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Vida psíquica prenatal: En el período fetal se pueden comprobar hoy, con el avance
técnico-científico, actividades reflejas como la de succión y respuestas ante estímulos
alarmantes, también movimientos de brazos y piernas. Dichas respuestas
neuromusculares a estímulos y los movimientos espontáneos fetales son
manifestaciones de una vida psíquica.
Al mes existen movimientos reflejos, al tercer mes responde globalmente a estímulos
internos, en el 4to/5to mes responde a estímulos de la superficie cutánea y a
modificaciones del metabolismo de la madre con movimientos y cambios de posición,
6to mes responde globalmente a la estimulación externa al medio materna (ruidos,
música) y a partir del séptimo reacciona ante la luz y la oscuridad.
Podemos hablar de psiquismo prenatal ya que se observan, antes del nacimiento,
actividades conductuales que suponen necesidades, deseos, sensaciones, afectos.
Herencia y medio son factores que colaboran en la formación del nuevo ser y se
imbrican de modo tal que es difícil distinguir lo que corresponde a uno y a otro. No
son opuestos o antagónicos, sino complementarios. Así, para constituirnos
necesitamos de una dotación genética y de un medio humano. Nos diferenciamos y
somos singulares tanto por nuestra peculiar combinación genética como por nuestra
historia personal. La visión vulgar sostiene que lo heredado es irreversible y lo
adquirido por la experiencia es reversible o modificable. La etiología de algunas
enfermedades mentales es un ejemplo de que esto no es del todo cierto. Por ejemplo,
R. Spitz ha demostrado que las depresiones relacionadas con el abandono materno o
la falta de contención afectiva durante el primer año de vida son de difícil
modificación, a pesar de que posteriormente se le brinde afecto y un medio familiar
óptimo al niño. En este sentido decimos que hay trastornos psíquicos adquiridos que
se vuelven prácticamente permanentes e inmutables.
La fase del espejo y el desarrollo del Yo: Para Jacques Lacan en la denominada
“fase del espejo” se constituye la matriz del esbozo del Yo, ya que el bebé logra su
integración corporal. Entro los 6 y 8 meses se reconoce a sí mismo en el reflejo del
espejo y acompaña esta experiencia de júbilo con su mímica. El niño descubre la
totalidad de su cuerpo en esa imagen y progresivamente toma conciencia de sí mismo
como entidad diferenciada.
3. Etapa del realismo crítico (objetivismo): Comienza a partir de los 10-11 años con
la prepubertad. Mediante la consciencia objetiva logra un distanciamiento con las
cosas y consiguientemente se incrementa su posibilidad de juzgarlas críticamente, ya
que no se conforma con el “ser así” de las cosas.
Jung dice que en cada uno de nosotros existen a la vez elementos masculinos y
femeninos.
“Anima” es el elemento femenino del ICC masculino y “animus” el elemento
masculino del ICC femenino. El ánima se experimenta a través de sentimientos y
estados de humor, capacidad de conjeturar acerca del futuro, captación de lo
irracional, capacidad para el amor personal, sensibilidad hacia la naturaleza y relación
fluida con el ICC. El ánima representa a la “mujer interior”.
En su manifestación individual el carácter del anima de un hombre generalmente
adopta la forma de la madre, si la influencia esta ha sido negativa se expresará a través
de la irritabilidad, depresión, inseguridad y susceptibilidad, así por ejemplo, se
expresa acerca de los demás con comentarios destructivos, venenosos,
desconsiderados, es decir, que tergiversa la realidad. Vive preso de las mujeres e
incapaz de luchar contras las penalidades de la vida. Pero, si la influencia de la madre
es positiva el ánima del hombre lo guiará para encontrar una cónyuge adecuada, como
así también descubrir sus contenidos ICC, alinear su poder mental con los valores
interiores y le abrirá el camino hacia lo más profundo de sí mismo.
Jung considera 4 etapas en el desarrollo del ánima:
1. Relaciones instintivas, biológicas y queda simbolizada en la figura de Eva.
2. Personifica el nivel romántico y estético, aunque caracterizado también por
elementos sexuales.
3. Eleva al amor a la altura de lo espiritual. Etapa representada por la Virgen
María.
4. Lo simboliza la sabiduría que trasciende lo más santo y lo más puro.
Simbolizada en Sulamita, esposa del Rey Salomón y en Atenea, hija de Zeus.
6) La edad de los juegos: El niño durante la segunda infancia pasa la mayor parte del
tiempo jugando. El juego es su mundo, es el modo de descubrirlo y de descubrirse. El
desarrollo intelectual, afectivo y de la personalidad en general, está íntimamente
imbricado con la actividad lúdica.
Hay diversas teorías sobre el juego: que permite liberar el exceso de energía, o que
prepara al niño para la vida adulta, o que es respuesta a una necesidad de relajamiento,
o un medio para descargar tensiones afectivas o catarsis (modo de autoexpresión). El
juego es el lenguaje por excelencia del niño. Repite en el juego tanto las situaciones
placenteras como las traumáticas o dolorosas a los fines de asimilarlas, de elaborarlas.
El niño en el juego se identifica con los personajes, de modo que estos pasan a ser
mascaras dentro de las cuales puede realizar activamente en la fantasía lo que vivió
pasivamente como sufrimiento en la realidad exterior.
Elige fragmentos de la realidad exterior para fantasear. Estimula las fantasías, la
imaginación, pero además permite conocer la realidad exterior y adentrarse en el
mundo de los adultos.
Del mismo modo, el juego favorece en esta etapa el desprendimiento respecto de la
madre para orientarlo hacia el mundo exterior, la conexión con otras personas y
objetos y el incremento de su confianza en si mismo al permitirle evaluar sus
destrezas. Es un modo de acercamiento a lo real que permanece a lo largo de la vida.
El juego es un hacer en el plano del “como si” que permite experimental pero sin
correr el riesgo de actuar y posteriormente asumir las consecuencias definitivas y
responsables de dicho accionar.
A los 3 años todavía predominan los “juegos solitarios” y los llamados “juegos en
paralelo”, en los que un niño juega al lado del otro sin organizar ni compartir nada
entre ellos, por el placer de la mutua compañía. Hablar mientras juegan sin
importarles si su compañero o los demás le escuchan o no. Todavía tiene dificultad
para prestar juguetes y para compartirlos, rivalizando continuamente por ellos.
Si bien, los juegos son de carácter simbólico y por lo tanto en niño reproduce en ellos
aspectos de la realidad, esta aun presente el carácter motor, el placer del ejercicio. El
tema central en este periodo es el juego dramático en el que simboliza situaciones
domesticas dramatizando la vida familiar a través del “juego de roles”. Facilita
lentamente la superación del egocentrismo infantil al incentivarle el intercambio de
roles, le permite aun por unos minutos descentrarse y colocarse en el lugar de los
otros.
A los 4 años tiende a jugar más con los otros niños, puede fijar por anticipado lo que
va a construir y disfrutar del éxito logrado.
A los 5 años los juegos grupales se caracterizan por una activa participación y
comunicación. El liderazgo en estos grupos es ya definido y todos los integrantes
cooperan para mantener la cohesión. El niño se interesa por los juegos y actividades
que se consideran propios de su sexo y descarta los del sexo opuesto.
Al niño de 3 a 6 años le gusta mucho jugar con los padres, con los adultos o niños
mayores. Esta interacción es una fuente vital para incrementar su autoestima, su
valoración y para establecer un sólido vínculo afectivo con los mayores. No obstante,
es importante no inferir en lo posible en sus juegos tanto cuando estos son solitarios
o con compañeros, pues las interrupciones injustificadas provocan frustración y
agresividad.
El jugar requiere de medios, ya sean juguetes u objetos de la vida cotidiana como
también de un ambiente apropiado.
Enfoque cognitivo del desarrollo moral: Las teorías cognitivas enfatizan, por un
lado, la interrelación entre el desarrollo intelectual y las etapas del desarrollo moral;
por otro, acentúan la importancia en el aspecto educacional de la presentación de
dilemas morales.
La teoría de Kohlberg postula que a medida que el niño crece construye activamente
una visión moral del mundo, utilizando para ello las estructuras de pensamiento que
posee para analizar las diferentes situaciones éticas. Distinguió 3 niveles y 6 estadios
del desarrollo moral:
Nivel pre-convencional: Las personas pertenecientes a este nivel no comprenden ni
sostienen por si mismas las reglas sociales, sino que las normas son externas a su yo.
• Estadio 1: Orientación hacia la obediencia y el castigo. Es el estadio de la
moral heterónoma en la que el niño se somete a una ley que le es impuesta
desde afuera.
• Estadio 2: Orientación relativista instrumental. El niño en este estadio se
centra en sus intereses y necesidades inmediatas, pero reconoce que los otros
tienen sus intereses y necesidades propios. Se conduce según las reglas
morales solo cuando coinciden con su interés inmediato.
Perdón vengativo: Personas que solamente perdonan a alguien que los ofendió o
perjudico solo si pueden castigarlo en un grado similar a lo padecido. Coincide con el
estadio pre-convencional.
Perdón restitutivo: Los sujetos perdonan cuando recuperan lo que les ha sido
quitado, o bien perdonan para aliviar la culpa.
Perdón socialmente esperado: Perdonan cuando se ven presionados por los demás,
ya que, es más fácil hacerlo cuando otros esperan. Coincide con el nivel convencional.
Perdón legalmente esperado: Los sujetos perdonan cuando su religión o código de
normales sociales, lo demanda.
Perdón como búsqueda de la armonía social: Perdonan en busca de la armonía
social y las relaciones interpersonales.
Perdón como expresión de amor: Consideran que el acto de perdonar suscita y
promueve sentimientos de amor verdadero. Coincide con el nivel post-convencional.