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LOS DESVELOS Y LAS MAÑANAS HELADAS

En entrevista reciente para Gatopardo, Alberto Kalach afirma que “lo más importante de la
arquitectura es justo la arquitectura: esa construcción que nos envuelve, hecha con arte.”

La cita de Kalach parece sencilla pero, si leemos con atención, su afirmación está compuesta por los
elementos necesarios para que la arquitectura suceda: espacio, materia, y, lo más importante, el
usuario. Pero eso no es todo, en estos tiempos en que pareciera que la disciplina en cuestión se ha
reducido a la construcción de cotos residenciales con diseños básicos y genéricos, Kalach dice
“hecha con arte” y es justo ahí en donde puedo encontrar una convergencia entre su aseveración y
la reestructuración académica que se está comenzando a implementar en el Tecnológico de
monterrey. El modelo Tec 21 apuesta por la experiencia, por lo vivencial; apuesta por una educación
integral y significativa, pero sobre todo y particularmente en la carrera de arquitectura, este modelo
apuesta por un carácter un tanto más humanista y con una marcada orientación hacia el arte.

De tal suerte que, desde el inicio de su carrera, los alumnos de arquitectura no sólo obtuvieron las
competencias propias de cada materia, sino que estuvieron en contacto directo con distintas
manifestaciones artísticas. A lo largo de este primer semestre, documentales sobre arte
contemporáneo, debates, lecturas de poesía, visitas a museos y la misma experimentación de
algunas técnicas escultóricas como la talla directa y el vaciado en resina abonaron a la sensibilización
de los alumnos y contribuyeron a este nuevo perfil de arquitecto que se pretende formar en la
institución.

Concretamente, lo que hoy se presenta es justo un híbrido entre lo arquitectónico, lo escultórico y


la instalación; la exposición se conforma de tres intervenciones de espacio, construidas bajo los
principios del diseño modular y a partir de una figura determinada que cada equipo pudo encontrar
después de un proceso de observación del entorno a intervenir.

La cromática de los trabajos resultantes, así como la configuración final y la orientación en que
fueron dispuestos, mantienen también una relación directa con el espacio que los alberga; es decir,
los equipos tuvieron que observar, estudiar y diseñar en función del espacio a intervenir y pensando
en la interacción de las piezas con el usuario-espectador.

Las horas de dibujo, la teoría y la experimentación; las páginas de poesía, las escuadras y la historia
de la arquitectura; el yeso, el poliuretano y los aerosoles; los poliedros, la cartulina batería y el uhu;
la pequeña bocina roja en la que jamás sonó reguetón; las películas “raras”, los desvelos y las
mañanas heladas en el campus llegan hoy a buen puerto, pero no llegan solas, llegan de la mano de
un grupo de jóvenes entusiastas que, así como el modelo Tec 21, apuestan por un perfil de
arquitecto que recomponga el camino.

Su carrera ha comenzado. El compromiso está hecho. De aquí en adelante es responsabilidad de


cada uno de ellos y, si hay un poco de suerte, ahí estaremos para que nos sorprendan.

Anuar Atala

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