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SE PRESENTAN COMO AMICUS CURIAE

Sres Jueces Tribunal Oral Federal n°3:


MYRIAM BREGMAN, diputada en funciones de la Ciudad de Buenos
Aires, DNI 22.600.553 con domicilio real en Alsina 1360 Dpto 304 Ciudad
Autónoma de Buenos Aires; y CHRISTIAN CARLOS HERNAN CASTILLO,
diputado por la Provincia de Buenos Aires (mandato cumplido) DNI 18.287.453 con
domicilio real en Riobamba 144, C.A.B.A, constituyendo domicilio legal conjunto
en Lavalle 1388, Casillero 3520 C.A.B.A. y domicilio electrónico 27226005531, en
el expediente “IMPUTADO: REPARAZ, ISRAEL Y OTROS
S/AVERIGUACION DE DELITO, HOMICIDIO O LESIONES EN RIÑA,
ATENTADO AGRAVADO A MANO ARMADA, ATENTADO AGRAVADO
POR MAS DE TRES PERSONAS Y INTIMIDACION PUBLICA” - Expte. N.º
20.270/2017 del registro del Juzgado Federal N°12, nos presentamos ante este
Tribunal y respetuosamente decimos:

I. OBJETO.-

Que venimos a manifestar en las mencionadas actuaciones, en relación al


Legajo correspondiente al imputado Daniel Ruiz, el cual se encuentra elevado a
juicio oral por ante estos estrados. Esta presentación encuentra fundamento en la
gravedad institucional de los hechos que motivaron los presentes actuados, en un
contexto de criminalización de la protesta social y del actuar ilegítimo e ilegal de las
fuerzas de seguridad en los mismos, y teniendo en cuenta la labor en la defensa de
los derechos humanos y políticos de quienes suscriben, es que amerita la solicitud a
V.E por medio de esta presentación, de ser tenidos en calidad de Amicus Curiae,
para someter a su consideración argumentos de derecho de relevancia jurídica a los
efectos de la resolución de las cuestiones planteadas en la presente causa.

II. HECHOS.-
El presente expediente se inició con motivo de la represión que miembros de
la Policía de la Ciudad de Buenos Aires llevaron adelante contra una de las
movilizaciones mas masivas de los últimos tiempos. En efecto el 18 de diciembre
se expresó el rechazo de centenares de miles de personas a una ley que arrebató
derechos adquiridos a casi la mitad de la población (beneficiarios de jubilaciones,
pensiones, AUH), especialmente a los sectores más necesitados.

Esta represión y el intento de acallar el repudio e indignación generalizada


que suscitó este ataque, tuvo como antecedente la represión también brutal e
injustificada cometida principalmente por Gendarmería Nacional el 14 de diciembre
alrededor del mismo debate legislativo, que debió darse, cómo no ocurría desde hace
décadas, rodeado de miles de efectivos policiales, en lo que fue una verdadera
militarización y estado de sitio contra toda persona que se opusiera a ese vergonzoso
proyecto de ley impulsada por el Poder Ejecutivo Nacional. Cabe preguntarse, ¿por
qué se dispusieron de antemano semejantes operativos como nunca antes en nuestra
historia contemporánea?

Tal es así, que tras esa represión generalizada que dejó un saldo enorme de
heridos y detenidos (aunque menor aún a las secuelas represivas del día18), esa
fuerza de seguridad debió ser retirada del operativo policial previsto para el 18 de
diciembre. Pese a ello, los resultados fueron similares. Numerosos sectores sociales,
políticos, y de derechos humanos advirtieron la amenaza que pendía sobre los
centenares de miles de manifestantes, lo cual motivó que hasta diputados nacionales
fueran atacados por el operativo policial que se desplegaba alrededor del Congreso
desde el día 13 de diciembre, y solicitaran con toda razón y antelación a la represión
del día 14, el retiro del operativo de seguridad programado para dicha jornada, sin
la fortuna de ser atendidos en su planteo, y con las consecuencias conocidas.

Este antecedente, motivó que una jueza de la Ciudad Autónoma de Buenos


Aires, Patricia López Vergara, se viera en la necesidad de dictar una resolución en
las vísperas de la movilización del 18 de diciembre, en la cual sencillamente
recordaba el protocolo con los criterios mínimos e indispensables a respetar por las
fuerzas de seguridad ante manifestaciones públicas. Esto es, que los efectivos
policiales estuvieran debidamente identificados, que permitieran el trabajo a la
prensa, y que no dispararan a la multitud (y mucho menos a la cabeza y a los ojos
de los manifestantes).

Mencionamos esta resolución judicial previa, ya que conocemos la opinión


de su señoría acerca de la necesidad de un protocolo para tales situaciones. Pero es
menester señalar que una jueza, ese mismo día, estableció dichos criterios, y como
podrá advertirse, dicha resolución fue ignorada abiertamente por el Poder Ejecutivo
Nacional y de la Ciudad. La represión directa a las miles y miles de personas fue
desesperante, pocas veces vista.

Conocemos que se investigan las conductas de algunos miembros aislados


de las fuerzas de seguridad que fueron registrados por alguna cámara golpeando,
gaseando, hiriendo, o atropellando impunemente a manifestantes, cuando ha podido
soslayarse el encubrimiento de sus pares y superiores, que nunca se allanan a
identificar eficazmente a esos agentes de la manera en que sí identifican hasta a
personas que no asistieron a la movilización, si de investigar y perseguir
manifestantes se trata, incluyendo su vida privada, redes sociales, y su militancia.
Una práctica preocupante que comienza a naturalizarse y que realmente nos asusta.

Conocemos también que por este accionar de conjunto arbitrario por parte
de las fuerzas policiales, buena parte de los manifestantes detenidos han tenido que
ser sobreseídos en la presente causa, al no haber elementos que los vinculen a delito
alguno, y no explicándose además en qué condiciones se produjeron sus detenciones,
y mucho menos sus lesiones a manos de la fuerza policial. Esto es común a quienes
han tenido la fortuna de ser sobreseídos, y a quienes actualmente permanecen
imputados.

Creemos que estas no fueron excepciones, sino la regla en la intervención


policial, que se aprestó para actuar como actuó, ya desde las jornadas previas
mencionadas, con órdenes políticas expresas, y a sabiendas del rechazo popular
unánime que representaba esta ley fundamental para el ajuste que se proponía el
Poder Ejecutivo Nacional. El operativo policial del 18 de diciembre no se dedicó a
contener desbordes cercanos al vallado junto al cual se encontraba apostado, sino
que esta parte (que se propone mediante el presente como amigo del tribunal) tomó
conocimiento que avanzó cuadras y cuadras desde la avenida Entre Ríos hacia la
avenida 9 de julio, y también hacia el Norte y hacia el Sur, gaseando, apaleando,
atropellando, y baleando seres humanos de a centenares, como si éstos no estuvieran
allí, como si les fuera posible evaporarse en las angostas calles céntricas con el
agravante de encontrarse a ciegas, ahogados, aplastándose entre ellos y cayéndose
al piso mientras la multitud les pasaba por encima intentando huir del gas y de los
balazos de goma a quemarropa que despachaba el personal policial. En pleno
retroceso de los manifestantes, la policía tiraba balas a la multitud y gases
lacrimógenos. Por el modo que actuó la policía de la Ciudad, podemos asegurar que
no hubo muertos de casualidad.

No fueron excesos de agentes aislados. No hubo errores, no hubo excesos,


es evidente que hubo una orden política que tenía el objetivo de dar por medio del
terror un disciplinamiento social a la masiva movilización que contó con enorme
simpatía en la mayoría de la población.

Consideramos que sería oportuno se investigue especialmente la disposición


de efectivos policiales en numerosas terrazas de edificios en la zona, que disparaban
postas de gas lacrimógeno a la multitud. Esta práctica se reveló extendida en dicha
jornada y expresa el plan previo para escarmentar a los sectores que se expresaran
contra el oficialismo. Querían terminar con la manifestación, destruirla, negar su
existencia. Desde diciembre de 2001, tal vez, no asistíamos a una represión
semejante en el centro de Buenos Aires.

Asimismo queremos manifestar a V.S. que consideramos preocupante que se


apele a figuras como intimidación pública, o que se hable de un plan contra la
administración o el orden público por parte de manifestantes que ejerciendo el
derecho de manifestarse fueron durante horas baleados por cientos de policías que
produjeron no solo miles de disparos de balas de goma, si no también persecuciones
en motos (como pudo observarse mediante el video que registró como un joven
cartonero – Alejandro Rosado- era, adrede, atropellado y gravemente herido por
policías en moto), y un operativo cerrojo que impedía que los manifestantes
pudieran escapar. Esta parte tiene conocimiento, por haber recibido distintos
testimonios al respecto, sobre manifestantes gravemente heridos producto del
aplastamiento que se daba entre ellos ya que estaban encerrados de un lado por las
balas policiales y del otro por el operativo cerrojo de motos policiales que impedían
que la movilización pudiera retroceder y desconcentrarse. En este escenario,
algunos manifestantes pudieron escapar de la represión, otros se aplastaban unos
con otros y algunos intentaron defenderse desesperadamente.

Asimismo consideramos que resulta ser un antecedente jurídico grave que se


avance con la imputación, procesamiento y en algunos casos se encuentren próximos
a ser sometidos a juicio oral manifestantes acusados de arrojar piedras o pirotecnia,
sin que con ello se hubieran acreditado lesiones concretas. Especialmente grave
consideramos la situación de Daniel Ruiz que se encuentra detenido desde el 12 de
septiembre del corriente en el marco de las presentes actuaciones cuando no se
encuentra acreditado de ningún modo que este trabajador y dirigente del gremio
petrolero haya lesionado a persona alguna, ni tampoco siquiera haber creado riesgo
cierto contra ningún efectivo policial. Por otro lado, Ruiz, detenido en el penal de
Marcos Paz desde hace más de 150 días, está siendo acusado de delitos excarcelables.
También consideramos un grave antecedente que no se haya dispuesto su libertad
una vez finalizada la investigación ya que ahora tampoco resulta atendible el
argumento de que con su detención se buscaba evitar que este manifestante
obstruyera la pesquisa en su contra. Por último queremos señalar que como
dirigentes políticos y de Derechos Humanos vemos con especial preocupación que
a un manifestante se lo mantenga detenido con el argumento de que un compañero
de su misma organización política se encuentre investigado en la misma causa. Esto
último representa un grave caso de arbitrariedad por carecer de toda razonabilidad.

Igualmente consideramos que resulta contrario a los derechos democráticos


más elementales que se haya dispuesto la prisión preventiva de manifestantes y se
les realicen imputaciones que contemplan penas de hasta 8 o 10 años de prisión y
que en contraste, a policías que en grupo han gaseado y apaleado a jubilados
indefensos, se los procesa por “abuso de autoridad”, figura que prevé entre 1 mes y
2 años de prisión.

Es notorio que el Poder Ejecutivo es quien con mayor ímpetu insiste en que
este tipo de manifestaciones terminen indefectiblemente con decenas de
manifestantes detenidos y que a los mismos se les impute delitos con altas penas
previstas como el de intimidación pública u otros aún más graves.

Existen pruebas contundentes que reflejan que el contexto y la producción


de los hechos que derivan en investigaciones penales como la de los presentes
actuados derivan de una planificación previa de quienes llevan adelante estos
operativos. En un operativo represivo que se produjo con posterioridad a los hechos
del 18 de diciembre del 2017 se dio un ejemplo clarísimo de lo que esta parte está
manifestando. En efecto en oportunidad del reciente tratamiento del presupuesto
nacional que llevó adelante la Cámara de Diputados de la Nación, la Policía de la
Ciudad llevó adelante un operativo represivo utilizando esta misma metodología
para proceder a la detención de manifestantes y el armado de las causas penales.
Este accionar ilegal que llevó adelante la Policía de la Ciudad de Buenos Aires en el
marco de la movilización del día 24 de octubre del corriente en inmediaciones el
Congreso Nacional quedó registrado en dos videos. En el primero de ellos puede
advertirse como un miembro de la Policía de la Ciudad arrojaba piedras hacia el
Restaurante “La Tasca” de Hipólito Yrigoyen 1218, rompiendo su vidriera mientras
ya se encontraban detenidos en la vereda de enfrente, trabajadores y trabajadoras del
Astillero Río Santiago y de otras dependencias estatales de La Plata, con el fin de
acusar a éstos de haber causado dichos desmanes. El video referido puede
visualizarse en el siguiente link: http://www.laizquierdadiario.com/VIDEO-
Gravísimo-Policía-de-la-Ciudad-tira-piedras-contra-comercios-y-culpa-a-
manifestantes

En el mismo sentido, obran videos que dan cuenta de las detenciones


arbitrarias y sembrado de pruebas falsas contra manifestantes de La Garganta
Poderosa al finalizar la misma manifestación (el video puede verse en el siguiente
link http://www.laizquierdadiario.com/VIDEO-Mira-como-la-Policia-le-
planta-una-barreta-a-un-detenido-de-La-Poderosa ) Esto es lo que
denunciamos siempre, y con el correr de las manifestaciones, los sectores populares
y medios de prensa comprometidos con éstos, asimilan mecanismos más eficientes
para desnudar dichas maniobras.

El hecho que luego de la feroz represión durante la tarde del 18 y de la


posterior demonización mediática del sector de manifestantes detenidos, enormes
sectores de la población de la Ciudad salieran espontáneamente y en familia durante
la noche de esa jornada caminando kilómetros hasta la zona de Congreso,
manteniendo el reclamo original, y sumando el pedido de liberación de los detenidos,
refleja que no hubo “grupos aislados” en dicha jornada, sino que hubo un reclamo
muy sentido, como hace demasiados años no tenía lugar, y que el mismo fue
reprimido con una ferocidad inocultable.

Esta preocupación que evidenciamos llega a un nivel enorme si advertimos


que las medidas de ajuste como las rechazadas en aquella jornada, comienzan a
hacerse moneda corriente, y la movilización de sectores de masas cada vez mayores,
estará a la orden del día. ¿Qué podemos esperar desde la enorme mayoría de la
población afectada, si prospera esta lógica de criminalización contra quienes no ven
otra opción que expresarse ante medidas brutalmente antipopulares? ¿La salida será
que a la población cada vez mayor que no puede sostenerse económicamente se la
reprima cuando intenta oponerse a dicha situación?

La criminalización de hoy, y el consecuente aval a la represión estatal ante


medidas impopulares, son la puerta a la impunidad que en otras épocas han dejado
decenas de manifestantes asesinados en las calles céntricas de esta Ciudad, y del
resto del país.

Estos hechos revisten una clara gravedad institucional debido a que el actuar
ilegal de las fuerzas de seguridad acarrea la responsabilidad del Estado argentino
ante estrados internacionales y procurar por la correspondiente sanción de sus
agentes implica una urgente y efectiva intervención penal.
Reiteramos que los hechos investigados se dieron en un contexto de creciente
criminalización de la protesta social y de conflictividad social como consecuencia
de las políticas ya referidas
Con estos antecedentes, solicitamos que se nos permita hacer conocer al
Tribunal algunos elementos que pueden resultar de interés para el caso que es
materia de investigación, tales como el Informe anual emanado de la Comisión de
Prevención y Seguimiento de la Violencia Institucional, de la legislatura de la
Ciudad de Buenos Aires, presidida por la suscripta Bregman.
Asimismo, debemos señalar que resulta preocupante para el colectivo de
organismos de Derechos Humanos, la evidente disparidad entre la velocidad y
actividad denodada que se le imprimieron a la instrucción de la presente causa
durante las ferias judiciales de enero y julio de 2018, mientras que en enero del
corriente año, la defensa de Ruiz, se vio impedida de acceder a la justicia, toda vez
que no fue habilitada la feria judicial para tratar los recursos de excarcelación
planteados por quien -reiteramos- afronta un proceso cuya eventual pena máxima
no debería implicar su cumplimiento efectivo.

III. FUNDAMENTOS

Democracia y derecho de protesta

Enfrentados a casos de conflictos sociales graves, como el que derivó en los


hechos ocurridos en las inmediaciones del Congreso de la Nación el 18 de
Diciembre de 2017, jueces y doctrinarios no pueden dejar de reconocer el impacto
de hechos como la votación de una ley que contaba con el repudio de la mayoría de
la población. En efecto, la consultora Ricardo Rouvier y Asociados publicó una
encuesta que registró que 75,8 % de la sociedad estaba en contra de la sanción de la
ley que terminó disminuyendo gravemente el nivel de ingresos de millones de
jubilados y familias pobres del país. Más bien, ellas deben mostrarse plenamente
informadas por situaciones como las descriptas, y dejar en claro el compromiso del
poder público (y, muy en especial, el compromiso de los principales controladores
del poder público) con la protección de las voces excluidas.
En tal sentido considérese, por ejemplo, en algunos de los conflictos sociales
más visibles de los últimos años: grupos de manifestantes ocupando edificios
públicos o cortando calles. Hechos tales pueden ser leídos como las manifestaciones
extremas de personas que no reconocen límites, o –de un modo que consideramos
más justo, en atención a lo dicho- como los intentos desesperados de ciertos grupos
por tornar audibles sus voces y visibles sus reclamos, ante un poder que suele
ignorarlos. Es decir que lo que se exige en este contexto es un cambio de perspectiva,
capaz de obligarnos a leer los principales conflictos sociales a los que nos
enfrentamos, de otro modo, esto es, menos como una nueva afrenta de un grupo de
manifestantes que “intimidan” y “dañan”, y más como la respuesta angustiosa de
grupos que, sistemáticamente, no encuentran salida de sus problemas ni respuesta
para sus reclamos.
Las agresiones por parte de fuerzas de seguridad fuertemente pertrechadas
con gases lacrimógenos y escopetas con las que dispararon al rostro de los
manifestantes (el accionar policial durante la jornada en cuestión provocó que no
pocos manifestantes perdieran un ojo), carros hidrantes y motos con los que se
lanzan verdaderas cacerías humanas importan una grave limitación al derecho de
protesta, de expresión y de reunión. Si a estas prácticas se suma que muchos
manifestantes son luego detenidos por intentar protegerse o por el solo hecho de
estar en la movilización, debemos denunciar que dicha situación vulnera gravemente
los distintos textos de los Tratados Internacionales y de Derechos Hmanos que
protegen el derecho a la protesta. Luego, si de estos hechos se deriva la persecución
penal sobre esas mismas personas nos encontramos ante una lesión aún mas grave
de estos derechos que hacen al nervio democrático.
La CIDH ha manifestado que “es importante recordar que la criminalización
podría generar en estos casos un efecto amedrentador sobre una forma de expresión
participativa de los sectores de la sociedad que no pueden acceder a canales de
denuncia o petición como ser la prensa tradicional o el derecho de petición dentro
de los órganos estatales donde el reclamo se origina”
La Comisión Interamericana también señaló que: “El temor a sanciones penales
necesariamente desalienta a los ciudadanos a expresar sus opiniones sobre
problemas de interés público...”
En el mismo sentido este caso implica una cuestión de gran interés
institucional, social y en materia de derechos humanos ya que no solo expresa la
inconveniencia de que la justicia penal se introduzca en conocer sobre conflictos de
índole social sino que nos encontramos ante casos donde las fuerzas represivas
generan un contexto caótico, agraden a miles de personas con el fin ya no de
dispersar la protesta sino también el de generar el mejor contexto para detener e
iniciar persecuciones penales acusando a los manifestantes de los delitos penales
más gravosos.

IV. PETITORIO:

Por todo lo expuesto, se solicita:


1) Se tenga a los firmantes como Amicus Curiae en esta causa;
2) Se tengan en cuenta los fundamentos de hecho y derecho expuestos en
el presente documento y se resuelva en consecuencia.

Proveer de conformidad que,


SERÁ JUSTICIA

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