Professional Documents
Culture Documents
Arché es un (o varios) elemento primordial que serviría de punto de partida para todo el
proceso de creación de los seres naturales. Además de estar presente en todas las cosas, la
arché sería una actividad, una fuerza dinámica que, en conformidad con su forma de acción,
originaría la variedad de los fenómenos naturales.
Según los Presocráticos, todo aquello que existe posee una causa anterior y el establecimiento
de un nexo causal entre los fenómenos naturales constituiría una forma básica de explicación
“científica” de la realidad. Esa cuestión es una de las principales preocupaciones de esos
pensadores y por eso buscan una explicación causal que tenga un carácter regresivo. Cada
fenómeno, por tanto, podría ser tomado como efecto de una nueva causa, que a su vez, sería
efecto de una causa anterior y así sucesivamente, en un proceso sin fin. Sin embargo, eso
invalidaría el propio sentido de la explicación, pues, una vez más la respuesta estaría en lo
inexplicable, en el misterio, luego, en el pensamiento mítico. Para evitar que eso sucediera,
surgió la necesidad de establecer una causa primera, un primer principio o conjunto de
principios que sirviera como punto de partida para todo el proceso racional. He aquí que
encontramos la arché.
En los presocráticos fueron numerosas las respuestas sobre lo que podría ser la arché.
Algunos investigadores afirman que el carácter de crítica a la explicación presentada por un
presocrático más antiguo formaba parte de la tradición entre ellos:
La filosofía de la naturaleza
La observación de la naturaleza y la búsqueda de su fundamento o sustento último fue el primer motivo
de la reflexión filosófica. Esta filosofía física o de la naturaleza surgió en la ciudad de Mileto, en Jonia,
y entre sus representantes destacan:
Tales de Mileto, para quien el origen o principio de todo (arjé) estaba en el agua. Viajó a Egipto
y realizó diversos descubrimientos astronómicos y geométricos.
Anaximandro de Mileto (610-547 a. C.), que encontró el «principio y elemento de las cosas
existentes»: el apeiron, algo indeterminado, impreciso, que sólo se determina cuando se concreta
en las múltiples apariencias del mundo.
Anaxímenes (h. 588-524 a. C.), vivió también en Mileto y vio en el aire el fundamento de las
cosas. Estudioso de los astros y la naturaleza, entendió que las formas más o menos densas de ese
aire o vapor que configura el cosmos son la causa de los distintos fenómenos de la realidad.
Ruinas de Mileto. Las ciudades griegas de Asia Menor, como Mileto, Éfeso, Clazómenas y
Halicarnaso, fueron la cuna de la filosofía occidental.
El atomismo
Muy interesante como anticipación de la física moderna es la teoría de los átomos fundada
por Leucipo, nacido la segunda mitad del siglo VI a. C. en Mileto o en Elea. Afirmó que la
realidad física está compuesta de átomos, partículas indivisibles, diminutas e infinitas que se
mueven constantemente en el vacío.
Demócrito, nacido en Abdera hacia el año 470 a. C., sostuvo que el ser de Parménides, inmutable
y eterno, consistía en infinitos seres, los átomos («lo que no puede dividirse más»), con los que
podía explicarse el mundo de la experiencia y el nacimiento, la multiplicidad y el perecer de las
cosas.
A principios del siglo XX, el investigador alemán Hermann Diels publicó una obra fundamental: Los
fragmentos de los presocráticos
El amor y la inteligencia
Poco antes de la aparición de los dos grandes filósofos de la época clásica, Platón y Aristóteles,
destacan por la novedad de sus ideas otras dos grandes figuras del pensamiento griego:
Empédocles (490-430 a. C.) se interesó por la observación de la naturaleza y realizó hallazgos
científicos, como la relación entre el aire y la sangre en la respiración o el hecho de que la luz
necesita un tiempo para viajar desde el Sol a la Tierra. Formuló la teoría de los cuatro
elementos (aire, fuego, tierra y agua), que constituyen «las raíces de todo», y afirmó que el amor
y el odio son las fuerzas que mueven el mundo.
Anaxágoras (nacido hacia el año 500 a. C. en Clazómenas, Asia Menor), introdujo la filosofía
jonia en Atenas y fue procesado por impiedad al sostener que «el Sol es una masa de piedra
incandescente». Su teoría más original fue la del principio de orden conocido
como nous (inteligencia), una especie de amor, como el de Empédocles, pero de naturaleza
intelectual, que organiza el cosmos.