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PROFESORES DE

SECUNDARIA

LENGUA CASTELLANA Y
LITERATURA

TEMA: 69
LA POESÍA HISPANOAMERICANA EN EL
SIGLO XX.

INDICE
1- INTRODUCCIÓN

2- EL MODERNISMO Y POSMODERNISMO

2.1.- Precursores de una lírica moderna


2.2.- El Modernismo
2.3.- José Martí y Rubén Darío
2.4.- El Posmodernismo

3- LA VANGUARDIA POÉTICA

3.1.- La poesía de vanguardia: César Vallejo


3.2.- El Creacionismo: Vicente Huidobro
3.3.- El Ultraísmo: Jorge Luis Borges

4- LA POESÍA PURA Y LA POESÍA NEGRA

4.1.- La poesía Pura


4.2.- La poesía Negra

5- LA POESÍA HISPANOAMERICANA EN LOS


ÚLTIMOS DECENIOS

5.1.- Características generales


5.2.- Ernesto Cardenal
5.3.- Nicanor Parra

6- ANÁLISIS DE UNA OBRA REPRESENTATIVA:


20 Poemas de amor y una canción desesperada

7- CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
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1. INTRODUCCIÓN

Ya, a finales del siglo XIX, se produce una extraordinaria renovación de la


lírica hispánica que discurre paralelamente a uno y otro lado del océano, de la mano
del nicaragüense Rubén Darío, que recoge el influjo del Simbolismo francés y de los
poetas malditos. Así, nos acercamos a la lírica de los modernistas, los cuales
reaccionan contra la “vulgaridad” de la literatura realista, tomando como punto de
referencia el concepto de “renovación”.

A partir de aquí, realizaremos un recorrido por el panorama de la lírica en


Hispanoamérica, partiendo de los antecedentes del Modernismo, siguiendo rumbo a
los movimientos de Vanguardias, profundizando en el significado de la conocida
“poesía Pura” y “poesía Negra”, sin olvidarnos entrar en la esencia del rumbo
tomado por la creación lirica en las últimas décadas del siglo XX.

Paralelamente al desarrollo de la narrativa, hasta que ésta eclosiona y llega a


su punto más álgido con el denominado “Boom”, encontramos en el panorama
literario hispanoamericano una lírica intuitiva, cegadora en su lirismo y con un
trasfondo social de tono grave, símbolo de una cultura sometida, casi
deshumanizada, y en búsqueda de una identidad real que aún seguían añorando, ya
desde tiempos inmemoriales. Para el poeta, la poesía será una vía de escape, un
reflejo donde plasmar aquello que se mostraba en la sociedad del momento, una
construcción artística de gran envergadura que mostrará al mundo, por un lado, el
insuperable genio creador del literato hispanoamericano y, por otro, su ansia de
renovación a niveles insólitos.

Así, nos encontraremos con figuras tan importantes como Rubén Darío,
Vicente Huidobro, Gabriela Mistral o el maravilloso mundo poético de Jorge Luis
Borges, todos ellos situados en primera línea de batalla donde sus únicas armas eran
las volátiles palabras enfrascadas en metáforas intrépidas, que ofrecían al lector un
mundo donde poder sumergirse y querer, en muchas ocasiones, no salir de él.

2- EL MODERNISMO Y POSMODERNISMO

2.1.- Precursores de una lírica moderna

En Méjico la literatura francesa había ejercido su influencia en diversos


escritores, especialmente Justo Sierra, uno de los remotos precursores del
movimiento modernista, no tanto por su poesía como por su labor crítica. Así,
Gerardo Estrada considera que Justo Sierra es el “maestro” de la generación poética
de 1895 a 1910 y, por lo tanto, un poeta que comienza a abrir las puestas del nuevo
modo de hacer poesía.

La nómina de precursores más cercanos podría estar encabezada por Manuel


Gutiérrez Nájera (mejicano) que inició la transición del Romanticismo al

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 1


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Modernismo. Es muy probable que la mayor contribución de Nájera a la formación


de la poesía modernista hispanoamericana consista en su magisterio sobre
generaciones posteriores. Fundó la revista “Azul” (seis años después de la
publicación del Azul de Darío, 1888), que alentaba todo impulso de novedad
literaria, novedad que ya estaba en el ambiente y que la sociedad exigía, hastiada por
los principios que se venían imponiendo, sobre todo, en lo referente a la creación
realista anterior.

El cubano Julián del Casal es otra gran figura del Modernismo en su primera
etapa. Casal efectuó algunas reformas métricas que llegaron con los parnasianos y
simbolistas y ensayó formas y combinaciones que habían caído en el olvido. Además
fue un extraordinario paisajista. Sus títulos más significativos: Hojas al viento, Nieve,
y Bustos y rimas.
Para Juan Ramón Jiménez, el también cubano José Martí, es junto a Nájera, el
iniciador del Modernismo. Su primer libro de poemas es Ismaelillo, obra brillante e
intimista a la vez. El libro está formado por 15 poemas que el autor dedica a su hijo.
Versos libres es un libro en el que el autor monologa en soledad y siente exacerbadas
sus íntimas tensiones. El tema central del libro es la exaltación de la libertad. Estos
versos son libres, una de las innovaciones formales de la nueva lírica.
Versos sencillos, donde el poeta vuelve a la versificación rimada, es un libro
lleno de momentos autobiográficos. Su último poemario fue Flores del destierro,
publicado años después de su muerte, en 1933, con el drama del exilio como fondo.
Manuel González Prada (peruano), es el adalid del indigenismo
hispanoamericano contemporáneo, impulsor de una acción de defensa del indio
marginado. Pero Prada, autor de libros tan combativos como Horas de lucha, tuvo,
paralelamente, una enorme preocupación por la renovación de la lírica. Hace una
exaltación del ritmo como apoyatura de la idea.
Según Rioseco, el colombiano José Asunción Silva es el primer renovador del
estilo poético romántico. El libro de versos recoge lo más sobresaliente de su obra.
Con este elenco de escritores, nos vamos a ir adentrando en un nuevo mundo
de creación literaria, anunciando así la entrada en un nuevo movimiento que ofrecerá
al panorama lírico en Hispanoamérica una ola de frescor y renovación que se
exportará hacia la otra orilla oceánica.

2.2. El Modernismo

Según Rafael Gutiérrez Girardot, el Modernismo es un movimiento artístico


nacido en el contexto de la dependencia de los países hispanoamericanos a los
centros metropolitanos como consecuencia del desarrollo capitalista. El escritor
modernista es un marginal, un intelectual, ideólogo más que creador. La evasión en
sus escritos puede explicarse como la utopía que pretende crear como oposición a la
realidad capitalista en la que vive.
Según Ivan Schulman, el Modernismo es un estilo epocal sincrético y
heterogéneo que tiene sus inicios en el Naturalismo y todavía no muere.
Según Ángel Rama, es una consecuencia en el plano literario de las transformaciones
socio-económicas de finales del siglo XIX en Hispanoamérica.

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El Modernismo representa el momento más importante en la literatura


hispanoamericana, siendo la bisagra que abre la puerta a una reorientación de la
cultura en Hispanoamérica. Es una forma de expresión intelectual que toma
elementos del Romanticismo y del Naturalismo, pero que busca la novedad y lo
imaginativo. Es el surgimiento del espíritu de contemporaneidad.
Al contrario de los escritores neoclásicos y los románticos, para quienes la obra
literaria tenía una función social, es decir, extra-literaria, los modernistas definen la
literatura como obra de arte. En otras palabras, el arte tiene valor por sí mismo,
independientemente de la ideología que proclame o de las instituciones sociales a
que sirva. Los escritores modernistas son los primeros que adquieren conciencia de la
autonomía de la obra literaria y del escritor como tal. Al respecto, Arnold Hauser
dice que: "el arte moderno se funda sobre la fe de la presencia de una realidad doble".
La función de la literatura del Modernismo consiste en la búsqueda de una
nueva poética y en la indagación sobre la condición humana. El escritor modernista
quiere llegar a realidades más allá de la realidad inmediata. La característica
principal de la sensibilidad modernista es la heterogeneidad. El Modernismo es,
desde una perspectiva diacrónica, tan sólo la 2ª generación positivista:

- No es una tendencia (son positivistas).

- No es una escuela (no dejó un programa con seguidores).

- No es una época (éstas provocan cambios en la estructura de los géneros literarios).

Tras todo esto, podemos definir al Modernismo como una superestructura


ideológica, es decir, no se identifica con ninguna tendencia, sino que las asume todas;
es una expresión propia de fines del siglo XIX, donde su aspecto estético no
constituye su dimensión definitoria; es un fenómeno occidental, no
hispanoamericano ni ibérico. Dicha superestructura llega a su fin hacia el final de la
Primera Guerra Mundial.

Las características de su lenguaje son: elaborado, de una retórica rica y


abundante, utiliza arcaísmos, neologismos y palabras-préstamo, especialmente del
idioma francés.

Motivos de la literatura modernista:

- Lo viejo y lo nuevo, es decir, el bien perdido.

- La aniquilación de los ideales por el progreso mecánico.

- El hombre entre dos mujeres y la mujer entre dos hombres.

- El hombre místico y lúbrico, que trata de captar esa dimensión misteriosa que se
esconde detrás de la realidad material.

- La “femme fatale” que destruye al individuo.

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- El amor sacrílego

- El escritor como artista. En virtud de su hipersensibilidad y su individualismo


(herencia romántica), es un ser rechazado por la sociedad, marginal. Por lo tanto va a
afirmar su auto-superioridad ante la sociedad y va a sumergirse no en la realidad
que lo circunda, sino en otra, ubicada más allá de lo inmediato, en una realidad
fantástica o mítica. El propósito de esto no es la evasión, sino un afán por hallar
realidades alternativas para, desde ahí, ver a Hispanoamérica.

El sistema de preferencias modernista está dominado por el principio de la


belleza (el símil del castillo señorial aislado del comercio ordinario de la ciudad). En
él se ve que la belleza se representa como uno de los polos del contraste entre lo
práctico y lo utilitario. La heterogeneidad es otro elemento importante del sistema de
preferencias modernista, por cuanto se toleran los gustos más bajos junto a los más
elevados. Por último, otro de sus rasgos es el arraigo en la realidad propia a la vez
que la apertura a lo desconocido y extraño.

2.3.- José Martí y Rubén Darío

José Martí (1853-1895)

José Martí nació en La Habana el 28 de enero de 1853. Hijo de los españoles


Mariano Martí y Leonor Pérez, su vida fue una auténtica lucha a favor de la libertad
en Cuba y para Cuba. Desde su juventud fue simpatizante del levantamiento del 68,
lo que le supuso al año siguiente su primer paso por la prisión por conspirador. En
1871 fue desterrado a España, donde aprovechó para estudiar Filosofía y Letras y
Derecho. En 1875 comenzó un periplo de años de constantes viajes a México (donde
se casa el 20 de diciembre con la camagüeyana Carmen Zayas Bazán), Guatemala
(donde conoció a María García Granados, la famosa “Niña de Guatemala” de sus
Versos sencillos) y Nueva York, tras el que regresó temporalmente a Cuba en 1878.
Trabajó allí como profesor, pero sin abandonar su constante preocupación política, y
vio nacer a su hijo José Francisco el 22 de noviembre.

En 1879 fue descubierta la conspiración que organizaba con el Movimiento, y


fue desterrado de nuevo a España, para en 1880 establecerse como periodista en
Nueva York, donde comenzó a contactar con militares cubanos, como el general
Calixto García, y donde entró a formar parte como presidente del Comité
Revolucionario Cubano. Pasó una pequeña temporada en Venezuela durante 1881,
de donde también fue expulsado por causas ideológicas, para volver a Nueva York
en 1882 y dedicarse allí a preparar la revolución final que consiguiera la
independencia de Cuba: además de escribir y publicar Nuestra América el 10 de
enero de 1891 en “La Revista Ilustrada de Nueva York”, consiguió dinero, armas,
embarcaciones, entrenó a los revolucionarios, buscó apoyo internacional y mantuvo
el espíritu de rebelión de los cubanos, para lo que realizó diversos viajes por países
de Hispanoamérica. En 1895, cuando todo estaba preparado, les fue confiscado el
contingente logístico por parte del gobierno estadounidense, y contra viento y marea
lograron prepararlo todo para, en mayo de 1895 Martí, junto con Máximo Gómez y

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otros más, desembarcar en Playitas y avanzar tierra adentro para reunirse con otras
fuerzas revolucionarias. El 19 de mayo de aquel año las fuerzas del Apóstol,
sobrenombre por el que ha sido conocido después por sus compatriotas, se
enfrentaron al ejército español en Dos Ríos, batalla en la que murió el 19 de mayo el
inspirador y héroe de la independencia cubana sin que sus compañeros pudieran
siquiera rescatar su cuerpo.

Si sus incursiones en el teatro (Abdala, Adúltera y Amor con amor se paga)


no tuvieron mucha fortuna, su única irrupción en el mundo de la novela, Amistad
funesta, si bien no podemos decir que sea una obra maestra del género, sí introduce
por primera vez en el mismo los rasgos que caracterizarían a la novela modernista (o
lírica, denominada por muchos críticos), especialmente en lo referido al lenguaje,
insólitamente plástico y musical, de gran aliento imaginativo y de brillantez
expresiva, lo que lo acredita como un gran prosista y como iniciador de una época,
la modernista, que con él se abre.

Una de las incursiones literarias más sorprendentes y atrevidas de Martí son


sus cuentos, especialmente los publicados en “La Edad de Oro”, revista infantil
editada íntegramente por él, que salió a la luz entre julio y octubre de 1889. En sus
cuentos infantiles podemos ver una particular ordenación gramatical y un uso de
términos-clave que se repiten a lo largo de ellos en posiciones estratégicas. Su
sintaxis lineal, fluida, ordenada, sin interrupciones, con abundancia de conjunciones,
más propias del lenguaje infantil, le confieren cierto sentido y musicalidad que
hacen de ellos auténtica y bella literatura.

Cierto tono infantil encontramos también en Ismaelillo, su primer libro de


versos, que abre su incursión en la parcela que con mayor acierto cultivó. Si dotó a
su prosa de un lenguaje cuanto menos novedoso para el género, sus intuiciones
poéticas plasmadas en las quince epifanías dedicadas a su hijo ausente abren
definitivamente el camino hacia la nueva estética modernista. El autor cuenta allí un
viaje por los mundos del sueño, impulsado por la persecución arrebatada de sus
visiones, y lo hace desde la naturaleza lírica e íntima de un mensaje hondo, grave y
universal, expresado en un lenguaje veloz, de aparente despojamiento verbal, de
metros breves y saltarines, pero que encubren toda una serie de metáforas recias y
profundas que distinguen el pensamiento de Martí.

En Versos libres, recopilación de poemas posterior a su muerte pero que él


dejó casi preparado para la imprenta, imprime esa misma óptica visionaria, pero
ahora con mayor dramatismo y con un temple agónico más acerado, que luego
también continuará en otros poemas de la misma época. En los “endecasílabos
hirsutos” (como él describió) de sus Versos libres confluyen bajo la forma métrica de
verso blanco (idéntico metro, el endecasílabo, pero sin rima alguna) todas las
tensiones que le salpicaron en su vivir diario: desde la circunstancia inmediata, el
destierro y la nostalgia de su patria, hasta su sed de amor y dolor, su recio sentido
moral de libertad, justicia y deber. También vemos el concepto de la existencia como
lucha perenne de autoconstrucción, como pugna constante y angustiosa por llevar a
cabo sus fidelidades con la vida.

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 5


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La voz poética de Martí se plasmó desde tres manantiales vitales:

- La voz dolorida pero entrañable del hombre deshaciéndose y haciéndose a sí


mismo en la precariedad de su vivir.

- La voz y más desde la fuerza del pleno pulmón emitida por la Naturaleza o el
Universo.

- Y una voz recóndita, que desde la trascendencia quiere asegurarse un lugar firme
entre las certezas humanas.

Y todo ello para llegar a dar una declaración de amor y libertad firme, sin
fisuras, que hacen de su obra, corta en años pero intensa en sentido, un mensaje
compacto, bello y armoniosamente sincero.

Rubén Darío (1867-1916)

Fue el primer hijo del matrimonio formado por Manuel García y Rosa
Sarmiento, quienes se habían casado en León el 26 de abril de 1866. Félix Rubén nació
en la ciudad de Metapa, el 18 de enero de 1867. De este matrimonio nació una niña,
Cándida Rosa, quien murió a los pocos días. Con una dichosa facilidad para el ritmo
y la rima creció Rubén en medio de turbulentas desavenencias familiares.

Transcurre su niñez en la ciudad de León, criado por sus tíos abuelos Félix
Ramírez y Bernarda Sarmiento, a quienes consideró en su infancia sus verdaderos
padres (de hecho, durante sus primeros años firmaba sus trabajos escolares como
Félix Rubén Ramírez). Aunque según su fe de bautismo el primer apellido de Rubén
era García, la familia paterna era conocida desde generaciones por el apellido Darío,
y el joven poeta, adoptó la fórmula "Rubén Darío" como nombre literario de batalla.

En sus comienzos asistió a varias escuelas de la ciudad de León y en los años


1879 y 1880, comienza a educarse con los jesuitas. Fue un lector precoz, aprendiendo
a leer a los tres años, pronto empezó también a escribir sus primeros versos,
publicando por primera vez en un periódico poco después de cumplir los trece años,
la elegía “Una lágrima” que apareció en el diario “El Termómetro”, de la ciudad de
Rivas, el 26 de julio de 1880. Colaboró también en “El Ensayo”, revista literaria de
León, y alcanzó fama como "poeta niño".

Su poesía, tan bella como culta, musical y sonora, influyó en centenares de


escritores de ambos lados del Océano Atlántico. Darío fue uno de los grandes
renovadores del lenguaje poético en las letras hispánicas, considerado genio lírico
hispanoamericano de resonancia universal, que manejaba el idioma con elegancia y
cuidado, renovándolo con vocablos brillantes, en un juego de ensayos métricos y de
combinaciones fonéticas.

Parte de la producción literaria de Darío fue escrita en prosa, relatos, artículos


periodísticos, crónicas, crítica literaria…, se trata de un heterogéneo conjunto de

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 6


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escritos, la mayor parte de los cuales se publicaron en periódicos, si bien algunos de


ellos fueron posteriormente recopilados en libros.

Rubén Darío es citado generalmente como el iniciador y máximo


representante del Modernismo hispánico siendo el poeta modernista más influyente,
y el que mayor éxito alcanzó, tanto en vida como después de su muerte. Su
magisterio fue reconocido por numerosísimos poetas en España y en América, y su
influencia nunca ha dejado de hacerse sentir en la poesía en lengua española. Fue
además el primer poeta que articuló las innovaciones del Modernismo en una poética
coherente.

Su influencia en sus contemporáneos fue inmensa: desde México, donde


Manuel Gutiérrez Nájera fundó la “Revista Azul”, cuyo título era ya un homenaje a
Darío, hasta España, donde fue el principal inspirador del grupo modernista del que
saldrían autores tan relevantes como Antonio Machado, Ramón del Valle-Inclán y
Juan Ramón Jiménez, pasando por Cuba, Chile, Perú y Argentina (por citar algunos
países en los que la poesía modernista logró arraigo); apenas hay un solo poeta de
lengua española en los años 1890-1910 capaz de sustraerse a su influjo.

La evolución de su obra marca además las pautas del movimiento modernista:


si en 1896 Prosas profanas significa el triunfo del esteticismo, Cantos de vida y
esperanza (1905) anuncia ya el intimismo de la fase final del Modernismo, que
algunos críticos han denominado postmodernismo.

La evolución poética de Rubén Darío está jalonada por la publicación de los


libros en los que la crítica ha reconocido sus obras fundamentales:

- Azul (1888): considerado el libro inaugural del Modernismo hispanoamericano,


recoge tanto relatos en prosa como poemas, cuya variedad métrica llamó la atención
de la crítica.

- Prosas profanas y otros poemas (1896): la etapa de plenitud del Modernismo y de la


obra poética dariana la marca este libro, colección de poemas en las que la presencia
de lo erótico es más importante, y del que no está ausente la preocupación por temas
esotéricos

- Cantos de vida y esperanza (1905): anuncia una línea más intimista y reflexiva
dentro de su producción, sin renunciar a los temas que se han convertido en señas de
identidad del Modernismo.

Otras composiciones literarias importantes fueron: Peregrinaciones (1901), La


caravana pasa (1902), Tierras solares (1904), El canto errante (1907), Poema del otoño
y otros poemas (1910) o Canto a la Argentina (1914).

También realizó otros trabajos de menor interés concernientes a viajes,


impresiones políticas, autobiográficas, etc. No todos los poemas de Darío fueron

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recogidos en libros en vida del poeta. Muchos de ellos, aparecidos únicamente en


publicaciones periódicas, fueron recopilados después de su muerte.

En el final de su vida llega a León, donde transcurrió su niñez, el 7 de enero de


1916 y falleció menos de un mes después, el 6 de febrero. Los funerales duraron
varios días. Fue sepultado en la Catedral de León el 13 de febrero del mismo año.

El archivo de Rubén Darío fue donado por Francisca Sánchez al gobierno de


España en 1956 y ahora están en la Biblioteca de la Universidad Complutense de
Madrid.

2.4.- El Posmodernismo

Ya en 1911, el mejicano Enrique González Martínez lanza su condena de los


aspectos más ornamentales del Modernismo en su soneto “Senderos ocultos”, uno de
cuyos versos se haría famoso: “Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje”.

No obstante, el Modernismo se mantiene vigente hasta 1916, año de la muerte


de Darío. En la segunda década del siglo se da la gestación de diversos movimientos
a los que globalmente consideramos como postmodernistas. Así, podemos destacar:

a- La Escuela de Darío: Darío fue un poeta que dio origen al Modernismo y que creó
escuela. Tras los pasos de Rubén se lanza una multitud de poetas.

- Herrera y Reissig: permaneció, desde sus comienzos, fiel a un estilo definido,


“típicamente modernista”, como ha apuntado Guillermo de la Torre. Si Darío,
Amado Nervo y Leopoldo Lugones adaptaron los temas y las técnicas de
parnasianos y simbolistas, Herrera fue el único que mantuvo la tendencia del arte
por el arte hasta el final, junto con la marcada inclinación hacia lo irracional y onírico.
Por ello ha sido considerado como un antecedente del Surrealismo.

- Guillermo Valencia: autor de un solo libro, Ritos, aporta a las características de la


escuela un sentido de la concentración poética y un espíritu de protesta por la
injusticia social.

- José Santos Chocano: ofrece la novedad de americanizar el Modernismo ya desde


su primer libro: Iras Santas. Alma América es el libro que mejor le define.

- Ricardo Jaimes Freyre: fue otro de los grandes impulsores del Modernismo.

b- El Posmodernismo: Onís distinguió, dentro del Posmodernismo, la existencia de


seis actitudes diferentes:

1- Modernismo refrenado (Max Jara).


2- Reacción hacia la tradición clásica (Alfonso Reyes).
3- Reacción hacia el Romanticismo (Ricardo Rojas).
4- Reacción hacia el prosaísmo sentimental (José Eustasio Rivera).
5- Reacción ante la ironía sentimental (Baldomero Fernández Moreno).
6- Poesía femenina (Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni).

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Vamos a seguir tres líneas de estudio (Postmodernismo):

1- La lírica más sencilla y humana.

2- La poesía femenina (desglosada de la anterior).

3- La poesía de vanguardia.

c- Una lírica sencilla y humana: en el pobladísimo mapa posmodernista, Méjico jugó


un papel destacado que se inicia con Luis Gonzaga Urbina. El gran poeta mejicano de
este período es Ramón López Velarde, cuyo sentido de la imagen, sorprendente por
los adjetivos inesperados, está influido por el Lunario sentimental de Lugones. Se ha
señalado el influjo velardiano sobre Los heraldos negros y Trilce de César Vallejo.

Puerto Rico cuenta con Luis Lloréis Torres, renovador de la poesía de su país
gracias a su revista de “Las Antillas”. Cuba nos ha dejado dos nombres de moderado
relieve: Regino Boti y Rubén Martínez.

En Colombia sobresalen Porfirio Barba Jacob y Luis Carlos López, cantor de la


vida sencilla del pueblo. En Venezuela destacó Andrés Eloy Blanco. En Perú, José
María Eguren es un eslabón necesario para acercarnos a Vallejo y en Chile nos
encontramos un buen grupo de poetas de variada tonalidad (Gabriela Mistral, Julio
Vicuña Cifuentes, Diego Dublé Urrutia…).

En Uruguay, podemos citar a Horacio Quiroga, como típico poeta


posmodernista, aunque es más conocido como narrador). Y por último, podemos
citar a Buenos Aires, que había sido la metrópoli del Modernismo, entra ahora en una
fase de indecisión poética. El poeta más significativo del posmodernismo argentino
fue Baldomero Fernández Moreno, uno de los introductores del “Sencillismo”.

d- La poesía Femenina: entre las poetisas más destacadas podemos citar:

- Gabriela Mistral: para muchos críticos, su primer libro, Desolación, es el mejor de


su breve producción poética, y en él se incluyen los “Sonetos a la muerte”, que son
los poemas más intensamente cargados de dolorida humanidad de cuantos escribió.

El tema esencial de su poesía es el amor: primero el sentido hacia su amado,


después este amor se extiende hacia todos los seres de la tierra y de manera especial
hacia los débiles, entre los cuales los niños ocupan lugar preferente.

Otros libros posteriores son Ternura y Tala. En Lagar, su último libro de


versos, ocupan un importante lugar las circunstancias más humildes de la
naturaleza.

Un estudio lingüístico de su obra nos advierte que posee un vocabulario


religioso de fervoroso rigor.

- Alfonsina Storni: la argentina supo hallar la más exacta expresión de la compleja


problemática de la mujer moderna de su generación. Respecto a su trayectoria

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poética, encontramos dos periodos netamente diferenciados: uno en el que


predomina el entusiasmo y otro en el que las asperezas de la vida van imponiendo
una visión más amarga y pesimista.

Todos los símbolos de su poesía podemos encontrarlos en su postrer libro,


Mascarilla y trébol.

- Juana de Ibarbouru: su obra rezuma felicidad y amor a la vida. La visión del amor
como plenitud que requiere una entrega sin reservas se desarrolla ya desde su
primer libro, Lenguas de diamante.

Libro de absoluta madurez, Perdida, nos muestra a una Ibarbourou dueña de


una expresión perfectamente segura, serenamente elegíaca, donde cobran una gran
importancia los recuerdos y las nostalgias.

3- LA VANGUARDIA POÉTICA

3.1.- La poesía de vanguardia: César Vallejo

La primera mitad del siglo XX significó para la poesía hispanoamericana un


cambio fundamental en su calidad expresiva. Novedosas formas de métrica lírica,
renovación del lenguaje poético, la incorporación de nuevos temas basados en la
realidad concreta y social, determinaron una nueva época en la estética poética
latinoamericana. La Vanguardia había comenzado, dejando atrás la clásica poesía
influenciada por la métrica española y europea.
El movimiento vanguardista, en general, significó una ruptura, una revolución
artística y estilística, renovadora del lenguaje y de la estética, de características únicas
en el arte.
Esta ruptura, significará a su vez, como dice Guillermo de Torre, una abertura
hacia nuevas formas de expresión, permitiendo nuevos campos expresivos y
aboliendo los pasados, sobre todo, rechazando al Modernismo.
Los rasgos principales del vanguardismo literario.
- Eliminación de la anécdota y la narración, de lo didáctico, confesional y
sentimental.

- Ruptura de las relaciones de causalidad y del concepto tradicional de espacio y


tiempo, con lo que surgen en estos poemas mundos fantásticos y caóticos con
imágenes fragmentarias, sorprendentes, contradictorias y absurdas.

- El instrumento creador de estos mundos autónomos es la fantasía a través de la


palabra, a la que se concede un valor mágico que transforma los objetos en ideas y
esencias (poesía pura) y que evoca contenidos misteriosos a través de la sugestión
fónica del lenguaje poético.

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 10


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- Culto a la imagen creada y a la metáfora insólita.

El lenguaje poético quiso ser más auténtico, más cercano a la realidad. Quiso
expresar mejor la identidad regional americana y las identidades de cada país. El
idioma, no se deformó para transformarse en jergas localistas, sino que se nutrió y
creció, gracias a los aportes de las palabras del indio y del negro, del obrero y del
campesino.
Nombres como Vicente Huidobro, José Luis Borges, Pablo Neruda, Juan Gris
representan este original movimiento literario y poético. Pero más aún, existe Cesar
Vallejo entre ellos, aquel que es considerado como el más (1892-1938) revolucionario,
capaz de audacias lingüísticas y figura capital de la poesía latinoamericana del siglo
XX, el peruano César Vallejo.
César Vallejo
Poeta y escritor peruano (Santiago de Chuco 1892 – París 1938).
El "Cholo" Vallejo nació un marzo de 1892 en las alturas andinas de Santiago
de Chuco en el seno de una familia numerosa y humilde de raíces indigena-española.
Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Trujillo (norte del
Perú) y se graduó con un trabajo sobre "El Romanticismo en la Poesía Española"
(1915). Fue maestro en Trujillo hasta trasladarse a Lima en 1918.
Se trasladó a Lima en 1918, donde editó su primera selección poética Los
Heraldos Negros, con influencias de los autores modernistas (Rubén Darío, Leopoldo
Lugones y Julio Herrera y Reissig).
Su supuesta participación en una revuelta popular le llevó por tres meses
(1920) a la cárcel, donde escribió parte de su segundo libro, Trilce (1922): la obra
responde más fielmente a su voluntad de ruptura con la tradición modernista. Es una
obra que por la forma y el lenguaje se ve influenciada por la corriente vanguardista
(Juan Gris y Vicente Huidobro).
En 1923 publicó las colecciones de cuentos: Escalas Melografiadas y Fabla
Salvaje, y marchó a París, donde ejerció el periodismo. En París publica con Juan
Larrea la revista “Favorables París Poema” (1926), y entabla contacto epistolar con
Mariátegui, manteniéndose así al corriente del Marxismo peruano.
Realizó algunos viajes a Moscú (1928,1929 y 1931). Participó en política dentro
de la órbita del Comunismo y fue expulsado de Francia por ello. Se instala en Madrid
durante un tiempo y publica la novela social El Tungsteno (1931). Vuelve a París
residiendo en la clandestinidad y muere en medio de la mayor penuria.
Póstumamente aparecieron Poemas Humanos (1939), y España, aparta de mí
este cáliz (1940), que encierran su poesía de madurez, o de su niñez adulta, pues
supo conservar las raíces más afectivas, tiernas y rebeldes de su fondo infantil..
La obra vallejiana es especial, en el sentido de tener un carácter que rompe con
todas las normas clásicas de una poesía "común" con respecto a la gramática, léxico,
sintaxis y lógica comprensión del contenido poético. Ello hace que, hasta para los

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 11


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mismos hispanoparlantes (acostumbrados más a la armonía), sea difícil conectarse y


captar espontáneamente y a plenitud el mensaje lírico que el autor desea trasmitir.

3.2.- El Creacionismo: Vicente Huidobro

El Creacionismo fue un movimiento estético hispánico inscrito en la llamada


vanguardia del primer tercio del siglo XX. Su manifestación más importante se
produjo en la poesía lírica.

Iniciado en París por el poeta chileno Vicente Huidobro y el francés Paul


Reverdy, alrededor de 1916, es un movimiento vinculado con las corrientes
vanguardistas y experimentales europeas de comienzos del siglo XX, siendo el
mismo Huidobro quien lo introduce en España en 1919. El movimiento hace fortuna
entre algunos de los poetas de la Generación del 27. Entre sus seguidores se
encuentran los poetas españoles Juan Larrea y Gerardo Diego, quien refleja su
ideario creacionista de un “álgebra del lenguaje” en su Fábula de Equis y Zeda.

El Creacionismo pretende hacer de la poesía una imagen representativa. La


poesía hallaría su significado en ella misma, obviando la función referencial del
lenguaje, es decir, el mundo de los objetos sería secundario, creando un mundo
referencial de la propia poesía. Así, el objeto en sí es el poema, no de lo que trate el
poema.

Los nuevos modos de crear imágenes de los creacionistas contagiaron los


versos de algunos de los poetas del 27, entre ellos Federico García Lorca.

Vicente Huidobro (1893-1948)

Escritor vanguardista chileno, fundador de su propio movimiento poético y


defensor entusiasta de la experimentación artística durante el periodo de
entreguerras. Nacido en el seno de una familia de acusada tradición literaria, pronto
mostró el joven Vicente una notable inclinación hacia la creación poética, plasmada
cuando sólo tenía doce años de edad en las primeras composiciones que dio a
conocer.

Decidido a abrirse camino en el mundo de las Letras, rechazó también la


reducida atmósfera literaria chilena para trasladarse a París en 1916, donde participó
en todos los movimientos vanguardistas que por aquellos años florecían, y
vertiginosamente se agostaban, en la capital francesa; allí pudo empezar a publicar
sus primeras colaboraciones en algunas revistas y entablar relaciones con las
principales cabezas de la Vanguardia europea, como los surrealistas Guillaume
Apollinaire y Pierre Reverdy. Sin embargo, y a pesar de esta estrecha colaboración en
los comienzos de su andadura literaria, Vicente Huidobro pronto se distanció
voluntariamente de los postulados surrealistas, ya que en su particular concepción
de la creación artística no cabía la máxima de que el artista era un mero instrumento
revelador de los dictados de su inconsciente.

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 12


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Esta ruptura con el Surrealismo le animó a plantearse la validez de todas las


corrientes vanguardistas que había conocido de primera mano. Así, rechazó también
las propuestas del Futurismo, pues tenía el convencimiento de que el fervor
manifestado hacia la máquina se apagaría en cuanto el hombre se hubiera
acostumbrado a los adelantos del progreso técnico. El sucesivo rechazo de todos los
postulados estéticos de la Vanguardia llevó a Vicente Huidobro a crear su propia
corriente, bautizada como Creacionismo, en la que situaba al creador artístico a la
altura de un dios, dedicado a crear un nuevo tipo de poesía que compitiera con la
naturaleza en lugar de reflejarla.

Así, para Huidobro y el resto de los creacionistas que inmediatamente


cerraron filas en torno a estas propuestas tan originales como transgresoras, el artista
no debía limitarse a reflejar la Naturaleza, sino que debía mantener con ella una
especie de competición en la que podía mostrar el vitalismo de su propia obra.
Lógicamente, esta concepción del arte en general (y, en el caso del propio Huidobro,
del hecho literario en particular) llevaba aparejada la necesidad de crear nuevas
imágenes, tan coloristas como animadas y sorprendentes, e incluso, un novedoso
lenguaje poético capaz de romper con todos los niveles de la lengua y generar
también su propia sintaxis; de ahí que la yuxtaposición (de oraciones, vocablos o
sonidos extrañamente puestos en contacto) se convirtiera en una de las características
más acusadas del Creacionismo, al tiempo que las largas secuencias y enumeraciones
de palabras y sintagmas contribuyeran decisivamente a dar al poema esa apariencia
de objeto aleatorio, mera creación de un dios absorto en las posibilidades estéticas del
material con que moldea su obra.

Con estos presupuestos estéticos, Vicente Huidobro se presentó en Madrid en


1918, donde fundó un destacado grupo de poetas creacionistas consagrados a la
elaboración de textos que seguían fielmente los postulados del ya respetado maestro
chileno. Por aquel entonces ya era un poeta fecundo, que arrastraba tras sí una
interesante producción literaria: seis poemarios impresos en su país natal (Ecos del
alma, La gruta del silencio, Canciones en la noche, Pasando y pasando, Las pagodas
ocultas y Adán), uno aparecido en Buenos Aires (El espejo de agua) y otro publicado
en París (Horizon Carré). Así, no es de extrañar que en Madrid las imprentas y
editoriales compitieran entre sí por llevar a los tórculos las últimas creaciones de
Huidobro, competición que enseguida arrojó sus frutos en forma de cuatro nuevos
poemarios (Poemas árticos, Ecuatorial, Tour Eiffel y Hallali).

De retorno a París, Vicente Huidobro continuó su febril proceso de creación


poética, ahora enriquecida con una curiosa aproximación al género narrativo-
cinematográfico, la novela-guión Cagliostro, de 1921. Alrededor de 1930 fue cuando
dio los toques finales a sus dos obras cumbres, dos poemarios que, desde el momento
mismo de su aparición estaban llamados a situarse en los puestos cimeros de la
literatura universal. Por aquel entonces, Huidobro estaba en el apogeo de su fama, y
gozaba del éxito obtenido por su novela fílmica Mío Cid Campeador (1929).

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 13


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Huidobro se trasladó a Nueva York, donde cosechó algún éxito como escritor
de guiones cinematográficos. Pero en 1928, decidió retomar un largo y ambicioso
proyecto en el que había empezado a trabajar diez años antes. Se trata de Altazor o El
viaje en paracaídas, la obra cumbre del Creacionismo universal, que junto con
Temblor de cielo (acabado también por aquellas fechas), constituye el mayor legado
de Huidobro a la poesía de su tiempo y, sin lugar a dudas, una de las fuentes que con
mayor generosidad habría de surtir a los poetas venideros.

Frente al mar, en Cartagena (Chile), murió Vicente Huidobro en 1948.

3.3.- El Ultraísmo: Jorge Luis Borges

Estrecha relación con el Creacionismo guarda el Ultraísmo, movimiento


nacido en España como consecuencia de la visita realizada a Madrid por Huidobro
en 1918 y que pocos años después llevaría a la Argentina Jorge Luis Borges.

Comenta Borges en Nosotros los siguientes cuatro puntos fundamentales del


Ultraísmo:

1- Reducción de la lírica a su elemento primordial: la metáfora.

2- Tachadura de las frases medianeras, los nexos y los adjetivos.

3- Abolición de los elementos ornamentales.

4- Síntesis de dos o más imágenes en una.

Hablar del Ultraísmo en Argentina equivale a hacerlo de Borges. A pesar del


desprecio que con posterioridad ha sentido Borges hacia obras como Fervor de
Buenos Aires, Luna de enfrente y Cuaderno San Martín, es evidente que
desempeñaron su función renovadora y difusora en unos momentos de euforia
vanguardista.

Jorge Luis Borges (1899-1986)

Nacido el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires, e hijo de un profesor, estudió


en Ginebra y vivió durante una breve temporada en España relacionándose con los
escritores ultraístas. En 1921 regresó a Argentina, donde participó en la fundación de
varias publicaciones literarias y filosóficas como “Prisma” (1921-1922), “Proa” (1922-
1926) y “Martín Fierro” en la que publicó esporádicamente. Escribió poesía lírica
centrada en temas históricos de su país, que quedó recopilada en volúmenes como
Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín
(1929). De esta época datan sus relaciones con Ricardo Güiraldes, Macedonio
Fernández, Alfonso Reyes y Oliveiro Girondo.

En la década de 1930, a causa de una herida en la cabeza, comenzó a perder la


visión hasta quedar completamente ciego. A pesar de ello, trabajó en la Biblioteca

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 14


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Nacional (1938-1947) y, más tarde, llegó a convertirse en su director (1955-1973). A


partir de 1955 fue profesor de Literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires.
Durante esos años, fue abandonando la poesía en favor de los relatos breves por los
que ha pasado a la historia. Aunque es más conocido por sus cuentos, se inició en la
escritura con ensayos filosóficos y literarios, algunos de los cuales se encuentran
reunidos en Inquisiciones. La historia universal de la infamia (1935) es una colección
de cuentos basados en criminales reales. En 1955 fue nombrado académico de su país
y en 1960 su obra era valorada universalmente como una de las más originales de
América Latina. A partir de entonces se suceden los premios y las consideraciones.
En 1961 comparte el Premio Fomentor con Samuel Beckett, y en 1980 el Cervantes
con Gerardo Diego. Murió en Ginebra, el 14 de junio de 1986.

A lo largo de toda su producción, Borges creó un mundo fantástico, metafísico


y totalmente subjetivo. Su obra, exigente con el lector y de no fácil comprensión,
debido a la simbología personal del autor, ha despertado la admiración de
numerosos escritores y críticos literarios de todo el mundo. Describiendo su
producción literaria, el propio autor escribió: "No soy ni un pensador ni un moralista,
sino sencillamente un hombre de letras que refleja en sus escritos su propia confusión
y el respetado sistema de confusiones que llamamos filosofía, en forma de literatura".

4- LA POESÍA PURA Y LA POESÍA NEGRA

4.1.- La Poesía Pura

Con este rótulo suele reunirse a una serie de poetas en los que se observa un
equilibrio entre tradición y renovación, entre clasicismo y modernidad. Se alejan de
las estridencias vanguardistas aunque, en muchos casos, proceden de ellas o han
tenido en cuenta sus aportaciones, especialmente, la imagen de tipo surrealista.

- Como nuestros poetas del 27, se ven influidos por Valéry o Juan Ramón Jiménez.

- Admiran a Góngora y a otros clásicos españoles.

- Gustan de la perfección formal; eco de las ideas de Ortega y Gasset sobre la


“deshumanización del arte”... Sin embargo, y también como en nuestros poetas del
27, la deshumanización no llegó a ser total: el calor humano está presente en ellos,
aunque depurado por la inteligencia y la mesura.

En México el grupo más representativo de esta época es el que se reúne en


torno a la revista “Contemporáneos”. No forman una unidad compacta: más bien
pueden ser considerados, en palabras de uno de sus miembros, José Gorostiza, como
una suma de “individualidades irreductibles”. Nacen a la poesía bajo el signo del
Modernismo, pero enseguida derivan hacia una actitud de rechazo. Hombres de su
tiempo, manifiestan gran interés y curiosidad por las nuevas tendencias. No buscan

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 15


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tanto una expresión específicamente mexicana cuanto la incorporación a un


movimiento renovador general. Forman parte de este grupo figuras como José
Gorostiza, Jaime Torres Dobet y Xavier Villaurrutia.

Nos detendremos en la figura de Carlos Pellicer, quien tiene una veta lírica
exuberante, musical y colorista, que fluye con extrema agilidad. Usa vistosas
imágenes. Canta a la naturaleza como reflejo de la divinidad, como paraíso de los
trópicos. Esa brillantez plástica no está reñida con un intenso lirismo. El predominio
de la vida sobre la muerte, rasgo que lo diferencia de otros compañeros de grupo, no
le impide detenerse en melancólicas reflexiones existenciales sobre el paso del
tiempo.

En Colombia sobresale el grupo “Piedra y Cielo”. El nombre, tomado de un


título de Juan Ramón Jiménez, indica ya la preferencia por una poesía pura, de metas
fundamentalmente estéticas. Su máximo representante es Eduardo Carranza.

En Argentina, en aquellos años sobresale la figura de Borges, a quien hemos


citado como introductor del ultraísmo, movimiento que pronto superó. Junto a él,
citemos a Molinari, González Lanuza,... quienes, desde el Ultraísmo, evolucionaron
también hacia la poesía pura, el Surrealismo, etc.

Podríamos también incluir aquí al cubano José Lezama, poeta que, por sus
hondas preocupaciones y su lenguaje barroco, desemboca en el hermetismo.

José Gorostiza (1901-1973)

Nació en Villahermosa, Tabasco, en 1901, y murió en la Ciudad de México en


1973. Formó parte del grupo de la revista “Contemporáneos” (1928-1931). De la
canción, animada por la sencillez, José Gorostiza evolucionó hacia "una investigación
de ciertas esencias --el amor, la vida, la muerte, Dios-- que se produce en un esfuerzo
por quebrantar el lenguaje de tal manera que, haciéndolo más transparente, se pueda
ver al través de él dentro de esas esencias". Esa actitud saturó finalmente su labor
poética y, sin perder el impulso emotivo inicial, se conformó con una poesía que, no
obstante su brevedad, ha provocado el mayor número de interpretaciones que se
hayan publicado acerca de un escritor mexicano de los últimos lustros. Muerte sin fin
(1939), texto escrito de acuerdo con temas comunes a los distintos poetas de su
generación, se desborda hacia el reconocimiento de una fuerza destructiva que no
sólo abarca la conciencia, sino que se halla en la totalidad de la materia. Tales ideas,
acompañadas de descripciones y cantos unidos a la invariable reflexión acerca del
destino humano y el alcance del campo racional, se manifiestan con un sentido
depurado que difícilmente encuentra similitud en la historia de la poesía nacional.

4.2.- La Poesía Negra

En la poesía cubana no faltan representantes del Posmodernismo o de cierto


clasicismo, influido también por la poesía pura, como Mariano Brull o Dulce María
Loynaz.

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 16


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Una de las variantes más interesantes y productivas del neopopularismo es la


poesía vinculada al mundo negro que surge en el Caribe en los años treinta. Esa
lírica, además de buscar una nueva sonoridad, es manifestación de un compromiso
ético y político con los grupos marginados. Tres poetas, de distinto calado, encarnan
esta corriente lírica: el puertorriqueño Luis Palés Matos y los cubanos Emilio Ballagas
y Nicolás Guillén. Sobresale este último, ya que nadie ha ahondado como él en las
profundas significaciones del mestizaje cultural de su tierra.

Nicolás Guillén (1902-1989)

Siempre novedoso y vital, Nicolás Guillén trasciende junto a otros grandes de


la literatura nacional y universal. De acendrada cubanía y excepcionales cualidades
como poeta, Nicolás supo desde muy joven enrumbar su pluma por la senda de una
poesía auténticamente nacional en la que lo culto y lo popular fluyen con acento
propio.

Nacido en la provincia de Camagüey el 10 de julio de 1902, Guillén sobresale


por la magia de una poesía en la que los elementos negroides y folclóricos, tanto
como los temas sociales conforman un mosaico de hondas raíces caribeñas y
latinoamericanas.

Buen discípulo de Rubén Darío, Nicolás Guillén fue, además, el combatiente


lleno de amor y vertical entrega que, a golpe de rebeldía se sumó a la obra
revolucionaria, después de años de ausencia y de exilio.

Se dice que Nicolás Guillén no compuso jamás una partitura, pero que
tampoco lo necesitaba para darle sentido musical a su obra. Fue la aparición de
Motivos de Son en 1930, que el puente entre la obra poética de nuestro Poeta
nacional y la música (en este caso el son) quedo tendido para siempre.

La publicación de los ocho poemas que dieron vida a los Motivos de Son causó
gran revuelo en los medios culturales de aquellos años. Así el “Cubanísimo son”
entró en la poesía, generándose de tal suerte una revolución a escala universal en este
arte.

A partir de ese momento, Guillén saltó de las páginas del libro al pentagrama
y de la mano de músicos cubanos tan notables como Amadeo Roldán, Alejandro
García Caturla, González Allué y Eliseo Grenet. Su verso costumbrista, combativo,
amoroso y revolucionario se hizo canción, rumba, son...

“Poeta de cárcel y exilio”: así llamó un colega a Nicolás Guillén y nos valemos
de su frase para caracterizar a este hombre que hizo de la literatura y el quehacer
revolucionario una razón de su existencia. Lo que sostuvo en sus poemas y en su
prosa lo reafirmó con su postura.

Con una obra en la que descollaban tanto los temas íntimos como los audaces
madrigales y en la que lo social se fue abriendo paso como depurada expresión de la

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 17


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vida espiritual del cubano del campo y la azada, del tambor y la guitarra, Nicolás
Guillén bordó con su ardiente lira la magia de su pueblo.

Él se nutrió del mestizaje, de los dolores y goces de su gente, forjando con su


poesía una simbiosis única. Este es el Guillén que se sorprendió del son y que con su
Sóngoro Cosongo (1931), anunció una etapa nueva de la poesía cubana. En Sóngoro
Cosongo el Poeta “Nacional de Cuba” recoge 27 poemas de su autoría, entre los que
sobresalen títulos como “Rumba”, “Velorio de Papá Montero2 y “los Motivos de
Son”.

Esta vinculación de Nicolás a la música ha propiciado que autores e


intérpretes de los más reconocidos del orbe se hayan servido de sus versos para
darlos a conocer melódicamente.

5- LA POESÍA HISPANOAMERICANA EN LOS ÚLTIMOS


DECENIOS

5.1.- Características generales

Podemos señalar como notas características de la lírica de las últimas décadas


hasta llegar a la actualidad las siguientes:

1- Muy frecuente y difundida en la poesía de las últimas décadas es la aparición del


personaje, de la máscara o del doble en el espacio poético. Se trata de un proceso que
se puede describir como “traspasos de la palabra”, desdoblamientos que delatan un
intento paradojal de despersonalización del hablante, y que Enrique Lihn ha visto
como una suerte de culminación de la instancia desromantizadora iniciada por
Baudelaire.
En efecto, el lugar desde donde habla este nuevo sujeto no es ya más el lugar
que ocupaba el hablante inspirado de la poesía tradicional, quien se reconocía a sí
mismo, de un modo u otro, poseedor de un privilegio. De ahí la costumbre de
considerar el lenguaje poético como un lenguaje “otro”, y la atribución, frecuente en
la crítica, de un carácter especializado a la expresión de la poesía en verso.

2- Ahora haremos referencia a lo que se entiende otra consecuencia, relacionada con


el plano de la disposición del discurso: la que se manifiesta bajo la especie de las
interpenetraciones genéricas y particularmente como “recurso a la narratividad”.
Para los textos líricos de los poetas de las últimas décadas se podría utilizar la
expresión “poemas narrativos” en un sentido neto, así como la prosa en que se
debilitaba deliberadamente esa sustancia era sin más “prosa poética”. Ha sido
necesaria una honda transformación en las concepciones literarias para que esos
traspasos cambiaran de signo y la interpenetración genérica asumiera esa dimensión
que los poetas ingleses del Imaginismo señalaron más de una vez, con una clara
conciencia de las distinciones: el dato narrativo en el poema no importa ni significa
en el orden de lo representativo, pues un poeta no pretende contar una historia, sino
provocar una intensificación. El dato narrativo está al servicio de su poema como

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 18


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desvío y multiplicación de sentidos, en algunos casos; como recurso de


naturalización del artificio, en otros; como disparador de un efecto de realidad, o con
todos esos propósitos juntos.

3- Un tercer aspecto de esa constelación de características de la poesía más cercana a


nuestra sociedad actual es el recurso a la intertextualidad. Tal recurso es ahora un
procedimiento singularizador, por la frecuencia y la variedad con que se manifiesta.
El recurso de la intertextualidad es consustancial a la literatura; pero en
algunos períodos predominó una tendencia al ocultamiento de las relaciones, bajo la
especie de un prurito de originalidad (la historia literaria reciente abunda en debates
constituidos por acusaciones y desmentidos de ese tipo). Sin duda, se advierte ahora
una nueva actitud, manifestada en la convicción de que la intertextualidad permite
ver el texto global como “el lugar donde se estructuran sus diferencias”, según
concluye Philippe Sollers.

4- Para terminar, vamos a resumir algunas observaciones sobre otro rasgo que
caracteriza a la poesía hispanoamericana más moderna. Se refiere a la relevancia que
tiene en ella la reflexión sobre la literatura dentro de la literatura, un hacerse presente
la conciencia del lenguaje en el texto que lo conforma, y esto en un grado poco
frecuente con anterioridad. Las llamadas “Artes poéticas” vienen de antiguo, por
supuesto, y han sido difundidas y compartidas con mayor o menor éxito por los
contemporáneos y seguidores. Pero esas “Artes poéticas” eran reglas, maneras de
hacer, casi giros de la escritura. Es una conciencia vuelta hacia sí misma
observándose en el acto de escribir: cuestionamiento de la poesía y del lenguaje,
ejercicio de la duda, expresión del deseo de la palabra.

5.2.- Ernesto Cardenal

Poeta nicaragüense nacido en Granada (Nicaragua) en 1925. Poeta


revolucionario y sacerdote católico, se dio a conocer con la obra El corno
emplumado. Comprometido políticamente con los conflictos sociales de su país,
desde 1954 participó en las luchas contra el dictador Somoza, y posteriormente fue
ordenado sacerdote, tras lo cual residió durante un tiempo en un monasterio de
Estados Unidos. Esta reclusión religiosa supuso para el poeta un oasis de serenidad
frente a la deslumbrante ciudad moderna. De regreso en Nicaragua fundó una
comunidad en la isla de Solentiname. Su poesía, reflejo de su radicalismo personal,
denunció el sufrimiento y la explotación de las llamadas “Repúblicas Bananeras”,
temática que centra su Canto nacional. También se aproximó a las ideas de la
teología de la liberación, las cuales se dejan entrever en sus poemarios Salmos, de
1964, y Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, de 1965.

Ernesto Cardenal ingresó en 1935 en el Colegio Centro América de los Jesuitas


en Granada, donde estudió el bachillerato. Cursó luego filosofía y letras en la
Universidad Nacional Autónoma de México, graduándose en 1947. Entre 1948 y 1949
hizo el posgrado en la Universidad de Columbia, Nueva York.

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 19


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En 1952 fundó una editorial exclusiva del género, “El hilo azul”, y en 1954
participó en un movimiento armado que intentó asaltar el Palacio Presidencial, que
fue conocido como la Rebelión de Abril. En 1956 escribió su extenso poema político
"Hora cero". Pero ese año cambió el rumbo de su vida: resolvió profesar e ingresó al
Monasterio de Nuestra Señora de Gethsemani, en Kentucky, Estados Unidos, donde
Thomas Merton fue su maestro y mentor espiritual. Continuó sus estudios religiosos
en México y en Colombia.

La obra de Ernesto Cardenal es coloquialista y a la vez profundamente lírica.


Su poesía, una de las más sólidas y reconocibles de América Latina, se sustenta en el
legado del Modernismo norteamericano (sobre todo Pound y Williams), pero con
otras influencias como la cultura popular o las tradiciones religiosas y científicas, a
través de un verso claro pero de gran impacto.

Ya en sus primeros libros, La ciudad deshabitada (1946) y El conquistador


(1947), muestra su inclinación hacía una poesía narrativa y épica. En verso libre, con
una ironía y un sentido mágico de lo cotidiano, su mejor poesía capta la intensidad
alucinante de la vida moderna y se inspira en motivos de su compromiso cívico y en
sus experiencias religiosas: Hora cero (1960), Epigramas (1961) y Salmos (1964), entre
otras.

A partir de los años setenta su poesía se radicaliza y se vuelve


primordialmente instrumento de la acción política: Canto nacional (1972), Tocar el
cielo (1981) y Vuelos de victoria (1984). Entre sus últimos libros de poesía se
encuentran Cántico cósmico (1989) y Vida en el amor (1997).

5.3.- Nicanor Parra

Nacido en Chile en 1914. Para ubicar al poeta dentro del contexto de su


cronología vivencial, se debe contar con un instrumento preciso, ya que su tiempo y
su espacio comprenden un permanente baúl de Pandora: enseña mecánica racional
en la universidad, confecciona "artefactos", dicta conferencias, allá dirige un taller
literario, etc.

Nace en Chillán (Chile) y allí cursa sus estudios básicos y medios. Tras
aquello, va a Santiago y se gradúa de profesor de matemáticas. Entre tanto, ya eligió
un destino -la poesía. Su lírica emerge de escombros, de teorías putrefactas, de
energúmenos que se vanaglorian de serlo, de personajes que sueñan sueños
inverosímiles, de "conductores" inconductores, de "doctores" de nada, de todo lo que
se llama "realidad", "buena crianza", "progreso", "moral", "sensibilidad social" y otras
yerbas más arraigadas que la peor de las hiedras.

Entre las universidades donde Parra sirvió cátedras, como profesor invitado,
se hallan las de Columbia, Yale, La Habana, Escuela de Ingeniería de la Universidad
de Chile y el Departamento de Estudios Humanísticos de la misma universidad. En
Finlandia aparece una edición de los cinco "más notables" poetas de Latinoamérica:
César Vallejo, Pablo Neruda, Octavio Paz, Nicanor Parra y Pablo Fernández.

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 20


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Entre sus obras podemos destacar las siguientes:

- Cancionero sin nombre (1937).

- Poemas y antipoemas (1954).

- Versos de salón (1962).

- Los profesores (1971).

- El anti-Lázaro (1981).

- Poesía política (1983).

- Discursos de Sobremesa (2006).

Para terminar con estos breves datos sobre el poeta, es interesante destacar
que en septiembre de 2010, días después de cumplir 96 años, comenzó una huelga de
hambre en apoyo a la treintena de comuneros mapuche que ayunaban desde el 12 de
julio del mismo año. El 1 de diciembre de 2011 fue galardonado con el premio
Cervantes, convirtiéndose en el tercer chileno en ganar el "Nobel" hispanoparlante.

6- ANÁLISIS DE UNA OBRA REPRESENTATIVA: 20 POEMAS DE


AMOR Y UNA CANCIÓN DESESPERADA

Los Veinte poemas de amor y una canción desesperada es el tercer libro de


Pablo Neruda y, sin duda alguna, la cima de su etapa juvenil. Estamos, en efecto,
ante una poesía juvenil en muchos sentidos, y que llamó en seguida la atención por
su tono elemental, cálido, apasionado, así como por las novedades de su lenguaje
poético. La obra se situaba en la línea de superación del Modernismo, pero se
quedaba en una posición de poesía humana, al margen de las audacias vanguardistas
iniciadas ya por Vallejo o Huidobro.

Su composición corresponde a la época en que Neruda estudia en la


Universidad de Santiago de Chile, donde se había trasladado, desde el Temuco de su
infancia, en 1921. En realidad, entre 1923 y 1924, Neruda escribe poemas inspirados
por diversas experiencias amorosas, y en un determinado momento, decide repartir
tales composiciones en dos poemarios distintos:

- Uno será El hondero entusiasta (publicado sólo en 1933), libro de un amor exaltado
y presidido por ese "hondero" que simboliza "la búsqueda de Infinito", el ansia de lo
Absoluto.

- El otro son los Veinte poemas de amor.

Con este libro estamos ante un conjunto unitario que podríamos definir
como "crónica de un amor". En realidad, sabemos que tales poemas fueron

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 21


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inspirados por varias muchachas, especialmente dos a las que Neruda recordaría
más tarde con los apelativos de "Marisol" y "Marisombra": la primera era una joven
de Temuco; la segunda, una estudiante de la capital.

Y así, aunque la "materia" de los poemas proceda de experiencias reales, el


libro tiene mucho de "montaje", de construcción literaria. Incluso podría verse en sus
páginas cierta pose literaria de amor doliente. En cualquier caso, estamos ante un
libro que desarrolla una concepción del amor y de la mujer con una evidente carga
de tradiciones literarias, lo cual no disminuye su autenticidad emocional y poética.

a- Concepción del amor: en la obra, el amor presenta diversos planos que van de lo
más concreto y físico a lo que, recordando a poetas de otros tiempos, podemos
calificar de "metafísico".

Lo primero que nos llega -desde el poema I- son los aspectos físicos: el
cuerpo, las caricias, la unión carnal. Todo ello es evocado con una fuerza y una
sensualidad que chocó por su audacia y que sin duda responde a un inconformismo
moral del poeta.

Pero a partir de ese plano corporal, se salta a un plano superior: el amor


cobra un alcance telúrico. A través del impulso erótico, el amante entronca con la
tierra, con la vida. Uno de los rasgos sobresalientes de estos poemas es la intensa
trabazón de experiencias amorosas y elementos de la naturaleza: el mar, el cielo, el
viento, la niebla, las montañas, los pinos... Su presencia nos ha de recordar,
ciertamente, la importancia que la naturaleza tiene en Neruda, desde su infancia en
las exuberantes tierras de Temuco. Pero esa naturaleza, unida al amor, adquiere
nuevas facetas y sentidos, simbólicos. Insistiremos en ello, especialmente al hablar de
la figura de la amada en el epígrafe siguiente.

En un tercer plano, aún más alto, el amor es un camino para salvarse del
desarraigo existencial, de la angustia. En ese sentido, el anhelo amoroso entronca con
el ansia de lo absoluto.

Pero el amor así concebido se presenta como una historia: los poemas se
ordenan con arreglo a un "plan narrativo", componiendo "una vaga historia de amor
y desamor".

El amargo desenlace se recoge en el poema 20 y en la “Canción


desesperada”, sin duda, las dos composiciones más importantes del libro. Es el fin
del amor y, de nuevo, la noche, el naufragio de toda esperanza.

b- La figura de la mujer: como complemento de lo dicho en el epígrafe anterior,


conviene hacer unas observaciones sobre la figura de la amada. Fijémonos en los
rasgos esenciales de la mujer que, a partir de aquellas mujeres, ha forjado el poeta.
Pues bien, esos rasgos se sitúan en los tres planos que acabamos de ver en el enfoque
del amor.

Ante todo, la mujer amada se nos presenta en su dimensión más carnal. Los
textos nos mostrarán, por lo demás, la atención del poeta a aspectos concretos: el

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 22


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pelo, los ojos, detalles de indumentaria... Más allá, es fundamental la fusión de la


mujer con la naturaleza (aspecto central de aquel alcance telúrico del amor).

Hasta aquí, la aureola positiva de la mujer. Y es que desde muy pronto


percibimos también la idea de la amada distante, huidiza, paradójicamente, poseída e
inalcanzable a la vez.

c- La expresión poética: ante todo, se apreciará la variedad de tonos, que se adaptan a


la expresión de la sensualidad o la ternura, del júbilo o la melancolía, de la exaltación
vital o la desesperación...

Atención particular merece el nivel afectivo o la expresión de lo emocional.


La intensidad sentimental es lo primero que embarga al lector de estos poemas. Por
lo demás, se advertirá en seguida la importancia de las exclamaciones, reforzadas por
interjecciones oportunas. Comprobable es la densidad del léxico fuertemente
connotado de afectividad, en especial los sustantivos y adjetivos que se relacionan
con la tristeza, el dolor, la melancolía. A ello se asocian los términos que aportan
frecuentes notas crepusculares o nocturnas.

Las imágenes son, sin ninguna duda, el aspecto central de la lengua poética
de Neruda, desde este libro. Es proverbial la capacidad del autor para forjar
poderosas y originales imágenes, continuos hallazgos verbales. Muy frecuente es el
empleo de símiles más o menos inesperados. Pero, más allá de las fórmulas
comparativas, encontraremos metáforas de variada índole.

En cuanto a los símbolos, su presencia es igualmente densa. Destaquemos


aquellos que se refieren a la condición del poeta: "buzo ciego", "hondero",
"náufrago"... O a sus vicisitudes: símbolos como el túnel, la noche, el árbol sin
pájaros, los solitarios muelles. Y de nuevo hay que aludir al alcance simbólico que
cobrarán elementos de la naturaleza, así como a la frecuencia de imágenes o símbolos
marinos.

d- La métrica: por su versificación, los Veinte poemas de amor y una canción


desesperada son también un libro netamente posmodernista: conserva metros
característicos del Modernismo, pero lleva a cabo una decidida reducción de formas
y recursos rítmicos, a la vez que introduce ciertas novedades.

Entre los versos, el alejandrino es el dominante y, como en la poesía


modernista, Neruda lo combina con trímetros. Pero también introducirá, junto a
ellos, versos amétricos (esto es, no sujetos a una medida establecida). El endecasílabo
es la base de un poema, el 12, pero manejado igualmente con "licencias".

Otros poemas nos ofrecen el caso contrario: su base es el empleo del verso
libre, pero, entre los versos amétricos, reconoceremos alejandrinos, endecasílabos...
Esta libertad -que en Neruda va unida a un excepcional sentido del ritmo- muestra a
las claras su alejamiento del Modernismo.

La rima da nuevas pruebas de ese mismo alejamiento. Predomina netamente


la asonancia entre versos pares. En unos poemas, la asonancia cambia en cada

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 23


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estrofa, mientras que en otros, se mantiene invariable a lo largo de todo el poema. La


rima consonante aparece en algún caso (poema 15), y hay también bastantes poemas
sin rima (como el 2, el 9, el 11, el 13, el 14, el 17).

7- CONCLUSIONES

Si por algo se caracteriza la tierra que conforma Hispanoamérica, es por su


agreste y salvaje paisaje, por sus “naturalezas sobrenaturales”, por su gente sencilla y
arraigada a un pasado que se ha convertido en un presente innovador al que se han
tenido que adaptar. Pues bien, ese carácter de la naturaleza, ese sentido de la vida
tradicional en constante transformación por lo venidero, esa sencillez en la forma
pero no en la esencia, son elementos que se han “calcado” en la lírica propia del siglo
XX en Hispanoamérica, convirtiendo al género en un germen de locuacidad, de puro
lirismo y de un virtualismo léxico y simbólico que la han situado en la cumbre de la
creación poética.

Hemos realizado un recorrido por los distintos movimientos y corrientes que,


desde los inicios del siglo XX, se han venido sucediendo en Hispanoamérica hasta
llegar, prácticamente, a nuestros días, destacando características y estilos propios
personalizados en las figuras más sobresalientes del género, haciendo hincapié en la
trascendencia e importancia de dicha creación y ahondando en la “esencia” de la
propia poesía, mostrando como obra representativa la que lleva por título 20 Poemas
de amor y una canción desesperada, del escritor Pablo Neruda. Todo este panorama
literario es “hermanastro” del que en España se vino creando a lo largo del siglo XX,
panorama que se ha ido entrecruzando, interrelacionando y “dándose la mano” de
forma desinteresada para dejar constancia de la esencia de una cultura que, al fin y al
cabo, tiene más elementos en común que disgregadores y que han dejado en la
cumbre de “la montaña más alta” nuestra cultura y nuestra forma de concebir la
vida, el mundo y el devenir. En definitiva, la poesía es la abstracción hecha palabras
de la “psiqué” hispánica.

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 24


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BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
- Bellini, G.: Historia de la Literatura Hispanoamericana. Castalia, Madrid, 1986.

- Cortinez, C.: Poesía latinoamericana contemporánea. Universidad de San Carlos,


Guatemala, 1984.

- Flores, A.: Aproximación a Pablo Neruda. Ocnos, Barcelona, 1974.

- Henríquez Ureña, P.: Las corrientes literarias en la América Hispana. Fondo


cultural, México, 1994.

- Marco, J.: Literatura Hispanoamericana. Del modernismo a nuestros días. Austral,


Espasa-Calpe, Madrid, 1987.

- Yurkieviche, S.: Fundadores de la nueva poesía latinoamericana. Ariel, Barcelona,


1984.

- http://webpages.ull.es/users/amarfer/poesiahisp.html

- http://www.filosofia.tk/versoados/his_esp_findelxx.htm

- www.hispavista.com

Autor: Antonio Lare Fernández Pág. 25

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