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La revolución francesa, las guerras independentistas del nuevo mundo y las campañas
napoleónicas bloquearon severamente, desde 1787 hasta 1830, los circuitos comerciales
europeos y sus ramificaciones hacia el mercado mundial.
Junto con enganchar a un gran numero de socios menores “los consignees”, a quienes dieron
confianza y libertad suficiente como para, en ultramar, y a nombre de la compañía, abrir
todos los marcados cerrados e inundarlos con manufacturas.
Este negocio era altamente especulativo con enormes riesgos, pero de salir todo como se
esperaba las ganancias solían ser bastante exiguas.
La Royal Navy fungía el papel de protectora de los barcos comerciales y a la ves de
amedrentadora para poder cerrar los tratos cuando estos no llegaban a buen puerto,
asegurando entre ambos el trabajo. Con anterioridad los barcos ingleses habían desempeñado
el papel de contrabandistas en las colonias españolas. Con las guerras napoleónicas en España
sus métodos de seguridad se aflojan haciendo mucho más fácil conquistar el territorio no de
manera militar si no comercial.
Generando con esto una “súbita inundación” de productos, siendo los mercados de
Sudamérica de los más importantes para Inglaterra.
Esta economía trabajaba el cuero, yerba mate, chancaca, sebo, plata y oro, que eran
difícilmente intercambiables por las manufacturas de Europa. Por tanto, hubo que cambiarlas
por monedas y metales preciosos. Siendo a la larga mucho más dañina que beneficiosa.
Inundando el mercado con productos que no se vendían, llevando a los nuevos mercaderes a
bajar sus precios de venta a números ridículos con tal de vaciar su carga y volver a Europa
para repetir el ciclo.
En base a esta crisis, los consignatarios menos afortunados se debieron asimilar a la población
nativa en calidad de artesanos, zapateros, soldados, panaderos, hoteleros, mineros e incluso
en dueños de casas de té.
Fueron estas compañías las que hicieron posible, en el mercado mundial el triunfo histórico
de la revolución industrial y la formación del gran imperio comercial y colonial británico del
siglo XIX.
El segundo contrato, en cambio, obligaba a la compañía matriz a pagar una comisión de venta
al agente consignatario con cargo al total de las ventas efectivas, en tanto el agente se
obligaba a remitir a Inglaterra , en dinero o mercancía , el valor de las ventas.
Desde finales de 1820 el comercio de los consignees entró en franca decadencia. Centenares
de agentes comenzaron a experimentar una suerte de quebrar, otros fueron rebajados de
calidad de agente y otros enjuiciados por desfalco o robo. Una vez que las grandes casas
comerciales de Londres afianzaron sus contactos en la West Coast comenzaron a
administrarlas ellas mismas.
A la larga los consignatarios preparan el terreno para el desarrollo mundial del industrialismo,
junto con la consolidación de la instalación del capital financiero. Sacrificándose en el
proceso.
En chile para 1817 los consignatarios ayudaron a consolidar a los puertos como cabezas de
playa para el desembarco de las casas comerciales, antes de eso los puertos chilenos habían
mantenido una floja actividad naviera, con actividades importantes de una o dos veces al año,
que parecían más ferias agrícolas. Y los llamados puertos nacionales no eran más que una
playa junto con una hilera de bodegas juntos a una aldea campesina. Tomé y Talcahuano
tenían la función de alimentar a la zona de la frontera.
Estos puertos no eran más que puertos de paso para llegar a otras zonas de la West Cost
Hispanoamericana o la East Coast asiática.
Valparaíso aumentó ocho veces su población, más por inmigración que crecimiento
vegetativo. Siendo inicialmente mercaderes o marineros de origen extranjero, consiguiendo
un rápido estatus de cosmopolita para 1820 e independizándose de los otros puertos de la
Costa Oeste para 1826.
Los rasgos del comercio local derivaron en que los consignatarios se convirtieran en
comerciantes mayoristas, que debían de contratar comerciantes minoristas criollos para
asegurar la venta de sus mercancías, generando toda una red de nuevos consignatarios. Lo
que significa una duplicación de contratos para la casa matriz, aumentando los intermediarios
que ejercían costos en el proceso global.
Los mayores exportadores del país para 1828 habría sido casas de comisión fundadas por los
consignatarios antes de 1820 o después de 1824 por las mismas casas matrices. Junto con
agentes individuales que operaron en el territorio con bastante éxito.
Desde el siglo XVIII, los mineros chilenos “pirquineros”, se hallaban bajo una expoliadora
dependencia comercial y financiera con parte de los aviadores (comerciantes o hacendados
vecinos que los abastecían de insumos básicos como pólvora, charqui, herramientas y otros
recursos) a cambio de tomar los minerales en la boca de la mina. Relación de carácter
monopólico y de usura, a tal nivel, que esta produciendo la quiebra de los mineros y la perdida
de sus yacimientos. El habilitador también ejercía presión mediante la instalación de
trapiches (molinos mineros) y fundiciones de metalúrgicas. Onofre Bunster busca eliminar
estas practicas con la creación de un banco de rescate y de avíos, cuestión que nunca ocurrió
en base a intereses económicos del gobierno.
En tanto la invasión mercantil inglesa se dividió en, al menos, dos contingentes diferenciados:
uno que se centró en el comercio de importación de manufacturas, y otro que lo hizo en la
producción industrial de bienes primarios para la exportación. Constituidos como el brazo
mercantil y el productivo. Siempre bajo la protección de la Royal Navy, su presión para Chile
hará que adopte políticas de libre comercio de manera casi irresistible. Políticas que se dieron
principalmente con el régimen autoritario de 1830.
De este modo, entre 1820 a 1838 y 1840 a 1860 todos los consignatarios que llegaron a Chile
en el Siglo XIX finalizaron su carrera terminando en quiebra o consolidándose social y
culturalmente en el nuevo patriciado de la sociedad chilena. Siendo los que se mantenían
leales a la corona inglesa los últimos en caer debido a medidas proteccionistas y respaldos
con lo que estos contaban, no así los que se criollizaron.
Al desaparecer los consignatarios estos dejaron tras si una amplia y espesa red de relaciones
comerciales, financieras y productivas que se extendieron desde la minería del norte grande,
con las haciendas trigueras del Ñuble y Biobío, incluyendo los emergentes centros madereros
y las estancias ganaderas de la zona austral.
En síntesis: era un ajetreado ejercicio diplomático en costas ajenas, que encubría, bajo buenas
maneras, la protección armada que Inglaterra dispensó por casi un siglo a su expansión
comercial e industrial.
A) Consignees en tierra (Criollizados) influían políticamente para lograr que los gobiernos
promulgaran decretos leyes y políticas librecambistas.
C) Comodoros del mar territorial, que afianzaban, con sus cañones en silencio, las coacciones
de los Criollizados y las transgresiones de los leales; siempre atentos a las quejas de los
consignees, prestos a redactar respetuosas pero amenazantes cartas de reclamo a los
gobiernos de turno.
D) Mercaderes criollos que nunca habían comerciado a mar abierto con Europa, y que esta
vez lo hicieron como meros socios de tierra adentro, convirtiéndose en vendedores al por
menor de bienes importados, vendedores ilegales de ejes de cobre y plata, gestores del
librecambismo frente al gobierno, proveedores de productos exportables para las casas de
comisión y las subsidiarias.