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Scripta Nova

REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES


Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(126), 1 de agosto de 2003

LA VIVIENDA COMO ELEMENTO DE SEGREGACIÓN O LÓGICA DE SU


REPRODUCCIÓN
Roque Juan Carrasco Aquino , Hena Andrés Calderón
ESIA-IPN-UZ y Escuela Nacional para Ciegos, México

La vivienda como elemento de segregación o lógica de su reproducción (Resumen)


Es importante destacar la diversidad de instancias que delimitan y definen los hechos
históricos de la realidad mexicana. Plantearemos algunas hipótesis de trabajo sobre las
actuales contradicciones que sufre la mayoría de ciudadanos de las pequeñas, medianas y
grandes ciudades de nuestro país. Asimismo, comprender la tendencia de crecimiento de la
ciudad, la reproducción de la fuerza de trabajo, el capital y el elemento aglutinador: la
vivienda.
Desde nuestra perspectiva, se analizarán cinco elementos, completamente interrelacionados
entre sí: 1) la vivienda como un valor de uso; 2) como valor de cambio convertida en
mercancía; 3) la vivienda en la instancia de su valorización como capital; 4) la vivienda
como reproductora de la fuerza de trabajo y; 5) la vivienda como segregación de la ciudad.
Consideramos que estos elementos inciden en la conformación del territorio tanto en las
pequeñas como en las grandes ciudades. En consecuencia, trataremos de aproximarnos a las
contradicciones que se generan en las actuales relaciones sociales de producción capitalista,
en el marco de la globalización.

Palabra clave: vivienda mercancía, vivienda valor de uso y de cambio, vivienda como
segregación y ciudad reproductora.
En estos tiempos de incertidumbres, de transformaciones sociales, económicas, políticas y
territoriales, se presenta la realidad bajo una disyuntiva que, sin menospreciar sus virtudes,
obliga a tratar de comprenderla: como un sesgo paradójico o asumir sus hechos como
procesos contradictorios[1]. Sin embargo, para las grandes mayorías de nuestros pueblos, se
ven en la necesidad de enfrentar las desigualdades y las contradicciones que, como
producto de las actuales relaciones sociales de producción, basadas en la reproducción de la
lógica capitalista, se debaten entre ser incluidos o definitivamente excluidos de aquellas
posibilidades que "promete" la ciudad o las grandes urbes. En este sentido, es importante
comprender un componente dinamizador para la reproducción de la fuerza de trabajo[2]: la
vivienda. Es la que conforma la trama de la ciudad y, precisa los intersticios de las
metrópolis de las ciudades mexicanas.
Si bien es importante destacar que existe una diversidad de instancias para la delimitación y
definición de hechos históricos, hoy, plantearemos en este Coloquio algunas hipótesis de
trabajo sobre las actuales contradicciones que los ciudadanos de las pequeñas, medianas y
grandes ciudades nos enfrentamos. Concretamente en el ámbito de la reproducción de la
ciudad, de la fuerza de trabajo y del capital. Precisaremos tendencias y contradicciones; no
obstante, considerar la vivienda como un bien indispensable para el mantenimiento de la
capacidad productiva de los trabajadores (Pradilla, E. 1982, 10), es la esencia de este
proceso.
Desde nuestra perspectiva, el análisis girará entorno a cinco elementos que están
completamente interrelacionados entre sí: primero, la vivienda como un valor de uso;
segundo, como valor de cambio convertida en mercancía; tercero, la vivienda en la
instancia de su valorización como capital; cuarto; la vivienda como reproductora de la
fuerza de trabajo y; quinto, la vivienda como segregación de la ciudad. Estos principios
inciden en la conformación del territorio en las pequeñas como en las grandes ciudades. Por
ende, nos aproximaremos a las contradicciones que se generan bajo las actuales relaciones
sociales de producción capitalista en esta era de la globalización.
El problema de la vivienda para las ciudades mexicanas, se ha convertido en un hecho real
y paradójico que no ha encontrado soluciones desde la perspectiva de las autoridades en
turno. Sus impactos hacia la población mayoritaria, es cada vez más incierta, contradictoria
y enajenante. De momento pensamos que las soluciones desde la lógica aplicada por los
gobiernos sexenales no podrán ser resueltos; además, de no cambiar las políticas y, de no
tomar en cuenta las necesidades de la población demandante, por su precariedad, su nivel
de ingreso y las vicisitudes a las que se enfrenta bajo la política neoliberal aplicadas desde
hace más de tres décadas, no menguarán, ni resolverán los problemas de la vivienda.
Las tendencias de crecimiento que adquieren las ciudades mexicanas en este siglo y las
vicisitudes que enfrentan sus habitantes, obedecen más a la lógica de las formas de la
construcción, consumo y distribución, que el propio crecimiento de las ciudades.
Aunado a esta fase de reproducción de la vivienda y de la sociedad, cabe precisar que la
especulación del sector inmobiliario, los diferentes frentes del capital: bancario, industrial,
comercial, inmobiliario, etc., hegemonizan la producción, distribución y consumo de la
vivienda. En consecuencia, es el capital quien segrega la ciudad en dos direcciones: por un
lado, un sector de la población que se difumina en zonas residenciales de alta especulación
urbana; mientras que, por el otro lado, las diferentes formas de apropiación diferencial para
un sector con pocas posibilidades de acceder al mercado especulativo se ve en la necesidad
de autoconstruir o depender de las políticas y estrategias del gobierno para constituirse en
su cliente pasivo. Dos instancias que permiten un proceso de expansión de la ciudad, por
supuesto, que dependerá de la correlación de fuerzas existentes en cada momento histórico
determinado.
La vivienda como elemento de valor de uso
En esta primera parte de nuestro análisis nos referiremos a las viviendas que presentan
algunas de las características siguientes: a) vivienda de interés social; b) viviendas
autoconstruidas; c) viviendas por encargo; d) viviendas-vecindad; e) viviendas localizadas
en el centro histórico; f) viviendas de las periferias; g) viviendas de sectores medios y; h)
viviendas populares. En síntesis, lo que podemos destacar de estas condiciones de
producción de vivienda es la forma de su adquisición y consumo para la reproducción de la
fuerza de trabajo, en tanto parte importante de un sector de la sociedad. Encontrándose la
división de las clases sociales: desde los pobres que autoconstruyen sus propias viviendas,
pasando por grupos o sectores populares que apropiándose de un terreno[3] se organizan
para buscar las formas variadas de construcción, hasta los que con cierto financiamiento
privado obtienen sus viviendas. Dado que tienen en común un bien que en una primera fase
de su adquisición, le asignan un valor de uso[4] para la reproducción de la vivienda y del
capital, posteriormente, es convertida la vivienda en una mercancía con un valor de cambio
frente al mercado especulativo de sus formas previamente adquiridas. (Pradilla, E. 1987,
17-22 y Harvey, D. 1988, 6671-698).
En el ámbito del proceso de producción de la vivienda, se pueden obtener algunas formas
expresivas de su constitución para el intercambio. En una primera instancia se percibe una
tendencia que convierte a la vivienda en un valor de uso que sólo se establece para la
reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, la familia nuclear[5]; también como lugar de
pernoctación, especificando el uso físico funcional dentro de los parámetros de lo
establecido, por ejemplo Coplamar: " ... el mínimo en materia de vivienda sería el límite
inferior al que se puede reducir las características de la vivienda sin sacrificar su eficiencia
como satisfactor de las necesidades habitacionales de sus ocupantes"[6]. Más que un ente
físico de cuatro paredes, es un elemento que va más allá de su aspecto de la forma. En este
sentido podemos constatar que, la producción de la vivienda bajo las actuales condiciones
del modo de producción capitalista, se basa en lo fundamental, hacia el mercado, a la
especulación y a su revalorización.
Una segunda instancia se logra al convertir la producción de la vivienda más allá de su
simple funcionalidad, en tanto que dependerá, directamente para la demanda de un sector
social necesitado. De aquí surgen algunos elementos que hacen que el proceso de
producción tenga su propia lógica: 1. La vivienda se convierte en un fundamento
aglutinador de la familia nuclear; 2. El aspecto físico del elemento, se produce bajo la
lógica de la reproducción del capital inmobiliario; 3. Las especificidades de la vivienda
funcional para la sociedad; no obstante en sí misma es un producto de las necesidades de la
sociedad que se convierte en un bien que tiene su origen en el valor de uso para la
reproducción; en definitiva, se convierte en una mercancía propiamente dicha.
Por último una tercera instancia es el hecho mismo de su producción. Objeto transferible,
utilizable o, intercambiable. Se caracteriza en su esencia como el bien necesario de la
sociedad. Nuevamente surgen aquí tres elementos: a) para la reproducción socialmente de
la fuerza de trabajo; b) como instancia de la reproducción y valorización del capital y; c) el
sustento para la reproducción de la ciudad[7]. Estos tres componentes que en diferentes
momentos históricos precisos adquieren cualidades peculiares entre ellos. Aunque el primer
elemento prevalece hasta ser sustituido por el segundo, finalizando su concreción en la
expansión de la ciudad.
De estos fundamentos planteados, consideramos que además de comprender la esencia
–de la vivienda- su diferentes procesos, sus determinaciones y las formas de
producción; también, es importante precisar sus contradicciones especificas en el consumo
y apropiación, es decir, en la fase de su adquisición como un factor de reproducción. Aquí
nos referimos a la capacidad de los ingresos económicos de una parte imprescindible de la
sociedad: el sector menos protegido[8]. En este sentido aparecen algunas interrogantes:
¿quiénes realmente pueden o tienen acceso a las opciones rentables para la adquisición del
bien como producto para la reproducción de la fuerza de trabajo?, en consecuencia ¿será la
misma fuerza de trabajo, la que es parte necesaria de la reproducción de las actuales
relaciones sociales de producción la que podrá resolver el problema?
En síntesis, el valor de uso de la vivienda, está en constante hostigamiento por los
diferentes frentes del capital que buscan obtener la rentabilidad de sus inversiones;
asimismo un sector de la sociedad es subsumido por la precariedad de sus salarios.
De tal manera que, en el proceso de las actuales condiciones capitalistas de producción
siempre estará en función de la reproducción del capital. Constantemente la sociedad está
igualmente a merced de agentes económicos que producen el objeto-bien, por un lado;
mientras que el capital, se opone al consumo o, valor de uso, producido para tal fin. Bajo
estas formas de producción privada y especulativa de la producción no se logrará
verdaderamente resolver la penuria de la vivienda en condiciones socialmente necesario
para la reproducción de la sociedad. El uso que se le puede brindar a la vivienda, dependerá
de las formas de su producción y/o adquisición, además está directamente en proporción a
las relaciones capitalistas y a la diferenciación de su consumo por parte de las diferentes
clases sociales: el consumo depende de la producción-consumo.
Lo que constituye y marca las pautas de la producción de la vivienda y que la determina es
la renta del suelo. Entendiéndola como fracciones que lleva consigo en el valor de la
vivienda: la urbanización de la zona, los servicios, las infraestructuras, la vigilancia, la
vialidad, statu quo, los centros comerciales, etc. Estos elementos constitutivos y necesarios
en la producción la hacen más rentable, por supuesto, en el mercado. En tanto, es posible
que sumados a los procesos constructivos y el mercado final definen la especulación. En
nuestro estudio de caso, hemos tomado como ejemplo para hacer las comparaciones entre el
valor de uso y valor de cambio de la vivienda, diferentes zonas de la ciudad de México. De
esta manera, la relación entre los usos del suelo y las diferentes áreas, sobre todo, el costo
del suelo urbanizado, nos demuestra que prevalece la renta del suelo y el valor de cambio.
Véase el cuadro 1.
Cuadro 1 Precio en los usos del suelo. Área Metropolitana de la Ciudad de México (AMCM)
Lujos y ocio ($)* Precios por m2 de terrenos residenciales*
Residencias en AMCM AMCM Precio

Rancho en Zempoala, Hidalgo, 280 235,000,000 Santa Fé, La Loma 7 mil pesos
has. 9 recamaras.
Casa Playa, Iztapa Zihuatanejo, 840 100,000,000 Bosques de las Lomas 4 mil pesos
m2 terreno, 5 recamaras.
Lomas de Chapultepec, 5 mil m2 70,000,000 Paseo de las Lomas 4 mil pesos
terreno, 5 recamaras.
Bosques Lomas, 600 m2 terreno, 4 60,000,000 Lomas Country Club 3 mil 500 pesos
recamaras.
Interlomas, mil 500 m2 terreno, 50,000,000 Villa Verdum 3 mil pesos
cancha de tenis y alberca
Pedregal, mil m2 terreno, 4 recs. y 40,000,000 Contadero 2 mil 800 pesos
alberca
Lomas Altas, mil 100 m2 terreno, 4 30,000,000 Los Encinos, Estado de México 2 mil 500 pesos
recamarass.
Paseo de la Reforma, mil 600 m2 20,000,000 Valle Escondido, Zona Esmeralda mil 800 pesos
terreno, 3 recamaras.
Pedregal, mil m2 terreno, 3 15,000,000 Condado de Saayavedra mil pesos
recamaras.
*Precios promedio 30/11/2002
Fuente: AVISO OPORTUNO e investigación directa
* Precios promedio al 15/11/2002
El pecio del dólar fluctúa en promedio: 1 (dólar Estadounidense = $ 11.10 pesos mexicanos.
Fuente: El Universal on line

Los precios de las viviendas, en el espacio de la ciudad del capital, constituyen el obstáculo
central para los pobres migrantes expulsados de sus lugares de origen, principalmente por
las formas precapitalistas prevalecientes en el ámbito rural; son presas fáciles en las
grandes áreas metropolitanas de las ciudades mexicanas. Según J. Bazant en su análisis
plantea que, la concentración de migrantes pobres, aunada a la explosión poblacional
urbana de bajos ingresos, no encuentra alternativas de asentamiento dentro de la oferta
formal de terrenos y viviendas que la ciudad genera en su fundo legal con infraestructura y
servicios, por lo que recurre a terrenos baratos en las periferias que son de tenencia ejidal o
comunal y que carecen de servicios[9].

Los datos que refiere el cuadro 1, nos ilustran las características de los precios de las
viviendas que parte de 15 millones hasta los 235 millones de pesos; tomando en cuenta que
el dólar frente al peso en promedio cotiza en $ 11.10. Con respecto a los precios por metro
cuadrado de suelo que oscila entre mil y siete mil pesos. En consecuencia, estas formas de
especulación sobre el uso del suelo y la vivienda inducen a concluir que, son entre otros
factores, importantes que le dan un contenido mercantilista al proceso de la vivienda. De
ahí entonces el por qué la segregación, la polarización y el proceso en estos últimos años de
la guetización de las zonas residenciales. Formación de Guetos, que al apropiarse de las
áreas para uso común y de dominio público es controlada y privatizada para los residentes,
contraponiendo las leyes que defienden el bien público. Este asunto de la privatización de
las áreas públicas se incrementa por la ausencia de vigilancia de las autoridades, por escaso
apoyo para el funcionamiento de las organizaciones de los propios vecinos y por la falta de
rigor y aplicación verdadera de las leyes ciudadanas.
Vivienda valor de cambio: mercancía
Con base en el planteamiento anterior, pensamos que el estudio del fenómeno de la
producción, distribución y consumo de la vivienda permite precisar, como parte
constitutiva de la producción de la vivienda dos elementos en un proceso dialéctico que, se
encuentran en el contexto de un mismo todo: a) el valor de uso y valor de cambio del bien
material y b) lugar físico de reproducción de la fuerza de trabajo[10].

Desde esta perspectiva y según el planteamiento hecho por Pradilla en el sentido de que "el
objeto vivienda es el soporte material de un conjunto complejo de actividades individuales,
familiares y sociales: alimentación, reposo, ocio, relaciones sexuales de reproducción,
relaciones interpersonales, etc., necesarias al mantenimiento de la capacidad productiva de
los componentes de la familia y a la multiplicación de los individuos ... " (Pradilla, E. 1987,
17). De allí entonces, la expresión en la cual se interrelaciona el objeto como un bien
necesario, inherente al valor de uso para la reproducción de los individuos, al mismo
tiempo su interrelación para el valor de cambio. Estos elementos son necesarios para la
reproducción del capital, de lo contrario no se produciría.

Con relación a los valores asignados socialmente a la vivienda, interviene un factor


fundamental donde toma forma de valor: el mercado; o sea, subyace en la producción y se
produce en la realización como tal. Instrumento o medio garante de los intercambios.
Incluso con características que sólo bajo este medio, se logra el intercambio. Tal es el caso
del mercado de la propiedad inmobiliaria urbana. Lo que en nuestra sociedad es un medio
de transacción que se realiza entre propietarios de bienes inmuebles y titulares tanto de
bienes o de necesidades, además, de quienes desean arrendar o adquirir viviendas (Goodall,
Brian, 1988, 738).
En efecto, si partimos de la idea central de la reproducción de la fuerza de trabajo como
medio principal en la producción-consumo de la vivienda, tendríamos entonces, según
Préteceille que, la producción es consumo productivo de medios de producción y de fuerza
de trabajo, por un lado; y la producción en tanto proceso de trabajo, consume realmente la
fuerza de trabajo (Préteceille, E. 1988, 577). De aquí entonces, la necesidad de la
reproducción de la fuerza de trabajo en tanto bien-mercancía-vivienda. Una tríada que se
objetivisa y se reproduce en la esfera de la producción. Por consiguiente, se presentan dos
componentes que consideramos inciden en la producción y consumo de la vivienda:
En una primera instancia, adquiere una forma que va más allá de la producción, es decir, un
proceso que la caracteriza de manera inherente para el intercambio, la mercancía; sin
embargo, es necesaria para la reproducción de la fuerza de trabajo y; en una segunda
instancia, para la reproducción del capital, éste, somete a la clase trabajadora al
mantenimiento y reproducción de los procesos productivos y continúa la relación capital-
trabajo. Desde esa perspectiva, se logra una rentabilidad y recuperación del capital
obteniéndose una plusvalía gracias a que la explotación del obrero rentabiliza y garantiza el
ciclo del capital. Es decir, a mayor explotación incrementa la dependencia del obrero hacia
el capital. En tanto el capital, se concretiza y llega a terminar su ciclo en el intercambio
(Bolívar, T. y Lovera, A. 1982, 143) de los bienes producidos por la clase obrera. Entre los
bienes y mercancías producidas, por el obrero, se encuentran tanto la vivienda soporte-
mercancía como de él mismo, evidentemente, su fuerza de trabajo reproductora de los
bienes materiales existentes en la sociedad; consecuentemente, toda mercancía transfiere en
el intercambio, el valor asignado por la fuerza de trabajo y se especula en el mercado. Este
proceso entonces, permanece en un todo diverso. Tanto en la autoconstrucción[11] de la
vivienda como en la transformación paulatina de ella, con el tiempo, esto dependerá de las
necesidades de la reproducción del obrero y de su familia.
También existe una relación entre dos clases necesariamente en contradicción, es decir,
productora y consumidora[12]; aquí la mercancía-vivienda tiene que realizar y reproducirse
como tal. Sin embargo, desde el contexto en el cual estamos analizando esta relación de la
vivienda, presenta un rol importante para el capital. Por supuesto, donde la mercancía -
dinero- tiende a separar cada vez más las posibilidades inmediatas de la clase desposeída
para acceder al bien-mercancía-vivienda. En esta fase de la relación vivienda-mercancía y
consumo para mitigar las necesidades de la sociedad, concretamente la fuerza de trabajo, se
vuelve prácticamente en un abismo ensanchado que se aleja de las necesidades reales para
resolver el problema de la vivienda en nuestras sociedades. El dinero como medida de valor
es el ente fundamental que le da forma y contenido a la reproducción de la vivienda
mercancía en las diferentes áreas urbanizadas de la ciudad.
La vivienda como bien u objeto y mercancía, es al mismo tiempo, un hecho histórico que se
desarrolla en determinadas sociedades; en este caso que redefinimos sus contradicciones -
en la formación social capitalista- es aquel bien para cubrir un fin; también es el proceso de
producción, consumo y distribución que desdobla el carácter esencial de toda mercancía en
el marco del intercambio. Por supuesto que la vivienda no escapa de esta relación mercantil
(Pradilla, E., 1987, 18); en tanto es una mercancía más que tiene implícitamente las dos
caras de la misma moneda, es decir, un valor de uso y un valor de cambio que en conjunto
sientan las bases lógicas de la valorización y la génesis del capital que lleva consigo en su
proceso. En un primer momento como valor de uso que cumple su papel histórico; mientras
que en el segundo proceso, valor de cambio, es la génesis al interior del capital, o sea, que
lleva paso a paso para alcanzar su valorización en el ciclo de su realización en el mercado.
Con base en lo expuesto hasta el momento, sólo resta precisar una idea central de Marx
(1985, 1016) al decir que, "la mercancía es unidad directa de valor de uso y valor de
cambio, o sea de dos contrarios. Es, por consiguiente, una contradicción directa. Es
necesario desarrollar esta contradicción, una vez que ya no consideramos analíticamente la
mercancía, como hasta ahora, bien desde el punto de vista del valor de uso, bien desde el
punto de vista del valor de cambio, sino que la vinculamos efectivamente como un todo a
otras mercancías. Pero la relación efectiva de las mercancías entre sí es un proceso de
intercambio".
La vivienda como valorización del capital
Para continuar la explicación de los planteamientos anteriores, hemos retomado un pasaje
ineludible que demuestra la esencia del contenido de la vivienda. Un proceso muy
importante desarrollado por Marx (1987, 660-661), en el cual nos ilustra las formas que
adopta la mercancía en dinero y su tendencia hasta convenirse en capital; puesto que,
hemos utilizado para explicar las especificidades inherentes a la circulación de la vivienda
como mercancía; además tiende a la valorización y conformación del propio capital, en este
sentido pues, "su papel de capital mercantil consiste, como en el caso de cualquier otro
producto, en cambiarse en dinero, ser objeto de una venta, recorrer la fase de circulación
mercancía-dinero (M - D). Mientras el capital ahora valorizado conserve su forma de
capital mercantil inmovilizado en el mercado, el proceso de producción está en suspenso".
Este es el caso en el cual deseamos llamar la atención, porque, desde esta perspectiva, se
precisa la lógica de la transformación de los procesos anteriores, es decir, de un proceso de
valor de uso a valor de cambio, luego a la transferencia de su punto de llegada a la
valorización del capital. Aquí el fundamento es la mercantilización, que gracias a la
circulación en el mercado rebasa la simple idea de un objeto o bien que sirve para el
beneficio de la sociedad. Es aquí entonces que, la vivienda, juega un papel importante para
la reproducción del capital.

Lo anterior entonces, la vivienda como objeto y mercancía, logra su producción en un


elemento necesario para dos procesos en contradicción: primero, para la reproducción de la
fuerza de trabajo y; en segundo lugar para la reproducción del capital. Esta última, se logra
gracias a la relación que presenta la mercancía bajo el régimen capitalista de producción,
donde todo bien u objeto que presenta un uso necesariamente lleva su contraparte en el
mercado: su intercambio como mercancía en valor de cambio.
La inversión sujeto a las condiciones del mercado, por un lado y; la plusvalía que se obtiene
en la producción y consumo de la vivienda, por el otro, ambos presentan dos elementos
directamente entrelazados, en tanto, deben ir de la mano para realizarse como un
mecanismo que favorece el intercambio: Primero, en el ámbito de la producción la vivienda
debe estar desnuda de las características superfluas de su entorno físico-espacial
determinado por el diseño en espacio y tiempo; por el contrario, quienes la definen y le dan
el contenido son las partes que participan en su producción, es decir, los diferentes frentes
del capital: el capital industrial o financiero, el rentista, el dueño del capital dinero, lo hacen
con la intención de obtener mayor valorización de su capital (Pradilla, E., 1987, 20).
Justamente para obtener la ganancia, independientemente si cubre o no la necesidad de un
sector demandante. Lo que interesa aquí para los inversionistas es, la valorización, donde
impera mayor tasa de ganancia. En segundo lugar, la reproducción de la fuerza de trabajo,
bajo las condiciones de subsistencia, se ve en la necesidad de participar, directa e
indirectamente en la valorización. Este proceso presenta tres momentos en la ciudad: a) un
bien-objeto que se convierte en mercancía justo cuando se vende y compra en el mercado;
b) se obtiene para mantener desde ámbitos diferentes en la sociedad, continuar
estructurando la familia nuclear del obrero, que éste, en última instancia, es el que dará,
junto a su familia, el sustento social, económico e ideológico a las relaciones sociales
capitalistas y; c) el mercado enajena a la fuerza de trabajo y la mercancía, ambos se
encuentran en el mismo plano de reproducción. Por tanto, el capital encuentra en la
sociedad mediado por el mercado el ciclo completo de la reproducción.
Una de las razones principales de la penuria de la vivienda que padecen las grandes
mayorías de los países latinoamericanos, se encuentra, sin duda, en el poder adquisitivo de
la fuerza de trabajo. Unidad importante para la reproducción del capital y de las relaciones
sociales capitalistas, sin duda, se expresan en nuestras ciudades de manera crítica y, la
explicación lógica de las contradicciones.
Sin embargo, de tomar en cuenta, para el caso mexicano existe un 78 por ciento de
encuestados que manifiestan "bastante injusta" su situación económica. Aspecto que denota
cómo se encuentran las familias en nuestro país. Por ende, la actual condición responde en
parte a la crisis por la que atraviesan millones de mexicanos, por un lado; el planteamiento
de la figura también ilustra que, no sólo es un hecho que responde a un dato por sí aislado,
sino que de allí se desprende la ausencia de apoyo para el objeto-mercancía-vivienda
necesario a la reproducción de la fuerza de trabajo, por el otro.
En cuanto a las características de ser un bien que debía cubrir las necesidades elementales,
sólo resta mencionar que, las condiciones aún distan de lograrse desde la perspectiva de la
reproducción de la fuerza de trabajo. Datos, según INEGI[13], en cuanto a cuartos por
vivienda, en término porcentuales: (2.51), lo que da origen a un alto grado de hacinamiento
en nuestro país (calificación de 2.71). Siendo la calificación más baja la obtenida en el uso
de materiales sólidos en paredes (2.33).
Un agente que también es importante expresar en este estudio es con relación a la
consolidación de uno de los frentes del capital: capital inmobiliario. A partir de que se ha
consolidado como tal para especular con los terrenos de la ciudad de México. Por ejemplo
el Banco Central Mexicano, S.A. (1898), el Banco Mutualista y de Ahorro, S.A. (1899) y el
Banco Americano que empezó a operar en 1897 sin concesión; según el autor, Jorge
Jiménez (1994, 63-78). Además estos fueron los que iniciaron el negocio inmobiliario
nacional ligado a las instituciones de crédito, asimismo, encontrándose muy cercanos al
gobierno mexicano de entonces.
El panorama se vuelve aún crítico para las mayorías del pueblo mexicano, cuando menos
en dos direcciones: una vinculación de factores y de aspectos políticos conducen a
consolidar el capital inmobiliario, por un lado; la renta del suelo, los costos de los
materiales de la construcción, las zonas destinadas para la especulación en gran parte de las
ciudades imposibilitan la producción de la vivienda o la adquisición directa por parte de la
fuerza de trabajo, por el otro; ambos se entretejen para excluir a las grandes mayorías de las
ciudades mexicanas. De allí entonces que, el valor del suelo (Ward, P. Jiménez, E. y Jones
G., 1994. pp. 7-30) y las inmobiliarias sean los mecanismos importantes a considerar en
este proceso.
Deseamos retomar nuevamente un pasaje significativo de Marx (1985, 1003) para expresar
el proceso final de la mercancía-vivienda: "en realidad, todos los valores de uso son
mercancías sólo por ser productos de trabajos privados recíprocamente independientes, los
cuales, sin embargo, en cuanto miembros particulares –aunque autonomizados- de la
división del trabajo, dependen materialmente unos de otros. De esta manera y desde el
punto de vista social, están interconectados precisamente por su diversidad, por su utilidad
particular. Justamente por ello producen valores de uso que difieren en lo cualitativo. Caso
contrario, dichos valores de uso no llegarían a ser mercancías unos para otros".
La vivienda como reproductora de la fuerza de trabajo
Otra de las características que asume la vivienda en el proceso de producción, consumo y
distribución, es justamente su papel reproductor de la fuerza de trabajo. Un hecho
importante en esta fase de la producción, se manifiesta en las formas de uso de la vivienda
que al final redunda en la valorización. En un primer momento, la vivienda como objeto o
bien producido para un fin, se objetivisa en el intercambio, es decir cuando alcanza su
máxima expresión como mercancía. En segundo lugar, la vivienda en su expresión de valor
de uso, tiene una relación social, un productor y un comprador, que dan cuenta de la
división del trabajo para definir el carácter reproductor en momentos históricos precisos del
valor de uso y; en tercer lugar, la vivienda instancia de mercancía, se relaciona con la
fuerza de trabajo para expresar su esencia como mercancía intercambiable en la producción
y en el consumo.
Un punto central de este proceso que representa para el objeto-mercancía-vivienda son las
dos formas constitutivas que adquiere el capital (Marx, 1985, 484): en primer lugar, el
capital variable, conforme al valor, es igual a la fuerza de trabajo social utilizada en este
ramo de la producción, o sea igual a la suma de los salarios pagados a cambio de ella. En lo
tocante a la materia, el capital variable se compone de la fuerza de trabajo que se activa a sí
misma, es decir, del trabajo vivo puesto en movimiento por ese valor de capital. En
segundo lugar, capital constante, esto es, el valor de todos los medios de producción
empleados para la producción en este ramo. Los mismos, se dividen a su vez en capital fijo:
maquinas, instrumentos de trabajo, edificios, anímales de labor, etc., y en capital constante
circulante, materiales de producción tales como materias primas y auxiliares, productos
semielaborados, etcétera.
Si estas dos formas que presenta el capital, lo son porque en sí misma, reproducen tanto una
parte de la fuerza de trabajo como en otra instancia necesaria la reproducción de todos los
medios de producción. La vivienda mercancía, en este proceso refiere a la segunda
instancia, es decir, como parte constitutiva del capital constante. Sin embargo, es notable
destacar que para la reproducción de la fuerza de trabajo, en condiciones precisas como
elementos constitutivos e imprescindibles para el capital, la vivienda también como objeto
y/o bien para el intercambio, juega un rol en las actuales relaciones sociales de producción.
La vivienda mercancía, misma que rebasa las condiciones materiales de su expresión física,
es una instancia necesaria y obligada para el consumo de otras mercancías. Tanto la fuerza
de trabajo como los materiales que intervienen en la producción y los intermediados para el
consumo de la vivienda, tienden a la lógica de la reproducción de los dos elementos
necesarios para la reproducción: el capital y la fuerza de trabajo; por supuesto, en
condiciones contradictorias y en lucha constante para no sucumbir entre ellos.
Sin embargo, desde la perspectiva de Topalov (Topalov, Ch, 1979, 39), "la urbanización
capitalista es una forma de socialización de las fuerzas productivas; crea las condiciones
generales, socializadas, de la reproducción ampliada del capital. Estas condiciones
generales concierne por una parte a la producción y circulación del valor, y, por otra, a la
reproducción de lo que crea el valor: la fuerza de trabajo". En tanto desde la esfera de la
circulación y apropiación de un bien reproductor, la vivienda, es la parte constitutiva y
necesaria de las mercancías: fuerza de trabajo y objeto vivienda, ambos se intercambian
para objetivar y reproducir la primera; al mismo tiempo, es la pieza fundamental de la
reproducción de la ciudad bajo las condiciones de reproducción capitalista que sustenta a la
segunda.
Desde la perspectiva de la reproducción de la fuerza de trabajo, hemos encontrado algunos
elementos que intervienen en la producción de la vivienda y dan el sustento explicativo de
la forma en la cual se reproduce un sector importante de la sociedad: la fuerza de trabajo,
necesaria para mantener el capital en condiciones rentables. Pese a las condiciones de
reproducción desigual, existen formas capitalistas que dan cuentan de las dos caras
existentes al interior de un mismo proceso: primero, las características que adopta la
vivienda antes de su intercambio como mercancía: objeto enajenable bajo un precio de
mercado; segundo, la fuerza de trabajo adquiere un bien para reproducirse junto a su
familia, sin importar en ocasiones las condiciones materiales de aquella; en tercer lugar,
tanto la vivienda como la fuerza de trabajo se excluyen en el momento del intercambio
mercantil para insertarse en las instancias de un territorio, por cierto, en el cual, adopta las
formas y contenidos ideológicos para la reproducción de tres formas incluyentes para la
ciudad: capital, fuerza de trabajo y espacio territorial, éstos conforman las condiciones
elementales para construir, transformar y desarrollar la ciudad capitalista. Por último, unos
elementos importantes que son necesarios para comprender la expansión de la ciudad: la
movilidad residencial intermunicipal; el crecimiento periférico y; la localización de las
fuentes de trabajo (Cruz, R. L y Duhau, E, 2001, 137); por supuesto, entre otros factores
interrelaciones en el proceso de urbanización capitalista.
La vivienda como segregación de la ciudad
De continuar con las tendencias de reproducción de la ciudad, las diferentes formas de
producción de la ciudad y de sus áreas que la componen como urbes o zonas metropolitanas
en constante transformación, la vivienda está en relación directa con las vicisitudes de su
producción, consumo y distribución.
Con base en el contexto anterior, han surgido cinco elementos que explican las
contradicciones de la vivienda y su expresión en el territorio: primero, los usos del suelo
inciden en la apropiación privada y que dependen de las condiciones de mercado; segundo,
los niveles salariales de una gran masa de la clase obrera no les permite un acceso
relativamente fácil para la adquisición del bien-mercancía-vivienda; tercero, el territorio
destinado para la construcción habitacional no es exclusivo para la vivienda propiamente
dicha, sino para, la construcción o expansión de la ciudad más allá de sus límites físicos
políticos y administrativos que, se subordina al valor de uso y cambio del espacio urbano;
cuarto, la apropiación del suelo, independientemente de las condiciones objetivas
urbanizadas o no, la determina el mercado inmobiliario y los diferentes frentes del capital:
bancario, industrial y financiero; y quinto, la transición existente entre la conformación del
territorio, (Unikel, L., 1988, 333), existen cuatro características para la apropiación del
suelo: rural, rural-mixta, urbana y urbana-mixta. Elementos que están determinados por el
proceso de urbanización e industrialización.
En el plano estrictamente reproductor de la ciudad, la vivienda como mercancía, juega un
papel trascendental, sus manifestaciones le son inherentes desde su origen mismo hasta su
fin último en la valorización o capitalización del capital; este proceso es implícito a su
reproducción cuando interactúa con el capital, la ciudad, la fuerza de trabajo y las
relaciones sociales capitalistas. En ese sentido, la ciudad con sus contradicciones tiende
hacia la fragmentación del espacio físico apropiado por el capital inmobiliario en su
primera fase, lo que antes no entraba en la esfera del intercambio. Sin embargo, con la
producción de la vivienda en condiciones para la compra-venta, se convierte en capital
dinerario por los diferentes capitales que intervienen en la producción: capital inmobiliario,
industrial, bancario, comercial, constructor, etc. En definitiva, rompe con la unidad
territorial de la misma para generar nuevas expresiones territoriales sea para la expansión
y/o crecimiento formal e informal.
Un elemento importante que debe ser tomado en cuenta como proceso de la apropiación del
espacio construido es: "el producto de la rama de la construcción, el 'espacio construido'
tiene la particularidad de necesitar del suelo urbano, no sólo para su proceso de producción,
sino también para su proceso de consumo. Este requerimiento contrasta con los siguientes
hechos: de un lado, la tierra urbana se encuentra apropiada jurídicamente en forma privada;
y por el otro, las condiciones que hacen 'urbana' esta tierra, y por lo tanto susceptible de
soportar espacio construido (interrelación espacial con otros valores de uso, cierta
infraestructura, valoración semántico-social del espacio), no son reproducibles
autónomamente por los capitales individuales" (Jaramillo, S., 1982, 156).
Una última forma de segregación de la ciudad, aquí podemos encontrar las características
siguientes: a) en la circulación de la mercancía u objeto vivienda, dado que el usuario final
debe pagar dos formas de expresión de ella: por un lado, la vivienda como propiedad
privada se valoriza con la transformación de valor de uso a valor de cambio; por el otro, el
espacio construido se convierte en el suelo soporte con una elevada renta que dependerá de
los elementos determinantes para acrecentar su valor; b) existe una transferencia de valor
que surge de la renta del suelo urbanizado hacia el precio final de la vivienda y de la
expansión del territorio; además de la apropiación por el capital financiero, el capital
constructor; c) la persistencia de tierras urbanas y periurbanas enmarcados en las ciudades
vienen a sumar las especificidades de la tierra en el contexto del proceso de urbanización;
d) el incremento de las necesidades de expansión de las metrópolis hacia las periferias y la
integración física del espacio físico hacia el dominio de la ciudad central, permite mayor
segregación; e) la ciudad difusa, en el marco de la continuidad sin límites de la expansión
de las ciudades, entra en contradicción con las políticas de preservación de los usos del
suelo y los objetivos de la planificación territorial.
A manera de conclusión
Con relación a los puntos mencionados de manera sucinta, sólo podríamos destacar
algunas, incluso, persistentes en cuanto a las contradicciones que puede presentar la ciudad,
la vivienda, el crecimiento urbano, el proceso de urbanización y la valorización de la
mercancía vivienda para la reproducción de la ciudad capitalista y por supuesto para el
capital. En última instancia, la mercancía, objeto o bien-vivienda más que resolver el
problema de la vivienda o la penuria, la agudiza, dado que su esencia misma en la
circulación y la forma de su consumo se realiza como tal para la reproducción tanto del
capital como de las relaciones sociales capitalistas.
La relación existente entre una transición de valor de uso a valor de cambio de la mercancía
vivienda, existe, dentro de las relaciones sociales de producción; un elemento importante
que da sustento a la reproducción es la existencia de una necesidad: del productor y del
demandante, independientemente de las condiciones de intercambio mercantil bajo las
leyes de la propiedad privada.
De continuar la tendencia privatizadora de la vivienda-mercancía como segregación de la
ciudad, las delimitaciones de esta, entran en contradicción cuando el valor del suelo
urbanizado ya sólo se limita o irrumpe por la hegemonía de la ciudad central o capitalista
hacia sus límites de reproducción. De allí entonces, la necesidad de la expansión per se de
las grandes urbes. La vivienda en este sentido, ocupa un papel fundamental que le da un
contenido dinámico a la expansión.
La ciudad del capital y el suelo soporte, inciden en la producción de la vivienda; aunado a
la movilidad urbana que se incrementa y dispersa como consecuencia de la segregación de
las fuentes de trabajo y de la integración de la periferia para las clases de menos ingresos.
La ciudad capitalista convertida en el espacio de concentración y centralización de las
condiciones generales de la producción, marca las pautas para la construcción, expansión y
difusión de la ciudad; en definitiva es la que incluye o excluye a las diferentes clases
sociales que se reproducen en las grandes urbes.
Notas
[1] Estudio preliminar (subtema) que forma parte del proyecto de investigación: "Ciudad
Sustentable y Desarrollo Metropolitano en el Área Conurbada de la Ciudad de México"; en
el marco del convenio CONACYT-IPN: I39346-U.
[2] Decimos sobre la fuerza de trabajo por la siguiente razón, al retomar la idea central de
Marx, en el sentido de que: "la fuerza de trabajo disponible se desarrolla por las mismas
causas que la fuerza expansiva del capital. La magnitud proporcional del ejército industrial
de reserva, pues, se acrecienta a la par de las potencias de la riqueza". Para ahondar al
respecto, véase Marx, C. El capital.
[3] La realidad mexicana presenta una gama de peculiaridades en las cuales, las
organizaciones populares, se ven en la necesidad de invadir terrenos de propiedad privada,
pública, ejidales, comunales o la combinación de alguna de estas para construir sus
viviendas. Las características de la construcción pueden presentar la: autoconstrucción, por
encargo, las promovidas por el sector público o privado, aunque éstas últimas sólo ocurre
cuando el terreno está regularizado, incluso los líderes llegan acuerdos para la construcción.
[4] Nos referimos al valor de uso y valor de cambio de una mercancía. Con ello no indica
que estén separados; por el contrario son dos instancias que se complementan en el
contexto de la reproducción de un bien como lo es la vivienda. Convertida ésta como una
mercancía más. En los textos de Marx, nos ilustran las tendencias de los dos conceptos.
[5] En nuestro ámbito cultural se presentan algunas características que conforman las
familias mexicanas en nucleares: se agregan otros miembros o parientes. Según las autoras:
Judith Villavicencio y Ana Ma. Durán. Para ahondar al respecto véase el Cap. 7 "La
vivienda en la ZMCM". En Dinámica Urbana y Procesos Socio-políticos. UAM. Pp. 157-
182.
[6] Según la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos
Marginados (Coplamar) de la Presidencia de la República: "es importante destacar el
carácter provisional y potencialmente cambiante de los criterios usados para definir tal
límite ... " no obstante, una primera aproximación que hemos utilizado para enmarcar
nuestro trabajo, aunque, existen otras definiciones un tanto funcionales, pero, pensamos que
para el caso nuestro se insertan las especificidades del enunciado, es decir, de la lista
mencionada en el párrafo anterior.
[7] Véase en este caso el ensayo de Pedro G. Pascal y Ramón Poblete: "La introducción del
referente socialista en la discusión de la cuestión urbana y del problema de la vivienda en
América Latina". P. 450. compilador Emilio Pradilla. Aquí los autores se refieren a que el
proceso de producción de la vivienda se inicia en el campo con la extracción y
transformación del producto pero se completa en la ciudad. A nuestro juicio es justamente
la forma que se transfiera los esfuerzos y los recursos que se lleva consigo, desde su origen
hasta su destino -en la ciudad- incluso, después de la transferencia de la fuerza de trabajo
del campo a la ciudad, la producción se convierte en un bien para su valorización con el
tiempo.
[8] Estudios de autores latinoamericanos dan cuenta de la situación crítica sobre el
problema de la vivienda para las familias con ingresos bajos. Véase en este caso una
investigación muy interesante: "La industria de la construcción en Venezuela" de los
autores, Teolinda Bolívar y Alberto Lovera. Los mismos estudiosos enfatizan que, " ... la
vivienda se requiere para permitir el pleno desarrollo de las actividades que garantizan la
normal reproducción de la fuerza de trabajo (alimentación, descanso, reproducción de la
especie)". P.143.
[9] Para ahondar al respecto véase Bazant, Jan: "Lineamientos para el ordenamiento
territorial de las periferias urbanas de la ciudad de México". P. 224. Revista Papeles de
Población. Nueva época año 7 Nº. 27.
[10] Al referirnos a la fuerza de trabajo, lo hacemos como la primera instancia
materializada que consume la producción producida socialmente. Es decir, es el producto
–mercancía- de una relación en la cual prevalece un intercambio entre lo producido,
productor y consumidor, pero, bajo un régimen de apropiación de los beneficios por los
dueños del capital. Llámese Banco, Estado o algún ente que media entre el productor-
consumidor y el dueño del dinero necesario en estas relaciones sociales de producción
capitalistas.
[11] Proceso que la fuerza de trabajo trasfiere valor a la construcción de su vivienda,
diferente a la construcción por encargo o financiado por el sector público o privado. Aquí la
jornada de trabajo se prolonga más allá de lo establecido por la ley, sacrificando horas no
pagadas por el patrón o el Estado y, además, utiliza horas dedicadas para la integración
familiar. Los materiales utilizados, en muchas ocasiones son de segunda, de desechos y sin
técnicas de manejo apropiados para constituir una vivienda, incluso, no aceptados por los
reglamentos de construcción.
[12] En este sentido, es claro como desde un planteamiento de hechos históricos Marx nos
precisa la relación existente entre el valor de uso y valor de cambio. Véase Carlos Marx.
"Contribución a la crítica de la economía política". Primer fascículo, Berlín, tomado de
Franz, Dunker, 1859.
[13] Organismo institucional: Instituto Nacional de Estadística e Informática. Según datos
que maneja este órgano de Gobierno, se aproxima a la realidad más no a la esencia de los
fenómenos reales.

Bibliografía
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© Copyright Roque Juan Carrasco Aquino y Hena Andrés Calderón, 2003


© Copyright Scripta Nova, 2003

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CARRASCO, R. J. y CALDERÓN, H. A. La vivienda como elemento de segregación o


lógica de su reproducción. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias
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