pron-
des de comprensión textual y doclrinal a los estudios bíblicos. to.) Sin embargo, la oralidad no es desdeñable. Puede producir creacio-
nes fuera del alcance de los que conocen la escritura; la Odisea es un buen
ejemplo. Asimismo, la oralidad nunca puede eliminarse por completo:
LA ORALJl)AD, LA ESCRITURA Y EL SER HUMANO al leer un texto se le "oraliza". Tanto la oralidad como el surgimiento
de la escritura a partir de la oralidad son necesarias para la evolución de
Desde tiempo atrás, los pueblos civilizados se han comparado con los la conciencia.
Afirmar que un gran número de cambios en la psique y la cultura
:~
1i
'''primitivos'' o ''salvajes'', no sólo en la conversación de salón o en los
cocteles, sino también en las obras históricas de gran profundidad y en están relacionados con el paso de la oralidad a la escritura no pretende
los estudios antropológicos. Uno de los trabajos antropológicos más im- establecer que esta última (o su secuela, la imprenta) sea la única causa 11,1
portantes de las décadas recientes, citado con frecuencia en estas pági- de todos los cambios. El vínculo no es cuestión de reduccionismo sino
1
nas, es EL pensamiento salvaje, de Claude Lévi-Strauss (primera edición en de correlación. El cambio de la oralidad a la escritura está íntimamente
relac.:ionado con otros avances psíquicos y sociales que se agregan a los 1.:
francés, La Pensée sauvagc , 1962). También podríamos citar las obras an-
teriores de Lucien Lévy-Bruhl, Lts Fonctions merita/es dans les sociétés infé- que hemos apuntado ya. Avances en la producción alimenticia, el co- 11
!,
rieures (1910) y La Mentatite primitiue (192:1), y en las conferencias Lowell mercio, la organización política, las instituciones religiosas_, las habilida- I1
!i ¡1!
11l•i'1
'"
170 ALGUNOS TEOREMAS ALGUNOS TEOREMAS 171
des tecnológicas, las prácticas educativas, los medios de transporte, la que verbal.) Tengo que percibir algo en la mente del otro con lo cual
organización familiar y otros campos de la vida humana: todos desem- mi enunciado propio pueda relacionarse. La comunicación humana nunca
peñan sus papeles propios. Empero, la mayoría de estos logros, y de he- es unilateral. Siempre requerirá no sólo una reacción sino que se confi-
cho es probable que todos ellos, han sido afectados muy considerablemente gurará y obtendrá su contenido por una respuesta previa.
por el cambio de la oralidad al conocimiento de la escritura (y más allá Esto no quiere decir que esté seguro de cómo responderá el otro a lo
de ésta), así corno r:nuchos de ellos a su vez han influido en él. que digo. Sin embargo, debo ser capaz de conjeturar -al menos de ma-
nera tentativa- una posible gama de respuestas. En cierto modo, tengo
que encontrarme de antemano dentro de la mente del oiro para poder
·•'.
Los "MEDIOS" CONTRA LA COMUNICACIÓN HUMANA
.Yi. entrar con mi mensaje, y él o ella deben estar dentro de la mía. Para
fonnular c~alquier cosa, debo ya tener ''en mente'' a otra persona u otras
Al estudiar la tecnologización de la palabra, la mayor parte de este libro personas. Esta es la paradoja de la comunicación humana. La comuni-
T •
evita el término "medios". La razón es que puede dar una impresión cación es recíprocamente subjetiva. El modelo de medios no lo es. No
falsa de la naturaleza de la comunicación verbal, y de otra comunicación existe uri modelo adecuado en el universo físico para esta operación de
humana también. EJ pensar en un ''medio'' de comunicación o en ''me- conciencia, la cual es peculiarmente humana y señala la capacidad que
dios'' de comunicación sugiere que éste equivale a una transferencia tu- los seres humanos tienen para formar verdaderas comunidades de las
bular de unidades de material llamadas "información" de un lugar a cuales una persona hace partícipe -interior, subjetivamente- a otra.
otro. Mi mente es una caja. De ella saco una unidad de "información", La conformidad para aceptar el modelo de'' medios'' de la comunica
la codifico (es decir, la adapto al tamaño y la forma del tubo por el cual ción revela el acondicionamiento caligráfico. En primer lugar, las cul-
pasará) y la meto por un extremo del tubo (el medio, algo en medio de turas caligráficas consideran el habla como más específicamente
otras dos cosas). De un extremo del tubo, la "información" avanza al informativa que las culturas orales, donde el habla está más orientada
otro, donde alguien la decodifica (le devuelve su tamaño y forma debi- a la ejecución y es más una manera de hacer algo a alguien. En segundo,
dos) y la mete en su propio recipiente parecido a una caja, llamado "men- el texto escrito parece ser, primafacie, un canal informativo de un solo
te". Este modelo obviamente tiene algo que ver con la comunkación sentido, pues ninglJn receptor real (lector, oyente) está presente cuando
humana, pero muy poco si se le examina de cerca, y deforma el acto los textos son creados. Empero, cuando se habla y cuando se escribe,
de comunicación hasta volverlo irreconocible. De aquí el irónico título algún receptor debe estar presente, de otro modo, el texto no se creará.
de IVlcLuhan: El medio es el masaje (no precisamente el ' 1 mensaje"). Por lo tanto, aislado de personas 'reales, .el escritor inventa una perso-
En su sentido más elemental, la comunicación humana, verbal y de na o personas ficticias. "El público del escritor siempre es imaginario"
otro tipo, difiere del modelo del ''medio'' en que, para llevarse a efecto, (Ong, 1977, pp. 54-81). Para un escritor, todo receptor real_ por lo general
exige retroalimentación anticipada. En el modelo del medio, el mensaje está ausc"ntc (si, por accidente, un receptor está presente, la formulación del
pasa de la posición de transmisor a la de receptor. En la comunicación mensaje mismo se hará como si la persona estuvier·a de algún modo ausen-
humana real, el transmisor -antes de poder transmitir algo- no sólo te; si no fuera así, ¿para qué escribir?). La invención de los lectores es
ha de realizar esa función sino también la de receptor. lo que hace tan difícil la escritura. El proceso es complejo y se fraguó
Para hablar hay que dirigirse a otro u otros. Las personas en su juicio con muchas incertidumbres. Debo conOcer"la tradición -o, si se prefie-
no vagan por el bosque hablándole simplemente al viento. Incluso cuan- re, la intertextual_idad- en la que ubico mi obra con el objeto de poder
do se habla consigo mismo, es preciso simular que se trata de dos perso- crear para lectores reales papeles ficticios que puedan o quieran desem-
nas, pues lo que yo digo depende de la realidad o fantasía de la que creo peñar. No es fácil penetrar en las mentes de personas ausentes a lama-
estar hablando, es decir, de las posibles reacciones que puedo anticipar. yoría de las cuales no se conocerá jamás; pero no es imposible si nosotros
Por lo tanto, evito enviar exactamente el mismo mensaje a un adulto que y ellos conocemos la tradición literaria de la obra. Espero que en cierto
a un niño pequeño. Antes de empezar a hablar, de alguna manera tengo modo haya logrado captar lo suficiente la tradición para penetrar en las
que estar ya en comunicación con la mente a la que he de dirigirme. mentes <le los lectores de este libro.
Puedo estar en contacto, quizás, a través de relaciones pasadas, por un
intercambio de miradas, un entendimiento con una tercer persona que
nos ha reunido a mí y a mi interlocutor, o por cualquiera de otras innu-
merables formas. (Las palabras son modificaciones de una situación más
172 ALGUNOS TEOREMAS ALGUNOS TEOREMAS 173
LA TENDENCIA HACIA LA INTROSPECCIÓN. L;\ CONC:!ENC:f,-\ y El. TEXTO bién una mayor unidad. Intensifica el sentido del yo y propicia más ac-
ción recíproca consciente entre las personas. La escritura eleva la
Por lo menos desde la época de Hegel, nos hemos percatado cada vez conciencia.
más de que la conciencia humana evoluciona. Aunque ser humano sig- La acción recíproca entre oralidad y conocimiento de la escritura se
nifica ser una persona y por lo tanto único e imposible de duplicar; los reíleja en las preocupaciones y aspiraciones humanas últimas. Todas las
avances en las investigaciones históricas han descubierto que la manera tradiciones religiosas del género humano poseen orígenes remotos en el
como una persona se percibe a sí misma en el cosmos ha evolucionado pasado oral y parece que todas conceden gran importancia a la palabra
de manera uniforme a través de las épocas. Los estudios modernos sobre hablada. Sin embargo, las principales religiones del mundo también han
el cambio de la oralidad al conocimiento de la escritura y de las conse- sido interiorizadas mediante la creación de textos sagrados: los Vedas,
cuencias de éste, el texto impreso y el procesamiento electrónico de la la Biblia, el Corán. En la doctrina cristiana, las significativas-polarida-
articulación verbal ponen de manifiesto cada vez más algunos de los as- des entre oralidad y escritura son particularmente agudas, probablemente
pectos en los cuales esta evolución ha dependido de la escritura. más que en cualquier otra tradición religiosa, incluso la hebrea. Pues
La evolución de la conciencia a través de la historia humana' se carac- t:n la doctrina cristiana, la Segunda Persona cid único Dios, (¡uc. redimió
teriza por la atención cada vez mayor que se presta al interior de un su- a la humanidad deJ pecado,.no sólo·se conoce como el Hijo sino también
jeto como alejado -aunque no necesariamente separado- ele las como el Verbo de Dios. En cstaJÉ:, .. Dios Padre tiene la palabra en su
estructuras comunitarias en las cuales cada persona se encuentra inevi- Hijo, quien no está por escrito. La Perso_na misma del Hijo se constituye
tablemente circunscrita. El conocimiento de sí mismo coexiste con la h~- como el Verbo del Padre. No obstante, la doctrina cristiana también pré-
~ ...,,¡. '··
manidad: todo el que puede decir "yo" posee un agudo sen_tido de sí senta.como su esencia Ja·palabra.e~criw de Dios, la Biblia, la cual, de-
mismo. Sin embargo el poder de _reflexión y de articulación acerca del trás de sus·autores humanos, t·iene a Dios como autor, lo que no sucede
yo necesita tiempo para desarrollarse. Los progresos de corto plazo ma- con ningún otro escrito. ¿De qué modo están relacionados entre sí los
nifiestan su evolución. Las crisis en las obras de EÜrípides son menos cri- dos sentidos de la 1 'palabr;-i" de Dios, así como con los seres huma-
sis de expectativas sociales y más de conciencia interna que las crisis en nos en la historia? Esta interrogante :,;e aborda hoy en día con más inte- I:
las obras del trágico anterior: Esquilo. Los tratamientos a plazo más lar- ré!'i que 11u11c;.1. '
1:1,
go manifiestan una evolución semejante en la cxplícit-a·prCqc'upación fi- De la misma manera, se planlean muchísimas otras preguntas sobre
losófica con el yo, que se vuelve evidente en Kant, central en •Fichte, lo ciuc ahora sabemos acerca de la oralidad y el conocimiento de la escri-
¡,
sobresaliente en Kierkcgaard, y preeminente en los exi.s!encialistas·y per- tura. La dinámica de la oralidad y la escritura forman par!e integral de '·11
sonalistas del siglo XX. En The fnward Turn of Narrative p..,a tendencia de la evolución moderna de la conciencia hacia una mayor interiorización
·,.1'
,·,'
la narrativa hacia la introspección] (1973), Erith -.Kahler relata detalla- y una mayor apertura. ,,
damente cómo la narrativa en Occidente se preocupa cada" vez más por ,,
;j
las crisis internas, per3onalcs, y las vuelve su tema central. Los estados ';'¡
de conciencia descritos en un marco jungiano por Er.ich Ncumann en
l'he Origi,1s ar1d History ef Consciourness [Orígenes e-historia di:' la con-cien-
ciaJ (1954) se orientan hacia una interiorización córilpleja, articulada y
sumamente personal. ·
Los estados de conciencia muy interiorizados en los cuales el indivi-
duo no está tan sumergido inconscientemente en las estructuras comu- :,,¡
,,,,,
nitarias, son estados que, al parecer, la conciencia nunca alcanzaría sin
la escritura. La influencia recíproca entre la oralidad con la que nacen 1,,
,;'
todos los se.res humanos y la tecnología de la escritura, c_on la que nadie
nace, afecta las profundidades de la psique. Ontogenética y filogenética-
:r,
mcnte, la palabra oral es 1a primera que ilumina la conciencia con len- t,,
l,1·
guaje articulado, la primera que separa el sujeto del predicado y luego
los relaciona el uno con el otro, y que une a los seres humanos entre sí '1:
'P
ll'1i
,!11
BIBLIOGRAFÍA
Además de las obras citadas en el texto, esta bibliografía también c·numcra algu-
nos títulos más que el lector puede considerar de particular utilidad.
La bibliografia no pretende cubrir cntcrnmenlc la extensa documentación en to-
dos los campos donde la oralidad y el conocimiento de la escritura son tcmm; de
· estudio (por ejemplo, las cultura..<; africanas), sino sólo cmmu:rar algunas obras im-
portantes que pueden servir de introducción a campos más vastos. Mucha.e; obras
ótadas aquí contienen bibliografías que tratán más cspccíficarncntc algunos temas.
Las investigaciones más impoi1.antcs sobre los contrac;tcs entre oralidad y escri-
tura se han realizado en inglés; grn.r. parte del trabajo precursor ha sido realizado
por especialistas en Estados Unidos y Ganad~. Esta bibliogrnfia se concentra en las
obras de lengua inglesa, pero iilcluye unas cuantas en otros idiomas.
Para evitar el exceso, el material de este libro que puede verificarse fácilrncn-
.te en fuentes usuales de referencia, corno enciclopedias, por ejemplo, no está in-
cluido en el siguiente listado.
Algunas referencias incluyen un comenta1·io cuando se ha ju7,gado necesario
hacerlo.
175
1
176
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA 177
de él eran más bien ''determinantes de tipos distintos de comunicación'' que
simplemente ''atributos personales'' de los individuos. Cook-Gumperz, Jenny, y Gumperz, John (l 978), "From oral to written cultu-
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l 1
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1F-
ÍNDICE
Prefacio. 7
Reconocimientos. ..9
Introducción. 11
La primacía del trazado narrativo, 137; Las culturas narrativas y orales, 138;
La memoria y la línea narrativa, 139; La conclusión de la trama: de la
189
190 ÍNDICE
•
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