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UNMdP – Fac.

Cs de la Salud y Servicio Social – Carrera Trabajo Social –


Cátedra Psicología General y Evolutiva

PSICOLOGIA DEL EMBARAZO, PARTO Y PUERPERIO -


Raquel Soifer (Ed. Kargieman)
Síntesis del texto: Por Lic. María Andrea Villafuerte

Ansiedades específicas:
El embarazo es una situación que involucra no solamente a la mujer sino también a su pareja
y al medio social inmediato.

-COMIENZO DE LA GESTACION:
Con el embarazo se produce hipersomnia: la mujer necesita dormir mucho más, “está con
sueño” todo el día. La hipersomnia proporciona al organismo un mayor reposo necesario para la
labor que se inicia. En cambio, el insomnio es la expresión de una ansiedad extrema.
La mujer se ensimisma, se halla como en un estado de sopor y un tanto desconectada de los
demás en un estado de RETRACCION. Esto sucede a partir de la segunda o tercer semana y se une
a las ansiedades que despierta la verificación de la falta menstrual: “estaré embarazada?”
Si la embarazada ya tiene un hijo, la situación se complica: la retracción materna es
inmediatamente sentida por el niño que reacciona con un brusco cambio de conducta: terrores
nocturnos, caprichos, alguna enfermedad leve expresan la vivencia para él terrorífica de un rival
oculto que lo despoja de su madre. Esto se tranquiliza cuando los padres les explican el proceso de
gestación y la llegada del hermano, dentro del lenguaje y posibilidades comprensivas de acuerdo a
la edad de los niños.
Todo embarazo produce una situación de menor o mayor conflicto entre una tendencia
maternal y otra de rechazo: el mayor o menor grado de aceptación del embarazo por parte del grupo
familiar cercano refuerza o no la tendencia de la mujer a la maternidad.
Desde el segundo mes se presentan las náuseas y vómitos. Surgen los temores de no ser
capaz de dar a luz y criar un niño, como así también el temor derivado de la situación económica
que se avecina.

-ANSIEDADES DEL 2º Y 3º MES:


Este período del segundo al tercer mes, es el período de peligro de aborto.

-PERCEPCION DE LOS MOVIMIENTOS FETALES


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Estos comienzan a percibirse a partir del tercer mes y medio de gestación y corresponde a la
aparición de la motilidad, pero frecuentemente recién comienzan a sentirse en el quinto mes. A
veces se expresa como la sensación del “bebé que da patadas”. Los movimientos al principio son
sentidos en forma leve: como una caricia tenue desde adentro, como burbujas, un pececito que se
desliza, un aleteo....ante esta sensación irrumpe una ansiedad que si bien está presente durante todo
el embarazo, se intensifica con la percepción de los movimientos: es la ansiedad culposa por
experimentar una unión tan íntima y personal, tan de a dos, en la que ningún otro puede intervenir.
Ante el sentimiento de “dar vida” aparece el sentido de haber “cedido parte de la propia”:
esta ansiedad se expresa en el temor de morir en el parto.
Aparecen los temores de la factibilidad real de un “niño deforme”: la malformación fetal si
bien es de baja incidencia en condiciones normales es una posibilidad. Esta ansiedad se hace
presente en todos los casos.
A esta altura, el estado de gravidez es evidente: el vientre se ha abombado, los senos están
debidamente hinchados, los cambios corporales son evidentes. La ansiedad toma diversas formas:
temor al hijo deforme, morir en el parto, la angustia de verse con un cuerpo diferente y el temor de
no recobrar el cuerpo anterior. Esta última genera a veces fantasías celosas respecto a su compañero
y una relación ajena. Esto reforzado por la disminución de la libido sexual que a veces aparece
también en este momento.
Hay también sintomatología orgánica: dolores musculares, calambres, acidez, pérdidas
ocasionales que asustan, hipo o hipertensión. Esto hace aconsejable el comienzo de clases de
ejercitación muscular y relajación. Estas clases además de los beneficios de en el cuerpo, producen
otro tan importante como el anterior: apoyarse e identificarse en un grupo de pares que atraviesan la
misma situación, sintiéndose así más protegidas en sus ansiedades.
La pareja por su parte experimenta, en forma conciente, una suerte de “envidia del
embarazo”: le pide a su mujer que le explique cómo son los movimientos, que se los haga sentir,
etc. sobre esto se va formando el amor paternal, que no es innato sino adquirido, primero por
identificación con el propio padre y luego en su relación con su pareja. Cuando esto no es
consciente, la envidia se expresa en hostilidad franca, indiferencia, rechazo sexual, o con síntomas
psicosomáticos. Es que el embarazo también reactiva en el hombre la problemática inconsciente con
la figura femenina materna y puede en caso de que no haya sido bien resuelta, reactualizar viejas
situaciones conflictivas infantiles. Por otro lado, muchas veces también la rivalidad no resuelta con
su propio padre, es proyectada sobre el hijo. Aparecen los temores de dañar al propio hijo en las
relaciones sexuales.
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Los otros hijos si los hay, al observar el vientre abultado de la madre ya no tienen dudas de
lo que acontece: demuestran lo que sienten con con el ataque físico al vientre materno, arrojan cosas
por la ventana, expresando los celos y deseos de muerte del rival oculto y siniestro. Todo esta
situación dependerá de que los padres hayan tenido o no, una actitud sincera y aclaratoria con el
niño. En los casos de ocultamiento y mentira, se intensificarán los síntomas como terrores
nocturnos, fobias, etc.

-ANSIEDADES DEBIDAS A LA INSTALACION FRANCA DE LOS MOVIMIENTOS


A partir del sexto mes comienzan a percibirse las contracciones uterinas fisilógicas del
embarazo: la mujer siente que el vientre se le pone duro de a momentos y luego se afloja. La
respiración y la relajación son técnicas útiles para aliviar esta situación.

-ANSIEDADES PRODUCIDAS POR LA VERSION INTERNA


Desde el séptimo mes puede producirse la versión interna: el bebé se ubica de cabeza en el
canal de parto. La gran mayoría de las “versiones patológicas” (presentación de nalgas, lateral, de
hombros) se debe a la contractura de los músculos pélvicos que se oponen de esta manera a la
versión. Esta contractura es producto de la intensa ansiedad que corresponde a fantasías de
vaciamiento. La comunicación fluida con el obstetra permite determinar si se ha completado la
versión y enseñar la relajación necesaria para favorecer el proceso. Esta ansiedad inconciente puede
determinar procesos somáticos siendo la emergencia más grave el parto prematuro entre el sexto y
octavo mes.
Por lo general esos movimientos despiertan la sensación de pérdida y parto prematuro a
nivel conciente.

-ANSIEDADES AL COMIENZO DEL NOVENO MES


El feto se va desarrollando más rápidamente, ganando en peso y volumen. Las contracciones
fisiológicas se acentúan. Las ansiedades se intensifican ante la proximidad del parto. El temor a la
muerte en el parto se intensifica, por lo general de manera inconsciente. Las fantasías se centran en
torno al dolor, al temor a la muerte, al vaciamiento, a la castración.

-ANSIEDADES DE LOS DIAS PREVIOS AL PARTO


Reaparecen crisis intensas en torno a las ansiedades expuestas. Se suma a veces la sensación
de haber dejado de percibir los movimientos del bebé durante todo un día: esta vivencia es
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extremadamente angustiante ya que se asocia con la muerte eventual del hijo. En realidad, ese
detenimiento se debe a el crecimiento ha rebasado la capacidad de distensión del útero con lo cual
el espacio resulta reducido para moverse y hay ya además un cierto grado de encaje.
Es importante que el médico comprenda estos accesos de angustia, entendiendo que cuando
una mujer parturienta lo llama es porque no tolera más el nivel de angustia en el que se halla y
merece y necesita ser atendida. A veces produce una “falsa alarma” al percibir contracciones
frecuentes y dolorosas que en realidad se deben al estado de ansiedad y a la contractura muscular
que genera.

-ANSIEDADES EN LA SITUACION DE PARTO


Son las ansiedades que se producen desde la aparición de los primeros síntomas de parto
evidente, hasta la finalización del mismo.
Los primeros síntomas son la percepción de las contracciones de dilatación, esta percepción
es variable. Otra manifestación es la ruptura precoz de membranas. La percepción de las
contracciones no trae por lo general mayores problemas: una cierta inquietud, un poco de angustia,
de incertidumbre que una vez reconocida la situación, ceden dando lugar a un estado de serenidad y
a la adopción de conductas coherentes y lógicas.
En cambio, cuando la angustia frente a la percepción de la llegada del momento del parto
inminente no ha podido ser contrabalanceada por el razonamiento, se puede adoptar una contractura
muscular como defensa en un intento de detener el proceso que la llena de terror.
El dolor suele provocar un desborde de angustia que difunde ansiedad al medio familiar.
La ruptura prematura de membranas favorece la instalación de reflejo de parto. Pero desde el punto
de vista psicológico, provoca una ansiedad porque indica el comienzo del proceso y una sensación
extraña y desconocida.
Otra eventualidad posible en el comienzo del trabajo de parto es su detención, real o
aparente. La detención real se debe atribuir a la crisis de ansiedad vivida al percibir el comienzo del
proceso.
Se produce con el parto la separación de dos organismos que hasta ese momento han vivido
juntos el uno dentro del otro, en una relación de absoluta dependencia e íntimo contacto
permanente. La criatura toma vida propia debiendo hacerse cargo desde ese momento, de una
variedad de funciones fisiológicas que hasta ese momento cumplía su madre, como ser la
respiración, la alimentación, la evacuación, etc. Por su parte, la madre que ya había incorporado al
feto como parte de su esquema corporal, deberá pasar ahora por un nuevo proceso de adaptación y
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el retorno a la situación de no-embarazo. Estos dos hechos, pérdida de un estado y pasaje a otro,
reactiva profundas ansiedades.
Esta ansiedad tiene dos facetas: la pérdida y el temor al ataque por parte de lo desconocido.
La criatura se incorpora a la familia como un nuevo integrante a la familia ya existente,
trastornando el equilibrio familiar: cambian los horarios, se alteran los espacios de sueño, la rutina
habitual se ve alterada.

-LA INTERNACION EN LA CLINICA


Ante la orden de internación, el parto aparece como un hecho concreto e irreversible con la
reactivación de todos los temores. Cuando se logra elaborar este acceso de ansiedad, el trabajo de
parto proseguirá en un estado de tranquilidad con mujeres que recuperan el control y colaboran con
el proceso.
Hay dos situaciones que exacerban comúnmente la crisis: el tacto vaginal y la enema.
-Proceso de dilatación: la madre preparada que ha logrado elaborar su ansiedad, por un
mecanismo de regresión logra una identificación con el feto por un lado, y por otro se siente
consustanciada con la mecánica uterina. Si por el contrario no logró la tranquilización de las
ansiedades, el cuadro se torna bastante dramático y aparece el insistente pedido de alivio médico de
anestesia, inducción, cesárea, etc.
-Proceso de transición: la culminación del proceso hacia los 8mm de dilatación trae
aparejada una modificación de las sensaciones. El apoyo de la cabeza fetalen el suelo perineal y la
consiguiente compresión del recto, producen reflejos de evacuación anal que además de sorprender
y asustar, son en cierto modo, dolorosos. El parto proseguirá hacia la expulsión con la colaboración
de la madre.
Si la angustia traumática, a veces exacerbada por un nacimiento difícil, se une a una intensa
ansiedad de castración o vaciamiento, la crisis del período de transición puede adquirir
características dramáticas: desde un estado de retracción con inercia uterina o la aceleración de las
contracciones en forma peligrosa para el feto, hasta estados delirantes con elementos persecutorios
contra enfermeras, familiares o hasta el hijo mismo.
En la mujer preparada el brote de ansiedad de este período es fácilmente superado y cuando
se anuncia el pasaje a la sala de partos, suele tranquilizarse mucho.
-Período expulsivo: la entrada a la sala de partos es la sensación de un sueño que se
convierte en realidad. El reflejo de pujo va ayudando a la concentración adecuada.. Las fantasías de
vaciamiento y de pérdida de sí misma son superadas mediante el deseo de dar a luz.
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La fisiología vaginal y sus receptores sensitivos registran las sensaciones de presión como
placenteras, esto explica la sensación de felicidad que siente la mujer mientras siente deslizarse
hacia el exterior el cuerpo de la criatura. Aquí se produce una de las batallas mas importantes que
se libra en el inconsciente en el momento del parto: la prohibición de la sexualidad y la expulsión
que es sentida como una situación sexual en sí misma. La confusión entre acto sexual y parto se
suma a todo lo anterior (vivencia de vaciamiento, castración, etc), por esos los momentos
posteriores al parto producen un estado confusional que se supera al ver al hijo recién nacido y
tenerlo en sus brazos: el hijo denota la especificidad del acto despejando las confusiones.. Dejar al
niño junto a su madre en la sala de partos es la mejor forma de ayudarla a resolver la confusión y a
tolerar la expulsión placentaria y la sutura.
Otro elemento importante es la presencia de la pareja durante el parto, ya que esta provee la
protección que la madre necesita al encontrarse rodeada de desconocidos en una situación
extremadamente angustiante de por sí.

ESTUDIO PSICOLOGICO DEL PUERPERIO


En los días de permanencia en la clínica, la madre está con su bebé en brazos y rodeada de
visitas que viven a verlos y traerles regalos. La historia de los Reyes Magos es una de las versiones
de esta fantasía. Pero, muchas veces se llega a la situación de tener que prohibir las visitas porque la
madre se agotó y le sobrevino algún trastorno. La madre primeriza se siente perpleja y confusa,
sumado a la expectativa de si tendrá o no leche para amamantarlo, si el bebé podrá succionar bien
para alimentarse, hace que los días siguientes al parto no sean nada fáciles. Toda la situación de
internación ( medio desconocido, personas que comparten la habitación con ella, cuidados
especiales impuestos por la asepsia, etc) van induciendo a un estado regresivo que se suma al
producido por el parto. En este estado regresivo prima la necesidad infantil de protección
agudizándose como en la infancia los temores en general.
Además padece las contracciones de retracción que pueden producir un dolor físico llamado
“dolores de entuerto”.
Ante la lactancia, hay bebes que se prenden al pecho con vigor y decisión. Otros no lo
logran de entrada, y si la madre se asusta, su estado de tensión y contractura pueden producir la
umbilicación del pezón o la inquietud del niño que llora angustiando más a la madre, produciéndose
un círculo vicioso de angustia de la madre-ansiedad del niño que puede culminar en la agalactia
total.
Otra situación es la de los bebés dormilones que toman y se quedan dormidos enseguida
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provocando gran frustración en las madres.


Un conflicto frecuente es el temor a la pérdida de protección del establecimiento hospitalario
con el retorno al hogar y la preocupación de cómo se desempeñará. El temor es a la incapacidad de
cuidar bien a la criatura y que ésta se enferme o muera.
El pediatra: explica las conductas a seguir valiéndose de conocimientos científicos, que a
veces entran en conflicto con los “consejos” de la abuela. El tacto y la amplitud psicológica del
pediatra logrará transformar a la abuela en una valiosa aliada. Es importante reconocer la necesidad
de madre que tiene la puérpera: la abuela debe ser respetada y estimulada en su tarea de ayudarla.
El padre: la intensidad de las vivencias del parto también producen en él un estado depresivo
y regresivo, si bien menos intenso. Se siente necesitado de apoyo y estimulación: está solo en casa
con una nueva responsabilidad y desconcertado ante ese bebé que es ahora su rival definido. Se
siente excluído ante la pareja madre-bebé. El es ahora simplemente un individuo que trabajar,
cuidar a la esposa, atenderla...y a él, ¿quién lo cuida?
Los hijos mayores: se ven expuestos a varios impactos como el bebé, la mamá atareada con
él, la reactivación de sus propios temores. El mecanismo que mejor les permite afrontar todo esto es
la negación. La negación puede asumir la forma de establecer estrecho vínculo con el padre o con
quien lo cuida ignorando a la madre. También son frecuentes las regresiones: volver a mojar la
cama, pedir el chupete, gatear, etc. Los padres deberán comprender para poder ayudarlos que esto es
mucho más que una vivencia celosa: la madre les ha sido arrebatada de verdad!

La psicosis puerperal:
Este estado se caracteriza por un rechazo total a la criatura. No quiere verla, le produce
terror. La madre está ausente, triste, alejada. Apática y ni siquiera se dedica a su arreglo personal.
Con frecuencia el cuadro se acompaña con ideas delirantes de persecución de que alguien va a
introducirse en la casa a dañar o robar. Su tratamiento es urgente, el psiquiatra debe ser llamado de
inmediato. El recurso es la psicoterapia con apoyo farmacológico. Por lo general se resuelve pero de
no ser atendido puede pasar a la cronicidad. La internación es el último recurso en los casos que
aparecen ideación suicida. Cuando los síntomas se presentan en forma aguda y no remiten
enseguida, debe pedirse apoyo psicoterapeútico inmediato.
De todos modos, sin llegar a los límites alarmantes del estado psicótico, las ideas depresivas
y persecutorias se hallan más o menos presentes en la mayoría de los casos. La sensación
dominante es haber perdido la propia personalidad y ser una mera esclava de la criatura y el
ambiente. Cuando los familiares y amigos pueden colaborar en forma prudente y eficaz, estas
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sensaciones se resuelven en amor hacia el niño, en la alegría de su progreso y crecimiento.


A lo largo del primer mes, en condiciones psicológicas normales, la mujer va emergiendo
lentamente de su estado depresivo.
Las ansiedades con respecto al cuerpo son muy intensas y se centran en la deformación que
ya no corresponden a la gravidez. En la reanudación de las relaciones sexuales juega un papel
importante el temor en la mujer de estar dañada, rota, por dentro. La sensación dolorosa de la
episiotomía refuerza esta vivencia. El hombre también se hace cargo de la fantasía de la mujer
dañada. Asimismo surge el temor a un nuevo embarazo y las ansiedades por la ausencia de
menstruación.
Otras fuentes de ansiedades son: la dentición con el malestar que le acarrea al bebé, el
retorno al trabajo con el temor de lo que pueda acontecerle al bebé en su ausencia
Con el transcurso del tiempo, la capacidad del bebé de mantener el sueño por períodos más
prolongados en la noche, la práctica y habilidad que la madre ha ido adquiriendo en el cuidado del
niño, el acompañamiento del padre, más la incomparable sensación de ir viendo el crecimiento y
desarrollo de su hijo, una nueva armonía va lentamente estableciéndose en el hogar.

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