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Éste ensayo analiza el significado de ser madre soltera desde el propio testimonio de las
mujeres cabezas de hogar y la forma en la que asumen y gestionan secundariamente la
ausencia de una figura paterna –simbólicamente- presente. Por otro lado, se caracteriza el
tipo de familia que constituye una madre como cabeza de hogar, así como las condiciones y
limitantes que estructuran su vida cotidiana.
Para construir este análisis es necesario asumir ciertas características en común que
presentan dichas mujeres en sus relatos de vida como patrones que se mantienen o se repiten,
pero, bajo dinámicas diferentes. En principio, se asumirá el concepto de familia monoparental
como forma general descriptora que permite comprender cómo y bajo qué forma se
constituyen éstas familias conformadas por las madres como cabezas de hogar -y al cuidado
de sus hijas/os- así como en qué sentido el mismo concepto camufla las relaciones de género
dando una prioridad trascendente a la figura paterna , donde los hombres mantienen -aún en
su ausencia- lo que Rossana Barragán denomina “patria potestad”1.
1
Para Barragán la patria potestad remite al poder y autoridad que tienen los padres sobre su linaje, sobre sus
esposas o convivientes, además que legitima la diferenciación y la violencia sobre las mujeres (Barragan, 1997,
págs. 412-413)
Steven Garces Fuentes
Viernes, 27 de julio del 2018
En los últimos años, debido al cambio constante en las dinámicas de la sociedad, las
familias han sufrido transformaciones estructurales y de roles, ya sea por factores sociales,
económicos, culturales, políticos, etc. Esto ha permitido una emergencia de nuevos tipos de
familias que superficialmente -o dentro de lo inmediatamente perceptible- parecerían asumir
nuevas formas de comportamiento en cuanto relaciones sociales, normas de convivencia
familiar y sobre todo capacidad de desenvolvimiento de las mujeres que asumen el mando
del hogar, es decir, de las madres que -por cualquier circunstancia- gestionan su hogar y su
maternidad en ausencia del padre, no obstante, existen patrones que con el paso del tiempo
se repiten e inclusive legitiman con mayor fuerza la diferencia de las mujeres respecto a los
hombres en tanto cabezas de hogar, esto, se ejemplifica con lo monoparental.
La familia monoparental es aquella que se constituye por uno de los padres y sus hijas/os;
puede tener diversos orígenes, ya sea porque los padres se han separado y los hijos quedan
al cuidado de uno de los padres (que es por lo general la madre) o también puede originarse
porque la madre es soltera, y asume sola la crianza de sus hijas/os pues, generalmente, el
hombre se distancia y no reconoce su paternidad por diversos motivos y, por último, una
familia monoparental por el fallecimiento de uno de los cónyuges (Cohene, 2012, pág. 13).
La familia monoparental -desde tal perspectiva- encabezada por la madre puede significar
tanto su liberación relativa por su capacidad adquisitiva2, que se “sitúa en la naturaleza,
cantidad y, a veces, cualidad de los bienes conquistados, poseídos” (Irigaray, 1992, pág. 70).
Y, por otro lado, puede mostrar la incapacidad de acceder a un estatuto subjetivo, individual
y valorable por su condición de mujer (Irigaray, 1992). Es decir, para éstas mujeres –dentro
de lo relatado en su historia de vida- existe una caracterización común, una doble dimensión
en cuanto el significado de ser madre soltera: la primera responde a las dificultades más
2
“Poseer bienes equivalentes a los de los hombres no resuelve la cuestión del género para las mujeres de, desde
el momento en que tales bienes no pueden llevar la marca de sus propietarias sujetos […] generalmente pierden
su valor cuando son susceptibles de ser propiedad de las mujeres o manipulados por éstas” (Irigaray, 1992, pág.
70)
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Esto responde a que los hombres o la sociedad en general asumen que ser madre es saber
ocuparse de cosas materiales y no espirituales, y que las mujeres lo hacen mejor siempre,
pues la maternidad es exclusiva de las mujeres, ahí el problema de la mitificación, el
desconocimiento de su identidad como mujeres, luego como madres por parte de los hombres
–incluyendo los ausentes- y por supuesto, la condena de que “las mujeres no son más que
rehenes de la reproducción de la especie […] su derecho a la vida exige que puedan disponer
legalmente de sus cuerpos y de su subjetividad. (Irigaray, 1992, pág. 76)
3
Para Segato citada por Salazar es aceptado socialmente porque es difícil de percibir por manifestarse casi
siempre solapadamente confundida en el contexto de relaciones aparentemente afectuosas, se reproduce al
margen de todos los intentos de librar a la mujer de situación de opresión histórica” (Segato, 2003, pág. 8 en
Salazar 2008, pag.40)
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Si bien acierta Williams cuando argumenta que muchas de las experiencias a las que se
enfrentan las mujeres se basan en discriminación racial o de género, y que afectan sus vidas
en varias dimensiones que no son perceptibles al ser relaciones de dominación complejas
menciona que:
“también tienen que enfrentarse a otras formas de dominación cotidianas, que aparecen como
capas múltiples, que a menudo convergen en las vidas de estas mujeres, dificultando que
puedan crear alternativas para enfrentarse a la pobreza, la responsabilidad del cuidado de
niños y niñas, y la falta de habilidades laborales” (Williams, 2012, pág. 91).
4
Los aspectos económicos —acceso al empleo, vivienda y riqueza— confirman que las estructuras de clase
juegan un papel importante a la horade definir las vivencias de las mujeres […] Pero sería un error llegar a la
conclusión de que es simplemente una cuestión ligada a la pobreza. En realidad se intersectan las diferentes
estructuras, donde la dimensión de clase no es independiente de la de raza o género. (Williams, 2012, pág. 92).
5
En el caso de las madres cabezas de hogar, encontramos que, en las madres solteras, divorciadas y algunas
abandonadas, los procesos de cambio se remiten a la autonomía, a través de la “superación personal y mejorar
la calidad de vida”.
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Para Irigaray, esta forma de superación se asimila a que las mujeres gozan ahora de ciertos
derechos que antes no tenían ya sea por adquisición de bienes, o autonomía relativa, sin
embargo, este aparente progreso, es en realidad insuficiente y frágil pues “la afirmación de
que hombres y mujeres están ahora igualados o en vías de estarlo, se ha convertido
prácticamente en un nuevo opio popular desde hace poco. Hombres y mujeres no son iguales,
y orientar el progreso en este sentido me parece problemático e ilusorio” (Irigaray, 1992, pág.
75).
Conclusiones
Las madres solteras que asumen la maternidad, así como la gestión del hogar, en ausencia
de la figura paterna reconocen enfrentarse a múltiples dificultades al momento de insertarse
y mantenerse en el espacio laboral principalmente, es decir, las dificultades de peso son las
dificultades económicas, puesto que son ellas solas quienes deben satisfacer las necesidades
de su familia y mantener su hogar lo que termina en la inevitable obligación de aceptar
empleos con jornadas de medio tiempo, por ende la reproducción constante en términos
laborales percibiendo una remuneración menor al de una persona que trabaja en jornada
completa, así como el acoso permanente de la sociedad una vez que perciben que no es
simplemente una mujer, sino una madre, desprovista de un hombre, es decir, la
deslegitimación de su integridad por su condición.
Finalmente, la figura del padre, dice, jamás es sustituida, sino reprochada, lo que resulta
un fenómeno interesante pues, a pesar de que la crianza de sus hijos no tuvo mayores
inconvenientes por la ausencia del padre, cuando el silencio se rompe respecto a la ausencia
de dicha figura es cuando la autoridad de la madre tiene mayor peso, esto, parte de la
característica de una familia monoparental que empezando desde dicho concepto permite que
a pesar de la ausencia del padre, el hogar, las normas de convivencia e inclusive el mismo
trato a la madre sea construido desde un orden jerárquico que prioriza al hombre sobre la
mujer, sobre la misma madre.
Steven Garces Fuentes
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Castellanos, R. L., Martelo, E. Z., & Corona, B. M. (Enero de 2007). Jefas de hogar: cambios en el
trabajo y en las relaciones de poder. 195-218. Obtenido de
http://scielo.unam.mx/pdf/polcul/n28/n28a9.pdf
Bibliografía adicional
Serrano Flores, Alexandra Patricia. 2016. Entre el sacrificio y la trascendencia: análisis sobre
la construcción social de paternidades y maternidades en Quito. Tesis de maestría, Flacso
Ecuador.