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Cierra tus ojos y verás claramente.

Cesa de escuchar y oirás la verdad.


Permanece en silencio y tu corazón cantará.
No anheles ningún contacto y encontrarás la unión.
Permanece quieto y te mecerá la marea del universo.
Relájate y no necesitarás ninguna fuerza.

Lao Tse

El escenario que conforma la energía es donde ésta se desplaza. El universo


constituye un tramado de coordenadas que van siendo formadas por diferentes
causas -emisiones- y efectos -recepciones-, en los cuales nos vemos transitando
hasta el momento en que, a través de nuestra conciencia, nos sintonizamos con
vibraciones más altas de la misma energía y accedemos a una variedad de
niveles. Éstos se pueden manifestar en una misma coordenada cósmica, como
cuando los alumnos que pertenecen a la misma escuela, se encuentran cursando
a la misma hora pero en aulas diferentes. Tal como nos lo expresara Jesús: “En
la casa de mi Padre existen muchas moradas".

Siempre tendemos a estudiar las cosas para poder comprenderlas desde distintos
planos, lo cual nos lleva a intentar conceptuar una esfera como si fuera un
círculo y un cubo, como si fuera un cuadrado. De esta manera, le restamos a los
cuerpos la verdadera dimensión que éstos poseen: tendemos a confundir la
materia y la energía y, por ende, la dimensión en la que cada una se manifiesta.

La "Fuente única Universal" se manifiesta en partes, las cuales, a medida que van
transcendiendo los distintos niveles, van tomando Información de éstos y creando
a su vez, una forma adaptable, reconocida y no rechazable en dichos niveles.

El espíritu proviene del mundo de lo in-manifiesto. En la interacción y en su


recorrido, va aunando elementos existentes para poder habitar el mundo de la
forma -cuerpo físico- y sólo lo hará por medio de un vehículo que le permita
desplazarse a través de la materia. Al igual que nosotros elegimos la ropa de
acuerdo con el clima, de la misma forma cambiamos de envase material para
cumplir diferentes misiones a lo largo de las existencias.

Comúnmente, vivimos sumergidos en el mundo de las formas e ignoramos


nuestra esencia Divina. De allí que gran parte de la humanidad haya perdido el
rumbo, identificando la vida sólo con la materia, creyendo que ésta promueve su
felicidad y que la acumulación es su salvación respecto de distintas situaciones e
incluso, de todo padecimiento. Lamentablemente, sólo más tarde esta gente
descubre que ha confundido el Yo con la personalidad y a ésta, con el cuerpo
físico.

Todas éstas son variantes vibracionales de la energía humana interrelacionadas


con los campos de potencialidad pura, de la cual provienen y a la cual volverán.
Vivir sólo para el cuerpo material nos produce sufrimiento, pues éste está sujeto
a la entropía, a la enfermedad, a su muerte y descomposición. Vivir sólo para la
personalidad se asemejaría a vivir sólo para el ropaje, para la vestimenta. Vivir
sólo para el Yo nos acerca a nosotros mismos, pues este Yo ha encarnado en
materia para aprender a través de una experiencia. Sin embargo, necesitamos de
los otros dos elementos para transitar en este plano.

Nos referimos a la armonía que necesitamos para existir en nosotros mismos.


Sólo de allí surgirá la proyección interno-externa hacia el universo. El físico nos
ayudará a transportarnos, a aprender y a relacionarnos con todas las formas de
vida, a respetarlas, estimarlas, reverenciarlas y amarlas, empezando por la
nuestra propia. Nuestra personalidad se conectará con el mundo externo
mediante los sentidos, los cuales nos acercarán una visión limitada, que nuestra
mente tratará de interpretar pero que en ningún momento será lo real. El Yo
verdadero nos revelará que reconocemos tener una conciencia; que somos un
espíritu encarnado en un cuerpo físico con personalidad de decisión libre, pero
sujeto a las leyes del universo. En nuestra ignorancia podemos mistificar estas
leyes, nombrándolas como buena o mala suerte. Y a su vez, en nuestro extravío,
a lo largo de nuestra vida nos toparemos con un sinnúmero de casualidades,
hasta que finalmente nos demos cuenta de que todo el universo es la expresión
de una energía vital que tiene conciencia, que es inteligente y de la cual
formamos parte indivisible. Ella, en su inteligencia, deja que cada uno de
nosotros, a su debido tiempo y naturalmente acceda a los distintos niveles de
comprensión. De esta forma, el mismo universo evoluciona constantemente como
un gran cuerpo, permitiendo que sus celdas diseñen sus particularidades, que les
permitan acceder a la globalidad.

Intentaremos explicarlo a partir de este gráfico. El círculo central es el "Yo,


Espíritu, Alma, Shin" y es la parte indivisible del conocimiento. Es nuestra
esencia. Este "Yo" nos conecta directamente con la Divinidad, porque él mismo
es parte de esa chispa Divina. Podemos decir que se encuentra en su misma
vibración. A su vez, es quien accede a la experiencia terrenal para perfeccionarse
en el conocimiento del mundo humano, lo cual le permitirá acceder a niveles más
altos dentro del campo de la potencialidad pura.
Al encarnar, queda atrapado dentro de un "cuerpo mental" que es energético: la
"Energía personal o Ki personal" (ver Capítulo 2), cuya misión es comprender
mediante la experiencia en este plano y en esta vida, transformando los recuerdos
en enseñanza. Esto se debe a que sólo sé accede a la inteligencia resolviendo
dificultades; sólo se llega a la paz sobreponiéndose a la adversidad.

La "energía personal o Ki personal" es la vibración de los claroscuros de la


dualidad, de las causas y efectos rígidos y es también la encargada de mantener
un velo a modo de membrana conectiva con el espiritual, que por algún tiempo
haga olvidar de otras existencias para permitir así, el tránsito en el aquí y ahora.

A su vez, conecta el "cuerpo físico" con el espiritual, dejando pasar las


fluctuaciones entre ambos: inspiración. Esto hará que sospechemos que nuestra
existencia físico-material tiene un sentido superior. En muchos casos, lo
tenemos tan cerca -como nuestros propios ojos o en nuestros dientes- que no
podemos ver, sino a través de otros. Éstos, al igual que un espejo, serán un
reflejo de nuestros propios actos, de nuestros propios miedos y de nuestra propia
vida.

La "energía personal o Ki personal" nos hará comprender que vivimos en un


universo de lo semejante, en una contabilidad perfecta y que todo sufrimiento
que ocasionemos a otros, nos volverá. En otras palabras, nos hará entender que
la causa de nuestro propio sufrimiento radica en nuestras acciones erróneas y no
en un destino cruel prefijado; ni en un Dios castigador y vengativo, ni en
demonios que no tienen otra cosa que hacer más que perseguirnos diariamente.

Unidos, los tres cuerpos o planos de conciencia, mencionados en el gráfico,


representan nuestra vida.

La desorganización del cuerpo físico hará que sus elementos, las partículas
subatómicas, alineadas cada una de ellas en funciones perfectamente
conscientes, se reorganicen en elementos naturales, cuando se produzca el
proceso que llamamos muerte. Por ejemplo, los fluidos -Agua- retornarán al
agua, nuestra temperatura corporal -Fuego- se unirá a la temperatura ambiente,
nuestro oxígeno -Aire- volverá al aire y nuestra carne -Tierra y Madera- regresará
a la Tierra. Cabe destacar que los tres primeros lo harán en forma de vapores y el
cuarto, por degradación.

Hace más de 5.000 años, los chinos explicaron este concepto, mediante la teoría
de los cinco elementos de la naturaleza (ver Capítulo 4), ya que esta idea nunca
fue ajena a su pensamiento ni a su cosmovisión.

Estamos entonces, frente a un cuerpo físico que ha cesado sus funciones y que
ha perdido la posibilidad de retener su "cuerpo mental". Por lo tanto diremos que
es un cadáver.

El cuerpo mental es el que atesora la energía vital, donde se encuentran impresos


nuestros pensamientos, emociones, recuerdos, penas, alegrías y las experiencias
atravesadas durante esta existencia. Luego de aproximadamente tres días se irá
deshaciendo, liberando así el espíritu que recogerá toda la enseñanza que ese
enorme archivo mental le habrá proporcionado, a modo de disco rígido de una
computadora. Si éste no libera toda la información y queda apegado a su antigua
vida, estaremos frente a un "fantasma" o una memoria errante que carece de
cuerpo físico.

El cuerpo espiritual retornará al origen totalmente libre, transformando su


experiencia humana en luz, en partículas de información que vibrarán en una
frecuencia mucho más alta y que le permitirán encajar en una matriz: en el
diseño del universo, colaborando así a su expansión como conciencia cósmica.

Queda claro entonces, que el concepto del universo en expansión se corresponde


a una fluctuación de energía, la cual se alimenta a sí misma, se reordena y
evoluciona en forma de espiral, permitiendo que todas las formas que ella misma
adopta, también evolucionen y aporten al conjunto.

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