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Archivos del poder

MARTÍN MORENO

Los asesinos de Colosio


19 de Junio de 2012
Políticamente, Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho
Solís mataron a Luis Donaldo Colosio, creando el entorno tenso y
enrarecido que rodeó el asesinato del sonorense en Lomas
Taurinas. Salinas y Camacho no sólo jugaron con la estabilidad
política y personal de Donaldo. También lo engañaron. Lo
desquiciaron.
De alguna manera, Salinas y Camacho son corresponsables de
que Colosio no hubiera llegado a la Presidencia. Con su perfidia.
Con sus embustes. La bala que le atravesó la cabeza en Tijuana sólo
fue el epílogo de una perversidad política contra el candidato
presidencial del PRI.
PALMA Y LA TRAICIÓN DE SALINAS. “Ni
modo, Palma…¡ganamos!”, le dijo Luis Donaldo Colosio a su
asesor y amigo Samuel Palma, aquella mañana del domingo 28 de
noviembre de 1993 cuando, minutos antes, el partido había ungido
a Donaldo —como le decían sus amigos— como precandidato
presidencial.
Poco más de un mes después, en Chiapas, el EZLN se levantó en
armas. Tras el destape de Colosio, Camacho Solís —quien siempre
creyó que Salinas cumpliría el pacto de nombrarlo su sucesor— se
desquició emocionalmente por no ser candidato. Salinas le había
fallado. Los que llegaron fueron días de tensión política. De
reclamos de Camacho a Salinas: “No te pregunto por qué no fui
yo… sino por qué fue Luis Donaldo”. De la decepción a la furia, y
de la furia al desequilibrio emocional, Camacho se convirtió en un
factor que intentó, siempre, descarrilar la campaña de Colosio.
Llegó Chiapas. Según Palma, el presidente Salinas se reunió
con Colosio para informarle que iba a hacer “algunos
nombramientos” para enfrentar al EZLN, pero en ningún momento
le notificó que Camacho sería el nuevo comisionado para la paz en
Chiapas.
Según Salinas, sí le avisó a Colosio que Camacho sería nombrado
comisionado. Son versiones distintas. ¿A quién creerle: a Palma o
a Salinas? Palma, hoy, vive tranquilo. Salinas se quema entre el
desprestigio y la mentira.
6 DE MARZO. El discurso de Colosio en el Monumento a la
Revolución fue una bofetada al México del Primer Mundo que
proclamaba Salinas.
No se podía hablar de un país triunfador cuando el propio candidato
del partido en el gobierno hablaba de un México agraviado, con
hambre y sed de justicia; con un presidencialismo (ejercido
por Salinas) que era necesario reformar y sujetar “a los límites
constitucionales”.
El discurso de Colosio provocó la furia de Salinas en Los Pinos. En
unos minutos, Luis Donaldo había hecho pedazos al país que tanto
presumía Salinas en el extranjero. Lo acabó.
¿Conoció Salinas, previamente, el discurso de Colosio del 6 de
marzo? La versión más exacta salió de la boca del propio Colosio.
En su libro Estos años, Julio Scherer le pregunta sobre ello a Luis
Donaldo:
-¿Conoció el Presidente tu discurso antes de que lo pronunciaras?
-Espero que me comprenda.

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