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El segundo grupo está integrado por las Clases V y VI, y sus limitaciones
aumentan progresivamente de la V a la VI.
Las limitaciones por condición de suelo se designan con el subíndice "s" y están
principalmente relacionadas con las características edáficas, como textura,
estructura, compactación del perfil, profundidad, gravosidad, pedregosidad,
rocosidad, características químicas, etc.
Las limitaciones por riesgos de erosión se simbolizan con el subíndice "e" y están
vinculadas principalmente a las características topográficas, permeabilidad,
escorrentía superficial, cubierta vegetal y pluviosidad.
Los suelos identificados y descritos han sido agrupados en las Clases II, III, IV, V,
VI, VII y VIII. La Clase I no ha sido identificada.
A.4.1.1 Clase II
A.4.1.2 Clase III
A.4.1.3 Clase IV
Este grupo cubre un área de 116 381 hectáreas que equivale al 6.9% de la
superficie estudiada, y en él se incluyen todas las tierras generalmente arables y
adecuadas para cultivos intensivos y permanentes.
Dentro de este grupo de capacidad se han reconocido las Clases II, III y IV, las
cuales se describen a continuación con la identificación de sus respectivas
subclases.
A.4.1.1 Clase II
Esta clase ocupa gran parte de las tierras aluviales extendidas en forma de
angostas fajas sobre las márgenes de los ríos Sambú, Balsas y algunos tributarios
del río Chucunaque, y aparecen asociadas con las de la Clase III. Cubren una
superficie de 11 608 hectáreas, o sea el 0.7% del total de la provincia.
Clases Subclases
Símbolo % ha Símbolo % ha
II 0.7 11 608 i 0.7 11 608
III 4.5 76 079 i 1.7 28 782
e 0.4 6 386
es 1.3 22 311
esw 1.1 18 600
IV 1.7 28 694 e 0.5 9 737
es 1.2 18 957
V 2.5 42 205 sw 1.8 29 805
swi 0.7 12 400
VI 23.2 393 697 es 23.2 393 697
VII 35.6 596 094 swi 1.0 16 812
es 34.6 579 282
VIII 29.1 488 823 swi 3.2 53 551
es 25.9 435 272
Ríos 2.7 43 100 - 2.7 43 100
Total 100.0 1 680 300 - 100.0 1 680 300
Estas tierras de la clase III se distribuyen asociadas con las de las Clases II, IV y
V. Ocupan áreas de topografía plana a ligeramente ondulada situadas a lo largo
del curso medio del río Tuira, Valle del Chucunaque, principalmente entre los ríos
Tupiza y Membrillo, así como en sectores adyacentes a la Carretera
Panamericana, próximos a las quebradas de Hinostroza, Lara y Oso. En forma
dispersa se encuentran en la zona de Garachiné, Punta Alegre, Patino y río
Congo. Se estima que cubren una extensión de 76 079 hectáreas que equivalen al
4.5% de la superficie total de la provincia.
Las restricciones de uso son mayores que para la Clase II cuando se utilizan para
cultivos agronómicos, y por lo tanto las prácticas de manejo y conservación son
más intensas y difíciles de aplicar y de mantener. Esta clase incluye suelos
moderadamente profundos a profundos, de drenaje bueno a imperfecto, con
subsuelo de textura arenosa, franco arcillosa y arcillosa, de reacción muy
fuertemente ácida a neutra y de fertilidad natural baja a media. En general son
deficientes en fósforo y algunos en potasio. Esta dase comprende las siguientes
subclases: IIIi, IIIe, IIIes y IIIesw.
i. Subclase IIIi
Otro problema que atenta contra la integridad física de estos suelos es la erosión
lateral que ocasiona considerables dislocamientos de volúmenes de tierra por
efecto de las crecientes o desbordamientos de los ríos en la época lluviosa.
En líneas generales, las prácticas de manejo especificadas para la Clase II son
aplicables para estos suelos, construyendo además pequeñas obras de
avenamiento para la evacuación de las aguas de lluvia o de inundación, las cuales
se empozan en sectores ligeramente depresionados. La utilización de estas tierras
está orientada al cultivo de especies agronómicas de corto período vegetativo
cuyo ciclo de desarrollo no coincida con las crecientes periódicas o estacionales,
tales como arroz, maíz, legumbres y hortalizas. El plátano y el banano encuentran
condiciones muy favorables para su crecimiento y producción, ya que las
inundaciones son de corta duración y poca intensidad y los frutales podrían sufrir
efectos de la influencia de la napa freática.
Estas tierras pueden ser apropiadas para maíz, arroz, cítricos, sandía, zapallo,
caña de azúcar, ñame, pina, maracuyá, frutales y forestales.
A.4.1.3 Clase IV
Estas tierras se distribuyen asociadas con los terrenos de la Clase III, V y VI, y
aparecen en pequeños núcleos aislados en el sector de Garachiné, Punta Alegre y
Valle del Chucunaque. Se estima que cubren alrededor de 28 694 hectáreas o sea
el 1.7% de la superficie total de la provincia.
Los suelos que comprende esta clase por lo general son tierras marginales para
una agricultura anual e intensiva debido a mayores restricciones o limitaciones de
uso. Requieren prácticas de manejo y conservación de suelos más cuidadosos e
intensivos para lograr producciones moderadas a óptimas en forma continua. La
topografía se presenta en tierras con pendientes inclinadas y complejas de
moderada o baja fertilidad natural, de buen drenaje, de textura franco arcillosa a
arcillosa; en la mayoría de los casos son moderadamente profundos. Esta clase
comprende las subclases IVe y IVes.
i. Subclase IVe
Las tierras de esta subclase son porosas, muy friables y tienen una buena
capacidad de almacenamiento hídrico; mediante un trabajo agrícola adecuado
podría mantenerse el equilibrio hídrico en buenas condiciones, principalmente en
la época de relativa sequía. Las limitaciones de uso están relacionadas
básicamente con la naturaleza de la topografía inclinada, que les infiere serios
riesgos de erosión hídrica. Los suelos incluidos en esta subclase pertenecen a los
Paleudol, Tropudalf y Paleudalf.
A.4.2.1 Clase V
A.4.2.2 Clase VI
Este grupo de uso, formado por las clases de capacidad V y VI incluye tierras que
por lo general no son adecuadas para cultivos intensivos, aunque lo serían para
cultivos agronómicos permanentes, pastoreo y actividad forestal. Se estima que
cubren 435 902 hectáreas o sea el 25.9% de la superficie total del Darién.
A.4.2.1 Clase V
Se distribuyen asociadas con las tierras de las Clases III y IV y ocupan áreas casi
planas a ligeramente depresionadas en el valle del Chucunaque y el río Tuira, en
el tramo comprendido entre El Real y el río Capeti. Cubren una superficie de 42
205 hectáreas o sea el 2.5% de la superficie total evaluada. Son suelos de
topografía bastante homogénea, sin mayores declives y por tanto no erosionables,
pero con ciertas características físicas que los hacen más apropiados para la
vegetación permanente y para el desarrollo de actividades pecuarias. Las mayores
limitaciones de uso en esta dase de suelos radican en el factor drenaje
(imperfectamente a pobremente drenados), y en el factor edáfico (arcillosos,
reacción muy fuerte a fuertemente ácida y deficientes principalmente en fósforo).
i. Subclase Vsw
Entre las prácticas de mejoramiento y control apropiado para los suelos de estas
subclases pueden indicarse los siguientes: Introducción de pastos seleccionados y
mejoramiento de pastos actuales y nativos; división de los campos en potreros a
fin de establecer un pastoreo rotativo, control del número de animales y desarrollo
de una cubierta adecuada permanente, evitando el pastoreo en épocas muy
húmedas. En el caso de la implantación de cultivos intensivos, es necesario
construir drenajes con el fin de mejorar las relaciones de suelo-aire y finalmente
controlar las inundaciones mediante obras de defensa enmarcadas de acuerdo
con las características de los ríos de la zona. En estas tierras el arroz encuentra
condiciones muy favorables para su desarrollo. Las tierras de estas subclases
pertenecen al Grande Grupo Tropacuept.
A.4.2.2 Clase VI
Ocupa una vasta extensión, principalmente en el valle ondulado y colinado del río
Chucunaque, aunque también aparece en menor escala en el curso medio de los
ríos Balsas, Tuira y Sambú, y en otros sectores en pequeños núcleos a veces
asociados con tierras de la Clase IV. Los suelos que comprende esta clase
presentan limitaciones severas que los hacen generalmente inapropiados para
llevar a cabo, en forma normal, cultivos de carácter intensivo. Los problemas o
deficiencias más importantes que presentan están vinculados estrechamente a
condiciones edáficas como profundidad efectiva limitada, presencia de grava,
fertilidad natural generalmente baja, y a características topográficas desfavorables
y por consiguiente a susceptibilidad a la erosión.
La Clase VI cubre una superficie aproximada de 393 697 hectáreas o sea el 23.2%
del área territorial de la provincia.
i. Subclase VIes
i. Subclase VIIes
Los problemas de uso están ligados a las deficiencias originadas por la lenta
permeabilidad dada la naturaleza predominantemente arcillosa del perfil edáfico.
El drenaje es muy defectuoso como consecuencia de la presencia casi
permanente de una napa freática muy alta y de los numerosos empozamientos de
agua creados por las depresiones. A esto hay que agregar las inundaciones de las
aguas pluviales provenientes de las tierras aledañas situadas en niveles
superiores, de los ríos que se desbordan por efecto de las crecientes, y de las
mareas.
Los suelos y las formas del terreno de esta clase se caracterizan por sus
limitaciones muy severas o extremas, lo que las hacen inapropiadas para fines
agropecuarios y aun para propósitos de explotación racional del recurso maderero.
i. Subclase VIIIes