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TEORÍA Y METODOLOGÍA DE LA HISTORIA

TEMA 1

HACIA UNA DEFINICIÓN DE HISTORIA

En el término Historia podemos encontrar dos acepciones. Dentro de esta palabra hallamos la
Historia conocimiento o disciplina y se define como la ciencia que estudia las dinámicas de las
sociedades humanas. Por otro lado, a la Historia materia u objeto, que podemos denominarla
como al conjunto de hechos que conforman al pasado. Este último significado se caracteriza
por no ser renovable, no vuelve a suceder y no se repite, el pasado no se puede revivir más.

Haciendo alusión a estas dos designaciones, encontramos la distinción en latín. Por un lado
Resgestae se denomina a los hechos sucedidos (historia materia) y Rerum gestarum es el
conocimiento sobre de los hechos sucedidos (historia conocimiento).

Ante esta situación se plantea un problema, la diferencia entre la Historia materia y la Historia
conocimiento. Teniendo en cuenta que tanto a la ciencia y su objeto de estudio son llamados
de la misma manera “Historia”.

Pierre Vilar plantea en su libro “Iniciación al vocabulario del análisis histórico”, que el peligro
más grande es como se utiliza el término Historia, debido a que presenta un doble contenido
“…historia designa a la vez el conocimiento de una materia y la materia de ese conocimiento…”
Plantea claramente el problema que se genera cuando hacemos referencia al término Historia.
El autor no muestra un claro ejemplo: cuando hacemos referencia a la historia de Francia, en
este caso, entendemos por el conjunto de hechos que conforman a este grupo humano; pero
por otro lado entendemos así a nuestros manuales y libros sobre la historia. A raíz de esto,
nace la confusión para diferenciar entre Historia materia e Historia conocimiento.

Otro autor que hace referencia a este problema es Julio Aróstegui en su libro “La investigación
histórica: teoría y método”, plantea que, la palabra historia es objeto de usos anfibológicos de
los cuales el más común es la aplicación a dos entidades distintas: una a la realidad de lo
histórico y otra a la disciplina que estudia la historia. El autor plantea una solución para la
diferenciar a ambas: la historia conocimiento se denominará Historiografía (etimológicamente
hace referencia a la escritura de la historia). Pero Aróstegui plantea que sería algo más amplio
que esa simple acepción. Define a la “Historiografía como la actividad y producto de la
actividad de los historiadores, y también la disciplina intelectual y académica constituida por
ella”.

En conclusión, para que haya diferencia entre los dos términos se propone llamar:
Historiografía a la historia conocimiento e Historia a la historia materia.
TEMA 3

¿QUE ES LA HISTORIA? EL HISTORIADOR Y LOS HECHOS HISTORICOS- E.CARR.

Existe una idea sobre la historia que se ha llamado: “la concepción de sentido común de la
historia”, defendiendo que la historia consiste en un cuerpo de hechos verificados. El
historiador encuentra en documentos e inscripciones estos hechos; los reúne e interpreta
dependiendo de su punto de vista. Cabe destacar que, de este modo el historiador no llega a
ninguna parte, motivo por el cual, no todos los datos a cerca del pasado son hechos históricos
ni deben ser tratados como tales.

 ¿Qué es un hecho histórico?

Según el sentido común, existen hechos básicos que son lo mismo para los historiadores, que
constituyen la espina dorsal y materia prima de la historia. Una observación que no se puede
evadir es, la necesidad que existe de fijar estos datos y no se apoyan en ninguna cualidad de
los hechos mismos, sino en una decisión que formula el historiador previamente.

Los hechos solo hablan cuando el historiador apela a ellos; él es quien decide a que hechos se
da paso, en qué orden y contexto. Una característica que posee el historiador, es
necesariamente selectivo. La creencia es su punto fuerte sobre los hechos históricos existentes
objetivamente e independientes de la interpretación que él le coloca.

La movediza barrera que separa los hechos históricos de los que no lo son, en el caso por
ejemplo de la historia antigua y medieval, se esfuma, porque los pocos hechos conocidos son
todos ellos históricos.

Los datos encontrados en documentos u otro material, tienen q ser elaborados por el
historiador, antes que pueda hacer uso de ellos (dar su interpretación). Tanto los datos como
los documentos son esenciales para el historiador. Pero deben guardarse de convertirlos en
fetiche (tabú), teniendo en cuenta que por sí solos no constituyen la historia, no brindan una
respuesta definitiva a la difícil pregunta de que es la historia.

Para el historiador británico Callingwood (citado por Carr), afirma que la filosofía de la historia
no se ocupa del pasado en sí, ni de la opinión que forma el historiador; sino de ambas cosas
relacionadas entre sí. Esta afirmación refleja los dos significados en curso de la palabra
historia. El pasado, dice Callingwood, que estudia el historiador no está muerto sino que en el
presente se mantiene vivo. Por tal motivo se puede afirmar que toda historia es, historia del
pensamiento y esta se apoya sobre evidencia empírica. El único modo de hacer historia es
escribirla, tarea que corresponde al historiador.

Ante todo, los hechos de la historia nunca nos llega en estado puro; siempre hay una
refracción al pasado por la mente de quien los recoge. Cuando llega a nuestras manos un libro
de historia, nuestro primer interés debe ir al historiador que lo escribió y no a los datos que
contiene. Dicho en otras palabras, habrá que reproducir el proceso seguido por el historiador.
Hay que estudiar al autor antes de comenzar a estudiar los hechos. Podría afirmarse que el
historiador encontrará la clase de hechos que busca, la palabra historia etimológicamente
significa interpretar, y esta es la acción principal de él.
Carr afirma que existe una necesidad por parte del historiador, de una comprensión
imaginativa de las mentes de las personas; de lo contrario no se podría hacer historia. Otro
punto a destacar es que solo podemos estudiar el pasado y comprenderlo a través del cristal
del presente. El historiador pertenece a su época y está vinculado a ella por las condiciones de
existencia humana. Las mismas palabras de las que se vale (términos como: democracia,
imperio, guerra, revolución, etc.) tienen connotaciones de las cuales él no puede separarse; ya
que debe elegir el uso del lenguaje, impidiéndole neutralidad.

La función del historiador no es amar el pasado ni emanciparse de él, sino dominarlo y


comprenderlo como clave para la comprensión del presente.

La historia no es objetiva, ésta nos ofrece una infinidad de significados, ninguno de los cuales
es mejor ni menos cierto que los demás, lo cual en el fondo equivale a lo mismo.

El deber de respecto a los hechos que recae sobre el historiador, no termina en la obligación
de verificar su exactitud; tiene que intentar que no falte en su cuadro ninguno de los datos
conocidos o susceptibles de serlo.

Existe una relación reciproca entre el pasado y el presente, el historiador es parte del presente,
pero sus hechos pertenecen al pasado. Tanto el historiador y los hechos de la historia son
mutuamente necesarios. Sin sus hechos, el historiador carece de raíces y es hueco; los hechos
sin el historiador son muertos y faltos de sentido.

El autor para finaliza plantea que su primera contestación ante una célebre pregunta, que es la
Historia, sería: es un proceso continuo entre el historiador y sus hechos, un dialogo sin fin
entre el pasado y el presente.
TEMA 4- b

Tiempo histórico- Braudel.

Fernand Braudel es considerado uno de los mayores historiadores del siglo XX, además de ser
reconocido como el máximo representante de la escuela de los Annales.

Al abordad su tesis doctoral, “El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe


II”, Braudel afirma que la historia puede dividirse en tres movimientos: rápido, lento e incluso
en lo que parece estar estático. Éstos se ordenar jerárquicamente entre sí, son hasta cierto
punto independientes y cada uno marcha a un ritmo diferente de acuerdo a sus propias leyes.

La prioridad causal en la constitución de una sociedad, según Braudel, pertenece a los


movimientos de larga duración: “una historia casi inmóvil”, afirma el autor. Esta trata del
hombre y la relación que posee con el medio que lo rodea. Braudel afirma que es una historia
lenta de influir y transformarse, compuesta no pocas veces de insistentes reiteración y ciclo
incesantemente reiniciados. El único modo de abordar este movimiento consiste en registrar la
geografía del área estudiada: sus penínsulas, montañas, llanuras, mares y ríos. Para luego
colocarlos en relación con el trabajo y el movimiento de los hombres. Así el autor habla de
montañas, situadas en los márgenes de la civilización y dotadas de tierras pobres, pero por ese
motivo poblados con mucha frecuencia de pequeños campesinos libres. Las llanuras, donde el
hombre para aprovechar su fertilidad debe canalizar las aguas estancadas y vencer a las
enfermedades contagiosas. Los mares angostos como el Adriático, más favorable a la
navegación, y por lo tanto, a la división geográfica del trabajo, tienden a ser mas prósperos que
los mares abiertos. Así mismo Braudel nos habla de los movimientos humanos, que moldeados
por la geografía y la fuerza de repetición tienden a conformar espacios coherentes. Por
ejemplo: el nomadismo sahariano; las migraciones montañesas en dirección a la ciudad, donde
ocupan los perores empleos; o las grandes rutas marítimas que comunican entre sí los litorales
mediterráneos. El ciclo de las estaciones también forma parte de este tiempo, incesantemente
reiniciados: en verano los caminos terrestres y marítimos, tornándose accesibles,
proporcionando la guerra y el comercio; mientras que en el invierno, con sus lluvias y
tormentas aconsejan parar estas actividades, en beneficio de la manufactura y la producción
domestica. En la misma línea, los animales cambian de pastos con las estaciones, moviéndose
desde el norte hacia el sur, desde el llano a la montaña o desde el desierto hasta la costa (y
viceversa).

Cabe destacar que este tiempo de larga duración permanece por debajo de las otras
calificaciones y no se modifican con un solo acontecimiento, permaneciendo durante varias
generaciones. Los cambios en una estructura son lentos y afectan a una multitud de
acontecimientos importantes, por ende no se pueden determinar con exactitud cuando
comienzan y cuando termina. Ejemplo de tiempo de larga duración: edades históricas o modos
de producción.

Por encima del tiempo de larga duración o geográfico, se elevan los movimientos de media
duración o social, que corresponden a las estructuras sociales y al modo en que estas
evolucionan. En este apartado Braudel pasa revista a la economía, la demografía, los imperios,
las sociedades, las civilizaciones y las formas de guerra en la segunda mitad del siglo XVI.
Acerca del origen de los imperios (español y turco), Braudel realiza una tesis interesante:
atribuyendo su aparición tanto a la economía de escala derivadas de la nueva guerra, basada
en uso de mercenarios y artillería, como coyuntura económica ascendente del siglo XVI. Su
decadencia en el siglo XVII habría que atribuirla, en consecuencia, a una nueva coyuntura de
signo descendente. Otro apartado, el dedicado a las civilizaciones (que cabria traducirse como
culturas), trata sobre el modo en que estas evolucionan y se influyen mutuamente: así, registra
la transferencia de la tecnología desde la cristiandad al mundo musulmán, a través de
renegados cristianos o negociaciones judías; las pervivencias musulmanes entre los moriscos
españoles o el intercambio cultural permanente a través del comercio marítimo, la captura de
prisioneros y la piratería. También es destacable el apartado acerca de las formas de guerra,
donde contrapone la gran guerra de los ejércitos, a la guerra pequeña de los piratas y
bandoleros. Esta última tiende a proliferarse cuando decrece la primera. En este aspecto,
Braudel tiene el merito de haber percibido las estructuras de la guerra sin detenerse en los
acontecimientos militares.

Cabe destacar que el tiempo de media duración es conocido como coyuntura y está plagado
de acontecimientos. Sin embargo, es también un lapso breve caracterizado por el movimiento,
desarrollándose durante la vida de una persona. Por ejemplo: la crisis económica o una guerra.

Por último se encuentran los tiempos de corta duración o tiempo individual, que más o menos
corresponden a la historia diplomática tradicional, compuesta por guerras, tratados e intrigas.
Se trata de una historia de acontecimientos compuesta de oscilaciones breves, rápidas y
nerviosas, inteligible solo dentro de unas determinadas estructuras de larga y media duración.
Braudel afirma que el tiempo corto es el más engañoso y caprichoso de las duraciones. En su
tesis aporta argumentos interesantes en torno a cómo tratar la historia de los
acontecimientos. El autor se pregunta si e historiador debería seleccionar aquellos
acontecimientos de mayores consecuencia o bien aquellos que fueron percibidos como
relevantes por sus contemporáneos. En cualquiera de los casos se trata de mostrar como los
acontecimientos solo constituyen la superficie de unas estructuras más profundas.

El tiempo corto es el tiempo del cronista y del periodista, independientemente de la


trascendencia histórica que tengan. Por ejemplo: la caída del muro de Berlín o el tratado de
Versalles.

En conclusión se puede afirmar que el tiempo es inseparable de la historia, teniendo en cuenta


que el tiempo histórico no es el mismo que el tiempo físico. Para los investigadores el tiempo
es el principio y fin de sus investigaciones. El tiempo histórico es unidimensional. El tiempo de
los historiadores en el que viven los individuos, el de su organización social y económica. La
permanencia de unas determinadas estructuras es lo que determina los periodos históricos y
su evolución. Permanencia y movimiento en el tiempo, les interesa a los historiadores.
TEMA 6

Metodología de la historia.

El conocimiento histórico al igual que otro se construye con: información y conceptos;


observación y con pensamiento formal, ambas cosas ligadas dialécticamente. Serian dos
puntos a tratar primero la adquisición de información histórica y los instrumentos operativos
conceptuales más apropiados para penetrar en la realidad de lo histórico. Esto significa que
será necesario primero hablar sobre las fuentes de la historia para luego hablar de las
categorías que emplea el historiador. La tradicional consideración de fuentes hacía referencia
a la documentación tradicional de un archivo. Sin embargo, una de las características más
acusadas del moderno progreso de la utilización de la documentación histórica es la
concepción cada vez más extendida de que fuente para la historia puede ser y de hecho es,
cualquier tipo de documento existente, es aquel que aporta testimonios puede ser una huella
o reliquia, independiente de su lenguaje.

La información historiográfica: las fuentes.

La información historiografía se entiende en su acepción de conocimientos y difusión de la


historia escrita, elaborada del producto de la historiografía, que llega al público en forma de
libros, textos, colecciones graficas u otras obras o soportes.

La expresión “información historiográfica” puede recoger con menos dificultad y con menos
posibilidad equivocas la idea que brindan las informaciones primarias, los testimonios, las
materias de observación a partir de los cuales el historiador establece la síntesis histórica.

Podemos adelantar desde ahora que el trabajo de la investigación histórica, partiendo desde el
punto de vista de las fuentes, tiene dos momentos: la definición del asunto a investigar y la
búsqueda de las fuentes de información.

La información historiográfica recogía bien por tanto, la idea de fuente de la historia. La


información sobre, la documentación de, un problema es un paso subsiguiente no el primero,
en todo inicio de un proyecto de investigación.

En la segunda mitad del siglo XX, el avance de la historiografía se destaca en las nuevas ideas
sobre las fuentes de la Historia. La extensión del concepto de fuente, la caracterización de los
objetivos, la necesidad y las técnicas de la “crítica de fuentes”, la conceptuación de las
“disciplinas auxiliares”, han cambiado radicalmente.

Han quedado arruinadas tres viejas concepciones:

1) La de las fuentes de la historia y su crítica como el origen de toda investigación;

2) La distinción entre fuentes primarias y secundarias;

3) La concepción tradicional de las ciencias auxiliares de la historia.

Fuente histórica: es todo aquel objeto material, instrumento o herramienta, símbolo o


discurso intelectual, que procede de la creatividad humana, a cuyo través puede inferirse algo
acerca de una determinada situación social en el tiempo.
Las fuentes históricas tienen un carácter amplio y heterogéneo, teóricamente limitadas. La
cuestión es si están descubiertas o no. La investigación histórica no depende en exclusiva de la
aparición de fuentes de información, sino de explicaciones cada vez más refinadas.

La idea tradicional de “fuente histórica” ha de ser reformulada en el contexto más adecuado


de la idea de información documental. Las fuentes para la historia tienen una variadísima
procedencia. El archivo histórico constituye hoy uno de los repositorios fundamentales de la
documentación histórica, pero en modo alguno las fuentes históricas tienen en exclusiva esa
procedencia.

Una nueva taxonomía o clasificación de las fuentes históricas: la ampliación del concepto de
fuente, la extraordinaria generalización de las posibilidades de exploración de objetos
materiales o de realidades intelectuales como fuente de información histórica, la extensión del
campo de la realidad que los historiadores exploran habitualmente, hace que las viejas
consideraciones sobre el carácter, crítica y uso de las fuentes históricas sean hoy casi
inservibles. Una de las cuestiones previas para todo estudio profundo de las fuentes históricas
es la de establecer una taxonomía adecuada y suficiente de las muy diferentes variedades de
fuentes posibles.

A la clasificación de las fuentes pueden aplicarse muy variados criterios. Es preciso hallar
criterios de clasificación que permitan referirse globalmente a todas las fuentes posibles, sea
cual sea su procedencia, soporte y aspecto. Sobre todo, es preciso que tales criterios sean
útiles para algo que resulta ser imprescindible en todo tratamiento de las fuentes históricas: su
evaluación. Lo recomendable es el establecimiento de varios criterios clasificatorios.

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