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¡Impactante!

Estas son las cifras de acoso


sexual en Chile
Un estudio nacional retrató una situación que se está repitiendo en nuestro
país y en todo el mundo: el tema del acoso sexual.

4 diciembre, 2017
Un estudio retrató una situación que se está repitiendo en nuestro país
y en todo el mundo: el tema del acoso sexual.
Según el duodécimo informe de la Corporación Humanas, 9 de cada 10
mujeres chilenas ha vivido acoso sexual. A pesar de las campañas para
visibilizar este tema, el estudio dice que en la sociedad aún prevalece
la idea que las mujeres son acosadas en la calle por cómo se
visten (67,1%) o que la naturaleza de los hombres hace que abusen
sexualmente de ellas (56,4%).

“Las mujeres vivimos con un miedo que traspasamos por generaciones.


Que la calle puede ser peligrosa, que hay que cuidarse, y eso no es
natural”, sostuvo a Efe la directora de la corporación, Carolina Carrera.
Además, más del 90% de las mujeres cree que Chile es un país
“tremendamente machista”, mientras que otro 80% se sienten
discriminadas en diversos ámbitos de la sociedad. “Faltan políticas
públicas más audaces para la prevención. Nosotros ahora medimos el
femicidio, pero eso es la punta del iceberg, y ha ido aumentando.
Estamos naturalizando la violencia y eso es muy peligrosos para la
sociedad”, recalcó Carrera.
El sondeo denominado “Percepciones de las mujeres sobre su situación
y condiciones de vida en Chile 2017” incluyó entrevistas a 1.206
mujeres de todo el país.
Chilenas entre las mujeres que
más violencia y acoso sufren en el
continente
Autor: Cecilia Yáñez

Estudio a 5.982 mujeres en 11 países de América reveló que el


30% de las chilenas reconoce haber sufrido algún episodio de
violencia física o sicológica en el último año y el 39%, algún
evento de acoso sexual.

Según una encuesta de opinión en la que participaron casi seis mil mujeres de 11
países del continente, las chilenas son las segundas que más violencia de
género han sufrido en el último año y las terceras que más han vivido acoso
sexual, también en el último año.

En el Día Internacional de la Mujer, la agencia Activa Research y Worldwide


Independent Network of Market Research (WIN) dieron a conocer los resultados
de las entrevistas que hicieron a mujeres de Argentina, Brasil, Canadá, Chile,
Colombia, EE.UU., Ecuador, México, Perú, Panamá y Paraguay, las que fueron
consultadas por la percepción de respeto a sus derechos, violencia de género y
acoso sexual.

De acuerdo a las cifras, el 30% de las chilenas ha sufrido violencia de género


(física o psíquica) en el último año y el 39%, acoso sexual. Consultadas por
cuánto creen ellas que se respetan sus derechos, seis de cada 10 chilenas dicen
que poco o nada.
Sofía Arbulú, directora de Proyectos de Activa, explica que el objetivo de la
investigación fue evaluar y conocer las percepciones de las mujeres en América.
Uno de los elementos más llamativos, a su juicio, es la gran diferencia que se
produce entre Canadá y EE.UU., versus el resto de los países de Latinoamérica.
Mientras el 93% de las mujeres en Canadá y el 74% en EE.UU. dicen que sí se
les respetan sus derechos, en el resto de los países (como promedio) solo el 64%
señala que les son vulnerados, porcentaje que en el caso de Chile llega al 34%.

“Son muchas las razones que lo explican, “EE.UU. y Canadá, pero especialmente
este último, se ha declarado feminista, donde sus normativas van acordes con los
derechos de igualdad entre hombres y mujeres. En América Latina, este discurso
está recién empezando”, dice.

Cuando se revisan las cifras chilenas, la encuesta revela que las mujeres sobre 31
años se sienten más vulneradas en sus derechos. La situación cambia cuando se
trata de violencia de género y acoso sexual, en estas dos materias son las mujeres
más jóvenes las que más dicen sufrirla. Así, entre los 18 y 30 años, el 38% de las
mujeres reconoció haber sido víctima de violencia de género en el último año,
mientras que en el grupo de 46 años y más, la cifra baja a 23%. Lo mismo ocurre
con el acoso sexual, entre los 18 y 30 años el 56% reconoce haberlo sufrido, pero
en el grupo de los 46 años y más, baja a 28%.

A Lorena Astudillo, abogada de la Red Chilena contra la Violencia hacia las


Mujeres, las cifras no le sorprenden. “Chile se ha preocupado mucho de mostrar
hacia afuera que su economía se mantiene estable, pero se ha preocupado poco de
la integridad de las personas y, en especial, de las mujeres”, dice.

Sobre la diferencia que se produce entre mujeres más jóvenes y mayores, la


abogada señala que a menor edad, las mujeres tienen mayor conciencia de sus
derechos y de la igualdad entre hombres y mujeres, por lo que identifican más
acciones de violencia y de acoso. “A las más grandes les cuesta reconocer hechos
de violencia o acoso, de alguna manera, por la experiencia que tienen, la
violencia está más naturalizada, muchas siguen asociando violencia solo con la
pareja, pero no es así. Se tiende a minimizar estos hechos, a creer que hay que
resistir. También está el factor vergüenza. Las mujeres más jóvenes acusan más,
no están dispuestas a soportar, identifican la violencia y el acoso y lo verbalizan”,
indica.

Para Lidia Casas, profesora de la U. Diego Portales y directora del Centro de


Derechos Humanos de esta casa de estudios, es importante considerar que en los
distintos países el concepto de violencia no es el mismo. En países como México
o Colombia, donde la violencia está más instalada en la sociedad, la violencia de
género tiende a minimizarse, incluso por las propias mujeres. En todo caso,
destaca que en Chile está instalado que la violencia no es aceptable en ningún
ámbito.

También cree que hay un cambio de mentalidad en las más jóvenes, que hace que
denuncien más y sin vergüenza el haber sido víctimas de violencia o acoso. “Las
más jóvenes sienten menos percepción de ventajas con los hombres, se ven más
iguales y tienen más conciencia de violencia, por lo que se sienten más atacadas
también”, explica.
Brecha salarial de mujeres: El
tema del 2018
Autor: M. Cristina Goyeneche

DOM 25 FEB 2018 | 09:22 AM

El golpe a la cátedra lo dio Islandia el 1 de enero de este año. Ese día entró en
vigencia la ley que obliga a las empresas públicas y privadas, con más de 25
empleados, demostrar que hombres y mujeres, ante un cargo de la misma
categoría, reciben igual sueldo. De no cumplir, las compañías quedarán expuestas
a multas diarias en torno a los 400 euros. La idea es que a fines del 2018 todas las
empresas con más de 250 empleados deberán tener su certificado al día, mientras
que las más pequeñas tienen hasta el 2021 para ir ajustándose a la nueva
legislación.

Islandia ha liderado los últimos nueve años el ranking del World Economic
Forum como el país con menor brecha salarial entre hombres y mujeres del
mundo. Pese a este logro, durante estos años las mujeres han seguido
defendiendo su derecho a mayor imparcialidad. El 24 de octubre de 2016
protagonizaron una peculiar y viralizada protesta, dejaron sus puestos a las 14.38
en punto, a fin de trabajar un 14% menos de jornada que sus pares hombres, la
diferencia exacta que existe entre sus sueldos promedio y el de ellos.

Lo hecho por Islandia suena pionero, sin embargo, el efecto dominó será casi
instantáneo en los países desarrollados. Cinco días después de conocida la noticia
de Islandia, comenzó a regir en Alemania la parte final la Ley para el Fomento de
la Transparencia en las Estructuras Salariales, ya aprobada por el Parlamento en
marzo del año pasado. En concreto, las empresas con más de 200 trabajadores
deberán facilitar, a quien lo solicite, información sobre el sueldo de pares que se
desempeñen en una función similar. No se revelarán sueldos concretos, pero sí la
remuneración bruta de al menos cinco colegas del sexo opuesto. Además, las
compañías con más de 500 empleados deberán examinar regularmente su
estructura salarial, el cumplimiento de la paridad y entregarles accesibilidad a
esta información a todos sus empleados. En Alemania, los hombres ganan, en
promedio, un 21% más que las mujeres que se desempeñan en posiciones
similares.

Inglaterra también está en esta misma senda. A partir de abril del 2018, las
empresas de más de 250 empleados deberán informar públicamente la realidad de
su brecha salarial y las medidas que implementarán para acortarla. Actualmente,
los hombres ganan, en promedio, un 18% más que las mujeres en similares
puestos. Se calcula que la medida impactará a unas nueve mil empresas y 15
millones de personas. Aunque en este caso no se aplicarán multas, el simple
hecho de transparentar la realidad será lo suficientemente poderoso como para
que las empresas se apliquen. Francia podría ser el país que sigue en esta nueva
ola, pues aquí las mujeres también se han manifestado en contra, replicando las
mismas protestas que efectuaron las islandesas.

En este contexto, Chile no queda nada de bien parado. A juicio de la Ocde,


somos el quinto país con mayor brecha de género. En su último reporte concluyó
que la diferencia en los ingresos mensuales entre hombres y mujeres en iguales
posiciones es del 21,1%, mientras que el promedio del grupo de países que
forman parte del organismo es del 14,3%.

A juicio de la ONU Mujeres, al planeta le tomarán 70 años llegar a cerrar la


brecha salarial. Dada la relevancia que está adquiriendo este tema a nivel global,
este será uno de los tópicos clave durante el “IV Foro Global de Empresas por la
Igualdad de Género: El Futuro del Trabajo en la Agenda 2030”, que tendrá a
Chile como sede los próximos 27 y 28 de febrero. Organizado por el Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, en alianza con ONU Mujeres y la
OIT, el evento tendrá también la participación de empresas locales privadas y
públicas, entre ellas, Codelco, Scotiabank, Aguas Andinas, Enap, Enami,
Laboratorios Bagó, Grupo CAP, BancoEstado, Essbío, Sodexo y Entel.
Educación sexista en Chile: ¿ser
hombre o mujer no da lo mismo?
por El Mostrador Braga 2 mayo, 2017

Recientemente fueron entregados los resultados de la prueba Simce 2016, que midió a los
estudiantes de 4° y 6° Básico y 2° Medio en Comprensión de Lectura, Matemáticas e
Historia y Ciencias. Según esos datos, existe casi una nula brecha que entre hombres y
mujeres en Matemática, cuya diferencia fue sólo de uno, dos y tres puntos respectivamente.

Sin embargo, ellas se distancian más en la prueba de Comprensión Lectora, superando a los
varones en más de 10 puntos en los tres cursos evaluados. ¿Por qué entonces se tiende a
asociar las matemáticas como algo "masculino" y por qué en las postulaciones a la
universidad serán ellos los que busquen carreras más exigentes?

Según los expertos, el sexismo en la educación empieza a definirse desde pequeños, cuando
se orientan ciertas asignaturas como femeninas -Lenguaje y Comunicación y Artes
Visuales- o masculinas -Matemáticas y Filosofía- que a la larga eliminan herramientas para
que cada uno comprenda y se integre a la sociedad.

Esto se originaría desde cuando se les incentiva a los varones a jugar fútbol y ellas
a practicar deportes como la gimnasia, o dedicarse a actividades artísticas y manuales.
Como pasó recientemente en un colegio de Madrid, España, que está siendo investigado
por las diferencias entre las actividades programáticas para sus estudiantes: a los hombres
se les llevaba de paseo al estadio del Real Madrid y a las mujeres se les enseñaba a tejer a
crochet.

O también tiene que ver con el uniforme y con la limitación que tiene para las niñas realizar
algunas actividades por el solo hecho de usar jumper o falda, lo que no permite tanta
movilidad como en el caso de los niños y las restringe a "sentarse" y "comportarse" como
señoritas.
Lo cierto es que la desigualdad en la educación parece estar presente en varias aristas.
Según un estudio realizado por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres en el
2015, que analizó los textos de Historia, Lenguaje, Biología, de 1º Básico a 4º Medio, la
representación de las mujeres "aparecen en actitudes pasivas o trabajos domésticos". Y
agrega: "Cuando presentan a alguna mujer destacada, o no muestran su imagen o no
agregan sus datos biográficos o no incluyen su nombre".

La misma organización realizó una investigación el 2016, y concluyó que muchas


estudiantes mujeres se ven afectadas por una cierta “incapacidad aprendida”, es decir, "la
creencia, consciente o inconsciente, implícita o explícita, de la imposibilidad de realizar
una tarea, o asumir previa e infundadamente que no se tendrá un buen rendimiento en
determinado asunto o área".

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