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El partido federalista, sostén del presidente Adams, perdió la elección presidencial frente al partido
republicano que consagro a Jefferson, para sucederlo.
Los derrotados, consideraban a Jefferson un jacobino, enemigo del orden y la propiedad.
Adams, resolvió en los últimos días de su gobierno, fortalecer la posición de su partido en el poder
judicial y a tal efecto designo presidente de la corte a John Marshal, su secretario de Estado.
2) Es función de los jueces establecer qué ley ha de ser aplicada en cada caso y cuál on;
cuando el conflicto se plantea entre la constitución y una ley, se encuentran dos
posiciones: o aplicar la ley sin tener en cuenta la constitución o aplicar la constitución sin
tener encuentra la ley.
3)Si los jueces deben aplicar la constitución y ésta es superior a cualquri ley aplicable, la
constitución y no la ley debe regir el caso.
El nuevo secretario de Estado del gobierno del presidente Jefferson, James Madison, se negó
a entregar las actas de nombramiento porque el nuevo gobierno estaba irritado por la
maniobra de los federalistas de tratar de asegurarse el control de la judicatura con el
nombramiento de miembros de su partido justo antes de cesar en el gobierno. Sin embargo
Marbury recurrió al Tribunal Supremo para que ordenara a Madison entregarle su acta.
Si el Tribunal fallaba a favor de Marbury, Madison todavía podría negarse a entregar el acta y
el Tribunal no tendría manera de hacer cumplir la orden. Si el Tribunal se pronunciaba contra
Marbury, se arriesgaba a someter el poder judicial a los jeffersonianos al permitirles negar a
Marbury el cargo que podía reclamar legalmente. El presidente del Tribunal Supremo John
Marshall resolvió este dilema al decidir que el Tribunal Supremo no estaba facultado para
dirimir este caso. Marshall dictaminó que la Sección 13 de la Ley Judicial, que otorgaba al
Tribunal estas facultades, era inconstitucional porque ampliaba la jurisdicción original del
Tribunal de la jurisdicción definida por la Constitución misma. Al decidir no intervenir en este
caso, el Tribunal Supremo aseguró su posición como árbitro final de la ley
Ahora bien, contra lo que podría pensarse desde la perspectiva actual –es
decir, desde el “constitucionalismo de los derechos”– no se trata de un caso
en el que una norma legal fue inaplicada por ser lesiva de derechos
constitucionales. En Marbury vs. Madison se resolvió más bien un writ
of mandamus, es decir, algo equivalente a nuestro proceso de
cumplimiento.
Justo antes de que Adams deje la presidencia, para ser relevado por
Thomas Jefferson (del partido republicano), el gobierno del partido federal
designó a varios jueces de paz. Este proceso de designación involucraba el
nombramiento por parte del Presidente con la posterior ratificación del
Congreso; tras ello, correspondía, como acto de perfeccionamiento formal,
que el documento de nombramiento sea sellado y remitido por correo por el
Secretario de Estado (cargo que, hasta el momento de los mencionados
nombramientos, tenía Marshall).
Lo cierto es que William Marbury fue nombrado juez de paz casi el último
día de gobierno del partido federal y a John Marshall no le alcanzó el
tiempo para sellar o enviar todos los nombramientos que acaban de
hacerse, entre ellos el de Marbury.
Con lo anotado, seguramente queda muy claro varios de los aportes que se
derivan de esta sentencia. Uno primero, es que con casos como Marbury
vs. Madison la Corte Suprema no solo afianzó el valor de la Constitución,
sino también afirmó su propia legitimidad y poder (de hecho, al revisar la
historia de diferentes tribunales constitucionales, se constata que sus
decisiones iniciales, o también las de ruptura, son decisivas para su
fortalecer su legitimidad). En este mismo sentido es que el
caso Marbury, con el paso del tiempo, se ha consolidado como la “sentencia
símbolo” de la judicial review (o del modelo de “control difuso de
constitucionalidad”), relegando a otras decisiones más bien lamentables de
la Supreme Court (como la del caso Dred Scott vs. Sandford), en las que
también se declaró la inconstitucionalidad de normas legales, pero que no
abonaron a su engrandecimiento.
Ahora bien, tal vez porque hoy día referirnos a la fuerza normativa de la
Constitución no genera ninguna resistencia, puede que no sea tan notorio
este último aporte del caso Marbury vs. Madison al que nos hemos referido.
Ante ello, consideramos necesario llamar la atención sobre que este valor
genuinamente jurídico de la Constitución es muy reciente en los países de
tradición legiscentrista (o de Civil Law) como el nuestro, y que el asunto
resulta todavía más nuevo si nos referimos a la aplicación efectiva de la
norma magna por parte de los jueces, quienes han sido considerados hasta
no hace mucho como una especie de “poder nulo” frente al poder político.
Por último, creemos que vale la pena destacar que una decisión de tanta
trascendencia como la del caso Marbury vs. Madison, se ha debido, más
que a cualquier otra cosa, a la sagacidad y la persistencia de un juez como
John Marshall. En este sentido, el caso Marbury demuestra suficientemente
que a veces los “casos pequeños”, en manos de grandes jueces, pueden
Commented [U2]: EL JUEZ MARSHALL CIERRA ELCASOPORQUE
dar lugar a decisiones notables e imperecederas. LA CORTE SUPREMA NO TENIA JURISDICCION O COMPETENCIA
PARA RESOLVER CASOS EN PRIMERA INSTANCIA .