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ot Ardener Tease a ee by Of} i logia 7 , Biblioteca de onmtica v Semiolocsia BIBLIOTECA DE LINGUISTICA Y SEMIOLOGIA E. ARDENER, H. HENSON, R. H. ROBINS, D. HYMES Y J. B. PRIDE 1 A. M. Kondratov DEL SONIDO AL SIGNO ee ae eee ANTROPOLOGIA SOCIAL 3 Y LENGUAJE N. Trubetzkoy, E. Sapir y otros FONOLOGIA Y MORFOLOGIA 4 V. Z. Panfilov Compilador GRAMATICA Y LOGICA Ebwin ARDENER 5 D. Maldavsky TEORIA LITERARIA GENERAL ven Enfoque multidisciplinario PATRIMONNO 6 Orden N° E. Ardener y otros ANTROPOLOGIA SOCIAL Y LENGUAJE 30514 7 E. Ardener y otros MULTILINGUISMO Y CATEGORIA SOCIAL 8 ‘ E, Ardener y otros ANTROPOLOGIA SOCIAL Y MODELOS DE LENGUAJE @) VOLUMEN pemaeea EDITORIAL PATDOS BUENOS AIRES ‘ Titulo del original inglés CIAL ANTHROPOLOGY AND LANGUAJE Parte 1 Publicado por Tavistock Publications Limited 11 New Fetter Lane, London EC4 This book has been set in Modern Series 7 and twas printed by Butler & Tanner Ltd., Frome and London © Association of Social Anthropologists of the Commonwealth 1971 Versién castellana de César TomAs Ama Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Queda hecho el depésito que previene la ley 11.723 © Copyright de todas las ediciones en castellano by EDITORIAL PAIDOS S.A.LC.F. Defensa 599, 3°" piso - Buenos Aires NOMINA DE COLABORADORES Edwin Ardener Nacido en 1927, en Inglaterra; graduado en la Universidad de Londres, B. A., y Oxford, M.A. Treasury Studentship, 1949-52; investigador, Inego investigador Senior WAISER/NISER, University College Ibadan, Nigeria, 1952-62; Oppenheimer Student, Oxford, 1961-62; Treasury Fellowship, 1963; catedratico en Antropologia Social, Oxford, 1963; miembro del St John’s College, Oxford, 1969. Autor de Coastal Bantu of the Cameroons, 1956; Divorce and Ferlility, 1962; y ensayos sobre antropologia social. Coautor de Plantation and Village in the Cameroons, 1960. Hilary Henson Nacido en 1946, en Londres; estudié en Oaford, St Hilda’s College y St Cross College, B.A. (inglés), B. Litt. (Antropologia Social), Colabora regularmente en la Bec. Dell Hymes Nace en 1927, en Portland, Oregon; educado en el Reed College, B. A. (Litera- tura y Antropologia); Universidad de Indiana, N. A., Ph. D. (Lingiiistica). Investigador de campo de la lengua y cultura chino¢k, Oregén, 1951, y hasta el presente, con inter- mitencias; profesor asistente e instructor de Antropologia Social, Universidad de Har- vard, 1955-60; profesor asociado y profesor de Antropologia, Universidad de California, Berkeley, 1980-65; profesor de Antropologia, Universidad de Pensilvania, 1965. Autor de On Communicative Competence, 1971. Compilador de Language in Culture and Society, 1964; Pidginization and Creolization of Language, 1971. Ha compilado, junto con J. J. Gumperz, The Etnography of Communication, 1964; Directions in Socio- linguistics, 1972, John B. Pride Nacido en 1929, en Inglaterra; educado en la Universidad de Edimburgo, M.A. -(Rengya y Literatura Inglesa), tras prestar servicio en la Armada Real. Lektor de SBitéiatura’Inglesa, Universidad de Gotemburgo, Suecia, 1959-60; profesor Inglesa, Universidad de Edimburgo, 1960-63; profesor de estudiantes extranjeros, Moray House College of Education, Edimburgo, 1963-65; profesor de Lengua Inglesa y Lin- giiistica General, Universidad de Leeds, 1965-69; profesor de Lengua Inglesa, Univer- sidad Victoria, de Wellington, Nueva Zelandia, 1969. Autor de The Social Meaning of Language, 1971; y ensayos sobre sociolingiiistica. Robert H. Robins Nacido en 1921, en Broadstairs, Kent; educado en la Universidad de Oxford, M. A., Universidad de Londres, D. Litt. Profesor de Lingiiistica, Escuela de Estudios Orien- tales y Africanos, 1948-54; Docente de Lingiiistica General, Universidad de Londres, 1954-64; Profesor de Lingiiistica General, Universidad de Londres, 1965. Investigador en la Universidad de California, 1951 (trabajo de campo sobre los Yurok); Profesor Invitado, Universidad de Washington, Seattle, 1963; Profesor Invitado, Universidad de Hawaii, 1968; Profesor Invitado, Universidad de Minnesota, 1971; Secretario Hono- rario de la Sociedad Filologica, 1961. Autor de Ancient and Medieval Grammatical Theory in Europe, 1951; The Yurok Language, 1958; General Linguistics: An Intro- ductory Survey,-1964; A Short History of Linguistics, 1967; Diversions of Bloomsbury: Selected Writings on Linguistics, 1970. ‘ INDICE INTRODUCCION, por Edwin Ardener Antropélogos sociales y lingiiistica: niveles de relacién EI nivel técnico EI nivel pragmatico E] nivel de explicacién Referencias bibliogrificas LOS PRIMEROS ANTROPOLOGOS INGLESES Y EL, LENGUAJE, por Hilary Henson Lenguaje y raza La idea del lenguaje primitivo Las lenguas primitivas y el origen del lenguaje Estructuras cognitivas y lenguaje El uso de las categorias “nativas”: miana, totem y tabi Conclusién Referencias bibliograficas MALINOWSKI, FIRTH Y EL “CONTEXTO DE LA SITUACION”, por Robert H. Robins Referencias bibliograficas LA SOCIOLINGUISTICA Y LA ETNOGRAFIA DEL HABLA, por Dell Hymes El alcance de la descripcién lingiiistica Direcciones de la descripcién lingiiistica Funciones del habla Resumen metodoldgico Referencias bibliograficas USOS Y CASOS DEL COMPORTAMIENTO VERBAL, por John B. Pride Un enfoque transaccional de la sociolingitistica Funciones del habla Referencias bibliogréficas 103 112 115 120 127 135 138 148 153 153 169 ‘ INTRODUCCION Edwin Ardener DoranTE Mucuo tiempo ha llamado la atencién Ja incapacidad de la importante generacién intermedia de antropdélogos sociales de la escuela inglesa para responder al desafio del lenguaje; y actualmente quiz nada ejemplifique con tanta claridad ese creciente abismo entre la vieja y la nueva antropologia social, como las diferentes actitudes hacia el lenguaje que se aprecian en cada bando. Esta situacién contrasta notablemente con la “antropologia cultural” de los x.v.a., donde el estudio del lenguaje nunca ha perdido su prioridad. En realidad, hasta la antropologia lingiiis- tica ha alcanzado alli un desarrollo muy superior al que corresponderia a un mero subcampo de la antropologia: su vasta bibliografia esta empe- zando a exceder lo que cualquiera, salvo un’ especialista consagrado por completo a la materia, puede asimilar. Por supuesto, la autonomia acadé- mica de la lingiiistica ha sido ratificada en todas partes hace ya mucho, por lo cual parecié econédmico y légico que su estudio fuera confiado a especialistas. En su momento, este criterio fue el mas razonable. Durante las décadas de 1940 y 1950, no obstante, cuando la teoria inglesa en antro- pologia social solia dar la impresién de seguir cobijandose bajo los resul- tados del periodo malinowskiano, la lingiifstica cientifica Ievé a cabo uno o dos sorprendentes avances de suficiente importancia como para que el pensamiento en disciplinas adyacentes empezara a sentirse acosado. Fue Ja creciente influencia de Lévi-Strauss lo que puso a la antropologia social inglesa al tanto de las novedades. Resulta un tanto irénica esta situacién: que la influencia de un pensamiento que en alguna medida se decia deri- vado de la lingiifstica haya Iegado a ser tan importante en la antropologia social inglesa, de la que el estudio directo de la lingiiistica habia estado ausente tanto tiempo. La importancia de Malinowski en la escuela londinense de lingiiistica oscurecidé esta situacién. Como lo demuestra Henson, los antropélogos so- ciales no han dejado de sentirse intranquilos ante el lenguaje desde prin- cipios del siglo x1x. En muchos aspectos, el temprano desarrollo de la filologia comparada fue un estorbo antes que una ayuda al avance teérico, por haber estimulado, como lo hizo, algunas de las especulaciones menos fecundas sobre razas y origenes primitivos. En Oxford, Max Miiller, ale man, traté de éxpresar, adelantandose a su tiempo, aunque en una forma posteriormente muy criticada (Evans Pritchard, 1965: pags. 20-23), algunas de las relaciones entre ler guaje y mito, estudio que no volvié a gozar de i aprobacién oficial a lo largo de los cincuenta afios que siguieron. ft E.imoVimiento filolégico de la década de 1870, obra de Brugmann y sus colegas, parecié no ejercer ninguna influencia. Los neogramaticos vivieron y murieron ignorados por la antropologia inglese. En la primera década del presente siglo Ferdinand de Saussure hablé en sus clases de temas como sincronfa y diacronia, y no fue citado luego por antropélogos cuyo tratamiento de estos asuntos era mucho menos habil. Malinowski enseiié a sus alumnos a “aprender el lenguaje”; lo prueba el hecho de que tantos, y con tan buenos resultados, lo intentaran, provistos de un conocimiento muy pobre (asj nos parece ahora) de los principales avances de la Tin- giiistica descriptiva de las décadas de 1920 y 1930. En los E.UA. Ja lingitis- tica antropolégica crecié de década en década, de Boas a Sapir, hasta el presente, casi inadvertida. La glotocronologia surgid y cay. La teoria de la informacién aparecié en 1948, fecundé la lingitistica y la psicologia y lentamente pasé de moda: pocos antropdlogos ingleses la notaron. Chomsky florecié durante diez afios antes de que muchos pudieran, con vacilacio- nes, deletrear su nombre. Sdlo en uno o dos centros académicos que se mantenian en relacién con un mundo intelectual mas amplio pudieron, en los ultimos afios de la década de 1950 y en la de 1960, las influencias de las escuelas francesa y norteamericana reunirse y ser incorporadas a la tradicién inglesa. ; Si todo esto hubiera sido expresién de una suprema autoconfianza disciplinaria, hubiera merecido una total admiracién. Pero, de hecho, des- pués de 1960, mientras los movimientos recientes sacaban a relucir los problemas més vivos, a los arquetipos de la profesién se los veia sumidos en una actitud de autoimpugnacién (véase pAgina 60) que, en su valor nominal, corrié el-riesgo de ser confundida con la ascendente institucién “ciencia social”. La idea de la pertinencia de la lingiijstica tedrica en el campo de la antropologia social nunca tuvo mucho predicamento en los circulos antropolégicos de Londres posteriores a Malinowski (pese a los esfuerzos aislados de Milner, 1954, y mas recientemente de Whiteley, 1966), y en la estructura social de la antropologia inglesa, Londres ha tenido considerable peso, aun en sus perfodos mas sofiolientos. Hacia 1969, cuando fue convocado el simposio de la sa sobre el lenguaje, el numero total de miembros de la Asociacién que se consideraron calificados para presentar ensayos formales fue atin muy bajo. Y entre éstos hubo quienes, por una u otra razén, no pudieron presentar trabajos, y en consecuencia no estén representados en este libro, excepto por citas de sus escritos. Otros hicieron valiosas contribuciones verbales. Los lin- giiistas que vinieron como nuestros invitados, y que si estan representados aqui, han sido muy generosos al apoyar nuestros pasos relativamente incultos, ; Ee Este volumen, por Jo tanto, se propone alcanzar varios objetivos (cual- quiera que sea su posibilidad de éxito). El! primero, ser leido sobre todo por antropélogos sociales, y no como:una mera rama especializada de su disciplina, sino como una ilustracién de ciertas tendencias postfunciona- listas de pertinencia general. Segundo, mostrar los alcances del trabajo que puede hacerse o ha sido hecho, y ubicarlo en Ja perspectiva de las nuevas 12 tendencias tanto de Ja antropologia social como de la lingiifstica. cfrecer con dnimo de colaboracién algunas reflexiones al creciente co de lingiiistas y otros estudiosos con intereses “sociolingiifsticos”, En cuanto al primer objetivo, gran parte dé este ensayo introductorio se limitara a repetir un mémero de temas bien conocidos por los lingiiistas, de un modo que puede ser a yeces algo elemental; no obstante lo cual, se trata casi siempre de un modo antropoldgico, si no el unico modo an. tropoldgico posible. He trabajado aqui sobre algunas de mis conferencias leidas en Oxford entre 1964 y 1969, Es posible que por momentos la dis- cusién esté dirigida con excesiva insistencia a la elucidacién de los errores del pasado, y quede expuesta a una critica més seria por parte de antro- pdlogos sociales que, tomando por sincera la intencién que la anima, duden de la habilidad de su realizacién. Desde 1967, afio en que por primera vez se proyecté la Conferencia, ha aumentado dentro de la asa el numero de antropélogos entrenados en lingitistica. Confio en que las flaquezas serdn toleradas, teniendo en cuenta el perfodo particular en que fue com- pilado el presente volumen. Posiblemente ser4 recibido en Estados Unidos como una evidencia mas de la eterna “insularidad” y “parroquialismo”, cargos que ahora parecen inseparables de a idea que los norteamericanos se hacen de la antropologia social inglesa (Murdock, 1951; R. Firth, 1951; M. Harris, 1969). Quizd podamos sentirnos respaldados en parte por la contribucién de uno de sus mas eminentes antropélogos-lingiiistas. Sin duda es cierto que los antropdlogos sociales de'la asa deberian estudiar el Jenguaje recurriendo al copioso trabajo ya realizado en el campo de la antropologia en general. No seria necesario un debate interno mediado por intérpretes especiales. En consideracién a todo lo cual, cualquier apro- ximacién al lenguaje que la escuela inglesa pueda hacer, tiene, 0 promete tener, caracteristicas propias, y deberd desarrollarse a partir de sus propios intereses, En lo que al segundo objetivo se refiere, el volumen entero es presen- tado como prueba, con las bibliografias de los colaboradores citadas como evidencia parcial. Aqui dependemos més estrechamente de nuestros co- legas lingiiistas. Algunos temas no estén representados: en particular la contribucién de filésofos que podrian iluminar muchos de los problemas tratados. La mayor omisién deliberada desde el punto de vista socioantro- poldgico es la consideracién directa de la terminologia de parentesco, puesto que el préximo volumen de esta serie esta dedicado al estudio del parentesco, bajo la edicién de un especialista de primera linea (Needham, 1971). Un volumen posterior se referir& a otros aspectos del mismo terreno. EI presente enfoque, pese a todo, debe mucho al importante desarrollo en estos campos, con e] que esté claramente alineado. En cuanto al tercer objetivo, en un comienzo puede parecer impropio instrumentarlo a la luz de la larga ausencia de Ia lingiiistica en Ja antro- pologia social ingiesa, Creemos que en la Conferencia quedé demostrado que no era éste el caso. La falta de estudio directo del lenguaje ha tenido algunas ventajas. La antropologia social ha desarrollado por su cuenta reflexiones que tienen cierta pertinencia en la actividad lingilistica, y, como una disciplina profesional auténoma, estd perfectamente equipada para 13 .¢yaluar, el componente “social” de cualquier sociolingitistica que se le pro- eRe La materia tiene sus Junggrammatiker, jam cuando la opinién de Leitner sobre los primeros neogramaticos (“terrorismo literario ejercido por una horda de sanscritistas” - véase mds adelante, pagina 80 n. 2) crea un modelo prejuicioso para la comprensién de los movimientos “neoantropo- légicos”! A los lingitistas, bastaré ofrecerles como nuestra justificacién, y aspiracién, un texto convenientemente corregido de Hjelmslev (1963: pag. 127): “Una restriccién temporaria del campo de visién fue el precio que hubo que pagar para sacar de Ja sociedad misma su secreto. Pero precisamente a través de este punto de vista inmanente y'en virtud de él, la antropologia social misma devuelve el precio que exigié.” ANTROPOLOGOS SOCIALES Y LINGUISTICA: NIVELES DE RELACION Podemos empezar con los tres niveles de contacto entre los temas de las dos disciplinas, establecidos por Lévi-Strauss: 1) la relacién entre un Jenguaje singular y una cultura singular, 2) la relacién entre lenguaje y cultura, y 3) la relacién entre Ja lingiiistica como disciplina cientifica y la antropologia (Lévi-Strauss, 1963a: pags. 67-68; J. R. Firth, 1957b: pag. 116; Hymes, 1964: pag. xxi; Whiteley, 1966: pAg. 139). Estas divisiones dificilmente pueden ser consideradas exhaustivas, y las dos primeras man- tienen una vinculacién muy estrecha, Hymes (1964) muestra qué penoso resulta Ilevarlas a la practica, y sugiere una serie de distinciones que debe ser tenida en cuenta (pAginas 25-27). No menos importante, por su- puesto, entre los muchos largos debates que podrian plantearse, es si el “lenguaje” debe ser clasificado como parte de la “cultura”, como opuesto a la “cultura”, como un determinante de la “cultura”, 0 qué otra posibilidad —como si “cultura” (gy “lenguaje” también?) en este contexto, no fuera un término difuso capaz de oscurecer cualquier solucién. Prefiero aqui introducir la materia desde un punto de vista ligera- mente distinto, tomando tres niveles sobre los que los antropdlogos sociales de Inglaterra han notado la pertinencia de la lingiiistica para su temas hace ya una generacién o dos. La idea de niveles aqui deriva’de la ten- dencia observada en los antropélogos sociales ingleses a aislar piezas del estudio del lenguaje para su propésitos particulares. Pueden ser clasifi- cados de este modo: 1, Un nivel técnico: sobre el cual Jos antropdlogos. sociales pueden buscar y recibir ayuda en el aprendizaje de idiomas, especialmente idiomas cxéticos y sin escritura, con los que caracteristicamente tienen que trabajar. 2, Un nivel pragmdtico: en el que pueden interrogarse sobre la utilidad —si la tienen— de los datos lingiiisticos en la interpretacién de datos antro- polégicos de una regién dada o de un pueble dado. 14 | 30514 3. Un nivel de explicacién: en el que pueden buscar la ap! si la hay, de teorias sobre el lenguaje (aun de teorias sobre la lin; a teorias sobre la sociedad, o sobre la cultura, o sobre la ubicacién metas de la antropologia social. : En Inglaterra, como he dicho, Jos tres niveles tienden a ser tratados separadamente. En toda época ha habido interés en el nivel 1, A veces ha habido interés en el nivel 2. Hoy en dia, ha habido un considerable interés en el nivel 3. Estas relaciones escindidas con la lingiiistica han escindido correspondientemente Ia aprehensién del lenguaje como un todo, especialmente entre los postmalinowskianos. Estos niveles, entonces, cons- tituyen un punto de partida uitil para la discusién sobre el modo de dis- poner de ellos. EL NIVEL TECNICO A partir de Malinowski, la mayoria de los antropdlogos sociales han presupuesto el conocimiento de] lenguaje como condicién sine qua non de un buen trabajo de campo. En pocas palabras: “Los sociélogos pueden hablar el mismo idioma (aproximadamente) que el pueblo que estudian, con el que comparten por Jo menos algunos de sus conceptos basicos y categorias. Pero para el antropd- logo social Ja tarea mas dificil, casi siempre, es comprender el lenguaje y mods de pensar del pueblo que estudia,que pueden ser —y es pro- bable que lo sean— muy diferentes de los suyos. Esta es la causa por la que en el trabajo de campo en antropologia es indispensable un sélido conocimiento del lenguaje de la comunidad estudiada, pues las categorias de pensamiento de un pueblo y las formas de su lenguaje estén inextricablemente ligadas” (Beattie, 1964a: pag. 31). Este criterio, con su énfasis en las categorias del pensamiento, cons- tituyé un avance importante sobre la actitud mAs mecanicista de muchos autores, que a menudo se dejaban llevar por una fe irreflexiva en la habi- lidad lingiiistica del antropélogo social tipo. Los intérpretes parecian ser aborrecidos —aun odiados—. Ahora, hay muchas buenas razones que nos impiden dejar de lado a los intérpretes en la antropologia social. Sin duda la mayoria de los autores se imaginaban aquellas figuras de uniforme caqui (corruptas con frecuencia) al servicio de las administraciones coloniales. Sélo debemos comentar Ja sorprendente indiferencia de los antropélogos sociales ante las posibilidades de Ja ensefianza de idiomas para adultos. El profesor Fortes ejemplifica los problemas conexos con gran claridad en su Introduccién a The Dynamics of Clanship among the Tallensi. Dice: “Como no existe literatura lingjiistica sobre los tallensi, tuvimos que aprender su dialecto desde cero, con la ayuda de un intérprete medio analfabeto y la escasa literatura sobre Mole-Dagbane.” Hasta ahora todo va bien. 15 = ah “Nog/llevé alrededor de seis meses aprender suficiente talni para la copfunicacién practica con la gente. Hacia el fin de la primera gira -Yalcanzamos la suficiente eficiencia como para prescindir del intérprete. Con todo, demasiado bien sé que no alcanzamos sino un moderado conocimiento del vocabulario, y una pobre apreciacién de los matices mas finos de pensamiento y sentimiento que pueden expresarse en talni” (1945: pag. xii). Generalicemos el sentido de este informe: durante seis meses el antro- pélogo no tuvo “comunicacién practica” sino a. través de un intérprete semialfabeto. Finalmente, tras una “gira” (gdieciocho meses?) prescindié del intérprete cuando atin tenia sélo un “moderado conocimiento del vo- cabulario”, y no podia apreciar plenamente los “mds finos matices” del talni. Esta es la malla lingiifstica a través de la cual se nos transmite la cultura tallensi. Lo cual no implica, por supuesto, impugnar el trabajo de Fortes. Sin temor podemos tomar a este autor como ejemplo, precisa- mente porque en cada pagina se hace patente su habilidad técnica lin- giifstica. Nos las habemos con un modo de expresién: en la ideologia de ese periodo, que desde ese punto de vista recién ahora puede decirse que esta terminando, de los intérpretes siempre se “prescinde”, como si se bebiese de ellos hasta agotarlos y luego se los desterrase. La idea del Jenguaje bien y verdaderamente aprendido correspondié al viajero de ofdo pobre, del tipo “arrebaté unas pocas palabras de swahili”, y tiene origenes mas roménticos que realistas. Sospechamos que Malinowski alenté esta rama particular de la ingenuidad, aunque los boasianos norteamericanos tampoco estuvieron libres de ella. Hay que recalcar que la practica antro- poldgica fue a todas luces superior a la teoria lingiiistica que pretendia dirigirla. No obstante, fue un error considerar al lenguaje como una herra- mienta de investigacién con muy pocos problemas, y no es casual que el trabajo mas escrupuloso de los antropélogos sociales modernos en los cam- pos de] mito, las creencias y el simbolismo se apoyen generalmente sobre sdlidas bases de instruccién ajenas a la antropologia social: lengua, filosofia, clasicos, o alguna otra rigurosa disciplina humanista. Muchos antropdlogos de campo siguieron cursos técnicos de lingiiistica, hecho que, pese a las creencias mecanicistas corrientes, no tuvo el efecto de familiarizar a los antropdlogos sociales con la jerga ordinaria de la lingiifstica descriptiva. Esto contrasta con el caso norteamericano. Lo cual no deja de ser admirable. Lo apunto aqui solamente para hacer no- tar el hecho de que un criterio técnico de) lenguaje no ha conducido necesariamente a ninguna familiaridad con los tecnicismos del lenguaje. En realidad, aun entre estudiantes graduados los signos usados en una transcripcién fonolégica ordinaria sin gran sofisticacién, despiertan el mismo rechazo que los usados en matematica (0 en estadistica elemental). Esto puede deberse precisamente a un criterio mecanicista de ambas disciplinas: Jos elementos técnicos de la lingiiistica (como, en muchos casos, los de las estadisticas) tienen la mera utilidad de servir a propésitos especiales, mientras los principios apenas si son comprendidos. Van junto con las medicinas de viaje, y nadie se ocupa de ellos hasta que Iega el momento 16 de usarlos, El criterio postmalinowskiano del lenguaje se maneja\ fe permanente en el “Berlitz modificado de los investigadores una suerte de “mira, oye, y habla”. En gran medida el “contex situacién” de Malinowski dio titulos tedricos a esta confianza: como si € contexto’ fuera a decirlo todo si uno tiene realmente ojos para ver. En la practica fue comin recurrir a bilingiies, 0 mds bien a bilingiies parciales € inadecuados, como podia esperarse que sucediera. No es que el antro- pdlogo social no pudiese aprender idiomas, sino que no le acordaba a este aprendizaje el status intelectual que merecia. Por cierto, aprendian algo, pero jamas examinaban cémo lo hacian, ni lo discutian en publico, ni usaban su experiencia para corregir errores ajenos.' Un simposio de tra- bajo de campo, por otra parte excelente y actualizado, como el de Epstein (1967) carece de un capitulo sobre lenguaje (ni hay una sola referencia al respecto en el indice). La propia contribucién de Malinowski es discu- tida en este volumen; tocamos aqui la falla de sus alumnos més represen- tativos en cuanto al estudio del lenguaje, aun en el nivel técnico del cual puede pensarse que, implicitamente, depende el moderno trabajo de campo; ta ignorancia aqui es injustificada, pues lo mismo sucede con gtras materias, tales como psicoanilisis 0 macroeconomia (Gluckman, 1964). E] problema verdaderamente formidable de comunicacién entre el antropélogo social en accién y los miembros de la otra sociedad, radica en el corazén de la antropologia social tradicional, aunque pocos lectores des- prevenidos lo hayan percibido a través de la lectura de Jas mds blandas monografias de los ultimos treinta afios. Hay excepciones: la clésica me- moria de Evans-Pritchard, por ejemplo (1940), 0, mas recientemente, el informe lingiiisticamente c4ndido de Maybury-Lewis (1967). Por lo gene- ral, en las monograffas mismas el conflicto est4 superado. La contradiccién entre la tarea de interpretacién y el supuesto aparato lingiiistico implicado es notablemente amplia, como hemgs visto. Puede resolverse de este modo. Aun el acercamiento técnico mas ejemplar al Jenguaje no habré resuelto de hecho el problema basico de la comunicacién. La “experiencia” antro- polégica deriva de la aprehensién de una inadecuacién critica de (por lo menos) dos concepciones integrales del mundo. La rigidez de las herra- mientas lingiiisticas de los funcionalistas no impidié sin embargo esta refle- xién. Por el contrario, la experiencia de la “incomprensién” le es decisiva. Si todos los antropdlogos sociales hubieran sido cabalmente entrenados en (digamos) la fonémica de su época, es posible que hubieran llegado mucho menos rapido a la conviccién de que ias transcripciones no son suficientes. El problema puede haber sido oscurecido, como lo esta en cierta sociologia occidental, por una comprensién aparentemente detallada, pero superficial en realidad. Los postmalinowskianos hablaban como si ellos usasen el len- guaje como una “herramienta” para la comprensién de las sociedades, pero de hecho se vefan forzados a intentar esta comprensién por la imposicién 1 Sino nunca, entonces casi nunca. La correspondencia entre Bohannan (1956, 1958a, 1958b) con Beals (1957) y Taylor (1958), por ejemplo, es curiosamente discreta en esta materia. Bohanna que la lingiiistica no presta ayuda en el aprendizaje de idiomas. Este breve intercambio, sin embargo, viene de un medio excepcional en cuanto al mantenimiento de interés en el lenguaje. 17 a Seereeer sobre six’ material de varias “estructuras” cuyas bases intuitivas y observa- ales s6lo en parte estaban abiertas al examen. En la década de: 1950 itus existencial de tales estructuras se habia vuelto una preocupacién para el precavido. La escena estaba preparada para la discusién de los “modelos”, categorfas cognitivas, y todo el resto. El estudio del lenguaje tenia, por supuesto, una importancia real para los antropélogos sociales preocupados por estos temas, no principalmente en el nivel tedrico, sino, por el contrario, en los niveles mas generales de la teorfa y prdctica lin- gitisticas. Por cierto que estas observaciones no intentan hacer una virtud de un acercamiento obstinadamente erréneo al lenguaje. Los antropélogos sociales de Francia y los £.v.A. llegaron a similares consecuencias sin sepa- rarse del estudio del lenguaje. No obstante, sugieren la causa por la que las monograffas etnogrficas funcionalistas del periodo de posguerra con- tienen pocos clasicos, y, por el contrario, los trabajos recientes mas intere- santes no se han apoyado en la etnografia tradicional sino en el andlisis de modelos primitivos (y cientfficos) del mundo. EL NIVEL PRAGMATICO E] segundo nivel de contacto entre la antropologia social y la lingiiis- tica se ha ubicado esencialmente en el nivel de los “datos”. Hubo un tiempo en que mucha de la interaccién més fructifera entre las dos disciplinas pudo ser ubicada bajo este encabezamiento. Siempre ha sido normal, por ejem- plo, para los antropélogos, especialmente en £.v.a., interesarse por las implicaciones histéricas del material lingiifstico. Donde han existido espe- cialidades literarias y lingiiisticas bien establecidas para ciertas culturas y regiones, los antropélogos sociales han recurrido a ellas con gratitud (por ejemplo, para los estudios sobre la India, Dumont y Pocock, 1957-66; para sinologia, Freedman, 1963). La resurreccién general de los intereses his- téricos en la antropologia social inglesa a partir de la década de 1950 (Evans-Pritchard, 1950, 196la) ha dirigido también la atencién al trabajo lingiifstico en dreas etnogrdficas mAs tradicionales. Asi, la clasificacién de los lenguajes de Africa, que ha arrojado una luz nueva y a menudo des- orientadora sobre la historia del continente (Greenberg, 1963b; y Guthrie, 1948, 1953, 1962), ha provocado cierto interés por la naturaleza de la clasificacién de lenguajes y sus relaciones con la tribu (cf. Ardener, 1967: pags. 293-299; Chilver y Kaberry, 1968: pags. 9-12). Los problemas que plantea la clasificacién de lenguas exdticas han despertado también el inte- rés por la obra de Swadesh, y por las teorias asociadas con los nombres “lexicoestadistica” y “glotocronologia” (Swadesh, 1950; Hymes, 1960). La tradicién nativa de estos intereses histérico-lingitisticos pasa a través de antropélogos-administradores como Meek (v.g. 1931), Talbot (v.g. 1912), y Northcote Thomas (v.g. 1914). No obstante, estos hombres estuvieron pasados de moda durante mucho tiempo, y después solia acordarseles el rango menor de “etndlogos”. En este nivel, hay un sentido en el cual Ja antropologia social ha sido 18 ae + ame! aiduierer, capaz de “tomar o dejar” las contribuciones de la lingitistica. clases de datos, sociales y lingiiisticos, no siempre armonizaban bt paraddjicamente a causa de algunos contactos en este nivel que [a i faccién por la lingiiistica, caracteristica de la mayoria de los funcionalistas de posguerra, terminé de confirmarse. Los estudiosos de ambas materias construyen inevitablemente numerosas teorias sobre datos detallados sin preocuparse mayormente por el otro, Es también a este nivel que los ideales de “trabajo en equipo” o aun de seminarios comunes entre antropélogos sociales y lingitistas pierden eficacia. Como veremos, Lévi-Strauss pas6 aiios luchando con la terminologia lingiiistica en este nivel, y no empezé a clarificar su idea de la pertinencia de la lingiiistica estructural hasta que hubo abandonado efectivamente el nivel pragmitico por el nivel de expli- cacién. La mejor obra reciente en sociolingiiistica no se zestringe a un solo nivel de operacién: busca principios unificadores dentro de los cuales puedan usarse (con la mayor ventaja reciproca) los datos y métodos de la antropologia social y la lingiiistica. No obstante, un buen terreno en el que pueden hacerse los contactos pragmaticos es la investigacién del modo en que los miembros de las sociedades clasifican su medio ampiente. Una discusién aqui servira para introducir de un modo practico al; de las implicaciones que luego consideraremos en el nivel de explicacién. Clasificacion y categoria Este campo de la lingiiistica confina estrictamente con los intereses de la antropologia social. Hace mucho tiempo, Durkheim y Mauss presta- ron atencién a ciertos principios unificadores que ligaban las categorias sociales y mentales de un pueblo. Muchos nombres bien conocidos en la lingiiistica y la antropologia social norteamericanas (como, entre otros, Sapir, 1921; Whorf, 1956; Pike, 1954; Conklin, 1955; Lounsbury, 1956, Goo- denough, 1956; Frake, 1961), han contribuido, de una manera u otra, a este campo (algunas veces inadecuadamente Hamado “cognitivo”), asi como antropélogos sociales europeos como Lévi-Strauss (en mucho de su vasta obra), Leach (por ejemplo, 1964), Douglas (1966), y Needham (1960b). Algunos de sus desarrollos se han vuelto muy complicados. Hablando de manera general, casi todo este trabajo confirma la conclusién de Saussure de que el lenguaje no es simplemente un instrumento clasifi- catorio del mundo “real”. Mas bien, hay alguna relacién entre las catego- vias a través de las que se experimenta el mundo y el lenguaje usado para expresarlas. Algunas frases vagamente citadas al respecto no son causa de un serio conflicto de opiniones, pero las viejas cuestiones metafisicas y filoséficas que proponen estan lejos de ser resueltas (L. J. Cohen, 1966; Hook, 1969: pags. 3-47). EI criterio extremo de que el lenguaje realmente determina la concepcién del mundo de un modo cuasiindependiente, es atribuido por lo general a Whorf, y esta version es cominmente rechazada (véase Hoijer, 1955; L. J. Cohen, 1966: pags. 82-94). En algunos aspectos el trabajo de los semdnticos alemanes es mas estimulante hoy a causa de su enfoque mas verdaderamente estructural, derivado de Saussure. Le debemos a Ullman (1951) el que estas obras sean familiares en Inglaterra. 19 ve A aquellos antropélogos sociales para quienes todavia son novedosas las implicaciones generales de esta linea de trabajo, se los puede ilustrar mejor con cl ejemplo clésico de la terminologia de Jos colores. Esto es, la mancra cn que el espectro se divide en los diferentes idiomas. Podemos to- mar el ejemplo, popularizado ya por Hjelmslev (1943: pags. 48-49), de los diferentes campos de referencia de ciertos nombres de colores en inglés y galés, cuya reimpresién,® una vez mas, justifico afiadiendo, para mis propios propésitos, columnas para el galés coloquial moderno y para el ibo, y extendiendo el espectro hasta incluir el “negro” (figura 1). El modo en que interpretamos la relacién entre la realidad subyacente y la “clasificacién impuesta”, esta abierto a la controversia. Las etiquetas newtonianas a los colores en que se divide el espectro no proveen tal reali- dad, pues son el tipico ejemplo del mismo proceso. Se sabe que Newton llamé a un amigo para que designara los colores de su espectro, pues él] no era capaz de distinguir matices. Deseaba que hubiese siete colores, y el _término “indigo” fue usado para redondear ese niimero." Este relato extraordinario revela mucho acerca de la categoria “sicte” en el pensamiento cientifico del Renacimiento y acerca de las importaciones de tintura indigo a Europa en el mismo periodo. Se ha sugerido, no obstante, que hay ciertos detalles esenciales dados en cualquier clasificacién de color, que constituyen universales en la clasificacién de colores en un nivel mucho mas profundo que el que revela una simple comparacién de sistemas diferentes. De todos modos, no hay ninguna diferencia, en principio, entre el conocido, pero sorprendente ejemplo de la clasificacién de los colores y varias otras categorias impuestas sobre el ambiente social y fisico por diferentes comunidades sociolingiiisticas. 2 Véase también Helmsley, 1934: pag. 49; Malmberg, 1964: pag. 128; Capell, 1966: pag. 39 (donde no esta correctamente demarcado). Hielmslev alude también a otros sistemas: diferenciacién de hermanos por sexo y edad, como entre el magyar, francés y malayo (véase Hjelmslev, 1957: pag. 104); diferenciacién de “‘arbol-monte- selva” entre el francés, aleman y danés (1957: pag. 106; 1943: pig. 50). Véase también Ullmann (1951). 3. Newton (diciembre de 1675) pensé que los siete colores debian corresponder a los siete intervalos en nuestra octava: “Hace algunos afios, en una habitacién oscurecida, con los colores prismaticos reflejados perpendicularmente en un papel distante veintidés pies del prisma, le pedi a un amigo que dibujara con un lapiz lineas a través de la imagen, 0 columna de colores, donde cada uno de los siete susodichos colores fuera mis pleno y vivo, y también donde juzgara que se encontraban los confines entre ellos, mientras yo sostenia el papel de modo tal que la imagen pudiera caer dentro de un circulo marcado sobre él. Y esto lo hice en parte porque mis propios ojos no son muy exactos en distinguir colores, en parte porque otra persona a quien no le hubiese comunicado mis ideas en la materia, no tendria sino sus ojos para indicarle dénde trazar sus marcas” (correspondencia recopilada en I. B, Cohen, 1958: pag. 192; Turnbull, 1959: pigs. 376-377). Berchenshaw escribié sobre el sistema de Newton (10 de Febrero de 1676): “Que la naturaleza genuina, y verdadera razén de la excelencia y totalidad de la armonia de tres, cuatro, cinco, seis y siete partes, puede discernirse claramente en el sistema de siete partes” (Cohen, op. cit.: 226). La intuicién de que un relativismo total es improductivo ha si borada por la evidencia surgida del estudio comparativo, que sugi un necesario relativismo tis-d-vis (por ejemplo) de las categorias del no necesariamente ha de inducirnos a creer en una total arbitrariedad toda categorizacién humana, No pretendo internarme en este debate en tanto se trate de los términos de parentesco. Lounsbury (1969: pag. 18) se ha referido a las posiciones asumidas por colegas mios (Beattie, 1964b), junto con la de, por ejemplo, Leach (1958), como ejemplos de “criterio relativista extremo”. Este enfoque y algunos aparentemente similares (Needham, 1958), de hecho eluden su obligacién, pues su efecto es atribuir a la estructura de] parentesco homologias con otras estructuras simbélicas Ficura 1. Algunas categortas de color ahehea ndu (no necesariamente genealdgicas). que son, » pueden ser, atribuidas a uni- versales de otra clase: los de los procesos clasificatorios humanos. Ade- mas, ciertas clasificaciones al menos parecen fielmente calcadas sobre realidades fisicas y biolégicas de la condicién humana, segin lo cual las diferentes categorizaciones sociolingiiisticas de varias comunidades pueden desviarse quiza sdlo en su grado de “amplitud”, 0 en la direccién de ésta. El “relativismo” en tales casos aparece sélo en la determinacién de los limites, No obstante, la justificacién de la diferencia entre aquellas clasi- ficaciones que tienen un fondo “universal” y las que no lo tienen, no es de ningiin modo facil, y no puede ser supuesta por anticipade. Ha de atri- buirsele, entonces, el status de una hipétesis heuristica a cierto grado de relativismo, No parece haber una necesidad imperiosa de recelar de esto, aunque un antropdlogo social no puede dejar de observar que, en todas las sociedades, cualquier desarreglo de los limites de las categorias des- pierta el temor a la anomalia, generando creencias de corrupcién, fend- menos de inversién y tabtes (Douglas, 1966). Son las categorias de pen- samiento de nuestra propia tradicién las que resultan desarregladas con 21 dios. El “relativismo” puede, entonces, aparecer a veces como ‘10 filoséfico fundamental. En cualquier caso, se esta de acuerdo en que la hipétesis corriente de fa total universalidad de las categorias comunes no resistitia (aun en ausencia de material comparativo) a la evidencia de que pueden produ- cirse cambios en esos sistemas. Lo mds sorprendente de las categorias de color del galés que cita Hjelmslev es que no se usan, por ejemplo, para explicar a un publico de hablantes de galés ciertos cambios en el cédigo de color de los cables eléctricos (Y Cymro, 25 de marzo de 1970). Las formas modernas han sido alineadas cgn las inglesas, como en la tercera columna de la figura 1. Ademas, gwyrdd, nos enteramos, fue una cate-~ goria tomada en préstamo del latin viridis (Lewis, 1943: 10). Produjo una intrusién en el dominio de glas, que antafio habria tenido un rango “azul- verde” aun mis cercano al ibo ahehea ndu (Ardener, 1954). Una com- paracién mis detallada con el sistema ibo puede ayudar a elucidar alguno de los puntos en discusién, a través de los cuales emerge, del relativismo antropolégico, una suerte de universalismo. La oposicién basica de colores en ibo es ocha:ojii (claridad:oscuridad). Al respecto el lenguaje cae en una clase admitida; por otra parte, hay términos para “rojo” (obara obara 0 whye whye), “azul-verde” (ahehea ndu o akwkwo ndu), y “amarillo” (odo odo) con referentes concretos (“sangre” o “madera roja de Angola”, “vegetacién viva” u “hojas”, y “planta de tintura amarilla”). Hay una Ficura 2. Claridad y matiz obara obara ocha oii Claro Oscuro a (blanco) (gris) (negro) Clave Galés = (a basadas en el castellano) cantidad de otras posibilidades descriptivas para matices especificos, pero excepto por la adicién de “amarillo”, el sistema basico mas bien se parece al del hanunéo descripto por Conklin (1955), un caso tipico bien conocido. De ese modo, cl eje tinico de comparacién entre el inglés y el ibo en la figura I quiebra completamente el continuo ocha: el eje de la claridad, micntras que ahehea ndu descansa sobre el eje del matiz (véase figura 2). Hay una oposicién similar entre los términos galeses gwyn:du. El ‘ 22 Matiz _ | Goi) coch ‘edo odo (amarillo) melyn. ahehea ndu {azul-verde) glas i, que descansa sobre * término “gris” llwyd se ubica en la mitad del eje claro:oscuro,. con! asi una divisién triddica, opuesta a la diada del ibo. Los térmii se refierén a matices: glas “azul-verde”, coch “rojo” y melyn “amarillo”, similares a los del ibo basico. La artificial continuidad del “espectro” desde “verde” a “negro” en Ja segunda columna de la figura 1 esta dictada meramente por la primera columna en inglés. Resulta de ciertas discre- pancias documentadas del inglés con el galés: por ejemplo las yeguas “grises” son “azules” en galés: glas (caseg las), mientras que el papel “marr6n” es “gris”: Uwyd (papulr liwyd).‘ En el primer caso el inglés usa un término del eje claro: oscuro, contra un término de matiz del galés, mientras que en el segundo caso la situacién es la inversa. Los términos de color en galés, por lo tanto, se elucidan mej®r no en términos de “mallas perceptuales” ubicadas arbitrariamente sobre el espectro, sino en términos estructurales, que observaran la transicién histérica del galés, similar a la de otros sistemas en su camino hacia una mayor diferenciacién de términos a lo largo del eje de matiz, sin perder la oposicién claro:oscuro5 Es evidente que estas estructuras imbrican los. fenémenos “mentales” y “naturales”, que estan relacionados, a través de su expresién simbédlica en el lenguaje, con lo “social”. Ademéas, estan incluidas en metaniveles mas amplios de simbolismo, “calcados” (para usar una metdfora lingiiis- tica) sobre ellos. Asi, en ibo, la oposicién ocha:ojii esta asociada con opo- siciones como hermoso-feo, ritual:secular, femenino:inasculino, débil:robusto (Ardener, 1954), en las que la categoria ocha tiene el aspecto de “pureza y peligro”, mientras que ojii es ristico y tranquilizador. Esta clase de polaridad es por supuesto muy comtn en la antropologia social. Los usos galeses invitan a muchas especulaciones. Por ejemplo el eje claro:oscuro como un ‘todo (gwynn:llwyd:du) parece simbolizar lo “sagrado”, “anéma- lo” o “peligroso” (gwynfa: “paraiso”; llwyd: “sagrado” sacerdotal; dubwill: “pozo negro”, “la sepultura”), en oposicién quizds al eje de matiz como 4 GPC (1968), en el articulo glas, divide los referentes de color en 1) azul, celeste, azul cielo, azul verdoso, azul marino; 2) verde, verde pasto, verde azulado, azul claro, azul palido o verde palido, azul grisiceo, color pizarra, livido_palido, gris cristal, gris; 3) plateado; 4) blanco verdoso, acero, gris hierro. Un rompecabezas mayor no podria ser elucidado sin el diagrama estructural de la figura 2: glas, por ultimo, suele tener el mismo referente que Uwyd, “gris”, “santo de los clérigos”, lo que se explica por la vecindad de sus posiciones en el punto donde se unen los ejes galeses de claridad y brillo. 5 Ardener (1954). Fue la seforita M. M. Green (lingitista y antropéloga) la primera en mencionarme las caracteristicas de ocha. En los términos funcionalistas del momento, yo expresé la antinomia ocha: ojii en términos de “actividades”. Aqui ha sido usada una ortografia simplificada. Las transcripciones del “alfabeto africano”, en lo que difieren de las del texto, son éstas: acha, sbara osbara, uhye uhye, ahehea nde, akwekwonde. La teoria de un orden histérico en Ja sucesién de tipos de clasificacién de color viene de Berlin y Kay (1969). Segitn sus ideas, los sistemas pueden contener: 1) sélo “negro” y “blanco”; 2) “blanco” mas “negro” més “rojo”; 3) “negro” mas “blanco” mas “rojo” mas “amarillo” o “verde”; 4) “negro” mas “blanco” mas “rojo” mas “amarillo” g “verde”; 5) “negro” mis “blanco” mds “rojo” mas “amarillo” mas “verde” mas “azul”; 6) “negro” mas “blanco” mas “rojo” mas “amarillo” mas “verde” mas “azul” mas “marrén”; etcétera. De este mcdo los hanundo estarian en la fase 3, los ibos y galeses primitives, en la fase 4. 23 vee ae un todo. Pese a las analogias bdsicas entre los sistemas ibo y galés, el simbolismo de los matices est mucho més desarrollado en el ultimo, y el terreno es muy rico. No necesitamos ir mas alla del “Dream of Rho- nabwy” (Suefio de Rhonabwy ), del siglo xm (en Jones y Jones, 1949), para apreciarlo. No obstante, nuestra dilucidacién de Ja ubicacién de anomalias sobre el eje claro:oscuro nos da una inesperada explicacién estructural del asi Hamado “creptsculo celta”. Como lo dice el antiguo poema galés “The Spoils of Annwn” (El saqueo de Annwn): ygkaer pedryfan ynys pybyrdor echwyd amuchyd kymyscetor (En la Fortaleza Cuadrangular [del Otro Mundo], la isla de la dura puerta, el mediodia y la negra oscuridad estén mezclados) (Loomis, 1956: pags. 136, 165).* La relacién de las estructuras de color con otros rasgos estructurales en la sociedad ha sido estudiada en el campo de la antropologia social por Tumer (1966, “rojo”, “blanco”, “negro”), Tambiah (1968: pags. 203- 205), y Leach (1970: pags. 21-35: “rojo”, “verde”, “amarillo”) entre otros; para los fundamentos psicolingiiisticos véase v.g. Brown y Lenneberg (1954), Lenneberg y‘Roberts (1956), y Berlin y Kay (1969). E] gran interés del trabajo del lingiiista alem4n von Wartburg para la antropologia social reside en su util demostracién del cambio en las estructuras de categorias trabadas. En esos casos nos es dificil determinar si el cambio ocurre esencialmente en el “lenguaje” o en la “cultura” o en la “sociedad”. Cualquier intento de distincién rigida se vuelve de hecho una sutileza fuera de lugar. Este es un terreno en el que la lingiiistica y la antropologia social con frecuencia se recubren totalmente en su materia de estudio, y en el que sin embargo el andlisis de cada una ser interesante. Una vez mas un ejemplo familiar nos ayudard. Mientras que el latin distinguia entre “hermano de la madre” y “hermano del padre”, y “her- mana del padre” y “hermana de la madre”, esta distincién se ha perdido en, por ejemplo, el francés (figura 3). El andlisis lingiiistico nos muestra que “hermano de los padres” (oncle) y “hermana de los padres” (tante) son derivados de los términos latinos usados para “hermano de la madre” y “hermana de la madre” (este ultimo més facilmente visible en la palabra inglesa “aunt” que deriva del francés antiguo). El andlisis lingiifstico puede también sugerir razones por Jas que este par de términos habrian sido preferidos a los patrilineales. Asi, puede argiiirse, por ejemplo, que los derivados de matertera y de patruus caerian demasiado cerca en fran- cés de los derivados de mater y pater. No hubiera sido asi, sin embargo, porque las casillas vacias, en lugar de ser Ienadas con nuevos términos (como sucedié en otros sistemas de clasificacién) fueron absorbidas. Von © La traduccién presenta algunas dificultades, pero “La luz crepuscular” esté atestiguada en otras fuentes célticas: “terram pulcherrimam... obscuram tamen et aperto solari lumine non illustratam” (Loomis, 1956: pag. 165). 24 Wartburg (1969: p4g. 156) sefiala, de un modo esencialmente antropo- légico, que nos enfrentamos con el debilitamiento de la diferencia en cl status legal de parientes del lado paterno y del lado materno, que habia sido tan importante en el antiguo sistema latino. En el mundo medieval la solucién francesa fue aceptada por otros pueblos, incluido el alemén, que habfa conservado la distincién lado paterno:lado materno (FB Vetter, FZ Base, MB Oheim, MZ Muhme). Detrds de todos estos cambios de categorias amplias yace sin duda una Ficura 3. Los destinos de algunos términos latinos de parentesco ? Latin patruus matertera pater = mater avunculus amita (Ego) Francés oncle _tante revolucién social. Parece, no obstante, que en algé periodo cocxisticron la terminologia vieja y la nueva, rompiendo de ese modo la simple corres- pondencia directa entre terminologia y organizacién social que mantenia Radcliffe Brown. Ademas, Malmberg (1964: pg. 130) anota que la dis- tincién se mantiene atin en sueco a pesar de cambios juridicos andlogos.” Es precisamente el aspecto diacrénico de los sistemas clasificatorios Jo que han tendido a descuidar aun los modernos antropélogos sociales. En Ja denominacién de las partes del cuerpo, “cadera” en latin era coxa, y “muslo” era femur. En francés el derivado de coxa (la cuisse) ha legado a significar “muslo”, y un vocablo nuevo de proveniencia germanica, han- che, lena ghora la categoria antes ocupada por coxa (véase figura 4). La situacién en italiano, francés y portugués es similar. El lingiiista dice: Ficura 4. “Cadera” y “muslo” Latin Francés “Cadera’ coxa hhanche “Muslo” <_ oo cuisse 7 Estos casos apoyan a Kroeber (1969) y a lo que creo que es la posicion actual de Needham (véase Needham, 1971) 25

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