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TEMA 4 · EL PODER JUDICIAL 1

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TEMA 4
EL PODER JUDICIAL. EL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL. EL TRIBUNAL
SUPREMO. LA ORGANIZACIÓN JUDICIAL ESPAÑOLA

INTRODUCCIÓN

1. EL PODER JUDICIAL.

La formulación teórica de la división de poderes entre ejecutivo, legislativo y judicial ha sido un


principio consagrado en las diferentes constituciones. Teoría establecida por Locke y Montesquieu
durante el liberalismo clásico y puesta en práctica por los regímenes parlamentarios modernos, en
virtud de la cual las tres funciones básicas del Estado deben ser ejercidas por poderes distintos
(legislativo, ejecutivo y judicial), para evitar así la concentración de poder en un solo órgano. La
separación de poderes subyace a los actuales regímenes parlamentarios modernos, como garantía
para el ejercicio de las libertades individuales y del libre ejercicio de la soberanía popular.

Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu, en su obra El espíritu de las
Leyes (1748), manifiesta: “En cada estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de
las cosas pertenecientes al derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil. Por el
primero, el príncipe o magistrado hace las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o
deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores,
establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes y decide las
contiendas de los particulares. Éste último se llamará judicial; y el otro simplemente poder ejecutivo
del Estado...”.

Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación
entonces no hay libertad, porque es de temer que el Monarca o el Senado hagan leyes tiránicas
para ejecutarlas del mismo modo. Así sucede también cuando el Poder Judicial no está separado del
poder legislativo y ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los
ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo,
sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la misma fuerza que un agresor.

El Estado de Derecho, al implicar, fundamentalmente, separación de los poderes del Estado, imperio
de la ley como expresión de la soberanía popular, sujeción de todos los poderes públicos a la
Constitución y al resto del ordenamiento jurídico y garantía procesal efectiva de los derechos
fundamentales y de las libertades públicas, requiere la existencia de unos órganos que,
institucionalmente caracterizados por su independencia, tengan un emplazamiento constitucional
que les permita ejecutar y aplicar imparcialmente las normas que expresan la voluntad popular,
someter a todos los poderes públicos al cumplimiento de la ley, controlar la legalidad de la
actuación administrativa y ofrecer a todas las personas tutela efectiva en el ejercicio de sus
derechos e intereses legítimos.

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CONCEPTO.

El Poder Judicial es un poder del Estado que, de conformidad con el ordenamiento jurídico, es el
encargado de administrar justicia en la sociedad, mediante la aplicación de las normas jurídicas en
la resolución de conflictos. Por "Poder", en el sentido de poder público, se entiende a la
organización, institución o conjunto de órganos del Estado, que en el caso del Poder Judicial son los
órganos judiciales o jurisdiccionales: juzgados y tribunales, que ejercen la potestad jurisdiccional,
que suele gozar de imparcialidad y autonomía. Poder autónomo e independiente que ejercen jueces
y tribunales, y cuyo órgano de gobierno lo constituye el Consejo General del Poder Judicial. Ámbito
en el que se ejercen y dirimen las competencias y facultades del Estado en materia de
enjuiciamiento de las conductas de los ciudadanos y las autoridades que las leyes sancionan como
delitos o faltas, o consideran conforme a derecho. Abarca asimismo la facultad coactiva del Estado
para lograr la aplicación de las normas del derecho positivo.

La Constitución Española de 1978 instaura un nuevo orden en nuestro país, y es taxativa al describir
nuestro sistema político en su artículo 1.1., de la siguiente manera:
"España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores
superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político".
Según la Constitución española la justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial, que es
el conjunto de Juzgados y Tribunales, integrado por Jueces y Magistrados, que tienen la potestad de
administrar justicia en nombre del Rey.

Exclusivamente a dichos Juzgados y Tribunales corresponde el ejercicio de la potestad jurisdiccional,


juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado. En ejercicio de dicha potestad, los Juzgados y Tribunales
conocen y deciden todos los procesos contenciosos de los órdenes civil, penal, contencioso-
administrativo, social y militar. El conocimiento y decisión de dichos procesos consiste en la
tramitación y pronunciamiento sobre el fondo del asunto que les planteen las partes, sean éstas
autoridades o particulares.

También, en los casos en que la ley así lo permite, los Juzgados y Tribunales se encargan del
conocimiento y decisión de asuntos que no suscitan contienda entre partes, en los denominados
procesos de jurisdicción voluntaria. Estos son principalmente la protocolización de testamentos
ológrafos (escritos por el testador de su puño y letra), asuntos de patria potestad, bienes de los
cónyuges y otros actos civiles que requieren intervención judicial.

El conjunto de órganos que desarrollan esa función constituye el Poder Judicial del que se ocupa el
Título VI de nuestra Constitución, configurándolo como uno de los tres poderes del Estado y
encomendándole, con exclusividad, el ejercicio de la potestad jurisdiccional en todo tipo de
procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, según las normas de competencia y
procedimiento que las leyes establezcan.

El artículo 122 de la Constitución Española dispone que la Ley Orgánica del Poder Judicial
determinará la constitución, funcionamiento y gobierno de los Juzgados y Tribunales, el estatuto
jurídico de los Jueces y Magistrados de carrera, que formarán un cuerpo único, y del personal al
servicio de la Administración de Justicia, así como el estatuto y el régimen de incompatibilidades de

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los miembros del Consejo General del Poder Judicial y sus funciones, en particular en materia de
nombramientos, ascensos, inspección y régimen disciplinario.

LA REGULACIÓN CONSTITUCIONAL DE LA JUSTICIA.

La Constitución española de 1978 configura un Estado Social y Democrático de Derecho (art. 1.1) en
el que uno de los pilares básicos lo constituye el Poder Judicial y le dedica el Título VI (artículos 117-
127). En este Título, el texto constitucional, si bien no ofrece una definición de lo que ha de
entenderse por Poder Judicial, sí señala los caracteres esenciales y los principios básicos sobre los
que descansa la actual organización judicial. Vamos a analizar dicho articulado:

Artículo 117. Poder judicial.

1. La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados
integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos
únicamente al imperio de la Ley.
2. Los Jueces y Magistrados no podrán ser separados, suspendidos, trasladados ni jubilados
sino por alguna de las causas y con las garantías previstas en la Ley.
3. El ejercicio de la potestad jurisdiccional en todo tipo de procesos, juzgando y haciendo
ejecutar lo juzgado, corresponde exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinados
por las Leyes, según las normas de competencia y procedimiento que las mismas
establezcan.
4. Los Juzgados y Tribunales no ejercerán más funciones que las señaladas en el apartado
anterior y las que expresamente les sean atribuidas por Ley en garantía de cualquier
derecho.
5. El principio de unidad jurisdiccional es la base de la organización y funcionamiento de los
Tribunales. La Ley regulará el ejercicio de la jurisdicción militar en el ámbito estrictamente
castrense y en los supuestos de estado de sitio, de acuerdo con los principios de la
Constitución.
6. Se prohíben los Tribunales de excepción.

El art.117 de la Constitución abre el Título VI dedicado al Poder Judicial. Por poder judicial hay que
entender el conjunto de órganos jurisdiccionales a los que se atribuye el ejercicio de la función
jurisdiccional, que como recuerda Max Weber resaltando su importancia, históricamente, es
anterior a la función legislativa.

El apartado primero del art. 117 destaca en primer lugar la legitimación democrática del Poder
Judicial al señalar que "la justicia emana del pueblo". Es una concreción de lo dispuesto en el art 1.2
de la Constitución según el cual "la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan
los poderes del Estado".

En la línea de confirmar la emanación popular de la Administración de Justicia, la Constitución ha


previsto en su artículo 125 la institución del Jurado (Ley Orgánica 5/1995, de 22 de mayo, del
Tribunal del Jurado), la acción popular (art.101 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal promulgada por
Real Decreto de 14 de septiembre de 1882) y los Tribunales consuetudinarios y tradicionales. Así, la

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Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, en su art. 19, prevé la posibilidad de ejercer la
acción popular y atribuye el carácter de Tribunal consuetudinario y tradicional al Tribunal de las
Aguas de la Vega Valenciana y al Consejo de Hombres Buenos de Murcia.

Pero la legitimación democrática no se traduce en la elección popular de Jueces y Magistrados, sino


en la exclusiva sujeción de éstos a lo dispuesto en la Constitución y en la ley, como el propio artículo
117 se encarga de resaltar, "sometidos únicamente al imperio de la ley".

El sometimiento al imperio de la ley implica que los jueces no puedan sin más inaplicar aquélla
cuando consideren que puede ser contraria a la Constitución, ya que cuando un órgano judicial
considere, en algún proceso, que una norma con rango de ley, aplicable al caso y de cuya validez
dependa el fallo, puede ser contraria a la Constitución, habrá de plantear la cuestión ante el
Tribunal Constitucional de acuerdo con lo dispuesto en la Ley Orgánica 2/1979, de 3 de octubre, del
Tribunal Constitucional. Sin embargo, en relación con los reglamentos o cualquier otra disposición
normativa, el principio de legalidad sí que impone su inaplicación cuando sean contrarios a la ley o
al principio de jerarquía normativa (art.6 LOPJ; art.1.1 Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la
Jurisdicción Contencioso-administrativa).

Este principio cardinal de sometimiento a la ley está también íntimamente ligado a la proclamación
de la independencia de Jueces y Magistrados que hace el art.117 de la CE y que encuentra eco en
los arts.12 a 14 de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial. En primer lugar estos
preceptos garantizan la independencia de Jueces y Magistrados en el ejercicio de la potestad
jurisdiccional respecto a todos los órganos judiciales y de gobierno del Poder Judicial, lo que se
traduce en la imposibilidad por parte de Jueces y Tribunales de corregir la aplicación o
interpretación del ordenamiento jurídico hecha por sus inferiores en el orden jerárquico judicial, a
no ser que administren justicia en virtud de los recursos que las leyes establezcan.

En la misma línea tampoco pueden los Jueces y Tribunales, órganos de gobierno de los mismos o el
Consejo General del Poder Judicial dictar instrucciones, de carácter general o particular, dirigidas a
sus inferiores sobre la aplicación o interpretación del ordenamiento jurídico que lleven a cabo en el
ejercicio de su función jurisdiccional. Por otra parte el art.14 faculta a los Jueces y Magistrados que
se consideren inquietados o perturbados en su independencia para ponerlo en conocimiento del
Consejo General del Poder Judicial, sin perjuicio de las acciones que puede promover el Ministerio
Fiscal en defensa de la independencia judicial.

Cuando el art. 117.1 de la CE señala que la justicia se "administra en nombre del Rey", no está sino
incidiendo en el hecho de que el monarca es símbolo de la unidad y permanencia del Estado (art.
56). Con esto se reafirma además la vieja fórmula, típica del Derecho hispánico que encuentra su
origen en el Fuero Viejo de Castilla, anterior en medio siglo a la ley de Partidas.

El apartado 2 del art. 117 de la CE, del que es copia exacta el art.15 de la Ley Orgánica 6/1985, de 1
de julio, del Poder Judicial, consagra la inamovilidad. Los orígenes de esta garantía se encuentran en
el Act of Settlement de 1700, aunque su configuración actual es tributaria de los primeros textos del
constitucionalismo liberal como la Constitución francesa de 1791 y la Constitución de Cádiz de 1812.

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La inamovilidad va a ser la fórmula que garantice la independencia personal de jueces y magistrados


frente a los abusos del ejecutivo.

Como ha destacado el Tribunal Constitucional, de lo que se trata es que sea la ley la que proceda a
una regulación de carácter abstracto y general. Merece destacarse que la situación estatutaria de
los Jueces y Magistrados es más rigurosa que la de los funcionarios de la Administración civil del
Estado, a los que se reconoce el derecho a la sindicación (art.103.3 de la CE), con los efectos que
ello puede acarrear, derecho que se niega expresamente a los miembros de la Magistratura (art.127
de la CE).

Hay que tener presente que la garantía de la inamovilidad se reconoce a los Jueces y Magistrados
que desempeñan cargos judiciales, y no está sujeta a limitación temporal. En cambio, los que han
sido nombrados por plazo determinado gozan de inamovilidad sólo por ese tiempo (art.378 LOPJ).

El apartado tercero, que contempla la exclusividad y la integridad de la función jurisdiccional,


también tiene su génesis en la Constitución de 1812. La exclusividad tiene una vertiente positiva
reconducible a que los Jueces y Magistrados sean los únicos que juzguen y hagan ejecutar lo
juzgado, sin injerencias de los otros poderes del Estado o de otras instancias.

El principio de unidad jurisdiccional se recoge en los apartados 5 y 6. Cuando nuestra Constitución


habla de la unidad jurisdiccional como la base de la organización y funcionamiento de los
Tribunales, está excluyendo las jurisdicciones especiales, tanto los Tribunales de excepción (art.
117.6) como los Tribunales de Honor (art. 26). Téngase en cuenta que la prohibición de
jurisdicciones especiales no afecta a la posibilidad de especialización de Juzgados y Tribunales. En
este sentido el art. 98 de la Ley Orgánica del Poder Judicial autoriza al Consejo General del Poder
Judicial a acordar, que en aquellas circunscripciones donde exista más de un Juzgado de la misma
clase, uno o varios de ellos asuman con carácter exclusivo el conocimiento de determinadas clases
de asuntos o de las ejecuciones propias del orden jurisdiccional de que se trate. En todo caso, tales
Juzgados conservan su régimen ordinario, se enmarcan en la organización común y están servidos
por Jueces y Magistrados integrantes de la carrera judicial.

Artículo 118. Cumplimiento de las sentencias.

“Es obligado cumplir las sentencias y demás resoluciones firmes de los Jueces y Tribunales, así como
prestar la colaboración requerida por éstos en el curso del proceso y en la ejecución de lo resuelto”.

El obligado cumplimiento de lo acordado por los Jueces y Tribunales en el ejercicio de la potestad


jurisdiccional es una de las más importantes garantías para el funcionamiento y desarrollo del
Estado de Derecho y, como tal, es enunciado y recogido en el art.118 de la CE. Exigencia objetiva del
sistema jurídico, la ejecución de las sentencias y demás resoluciones que han adquirido firmeza
también se configura como un derecho fundamental de carácter subjetivo incorporado al contenido
al contenido del art. 24.1 de la CE, cuya efectividad quedaría decididamente anulada si la
satisfacción de las pretensiones reconocidas por el fallo judicial en favor de alguna de las partes se
relegara a la voluntad caprichosa de la parte condenada o, más en general, éste tuviera carácter
meramente dispositivo (STC 15/1986, de 31 de enero). De ahí que los arts.17 y 18 de la Ley Orgánica

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6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, insistan en la obligación de todas las Administraciones
Públicas, autoridades y funcionarios, Corporaciones, entidades públicas y privadas y particulares, de
respetar y cumplir las sentencias y demás resoluciones judiciales que hayan ganado firmeza o sean
ejecutables de acuerdo con las leyes.

Este precepto constitucional, en relación con el art. 24.1, ha generado una amplia jurisprudencia
sobre la embargabilidad de bienes y derechos. Parece indiscutible, como consideración de principio,
que la eficacia de las resoluciones judiciales confiere a la persona que haya obtenido un
pronunciamiento indemnizatorio firme el derecho a hacer efectiva tal indemnización en toda su
cuantía, en tanto el condenado tenga medios económicos con los que responder a su obligación.

Artículo 119. Justicia gratuita

“La justicia será gratuita cuando así lo disponga la Ley, y, en todo caso, respecto de quienes
acrediten insuficiencia de recursos para litigar”.

El art.119 del texto constitucional proclama un derecho a la gratuidad de la justicia en los casos y en
la forma en los que el legislador determine. Es un derecho prestacional y de configuración legal cuyo
contenido y concretas condiciones de ejercicio corresponde delimitar al legislador atendiendo a los
intereses públicos y privados implicados y a las concretas disponibilidades presupuestarias.

El reconocimiento de esta amplia libertad de configuración legal resulta manifiesto en el primer


inciso del art.119 al afirmar que "la justicia será gratuita cuando así lo disponga la ley". El legislador
podrá atribuir el beneficio de justicia gratuita a quienes reúnan las características y requisitos que
considere relevantes, podrá modular la gratuidad en función del orden jurisdiccional afectado -
penal, laboral, civil, etc.- o incluso del tipo concreto de proceso y, por supuesto, en función de los
recursos económicos de los que pueda disponer en cada momento.

Sin embargo, el mismo precepto deja claro el contenido constitucional indisponible que acota la
facultad de libre disposición del legislador. Lo hace en el segundo inciso al señalar que "en todo
caso" la gratuidad se reconocerá "a quienes acrediten insuficiencia de recursos para litigar".

Deben sufragarse los gastos procesales a quienes, de exigirse ese pago, se verían en la alternativa de
dejar de litigar o poner en peligro el nivel mínimo de subsistencia personal o familiar.

El Tribunal Europeo de derechos Humanos ha tenido ocasión de pronunciarse acerca de este


derecho en los casos Airey (sentencia de 9 de octubre de 1.979) y Pakelli (sentencia de 25 de abril
de 1.983).

Este precepto constitucional aparece desarrollado en la Ley 1/1996, de 10 de enero, de Asistencia


Jurídica Gratuita. Frente a la situación de dispersión existente con anterioridad, la Ley 1/1996
unificó el procedimiento, evitando así tener que acudir a las diferentes leyes reguladoras del
procedimiento en cada orden jurisdiccional.

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Artículo 120. Actuaciones judiciales, procedimiento y sentencias

1. Las actuaciones judiciales serán públicas, con las excepciones que prevean las Leyes de
procedimiento.
2. El procedimiento será predominantemente oral, sobre todo en materia criminal.
3. Las sentencias serán siempre motivadas y se pronunciarán en audiencia pública.

El art. 120 en su apartado primero consagra la publicidad de las actuaciones judiciales. Se trata de
un principio cardinal que surge en el siglo XIX como principio procedimental de la mano del
liberalismo encontrando inmediata constitucionalización en nuestros textos. Recuérdese lo que
decía Mirabeau: "dadme al juez que queráis; parcial, venal, incluso mi enemigo; poco me importa
con tal de que nada pueda hacer si no es cara al público". Como ha señalado el Tribunal
Constitucional, el principio de publicidad tiene una doble finalidad: por un lado, proteger a las
partes de una justicia sustraída al control público, y por otro, mantener la confianza de la
comunidad en los Tribunales, constituyendo en ambos sentidos tal principio una de las bases del
debido proceso y uno de los pilares del Estado de Derecho. El art.24.2 de la CE ha otorgado a la
exigencia de publicidad el carácter de derecho fundamental, lo que abre para su protección la vía
excepcional del recurso de amparo. En los mismos términos se encuentra reconocido el derecho a
un proceso público en el art.6.1 del Convenio para la protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales, de 4 de noviembre de 1950.

Como establece el propio art.120.1 de la CE, la publicidad del proceso puede conocer excepciones,
que, en todo caso, deberán estar autorizadas por una ley, deberán tener su justificación en la
protección de otro bien constitucionalmente relevante y ser congruentes y proporcionadas con el
fin que se pretende conseguir. Atendiendo a estos criterios resulta admisible (STC 13/1985, de 31 de
enero) que el proceso penal tenga una fase sumaria amparada por el secreto para alcanzar una
segura represión del delito (art.301 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal promulgada por Real
Decreto de 14 de septiembre de 1882). Otra excepción se encuentra en el art.232 de la Ley Orgánica
6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, que en su párrafo segundo establece que
"excepcionalmente, por razones de orden público y de protección de los derechos y libertades, los
Jueces y Tribunales, mediante resolución motivada, podrán limitar el ámbito de publicidad y acordar
el carácter secreto de todas o parte de las actuaciones". Otra es la del art.680 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, según el cual las sesiones podrán tener lugar a puerta cerrada cuando así
lo exijan razones de moralidad o de orden público, o el respeto debido a la persona ofendida por el
delito o a su familia", y el Presidente, previa consulta con el Tribunal, adoptará la decisión
correspondiente, "consignando el acuerdo en auto motivado".

La norma constitucional de necesaria motivación y la colocación sistemática del art.120.3 expresa la


relación de vinculación del Juez con la Ley y con el sistema de fuentes del Derecho dimanante de la
Constitución, pero expresa también un derecho del justiciable y el interés legítimo de la comunidad
en general de conocer las razones de la decisión que se adopta, de comprobar que la solución dada
al caso es consecuencia de una exégesis racional del ordenamiento y no el fruto de la arbitrariedad.

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Además, este razonamiento expreso permite a las partes conocer los motivos por los que su
pretendido derecho puede ser restringido o negado, facilitando así, en su caso, el control por parte
de los órganos jurisdiccionales superiores.

El juzgador debe explicar la interpretación y aplicación del Derecho que realiza, pero no le es
exigible una puntual respuesta de todas las alegaciones y argumentaciones jurídicas que las partes
pudieran efectuar. Es más, ni el art.24 ni el art.120 imponen una especial estructura en el desarrollo
de los razonamientos, por lo que una motivación escueta y concisa o una fundamentación por
remisión no dejan de ser tal motivación.

Desde este punto de vista el empleo de formularios no es necesariamente lesivo del derecho a la
tutela judicial, pero sí puede llegar a serlo si se expresan sólo afirmaciones apodícticas y no razones
fundadas en Derecho o si se echa mano de cláusulas de estilo, vacías de contenido concreto, tan
abstractas y genéricas que pueden ser extrapoladas a cualquier otro.

Lo que está claro es que desde el punto de vista de la tutela judicial efectiva no se pueden admitir
como decisiones motivadas y razonadas aquellas que, a primera vista y sin necesidad de mayor
esfuerzo intelectual y argumental, se comprueba que parten de premisas inexistentes o
patentemente erróneas o siguen un desarrollo argumental que incurre en quiebras lógicas de tal
magnitud que las conclusiones alcanzadas no pueden considerarse basadas en ninguna de las
razones aducidas. Además, existe un deber reforzado de motivación en el caso de las sentencias
penales condenatorias, en cuanto título jurídico habilitante de la privación del derecho a la libertad
personal.

Artículo 121. Error judicial

Los daños causados por error judicial, así como los que sean consecuencia del funcionamiento
anormal de la Administración de Justicia, darán derecho a una indemnización a cargo del Estado,
conforme a la Ley.

La asunción de la función jurisdiccional con carácter de monopolio y la configuración de los órganos


que la ejercen como un poder fundamental que el Estado quede sometido a responsabilidad por el
ejercicio de la misma. El art. 9.3 de la CE garantiza además la responsabilidad de los poderes
públicos. Esta responsabilidad opera sin perjuicio de la que pueda exigirse a título individual a
Jueces y Magistrados, también prevista en la Constitución y en la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio,
del Poder Judicial. Los arts.292 a 297 de la misma desarrollan este precepto constitucional.

Es preciso distinguir distintos supuestos de responsabilidad del Estado: la imputable a error judicial,
la que sea consecuencia del funcionamiento anormal de la Administración de Justicia y la
responsabilidad por prisión provisional una vez que se ha dictado sentencia absolutoria por
inexistencia del hecho imputado o auto de sobreseimiento libre por esta misma causa (art. 294.1).
En todos los casos es preciso que concurran dos requisitos:

▪ La producción de un daño efectivo, evaluable económicamente e individualizado con relación a


una persona o a un grupo de personas.

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▪ Que el mismo sea imputable al servicio de la Administración de Justicia.

Una especial mención requiere el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, porque el
quebrantamiento de este derecho es un supuesto del funcionamiento anormal de la Administración
de Justicia.

Siguiendo la doctrina sentada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el Tribunal


Constitucional estima que la noción de dilación procesal indebida es reconducible a un concepto
jurídico indeterminado, cuyo contenido concreto debe ser obtenido mediante la aplicación a las
circunstancias específicas de cada caso de los criterios objetivos que sean congruentes con su
enunciado genérico. Por lo tanto, no toda infracción de los plazos procesales constituye un supuesto
de dilación procesal indebida. Para apreciarlo habrá que acudir a criterios tales como la complejidad
del litigio, los márgenes ordinarios de duración de los litigios del mismo tipo, el interés que en aquél
arriesga el demandante de amparo, su conducta procesal y la conducta de las autoridades.

El interesado dirigirá su petición directamente al Ministerio de Justicia, tramitándose la misma con


arreglo a las normas reguladoras de la responsabilidad patrimonial del Estado (arts. 142 y 143 de la
Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común). Contra la resolución que se dicte cabe recurso contencioso-
administrativo (293.2 y 294.3 LOPJ). No obstante hay que tener en cuenta que es preciso obtener un
reconocimiento formal del error judicial o del anormal funcionamiento de la Administración de
Justicia, que servirá de título para reclamar frente al Estado la indemnización procedente. Este
procedimiento, que será el propio del recurso de revisión en materia civil, se regula en el art. 292 de
la Ley Orgánica del Poder Judicial, debiendo destacarse que mediante el mismo no se pretende una
modificación del tenor de la resolución en que se haya cometido el supuesto error.

Artículo 122. El Consejo General del Poder Judicial y la LOPJ

1. La Ley orgánica del poder judicial determinará la constitución, funcionamiento y gobierno de


los Juzgados y Tribunales, así como el estatuto jurídico de los Jueces y Magistrados de
carrera, que formarán un Cuerpo único, y del personal al servicio de la Administración de
Justicia.
2. El Consejo General del Poder Judicial es el órgano de gobierno del mismo. La Ley orgánica
establecerá su estatuto y el régimen de incompatibilidades de sus miembros y sus funciones,
en particular en materia de nombramientos, ascensos, inspección y régimen disciplinario.
3. El Consejo General del Poder Judicial estará integrado por el Presidente del Tribunal
Supremo, que lo presidirá, y por veinte miembros nombrados por el Rey por un período de
cinco años. De éstos, doce entre Jueces y Magistrados de todas las categorías judiciales, en
los términos que establezca la Ley Orgánica; cuatro a propuesta del Congreso de los
Diputados y cuatro a propuesta del Senado, elegidos en ambos casos por mayoría de tres
quintos de sus miembros, entre abogados y otros juristas, todos ellos de reconocida
competencia y con más de quince años de ejercicio en su profesión.

El apartado primero se dedica a los aspectos básicos de la configuración del Poder Judicial,
estableciendo como condición la reserva de ley reforzada para la regulación normativa de la

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organización, funcionamiento y gobierno de los Juzgados y Tribunales y el estatuto jurídico del


personal al servicio de la Administración de Justicia. Por tanto, este precepto incluye un mandato
constitucional que obliga al Poder Legislativo a desarrollar y ejecutar lo contenido en él (STC
198/1989, de 27 de noviembre), a través de la correspondiente Ley Orgánica.

Este mandato constitucional es consecuencia inmediata y directa de la independencia del Poder


Judicial sancionada por el artículo 117 CE de 1978. Si la independencia del Poder Judicial supone la
prohibición de que los jueces estén sometidos, en principio, a normas de rango inferior a la ley y,
especialmente, en el caso de los reglamentos que pueda dictar el Gobierno, el artículo 122.1 CE
viene a reforzar, de modo expreso, la imprescindible reserva legal no sólo en materia de
constitución y funcionamiento de los Juzgados y Tribunales españoles, sino también en lo que se
refiere al estatuto de los miembros de la carrera judicial. Por tanto, cuestiones como la selección, el
nombramiento, los destinos, los ascensos, el régimen disciplinario etc., deben de estar también al
margen de la regulación gubernamental.

Por último, debe señalarse que se trata de una reserva de ley no sólo reforzada sino especialmente
cualificada porque el constituyente no se refiere "a cualquier ley orgánica sino muy precisamente a
la Ley Orgánica del Poder Judicial entendida, por tanto, como un texto normativo unitario que
regula el régimen estatutario de los Jueces y Magistrados globalmente considerados" (STC 60/1986,
de 20 de mayo).

En los apartados 2º y 3º del artículo 122 se acomete la regulación de una institución de nuevo cuño
en el constitucionalismo español como es el Consejo General del Poder Judicial, u órgano propio de
gobierno de los jueces. Su finalidad es garantizar el autogobierno del Poder Judicial que ejerce sus
competencias en todo el territorio nacional, de modo que a él están subordinadas todas las salas de
gobierno del Tribunal Supremo, los Tribunales Superiores de Justicia de las Comunidades
Autónomas, la Audiencia Nacional y demás órganos judiciales.

No obstante, la Constitución no establece de manera precisa cuáles serán las funciones del Consejo
General del Poder Judicial. Se limita a señalar genéricamente las materias mínimas en las que
deberá intervenir: nombramiento, ascensos, inspección y régimen disciplinario de los miembros del
Poder Judicial.

Esta enumeración no debe entenderse como un numerus clausus. En realidad, el constituyente


facultaba al legislador orgánico para que fuese éste el que delimitase su ámbito competencial, pero
respetando la consideración del Consejo General del Poder Judicial como una garantía institucional
de la independencia del Poder Judicial.

Artículo 123. El Tribunal Supremo.

1. El Tribunal Supremo, con jurisdicción en toda España, es el órgano jurisdiccional superior en


todos los órdenes, salvo lo dispuesto en materia de garantías constitucionales.
2. El Presidente del Tribunal Supremo será nombrado por el Rey, a propuesta del Consejo
General del Poder Judicial, en la forma que determine la Ley.

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En este precepto se reitera nuevamente el principio de unidad del Poder Judicial al establecer que el
Tribunal Supremo es el órgano jurisdiccional superior a todos los demás, pero no se le atribuyen
concretas funciones.

La declaración de la superioridad del Tribunal Supremo contenida en este artículo no se ve afectada


por la existencia de Tribunales Superiores de Justicia a que se refiere el artículo 152 CE, segundo
párrafo: "(...) Un Tribunal Superior de Justicia, sin perjuicio de la jurisdicción que corresponde al
Tribunal Supremo, culminará la organización judicial en el ámbito territorial de la Comunidad
Autónoma...". Por tanto, nuestro Texto Constitucional en el artículo 123 extiende la competencia del
Tribunal Supremo a todo el territorio del Estado español, por encima de los Tribunal Superiores de
Justicia de las Comunidades Autónomas.

Esta superioridad se consigue a través de la atribución que le corresponde del último de los recursos
procesales, el recurso de casación, por el que puede anular las sentencias de los tribunales
inferiores por infracción de ley o quebrantamiento de forma. Gracias a este recurso, al Tribunal
Supremo le corresponde la función de fijar la interpretación unitaria de todo el ordenamiento
jurídico español, para conseguir una aplicación uniforme del Derecho en todo el territorio español.
Así, lo recoge la exposición de motivos de la Ley 38/1988, de 28 de diciembre, Demarcación y Planta
Judicial, pues a través del recurso de casación el Tribunal Supremo está en disposición de acometer
la labor de unificación de "la interpretación del ordenamiento jurídico efectuada por todos los
Juzgados y Tribunales, con el carácter de supremo garante del principio de legalidad y unidad de
acción del Poder Judicial en su conjunto". Por tanto, el Tribunal Supremo sienta jurisprudencia en
todas las materias en que los tribunales inferiores hayan mantenido posiciones divergentes, y
conoce de todo el Derecho sustantivo en todos los órdenes o ramas de la Jurisdicción de ahí su
estructura en cinco salas: Sala 1ª (De lo Civil), Sala 2ª (De lo Criminal), Sala 3ª (De lo Contencioso-
administrativo), Sala 4ª (De lo Social), Sala 5ª (De lo Militar).

Su estructura más detallada, así como las principales decisiones jurisprudenciales etc. de este
Tribunal pueden consultarse en su sitio web:
(http://www.poderjudicial.es/eversuite/GetRecords?Template=cgpj/ts/principal.htm).

Además, el artículo 61.1 LOPJ prevé una Sala de Revisión constituida por el Presidente del Tribunal
Supremo, los Presidentes de Sala y el Magistrado más antiguo y el más moderno de cada una de
ellas, a la que corresponde conocer y resolver sobre:

▪ Los recursos de revisión contra las sentencias dictadas en única instancia por la Sala de lo
contencioso-administrativo de dicho Tribunal.
▪ Los incidentes de recusación del Presidente del Tribunal Supremo, o los Presidentes de Sala, o
de más de dos magistrados de una Sala.
▪ Las demandas de responsabilidad civil que se dirijan contra los Presidentes de Sala o contra
todos o la mayor parte de los Magistrados de una Sala de dicho Tribunal por hechos realizados
en el ejercicio de su cargo.
▪ La instrucción y enjuiciamiento de las causas contra Presidentes de Sala o contra los
Magistrados.de una Sala, cuando sean juzgados todos o la mayor parte de los que la
constituyen.

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▪ El conocimiento de las pretensiones de declaración de error judicial cuando éste se impute a


una Sala del Tribunal Supremo.

Debe señalarse que, la predicada superioridad del Tribunal Supremo no se extiende a la materia de
garantías constitucionales, según lo establecido en el Título IX de nuestra Constitución que regula el
Tribunal Constitucional, que no forma parte del Poder Judicial.
Artículo 124. El Ministerio Fiscal.

1. El Ministerio Fiscal, sin perjuicio de las funciones encomendadas a otros órganos, tiene por
misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los
ciudadanos y del interés público tutelado por la Ley, de oficio o a petición de los interesados,
así como velar por la independencia de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción
del interés social.
2. El Ministerio Fiscal ejerce sus funciones por medio de órganos propios conforme a los
principios de unidad de actuación y dependencia jerárquica y con sujeción, en todo caso, a
los de legalidad e imparcialidad.
3. La Ley regulará el estatuto orgánico del Ministerio Fiscal.
4. El Fiscal General del Estado será nombrado por el Rey, a propuesta del Gobierno, oído el
Consejo General del Poder Judicial.

La actual regulación del Ministerio Fiscal en la Constitución española de 1978 debe señalarse en
primer lugar, que la mención incluida en el artículo 124 le otorga el carácter de garantía
institucional, pues sus características básicas vienen impuestas por el Texto constitucional. Por
tanto, el legislador no puede ni suprimir la institución ni privarla de sus rasgos más esenciales. De
ahí la reserva de ley para su Estatuto orgánico, que elimina la clásica capacidad gubernamental de
regulación de su organización y funcionamiento.

El desarrollo legislativo del artículo se contiene en el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal
aprobado por la Ley 50/1981, de 30 de diciembre. No obstante, debe señalarse que la Ley Orgánica
del Poder Judicial dedica su Libro V, Título I al "Ministerio Fiscal y demás personas e instituciones
que cooperan con la administración de justicia y de los que la auxilian". Así el artículo 435 de la LOPJ
establece que, sin perjuicio de las funciones encomendadas a otros órganos, el Ministerio Fiscal
tiene por misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los
ciudadanos y del interés público tutelado por la Ley, de oficio o a petición de los interesados, así
como velar por la independencia de los tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés
social. Por tanto, la principal función del Ministerio Fiscal es la de ser representante y defensor de la
legalidad. Y, además, el legislador le asigna específicamente la misión de defender la legalidad de
sectores específicos del ordenamiento: menores, incapaces...

En dicho Estatuto Orgánico se señala que el Ministerio Fiscal tiene por misión promover la acción de
la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público
tutelado por la Ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de
los Tribunales, y procurar ante éstos la satisfacción del interés social (art. 1). Y según artículo 2 el
Ministerio Fiscal se integra, aunque con autonomía funcional; en el Poder Judicial, ejerce su misión

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por medio de órganos propios, conforme a los principios de unidad de actuación y dependencia
jerárquica y con sujeción, en todo caso, a los de legalidad e imparcialidad.

Los cuatro principios que guían su actuación son, pues, los principios de unidad, dependencia,
legalidad e imparcialidad. El principio de unidad, también denominado de indivisibilidad, significa
que todos los integrantes de la Fiscalía actúan como si fueran una misma persona y a través de sus
órganos propios. El principio legalidad supone su sometimiento a la ley, al igual que el resto de
poderes públicos (art. 9.1 CE). El principio de imparcialidad se conecta directamente con su función
de defensa de los intereses del Estado pues le obliga a actuar con objetividad al margen de
cualquier interés particular.

No obstante, el principio de dependencia es el más controvertido pues en su vertiente interna


supone la subordinación a sus superiores y en especial al Fiscal General del Estado, que podrán dar
instrucciones a los inferiores, pero en su vertiente externa se conecta con su subordinación respecto
del Poder ejecutivo. Nuestra Constitución ha adoptado una posición intermedia, y en su virtud, se
eliminó la referencia constitucional a la dependencia gubernamental pero no se pretendió modificar
la tradicional posición del Ministerio Fiscal en el entramado constitucional.

Artículo 125. Acción popular.

Los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participar en la Administración de Justicia


mediante la institución del Jurado, en la forma y con respecto a aquellos procesos penales que la
Ley determine, así como en los Tribunales consuetudinarios y tradicionales.

El precepto en cuestión regula los cauces de la participación de los ciudadanos en la Administración


de Justicia, que se resumen en la acción popular, el Jurado popular y los tribunales tradicionales.

La acción popular no debe excluirse de la participación ciudadana en la Administración de Justicia


porque la intervención del pueblo en la Justicia se incluye también en la acción popular, pues ésta es
un elemento de iniciación del subsiguiente proceso penal. Así, nuestra Norma Fundamental ampara
la defensa de los intereses legítimos por la vía judicial y la amplia al reconocer la acción popular,
pues ésta está llamada a proteger el interés público. El artículo 19.1 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial dispone que "los ciudadanos de nacionalidad española podrán ejercer la acción popular en
los casos y formas establecidos en la ley".

La acción pública supone la atribución de legitimación activa para que un ciudadano pueda
personarse en un proceso sin necesidad de invocar la lesión de un interés propio, sino en defensa de
la legalidad. Se trata por tanto, de una manifestación del derecho público subjetivo al libre acceso a
los Tribunales en que las pretensiones que se mantengan sean de interés público. Por tanto, la
acción popular se enmarca dentro del más amplio espacio del derecho a la tutela judicial efectiva
del artículo 24 CE, y así lo señala la jurisprudencia constitucional vertida sobre esta institución. Por
ejemplo, la STC 62/1983, de 11 de julio que determina como su ejercicio se puede incluir en el
ámbito del mencionado artículo, pues "dentro de los supuestos en atención a los cuales se
establecen por el Derecho las acciones públicas se encuentran los intereses comunes, es decir,
aquellos en que la satisfacción del interés común es la forma de satisfacer el de todos y de cada uno

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de los que componen la sociedad, por lo que puede afirmarse que cuando un miembro de la
sociedad defiende un interés común sostiene simultáneamente un interés personal, o, si se quiere
desde otra perspectiva, que la única forma de defender el interés personal es sostener el interés
común".

No obstante, comprende solamente el derecho a iniciar el proceso penal y no a obtener una


sentencia sea condenatoria o absolutoria (STC 41/1997 y 74/1997).

Nuestro ordenamiento es restrictivo en la operatividad práctica de la acción popular, pues ésta sólo
está permitida en los procesos penales, salvo en el caso de los delitos privados, excluyéndola
también en el procedimiento penal militar (STC 64/1999, de 26 de abril). Por tanto, están
legitimados para concurrir como acción popular todos los ciudadanos españoles y el Ministerio
Fiscal (artículos 101 y 270 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal).

Queda excluida la acción popular para los ciudadanos extranjeros, que sólo podrán comparecer en
el proceso cuando sean parte ofendida por el delito.

Por otro lado, en materia de Tribunales consuetudinarios y tradicionales también deben ser
considerados fórmula de participación ciudadana en la Administración de Justicia, precisamente
porque éstos se componen de personas no especializadas en la práctica judicial.

Tienen este carácter, el Tribunal de Aguas de la Vega de Valencia y el Consejo de Hombres Buenos
de Murcia, añadido al artículo 19 LOPJ por obra de la Ley Orgánica 13/199 de 14 de mayo ".

Conviene dejar constancia también de que por algún sector de la doctrina se afirma que tienen,
asimismo, carácter tradicional y consuetudinario los juzgados de paz, sobre todo porque no son
órganos judiciales profesionales

La institución del Jurado popular que ha sido una de las más controvertidas desde la promulgación
de la Constitución española de 1978. Es una institución de permanente inclusión en los textos
constitucionales desde sus más incipientes manifestaciones. Así, en Francia la Ley de 29 de
septiembre de 1791 establecía por primera vez en el constitucionalismo continental la institución
del Jurado que se extendió a las sucesivas Constituciones del país vecino.

La institución del Jurado popular indudablemente se enlaza con el derecho a la participación directa
de los ciudadanos en los asuntos públicos. Estamos, por tanto, ante un derecho subjetivo,
perteneciente a la esfera del status activae civitatis, que se debe ejercitar directamente. De aquí la
necesidad de regular un procedimiento que permita esta forma de participación. Ahora bien, según
la redacción de nuestra Constitución, el Jurado popular se limita a los procesos penales, es decir, no
podrá establecerse un Jurado popular en procesos civiles ni en los de ningún otro tipo.

La institución del Jurado popular se regula en la Ley Orgánica 5/1995, de 2 de noviembre,


posteriormente reformada por la Ley Orgánica 8/1995, de 16 de noviembre y por la Ley Orgánica
10/1995. El Jurado comenzó a funcionar en España con la mayoría de edad de nuestra Constitución,

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concretamente el primer veredicto de un Jurado popular en España se produjo el 27 de mayo de


1996.

Se trata de un derecho-deber tal y como establece su artículo 6: "La función de jurado es un


derecho ejercitable por aquellos ciudadanos en los que no concurra motivo que lo impida y su
desempeño un deber para quienes no estén incursos en causa de incompatibilidad o prohibición ni
puedan excusarse conforme a esta ley". Por ello, Ley del Jurado en su artículo 7.3 declara que: "El
desempeño de la función de Jurado tendrá, a los efectos del ordenamiento laboral y funcionarial, la
consideración de cumplimiento de un deber inexcusable de carácter público y personal"; y en los
apartados 1 y 2 adopta una serie de medidas dirigidas a mitigar, en la medida de lo posible, la
onerosidad del cumplimiento de este deber, mediante la correspondiente retribución de la función
y la indemnización por los gastos ocasionados. La imposibilidad de cumplir con sus deberes como
Jurado popular exige que la causa de exclusión se acredite y sea notoria y lo suficientemente
relevante para eximirle del cumplimiento de este deber.

Las excusas para cumplir con el deber de ser Jurado se relacionan en el artículo 12 LOTJ, y son las
siguientes:

▪ Los mayores de 75 años.


▪ Los que hayan desempeñado afectivamente funciones de Jurado en los cuatro años anteriores al
día de su designación.
▪ Los que sufran grave trastorno por razón de cargas familiares,
▪ Los que desempeñen trabajo de relevante interés general de difícil sustitución,
▪ Los militares profesionales en activo por razones de servicio,
▪ Los que aleguen y acrediten suficientemente cualquier otra causa que les dificulte de forma
grave el desempeño de la función de Jurado.

Los requisitos para ser jurado son, según art. 8 LOTJ:

▪ Ser español mayor de edad,


▪ Encontrarse en pleno ejercicio de sus derechos políticos,
▪ Saber leer y escribir,
▪ Ser vecino, al tiempo de la designación, de cualquiera de los municipios de la provincia en que el
delito se hubiere cometido,
▪ No estar impedido física, psíquica o sensorialmente para el desempeño de la función de Jurado.

Podrán alegar incapacidad para ser Jurado:

▪ Los condenados por delito doloso, que no hayan obtenido rehabilitación.


▪ Los procesados y aquellos acusados que se hallasen en la fase de apertura de juicio oral y los
detenidos o en situación de prisión provisional o cumpliendo pena por delito.
▪ Los suspendidos, en procedimiento penal, de su empleo o cargo público, mientras dure la
suspensión.

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Aparte de las numerosas causas de incompatibilidad para ser Jurado que se relacionan en el artículo
10 LOTJ, se prohíbe actuar como Jurado en aquellos procesos en los que además se sea acusador
particular o privado, actor civil, acusado o tercero responsable; en los que se mantenga con alguna
de las partes vínculo matrimonial o situación de hecho asimilable, parentesco por consanguinidad o
afinidad de segundo grado...; en los que se tenga con el Magistrado-Presidente del Tribunal o con el
Ministerio Fiscal o el Secretario Judicial vínculo de parentesco o relación a que se refiere los
apartados 1, 2, 3, 4. 7, 8 y 11 del artículo 219 LOPJ; en los que se haya intervenido en la causa como
testigo, perito o interprete; o tengan interés directo o indirecto en la causa.

Según la Exposición de Motivos de la Ley Orgánica 5/1995 se ha optado por seleccionar aquellos
delitos en los que la acción típica carece de excesiva complejidad, y, que por tanto son
especialmente aptos para su valoración por ciudadanos no profesionalizados en la función judicial.
Así, el artículo 1 establece que el Tribunal del Jurado tendrá competencia para el enjuiciamiento de
los delitos:

▪ Contra las personas: parricidio, asesinato, homicidio, auxilio o inducción al suicidio, infanticidio...
▪ Delitos cometidos por los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos: infidelidad en la
custodia de presos, cohecho, malversación de caudales públicos, fraudes y exacciones ilegales,
negociaciones prohibidas por funcionarios públicos, tráfico de influencias...
▪ Delitos contra la libertad y la seguridad: omisión del deber de socorro, allanamiento de morada,
amenaza...
▪ Delitos de incendios: incendios forestales...

Artículo 126. La policía judicial

La policía judicial depende de los Jueces, de los Tribunales y del Ministerio Fiscal en sus funciones
de averiguación del delito y descubrimiento y aseguramiento del delincuente, en los términos que la
Ley establezca.

Se constitucionaliza el principio de dependencia de la policía judicial de los Jueces, Magistrados y


Ministerio Fiscal. Por tanto, la Constitución en este precepto señala las dos notas o condiciones
básicas de la policía judicial: su dependencia directa de los órganos judiciales y de la Fiscalía del
Estado, y su especialización en materia penal.

La Policía Judicial no forma parte del Poder Judicial, aunque el constituyente consideró necesario su
previsión expresa, para disipar toda duda sobre su vinculación a la función jurisdiccional a pesar de
ser una institución administrativa.

Por tanto, la Policía Judicial comprende todas las unidades dependientes de las Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad del Estado, que bajo la dependencia orgánica del Poder Ejecutivo, están
funcionalmente adscritas al auxilio de los Juzgados y Tribunales y al Ministerio Fiscal en la
averiguación de los delitos públicos que se cometieren en su territorio o demarcación y las
diligencias necesarias para su comprobación, el descubrimiento de los delincuentes, la recogida de
los efectos, instrumentos o pruebas del delito poniéndolos a disposición de la autoridad judicial (art.
282 Ley de Enjuiciamiento Criminal).

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El desarrollo constitucional de este precepto se encuentra en varias disposiciones normativas. En


primer lugar en la Ley Orgánica del Poder Judicial en sus artículos 443 a 446 en los que se señala
que la función de la policía judicial es el auxilio de los juzgados y tribunales y del Ministerio Fiscal en
la averiguación de los delitos y en el descubrimiento y aseguramiento de los delincuentes. Esta
función competerá, cuando fueren requeridos para prestarla, a todos los miembros de las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad, tanto si dependen del Gobierno central como de las Comunidades
Autónomas o de los Entes locales, dentro del ámbito de sus respectivas competencias.
La Ley Orgánica del Poder Judicial también establece las funciones de la Policía Judicial en sus
artículos 445 y ss: la averiguación de los responsables y circunstancias de los hechos delictivos y la
detención de los primeros, dando cuenta seguidamente a la autoridad judicial y fiscal, conforme a lo
dispuesto en las Leyes; el auxilio a la autoridad judicial y fiscal en cuantas actuaciones deba realizar
fuera de su sede y requieran la presencia policial; la realización material de las actuaciones que
exijan el ejercicio de la coerción y ordenare la autoridad judicial o fiscal, la garantía del
cumplimiento de las órdenes y resoluciones de la autoridad judicial o fiscal; y cualesquiera otras de
la misma naturaleza en que sea necesaria su cooperación o auxilio y lo ordenare la autoridad
judicial o fiscal.

Artículo 127. Incompatibilidades de Jueces y Magistrados

1. Los Jueces y Magistrados, así como los Fiscales, mientras se hallen en activo, no podrán
desempeñar otros cargos públicos, ni pertenecer a partidos políticos o sindicatos. La Ley
establecerá el sistema y modalidades de asociación profesional de los Jueces, Magistrados y
Fiscales.
2. La Ley establecerá el régimen de incompatibilidades de los miembros del poder judicial, que
deberá asegurar la total independencia de los mismos.

El artículo 127 CE regula variadas materias que afectan al estatuto de Jueces, Magistrados y Fiscales:
incompatibilidades, limitaciones en los derechos de asociación y prohibición de desempeño de
cargos públicos. La inclusión de este precepto constitucional de este tipo debe ser entendida como
una mayor concreción del artículo 117, imponiendo a la Ley Orgánica del Poder Judicial un mínimun
en matera de prohibiciones e incompatibilidades para garantizar la plena independencia de
aquéllos. No se encuentran, sin embargo, precedentes en el Derecho Comparado.

El texto del artículo 127 de la Constitución se reitera en el artículo 395 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial: "No podrán los jueces o magistrados pertenecer a partidos políticos o sindicatos o tener
empleo al servicio de los mismos, y les estará prohibido:

▪ Dirigir a los poderes, autoridades y funcionarios públicos o corporaciones oficiales, felicitaciones


o censuras por sus actos, ni concurrir, en su calidad de miembros del Poder Judicial, a
cualesquiera actos o reuniones públicas que no tengan carácter judicial, excepto aquellas que
tengan por objeto cumplimentar al Rey o para las que hubieran sido convocados o autorizados a
asistir por el Consejo General del Poder Judicial.
▪ Tomar en las elecciones legislativas o locales más parte que la de emitir su voto personal. Esto
no obstante, ejercerán las funciones y cumplimentarán los deberes inherentes a sus cargos".

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Desde el punto de vista disciplinario, el artículo 417.2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial establece
que será falta muy grave la afiliación a partidos políticos o sindicatos, o el desempeño de empleos o
cargos a su servicio.

Redundando en lo expuesto, el artículo 6 de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General declara la


innegibilidad de los "Magistrados, Jueces y Fiscales que se hallen en situación de activo". En el
supuesto de que opten por concurrir como candidatos en unas elecciones bajo la situación
administrativa correspondiente, el artículo 7.4 LOREG les reconoce la reserva de plaza o destino "en
las condiciones que determinen las normas específicas de aplicación".

La ya derogada Ley Orgánica 1/1980, de 10 de enero, del Consejo General del Poder Judicial,
regulaba el sistema de asociacionismo judicial y requería, al menos, la adhesión del 15 por cien de
los que pudiesen formar parte de las referidas asociaciones judiciales. Esta normativa se reformó
con la Ley Orgánica del Poder Judicial que en su artículo 401 establece una serie de reglas o
requisitos de estas asociaciones de Jueces y Magistrados:

▪ Tendrán personalidad jurídica y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines.


▪ Tendrán como fines la defensa de los intereses profesionales de sus miembros en todos sus
aspectos y la realización de actividades encaminadas al servicio de la justicia en general.
▪ No podrán realizar actividades políticas ni tener vinculaciones con partidos políticos o
sindicatos.
▪ Deberán tener ámbito nacional, sin perjuicio de la existencia de secciones cuyo ámbito coincida
con el de un Tribunal Superior de Justicia.
▪ Podrán asociarse libremente a asociaciones profesionales.
▪ Sólo podrán formar parte de ellas aquellos que ostenten la condición de jueces y magistrados en
servicio activo.
▪ Ningún juez o magistrado podrá estar afiliado a más de una asociación profesional.

Cumplidas estas condiciones, las asociaciones profesionales estarán válidamente constituidas desde
que se inscriban en el Registro del Consejo General del Poder Judicial, solicitud a la que deberá
acompañarse un ejemplar de sus Estatutos y la relación de afiliados. Naturalmente, su estructura
interna y funcionamiento deberán ser democráticos, pero estos Estatutos deberán incluir además
los siguientes extremos: nombre de la asociación, fines específicos, organización y representación
de la misma, régimen de afiliación, medios económicos y régimen de cuotas y forma de elección de
los cargos directivos.

En relación con su régimen de incompatibilidades, éstas se establecen a modo de limitaciones


concretas que impiden a los miembros de la carrera judicial y fiscal ejercer dos o más puestos de
trabajo de forma simultánea. Su fundamento es nuevamente el de garantizar la imparcialidad de la
función jurisdiccional. No obstante, puede añadirse nuevas razones de legitimación: la dedicación
total a la función judicial, o la salvaguardia del interés público en relación con el privado, aunque en
realidad esta última es una matización de la independencia judicial. En atención a estas
consideraciones el régimen de incompatibilidades de los Jueces y Magistrados es, podría decirse,

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más restrictivo que el del resto de autoridades y funcionarios públicos. La concreción de las
incompatibilidades se contiene en la Ley Orgánica del Poder Judicial.

2.- EL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL

El CGPJ es el órgano de gobierno autónomo del Poder Judicial, con competencia en todo el territorio
nacional.

Es, por tanto, el órgano de gobierno de todos los Juzgados y Tribunales que integran el Poder
Judicial y, con subordinación a él, ejercen sus funciones las Salas de Gobierno del Tribunal Supremo,
de la Audiencia Nacional y de los Tribunales Superiores de Justicia, así como los demás órganos
jurisdiccionales con atribuciones gubernativas en sus respectivos ámbitos orgánicos (Presidentes de
los Tribunales y Audiencias, Jueces Decanos, Juntas de Jueces y Jueces). Como tal, es cometido
principal del CGPJ velar por la garantía de la independencia de los Jueces y Magistrados en el
ejercicio de las funciones jurisdiccionales que les son propias frente a todos, incluso frente a los
órganos judiciales y los de gobierno del Poder Judicial.

Por ello, si un Juez o Magistrado se considera inquietado o perturbado en su independencia puede


ponerlo en conocimiento del CGPJ, aunque ni éste ni ningún otro órgano subordinado de gobierno
del Poder Judicial pueden dictar instrucciones de carácter general o particular sobre la
interpretación o aplicación del ordenamiento jurídico que los Jueces y Magistrados lleven a cabo en
el desempeño de sus competencias judiciales.

EL CGPJ es un Órgano Constitucional que se sitúa en una posición institucional de paridad con los
demás órganos constitucionales Gobierno, Congreso de los Diputados, Senado, Tribunal
Constitucional y que se encuentra investido de las garantías de superioridad e independencia
características de éstos en su orden respectivo y, por ello, está legitimado para plantear conflictos
de atribuciones ante el Tribunal Constitucional frente a los demás órganos constitucionales en
defensa de sus competencias.

Ahora bien, el CGPJ, pese a ser el órgano de gobierno del Poder Judicial, no es un órgano
jurisdiccional ni forma parte de éste.

El CGPJ no participa de la función judicial, constitucionalmente reservada a los Juzgados y Tribunales


integrantes del Poder Judicial, siendo el Tribunal Supremo el órgano jurisdiccional superior en todos
los órdenes con jurisdicción en toda España, y los correspondientes Tribunales Superiores de Justicia
los órganos jurisdiccionales que culminan la organización judicial en el ámbito territorial de la
respectiva Comunidad Autónoma.

Historia.- La creación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) como órgano de gobierno del
mismo responde exactamente a la voluntad del constituyente de 1978, que expresamente lo
institucionaliza y lo define como tal en el artículo 122 de la Constitución española (ver página 10 del
tema). Este mismo precepto constitucional establece los criterios básicos sobre la composición del
CGPJ.

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Según lo establecido en el propio artículo 122 del Texto Fundamental, el desarrollo normativo de
estas particulares previsiones constitucionales debería producirse a través de la Ley Orgánica del
Poder Judicial a la que en el mismo se alude, norma que parece la más idónea para regular el
órgano de gobierno del Poder Judicial. Sin embargo, se dictó primero la Ley Orgánica 1/1980, de 10
de enero, del Consejo General del Poder Judicial, cuya temprana promulgación se debió a la
necesaria puesta en funcionamiento del Tribunal Constitucional ya que, de acuerdo con el artículo
159.1 de la Constitución, dos de los miembros de éste debían ser propuestos por aquél. Con
posterioridad, se aprobaría la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial (LOPJ), donde,
efectivamente, se regula de forma definitiva el CGPJ, al que se dedica todo el Título II del Libro II,
derogándose consiguientemente la anterior Ley Orgánica 1/1980, de 10 de enero. La LOPJ ha
experimentado, a su vez, algunas reformas parciales ulteriores a través de Leyes Orgánicas que, en
algunos casos, se dedicaron expresamente a ello y, en otros, le afectaron por razón de la materia
(Jurisdicción Militar, Tribunal del Jurado, etc...).

El CGPJ no sólo se rige por la Constitución y por la LOPJ, sino, además, por su propio reglamento
interno -Reglamento 1/1986, de 22 de abril, de Organización y Funcionamiento del Consejo General
del Poder Judicial-, cuya aprobación corresponde al CGPJ de acuerdo con la competencia que le
viene atribuida desde el artículo 110.1 LOPJ.

La creación del CGPJ constituyó en su día una auténtica innovación del constituyente español de
1978 (que siguió en este aspecto los modelos que ofrecían las instituciones análogas de Francia,
Italia y Portugal), ya que, en un sentido estricto, no es posible hallar ningún antecedente directo en
nuestra historia constitucional de un órgano de gobierno autónomo del Poder Judicial y garante de
la independencia de éste.

Han existido, no obstante, algunas instituciones singulares que, de alguna manera, podrían
considerarse precedentes remotos del actual CGPJ. Entre éstas merecerían ser citadas la Junta
Central o Suprema, creada por Decreto de 6 de diciembre de 1849, la Junta Organizadora del Poder
Judicial, establecida mediante Real Decreto de 20 de octubre de 1923 y, sobre todo, el Consejo
Judicial. Este último organismo fue instituido por Real Decreto de 18 de mayo de 1917, disposición
que, sin embargo, sería prontamente derogada mediante Real Decreto de 18 de julio del mismo
año, sin que la institución llegara realmente a entrar en funcionamiento; por Real Decreto de 21 de
junio de 1926 vuelve a restablecerse, hasta su nueva desaparición en virtud de Decreto de 19 de
mayo de 1931; finalmente, la Ley de 20 de diciembre de 1952 procedería al establecimiento de un
nuevo Consejo Judicial, que perviviría hasta la implantación del régimen constitucional democrático.
Debe reiterarse, sin embargo, que ninguno de estos órganos a los que se ha hecho referencia
constituyen propiamente antecedentes históricos directos del actual CGPJ, aunque algunos de ellos,
en determinados momentos y circunstancias, reflejaron serios intentos de institucionalización, al
menos parcial, de un órgano de gobierno autónomo del Poder Judicial y garante de la
independencia de éste que, sin embargo, no llegaron nunca a desarrollarse por completo. En
realidad, la existencia de un órgano de estas características únicamente es posible en el marco de
un régimen constitucional democrático -fundado en la separación de poderes y en la tutela efectiva
de los derechos fundamentales y libertades públicas- y, por tanto, sólo ha podido llevarse a término
plenamente a partir de la entrada en vigor de la vigente Constitución española con la creación del
actual CGPJ.

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COMPOSICIÓN Y FUNCIONES.

Composición.

El Consejo General del Poder Judicial está integrado por el Presidente del Tribunal Supremo, que lo
preside, y por veinte miembros (denominados Vocales) propuestos por el Congreso de los
Diputados y por el Senado según la distribución que se expone a continuación:
Cada una de las Cámaras del Parlamento español elige, por mayoría de tres quintos, a seis
miembros (Vocales) entre Jueces y Magistrados de todas las categorías judiciales que serán
propuestos para su nombramiento por el Rey de acuerdo con el siguiente procedimiento:

a) Podrán ser propuestos los Jueces y Magistrados de todas las categorías judiciales que se hallen
en servicio activo y no sean miembros del Consejo saliente o presten servicios en los órganos
técnicos del mismo.
b) La propuesta será formulada al Rey por el Congreso de los Diputados y el Senado,
correspondiendo a cada Cámara proponer seis Vocales, por mayoría de tres quintos de sus
respectivos miembros, entre los presentados a las Cámaras por los Jueces y Magistrados
conforme a lo previsto en el apartado siguiente señalado con la letra c).
c) Los candidatos serán presentados, hasta un máximo del triple de los doce puestos a proponer,
por las asociaciones profesionales de Jueces y Magistrados o por un número de Jueces y
Magistrados que represente, al menos, el 2 % de todos los que se encuentren en servicio activo.
La determinación del número máximo de candidatos que corresponde presentar a cada
asociación y del número máximo de candidatos que pueden presentarse con las firmas de
Jueces y Magistrados se ajustará a criterios estrictos de proporcionalidad, de acuerdo con las
siguientes reglas:
1. Los 36 candidatos se distribuirán en proporción al número de afiliados de cada
asociación y al número de no afiliados a asociación alguna, determinando este último
el número máximo de candidatos que pueden ser presentados mediante firmas de
otros Jueces y Magistrados no asociados; todo ello, de acuerdo con los datos
obrantes en el Registro constituido en el Consejo General del Poder Judicial conforme
a lo previsto en el artículo 401 de la presente Ley Orgánica y sin que ningún Juez o
Magistrado pueda avalar con su firma más de un candidato.
2. En el caso de que el número de Jueces y Magistrados presentados con el aval de
firmas suficientes supere el máximo al que se refiere el apartado anterior, sólo
tendrán la consideración de candidatos los que, hasta dicho número máximo, vengan
avalados por el mayor número de firmas. En el supuesto contrario de que el número
de candidatos avalados mediante firmas no baste para cubrir el número total de 36,
los restantes se proveerán por las asociaciones, en proporción al número de afiliados;
a tal efecto y para evitar dilaciones, las asociaciones incluirán en su propuesta inicial,
de forma diferenciada, una lista complementaria de candidatos.
3. Cada asociación determinará, de acuerdo con lo que dispongan sus Estatutos, el
sistema de elección de los candidatos que le corresponda presentar.

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d) Entre los 36 candidatos presentados, conforme a lo dispuesto en la letra c) anterior, se


elegirán en primer lugar 6 Vocales por el Pleno del Congreso de los Diputados, y una vez
elegidos estos 6 Vocales, el Senado elegirá los otros 6 entre los 30 candidatos restantes.
Cada Cámara del Parlamento elige, además, por mayoría de tres quintos, cuatro
miembros (Vocales) entre abogados y otros juristas de reconocida competencia con más
de 15 años de ejercicio en su profesión, que no sean miembros del Consejo saliente ni
presten servicios en los órganos técnicos del mismo.

Entre Jueces y Entre juristas de Totales


Magistrados reconocida competencia
Vocales propuestos
6 4 10
por El Congreso
Vocales propuestos
6 4 10
por El Senado
TOTAL
12 8 20
VOCALES
Propuesto por el Pleno del Consejo General del 1
Presidente Poder Judicial entre miembros de la carrera
judicial o juristas de reconocida competencia

El Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial. Será nombrado por el
Rey a propuesta del Consejo General del Poder Judicial entre miembros de la carrera judicial o
juristas de reconocida competencia, con más de quince años de antigüedad en su carrera o en el
ejercicio de su profesión. Podrá ser reelegido y nombrado, por una sola vez, para un nuevo
mandato. La propuesta del Consejo General del Poder Judicial se adoptará por mayoría de tres
quintos de sus miembros en la propia sesión constitutiva del mismo.
El Vicepresidente del Consejo General del Poder Judicial será propuesto por el pleno de este entre
sus vocales, por mayoría de tres quintos de sus componentes, y nombrado por el Rey. El
Vicepresidente sustituye al Presidente en los supuestos previstos en los supuestos de los supuestos
de vacante, ausencia, enfermedad del Presidente, o por otro motivo legítimo.

Funciones.

El artículo 122.2 de la Constitución dispone que "el Consejo General del Poder Judicial es el órgano
de gobierno del mismo. La ley orgánica establecerá su estatuto y el régimen de incompatibilidades
de sus miembros y sus funciones, en particular en materia de nombramientos, ascensos, inspección
y régimen disciplinario".

Este precepto no concreta todas las funciones del Consejo General del Poder Judicial, sino que
solamente se refiere a algunas de ellas sin carácter exhaustivo (funciones en particular en materia
de nombramientos, ascensos, inspección y régimen disciplinario), remitiendo su completa
determinación a una Ley Orgánica.

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En los artículos 107 y siguiente de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial se
enumeran las competencias del Consejo General del Poder Judicial, que pueden ser clasificadas
sistemáticamente de la siguiente forma:

1. Funciones relativas al nombramiento de altos cargos: Propuesta de nombramiento del


Presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ; propuesta de nombramiento de dos Magistrados
del Tribunal Constitucional; audiencia en el nombramiento de Fiscal General del Estado.
Asimismo, le corresponde el nombramiento del Secretario General del CGPJ y del personal de los
servicios administrativos dependientes de éste.
2. Atribuciones en materia de selección, formación, provisión de destinos, perfeccionamiento,
ascensos, situaciones administrativas y régimen disciplinario de Jueces y Magistrados.
Nombramiento de los Jueces, mediante Orden; y presentación a Real Decreto, refrendado por el
Ministro de Justicia, de los nombramientos de Magistrados del Tribunal Supremo, Presidentes y
Magistrados.
3. Inspección de Juzgados y Tribunales. El artículo 107 LOPJ señala que el CGPJ tendrá, entre sus
competencias, la "Inspección de Juzgados y Tribunales". Y posteriormente en el artículo 171
especifica que "el CGPJ ejerce la superior inspección y vigilancia sobre todos los juzgados y
tribunales para la comprobación y control del funcionamiento de la Administración de Justicia".

La inspección comprenderá el examen de cuanto resulte necesario para conocer el


funcionamiento del Juzgado o Tribunal y el cumplimiento de los deberes del personal judicial,
atendiendo especialmente a las exigencias de una pronta y eficaz tramitación de todos los
asuntos. Por otra parte, conviene tener presente que la interpretación y la aplicación de las leyes
hechas por los Jueces o Tribunales cuando administran justicia no podrá, en ningún caso, ser
objeto de aprobación, censura o corrección con ocasión o a consecuencia de actos de
inspección.

El Servicio de Inspección es el órgano técnico que, bajo la dependencia del Pleno del CGPJ,
ejerce la comprobación y control del funcionamiento de los servicios de la Administración de
Justicia, mediante la realización de las actuaciones y visitas que le sean ordenadas por el Pleno o
su Presidente, sin perjuicio de las competencias de los órganos de gobierno de los Tribunales.

Asimismo, este Servicio recibirá y comprobará las denuncias, quejas y reclamaciones que se
dirijan al Consejo sobre el funcionamiento de los distintos órganos judiciales y sobre el
cumplimiento de sus deberes por parte de todo el personal judicial, dando cuenta de las mismas
a la Comisión Disciplinaria. En este sentido, el Pleno del CGPJ aprobó en su reunión del día 2 de
diciembre de 1998 el Reglamento de Quejas y Reclamaciones, donde se describe la tramitación
que habrá de darse a las denuncias, sugerencias, quejas y reclamaciones de los ciudadanos
sobre el funcionamiento de la Administración de Justicia. Este Reglamento se complementa con
la Instrucción 1/1999 que contiene el Protocolo de servicio y los formularios de tramitación de
quejas y reclamaciones y la previa información al ciudadano.

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4. Función consultiva. El CGPJ deberá informar los anteproyectos de leyes y disposiciones generales
del Estado y de las Comunidades Autónomas que afecten, total o parcialmente, a materias
relacionadas con el Poder Judicial o al ejercicio de la función jurisdiccional. Asimismo, a solicitud
de las Cortes Generales o de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas,
informará las proposiciones de ley o enmiendas que versen sobre dichas materias.

En concreto, el artículo 108 de la Ley orgánica del Poder Judicial atribuye al Consejo General del
Poder Judicial la competencia para informar los anteproyectos de leyes y disposiciones del
Estado o de las Comunidades Autónomas en relación con las siguientes materias:

▪ Determinación y modificación de demarcaciones judiciales.


▪ Fijación y modificación de la plantilla orgánica de Jueces, magistrados, secretarios y
personal que preste servicios en la Administración de Justicia.
▪ Estatuto orgánico de jueces y magistrados.
▪ Estatuto orgánico de los secretarios y del resto del personal al servicio de la
Administración de Justicia.
▪ Normas procesales ó que afecten a aspectos jurídico-constitucionales de la tutela
ante los Tribunales ordinarios del ejercicio de derechos fundamentales y cualesquiera
otras que afecten a la constitución, organización, funcionamiento y gobierno de los
Juzgados y Tribunales.
▪ Leyes penales y normas sobre régimen penitenciario.
▪ Aquellas otras que le atribuyan las leyes.

5. Elaboración de la Memoria Anual. El CGPJ deberá elevar anualmente a las Cortes Generales una
Memoria sobre el estado, funcionamiento y actividad del CGPJ y de los Juzgados y Tribunales de
Justicia, que incluirá las necesidades que, a su juicio, existan en materia de personal,
instalaciones y recursos en general, para el correcto desempeño de las funciones que la
Constitución y las leyes orgánicas asignan al Poder Judicial.
6. Publicación oficial de la colección de Jurisprudencia del Tribunal Supremo.
7. Elaboración, dirección de la ejecución y control del cumplimiento de su propio presupuesto.
8. Potestad reglamentaria. El CGPJ puede dictar reglamentos sobre su propio personal,
organización y funcionamiento, y los que sean necesarios para la ejecución o aplicación de la
LOPJ, así como en aquellos casos en que se encuentren expresamente permitidos en ésta,
siempre dentro de su ámbito de competencias. La propia LOPJ concreta en su artículo 110
determinadas competencias reglamentarias del Consejo. El mencionado precepto dispone que:

"Estos reglamentos podrán regular condiciones accesorias para el ejercicio de los derechos y
deberes que conforman el estatuto judicial sin innovar aquellos ni alterar éste en su conjunto.
Podrán aprobarse en los casos en que sean necesarios para la ejecución o aplicación de esta ley,
en aquellos en que así se prevea en esta u otra ley y, especialmente, en las siguientes materias:

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A. Sistema de ingreso, promoción y especialización en la Carrera Judicial, régimen de los


funcionarios judiciales en prácticas y de los jueces adjuntos y cursos teóricos y
prácticos en la Escuela Judicial, así como organización y funciones de ésta. A este
efecto, en el desarrollo reglamentario de la organización y funciones de la Escuela
Judicial, deberá determinarse la composición de su Consejo Rector, en el que
necesariamente habrán de estar representados el Ministerio de Justicia, las
comunidades autónomas con competencias en materia de Justicia y las asociaciones
profesionales de jueces y magistrados.
B. Forma de distribución entre turnos y de provisión de plazas vacantes y desiertas de
jueces y magistrados.
C. Tiempo mínimo de permanencia en el destino de los jueces y magistrados.
D. Procedimiento de los concursos reglados y forma de solicitud de provisión de plazas y
de cargos de nombramiento discrecional.
E. Actividades de formación de los jueces y magistrados y forma de obtención de títulos
de especialización.
F. Situaciones administrativas de jueces y magistrados.
G. Régimen de licencias y permisos de jueces y magistrados.
H. Valoración como mérito preferente del conocimiento de la lengua y derecho propios
de las comunidades autónomas en la provisión de plazas judiciales en el territorio de
la comunidad respectiva.
I. Régimen de incompatibilidades y tramitación de expedientes sobre cuestiones que
afecten al estatuto de jueces y magistrados.
J. Contenido del Escalafón judicial, en los términos previstos en esta ley.
K. Régimen de sustituciones, de los magistrados suplentes, de los jueces sustitutos, y de
los Jueces de Paz.
L. Funcionamiento y facultades de las Salas de Gobierno, de las Juntas de Jueces y
demás órganos gubernativos y elecciones, nombramiento y cese de miembros de las
Salas de Gobierno y de Jueces Decanos.
M. Inspección de juzgados y tribunales y tramitación de quejas y denuncias.
N. Publicidad de las actuaciones judiciales, habilitación de días y horas, fijación de las
horas de audiencia pública y constitución de los órganos judiciales fuera de su sede.
O. Especialización de órganos judiciales, reparto de asuntos y ponencias y normas
generales sobre prestación y desarrollo del servicio de guardia, sin perjuicio de las
competencias del Ministerio de Justicia o, en su caso, de las comunidades autónomas
con competencias en materia de personal.
P. Forma de cese y posesión en los órganos judiciales y confección de alardes.
Q. Cooperación jurisdiccional.

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R. Honores y tratamiento de jueces y magistrados y reglas sobre protocolo en actos


judiciales.
S. Sistemas de racionalización, organización y medición del trabajo que se estimen
convenientes con los que determinar la carga de trabajo que puede soportar un
órgano jurisdiccional, así como establecer criterios mínimos homogéneos para la
elaboración de normas de reparto.

Por otra parte, determinadas normas con rango de Ley atribuyen en ocasiones
competencias reglamentarias al Consejo General del Poder Judicial. En este sentido son
destacables los artículos 800.3 LECR en relación con los procedimientos por delito, o los
artículos 962.4, 965.2 LECR para los juicios de faltas; preceptos éstos redactados por la
Ley 38/2002, de 24 de octubre, de reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y que
introduce los denominados "juicios rápidos".

Los Reglamentos aprobados por el Consejo General del Poder Judicial en el ejercicio de esta
función se pueden sistematizar de la siguiente forma: Compendio de Derecho Judicial

9. Audiencia previa al nombramiento del Fiscal General del Estado. El artículo 108.4 dispone,
conforme al artículo 124.4 de la Constitución, que el Consejo ha de ser oído preceptivamente
sobre el nombramiento del Fiscal General del Estado.
10. El Consejo también ha asumido competencias implícitas. Se trata de una serie de competencias
no relacionadas con la garantía de la independencia de Jueces y Magistrados, sino con
destinadas a la mejora de la efectividad de la tutela judicial de los derechos e intereses legítimos
de la ciudadanía: una parte importante está relacionada con la organización y modernización de
la oficina judicial (organización de carácter instrumental que sirve de soporte y apoyo a la
actividad jurisdiccional de jueces y tribunales); y otras se refieren a la dotación de las bibliotecas
judiciales y de medios informáticos para el acceso a la jurisprudencia y legislación.
11. Aquellas otras que le atribuyan las leyes. Entre otras, cabe destacar las relativas al amparo de los
jueces y magistrados que se sientan atacados en su independencia; los nombramientos de
jueces sustitutos y magistrados suplentes; la resolución de los recursos contra los acuerdos de
los órganos de gobierno interno; o el informe de los recursos en materia de responsabilidad por
funcionamiento anormal de la Administración de Justicia.
12. Formación de Jueces y Magistrados. Una especial referencia a la Formación Inicial y a la
Formación Continuada. La Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, atribuye al
Consejo General del Poder Judicial competencias en materia de selección y formación de Jueces
y Magistrados. A tal efecto se ha creado el centro de selección y formación de Jueces y
Magistrados, con la denominación específica y propia de Escuela Judicial. La Escuela Judicial se
ha configurado como un órgano técnico del Consejo General del Poder Judicial, cuya
organización y funciones han sido desarrolladas por el propio Consejo, en ejercicio de la
potestad reglamentaria que de forma expresa la LOPJ le atribuye (Reglamento 2/1995, de 7 de
junio, de la Escuela Judicial).

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Las principales funciones de la Escuela Judicial se refieren tanto a los procesos de selección de
Jueces y Magistrados, como a la adecuada ejecución de los programas de formación inicial
destinados a los funcionarios en prácticas y de los programas y acciones de formación continuada
de Jueces y Magistrados. Asimismo se prevé la posibilidad de que, en ejecución de los acuerdos que
el Consejo General del Poder Judicial pueda suscribir, la Escuela participe en la formación de Jueces
y Magistrados o de aspirantes a la judicatura de otros países, sobre todo de países de lenguas
españolas (destacando las actividades del Aula Iberoamericana y de la Escuela de Verano Juan
Carlos I, así como la participación en el RIAEJ) o de la Unión Europea (destacando el Foro de
Estudios Judiciales Europeos de Murcia o la participación en la Red Europea de Formación).

La organización general de la Escuela se articula en dos grandes ámbitos de actuación que coinciden
con sus dos principales actividades:

1. Dirección de Selección y Formación Inicial, que se encarga de la selección y formación inicial de


los aspirantes al ingreso en la Escuela Judicial, para lo cual desarrolla las siguientes funciones:
▪ El seguimiento, coordinación y control de los procesos de selección de los aspirantes a
ingreso en la Escuela Judicial. o El seguimiento, coordinación y control de las distintas
actividades que se desarrollen para la preparación del acceso a la Escuela Judicial.
▪ La elaboración de los proyectos de planes y programas de estudios de formación inicial para
los funcionarios en prácticas y, una vez aprobados, su ejecución.
▪ La elaboración de propuestas para la selección de directores, coordinadores, ponentes y
conferenciantes que hayan de participar en los programas de formación inicial y el
seguimiento de los concursos que se convoquen para la designación de profesores y tutores
que hayan de prestar servicios en la Escuela Judicial.

2. Dirección de Formación Continuada, que desarrolla los programas y actividades que procuren la
formación permanente y el adecuado perfeccionamiento profesional de todos los integrantes de
la Carrera Judicial. Estos programas son voluntarios, salvo que la ley disponga lo contrario,
pudiendo participar en éstos Escuela todos los Jueces y Magistrados que lo soliciten cuando ello
sea posible dentro de las limitaciones objetivas y presupuestarias de cada programa y clase de
actividad y con sujeción a los requisitos generales establecidos.

La Ley Orgánica 19/03, de 23 de diciembre, de reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, ha
introducido el artículo 433 bis según el caul el Consejo General del Poder Judicial garantizará que
todos los Jueces y Magistrados reciban una formación continuada, individualizada, especializada y
de alta calidad durante toda su carrera profesional. A tal efecto:

▪ El Consejo General del Poder Judicial establecerá reglamentariamente un Plan de


Formación Continuada de la Carrera Judicial en el que se detallarán los objetivos,
contenidos, prioridades formativas y la programación plurianual de estas
actuaciones.
▪ Cada miembro de la Carrera Judicial contará con un Plan Especializado en Formación
Continuada mediante el cual se programarán de forma individualizada, en períodos

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de cinco años, los objetivos formativos, garantizándose la plena adaptación a las


innovaciones jurídicas con incidencia en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales.
El cumplimiento de los objetivos del Plan Especializado de Formación de cada uno de
los jueces y magistrados será evaluado por el Consejo General del Poder Judicial en la
forma reglamentariamente establecida, a efectos de ascensos y promoción
profesional.

RÉGIMEN DE FUNCIONAMIENTO.

El Consejo General del Poder Judicial adopta sus acuerdos en Pleno o en Comisiones, los cuales
encuentran soporte en una completa estructura de órganos técnicos. Analicemos por separado cada
uno de estos ámbitos.

• El Pleno

El Pleno está compuesto por todos los miembros del Consejo. Se reúne en sesión ordinaria o
extraordinaria a convocatoria del Presidente, o del Vicepresidente en su caso (art. 128 LOPJ). Para su
válida constitución se requiere que se hallen presentes un mínimo de catorce de sus miembros con
asistencia del presidente o de quien legalmente le sustituya (art. 129).

Sus funciones se encuentran recogidas en el artículo 127 LOPJ y son, básicamente, las del propio
Consejo. En todo caso, resulta destacable que corresponden al Pleno cualesquiera funciones que
correspondan al Consejo General del Poder Judicial y no se hallen expresamente atribuidas a otros
órganos del mismo.

• Las Comisiones

1.- La Comisión Permanente.

Conforme al artículo 130 LOPJ, anualmente, el Pleno del Consejo designará la Comisión Permanente,
que estará compuesta por el Presidente y cuatro vocales elegidos por el Pleno por mayoría de 3/5,
dos pertenecientes a la carrera judicial y otros dos que no formen parte de la misma.

Sus funciones están determinadas por el artículo 131 de la Ley orgánica del Poder Judicial y
consisten en preparar las sesiones del Pleno y velar por la exacta ejecución de sus acuerdos; decidir
aquellos nombramientos de jueces y magistrados que, por tener carácter íntegramente reglado, no
sea de la competencia del Pleno, acordar la jubilación forzosa por edad de los mismos, resolver
sobre su situación administrativa; resolver sobre las licencias de Jueces y Magistrados; autorizar el
escalafón judicial; y ejercer cuantas competencias le sean delegadas por el Pleno o le sean
atribuidas por la Ley.

Asimismo, por razones de urgencia, cuando no sea posible la celebración de un Pleno


Extraordinario, la Comisión Permanente podrá adoptar acuerdos en materias de competencia de
aquél, con excepción de los nombramientos discrecionales y de los que requieran una mayoría

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cualificada, dando cuenta al pleno en la primera reunión que se celebra a efectos de su ratificación,
si procede (artículo 57 del Reglamento 1/1986 de Organización y Funcionamiento del Consejo
General del Poder Judicial).

2.- La Comisión Disciplinara.

Según el artículo 132 LOPJ, el Pleno del Consejo elegirá anualmente, por mayoría de tres quintos, de
entre sus vocales, a los componentes de la Comisión Disciplinaria, que estará integrada por cinco
miembros: tres de ellos, elegidos entre los vocales que pertenezcan a la carrera judicial y los dos
restantes ajenos a ésta.

A la Comisión Disciplinaria le compete la instrucción de expedientes disciplinarios, así como la


imposición de sanciones a jueces y magistrados que no sean competencia del Pleno.

3.- La Comisión de Calificación.

Anualmente, el Pleno del Consejo procederá a designar los componentes de la Comisión de


Calificación, que se integrará por cinco miembros que se eligen de la misma forma que la prevista
para la Comisión Disciplinaria (art. 134 LOPJ).

Compete a la Comisión de Calificación informar sobre los nombramientos que sean competencia del
Pleno, excepto del magistrado del Tribunal Supremo competente para conocer de la autorización de
las actividades del Centro Nacional de Inteligencia. Para la adecuada formación de los criterios de
calificación de los jueces y magistrados, podrá recabar información de los distintos órganos del
Poder Judicial y, en todo caso, recibirá un informe anual elaborado por las correspondientes Salas
de Gobierno de los órganos Jurisdiccionales a que aquéllos estuvieran adscritos, que deberá
fundarse en criterios objetivos y suficientemente valorados y detallados (artículos 135 y 136 LOPJ).

4.- Comisiones Reglamentarias.

Se trata de aquellas comisiones que han sido creadas por el propio Consejo General a través de su
potestad reglamentaria.

Comisión de Estudios e Informes.- Creada por el Acuerdo de 22 de abril de 1986 (Reglamento de


Organización y Funcionamiento del Consejo General del Poder Judicial). La Comisión de Estudios e
Informes se compondrá de cinco miembros, elegidos por el Pleno del Consejo de entre sus Vocales
por mayoría de los miembros presentes. Tiene como principales funciones redactar iniciativas y
propuestas que el Consejo pueda ejercitar en materia normativa, preparar informes (art. 108 LOPJ),
elaborar proyectos de reglamentos y realizar estudios jurídicos.

Comisión Presupuestaria.- Creada por el Acuerdo de 22 de abril de 1986 (Reglamento de


Organización y Funcionamiento del Consejo General del Poder Judicial). La Comisión Presupuestaria
se compondrá de cinco miembros, elegidos por el Pleno del Consejo de entre sus Vocales por
mayoría de los miembros presentes. Tiene como principales funciones elaborar el anteproyecto de
presupuesto y controlar la actividad financiera del CGPJ.

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Comisión de Escuela Judicial.- Creada por Acuerdo del Pleno de 2 de febrero de 1996. Está
compuesta por cinco vocales elegidos por el Pleno del Consejo General del Poder Judicial, y sus
principales competencias consisten en el seguimiento de los programas de actividades en el ámbito
de la selección y formación de jueces y magistrados, así como la coordinación de los trabajos
propios de los órganos técnicos del Consejo en estas materias.

Comisión de Informática Judicial. - Creada por el Reglamento 5/1995, de 7 de junio, de Aspectos


Accesorios a las Actuaciones judiciales. La Comisión de Informática Judicial esta compuesta por el
Vocal delegado para la oficina judicial y la informática, que la presidirá, y por cuatro magistrados,
uno por cada orden jurisdiccional, designados por el Pleno del Consejo. Asimismo podrá convocar a
representantes de las Administraciones Públicas con competencias sobre medios materiales al
servicio de la Administración de Justicia. Sus funciones radican en el control de los sistemas
informáticos que se instalen en la Administración de Justicia (especialmente en materia de
compatibilidad necesaria para su comunicación e integración, así en el ámbito de las condiciones de
seguridad adecuadas), proponiendo al Pleno la adopción de los acuerdos que se consideren
procedentes.

5.- Otras Comisiones.

Asimismo, el Consejo General del Poder Judicial ha creado otras comisiones para el ejercicio más
adecuado de sus competencias, entre las que destacan: Comisión de Relaciones Internacionales,
Comisión de Escuela Judicial, Comisión de Organización y Modernización Judicial, Consejo de
Redacción de la Revista Poder Judicial, Comisión Mixta de Relaciones con el Ministerio de Justicia,
Consejo Rector de la Escuela Judicial, Comisión de Relaciones con las Comunidades Autónomas, y
Comisión Coordinadora de Convenios. Por otra parte, también se han creado Comisiones de
Seguimiento en determinadas materias: de la Ley de Responsabilidad Penal del Menor y los
Juzgados de Menores; de las normas relativas a incapacitados y sujetos a organismos tutelares, de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal.

• Vocalías Delegadas

Asimismo existen Vocalías Delegadas de varios tipos: Territoriales, para cada uno de las 17
Comunidades Autónomas, estando cada una de ellas por un número de Vocales que oscila entre 1 y
3; de Relaciones con determinados órganos o colectivos (Colegios Profesionales, Asociaciones
Judiciales, Ministerio Fiscal, Defensor del Pueblo, Cortes Generales, Tribunal Constitucional, Policía
Judicial, Abogacía del Estado, Tribunal Supremo, Audiencia Nacional, Mutualidad Judicial,
Universidad, Administración Penitenciaria y los Juzgados de Vigilancia, para la Jurisdicción Social y
vinculados); y para materias específicas (Publicaciones, CENDOJ, Estadística, Informática, Memoria,
Portavoz del Consejo, Plan de Urgencia, Selección de las oposiciones de Jueces y Fiscales, Vocal
Adjunto a la Presidencia para el Servicio de Inspección, Vocales Coordinadores del Servicio de
Planificación y Análisis de la Actividad Judicial).

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3.- EL TRIBUNAL SUPREMO


El Tribunal Supremo es el órgano jurisdiccional superior en todos los órdenes, salvo lo dispuesto en
materia de garantías Constitucionales. Tendrá jurisdicción en toda España y ningún otro podrá tener el
título de Supremo.

Su sede, así como la de la Audiencia Nacional y los diferentes Juzgados Centrales que forman parte
de la misma, está en la villa de Madrid.

El Tribunal Supremo se compondrá de su Presidente, de los Presidentes de Sala y los Magistrados


que determine la ley para cada una de las Salas y, en su caso, Secciones en que las mismas puedan
articularse.

El Tribunal Supremo estará integrado por las siguientes Salas:


– Primera: de lo Civil.
– Segunda: de lo Penal.
– Tercera: de lo Contencioso-Administrativo.
– Cuarta: de lo Social.
– Quinta: de lo Militar, que se regirá por su legislación específica y supletoriamente
por la presente Ley y por el ordenamiento común a las demás Salas del Tribunal
Supremo.

• La Sala de lo Civil

La sala de lo civil del Tribunal Supremo conocerá:

1. De los recursos de casación, revisión y otros extraordinarios en materia civil que establezca la
Ley.
2. De las demandas de responsabilidad civil por hechos realizados en el ejercicio de su cargo,
dirigidas contra el Presidente del Gobierno, Presidentes del Congreso y del Senado, Presidente
del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Presidente del Tribunal
Constitucional, Miembros del Gobierno, Diputados y Senadores, vocales del Consejo General del
Poder Judicial, Magistrados del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo, Presidentes de la
Audiencia Nacional y de cualquiera de sus salas y de los Tribunales Superiores de Justicia, Fiscal
General del Estado, Fiscales de sala del Tribunal Supremo, Presidente y Consejeros del Tribunal
de Cuentas, Presidente y Consejeros del Consejo de Estado, Defensor del Pueblo y Presidente y
Consejeros de una Comunidades Autónomas, cuando así lo determinen su Estatuto de
Autonomía.
3. De las demandas de responsabilidad civil dirigidas contra magistrados de la Audiencia Nacional
o de los Tribunales Superiores de Justicia por hechos realizados en el ejercicio de sus cargos.

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• La Sala de lo Penal

La sala de lo penal del Tribunal Supremo conocerá:


1. De los recursos de casación, revisión y otros extraordinarios en materia penal que establezca la
Ley.
2. De la instrucción y enjuiciamiento de las causas contra el Presidente del Gobierno, Presidentes
del Congreso y del Senado, Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder
Judicial, Presidente del Tribunal Constitucional, miembros del Gobierno, Diputados y Senadores,
vocales del Consejo General del Poder Judicial, Magistrados del Tribunal Constitucional y del
Tribunal Supremo, Presidente de la Audiencia Nacional y de cualquiera de sus salas y de los
Tribunales Superiores de Justicia, Fiscal General del Estado, Fiscales de sala del Tribunal
Supremo, Presidente y Consejeros del Tribunal de Cuentas, Presidente y Consejeros del Consejo
de Estado y Defensor del Pueblo, así como de las causas que, en su caso, determinen los
estatutos de autonomía.
3. De la instrucción y enjuiciamiento de las causas contra Magistrados de la Audiencia Nacional o
de un Tribunal Superior de Justicia.

En las causas a que se refieren los números segundo y tercero del párrafo anterior se designará de
entre los miembros de la sala, conforme a un turno preestablecido, un instructor, que no formara
parte de la misma para enjuiciarlas.

• La Sala de lo Contencioso-Administrativo

La Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo conocerá:


1. En única instancia, de los recursos contencioso-administrativo contra actos y disposiciones
del Consejo de Ministros, de las Comisiones Delegadas del Gobierno y del Consejo General
del Poder Judicial y contra los actos y disposiciones de los órganos competentes del
Congreso de los Diputados y del Senado, del Tribunal Constitucional, del Tribunal de Cuentas
y del Defensor del Pueblo en los términos y materias que la Ley establezca y de aquellos
otros recursos que excepcionalmente le atribuya la Ley.
2. De los recursos de casación y revisión en los términos que establezca la Ley.

• La Sala de lo Social

La Sala de lo Social del Tribunal Supremo conocerá de los recursos de casación y revisión y otros
extraordinarios que establezca la Ley en materias propias de este orden jurisdiccional.

• Competencia de todas las Salas en materia de recusación

Conocerá además cada una de las salas del Tribunal Supremo de las recusaciones que se
interpusieren contra los Magistrados que las compongan, y de las cuestiones de competencia entre
Juzgados o Tribunales del propio orden jurisdiccional que no tengan otro superior común.

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A estos efectos, los Magistrados recusados no formarán parte de la sala.

• La Sala especial del Tribunal Supremo prevista en el art. 61 de la LOPJ

Una Sala formada por el Presidente del Tribunal Supremo, los Presidentes de Sala y el Magistrado
más antiguo y el más moderno de cada una de ellas conocerá:
1. De los recursos de revisión contra las sentencias dictadas en única instancia por la Sala de lo
contencioso-administrativo de dicho Tribunal.
2. De los incidentes de recusación del Presidente del Tribunal Supremo, o de los Presidentes de
sala, o de más de dos Magistrados de una sala. En este caso, los afectados directamente por
la recusación serán sustituidos por quienes corresponda.
3. De las demandas de responsabilidad civil que se dirijan contra los presidentes de sala o
contra todos o la mayor parte de los Magistrados de una sala de dicho Tribunal por hechos
realizados en el ejercicio de su cargo.
4. De la instrucción y enjuiciamiento de las causas contra los Presidentes de sala o contra los
Magistrados de una Sala, cuando sean juzgados todos o la mayor parte de los que la
constituyen.
5. Del conocimiento de las pretensiones de declaración de error judicial cuando este se impute
a una sala del Tribunal Supremo.
6. De los procesos de declaración de ilegalidad y consecuente disolución de los partidos
políticos.
1. En las causas a que se refiere el número 4 del apartado anterior se designará de entre los
miembros de la Sala, conforme a un turno preestablecido, un instructor que no formará
parte de la misma para enjuiciarlos.

Una Sección, formada por el Presidente del Tribunal Supremo, el de la Sala de lo Contencioso-
Administrativo y cinco Magistrados de esta misma Sala, que serán los dos más antiguos y los tres
más modernos, conocerá del recurso de casación para la unificación de doctrina cuando la
contradicción se produzca entre sentencias dictadas en única instancia por Secciones distintas de
dicha Sala.

La pretensión de declaración del error se deducirá ante la Sala del Tribunal Supremo
correspondiente al mismo orden jurisdiccional que el órgano a quien se imputa el error, y si éste se
atribuyese a una sala o sección del Tribunal Supremo la competencia corresponderá a la sala que se
establece en el artículo 61.

Cuando se trate de órganos de la jurisdicción militar, la competencia corresponderá a la Sala Quinta


de lo Militar del Tribunal Supremo.

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4.- LA ORGANIZACIÓN JUDICIAL ESPAÑOLA

INTRODUCCIÓN

• Los Juzgados y Tribunales

El ejercicio de la potestad jurisdiccional se atribuye a los siguientes juzgados y Tribunales:

▪ Juzgados de Paz.
▪ Juzgados de Primera Instancia e Instrucción, de lo Mercantil, de Violencia sobre la Mujer, de lo
Penal, de lo Contencioso-Administrativo, de lo Social, de Menores y de Vigilancia Penitenciaria.
▪ Audiencias Provinciales.
▪ Tribunales Superiores de Justicia.
▪ Audiencia Nacional.
▪ Tribunal Supremo.

En las salas de los tribunales en las que existan dos o más secciones, se designaran por numeración
ordinal (por ejemplo, Sección Segunda). En las poblaciones en que existan dos o más juzgados del
mismo orden jurisdiccional y de la misma clase, se designarán por numeración cardinal (por
ejemplo, Juzgado de lo Penal número Tres).

La planta de los juzgados y tribunales se establecerá por ley (actual Ley de Demarcación y Planta
Judicial, Ley 38/1988 de 28 de diciembre). Será revisada, al menos, cada cinco años, previo informe
del Consejo General del Poder Judicial, para adaptarla a las nuevas necesidades.

La revisión de la planta de los juzgados y tribunales podrá ser instada por las comunidades
autónomas con competencia en materia de Justicia para adaptarla a las necesidades de su ámbito
territorial.

El art. 19 de la LOPJ reconoce como tribunales de carácter consuetudinario y tradicional, al margen


por tanto de la estructura jurisdiccional profesional a la que nos estamos refiriendo y que será
objeto de nuestro estudio, tanto al Tribunal de las Aguas de la Vega Valenciana, como al
denominado Consejo de Hombres Buenos de Murcia.

La institución del Jurado constituye, junto a los tribunales indicados, el mecanismo reconocido por
la legislación española de participación de los ciudadanos en la administración de la justicia.

• La división territorial en lo judicial. Demarcación Judicial

Organización territorial del Estado a efectos judiciales

El Estado se organiza territorialmente, a efectos judiciales, en Municipios, Partidos, Provincias y


Comunidades Autónomas.

El Municipio se corresponde con la demarcación administrativa del mismo nombre.

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El partido es la unidad territorial integrada por uno o más municipios limítrofes, pertenecientes a
una misma Provincia. La modificación de partidos se realizará, en su caso, en función del número de
asuntos, de las características de la población, medios de comunicación y comarcas naturales. El
partido podrá coincidir con la Demarcación provincial.

La Provincia se ajustará a los límites territoriales de la demarcación administrativa del mismo


nombre.

La Comunidad Autónoma será el ámbito territorial de los Tribunales Superiores de Justicia.

La demarcación judicial

La demarcación judicial, que determinó la circunscripción territorial de los órganos judiciales, se


estableció por Ley (Ley de Demarcación y Planta antes mencionada).

A tal fin, las comunidades autónomas participaron en la organización de la demarcación judicial de


sus territorios respectivos, remitiendo al Gobierno, a solicitud de este, una propuesta de la misma
en la que fijaron los partidos judiciales.

El Ministerio de Justicia, vistas las propuestas de las comunidades autónomas, redactó un


anteproyecto, que fue informado por el Consejo General del Poder Judicial en el plazo de dos
meses.

Emitido el precitado informe, el Gobierno aprobó el oportuno proyecto de Ley que, en unión de las
propuestas de las comunidades autónomas y del informe del Consejo General del Poder Judicial, se
remitió a las Cortes Generales para su tramitación, dando lugar a Ley 38/1988, de 28 de diciembre,
de Demarcación y de Planta Judicial.

La demarcación judicial se revisa cada cinco años o antes si las circunstancias lo aconsejan,
mediante Ley elaborada conforme al procedimiento anteriormente establecido.

Capitalidad de los Partidos Judiciales. Creación de Secciones y Juzgados.

Separación de órdenes jurisdiccionales

Las Comunidades Autónomas, previo informe del Consejo General del Poder Judicial, determinarán,
por Ley, la capitalidad de los partidos judiciales.

La creación de secciones y juzgados corresponderá al Gobierno cuando no suponga alteración de la


demarcación judicial, oídos preceptivamente la Comunidad Autónoma afectada y el Consejo
General del Poder Judicial.

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Corresponde al Ministerio de Justicia o al órgano competente de la comunidad autónoma con


competencias en materia de justicia proveer a los juzgados y tribunales de los medios precisos para
el desarrollo de su función con independencia y eficacia.

A tal efecto, el Consejo General del Poder Judicial remitirá anualmente al Ministerio de Justicia o al
órgano competente de la comunidad autónoma con competencias en materia de justicia una
relación circunstanciada de las necesidades que estime existentes.

• Los conflictos de jurisdicción. Los conflictos y cuestiones de competencia

Los conflictos de jurisdicción

Sala de conflictos entre Juzgados y Tribunales y la Administración

Los conflictos de jurisdicción entre los Juzgados o Tribunales y la Administración serán resueltos por
un órgano colegiado constituido por el Presidente del Tribunal Supremo, que lo presidirá, y por
cinco vocales, de los que dos serán Magistrados de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del
Tribunal Supremo, designados por el Pleno del Consejo General del Poder Judicial, y los otros tres
serán Consejeros Permanentes de Estado, actuando como Secretario el de Gobierno del Tribunal
Supremo.

El Presidente tendrá siempre voto de calidad en caso de empate.

Sala de conflictos entre Juzgados y Tribunales de cualquier orden jurisdiccional y los órganos
judiciales militares

Los conflictos de jurisdicción entre los Juzgados o Tribunales de cualquier orden jurisdiccional de la
jurisdicción ordinaria y los órganos judiciales militares, serán resueltos por la Sala de Conflictos de
Jurisdicción, compuesta por el Presidente del Tribunal Supremo, que la presidirá, dos Magistrados
de la Sala del Tribunal Supremo del orden jurisdiccional en conflicto y dos Magistrados de la Sala de
lo Militar, todos ellos designados por el Pleno del Consejo General del Poder Judicial.

Actuará como Secretario de esta Sala el de Gobierno del Tribunal Supremo.

El Presidente tendrá siempre voto de calidad en caso de empate.

Anualmente se renovarán los componentes de los dos órganos colegiados decisorios previstos tanto
en este punto como en el anterior.

Los conflictos de competencia

Sala de conflictos entre Juzgados y Tribunales de distinto orden jurisdiccional integrados en el Poder
Judicial

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Los conflictos de competencia que puedan producirse entre juzgados o tribunales de distinto orden
jurisdiccional, integrados en el Poder Judicial, se resolverán por una sala especial del Tribunal
Supremo, presidida por el Presidente y compuesta por dos magistrados, uno por cada orden
jurisdiccional en conflicto, que serán designados anualmente por la sala de gobierno. Actuará como
secretario de esta sala especial el de Gobierno del Tribunal Supremo.

Legitimación

Los conflictos de competencia, tanto positivos como negativos, podrán ser promovidos de oficio o a
instancia de parte o del Ministerio Fiscal, mientras el proceso no haya concluido por sentencia
firme, salvo que el conflicto se refiera a la ejecución del fallo.

Preferencia del orden penal

El orden jurisdiccional penal es siempre preferente. Ningún juez o tribunal podrá plantear conflicto
de competencia a los órganos de dicho orden jurisdiccional.

Tramitación

Suscitado el conflicto de competencia en escrito razonado, en el que se expresarán los preceptos


legales en que se funde, el juez o tribunal, oídas las partes y el Ministerio Fiscal por plazo común de
diez días, decidirá por medio de auto si procede declinar el conocimiento del asunto o requerir al
órgano jurisdiccional que este conociendo para que deje de hacerlo.

Al requerimiento de inhibición se acompañará testimonio del auto dictado por el juez o tribunal
requirente, de los escritos de las partes y del Ministerio Fiscal y de los demás particulares que se
estimen conducentes para justificar la competencia de aquel.

El requerido, con audiencia del Ministerio Fiscal y de las partes por plazo común de diez días, dictará
auto resolviendo sobre su competencia.

Si no se accediere al requerimiento, se comunicará así al requirente y se elevarán por ambos las


actuaciones a la sala de conflictos, conservando ambos órganos, en su caso, los testimonios
necesarios para poder tramitar actuaciones urgentes, medidas cautelares, etc., como se indica un
poco más adelante.

La sala, oído el Ministerio Fiscal por plazo no superior a diez días, dictará auto en los diez siguientes,
sin que contra él quepa recurso alguno. El auto que se dicte resolverá definitivamente el conflicto
de competencia.

Suspensión del procedimiento. Recursos

Desde que se dicte el auto declinando la competencia o acordando el requerimiento, y desde que se
tenga conocimiento de este por el juez o tribunal requerido, se suspenderá el procedimiento en el
asunto a que se refiere aquel.

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No obstante, la suspensión no alcanzará a las actuaciones preventivas o preparatorias ni a las


cautelares, cualesquiera que sean los órdenes jurisdiccionales en eventual conflicto, que tengan
carácter urgente o necesario, o que, de no adoptarse, pudieran producir un quebranto irreparable o
de difícil reparación. En su caso, los jueces o tribunales adoptarán las garantías procedentes para
asegurar los derechos o intereses de las partes o de terceros o el interés público.

Las resoluciones recaídas en la tramitación de los conflictos de competencia no serán susceptibles


de recurso alguno, ordinario o extraordinario.

Recurso por defecto de jurisdicción

Contra la resolución firme en que el órgano del orden jurisdiccional indicado en la resolución a que
se refiere el apartado 6 del artículo 9 de la LOPJ, declare su falta de jurisdicción en un proceso cuyos
sujetos y pretensiones fuesen los mismos, podrá interponerse en el plazo de diez días recurso por
defecto de jurisdicción.

(Art. 9.6 LOPJ: La jurisdicción es improrrogable. Los órganos judiciales apreciarán de oficio la falta de
jurisdicción y resolverán sobre la misma con audiencia de las partes y del Ministerio Fiscal. En todo
caso, esta resolución será fundada y se efectuará indicando siempre el orden jurisdiccional que se
estime competente).

El recurso se interpondrá ante el órgano que dictó la resolución, quien, tras oír a las partes
personadas, si las hubiere, remitirá las actuaciones a la sala de conflictos.

La sala reclamará del juzgado o tribunal que declaró en primer lugar su falta de jurisdicción que le
remita las actuaciones y, oído el Ministerio Fiscal por plazo no superior a diez días, dictará auto
dentro de los diez siguientes.

Las cuestiones de competencia

Las cuestiones de competencia entre juzgados y tribunales de un mismo orden jurisdiccional se


resolverán por el órgano inmediato superior común, conforme a las normas establecidas en las
Leyes procesales.

En la resolución en que se declare la falta de competencia se expresará el órgano que se considere


competente.

No podrán suscitarse cuestiones de competencia entre jueces y tribunales subordinados entre sí. El
juez o Tribunal Superior fijará, en todo caso, y sin ulterior recurso, su propia competencia, oídas las
partes y el Ministerio Fiscal por plazo común de diez días. Acordado lo procedente, recabarán las
actuaciones del juez o tribunal inferior o le remitirán las que se hallare conociendo.

I AD E C A · E m i l i o C a l z a d i l l a N º 1 3 - D · 3 8 0 0 2 · S a n t a C r u z d e T e n e r i f e · 9 2 2 2 7 8 0 0 7 · w w w . o p o s i c i o n e s . c o m ·

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