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I. Antes de empezar, quiero agradecer a las organizadoras de esta mesa, a valeria flores y a Canela
Gavrila, por invitarnos a pensar estas cuestiones que hoy nos reúnen. Estas dos compañeras han
sabido sacudir en el último tiempo al continuum lésbico activista, un tanto adormecido luego de la
sanción de la ley del matrimonio igualitario que junto a otras iniciativas de orden institucional, nos
ha producido algo así como una sensación de normalidad respecto de las condiciones en las que
existimos, sobre la que vale la pena interrogarse. Entre estas interpelaciones se destacan las
Jornadas de orgullo y disidencia lesbiana “Celebración de las amantes” (Córdoba, 5, 6 y 7 de abril
de 2012), los cinco encuentros que tuvieron lugar durante el 2011 bajo el nombre de Diálogos
críticos del activismo lésbico (Buenos Aires) y el archivo digital Potencia tortillera 1, iniciativas del
entusiasmo de las que Canela y valeria han sido parte junto a otras compañeras.
Hago estas referencias para situarnos también, para situar esta mesa, en una trama que si bien no le
da exactamente origen, sí le da su sentido y energía particular. Con esto quiero decir que la mesa
que estamos conformando hoy no es una más de un congreso cualquiera, y esto también debería
estar presente o enmarcar de alguna manera nuestras reflexiones. En este sentido, me interesaría
luego que nos puedan contar cómo se les ocurrió esta propuesta, de qué modo se vinculan ustedes
con la categoría “investigadora lesbiana” y que relación tiene con el trabajo cotidiano o el activismo
que llevan adelante, y con algunas de las iniciativas que acabo de mencionar (el encuentro, los
diálogos, el archivo). Como ya sabemos, el trabajo intelectual no coincide necesariamente con el
trabajo académico y la investigación no es una práctica limitada únicamente a este último ámbito.
II. Me gustaría empezar retomando las palabras con las que las compañeras nos convocaban a esta
mesa. El mail de invitación, por ejemplo, expresaba que la intención era “inaugurar un espacio de
reflexión acerca de la producción académica y la visibilidad de las investigadoras lesbianas” y que
nos convocaban a quienes estamos acá dada nuestra “visibilidad pública, inserción universitaria y
producción teórica”. Sobre estas cuestiones entonces me propongo decir algo, trando de avanzar
sobre reflexiones generales o panorámicas, que si bien nos orientan a la hora de pensar, a la manera
1 “Archivo documental digitalizado del activismo lésbico, conformado por producciones gráficas y teóricas, registros
fotográficos y sonoros, encuentros reflexivos y acciones callejeras de grupos y activistas lesbianas de diferentes
momentos históricos, múltiples posiciones políticas y diversas geografías de Argentina”
http://potenciatortillera.blogspot.com/
de cartas de navegación, no son suficientes por ahí para profundizar en cuestiones más puntuales,
cuestiones que tenemos que enfrentar en el día de día de nuestra tarea. Voy a hacer un esfuerzo
entonces por mantenerme en un registro lo menos abstracto posible, para tratar de bajar a tierra
algunas reflexiones respecto a qué supone o qué implica o qué potencia tiene moverse como
lesbiana en el ámbito de una universidad pública, escenario en el que personalmente realizo mi
actividades de investigación.
La cuestión de la visibilidad
Me pregunto qué es lo que necesitamos visibilizar. ¿Una diferencia, una existencia en primera
persona, un cierto tipo subjetividad? ¿Una perspectiva espistemológica privilegiada a la hora de
abordar ciertos temas y problemas? ¿Un compromiso ético/político en la producción de
conocimiento contra la héteronormatividad y otras opresiones? Yo soy partidaria de no limitar la
visibilidad a una política identitaria. Esto es, creo que la visibilidad tiene que entenderse como
mucho más que la visibilidad identitaria, la visibilidad de una sujeto lesbiana, que por esas vueltas
de la vida, trabaja de investigadora. Creo que las tareas de una política de visibilidad debería incluir
todo lo anterior. Entre sus tareas más ineludibles en el ámbito académico , veo todavía la de
denunciar, las veces que haga falta, las ausencias en la formación de grado de perspectivas que
estudien / cuestionen las desigualdades en el orden del género y la sexualidad, cuando no la lisa y
llana consolidación de estas desigualdades a través de la trasmisión acrítica de un cánon misógino,
heterosexista, homo-lesbo-transfóbico, etc. Y por otra parte, creo yo, un compromiso de visibilidad
debe insistir en la “memoria de la calle” (la bella frase es de Nelly Richard) de las teorías que
estudian / cuestionan/ reparan en estas desigualdades. Esto es, el origen activista de los temas,
problemas y objetos que abordan, también de sus categorías, estilos, argumentos. La reflexión, por
lo menos en este campo, sabemos que no se origina en la universidad.Es importantísimo insistir en
esta genealogía y politizar de esta manera lo que estudiamos e investigamos.
Por otro lado, considero que dentro de las tareas que tenemos por delante está la de presionar para
que se incorporen en el grado estas cuestiones, que son actualmente un interés más de instancias de
posgrado (doctorados, mestrías, especializaciones, etc) y no impactan en la formación de las
mayorías universitarias. A esto se suma que el posgrado es en general una instancia en que hay que
pagar para asistir -adiferencia del grado que en nuestro país suele ser pública y gratuita.
Esto, articulado con la visibilidad identitaria, la generación de grupos de estudio en los que
podamos compartir bibliografía y formarnos mutuamente (grupos que aspiren a la
institucionalización, que es la única manera de dejar huella y no tener que empezar de cero en otro
momento) el armado de instancias de intervención y articulación en disputas que se llevan a cabo en
otros escenarios (el parlamento, los medios, etc) son, creo yo, la manera en que podríamos llevar a
cabo en este momento algo así como una política lésbica universitaria.
Pero más allá de esta postura general que podría compartir con otras lesbianas investigando en otros
campos o disciplinas, me interesa preguntarme qué puedo yo en el ámbito de la carrera de Letras.
Cómo avanzar un poco en esta especificidad. Voy a volver sobre esto luego de reflexionar sobre la
inserción universitaria en el apartado que sigue.
III. A modo de conclusión tengo que decir que me resultó difícil escribir estas pobre trabajo.
Confieso que nunca había pensado seriamente sobre esto. La primera impresión que tuve cuando leí
el documento que fundamenta esta mesa fue que, aunque importantes, las preguntas formuladas allí
carecían de sentido o tenían muy poco. (La misma sensación que generó en la Celebración de las
Amantes el interrogarnos sobre el cuerpo lesbiano... ) Pero que no tengan sentido todavía, o que
tengo muy poco, o que su sentido no nos sea evidente ¿no hace más urgente el que nos animemos a
pensar sobre ellas? Darles sentido, densificar las coordenadas “lesbiana en la investigación” es
entonces una tarea que tenemos por delante.
Quiero hacer una última reflexión sobrelas expectativas muy ambiciosas respecto de lo que una
investigadora lesbiana puede hacer contra el sistema (contra el “régimen de conocimiento
heterosexual”). La cotidianidad, el día a día del trabajo científico, en el que hay que lidiar con las
2 “Comentarios sobre la experiencia editorial de Cuadernos de Existencia Lesbiana” En: Revista Interdsicplinaria de
Estudios Sociales, n°2, Bahia Blanca, Julio-diciembre de 2010.
inercias propias de las instituciones, el ritmo y la necesidad personal, la especificidad de una
disciplina, etc. hacen que individualmente los horizontes a los que aspiramos nos queden enormes.
Yo trato de ser modesta con esto porque si las expectativas son demasiado grandes, cualquier
trabajo que hagamos, por más comprometido que sea, nos va a resultar frustrante.