enfrenta nuestra personalidad, es acostumbrarnos a la obediencia. Ciertamente desde que estamos pequeños con frecuencia nos acostumbramos a desobedecer a Dios, a nuestros padres y en general a la autoridad, y no nos imaginamos cuántas bendiciones perdemos al hacerlo. Pero aun si desde hoy decidiéramos en nuestro interior obedecer a su Palabra con todas nuestras fuerzas y nuestra concentración, seguramente iríamos de bendición en bendición, celebrando las gracias que a diario le concede Dios a los que le obedecen. Contemplaríamos con nuestros propios ojos que sus promesas se hacen realidad. Deu 28,1 “Si de veras obedeces al Señor tu Dios, y pones en práctica todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy, entonces el Señor te pondrá por encima de todos los pueblos de la tierra. 2 Además, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán por haber obedecido al Señor tu Dios. 3 Serás bendito en la ciudad y en el campo. 4 Serán benditos tus hijos y tus cosechas, y las crías de tus vacas, de tus ovejas y de todos tus animales. 5 Serán benditos tu cesta y el lugar donde amasas la harina, 6 y tú serás bendito en todo lo que hagas. 7 “El Señor pondrá en tus manos a tus enemigos cuando te ataquen. Avanzarán contra ti en formación ordenada, pero huirán de ti en completo desorden. 8 “El Señor enviará su bendición sobre tus graneros y sobre todo lo que hagas, y te hará vivir feliz en el país que va a darte. 9 “Si cumples sus mandamientos y sigues sus caminos, el Señor tu Dios te mantendrá como pueblo consagrado a él, tal como te lo ha jurado. 10 Entonces todos los pueblos de la tierra verán que sobre ti se invoca el nombre del Señor, y te tendrán miedo. 11 El Señor te mostrará su bondad dándote muchos hijos, muchas crías de tus ganados y abundantes cosechas en la tierra que a tus antepasados juró que te daría. 12 Y te abrirá su rico tesoro, que es el cielo, para darle a tu tierra la lluvia que necesite; y hará prosperar todo tu trabajo. Podrás prestar a muchas naciones, pero tú no tendrás que pedir prestado a nadie. 13. El Señor te pondrá en el primer lugar, y no en el último; siempre estarás por encima de los demás, y nunca por debajo, con tal de que atiendas a los mandamientos del Señor tu Dios, que yo te ordeno hoy, y los pongas en práctica, 14 sin apartarte de ellos por seguir a otros dioses y rendirles culto.” Pareciera que muchas veces pensamos que esto es cosa de fanáticos o de locos, pero en la práctica, “a quien bien actúa, bien le va”, y si adicionalmente lo hacemos con la motivación de Amar a Dios y obedecer su Palabra, con plena seguridad estas promesas se cumplirán en nosotros con precisión. De eso soy fiel testigo. ¡No tengas la menor duda! Muchas veces nos quejamos de que Dios no nos bendice, pero no nos damos cuenta que desde niños estamos desobedeciendo y haciendo las cosas mal en nuestra vida, invirtiendo el orden que Dios nos sugiere para la vida. Lo peor es que a veces le echamos la culpa a Él de nuestras desgracias, porque nuestra soberbia no nos deja ver. Pro 193 “La necedad del hombre le hace perder el camino, y luego el hombre le echa la culpa al Señor.” Dedícate a obedecer ciegamente y luego me contarás como te va en la vida, te reto a creas que en verdad Dios sí existe y que bendice a los que le obedecen, y que si por algún motivo no ves las bendiciones con tus ojos de la carne, ten la plena seguridad de que hay un mayor plan de bendición que se está tejiendo en tu vida espiritual, pero haz tu parte y deja que Dios haga la suya, te aseguro que jamás serás defraudado(a). Heb. 11,6 “Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios, uno tiene que creer que existe y que recompensa a los que lo buscan.” Así que te invito a que te acerques a Dios con sinceridad, humildad y disposición a la obediencia con un corazón transparente y lejos de toda manipulación, y te aseguro que Él no se dejará ganar en generosidad y bendición. Sal 18,25 “Tú, Señor, eres fiel con el que es fiel, irreprochable con el que es irreprochable, 26 sincero con el que es sincero, pero sagaz con el que es astuto.” Dios Padre de amor: con un corazón humilde nos acercamos a ti para pedirte perdón en el nombre de Jesús, por toda nuestra desobediencia y rebeldía. Te pedimos perdón por nuestra falta de fe y pureza de intención. Te pedimos que nos ayudes a ser dóciles a tu Palabra y que con nuestros hechos, palabras y pensamientos podamos obedecer todo lo que nos sugieres para nuestro mayor bien. A partir de hoy me propongo obedecerte con todo mi corazón y estoy seguro que tus promesas se cumplirán en mi vida, haciendo honor a tu Santo Nombre, porque Tú siempre eres Fiel a todas tus promesas. Te doy gracias por todo lo que has hecho y vas a hacer en mi vida y te alabo por tu gran amor. Amén. Tomado del libro: "Una reflexión para cada ocasión 1”.
Entre Sodomitas y Cuilonime, Interpretaciones Descoloniales Sobre Los "Indios Vestidos de Mujer" y La Homosexualidad, en Los Grupos Nahuas Del Siglo XVI