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Claves para una psicología del desarrollo: Volumen I.

María Cristina Grifa y jose


eduardo moreno

Capítulo 1. El comienzo de la vida. Vida en el seno materno. Factores del


desarrollo.

1) Introducción: Al preguntarnos por el desarrollo del embrión y el feto en el seno


materno acuden diferentes concepciones entre las cuales destacamos la teoría de la
epigénesis. El principio epigenético, de un modo generalizado, afirma que todo lo que
se desarrolla obedece a un plano o proyecto básico y que, a partir de este último, van
surgiendo las partes, teniendo cada una de ellas un momento de eclosión, hasta que
todas las partes han surgido para constituir una totalidad funcionante. Esto es cierto
con respecto al desarrollo fetal, donde cada parte del organismo tiene su momento
crítico de aparición o de riesgo de defecto. Este principio no solo da cuenta del
desarrollo fetal, sino que además intenta dar cuenta del despliegue mismo de la
personalidad del sujeto. En este sentido, epigenéticamente se constituye la
personalidad en un interjuego entre lo ‘’dado’’, lo ‘’adquirido’’ y mediante la
autoposesión libre de los elementos de ambos. Lo dado comprende tanto las leyes del
desarrollo como las potencialidades, que posibilitan el mismo. Lo adquirido se
constituye a partir del vínculo con los padres, educadores, instituciones y con la
cultura en su totalidad. Por último, la autoposesión y la autodeterminación le permiten
hacer suyo libremente lo recibido, materializándolo, haciéndolo propio. Se crea así
un circuito interactivo cultura-individuo que permite el mutuo crecimiento y
desarrollo.
2) El embarazo: El embarazo modifica no sólo al cuerpo de la madre, sino que
también estimula de manera particular su psiquismo y su espíritu, transformando así
sus relaciones con el mundo.
Cuando las sospechas del embarazo (mediante los síntomas: hipersomnia, cansancio,
falta menstrual, etc.) son confirmadas se desencadenan modificaciones en todos los
ámbitos personales, sean en lo físico, lo psíquico y lo social.
Este niño, será el portador de rasgos, del apellido y a veces del nombre de sus
progenitores o antecesores. También en él recaen las fantasías de oportunidades
perdidas, de los ideales no cumplidos, es decir que ocupa el lugar del narcisismo de
sus padres. El nuevo ser no ocupa sólo un lugar en el útero materno sino también en
el “útero familiar’’, de ambos se nutre tanto con el alimento como también con las
expectativas, fantasías y deseos de los padres y el medio.
El cuerpo adquiere para la mujer un significado nuevo; lo mira, lo toca, siente que se
transforma por completo. Aumenta el metabolismo, el pecho se vuelve firme y el
color de la piel se hace vivo y delicado. Se producen modificaciones endocrinas,
metabólicas, neurovegetativas y del medio sanguíneo: fenómenos de adaptación a la
finalidad biológica de la maternidad.
El organismo de la mujer embarazada está sujeto a una hiperactividad que demanda
reposo y tranquilidad. Se experimenta mayor cansancio e hipersomnia. Existe una
necesidad orgánica de reposo junto a un ensimismamiento.
Ante la confirmación del embarazo deseado, esperado, surgen en la madre
sentimientos ambivalentes – aceptación y rechazo del hijo-, preocupaciones por la
salud del bebé, temor ante el desarrollo de esta nueva situación como así también ante
el parto, ansiedad por la responsabilidad de cuidar al bebé. Hay una gran movilización
afectiva que gira en torno a fantasías, sentimientos y emociones.
La madre, como consecuencia del ensimismamiento, está fundamentalmente a la
escucha de sí misma y del ‘’otro’’ que crece dentro de ella, de la revolución que se
produce en el interior de su cuerpo. A medida que avanza el embarazo esta presencia
corporal y psicológica del hijo envuelve toda su vida interior.
Esta sensación de plenitud la lleva a centrarse sobre sí misma, sobre las
transformaciones de su cuerpo y sus estados afectivos. La madre debe prepararse para
el momento del nacimiento pues este suceso ‘’hiere’’ a su ‘’yo exaltado’’, ya que
supone la separación de sus cuerpos y la consiguiente movilización de afectos de
pérdida.
El embarazo presenta un conflicto a resolver, pone en juego la interacción, el
intercambio y redefinición de roles en la familia.
La mujer embarazada tiene una actitud de repliegue, una modalidad narcisista. Dicha
actitud es interpretada por el marido a veces erróneamente como indiferencia o
desinterés hacia él. Esta vivencia materna requiere del marido contención afectiva y
comprensión para que, sintiéndose amada, pueda cuidar adecuadamente a un nuevo
ser.
3) Vida prenatal: La vida en el seno materno es una auténtica vida humana, en la que
se evoluciona anatómica, fisiológica y psíquicamente. Esta vida psíquica prenatal es
inconsciente, por tal motivo, será inaceptable para aquellos que asocian vida anímica
con vida consciente.
A partir de la fecundación ya existe una nueva realidad biológica distinta de la
materna. La nueva persona ha sido concebida en la fecundación en cuerpo y alma
espiritual, constituyendo una unidad.
El cuerpo se convierte en el escenario donde se materializan sus posibilidades, donde
se expresa. Este cuerpo dirigido al ‘’otro’’ abre la comunicación a los demás; allí se
muestran también sus límites cuando experimenta dolor y enfermedad. Este cuerpo
fetal, ‘’dice’’ a sus padres y al médico un mensaje. Dicho mensaje es presencia de un
ausente, es decir, es un símbolo. Así nos abrimos a su dimensión psíquica, en su
esencia simbólica. Símbolos que se expresan en conductas que muestran sus
necesidades, afectos, deseos: las distintas categorías psíquicas. De aquí que hablemos
de un psiquismo fetal.

La Fecundación: Un nuevo ser comienza con la fecundación. En el momento en que


un espermatozoide penetra en el óvulo, se forma un cigoto, primera célula a partir de
la cual se desarrolla una nueva persona. Todo el potencial de este ser se concentra en
dicha célula que una vez conformada comienza su partición y multiplicación, es decir,
el ‘’milagro’’ del crecimiento.
A partir de la fecundación el nuevo ser transita tres fases en su desarrollo hasta el
nacimiento. La germinal o cigótica que culmina con la implantación del huevo a los
12/13 días de la fecundación, el período embrionario desde los 12/13 días a las 8
semanas (2 meses) y el período fetal desde la 8va semana hasta el parto.

Período embrionario: A los 14 días de la fecundación, aproximadamente, comienza


el proceso de formación de la placenta. Entre los importantes sucesos de este período,
destacamos la formación del cordón umbilical, que comunica al embrión con la
placenta en el medio de la cual se implanta. Se forma el saco amniótico, lleno de
líquido que rodea al embrión y lo protege de golpes y presiones amortiguándolos. El
embrión ha construido un medio apropiado para crecer y goza de cierta autonomía.
Dicha autonomía se afianza con el desarrollo del corazón, que empieza a latir al mes
de vida. El corazón a la par que funciona, sigue modificando su estructura y creciendo.
A los 2 meses, el embrión ha originado todos los órganos y la cara tiene ya rasgos
reconocibles. A las 8/9 semanas el embrión pasa a ser un feto.
El proceso embrionario se caracteriza por la velocidad de crecimiento. Es un momento
de gran sensibilidad a las enfermedades infecciosas y desnutrición materna.

Período Fetal: El nuevo ser se prepara y alcanza la maduración necesaria para


funcionar con la capacidad y autonomía que requiere la vida después del nacimiento.
Los órganos se diferencian anatómica y funcionalmente. Se conforma el cerebro.
A los 7 meses el feto es capaz de sobrevivir por sí solo, es viable, si bien su prematura
edad requiere de atención especial.
Surgen en la madre los temores hacia el parto que se aproxima, el miedo a la
responsabilidad que implica el cuidado de un hijo. Los temores a tener un hijo con
deformaciones físicas o retardo mental surgen acompañados de ensoñaciones de tener
un hijo hermoso y bueno que colmará a la familia de alegría. Estas fantasías le sirven
de refugio.
La actividad laboral y las relaciones sexuales comienzan a decrecer a medida que se
acerca el tiempo del parto.

Vida psíquica prenatal: En el período fetal se pueden comprobar hoy, con el avance
técnico-científico, actividades reflejas como la de succión y respuestas ante estímulos
alarmantes, también movimientos de brazos y piernas. Dichas respuestas
neuromusculares a estímulos y los movimientos espontáneos fetales son
manifestaciones de una vida psíquica.
Al mes existen movimientos reflejos, al tercer mes responde globalmente a estímulos
internos, en el 4to/5to mes responde a estímulos de la superficie cutánea y a
modificaciones del metabolismo de la madre con movimientos y cambios de posición,
6to mes responde globalmente a la estimulación externa al medio materna (ruidos,
música) y a partir del séptimo reacciona ante la luz y la oscuridad.
Podemos hablar de psiquismo prenatal ya que se observan, antes del nacimiento,
actividades conductuales que suponen necesidades, deseos, sensaciones, afectos.

El Yo Fetal: La escuela psicoanalítica, desde su experiencia clínica, también sostiene


la existencia de un psiquismo fetal. Arnaldo Rascovsky, psicoanalista argentino,
sostiene que al nacer el yo está lo suficientemente organizado pues se distingue en él
un aspecto receptor y otro efector. Logra este grado de estructuración yoica mucho
antes de nacer, como lo revela la posibilidad de adaptación del prematuro al mundo
exterior. Desde esta perspectiva, el mundo fetal se caracteriza por: la ausencia de
relación directa con objetos del mundo externo. Falta de actividad de los mecanismos
de adaptación al mundo exterior. Bajo nivel de tensión y desequilibrio interno,
predomina la satisfacción inmediata de las necesidades. La permeabilidad entre el Yo
y el Ello, ausencia de represión. La unidad y coherencia del Yo se irrumpen por el
impacto del nacimiento.
En síntesis, el planteo psicoanalítico sostiene tanto la existencia de un Yo fetal como
de la vida anímica del feto, tanto con sus representaciones heredadas como con sus
ideas-objetos propias.
4) Factores intervinientes en el desarrollo de la personalidad: ¿Cómo las personas
llegan a ser lo que son?; ¿Por qué el desarrollo humano sigue tal dirección o curso?
Estos son los interrogantes básicos de la Psicología del Desarrollo. Desde sus
comienzos esta disciplina se planteó la necesidad de precisar los factores que
intervienen en la formación de la personalidad y en los cambios de la misma a través
del tiempo. Los factores intervinientes en el desarrollo de la personalidad se clasifican
así en:
1) Lo dado: comprende la naturaleza, la herencia y las potencialidades que
madurarán. Hace referencia a lo presente desde la concepción, aunque se vayan
manifestando con posterioridad. Alude a lo innato o connatural, lo nacido con el
mismo sujeto. Se manifiesta y se actualiza en diálogo con el mundo, en función
de lo presentado y propuesto por este.
2) Lo adquirido: el sujeto se va constituyendo a partir de este núcleo de ‘’lo dado’’
y mediante la apropiación del mundo, del no-yo. Esta apropiación hace referencia
a lo aprendido, lo adquirido, al vínculo con el ambiente, los valores, la cultura y
también a la experiencia como factor organizador de la personalidad.
3) La Autodeterminación: es el factor característico de la voluntad libre de una
persona. Es un componente progresivo. ‘’Qué hago yo con lo que me pasa?’’. El
doble marco ‘’exterior’’ e ‘’interior’’, junto con esta posibilidad de
autodeterminación, van constituyendo el estilo del sujeto.

Herencia y medio son factores que colaboran en la formación del nuevo ser y se
imbrican de modo tal que es difícil distinguir lo que corresponde a uno y a otro. No
son opuestos o antagónicos, sino complementarios. Así, para constituirnos
necesitamos de una dotación genética y de un medio humano. Nos diferenciamos y
somos singulares tanto por nuestra peculiar combinación genética como por nuestra
historia personal. La visión vulgar sostiene que lo heredado es irreversible y lo
adquirido por la experiencia es reversible o modificable. La etiología de algunas
enfermedades mentales es un ejemplo de que esto no es del todo cierto. Por ejemplo,
R. Spitz ha demostrado que las depresiones relacionadas con el abandono materno o
la falta de contención afectiva durante el primer año de vida son de difícil
modificación, a pesar de que posteriormente se le brinde afecto y un medio familiar
óptimo al niño. En este sentido decimos que hay trastornos psíquicos adquiridos que
se vuelven prácticamente permanentes e inmutables.

Herencia psíquica: Es posible plantearse la transmisión de caracteres psíquicos por


vía genética. Esta se observa en comportamientos semejantes o en pequeñas
variaciones entre los individuos de una misma familia.
Hay un aspecto de semejanza psíquica entre padres e hijos, que no es explicable
totalmente por la vida en común, por los vínculos familiares. Por ende, no se puede
hablar en sentido estricto de herencia psicológica, sino más bien de herencia de
condiciones morfológicas, fisiológicas y patológicas que inciden sobre la
personalidad. Las conductas no se heredan de forma directa y simple.
Podemos afirmar que las conductas, incluyendo las aprendidas, no escapan a cierta
influencia de la información genética heredada, así como las mismas conductas ‘’no
aprendidas’’ o ‘’instintivas’’ en el hombre tienen un desarrollo que implican
aprendizaje.
Capítulo 2. El nacimiento y los primeros dieciocho meses de vida.
1) Nacimiento: El proceso de parto es tanto facilitado como dificultado por factores
anatómicos, fisiológicos, y psicológicos. El parto queda asociado en la madre, entre
otras, a experiencias de separación y de dolor tanto físico como psíquico. Se abandona
de cierta forma el lugar de hija para convertirse en madre. El hijo está ahora afuera
del vientre y frente a la sociedad; esta experiencia conlleva el sentimiento de alteridad,
es decir, el reconocimiento del recién nacido como otro sujeto y como diferente del
bebe con el que soñaba; esto hiere el sentimiento narcisista materno pues ese bebé,
tal vez no se convierta en el redentor de sus esperanzas perdidas, sino en alguien que
desde la expresión de sus necesidades reclame su atención, es decir, estimule el
surgimiento de la preocupación maternal primaria.
El modo cómo se realice el parto tiene una importante influencia en la salud física y
mental del nuevo ser. Otto Rank en 1924 introduce la noción de carácter traumático
del proceso de nacimiento. El “trauma del nacimiento” consiste en el abrupto pasaje
de una situación de vida intrauterina placentera, a la cual el feto estaba adaptado, a un
nuevo medio ambiental con su exigencia de adecuación a él. La presentación súbita y
masiva de estímulos externos durante el alumbramiento es experimentada como la
primera situación de angustia. Esta se constituye en la raíz de posteriores vivencias
que comprometen la angustia.

2) El neonato: El hombre es el único mamífero que recién al año de haber nacido


adquiere las formas fundamentales que le permiten desarrollar los movimientos y
actividades que caracterizan a su especie. Por otra parte, los órganos de sus sentidos
ya están en funcionamiento cuando nace.

Descubrimiento y relación con el mundo: Su percepción es más bien global, simple


y con poca discriminación. La complejidad de la experiencia alimentaria, con su
carácter polisensorial y variedad de impresiones y de actividades, es fundamental en
su contacto e intercambio con la realidad externa y para su organización interna. El
vínculo afectivo con la madre tiene un rol estructurador de lo perceptual a partir ya
de la primera mamada. El neonato generalmente duerme la mayor parte del día, por
tal motivo a los primeros dos meses la “edad del sueño”.

Sentidos superiores y el mundo del bebé. Percepción a distancia: La vista y el oído


son los sentidos denominados “superiores”, pues son los que abren al mundo como a
un espacio remoto y permiten la anticipación a posibles encuentros. Además, los
podemos llamar superiores porque nos facilitan el acceso al mundo de la cultura.
Visión: Se considera que aproximadamente el 70% de la información del mundo
exterior recibida por un sujeto proviene de la vista. La visión permite una rápida
captación de los caracteres fundamentales de objetos y situaciones, favoreciendo el
desarrollo intelectual y el control del medio. El desarrollo anormal de la visión, o la
carencia de la misma, reducen la movilidad del bebé y le limitan las experiencias con
los otros órganos sensoriales. Posteriormente este bebé, para compensar la falta de
visión, desarrollará una gran sensibilidad táctil y auditiva. Además de la maduración
de los nervios y músculos, se requiere todo un aprendizaje y una coordinación
neuromotora para alcanzar una visión óptima.
Audición: El aparato auditivo está anatómicamente completo en el momento de
nacer, y también están maduras sus inervaciones nerviosas con el cerebro. Así el bebé
puede oír bien antes que ver. Su experiencia a las semanas le permite interpretar que
las palabras suaves van acompañadas de actitudes de cuidado, que la voz materna
anticipa la atención a sus necesidades.
Percepciones internas y el mundo oral-táctil del neonato: Si bien todos los sentidos
funcionan desde el nacimiento, los primeros meses de vida se caracterizan por el
predominio de las sensaciones internas provenientes de los órganos. En los primeros
meses el neonato reacciona fundamentalmente a sensaciones táctiles y los reflejos
heredados son en su mayoría respuestas a estímulos táctiles. La sensibilidad cutánea
abarca las sensaciones de contacto, presión, temperatura y dolor.

3) El desarrollo del Yo en los primeros meses de vida: Los organizadores de la


psique que describe R. Spitz y la fase del espejo estudiada por J. Lacan, nos permiten
aproximarnos a la complejidad de esta etapa constituyente del Yo.
Organizadores de la psique. René Spitz: Desarrollaremos a continuación los tres
estadios del desarrollo psicológico y su interrelación con los tres organizadores:
Estadio anobjetal: La madre es un Yo (externo), pues no existe una formación yoica
en el neonato. Primer Organizador. Sonrisa social: La sonrisa del bebé como
respuesta ante el rostro humano en movimiento se da alrededor del tercer mes y es
el indicador de la constitución del precursor del objeto, es decir, es la aparición de
un esbozo del Yo.
Estadio del objeto precursor o pre-objetal: De la pasividad respecto del mundo
externo del estadio anterior, se pasa a un periodo de actividad intencional y
consciente.
Segundo organizador. La angustia del octavo mes: El bebé comienza a sentir
desagrado si se le aproxima una persona desconocida y lo expresa.
Estadio del objeto de amor o libidinal: El Yo está integrado y la madre es
experimentada como un todo diferenciado.
Tercer organizador. El “No” (18 meses): El indicador de esta nueva
organización es el gesto semántico del “no”. Por un mecanismo identificatorio se
apropia del gesto materno prohibidor, es decir, del “no”.

La fase del espejo y el desarrollo del Yo: Para Jacques Lacan en la denominada
“fase del espejo” se constituye la matriz del esbozo del Yo, ya que el bebé logra su
integración corporal. Entro los 6 y 8 meses se reconoce a sí mismo en el reflejo del
espejo y acompaña esta experiencia de júbilo con su mímica. El niño descubre la
totalidad de su cuerpo en esa imagen y progresivamente toma conciencia de sí mismo
como entidad diferenciada.

4) Conducta inteligente y respuesta al mundo.

Inteligencia perceptiva-motriz. J. Piaget: Piaget diferencia cuatro grandes estadios


o periodos en el desarrollo de la inteligencia. Cada estadio abarca al precedente y lo
supera (salto cualitativo en la construcción de la inteligencia) tanto en la forma de
comprender al mundo como en la complejidad de sus acciones. Piaget estimo las
edades en las que transcurre cada uno de ellos, pero son, justamente, ilustrativas, son
procesos absolutamente singulares, ya que los sujetos aprenden de forma diferente.
No hay límites claros entre estadios.

Estadio Sensorio-Motor: Piaget lo estima entre los 0 y los 2 años.


• El recién nacido no diferencia al YO del NO-YO. A mitad del estadio surge la
subjetividad (diferencia entre YO y otro).
• Él bebe se relaciona con el medio y los otros vía succión (la realidad es susceptible
de ser chupada).
• Gracias a la estimulación constante, los avances en este estadio son mayores que en
los demás.
• Lo motriz está íntimamente relacionado con la construcción cognitiva.
• Él bebe posee inteligencia sensorio-motora, REFLEJOS, que se complejizan en
hábitos y luego en grupos de hábitos (inteligencia práctica). El hábito supone una
relación entre medios y fines orientados hacia una satisfacción. Es irreversible, ya
que invertir un hábito consistiría en adquirir un nuevo hábito (por ejemplo, una
persona diestra que comenzara a escribir con la mano izquierda).
• El tanteo (empírico al principio y luego en la dimensión del pensamiento) permite al
sujeto construir la inteligencia, es la constante prueba y error respecto a la realidad.
Se caracteriza por la percepción y el movimiento. Es un gesto exploratorio puramente
senso-motor al principio que luego se interioriza en forma de ensayo, cuya función
es inventar soluciones que más tarde corrobora con la experiencia.
• Las REACCIONES CIRCULARES son la posibilidad del niño de relacionarse con
el entorno y resolver situaciones problemáticas. Son la reproducción activa y
repetitiva de un comportamiento descubierto al azar. Tienen un solo sentido no
reversible, al ser circulares se repiten siempre en el mismo sentido, por lo que se
diferencian de las conductas propiamente inteligentes (reversibles). Hay 3 niveles:
Primarias: Recaen sobre el propio cuerpo. Por ejemplo, el reflejo de succión.
Secundarias: Recaen sobre objetos. Por ejemplo, sacudir una sonaja para escuchar
su sonido.
Terciarias: Implican una relación entre medios y fines. También recaen en objetos,
pero orientado a resultados diferentes, pudiendo traspolar la acción entre distintos
objetos. Por ejemplo, el niño golpea un tambor para provocar sonido, luego lo hace
en la mesa y en la silla, obteniendo sonidos diferentes.
• Grupo Práctico de los Desplazamientos: Son las bases previas de la reversibilidad,
su génesis. Son un grupo de movimientos que utiliza el sujeto e implican un ida y
vuelta práctico, es decir, la anulación del movimiento inicial. Supone la obtención
de un fin y la puesta en práctica de relaciones circulares terciarias (extraer
novedades de los objetos a través de la experimentación). No hay interiorización en
pensamiento.
• Se da la construcción de la noción de objeto permanente que es la base de las
construcciones posteriores, el objeto existe por más que este fuera de mi campo
perceptivo.
• El niño no posee las nociones de causalidad, tiempo y espacio, debido al
egocentrismo, centracion sobre sí.

Estadio Pre-Operatorio (simbólico): Estimado entre los 2 y los 6 años, con


la aparición del lenguaje.
• El pensamiento surge de la FUNCIÓN SEMIÓTICA, la capacidad de representar.
Implica la aparición de un conjunto de conductas que implican la evocación
representativa de un objeto o acontecimiento ausente por medio de la simbolización.
Se distinguen 5 conductas:
Imitación diferida: Imitación de una acción efectuada inicialmente por otro en
ausencia de este. Es un proceso genético que permite comprender la realidad e
interiorizar la acción. Surge a través de la dramatización (juego de roles). Piaget
plantea que la imitación es una prefiguración de la representación. Juego simbólico:
Elaboración de situaciones problemáticas (dramatización) por medio de roles. El
juego satisface al YO (cura a través del juego), Piaget toma esta noción de Melanie
Klein.
Dibujo: Es de una importancia similar al juego y a la imitación (el gráfico es
lenguaje). Son la vía regia para que aparezca el inconsciente. Imagen mental:
Imitación interiorizada.
Lenguaje: Permite evocar situaciones pasadas y anticipar situaciones futuras.
También posibilita el intercambio con los otros y la interiorización de la palabra y
de la acción en pensamiento.
• Surge el pensamiento propiamente dicho. En este período es PENSAMIENTO
INTUITIVO GLOBAL. Se encuentra caracterizado por la intuición (es rígida e
irreversible. Está a medio camino de la operación). Es prelógico, está basado en lo
perceptivo. La percepción es engañosa, no es inteligencia. Los niños pueden pensar
las relaciones entre las cosas, pero no sus transformaciones.
Abunda el pensamiento mágico-fenomenológico: El pensamiento es ANIMISTA (le
confieren vida a todas las cosas), ARTIFICIALISTA (idea de que todo está creado
por el hombre) y FINALISTA (toda está creado con un fin).
• Avanzado el estadio pre-operatorio surge el PENSAMIENTO INTUITIVO
ARTICULADO, el sujeto ve las transformaciones solamente en situaciones
condicionadas.
• El pensamiento todavía es egocéntrico, pero comienzan los intercambios verbales
con otros. Se da un fenómeno denominado monólogo colectivo, los niños se
entienden entre sí por medio de una comunicación ininteligible.
• Son comunes las preguntas reiterativas, los ¿Por qué?
• Se crean amigos imaginarios, los cuales suelen servir para culpar de las acciones
negativas propias del niño.
• El niño se habla a sí mismo, construyendo su mundo interno.
• Se interiorizan las normas, permitiendo la diferenciación entre el bien y el mal.
• Se concibe al adulto como la autoridad máxima, autoridad que trasgrede con diversos
ardides.
• Génesis de la clasificación: En un primer momento del pre-operatorio, marcado
por el pensamiento intuitivo global, el niño alude a las percepciones concibiendo
COLECCIONES FIGURALES (arma una figura, por ejemplo usa un triángulo y
un cuadrado para armar una casa). No tiene presente la inclusión jerárquica ni la
pertenencia inclusiva, es decir, que no puede incluir los elementos dentro de una
clase. No opera la diferencia entre extensión y comprensión. En un segundo
momento, marcado por el pensamiento intuitivo articulado lleva a cabo
COLECCIONES NO FIGÚRALES (utiliza un solo criterio, color por ejemplo.
Pseudo-clasificación). Hay pertenencia inclusiva, pero no hay inclusión jerárquica.
Analiza de parte a parte, no concibe la totalidad del conjunto. La EXTENSIÓN se
limita al criterio elegido y
no puede realizar inclusiones jerárquicas, por ejemplo considerar al color rojo como
una sub-clase de la clase triángulos, es por esta razón que NO agota la extensión.
• Génesis de la seriación: En el intuitivo global el niño lleva a cabo un
ORDENAMIENTO POR CUPLAS O TRÍOS, el niño acciona centrándose en las
diferencias de tamaño entre parejas con independencia del resto de la colección, no
pudiendo coordinar entre si los pares armados. En el pensamiento intuitivo
articulado, se da el ORDENAMIENTO POR TANTEOS EMPÍRICOS, el niño
logra la serie por ensayo y error con dificultad para ordenarla completamente y, en
el caso de tener que intercalar un elemento nuevo, fracasa y debe realizar nuevos
tanteos. Al no poseer reversibilidad de pensamiento no puede anticipar posibles
situaciones futuras donde deba intercalar elementos.
• Génesis de la conservación: En el pensamiento intuitivo global se aprecia la
AUSENCIA DE CONSERVACIÓN (CANTIDADES “BRUTAS”), los
conjuntos solo son reconocidos como iguales si ocupan el mismo espacio, se
consideran las dimensiones del espacio, no la cantidad de elementos. Se considerara
que hay más elementos en el conjunto que ocupe una mayor extensión espacial. En
el pensamiento intuitivo articulado se aprecian CANTIDADES INTENSIVAS, los
niños actúan por tanteos y regulaciones intuitivas, por lo que pueden detectar
igualdad de elementos en configuraciones espaciales distintas si las diferencias son
leves, pero al ser marcadas se seguirá inclinando por el conjunto mayor
espacialmente hablando. La intuición sigue apoyándose en la percepción, por lo que
no logra la complejidad de las operaciones inteligentes.

Estadio Operatorio: Estimado entre los 6 y 12 años, con la construcción de la


operación y de la reversibilidad.
• La OPERACIÓN es una acción sensomotriz interiorizada en pensamiento de
carácter reversible que se combina con otras formando estructuras de conjunto,
denominadas agrupamientos. Los agrupamientos poseen dos operaciones
fundamentales: identidad (si no se añade ni sustrae nada del todo este permanecerá
igual) y reversibilidad (si se efectúa una transformación en un sentido y, a
continuación, en sentido contrario el todo permanecerá igual). Toda operación
requiere de esquemas conservatorios, ya que torna permanentes a los esquemas. La
conservación posibilita la seriación y la clasificación.
• Se interioriza el grupo práctico de los desplazamientos pudiendo considerar un
aspecto a la vez.
• La reversibilidad puede ser por inversión (desarrollo de la acción opuesta a la que
se acaba de efectuar mediante la anulación 1+1-1=1) o por reciprocidad (Se
compensa un atributo con el otro, por ejemplo se concibe que dos recipientes tienen
la misma cantidad de agua porque lo que uno tiene de ancho el otro lo tiene de alto).
Actúa la una o la otra.
Estas acciones están sujetas a la experiencia del sujeto, a la manipulación de los
objetos. Amplían el pensamiento permitiendo la construcción de otras nociones.
• Se adquieren las nociones de seriación, clasificación, conservación (sustancia, peso
y volumen), espacio (geografía), tiempo (historia), causalidad y número. El volumen
es la última en adquirirse.
• El niño abandona el egocentrismo teniendo en cuenta puntos ajenos y logrando la
aceptación de reglas. El juego de reglas marca la comprensión de la subjetividad del
otro.
• Cambia la relación con el adulto, se acepta su autoridad, pero se lo comienza a
cuestionar. Desaparece la sumisión. Se adquieren las relaciones de filiación
(parentesco).
• La CLASIFICACIÓN es incluir elementos en una clase en base a un criterio común
basado en la semejanza y en la diferencia. Supera a las colecciones pre-operatorias.
El sujeto es capaz de tener en cuenta dos variables simultáneamente, lo que implica
considerar al mismo tiempo semejanzas y diferencias (una rosa es diferente de una
margarita, pero tiene una semejanza, ambas son flores). En las colecciones no
figurales se podían considerar dos variables, pero no simultáneamente (al mismo
tiempo), sino sucesivamente (de manera alternada, nunca juntas). La génesis de la
clasificación parte de un estado de indiferenciación entre comprensión y extensión.
La extensión es su amplitud en la relación con el número de individuos (clases) a los
cuales se aplica un concepto (animal-vertebrado-mamífero-felino-tigre). Las
inclusiones jerárquicas son la relación entre una subclase y la clase a la que forma
parte, es la coordinación entre extensión y comprensión. La comprensión es el
conjunto de las cualidades comunes a los individuos de una clase y al conjunto de
las diferencias que los distinguen de miembros de otras clases. El concepto de
pertenencias inclusivas refiere a la relación entre un elemento y la clase a la que
pertenece. A mayor extensión, menor comprensión y viceversa.
La inclusión jerárquica y la pertenencia inclusiva se dan por medio de la
reversibilidad.
Clasificar implica que el sujeto tenga en cuenta simultáneamente las semejanzas que
deben tener todas las margaritas y todas las rosas para que ambas se consideren flores,
sin que se pierdan las diferencias que existen entre ellas.
• La SERIACIÓN es la posibilidad de ordenar elementos según sus diferencias de
forma creciente o decreciente. Se logra la CORRESPONDENCIA SERIAL,
correspondencia entre dos atributos de una misma serie. Posee las propiedades de
transitividad, establecer deductivamente relaciones entre dos elementos, y
reversibilidad concebir simultáneamente dos situaciones inversas, considerar a cada
elemento mayor que los anteriores y menor que los siguientes. El niño utiliza un
método sistemático, comienza por buscar el elemento más grande o más pequeño de
la serie (dependiendo de si es ascendente o descendente), luego el más grande o más
pequeño entre los restantes y así sucesivamente.
• El NÚMERO implica la síntesis de la clasificación y la seriación. Cuando el niño lo
clasifica en una clase (cardinalidad), pares por ejemplo, y lo ordena en una serie
(ordinalidad), ha adquirido la noción de número. Anteriormente, podía memorizar
el orden de algunos de ellos o nombrarlos, pero sin concebirlo como noción (génesis
del número).
• La CONSERVACIÓN es la permanencia de los conjuntos sobre los que operan las
transformaciones. La reversibilidad posibilita la conservación de las cantidades
independientemente de las transformaciones espaciales, lo que posibilita operar sin
dependencia de los datos perceptivos. Ante los cambios de configuración espacial
el niño apelará a compensaciones operatorias reversibles (“hay lo mismo, porque no
se sacó ninguna pieza”, “hay la misma cantidad en ambas filas porque en una están
más espaciadas y en otra todas juntas, pero la cantidad es la misma”). Es necesaria
para la operación, por lo que sin ella serian imposible la clasificación y la seriación.
Dichas operaciones solo pueden tener lugar cuando se logra la conservación de la
cantidad y la equivalencia.
Estadio de las operaciones formales (o hipotético-deductivo):
Estimado a partir de los 12 años.
• Típico de la adolescencia.
• Se aleja de lo concreto, ya que el individuo puede trabajar con hipótesis (teorías). El
pensamiento se despega de su contenido, se pueden analizar entes abstractos
(abstracción).
• Grupo de las cuatro transformaciones INRC. Permite el uso simultáneo de ambas
reversibilidades (por inversión o reversibilidad), agotando todas las posibilidades
lógicas.
Identidad: No cambiar una proposición determinada.
Negación: Llevar a cabo la inversión de la proposición idéntica.
Reciprocidad: Producir el mismo efecto que la operación idéntica, pero actuando
sobre otro sistema. Correlativa: Negación o inversión de la operación anterior.
• El pensamiento del adolescente es mesiánico, se cree salvador de la humanidad. Esta
es una nueva forma de egocentrismo. Al creerse todopoderosos no miden las
consecuencias.
• Poseen un pensamiento idealista, el cual comienza a resquebrajarse con el inicio del
trabajo, encuentro con lo real.
• Se opone a los adultos, los consideran sus iguales. Sin embargo, el grupo cobra un
lugar primordial, primando sobre la autoridad, estos grupos poseen reglas que se
respetan. Las reglas puestas por los adultos se desestiman.
• Respecto al amor, el adolescente complica sus sentimientos mediante la construcción
de una novela o la referencia a ideales sociales y literarios de todo tipo.
• Proyecta planes pensando en el futuro, en su rol en el interior de la sociedad.
Sociedad que se propone reformar.
• Formación de teorías filosóficas, religiosas, sociales y científicas.
• Formación de la personalidad.
• Desarrolla sentimientos sociales (amor patrio por ejemplo).

5) La maternidad. El vínculo materno-filial: Los cuidados del infante suponen a


una madre que posee las condiciones psicológicas especiales para hacer frente a la
realidad de cuidar a su hijo. Estas condiciones constituyen una “Constelación
maternal” y según D. Stern, supone cuatro temas:
1. El tema de la vida y del crecimiento: Lo que está en juego en esta situación es
la capacidad de la madre para mantener al bebé con vida.
2. El tema de la relación primaria: Se imbrican en este punto la capacidad de la
madre para amar a subebé, discriminar sus necesidades, sentirse amada por él.
3. El tema de la matriz de apoyo: Esta matriz constituida por abuelas, tías o
amigas, protegen física ypsíquicamente a la madre.
4. El tema de la reorganización de la identidad: La madre ahora está ante la
encrucijada de desplazar elcentro de su identidad desde el rol de hija al de
madre.
Relación madre-hijo. Analogías biológicas: Simbiosis. Se denomina simbiosis a la
relación estrecha entre dos individuos de diferentes especies. Estas asociaciones de
seres vivientes pueden clasificarse en:
Mutualismo: Los individuos se favorecen mutuamente.
Comensalismo: Uno solo se beneficia del otro, pero no lo perjudica ni se alimenta de
él.
Parasitismo: Uno obtiene beneficios del otro, y lo suele perjudicar y alimentarse de
él.
Estos conceptos biológicos son utilizados por importantes psicólogos evolutivos para
la caracterización de la relación madre-hijo.

Capítulo 3. Primera infancia: desde los 18 meses a los 3


años.

1. Características generales de la primera infancia: A los 12 meses de vida post natal


comienza un periodo que se caracteriza fundamentalmente por la marcha en posición
erguida y el habla. El niño llamado “deambulador”, a diferencia del bebe que
dependía de los demás para desplazarse, va y viene según impulsos, se libera de otros
para desplazarse y explorar el mundo por sí mismo.
La maduración física y el desarrollo psíquico logrado permiten que comience la
educación para la formación de hábitos de limpieza, orden e higiene personal, en torno
a los cuales se movilizan intensas vivencias afectivas y sentimientos de autonomía,
vergüenza y duda.
Durante el primer año de vida nace y se desarrolla el sentimiento de confianza con su
madre y en el mundo, a partir de estos progresos comienza a descubrir que es autor
de sus comportamientos, así surge el “sentimiento de autonomía”. Este
fortalecimiento yoico se visualiza claramente en la lucha tenaz del niño de 2 o 3 años
por hacerlo todo solo, por sí mismo.
El niño con su desarrollo locomotor y con el progresivo control de sus esfínteres,
experimenta un impulso a mostrar tanto su movilidad muscular, como su propia
voluntad, que debe ser valorado y orientado por los padres para que no se vuelva en
contra de sí mismo mediante dudas y sentimientos de vergüenza.

2. Realidad psíquica y realidad material: El desarrollo, para la mayoría de los autores,


supone el abandono del mundo infantil con un fuerte predominio de lo interno, lo
subjetivo y lo egocéntrico, para adaptarse al mundo externo, objetivo y real.
La inteligencia racional orienta la conducta, el orden reemplaza a las turbulencias
propias de la afectividad y de las pulsiones; de este modo el sujeto va internalizando
las pautas culturales e incorporándose a la sociedad de la que forma parte.
Objeto transicional: Es frecuente observar en un bebé de 4 a 12 meses elegir y
aficionarse a un determinado objeto, especialmente en los momentos previos a
dormir. Recurrir a estos objetos es un fenómeno normal que permite realizar la
transición entre la relación oral con la madre y la verdadera relación interpersonal o
de objeto. La relación con el objeto transicional está a mitad de camino entre lo
subjetivo y lo objetivo.
La función del objeto transicional es ocupar el lugar de la madre, acompaña al bebé
en su ausencia, pero no la reemplaza en su totalidad, pues no es la madre. De este
modo, ayuda a elaborar y aceptar su ausencia, permitiendo desarrollar así la capacidad
de espera y la tolerancia a la frustración.
3. Desarrollo de la conciencia de realidad: Durante el primer año de vida se despiertan
tanto la conciencia del yo, como la del objeto, en la relación con la madre y mediante
el manipuleo del mundo circundante objetivo.
Oswald Kroh, distingue tres fases de maduración de la conciencia de realidad:
1. Etapa del realismo fantástico o edad del cuento de hadas: Esta etapa culmina a los
5 años. En dicho mundo no rigen los principios lógicos de identidad (A=A) y de no-
contradicción (no puede ser A y no A al mismo tiempo)
2. Etapa del realismo ingenuo: En este periodo que abarca desde los 6 a los 10-11
años se produce un importante paso evolutivo en la conciencia del objeto y de la
realidad.

3. Etapa del realismo crítico (objetivismo): Comienza a partir de los 10-11 años con
la prepubertad. Mediante la consciencia objetiva logra un distanciamiento con las
cosas y consiguientemente se incrementa su posibilidad de juzgarlas críticamente, ya
que no se conforma con el “ser así” de las cosas.

3.2 Desarrollo de la función de representación. Función simbólica: El acceso a las


funciones de representación es una característica central del periodo de la niñez
temprana. Esta capacidad de emplear símbolos y signos, que sean sustitutos de las
cosas, le permite a los hombres elevarse sobre el espacio y tiempo. Imitación,
imágenes mentales y memoria, dibujo infantil y el lenguaje hablado.

Capítulo 4. Segunda infancia: desde los 3 a los 6 años.

1) De la diada madre hijo a la situación triangular: Aun después de su nacimiento y


por un cierto tiempo, la madre sigue siendo el único objeto con quien el bebe se
relaciona ya que es ella, o quienes desempeñen la función materna, los que pueden
satisfacer sus necesidades. Pero, en un cierto momento la mirada de esta gira desde el
bebe hacia el hombre, su marido. Estamos ante una figura triangular.

Del narcisismo a la situación triangular: El narcisismo es el amor de la persona por


sí misma, se toma a sí mismo como objeto de amor. Freud dice que las fantasías
narcisistas son reprimidas y pasan a constituir el ideal del yo. El narcisismo es el
fundamento es, además, el fundamento del autoestima, de la valorización de sí mismo.
Es importante distinguir narcisismo de egoísmo y de egocentrismo. El sujeto egoísta
atiende a los intereses personales sin preocuparse si sus acciones y decisiones afectan
o no a otros y como los afectan.
El sujeto egocéntrico solo ve y conoce las cosas exclusivamente desde su perspectiva.
Posee una dificultad para ponerse en el lugar del otro y comprenderlo.
En este libro el término egoísmo mantendrá un tinte moral, mientras que egocentrismo
apuntará a caracterizar una actitud cognoscitiva. Existe una relación total de
completitud entre la madre que satisface las demandas del hijo y el niño que desea
serlo todo para su madre. Por lo tanto, el vínculo narcisista implica una relación de
dos personas en la que el otro es fantaseado como el que satisface todos los deseos.
Consecuentemente, antes de instalarse en la situación triangular, el niño atraviesa un
periodo de autoerotismo en el que obtiene goces localizados en diversas partes
corporales.
En el periodo narcisista, las pulsiones sexuales aisladas logran una unidad y un objeto
que es el yo. Se alcanza la unidad dual narcisista caracterizada por la fantasía de mutua
completad.
El narcisismo así supone una relación, pero el “otro” no es un “otro” sino que es
simplemente un espejo, es decir, alguien que lo refleja.
El yo catectiza la imagen de sí mismo expresada a través de la mirada y las palabras
de la madre, por lo tanto, paradojalmente, en el amor a sí mismo se ama a la imagen
del otro. La madre como tal se desdibuja, es borrada, pues el niño la fantasea como
imagen de sí mismo. Además de posibilitar la estructuración de la imagen de si, la
madre también fundamenta su experiencia de autoestima ya que cuando le sonríe al
bebe, el mismo experimenta que es aceptado, valorado, que es bueno.
Lacan dice que el yo es producto de esta alteridad en la que él bebe se fija a una
imagen, identificación primaria especular y se constituye en forma alienada pues se
conoce a sí mismo en el otro. El sujeto al constituirse mirando al otro se vuelve
extraño para el mismo, vive fuera de él, prisionera de esa imagen de su yo, vive de la
mirada del otro hacia el, pero lo ignora como otro distinto de si. Por lo tanto, el
narcisismo es una relación erótica del individuo con una imagen que lo aliena.
Madre e hijo constituyen una unidad dual.
Irrupción de la sexualidad genital en la infancia: Existe una fase del desarrollo
psicosexual, caracterizada por la organización de las pulsiones parciales, oral y anal,
bajo la primacía de la zona genital, Este periodo comporta dos tiempos separados por
el periodo de latencia: la fase fálica, u organización genital infantil, en la cual el niño
y la niña reconocen un solo genital, el masculino. La segunda fase corresponde a la
organización genital propiamente dicha que se instaura en la pubertad.
A partir de los 3 años el niño comienza a descubrir las diferencias anatómicas entre
el hombre y la mujer. Es la época donde se preguntan como nacemos. Juegan al doctor
y al paciente con niños de otro sexo para poder encubrir su curiosidad sexual y la
exploración corporal. Su deseo de conocer lo induce a mirar a los demás, sean padre,
hermanos o compañeros de juegos cuando están desnudos, como así también explora
su propio cuerpo, sus órganos genitales y obtiene cierto placer al excitar dichas zonas
corporales.
Cuando los padres asumen una actitud permisiva, consideran estas nuevas conductas
con “naturalidad”, sin intervenir.
Cuando adoptan actitudes negadoras imponen severos castigos a cualquier
insinuación de conducta sexual.

2) La situación triangular discriminación del yo: El complejo de Edipo desempeña


un papel fundamental en la estructuración de la personalidad y en la orientación del
deseo humano.
La temática de la castración guarda íntima relación con el complejo de Edipo,
enfatizando especialmente su función prohibitiva y normativa.
La niña erotiza el vínculo con el padre pues en su mundo interior fantasea casarse y
tener hijos con él, y así lo expresa ingenuamente en reiteradas oportunidades. Antes
la madre experimenta celos y temor, pero la situación es diferente de la del varón
porque la fantasía de amenaza de castración la experimenta como ya realizada. La
niña por dicho temor no abandona sus deseos incestuosos hacia el padre, sino que este
con su actitud le ayuda a renunciar a ellos. El padre atenúa las fantasías incestuosas
de la niña a través de una buena relación con la madre y cumpliendo su función. Sin
embargo, no hay en la mujer un corte tan preciso como en el Edipo masculino, pues
persiste la esperanza de quedarse con el padre.
Esta es la elaboración normal de la femineidad. También puede suceder que cuando
no tolera la castración y la angustia que esta conlleva, la niega y permanece con la
madre, no cambia de objeto de amor, es decir, no elige al padre, lo que la lleva a la
renuncia del acercamiento al otro sexo. Otras veces, la envidia de pene es tan intensa
que intenta apoderarse de las características masculinas (complejo de masculinidad).

Masculino y femenino. Varón y mujer: Si bien desde la concepción está


determinado el sexo genético, la identidad sexual en los seres humanos se va
construyendo progresivamente a partir de dicha determinación. La identidad sexual y
la internalización de las pautas culturales, respecto del modelo y del rol desarrollado
tanto por el varón como por la mujer, comienza para algunos autores entre los 6 y 8
meses de vida. Entre los 3 y 5 años se constituye el complejo de Edipo (núcleo de la
identidad sexual) y logra un punto culminante en la adolescencia.
La personalidad femenina o masculina varía según la cultura, pero existe constantes
comunes, universales:
Lo MASCULINO se caracteriza por:
• Brindar protección y seguridad frente a los peligros externos.
• Predominio de actitud racional, analítica, abstracta y una preocupación por las
temáticas universales.
• La apertura e intensa relación con el mundo exterior.
• Actitud transformadora de la realidad, tendiente a romper lo seguro y habitual.
• Mayor capacidad de resistencia y de dominio frente al mundo circundante.
• Conciencia de que solo proyectándose hacia fuera puede crear.
• Afectividad caracterizada por el predominio de la modalidad y la ansiedad
paranoides (de ataque y defensa) frente al mundo sobre las tendencias
depresivas.

Lo FEMENINO se caracteriza por:


• Sensibilidad peculiar. Posee una relación más íntima y originaria.
• Gran receptividad para comprender las situaciones y contingencias de la vida.
Un sentido más íntimo y concreto que le permite vivir la realidad interior de
cada ser, situación y persona.
• Interés y cuidado por la preservación de la vida. Su actividad se manifiesta en
menor medida, en relación al hombre, en situaciones que requieren lucha,
resistencia y superación de dificultades del mundo circundante.
• Concebir la creación como algo interior, como el embarazo que se produce
dentro de ella.
• Predisposición a permanecer dentro del círculo espacial de las cosas próximas.
• Afectividad cíclica caracterizada por el predominio de lo emotivo y de lo
espontáneo, y por la modalidad y la ansiedad depresivas.
• Predominio de una actitud receptiva. No puede confundirse con la pasividad
ni con la inactividad.
Existe una conducta activa de la misma en la búsqueda del otro (Ej.: relaciones
sexuales).
• La capacidad para tolerar las dolencias psíquicas y corporales (ya sea una
enfermedad o un parto).

Jung dice que en cada uno de nosotros existen a la vez elementos masculinos y
femeninos.
“Anima” es el elemento femenino del ICC masculino y “animus” el elemento
masculino del ICC femenino. El ánima se experimenta a través de sentimientos y
estados de humor, capacidad de conjeturar acerca del futuro, captación de lo
irracional, capacidad para el amor personal, sensibilidad hacia la naturaleza y relación
fluida con el ICC. El ánima representa a la “mujer interior”.
En su manifestación individual el carácter del anima de un hombre generalmente
adopta la forma de la madre, si la influencia esta ha sido negativa se expresará a través
de la irritabilidad, depresión, inseguridad y susceptibilidad, así por ejemplo, se
expresa acerca de los demás con comentarios destructivos, venenosos,
desconsiderados, es decir, que tergiversa la realidad. Vive preso de las mujeres e
incapaz de luchar contras las penalidades de la vida. Pero, si la influencia de la madre
es positiva el ánima del hombre lo guiará para encontrar una cónyuge adecuada, como
así también descubrir sus contenidos ICC, alinear su poder mental con los valores
interiores y le abrirá el camino hacia lo más profundo de sí mismo.
Jung considera 4 etapas en el desarrollo del ánima:
1. Relaciones instintivas, biológicas y queda simbolizada en la figura de Eva.
2. Personifica el nivel romántico y estético, aunque caracterizado también por
elementos sexuales.
3. Eleva al amor a la altura de lo espiritual. Etapa representada por la Virgen
María.
4. Lo simboliza la sabiduría que trasciende lo más santo y lo más puro.
Simbolizada en Sulamita, esposa del Rey Salomón y en Atenea, hija de Zeus.

El animus está básicamente influido por el padre de toda mujer, dotado de


conocimientos indiscutibles, “verdaderos”, sin tener en cuenta la realidad personal de
dicha mujer tal como es.
El animus negativo aparece como un demonio de la muerte, personificando las
reflexiones frías, calculadoras y destructivas, colmadas de malicia e intriga que
invaden a la mujer, intenciones que pueden conducir a su marido o hijas a
enfermedades, accidentes, a decidir que sus hijos no lleguen a casarse, o aun, la
muerte. Dicho animus se expresa en actitudes de pasividad, paralización de los
sentimientos, sensación de nulidad, descuido, obstinación. También el animus tiene
un aspecto positivo y puede construir un puente hacia el “si mismo” mediante una
actividad creadora. Una mujer con espíritu emprendedor, atrevido veraz y de alta
profundidad espiritual.
El animus también presenta 4 etapas:
1. Personifica al poder físico (Ej.: hombre atlético).
2. Posee capacidad e iniciativa para planear el accionar.
3. Privilegia la palabra y la expresa como maestro y sacerdote.
4. Es la encarnación del significado.

3) Identidad y mecanismos de identificación: Este periodo de los 3 a 5 años es un


momento clave para el desarrollo de la identidad especialmente de la identidad sexual.
Identidad: la misma entidad, el mismo ser, mismidad.
Desde el punto de vista psicológico es un proceso de construcción, es la adquisición
de algo nuevo, pero es un cambiar en el cual permanece algo de lo que ya se era.
En principio indica al ser que es, solo posteriormente la identidad apunta a distinguirse
de los otros.
Esa presencia mía no es presencia total, no es plena, no es agotadora de mi realidad.
Esa presencia lleva en si una cierta ausencia. No le podemos comunicar al otro todo
lo que somos. Asimismo, toda presentación siempre implica tanto un aspecto
consciente como uno inconsciente, pero ninguno de estos se revela totalmente.
La identidad se va desplegando, implica un proceso de formación.
Si bien la identidad connota una coincidencia con lo propio, en el proceso de
formación aparece necesariamente la referencia a la presencia del “otro”, al “tu”.
“presencia” significa un estado de la persona que se halla delante de otra u otras, es
así que la identidad como presencia implica un ir presentándome a los otros y a mí
mismo simultáneamente. El hombre es desde su gestación un ser que coexiste con
otros, “somos con” y “somos para” otros.
El “otro”, el “tu”, nos permite por una parte reconocernos, descubrir lo que somos y
responder según la medida de lo descubierto. El “otro” juega en un cierto sentido
como espejo que posibilita el reconocerme, el descubrirme a mí mismo a través de lo
que él ve en mí. Asimismo, los otros se constituyen en modelos a través de los cuales
incorporamos actitudes y modos de ser, que conforman nuestra identidad.
La identidad se desarrolla y esto implica la “resolución” de crisis, es decir, momento
decisivos en que se cuestiona toda la existencia. Cada etapa del ciclo vital implica, de
alguna manera, dejar de ser lo que estoy siendo para poder ser lo que debo ser en la
siguiente.
El psicoanálisis considera la identidad como un proceso por el cual nos formamos
como distintos entre aquellos a los que nos asemejamos. Este proceso de logra a través
de identificaciones.
Respecto a la noción de identidad podemos diferenciar distintos estratos como la
identidad específica, la identidad etnocultural, la identidad familiar y la identidad
individual.
Cada sujeto hoy es de algún modo producto de un devenir histórico que se fue
constituyendo a través de sucesivas generaciones.
Cuando el ámbito sociocultural posee una cierta estabilidad se convierte en un
elemento facilitador para el desarrollo de la identidad del sujeto, para que las
identificaciones secundarias (realizadas con nuestros padres o sus representantes
posteriores) se conviertan en el soporte de las identificaciones primarias (padres
ancestrales). Las identificaciones primarias corresponden en lo biológico, al plan
genético, mientras que las secundarias se corresponden a las modificaciones del
medio.
Dichas identificaciones se constituyen en un proceso de copia a partir de un modelo,
de modo que identificarse con otro significa llegar a tener las mismas creencias,
proyectos y la misma cosmovisión. Pero no podemos dejar de señalar que toda
identificación lograda conlleva un proceso de duelo por aquellos aspectos del objeto
y del yo que no son incorporados.
La identidad personal es el resultado de una combinatoria de cualidades del padre y
de la madre.
Identificación primordial: Proceso por el cual se alcanza identidad de especial. Queda
representada por la constitución del número y la forma de los cromosomas.
Identificación primaria: Proceso por el cual cada ser humano desarrolla las
características y cualidades que se ha recibido hereditariamente. Es directa e
inmediata.
Identificación secundaria: Corresponde especialmente al periodo postnatal. Mediante
ella el sujeto adopta las cualidades de la cultura en la que se inscribe. Es la que Freud
considera sedimentación de las investiduras de objeto resignadas.

En cuanto a los mecanismos intervinientes en la construcción de la identidad, la teoría


psicoanalítica tiene en cuenta la identificación proyectiva e introyectiva.
La proyección es un mecanismo del yo muy temprano por el cual el sujeto atribuye a
un objeto externo sus propias pulsiones y fantasías ICC. En general, se proyecta lo
inaceptable como medio de salvaguardar la propia autoestima.
El peligro interno que disociaba y debilitaba al yo se transforma en u peligro externo
ante el cual el yo se unifica para defenderse.
También, pero con menor frecuencia, se proyecta lo bueno para poder luego
incorporar “cosas buenas” o para mantener el vínculo con el otro que ha sido objeto
de la proyección. El atribuir a un objeto externo una cualidad de bondad que no posee,
se lo denomina “idealización”. Muchas veces así se idealiza la imagen de otra persona
como una forma de mantener un buen vínculo con la misma, dado que se la necesita
y no se puede prescindir de esta.
Por lo tanto, la proyección es un mecanismo que distorsiona nuestra imagen de lo
real porque atribuye a los objetos cualidades que no le son propias, pero permite al
yo defenderse y mantener su vinculación con el exterior.
La introyección es la incorporación o asimilación, por parte de un sujeto, de partes o
de la totalidad de objetos externos. Es un mecanismo muy temprano que permite el
crecimiento y enriquecimiento genuino del yo. El mundo interno se va conformando
con las sucesivas introyecciones.
Ahora bien, las introyecciones y proyecciones alteran el mundo interno y los vínculos
con los objetos, pero no modifican la identidad.
En la identificación introyectiva del otro, o un aspecto del mismo, queda incorporado
a la propia identidad.
En la identificación introyectiva normal el otro permaneces intacto, discriminado,
reconocido como ajeno. En la identificación introyectiva masiva o patológica se
pierde la distancia y la discriminación del objeto incorporado a la identidad. Así, un
sujeto psicótico expresaría “yo soy papa” o “yo soy napoleón”.
Del mismo modo, en la identificación proyectiva normal el sujeto desplaza parte de
su identidad en los objetos sin confundirse con el otro. Es ponerse en el lugar del otro.
La identificación proyectiva es masiva o patológica cuando el sujeto se confunde con
el otro, vive en el otro dejando de ser el, vive en los otros para escaparse de si.
Los mecanismos de identificación juegan un rol fundamental en ese periodo de los 3
a 5 años en que se incorporan los modelos paterno y materno y comienzan a cobrar
importancia las figuras de los educadores y de los pares.
La palabra “identidad” tiene la ventaja de que puede describir una doble relación: el
ser idéntico a uno mismo y al mismo tiempo idéntico a otra cosa.
El sentido de identidad se construye a partir de identificaciones aisladas con personas
significativas e imágenes ideales del pasado, pero constituye algo nuevo a partir de
ellas.
4) Paternidad: Irrumpe la figura del padre con cualidades diferentes al rol materno. El
padre ya no es más una “segunda madre”, el otro que ayuda a ésta en la crianza pero
al cual no se le atribuye un rol especifico.
El padre, que en este momento es descubierto en su rol, representa la apertura a la
sociedad y la autoridad familiar. Incita al hijo a socializarse y es el que instaura la
Ley. Posee autoridad, entendida esta como la capacidad para influenciar o tener
predicamento en el seno familiar. La autoridad paterna se ejerce mediante la entrega,
proveyendo lo necesario para el desarrollo pleno de la familia, esta actitud implica un
dejar de lado su narcisismo, su egoísmo y sus caprichos. Asimismo, la autoridad en
la familia es una acción conjunta y una responsabilidad compartida del padre y de la
madre. En consecuencia, la crisis de la autoridad paterna encubre una crisis de amor
conyugal.
En los primeros años de vida es cuando más se pone de manifiesto como la vida de
los hijos es ordenada y regulada por los padres. Sin embargo, esta subordinación de
los hijos respecto de los padres tiene el sentido de servirlos, de cuidarlos, de
orientarlos, de prevenirlos ante los peligros tanto del mundo externo como de los que
surgen de su mundo interior.
El rol del padre es fundamental en la progresiva delegación de responsabilidades, de
derechos y deberes del hijo. También juega un papel de sostén y de reaseguro frente
al “desgaste” de a autoridad de la madre respecto de sus hijos, debido al contacto más
continuo y cercano de ésta. Ya que, la función paterna se caracteriza, en general, por
ser más lejana, mas desligada de lo corporal y de las necesidades fisiológicas del hijo
a diferencia de la cercanía de la materna, quien lo tuvo en sus entrañas y lo amamantó
de recién nacido. Los hijos no solo reclaman su autonomía ante el padre, sino que
también necesitan y solicitan de múltiples formas, manifiestas o encubiertas, su
protección. Los padres delegan progresivamente, la autonomía en los hijos, ya que
dicha misión responde al creciente desarrollo para poder asumirla. Los padres, se
convierten en un punto de apoyo y el desarrollo del hijo afianza en ellos sus
sentimientos de certeza en la continuidad a través del tiempo y más allá de la muerte.
Por lo tanto, a lo largo de la vida padres e hijos se vivencian en un proceso dialéctico.
Padres e hijos son dos polos de una paradoja, se necesitan e interdefinen.
Los padres como autores de esta obra que es u hijo tienen la autoridad para regirla en
su desarrollo, aunque cuando lo respeten como un ser personal y libre.
Consecuentemente, esto significa que el hijo se convertirá en autor de su propia vida,
desplegando su proyecto personal. Resulta fundamental advertir, que los sentimientos
posesivos conducen al abuso de la autoridad, a excesos paternales que desconocen
que el hijo no es patrimonio de los padres, sino que después de instaurarlos en ese
lugar necesita caminar solo, con las identificaciones y los modelos internalizados,
para volver a ver a los padres desde un lugar más maduro.

6) La edad de los juegos: El niño durante la segunda infancia pasa la mayor parte del
tiempo jugando. El juego es su mundo, es el modo de descubrirlo y de descubrirse. El
desarrollo intelectual, afectivo y de la personalidad en general, está íntimamente
imbricado con la actividad lúdica.
Hay diversas teorías sobre el juego: que permite liberar el exceso de energía, o que
prepara al niño para la vida adulta, o que es respuesta a una necesidad de relajamiento,
o un medio para descargar tensiones afectivas o catarsis (modo de autoexpresión). El
juego es el lenguaje por excelencia del niño. Repite en el juego tanto las situaciones
placenteras como las traumáticas o dolorosas a los fines de asimilarlas, de elaborarlas.
El niño en el juego se identifica con los personajes, de modo que estos pasan a ser
mascaras dentro de las cuales puede realizar activamente en la fantasía lo que vivió
pasivamente como sufrimiento en la realidad exterior.
Elige fragmentos de la realidad exterior para fantasear. Estimula las fantasías, la
imaginación, pero además permite conocer la realidad exterior y adentrarse en el
mundo de los adultos.
Del mismo modo, el juego favorece en esta etapa el desprendimiento respecto de la
madre para orientarlo hacia el mundo exterior, la conexión con otras personas y
objetos y el incremento de su confianza en si mismo al permitirle evaluar sus
destrezas. Es un modo de acercamiento a lo real que permanece a lo largo de la vida.
El juego es un hacer en el plano del “como si” que permite experimental pero sin
correr el riesgo de actuar y posteriormente asumir las consecuencias definitivas y
responsables de dicho accionar.
A los 3 años todavía predominan los “juegos solitarios” y los llamados “juegos en
paralelo”, en los que un niño juega al lado del otro sin organizar ni compartir nada
entre ellos, por el placer de la mutua compañía. Hablar mientras juegan sin
importarles si su compañero o los demás le escuchan o no. Todavía tiene dificultad
para prestar juguetes y para compartirlos, rivalizando continuamente por ellos.
Si bien, los juegos son de carácter simbólico y por lo tanto en niño reproduce en ellos
aspectos de la realidad, esta aun presente el carácter motor, el placer del ejercicio. El
tema central en este periodo es el juego dramático en el que simboliza situaciones
domesticas dramatizando la vida familiar a través del “juego de roles”. Facilita
lentamente la superación del egocentrismo infantil al incentivarle el intercambio de
roles, le permite aun por unos minutos descentrarse y colocarse en el lugar de los
otros.
A los 4 años tiende a jugar más con los otros niños, puede fijar por anticipado lo que
va a construir y disfrutar del éxito logrado.
A los 5 años los juegos grupales se caracterizan por una activa participación y
comunicación. El liderazgo en estos grupos es ya definido y todos los integrantes
cooperan para mantener la cohesión. El niño se interesa por los juegos y actividades
que se consideran propios de su sexo y descarta los del sexo opuesto.
Al niño de 3 a 6 años le gusta mucho jugar con los padres, con los adultos o niños
mayores. Esta interacción es una fuente vital para incrementar su autoestima, su
valoración y para establecer un sólido vínculo afectivo con los mayores. No obstante,
es importante no inferir en lo posible en sus juegos tanto cuando estos son solitarios
o con compañeros, pues las interrupciones injustificadas provocan frustración y
agresividad.
El jugar requiere de medios, ya sean juguetes u objetos de la vida cotidiana como
también de un ambiente apropiado.

7) El conocer en la segunda infancia: orientación hacia la realidad exterior y


egocentrismo: El periodo de los 3 a los 6 años se caracteriza por el descubrimiento
de la realidad exterior, independiente de él, a la que debe tener muy en cuenta si quiere
conseguir sus fines, así se muestra menos obstinado y más razonable. Sin embargo,
continúa con una visión egocéntrica de la realidad. Tiene un manejo cada vez más
fluido y amplio de su lenguaje. El pensamiento se asienta progresivamente en el
lenguaje hablado de padres, maestros y de quienes le rodean, obteniendo de este modo
un relativo grado de coherencia, claridad y comunicabilidad, que lentamente lo va
desprendiendo de la perspectiva egocéntrica.
El lenguaje egocéntrico se manifiesta en:
1. La repetición, es decir, en reproducir frases o palabras sin proponerse
transmitir información.
2. El monologo o hablar sin dirigirse a un personaje real.
3. El monologo en grupos, es decir, hablar con los otros niños sin tomar en
cuenta lo que éstos dicen,por consiguiente, carece de dialogo.
Un pensamiento egocéntrico es un pensamiento que no tiene presente las normas
sociales, por lo tanto se afirma sin dar pruebas de los afirmado y sin confrontación
con el pensamiento del otro. Predominan la imaginación y la capacidad de inventar.

Capítulo 5. Niñez escolar: desde los 6 a los 12 años.


1) Del útero familiar, al mundo escolar: A los 6 años el niño comienza un periodo
signado por el desarrollo de su iniciativa personal. Moragas, considera que en esta
etapa supera la postura egocéntrica para entrar en un franco contacto con el mundo
externo.
Se ha liberado de la problemática familiar y sus relaciones se centran
fundamentalmente en los otros niños.
Su mundo social lo constituyen el grupo de juegos y el grupo escolar.
La turbulencia afectiva, que caracteriza a los primeros años de vida, ha encontrado
cauce ordenador.
La entrada en la niñez escolar supone ya el establecimiento de un cierto orden interior.
Pues ha finalizado la constitución de las instancias psíquicas, es decir, el Ello, El Yo,
Super Yo y la energía pulsional se orientan hacia objetos extrafamiliares.
Logra cierto grado de control en la expresión de sus emociones y sentimientos, y una
relativa estabilidad psicológica y corporal, todo esto permite que el aprendizaje
comience a desempeñar un rol central en el desarrollo.
El niño, procura actuar eficazmente, ser el mejor, el más fuerte, el más inteligente,
etc. Para Erikson se encuentra en esta etapa el origen de muchos hábitos laborales y
de actitudes hacia el trabajo.
Durante esta etapa el niño generalmente no posee la confianza suficiente en sus
propias habilidades y teme ser excluido del grupo de compañeros, corre así el riesgo
de experimentar sentimientos de inadecuación o inferioridad.
Este es un periodo decisivo en el logro de la socialización. Supone la realización de
tareas y la posibilidad de compartir sus cosas y experiencias con los demás.
Predomina el juego reglado y social, en su actividad lúdica representa cosas,
situaciones, de la “vida real”. Sus juegos se convierten en dramáticamente reales. Hay
dos etapas importantes en este estadio:

1) El periodo inicial de la niñez escolar (6 a 9 años): Inserción en el nivel primario.


Este nivel se caracteriza por las mayores responsabilidades que debe asumir y por las
tereas específicas que le son asignadas y posteriormente serán evaluadas.
El inicio del nivel primario va acompañado de la vivencia de sentirse “grande”.
Desde el punto de vista psicoanalítico, se separa de la madre y el padre asume el rol
más activo que le ayuda a introducirse en la sociedad y a aceptar la Ley.
Características principales de esta etapa:
• El comienzo de la escolaridad primaria. El aprendizaje pasa a desempeñar el rol
central del desarrollo.
• La intensificación de las relaciones interpersonales con el grupo de pares.
• El descubrimiento en el mundo extrafamiliar de la importancia de otros adultos
significativos. (por ej. Tíos) El nacimiento de la interioridad. Es un momento en el
que también valora la importancia de estar solos.
• Le emergencia de una actitud más objetiva respecto de la realidad.
• El pasaje de la inteligencia intuitiva a las operaciones lógicas concretas.

2) La madurez infantil (10 a 12 años): Son características de esta madurez infantil, la


vida interior, la posibilidad de guardas secretos, la búsqueda de objetivos personales,
cierto sentido de la responsabilidad, la aparición de preocupaciones morales e incluso
filosóficas, la admiración y la identificación con algunas personas significativas del
mundo cultural.
Se evidencian el desarrollo de la voluntad y la autodeterminación, por ejemplo: pegar
posters en su cuarto. Por otro lado, el desarrollo de la voluntad junto con la capacidad
lógica permite una mayor coherencia en su pensamiento y en la acción.
El desarrollo de la voluntad conlleva cierta pérdida de la espontaneidad o ingenuidad
infantil, debido a esto experimenta dificultades para expresar lo que le pasa.
La afectividad gira fundamentalmente entorno a la aceptación y valoración por parte
de sus pares, aunque la familia continua siendo la base de su contención afectiva.
Modificaciones corporales: En esta etapa el crecimiento es más lento que en los bebes.
En el periodo de la niñez escolar las extremidades se alargan y robustecen,
destacándose así los músculos y las articulaciones, la frente se reduce en proporción
al desarrollo logrado en la parte media e inferior de la cara. El cuello se alarga, y
robusteces, el tronco enlentece su crecimiento y el vientre se aplana. En el pecho se
destacan las costillas y los músculos aumentando además la amplitud de los hombros.
Ya posee la coordinación visomotora suficiente para el aprendizaje de la escritura, la
pintura, y el dibujo.
Gracias a la capacidad cardiorrespiratoria y la fortaleza muscular, se constituyen la
velocidad y resistencia.
En este periodo el niño ya puede entrenarse y participar en competencias.
Otro aspecto del desarrollo corporal es que va perdiendo sus dientes de leche, y
aparece progresivamente su dentadura definitiva que se completa alrededor de los 11
años.
Comienza a adquirir gran importancia la valoración social de la imagen corporal.
Existe la fantasía “His Majestic the Baby” se trata de que en los padres que predomina
dicha fantasía atribuyen al niño toda clase de perfecciones y encubren u olvidan todas
sus dificultades, de modo que esperan que el hijo tenga mejor suerte que ellos .

2) El niño, la escuela y los agentes transmisores de la cultura: La escuela es el


ámbito extrafamiliar donde se sistematiza el esfuerzo educativo. Este proceso
educativo se da dentro de un marco de cierta disciplina escolar a la que es importante
que el niño se adapte. La vida escolar lo abre a una vida nueva. Este segundo hogar
es un mundo de obligaciones, y deberes que comparte con sus iguales e implica un
nuevo desafío. La escuela representa una oportunidad para establecer nuevas
amistades y tener nuevas experiencias.
El aprendizaje de la lectoescritura: Se evidencian la madurez de las diversas funciones
psicológicas, muy especialmente, las implicadas en la lectoescritura.
Caracterizaremos a la “madurez” para un determinado aprendizaje como el momento
evolutivo en el cual el niño puede aprender un contenido específico con cierta
facilidad.
La madurez para la lectoescritura supone la interacción de un conjunto de funciones:
Organización perceptivo-motora y mnémica
Aparato fonador: capacidad para articular y pronunciar palabras.
Organización simbólica: relaciones entre el lenguaje hablado y el escrito, uso de
reglas lingüísticas.

3) Principios pedagógicos básicos derivados de la teoría psicoevolutiva de


Piaget: El aprendizaje es un proceso activo porque el conocimiento se construye
desde adentro y además porque es un encuentro del sujeto con el objeto conocido. La
función docente consiste en ayudar al niño a construir dicho conocimiento propio
guiándolo en sus experiencias y proporcionándole oportunidades para que se diseñe
sus estructuras de conocimiento. Es necesario que tome contacto directo con sucesos
reales.
Es importante para el aprendizaje la interacción social y la cooperación entre los
alumnos, que liberan al niño de su perspectiva egocéntrica característica de los
primeros estadios evolutivos.
Nos propone un enseñar a pensar en la acción. De modo, que critica el excesivo
énfasis e importancia acerca de las palabras y las respuestas que el maestro requiere.
Etapas del desarrollo social: La escuela psicoanalítica considera que el padre tiene
un rol socializador, ya que es el nexo entre la familia y la cultura, le presenta al hijo
el mundo “afuera” de la casa.
La convivencia social se inicia con los vínculos intrafamiliares, en el ámbito de la
escuela.
El proceso de inserción en la sociedad y de transformación en un miembro
participante de ella, es en gran medida un problema de integración de experiencias
con los primeros objetos, sensaciones internas, percepciones sociales y respuestas
manifiestas.
Los niños antes de los 6/7 años tienen dificultades para tener en cuenta el punto de
vista de los otros, visión egocéntrica. Perciben parcialmente, la existencia de los
demás pero no la consideran, y al no considerarla se sienten en el centro de todas las
cosas.
SELMAN, enumera 5 estadios cognitivo-sociales, en relación a lo que él denomina
“toma de una perspectiva social”:
• Estadio 0: egocéntrico. Hasta los 2 años predominio de indiferenciación del yo-otro.
No distingue entre el punto de vista de los otros y el suyo.
• Estadio 1: subjetivo o social informativo. Comienzo a comprender que los
pensamientos o sentimientos personales pueden ser iguales pero también diferentes a
los experimentados por el otro. En lugar de mediar entre dos posiciones distintas, el
niño, en este nivel elige una de ellas. La elegida es la absolutamente correcta.
• Estadio 2: autorreflexible: Puede ponerse en el lugar del otro y juzgar sus
intenciones.
• Estadio 3: de reciprocidad. Asume el punto de vista de una tercera persona, analiza
e interpreta desde esta la relación del yo con los demás.
• Estadio 4: sistema de convenciones sociales, toma de roles sociales, y de
perspectiva en profundidad. Concibe las perspectivas entre personas formando una
red o sistema de expectativas en permanente interacción.

El desarrollo moral y la educación de las virtudes humanas: En la edad escolar el


nuevo desafío surge del descubrimiento del mundo social y la tarea consiste en
“manipular” normas, códigos para comprender la cultura grupal y así, insertarse en la
sociedad.
Le cabe a cada hombre el conocer y aceptar sus condicionamientos (Lo dado), y
ponerlos al servicio de un proyecto de vida elegido libremente. La acción libre nos
introduce en un nuevo orden de cosas, en el orden moral. La moralidad es la propiedad
de los actos conscientes y libres que los constituye como buenos o malos.
La moralidad del acto se relaciona con el grado de conciencia del sujeto de modo, que
cuando esta disminuye, el grado de responsabilidad moral decrecerá hasta el punto de
volverse un acto no imputable.
SANTOS TOMAS DE AQUINO, sostiene la existencia de una capacidad natural de
juicio moral, que potencialmente está presente desde el comienzo del nuevo ser.
Domina “sindéresis” a esa disposición interior innata que capacita al sujeto para
juzgar moralmente. “Sindéresis” suele sustituirse por la expresión “sentido moral”,
que involucra no solamente a lo cognitivo sino al psiquismo humano en su totalidad.
Para Piaget la sociedad es la única fuente de moralidad, pues esta última se basa en la
necesidad de cooperación social. El desarrollo moral es un hecho sociológico.

El surgimiento de la conciencia moral: A partir de los 2 años comienza un periodo


de afirmación de SI, de allí que las exigencias morales tienen sentido por primera vez.
El niño en este momento, experimenta por un lado el conflicto entre sus deseos, sus
demandas impulsivas, y por otro lado, la incipiente conciencia moral. Posee la
capacidad de reprimir ese deseo como así también la tendencia a la acción
correspondiente.
Ahora ya capta conscientemente la diferencia entre lo bueno y lo malo, y puede dirigir
voluntariamente sus impulsos, pero alcanza tan solo un grado moral ingenuo. Lo
bueno y lo malo alcanzan su sanción fundamentalmente del exterior, de las personas
con autoridad, pero no del interior del niño. Es decir, que el niño toma por primera
vez contacto con lo moral pero de un modo mediato, a través de los mandatos y
prohibiciones paternas. La obediencia es el camino para el desarrollo de la conciencia
moral.
En la medida en que el yo y la conciencia moral se van desarrollando el niño no debe
ser forzado por la autoridad, sino que los padres pueden mostrarles que ahora si están
en condiciones de obrar y elegir por si mismos, en muchas condiciones.

Enfoque cognitivo del desarrollo moral: Las teorías cognitivas enfatizan, por un
lado, la interrelación entre el desarrollo intelectual y las etapas del desarrollo moral;
por otro, acentúan la importancia en el aspecto educacional de la presentación de
dilemas morales.
La teoría de Kohlberg postula que a medida que el niño crece construye activamente
una visión moral del mundo, utilizando para ello las estructuras de pensamiento que
posee para analizar las diferentes situaciones éticas. Distinguió 3 niveles y 6 estadios
del desarrollo moral:
Nivel pre-convencional: Las personas pertenecientes a este nivel no comprenden ni
sostienen por si mismas las reglas sociales, sino que las normas son externas a su yo.
• Estadio 1: Orientación hacia la obediencia y el castigo. Es el estadio de la
moral heterónoma en la que el niño se somete a una ley que le es impuesta
desde afuera.
• Estadio 2: Orientación relativista instrumental. El niño en este estadio se
centra en sus intereses y necesidades inmediatas, pero reconoce que los otros
tienen sus intereses y necesidades propios. Se conduce según las reglas
morales solo cuando coinciden con su interés inmediato.

Nivel convencional: Ya aceptan normas, expectativas y convenciones de la sociedad


o autoridad porque surgen del consenso social. Ha interiorizado las reglas.
• Estadio 3: Conformidad interpersonal. El sujeto está atento a la valoración y
aprobación social pues necesita ser considerado bueno, por los demás y por sí
mismo. Toma conciencia que la sociedad posee reglas y expectativas respecto
de cada rol a las que debe conformarse para ser apreciado.
• Estadio 4: Orientación hacia la autoridad y al orden social. Comienzan a jugar
un papel significativo las nociones de autoridad, deber, ley y orden.

Nivel post-convencional: La persona toma distancia de las reglas y expectativas de


los demás y orienta su conducta en relación a los principios morales elegidos por él.
• Estadio 5: Orientación legalista. El sujeto acepta las reglas sociales que han
sido examinadas y elegidas por el grupo social, de modo que justifica la
moralidad en relación con principios globales de reciprocidad contractual.
• Estadio 6: Orientación hacia principios basados en la conciencia abstracta. En
este periodo el sujeto razona acerca de lo moral basándose en principios
universales y no en acuerdos. Partiendo de dichos principios morales analiza
en cada ámbito y situación como aplicarlos racionalmente.

Desarrollo moral, justicia y perdón. El perdón es el indicador de la culminación del


desarrollo moral.

Perdón vengativo: Personas que solamente perdonan a alguien que los ofendió o
perjudico solo si pueden castigarlo en un grado similar a lo padecido. Coincide con el
estadio pre-convencional.
Perdón restitutivo: Los sujetos perdonan cuando recuperan lo que les ha sido
quitado, o bien perdonan para aliviar la culpa.
Perdón socialmente esperado: Perdonan cuando se ven presionados por los demás,
ya que, es más fácil hacerlo cuando otros esperan. Coincide con el nivel convencional.
Perdón legalmente esperado: Los sujetos perdonan cuando su religión o código de
normales sociales, lo demanda.
Perdón como búsqueda de la armonía social: Perdonan en busca de la armonía
social y las relaciones interpersonales.
Perdón como expresión de amor: Consideran que el acto de perdonar suscita y
promueve sentimientos de amor verdadero. Coincide con el nivel post-convencional.

Educación de las virtudes:


Ya desde la moral clásica, se consideró que la educación moral tenía el rol de la ser
la formadora de hábitos buenos, es decir, virtudes.
Antes de los 2 años solamente se puede brindarle al niño una contención afectiva y
un cuidado, que le permitan la instalación de sentimiento de confianza hacia el
mundo.
Entre los 2 y 6 años, el niño posee aún escasa capacidad de discernimiento entre el
bien y el mal, por lo tanto, la obediencia, el orden y la sinceridad se convierten en
virtudes centrales.
Durante la niñez escolar tanto el desarrollo intelectual y volitivo como la socialización
facilitan el establecimiento de la mayoría de las virtudes. Facilitan la virtud de la
justicia (dar a los demás lo que le es debido), del patriotismo (supone la adhesión al
conjunto de valores que la patria representa), finalmente, la virtud de la prudencia
(poder ponderar las consecuencias favorables y desfavorables para uno mismo y para
los demás antes de tomas una decisión.
Pierre Furter, y otros pedagogos, consideran a la adolescencia como la edad clave del
desarrollo moral, sus tesis centrales son:
• La conducta moral no aparece hasta la adolescencia, dado que la niñez tiene una vida
moral que recibe, le es dada.
• La adolescencia es la condición de la autonomía moral del adulto. El fracaso de la
adolescencia provocaría el fracaso moral.
• La adolescencia no es solo el momento y condición de la aparición de la conducta
moral, sino que es el periodo en el cual la existencia entera plantea problemas morales.

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