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La Hoja de Ruta
Las artes nos proporcionan un entorno y una práctica en los que la persona que aprende
participa en experiencias, procesos y desarrollos creativos.
La Educacion Artistica es un proceso a largo plazo, por lo debe ser sistemática y desarrollarse a
lo largo de los años y contribuye a desarrollar una educacion que integra las facultades físicas,
intelectuales y creativas.
Proporciona a las personas que aprenden las habilidades que se requieren de ellas y, ademas,
les permite expresarse, y evaluar criticamente al mundo que los rodea y participar activamente
en los distintos aspectos de la existencia humana.
Las Artes son las manifestación de la Cultura y al mismo tiempo, el medio a través del cual se
comunican los conocimientos culturales.
Las Artes son las manifestaciones de la cultura y al mismo tiempo, el medio a través del cual se
comunican los conocimientos culturales.
CONCLUSIONES
Para que el Arte tenga éxito es necesario que las partes comprendan los objetivos que se
pretenden cumplir y respeten las competencias de los demás .
El uso de las nuevas tecnologías amplia el papel de la educación artística y proporciona nuevos
roles a los profesores.
Fomentar la capacidad creativa y la conciencia cultural de cara al siglo XXI es una tarea difícil y
complicada, pero al mismo tiempo ineludible.
“Todas las fuerzas de la sociedad deben colaborar para que las nuevas generaciones nacidas
en este siglo cuenten con los conocimientos, las competencias y los valores y actitudes, los
principios éticos y las orientaciones morales necesarios para convertirse en ciudadanos del
mundo, responsables y garantes de un futuro sostenible”.
De entrada, creo que una importante idea fuerza es la visión del papel vital de la educación
artística en una educación de calidad, idea estrechamente vinculada a la afirmación: la
educación artística es un derecho humano universal.
La satisfacción de los derechos culturales implica que todas las personas deben tener las
mismas oportunidades para desarrollar su actividad cultural y artística… pero, oigan, podemos
constatar cuan distante es para amplias mayorías el acceso democrático a los medios para la
expresión y satisfacción de sus necesidades culturales y, también, cuan lejano esta el respeto y
reconocimiento de sus prioridades e intereses culturales. Ejemplo, las escuelas de arte
privilegian en el adiestramiento de los estudiantes el referente artístico europeo, para decirlo
en simple: pintura al óleo, escultura en mármol, etc.; otro, los museos de arte excluyen el arte
de los pueblos originarios, la etiqueta de artesanía que le colocan a sus expresiones culturales
implica su subordinación y muchas veces invisibilizaciòn; ¿necesito decir que expresión cultural
tiene espacios privilegiados en nuestra escasa prensa cultural?
“El desarrollo humano es un proceso de expansión de las libertades reales de que disfrutan los
individuos y que se traduce en la libertad general que deberían tener los individuos para vivir
como les gustaría”
Es que me parece importante, por un lado, recordar que la idea de desarrollo tiene que ver
con esta posibilidad de “vivir como nos gustaría”; el desarrollo no se mide solo
cuantitativamente, en frías cifras macroeconómicas, tiene que ver con las dimensiones de la
vida asociadas al despliegue de potencialidades y la felicidad; y, por otro lado, reconocer que
esta definición del PNUD es parte de un valioso marco teórico que tenemos que estudiarlo y
apropiárnoslo críticamente, entre ellos la Convención de la Diversidad Cultural (UNESCO, 2005)
y los Informes Mundiales del PNUD como el de “Nuestra diversidad creativa” (1998) o la
“Libertad cultural en un mundo diverso hoy" ; entre otros múltiples aportes de la reflexión y el
debate especializado.
La educación artística desarrolla competencias que no pueden adquirirse por otros medios
Dentro de esta línea de argumentación que vincula la educación artística a los derechos
culturales, la Hoja de Ruta señala con claridad que la cultura y las artes son componentes
básicos de una educación integral, aquella que debe permitir a los individuos desarrollarse
plenamente; siendo un requisito para participar en la vida cultural: COMPRENDER-APRECIAR-
EXPERIMENTAR el arte. Con la experimentación, el desarrollo de la apreciación y el
conocimiento de las artes, ¡adquirimos perspectivas únicas sobre una amplia variedad de
temas que no pueden adquirirse por otros medios educativos! Esta es una importante idea
para la fundamentación de la necesidad de la educación artística.
La realidad cotidiana de nuestro país es una realidad tensa. Los noticieros diarios dan cuenta
de múltiples síntomas de la violencia y el desprecio por la vida: feminicidios, negligencias
médicas, accidentes en carreteras, desastres naturales y falta de prevención, entre otros. El no
cumplimiento de los derechos culturales puede sumar más violencia a nuestra complicada
realidad nacional post conflicto. “Las violaciones de los derechos culturales provocan tensiones
y conflictos de identidad que son unas de las causas principales de la violencia, de las guerras y
del terrorismo”, anota -¿advierte?- la Declaración de Friburgo sobre los Derechos Culturales
(2007).
Cuando la CONVENCIÓN DE LA DIVERSIDAD (UNESCO, 2005) nos dice: "La cultura adquiere
formas diversas a través del tiempo y el espacio", hace referencia, por oposición, a las teorías
seudocientíficas de raza: la creencia en la existencia de razas genéticamente superiores (piel
blanca) y razas genéticamente inferiores (piel oscura). Esta frase de la Convención resume la
afirmación de la DECLARACIÓN SOBRE LA RAZA Y LOS PREJUICIOS RACIALES (UNESCO, 1978):
“Las diferencias entre las realizaciones de los diferentes pueblos se explican enteramente por
factores geográficos, históricos, políticos, económicos, sociales y culturales. Estas diferencias
no pueden en ningún caso servir de pretexto a cualquier clasificación jerarquizada de las
naciones y los pueblos”.
Repito: en el Perú el reconocimiento y la valoración de la diversidad cultural aún es una tarea
pendiente. La educación artística debe reconocer explícitamente que “cada cultura tiene sus
propias prácticas culturales y expresiones artísticas específicas”, y, también, que, a lo largo de
la historia, se han ido asignando nombres a los distintos tipos de expresión artística, teniendo
presente que, aunque términos como danza, música, teatro o poesía se utilizan en todo el
mundo, su significado profundo varia de una cultura a otra.
La Hoja de Ruta es mucho más rica en contenidos que la breve síntesis expuesta. Las ideas
seleccionadas buscan ser insumo para la reflexión y el indispensable debate para llegar a un
consenso alrededor de ideas-fuerza articuladoras de una estrategia común que nos permita
lograr que la educación artística se convierta en una parte obligatoria de los programas
educativos.
Hace ya casi una década surgieron las primeras manifestaciones y demandas estudiantiles que
lograron cambiar el foco de la agenda política en Chile, poniendo en cuestión, y en el centro
del debate, al sistema educativo del país. Una de las reivindicaciones de fondo de este
cuestionamiento apunta a la exigencia de una nueva institucionalidad y al necesario cambio en
la concepción de la educación, que ha sido hegemónica desde la dictadura hasta la actualidad.
El sistema educativo, en crisis, se ha vuelto un tema prioritario y un síntoma de una sociedad
que parece estar también en crisis. Lo que se ha puesto en tensión son dos ideas sobre
educación: una que la considera como un bien a adquirir –vigente hasta ahora–, y otra, que la
considera como un derecho social. Es esta última concepción educativa y sus posibilidades
reales de ser implementada, la que ha suscitado mayor atención y discusión.
Si entendemos la educación como un derecho social, que debe ser condición por igual para
todos(as) los(as) estudiantes del país, que implique calidad e integralidad educativa y que
permita acceder a todas las áreas del conocimiento, surge necesariamente la interrogante
acerca de la educación artística, sobre su sentido, lugar e importancia en la formación de los
sujetos.
Si bien en Chile es aún incipiente, en los últimos años la investigación sobre educación artística
ha originado un gran interés a nivel internacional, siendo posible observar un considerable
incremento en las publicaciones sobre el área (Eurydice, 2010; Marín, 2011). Como señala
Marín (2011), se han realizado variados estudios que sitúan a la educación artística entre los
problemas de las artes y los problemas educativos. Del mismo modo, ha aumentado la
convocatoria a congresos, seminarios y encuentros en que se discute la relevancia que tienen
las artes en la educación, así como las concepciones y funciones que se le han asignado al área
en los diversos contextos educacionales, siendo los principales temas de investigación los
relacionados con la didáctica de las artes, la enseñanza interdisciplinar entre áreas artísticas y
no artísticas, el aporte de las artes a la educación y su relevancia para la formación ciudadana.
Además, se ha indagado sobre la mediación y recepción del “objeto artístico” y la relación de
los proyectos escolares con el desarrollo cultural de las sociedades, relevándose en estas
investigaciones, entre otros aspectos, la importancia del patrimonio como “herramienta
sociocognitiva” (Collados y Rickenmann, 2010).
Desde fines del siglo XX, la investigación sobre educación artística a nivel internacional ha
presentado un desarrollo consistente, el que ha continuado en aumento en la actualidad
(Marín, 2011). Esto se evidencia en las innumerables publicaciones de revistas que abordan
tópicos como la educación estética, la historia de la educación artística, el currículum artístico,
los enfoques multiculturales de la enseñanza del arte, la cultura visual, la evaluación del arte y
los estándares de calidad, por mencionar solo algunos ejemplos.
A pesar de que estas nuevas propuestas metodológicas están siendo utilizadas en programas
universitarios internacionales de posgrado, así como en la elaboración de tesis, presentan
algunos problemas epistemológicos relacionados con la diversidad de lenguajes de
representación que emplean, la complejidad de los significados vinculados a las artes y la
flexibilidad operativa con los datos empíricos (Marín, 2011). En ese sentido, por su alto grado
interpretativo, no parecen ser concluyentes, lo que dificulta su aceptación en círculos ajenos a
los vinculados a las artes.
Aun cuando estas iniciativas metodológicas no han sido difundidas en nuestro país, lo que
parece significativo es constatar que existe cierto consenso sobre la necesidad de fortalecer la
investigación para vigorizar y dar consistencia al área de educación artística.
Lo relevante en este ámbito es que los cambios sociales e históricos han abierto debates,
discusiones y programas de investigación, reflejando ideas e hipótesis sobre lo que es
pertinente enseñar y aprender respecto a las artes. En la primera mitad del siglo XX, el foco de
investigadores y educadores artísticos estaba puesto en que la enseñanza del arte favoreciera
la expresión de emociones y el desarrollo de la creatividad (Read, 1982; Lowenfeld, 1961). El
supuesto detrás de esta propuesta es que la expresión de sentimientos y emociones a través
de las artes permite una mayor sanidad emocional, no solo a nivel individual sino también en
las relaciones que los sujetos establecen con otros. Además, según estos planteamientos, al
propiciar la expresividad en los(as) estudiantes se desarrolla también la capacidad creativa.
Esta fue, y aún es, una de las ideas más difundidas sobre los aportes que hacen las artes en la
vida de los sujetos y ha tenido como consecuencia, por un lado, la idea de que en la escuela
los(as) estudiantes pueden vincular sus vivencias y emociones con el trabajo artístico, pero
también, que la educación artística es un área en la que se deben dejar a un lado los aspectos
intelectuales, relegándola a un lugar devaluado respecto a las otras áreas del currículum
escolar (Errázuriz, 1994).
En la actualidad se vincula a las artes con la creatividad y se propone que la educación artística
permite formar la capacidad de innovar y ser original.
Artes y cognición
En este sentido, estos autores cuestionan la idea tan arraigada de que las artes son ámbitos
educativos no cognitivos, haciendo énfasis en las habilidades intelectuales que están presentes
en la creación y comprensión de las artes. Estos hallazgos pueden ser significativos para los
docentes pues permiten entender las artes y su enseñanza como un espacio educativo
relevante para la adquisición de habilidades cognitivas superiores. A partir de estas premisas,
se instala la idea de que para crear trabajos artísticos e interpretar obras de arte, es necesario
pensar.
En la actualidad, a raíz de los cambios que se han suscitado en las sociedades contemporáneas
y la enorme presencia de las imágenes visuales en la vida cotidiana de los sujetos, se han
establecido nuevos planteamientos para la educación artística. Algunos autores (Duncum,
2001; Hernández, 2003; Efland, Freedman, Sthur, 2003; Agirre, 2005) indican que los cambios
a los que estamos asistiendo en las últimas décadas, exigen modificar la manera en que hemos
concebido la educación artística hasta ahora, pues ya no es posible centrar su quehacer en los
aspectos procedimentales y expresivos o concebirla solo como algo relacionado con la
“mente”.
Esta propuesta concibe la sociedad, la educación, y por ende la escuela, como espacios
multiculturales que pueden ser abordados de manera intercultural, esto es, se puede
favorecer que diferentes grupos sociales se encuentren en un mismo lugar educativo. La
atención a la diversidad cultural busca que los(as) estudiantes consideren y comprendan otros
puntos de vista y otros modos de ver el mundo, además del propio, ya que a través de las artes
es posible acceder a manifestaciones culturales de nuevos grupos o comunidades (Efland,
Freedman, Sthur, 2003). Asimismo, el conocimiento deja de ser monodisciplinar y se concibe
como un ámbito interdisciplinar o transdisciplinar en el que confluyen diversas perspectivas y
saberes. En coherencia con lo anterior, el aprendizaje se concibe como un proceso social,
diverso, comunicativo y dialógico que permite que los(as) estudiantes se sientan parte de una
tradición heterogénea (Agirre, 2005).
Desde otro frente, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (Unesco) ha realizado dos congresos mundiales (la Conferencia Mundial sobre
Educación artística de Lisboa, realizada en el año 2006, y la Segunda Conferencia Mundial
sobre la Educación artística de Seúl, en 2010), en los que se han establecido orientaciones para
la educación artística, tanto en su ámbito creativo y de intercambio entre diferentes culturas,
como en el investigativo. Para ambas agendas el foco está puesto en las demandas de las
economías actuales y su requerimiento de una fuerza laboral creativa, flexible y adaptable a
los cambios que ocurren en el mundo contemporáneo. De este modo, se vincula a la
educación artística como área que posibilita influir en la solución de los problemas sociales,
económicos y culturales de un vertiginoso mundo contemporáneo.
Pese a que los lineamientos que se proponen en los encuentros de Unesco son generales y no
consideran las realidades locales, aluden a acciones transversales para los países miembros y
sitúan a las áreas artísticas del currículum escolar como relevantes e indispensables para el
desarrollo de los(as) estudiantes en la formación de una cultura de la paz. Un aspecto a
destacar es que esta organización intergubernamental recalca la importancia de la formación
artística como un derecho de niños, niñas y jóvenes. Entender la educación artística y la cultura
como un derecho es una concepción que merece atención y resulta un aspecto necesario de
considerar cuando se plantea una reforma educativa y el fortalecimiento de la educación
pública.
El documento La Hoja de ruta para la educación artística, construir capacidades creativas para
el siglo XXI (UNESCO, 2006), realizada en Lisboa, Portugal, propuso lineamientos y objetivos
específicos para fortalecer los aportes de la educación artística y el desarrollo de la creatividad
y la sensibilidad cultural en los(as) estudiantes. Se establecieron cuatro objetivos estratégicos:
1) garantizar el cumplimiento del derecho humano a la educación y la participación en la
cultura; 2) desarrollar las capacidades individuales; 3)mejorar la calidad de la educación; y 4)
fomentar la expresión de la diversidad cultural. Estos objetivos se basan en el supuesto de que
“la cultura y las artes son componentes básicos de una educación integral que permite al
individuo desarrollarse plenamente” (Unesco, 2006, p. 1). De esta manera, lo planteado se
propone como argumento principal a favor de que la educación artística ocupe un lugar
importante y obligatorio en los programas educativos de los diferentes países. Otros objetivos
de la Hoja de ruta, mencionan la relevancia de incluir en los programas de educación artística
la educación en la propia cultura.
Este punto es importante pues la inclusión de la educación artística en las políticas educativas
ha sido deficitaria en la mayoría de los estados latinoamericanos y se ha constituido en un
desafío para Chile. Resulta especialmente significativo en tiempos de reforma atender a estas
premisas, pues a través de la educación de las artes, entre otros aportes, es posible fomentar
la expresión y el respeto por la diversidad cultural tanto propia como ajena, aspecto necesario
si entendemos la educación como un espacio propicio para la formación ciudadana.
El documento de Lisboa entrega algunas indicaciones a seguir para el logro de los objetivos
planteados, entre las que destacan: incentivar el contacto con artistas, promover el encuentro
con portadores de tradiciones y, también, incluir el conocimiento de los problemas
socioculturales y ambientales en los programas de educación artística. Del mismo modo, se
proponen algunas recomendaciones para los actores involucrados en la enseñanza de las
artes, especialmente para profesores generalistas, docentes especialistas en las áreas artísticas
y artistas involucrados en educación. Estas recomendaciones apuntan a favorecer una
formación artística compleja y amplia, así como también una formación pedagógica
consistente y contextualizada.
Además de lo anterior, la Hoja de ruta propone una mirada a nivel político, señalando la
necesidad de que se relacionen de manera convergente los diferentes ministerios
responsables de la educación y la cultura, así como también los docentes, los responsables de
la educación y los que se encargan de evaluar e implementar los programas de educación
artística. De este modo será posible potenciar el área, reducir costos e implementar buenas
iniciativas.
Un aspecto importante señalado por estos documentos de Unesco es que los aportes de la
educación artística solo se pueden lograr si se establecen condiciones mínimas para su
implementación. Además de las formativas y la calificación de las personas que enseñan e
implementan los programas, se requieren condiciones físicas mínimas para operar.
En base a lo anterior, es posible señalar que tanto la Hoja de Ruta para la Educación Artística
(Unesco, 2006) y la Agenda de Seúl (Unesco, 2010) establecen lineamientos que sitúan a la
educación artística como un aporte para la formación de personas creativas y flexibles que
colaboren en el crecimiento social y económico de los contextos en que viven. En este sentido
las artes cumplen una función complementaria a las otras áreas del conocimiento y se orientan
a fines específicos que se busca desarrollar en los países miembros.
Otra organización que aporta a la discusión sobre la educación artística a nivel internacional es
la Sociedad Internacional de Educación a través del Arte (InSEA), vinculada a Unesco. InSea
organiza congresos mundiales cada tres años con sede en diferentes ciudades del mundo, con
el propósito de fortalecer el intercambio y el diálogo entre investigadores de las áreas
educativas artísticas. Además de los congresos trienales, organiza seminarios y otro tipo de
encuentros y publicaciones que permiten visibilizar lo que está ocurriendo en el mundo
respecto de la educación artística.
En este escenario, es posible señalar que existe un cuerpo de investigaciones que permiten
establecer lineamientos para la educación artística en general y también algunas
recomendaciones desde la política pública internacional para el área. Estas recomendaciones
surgen de organizaciones a las que Chile pertenece y a cuyos acuerdos suscribe. Es por eso que
deben ser consideradas pero contextualizadas a nivel local.
Como ha ocurrido en otros países, la educación artística en Chile ha cambiado a lo largo del
tiempo y se le han asignado una serie de funciones de acuerdo al lugar que ocupa en los
imaginarios sociales y la política educativa. Como se ha señalado anteriormente, en sus inicios
la educación artística se justificaba en la medida que contribuyera a la adquisición de
habilidades técnicas para enfrentar el sistema laboral (Errázuriz, 1994; Efland, 2002). Con
posterioridad, se le consideró necesaria para que los(as) estudiantes desarrollaran la
creatividad y la capacidad de expresarse a través de las artes. En este sentido, la educación
artística nacional es heredera de elaboraciones foráneas.
Respecto a las artes visuales, en sus inicios el área en Chile se enseñó bajo la denominación de
“dibujo”, fundamentada por la necesidad de desarrollar capacidades técnicas. Varias décadas
más tarde, el área curricular cambió y se transformó en “artes plásticas”, cuyo foco principal
fue el hacer artístico y la expresión creativa. A raíz de los cambios sociales, la alta conectividad
y la necesidad de incorporar aspectos visuales comunes de las sociedades contemporáneas,
esta área se concibe hoy en día como “artes visuales.” De hecho, en la actualidad es difícil
encontrar programas universitarios que aún conserven la designación de “artes plásticas”.
Cada cambio ha implicado nuevas maneras de concebir la educación artística y la ha situado en
lugares específicos, pero es posible constatar que transversalmente la educación artística,
tanto formal como no formal, ha ocupado un lugar accesorio y de poca importancia en la
educación escolar chilena.
Además de lo anterior, este momento de la política pública parece relevante porque estamos
ad portas de una nueva reforma educativa, que puede ser una oportunidad para repensar la
importancia de la educación artística en nuestro país. Es necesario señalar que, si bien lo que
se está discutiendo en estos momentos es el proyecto de ley enviado al Congreso por el
ejecutivo y no los contenidos curriculares que se enseñarán en las escuelas, casi no existe
mención a las artes en el proyecto inicial de la reforma.
Aun así, en términos generales, la reforma educativa que se encuentra en discusión, presenta
ciertos lineamientos a considerar. Señala que se pretende que los(as) estudiantes chilenos
tengan una educación integral, que puedan reconocer y respetar la diversidad cultural, que la
educación se aleje de una perspectiva funcionalista y se aboque a educar a un(a) ciudadano(a)
político para quien la educación sea un derecho. La idea es propiciar una formación completa
que permita el enriquecimiento cultural. Por este motivo es necesaria la pregunta sobre qué
aportan las artes a la educación, y más precisamente, cuáles son las artes que se deberían
enseñar en los contextos escolares chilenos.
En base a lo expuesto anteriormente, las investigaciones señalan que las artes tienen una
significativa relevancia en el desarrollo de aspectos emocionales, cognitivos y culturales.
Asimismo, la enseñanza de las artes se puede centrar en el aprendizaje de lenguajes artísticos
como ámbito de metáforas y conocimiento, así como también focalizarse en su potencial
crítico, argumentativo y comprensivo. Desde los lineamientos de las políticas internacionales,
las artes se consideran una oportunidad para fortalecer las dimensiones creativas y
ciudadanas, siendo propicias para pensar de otra manera las soluciones a los problemas
sociales que enfrentamos en el mundo contemporáneo.
Tal vez el punto elemental de la discusión es entender que la educación de las artes y la cultura
debería ser un derecho fundamental de los(as) ciudadano(as) de nuestro país, especialmente
para una educación pública que permita programas de calidad. Del mismo modo, para que ese
derecho pueda ser ejercido, requiere de una institucionalidad que revise las propuestas
vigentes e instale nociones relevantes, actualizadas e informadas sobre la educación artística
que el país requiere.