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Piedras fundamentales para la


comprensión del Misterio del Gólgota
Ago23 de cocineramatrix

Rudolf Steiner – Berlín 24 de Abril de 1917

Traducido y elaborado por Linda R. Gámez, Julián Ponce y Gracia Muñoz.

English version

Es muy importante para la época actual y para el futuro de la humanidad el tener presente que la
comprensión de Cristo Jesús y el Misterio del Gólgota no depende de los resultados que la
historia oficial acepta hoy como científicos, es necesario adquirir un conocimiento de Cristo y del
Misterio del Gólgota que nos pueda llevar a esa convicción y que sea susceptible de
comprobación.

Busquemos otras fuentes que las de la investigación histórica contemporánea, incluso cuando
estas fuentes sean los propios Evangelios. Muchas veces he dicho, y cualquier persona que se
refiera a la literatura más relevante puede verificarlo por sí misma, que la investigación más
diligente, asidua y minuciosa se ha dedicado a la crítica o la exégesis de los Evangelios durante el
siglo XIX.

Esta crítica a los Evangelios solo ha dado resultados negativos; de hecho, ha servido más bien
para destruir y socavar nuestra fe en el Misterio del Gólgota, en lugar de confirmarla y
corroborarla. Sabemos que muchas personas hoy en día, no por un espíritu de contradicción, sino
porque ante la evidencia de la investigación histórica no pueden hacer otra cosa, han llegado a la
conclusión de que no hay ninguna justificación puramente histórica para la atribución de la
existencia de Cristo Jesús en los inicios de nuestra era. Por supuesto, esto no puede ser
refutado, pero eso no tiene importancia.

Ahora les propongo discutir otras fuentes y de ser posible descubrir otras distintas a las
históricas, que puedan contribuir a la comprensión del Misterio del Gólgota.

Antes de responder a cualquier cuestión vamos a examinar primero algunos hechos de la historia
oculta. Al trazar el desarrollo del cristianismo durante los primeros siglos de nuestra era debemos
mantener en el espíritu, el hecho de que es difícil comprender esta evolución, a menos que
reforcemos la investigación puramente histórica con los hallazgos de la Ciencia Espiritual. Si
aceptamos por el momento, de manera puramente hipotética, los hechos de la investigación
científico-espiritual de este período, entonces se desplegará ante nosotros una imagen muy
especial. Al revisar este desarrollo durante los primeros siglos nos damos cuenta, en efecto, que
el Misterio del Gólgota se ha cumplido no sólo una vez -como un hecho aislado en el Gólgota-
sino, en sentido figurado, por segunda vez sobre el majestuoso panorama de la historia. Cuando
estudiamos este periodo se manifiestan cosas verdaderamente esenciales.

La Iglesia de Roma tiene una tradición de continuidad que se refleja en la historia de la


Iglesia. Esta historia describe la fundación del cristianismo, los primeros Padres de la Iglesia y los
Papas que se sucedieron después del Concilio de Nicea, y de los filósofos cristianos posteriores
a él, así como la formulación por los Concilios de dogmas particulares, como la infalibilidad de
los Papas y así sucesivamente. La historia es considerada como una cadena ininterrumpida, un
patrón uniforme de carácter inmutable. Es cierto que los Padres de la Iglesia han sido muy
criticados desde ciertos ángulos. Pero sobre todo el pueblo tiene miedo a rechazarlos por
completo, ya que en ese caso se rompería la continuidad. La Historia propiamente dicha comienza
con el Concilio de Constantinopla en el año 869, del cual ya les he hablado. Y como les dije, la
historia se presenta como una cadena ininterrumpida, como un proceso continuo. Pero si hay una
brecha radical en algún lugar, está aquí, en este proceso aparentemente continuo. Difícilmente se
puede imaginar un mayor contraste que el contraste entre el espíritu de los Padres de la Iglesia y
el de los Papas después del Concilio de Nicea, tanto como sus decretos conciliares. Hay una
diferencia que esta radicalmente escondida, ya que está en el interés de la Iglesia el ocultarlo. Por
esta razón, ha sido posible mantener hasta hoy a los fieles en la ignorancia de lo que sucedió en
los primeros siglos de la era cristiana. Por ejemplo, no tenemos una evidencia clara y fiable,
incluso de los grandes sabios; de cómo la Gnosis llegó a ser suprimida. Y nos quedamos
igualmente en la oscuridad en relación a los objetivos e intenciones de hombres tales como
Clemente de Alejandría, su discípulo Orígenes y otros (nota 1), entre ellos Tertuliano, pues la
información fragmentaria que poseemos es de procedencia dudosa y se deriva en su mayor parte
de los escritos de sus adversarios. Por esta razón y porque han sido construidas las teorías más
fantásticas sobre esta información fragmentaria, es imposible obtener una verdadera imagen de
los primeros Padres de la Iglesia.

Con el fin de tener una comprensión clara de este problema debemos dirigir nuestra atención por
un momento a las causas de esta indefinición, a todo aquello que ha sucedido para que el
Misterio del Gólgota pudiera tener lugar por segunda vez en la historia.

Rudolf Steiner. Misterio del Gólgota.

En el momento del Misterio del Gólgota los antiguos cultos y Misterios paganos se habían
expandido. Y eran de tal importancia como para que una figura como Juliano el Apóstata fuera
iniciado en los Misterios de Eleusis y una larga sucesión de emperadores romanos también
recibieran la iniciación, aunque de una manera peculiar. Todo lo relacionado con los antiguos
cultos paganos todavía sobrevivía. Pero estos hechos suelen ser minimizados hoy a pocas
palabras por los historiadores contemporáneos. Los acontecimientos de ese período temprano
son retratados de una manera muy superficial; pues esta interpretación superficial puede
proporcionar una justificación a los ojos de muchos, para hablar de un segundo Misterio del
Gólgota. Pero las personas no tienen la más mínima comprensión del significado interior de estos
eventos.

Desde un punto de vista exterior, se puede decir que en los primeros siglos cristianos los templos
paganos, con estatuas de un esplendor y magnificencia que hoy son inconcebibles, estaban
esparcidos por extensas regiones. Estas imágenes (de los dioses), incluso en sus detalles más
formales, eran una representación simbólica de todo lo que se había vivido en los antiguos
Misterios. No sólo había en las ciudades o localidades abundantes representaciones de formas de
arte simbólicas, sino en los campos donde los campesinos cultivaban sus cosechas también se
encontraban santuarios aislados, cada uno con la estatua de un Dios. Y nunca emprendían
labores agrícolas sin antes ponerse en contacto con las fuerzas que ellos creían, fluían del
universo a través del poder mágico que residían en esas imágenes.

Los emperadores romanos, con el apoyo de los obispos y sacerdotes, se ocuparon de destruir
completamente estos templos y santuarios junto con sus imágenes. Podemos seguir esta obra de
iconoclasia hasta la época del emperador Justiniano en el siglo VI. Innumerables Edictos fueron
promulgados ordenando la destrucción despiadada de estos templos y santuarios. Durante esos
siglos una ola de iconoclasia recorrió el mundo de manera que no hay precedentes en la historia
de la humanidad; no hay precedentes debido a la magnitud de la destrucción sistemática (nota
2). Hasta el momento en que San Benito con sus propias manos y el apoyo de sus obreros
nivelaron el templo de Apolo en Monte Cassino con el fin de fundar un monasterio dedicado al
servicio de la Orden Benedictina en ese mismo lugar, y hasta el momento del emperador
Justiniano, uno de los deberes principales de los emperadores romanos (desde que Constantino
se convirtió al cristianismo) fue erradicar todo rastro de paganismo. Se promulgaron edictos cuyo
propósito aparente era detener esta obra de destrucción, pero al leerlos uno recibe una impresión
diferente. Un emperador, por ejemplo, publicó un edicto declarando que todos los templos
paganos no debían ser destruidos inmediatamente por temor a inflamar a la población; la obra de
destrucción debería llevarse a cabo poco a poco, para que el pueblo pudiera aceptarlo sin
reparos.

Todas las terribles medidas asociadas con esta obra de destrucción se pasaron muy a menudo
por alto como tantas otras cosas. Pero esto fue un error. Siempre que de alguna manera se oculta
la verdad, el camino que lleva a Cristo Jesús también se oculta, no pudiendo ser encontrado. Y ya
que he hablado de este amor sincero a la verdad, permítanme referirme a un pequeño incidente
que ocurrió en mi primera infancia y que nunca olvidaré. Este tipo de cosas son de lo más
reveladoras. A menos que voluntariamente nos ceguemos, aprendemos por la historia de los
emperadores romanos que Constantino no era precisamente un modelo de virtud, de lo contrario
no habría acusado a su propio hijastro, sin justificación alguna, de tener relaciones ilícitas con su
propia madre. La acusación fue una pura invención con el fin de tener un pretexto para
asesinarle. Constantino, primero asesinó a su hijastro con esta falsa acusación y luego a su
madrastra. Estos actos eran simple rutina para Constantino. Sin embargo, dado que la Iglesia
estaba profundamente en deuda con él, la historia oficial de la Iglesia se avergüenza de retratarlo
con sus verdaderos colores.
Constantino

Con el permiso de ustedes me gustaría leer un pasaje del libro de texto de mi escuela sobre la
historia de la religión que se refiere a Constantino:

«Constantino se mostró como un verdadero hijo de la Iglesia, incluso en su vida privada» –esto es
un ejemplo de lo que les he estado hablando- «Aunque a menudo se le reprochó por su
irascibilidad y ambición, se debe recordar que la fe no es una garantía contra todo
desfallecimiento moral y que el cristianismo no podía manifestar su poder redentor en él, ya que,
hasta al final de su vida, él nunca participó del Sacramento».

Ejemplos de este tipo de encubrimiento son habituales. Demuestran cómo rara vez la historia
muestra amor a la verdad. Y lo mismo se aplica a la historia reciente. Podríamos encontrar otras
distorsiones, pero no vamos a ocuparnos de ello, porque tenemos puesta la atención en otro
asunto ahora.

Cuando leemos el relato de estos edictos imperiales (relativos a la destrucción de los templos
paganos) se nos informa de que los emperadores romanos rechazaron expresamente el sacrificio
de animales y prácticas similares que presuntamente tenían lugar en esos templos. Mi intención
no es la de criticar o de pasar por alto nada, sino simplemente exponer los hechos. Pero debemos
recordar que «la oposición al sacrificio de animales»” (de las entrañas de los cuales se dice que se
predecían los acontecimientos futuros) era de hecho, una forma decadente de sacrificio. No era
un asunto trivial como la historia sugiere a menudo, sino una ciencia profunda, con un carácter
diferente al de la ciencia de hoy. El objeto del sacrificio de animales -y es difícil hablar de estas
prácticas hoy, porque lo encontramos tan repugnante que sólo podemos referirnos a ellos en
términos generales- era estimular facultades que, en ese momento, no podían alcanzarse
directamente, pues ya había pasado la época de la antigua clarividencia.

Dentro de ciertos círculos del sacerdocio pagano se hicieron los intentos por revivir los antiguos
poderes de clarividencia. Y este fue uno de los métodos empleados. El método más satisfactorio
para despertar esta antigua clarividencia atávica con el fin de recuperar el espíritu de los tiempos
primitivos fue el revivir la forma particular de sacrificio practicada en los Misterios de Mitra y de la
manera más espiritual conocida por los misterios de la época.
Templo a Mitra

En los Misterios sacerdotales de Egipto y en sus templos se llevaron a cabo las prácticas más
brutales y sanguinarias. Cuando estudiamos los Misterios de Mitra por medios ocultos nos damos
cuenta de que eran una manera de profundizar en los secretos de las fuerzas que operan en el
universo a través de ritos de sacrificio y totalmente diferentes en carácter de lo que entendemos
por ritos de sacrificio hoy; de hecho producía una visión mucho más profunda de los secretos de
la naturaleza que la práctica moderna de la autopsia, que sólo conduce a un conocimiento
superficial. Las personas que realizaban estos ritos sacrificiales de la manera correcta eran
capaces de percibir clarividentemente ciertas fuerzas que están presentes en las profundidades
ocultas de la naturaleza. Y por esta razón los motivos reales de estos sacrificios rituales se
mantuvieron en secreto y sólo se les permitía tener conocimiento de ellos a aquellos que estaban
adecuadamente preparados.

Ahora, cuando miramos el origen de los Misterios de Mitra nos encontramos que se remontan a la
Tercera época post-Atlante por lo que ya estaban en decadencia en la época de la que estamos
hablando. En su forma más pura fueron aptos para la tercera época post-Atlante donde llegaron a
su punto culminante. Gracias a la celebración de estos ritos aunque de una manera misteriosa y
peligrosa, obtenían el poder de penetrar profundamente en los secretos de la naturaleza. El
sacerdote llevaba a cabo ciertos ritos en presencia del neófito donde se le permitía la
«descomposición» de sustancias naturales (es decir, la disolución de sus partes constitutivas)
para de esta manera llegar a una comprensión de los procesos de la naturaleza. Gracias a la
manera en que el fuego y el agua interactuaban el uno con el otro y a través de la forma en que
reaccionaban sobre el neófito que tomaba parte en el sacrificio, se abría un camino especial que
les permitía alcanzar un autoconocimiento hasta de las fibras inferiores de su cuerpo, llegando así
a una comprensión del universo.

Al participar en estos ritos sacrificiales el hombre aprendió a verse a sí mismo desde una nueva
luz. Pero este conocimiento a su vez revitalizaba considerablemente la debilidad del hombre. El
autoconocimiento es muy difícil de adquirir, y estos ritos sacrificiales tenían el objeto de facilitar
ese conocimiento y les permitía sentir y experimentar su vida interior más intensamente que a
través de procesos intelectuales o conceptuales. Trabajaban pues, por un conocimiento de si, que
penetraba hasta su organismo físico, un autoconocimiento que se puede ver en las almas de los
grandes artistas de la antigüedad; en una cierta medida, debían su sentido de la forma a un
sentimiento instintivo de las formas y movimientos de la naturaleza que experimentaban en su
propio organismo. Al mirar hacia atrás en la historia del arte, podemos constatar que hubo un
tiempo en que el artista nunca soñó con trabajar a partir de modelos; cualquier sugerencia de
trabajar a partir del modelo habría sido impensable. Llegamos a ser cada vez más conscientes de
que el artista retrató sus imaginaciones visuales en forma concreta. La imaginación visual es una
cosa prácticamente del pasado; apenas nos atrevemos a mencionarlo porque las palabras son
insuficientes para dar una indicación real de lo que queremos decir con esto. Es increíble lo
mucho que han cambiado los tiempos.

Los Misterios de Eleusis fueron la continuación directa de los Misterios de Mitra y estaban
ampliamente difundidos en el momento del Misterio del Gólgota, pero al mismo tiempo,
representaban un aspecto totalmente diferente. Mientras que los Misterios de Mitra destacaron la
realización del autoconocimiento a través del organismo físico, los Misterios de Eleusis eran muy
diferentes. En los Misterios de Mitra el neófito estaba profundamente inmerso en sí mismo; en los
Misterios de Eleusis el alma se liberaba del cuerpo para que pudieran salir al exterior los impulsos
ocultos de la actividad creativa de la naturaleza y el espíritu. Ahora bien, si nos preguntamos qué
aprendía el hombre de estos Misterios -de los Misterios de Mitra que ya estaban en decadencia y
de los Misterios de Eleusis que alcanzaron su punto más alto hacia el siglo IV antes de Cristo- si
preguntamos en que se beneficiaba el hombre de estos misterios, entonces la respuesta se
encuentra en la conocida orden del oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo”. La Iniciación se
dirigía a la consecución del autoconocimiento por dos caminos diferentes: en primer lugar, por el
autoconocimiento llevado hacia el interior de manera que los cuerpos astral y etérico se
«condensaran», por así decirlo, y por el impacto de lo psíquico en lo físico, el hombre se decía:
«Ahora te percibes a ti mismo por lo que eres; has alcanzado la autoconciencia». Tal fue el legado
de los Misterios de Mitra.

En segundo lugar, en los Misterios de Eleusis, se alcanzaba el autoconocimiento a través de la


liberación del alma del cuerpo por medio de diversos ritos que no se pueden describir aquí en
detalle. Así, el alma entraba en contacto con el poder secreto del Sol, con impulsos solares que
irradiaban a la Tierra, con las fuerzas impulsoras de la Luna que fluyen a la Tierra, con las fuerzas
de los impulsos estelares y los impulsos de las fuerzas elementales individuales -el calor, el aire y
el fuego y así sucesivamente. Los elementos exteriores se transmitían a través del alma del
hombre (que había sido retirada del cuerpo) y en este encuentro con las fuerzas exteriores
alcanzaba el autoconocimiento. Los que conocían el significado real de las enseñanzas de los
Misterios sabían que el hombre podía alcanzar todo tipo de experiencias psíquicas fuera del
cuerpo, pero que era incapaz de comprender concretamente la idea del Yo. Fuera de los Misterios
la idea del Yo era un concepto puramente abstracto en esa época. El hombre podía experimentar
otros aspectos de la vida psíquica y espiritual, pero el Yo tuvo que ser alimentado a través de su
capacitación en los Misterios y necesitaba un poderoso estímulo. Este era el objetivo de los
Misterios y era conocido por los iniciados.
Oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo”

Ahora, como ustedes saben, en esa época se produjo una especie de fusión entre la evolución del
cristianismo y el imperio romano. Ya he descrito cómo surgió esto y cómo, a causa de esta
fusión, la Iglesia estaba ansiosa por suprimir, en la medida de lo posible, esos ritos que acabo de
describirles, de borrar todas las huellas del pasado y de ocultar a la posteridad todo conocimiento
de las prácticas de los Misterios que a lo largo de los siglos habían tratado de llevar al hombre,
bien sea dentro del cuerpo o fuera del mismo, a entrar en contacto con las fuerzas espirituales
que le ayudaban a desarrollar la conciencia del Yo.

Si queremos hacer un estudio más detallado de la evolución del cristianismo debemos tener en
cuenta no sólo el desarrollo del dogma, sino sobre todo el desarrollo de los cultos antiguos desde
cierto punto de vista; esto es mucho más importante que la evolución del dogma. Pues los
dogmas son una fuente de controversia y como el ave fénix vuelven a surgir de sus propias
cenizas. Por mucho que podamos imaginar que se han erradicado, siempre hay alguna manivela
que viene a revivir los viejos prejuicios. Los cultos son mucho más fáciles de erradicar. Y estos
antiguos cultos que, en cierto sentido, eran los signos y símbolos de las prácticas externas de los
antiguos Misterios, habiendo sido suprimidos, nos sería imposible descubrir la supervivencia de
los antiguos ritos o métodos por los que el hombre trató de entrar en contacto con las fuerzas
divino-espirituales.

Con el fin de llegar al fondo de la cuestión hay que echar un vistazo al principal sacramento de la
Iglesia de Roma, el sacrificio de la Misa. ¿Cuál es el significado interno de la misa católica? En
realidad, la misa y todo lo que se relaciona con ella, es una continuación y desarrollo de los
Misterios de Mitra, mezclado en cierta medida con los Misterios de Eleusis. El sacrificio de la Misa
y muchas de las ceremonias relacionadas con ella son simplemente un desarrollo de los cultos
antiguos. El rito original se transformó muy poco; el carácter sanguinario que habían asumido los
Misterios de Mitra ha sido modificado. Pero no podemos dejar de observar muchas similitudes en
el espíritu de estos dos cultos, especialmente si apreciamos ciertos detalles. Por ejemplo, tanto el
sacerdote antes de recibir la Hostia, como el comulgante deben ayunar durante un periodo
determinado. Este detalle es muy importante para la comprensión del Misterio en cuestión que
muchos de los asuntos que se debatieron ferozmente en la Edad Media. Y si el sacerdote, que así
puede suceder, es negligente con el ayuno antes de la celebración de la Eucaristía, la comunión
pierde su significado y el efecto que debería tener. De hecho su eficacia se pierde en gran parte
porque los comulgantes no han sido instruidos correctamente. Puede ser eficaz sólo si se le ha
dado al comulgante la instrucción adecuada en lo que él debería experimentar inmediatamente
después de recibir el «sacrificio incruento (sic) del Cuerpo y la Sangre». Pero sin duda ustedes son
conscientes de la poca atención que se presta a estas sutilezas hoy en día, lo poco que la gente
se da cuenta de que a la comunión le debe seguir una experiencia interior, que se debe
experimentar una intimidad interior, una especie de renovación moderna de la estimulación que el
neófito experimentaba en los Misterios de Mitra. Y es esto lo que está realmente detrás del culto
cristiano.

Y la ordenación fue un intento de la Iglesia de establecer una especie de continuidad del antiguo
principio de la Iniciación. Pero ella olvidó en muchos casos que la iniciación consistía en dar
instrucciones de cómo responder a ciertas experiencias.

Ahora bien, el objetivo declarado de Juliano era descubrir cómo los Misterios de Eleusis en los
que había sido iniciado estaban relacionados con los Misterios de la tercera época post-
Atlante. ¿Qué podría aprender de estos misterios?. En relación a esto la historia no nos dice
nada. Si tuviéramos que embarcarnos en un estudio serio de cómo los hombres como Clemente
de Alejandría, su discípulo Orígenes, Tertuliano y hasta Ireneo ( nota 3 ) por no decir nada aún
respecto a los anteriores Padres, procedentes en parte del principio de la iniciación pagana y que
desembocaron de esta manera en el cristianismo; si pudiéramos entrar en el espíritu de estas
grandes almas, encontraríamos que sus conceptos e ideas estaban expresados en ellos por una
vitalidad interior peculiar, donde habitaba un espíritu totalmente diferente del que se reflejó más
tarde en la Iglesia. Si queremos comprender el Misterio del Gólgota debemos capturar algo del
espíritu de estos primeros Padres.

En relación con las grandes manifestaciones culturales los hombres están profundamente
dormidos, y lo digo literalmente. Ven el mundo como si fuera un sueño, lo podemos observar en la
actualidad. Muchas veces les he hablado de Herman Grimm (nota 4), y debo confesar que cuando
hablo de él hoy, soy una persona diferente de la persona que habló de él hace unos cuatro o cinco
años. Después de casi tres años de la Guerra, las décadas anteriores a la Guerra y los años
inmediatamente precedentes a ella, parecen como una edad de oro. Todo lo que ha sucedido en
esos años pareciera haber transcurrido en siglos. Las cosas han cambiado tanto que uno tiene la
sensación de que el tiempo se ha prolongado infinitamente. Y de la misma manera las cosas más
importantes han pasado desapercibidas para la humanidad que está dormida.

Si hoy tratamos de captar las ideas de los escritores antiguos con el método ordinario del
entendimiento –los profesores académicos convencionales comprenden todo lo que se ha
transmitido a la posteridad-, pero sin ser uno de estos mortales iluminados, puede llegar a la
conclusión de que es imposible entender a los antiguos filósofos griegos, a menos que se tenga el
recurso del conocimiento oculto. Ellos hablan un idioma diferente; el idioma en el que se
comunican sus ideas es diferente al de la comunicación normal. Y esto se aplica a Platón. Hebbel
(nota 5) era consciente de ello y en su diario trazó en grandes líneas una composición dramática
donde retrata a Platón reencarnado como un alumno de escuela de Gramática que habiendo
leído a Platón con su maestro, fue incapaz de comprenderlo siendo él mismo la reencarnación del
filósofo. Hebbel quiso dramatizar esta idea, pero nunca lo llevó a cabo. Hebbel estimaba que
incluso Platón no podía ser comprendido fácilmente; siendo necesario para ello una preparación
suplementaria. La comprensión del sentido exacto de las ideas ha comenzado con Aristóteles en
el siglo IV antes de Cristo. La Filosofía antes de Aristóteles era incomprensible para los estándares
humanos normales. Esto explica los muchos comentarios sobre Aristóteles, que por un lado es
perfectamente inteligible, y por otro, no hemos avanzado en la formación de ciertos conceptos
más allá de Aristóteles porque en este sentido pertenece a su tiempo. Es imposible adoptar las
formas de pensamiento de otra época; equivale a pedirle a un hombre de cincuenta y seis años
que se convierta en un hombre de veintiséis, para revivir durante un cuarto de hora sus
experiencias como hombre de veintiséis años. Un cierto modo de pensar sólo es válido para una
época en particular y la particularidad de conectarse con el pensamiento de una época concreta
es simplemente repetirla una y otra vez. Es interesante observar cómo Aristóteles dominó el
pensamiento de la Edad Media y cómo su filosofía fue revivida de nuevo por Franz Brentano (nota
6) y precisamente en este momento del tiempo. En 1911 Brentano escribió un excelente libro
sobre Aristóteles en el que elaboró esas ideas y conceptos sobre las que él deseaba llamar la
atención a nuestra época actual. Es un curioso síntoma del Karma de nuestra época que Brentano
escribiera en este preciso momento un estudio exhaustivo sobre Aristóteles, que debería ser leído
por todos los que valoran un cierto tipo de pensamiento. Y permítanme añadir, además, que el
libro es eminentemente legible.

Estos escritos de Aristóteles han sufrido una mutilación y no por el cristianismo, sino por la Iglesia
(pero no directamente), de tal manera que las partes esenciales de su obra han desaparecido. En
consecuencia, estas lagunas deben complementarse con medios ocultos. Las omisiones más
importantes se refieren al alma humana. Y, en relación con Aristóteles, paso ahora a la cuestión
planteada hoy por todos : ¿cómo puedo encontrar por medio de la experiencia interna del alma,
una forma segura de abrirme al Misterio del Gólgota?. ¿Cómo puedo lograrlo con la práctica de la
meditación descrita en mi libro: «Como se adquiere el Conocimiento de los Mundos Superiores»
y en otros de mis escritos?. Hasta cierto punto Aristóteles intentó por su propia iniciativa
despertar dentro de sí mismo las experiencias internas, y eso lo deben tratar de comprender los
que se plantean esta cuestión. Pero, según los comentaristas, cuando Aristóteles está a punto de
describir su método de meditación, aparece entonces una ruptura, un silencio. No es que él no
describiera su técnica, sino que las transcripciones posteriores no fueron registradas, por lo que
nunca se transmitieron a la posteridad. Aristóteles ya se había embarcado en una ruta específica,
la del camino al misticismo. Se esforzó por encontrar en su interior lo que da certeza a la
inmortalidad del alma.

Ahora bien, si un hombre honesta y sinceramente practica la meditación durante un tiempo, sin
duda alguna, tendrá la experiencia interna de la inmortalidad del alma porque encuentra las
puertas de lo inmortal en él. Aristóteles nunca lo dudó, ni por un momento, la posibilidad de
descubrir en nosotros mismos algo que proclame: «Yo siento algo en mí que es independiente del
cuerpo y que no guarda relación con la muerte del cuerpo». Pero va aún más allá. Buscaba
desarrollar esa profunda experiencia interior que conocemos (cuando nos hacemos conscientes
de ella) y que está conectada con el cuerpo. Ciertamente, lo experimentó claramente, pero el
pasaje sobre la soledad interior que deben sentir aquellos que deseen llegar a una comprensión
del Misterio del Gólgota, ha sido mutilado o retocado. La experiencia mística conduce
inevitablemente a la soledad.

Y cuando este sentimiento de soledad nos abruma nos preguntamos: «¿Qué es lo que he dejado
que me siento tan solo?». Estamos obligados a responder: «Yo he abandonado a mi padre, mi
madre, hermanos, hermanas, he abjurado de las vanidades del mundo. Me he desapegado
emocionalmente de ellos». Aristóteles era consciente de esto. Esta experiencia interior puede ser
experimentada por cualquiera, y se puede desarrollar de forma sistemática.

En este sentimiento de soledad nos damos cuenta de que hay algo en nosotros que trasciende la
muerte, algo que solo pertenece al Yo y no tiene relación con el mundo exterior. Aristóteles,
también, se dio cuenta de que los órganos físicos son nuestros medios perceptivos del mundo
exterior. Es posible que el hombre se experimente a sí mismo de otras maneras, pero los órganos
del cuerpo son indispensables para experimentar el mundo externo. De ahí procede el sentimiento
de soledad que nos supera. Y Aristóteles supo que había conocido su alma inmortal que la
muerte no puede destruir, como todos los que siguen estas etapas deben darse cuenta también.
Ya no estaba unido a lo finito y transitorio. «Yo estoy solo ahora, solo conmigo mismo», dijo,
«pero mi idea de la inmortalidad es limitada; me doy cuenta de que después de la muerte sabré de
la absoluta soledad, a través de toda la eternidad estaré examinando las buenas y malas
acciones que he perpetrado en la vida y ellas estarán siempre ante mis ojos, y esto es todo lo
que espero, por mi propio esfuerzo. Si deseo comprehender más profundamente el mundo
espiritual no puedo confiar solamente en mis propios esfuerzos; debo recibir la Iniciación o ser
instruido por los Iniciados».

Todo esto podría ser encontrado en los escritos de Aristóteles, pero sus sucesores impidieron la
transmisión de este conocimiento. Y debido a que Aristóteles se anticipó a esta posibilidad en una
cierta medida, fue considerado como una especie de profeta; se convirtió en el profeta de lo que
no fue posible en su momento, así como de lo que hoy es diferente de lo que pudo ser en su
tiempo. No hay necesidad de apelar a la historia; sabemos por experiencia personal que los
tiempos han cambiado.

Ahora volvamos nuestra atención una vez más a este sentimiento de soledad total, que nos asalta
hoy, a esta experiencia mística, que es completamente diferente a las experiencias místicas
habitualmente descritas. La gente a menudo habla de ello con complacencia y dice: «Dios se
experimenta dentro de mí». Esto sin embargo no es la experiencia mística plena. En la experiencia
mística plena experimentamos a Dios en la soledad total y absoluta. Solo en la presencia de Dios,
el hombre se experimenta a sí mismo. Y luego se debe encontrar la fuerza y la perseverancia
necesaria para continuar en ese estado de aislamiento. Porque esta experiencia de la soledad es
una fuerza poderosa!. Si no dejamos que esta soledad nos oprima y permitimos que se convierta
en una fuerza activa en nosotros, entonces lograremos una gran experiencia superior; por
supuesto, estas cosas no pueden ser descritas, pero todos podemos experimentarlas, tenemos la
firme convicción de que la soledad que sufrimos es auto-creada, que la hemos atraído a
nosotros. Creamos nuestros dioses a nuestra propia imagen. Esta soledad no nace con nosotros,
es creada por nosotros, nosotros mismos somos los responsables. Esta es la segunda
experiencia.

Y esta segunda experiencia nos conduce a la sensación de que compartimos la responsabilidad


directa de la muerte de lo que de Dios ha nacido. Cuando el hombre ha sufrido la noche oscura
del alma, por un lapso suficiente de tiempo, el elemento divino en él ha sido muerto por lo
«humano, demasiado humano». Esto no ha sido siempre así, de lo contrario la evolución habría
sido imposible. Debe haber habido un tiempo en el que no existía este sentimiento.

En este momento el hombre comienza a sentir la parte de responsabilidad que tiene de la muerte
de lo divino en él. Si el tiempo me lo permite, podría explicar con más detalle el asesinato del
«Hijo de Dios», recuerden que la experiencia mística no es una cosa indeterminada, una
experiencia vaga, sino que se desarrolla progresivamente; y donde experimentamos la muerte de
Cristo. Y cuando esta experiencia se convierte en una fuerza poderosa en nosotros, no puedo
expresarlo de otra manera, el Cristo, El Señor Resucitado nace en Nosotros. Por el Señor
Resucitado, Aquel que ha sufrido la muerte, por primera vez se tiene esta experiencia y la razón
de su muerte se experimenta en la forma ya descrita.
Hay tres grados de experiencia mística, puesto que encontrar el camino que conduce a las
fuentes del Misterio del Gólgota ya no es suficiente; hay que añadir algo más, algo que ha sido
tergiversado grotescamente, y que hasta hoy día ha sido ocultado. La única persona que señaló
con fuerza lo que se había ocultado a la humanidad en el siglo XIX fue Friedrich Nietzsche en su
libro «Sobre los usos y abusos de la historia». Nada ha sido mejor calculado para destruir nuestra
comprensión de Cristo que lo que hoy se llama la historia. Y el Misterio del Gólgota nunca se ha
tergiversado tan a fondo como lo han hecho los historiadores objetivos del siglo XIX. Soy
consciente de que cualquiera que critique la historia objetiva de hoy es considerado un idiota. No
tengo ningún deseo de denigrar los arduos logros filológicos y académicos de la investigación
histórica, pero sin embargo lo académico o exacto de la historia, es un desierto espiritual. No
tiene ninguna comprensión de las cosas que son de vital importancia para la vida del hombre y de
la humanidad en su conjunto. Se trata de un libro cerrado para la historia moderna.

Tal vez se me permita hablar desde la experiencia personal ya que para esto tengo asociaciones
personales. Desde mi decimonoveno año he estado continuamente ocupado con el estudio de
Goethe, pero nunca he tenido la tentación de escribir una historia de los hechos de su vida o
incluso retratarlo en el sentido académico, por la sencilla razón de que desde el principio sentí
que lo que más importaba era que Goethe era todavía una fuerza viva. El hombre físico Goethe
que nació en 1749 y murió en 1832, no es importante; lo importante es que después de su muerte,
su espíritu hoy en día sigue vivo entre nosotros, no sólo en su literatura (que no es
particularmente aclaradora), sino en el mismo aire que respiramos.

Esta atmósfera espiritual que nos rodea actualmente no existía en el tiempo de los hombres de la
antigüedad. El cuerpo etérico, como ustedes saben, se separa del alma después de la muerte
como una especie de segundo cadáver, pero, gracias al Impulso de Cristo por el Misterio del
Gólgota, el cuerpo etérico se conserva hasta cierto punto; no se disuelve completamente.

Si creemos -y uso la palabra fe en el sentido que he definido en una conferencia anterior- que
Goethe «resucitó» en un cuerpo etérico y comenzamos a meditar en él, entonces sus conceptos e
ideas cobran vida en nosotros, y podremos describirlo no como era, sino como él es hoy. La idea
de la resurrección entonces se habrá convertido en una realidad viva y creeremos en la
resurrección. Podemos entonces decir que no sólo creemos en las ideas que pertenecen al
pasado, sino también en la continuidad viviente de esas ideas. Esto está relacionado con un
profundo misterio de los tiempos modernos. No importa lo que podamos pensar, siempre y
cuando estemos aprisionados en el cuerpo físico nuestros pensamientos no podrán manifestarse
de la manera correcta. (Esto no se aplica a nuestro sentimiento y voluntad, sino sólo a nuestros
pensamientos y representaciones). Grande es Goethe, pero sus ideas son más grandes que él. Si
no pudieron elevarse a mayores alturas fue debido a las limitaciones de su cuerpo físico. En el
momento en que son liberadas de estas limitaciones del cuerpo y pueden ser desarrolladas por
alguien que tenga simpatía y comprensión hacia ellas, se transformaran y cobraran nueva
vida. (Me refiero a los pensamientos que persisten hasta cierto punto en su cuerpo etérico, no a
su sentimiento y voluntad). Recuerden que la forma primera en que las ideas surgen en nosotros
no es su forma final. ¡Crean, por tanto, en la resurrección de las ideas!. Creerán en esto tan
firmemente, que buscaran de buen grado la unión con sus padres -no con los padres con los que
están vinculados por lazos de sangre, sino con sus antepasados espirituales- y eso en última
instancia lo encontraran. Ellos no tienen que ser Goethe, podrían igualmente ser un Smith o
Brown. Traten de cumplir con el mandato de Cristo: no te aferres a lazos de consanguinidad, sino
busca más bien una relación espiritual. Entonces la idea de la resurrección se convierte en una
realidad viva en tu vida y te llevará a creer en la resurrección. No es una cuestión de invocar sin
cesar el nombre del Señor; lo que importa es que captemos el espíritu vivo del cristianismo, que
nos aferremos a la idea de vital importancia de la resurrección como una fuerza viva. Y el que de
esta manera trae el apoyo del pasado a su vida interior, sabrá que el pasado sigue vivo en
nosotros, experimentamos en nosotros mismos la continuidad del pasado. Y entonces -es sólo
una cuestión de tiempo- llegara el momento en que nos hagamos conscientes de la presencia de
Cristo en nosotros. Todo depende de nuestra firme fe en el Cristo Resucitado y en la idea de la
Resurrección, de modo que ahora podemos decir: «Estamos rodeados de un mundo espiritual y la
Resurrección se ha convertido en una realidad en nosotros».

Ustedes podrán objetar, y es posible que digan que esto es pura hipótesis. Pero una vez que
hayan tenido la experiencia de haber estado en contacto con los pensamientos de alguien que ha
muerto, cuyo cuerpo físico se ha fundido con la Tierra y cuyos pensamientos siguen viviendo en
ustedes, entonces llegara un momento que dirán: «Los pensamientos que surgen en mí se los
debo a Cristo; nunca podrían haber llegado a estar tan vivos, sino gracias la encarnación de
Cristo».

Hay un camino interior hacia el Misterio del Gólgota; pero primero hay que abandonar la llamada
historia «objetiva», que en realidad es totalmente subjetiva, ya que se ocupa de los fenómenos
superficiales e ignora el espíritu. Se han escrito muchas biografías de Goethe, que se proponían
retratar la vida de Goethe con la máxima fidelidad. Y en todos los casos los autores, por
necesidad, reprimían algo en sí mismos. Pues la forma de pensar de Goethe se ha transformado y
vive en una forma diferente. Es importante que podamos entender el cristianismo con el mismo
espíritu.
En resumen, es posible tener una experiencia mística del Misterio del Gólgota, mística en el
verdadero sentido de la palabra. No hay que contentarse con abstracciones, uno debe estar
preparado para sufrir las experiencias internas que ya he descrito. Y si se plantea la pregunta:
¿cómo puedo acercarme a Cristo? (Hay que entender que nos estamos refiriendo a Cristo
Resucitado), si tenemos la paciencia y la perseverancia necesaria para seguir el camino indicado,
podemos estar seguros de que encontraremos al Cristo en el momento oportuno. Pero cuando
nos encontremos con Él, debemos tener cuidado de no pasar por alto lo más importante.

Dije en una conferencia anterior que Aristóteles fue un profeta y que Juliano el Apóstata heredó
algo de este don profético. Debido a la forma que había asumido en ese momento los Misterios
de Eleusis, no podía descubrir su verdadero significado; esperaba encontrar la respuesta en los
Misterios de Mitra. Fue por esta razón que Julián se embarcó en la campaña persa. Quería
descubrir la continuidad de las enseñanzas de los Misterios, encontrar la conexión entre ellos. Y
eso no estaba permitido; por lo que fue asesinado.

Ahora bien, los primeros Padres de la Iglesia trataron de encontrar al Cristo a la manera de los
Misterios de Eleusis. Ya sea que los llamemos gnósticos o no -los verdaderos gnósticos fueron
rechazados por la Iglesia, aunque Clemente de Alejandría con razón podría ser llamado gnóstico-
tenían una relación con Cristo totalmente diferente a la de los tiempos posteriores. Ellos buscaron
acercarse a Él a través de los Misterios de Eleusis y lo aceptaron como un Ser Cósmico. Ellos se
hacían reiteradamente estas preguntas: Cómo actúa el Logos exclusivamente en el mundo
espiritual?. ¿Cuál es la verdadera naturaleza del Ser que encuentra el hombre en el Paraíso?.
¿Cuál es su relación con el Logos?.

Tales eran las preguntas que ocupaban el espíritu de los Gnósticos, preguntas que sólo pueden
responder aquellos que están familiarizados con el mundo espiritual. Cuando estudiamos los
Misterios de Eleusis (que fueron extirpados de raíz y de ramas también), es evidente que en los
primeros siglos después del Misterio del Gólgota, el mismo Cristo Resucitado estaba presente en
los Misterios con el fin de reformarlos. Y realmente podemos decir que Juliano el Apóstata tenía
una comprensión del cristianismo mucho más profunda que Constantino. En primer lugar,
Constantino no se había iniciado y sólo había aceptado el cristianismo de una manera
superficial. Pero Juliano sentía intuitivamente que Cristo sólo podía encontrarse en los
Misterios. Es a través de la Iniciación que debemos encontrar al Cristo; Él nos conferirá el Yo que
no pudo concedernos en ese momento porque no estábamos listos para recibirlo.

Era una necesidad histórica que estos Misterios fueran destruidos porque ya no conducen al
Cristo. Tenemos que encontrar el acceso al Helenismo, una vez más, pero sin la ayuda de
documentos. El Helenismo debe ser revivido, por supuesto, no en su forma original, de lo
contrario se convertiría en una farsa como podemos ver por ejemplo en la imitación de las
Olimpiadas. No es una cuestión de imitar el Helenismo; no estoy sugiriendo tal cosa. El Helenismo
debe renovarse desde dentro y, sin duda, será renovado. Debemos encontrar el camino a los
Misterios, una vez más, pero dentro de nosotros mismos, y entonces encontraremos también el
camino hacia Cristo.

Así como Cristo fue crucificado por primera vez en el Gólgota, el Constantinismo lo crucificó por
segunda vez. Al suprimir los Misterios, Cristo, como realidad histórica, fue crucificado por
segunda vez. Estos actos de vandalismo que se prolongaron durante siglos destruyeron no sólo
tesoros de arte de un valor incalculable, destruyeron también la experiencia del hombre del
mundo espiritual, la experiencia más importante que podía tener. La gente no comprendía lo que
se estaba destruyendo con ese vandalismo, porque habían perdido todo sentido de los
valores. Cuando fueron demolidos los templos de Júpiter y Serapis, junto con sus estatuas la
multitud aplaudió. «Es correcto destruirlos», dijeron, «porque se había predicho que cuando se
destruyera el templo de Serapis, los cielos caerían y la Tierra quedaría sumida en el caos. Los
cielos sin embargo, no han caído, ni el mundo se ha derrumbado en el caos a pesar del hecho de
que los cristianos romanos han arrasado el templo». Es cierto que desde el exterior las estrellas
no se han caído, ni la Tierra se ha sumido en el caos. Pero todo lo que el hombre había conocido
a través de la experiencia de la iniciación Solar fue extinguido. Esa sabiduría majestuosa, más
grandiosa que el firmamento, de la astronomía antigua, se derrumbó junto con las ruinas del
templo de Serapis. Y esta sabiduría antigua, los últimos vestigios de los cuales Juliano todavía
encontraba en los Misterios de Eleusis, donde el Sol espiritual y la Luna espiritual se le habían
revelado, esta sabiduría se perdió para siempre. Todo lo que los hombres de la antigüedad
conocieron en los Misterios de Mitra y los Misterios egipcios cuando, a través del culto sacrificial,
revivieron interiormente los misterios de la Luna y la Tierra, y que se promulgan en el hombre
mismo cuando llega al conocimiento de sí a través de la «compresión interior de su alma», todo
esto se ha derrumbado, ha caído en el caos.

Espiritualmente, el cielo ha caído sobre la tierra y está sumida en el caos; pues lo que se perdió
en el curso de esos siglos es comparable a la pérdida que podríamos sufrir si repentinamente se
nos privara de nuestros sentidos, y no sabríamos si los cielos y la tierra están bajo nuestros
pies. La pérdida de la antigua sabiduría no es un episodio trivial registrado en la historia, pues
tiene implicaciones mucho más profundas. Debemos creer en la resurrección, incluso si no
estamos dispuestos a creer que lo que ha desaparecido se ha perdido para siempre. Esto exige
que seamos firmes en el pensamiento y tener el coraje de nuestras convicciones. Hoy nos damos
cuenta de la necesidad imperiosa del Impulso de Cristo, a la que me he referido con tanta
frecuencia en estas conferencias.

Por necesidad kármica (una necesidad solo desde cierto punto de vista) el hombre ha sido
destinado por siglos a vivir una vida vacía y sin propósito, a vivir en un vacío espiritual, y por un
fuerte impulso de libertad interior puede encontrar de nuevo al Cristo de la manera correcta. Pero
primero tiene que librarse de esa autocomplacencia que tan a menudo sufre en la actualidad.

A veces, esta autocomplacencia asume las formas más notables. En los años ochenta, un padre
benedictino, Knauer, dio una serie de conferencias sobre los estoicos en Viena. Me gustaría leer
un pasaje de una de estas conferencias. Los principales representantes de la escuela estoica de
filosofía fueron Zenón (342-270), Cleantes (331-232) y Crisipo (282-209); Por lo tanto, la escuela
floreció varios siglos antes del Misterio del Gólgota. Esto es lo que dice Knauer:

«En conclusión, me gustaría decir en defensa de los estoicos que se esforzaron por conseguir una
liga de naciones, que abarcara a toda la humanidad, y que pusiera fin a la guerra y al odio
racial. No necesito decirles que en este sentido los estoicos fueron los más proclives a los
prejuicios a menudo inhumanos de su tiempo, e incluso de las generaciones posteriores».

¡Una liga de las naciones! Tuve que leer la conferencia de nuevo. ¿Podría ser que mis oídos me
estuvieran engañando cuando oí a Woodrow Wilson y a otros estadistas hablar de una liga de las
naciones?. Así hablaron los estoicos, pero lo dijeron mucho mejor, ya que tenían el poder de los
Misterios detrás de ellos. El poder interior que inspiró sus discursos se ha perdido, solo quedan
las cascaras. Sólo unos pocos historiadores que se destacan de los historiadores normales
pueden ver los acontecimientos históricos en una nueva y diferente luz.

Y Knauer continua –no puedo retirar nada de lo que dije recientemente sobre Immanuel Kant; pero
no deja de ser notable que un filósofo capaz como Knauer diga lo siguiente sobre Stoa en los
ochenta:

«Entre los filósofos más recientes» – Se refiere a la liga de las naciones, la idea de la Stoa – «nada
menos que Kant ha revivido esta idea y declaró que es una propuesta factible en su tratado».
«Sobre la paz perpetua. Un esquema filosófico» , una obra que no ha recibido el reconocimiento
que merece. La idea fundamental de Kant es sólida y practicable. El autor muestra que la paz
eterna puede convertirse en una realidad cuando las “grandes potencias» introduzcan un sistema
auténticamente representativo». En Kant esta idea está considerablemente castrada, pero hoy
está más aún más débil, pues se ha convertido en una sombra de lo que fue. Y esta concepción
nebulosa está adornada con el nombre de “nuevo orden».

Y Knauer continúa:

«Bajo este sistema las clases ricas y propietarias y las clases profesionales que son las principales
víctimas de la guerra, tendrían el derecho a decidir las cuestiones de la guerra y la paz. Nuestro
modelo constitucional como el de Inglaterra no son auténticos sistemas de representación en la
opinión de Kant. Está dominado por prejuicios de partido e intereses sectoriales, que promueven
un sistema electoral que se basa en su mayor parte en cálculos estadísticos y recuento de
cabezas. Lo esencial en el argumento de Kant es lo siguiente: el derecho internacional debe
basarse en una federación de Estados independientes que tengan amplios poderes autonómicos».

¿Es esta la voz de Kant o la voz del «nuevo orden»?. Kant argumenta su caso con más fuerza
pues está firmemente conectado a la tierra. No me propongo leer lo que sigue, de lo contrario el
digno Kant incurriría en el desagrado del censor.

Lo que he estado discutiendo es el tema de un libro del escritor estadounidense Brook Adams
( nota 7 ), La Ley de la Civilización y el Decaimiento, un estudio de la importancia de la teoría de la
evolución en la historia humana. Brook Adams trató de explicar el renacimiento continuo de las
instituciones y las formas de vida de ciertos pueblos antiguos, por ejemplo, el renacimiento del
imperio romano en los pueblos teutónicos. La investigación de la época actual se encuentra con
muchas naciones que tienen afinidad con el imperio romano, pero no hay indicios de los pueblos
que lo renovarán, ciertamente no es el pueblo estadounidense, y esto es perfecto. Este poder
regenerativo no vendrá de fuera; debe venir de dentro a través de la vivificación del espíritu. Debe
brotar del alma y sólo será posible cuando captemos el Impulso de Cristo en todo su poder
vivificante. Todas estas frases vacías que se oyen por todas partes se aplican al pasado y no al
presente o al futuro. Toda esta charla vacía con su eterno estribillo: “«Sí, el viejo proverbio “la
lechuza de Minerva sólo puede extender sus alas en el crepúsculo”, es cierto y válido para los
tiempos antiguos»”. Y a esto objetamos: «Cuando las naciones envejecieron establecieron
escuelas de filosofía; miraron hacia atrás en espíritu a lo que debían al instinto. Las cosas serán
diferentes en el futuro, porque el instinto dejará de existir. El espíritu mismo debe convertirse en el
instinto y desde el espíritu debe surgir nuevas posibilidades creativas».

Reflexionen sobre estas palabras porque son de una importancia trascendental: ¡Desde el espíritu
surgirán nuevas posibilidades creativas!. El poder del espíritu debe trabajar inconscientemente en
tu interioridad. Y esto depende de la idea de la resurrección. Lo que ha sido crucificado debe
surgir de nuevo. Y esto no va a suceder esperando pasivamente los acontecimientos, sino
acelerando las fuerzas espirituales en nuestro interior, para hacer crecer el poder creativo del
espíritu mismo.

Esto es lo que quería decir sobre el Misterio del Gólgota en esta particular coyuntura de tiempo.
NOTAS DEL TRADUCTOR

Nota 1. Clemente de Alejandría (301-232 DC ) fue director de la Escuela Catequética de


Alejandría, una escuela de formación para los catecúmenos. En el conflicto entre la pistis (fe) y la
gnosis (conocimiento) era partidario de esta última y estaba cerca de los gnósticos que se
apoyaban en el platonismo y en la interpretación alegórica de las Escrituras. Él creía en la idea de
la “Disciplina Arcani”, la retención del conocimiento superior de los ineptos para recibirlo, que era
común a todas las enseñanzas de los antiguos misterios. Orígenes ( 186-253 DC ) se convirtió en
director de la Escuela de Catequesis. Nutrido en el neoplatonismo a través de la influencia de
Amonio Saccas. Se le declara hereje en el quinto concilio ecuménico. Aceptó la teoría de la
preexistencia, el libre albedrío y la necesidad de la gracia. También utilizó el símbolo y alegoría en
su exégesis. Escribió comentarios sobre casi todos los trabajos de las Escrituras. Su obra cumbre
fue Contra Celso que atacó el cristianismo por razones morales e intelectuales. Libro VI de
Eusebio Historia Ecclestical está dedicado a él. Vean también el Apéndice I en el perspicaz
comentario de AP Pastor y Mildred Robertson Nicoll, en La Redención del Pensamiento (Hodder &
Stoughton).

Nota 2. La destrucción sistemática de los templos paganos se inició bajo Constantino. Fuera de
la conveniencia de los emperadores, se mantuvo neutral en el conflicto entre los cristianos y los
cultos paganos. Pero los monjes cristianos no sólo incitaron a la población al pillaje, sino que
fueron ellos mismos los primeros en quemar y saquear los templos y los trofeos, estatuas y
objetos de valor. Fue durante el estallido de la iconoclastia cuando fue destruida la famosa
biblioteca del templo de Serapis en el año 391.

Nota 3. Ireneo, nacido en Asia, llamado San Policarpo en su juventud. La fecha de su muerte es
desconocida. Su obra principal fue Contra las herejías, alrededor del año 179, contra los
gnósticos y las principales herejías.

Nota 4. Herman Grimm (1828-1901), hijo de Wilhelm Grimm que con su hermano Jacob
recogieron y editaron los cuentos infantiles para el hogar . Herman fue un historiador de arte que
escribió obras de Goethe, Dante, Shakespeare, Rafael y Miguel Ángel.

Nota 5. Hebbel (1813-1863), poeta y dramaturgo. La tragedia, según Hebbel, surge de los
conflictos. Los innovadores, líderes de nuevos movimientos, hombres de mente original, los
representantes de los nuevos principios, aunque puedan conducir a la mejora de la sociedad,
están condenados a ser destruidos. Esta fue la tragedia de Cristo. El primero y el último
representante de un movimiento, declaró, que es ya trágico o cómico.

Nota 6. Franz Brentano (1838-1917). Un filósofo austriaco, ordenado en 1864, y que fue incapaz
de aceptar la doctrina de la infalibilidad papal renunciando a su estado clerical. Profesor de
Filosofía en Würzburg en 1872 enseñó en la Universidad de Viena en 1874-1895. Aristoteles y su
filosofia (1911) fue una re-evaluación de la filosofía aristotélica. Brentano intentó revisar la lógica y
la psicología de Aristóteles desde el punto de vista del empirismo. Brentano creía en la existencia
de un alma personal e inmortal. (Véase D. Kraus, Franz Brentano, 1919, y HO Eaton, La Filosofía
austríaca de valores, 1930.)

Nota 7. Brooks Adams (1848-1927), también escribió el sueño y la realidad, 1917. Prevé que para
mediados del siglo XX las dos grandes potencias del mundo serían América Latina y Rusia. La
prosperidad estadounidense contribuirá a la decadencia de la democracia, porque la gran riqueza
suele ejercer el poder sin responsabilidad.

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