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Lunes 26 de noviembre del 2018

Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa.


Licenciatura en Antropología Social

Antropología Crítica
Profesora: Natalia Radetich
Alumna: Aitana Villamar

Reportes de Lectura.

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I. Europa y la gente sin historia”, de Eric Wolf

Wolf, como antropólogo, exalta la importancia de recurrir al materialismo histórico al realizar el


trabajo etnográfico para así, tomar en cuenta que todas las sociedades son el resultado de un proceso
histórico que está sujeto a interrelaciones e interdependencias con otros sistemas o sociedades. Para
Wolf, “en las configuraciones sociales, las conexiones están señaladas por líneas de tensión,
contradicción y fractura, y expuestas a las presiones generadas en los campos más amplios de
interacción que las rodean” (1982:2). Esto cuestiona la idea de las sociedades herméticas y que sus
sistemas son integrados y unidos para afrontar que las sociedades están inmersas en un desarrollo
continuo, son “culturas vivientes” sujetas a procesos múltiples e interconectados, siendo sistemas
abiertos que pueden ser representados como una red que operan de una forma incesante.

Desde esa premisa, Wolf afirma que es desde 1492 cuando el capitalismo industrial como sistema y
modo de producción comienza desenvolverse de forma rápida para expandirse de manera avasallante.
De esta forma, la expansión europea y el modo capitalista de producción, se instaura y coloniza más
espacios de la vida social, “provocando en todas partes cambios significativos en los dispositivos
sociales y culturales de los pueblos” (Wolf, 1982:3) obligándolas a re articular sus prácticas para
incorporarlas al régimen de condiciones del sistema capitalista.

Gracias a esto, el título de su libro se refiere a las condiciones de estas personas cuya confrontación
y reestructuración es constante y son los sujetos que la antropología debe visibilizar desde la
emergencia del capitalismo, esto a partir de la etnografía hacia las personas ordinarias que son agentes
en este proceso histórico, las “acosadas minorías” como los campesinos, trabajadores, migrantes y
habitantes de la periferia urbana; e incorporar nuevos objetos de estudio, como el deseo y la resistencia.

Desde este enfoque, resulta imprescindible enfatizar las relaciones materiales y los análisis de nuevas
manifestaciones o fenómenos culturales que responden a dinámicas de desigualdad, así como el papel
de estas sociedades (europeas) en la generación de riqueza y cómo el estado se relaciona con éstas.

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II. “Imperialismo. La fase superior del capitalismo” de Vladimir Lenin.

El capitalismo donde predomina la libre competencia llega a su límite entre 180 y 1870, a partir de
esto, las condiciones de producción y distribución se consolidad, y así como Lenin explica en este
texto de 1916, el capitalismo da un giro monopolista. Esto lo plantea ejemplificando la industria del
carbón, el acero y el hierro, así como de la industria eléctrica en los países “desarrollados” (es decir,
consolidados en esta dinámica): Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania y Francia. Aquí, los
valores imperantes son la libre competencia y la democracia pero subsumidos al capitalismo, donde
se produce desigualdad incesantemente, siendo la vida miserable de las masas condiciones
fundamentales e inevitables y constituyen las premisas de este modo de producción (1917: 38). A
partir de esto, Lenin vislumbra una tendencia innegable del capitalismo moderno, una que
inevitablemente conduce al monopolio, donde las pequeñas empresas son desaparecidas o compradas
por las empresas gigantes, gracias a la imposibilidad de una competencia justa debido a su gran
infraestructura y a la posesión de los medios de producción más eficientes, lo que les provoca abaratar
su costo de producción y su precio en el mercado. 1

Posteriormente, Lenin nos conduce al importante papel de los bancos, cuya función principal es
convertir el capital monetario inactivo en activo. Éstos últimos también tienden al monopolio, como
ejemplifica en la Alemania de 1913, donde tan solo nueve bancos concentraban casi la mitad de los
depósitos. En el caso de grandes operaciones, estos bancos conocen la situación financiera y a través
de sus acciones sobre el crédito (como restricción, ampliación) y pueden decidir sobre los bancos
pequeños. A partir de esto, Lenin define capital financiero al capital controlado por los bancos y
utilizado por los industriales, consolidándose así, una oligarquía financiera, que son quienes tienen
el dominio de este rubro, como Rockefeller y Morgan en Estados Unidos de inicios del s. XX. De
esta forma, se introduce a la fase superior del capitalismo, el imperialismo, donde impera el dominio
del capital financiero sobre las demás formas del capital, alimentando la oligarquía financiera y

1
También ejemplifica con Alemania, donde las grandes empresas industriales, el .09% de todas las
empresas en el país) comienzan a cooptar la mano de obra, empleando al 34.9% de todos los obreros de
Alemania en 1907, y gracias a la infraestructura que poseen, consumen el 77.2% de energía de todas las
empresas.

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condicionando su dominio sobre el capital y el Estado, instaurándose como la fuerza más decisiva
de la época. (1917: 50)

Lenin también afirma que el capitalismo se ha transformado así en “un sistema de opresión colonial
y de estrangulamiento financiero de la aplastante mayoría de la población de planeta por un puñado
de países avanzados” (1917: 7), argumenta que gracias mercado mundial, los países “avanzados”
ejercen un papel colonial y extractivista al momento de invertir en el extranjero. Así, el monopolio
en pugna por materias primas se apodera de tierras con recursos minerales y naturales, principalmente
en sus colonias, explotándolas con sus recursos tecnológicos e infraestructura, acaparando también
el mercado.

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III. El colonialismo es un sistema.” de Jean Paul Sartre

Como parte de la élite intelectual francesa, Sartre sitúa su análisis en este momento de auge liberal y
republicano que se desenvuelve en las ciudades importantes europeas, cuyo desarrollo ha sido gracias
a un sistema mundo basado en la opresión, dominación y explotación colonial de los países africanos.
Sartre parte de la situación de Argelia, una colonia francesa cuya guerra de la liberación duró de 1956
a 1962. Con una mirada marxista, se preocupa sobre cómo la riqueza se acumula en un mismo sector
social: Los propietarios de la mayoría de las tierras argelinas se encontraban en Francia,
empobreciendo a la población originaria de Argelia. Así, Francia –y todas las potencias colonialistas-
veían la inversión industrial en sus colonias como algo absurdo y no rentable, una utilidad insegura,
limitando la función de las colonias como productoras de materia prima y un mercado para importar
productos manufacturados de primera necesidad, como telas o espejos.

Sartre critica el posicionamiento de sus contemporáneos, al afirmar que no existen los colonos
buenos ni malos. El colonialismo es un sistema en el cual los ciudadanos europeos tienen incidencia,
donde los factores que permiten y posibilitan este sistema son primeramente económicos, sociales e
incluso psicológicos por parte de los colonizados.

Desmitifica así el discurso de la igualdad republicana que impone un código individualista, espacios
donde imperaba un espíritu de colectividad se vieron oprimidos y relegados, donde los colonizadores
buscaban mantener una relación de dependencia, alimentando la concentración del capital en las
metrópolis a expensas de la explotación de la fuerza de trabajo argelina y de sus tierras. También,
fue un sistema que se refuerza a sí mismo, ya que impuso condiciones para que los colonizados se
mantuvieran en esta situación, a través de prácticas de exclusión gracias al idioma, el no acceso a la
educación, acrecentando la desigualdad gracias a la privación de cualquier tipo de instrucción que
permitiera la producción autónoma, siéndoles negado cualquier instrumento técnico o cultural que
pudiera brindarles emancipación. Es así como Sartre apoya y sustenta la liberación argelina,
argumenta que Europa está al borde de su destrucción y su colapso.

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IV. “Los condenados de la tierra” de Frantz Fanon

En el prólogo al libro de Frantz Fanon, Sartre se dirige a sus contemporáneos europeos, a la población
hipócrita metropolitana que se jacta de su estilo de vida tan artístico y humanista, y a quienes sin
distinción les incluye en el grupo de los colonizadores; prosiguiendo con su argumento del quiebre
inevitable de Europa. Además, interpreta a Fanon y justifica la violencia que pueden ejercer los
pueblos colonizados con argumentos enérgicos: “Europa ha dado un zarpazo a nuestros continentes;
hay que acuchillarle las garras hasta que las retire”. (Sartre, 1961:6) De esta forma es inevitable que
utilicen la misma fuerza (no los mismos medios represivos porque no los poseen) para volcar sus
condiciones hacia quienes las provocaron, tomando la fuerza de las generaciones pasadas para obligar
al colonizador a atravesar por las adversidades a las que somete. Todo generado desde vergüenza
provocada y el dolor y el hambre acumuladas, que ha forjado una rabia volcánica.

Los colonizadores usaban y usan diversas tácticas para justificar su dominio, separando internamente
a las etnias colonizadas –como tomar un grupo para convertirlos en élite indígena a través de su
occidentalización- o usando la deshumanización como dispositivo para la explotación de los cuerpos,
para así negarles la posibilidad de ser interlocutores dignos ante los “verdaderos humanos europeos”.
Así, ese genocidio y explotación no es un crimen porque el otro no es semejante al hombre. “Si se
resiste, los soldados disparan, es un hombre muerto; si cede, se degradan deja de ser un hombre” la
incapacidad de elección revela el régimen, la violencia desintegra la humanidad. De esta forma, surge
un mito que justifica la situación colonial, una superestructura donde el individualismo se afirma y
la única validez la ejerce el sujeto pensante, el colonizador occidental.

Por otra parte, Fanon sustenta que la descolonización será siempre un fenómeno violento, debido a
la naturaleza de sus medios represivos y su sustento en las fuerzas construidas en el antagonismo,
por lo que hace un llamado a la unificación de las luchas a partir de la exaltación de su esperanza de
la unidad del “tercer mundo” que pueda iniciar un proceso de liberación colectiva. Sin embargo, para
él es un riesgo legitimar esta lucha ya que el sistema se ha erguido bajo un discurso de las condiciones
obreras armoniosas, prudentes y pacíficas, construidas bajo la moral del colonizador a través de sus
fuerzas coercitivas y del orden. Inevitablemente, el combate surge en otros terrenos reivindicativos
como la cultura, los valores y las técnicas, pero aún prevalece la condición colonial en el manejo de
la tierra, impidiendo así cualquier tipo de autodeterminación sobre ésta por parte de sus habitantes
originarios.

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V. “Capitalismo y esclavitud” de Eric Williams.

La esclavitud como sistema e institución económica de primera importancia ha sido promovida y


organizada por el sistema de producción capitalista/colonialista, desde los recursos del “nuevo
mundo” y la mano de obra del viejo mundo, posibilitando las condiciones modernas de Europa. La
vida de los británicos se articuló a través de la producción importada: su forma de vestir, las bebidas
que consumían, la fuerza bélica que acumulaban, explotando la fuerza de trabajo de millones de
personas que trabajaban en la agricultura de exportación en sus territorios colonizados, sobre todo en
América Latina.

Posteriormente, Williams describe el tráfico global comercial-marítimo de esclavos y de los


productos manufacturados, que se lleva a cabo entre Inglaterra (principalmente el puerto de Briton)-
África Occiental y el Golfo de Guinea, para llegar a las Américas, las Antillas, las islas caribeñas, el
suroeste de Estados Unidos (Virginia) y la costa brasileña, donde el tabaco, el algodón y la caña de
azúcar, que fueron cultivados y producidos a gran escala para los mercados de exportación. De esta
manera, África fue la proveedora de la mano de obra esclavizada, en Europa se centralizó el capital
y sólo así pudo producirse la revolución industrial.

Por otra parte, hacia América, la ola de inmigración de trabajadores era enorme, tanto voluntaria
como involuntariamente, ya que en Europa, el secuestro era común y era expulsado cualquier sujeto
no deseado, como los vagabundos, gitanos o delincuentes, quienes no vendían su fuerza de trabajo
y no contribuía al progreso, por lo que eran deportados como mano de obra durante tiempo limitado
2. También existían los indentured servants quienes trabajaban por contrato y tenían la posibilidad
de poseer tierras “prometidas”. Éstos últimos se consolidaron como una gran fuerza democrática de
los nuevos estados en formación, reproduciendo otras relaciones de dominación.

La relación entre negros y blancos ha sido de desigualdad y opresión, los cuerpos negros fueron
esclavizados, sus cuerpos fueron encadenados y explotados, su condición heredada a su
descendencia, y sus historias invisibilizadas, todo de forma sistemática. A partir de esto se

2
Asimismo, se produjeron suicidios dentro de estas embarcaciones que navegaban durante semanas en
condiciones infrahumanas

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desencadenó un sistema simbólico basado en el racismo y la distinción racial, así como de las
“utilidad” del cuerpo en cuanto a la producción (en este sentido los cuerpos indios eran rechazados
y los africanos clasificados en tribus, describiendo su comportamiento frente a este esquema de
trabajo) racionalizando las diferencias y justificando moralmente las desigualdades abismales.

VI. “México profundo: Una civilización negada.” De Guillermo Bonfil


Batalla.

En este texto, Bonfil Batalla busca Comparar las formas de dominación que se ha ejercido en el
territorio mesoamericano, en la época prehispánica y después de la conquista, donde fueron
sometidos a una forma de dominio colonial nunca antes visualizada. Si bien en el mundo
precolombino, el pueblo tenochca (de Tenochtitlán) y la triple Alianza ejercían formas de dominación
ante sus pueblos sometidos, éste se limitaba al cobro de tributo a partir de sus bienes producidos, esto
se llevaba a cabo gracias a un “impuesto” llamado calpixque y que se destinaba y centralizaba en las
grandes ciudades. Asimismo, se respetaba su idioma, su forma de organización y sus creencias
religiosas, que incluso se incluían dentro del panteón para que fueran veneradas ahí: los cultos eran
compatibles y no excluyentes, tampoco eran ilegítimos ni negados. Por otra parte, la tecnología de
guerra no presentaba diferencias significativas entre los pueblos mesoamericanos, mientras que los
españoles utilizaron dispositivos de sometimiento mucho más agresivos y violentos, ya que
eliminaron a los sacerdotes, a los sabios y a los jefes militares y políticos. También poseían la
tecnología del hierro y se veían protegidos por ésta; utilizaban cañones, espadas y animales fieros
para atacar a los guerreros originarios – dispositivos sumamente desiguales si se compara con la
tecnología mesoamericana– y quienes comúnmente atacaban a traición, una verdadera cobardía en
un espacio donde el momento bélico era sagrado y lleno de honor.

Desde aquellos momentos, la matriz occidental afirma ideológica y continuamente su superioridad


en todos los campos posibles. El colonizador se asume desde la superioridad en todos los órdenes de
la vida, los criterios morales y la idea del desarrollo, obligando al colonizado a cambiar su forma de
vida y sus concepciones epistémicas para que se acoplaran a sus formas de vida. Esta nueva sujeción
negaba al otro originario y lo acoplaba en una categoría universal: los indios. A partir de esta
denominación, se homogeneizan todas las poblaciones precolombinas y sus particularidades para
adjudicarles una identidad de colonizado desde el colonizador. Esta categoría estaba acompañada de

8
una condición de supuesta inferioridad, ya que sus creencias se contraponían con las creencias y
prácticas religiosas católicas de los colonizadores.3

Esta relación de dominación oprime la diversidad de formas de vida, de modos de producción y sus
respectivos modos de significación; también ignoró la diversidad de nichos ecológicos y obligó a las
poblaciones al trabajo forzado. Incorporó el tributo, delimitando sus tierras y reacomodando la
población de acuerdo a los intereses productivos del capitalismo global. Este dominio explotó os
asentamientos mineros de oro y plata y estableció haciendas, donde a los “indios” y a los esclavos
les correspondían los trabajos más duros. Por ejemplo, los naboríos, que eran “indios” que se
quedaban atados de por vida a las haciendas por deudas impagables de los sus empleadores y que
también eran heredables. Estas condiciones de vida llegaron a propiciar suicidios colectivos para
resistirla, la tasa de natalidad también disminuyó brutalmente y toda una epistemología fue
subsumida e incorporada a un corpus católico y occidentalizado.

Esto se logró gracias a una transformación simbólica profunda a través de la construcción incesante
de catedrales ostentosas, iglesias, templos y conventos -fundando un orden espacial y social que
persiste en nuestros días-, el bautizo de millones de habitantes y el castigo público a quien propagara
“la idolatría”. De la misma forma aconteció una nahuatlización, permitiendo el uso de únicamente
esta lengua para universalizar su comunicación, aunque fueron discriminados y rezagados a quienes
la utilizaban. En fin, la colonización fue todo un sistema de producción que priorizó las prácticas
capitalistas europeas -como mayor producción de ganado y trigo- y la reproducción de un régimen
social basado en oprimidos y opresores, haciendo crecer las metrópolis centralistas para crear sus
instituciones e imponer todo un orden social sin respetar ni dialogar con el que estaba establecido.

3
Como las serpientes. Mientras aquí se admiraba a Quetzalcóatl, la iglesia católica cristiana la considera
demonizada o portadora del “pecado”

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VII. “Del indigenismo de la Revolución a la antropología crítica.” de
Guillermo Bonfil Batalla.

La antropología en México es equiparable con la corriente intelectual e institucional llamada


indigenismo, que se instauró como el corpus pragmático que reguló todas las acciones
gubernamentales y académicas referidas a los pueblos indígenas y las comunidades rurales, para que
desde 1910, se insertaran en las prácticas de la idea de nación mexicana y de esta forma se enajenaran
de sus prácticas y cultos y recibieran lo que el estado podía proveerles a través de programas
paternalistas. Gracias a esto, los antropólogos realizaron acciones que negaban al “indio” (término
utilizado por Bonfil) ya que respondían a los valores positivistas del mestizo mexicano para
universalizar la idea sobre la patria y sus ciudadanos, insertando sólo al “indio” folklorizado. Sin
embargo, las reparticiones de tierras en los años 40’s provocaron migraciones masivas a las ciudades,
para integrar a estos sujetos a las dinámicas laborales a partir de su explotación en beneficio de las
economías emergentes, intensificadas, tecnificadas y masificadas, violentando así sus prácticas
económicas previas y locales. Bonfil Batalla también refiere al carácter vicarial, que son formas de
explotación que sólo resultan viables en virtud de las diferencias culturales, argumenta que no son
significativas en el mercado global ya que generalmente son trabajos de subsistencia. Por otra parte,
las formas de producción y tecnificación del cuerpo capitalista fueron adoptadas por estos actores
gracias a la demanda en el mercado regional-global, sujetos también a los vicios de vida pública de
México, como la corrupción, la improvisación, la componenda, el favoritismo, etc.

El autor critica al antropólogo profesionista y su supuesta objetividad científica que se encuentra


desvinculada a la crítica de las estructuras actuales, convirtiéndose así en un “técnico para manipular
indios” enfocando su visión de las culturas con un carácter local, armónico, integrado, hermético,
aislado, homogéneos y funcional, cuando en realidad son sistemas sociales en tensión donde existen
oposiciones, contradicciones y antagonismos, no sólo diversidades. También, son identidades que se
insertan en dinámicas de poder verticales, son “culturas de clase” que generan anti valores o valores
asimétricos que sólo pueden comprenderse dentro del sistema global colonial y capitalista. Así, el
desarrollo de estos pueblos se desenvuelve al margen, condicionados a circunstancias desiguales.

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Por otra parte, afirma que la relación dialéctica entre los “indios” y mexicanos es enajenante para
ambas, así como inauténtica, ya que una se afirma a través del otro que niega, y el otro se afirma a
través de quien lo niega o lo afirma erradamente, identificándose con ésta o con nada.

Bonfil cierra este capítulo cuestionándose la viabilidad de la pluralidad de formas de vida en el


proyecto de la nación mexicana , donde la situación de desigualdad y explotación es condición misma
de sus habitantes pluriétnicos. Así como la irracionalidad de la academia, hay instituciones que se
hallan en contradicciones a través de la irracionalidad del desvinculamiento con las relaciones
materiales, por lo que la disciplina antropológica debe enfocarse también en los nexos y el
funcionamiento y la organización de sociedades más complejas y estratificadas.

VIII. “Breve historia del neoliberalismo”, de David Harvey

David Harvey explica el surgimiento del neoliberalismo en distintos puntos del globo. En la década
de los 70’s, cuando el Estado y sus áreas de provisión social fueron abandonadas, el neoliberalismo
surge como proyecto utópico y como proyecto político que busca restablecer las condiciones para la
acumulación del capital y la restauración de las élites económicas.

El neoliberalismo implica “no restringir el libre desarrollo de las capacidades y libertades


empresariales del individuo, dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de
propiedad privada, fuertes mercados libres y libertad de comercio” (2005: 8) Las condiciones fueron
favorables, la nueva tecnología implicó un cambio en la experiencia social del tiempo y en la forma
en la que se hacían las transacciones monetarias, por lo que podían centralizarse el capital y quienes
lo operan. También busca atraer toda la acción humana al dominio del mercado, arguyendo que el
estado está condenado al sesgo en las decisiones económicas.

El papel del Estado se subsumió al desarrollo de éstas prácticas, así como a su respaldarlo y
reproducción a través de sus dispositivos jurídicos y militares. A nivel global, por ejemplo, Se creó
también el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, generando un nuevo orden mundial
regido bajo las dinámicas neoliberales, usando el dólar como moneda de reserva global y legitimando
la expansión de los mercados de exportación y la desigualdad radical. Parte de su discurso fue la

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exaltación la dignidad perdida en la Segunda Guerra Mundial y la incertidumbre posterior de los
movimientos de los años 60’s, concentrando los esfuerzos y el imaginario en la creación de empleos
y el crecimiento económico. En China, el neoliberalismo se desarrolló bajo la dinastía de Deng
Xiaoping; en Gran Bretaña, con Margaret Tatcher de 1979 a 1990, en Estados Unidos con Ronald
Reagan, de 1981 a 1989, y en Chile, bajo la Dictadura militar de Augusto Pinochet establecida el 11
de septiembre de 1973, promovida por las élites económicas en contra del gobierno democrático de
Salvador Allende, quien nacionalizó la industria minera, se opuso a los latifundios y aumentó los
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salarios. A partir de esto y su eficacia, el neoliberalismo ha proliferado de una manera voraz y
generalizada a escala mundial, ya que desplaza la soberanía estatal e impregnándose en las formas
de organizar la producción y distribución de bienes en el mundo -así como la relación entre los
humanos y los bienes naturales. La reestructuración neoliberal del aparato estatal se aplicó en los
servicios públicos educativos o de salud, a los medios de comunicación y la industria restringiendo
los derechos laborales y de sindicalización. De esta forma, el discurso hegemónico del neoliberalismo
se impregnó en el imaginario como respuesta racional que acompaña a la democracia liberal, que
respeta y prioriza la libertad de cada individuo, que ignora las colectividades.

En este sistema que híper-generaliza las prácticas de consumo, la privatización y la precarización


laboral, se priorizaran las reglas del mercado libre, así como las compañías y empresas
multi/transnacionales, donde su eficacia reside en la normalización de sus dispositivos y donde el
poder ejerce a través del deseo que se injerta y opera en nuestras conductas y se apropia de las críticas
y resistencias.

4
En esta reconstrucción neoliberal del estado chileno, fueron preparados economistas en la Universidad
de Chicago, bajo las concepciones del Nobel de la economía Milton Friedman, bajo un programa que
buscaba eliminar las tendencias izquierdistas en América Latina. Tanto en Chile como en México durante los
años 90’s se revirtieron las nacionalizaciones para privatizarlas y otorgar concesiones, siempre bajo la
influencia coercitiva de Estados Unidos y el mercado internacional.

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IX “La penalización de la pobreza y el surgimiento del neoliberalismo.” De Löic
Waquant

Asumimos que el neoliberalismo es una ideología y una práctica gubernamental que prioriza al
mercado y exalta la individualidad ejercida en libertad, es causa y efecto el debilitamiento del Estado
social, así como de sus intervenciones. Para Waquant, el neoliberalismo opta por la vía de
fortalecimiento del Estado penal.

El régimen político se vuelve liberal y progresista con las empresas y la clase privilegiada, mientras
se vuelve paternalista y punitiva con las comunidades urbanas vulnerables, permitiendo la
mercantilización del sistema carcelario y la explotación de la fuerza de trabajo de quienes las habitan
a partir de la reproducción del sistema de producción capitalista. En Estados Unidos por ejemplo, se
realizó una campaña que renovara los aparatos de la fuerza pública y represiva, por lo que el sistema
penitenciario fue prioritario. 5

Este carácter represivo del estado se manifestó en prácticas ideológicas y jurídicas que
criminalizaban a quienes cometían robos pequeños a quienes consumían o portaban sustancias
ilícitas. La policía, la “delincuencia”, la justicia y cárcel son ideas y palabras que imperan en el
discurso público, justificando sus acciones a partir de la difusión de una idea de “seguridad”
clasemediera. El espacio público se trasforma en cero tolerante con los cuerpos que no están
produciendo y se llena de redadas donde los negros o latinos son los sujetos más hostigados y
atacados. Esta penalización de lo precario legitima los poderes punitivos del Estado y el
enclaustramiento es normalizado, por lo que en los años 90’s se cuadriplica, y ya que la población
aumenta se necesita un espacio de reclusión que instaura ordenes sociales y territoriales debido a que
las cárceles también son empleadoras y permiten que sus reclusos sean contratados por empresas
locales o nacionales.

Asimismo, existió una explosión en el consumo de sustancias ilícitas, por lo que los toxicómanos,
los homeless, enfermos mentales y personas patologizadas ocuparon el boom de las instituciones

5Mientras los presupuestos de los servicios sociales sufrían recortes, el presupuesto para las cárceles aumentó
en un 95% tan sólo en los ochentas.

13
carcelarias6. Así, hubo un crecimiento en el registro de personas detenidas con justificaciones banas
acompañado de la criminalización a estas personas. Además, Se normaliza y legitima la
hipervigilancia bajo el mismo discurso.

X. “Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas


feministas.” de Silvia Federecci

Después de la Segunda Guerra Mundial, la división sexual de trabajo fue un fenómeno se instauró
como paradigma en la vida de mujeres, llenándolas de expectativas para que se figuraran como amas
de casa y madres. La crítica reside también en la articulación de “la casa” donde el padre provee del
capital y la madre que cuida y se somete a lo que le condiciona su pater, exaltando la situación global
del servilismo de las mujeres respecto al mundo masculino. Así, desde un análisis y su práctica
marxista, la autora busca desentrañar el núcleo de la producción para la producción: las mujeres
como sujeto de la (re) producción de la fuerza de trabajo, el núcleo acumulación primitiva. 7

A partir de esto Federecci afirma que sólo a partir de la demanda del salario, el trabajo doméstico
puede ser visibilizado, valorado y exaltado como una práctica productiva que merece
reconocimiento, ya que también se sitúa como un contrato social abierto a negociaciones, gracias a
que su mismo carácter de no asalariado ha sido útil y poderoso en la construcción de este rol y su
encubrimiento. Esta demanda rebeló el hastío de las mujeres modernas y trabajadoras, implicando
una rebelión ideológica que cuestiona los roles de género milenarios, ya que el trabajo femenino se
ha configurado bajo las exigencias del capitalismo por la fuerza de trabajo, y para nuestra autora debe
ser considerado como el cimiento de todo sistema político y económico ya que mantiene al mundo a
partir la inmensa cantidad de trabajo no remunerado que hacen las mujeres en las casas:
cocinar/alimentar, limpiar y lavar, criar/crear a los niños.8

6
Esto fue acompañado del declive de las instituciones psiquiátricas en Estados Unidos, donde la única opción
viable para encerrar a los enfermos era la cárcel
7
Esta crítica se une y es tan relevante como los cuerpos marginales que sustentan el proceso de producción,
como los esclavos, los colonizados, los presos quienes el estado mismo debe garantizar su reconocimiento y
dignidad.
8
También deviene toda la estigmatización hacia los “transtornos femeninos” como la histeria, que puede ser
generada por todas estas condiciones de sometimiento y exigencias de producción y explotación corporal y
laboral.

14
De esta forma, busca desmembrar la hegemonía de la hidra capitalista que penetra en los diferentes
campos de los sujetos, como la familia y el hogar, y cómo estos territorios se estructuran en función
de las necesidades de la producción y acumulación capitalista (2013: 25) También se ha creado una
dependencia y sumisión de las mujeres gracias una manipulación perversa, ontológica y con una
violencia muy sutil, sustentada desde el argumento que el trabajo doméstico se realiza desde el amor
y las afectividades y debe ser realizado incondicionalmente. A Las mujeres se les fueron atribuidos
roles de sumisión y aceptación a estos órdenes que se manifiestan en múltiples discursos tanto
públicos como privados, naturalizando esta condición y los diversos roles que debemos ejercer. 9 Por
esto es prioritario reconocernos como amas de casa, como prostitutas y como lesbianas para encarar
este supuesto orden. A través de lo cotidiano podemos cuestionar y repensar las redes de
colaboración, producción, reconocimiento, cuidado y creatividad para reconstruir el mundo.

9
Observamos una reproducción de estos roles en la esfera pública. Esos trabajos de cuidado, enfermería y
educación básica podemos observar una gran predominancia de las mujeres. Vemos también más secretarias
asistentes y trabajadoras sexuales mujeres que hombres.

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BIBLIOGRAFÍA

Bonfil Batalla, Guillermo. (1987) México profundo. Una civilización negada. México: Grijalbo
1990 pp. 113-143
__________________________(1970) “Del indigenismo de la revolución a la antropología
crítica”, en De eso que llaman antropología mexicana. Editorial Nuestro Tiempo: México .
Fanon, Frantz. Los condenados de la tierra. Trad de Julieta Campos. México: Fondo de Cultura
Económica, 1983 (1961) pp. 2-28

Federici, Silvia (2012). Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas
feministas. Trad de Carlos Fernández y Paula Matín. Madrid: Traficantes de sueños 2013. pp. 17-44

Harvey, David. (2005) Breve historia del neoliberalismo. Trad. De Ana Varela Mateor. Madrid:
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Lenin, Vladimir Ilich . (1917) Imperialismo, la fase superior del capitalismo. Trad de la Fundación
Federico Engels. Taurus. México, 2010

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Buenos Aires: 1968 .

Waquant, Löic (2010) “La penalización de la pobreza y el surgimiento del neoliberalismo” y “La
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Williams, Eric. (1994) Capitalismo y esclavitud. Traficantes de sueños, Madrid: 2011

Wolf, Adams. (1982, 2016) Europa y la gente sin historia. Trad. De Horacio Pons. Fondo de Cultura
Económica, México. pp.

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