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La declaración del imputado no es

considerada como prueba


AS NRO. 084/2015-RRC; Sucre, 06 de febrero de 2015

En el caso presente, el recurrente denuncia una supuesta omisión del Tribunal de apelación
para responder la denuncia de falta de valoración de las intervenciones y del uso de la
última palabra que violaría su derecho a la defensa y la certidumbre, verificándose de los
antecedentes que el aparente agravio fue denunciado por Raúl Salvatierra Vaca en el punto
IV de su apelación restringida al referir la inexistencia de una explicación razonable en
cuanto a por qué no se valoró su intervención a través de su defensa material y su última
palabra, no siendo un reclamo interpuesto por el ahora recurrente; sin embargo, cabe
precisar que el Tribunal de apelación sobre el particular, manifestó que: “…la alegación
del apelante no es pertinente, dado lo que pretende es una nueva valoración de su
versión y se le otorgue credibilidad a lo expresado en su derecho a la última palabra,
lo que es inadmisible bajo este epígrafe de errónea aplicación de la ley, que se
circunscribe a lo anotado, la adecuación de los hechos probados al tipo penal que
corresponda y no a la mera versión del imputado dicha sea en su declaración o en uso
de su derecho a la última palabra, que no está sujeta a juramento, ni promesa de decir
la verdad, por lo que no es un testimonio, sino un acto de defensa consiguientemente
no es prueba…” (sic).

Por lo referido no es evidente la denuncia formulada por el recurrente, debiendo agregarse


que el Código de Procedimiento Penal vigente, no considera las declaraciones de los
imputados como prueba, puesto que no es una declaración testifical formalmente
entendida que es la única prueba que puede ser valorada, por tratarse de
argumentaciones de rechazo genérico de los cargos y afirmaciones de algunos aspectos
expuestos por las declaraciones testificales o de las documentales; pretender que se
analice y valore una simple negativa de la comisión del hecho, es tanto como proponer que
se examine una mera abstención de declaración. Lo que racionalmente puede exigirse al
tribunal para fundar la condena, es que valore las pruebas efectivamente recibidas, exponga
las conclusiones que infirió de ellas, los razonamientos que amparan esas inferencias y por
qué resultan aptas para destruir el estado de inocencia que resguarda al imputado. Al
hacerlo de este modo, los juzgadores cumplen su deber de fundamentar el fallo, con clara
exposición de los elementos objetivos que permiten desvirtuar la simple negativa de los
cargos que hizo el imputado, alcanzando la meta propuesta de asegurar que lo resuelto sea
racionalmente verificable y responda a la verdad material. En ese contexto, no se evidencia
contradicción alguna con la doctrina con el Auto Supremo 177/2013-RRC de 27 de junio,
siendo la fundamentación expuesta por el Tribunal de apelación expresa, clara, concreta,
legítima y lógica, dando respuesta a cada agravio denunciado por ambos apelantes,
exponiendo las razones que condujeron al tribunal a concluir que la sentencia cumplía con
la exigencia de la fundamentación fáctica y jurídica debidamente pormenorizada y
respaldada por elementos de prueba.

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