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C 05 C 02 IPADE

C 05 C 02
Septiembre, 2005
Documento de consulta gratuito para el uso exclusivo del/a Prof. Ricardo Natera Ramírez, 2015-04-20

CUÉ, SÁNCHEZ Y COMPAÑÍA, S.A.

Caso elaborado por el En 1995, Cué, Sánchez y Compañía estaba constituida por una
profesor Carlos Llano importante cadena de tiendas y almacenes de mayoreo de ropa,
Cifuentes, del Área de extendida por toda la República, y un conjunto de pequeñas industrias
Factor Humano del textiles que las abastecían de artículos estándar. El negocio tenía una
Instituto Panamericano
estructura un poco primitiva, porque en realidad todo dependía de sus
de Alta Dirección de
Empresa, para servir de
dos únicos dueños. Ninguno de los demás directivos pertenecía a la
base de discusión y no familia de los socios. El capital social de todo el grupo ascendía
como ilustración de la aproximadamente a 100 millones de pesos.
gestión adecuada o
inadecuada de una Uno de los socios, Nazario Cué, tenía cincuenta y cinco años, y poseía
situación determinada. el 60% de las acciones. Había sido siempre un hombre muy trabajador
y entusiasta, pero en 1990 le diagnosticaron una diabetes intensa que,
sin ser de momento grave, le obligaba a un cuidado riguroso, y había
disminuido mucho su empuje en el trabajo, apoyándose plenamente en
su socio Moisés Sánchez. El creciente progreso de la enfermedad hacía
prever que pronto debería retirarse de la vida activa.

Moisés Sánchez tenía cincuenta años de edad. Era muy amigo de


Nazario, y ambos habían comenzado juntos con poco dinero el negocio,
en la costa del Pacífico, trasladándolo después, debido a su expansión,
a México, D.F. Llevaban treinta años trabajando juntos. Como habían
iniciado el negocio aportando ambos igual cantidad de capital, los dos
se consideraban de la misma manera sus dueños y trabajaban conjun-
tamente sin que hubiera roces. En 1975, la instalación de nuevas tiendas
exigió un fuerte aumento del capital. Nazario, gracias al dinero de su
esposa, pudo hacer frente a este aumento en mayor proporción que
Moisés, el cual quedó sólo con el 30% de las acciones del grupo. El resto
–10%– fue cubierto por lo gerentes de las diversas tiendas de provincia.

Derechos Reservados © 2005 por Sociedad Panamericana de Estudios Empresariales, A.C.


(Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa, IPADE).
Impreso en EDAC, S.A. de C.V., Cairo Nº 29, 02080 México, D.F.
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A pesar de esta diferencia de porcentajes en la • Me parece que tu hijo Enrique no sirve para
propiedad., las relaciones, entre Nazario y Moisés este negocio, y es posible que lo conveniente
seguían siendo las mismas que desde el origen del para él y para la empresa, sería buscarle un
negocio. Cuando Nazario quedó afectado por la trabajo más adecuado a sus aptitudes, y
diabetes, Moisés tomó una buena parte de su relacionado con su carrera.
trabajo sin dificultad alguna, pareciéndoles a
ambos un proceder natural y lógico. De este • Yo ya me sospechaba algo de esto. Tienes
modo Moisés se hizo cargo informalmente de la que ayudarme. Por mi enfermedad, Quique
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jefatura del negocio. cuenta para mí más que el negocio; no puedo


pensar una cosa sin la otra. Si Enrique no
Moisés Sánchez enviudó sin tener hijos, y volvió a trabaja con nosotros ¿para qué me he esfor-
casarse a los cuarenta años. De su segundo matri- zado durante años y años en esto?
monio nacieron dos hijos: el mayor tenía, en 1995, 8
años. Nazario Cué tenía seis hijos. El mayor, Enrique A Nazario Cué se le salieron las lágrimas y miró
–a quien todos llamaban Quique– de 25 años, había disimuladamente a la ventana. Moisés, como quien
terminado con grandes altas y bajas la carrera de no se daba cuenta de ello, dijo calmadamente:
Ingeniería Mecánica. Era un hombre de abundantes
ideas e imaginación; de voluntad débil, tenía muchas • Tenemos hoy más de tres mil personas
ilusiones y ninguna perseverancia en su realización. trabajando con nosotros; hemos logrado en
Durante sus estudios trabajó como jefe de compras diciembre último una facturación anual de
en una de las tiendas más pequeñas del grupo. Sus 450 millones de pesos; somos una de las
estudios le servían de pretexto para no dedicarse pocas empresas del ramo cuya industria no
mucho al negocio y, a su vez, el negocio era una tiene pérdidas. Creo que Quique en una
justificación para renquear en sus estudios. La cabeza de alfiler en todo este universo.
conexión con su padre y con Moisés Sánchez en
relación al negocio era simplemente anecdótica. Su • Pero es mi hijo...
padre nunca le negó recurso económico alguno para
fiestas, viajes a Europa y Estados Unidos, automóvil, Viendo que había llegado a un punto muerto, Moisés
etc. Enrique siempre fue un muchacho de buen cambió la conversación.
comportamiento y aún a la edad actual era cariñoso
y obediente con sus padres. • Por lo que se refiere al derrumbe de precios
en Guadalajara, le he dicho a Sarasola que se
Cuando Enrique terminó su carrera en 1995, su mantenga firme; que haga ofertas especia-
padre pidió a su socio Moisés que trabajara con les, pero que no toque un solo precio de la
Quique para que éste fuese “adquiriendo experien- lista...
cia”. Al cabo de tres meses Moisés se dio cuenta de
que se encontraba en un callejón sin salida: si daba Nazario movió negativamente la cabeza, como si
carta blanca a Enrique, las cosas iban a terminar eso no le interesara:
mal. Sus ideas eran a veces muy buenas, pero
Moisés no sabía cómo ponerlas en práctica, y Quique ¿Por qué Quique, siendo tan listo, no se aviene a
era constitutivamente incapaz de llevarlas a cabo; si nuestro modo de trabajo? ¿No sería mejor vender
se oponía a ellas, como lo estaba haciendo, Enrique todo y quitarnos de tantas preocupaciones?
se disgustaba y le llamaba conservador, retrógrado,
hombre sin audacia, y expresiones por el estilo, no Fue tal la incisividad con que planteó estas pregun-
tanto irrespetuosas como irónicas. tas, que Moisés las tuvo rondando en la cabeza
durante varios días: ¿Cuál era la causa de compor-
Moisés era un hombre honrado, ecuánime, objetivo. tamiento –aparentemente involuntario el bueno de
Después de pensarlo detenidamente tuvo una con- Enrique? ¿Cuál era la razón por la que él mismo
versación con su socio Nazario: teniendo suficiente dinero para sí y para toda su

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familia– pensaba que no era mejor vender el negocio éste. En septiembre de 1996, el licenciado Maldona-
y despreocuparse de Enrique, de Nazario y de do fue a ver a Moisés:
todos?
• He estado aguantando hasta ahora, pero ya
Al cabo de un mes de esta conversación, Moisés se no puedo más. A Quique se le ha ocurrido
entero, por un chisme familiar, que Teresa, la esposa que algunas telas especiales de temporada
de Nazario, había comentado ante varias personas las compremos en Estados Unidos, demos-
que Moisés se oponía a que Enrique tuviera su trándome que el costo es más barato, con
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porvenir en el negocio, porque era más listo, estaba una revista en la que se dan los precios
más preparado y temía que –tarde o temprano– le promedios de EE.UU., y con el manual de
tuviera que dejar el puesto que por derecho, además aranceles. Ya tengo los pedidos formulados
de las otras razones, le correspondía. A Moisés le a los proveedores de aquí, pero él se empeña
extraño este comentario de Teresa Cué. Nunca en que los cancele, haciéndome ver el aho-
había interferido en asuntos del negocio; era una rro que su idea representa. Yo no quiero
mujer simpática y agradable. Perteneciente a una contradecirlo, aunque no me gustaría tomar
familia adinerada, sabía estar siempre a la altura tan tarde una decisión tan importante basado
de las circunstancias. Moisés no recordaba haber- en ¡los precios promedio de una revista de
la visto nunca en las oficinas; cuando, por alguna “business”! No sé si Enrique está seguro de
razón, tenía que recoger a su marido, se quedaba en lo que dice o trata de dar una patada de
el coche y mandaba recado con el chofer o el ahogado para demostrar a su padre que vale
elevadorista. No obstante, a partir de entonces, en para algo. Desde luego, si se lograra lo que
reuniones sociales, la notó, con respecto a él un tanto él quiere...; a mí no se me ocurre leer esas
seca. revista... ¿Por qué no hablas con Quique
para ver si le quitas la idea de la cabeza o si
En mayo de 1996, Moisés le comunicó a Nazario que te convence? Yo haré lo que tú digas.
creía que era mejor que Quique trabajase al lado de
otra persona, para ver si se rompía una situación que • De ninguna manera. Procede como creas
había quedado estancada. De común acuerdo, pen- más conveniente. Enrique es tu ayudante, no
saron en Carlos Maldonado. El licenciado Maldona- tu jefe.
do era intelectualmente el más preparado del grupo;
además de la gerencia general de compras para Al día siguiente, Nazario llamó por teléfono al licencia-
todos los negocios, tenía oficiosamente el puesto de do Maldonado para decirle que había pensado que su
“relaciones públicas” del mismo, especialmente en hijo fuera a San Francisco par hacer los pedidos de
lo que se refería a funcionarios del gobierno, con los telas de temporada. El licenciado Maldonado, ha-
que –nadie sabía exactamente cómo se las arregla- ciendo uso de su tono de voz más delicado, le preguntó
ba– resultaba siempre amigo, a pesar de los cambios si había visto ese asunto con don Moisés. Lo que oyó
de cada sexenio. Sus hijos, ya mayores, eran “cua- al otro lado de la bocina –“¿Es que acaso no puedo dar
tes” de Quique, y siempre había tenido una especial esta orden sin consultar a Moisés?– le hizo pensar si
predilección por el muchacho, que otras personas de estaba hablando con el Nazario Cué que conocía
la compañía interpretaban como una política similar desde hacía dieciocho años, o con otra persona.
a las que empleaba en “cada cambio de sexenio”.
Nazario y Moisés hablaron separadamente con el Maldonado pasó unos días muy amargos. No se
Licenciado Maldonado, y ambos a su modo le atrevió a deshacer sus pedidos a los proveedores
explicaron la necesidad de sacar adelante a Enrique. mexicanos, porque temía quedarse sin nada; y Qui-
que, no daba noticias. Al cabo de cinco días recibió
Enrique comenzó a trabajar muy contento con Mal- un telegrama desde Las Vegas: “Precios y calidades
donado, y parecía que las cosas iban bien. Maldona- americanas muy variables para nuestros distintos
do aplicaba su diplomacia para lograr lo que quería, modelos (punto) Llegaré fin de semana próxima
haciendo creer a Enrique que las cosas eran ideas de (punto) Enrique.

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El licenciado Maldonado arrugó el telegrama crispa- recomendado reposo, que pensaba retirarse, y que le
damente: Quique no decía nada concreto sobre ofrecía sus acciones. Moisés se las compró: repre-
nada: ni con qué firmas de EE.UU. había hablado; ni sentaban sólo un 3% del total.
cuáles eran los precios y sus diferencias; ni a qué
modelos en detalle se refería ¿Cómo y que iba a Enrique pensó que ahora la Gerencia General de
decidir en esas condiciones? Antes de entregar el compras sería suya. Teresa Cué, aprovechando la
telegrama a su secretaria para archivarlo (bueno intimidad de una cena en su casa preguntó a Moisés:
abogado y televidente, pensó que podía exhibirse en
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un juicio como prueba “A”), se lo guardó en el bolsillo • ¿Ya has nombrado gerente a Quique?
y le pidió a su esposa que se lo planchase.
Como Moisés se quedó viendo la copa de cognac
Maldonado le habló del asunto a Moisés, y Moisés a que tenía enfrente, y no dijo nada, volvió a preguntar:
Nazario, quien –salido de sus casillas– dijo a gritos
que la cosa era propia de un irresponsable, y que • ¿Sabes en realidad por qué se separó de
cuando llegara Enrique arreglaría cuentas con él. Al ustedes el licenciado Maldonado?
día siguiente, sin embargo, Nazario llamó de nuevo
a Moisés: Moisés hizo una obra maestra: habló al mismo
tiempo que se bebía la copa, y entre borbotones,
• Es mejor que no le des importancia a este Teresa oyó algo de un “barco” y de unas “ratas”, de
asunto de telas de Estados Unidos. Dile a lo que se rió creyendo que era un chiste.
Maldonado que proceda como si nada hu-
biera pasado. No quiero que el muchacho se Moisés se pasó toda la noche haciéndose una pre-
“frustre” gunta: si esto ocurre con el primer hijo, ¿qué sucede-
rá cuando vengan los otros? Se levantó a las seis de
• Eso no lo puedo hacer. la mañana, y cuando Nazario, bastante tarde, llegó a
la oficina, Moisés estaba en su despacho con un
• ¿Ni siquiera por Quique? ¿Ni siquiera por papel entre las manos, que contenía tres renglones.
mí? Secamente y sin más comentarios, le espetó:

• Precisamente en bien tuyo, de Quique, de • O me vendes el 18% de tus acciones en todos


Maldonado y de la empresa no puedo hacer, los negocios del grupo, a valor contable, dán-
no quiero hacer lo que me pides. Quieres dome cinco años para pagarlas, al 12% de
convertir el problema de Quique en un pro- interés, o colocamos esas acciones en la Bol-
blema mío, y no lo es. sa; o le dices a tu hijo que trabaje en otra cosa.

Nazario dijo en voz baja: Escoge entre esos tres caminos.

• El problema no es Quique, sino Teresa. Al levantar la vista del papel, Moisés vio a Nazario
más canoso y arrugado que nunca. Lleno antes de
Lo dijo en voz tan baja, que casi ni él mismo lo oyó, vitalidad y empuje, parecía ahora como si hubiese
y pensó que tampoco Moisés; sin embargo, Moisés envejecido veinte años. Sintió por él, con quien había
había oído muy bien. trabajado desde joven, una infinita piedad. Pero,
apretando los labios, le dejó el papel encima de la
Llegó Enrique. Maldonado, por su cuenta, pensó que mesa, haciendo ademán de retirarse.
lo mejor era ponerse en la situación de “aquí no ha
pasado nada”. • Moisés –le dijo Nazario–, se te ha olvidado
un cuarto camino: yo puedo comprarte tus
Al cabo de cuatro meses –enero de 1997– Maldo- acciones a un precio más alto de lo que
nado le comunico a Moisés que el médico le había valen; es mucho dinero. Y un quinto: venda-

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mos los dos a Carlington, Co., o a Gutmann el peso de Enrique y de Teresa.


and Vertmon, Co. Vamos a ver: ¿Por qué no
es viable el cuarto camino? • Es cierto –contestó–. No debo. Pero ¿Por
qué no te decides por el quinto camino?
• Porque no debes ni siquiera proponérmelo.
• Porque no puedo.
Nazario sintió de pronto sobre sí el peso de su
enfermedad, el peso de sus negocios y, sobre todo, • Es cierto –dijo Nazario–, no puedes.
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