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Contenido:
Reflexión……………………………………… 3
El origen de las leyes y la justicia…………...... 4
La justicia de Dios es perfecta………………... 5
“Ignorancia legis non excusat”……………….. 6
La ley escrita refleja la naturaleza de Dios…… 7
¿Qué exige la ley de Dios? …………………... 9
¿Culpable o inocente?........................................ 10
¿Qué significa “muerte”?................................... 11
La muerte segunda…………………………… 12
La justicia satisfecha…………………………. 14
La sorprendente rebeldía contra Dios………… 15
Un ejemplo desde el infierno………………..... 16
El camino hacia el infierno está pavimentado
de buenas intenciones……………………….. 18
Condenados desde los genes…………………. 19
El único remedio.…………………………….. 20
¡Tu deuda ha sido pagada!................................. 21
La necesidad de nacer de nuevo……………… 22
Dios promete una vida nueva………………… 24
Un futuro sin fin……………………………… 25
¿Qué esperamos?............................................... 27
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Reflexión
3
hayamos infringido alguna ley y entonces no queramos
enfrentar las consecuencias.
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ignoran esta justicia, se extinguen o se hacen muy pri-
mitivas. La razón por la que esto sucede es porque la
justicia de Dios no puede ser ignorada, y hacerlo acarrea
consecuencias fatales, tanto a una nación como al indivi-
duo. La justicia que aplica una nación civilizada es para
su preservación aunque, dadas las imperfecciones huma-
nas, solamente puede aplicarse de forma limitada. En
este mundo la justicia no se lleva a cabo con perfección.
En una sociedad terrenal muchas personas viven su vida
de forma incorrecta y consiguen escapar de la justicia,
sin embargo, en cuanto a Dios, no sucede lo mismo, ya
que su justicia sí es perfecta y nunca tolera una
infracción. “No os engañéis, Dios no puede ser
burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará” (Gálatas 6:7).
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cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquel a
quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13). Además,
también existe un archivo donde están registradas todas
las ofensas del hombre. Éste, cada vez que comete un
pecado, ensucia su alma con una mancha que no puede
ser borrada y que le descalifica para entrar a una dichosa
eternidad.
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tienes que conocer bien el código de circulación, porque
si rebasas la velocidad permitida o incumples alguna otra
norma, serás sancionado y tendrás que pagar por ello.
Cuando te pare el policía no podrás decir: “Lo siento
señor, es que yo no sabía que esta señal significa que no
se puede pasar”, porque te responderá que debías saberlo
y, como consecuencia, tendrás que pagar la multa. Nada
cambiará el hecho de si lo sabías o no. Lo mismo sucede
con nosotros en cuanto a la ley de Dios.
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entonces hemos traspasado una línea definida y clara;
hemos pecado y nuestro pecado ha ofendido a Dios.
Nuestra idea de lo que es bueno o malo debe basarse,
única y exclusivamente, en lo que Dios dice. Su palabra
nos advierte claramente: “¡Ay de los que a lo malo
dicen bueno, y a lo bueno malo…!” (Isaías 5:20). Esta
advertencia debería tomarse muy en cuenta hoy en día
cuando, más que nunca, el hombre ha dejado que la
opinión del gobierno, instituciones religiosas, escuelas,
medios de comunicación…, determinen lo que es bueno
y lo que no lo es, dejando a un lado, como algo que per-
tenece al pasado, lo que Dios ha establecido. El concepto
de Dios no está sujeto a los tiempos que vivimos; lo que
era bueno o malo hace 1000 años lo sigue siendo hoy, y
nosotros, como creación suya, tenemos que sujetarnos y
aceptar lo que Él ha determinado.
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Lo mismo sucede con Dios y lo que es llamado
“pecado”.
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Al hablar más detalladamente de estas cosas, Jesús
dejó muy claro que Dios no sólo está juzgando los
hechos, sino los pensamientos y las intenciones del
corazón. Él conoce tus pensamientos y lo que te motiva
tras cada acto. Es un Dios que sabe todo y no puede
ignorar o dar la espalda a los pecados que cometes en tu
mente, o los que son motivados por los anhelos de tu
corazón. Todo esto es una molestia constante para Él. “Y
vio Dios que la maldad de los hombres era mucha en
la tierra, y que todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal”
(Génesis 6:5).
¿Culpable o inocente?
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te encuentras en una situación muy delicada. El asunto
no es que puedas estar en peligro, sino que ya lo estás,
porque la sentencia ya ha sido dictaminada. Ahora vives
bajo una condenación eterna por haber quebrantado las
leyes de la más alta Autoridad en el universo. La justicia
perfecta de Dios te insta a pagar la pena por tus
infracciones.
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entender ni explicar, y a los que tienen que llamar
“milagros”. El mundo de la medicina no puede explicar
correctamente cómo y cuando se produce la muerte y lo
que esto significa realmente, pero la Biblia sí lo hace.
La muerte segunda
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sucedió inmediatamente cuando pasaron por alto esta
advertencia y desobedecieron a Dios? “Echó, pues,
fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén
querubines, y una espada encendida que se revolvía
por todos lados, para guardar el camino del árbol de
la vida” (Génesis 3:24). El hombre, desde ese día y hasta
la fecha, está separado de Dios, y en este estado de
separación el espíritu del hombre no puede vivir por sí
solo; aunque vive físicamente, espiritualmente está
muerto. “Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais
muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1). El
espíritu depende únicamente de Dios para su vida.
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nos advirtió al decir: “No temáis a los que matan el
cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os
enseñaré a quien debéis temer: temed a aquel que
después de haber quitado la vida, tiene poder de
echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed” (Lucas
12:4,5).
La justicia satisfecha
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justicia y pasar por alto lo que su ley demanda. Sin
embargo, nunca exigiríamos esto al sistema judicial de
nuestro país ¿verdad?
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En un instante los dos iban a dejar esta tierra para
entrar a su destino eterno, pero ni siquiera en esta
situación el primero tuvo temor de lo que le iba a pasar
en pocos minutos cuando expirase. Solamente se
concentró en su situación y sufrimiento actuales. Ni
siquiera se le pasó por la cabeza pensar que estaba
sufriendo justamente por sus hechos y que merecía el
castigo. Se creía víctima de sus circunstancias y en lo
único que pensaba era en aliviar sus sufrimientos.
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que empezaban diciendo: “El reino de los cielos es
como….”, para después introducir alguna de sus
alegorías. En este caso, Jesús, fríamente, empezó
diciendo: “Había…”, para continuar con el nombre del
mendigo, llamado Lázaro, el cual estaba en el Paraíso.
Desde el infierno el rico pidió a Abraham que Lázaro
mojara su dedo en agua y lo pusiera en sus labios.
Imagínate, quería que aquel pobre que tan cruelmente
había sufrido toda la vida, dejara su descanso para
servirle en aquel terrible lugar de tormento. ¡El infierno
no cambió su mentalidad! Quería aliviar sus sufrimientos
creyendo que no era digno de ellos.
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El camino hacia el infierno está pavimentado
de buenas intenciones
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rechazando lo malo y guardando lo que piensa que es
bueno dentro de sí, no hay ninguna justicia en la
naturaleza adámica (descendemos de Adán). Nuestras
buenas intenciones no pueden cambiar lo que somos ni
lo que nos motiva a hacer lo que hacemos.
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insensatas y no son bíblicas. Son vendas aplicadas a un
cadáver. La naturaleza arruinada de Adán no puede ser
reparada. Para ser libres del pecado primero tenemos que
librarnos de esta vieja fábrica que lo produce, que es la
naturaleza adámica, y recibir una naturaleza nueva.
El único remedio
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¡Tu deuda ha sido pagada!
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aún delante del Juez perfecto. Tomó nuestros pecados y
los destruyó por completo en la cruz.
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bre de su esclavizante servidumbre. “Nuestro viejo
hombre (la naturaleza que viene de Adán) fue cruci-
ficado juntamente con Él (Cristo), para que el cuerpo
del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos
más al pecado… Si morimos con Cristo, creemos que
también viviremos con él” (Romanos 6:6, 8).
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nuevo es imposible. Los resultados de la obra de la cruz
tienen que llevarse a cabo en la vida individual.
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un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro
de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré
dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en
mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis
por obra” (Ezequiel 36:25-27).
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por la mañana, desayuna, va al trabajo, hace una pausa
para comer al mediodía, regresa a trabajar, vuelve a casa,
cena, ve la televisión un rato y se acuesta. ¿Para qué?,
para repetir lo mismo al día siguiente; ¿para qué?, para
estar libre el fin de semana o para tener unos días de
vacaciones; ¿para qué?, para volver al trabajo el lunes;
¿para qué?, para un día jubilarse y hacer lo que quiere;
¿para qué?, para pronto morir y perder todo lo que haya
ganado durante su vida en la tierra, como lo hicieron las
generaciones anteriores; bisabuelos, abuelos, padres…
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destino. Lucha solamente para que otras personas
puedan entrar en la dicha que él mismo está disfrutando.
¿Qué esperamos?
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sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no
habrá noche…” (vs. 21:23-25).
Nota: Todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina
Valera 1960.
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